OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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— La próxima vez podrías simplemente decir que tengo rabia o algo así, no era en verdad necesario — me quejo en lo que me sacudo algo de arena del cabello, esa que poseo en cantidades desagradables porque un niño vino corriendo hacia nosotros con la excusa de acariciar un perro. No le importó que éste no le moviera la cola ni que su balde se sacudiera de un lado al otro, así que me vi obligado a ver cómo es que David no me lo sacaba de encima hasta que el enano decidió marcharse así podíamos seguir nuestro camino hacia uno de los sitios que utilizamos para conversar cuando yo necesito salir del encierro y él busca huir de la rutina. Hoy es uno de esos días que parece que ambos estamos en necesidad, no voy a decir que las últimas semanas han sido fáciles y no sé por dónde empezar a preguntar o siquiera explicarle todo lo que ha salido mal desde mi punto de vista. Ya hay árboles desnudos, pero no son tan deprimentes como las otras cosas que he visto. Mi estado de ánimo es un muy buen ejemplo.
Halloween está a la vuelta de la esquina y he visto muchos decorados en la última semana, así que nadie viene a este parque de juegos prácticamente abandonado en uno de los sitios más frondosos del Capitolio. A diferencia de aquellos coloridos y modernos, éstos están tan descuidado que nadie se acerca porque pican si no tienes tela que te cubra la piel y hay una hamaca que se ha partido por culpa de mi peso la última vez que me subí. Según he visto, hay planes en el gobierno de podar la zona y mejorar estos juegos antiguos que han quedado olvidados, pero para nosotros significa algo de paz y aire fresco, mientras dure.
Me acomodo en las tablas crujientes de esta casa del árbol, con tanto polvo que tengo que rascarme la nariz — Supongo que un niño con arena es menos riesgoso que el norte estos días. ¿Seguirás yendo o esperarás a que baje un poco el pánico? — hasta donde tengo entendido, nadie sabe exactamente qué hacer. Es obvio que retirarnos o entregarnos no es una opción válida, pero encontrar cómo amortiguar el golpe que se vendrá es una enorme incógnita. Apoyo la cabeza contra la pared y suspiro entre mis dientes, hasta que casi suena como un silbido — Nadie me dijo que participar en una revolución sería tan agotador — claramente estoy bromeando, aunque no hay ánimos en el aire para este tipo de chistes. Ni siquiera sé por qué me molesto.
Halloween está a la vuelta de la esquina y he visto muchos decorados en la última semana, así que nadie viene a este parque de juegos prácticamente abandonado en uno de los sitios más frondosos del Capitolio. A diferencia de aquellos coloridos y modernos, éstos están tan descuidado que nadie se acerca porque pican si no tienes tela que te cubra la piel y hay una hamaca que se ha partido por culpa de mi peso la última vez que me subí. Según he visto, hay planes en el gobierno de podar la zona y mejorar estos juegos antiguos que han quedado olvidados, pero para nosotros significa algo de paz y aire fresco, mientras dure.
Me acomodo en las tablas crujientes de esta casa del árbol, con tanto polvo que tengo que rascarme la nariz — Supongo que un niño con arena es menos riesgoso que el norte estos días. ¿Seguirás yendo o esperarás a que baje un poco el pánico? — hasta donde tengo entendido, nadie sabe exactamente qué hacer. Es obvio que retirarnos o entregarnos no es una opción válida, pero encontrar cómo amortiguar el golpe que se vendrá es una enorme incógnita. Apoyo la cabeza contra la pared y suspiro entre mis dientes, hasta que casi suena como un silbido — Nadie me dijo que participar en una revolución sería tan agotador — claramente estoy bromeando, aunque no hay ánimos en el aire para este tipo de chistes. Ni siquiera sé por qué me molesto.
—¿Puedo decirlo? Pensé que ibas a ofenderte si doy esas excusas, no quería herir tus sentimientos…— contesto, nunca hablamos de cuáles eran las reglas de evasión si teníamos a un niño con balde acechándonos más que un dementor que te respira en la nuca, y es que ese niño era en verdad insistente, lo digo yo que tengo una bebé de lunes a viernes que deja sordo con sus alaridos porque no preparo su biberón lo suficientemente rápido. Cruzo mis piernas debajo de mi cuerpo porque el espacio dentro de la casa de árbol es reducido y somos, ahora que Ken recuperó su forma normal, un par de chicos con bastante edad como para estar metidos aquí. Sería sospechoso y confuso si nos encuentran también, claro que si nos hallaran, las dudas de si estamos aquí para fumar algo o para manosearnos, sería absolutamente opacada por el hecho de que él sigue siendo un criminal que tiene a medio cuerpo de aurores detrás. La otra mitad persigue el rastro invisible de su tía fantasma.
—No, olvídalo, no creo que vaya estas semanas por el norte. Sería muy descuidado de mi parte…— meneo la cabeza, y no creo que haga falta disculparme o poner excusas, ambos sabemos cuál es mi rol en el ministerio –y no, no es jugar con los piecitos de la bebé de mi jefe-, si las cosas se ponen delicadas, debo mantenerme en una rutina que no levante sospechas. —De la casa al trabajo, del trabajo a la casa. Eso es lo que haré en estos días… Y mira, ¿ves aquel perro marrón? ¿El que tiene los ojos claros?— acerco mi mano a la ventanita de la casa para apuntar al can con mi dedo índice. —Es Moriarty, así que ya tengo excusa para venir al parque todos los días, que no quede tan raro como venir a sentarme solo en una banca en pensar en la vida. Siempre que me necesites, andaré por aquí a esta hora…— escondo mi mano y vuelvo a recostar mi espalda contra la pared de madera, así que quedamos fuera de la vista de quien sea.
Escucho su comentario final con una sonrisa desganada y me uno a su abatimiento. —Si siguieras transformado en perro, te rascarías las orejas para que te sientas mejor… pero si lo hago ahora sería raro y no quiero darte falsas esperanzas conmigo. Más allá de lo que Holly dijo en el bar, no eres mi tipo… solo te veo como un amigo, lo siento— bromeo, que es lo que tengo que hacer para no entrar de lleno en lo tumultuoso que puede ser pensar en una revolución. —Todo esto que está pasando deja en claro que la revolución es necesaria, Ken…— lo reconozco, echo mi cabeza hacia atrás y me quedo mirando ese techo que está a centímetros de mi frente. —Sé que cuesta— cierro los ojos, —quedarte en tu lugar, porque ahí es donde debes estar, donde sirves, y que todo a tu alrededor… que las personas sigan desapareciendo, personas que quieres, que admirabas… No haces nada, te quedas ahí, ellos siguen desapareciendo… como una fotografía llena de rostros donde una a una van desvaneciéndose y te queda un fondo vacío…— suspiro. —Seguro que tú tienes nombres en tu mente, yo tengo otros, de personas que tienes miedo de que un día, desde tu lugar, simplemente te enteras que ya no están. Mierda, que miedo tengo de que eso siga pasando, siempre damos por seguro que habrá tiempo y la oportunidad para otra charla, luego solo te quedas pensando en qué hubieras dicho y hecho de saber qué era la última vez… pero eso sería hacer trampa, en realidad nunca tienes manera de saberlo— vuelvo a abrir mis párpados luego de la catarsis existencial que le hago, y porque la circunstancia amerita, pruebo con un cambio radical de tema. —Por cierto, Mimi no quiere salir conmigo. Le gusto, sí, y no le molestaría que haya un poco o mucho roce, pero no quiere nada serio. Básicamente me dijo eso, para pasar el rato estoy bien para ella, pero nada de compromisos…— la sonrisa que le muestro al final deja ver no estoy hablando en serio, bueno, sí, es lo que dijo, pero por amor al drama pongo una mano en mi pecho al agregar: —Solo le interesa mi físico, el corazón queda fuera del trato.
—No, olvídalo, no creo que vaya estas semanas por el norte. Sería muy descuidado de mi parte…— meneo la cabeza, y no creo que haga falta disculparme o poner excusas, ambos sabemos cuál es mi rol en el ministerio –y no, no es jugar con los piecitos de la bebé de mi jefe-, si las cosas se ponen delicadas, debo mantenerme en una rutina que no levante sospechas. —De la casa al trabajo, del trabajo a la casa. Eso es lo que haré en estos días… Y mira, ¿ves aquel perro marrón? ¿El que tiene los ojos claros?— acerco mi mano a la ventanita de la casa para apuntar al can con mi dedo índice. —Es Moriarty, así que ya tengo excusa para venir al parque todos los días, que no quede tan raro como venir a sentarme solo en una banca en pensar en la vida. Siempre que me necesites, andaré por aquí a esta hora…— escondo mi mano y vuelvo a recostar mi espalda contra la pared de madera, así que quedamos fuera de la vista de quien sea.
Escucho su comentario final con una sonrisa desganada y me uno a su abatimiento. —Si siguieras transformado en perro, te rascarías las orejas para que te sientas mejor… pero si lo hago ahora sería raro y no quiero darte falsas esperanzas conmigo. Más allá de lo que Holly dijo en el bar, no eres mi tipo… solo te veo como un amigo, lo siento— bromeo, que es lo que tengo que hacer para no entrar de lleno en lo tumultuoso que puede ser pensar en una revolución. —Todo esto que está pasando deja en claro que la revolución es necesaria, Ken…— lo reconozco, echo mi cabeza hacia atrás y me quedo mirando ese techo que está a centímetros de mi frente. —Sé que cuesta— cierro los ojos, —quedarte en tu lugar, porque ahí es donde debes estar, donde sirves, y que todo a tu alrededor… que las personas sigan desapareciendo, personas que quieres, que admirabas… No haces nada, te quedas ahí, ellos siguen desapareciendo… como una fotografía llena de rostros donde una a una van desvaneciéndose y te queda un fondo vacío…— suspiro. —Seguro que tú tienes nombres en tu mente, yo tengo otros, de personas que tienes miedo de que un día, desde tu lugar, simplemente te enteras que ya no están. Mierda, que miedo tengo de que eso siga pasando, siempre damos por seguro que habrá tiempo y la oportunidad para otra charla, luego solo te quedas pensando en qué hubieras dicho y hecho de saber qué era la última vez… pero eso sería hacer trampa, en realidad nunca tienes manera de saberlo— vuelvo a abrir mis párpados luego de la catarsis existencial que le hago, y porque la circunstancia amerita, pruebo con un cambio radical de tema. —Por cierto, Mimi no quiere salir conmigo. Le gusto, sí, y no le molestaría que haya un poco o mucho roce, pero no quiere nada serio. Básicamente me dijo eso, para pasar el rato estoy bien para ella, pero nada de compromisos…— la sonrisa que le muestro al final deja ver no estoy hablando en serio, bueno, sí, es lo que dijo, pero por amor al drama pongo una mano en mi pecho al agregar: —Solo le interesa mi físico, el corazón queda fuera del trato.
Menos mal que me da la excusa de mirar por la ventana, a ver si de esa manera me ahorro los minutos ridículos en los cuales creo que me veo totalmente conmovido y agradecido por que se tome esas molestias solo para hacerme un favor. Sé que han sido meses que se sienten imposibles y por momentos me pregunto cuándo será el día en el cual las personas se cansen de mí como lo hizo Lea, quien prácticamente me detesta y ni siquiera puedo culparla por ello. No sé si lo que estamos haciendo es una causa perdida o no, pero por momentos me siento como que estoy arrastrando a mis amigos a un montón de problemas que podrían rehuir al tener otras opciones. ¿O ellos tampoco las tienen? — Gracias, Dave — estiro la mano para darle un apretón suave en el brazo, no hay nada más que agregar ni modo de expresar mi gratitud. A veces creo que se toma demasiadas molestias, pero no se lo voy a decir en mi egoísmo de creer que dejará de hacerlo.
Apenas sonrío por lo primero, que lo segundo vuelve a oscurecer mi rostro. Mi silencio es lo que acompaña a sus palabras, clavo los ojos en una telaraña que se luce en uno de los rincones en lo que su voz es interrumpida solamente por el lejano sonido de los pájaros y no puedo evitar preguntarme si será cierto lo que dice. Si algún día nos daremos cuenta de que todos se han ido, porque la guerra ha podido con nosotros y los ha guiado uno a uno por la puerta grande, hasta que todo esto no sea más que un montón de polvo en la memoria de unos pocos. No puedo medir lo mucho que extraño a los que he perdido, pero a su vez soy consciente de que estoy empezando a olvidarlos. Los detalles de sus rostros, el sonido de su voz… todo se siente demasiado lejano como para siquiera creer que fueron reales. Suspiro con fuerza y resignación, ladeo la cabeza cuando menciona a Mimi y puedo sentir la sonrisa forzada de mi boca — Ella se lo pierde — aseguro — Te encontraremos a otra. Una que sepa ver dentro de tu corazón de pollo. ¿O te conformas con un poco de eso? — desvío la mirada hacia el techo, torciendo los labios en mi momento de reflexión — Quizá a mí me vendría bien encontrar a alguien así, que me permita no pensar. Synnove decidió que era mejor terminar — me encojo de hombros como si no me importara, que tampoco sé si quiero hablar de ella a estas alturas.
— Y sé que no podemos dar marcha atrás… — retomo el punto que me tomó más tiempo pensar, pero el cual menciono con mayor calma para poder ir haciéndome la idea mientras hablo — Sé que una revolución es necesaria, que no podemos dejar ganar a las personas que tienen la satisfacción de matarnos a su antojo. Pero a veces se siente tan grande que creo que no tenemos un futuro, que no importa lo que hagamos porque al final ellos tienen un dragón que nos quemará vivos. Y yo, personalmente, me siento solo — porque ves como todo el mundo va y viene, mientras tú eres el que debe seguir avanzando. Y sólo unos pocos se quedan a tu lado.
Apenas sonrío por lo primero, que lo segundo vuelve a oscurecer mi rostro. Mi silencio es lo que acompaña a sus palabras, clavo los ojos en una telaraña que se luce en uno de los rincones en lo que su voz es interrumpida solamente por el lejano sonido de los pájaros y no puedo evitar preguntarme si será cierto lo que dice. Si algún día nos daremos cuenta de que todos se han ido, porque la guerra ha podido con nosotros y los ha guiado uno a uno por la puerta grande, hasta que todo esto no sea más que un montón de polvo en la memoria de unos pocos. No puedo medir lo mucho que extraño a los que he perdido, pero a su vez soy consciente de que estoy empezando a olvidarlos. Los detalles de sus rostros, el sonido de su voz… todo se siente demasiado lejano como para siquiera creer que fueron reales. Suspiro con fuerza y resignación, ladeo la cabeza cuando menciona a Mimi y puedo sentir la sonrisa forzada de mi boca — Ella se lo pierde — aseguro — Te encontraremos a otra. Una que sepa ver dentro de tu corazón de pollo. ¿O te conformas con un poco de eso? — desvío la mirada hacia el techo, torciendo los labios en mi momento de reflexión — Quizá a mí me vendría bien encontrar a alguien así, que me permita no pensar. Synnove decidió que era mejor terminar — me encojo de hombros como si no me importara, que tampoco sé si quiero hablar de ella a estas alturas.
— Y sé que no podemos dar marcha atrás… — retomo el punto que me tomó más tiempo pensar, pero el cual menciono con mayor calma para poder ir haciéndome la idea mientras hablo — Sé que una revolución es necesaria, que no podemos dejar ganar a las personas que tienen la satisfacción de matarnos a su antojo. Pero a veces se siente tan grande que creo que no tenemos un futuro, que no importa lo que hagamos porque al final ellos tienen un dragón que nos quemará vivos. Y yo, personalmente, me siento solo — porque ves como todo el mundo va y viene, mientras tú eres el que debe seguir avanzando. Y sólo unos pocos se quedan a tu lado.
Meneo mi cabeza al sacar una carcajada profunda de mi pecho, creo que es todo para acabar con esa falsa escena de dramático que sufre un rechazo. —No necesito que me encuentren a ninguna otra— lo atajo, no me veo pasando una segunda vez por esa situación de explicarle a una chica que un amigo mucho más joven me presionó lo suficiente con sus pullas y tonito de desafío a que la invite a salir. —No creo en eso de buscar, no a esta edad en la que estoy haciendo malabares con mi vida…— digo. Tengo que inclinarme un poco hacia adelante, mis codos chocando con mis rodillas por lo pequeño del espacio, para darle una palmada de consuelo en el hombro al saber que rompió con Synnove. —Pero a tu edad, si buscas, encuentras. No es que nos llevemos un siglo en años…— me echo hacia atrás con una sonrisa amplia, —lo que pasa es que hay un momento para buscar, en que todo te gusta y a la vez nada encaja contigo, y luego te conviertes en un señor aburrido como yo que solo te quedas a esperar a que llegue alguien que— levanto mis ojos al techo —te haga sentir bien nada más cruzar la puerta. Y eso no lo buscas, solo lo encuentras entre un montón de gente que ves pasar todos los días.
Para desgracia de sus oídos, Ken me agarró en un día que estoy especialmente sentimental. Tengo tantas cosas dando vueltas en mi cabeza en estos días, que todo va saliendo de mí sin dar nombres o precisar las cosas. —¿Te sientes solo?— tengo que echarme hacia adelante otra vez, en serio que no me lo creo, mis ojos se abren para mirarlo de pies a cabeza, no es tan difícil así hecho un ovillo como yo. —Ken, tienes a un grupo de gente contigo que te dijo que pelearía cuando le pediste que lo hicieran. ¿Qué te hace sentir solo?— se lo pregunto para que pueda explicármelo y también desahogarse si es lo que necesita, mi cabeza está a años luz de asociar que eso siquiera puede tener relación alguna con su rompimiento, eso es solo… algo que pasa, la vida misma, la pequeña vida. Luego está una vida más grande, de compromisos que nos superan, de responsabilidades gigantescas de cada decisión que tomamos.
—Demonios, esto que voy a decirte sonará fatal…— me lamento de antemano. —No hay un final feliz, Ken. Para nadie. Todos estamos hasta las manos metidos en esto, el compromiso es muy fuerte porque todavía estamos tras barricadas. Después de todo lo que viene, no nos espera un final de cuento. Sí, habrá dragones que van a quemarnos, devorarnos, arrastrarnos, destruir lo que conocemos, y dentro de un par de años, no seremos las personas que somos ahora, metidos dentro de esta casita de parque… Ken, ya no tendremos dieciséis, ni veinticuatro años. Lo que viene después de todo lo que va a pasar… es la vida. Es la vida misma, que seguirá siendo injusta por partes y en otras habrá ocasionales cosas que salgan bien. Y tendremos cuarenta, cincuenta años. Y no, no habrá una página final que diga que vivimos felices por siempre. Seguirá la vida, cambiándonos, enfrentándonos a nuevas cosas, rodeados de personas que amamos y elegimos conservar o absolutamente solos, porque también es lo que elegimos. Y solo será la vida, pasando día tras día… y no está mal. Porque después de pasar por todo lo que tendremos que pasar, Ken, no quiero un final feliz. Quiero poder vivir, años, décadas… tener hijos, ver crecer a mis hijos, tener nietos, poder llevar a mi casa todos los perros callejeros que pueda, plantar un árbol en la vereda de mi casa y verlo crecer con… alguien— me hundo entre mis hombros al hablarle de lo que espero para mí, lo tengo tan claro, como no tengo tan claro mi presente.
Para desgracia de sus oídos, Ken me agarró en un día que estoy especialmente sentimental. Tengo tantas cosas dando vueltas en mi cabeza en estos días, que todo va saliendo de mí sin dar nombres o precisar las cosas. —¿Te sientes solo?— tengo que echarme hacia adelante otra vez, en serio que no me lo creo, mis ojos se abren para mirarlo de pies a cabeza, no es tan difícil así hecho un ovillo como yo. —Ken, tienes a un grupo de gente contigo que te dijo que pelearía cuando le pediste que lo hicieran. ¿Qué te hace sentir solo?— se lo pregunto para que pueda explicármelo y también desahogarse si es lo que necesita, mi cabeza está a años luz de asociar que eso siquiera puede tener relación alguna con su rompimiento, eso es solo… algo que pasa, la vida misma, la pequeña vida. Luego está una vida más grande, de compromisos que nos superan, de responsabilidades gigantescas de cada decisión que tomamos.
—Demonios, esto que voy a decirte sonará fatal…— me lamento de antemano. —No hay un final feliz, Ken. Para nadie. Todos estamos hasta las manos metidos en esto, el compromiso es muy fuerte porque todavía estamos tras barricadas. Después de todo lo que viene, no nos espera un final de cuento. Sí, habrá dragones que van a quemarnos, devorarnos, arrastrarnos, destruir lo que conocemos, y dentro de un par de años, no seremos las personas que somos ahora, metidos dentro de esta casita de parque… Ken, ya no tendremos dieciséis, ni veinticuatro años. Lo que viene después de todo lo que va a pasar… es la vida. Es la vida misma, que seguirá siendo injusta por partes y en otras habrá ocasionales cosas que salgan bien. Y tendremos cuarenta, cincuenta años. Y no, no habrá una página final que diga que vivimos felices por siempre. Seguirá la vida, cambiándonos, enfrentándonos a nuevas cosas, rodeados de personas que amamos y elegimos conservar o absolutamente solos, porque también es lo que elegimos. Y solo será la vida, pasando día tras día… y no está mal. Porque después de pasar por todo lo que tendremos que pasar, Ken, no quiero un final feliz. Quiero poder vivir, años, décadas… tener hijos, ver crecer a mis hijos, tener nietos, poder llevar a mi casa todos los perros callejeros que pueda, plantar un árbol en la vereda de mi casa y verlo crecer con… alguien— me hundo entre mis hombros al hablarle de lo que espero para mí, lo tengo tan claro, como no tengo tan claro mi presente.
Sabía de antemano que me iba a salir con esa, porque creo que es lo que todos ven cuando se fijan en el grupo que somos allá en el cinco. ¿Cómo dirás que estás solo, cuando muchas de esas personas estuvieron ahí desde el momento en el cual naciste? ¿Cómo puedes estar solo, si ellos están para sostenerte la mano y atajarte cuando te lanzas a lo desconocido? Respiro lento, porque sé que sonará a pobre víctima caprichosa — Siento que el resto tiene otras opciones, que pueden elegir otros caminos, mientras que yo… bueno, parece que nací con uno solo, ¿entiendes? — asumo que sí, Dave es listo aunque no lo parezca — Hay ciertas cosas que no sé con quién hablarlas, porque no creo que puedan verlo desde mi punto de vista. Te sientes apartado del resto, aunque no lo parezca — la única persona que veo en una situación similar es Hero, pero parece estar despegándose de su pasado y no quiero ir a revolverlo.
Aunque no me dice nada que no pudiera deducir por mí solo, hay una angustia pequeña en el pecho porque sí, la vida no es uno de los cuentos rosas de Beverly, eso ya quedó muy en claro. Hay una enorme lista de cosas que perdimos y ganamos que seguirá creciendo hasta el final, ese que en algún momento llegará sin preguntarnos si estamos listos o no. Al terminar le sonrío, aunque es más un gesto triste que otra cosa a estas alturas — No esperaba otra cosa de ti, Dave — admito — De entre todas las locuras que he conocido en los demás, tú eres el más clásico. Entiendo por qué a Syv le gustabas — ¿No es él exactamente lo que Amalie estaría esperando de un yerno? ¿Alguien con un futuro y deseos de sentar cabeza? Claro, que en el medio es tan buena persona que acaba metiéndose con las amistades equivocadas, pero eso es un tema aparte. Apoyo las manos en mi abdomen en lo que me estiro todo lo que puedo, que no es mucho pero ahora es cuando debería agradecer no ser demasiado alto — Si hay alguien que sobrevivirá esto, eres tú — aseguro, sin importarme que nuestra imagen de seguro se asemeja a la de una sesión de terapia de diván — Lamento mucho la cantidad de personas que perdiste, es inmensa y sé muy bien lo que puede llegar a doler. Pero así, blandito como te ves… — me permito bromear un poco — … sé que harás cosas grandes. Y es bueno, ¿sabes? No hay muchas personas en NeoPanem que valgan la pena. A veces no sé qué haría si ganamos, porque no me interesa gobernar, debe haber sido una falla genética. Además, la gente de por aquí no me querría, sería un desastre. No sé ni lo que estamos haciendo, solo asiento y trato de entender lo que los demás me dicen y eso es todo — ¿Qué clase de líder me haría eso? Que los demás lo hagan, yo puedo dar un paso al costado cuando llegue el momento… ¿O no?
Aunque no me dice nada que no pudiera deducir por mí solo, hay una angustia pequeña en el pecho porque sí, la vida no es uno de los cuentos rosas de Beverly, eso ya quedó muy en claro. Hay una enorme lista de cosas que perdimos y ganamos que seguirá creciendo hasta el final, ese que en algún momento llegará sin preguntarnos si estamos listos o no. Al terminar le sonrío, aunque es más un gesto triste que otra cosa a estas alturas — No esperaba otra cosa de ti, Dave — admito — De entre todas las locuras que he conocido en los demás, tú eres el más clásico. Entiendo por qué a Syv le gustabas — ¿No es él exactamente lo que Amalie estaría esperando de un yerno? ¿Alguien con un futuro y deseos de sentar cabeza? Claro, que en el medio es tan buena persona que acaba metiéndose con las amistades equivocadas, pero eso es un tema aparte. Apoyo las manos en mi abdomen en lo que me estiro todo lo que puedo, que no es mucho pero ahora es cuando debería agradecer no ser demasiado alto — Si hay alguien que sobrevivirá esto, eres tú — aseguro, sin importarme que nuestra imagen de seguro se asemeja a la de una sesión de terapia de diván — Lamento mucho la cantidad de personas que perdiste, es inmensa y sé muy bien lo que puede llegar a doler. Pero así, blandito como te ves… — me permito bromear un poco — … sé que harás cosas grandes. Y es bueno, ¿sabes? No hay muchas personas en NeoPanem que valgan la pena. A veces no sé qué haría si ganamos, porque no me interesa gobernar, debe haber sido una falla genética. Además, la gente de por aquí no me querría, sería un desastre. No sé ni lo que estamos haciendo, solo asiento y trato de entender lo que los demás me dicen y eso es todo — ¿Qué clase de líder me haría eso? Que los demás lo hagan, yo puedo dar un paso al costado cuando llegue el momento… ¿O no?
—Si sientes que solo tienes una opción, tal vez…— musito, siento un poco de culpa anticipada por si estoy dándole esperanzas equivocadas, que sea un error de mi parte decir lo que estoy a punto de poner en mi boca: —Podrías construir otras, Ken— lo digo casi que con timidez, arriesgándome mucho a tentar a su destino, ese que en ocasiones sí creo que ha sido definido para cada uno al nacer y que he llegado a comprender que podemos ir moldeando a nuestras decisiones, si son los suficientemente fuertes como para resistir a eso que se empeñará en hacer que se cumpla lo fijado. —Hay personas, es cierto, que nacen con un único camino posible. Pero no nacemos simplemente para morir, resignados totalmente a lo que pasa en medio de una cosa y otra… en ocasiones un deseo basta para poder ver que si el mundo es tan grande— no logro controlar esa emoción en mi voz que me asalta como el romántico que me acusan de ser, que se hace gigante en un espacio tan chico como esta casita de parque, —¿por qué resignarse a un único camino?
Se me ocurre un ejemplo para dejárselo más claro: —Ken, hubo un tiempo en que todo este planeta era selva, desiertos y glaciares, las comunidades no sabían que habían otras por más que estuvieran a unas pocas millas. Entonces crearon caminos, y no tenían idea de que podían encontrar, a quienes encontrarían, ese es el gran poder que tenemos y sin magia, el poder crear caminos—. Espero que no aparezca ningún dios de ninguna de esas religiones muertas para tirarme de la oreja por estar diciéndole al chico que asumió ser un Black para llamar a una revolución que su destino puede ser otro, que incluso me quedo sin trabajo si se le ocurre de pronto que quiere ser panadero o criar pollos. En medio de este pensamiento estúpido le sonrío por decir que no esperaba otra cosa de mí, me hice mi fama de sentimental y me eché a dormir. —Lo tomaré como un cumplido— ruedo los ojos.
Me río, esta vez muy fuerte, cuando me asegura que sobreviviré. — ¡Eso espero! ¡En serio!— suelto con una carcajada, que se apaga para sumirme en la nostalgia de todos los que ya no están o que se han ido demasiado pronto, quienes no conocí y quienes al conocer creí que se quedarían toda la vida, sé que alguien que perdió a la mayor parte del pueblo en el que se crió puede hablar de este sentimiento entendiéndolo. Que diga que soy un blando también lo consideraré un halago, porque le sigue una confianza que no creo merecer. —No pienso hacer grandes cosas, solo las cosas que creo que se deben hacer…— cierro mis ojos al pensar por un momento en mis padres, en el mundo hay héroes y también personas buenas, buenas en verdad, que si se colocan una capa es en Halloween para avergonzar a su hijo de doce años y salir a pedir golosinas con una niña de dos.
Y tal vez, tampoco le toque ser a Ken el héroe en todo esto. Quizá sea el tipo que algún día se pondrá una capa para jugar un rato y luego se la quitará, para ser quien eligió ser. —Suelo pensar que cada persona tiene algo que hacer, algo muy fijo y determinado que le toca hacer en el mundo, y a veces es algo increíblemente pequeño, algo que le pueda llevar cinco minutos o dos años. Es algo para lo que está llamado a hacer. Pero son muchas, muchas personas en el mundo, ninguna puede hacerlo todo. Porque así no funciona el mundo. No habría humanidad, si todo recayera en una sola persona. Se trata de entender que cada uno de nosotros tiene algo que dar y luego… luego simplemente esa persona queda libre de su propósito, para disfrutar del mundo. Vendrán otros después, hay que dejar que vengan otros después. Tal vez eras la chispa que se necesita para que el fuego se inicie, pero no estás obligado a quemarte en este. No estás solo, no todo lo tienes que hacer tu y no todo el peso de las cosas debe caer sobre tus hombros. Porque al final del día… eres un chico, como yo. Y estamos los unos a los otros para apoyarnos— eso es lo que me enseñaron, lo que defiendo y lo que no me voy a cansar de repetir.
Se me ocurre un ejemplo para dejárselo más claro: —Ken, hubo un tiempo en que todo este planeta era selva, desiertos y glaciares, las comunidades no sabían que habían otras por más que estuvieran a unas pocas millas. Entonces crearon caminos, y no tenían idea de que podían encontrar, a quienes encontrarían, ese es el gran poder que tenemos y sin magia, el poder crear caminos—. Espero que no aparezca ningún dios de ninguna de esas religiones muertas para tirarme de la oreja por estar diciéndole al chico que asumió ser un Black para llamar a una revolución que su destino puede ser otro, que incluso me quedo sin trabajo si se le ocurre de pronto que quiere ser panadero o criar pollos. En medio de este pensamiento estúpido le sonrío por decir que no esperaba otra cosa de mí, me hice mi fama de sentimental y me eché a dormir. —Lo tomaré como un cumplido— ruedo los ojos.
Me río, esta vez muy fuerte, cuando me asegura que sobreviviré. — ¡Eso espero! ¡En serio!— suelto con una carcajada, que se apaga para sumirme en la nostalgia de todos los que ya no están o que se han ido demasiado pronto, quienes no conocí y quienes al conocer creí que se quedarían toda la vida, sé que alguien que perdió a la mayor parte del pueblo en el que se crió puede hablar de este sentimiento entendiéndolo. Que diga que soy un blando también lo consideraré un halago, porque le sigue una confianza que no creo merecer. —No pienso hacer grandes cosas, solo las cosas que creo que se deben hacer…— cierro mis ojos al pensar por un momento en mis padres, en el mundo hay héroes y también personas buenas, buenas en verdad, que si se colocan una capa es en Halloween para avergonzar a su hijo de doce años y salir a pedir golosinas con una niña de dos.
Y tal vez, tampoco le toque ser a Ken el héroe en todo esto. Quizá sea el tipo que algún día se pondrá una capa para jugar un rato y luego se la quitará, para ser quien eligió ser. —Suelo pensar que cada persona tiene algo que hacer, algo muy fijo y determinado que le toca hacer en el mundo, y a veces es algo increíblemente pequeño, algo que le pueda llevar cinco minutos o dos años. Es algo para lo que está llamado a hacer. Pero son muchas, muchas personas en el mundo, ninguna puede hacerlo todo. Porque así no funciona el mundo. No habría humanidad, si todo recayera en una sola persona. Se trata de entender que cada uno de nosotros tiene algo que dar y luego… luego simplemente esa persona queda libre de su propósito, para disfrutar del mundo. Vendrán otros después, hay que dejar que vengan otros después. Tal vez eras la chispa que se necesita para que el fuego se inicie, pero no estás obligado a quemarte en este. No estás solo, no todo lo tienes que hacer tu y no todo el peso de las cosas debe caer sobre tus hombros. Porque al final del día… eres un chico, como yo. Y estamos los unos a los otros para apoyarnos— eso es lo que me enseñaron, lo que defiendo y lo que no me voy a cansar de repetir.
¿Por qué resignarse a un único camino? Porque es lo que todo el mundo me sigue repitiendo que tengo que hacer. Me hicieron crecer con una identidad falsa porque temían que el gobierno me encuentre, me mintieron durante años hasta que pusieron en mis manos la información que me daba solo dos opciones: seguir escondido o ayudar. Creo que es muy sencillo hablar desde afuera, porque a personas como él no se le presentan otras con una varita en el cuello diciéndote lo que será de ti. ¿La guerra se acabaría si yo mañana me levanto diciendo que quiero ser panadero? Pues no, a Magnar Aminoff no le importaría. ¿Cómo puedo elegir otro camino, si el resto me condena por ser quien soy y me va marcando el sendero? — Me quitaron esa magia antes de nacer — reprocho simplemente, en un tono tal vez resignado. Y no, que no me estoy poniendo en víctima, las cosas son como son y ya.
Aún así, me permito sonreír con su carcajada, hasta lo envidio un poquito de que pueda decir cosas así como si nada — ¿Y qué cosas crees que se deben hacer? — por el tono de mi voz, es obvio que lo estoy retando a que me hable de una vida digna, correcta y casi que tradicional, ya saben, la clase de historia que me encantaría poder contar alguna vez. Es un poco tonto, pero creo que nunca había deseado tanto la normalidad como cuando empecé a relacionarme con ella. Tuve tan cerca a esos adolescentes que salían, que estudiaban, que pensaban diferentes profesiones o incluso futuros con su casa propia, que empecé a añorarlo, se mezclaron con los sueños del chico que solo quería ser explorador. No quiero ser extremista, pero creo que las palabras de David me sanan un poco, porque las siento totalmente reales. Hasta descruzo el agarre de mis manos para poder darle un suave puñetazo en el brazo, como el gesto cariñoso que planeo enseñarle.
— ¿Crees que pueda seguir por otro camino cuando todo esto termine? — si es que sigo vivo, para variar — Tal vez suene a una estupidez, pero me encantaría poder ir a la escuela y hacer alguna especialización. Creo que sería muy bueno en muchas cosas… ¡Hasta podría ser un profesor de encantamientos o defensa! — que me lo niegue, puedo dudar de muchas cosas pero no de mis capacidades mágicas, de esas estoy ciertamente orgulloso — Y ya cuando tuviera una carrera estable y una casa, me gustaría casarme y tener hijos. Y llevarlos de paseo a todos los lugares que quisieran conocer, porque ellos no sabrían lo que es vivir con barreras. Y quiero conocer Europa — suena a una lista enorme de caprichos, esos que se alejan demasiado de la vida que mis padres hubieran pensado para mí. Si ellos no hubiesen muerto, ahora mismo lo tendría todo, a riesgo de ser otra persona. ¿Cómo sería Kendrick Black como heredero de Orion, siguiente en la línea de sucesión? ¿Me gustaría siquiera? ¿Tendría los amigos que tengo ahora? Solo sé que ahora no quiero ser un líder, eso es todo — Dave… No recuerdas nada de cuando los Black estaban al poder, ¿no es así? — era muy pequeño, dudo mucho de que tenga alguna consciencia de ello. Y aún así… no está de más preguntar.
Aún así, me permito sonreír con su carcajada, hasta lo envidio un poquito de que pueda decir cosas así como si nada — ¿Y qué cosas crees que se deben hacer? — por el tono de mi voz, es obvio que lo estoy retando a que me hable de una vida digna, correcta y casi que tradicional, ya saben, la clase de historia que me encantaría poder contar alguna vez. Es un poco tonto, pero creo que nunca había deseado tanto la normalidad como cuando empecé a relacionarme con ella. Tuve tan cerca a esos adolescentes que salían, que estudiaban, que pensaban diferentes profesiones o incluso futuros con su casa propia, que empecé a añorarlo, se mezclaron con los sueños del chico que solo quería ser explorador. No quiero ser extremista, pero creo que las palabras de David me sanan un poco, porque las siento totalmente reales. Hasta descruzo el agarre de mis manos para poder darle un suave puñetazo en el brazo, como el gesto cariñoso que planeo enseñarle.
— ¿Crees que pueda seguir por otro camino cuando todo esto termine? — si es que sigo vivo, para variar — Tal vez suene a una estupidez, pero me encantaría poder ir a la escuela y hacer alguna especialización. Creo que sería muy bueno en muchas cosas… ¡Hasta podría ser un profesor de encantamientos o defensa! — que me lo niegue, puedo dudar de muchas cosas pero no de mis capacidades mágicas, de esas estoy ciertamente orgulloso — Y ya cuando tuviera una carrera estable y una casa, me gustaría casarme y tener hijos. Y llevarlos de paseo a todos los lugares que quisieran conocer, porque ellos no sabrían lo que es vivir con barreras. Y quiero conocer Europa — suena a una lista enorme de caprichos, esos que se alejan demasiado de la vida que mis padres hubieran pensado para mí. Si ellos no hubiesen muerto, ahora mismo lo tendría todo, a riesgo de ser otra persona. ¿Cómo sería Kendrick Black como heredero de Orion, siguiente en la línea de sucesión? ¿Me gustaría siquiera? ¿Tendría los amigos que tengo ahora? Solo sé que ahora no quiero ser un líder, eso es todo — Dave… No recuerdas nada de cuando los Black estaban al poder, ¿no es así? — era muy pequeño, dudo mucho de que tenga alguna consciencia de ello. Y aún así… no está de más preguntar.
Las cosas que se deben hacer, ¿cuáles son esas? Sonrío al hacer un repaso de esa lista de niño explorador que se tiraba en el patio de su casa a montar campamentos con su padre y este le contaba que una vez con su grupo de amigos trato de hacer algo bueno por el mundo. —Defender la verdad, combatir las mentiras. Proteger al pequeño si eres el grande. Si tienes dos monedas en la mano y dos personas en frente pidiéndote para comer, le das una a cada uno, no dos a uno solo. Honrar a tu familia, ser leal a tus amigos. Cuidar de los animales desprotegidos. Colocar tu cuerpo entre el golpeador y el herido. Ponerte los zapatos de la otra persona antes de juzgarla y saber, siempre, que cada uno carga con una historia personal que lo hace quien es. No juzgues a una persona si nunca le preguntaste su historia— enumero, al ir poniéndolas en voz alta salen ordenadas, aunque hayan sido enseñanzas que se fueron dando en distintos momentos de la vida, sentado en la mesa de la cocina con mi madre tarareando por lo bajo, mi padre trabajando y contándome anécdotas con sus amigos, ver su angustia por detrás de la sonrisa debido a toda la familia que perdió, yo mismo siendo obligado a despedidas que nunca pude pronunciar, por ser demasiado pequeño o estar demasiado lejos de la hoguera para que ella me escuche.
Me conmueve con sus ambiciones, no son muy distintas a las mías y de eso le echo la culpa a mi familia, que con su aro de básquet sobre el portón de la cochera contribuyeron a crear una imagen mental para mí de lo que podría tener a futuro. Porque al menos para mí, cómo sea que estuviera el mundo, en caos o rompiéndose, la familia siempre está primero, así somos los Meyer. —Algún día tengo que llevarte a casa de mis padres, en serio, tal vez con una poción multijugos…— decido, así no se ve obligado a ir como perro. Pero, ¿no sería un poco cruel de mi parte? Nunca lo sentí así, solo quería compartir un poco de lo mío, sé que no todos lo tienen y por suerte mi casa es grande, mis padres son generosos. Se visten mal a veces o andan en bata en plena tarde, pero nada que sea más extraño para Ken que la vida en sí que la ha tocado. —Lo bueno de todo lo que me dices, es que eres quien va a hacer una diferencia. Eres quien va a pedir y pelear porque todo esto cambie… así que solo asegúrate de que cuando lo hagas, sea para llegar a esa meta. Cada decisión que tomes, que no sea solo por los demás. También para ti y que puedas alcanzar todo eso que me dices…— de más está decir que yo lo ayudaré a mi manera, todos lo haremos. Detrás de los sueños grandes idealistas, siempre están los más privados y son igual de importantes.
Me quedo mirándole cuando me pregunta por el tiempo de los Black, tenía diez años cuando se instalaron los Niniadis y al salir a la vereda de mi casa, los rostros que conocía cambiaron o se desvanecieron. Había quienes estaban en verdad contentos, otros que ya no estaban para dar su opinión descontenta. Del abuelo solo teníamos noticias por el regalo de Navidad que llegaba en esa fecha. Los recuerdos de mi infancia si me pregunta sobre su familia son fragmentos de lo que veía en televisión, todo lo que pasaba era algo reservado a la pantalla y entonces venía mi padre, me tomaba por los hombros y me ofrecía jugar un rato, a lo que sea. —¿Por qué lo preguntas? ¿Algo puntual que quieras saber?— lo interrogo a su vez.
Me conmueve con sus ambiciones, no son muy distintas a las mías y de eso le echo la culpa a mi familia, que con su aro de básquet sobre el portón de la cochera contribuyeron a crear una imagen mental para mí de lo que podría tener a futuro. Porque al menos para mí, cómo sea que estuviera el mundo, en caos o rompiéndose, la familia siempre está primero, así somos los Meyer. —Algún día tengo que llevarte a casa de mis padres, en serio, tal vez con una poción multijugos…— decido, así no se ve obligado a ir como perro. Pero, ¿no sería un poco cruel de mi parte? Nunca lo sentí así, solo quería compartir un poco de lo mío, sé que no todos lo tienen y por suerte mi casa es grande, mis padres son generosos. Se visten mal a veces o andan en bata en plena tarde, pero nada que sea más extraño para Ken que la vida en sí que la ha tocado. —Lo bueno de todo lo que me dices, es que eres quien va a hacer una diferencia. Eres quien va a pedir y pelear porque todo esto cambie… así que solo asegúrate de que cuando lo hagas, sea para llegar a esa meta. Cada decisión que tomes, que no sea solo por los demás. También para ti y que puedas alcanzar todo eso que me dices…— de más está decir que yo lo ayudaré a mi manera, todos lo haremos. Detrás de los sueños grandes idealistas, siempre están los más privados y son igual de importantes.
Me quedo mirándole cuando me pregunta por el tiempo de los Black, tenía diez años cuando se instalaron los Niniadis y al salir a la vereda de mi casa, los rostros que conocía cambiaron o se desvanecieron. Había quienes estaban en verdad contentos, otros que ya no estaban para dar su opinión descontenta. Del abuelo solo teníamos noticias por el regalo de Navidad que llegaba en esa fecha. Los recuerdos de mi infancia si me pregunta sobre su familia son fragmentos de lo que veía en televisión, todo lo que pasaba era algo reservado a la pantalla y entonces venía mi padre, me tomaba por los hombros y me ofrecía jugar un rato, a lo que sea. —¿Por qué lo preguntas? ¿Algo puntual que quieras saber?— lo interrogo a su vez.
La lista que me pinta suena a un manual del buen ciudadano, uno del cual Echo se reiría pero al que terminaría por darle la razón. Son demasiadas cláusulas de buen comportamiento, tantas que empiezo a creer que es demasiado difícil el ser una persona decente en un mundo que intenta constantemente el llevarte la contraria. Me toma por sorpresa que me invite tan abiertamente a la casa de sus padres, un acto que debería ser sencillo para el resto del mundo, pero que a mí me sigue pareciendo de lo más anormal — No quiero ser un problema — digo simplemente, aunque es más bien una declaración tentativa y no un rechazo a su oferta. Ante su consejo, me remuevo — He decidido luchar porque los caminos que se me presentaban solo me llevaban a dos opciones. Pienso hacer algo bueno con la oportunidad que se me da — porque si no hacer nada significa ser una sombra, siempre preferiré el camino difícil. Uno del cual me quejo, sí. Que me agota y me golpea, pero el cual sigo andando. Si es con gente como él, es incluso mejor.
Me sentiré ridículo, pero a sabiendas de que se trata de Dave, dejo salir mis motivos sin pensarlo demasiado — Porque a veces siento que nunca existieron, que no son más que un cuento y me es extraño pensarlos como personas reales. No me malinterpretes, sé que no debo idealizarlos y que hicieron cosas terribles que marcaron a generaciones — Ben es una prueba viviente de ellos, he oído la historia de su vida cientos de veces y sé que hay otras personas que sufrieron de sus injusticias. Jamás defenderé su régimen y me avergüenza, en cierta medida, el saber que provengo de personas así. Y de todos modos… — Pero no sé casi nada de ellos, mucho menos sobre mi madre, en internet no hay tanta información y creo que me estoy perdiendo la mitad de mi historia — tengo sus fotos, aún conservo su anillo y esa es la única prueba de que existieron. Vuelvo a desviar la mirada en dirección al techo — Quiero sentir que soy parte de algo más que solo un cuento.
Me sentiré ridículo, pero a sabiendas de que se trata de Dave, dejo salir mis motivos sin pensarlo demasiado — Porque a veces siento que nunca existieron, que no son más que un cuento y me es extraño pensarlos como personas reales. No me malinterpretes, sé que no debo idealizarlos y que hicieron cosas terribles que marcaron a generaciones — Ben es una prueba viviente de ellos, he oído la historia de su vida cientos de veces y sé que hay otras personas que sufrieron de sus injusticias. Jamás defenderé su régimen y me avergüenza, en cierta medida, el saber que provengo de personas así. Y de todos modos… — Pero no sé casi nada de ellos, mucho menos sobre mi madre, en internet no hay tanta información y creo que me estoy perdiendo la mitad de mi historia — tengo sus fotos, aún conservo su anillo y esa es la única prueba de que existieron. Vuelvo a desviar la mirada en dirección al techo — Quiero sentir que soy parte de algo más que solo un cuento.
Hará algo bueno con esta oportunidad, un par de cosas estúpidas también, tendrá que hacerlas para aprender. Yo mismo siento que estoy en un momento en mi vida en que todos los pasos que doy no puedo decir que sean correctos o incorrectos, si acaso son ambos a la vez. De esto lo importante es que estamos dando pasos tentativos hacia lo que queremos y creemos, mientras sigamos adelante todo irá tomando la forma que queremos, los caminos se hacen andando. Coloco mi mano en su hombro al escuchar lo que me dice de su familia, frunzo mis labios por no hallar una respuesta de inmediato, tengo tan fuerte ese sentimiento de pertenencia a una casa con mi apellido, también en relación a todos los que ya no están, que no sé bien qué decirle a un chico que no guarda nada de esa memoria que heredamos por anécdotas, fotografías, secretos y silencios respecto a los ausentes.
Inspiro hondo antes de contestarle, lleno mi pecho de aire que dejo salir. —Existieron— reafirmo, —existieron porque tú estás aquí. Eres la prueba de que ellos existieron. Pero que seas lo que vino después de sus existencias no quiere decir que seas una extensión de sus vidas, harás la tuya, tomarás de ello lo que te corresponde como legado y trabajarás sobre lo que hicieron mal— palmeo su hombro como mi voto de confianza, que quizás es un erróneo, en ocasiones tengo tan claro frente a mis ojos que es un Black, nada más y nada menos que un Black, pero lo que algunas personas necesitan es un poco de confianza en que podrán hacer algo distinto. —Ellos son la familia que te han dejado un legado, con lo bueno y lo malo, pero también tienes otra. El pasado siempre será confuso, inalcanzable con los dedos. Los recuerdos no siempre logran conservarse en fotografías. Pero perteneces a algo más, muy grande, con toda la gente que te vio crecer y esa… más allá de todas las historias que puedan contarnos sobre de dónde venimos, esas personas son la familia y la tienes— no es el consuelo que está necesitando, no podemos hacer volver a quienes fueron sus padres, y siendo honestos, por cruel que sea, por terriblemente cruel que sea para él, tal vez no tenerlos sea lo mejor para que pueda cumplir su deseo final a todo esto.
Inspiro hondo antes de contestarle, lleno mi pecho de aire que dejo salir. —Existieron— reafirmo, —existieron porque tú estás aquí. Eres la prueba de que ellos existieron. Pero que seas lo que vino después de sus existencias no quiere decir que seas una extensión de sus vidas, harás la tuya, tomarás de ello lo que te corresponde como legado y trabajarás sobre lo que hicieron mal— palmeo su hombro como mi voto de confianza, que quizás es un erróneo, en ocasiones tengo tan claro frente a mis ojos que es un Black, nada más y nada menos que un Black, pero lo que algunas personas necesitan es un poco de confianza en que podrán hacer algo distinto. —Ellos son la familia que te han dejado un legado, con lo bueno y lo malo, pero también tienes otra. El pasado siempre será confuso, inalcanzable con los dedos. Los recuerdos no siempre logran conservarse en fotografías. Pero perteneces a algo más, muy grande, con toda la gente que te vio crecer y esa… más allá de todas las historias que puedan contarnos sobre de dónde venimos, esas personas son la familia y la tienes— no es el consuelo que está necesitando, no podemos hacer volver a quienes fueron sus padres, y siendo honestos, por cruel que sea, por terriblemente cruel que sea para él, tal vez no tenerlos sea lo mejor para que pueda cumplir su deseo final a todo esto.
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