26 de octubre

La mente hace asociaciones estúpidas para justificar de modo ilógico cosas que de todas formas ya habíamos decidido. Por ejemplo, un recuerdo de Wizzardface - sé que dije que lo cerraría pero la costumbre es más fuerte - me muestra la noticia del  terrible suceso ocurrido con mi antiguo jefe el año pasado. Veo la fotografía recostado en la cama y vuelvo a leer la pequeña reseña de su vida. Era un poco más grande que yo, pero no había señales de que fuera más brillante. Trabajamos juntos en el ministerio por un tiempo y la verdad es que teníamos algunas cosas en común ¿La diferencia? Él eligió seguir con el legado de su familia siendo que yo hice todo lo posible para apartarme de ella. Pero él hizo cosas buenas, como las que yo podría hacer si dejo de tener el ministerio controlando todos mis pasos las 24 horas del día. Nunca quise ser como mi padre pero ¿Qué tal si intento ser una versión mejorada de él?

Y todo por un maldito recuerdo de una red social. Es todo lo que basta para que me levante de un salto, me ponga un pantalón de vestir, una camisa y esos suéteres que a las abuelas tanto les gustan pues eso es lo que voy a hacer... Visitar a mi abuela. Se supone que mi contacto con mis predecesores terminaría con la muerte de mi madre pero la realidad es que no puedo hacer ésto solo, necesito de alguien con experiencia, que haya visto de primera mano como mi padre montó su empresa los primeros días así que ¿Quién mejor que Georgia? El problema es que no sé como aparecer sin parecer un interesado.

Flores y una revista de colección sobre la importancia del periodismo libre en Neopanem es lo mejor que se me ocurre como ofrenda de paz. Me lleva todo el día encontrar el discurso perfecto pero finalmente a la noche golpeo su puerta sin esforzarme en dibujar una sonrisa falsa. Con esto debo ser honesto, así que dejo que la culpa inunde mis ojos y le dedico un tímido "Hola" a modo de saludo.

¿Periodismo libre? ¿Quién demonios escribe esta mierda de periodismo libre? —Muchas gracias, querido. Siempre pensando en tu abuela— acaricio la mejilla del muchacho al recibir el obsequio, una sonrisa dulce llena mis labios, estampo un beso en su mejilla como lo hacía las pocas veces en que esa estirada de Helena se dignaba a aparecer en esta casa para importunar a Gilbert con reclamos fuera de lugar. Sabía lo mucho que le molestaba a la mujer la atención que pudiera brindarle a su hijo, un niño que a leguas se notaba el padecimiento de tener padres como los suyos, si en un principio llegué a pesar que podía tener algún tipo de enfermedad por lo extraño de su comportamiento. No sé cómo sentirme respecto a que dos de mis hijastras hayan muerto, que quede solo una tercera. ¿Triunfante? La fotografía de Hipólita, la primera esposa de Gilbert, no la retiro de su puesto sobre la mesa del comedor para que no se pierda nada de mi día a día como señora de todo lo que ella y sus hijas disfrutaron alguna vez.

Ellas se estarán revolcando de la rabia en sus infiernos, me tiene sin cuidado. Con quienes tomo precauciones es con los hijos que han dejado. Tomo la mano de Riley para colocar sobre mi rodilla en un gesto cariñoso. —Te echaba mucho de menos. ¿Qué te ha mantenido tan ocupado en estas semanas, hijo?— le pregunto con un interés teñido de preocupación, cuando conozco la respuesta. Una mujer en su casa, eso lo ha mantenido entretenido. Para mi suerte, una auror, no de las características que son de mi agrado, pero mucho mejor que ciertas amistades que lo frecuentaban antes. Mentalmente chasqueo la lengua al pensar en todos esos años que su drogadicción lo hizo un muchacho inestable, inteligente en su campo, un desastre en lo personal. No iba a meterme en eso, me bastaba con los informes que me traía Ramik. Su sobredosis no fue una sorpresa, sabía que acabaría así. La sorpresa fue que se recuperara de eso y ahora… ¿se viera bien? —¿Has tenido algún problema?— pregunto en tono confidencial, con una sonrisa disimulada como la que dedica una abuela a su nieto que le da galletas de contrabando. —Puedes contarme, la abuela está para escucharte— le doy una palmadita en sus manos para alentarlo, que me pueden las entrañas para saber el chisme de su visita repentina.

Me siento un poco culpable pues la verdad es que solo pienso en la abuela cuando necesito algo de ella. De tener que elegir uno de mis dos padres, me quedaría con Helena mil veces así que no debería molestarme tanto ponerme en contacto con éste lado de la familia, pero de todas formas me siento ajeno. De todas formas, sé que tengo otros primos a los que Georgia puede besar sin que hagan muecas como yo ahora mismo y que de seguro deben venir a tomar el té con ella más de una tarde cada dos años.

Tomo asiento sin saber por dónde comenzar, por una mentira suena bien así que respondo casi de manera automática - Yo también te extrañaba, abuela - eso me obligaba a decir mamá cada vez que veníamos de visita, decía que debía decirlo aunque no lo sintiera, tanto a la abuela como a las otras personas, pues lo único que debíamos pensar era en caerles bien para que creyeran que todo andaba de maravilla - Creo que el país se ha mantenido ocupado y eso ha hecho que nuestras actividades regulares queden opacadas - porque sí estuve trabajando pero no avancé en nada realmente, solo cumplí horario.

La expresión de mi abuela me da un poco de desconfianza, pero siempre lo ha hecho así que tengo que quitarme los prejuicios de la cabeza e ir al punto - No he tenido problemas en absoluto, todo lo contrario - comienzo con una sonrisa algo tímida - He estado pensando en... - ¿Cómo encontrar palabras políticamente aceptables que no me causen problemas? - Creo que he alcanzado mi máximo potencial en el ministerio y es hora de buscar nuevos desafíos - eso se dice cuando quieres renunciar del infierno ¿No? - Necesito tu consejo para poner mi propia empresa de artículos tecnológicos, algo pequeño pero... No sé ni por dónde comenzar - admito avergonzado - Papá intentó enseñarme unas cuántas cosas pero jamás presté demasiada atención.

No lo dudo, ni por un momento, que me haya extrañado. Si con esa mujer de sentimientos de granito que tenía como madre, creo con todo mérito que me he ganado este puesto en su vida de ser quien más cariño le demuestre al pobre, a mi manera. Nada se me ha dado en la vida por ser especialmente generosa, todo lo que obtuve fue desde una mezquindad necesaria y no cargo remordimientos por eso, sin embargo, de mí no se puede decir que nunca le demostré aprecio a los nietos de Gilbert. Si es falso o real, ¿qué importa realmente? ¿Acaso mi marido no fue feliz en sus últimos años teniendo a su lado a una mujer encantadora a la que amaba? Si hubo amortentia haciendo eso posible, ¿es lo que importa? Entre lo que es real o irreal, verdad o mentira, basta con quedarnos con lo que parece ser.

Escucho atentamente lo que el muchacho me comparte, si ha venido a buscarme consejo, es un halago a mi inteligencia y la tomo como tal. Lo que me inquieta, haciendo que me reacomodo en el sillón con orejas que uso como trono, es que sus palabras traigan implícitas una petición de apoyo financiero. Buitres de la fortuna de Gilbert, siempre buscando excusas para sacar una tajada. —Para comenzar, querido, el que lo hagas algo pequeño y disimulado primero viene bien, nada demasiado arriesgado, ya sabes…— froto mis dedos índice y pulgar, —monetariamente hablando. Las grandes empresas han surgido de garajes, ¿no? Tu propio abuelo comenzó con una imprenta muy rudimentaria— se lo recuerdo, me conozco la historia de Gilbert Ehrenreich mejor que su propia madre. —Celebro tu iniciativa, cariño. Ese ministerio… se ha plagado de ineptos, de arriba para abajo…— resoplo. —Yo voy a apoyarte, cuentas total y absolutamente con mi apoyo— lo digo con una vehemencia afectuosa, estrujando sus manos con las mías. —Pequeño, comienza con algo pequeño. Da los primeros pasos, prueba si es algo que funcionará, irás creciendo de a poco… eres tan joven y con tanto potencial…— no miento en mi halago, pero le veo la conveniencia de decirlo.

Asiento cuando confirma mis sospechas sobre cómo hay que comenzar una empresa y me quedo un poco mas tranquilo sabiendo que voy por el camino correcto. De todas formas hacer cosas a lo grande nunca fue lo mío, no podía construir una torre con una enorme R en la parte externa y creer que funcionaría de un día para el otro ¿No? Quizás algún día mis hijos o nietos puedan disfrutar de esa torre, pero a mi me toca comenzar con más ideas que infraestructura y Georgia está de acuerdo con eso.

Agradezco sus palabras con una sonrisa y doy unas palamaditas en sus manos cuando me las estruja cariñosamente. Sé que en realidad no compartimos sangre, pero de todas formas es familia y se siente extraño recibir una muestra de afecto. Mis padres nunca estuvieron ni cerca de decir algo así y eso me hace preguntar qué dirían de verme armando este proyecto, probablemente reirían y apostarían con sus amigos cuánto tardaré en fallar... Pero eso solo me daría más fuerzas para seguir adelante.

- Buscaré un sitio acorde al presupuesto en el distrito 3 - ese será el paso uno - Pero para financiar un equipo supongo que tendré que buscar inversores - odio hablar de ésta forma y lo que digo lo digo por mi experiencia jugando tycoons, así que no es muy fiable - Estaba pensando en hablar con los antiguos inversores de Peach Industries, todos los que se fueron cuando Labors ¿murió? - ni siquiera estoy seguro de que ese sea el término, una vez le dije "Hola" estando en su estado muerto... Y uno no saluda a un cuerpo sin vida, así que no está del todo fuera de éste mundo - Pero no sé cómo hacerlo ¿Tengo que fingir ser un empresario que sabe lo que está haciendo? Porque eso costará y mucho.

Y entonces lo dice… «inversores». ¡Lo sabía! Se trata de eso, la razón por la que ha venido es para pedirme dinero, ¡no me extraña! ¡No viene a verme en meses y a la primera es para pedirme galeones! Qué vergüenza, el descaro de la gente no tiene límite. ¡Si piensa que…! Ah, un momento, ¿inversores ajenos? Reafirmo mi agarre de sus manos con efusión, acaricio sus nudillos en un cariño tardío a este chico que dinero es todo lo que tuvo en la vida, en carencia de muchas otras cosas. —¡Esa es una idea excelente, querido!—. Notch no va a necesitar de inversores, que el dinero puede comprar la felicidad, pero nunca recuperar el alma que te puede quitar un dementor. —Te acompañaré si hace falta, si quieres que lo haga, sé lidiar con esos viejos zorros del mercado. Tu abuela está contigo, Riley cariño. ¡Les daré con mi bastón si no quieren prestarte dos galeones!— le aseguro, que cuando mayor inversión consiga de otras fuentes, más segura mantendré la mía.

Palmeo sus manos en una reprimenda cariñosa por su falta de confianza. —Nadie nace siendo un empresario, tu abuelo alguna vez fue solo un muchacho que tomo el riesgo. No quería nada demasiado grande, trabajar de su pasión le bastaba. ¡Y mira qué tan lejos llegó! Una empresa de medios fundada y asentada en Neopanem, resistiendo a todos los vaivenes políticos— chasqueo la lengua en reprobación a esta inestabilidad política a la que le debo mis últimas canas. —Verás mucha gente ir y venir en este mundo, ocupando sillones, pero quien tiene una idea, confía en su idea y vive para esta, resiste todo. Tienes que tener fijo en tu mente qué es lo que quieres, Riley. Aferrarte a ello, con todas tus fuerzas, no lo sueltes. Habrá personas, entre las más cercanas incluso, que te querrán hacer desistir. No, cuando sabes lo que quieres, nada puede detenerte— es mi sabio consejo de abuela, aplicado a mi vida. ¿Acaso no soy la dueña ahora de una empresa de medios?

Saco una de las manos del agarre para llevarla a mi boca y ocultar la risa que lucha por salir al imaginar a mi abuela amenazando con su bastón a ese montón de tipos con traje. No digo que no sea capaz de intimidarlos, de hecho estoy seguro de que lo hará... Simplemente me gustaría tener su seguridad para ir de forma tan avasallante a conseguir lo que quiero - De verdad lo aprecio, abuela, pero creo que tengo que empezar a manejar éstas cosas por mi cuenta... No solo para tratar con inversores, sino que en el futuro tendré que ponerme en el lugar de líder frente a un montón de empleados así que... tengo que aprender - mierda, tengo que aprender a ser un líder ¿Eso se aprende? En los juegos de aventura siempre elijo al amigo sabio como avatar, nunca al fortachón que conoce todas las reglas. Será un desafío.

Es una lástima que Gilbert ya no esté entre nosotros porque de verdad habría apreciado sus palabras ahora mismo, algunos consejos sobre como hacer las cosas de la mejor manera y tener un punto de vista un poco más sano que el ejemplo que me dio mi padre toda la vida. Pero tengo a Georgia y es casi tan buena como él, tomo su palabra como si estuviese escrita en piedra y me prometo a mí mismo que no dejaré que nada me detenga.

- ¿Puedo practicar contigo, abuela? Estoy seguro de que hay mucha gente pidiéndote dinero todo el tiempo - la herencia de mi abuelo no debe haber sido pequeña - Si logro hacerlo al menos un poco mejor que el empresario promedio, quizás pueda ir con seguridad a los inversores que busco.

Este muchacho sí que sabe cómo ponerme incómoda, y ni siquiera Nicholas Helmuth con todo su coqueteo lo consiguió. ¿Cómo es eso de que quiere practicar conmigo como tratar con inversores? ¿Tengo que responderle como realmente lo haría con algún buitre de esos cuando me merodean? Me remuevo en el sillón hasta encontrar una nueva posición cómoda y muevo mi mano en el aire. —Hagamóslo, querido, quiero escuchar lo que tienes preparado para decir a todos esos cocodrilos…— lo aliento. —Un momento, ponte derecho, la postura lo dice todo—  lo ayudo a que se siente con la espalda recta palmeando sus hombros con mis manos arrugadas, también trato de aplastar un poco esos pelos locos que tiene sobre la coronilla. —¡Ramik, un peine!— grito, se demorará, pero no importa, tenemos para rato.

—Hablo fuerte y claro, Riley. No grites, solo no grites— le recomiendo, —lo que tienes que tratar es de conseguir una imagen de tipo seguro, no mandón. A los inversores no le gustará una actitud que viene a servirse directamente de su bolsillo, ni tampoco seas zalamero o te darán dos centavos. Convéncelos de que tu idea es buena, la mejor de todas, tienes que creerlo tu primero— es mi consejo, que luego no se diga que no cuidé a los nietos de Gilbert de la mejor manera que puedo, encargándome de que busquen su porvenir por su propia cuenta y ojalá les vaya bien, lo último que quiero es que venga a llorarme dentro de unos meses para salvarlo de una quiebra de una empresa. ¡Morgana no quiera! ¡No! Tendré que ocuparme, lo mejor que puedo, que a este chico le vaya bien, ¿y quién sabe? Tal vez regale a su abuela un viaje en crucero con sus primeros millones. —Adelante, querido, trata de convencerme— cruzo mis piernas y me recuesto contra el respaldo del sillón.

Y así como llegó la idea, también lo hacen los nervios. Siento como si un pac-man me estuviese comiendo por dentro pero por suerte eso no me reprime sino que lo convierto en ansiedad que quizás me ayude hablar fuerte y claro al final. Georgia no ayuda mucho cuando me hace recomendaciones físicas y casi por instinto llevo la mano hacia mi cabeza y peino el pelo que ha estado igual de despeinado desde que tengo 13 años de edad y logré que mamá deje de obligarme a ir al barbero - Derecho, lo entiendo - digo luego pues eso sí me parece un tip importante. No solo eso, sino que levanto la cabeza y entrecruzo mis manos como he visto que muchos lo hacen durante esas charlas sobre temas aleatorios de la vida.

- No sé lo que significa zalamero pero suena a algo que no podría hacer - comento confundido... Y eso que conozco muchas palabras - Fuerte, seguro, garantía de confianza - repito con palabras simples lo que pude entender - Y si nada de ésto funciona, siempre puedo hacer explotar las bombillas de la habitación para marcar un punto - bromeo pero rápidamente vuelvo a ponerme serio pues algo me dice que comenzar con bromas no es la mejor opción con mi abuela en frente.

- Señora Ehrenreich, vengo a presentarle una oportunidad de inversión que no va a lamentar... No fingiré modestia al no admitir que durante años he sido responsable de las mejores patentes lanzadas por el departamento de ciencias del ministerio de la magia - nada viene a mi mente así que comienzo a caminar hacia el otro lado de la habitación como si solo se tratara de una pausa dramática - Así que eso me da al seguridad de que mi industria prosperará en el mercado, un negocio simple con inventos de primera calidad que sabemos que el público consume - ¿Tiene sentido lo que estoy diciendo? Creo que será mejor escribir un discurso antes de lanzarme a los inversores reales - ¿Es un buen comienzo? - pregunto volviendo a dejar que el nerviosismo se apodere de mí.

—No— lo detengo con mi dedo índice en alto para quitarle esa idea de la cabeza, —nada de hacer explotar nada—. Lo único que falta es que cause un alboroto en la demostración, haciendo que las chispas salten y se prenda fuego lo que sea, entonces los inversores considerarán que no es alguien en quien puedan confiar, impredecible, incontrolable, todo un rebelde. ¿Qué ideas son esas que se le mete en la cabeza de hacer explotar cosas? —Con seriedad, Riley. Impresiónalos con tu seriedad— lo insto a la espera de su demostración, en tanto me acomodo con toda la intimidación posible para ponerlo a prueba.

Sopeso la elección de sus palabras y puesto que no saldrán galeones de mi bolsillo, puedo ser honesta con él para que corrija su discurso de persuasión. —Quita eso de simple, querido. Nada de negocio simple. Un negocio impresionante, eso es lo que es, con las mejores patentes que el ministerio ha lanzado en los últimos años y ampliamente consumidos por el departamento de seguridad nacional. ¿Qué no es cosa tuya esa armadura que andan comentando? Sí, cariño, sí. Algo se ha comentado entre los que se encargan de redactar la columna de tecnología, ¿te gustaría algunos recortes para acompañar tu exposición?— se lo ofrezco de pronto entusiasma, lo reconozco, algo me emociona probar qué tan buenos seremos ambos cazando tiburones en este mar, ¡es todo un desafío! —Volvamos otra vez, Riley. Desde el comienzo… un negocio impresionante, recuérdalo, uno del que todos hablarán....— le aconsejo.