The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Hans M. Powell
Ministro de Justicia
Le doy dos vueltas al cubierto, rondando la carne que se supone que debería estar comiendo pero que ahora mismo no me resulta demasiado atractiva. Ha sido uno de esos días largos, en los cuales no puedo comprender cómo es que lo que creía acabó por darse cuenta. ¿Por qué insistí todo este tiempo el mentirme a mí mismo? ¿Por qué no acepté que mi hermana se crió con personas de moralidad dudosa, en un ambiente donde las influencias jamás serán confiables? Tal vez, me aferré demasiado a la esperanza de que la crueldad de un muggle hubiera bastado para darle una lección, pero aún así demostró ser lo suficientemente ingenua como para poner a un esclavo sobre lo que es correcto. Definitivamente, no podré pasar bocado.

Lo que sí hago es beber algo del vino blanco de mi copa, aunque sea un poco. El comedor luce como todas las cenas, Tilly duerme en un rincón sin ser partícipe y la conversación va sobre algo que no comprendo porque no he estado prestando atención. Insistí que no faltara nadie esta noche, que teníamos que conversar de “asuntos familiares importantes”, pero sigo estirándolo como una goma de mascar. Mis ojos pasan de Lara a Meerah, preguntándome cómo explicar lo que ha pasado. ¿Hay una manera para poner en palabras el grado de decepción que llevo conmigo? Sé que no, estoy preparado incluso para una nueva discusión, porque soy consciente de que he sido demasiado brusco con mi hermana. Pero no tenía otra opción…

Carraspeo y dejo la copa sobre la mesa, liberando mis manos, cuyas yemas golpetean con suavidad el borde del mantel — No tendremos visitas de Phoebe por un tiempo. No sé cuánto — evito la mirada de ambas manteniéndola baja, como si la panera que tengo delante fuese la receptora de mis palabras — Hoy… bueno, vino a pedirme que libere al esclavo que se apareció el otro día en la isla, este tal Keogh. Confesó que ella lo ayudó a entrar, que son amigos, así que le pedí que no regresara — mi voz suena como si estuviera dando un punto final sobre un tema sobre el cual no se puede discutir. Si alguna pide una explicación, es más que obvia. Pude haber hecho demasiadas locuras por Phoebe en el pasado, pero creo que abusó demasiado de esa devoción hasta considerarse inmune. A estas alturas sospechaba que había aprendido que nadie es completamente intocable.
Hans M. Powell
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Invitado
Invitado
Si para algo no tengo problemas es encontrar temas de conversación que rellenen ese hueco presente en la plática que nos llena de ansiedad, al saber que hay algo que será dicho y Hans lo sigue postergando mientras lo muerde entre dientes, masticándolo todo lo que haga falta para finalmente poder arrojarlo a los platos. El nudo que siento en el estómago lo disimulo con preguntas a Meerah sobre esos giros decepcionantes que tuvo su serie en esta última semana de capítulos, son muchas las cosas por las que podría sentir una repentina urgencia de hablar con todas, Tilly presente. No sé qué de malo podría hacer una niña de unos pocos meses, pero siendo mi hija es muy probable que haya encontrado la manera de quitar la gravedad del despacho de su padre y todas sus cosas estén flotando en la nada. Entre las posibilidades más amables se encuentra esa, luego está todo lo relacionado con el presidente, su vice y el Coliseo del que no dejan de hablar los medios como si nunca en toda la historia del país hubiera habido uno.

Coloco mi tenedor, ese que usaba para enfatizar mi molestia sobre la actitud del protagonista al enterarse la verdad y creerse con derecho a sentirse ofendido, con cuidado a un lado del plato cargado. No digo nada por unos momentos, los necesarios para echarme hacia atrás en la silla y darle un sentido por partes a lo que Hans está diciendo. —¿Te has peleado con tu hermana?— pregunto, no mido mi tono y se escucha como una acusación. Me retracto de que suene así cuando este excede a una disputa infantil de quién pegó a pegó primero o quién respiró cerca de quién primero. —Echaste a tu hermana de tu casa por ser amiga de un esclavo, ¿es eso?— inquiero, delante de Meerah no quiero soltar la carcajada cargada de ironía que me trepa por la garganta pidiendo salir. Si no la miro tampoco es para no exponer un indicio que luego cobraría relevancia, sobre lo que charlamos en su dormitorio. Muerdo mi labio inferior para contener las palabras que al fin y al cabo encuentran su manera de ser dichas sobre la mesa. —¿Te das cuenta que es hipócrita de tu parte, no?— y para ilustrarlo me señalo con mi dedo índice apuntando a mi cara. —Si la ley de grises la aplicas contigo, ¿porque tienes que ser severo con Phoebe y colocarla en elegir entre negro y blanco? ¡Es tu hermana, Hans! No puedes aplicar sobre tu familia las leyes que aplicas sobre los demás— sostengo, aunque tenga mil argumentos para decirme que será en su familia sobre quienes las aplique con mayor firmeza.
Anonymous
M. Meerah Powell
Fugitivo
- Tú y yo sabemos que se han quedado sin ideas. Se preocuparon demasiado por el rating y complacer a las fans, que ya nada tiene sentido. - Le aseguro. Era más fácil charlar sobre la serie y sus excentricidades que andar en silencio, a la espera de que Hans hable acerca de lo que sea que quiere decir. Porque no recuerdo que alguna vez nos citase para hablar de asuntos familiares de ningún tipo y lo más parecido que puedo pensar con respecto a eso, fue aquella vez que me había aparecido borracha en su puerta luego del cumpleaños de Hero. No creía haber hecho algo igual de grave, así que los nervios me hacen ser una cotorra parlanchina; una que no entiende la expresión que Hans leva pintada en el rostro, y que a duras penas recuerda el show del que está hablando.

- ¿Qué? - Mi primer pensamiento se va a que algo grave le pudo haber sucedido, que se contagió de algo en la luna de miel, o peor, que algo peor le ha pasado y que Hans no sabe como expresarlo. Lo último lo descarto con rapidez, no creo que Hans sea un cínico insensible de esa categoría, pero cuando sigue con su explicación no tengo idea de qué pensar de él. No podía decir que conocía a ese tal Keogh, lo había visto por menos de cinco minutos aquel día y todavía no entendía muy bien lo que había pasado en aquella ocasión. Lo que sí podía imaginar, sabiendo quienes eran los involucrados en ese accidente, que él era el amigo de Jim. Ese que lo había impulsado a salir de la isla en busca de poder ayudarlo. ¿Quién hubiera pensado que Phoebe estaba tratando de hacer lo mismo a su manera.

Sé que Lara se altera, y probablemente estaría de acuerdo con sus palabras si pudiera escuchar algo más que el pitido que resuena contra mis tímpanos y mantiene mis labios cerrados a causa del miedo. ¿Qué pensaría de mí si supiera que en cierta forma ayudé y encubrí a un esclavo en su escape? No era lo mismo, Jim no tenía las ideas revolucionarias de Keogh, o su fanatismo por mi abuelo. Él simplemente quería que su amigo no muriera, pero no había hecho nada para ponernos en peligro. ¿No? - ¿Te dijo por qué quería liberarlo? No… no sé, no creo que Phoebe hubiera ayudado a alguien si no estuviera segura de sus intenciones. Ella sabe de lo que es capaz Hermann, no actuaría de manera en la que podamos salir lastimados… - Creo que mi voz a sido un murmullo tembloroso, en gran contraste con las declaraciones de Lara. - Es Phoebe.
M. Meerah Powell
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Hans M. Powell
Ministro de Justicia
La manera que tiene Scott de contestar consigue que una de mis cejas se alce, mirándola en espera a que termine su veredicto a sabiendas de que iba a tener una reacción como esta. La conozco demasiado, hemos pasado horas discutiendo sobre sus ideas y las mías como para poder ver esto como un guión de las series esas que consumen con tanta efusividad — no eres muggle — le señalo, apuntándola con el tenedor — No es cuestión de hipocresía o aplicar leyes, se trata de lo que hizo sin medir las consecuencias. Andrew Keogh no solo declaró estar a favor de las ideologías de Hermann, sino también vino a la isla a buscar a otros esclavos para llenarles la cabeza. ¿Y quién lo metió aquí? ¡Phoebe! — por la manera en la cual estoy mirando, es obvio que espero que me dé la razón y pueda ver el punto del escándalo.

Sacudo la cabeza con una mueca, encogiendo mis hombros en respuesta a las palabras de mi hija. Creo que estoy exudando indignación con los poros, al punto de que presiono uno de mis puños para mover los dedos y hacerlos tronar — Según ella, Andrew no sería capaz de hacer algo así porque lo conoce hace años. Parece ser que fue quien la ayudó en el norte, pero… Vamos— mi mirada pasa de la una a la otra, retándolas a decirme que son lo suficientemente listas como para seguirme — ¿Quién declara estar a favor del terrorismo solo por diversión? Phoebe está cegada y no admite su error de haber cometido no solo traición contra el estado, sino que puso a este sujeto cerca de nosotros… ¡Lo atraparon justo al lado de nuestra casa! ¡Meerah le abrió la puerta! — mi mano la señala con una sacudida que pretende ser suave, no sé si lo consigo — ¿Cómo puede ser tan necia de arriesgarnos de esta manera? Ha puesto a un muggle sobre nosotros, eso me dejó bien en claro la clase de persona que es — una que, en apariencias, parece seguir creyendo en los cuentos de hadas. Creo que es hora de que mi hermana madure.
Hans M. Powell
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Invitado
Invitado
Sabes de lo que hablo, nunca estuve a favor de la esclavitud. Y si lo digo en esta mesa, es porque también lo sabe Meerah— digo, mi voz chocando con la suya cuando prosigue con su explicación, una que me hace cerrar la boca de golpe, mi mandíbula se cuadra y no emito sonido. La mención a Hermann es la variable que cambia toda la ecuación, no hay esclavo o fugitivo del mercado que no se vincula ahora a ese hombre como una esperanza de cambio, que me hace querer gritar de la impotencia porque no pueden ser más ciegos y crédulos, no solos ellos, sino todos los que van detrás de quien sea que agite una bandera que más o menos les prometo lo que quieren escuchar. Y en medio de todo esto, una relación como la de Hans y Phoebe que no la creía capaz de quebrarse tan fácil. —Tal vez tu hermana no lo sabía, tal vez creyó en él…— le doy la razón a la Meerah, conocemos a su hermana, ella no iría ni alentaría a nadie a ir detrás del padre que la abandonó. —Phoebe nunca te traicionaría, Hans— lo sostengo con vehemencia.

No entiendo cómo estos quiebres puedan darse entre nosotros, cuando no hay duda de los sentimientos que nos ligan, siempre es algo por fuera o paranoias personales las que fracturan lo que tenemos. —No, espera. Si tu hermana no sabía nada, si creyó en este sujeto, no es traición al estado— mi voz demuestra mi alarma al subir a un tono agudo alto y apagarse en la última sílaba. Siento mi sangre helándose por lo que estas palabras puedan implicar y mis ojos puestos en Hans transparenten mi preocupación real. No la entregará por esto, ¿no? No, no lo hará. Es Hans. —Tienes que hablar con ella, hacerle ver lo peligroso que ha sido esto si en serio se trata de un seguidor de Hermann, habla con ella. La clase de persona que es… es tu hermana, la conoces, la amas— tengo mis manos cerradas alrededor del borde de la mesa, no me ha dado cuenta que cada vez fui inclinándome más sobre mi plato, para que en la cercanía pueda llegar más fácil a él con mis palabras.

»Hans, hay un montón de locos dando vueltas, en esta isla, fuera de esta isla, en los distritos cercanos y también en el norte. Este hombre que entró a la isla no es la primera amenaza que recibimos sobre nosotros, estamos en guerra y seguirá siendo cosa de todos los días. Mantén a tu familia cerca en vez de apartarla, no la alejes porque si la pierdes de tu vista otra vez, ¿qué te asegura que vuelvas a verla? Y sobre todas las cosas, tienes que confiar— le pido, en nosotros, no en las personas que nos rodean en el presente, que fueron parte de nuestro pasado o que hacen lo de este hombre que fue usar a Phoebe como llave para entrar a la isla. —¿Qué harás si me ves hablando con un esclavo? ¿Creerás que  me uniré a su revuelta? ¿Qué soy parte de ellos? Lo peor de todo es que llegamos a este punto en que Hermann es la única opción que tienen y van hacía él. Y por ir hacia él harán lo que haga falta, usar a tu hermana, por ejemplo. Por irónico que sea, al final de todo Hermann vuelve a conseguir de una manera indirecta apartarla de tu lado. Donde sea que esté, esto es lo mejor que le puede pasar— bufo, a ver si esa cachetada verbal basta para hacerlo reaccionar.
Anonymous
M. Meerah Powell
Fugitivo
Los ojos se me abren como platos y tengo que refrenarme para no hacer un gesto que le indique a Lara que pare de hablar. Sí, conocía su opinión con respecto a la esclavitud, pero Hans no sabía que yo sabía, y yo no sabía si quería que él supiera y… ¡argh! ¿por qué todo tenía que ser tan complicado? ¿por qué me tenía que complicar yo? Lara ya me lo había dicho, tenía catorce, no era necesario andar pensando en el juego político que podía haber en el país. Pero a la vez, ¿cómo no hacerlo cuando cada persona que conocía parecía estar implicada? - No sé por qué un esclavo declararía algo como eso, pero a sabiendas de la condena que sería hacerlo… No lo sé. Tendría que ser una especie de fanático, y no creo que Phoebe permitiese algo así si tenía el conocimiento de antemano. - Confiar en la persona equivocada, más si era alguien que en un momento horrendo de su vida la ayudó, no era complicado.

Y no sé qué más acotar sin delatar lo que he estado pensando por un tiempo ya, así que callo. Callo como un acobarde y dejo que Lara sea la que plantee los escenarios y las suposiciones que son tan ciertas como dolorosas. ¿No había pensado hace unos días que entendería si Jim tenía que recurrir a Hermann? No apoyaba sus métodos ni sus ideales, y probablemente fuera la primera persona a la que odiaba de verdad, con la comprensión total y completa de la palabra… Pero para otros él era la única salida a una vida que ya no soportaban, a una que nosotros como magos, como “raza superior” habíamos impuesto sobre ellos. - ¿Qué es lo que le pasará a Phoebs? Ella no… no sé si sabía o no, pero de verdad no creo que jamás fuese su intención el ponernos en peligro. Lo siento Hans, pero yo no quiero dejar de verla. Cualquier cosa que pudo o no haber pasado, no sería su culpa. No… - Y pienso en Tilly, y como ella estaba conmigo ese día. Pero nada había pasado, y nada pasaría. No con ella. No.
M. Meerah Powell
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Hans M. Powell
Ministro de Justicia
Phoebe nunca…”. ¿Acaso estoy hablando en chino mandarín, en élfico, en qué? Creo que soy el primero al cual le gustaría creer eso, pero todo lo que ha ocurrido hoy me deja en evidencia que no estamos en la misma página, jamás lo estuvimos —  Es traición al estado en el mismo momento en el cual ha mantenido una relación amistosa con él y ha accedido a meterlo a la isla ministerial bajo sus peticiones —  le explico, tratando de hablar lo más claro que puedo para que me comprenda. Conozco a Phoebe, le quiero, pero… pfff. Las palabras de Scott me hacen centrar la mirada en el plato que tengo delante, silencioso en mi búsqueda de una respuesta. Hace tiempo que he dejado de creer que el amor es algo que nos salvará de la desgracia, que mi familia es mi sangre pero no todos son perfectos, soy hijo de un hombre que pone eso en evidencia. Es la voz de Meerah la que me saca de mi silencio.

No le pasará nada, porque no la voy a delatar. Es algo que sabremos nosotros y morirá aquí, pero de momento prefiero que te mantengas alejada de ella —  por el modo que tengo de apuntarla, creo que se sobreentiende que es una orden directa — Phoebe necesita comprender que el mundo real no es el que tiene en su cabeza y que no puede arriesgarnos a todos por sus creencias en amistades del pasado. Las acciones tienen consecuencias y haré lo posible para que nosotros no quedemos manchados, no cuando todo se encuentra tan frágil — si algo le hubiera sucedido a Meerah ese día, si esta información hubiera llegado a oídos incorrectos…

Sé que Lara retomará su punto de unión en cuanto diga lo siguiente, pero tampoco puedo guardármelo. Me rasco la frente, apartando algunos mechones — Phoebe y Charles tendrán un bebé — anuncio, aunque no delato alegría alguna — Creo que necesitamos todos un tiempo para que las cosas se acomoden y comprender dónde están las prioridades. Cuidar de ustedes es la mía.
Hans M. Powell
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Invitado
Invitado
Todos estamos muy cerca del peligro de cruzar esa línea que Hans traza tan limpiamente y no es hasta que dice que no delatará a su hermana, que puedo respirar sacando de mi pecho todo el aire contenido y tomando una nueva bocanada por mis labios entreabiertos. Después de todo no lo hará, pese a que todas las amenazas que penden sobre el techo de esta casa, el hecho de que no delate a Phoebe me llena de alivio hacia ella en primer lugar, y luego hacia todas nosotras, busco disimuladamente la mirada de Meerah. No es momento, ni espero que diga más palabras de las que yo puedo decir y me condenan aparte, sobre lo delicado de las relaciones con esclavos y las opiniones contrarias que subsisten por lo bajo.

Phoebe no tiene un mundo de mentiras en la cabeza. El que vea el mundo de una manera distinta a la tuya no quiere decir que el tuyo sí sea el real. No es como si hubiera una única verdad en todo esto…— opino, lo puedo hacer, al menos entre nosotros. —Pero entiendo tu punto, hubo consecuencias por lo que ella hizo. Todo el tiempo estamos tomando decisiones que nos absuelven o nos condenan en este lugar, cada quien sabrá cuales toma, pero no podemos esperar que no haya consecuencias—. Y por mucho que quiera callar mi conciencia respecto a esto, yo misma renuncie a mi amistad con un esclavo que por ironías es el mismo que habla con Meerah a través de una medianera.

Froto mi frente con los dedos, me agota el esfuerzo de pensar en cómo mantener todo suspendido en el aire en un equilibrio ilusorio, porque de caer se hará pedazos, así de frágiles somos como una familia bajo el ojo de Magnar Aminoff. Dejo mi mano quieta al oír lo siguiente, me sorprende aunque no debería, saber que Phoebe y su esposo van a tener un bebé es un suceso más predecible que en comparación a ciertas personas.  —Me alegro por ella— es lo que sale de mis labios, —tiene a Charles que la ama y ahora tendrán un bebé. Es lo que Phoebe se merece, ha pasado por mucho para que por fin encuentre un cariño que le será incondicional y no la juzgue…— lo digo en un tono medido, bajo. —Y aunque no me corresponde ser quien lo diga, gracias por no delatarla en el ministerio. Todos merecemos una segunda oportunidad, en especial si tiene la oportunidad de conseguir algo que valgo la pena al alcance de su mano.
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M. Meerah Powell
Fugitivo
“Traidora al estado”, sonaba como un crimen terrible del que no había retorno. Y al parecer a mí me podían imputar dos veces por lo mismo. ¿Qué pesaba más? ¿Haber sido cómplice de la fuga de un esclavo, o tener charlas nocturnas con una fugitiva sospechosa de homicidio? Siendo que Hans era el ministro de justicia, casi que más bien el crimen valía por tres. ¿Cuáles serían las consecuencias que Lara menciona? Era menor de edad, pero era perfectamente consciente de mis acciones y, lo que era peor, no me arrepentía de ellas. Hoy a la noche volvería a tomar el espejo para comunicarme con Hero, y no dudaría en ayudar a James si es que lo volvía a ver.

No sé si se nota el cómo mi pecho se desinfla al soltar el aire que no sabía que estaba reteniendo, pero que diga que no va a delatarla, me hace pensar que tal vez, y solo tal vez, utilice una medida similar si es que en algún momento se enteraba de las actitudes que tenía hacia gente que no debería. También me hace cuestionarme hasta qué punto es que estoy jugando con fuego, porque no podría perdonarme jamás si algo les sucedía a ellos por mi culpa.

Y luego suelta lo del bebé, y pese a que Lara le da la razón a su manera, yo no puedo quedarme callada. - ¿Entonces no podré conocer a mi primo o prima? ¿O acompañar a mi tía en uno de los momentos más lindos que puede pasar? ¡Es injusto! Entiendo que sus acciones pudieron ser peligrosas, pero no puedo creer que quieras dejarla sola en un momento como este. - Fueron meses de felicidad, con mi hermanita en camino, planeando su boda, y estando juntos en cada pequeño paso que se pudo dar. - Ella nos acompañó y fuimos una familia con todas las letras. No puedo dejarla sola. - No cuando era tan plenamente consciente de que yo también estaba en falta, por los mismos (si no eran peores) motivos por los que a ella se la estaba juzgando. - Si no la quieres aquí, la visitaré yo luego del colegio, o en algún momento libre. No importa si tiene que ser en un lugar público, o si tengo que compartirte mi ubicación en cada segundo. Pero no puedes de verdad, el decir que no la veremos más. - Y creo que mi expresión es una súplica a Lara para que me ayude en esto, ¡debe entenderlo!, ella más que nadie siendo que no hace mucho estuvo también con un bebé dentro suyo.
M. Meerah Powell
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Hans M. Powell
Ministro de Justicia
Estoy listo para ponerme a discutir, de verdad. Hasta mi respiración cambia cuando todo mi ser se pone en actitud defensiva, así que parece que me desinflo cuando Scott al menos es capaz de darme razón en una cosa. Se lo agradezco con una sonrisa de lado, esas que duran el segundo en el cual muevo la cabeza en su dirección porque, siendo honesto, hoy en día necesito que este núcleo familiar al menos sea capaz de apoyarme en las decisiones que tomo. Sé que no siempre estaremos todos de acuerdo, pero se supone que tenemos que movernos como un equipo para funcionar juntos y Phoebe, mal que mal, no ha cumplido con su parte del trato. Sí se me va un poco la expresión cuando creo que Lara acaba de decir que estoy juzgando a mi hermana, pero no llego a decir nada porque la voz de Meerah se alza entre nosotros haciendo que presione mis labios para morderme la lengua. Tengo que recordarme que es mi hija, que es una niña y que no entiende las cosas con todas las de la ley.

Por un tiempo quiero que tu contacto con Phoebe se vea reducido al horario escolar — intento sonar lo más calmo que puedo en lo que me armo de paciencia, aunque la manera que tengo de apoyar las palmas contra el borde de la mesa y estirar los dedos delata todo lo contrario — No planeo que nuestra familia se rompa para siempre, Meerah, pero las cosas en el ministerio no están calmas como para tomar riesgos. Phoebe tiene amigos e ideales dudosos y necesito que los Powell seamos algo más que un chiste para todo NeoPanem. Protegeré esta casa, no importa lo que deba sacrificar en el camino y ni se te ocurra discutirme, porque no tienes idea siquiera de lo que sucede o lo que está en juego — acerco mi copa, la cual encuentro vacía y resoplo en lo que la muevo en el aire. No tengo ánimos para moverme, pero Maui aparece corriendo para volver a llenarla — Soy tu padre y si te digo las cosas, son porque son lo mejor para ti y algún día vas a comprenderlo mejor. En el mientras tanto, esa ha sido mi última palabra — a pesar de no haber alzado la voz en ningún momento, me siento agotado como si hubiera gritado a los cuatro vientos. Vacío mi copa con una velocidad dudosa, hasta que me hundo en el asiento al recargarme en el respaldo y apoyo la frente sobre una de mis manos. Alguna vez llegará el día en el cual Phoebe no me dará dolores de cabeza, no importa dónde se encuentre.
Hans M. Powell
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Invitado
Invitado
No creo que una simple orden que impone autoridad paternal baste para que Meerah se resigne a ver a su tía, cuando ha demostrado tener una vena que se opone a lo que le han dicho sobre cómo deben ser las cosas y su trato con ciertas personas. No será con su tía con quien haga una excepción a esta rebeldía que está surgiendo a ella y sostengo su mirada de súplica con la mía, a punto de decir que necesitamos darle un tiempo a los hermanos para que vuelvan a entenderse, pero seré yo misma quien la lleve a la clínica a ver a su primo o prima nacer si para entonces ninguno ha cedido por capricho. Si entiendo lo que dice Hans, la necesidad de mantener nuestros pies sobre posiciones fijas en este tablero, cualquier movimiento nos pone a nosotros en riesgo. Y lo único que me da la tranquilidad como para no oponerme a su división de aguas en la familia, es saber que Phoebe estará bien con su esposo y su hijo o hija en camino, a resguardo en su propio espacio íntimo de todas las turbulencias del afuera.

¿Una llamada? ¿Una videollamada? ¿Una visita? Yo la acompañaré— negocio sobre la “última palabra” de Hans que está roto sobre la palma de su mano, como si le hubiera caído el mundo sobre la nuca. ¿Sigue consciente o se ha desmayado? —Si vas a pedirle a tu hija que deje de ver abruptamente a la tía que, hace poco más de un año, era la única familia que tenía por tu lado y con quien se encariñó fuertemente, al menos tienes que permitirles una visita para que Meerah pueda felicitarla adecuadamente por lo del embarazo y entonces tomarnos el tiempo que se necesite para que todo vuelva a estar en orden. Creo, sobre todas las cosas y esta guerra, que después de lo que sucedió con Audrey, Meerah no se merece que partes de su familia sigan desapareciéndose en el aire…— la mención a la mujer que alguna vez incluso llegué a considerar una amiga, no es una carta dolorosa puesta sobre la mesa que pretenda afectar a Meerah, la intención está en tirársela a Hans a la cara.

Todos estuvimos reunidos en la boda de Phoebe como una familia, cuesta imaginar que eso lo perdimos tan fácil por discusiones políticas…— y que lo diga yo es toda la ironía, pensar que le había dicho a su hermana que el vínculo que Hans pudiera tener con ella o su hija, entonces no contaba todavía a Mathilda, era imperturbable a todo lo que pudiera pasar, a las decisiones que se pudieran tomar. En cambio sabía que mis elecciones y actos deberían ser medidos en cuanto a cómo podrían afectarlo a él y nuestra relación. La que resulta que debe ser expulsada por supuestos vínculos de amistad con enemigos es Phoebe… —Espero que un año sea más que suficiente para que todas las cosas vuelvan a acomodarse y, en serio, que Phoebe con su hijo o hija estén presentes en nuestra boda como nosotros en la suya— suspiro con mi mirada puesta en el plato y la levanto lentamente para encontrarme con el rostro de Meerah. —Han pasado tantas cosas y no queríamos decir nada antes de la boda de Phoebe porque era su momento… este tiempo que al parecer vamos a tomarnos como familia, bien podemos para que puedas diseñar un vestido y el ajuar del bebé de Phoebe…— ¿eso ayudará a que el aire en esta cena cambie un poco, no?
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M. Meerah Powell
Fugitivo
“Los Powell” suena como una entidad políticamente estratégica, y no como la familia que dice que quiere que seamos. ¿Phoebe no era Powell también? Que tuviese ideales dudosos no la hacía menos familia que el resto, porque sino claramente que estaba jodida. Y quiero reprochar, porque jamás la frase “porque soy tu padre” iba a ser justificación suficiente, y su “última palabra” no tendría que ser la última de mi parte. La única razón por la que no lo hago es que puedo notar lo drenado que se encuentra, y porque Lara parece tomar las riendas de la situación tratando de ser todo lo mediadora que no me puedo sentir en estos momentos.

No estoy dispuesta a ceder en una visita solamente, y mucho menos en una videollamada, pero para cuando Lara contribuye con mi punto de vista, decido que no me importa. Hans puede prohibirme todo lo que quiera, pero creo que estoy grandecita como para decidir con quienes podía o no tratar. Porque al parecer podía confiarme a Tilly sin inconvenientes, pero no el que pudiese actuar acorde a los estándares que teníamos que cumplir. ¿No había sido cuidadosa en todo momento? Me refiero a que, ni siquiera se había enterado de mis charlas con Hero, o de mis escasos encuentros con Jim. Bueno, sí aquel en que vino con los restos con Argie, pero dudaba siquiera que tuviese una idea de los temas que pudimos o no tocar en nuestras charlas.

Y luego Lara decide que es momento adecuado para lanzar una bomba de ese tamaño, y no sé si ponerme feliz por ellos, o aumentar mi enojo al sentirme completamente dejada de lado en un acontecimiento tan importante. - No… No trates de salvar una situación con otra que nada tiene que ver. ¡Deberían habérmelo dicho antes! No como premio de consuelo. “No puedes ver a tu tía, pero puedes distraerte pensando en un vestido” ¡No funciona así! - Y gana el enojo, la frustración y todo lo que tengo adentro que no puedo decir adelante de un padre que cree que incluso de puertas para adentro tenemos que mantenernos perfectamente bien portados. O tal vez no es así, pero así se sentía en estos momentos. - Estoy feliz por ustedes, pero no pueden esperar que esté contenta con su boda cuando me digan que la mitad de la familia no participará de todo esto. - ¿Por qué las cosas tenían que volverse tan complicadas? Le había prometido a Lara el esperar antes de siquiera terminar de decidirme a nada, pero no me lo estaban haciendo fácil. - Todos participamos de la planeación de Phoebe, y ella estuvo acompañándolos con todo lo del bebé; ¿pero cuando es a la inversa no se puede? No… - Y una lágrima se me escapa, pero como no quiero que me vean llorar me levanto de la mesa y trato de correr mi cara para no mostrar ese costado que se siente a una debilidad que no quiero demostrar. - Felicidades, de verdad. Pero ya me llené. - Empujo el plato que aún tiene restos de carne hacia adelante, y trato de apurar mi camino hacia mi habitación antes de que a Hans se le ocurra decirme que no puedo levantarme sin su permiso.
M. Meerah Powell
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Hans M. Powell
Ministro de Justicia
Podría meditar lo que Lara me está pidiendo, de verdad, más que nada porque creo que necesito algo de tiempo para procesar todo lo que ha ocurrido el día de hoy. Aún así, la línea de pensamiento se ve interrumpida por la noticia que decide soltar y la reacción de mi hija, a quien tengo que mirar al levantar el rostro, no muy seguro de cómo atajar todo lo que decide escupir. Es cuando ella se está poniendo de pie que yo apoyo las manos en la mesa, con los brazos a punto de darme el impulso para ponerme de pie, a pesar de que me mantengo en mi asiento — No espero que lo comprendas de inmediato, pero deberías sentarte a meditar un poco sobre las opciones que tenemos. Si nosotros solo… — me trago todo lo que pueda decirle y me quedo con las palabras en la garganta, porque Meerah decide marcharse y yo me debato en si ser un cerdo como mi padre y gritarle que regrese porque no le di permiso, o solo dejarla ser. Acabo bufando y vuelvo a desplomarme en el asiento, golpeteando mi barbilla con unos nudillos nerviosos.

El silencio solo es interrumpido por la respiración pesada de Tilly, quien no se ha despertado en ningún momento a pesar de las voces que estallaban a su alrededor. La comida que sigue en el plato jamás se había visto menos apetitosa — Sé que he sido crudo, pero algún día comprenderá que es por su bien. Y Phoebe también — ambas necesitan crecer, a su manera. Uso mis palmas para frotarme los ojos y mis manos siguen su recorrido hasta echarme el cabello hacia atrás — ¿Crees que me he equivocado? Porque ya no sé qué hacer con ellas. Y Phoebe… No puedo creer que me mintiera durante todo este tiempo — comió bajo mi techo, aprovechó mi ayuda y, mientras tanto, se juntaba con estas personas. ¿Cómo puede siquiera ser la misma persona que yo recuerdo como mi hermana?
Hans M. Powell
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Trato de no contestarle a Meerah desde lo dolida que me siento por lo que me tomo como un rechazo a la boda, en verdad esperaba que se mostrara feliz, no una felicidad que puesta en palabras se escuchan como un armazón vacío de esencia. Trago el disgusto con dificultad, no fue mi intención que sonara como un “premio consuelo”, que una cosa tratara de compensar a otra, y sugerir que quizá en un año todo vuelva a cambiar para que las cosas y las personas de esta familia vuelvan a estar en el lugar que les corresponde, no es algo que se reciba a bien. Mi única conclusión, al verla irse del comedor y a Hans a punto de reforzar el viejo discurso paterno de autoridad, es que tal vez en un año ningún momento será el indicado para nada. —Si reaccionó así a lo de la boda, creo que lo mejor será no hablarle de la adopción— susurro, me falta el aire como para darle a mi voz un poco más de fuerza, el golpe en mi pecho me tiene hundida en la silla.

Desvío mi mirada hacia la bebé que sigue en su sitio, indiferente a todo por continuar dormida, hay veces en las que creo que las discusiones la acunan mejor que cualquier canción. Me arrastro fuera de mi silla para ir hacia ella, así la cargo en mis brazos. Doy por hecho de que hemos terminado de cenar. Con mis dedos acomodo la cabecita de Tilly en mi hombro, no contesto a la pregunta que queda pendiente en la mesa porque hace mucho decidí que no sería quien le dijera a Hans qué es lo correcto o lo incorrecto, cuándo está equivocado. —En una ocasión— me acuerdo, con mi mano sosteniendo la espalda de la niña me acercó a él, —me contaste que algo que te dijo Phoebe te hizo sentir un monstruo, te sentías muy, muy dolido por ver desprecio en su mirada y me preguntaste: «Scott, ¿por qué no hay desprecio en tus ojos cuando me miras?»—. Tal vez para él fue una frase dicha al aire, para mí fue la primera vez que me pregunté a mí misma qué me provocaba el colocar mi mirada sobre él. — Trato de entenderte, Hans. Todos los días.

No supe entonces a dónde me llevaría tratar de ver más allá de la cara de alguien que consideraba un bastardo más, de los muchos que hay en el mundo para joder la vida de otros, y parada en el comedor de esta casa, sigo sin saber a dónde me llevará. —Hiciste cosas por ella, haces cosas por las personas que quieres, que si supieran tal vez no pedirían que las hicieras, porque está mal— se lo he dicho antes. Bordeo su silla para quedarme de pie detrás del respaldo, uso el brazo que me queda libre de sujetar a Tilly para cruzarlo por delante de su pecho y acomodo mi mentón sobre su coronilla. —Hacemos muchas cosas equivocadas por las personas que queremos, Hans. Y toda persona que te pueda parecer un monstruo al que desconoces, en el fondo no es más que una persona que cometió un error…— froto su pecho con mi mano, —trata de encontrarla escondida detrás de todos los errores que pudo cometer, lo bueno es que la conoces, solo tienes que tratar de… reconocerla, de encontrarla otra vez—. Bajo mi barbilla para colocarla sobre su hombro, Tilly prendida a mi ropa con su poca fuerza en los deditos. —Todos los días que paso contigo me digo: no seas quien rompa lo que quieres proteger— rozo su mejilla con mis labios. —No lo hagas, por favor— murmuro contra su piel. Lo suelto para poder sostener a la bebé con ambos brazos por debajo de su pañal y me la llevo conmigo al salir del comedor.
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