OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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He tenido mi primera cerveza legal. Y una segunda. Y una tercera. Creo que a la quinta Ben decidió que era mejor no meterse, dejó de esconder las latas y se limitó a mirarme mientras mis ojos se iban poniendo rojos hasta que decidió regresar a su departamento al darse cuenta de que no dejaba de bostezar y mis conversaciones no tenían mucho sentido. Ha sido un festejo muy penoso, fue más que nada un brindis cordial y lo único que puedo rescatar es que Hero Niniadis me tejió unos guantes rojos como símbolo pacifista. Es obvio que sabe tejer porque es bruja, dudo mucho que en realidad sepa cómo usar la aguja y el hilo, pero no tuve otra opción que agradecerle. Por lo demás, mis diecisiete han pasado más con pena que con gloria y lo único que quiero ahora es dormir por tres días seguidos, si es que la resaca me lo permite. Es que sé muy bien que debería regresar al Capitolio, pero cuando Ava me ayuda a pasar por el armario evanescente y caemos en el departamento catorce, estoy tan ebrio que lo único que puedo hacer es arrastrar los pies y me tiro encima del colchón, lo suficientemente grande como para ser una estrella aplastada.
Aún sostengo una lata de cerveza, valga la obviedad y tengo la vaga esperanza de que debe haber algo más que beber en este lugar. Siento la nariz arder, creo que la tengo roja y me giro hasta quedar panza arriba, sintiendo que el mundo se tambalea — Odio mi vida — es la frase adolescente más trillada de todas, pero la que mejor me representa ahora mismo — ¿Alguna vez te preguntaste algo como que todo te sale mal y por qué el universo ha decidido joderte justamente a ti? Me la tiene jurada, que lo sé yo — desde que nací, así de simple. Alguien decidió en la lotería que yo tenía que ser yo y que cargaría con un montón de mierda hasta el día en el cual me muera. Bah, de seguro vuelvo como fantasma y sigo teniendo todo complicado, ni siquiera en la tumba las cosas me van a salir bien.
Resoplo, sentarme me cuesta más de lo que hubiera creído y lo consigo, estirando los brazos como si de esa manera pudiera mantener el equilibrio a pesar de no tenerlo puesto sobre mis piernas — Synnove me dejó — esa perra. Sí, sé que no es una perra, pero ahora mismo me viene bien pensarla de esa manera para evitar sentir que he perdido algo que me hacía tan bien que parecía que le estaba robando la vida a alguien más. ¡Claro que lo hacía, se la estaba robando al otro tipo que se murió y ella amaba! ¿Por qué iba a amarme a mí, de todos modos? ¿Qué tengo de bueno, además de hacer mucho ejercicio, lucir buenos abdominales y tener cierta facilidad con la magia que me soluciona los problemas más tontos cómo destapar el baño? ¡Nada! ¡Soy una enorme bola de inmensa nada! Antes de que me dé cuenta, los ojos me empiezan a picar — Ella no me quería, Avs. Me dejó porque sigue enamorada de otro y ese otro se murió y no me quería más que a él y yo la quería a ella. Y le di todo, todo, hasta mi virginidad y ella agarró y… — extiendo mi mano, la pongo hacia arriba y hago la mímica de estrujar algo con toda la poca fuerza que poseo — ¡Es una zorra pero la amo y me duele! — es así, el mundo va a acabarse mientras yo estallo en llanto por una rubia malnacida. Hasta tengo algo de hipo, pero eso no evita que me lleve la lata a la boca, que si voy a ahogarme, lo voy a hacer cómo se debe.
Aún sostengo una lata de cerveza, valga la obviedad y tengo la vaga esperanza de que debe haber algo más que beber en este lugar. Siento la nariz arder, creo que la tengo roja y me giro hasta quedar panza arriba, sintiendo que el mundo se tambalea — Odio mi vida — es la frase adolescente más trillada de todas, pero la que mejor me representa ahora mismo — ¿Alguna vez te preguntaste algo como que todo te sale mal y por qué el universo ha decidido joderte justamente a ti? Me la tiene jurada, que lo sé yo — desde que nací, así de simple. Alguien decidió en la lotería que yo tenía que ser yo y que cargaría con un montón de mierda hasta el día en el cual me muera. Bah, de seguro vuelvo como fantasma y sigo teniendo todo complicado, ni siquiera en la tumba las cosas me van a salir bien.
Resoplo, sentarme me cuesta más de lo que hubiera creído y lo consigo, estirando los brazos como si de esa manera pudiera mantener el equilibrio a pesar de no tenerlo puesto sobre mis piernas — Synnove me dejó — esa perra. Sí, sé que no es una perra, pero ahora mismo me viene bien pensarla de esa manera para evitar sentir que he perdido algo que me hacía tan bien que parecía que le estaba robando la vida a alguien más. ¡Claro que lo hacía, se la estaba robando al otro tipo que se murió y ella amaba! ¿Por qué iba a amarme a mí, de todos modos? ¿Qué tengo de bueno, además de hacer mucho ejercicio, lucir buenos abdominales y tener cierta facilidad con la magia que me soluciona los problemas más tontos cómo destapar el baño? ¡Nada! ¡Soy una enorme bola de inmensa nada! Antes de que me dé cuenta, los ojos me empiezan a picar — Ella no me quería, Avs. Me dejó porque sigue enamorada de otro y ese otro se murió y no me quería más que a él y yo la quería a ella. Y le di todo, todo, hasta mi virginidad y ella agarró y… — extiendo mi mano, la pongo hacia arriba y hago la mímica de estrujar algo con toda la poca fuerza que poseo — ¡Es una zorra pero la amo y me duele! — es así, el mundo va a acabarse mientras yo estallo en llanto por una rubia malnacida. Hasta tengo algo de hipo, pero eso no evita que me lleve la lata a la boca, que si voy a ahogarme, lo voy a hacer cómo se debe.
No estaba de humor para fiestas, cumpleaños, celebraciones o siquiera reuniones; pero como siempre en mi vida si hay algo para lo que siempre terminaba teniendo humor, era para Ken. No es que no importasen las personas desaparecidas, pero si nos quedábamos estancados, llorando y sin avanzar, ¿para qué hacíamos las cosas? Así que sí, pese a que no estaba con ánimos de fiesta, asistir al cumpleaños de Ken era casi que obligatorio. Más aún cuando recordaba que el del año anterior no lo había pasado con él, siendo el primero desde su nacimiento en el que no estábamos juntos… Este era su mayoría de edad, y no iba a sumirme en la depresión cuando todavía teníamos razones para seguir adelante.
Lo que en verdad no esperaba es que Ken se tomase tan a pecho lo de poder beber legalmente (dentro de la legalidad que podíamos tener siendo todos fugitivos), así que me limito a observar como demuestra su cualidad de esponja, sabiendo que más tarde seré yo la que termine viendo que no se mate en el camino de regreso. No sabía si era por la cantidad que habíamos conseguido en esta ocasión, pero ni siquiera en esas noches en las que me sobornaba con alcohol para escaparse un rato por ahí lo había visto tomar de esa forma. - ¿Sabes? Ya no eres un enano como antes, así que colabora un poco. - Es un pedido que acompaño con una pequeña patada en sus tobillos que no debió ser bonita, pero que sí ayudó a que avance los pasos que faltaban hasta llegar al departamento.
Lo con evidente resignación cuando se deja caer sobre el colchón y por unos segundos no sé si arrastrarlo de los pies hasta meterlo debajo de la ducha, o dejarlo tirado hasta encontrar una aspirina que pueda tomarse. Supongo que la segunda es la mejor opción si considero que es el muchacho del cumpleaños, pero no voy a negar que la primera es más tentadora. - ¿Alguna vez? Bienvenido a la función, creo que todos tenemos un asiento en primera fila para ver cómo nos joden la vida a todos. - Lo ignoro en lo que busco dónde mierda quedó el botiquín mientras niego con la cabeza ante su actitud. No me esperaba que se pusiera a filosofar estando ebrio.
- Oh… - He dado con las aspirinas, pero las mantengo apretadas en mi mano cuando confiesa el motivo por el cual está así. Ahora todo tiene más sentido… - Aguarda, ¿la amas? - Tengo que hacer una doble toma porque, ¿cuánto es que llevaban juntos? No, no es momento de juzgar, es… ¿Qué se supone que debía hacer en esta situación? ¡Nunca había tenido que lidiar con un corazón roto! No. Un segundo… Eh… Mierda, ¿qué decían todas esas revistas que Eowyn me daba a leer de chica? - De acuerdo, Synnove es una zorra entonces. - No lo era, pero se supone que en estos casos debía darle la razón, ¿no? - Volveremos después sobre lo de tu virginidad. - ¿Qué cómo puede ser que recién me estoy enterando? - Pero tienes que entender que la que se lo pierde es ella. Eh… Uffff, soy pésima para esto. Ten. - Y le entrego la aspirina, pero a la vez voy a buscar donde es que queda algo más de alcohol por aquí. No creo poder soportar esto sobria. - ¿Cuándo fue esto? Si hubieras dicho algo tal vez te ahorrábamos el festejo o… no sé. - Que ahora tenía sentido el no haber visto a la rubia en la juntada.
Lo que en verdad no esperaba es que Ken se tomase tan a pecho lo de poder beber legalmente (dentro de la legalidad que podíamos tener siendo todos fugitivos), así que me limito a observar como demuestra su cualidad de esponja, sabiendo que más tarde seré yo la que termine viendo que no se mate en el camino de regreso. No sabía si era por la cantidad que habíamos conseguido en esta ocasión, pero ni siquiera en esas noches en las que me sobornaba con alcohol para escaparse un rato por ahí lo había visto tomar de esa forma. - ¿Sabes? Ya no eres un enano como antes, así que colabora un poco. - Es un pedido que acompaño con una pequeña patada en sus tobillos que no debió ser bonita, pero que sí ayudó a que avance los pasos que faltaban hasta llegar al departamento.
Lo con evidente resignación cuando se deja caer sobre el colchón y por unos segundos no sé si arrastrarlo de los pies hasta meterlo debajo de la ducha, o dejarlo tirado hasta encontrar una aspirina que pueda tomarse. Supongo que la segunda es la mejor opción si considero que es el muchacho del cumpleaños, pero no voy a negar que la primera es más tentadora. - ¿Alguna vez? Bienvenido a la función, creo que todos tenemos un asiento en primera fila para ver cómo nos joden la vida a todos. - Lo ignoro en lo que busco dónde mierda quedó el botiquín mientras niego con la cabeza ante su actitud. No me esperaba que se pusiera a filosofar estando ebrio.
- Oh… - He dado con las aspirinas, pero las mantengo apretadas en mi mano cuando confiesa el motivo por el cual está así. Ahora todo tiene más sentido… - Aguarda, ¿la amas? - Tengo que hacer una doble toma porque, ¿cuánto es que llevaban juntos? No, no es momento de juzgar, es… ¿Qué se supone que debía hacer en esta situación? ¡Nunca había tenido que lidiar con un corazón roto! No. Un segundo… Eh… Mierda, ¿qué decían todas esas revistas que Eowyn me daba a leer de chica? - De acuerdo, Synnove es una zorra entonces. - No lo era, pero se supone que en estos casos debía darle la razón, ¿no? - Volveremos después sobre lo de tu virginidad. - ¿Qué cómo puede ser que recién me estoy enterando? - Pero tienes que entender que la que se lo pierde es ella. Eh… Uffff, soy pésima para esto. Ten. - Y le entrego la aspirina, pero a la vez voy a buscar donde es que queda algo más de alcohol por aquí. No creo poder soportar esto sobria. - ¿Cuándo fue esto? Si hubieras dicho algo tal vez te ahorrábamos el festejo o… no sé. - Que ahora tenía sentido el no haber visto a la rubia en la juntada.
Ni siquiera me importa lo que esté haciendo, solo puedo concentrarme en cómo la lata parece demasiado ligera para mí gusto y creo que jamás he sentido las lágrimas tan gordas. Me encuentro asintiendo como un idiota, una y otra vez entre un mar de llanto que debe arrugarme toda la cara y hace que me tiemblen los labios. ¿Esos son mocos? — ¡Claro que la amo! — ¿Qué clase de pregunta es esa? — ¿No es amor cuando sientes que te vaciaron por dentro y te pisotearon absolutamente todo? ¡Si duele, es porque estaba enamorado! — es toda la lógica de película cursi que necesito ahora mismo para entender que me han roto el corazón, que me siento estúpido porque sé que hay millones de chicas en el mundo, pero yo solo quiero a una en particular que me hacía sentir muy bien — ¡La peor de las zorras! — ah, claro, hacía falta aclarar eso para darle más énfasis. Hija de puta.
Sacudo la mano con un “meh” apenas audible con respecto a lo de la virginidad y me hago con lo que me da. ¿Es un caramelo? Ah, no. Ufa — Me dejó esta tarde. ¡En mi cumpleaños! — la indignación, hermano. Coloco la aspirina en mi lengua y doy un trago a la cerveza, ni sé si esto es buena idea o si hará algún efecto con la cantidad de alcohol que tengo encima, pero no importa — Dijo que ella no me haría bien y qué sé yo — Uso el dorso de la mano para limpiarme la nariz y hago mucha fuerza para que los mocos se me vayan para adentro, lo cual es una pésima idea porque me da vueltas todo — ¿Cómo superas que alguien te diga todas esas cosas y te haga sentir tan… miserable? Me he sobrepuesto a muchas cosas, pero esto es diferente. ¡No quiero seguir sin ella! — creo que lo último no se me entiende porque balbuceo al volver a llorar y me dejo caer una vez más hacia atrás.
Lo siguiente que sé es que estoy abrazando un almohadon que me llevo al pecho, en lo que siento mi cuerpo temblar por los sollozos — Era tan feliz, Ava. Como si al fin pudiera pertenecerle a alguien y ese alguien me quería también y no tenía nada de malo entre todo lo malo. ¡Y nunca más voy a volver a sentir eso de nuevo porque ella era la primera y eso es más especial! — obviemos de que me voy a morir, ajá. Hago un enorme esfuerzo en dejar de llorar, así que puedo sentir los músculos de la cara tensos en lo que trago saliva — El amor es una mierda.
Sacudo la mano con un “meh” apenas audible con respecto a lo de la virginidad y me hago con lo que me da. ¿Es un caramelo? Ah, no. Ufa — Me dejó esta tarde. ¡En mi cumpleaños! — la indignación, hermano. Coloco la aspirina en mi lengua y doy un trago a la cerveza, ni sé si esto es buena idea o si hará algún efecto con la cantidad de alcohol que tengo encima, pero no importa — Dijo que ella no me haría bien y qué sé yo — Uso el dorso de la mano para limpiarme la nariz y hago mucha fuerza para que los mocos se me vayan para adentro, lo cual es una pésima idea porque me da vueltas todo — ¿Cómo superas que alguien te diga todas esas cosas y te haga sentir tan… miserable? Me he sobrepuesto a muchas cosas, pero esto es diferente. ¡No quiero seguir sin ella! — creo que lo último no se me entiende porque balbuceo al volver a llorar y me dejo caer una vez más hacia atrás.
Lo siguiente que sé es que estoy abrazando un almohadon que me llevo al pecho, en lo que siento mi cuerpo temblar por los sollozos — Era tan feliz, Ava. Como si al fin pudiera pertenecerle a alguien y ese alguien me quería también y no tenía nada de malo entre todo lo malo. ¡Y nunca más voy a volver a sentir eso de nuevo porque ella era la primera y eso es más especial! — obviemos de que me voy a morir, ajá. Hago un enorme esfuerzo en dejar de llorar, así que puedo sentir los músculos de la cara tensos en lo que trago saliva — El amor es una mierda.
¿Quién me había mandado a encariñarme tanto de un bebé orejon y simpático? ¿Quién? Porque verlo llorar debería darme risa al estar tan pasado de alcohol, pero también tenía ese efecto que me hacía querer correr a abrazarlo y decirle que todo estaría bien sin importar qué. - No lo sé, Ken. En mi experiencia eso también puede ser el alcohol con el estómago vacío. - No se suponía que el amor debía dejarte tan abatido. O no… Bueno, sí. Pero ¿cuánto tiempo llevaba de estar con ella? Sé que no debía juzgar. De verdad, era la última persona sobre la faz de la tierra que podía opinar al respecto, pero todavía era chico. Mayor de edad o no, podría reponerse, ¿no? ¿Cómo mierda se cura un corazón roto? Sí, sí. De acuerdo. Entendía. - La peor. - Le aseguro con toda la seriedad que puedo canalizar, dándole la razón como a los locos sin entender del todo el contexto.
Y luego lo entiendo, y ahí sí que la indignación me golpea. - ¿Te dejó hoy? ¡Pero qué zorra! - ¿Pero qué….? De acuerdo, tenía que tener compasión por ella y la muerte de su ser querido. Pero había que ser una persona terrible para dejar a alguien en su cumpleaños. O no sé si terrible, pero esas cosas no se hacían. ¡Era su cumpleaños! - Puede ser que si estaba pasando por algo como eso no te haga bien pero… - Sigo rebuscando, pero no encuentro nada que sirva para paliar la situación. ¿De verdad había tomado toda gota posible la vez pasada? - Ah, no. ¡Eso sí que no! Escúchame bien Kendrick Duane, Black; ¡lo que sea! Nada de idioteces. No. Puedes sentirte todo lo miserable que quieras, llorar, embriagarte, lo que quieras. Pero una chica no va a determinar si sigues o no adelante. La ames o no, te sobrepones. Sigues adelante, conoces a otras personas. No sé. Dale un tiempo si quieres esperarla, no es sencillo reponerse a la muerte de alguien que quieres. ¿No lo sabemos mejor que nadie? - Podía tener su momento emo adolescente todo lo que quisiera, pero había cosas que sí, y cosas que no. Tal vez solo era charla de borracho, pero no lo dejaría dejar de lado nada solo porque una muchacha lo había dejado. Syv también era chica, y todo era muy reciente. ¿Dónde mierda quedó el alcohol?
Le quito la almohada que tiene abrazada y lo golpeo con ella para que deje todo su acting de nene dolido. Que no es acting, lo sabía, era su ebriedad y su corazón roto jugándole una muy mala combinación. - El amor es una mierda. Y ella siempre va a ser especial por haber sido la primera. Pero tu vida no se para por un rompimiento. Ven. - Estiro la mano en su dirección mientras dejo caer la almohada sobre el colchón. - Una ducha te hará bien. y luego vemos de dónde sacamos más cerveza, o algún snack mientras hablamos como en los viejos tiempos. Pero no te puedo ver así. - Su cara roja e hinchada a causa del llanto me rompían… Qué cumpleaños de mierda tenía el pobre.
Y luego lo entiendo, y ahí sí que la indignación me golpea. - ¿Te dejó hoy? ¡Pero qué zorra! - ¿Pero qué….? De acuerdo, tenía que tener compasión por ella y la muerte de su ser querido. Pero había que ser una persona terrible para dejar a alguien en su cumpleaños. O no sé si terrible, pero esas cosas no se hacían. ¡Era su cumpleaños! - Puede ser que si estaba pasando por algo como eso no te haga bien pero… - Sigo rebuscando, pero no encuentro nada que sirva para paliar la situación. ¿De verdad había tomado toda gota posible la vez pasada? - Ah, no. ¡Eso sí que no! Escúchame bien Kendrick Duane, Black; ¡lo que sea! Nada de idioteces. No. Puedes sentirte todo lo miserable que quieras, llorar, embriagarte, lo que quieras. Pero una chica no va a determinar si sigues o no adelante. La ames o no, te sobrepones. Sigues adelante, conoces a otras personas. No sé. Dale un tiempo si quieres esperarla, no es sencillo reponerse a la muerte de alguien que quieres. ¿No lo sabemos mejor que nadie? - Podía tener su momento emo adolescente todo lo que quisiera, pero había cosas que sí, y cosas que no. Tal vez solo era charla de borracho, pero no lo dejaría dejar de lado nada solo porque una muchacha lo había dejado. Syv también era chica, y todo era muy reciente. ¿Dónde mierda quedó el alcohol?
Le quito la almohada que tiene abrazada y lo golpeo con ella para que deje todo su acting de nene dolido. Que no es acting, lo sabía, era su ebriedad y su corazón roto jugándole una muy mala combinación. - El amor es una mierda. Y ella siempre va a ser especial por haber sido la primera. Pero tu vida no se para por un rompimiento. Ven. - Estiro la mano en su dirección mientras dejo caer la almohada sobre el colchón. - Una ducha te hará bien. y luego vemos de dónde sacamos más cerveza, o algún snack mientras hablamos como en los viejos tiempos. Pero no te puedo ver así. - Su cara roja e hinchada a causa del llanto me rompían… Qué cumpleaños de mierda tenía el pobre.
¿Ven que tenía razón? Synnove no se merece mi amor, ni las veces que le cociné a pesar de no saber cómo hacerlo o siquiera que casi prendiera fuego la terraza para celebrar una cita decente para los dos. Hice todo lo posible para ser el novio perfecto y lo único que recibo es rechazo, la odio... ¡La odio! Tanto que quiero ir y gritarle muchas cosas en la cara a ver si se siente tan mal como yo. — ¿Y qué si no quiero salir con nadie más? ¿Qué si solo quiero que las cosas vuelvan a ser como antes? Ella no está muerta y yo tampoco y aún así se siente como que nada va a cambiar — ella solo decidió que yo no valía la pena, es eso. ¿Acaso fue feliz conmigo? ¿Hubo algún indicio de que las cosas se terminarían así? Tal vez deba hacer eso, sentarme a hacer un repaso mental del tiempo que pasamos juntos. De seguro así encontraré una explicación decente.
Aunque tironeo un poco, no tengo la fuerza necesaria para retener el almohadón y pronto me estoy quejando cuando el golpe me duele más de lo normal —Mi vida no, mis ganas de vivirla sí — ya sé que estoy siendo un melodramático, pero no creo que ella pueda saber lo mal que me siento — ¿Tú acaso alguna vez lloraste por alguien? — no puedo siquiera imaginarlo, creo que ahora mismo envidio demasiado a Ava y su corazón de hielo. Bufo en lo que tomo su mano y no sé cómo lo hago, pero pronto estoy de pie en lo que me lanzo la última gota de cerveza sobre la lengua. Me resigno y arrojo la lata a un lado, sin fijarme donde termina —¿Sabes que voy a hacer? Voy a acostarme con alguien más. Y con otra. Y con otra. Y así ella se enterará y verá que soy feliz sin ella y se arrepentirá de haberme dejado — sería un planazo, lástima que no conozco a tantas personas. Algo de seguro voy a conseguir.
Me suelto de su agarre para ir hacia el baño, pero lo único que atino a hacer es recargame contra la pared y rodar sobre la misma, porque es la única forma que tengo de avanzar sin sostenerme por mi cuenta — Jamás creí que tendría una novia y mucho menos una como Syv — admito, es increíble como puedo odiarla y venerarla casi al mismo tiempo — Era perfecto. ¿Crees que alguna vez, alguien volverá a quererme así? Porque no puedo bajarme una aplicación para citas ni nada por el estilo. Además... — no puedo seguir dando mi discurso porque he llegado al final de la pared y no contaba con que la puerta del baño estuviera abierta. Mi culo cae al suelo con un golpe seco que se pierde en mi quejido, que me he dado en todas las nalgas. Con un sollozo, me sujeto del inodoro para tratar de ponerme de pie con las piernas temblorosas — Siempre puedo ir a su casa, tirarle piedras a su ventana y gritarle que la amo. ¡Sí, haré eso! ¡Lo encontrará tan romántico que se olvidará de todo y verá que soy el indicado para ella! ¿Crees que será mucho si le llevo una balada? — aunque no esté encendida la ducha, empiezo a tironear de mi camiseta hasta que me fijo en Ava con un puchero, como si acabara de darme cuenta de que esta aquí —No quiero que me veas desnudo — que ya sé que me cambió los pañales, pero no es lo mismo.
Aunque tironeo un poco, no tengo la fuerza necesaria para retener el almohadón y pronto me estoy quejando cuando el golpe me duele más de lo normal —Mi vida no, mis ganas de vivirla sí — ya sé que estoy siendo un melodramático, pero no creo que ella pueda saber lo mal que me siento — ¿Tú acaso alguna vez lloraste por alguien? — no puedo siquiera imaginarlo, creo que ahora mismo envidio demasiado a Ava y su corazón de hielo. Bufo en lo que tomo su mano y no sé cómo lo hago, pero pronto estoy de pie en lo que me lanzo la última gota de cerveza sobre la lengua. Me resigno y arrojo la lata a un lado, sin fijarme donde termina —¿Sabes que voy a hacer? Voy a acostarme con alguien más. Y con otra. Y con otra. Y así ella se enterará y verá que soy feliz sin ella y se arrepentirá de haberme dejado — sería un planazo, lástima que no conozco a tantas personas. Algo de seguro voy a conseguir.
Me suelto de su agarre para ir hacia el baño, pero lo único que atino a hacer es recargame contra la pared y rodar sobre la misma, porque es la única forma que tengo de avanzar sin sostenerme por mi cuenta — Jamás creí que tendría una novia y mucho menos una como Syv — admito, es increíble como puedo odiarla y venerarla casi al mismo tiempo — Era perfecto. ¿Crees que alguna vez, alguien volverá a quererme así? Porque no puedo bajarme una aplicación para citas ni nada por el estilo. Además... — no puedo seguir dando mi discurso porque he llegado al final de la pared y no contaba con que la puerta del baño estuviera abierta. Mi culo cae al suelo con un golpe seco que se pierde en mi quejido, que me he dado en todas las nalgas. Con un sollozo, me sujeto del inodoro para tratar de ponerme de pie con las piernas temblorosas — Siempre puedo ir a su casa, tirarle piedras a su ventana y gritarle que la amo. ¡Sí, haré eso! ¡Lo encontrará tan romántico que se olvidará de todo y verá que soy el indicado para ella! ¿Crees que será mucho si le llevo una balada? — aunque no esté encendida la ducha, empiezo a tironear de mi camiseta hasta que me fijo en Ava con un puchero, como si acabara de darme cuenta de que esta aquí —No quiero que me veas desnudo — que ya sé que me cambió los pañales, pero no es lo mismo.
- ¿Qué quieres hacer? No puedes hacer que cambie de decisión. ¿De verdad la obligarías a estar contigo? No sé qué pasó por su cabeza, pero no es que te cambió por otro. Debe estar dolida, debe haber creído que era lo mejor. - Si lo hubiese dejado por alguien más, me refiero a… vivo. Lo entendería. Pero no se puede pelear contra los fantasmas, y a una persona que estaba de duelo había que darle su espacio. No sabía si todo podría volver a ser como antes luego de esa etapa, pero tampoco se podía forzar a las personas a cambiar de parecer. - Tal vez no cambie, tal vez sí. pero no depende de tí. No ahora al menos.
Suelto un quejido exasperado con todo el drama que se está montando, y en cierta forma me hago la misma pregunta que él. ¿Yo no había sido así de adolescente, no? Bueno, sí había hecho mis dramas, pero nunca en este extremo. - No sé si llorar. Hay cosas que dolieron más, otras menos. Cuando era un poco más chica, seguro. Estaba encaprichada con Seth, así que sentí que lo de él y Soph me rompía el alma. Nada que no se pudiese superar, así que para cuando Jared llegó al mundo estaba todo olvidado. - Si había sido por verlos felices, o por el bebé en sí mismo jamás lo sabría. Solo estaba segura de que no me había enamorado ni desvivido por Seth. Era un simple capricho de adolescente que en su momento se había sentido gigante, y nada más lejos había de la verdad. - Claro, porque nada dice más grande “felicidad” que alguna enfermedad de transmisión sexual, o una paternidad no deseada. - Ruedo los ojos ya casi llegando a la irritación y trato de no volver a golpearlo. - Mantenlo adentro de tus pantalones Ken. Esa no es la manera. - Así solo lograría lastimarla, y arriesgarse a que algo pudiese salir mal en el camino.
Al menos me hace caso y aunque no camina, rueda hasta el baño, aterrizando en él con la misma gracilidad que un nene de dos años. Casi que estaba tentada a regalarle un pañal con tanto berrinche que estaba haciendo. - Nada es perfecto, simplemente aprendes a querer las fallas que pueda haber. Así que sí, Ken, tienes muchas oportunidades de querer y de que te quieran. - Me adelanto para ayudar a levantarse, pero ya lo está haciendo por sí solo, así que lo dejo pese a que me adelanto un poco para que no se mate en el proceso. - Si no le rompiste las ventanas con las piedras, probablemente lo harías con una balada. Además, ¿no está viviendo con Mimi? - No quería estar en sus zapatos si la muchacha lo descubría tirando piedras en su departamento. - ¿En serio? No necesito que te des un baño, quédate en calzoncillos si quieres, o con el jean. Pero estás más ebrio de lo que creía si crees que te voy a dejar solo en este estado, con posibilidades de resbalarte y romperte el cuello. ¿Desde cuándo te importa el pudor?
Suelto un quejido exasperado con todo el drama que se está montando, y en cierta forma me hago la misma pregunta que él. ¿Yo no había sido así de adolescente, no? Bueno, sí había hecho mis dramas, pero nunca en este extremo. - No sé si llorar. Hay cosas que dolieron más, otras menos. Cuando era un poco más chica, seguro. Estaba encaprichada con Seth, así que sentí que lo de él y Soph me rompía el alma. Nada que no se pudiese superar, así que para cuando Jared llegó al mundo estaba todo olvidado. - Si había sido por verlos felices, o por el bebé en sí mismo jamás lo sabría. Solo estaba segura de que no me había enamorado ni desvivido por Seth. Era un simple capricho de adolescente que en su momento se había sentido gigante, y nada más lejos había de la verdad. - Claro, porque nada dice más grande “felicidad” que alguna enfermedad de transmisión sexual, o una paternidad no deseada. - Ruedo los ojos ya casi llegando a la irritación y trato de no volver a golpearlo. - Mantenlo adentro de tus pantalones Ken. Esa no es la manera. - Así solo lograría lastimarla, y arriesgarse a que algo pudiese salir mal en el camino.
Al menos me hace caso y aunque no camina, rueda hasta el baño, aterrizando en él con la misma gracilidad que un nene de dos años. Casi que estaba tentada a regalarle un pañal con tanto berrinche que estaba haciendo. - Nada es perfecto, simplemente aprendes a querer las fallas que pueda haber. Así que sí, Ken, tienes muchas oportunidades de querer y de que te quieran. - Me adelanto para ayudar a levantarse, pero ya lo está haciendo por sí solo, así que lo dejo pese a que me adelanto un poco para que no se mate en el proceso. - Si no le rompiste las ventanas con las piedras, probablemente lo harías con una balada. Además, ¿no está viviendo con Mimi? - No quería estar en sus zapatos si la muchacha lo descubría tirando piedras en su departamento. - ¿En serio? No necesito que te des un baño, quédate en calzoncillos si quieres, o con el jean. Pero estás más ebrio de lo que creía si crees que te voy a dejar solo en este estado, con posibilidades de resbalarte y romperte el cuello. ¿Desde cuándo te importa el pudor?
Creo que mis lágrimas dejan de brotar un momento en lo que trato de entenderla, clavando los ojos en ella con cierta confusión en lo que respiro con fuerza con mi nariz tapada — Jamás pensé que hubieras siquiera sufrido por Seth — admito, ni siquiera sé si su ejemplo me sirve de algo. Esto no es un capricho, Syv no es una persona que jamás tuve y que miraba de lejos, sino todo lo contrario. Estuvo tan cerca que no sé cómo voy a poder estar en la misma habitación sin recordarme lo que es siquiera tomar su mano. Era tan suave… — ¡Ya, ya, que sé lo que son los condones! — me quejo, aunque creo que mi puchero tiene más que ver con que ella ha rechazado mi idea y parece que ser un golfo no tiene nada que ver con recuperar a la chica que te gusta. ¿Y si ella empieza a salir con alguien más? ¿Podré siquiera soportarlo? ¡No, claro que no! ¿O sí? ¡No!
— Puffff… como si conmigo no hubiera fallas — Veamos, no sé por dónde empezar a hacer una lista de todas las cosas que están mal conmigo. Número uno, todo el mundo me quiere muerto. Número dos, conozco un número limitado de personas y no puedo salir a conocer más. Número tres… bah, ya me cansé, pero creo que se entiende el punto. Estoy destinado a morir solo porque nadie querría estar conmigo. ¡Miren a Syv! ¡Ella dice que no puede seguirme y no puedo juzgarla, nadie querría hacerlo! — Mimi podría soportarlo en el nombre del amor… pero creo que no me sé ninguna balada. Tararear no cuenta… ¿No? — debería planearlo bien, se trata de un gran gesto romántico y no puede hacerse a medias. Ruedo los ojos, esos que la miran como si no estuviera pendiente de lo obvio en cuanto ladeo la cabeza hacia ella — Cuando íbamos a las grutas era un niño, ahora soy un hombre — o algo así. ¿No? Bah, no tengo nada que ella no haya visto antes.
En lo que el agua de la ducha empieza a correr, me envuelvo en una lucha grecoromana con mi ropa, hasta que consigo patearla lejos sin irme de culo al suelo una vez más. Lo malo está en que, cuando me meto debajo del chorro, puedo sentir la temperatura clavándose en mi piel y eso hace que lance un nuevo quejido en lo que me tenso, temblando — Está helada — sé que no es nada nuevo, en el norte no hay abundancia de agua caliente, pero hay algo en mi cuerpo que lo recibe diferente. Deben ser los litros de alcohol. Me obligo a cerrar los ojos a pesar de que siento que el mundo da vueltas, puedo sentir las gotas limpiando las lágrimas y parte del sudor — Perdón por hacerte pasar por esto. Perdón por arruinarlo todo — ni sé qué es “todo”, pero se siente correcto. Sé que lloriqueo un poco más, así que me limpio la cara con las manos — Es que… no solo perdí una novia, también perdí a una buena amiga. Y ella dice que podemos ser amigos, pero no es cómo yo la quiero. Que me dijera que no puede acompañarme con todo lo que está pasando me hace sentir que… no lo sé, soy un bicho raro. Yo solo quería hacerla feliz y ser feliz y poder ver las luces del norte juntos. Solo… — resoplo porque el llanto vuelve a complicarme el hablar y tengo que tomar algo de aire, en lo que me abrazo a mí mismo bajo el frío del agua — Yo solo quería que las cosas sean buenas y normales, eso es todo. Tener una novia que me guste y no sé… que las cosas se terminen así podría ir a la escuela y tener una vida normal, con alguien a quien quiero — hacer cosas que todo el mundo hace, menos nosotros. Y encima ahora tendré que seguir a mi ritmo, pero solo.
— Puffff… como si conmigo no hubiera fallas — Veamos, no sé por dónde empezar a hacer una lista de todas las cosas que están mal conmigo. Número uno, todo el mundo me quiere muerto. Número dos, conozco un número limitado de personas y no puedo salir a conocer más. Número tres… bah, ya me cansé, pero creo que se entiende el punto. Estoy destinado a morir solo porque nadie querría estar conmigo. ¡Miren a Syv! ¡Ella dice que no puede seguirme y no puedo juzgarla, nadie querría hacerlo! — Mimi podría soportarlo en el nombre del amor… pero creo que no me sé ninguna balada. Tararear no cuenta… ¿No? — debería planearlo bien, se trata de un gran gesto romántico y no puede hacerse a medias. Ruedo los ojos, esos que la miran como si no estuviera pendiente de lo obvio en cuanto ladeo la cabeza hacia ella — Cuando íbamos a las grutas era un niño, ahora soy un hombre — o algo así. ¿No? Bah, no tengo nada que ella no haya visto antes.
En lo que el agua de la ducha empieza a correr, me envuelvo en una lucha grecoromana con mi ropa, hasta que consigo patearla lejos sin irme de culo al suelo una vez más. Lo malo está en que, cuando me meto debajo del chorro, puedo sentir la temperatura clavándose en mi piel y eso hace que lance un nuevo quejido en lo que me tenso, temblando — Está helada — sé que no es nada nuevo, en el norte no hay abundancia de agua caliente, pero hay algo en mi cuerpo que lo recibe diferente. Deben ser los litros de alcohol. Me obligo a cerrar los ojos a pesar de que siento que el mundo da vueltas, puedo sentir las gotas limpiando las lágrimas y parte del sudor — Perdón por hacerte pasar por esto. Perdón por arruinarlo todo — ni sé qué es “todo”, pero se siente correcto. Sé que lloriqueo un poco más, así que me limpio la cara con las manos — Es que… no solo perdí una novia, también perdí a una buena amiga. Y ella dice que podemos ser amigos, pero no es cómo yo la quiero. Que me dijera que no puede acompañarme con todo lo que está pasando me hace sentir que… no lo sé, soy un bicho raro. Yo solo quería hacerla feliz y ser feliz y poder ver las luces del norte juntos. Solo… — resoplo porque el llanto vuelve a complicarme el hablar y tengo que tomar algo de aire, en lo que me abrazo a mí mismo bajo el frío del agua — Yo solo quería que las cosas sean buenas y normales, eso es todo. Tener una novia que me guste y no sé… que las cosas se terminen así podría ir a la escuela y tener una vida normal, con alguien a quien quiero — hacer cosas que todo el mundo hace, menos nosotros. Y encima ahora tendré que seguir a mi ritmo, pero solo.
Tengo que morderme la lengua con la suficiente fuerza para no abrir la boca y decir algo como “cuando eres adolescente sufres por cualquier cosa”, porque no creía que fuera un comentario que fuese bienvenido en ningún aspecto. Más aún cuando me doy cuenta que no estoy tomando en serio lo que dice. No cuando está completamente borracho y todavía lo considero el niño que hace tiempo dejó de ser. Era más fácil pensar que dramatizaba, o que era el alcohol el que estaba hablando y no que de verdad estaba sufriendo por un primer amor que había terminado demasiado pronto.
Sus expresiones, por suerte, me ayudan a distraerme nuevamente con su acto dramático porque con eso podía lidiar mejor. - Las hay. Ese es el punto. - ¿Era lo que quería decir? No, un segundo, ¿a dónde estaba queriendo ir? Me mareaba que eligiese partes de mi improvisado discurso y las adaptase a lo que sea que estuviese pasando por su cabeza sin que pueda seguirlo allí. ¿No acababa de decirle que había que aprender a querer esas mismas fallas? - ¿En el nombre del amor? - Y era tremendamente tentador el pedirle que siga con su idea y ver cómo reaccionaría la morocha, pero lamentablemente tenía que ser la persona responsable en esta situación. - Nada de piedras o de ventanas, Ken. En serio. Cómo vuelva a haber otra redada y te atrapen porque se te ocurre dártelas de romántico, te tendrás que preocupar por algo más que tu alma. - Porque había determinados niveles de estupidez, así que si tenía que esconder todo el alcohol del distrito, o seguirlo como su sombra a todos lados, lo haría.
Ruedo los ojos cuando señala ser un hombre, y lo dejo luchar con su ropa antes de ver como se mete al agua. A los borrachos había que darles la razón, ¿no? - Hace calor, no va a darte una neumonía. - Le aseguro. Ya no estábamos en verano, pero las temperaturas todavía no bajaban del todo. Además, el agua parece servir, y aunque prefiero manejarlo cuando está dramático por sobre cuando está melancólico, supongo que es mejor que dejarlo que se desahogue conmigo, y no que esté solo, en compañía de una botella que al fin y al cabo no va a alcanzar.
Me acerco, porque ahora sí parece ser el Ken de siempre, y su pena me duele más cuando el alcohol no habla por él. Puedo escuchar realmente lo que le está pasando, sin serenadas imaginarias, o planes de venganza. Y duele, puedo entender ese dolor. - No eres un bicho raro, Ken. Y si ese fuese el caso, todos los demás también lo seríamos. - La lluvia de la ducha me golpea cuando trato de estirarme para poder abrazarlo, y tiene razón, el agua de verdad está helada. - No puedo decirte cómo dejar de querer a alguien Ken, ni tampoco el cómo hacer que la persona a la que quieres, desee estar contigo. Somos nuestros propios individuos, con decisiones propias y elecciones que pueden o no ser las adecuadas; pero son nuestras elecciones. Ella eligió que en este momento no es la persona adecuada para tí, pero no sabes si más adelante pueda serlo, o si luego encuentres a alguien que te deje tener todo eso que quieres. Lo que a tí te queda ahora, es qué hacer con lo que sí puedes decidir. Las cosas no van a cambiar de un momento para otro y por más injusto que pueda parecer, esta es la vida que nos toca vivir. Estamos tratando de cambiarla, pero en el mientras, tienes que ser tú el que decida si es más importante el no tener una relación, o no tenerla a ella. - Aprieto sus hombros con fuerza, y trato de que mis palabras no suenen tanto a sermón. No me gustaría que piense que solo hablaba por hablar. - No creas que porque una persona no pueda estar contigo como tu quieres vales menos. Eres una persona excelente Ken, no un bicho raro. El cómo te vean los demás no debería definir eso.
Sus expresiones, por suerte, me ayudan a distraerme nuevamente con su acto dramático porque con eso podía lidiar mejor. - Las hay. Ese es el punto. - ¿Era lo que quería decir? No, un segundo, ¿a dónde estaba queriendo ir? Me mareaba que eligiese partes de mi improvisado discurso y las adaptase a lo que sea que estuviese pasando por su cabeza sin que pueda seguirlo allí. ¿No acababa de decirle que había que aprender a querer esas mismas fallas? - ¿En el nombre del amor? - Y era tremendamente tentador el pedirle que siga con su idea y ver cómo reaccionaría la morocha, pero lamentablemente tenía que ser la persona responsable en esta situación. - Nada de piedras o de ventanas, Ken. En serio. Cómo vuelva a haber otra redada y te atrapen porque se te ocurre dártelas de romántico, te tendrás que preocupar por algo más que tu alma. - Porque había determinados niveles de estupidez, así que si tenía que esconder todo el alcohol del distrito, o seguirlo como su sombra a todos lados, lo haría.
Ruedo los ojos cuando señala ser un hombre, y lo dejo luchar con su ropa antes de ver como se mete al agua. A los borrachos había que darles la razón, ¿no? - Hace calor, no va a darte una neumonía. - Le aseguro. Ya no estábamos en verano, pero las temperaturas todavía no bajaban del todo. Además, el agua parece servir, y aunque prefiero manejarlo cuando está dramático por sobre cuando está melancólico, supongo que es mejor que dejarlo que se desahogue conmigo, y no que esté solo, en compañía de una botella que al fin y al cabo no va a alcanzar.
Me acerco, porque ahora sí parece ser el Ken de siempre, y su pena me duele más cuando el alcohol no habla por él. Puedo escuchar realmente lo que le está pasando, sin serenadas imaginarias, o planes de venganza. Y duele, puedo entender ese dolor. - No eres un bicho raro, Ken. Y si ese fuese el caso, todos los demás también lo seríamos. - La lluvia de la ducha me golpea cuando trato de estirarme para poder abrazarlo, y tiene razón, el agua de verdad está helada. - No puedo decirte cómo dejar de querer a alguien Ken, ni tampoco el cómo hacer que la persona a la que quieres, desee estar contigo. Somos nuestros propios individuos, con decisiones propias y elecciones que pueden o no ser las adecuadas; pero son nuestras elecciones. Ella eligió que en este momento no es la persona adecuada para tí, pero no sabes si más adelante pueda serlo, o si luego encuentres a alguien que te deje tener todo eso que quieres. Lo que a tí te queda ahora, es qué hacer con lo que sí puedes decidir. Las cosas no van a cambiar de un momento para otro y por más injusto que pueda parecer, esta es la vida que nos toca vivir. Estamos tratando de cambiarla, pero en el mientras, tienes que ser tú el que decida si es más importante el no tener una relación, o no tenerla a ella. - Aprieto sus hombros con fuerza, y trato de que mis palabras no suenen tanto a sermón. No me gustaría que piense que solo hablaba por hablar. - No creas que porque una persona no pueda estar contigo como tu quieres vales menos. Eres una persona excelente Ken, no un bicho raro. El cómo te vean los demás no debería definir eso.
Por un momento, tengo que tomar esto como que nada de lo que le digo le viene bien, pero soy muy orgulloso como para contestarle que tiene razón así que solo le ruedo los ojos con un bufidito. Antes congelado en esta ducha que darle la razón sobre que jugármela por Synnove sería tan arriesgado como para perderlo todo solo por ir a buscarla. ¿Un perro no puede cantar una balada romántica? No, sería, un aullido, en más de un sentido. Tendré que descartar la idea y encontrar otro método para llegar a ella, pero no tengo a ningún experto en el corazón para pedirle consejo de cómo recuperar a tu ex novia que aún te vuelve loco a pesar de odiarla con todas tus fuerzas. Sé que suena extraño, pero tiene toda la lógica para mí.
Ahora tengo que ocuparme de sobrevivir al frío de la lluvia y, por sobre todo, al que me inunda por dentro por todo lo que suelto sin darme cuenta. El llanto pasa a calmarse, no es desmedido sino que se ha vuelto un poco más silencioso, de la clase de lágrimas que te hacen hipar y temblar por culpa de los espasmos que te recorren entero. Me dejo consolar porque es lo único que puedo hacer, siento los ojos hinchados entre el llanto que se mezcla con las gotas de la ducha y me cuesta enfocarla. Asiento a lo que dice aunque no sé muy bien por qué de todo, parte del peso de mi torso se recarga en ella como si volviera a tener cinco años y esto no fuese más que un momento penoso tras una travesura que salió mal. Tengo que tomar aire varias veces antes de poder hablar — Tengo miedo de extrañarla — sé que es un comentario que parece salido de la nada, así que busco aclararme de alguna manera a pesar de que mi cerebro es un montón de cosas que se apilan — Solo deseo que ella me hubiera elegido a mí como yo la elegí a ella. Es como que… no puedo tener nada. Ni la vida que me gustaría ni a Syv como la quiero. Y sé que algún día se me pasará, pero… — me froto el pecho con una mano, porque no sé cómo explicarlo hasta que me sale — Ahora no puedo pensar en otra cosa. Porque cuando algo te hace bien, no quieres que se termine nunca y ahora que se terminó, no sé qué voy a hacer — ¿Por qué parece como la peor idea, cuando hace unos minutos solo quería hacerle daño?
Me balanceo, paso de apoyarme en ella a recargarme contra la pared, cuya temperatura fría hace que me estremezca. Manoteo, tengo la urgencia de apagar el agua y, cuando lo consigo, me quedo de pie por un momento hasta que me sacudo. Ah, no, que no estoy como animago. ¿Dónde están las toallas en este lugar? — ¿Puedo pasar esta noche aquí? No quiero regresar a los de los Lackberg. Mi cuarto era el cuarto de Synnove y tiene algunas de sus cosas — esas que no se llevó cuando se mudó y ahora mismo no quiero saber nada con ella. Me paso una mano de arriba hacia abajo, llevándome el agua al pasar — Ya mañana volveré temprano, tendrán que disculparme. Podríamos… no sé. ¿Quieres ver si hay algo de comida y jugar a algo? Me he vuelto muy bueno en lanzar bocadillos al aire y atraparlos con la boca.
Ahora tengo que ocuparme de sobrevivir al frío de la lluvia y, por sobre todo, al que me inunda por dentro por todo lo que suelto sin darme cuenta. El llanto pasa a calmarse, no es desmedido sino que se ha vuelto un poco más silencioso, de la clase de lágrimas que te hacen hipar y temblar por culpa de los espasmos que te recorren entero. Me dejo consolar porque es lo único que puedo hacer, siento los ojos hinchados entre el llanto que se mezcla con las gotas de la ducha y me cuesta enfocarla. Asiento a lo que dice aunque no sé muy bien por qué de todo, parte del peso de mi torso se recarga en ella como si volviera a tener cinco años y esto no fuese más que un momento penoso tras una travesura que salió mal. Tengo que tomar aire varias veces antes de poder hablar — Tengo miedo de extrañarla — sé que es un comentario que parece salido de la nada, así que busco aclararme de alguna manera a pesar de que mi cerebro es un montón de cosas que se apilan — Solo deseo que ella me hubiera elegido a mí como yo la elegí a ella. Es como que… no puedo tener nada. Ni la vida que me gustaría ni a Syv como la quiero. Y sé que algún día se me pasará, pero… — me froto el pecho con una mano, porque no sé cómo explicarlo hasta que me sale — Ahora no puedo pensar en otra cosa. Porque cuando algo te hace bien, no quieres que se termine nunca y ahora que se terminó, no sé qué voy a hacer — ¿Por qué parece como la peor idea, cuando hace unos minutos solo quería hacerle daño?
Me balanceo, paso de apoyarme en ella a recargarme contra la pared, cuya temperatura fría hace que me estremezca. Manoteo, tengo la urgencia de apagar el agua y, cuando lo consigo, me quedo de pie por un momento hasta que me sacudo. Ah, no, que no estoy como animago. ¿Dónde están las toallas en este lugar? — ¿Puedo pasar esta noche aquí? No quiero regresar a los de los Lackberg. Mi cuarto era el cuarto de Synnove y tiene algunas de sus cosas — esas que no se llevó cuando se mudó y ahora mismo no quiero saber nada con ella. Me paso una mano de arriba hacia abajo, llevándome el agua al pasar — Ya mañana volveré temprano, tendrán que disculparme. Podríamos… no sé. ¿Quieres ver si hay algo de comida y jugar a algo? Me he vuelto muy bueno en lanzar bocadillos al aire y atraparlos con la boca.
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