Hay cosas que nunca cambian, como la mugre de los distritos pobres y la costumbre de tener la peor cerveza del mundo, esa que anuncian como si fuese bebida glorificada del primer mundo. Lo bueno de haber teñido mi cabello es que ni me molesto en llevar una capucha, me basta con la media cola que me aparta algunos mechones de la cara que me permiten ver mejor a los personajes que han decidido pasar su noche en este bar de mala muerte, más parecido a una taberna antigua que a uno de los sitios de bebidas del Capitolio. Hay un grupo de hombres desagradables que ríen a carcajadas en uno de los rincones, la manera que tienen de brindar por personas que van desde sus madres hasta el presidente me indica que están completamente ebrios. Me sonrío cuando los oigo agregar más nombres a su lista, entre los cuales destacan figuras como Stephanie y Kendrick Black. Es como vivir en el pasado, parece que algunos virus jamás van a ser eliminados del todo.

Por eso estoy aquí, porque en el bajo mundo los rumores corren como la pólvora y no hay nada mejor que los borrachos para enterarse de los cotilleos. Y tengo entendido que esta es una de las tabernas más bajas y oscuras, donde los trucos son moneda corriente y nadie acusará a nadie, porque no existen los nombres limpios. Confirmo que lo que he oído es completamente cierto cuando el grupo de la esquina comienza a volverse más grande y las exclamaciones hablan de supuestos atentados, levantamientos contra el sistema que tanto los oprime. Bajo mi vaso al acabarme la cerveza de un trago y me pongo de pie, esquivando a un sujeto calvo que me sonríe y hace el amague a un acercamiento. Por mi sonrisa forzada y la nariz arrugada, creo que queda en evidencia que su aroma es lo menos seductor que pude haberme cruzado en una noche como esta.

Pero eso es lo bueno de los hombres, tienden a ser básicos. Por eso mismo toco con suavidad el codo de uno de ellos, que parece estar escuchando la pequeña reunión clandestina con algo de interés, pero sin participar en ella — Disculpa… — mi susurro suena cómplice, hasta mi sonrisa tira al descaro — ¿Tienes idea de si solo están alardeando de lo mucho que les gusta incendiar cosas o en verdad están peleando por la causa? — solo una persona curiosa y preocupada por los derechos de los civiles, eso es todo lo que puedo ser hoy. Hasta abro mis ojos con pura inocencia y casualidad. Tampoco es que me vea tan amenazante.

Reconstruir sin dinero y con la seguridad al máximo no es nada sencillo, ni siquiera pude conseguir un nuevo terreno en donde poner la nueva guarida y mucho menos materiales con la cual construirla. Lo bueno es que en este tiempo no hubo consecuencias respecto a mi encontronazo con la ley. De todas formas sigue siendo molesto no tener un sitio propio en donde caer dormido en el distrito 12, los apartamentos ya son conocidos por muchos y solamente muerto dormiré en las habitaciones que tienen los bares como éste. Lo que me deja a la deriva por las noches y con sueño retrasado por días.

Para colmo ni siquiera puedo descansar la mente mientras bebo pues los revolucionarios hacen más ruido del normal. Son idiotas ¿Cómo es que pueden andar con la bandera de la revolución en lugares públicos? Admito que no soy una persona positiva, pero no hace falta tener muchas luces para darse cuenta de que tenemos todas las de perder, la precaución nunca está de más y debemos llegar vivos para la batalla final, si es que hay una.

Bebo un nuevo trago para ocultar la sonrisita que se forma en mi rostro sin poder creer la escena de la que estoy siendo testigo ¡Son personas registradas, por amor de dios! ¿Acaso no tiene familias que proteger? Estoy a punto de retirarme cuando una pelirroja se acerca a mí y pregunta algo con demasiada inocencia como para ser creíble. La miro con desconfianza por un momento y luego le dedico una sonrisa amigable - Felicidades... Sabes usar tus fortalezas - digo sin esperar que encuentre sentido a mis palabras - Esos ojos de cachorro deben haberte conseguido muchas cosas en el pasado - continúo señalando primero uno y luego el otro con mi dedo índice.

- Respondiendo a tu pregunta... Luego de los levantamientos ya nada me sorprende, creo que van en serio aunque dudo mucho que consigan algo con tan poca organización - vuelvo a mi mundo mirando a los tipos que siguen trazando planes, hablando uno sobre el otro sin respetar turnos - ¿Piensas unirte a ellos? ¿O eres una curiosa como yo?

No puedo contenerme, se me dibuja una sonrisa divertida que no muestra ni arrepentimiento ni vergüenza — ¿De cachorro? Siempre digo que son más de huevo, pero gracias por el… ¿Halago? — me ahorro el contarle sobre los tiempos en los cuales ser una persona dulce en sitios como éste me salvaron la vida, cuando tienes que huír aprendes a desarrollar una simpatía que jamás fue tu fuerte pero que al resto del mundo le vale si lo único que pides es un poco de ayuda. Obvio, no todos son tan amables, es más normal encontrarte con personas que esperan algo a cambio o que simplemente no quieren saber nada contigo, pero siempre hay que barajar todas las opciones. Si solo intentas con una, en el norte estás muerto.

Chasqueo la lengua porque tengo que coincidir con él, lo que ha estado pasando en los últimos meses es una locura impredecible. Puedo comprender que las personas estén enojadas, que encontraron la excusa perfecta para poner su descontento al aire y reclamar por la renuncia (y a veces, por la cabeza) de aquellos que están al mando. He oído rumores de que algunas personas del ministerio renunciaron a su cargo, aunque sospecho que debe ser más por miedo que por otra cosa —  Plena curiosidad. No había visto jamás cómo es que se organizan — estoy segura de que en principio solo fueron un grupo de personas furiosas que salieron corriendo a destruir todo con lo primero que tenían en su casa, pero ahora solo veo a un grupo de hombres tratando de aglomerarse para volver al ruedo. Esto se siente como una mala película de libertadores.

— Soy Jo, de todas formas — un poco de confianza nunca viene mal, mis ojos se desvían de él hacia las personas que se acercan a murmurar, no todas tan decididas como los tipos que dicen sandeces sobre que las épocas con los Black poseían más derechos. Me dan asco, a decir verdad. ¿Acaso olvidaron que no había esclavitud, pero sí juegos que bailaban con el azar? ¿Acaso ya no existe la memoria sobre la negativa a los magos a usar su magia, al menos que demostraran ser dignos de ella arriesgando su vida? — No comprendo su modus operandi. ¿Planean hacer algo más que solo quejarse o esperan llegar al ministerio a colgar cabezas? ¿Alguno de ellos siquiera conoce a un Black? — ruedo los ojos, es obvio que dudo mucho de ello.

No voy a confiar ciegamente en ella, pero debo admitir que me cae muy bien cuando con tanta gracia se burla de ella misma. Río sin cuidado y me encojo de hombros pues darle la razón sería maleducado - En los distritos del norte un huevo frito es diez veces más hermoso que un cachorro, puedes preguntar y todos dirán lo mismo - sigo con el juego. Llevo siglos sin comer uno de esos, con tanto aceite que de solo verlo se te tapan las arterias. Si algún día volvemos a tener los derechos que nos corresponden creo que mi primera cena será en un comidas rápidas.

Hago una mueca sintiendo vergüenza ajena pues no es muy buen ejemplo el que le están dando - Si se puede llamar organización - murmuro entrecerrando los ojos para ver un poco mejor los labios del que parece ser más escuchado, porque entre tantas voces me resulta difícil comprender qué es lo que dice realmente - Están hablando sobre las patrullas de lobos o quieren conseguir petróleo - intento adivinar - El espionaje no es lo mío - en realidad no es tan cierto.

- Un placer, Jo, soy Chuck Baudelaire - invento y le tiendo la mano a modo de saludo. Creo que ya es hora de que empiece a anotar mis nombres falsos o al menos decidirme por uno. Mi memoria no es eterna y en el último tiempo he empezado a frecuentar a las mismas personas así que es un peligro dejarme al descubierto... No sé si volveré a ver a Jo algún día, pero así lo espero, al menos de momento parece alguien agradable - ¿Honestamente? Creo que son las víctimas del efecto de masa - respondo levantando una mano para que uno de los tipos detrás del bar me alcance otra pinta - Se dejan llevar por el calor del momento, son una extremidad mientras el cerebro está plantado en otro lado - porque la revolución está bien plantada y eso lo sé bien - ¿Alguien conoce realmente a un Black? - pregunto con fingida inocencia - Solo escuché a uno y la verdad es que dejé de juntarme con adolescentes desde hace años...

A pesar de que puedo reírme de la desgraciada realidad de la cual habla en el norte, mi sonrisa se ve un poco forzada. Sé muy bien lo que es pasar hambre, hace algunos años yo era una de aquellos que se escondían bajo capuchas para escapar de un gobierno que clamaba por mi cabeza y luego perseguía a la de mis amigos, hasta que ya no tuve absolutamente nada que perder. No diré que las ruinas de Europa fueron mejores, el viejo mundo se vio tan lamentable que no tuve otra opción que regresar en busca de algo que me diera una oportunidad gracias a una sangre que siempre he negado, pero aquí estoy. Con el estómago lleno, una casa bonita, una vida estable gracias al gobierno que esclavizó a mi mejor amigo pero que me alejó de la imagen pública que tanto odiaba. Es como estar entre la espada y la pared.

— Puede decirse. No es como si espiarlos a ellos fuese en verdad muy difícil, solo tienes que tener los huevos para llegar hasta aquí — comento con una sonrisa ladeada. Siendo honesta, no creo que hubiera venido hasta aquí sin compañía si no fuera porque tengo una varita, los rostros son lo suficientemente sospechosos como para saber que nadie aquí estaría a salvo si un auror pusiera un pie en la taberna. Me fijo en la mano que me tiende, no me molesta demasiado que no sea la persona más pulcra que he visto, yo tampoco lo soy —  ¿Apodo o nombre real? — no recuerdo que nadie tuviera un “Chuck” como un nombre de pila en un documento de identificación. Al menos, el señor Baudeleire parece opinar como yo y asiento casi que de inmediato, me apoyo en la barra cercana para poder verlo mejor. Es uno de los pocos rostros no desfigurados que se lucen por aquí, eso tengo que concedérselo.

Le hago una seña al sujeto calvo para que me entregue una nueva pinta, recargando mis codos y mi espalda para poder verlo mejor — ¿De verdad crees que hay un cerebro? Hasta el momento, solo parecen un montón de pandillas con mucho ruido y pocas nueces — me encojo de hombros con un aire desinteresado, me es inevitable no poner cierta expresión de desagrado ante lo siguiente — Prefiero al adolescente que a su tía. Jamás podría confiar en Stephanie Black — tampoco me agrada la idea de su sobrino, pero ni muerta aceptaría a esa mujer, ni siquiera para fingirlo — Pero un niño… No lo sé. Los adolescentes son inestables y no puedo comprender qué es lo que planean poniendo a alguien tan joven como cara de la revolución. Temo que de esa manera pierdan credibilidad — suspiro con una preocupación que no siento y me giro para tomar la pinta que me llega, agradeciéndole al calvo. Doy un trago más que generoso y, cuando vuelvo a apoyarla, me limpio los labios con el dorso de la mano — Si pudiera oír una verdadera propuesta de Kendrick Black o sus allegados, escucharía con gusto. Pero mientras tanto… me quedaré con la penosa imagen de las tabernas.

Alzo las cejas y miro a mi alrededor cambiando el chip que tengo en mi cabeza desde hace años por un momento. Antes lo consideraba peligroso, cuando dejé de ser un profesor para convertirme en delincuente todos parecían tener malas intenciones, les temía y tenía que fingir ser más valiente de lo que en realidad soy con la esperanza de que así me respeten lo suficiente para no robarme las zapatillas en cada esquina ¿Pero ahora? Creo que tanto tiempo entre la mugre me ha convertido en una mota de polvo más. Conozco a personas con el rostro tan temible como los de nuestros compañeros de bar y la verdad es que... son solo personas - Luego de tantos años creo que veo todos a través de un filtro - como esos que tienen las redes sociales o que tenían, siempre pensé que nunca pasarían de moda pero quién sabe éstos días - No son huevos, solo costumbre - finalizo dando un trago a la cerveza. Quizás un poco de resignación pues no se puede vivir enfadado todos los días por las cosas que no tenemos.

Sonrío distraído con lo siguiente y me vuelvo a acercar a la parte agradable de la conversación - Chuck de Charles... Asumo que tu eres Josephine, Johanna, ¿Jo...landa? - pregunto sin poder aguantar la risa con éste último, no tiene cara de Jolanda para nada - O quizás, no puedo competir contigo Jolene - canturreo recordando la vieja canción. Es probable que no la conozca, se la ve bastante más joven que yo así que probablemente era solo una niña cuando todos los recuerdos de la vieja era fueron eliminados. Mierda... De verdad espero que Sigrid les esté inculcando la buena música a nuestros hijos porque no puedo permitir que vayan por ahí solo conociendo canciones de hipogrifos bailarines y mil y un versiones de por qué está mal tomar amortentia.

-Siempre hay un cerebro, las personas están hechas para seguir, incluso cuando éste no es más que un ente inexistente en el que todos creen - bien Kendrick podría morir mañana pero si mantuviesen el secreto, las cosas seguirían marchando como si nada. Y hablando del muchacho, lo que dice es cierto pero es la primera vez que lo escucho en voz alta y eso me llena de entusiasmo - ¡No soy el único que lo cree! - intento contener la voz para que no se escuche tanto, pero de todas forma sale más fuerte que mi tono habitual. Pido otra cerveza pues lo merece - Creo que ninguno tiene idea de lo que está haciendo y hacen lo que pueden con lo que tienen - agrego entre risas - Supongo que depende de los intereses de cada uno a qué línea de lucha sumarse... o a ninguna - continúo - ¿A tí que te mueve, Jo?

No puedo evitarlo, la risa que se me escapa y se estalla contra mi bebida es demasiado honesta como para disimularse — Acabas de arriesgar tu pellejo por semejante pieza muggle clásica — aunque suene a una broma, los dos sabemos que no lo es. Hay muchas cosas que se han perdido en los últimos años, el arte es una de ellas — No, no puedes competir conmigo. Pero sí, Jolene está bien — muevo mis cejas hacia arriba, hay millones de personas que tienen mi nombre, no todas se relacionan con esa niña rubia que hizo las cosas que yo hice. No todas ganaron juegos, no todas mataron a sus padres, no todas huyeron por años hasta volverse un eco que a nadie le importa. Lo bueno del tiempo es que, al final, hace que todo se olvide. Yo soy un buen ejemplo de ello.

Meneo la cabeza, dándole parte de la razón. A los rebeldes se les dio una opción y se aferraron a ella con locura, sin importarles de dónde ha salido en realidad — Creo que la gente está muy enojada como para negarse a luchar, sin importar mucho de dónde venga. Todo lo que ha pasado por años… es demasiado — incluso para los más jóvenes, que son ignorantes pero no ciegos. Me llevo la cerveza a los labios, pero bebo con mucha más lentitud al no estar muy segura de cómo contestar esa pregunta. Oigo como alguien ríe con mucha fuerza cuando empiezan otra vez los brindis delirantes a unas cuantas mesas de distancia — Yo solo quiero la verdad — digo con simpleza — Hay cosas que todos los gobiernos hicieron bien y otras que todos hicieron mal. Ningún político es santo de mi devoción y no lo será un niño salido de vaya a saber dónde, como un príncipe perdido de un cuento de hadas. Me mueve el saber que hay un futuro, para todos nosotros. Solo no estoy segura de cuál es la opción correcta para conseguirlo… — porque ninguno de los candidatos me inspira confianza.

Apoyo mi jarra y acaricio su borde con mis dedos, sintiendo su frescura contra mis yemas — Kendrick Black puede tener buenas intenciones, pero es un adolescente y su familia tenía la manía de caer en la ambición y la locura. El poder consume a todos, tarde o temprano, cuando lo tienen en la mano — ladeo la cabeza, entornando los ojos en su dirección — ¿Y tú? ¿Confías en él o siquiera en alguien? ¿O algo?

Me encojo de hombros haciendo fuerza con mis mejillas para que la sonrisa no se extienda por todo mi rostro. Puedo imaginar peores formas de ser capturado, cantando es una buena opción. De todas formas me sorprende que sí la conozca y más aún que de verdad se llame Jolene - Igual tú al reconocer su existencia - respondo con rapidez dejando que una falsa histeria cruce por mis ojos por un segundo. Me alegro de no haber elegido ser Dave Bowie ésta noche pues habría sido una muy mala manera de comenzar ésta charla casi en confianza.

Lo que dice es cierto y creo que es mi caso, porque me importa un bledo las ideas que tiene los demás. Concuerdo con que la esclavitud está mal y los juegos eran una mierda pero podría tolerar tanto una como la otra cosa si me permitieran ver a mis hijos. Son todo lo que quiero, no importa lo que se pierda en el camino ni las banderas que lleven los ejércitos. Ahora mismo lo que sé es que el gobierno actual me tiene lejos de ellos y me uniré a quien sea que quiera destruirlos... Si al final lo de Kendrick no funciona y tengo que sumarme a las filas del loco alemán, pues lo haré.

- No existe en la historia ni un solo líder con la fórmula secreta de la perfección - comento. Todos tenían algo, algunos errores conocidos y otros que conseguían ocultarlos con su dinero y poder - Supongo que es cuestión de encontrar al que tenga los seguidores más equilibrados mentalmente - digo un poco pensativo - Pongamos de ejemplo a Aminoff... Tiene un odio extraño hacia los humanos, podría tolerarlo como presidente si en lugar de condenarlos a muerte, tuviese un club secreto en donde los hace pelear a muerte por dinero - yo mismo tendría que escapar de ese club pero al menos habría una fuerza de seguridad, corrupta, pero fuerza a fin de cuentas que a ojos del público debería evitar que me capturaran - Pero por alguna razón hay gente que comparte sus pensamientos y eso es lo que le da el poder.

- No confío en nadie, solo escucho propuestas y analizo si valen la pena - respondo a su pregunta antes de dar un nuevo sorbo ¿Cuántas voy ya? - Sin embargo... Creo que el niño tiene gente alrededor que podrá mantenerlo en el camino correcto y en caso de que no puedan ¿Qué tan difícil puede ser matarlo? De eso se encargará el siguiente y luego el siguiente y el siguiente después de eso - remarco cada palabra con un ademán de manos - Si tengo que elegir diría que confío en la familia y aunque terminen apuñaládome por la espalda, si muero quiero que sea peleando por ellos.

— No sé si lo que siente Aminoff por los muggles es odio — lo dudo, es más bien un pensamiento interno que digo en voz alta para ponerme a mí misma dentro de esa duda — Magnar no es su madre. Jamie llegó a arrasarlo todo y plantear su nueva política, su hijo la ha retocado para ampliar sus seguidores. Ha sido listo, pero no lo siento transparente. Hay cierta turbiedad en los políticos de NeoPanem que no termina por agradarme — no voy a ponerme a hablar de las peleas, las arenas y los juegos, es un tema que prefiero no tocar. Como ha dicho mi abuela, tengo que dejar esa parte de mí atrás y sé bien que no voy a conseguirlo masticando un montón de rencor. ¿Pero no es por eso que estoy aquí? ¿Porque no quiero que la familia que arruinó la mía vuelva al poder?

Lo escucho detrás de la cerveza que estoy tomando y decido que, en definitiva, Chuck es una persona como yo, más preocupado por su familia que por quien esté al mando. Tiene razón, matar a un niño debe ser algo sencillo, dudo mucho que sea algo más que un adolescente con mala suerte escondido detrás de un montón de adultos que hacen las cosas por él — Así que sí quieres pelear… — le señalo, con una sonrisa divertida de suficiencia. Relamo la cerveza de mis labios y me recargo en mi costado para verlo mejor — Supongo que no podemos confiar en los políticos, en especial si no dan la cara. ¿Tienes idea de si Black asiste a alguna de estas reuniones clandestinas o deja que la gente se amontone por él? — chasqueo la lengua, negando con la cabeza — Si quiere el apoyo de la gente, tendrá que ser algo más que una idea o una voz en la radio. Aminoff tiene al pueblo, a los renegados y el ejército. Black solo tiene… borrachos — señalo con el mentón al grupo ruidoso — Y ni hablemos de Richter. ¿Ves? Esto sucede porque alguien creyó que los hombres son dignos de liderar. No son capaces ni de ponerse de acuerdo — aunque la única mujer en la ecuación no merece ninguna clase de respeto. Vacío la bebida de un trago y vuelvo a apartarla — Si Black piensa dar alguna charla, estoy más que dispuesta a escucharlo. Pero necesito que sea real y no un montón de palabras vacías. De esas hay de sobra.

- Pues ahí tienes, tiene aún más seguidores que su madre y a ellos les parece bien lo que está haciendo - de locos, pero ese es el adjetivo que define a la mayor parte de los habitantes de éste país de mierda. Ni siquiera sé quién es mi madre biológica, pero agradezco que no haya tomado alcohol durante mi embarazo como al parecer lo hicieron todas las demás. Puede que la madre de Jolene sea un poco respetable también - A mi no termina de agradarme Neopanem, punto, ni su parte turbia ni lo que se supone que es bello - bromeo con media sonrisa.

Hago una mueca pues me ha pescado, llevo ansiando una pelea desde el momento en que me dí cuenta que no podría contra el sistema solo. Solía sentirme bien escabulléndome entre aurores para lograr mi objetivo pero desde hace años que se ha convertido en tarea imposible - Si la gente se amontonara alrededor de él, no se lo vería - respondo conteniendo una risa, ese chico mide medio metro - Pero hablando en serio... Jamás lo he visto por aquí, solo escuché su voz en la radio - miento de la mejor manera.

Parece decidida a encontrar a Kendrick lo cual puede significar dos cosas, primero que es una auror encubierta que por alguna razón eligió un objetivo al azar para conseguir información o que realmente es alguien que quiere ver un cambio en el mundo. La primera me parece poco probable, no creo que haya muchos del ejército de Aminoff con el cordel sobre el agua solo esperando a pescar algo, no hay tiempo para eso, necesitan ser más efectivos.

Termino de beber la cerveza de un solo trago y me seco la boca con la manga de mi chaqueta. Luego de eso respiro profundo intentando decir qué decir a Jolene, memorizo su rostro para así al menos poder advertir a Lea si ve algo extraño alrededor de la fábrica - Si tuviese que buscar a los borrachos correctos, iría al distrito 5 - me decido al fin con tono serio y me levanto de la butaca - Ella paga mis bebidas, se nota que tiene más dinero que yo - digo al tipo del bar con una sonrisa amigable y luego de dedicar un guiño de despedida a la rubia, salgo del lugar.