Han sido semanas extrañas, en las cuales apenas y he hablado con las personas que viven en este lugar. Me siento una forastera, alguien totalmente fuera del cuadro que ellos han estado pintando durante años. Prefiero quedarme a solas, en los lugares oscuros de una fábrica apestosa donde nadie me hará daño pero donde tampoco me siento a gusto, porque puedo ver miradas resentidas en algunos de ellos. No me atrevo a quejarme con Sage, porque al final de cuentas ellos son más su gente que yo, pero empiezo a extrañar cuando éramos solo nosotros dos. Aquí tengo que quedarme callada, no tengo voz ni voto. Benedict Franco ha sido muy claro con su postura de que yo también necesito ayuda y que soy inocente hasta que se demuestre lo contrario, pero sé bien que es porque solo le interesa encontrar a mi hermano. Por lo demás, es un debate interno. Esta gente mató a mi padre. Mi madre mató a los suyos. Somos enemigos naturales y, no obstante, compartimos el techo. Soy tan repudiada como ellos.

Pero es ese mensaje el que me crea un pesar amargo, el que me recuerda que yo no estoy aquí para recuperar mi lugar como me gustaría. Sabía que nadie pelearía por mí, pero esto es muy diferente. Estoy sentada sobre una de las escaleras metálicas de la fábrica con los brazos alrededor de mis rodillas cuando veo entrar a la persona que estaba esperando, pasando por el armario evanescente que nos conecta con el resto. Kendrick Black puede tener un rostro amable y ser agradable a la vista, pero ahora mismo muero de ganas de arrancarle los rizos de la cabeza con mis manos desnudas — ¿Por qué no me lo dijeron? — lo encaro de inmediato. Sus ojos se demoran en encontrarme, pero yo ya me estoy poniendo de pie y bajo los escalones para poder verlo de cerca — Sé que no soy precisamente bienvenida aquí, pero en vista de que les he pasado información de la isla pensé que al menos me habrían dicho lo que pensaban hacer. Me merezco el poder opinar sobre esto… — pero él levanta una mano, obviamente confundido. No lo conozco demasiado, pero creo que lo he tomado con la guardia baja — ¿Para qué? ¿Para que nos digas lo que ya sabemos? — me pregunta, puedo decir que está tratando de evitar una pelea — Tú llegaste última y nuestras familias tienen historia… Sabía que te opondrías.

Ruedo los ojos con un bufido y le doy la espalda, porque creo que si mantengo la vista en su cara de perro mojado voy a ponerme a chillar — La gente no querrá que un Black gobierne de nuevo, es tan simple como eso. Además, acabas de ponerte en el centro de todo el odio del gobierno — que me lo discuta, todo en mi tono de voz se dispone a retarlo — Para lo que a la gente le incumbe, eres tan paria como yo… — los pasos de Kendrick me indican que ha empezado a seguirme, pero no me deja seguir hablando — Yo no voy a gobernar, solo voy a darles la oportunidad que tu madre les ha arrebatado — me detengo, no solo porque me toma del hombro, sino porque me giro lo suficientemente rápido como para fulminarlo con la mirada — Aquí nadie aceptará que un Niniadis vuelva al poder, así que puedes aceptar nuestras normas o marcharte. Y sé que no te marcharás, porque no tienes a dónde ir. Lo lamento, Hero, pero todavía tienes que ganarte nuestra confianza y acoplarte a nosotros. Mi consejo es que lo aceptes, será lo mejor para todos. No seremos tus enemigos si tú nos demuestras que no lo serás para nosotros — suena tan simple que no me lo creo, siempre hay trampas. Y aún así.

Aún así soy incapaz de decirle algo sin que se me pongan los ojos llorosos. Tengo que frotarme los párpados enrojecidos con manos rápidas, tratando de evitar su mirada. Mis labios fruncidos dejan en claro que no voy a discutir y él toma aquello como una señal de que puede marcharse. Ha dado algunos pasos cuando vuelvo a abrir la boca — Tú no tienes idea de lo que es — murmuro — Que te arrebaten todo y no poder hacer nada para recuperarlo — los ojos de Kendrick me observan cerca de la puerta, me analizan de pies a cabeza y sus orejas se han puesto carmesí. Toma aire antes de contestar — Claro que lo sé. Yo tenía todo antes de que tu madre me lo arrebate.

Para cuando se cierra la puerta a sus espaldas y vuelvo a quedarme a solas, solo se oye el silencio, quebrado por un canto de un pájaro en el exterior.