The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Un poquito más de crema en la nariz, un poquito más, y un poquito más. ¡Ya! Tilly es más blanca que un copo de nieve con toda la crema que tiene encima para poder disfrutar del mar. La acerco a mí para rozar su naricita manchada con la mía. —¡Oh, se te quitó!— digo al notar que la punta de su nariz quedó sin protector, —vamos otra vez—. Agarro el pote de crema que quedó en la arena para cargar mis dedos con unas gotas que pueda volver a untar sobre su pielcita, nunca me hubiera imaginado que habría tantos protectores solares para niños y aunque me costó conseguirlo por internet, ¡también hay para bebés con menos de tres meses! Salió carísimo por ser de una cosmética muy exclusiva, ni una pócima rejuvenecedora sale tanto, a las que ya le eché un vistazo para regalarle una en Navidad a Hans, espero que no se lo tome a mal. Completo la protección de la bebé con un gorrito rosa que combina con su traje enterizo del mismo color y un estampado de sandías, con voladitos en su pecho. ¡Pero si es que está para comerla! Con mis manos en su espalda, alzo mis rodillas así puedo acercar su pancita a mi boca. —¿Quién es el pez sandía más bonito de todos?— le pregunto. —¡Rory!— llamo al niño que ya anda desnudo entre las olas, por temprano que sea. —¿Verdad que es linda?— grito desde mi lugar en la orilla, con mis dedos hundidos en el agua.

Con mucho cuidado la coloco sobre el flotador con el cuello largo de flamenco y hago levitar una sombrilla que la siga a donde sea, no será demasiado lejos porque no pienso soltarla ni un momento. La llevo conmigo cuando me meto al agua y cuando me da hasta las rodillas creo que hemos llegado a nuestro límite de profundidad. ¡Ah, maldición! Me fijo en el anillo al rodear con mis manos el borde del flotador, lo único que me falta es perderlo en el mar, olvidé que lo tenía como para acordarme de quitármelo al entrar. —Rory, ven aquí un momento— le pido al niño al ver que está chapoteando cerca, tirándose de panza para formar falsas olas. —¡Rápido, Rory, rápido!— lo apuro con supuesta urgencia, es para que no me tenga aquí esperándola a que acabe llenarse los oídos de agua. —Ven, sostén a Tilly mientras yo voy a dejar algo en su bolso. ¿De acuerdo? No la sueltes. ¿Me escuchaste, Rory? Aguarda solo dos segundos a que vuelva, no sueltes su flotador— las indicaciones son claras, no tienen que ser muy difíciles de comprender para un niño de dos años. ¿No? Salgo del agua con zancadas largas mientras me quito a prisa el anillo del dedo y lo dejo dentro de un bolsillo al lado de un paquete de toallitas húmedas. No pudieron ser más de treinta segundos, ¡¿cómo demonios Rory pudo llegar tan lejos llevándose el flotador?! —¡ROSEEEE! ¡Rory está secuestrando a Tilly!— doy el grito en medio de la playa, que a las ocho de la mañana no está tan llena, y me lanzo a correr hacia el agua para alcanzarlos antes de que avancen más allá de mi medio metro de altura, que si no estaremos en problemas y Rose tendrá que rescatarnos a los tres.
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Rose S. Harkness
Personal de Defensa
No hay nada que me guste más que las mañanas de verano en las cuales puedo disfrutar de la playa, ni hablemos de si le sumamos la jarra de limonada recién hecha que me sigue levitando en lo que regreso para reunirme con Lara y los niños. Es increíble cómo la vida nos quita y nos devuelve, porque después de toda la miseria que ha ocurrido en un año, aún podemos decir que las dos podemos juntarnos a pasar un rato de relajación con un par de enanos que se han sumado a la ecuación después de años de conocernos, siendo demasiado jóvenes como para imaginarnos que acabaríamos así. Ni hablemos de ella, que jamás creí que la vería tan atenta y feliz con una gorda que parece una ensalada de frutas demasiado adorable como para ser real. y creo que Rory piensa lo mismo, porque no sé cómo ha pasado que llego justo a tiempo como para ver que mi hijo usa el flotador para sostenerse y poder patalear, alejándose de la orilla.

¡Rory, no puedes llevar a la bebé lejos de la arena! ¡Es muy pequeñita! — lo reprendo sin bajar la varita, así la bandeja se apoya en el suelo con sumo cuidado en lo que me giro para encontrar la mirada de mi hijo. Como esperaba, no hay ni un asomo de culpa, aunque la sonrisa que pretende disculparse está cargada de esa picardía que ha heredado de su padre. Creo que ni siquiera mis brazos en jarra lo intimidan a estas alturas — ¡Quédate exactamente dónde estás! ¡Que ni siquiera se te…! ¡RORY! — porque ahí va su culito, meneándose con una ola suave en lo que patalea un poco más fuerte. Para mi sorpresa, Tilly parece demasiado gustosa del paseo y no es más que una bola rosa y blanca que se deja flotar en el agua, apenas moviendo sus manitos entre sí. Si es así ahora, temo lo que sucederá cuando esa niña tenga la capacidad de hablar y moverse como para sumarse a las locuras del enano terremoto.

¿Por qué lo dejaste con ella? — ni siquiera la estoy reprimiendo, es más bien la curiosidad entre risas de la situación patética en la que terminó. Sé que es de mala persona el quedarme en la orilla viendo como los bebés se alejan, así que sacudo la varita para hacer que el flotador empiece a acercarse a Lara y arrastre a Tilly en el proceso. Debe ser como una montaña rusa desde su punto de vista — ¡Solo he ido a buscar limonada y ya los encuentro en batalla! — algo me dice que no voy a aburrirme viendo a mi amiga volverse madre, qué quieren que les diga.
Rose S. Harkness
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He Mele No Lilo · Rose IqWaPzg
Invitado
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¿¿¿Cómo se lo voy a decir a Hans??? «He perdido a la bebé al mes que nació porque otro bebé se la llevó». Sería lo más patético que me habría ocurrido en la vida, si lo pensamos desde el humor, pero si tengo que dar espacio al pánico que es lo que en realidad estoy sintiendo, todo, todo en esto tan mal. El flotador choca contra mi estómago cuando Rose me lo devuelve desde la orilla con su varita y me abrazo al inflable como para no volver a soltarlo nunca, ni en un millón de años. La mirada que le lanzo a mi amiga por reírse es nada en comparación a la que dirijo al pequeño monstruo marino. Uso mis dedos índice y mayor para apuntar mis ojos y luego su carita culpable. Te estoy observando y me vengaré por esto, eso es lo que le digo. Tal vez no lo entienda a esta edad, pero con quince años y cuando traiga una novia a la casa, me encargaré de ser la peor tía espanta novias que pueda tener. Se lo juro, por las sandías del bañador de Tilly. —No voy a prestarte a mi bebé nunca más. Nunca, ¿me oíste?— le digo.

Cargo a la niña en mis brazos para acomodarla sobre mi pecho al acercarme a la orilla donde quedó Rose con la limonada y con cuidado de que esté bien sujeta, libero una mano para señalar acusadoramente al niño en el agua. —¿Dónde está el padre de esta criatura? De ahora en más, haremos solo salidas de chicas a la playa— decido, y así es como el mismo Rory arruinó cualquier plan que se pudiera tener de que seamos un par de amigos que crían a sus hijos juntos, como si fuéramos una sitcom de éxito en el canal principal de Neopanem y Phoebe con su marido son los que tienen el suyo casi al final de las temporadas, porque así es cómo van esas historias. Es posible que me haya visto un par estando el punto más gordo del embarazo. Me siento en la arena y al ver que Rory viene hacia nosotras, me giro hacia un costado, escondiendo a Tilly de su vista. —Rose, no te lo tomes a mal, pero tu hijo ya no me simpatiza. Voy a cancelar mi membresía de madrinazgo— pese a que sigo sonando seria y enfadada, obviamente no lo estoy diciendo en serio. Rory me caía bien, en serio, incluso cuando nos vomitó en la cocina, todo cambió hace diez minutos. —¿Es normal que todos los niños ahora te caigan mal y solo te caiga bien tu propio niño? —  siempre había escuchado que era a la inversa, cuando tienes un niño, de pronto el instinto maternal te hace subirte a la fantasía de que eres la madre del mundo, más o menos. —¿Qué haré cuando Tilly vaya al jardín entonces? ¿Iré golpeando manitas de todos los niños que la peguen?— pregunto, frotando la espaldita de sandías de una bebé sigue quieta pese a que la siento observando todo desde mi hombro con sus ojitos atentos.
Anonymous
Rose S. Harkness
Personal de Defensa
¿Dónde he visto esto mil veces? Ah, sí, en el jardín de infantes, con personitas que no son ni la mitad que Lara al momento de reclamarse los juguetes y declarar una guerra que a cualquier madre le hace reír a carcajada limpia. Ahora mismo tengo que llevarme un vaso con su respectivo sorbete a la boca, alzando mis cejas en un intento de mantenerme callada y no reírme en toda su cara de esa pequeña batalla que está declarándole a un mocoso que la mira como si no fuese a romper ni un plato. Mi lindo Rory, siempre siendo tan endemoniado y adorable — Claro que te oyó — digo distraídamente, más ocupada en esconder la varita así puedo colocarme en la reposera de una buena vez. Si ellos van a matarse entre sí, yo solo lo miraré a la distancia hasta que haga falta una mano adulta en la ecuación.

Posiblemente durmiendo — respondo con toda la calma que soy capaz de cargar, no me sorprendería que Jack esté en el sexto sueño después de una noche de guardias que lo dejaron roncando como si no hubiera mañana; en esos casos, casi siempre prefiero mudarme de habitación, no sea cosa que pase la noche entera sin poder pegar un ojo por su culpa — Dudo que Tilly quiera días de solo chicas cuando se dé cuenta de que somos muy viejas para sus juegos — Jugueteo con el sorbete entre los dientes, aunque le enseño una ancha sonrisa que busca, por todos los medios, no burlarse de ella; al menos no tanto. Y claro que no puedo, su amenaza me hace reír y me echo hacia atrás, recostándome del todo en mi asiento. Demasiado cómoda como para relajarme, no tanto como para no mantener un ojo abierto para chequear cómo Rory sale corriendo a la orilla, en busca de arena mojada para sus castillitos. Suerte para él, no se ha olvidado de su balde y la palita.

Es normal necesitar proteger a tu bebé, pero también tenemos que entender que los niños son niños. Solo debes enseñarle que siempre debe hacerse respetar, he aprendido que no es bueno meterse en la crianza de los demás porque cada quien hace lo que puede y reprender hijos ajenos… digamos que solo debes hacerlo cuando es necesario y cada padre es un mundo — pero conociendo a Lara, probablemente se agarre con alguna madre histérica el primer día de la guardería — ¿Han pensado que van a hacer con Tilly cuando vuelvas al trabajo? ¿La llevarán con ustedes, tendrá una niñera o irá a algún sitio? Sabes que puedo ayudarte con eso cuando lo necesites. ¡Si mira la cosita hermosa que es! — nada más lindo que una bebé rolliza con gorros y, como vengo viendo, parece que los accesorios no es algo que le falte a la niñita de la casa — En cuanto a Rory… siempre puedes retarlo y va a comprenderlo. Es un terremoto, pero sabe cómo llegar a un punto final cuando se lo dejas en claro — que va, es tan listo que se está acomodando su propio gorro para el sol, aunque creo que es porque ha crecido en la playa y se ha hartado de escucharme.
Rose S. Harkness
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He Mele No Lilo · Rose IqWaPzg
Invitado
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Rose, por favor, ¿qué ha sido ese comentario de vieja de ochenta?— pregunto, pidiéndole con mi tono que tenga un poco más de consideración a nuestros treinta años, que no es como si tuviéramos los huesos hecho polvo a esta edad. Si ella todavía es capaz de andarle detrás de un terremoto con patas, yo me veo jugando con la única hija que pienso que tener. ¡Si es que hay tantas cosas por enseñarle! A volar en la escoba, a lanzar quaffles, a andar en bicicleta, a treparse a los muebles, a nadar en la pileta, y antes que todo eso, a caminar claro. Puede que me haya estado haciendo una lista mental de cosas como paso casi todas mis horas con ella mientras me dura la licencia, lo que me quedará pendiente es ver como hago encajar ese plan de mil actividades en los baches de tiempo que apenas tenemos con el trabajo. Es el primer verano en años que paso mis días con la panza al sol, con una bebe recostada encima como un extra no pensado en vacaciones anteriores, y mientras dure supongo que tengo que disfrutarlo. Lástima el sol que le pone la nariz roja, ¡roja! ¿Y si luego le irrita la piel?

¡No! ¡No! ¡Rose, yo no quise reprender a Rory!— me sobresalto por creer que ella lo pudo tomar de esa manera y sujeto su codo suavemente como para que no vuele la limonada por los aires, es solo un gesto para mostrarle mi apoyo. —Eres la mejor, la mejor madre, y Rory es el niño más encantador del mundo entero— digo con vehemencia, contradiciéndome con lo que he dicho hace nada, que lo único que me falta a mí es ponerme a criticar a la única amiga madre que tengo y que durante nueve meses me estuvo iluminando en lo desconocido sobre los misterios del embarazo y criar un hijo. Su opinión está por encima de esa mujer que tiene un canal de videos en internet. —Estuve mirando maternales, para contratar una persona puntual tendría que traer recomendaciones del mismísimo departamento de Seguridad Nacional. No sé qué puede ser más seguro— le explico, —si conseguir una única persona que la tenga en la casa, pero el contra es que estaría en la isla, entre nosotros y es depositar mucha confianza en una única persona… y por el otro lado, creo que una institución donde haya más encargados y más niños, siempre habrá alguien mirando por ella, pero también puede pasar que entre tantos niños, la pierdan…— a mis oídos, no estoy siendo paranoica ni sobreprotectora, que no, que son los miedos normales cuando tu hija es la hija de un ministro y hubo levantamientos violentos en el país no hace mucho. —Pero no me gustaría afectar a nadie en la familia o los amigos, sino poder crear una rutina con ella que se adapte a nosotros—. No es algo que haya hablado todavía con Mohini, por cierto.

Desvío mi mirada hacia el pequeño revoltoso que se acomoda su propia gorra y por reflejo hago lo mismo con Tilly, no hay mucho por el que preocuparnos que pueda quedar aplastado. —Lamento mucho no haber estado con Rory más que para traerle autitos de regalos y jugar carreras de media hora con él— digo, que vergüenza de madrina, si hasta a los cumpleaños llegaba tarde y solo para ayudar con la piñata, pero es mi parte favorita de todas las fiestas infantiles, esa competencia feroz por tratar de agarrar todos los caramelos posibles. ¡Cuando tenía cinco años! Tal vez diez, entonces competía con otros niños. Como adulta solo me encargaba de hacerla explotar. — Hacía cosas a las que no sabía cómo reaccionar, como llorar o ensuciarse. Y en serio estaba muy feliz por ti cuando lo ibas a tener, pero pensaba que ser madrina tenía que ver más con un compromiso contigo, ya sabes, venir a rescatarte de la maternidad en los picos de estrés y encargarme de poner alcohol en tus venas. Esperar a Jack en una esquina oscura si es que se hacía el listillo y se daba a la fuga. Claro, esperarlo con un matón contratado, que yo apenas si le alcanzo el codo.
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Rose S. Harkness
Personal de Defensa
Gracias por los piropos, pero era un consejo general. A mí no me importa si quieres reprenderlo, por algo eres su madrina — no puedo contener la sonrisa divertida desde mi sitio, aferrada a mi vaso con ambas manos en lo que alzo las cejas en su dirección. Si ella teme que los niños fastidien a su hija, tendrá un límite que cumplir con respecto a los padres de las otras criaturas, que no todos estarán muy contentos de tener a alguien dándole golpecitos en las manos a sus hijos. Para mala fortuna de Tilly, su apellido será suficiente excusa como para que algunas personas la traten como víctima de preferencias o sobreprotección; a decir verdad, las explicaciones de Lara sirven para apoyar esa teoría — ¿El gobierno no tiene un programa de protección para los ministros y sus familiares? Deberían tener contemplada una situación como esta. ¿No deberían consultar por personas de confianza dentro de la isla? — con un sorbo ruidoso de limonada, recargo la cabeza en postura de relajación completa — Siempre pueden cuidarla los elfos, pero no hace falta preguntar qué es lo que opinas de ello — en la antigüedad, los niños eran criados por los esclavos y la servidumbre. Sé que Hans hace uso de ellos, pero ya vi a Lara pegando el grito al cielo.

Con los ojos cerrados en una obvia disposición para tomar sol, le resto las culpas a sus palabras con una sacudida de la mano, aunque no puedo contenerme y empiezo a reírme con fuerza, la suficiente como para que Rory se queje de que se ha asustado y que por eso se le derrumbó la torre de arena que estaba tratando de dejar estable — Por mucho que aprecie tus intenciones… — comienzo, tratando de contener la risa y mordisqueo el sorbete para que sea de ayuda — Jamás esperé otra cosa de ti. Te conozco, Lara. Sé que no tenías el mayor instinto maternal, pero siempre confié en que serías lo suficientemente cariñosa y buena persona como para cuidar de mi hijo si llegase a pasar algo. Mucho no me he equivocado, miras a Tilly como si fuese un chocolate exótico del cual te volviste adicta — obviemos que se la nota cansada por la falta de sueño y que el estrés del inicio de la maternidad puede con todas, es obvio que mi amiga usaría su propio cuerpo de escudo con tal de que a esa niña no le suceda nada — Eres una buena madrina y también una buena madre. Solo tienes que evitar el ceder al pánico — estoy pidiendo milagros, ¿no?

Me vacío mi vaso con un sorbo más y, a pesar de que seguiría bebiendo, lo dejo a un lado así puedo acomodarme mejor para tomar sol. Que hay que ver lo blanca que puedo ponerme, por favor — ¿Al menos tu no marido es de ayuda? No quiero tener que ir a su oficina a hacerle un escándalo para que deje de firmar papeles y les preste atención. Los primeros años son los más difíciles y necesitarás de la mayor cantidad de manos extra posibles. Y si Hans se excusa con que ser ministro es agotador… — mis dedos se mueven en el aire, simulando ser una tijera. Nada más que aclarar.
Rose S. Harkness
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He Mele No Lilo · Rose IqWaPzg
Invitado
Invitado
Si tomo de referencia la decisión del equipo de seguridad sobre cerrar la isla cuando sucedieron los disturbios en todo Neopanem, el programa que deben tener para bebés de hijos de ministros es meterlos dentro de una caja con burbujas de aire y dejarlos bajo su vista en el puesto de control en el muelle. Y no, burbujas de aire no es algo que me deje tranquila. Necesito más que eso. Necesito sobre todas las cosas también que ella disfrute de una cierta normalidad en su vida, con los recaudos pertinentes por ser hija de quien es, pero que pueda ir descubriendo el mundo y otras personas por fuera de la burbuja que podría llegar a crear si postergo demasiado volver al trabajo. Si la dejo con Poppy persistiría en eso de tenerla dentro de una burbuja, que la cuide un elfo doméstico dentro de la mansión sería tenerla tan aislada que un día con cinco años se encontraría con querer saber que hay más allá del muelle y Neopanem se le haría muy grande. No quiero que el mundo la asuste o que sea ingenua a este. Estoy en ese debate de cuánto dar al mundo de esta bebé que aun retengo en mis brazos, si al final acabará perteneciendo a él y para no caer precisamente en el pánico que menciona Rose, debo ir soltándola de a poco.

Presiono con mi pulgar la palma de la manito de Tilly y siento como sus dedos se cierran alrededor por reflejo, aunque me gusta creer que lo hace porque es nuestra manera de tomarnos de la mano. —No sé si es eso del instinto maternal o que me convertí en una madre con todas las letras de repente, cuando nunca me vi como una…— digo, acaricio la piel tibia bajo mi pulgar, busco sus ojos pese a que sus pestañas los cubren. —Tilly es alguien que estuve esperando por meses a que llegara y algo que llegué a anhelar tanto, que no podría cansarme de mirarla. Y cambia todo el tiempo, hay algo nuevo en ella todos los días, que si cierras los ojos por un segundo, te lo pierdes— murmuro, mi voz tan baja como suele escucharse cuando la acuno con canciones que no tienen una letra coherente. —Hay días que tengo tanto sueño que necesito dormir sin poner alarmas para despertarme, pero me da miedo despertar y que hayan pasado de pronto cinco años. Haberme perdido todo ese tiempo… que un día de pronto deje de ser ese alguien que esperé tanto, esta bebé de ojos grande, y sea una persona que está lista para marcharse.

El pánico es solo uno de los sentimientos que experimento, lo que sí creo que ocurrió de un día para otro es descubrir que podía llegar a albergar tantas emociones y contradictorias entre sí, que es de lo que me mantuve a salvo cuando quise encerrar mi mente en una caja de metal por años, porque si no salía de la caja, todo estaría bajo control y, en especial, yo. —El día que nació Tilly sentí que se me daba algo— le cuento, pasando mi mirada por las ridículas frutas de su bañador, —y nunca he creído que una persona pertenece a otra persona, pero… me daban este bebé. Dármela era tenerla, tener algo. Sé que se puede tener cosas y trabajé por años en construir cosas que alguien pueda tener, pero sabía que no se podía tener a alguien. Pero la tengo a ella, me la dieron, por un tiempo— susurro, noto que el agarre de sus dedos sigue firme pese a que parece que se va adormeciendo. —Y lamento no haberlo entendido hasta ahora, esto de ser madrina. ¿Cómo podría hacer otra cosa que no sea cuidar a Rory si me elegiste para dármelo como ahijado?— concluyo, le muestro una sonrisa por la vuelta larga que he dado para llegar a ese punto. —A mí manera lo que quiero decirte es que entre todas las cosas que tenemos, puede que las perdamos todas y en ocasiones tendremos que aceptar que así sea. Pero si lo que tienes es a alguien, a alguien que te han dado para que lo cuides, ¿por qué haríamos otra cosa que no sea cuidarlo? Tal vez tener a alguien sea lo único que realmente cuente, cuando pensemos qué tenemos en la vida— sostengo a la bebé contra mí como si estuviera reafirmando ese punto, aunque no sea más que para darle una posición cómoda al dormir.

Trato de tomarme en serio su pregunta y fallo al reírme con su gesto final, la miro meneando la cabeza en reprobación. —No sé si me estás insinuando que lo castrarás— que fue lo que me prometió en su momento si las cosas no resultaban bien, —o que debería cortar con él, si es esto último, debo aclararte que de nada sirve que te hayas dado cuenta ahora que me has perdido y estoy bien con otra persona, que era mejor opción para ti que Jack— bromeo con mi falso tono de indignación. —No me valoraste en su momento, Rose. No hagas esto de querer crear discordias entre Hans y yo por celos— aclaro, quizá fue lo que yo hice con Jack en un principio y no es necesario precisar que nunca he sido buen ejemplo de nada. Me río de ella y sacudo mi cabeza para calmar sus dudas. —Descuida, no hace tal cosa como ignorarla. De hecho es un buen padre— presiono con la punta de ese pulgar al que se sostiene Tilly, el diminuto botón que es su nariz. —Sabemos quiénes somos, cómo somos y nuestras expectativas como padres son en realidad muy bajas, así que nos sorprendemos a nosotros mismos cada día. No pediría más de lo que está en sus posibilidades dar y una de esas cosas es su tiempo. Ministro de justicia hay uno solo y le demanda un tiempo real que no puede ceder por otras cosas— le explico, no estoy revelando una verdad que sea novedosa, ella por tenerlo como padrino de su hijo lo sabe desde hace mucho. —Pero lo hace bien el tiempo que dedica a esto de ser padre— aseguro, como si yo tuviera autoridad para aprobar a alguien, pensarlo me saca una sonrisa.
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Rose S. Harkness
Personal de Defensa
Puedo entender lo que está diciendo. Hay pocos sentimientos que pueden compararse con la maternidad, con ese lado de nosotras que no puedes saber que tienes hasta que llega un bodoque pequeño que se acopla entre sus brazos y te das cuenta de que siempre le pertenecieron. Sí, incluso cuando tu tiempo propio se reduce, tus horas de sueño no existen, tu intimidad se extingue y eres de alguien, cuando nunca pensaste en llegar a ese nivel de pertenencia. Ser madre significa el intentar ser paciente cuando no lo eres, partirte en dos para dar una parte de ti a esa personita. Solo puedo escuchar a Lara con atención, tomo su discurso como algo personal porque puedo identificarme con cada una de las palabras que salen de su boca, hay dos pulgas aquí que han cambiado por completo el significado del amor hasta el punto en el cual lo conocíamos. Le sonrío, escondida debajo del gorro de sol que me acomodo en la cabeza como si de esa manera pudiera proteger mis ganas de llorar como la tonta sentimental que soy — Bueno, quizá no lo viste hasta ahora y es probable que a veces estuvieras muy ocupada como para verlo, creyendo por ahí que los niños no eran lo tuyo… —  ironizo, clavando mi mirada en la bebé rosada que se acomoda contra ella para echarse una nueva siesta —  Pero jamás hubiera elegido a otra persona. Después de todo lo que compartimos, confiarte a mi hijo es algo que volvería a hacer, con o sin tu instinto maternal a flote. Tenerlos mientras dure es lo que importa —  no solo a los niños, a cada uno de aquellos que se han instalado en nuestra vida para hacerla mejor. Las familias son extrañas, la suya se ha formado prácticamente de la noche a la mañana y la mía tiene a Ernest, caso cerrado.

Su escenita sobre algo que había olvidado hace que mi risa retumbe en la playa vacía, creo que Rory me mira con cierto reproche desde detrás de su castillo de arena — Lamento informarte que ya he aceptado que esa no es una opción — me limpio una falsa lágrima de la mejilla — Estaba más bien sugiriendo una castración sin ningún tipo de advertencia o anestesia. Ya sabes, la clase de cosas que hacemos las amigas, es pura sororidad — exagerado o no, estoy segura de que cualquiera en mi lugar haría algo así. En tiempos anteriores a la aparición de Meerah, estoy segura de que me habría sorprendido el escuchar que Hans Powell tiene mano para la paternidad. Esto no quiere decir que me lo imagino con la insignia del padre del año, pero al menos le doy el voto de confianza de que puede levantar a un bebé sin que se le caiga al suelo y eso que lo he visto entrando en pánico con Rory cuando éste era más pequeño —  Me alegro por él y su salud física —  bromeo —  Solo… bueno, quiero asegurarme que seas feliz. Y a veces siento que esa isla es muy solitaria, como para que soportes tú sola todo lo que ha estado ocurriendo, desde ahí dentro — porque si hay un sitio en este país que está bajo la lupa, es la Isla Ministerial.

Me acomodo en mi asiento, enderezo mi espalda para abrazar mis rodillas y mirarla mejor. De todos los lugares donde pude imaginarme a Lara, jamás habría dicho que estaría en una mansión sobreprotegida cuidando a una bebé. Se me apaga un poco la sonrisa, soy consciente de que mis rasgos se suavizan — ¿Cómo te sientes con eso? Sabes que si necesitas de mi ayuda, con lo que sea… —  no quiero ofrecerle el venir a mi casa unos días, no puedo arrebatarla de su hogar —  Puedo pasarme por tu casa cuando me manden a hacer guardias a la isla. Si sirve de consuelo, he oído que desean reducir la exigencia en la seguridad, dejarlos tener una vida algo más normal dentro de poco. Si pudieran estar en el cuatro, las cosas serían mucho más normales —  porque creo que se merecen eso, ser una familia sin el peso de la ley.
Rose S. Harkness
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He Mele No Lilo · Rose IqWaPzg
Invitado
Invitado
Sigo sin creer que los niños sean lo mío— ensancho mi sonrisa, no pienso montar un maternal mañana, con suerte espero no cometer demasiados errores en los primeros años de vida de Tilly, que he leído que son los más importantes para sentar las bases de su confianza en sí misma. —Pero ella me preparó para estar lista al recibirla— supongo que esa es la mejor manera de resumirlo, pude entender cosas que eran incomprensibles para mí a partir de la experiencia de tenerla en mi vientre durante nueve meses, claro que no por eso saldré a promulgar que el embarazo sea el proceso para alcanzar la iluminación, sino que hay cosas que cobran sentido o nos abren los ojos para ver lo que nos rodea de un modo distinto si es que pasamos por eso que dijimos y creímos que jamás pasaríamos. Suelo pensarlo como crecer, crecer es traspasar cada una de las líneas de lo que dijimos «nunca», porque de no cruzarlas, no salimos del sitio cómodo en el que nos encontramos y no crecemos. Algo me dice que mientras Tilly esté creciendo, yo también creceré a la par de ella, de una manera en la que no lo haría de no tener prestado sus sentidos para volver a redescubrir el mundo, y no me molesta tener como compañero a un niño demasiado inquieto como lo es Rory, también está tratando de entender el mundo.

«El tiempo que dure» es tan relativo, sé que este momento en el que tengo los dedos diminutos de Tilly en contacto con los míos serán un recuerdo del pasado dentro de unas horas, así que no lo rompo, lo mantengo, no pienso en el tiempo, en momentos o en recuerdos, porque cada minuto con ella espero al siguiente. No creo que sea solo mérito suyo, el que mi mirada sobre las cosas cambie de dirección, para apartarlas de las que han quedado atrás hacia todo lo que podría ser. Hace que pueda mirar a Rose de un modo distinto, pese a que la conozco desde hace años, es reconfortante que haya una persona con quien platicar se sienta igual a cómo fue hace tiempo atrás y no porque hayamos quedado atracadas en ese entonces, sino porque la vida con sus cambios es igual que la marea que sube hasta casi rozar el castillo de Rory y en el agua hay personas nadando, adentrándose, manteniéndose a flote. Y tal vez hace unos meses, cuando me vi tomando decisiones contrarias a las que ella pudiera aceptar por ser auror, nunca hubiera imaginado que estaríamos aquí, así que aprecio tenerla a mi lado mientras la escucho decir algo sobre castrar a Hans por solidaridad femenina. Gracias, supongo, por ahora no.

Trato de no pensar en lo que está ocurriendo fuera, si lo hago reparo en todo lo que me parece que está mal, en todo lo malo que podría pasar y maldigo sobre todas las cabezas desde la del presidente hasta la del cadete el ministerio. Pero, ¿qué sentido tiene? El mundo es demasiado grande, con males demasiados grandes, luego están las pequeñas cosas buenas que nos rodean…— bajo mis ojos a la bebé que se va durmiendo, no me refiero solo a ella. —No me siento sola, por primera vez en mucho tiempo no me siento sola. Y tal vez no sea el lugar ideal, ni el que hubiera elegido, es más, me desagrada bastante— vamos, a Rose no voy a mentirle, —sin embargo ahí está lo que me hace sentir bien, feliz— se lo aseguro, así no se preocupa por mí y nos ahorramos el que inicie un operativo de rescate creando una falsa amenaza de mooncalfs mutantes. —Si te pasas por la casa te daré alcohol y chocolate de contrabando— prometo, que aprecio las visitas, no todas, no nos juntamos con los vecinos a jugar a las cartas, y si algún día eso pasa, espero que Rose esté cerca para abofetearme. —No sé si hay alguien en Neopanem que tenga una vida normal— lo dudo, —de alguna manera las cosas se acomodarán para que estén y estemos donde debemos estar. No me molesta estar en la isla y con la seguridad que sea, si así debe ser. Claro que espero volver al cuatro algún día, que ojalá no sea muy lejano. Sé que lo haremos— es una promesa ambigua, encierra tantas probabilidades.

»Lo único que no puedo ignorar de todos los males de este mundo, es que hay personas que están más cerca que otras del ojo de la tormenta— la miro de soslayo, —y me pregunto que nos quedará cuando todo termine. Hace un par de noches soñé con una gran ola, que cubría toda la playa, que arrasaba sobre todos nosotros, y cuando bajaba, veíamos lo que había destruido, había un niño, pequeño, muerto— le cuento, —entonces comenzábamos a levantar todo lo caído y a limpiar, y había otro niño, un poco mayor que el anterior, con los mismos rasgos. Era el mismo. Yo podía verlo, pero no los demás. Ellos me decían que el niño había muerto, que no podía ser el mismo. Pero lo era. Solo que había crecido, era más maduro, pero todos seguían aferrados al recuerdo de lo que él había sido y lo daban por muerto, solo por… no poder aceptar que creció, que era distinto, a mí verlo y reconocerlo me llenó de alegría, ya no me sentía triste como los demás, porque quería decir que no había perdido nada. Solo había cambiado— sé que suena a un sueño trágico, lo sentí así al despertarme, pero me encuentro sonriendo, fue un presagio esperanzador aunque fuera un sueño. Bajo mis ojos hacia Tilly. —Soy un asco incluso contándole historias a mi hija al dormir— le tapo su oreja que queda a la vista con una mano, un poco tarde.
Anonymous
Rose S. Harkness
Personal de Defensa
Es fácil ignorar que el mundo se está sacudiendo cuando vives en una casa pequeña, cuya calma frente al océano te hace creer que eres ajeno a cualquier mal que pueda asomarse en pleno capricho. Todas las mañanas me encuentro en la misma cama que un hombre que me hace feliz, puedo disfrutar de los pequeños logros de un niño que tiene más actitud en su dedo meñique de la que yo he tenido en toda la vida y, para hacerlo mejor, he podido dejar a los fantasmas atrás, con un esfuerzo que creía inhumano. Hay memorias que aún duele, traiciones que se meten entre mis venas y me recuerdan que no soy ajena a la guerra, pero puedo mentirme cinco minutos como si fuéramos eternos. Amo a mi familia, a mis amigos, a este tiempo que se me ha dado. Y no estar solo es lo más importante — Dicen que el hogar es allí donde está lo que nos hace felices, no el espacio físico en sí. En tu familia puedes crear ese hogar, sin importar que la isla no sea de tu agrado — si detrás de sus paredes está lo que le importa, si puede sostener a su bebé todos los días y tenerla segura en su cuna, eso debería bastar — Te tomaré la palabra. Podemos hacerlo una juntada de chicas, para evitar secuestros de caballeros dudosos — me mofo de ella y de su incapacidad de mantener los caprichos de Rory a raya, que todavía puedo tomarlo con humor hasta volverlo una anécdota — Y en cuanto vuelvas al cuatro, será mucho más sencillo — nada de excusas o mil procedimientos de seguridad.

Su historia le otorga mi atención, más no puedo hacer otra cosa que prensar mis labios al tratar de seguir los hilos de lo que me está contando. Doy gracias de que Lara jamás haya mostrado señales de ser vidente, porque lo primero que puedo hacer es observar el océano en el cual tanto confío como para sentirme insegura en él — La metamorfosis — acabo murmurando, hay una vaga sonrisa en mis labios — Las olas siempre pueden golpear fuerte, pueden barrer lo que alguna vez fuimos y también hacernos sentir que ese yo del pasado ha muerto. Pero hay esencias que no cambian y mutaciones que nos hacen más fuertes. Es importante saber, con toda la mierda que sacude al mundo, que aún tenemos cosas a las cuales aferrarnos. Todo terminará algún día — confío en que los niños conocerán la paz, que no tendremos que preocuparnos por enemigos en el norte. Ya molestaremos a Rory para que escolte a Tilly en sus primeras fiestas, que lo digo yo.

Si crees que esa es una mala historia, tengo un hijo que se duerme escuchando las anécdotas de trabajo que compartimos con Jack. Y ambos trabajamos en la Base de Seguridad — bromeo, estirándome para chequear si ha quedado algo de limonada; creo que necesito algo fresco para bajar el pequeño nudo de emoción que tengo en la garganta — ¿Quieres oírlas? Es divertido cuando Rory las cuenta, siempre le agrega monstruos y lo hace mucho más emocionante de lo que en verdad fue. Empiezo a sospechar que será novelista — que con la dosis de drama que lo rodea, ya nada me sorprendería. Solo me aferro a la idea de que estaremos allí para verlo, mientras nos bebemos la limonada más fresca, en la playa más bonita. En un mundo donde los bebés sigan nadando con sombreros, flotadores y bañadores de frutas.
Rose S. Harkness
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He Mele No Lilo · Rose IqWaPzg
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