OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Todavía no puedo creerlo, no soy capaz a pensar que mi hermano se ha podido guardar algo como esto, que ha formado parte de quiénes han firmado porque esto ocurra. Me ha costado unos días el llegar a comprender que quizás no haya tenido otra opción, conociendo al presidente no me sorprendería que esto hubiera salido de su cabeza, pero tampoco he tenido la oportunidad de hablar con Hans por teléfono como se merece porque, si vamos al caso, creo que está evitando mis llamadas. Tampoco hay tiempo para ser insistente, las revueltas que ha tenido lugar en estos días sirven de distracción a cualquiera, no solo a aquellos que están siendo amenazados. Lo que me preocupa tras el anuncio de este nuevo formato de juegos, no es solo lo que pueda acarrear a futuro, sino también a quién va a llevarse por delante. El apellido Powell ya ha sufrido de varios golpes en los últimos meses entre el público como para sumarle más odio por parte de la población. ¿Y qué cabría esperar? Creo que hasta yo misma saldría a quejarme a las calles si no fuera porque no tengo las agallas como para hacerlo, no cuando debo permanecer con el perfil bajo. Vaya que ni siquiera me atrevo a salir de casa con todo lo que está ocurriendo.
Por ese motivo y también porque no quiero arriesgarme a que alguien llame a la puerta mientras esté Andrew solo en casa con todo lo que está cayendo. Uno nunca sabe quién puede aparecer tras el umbral y, aunque estos días le he pedido que no se mueva mucho del piso inferior, siento que en cualquier momento alguien podría presentarse con intenciones de registrar esta casa. Sé que en realidad es fruto de mi propia paranoia, no vendría nadie a no ser que tuviera una razón para hacerlo, y por el momento no anoto de nadie que sepa de la existencia de Andrew en este lugar, salvo Charlie por la obviedad de que vive aquí. Así es como debe permanecer hasta que pueda encontrar una solución, a pesar de que soy consciente de lo estúpida que estoy siendo al hacer esto, porque a veces por buena también puedo llegar a ser un poco idiota. Más de lo que me correspondería cuando acaban de anunciar un coliseo diseñado exclusivamente para traidores y muggles.
Tengo el impulso de apagar el televisor, cambiar de canal o hacer lo que sea para evitar que mis ojos continúen siendo consumidos por la pantalla, pero no hay nada que me haga moverme del sitio ni despegar la mirada de ella. Los disturbios en el norte y otros distritos parecen de menor relevancia cuando lo comparas con lo que está teniendo lugar en el Capitolio, las noticias se encargan de que todo el mundo lo sepa, de que nadie pueda hacerse ausente de la situación. Cuando no puedo soportarlo más apago la televisión de un movimiento rápido con mi mano, la cual uso después para barrerme el rostro hasta quedar apoyada sobre mi mejilla y mirar a Charles de lado. — ¿Cómo ha podido no decírmelo? Después de todo lo que ha pasado en los últimos meses, de saber que estamos... la gente no va a perdonar esto, tampoco va a olvidarlo. ¿Y ni siquiera es capaz a contármelo? Somos hermanos, creí que... — ¿qué creía exactamente? ni siquiera puedo mirarle para cuando termino de hablar, no porque no tenga nada más que decir, sino porque el tono de mi voz ya suena a derrota. Todo por empezar de nuevo y hemos acabado en el mismo sitio, huyendo del fuego que nosotros mismos nos hemos encargado de prender. — Lo lamento, Chuck, por haberte metido en esto, con todo lo que se va a venir ahora. — tomo su mano con la que tengo libre, pero no soy capaz de mirarle a los ojos, porque no solo me estoy disculpando por haberle atraído hasta aquí, aunque la situación en el once sea algo parecida, sino porque también le he incluido en un problema del que no debería ser partícipe al meter a Andrew en nuestra casa. Porque sé que él solo quería una vida tranquila, lejos de todo esto, de lo que significa portar un apellido dentro de la política de este país, y yo solo me encargué de arrastrarlo conmigo.
Por ese motivo y también porque no quiero arriesgarme a que alguien llame a la puerta mientras esté Andrew solo en casa con todo lo que está cayendo. Uno nunca sabe quién puede aparecer tras el umbral y, aunque estos días le he pedido que no se mueva mucho del piso inferior, siento que en cualquier momento alguien podría presentarse con intenciones de registrar esta casa. Sé que en realidad es fruto de mi propia paranoia, no vendría nadie a no ser que tuviera una razón para hacerlo, y por el momento no anoto de nadie que sepa de la existencia de Andrew en este lugar, salvo Charlie por la obviedad de que vive aquí. Así es como debe permanecer hasta que pueda encontrar una solución, a pesar de que soy consciente de lo estúpida que estoy siendo al hacer esto, porque a veces por buena también puedo llegar a ser un poco idiota. Más de lo que me correspondería cuando acaban de anunciar un coliseo diseñado exclusivamente para traidores y muggles.
Tengo el impulso de apagar el televisor, cambiar de canal o hacer lo que sea para evitar que mis ojos continúen siendo consumidos por la pantalla, pero no hay nada que me haga moverme del sitio ni despegar la mirada de ella. Los disturbios en el norte y otros distritos parecen de menor relevancia cuando lo comparas con lo que está teniendo lugar en el Capitolio, las noticias se encargan de que todo el mundo lo sepa, de que nadie pueda hacerse ausente de la situación. Cuando no puedo soportarlo más apago la televisión de un movimiento rápido con mi mano, la cual uso después para barrerme el rostro hasta quedar apoyada sobre mi mejilla y mirar a Charles de lado. — ¿Cómo ha podido no decírmelo? Después de todo lo que ha pasado en los últimos meses, de saber que estamos... la gente no va a perdonar esto, tampoco va a olvidarlo. ¿Y ni siquiera es capaz a contármelo? Somos hermanos, creí que... — ¿qué creía exactamente? ni siquiera puedo mirarle para cuando termino de hablar, no porque no tenga nada más que decir, sino porque el tono de mi voz ya suena a derrota. Todo por empezar de nuevo y hemos acabado en el mismo sitio, huyendo del fuego que nosotros mismos nos hemos encargado de prender. — Lo lamento, Chuck, por haberte metido en esto, con todo lo que se va a venir ahora. — tomo su mano con la que tengo libre, pero no soy capaz de mirarle a los ojos, porque no solo me estoy disculpando por haberle atraído hasta aquí, aunque la situación en el once sea algo parecida, sino porque también le he incluido en un problema del que no debería ser partícipe al meter a Andrew en nuestra casa. Porque sé que él solo quería una vida tranquila, lejos de todo esto, de lo que significa portar un apellido dentro de la política de este país, y yo solo me encargué de arrastrarlo conmigo.
Y acá vamos de nuevo. No tengo la más pálida idea de cómo es que he terminado así, con más dudas que certezas en medio de un país que parece que va a caerse a pedazos, quizá de una buena vez por todas y con un sujeto tan grande como yo ocupando espacio en mi casa. Que bueno, me he llevado una enorme sorpresa al verlo y mis preguntas no se tardaron en llegar, lo que me puso al tanto de la situación: estamos refugiando a un esclavo que no registramos como nuestro y eso significa que nos meteremos en problemas si alguien se entera. Claro, eso significa que vamos a ver reducidas las visitas de mi cuñado durante un tiempo, lo cual no sé cómo lo manejaremos con una boda que se acerca y las malas caras de mi prometida frente a la actitud del ministro. Obvio, una vez más la oigo quejarse y tengo que tomar aire sin decir ni una sola palabra. ¿Qué le puedo decir, que su hermano es un cretino? Si hasta ella lo sabe.
Todavía estoy mirando la pantalla apagada cuando siento el toque de su mano y tengo que ponerle mi mejor cara ante sus disculpas. Qué va, la sonrisa es más que forzada y la manera que tengo de prensar los labios demuestra mi cansancio. Sé que me he pasado meses consolándola, tuve que transformarme en la roca para mantener la compostura y la estructura del hogar que se supone que estamos formando, pero creo que no tiene demasiado sentido. Al fin y al cabo… ¿No se está yendo a la mierda todo del otro lado de la puerta? — No ha sido tu culpa. Esto no tiene nada que ver con haber decidido o no el querer estar contigo — que bien podría haber tenido una familia menos complicada, pero no puedo cambiar eso. Lo que puedo hacer es empezar a entrar en pánico.
— Estoy seguro de que el gobierno se guarda cientos de cosas que nadie va a decir, ni siquiera cuando eres familia — sutil, está bien, creo que no dije nada ofensivo — ¿Qué tan bien crees que conoces a tu hermano, Phee? Sé que no se vieron por años, pero… ¿La persona que creíste que era habría aceptado todo esto? Los juegos nuevos, la tortura de un niño… ¿Porque no fue eso lo que dijo Black? ¿Que lo habían torturado? — bien, los Black no hicieron las cosas bien, pero creo que ese es el quid de la cuestión: nadie lo ha hecho. Me pongo de pie con algo de violencia y mis pies me llevan por la sala, tengo el impulso de mirar hacia las escaleras en busca de la figura de Andrew, agradeciendo que no aparezca — ¿Qué quieres hacer? Siempre podemos dejarlo todo, alejarnos del ministerio — lo cual significaría dejar a su familia a un lado, pero tampoco podemos jugar al gallito ciego.
Todavía estoy mirando la pantalla apagada cuando siento el toque de su mano y tengo que ponerle mi mejor cara ante sus disculpas. Qué va, la sonrisa es más que forzada y la manera que tengo de prensar los labios demuestra mi cansancio. Sé que me he pasado meses consolándola, tuve que transformarme en la roca para mantener la compostura y la estructura del hogar que se supone que estamos formando, pero creo que no tiene demasiado sentido. Al fin y al cabo… ¿No se está yendo a la mierda todo del otro lado de la puerta? — No ha sido tu culpa. Esto no tiene nada que ver con haber decidido o no el querer estar contigo — que bien podría haber tenido una familia menos complicada, pero no puedo cambiar eso. Lo que puedo hacer es empezar a entrar en pánico.
— Estoy seguro de que el gobierno se guarda cientos de cosas que nadie va a decir, ni siquiera cuando eres familia — sutil, está bien, creo que no dije nada ofensivo — ¿Qué tan bien crees que conoces a tu hermano, Phee? Sé que no se vieron por años, pero… ¿La persona que creíste que era habría aceptado todo esto? Los juegos nuevos, la tortura de un niño… ¿Porque no fue eso lo que dijo Black? ¿Que lo habían torturado? — bien, los Black no hicieron las cosas bien, pero creo que ese es el quid de la cuestión: nadie lo ha hecho. Me pongo de pie con algo de violencia y mis pies me llevan por la sala, tengo el impulso de mirar hacia las escaleras en busca de la figura de Andrew, agradeciendo que no aparezca — ¿Qué quieres hacer? Siempre podemos dejarlo todo, alejarnos del ministerio — lo cual significaría dejar a su familia a un lado, pero tampoco podemos jugar al gallito ciego.
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Sé que no tiene nada que ver, pero aun así no puedo evitar el disculparme porque siento que todo el peso de los errores que ha cometido mi familia, entre los cuales me incluyo, está cayendo sobre nosotros como una lluvia de ladrillos, que de nada sirve la protección que mi hermano está tratando de poner, no si después hace cosas como estas. — No es solo por eso que va la disculpa... Tal y como están las cosas, ¿crees que me equivoqué al aceptarlo aquí? — no necesito aclarar que estoy hablando de nuestro inquilino. Soy consciente de que lo metí en la casa sin haberlo consultado con él primero, pero tomaré la pobre excusa de que tampoco tenía otra opción, no podía simplemente dejarlo en la calle. — Porque puedes decírmelo, ¿sabes? Sé que estás para apoyarme en lo que decida, pero a veces creo que solo estás consintiéndome cosas porque no sabes como decirme basta. — no acostumbro a tomar decisiones detrás de su espalda, básicamente porque no tengo otro propósito que el de ser honestos el uno con el otro. Salvo que cuando lo hago, no tengo la forma de saber cuando la he cagado hasta el fondo, hasta que ya es demasiado tarde como para arreglarlo.
Le miro con la misma cara de consternación que me traduce su sonrisa, yo no soy capaz a imitar su gesto a pesar de que no es una curvatura cálida lo que se llevan sus labios. Me duele que tenga razón, porque sé a partir de qué momento mi hermano ha decidido guardarse cosas, precisamente desde que mencionó por primera vez al niño Black. Para lo que me pregunta, me sorprendo con que no tengo una respuesta directa, que el hecho de que crea conocer a Hans no es lo mismo a que lo conozca de verdad. — Es... es algo más complicado que eso, Charlie, no es lo que yo crea conocerle, no conozco de lo que pasó cuando yo estuve fuera, y no es como si él me hubiera dado detalles al respecto. — muevo las cejas hacia arriba, apartando la mirada con ello. Yo he sido abierta con mi hermano, le he contado absolutamente todo, mientras que yo apenas puedo sacar resquicios de lo que fue vivir con mi padre cuando yo no estuve. Como siempre, su excusa favorita es que son cosas que él debe solucionar por su cuenta. En ocasiones tengo miedo de lo que pueda significar eso, en especial teniendo a Hermann fuera, suelto y libre rondando por ahí. — La imagen que tengo de Hans es la de una niña que le robaba los juguetes con tal de hacerle rabiar, no puedo forjar una opinión sobre él en base a esos recuerdos. Todo lo que sé es por lo que hemos vivido ahora, cuando de verdad cuenta. Pero sí creo conocer a mi hermano, Charles, creo que no me equivoco cuando digo que no haría semejantes cosas si no fuera porque su familia se ve amenazada. — ¿o es solo a lo que me estoy aferrando para darle una defensa que no estoy muy segura de cómo debo cubrir? Elevo la barbilla hacia mi prometido, buscando sus ojos con los míos como si con eso pudiera encontrar las respuestas a mis dudas. — Pero... no lo sé, Chuck, aquí nadie tiene las manos limpias y yo ya no sé de quién debemos fiarnos. No me fío de Magnar, ni de sus intenciones, no sé si mi hermano lo apoya por obligación, estoy segura de que no lo hace por sus principios, al menos. — parece que lo digo más bien como un consuelo que por otra cosa. — Como tampoco confío en los que están allá fuera, esos que siguen a mi padre como si fuera un verdadero líder, uno al que siguen solo por todo lo que les ha prometido. ¿De verdad crees que les va a dar un futuro mejor? — bufo por lo bajo, moviendo la cabeza en disgusto porque todo esta discusión me tiene la cabeza a punto de explotar.
Mis ojos siguen su figura cuando se levanta del sofá y yo me quedo rodeándome a mí misma con mis brazos al cambiar de postura para poder mantener la vista sobre él. Tomar aire es una buena disculpa para no responder al instante, porque para ser sincera no tengo una respuesta válida para esa clase de preguntas. — ¿A qué te refieres exactamente con dejarlo todo? — no puedo evitar el irme por ese lado, porque su forma de expresar sus pensamientos produce que hasta lo diga con algo de temblor en la voz. — Quiero a mi familia, Chuck, te quiero a ti, ¿cuando se han vuelto dos cosas que no pueden ir juntas? — porque hasta donde yo sé, él, mi hermano, mi sobrina, Lara y su familia, todos son mi familia. ¿De verdad quiere dejarlo todo? ¿Es tan egoísta por mi parte el querer tenerlo todo cuando he pasado más de vida sin tener nada?
Le miro con la misma cara de consternación que me traduce su sonrisa, yo no soy capaz a imitar su gesto a pesar de que no es una curvatura cálida lo que se llevan sus labios. Me duele que tenga razón, porque sé a partir de qué momento mi hermano ha decidido guardarse cosas, precisamente desde que mencionó por primera vez al niño Black. Para lo que me pregunta, me sorprendo con que no tengo una respuesta directa, que el hecho de que crea conocer a Hans no es lo mismo a que lo conozca de verdad. — Es... es algo más complicado que eso, Charlie, no es lo que yo crea conocerle, no conozco de lo que pasó cuando yo estuve fuera, y no es como si él me hubiera dado detalles al respecto. — muevo las cejas hacia arriba, apartando la mirada con ello. Yo he sido abierta con mi hermano, le he contado absolutamente todo, mientras que yo apenas puedo sacar resquicios de lo que fue vivir con mi padre cuando yo no estuve. Como siempre, su excusa favorita es que son cosas que él debe solucionar por su cuenta. En ocasiones tengo miedo de lo que pueda significar eso, en especial teniendo a Hermann fuera, suelto y libre rondando por ahí. — La imagen que tengo de Hans es la de una niña que le robaba los juguetes con tal de hacerle rabiar, no puedo forjar una opinión sobre él en base a esos recuerdos. Todo lo que sé es por lo que hemos vivido ahora, cuando de verdad cuenta. Pero sí creo conocer a mi hermano, Charles, creo que no me equivoco cuando digo que no haría semejantes cosas si no fuera porque su familia se ve amenazada. — ¿o es solo a lo que me estoy aferrando para darle una defensa que no estoy muy segura de cómo debo cubrir? Elevo la barbilla hacia mi prometido, buscando sus ojos con los míos como si con eso pudiera encontrar las respuestas a mis dudas. — Pero... no lo sé, Chuck, aquí nadie tiene las manos limpias y yo ya no sé de quién debemos fiarnos. No me fío de Magnar, ni de sus intenciones, no sé si mi hermano lo apoya por obligación, estoy segura de que no lo hace por sus principios, al menos. — parece que lo digo más bien como un consuelo que por otra cosa. — Como tampoco confío en los que están allá fuera, esos que siguen a mi padre como si fuera un verdadero líder, uno al que siguen solo por todo lo que les ha prometido. ¿De verdad crees que les va a dar un futuro mejor? — bufo por lo bajo, moviendo la cabeza en disgusto porque todo esta discusión me tiene la cabeza a punto de explotar.
Mis ojos siguen su figura cuando se levanta del sofá y yo me quedo rodeándome a mí misma con mis brazos al cambiar de postura para poder mantener la vista sobre él. Tomar aire es una buena disculpa para no responder al instante, porque para ser sincera no tengo una respuesta válida para esa clase de preguntas. — ¿A qué te refieres exactamente con dejarlo todo? — no puedo evitar el irme por ese lado, porque su forma de expresar sus pensamientos produce que hasta lo diga con algo de temblor en la voz. — Quiero a mi familia, Chuck, te quiero a ti, ¿cuando se han vuelto dos cosas que no pueden ir juntas? — porque hasta donde yo sé, él, mi hermano, mi sobrina, Lara y su familia, todos son mi familia. ¿De verdad quiere dejarlo todo? ¿Es tan egoísta por mi parte el querer tenerlo todo cuando he pasado más de vida sin tener nada?
Como mi primer impulso es contestar algo que posiblemente suene doloroso, me muerdo la lengua y me tomo un momento en dar con una respuesta — No. Si Andrew ha significado mucho para ti en el pasado, no hiciste mal al dejar que se quede. Los favores se pagan con otros favores — no cabe duda de que no es el mejor momento para tener un esclavo ajeno en casa, pero tampoco lo será nunca si consideramos que las leyes en este país se han ido torciendo hasta volverse una pila de prohibiciones que me hacen dudar sobre nuestro propio libre albedrío. ¿Qué tanto nos pertenecemos, cuando los demás son quienes marcan nuestros límites? Son personas como mi cuñado las que lo hacen, personas que no acabas de conocer incluso cuando crees que pudiste al menos divisar una sombra de lo que son, porque luego pasan cosas como esta. Hay más secretos, más mentiras y a nadie le importa quiénes pueden salir lastimados en el proceso — El buen samaritano — murmuro en cuanto pinta a su hermano como el pobre que ha condenado a otros a morir para que su familia se encuentre a salvo. Espero que la ironía no se me note tanto, pero hay cierto reproche en el modo que tengo de mirarla — Tu hermano se hizo abogado y político mucho antes que Magnar. ¿Las acciones no dicen mucho más que nuestras palabras? ¿Hasta dónde llegan sus principios, si sabía todo esto? — no solo los juegos, sino también un Black y todo lo que eso viene en el paquete — Tu padre es un caso aparte de demencia. Creo que nadie quiere darle nada mejor a nadie, a excepción de a sí mismos.
He hablado sin pensar y eso me vale un encogimiento de hombros como si así pudiese eliminarlo, incluso cuando creo que es lo más sensato — Podemos renunciar, buscar empleos más pequeños, una casa más pequeña. No necesitamos todo esto — los lujos, las chucherías, la vida de personas relacionadas a la élite del país — ¿Serás Phoebe Powell cuando todo se vaya a la mierda, de la mano del ministro que aprueba las leyes que torturan y persiguen niños? Somos mejores que esto, Phee. No quiero juzgar a tu familia, me agradan, pero tengo miedo de que su mierda nos salpique y arruine lo poco que tenemos — sé que la estoy cagando, pero creo que ya me he callado por mucho tiempo.
He hablado sin pensar y eso me vale un encogimiento de hombros como si así pudiese eliminarlo, incluso cuando creo que es lo más sensato — Podemos renunciar, buscar empleos más pequeños, una casa más pequeña. No necesitamos todo esto — los lujos, las chucherías, la vida de personas relacionadas a la élite del país — ¿Serás Phoebe Powell cuando todo se vaya a la mierda, de la mano del ministro que aprueba las leyes que torturan y persiguen niños? Somos mejores que esto, Phee. No quiero juzgar a tu familia, me agradan, pero tengo miedo de que su mierda nos salpique y arruine lo poco que tenemos — sé que la estoy cagando, pero creo que ya me he callado por mucho tiempo.
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Algo en su aspecto me dice que no es eso lo que realmente quiere decir, si lo dejo estar es porque dentro de lo que sale por su boca encuentro que no está muy lejos de lo que yo había pensado expresar si su contestación era otra. No tengo muy claro si es paciencia lo que está haciendo que no diga lo primero que se le pasa por la cabeza o que simplemente no quiere discutir conmigo, pero es igual. — Charles… — comienzo, bajando el tono de mi voz, a pesar de que no tengo mucho más que agregar cuando no está diciendo nada que pueda repatear como si fuera una mentira. Como tampoco soy capaz a inventarme algo que defienda la postura de mi hermano, me resigno a la cruda realidad del asunto. — ¿Y qué quieres que haga yo al respecto, exactamente? ¿Que le diga que todo en lo que cree es basura e injusto? ¿Crees que no le he hecho ya? Pero me valió no hablarnos durante semanas. Somos familia, Charlie, la única que me queda. — quizás es un poco egoísta por mi parte excusarme con eso, pero creo que se vale aunque solo sea porque no ha sido desde hace mucho que lo he descubierto. — No tiene que gustarte mi hermano, ni siquiera tenéis que estar en la misma habitación después de la boda, ¿de acuerdo? Si eso es lo que quieres. — lo cual, no voy a mentir, me dolería bastante, pero no puedo forzarle a que acepte a Hans como lo hago yo, aunque eso requiera hacer ojos ciegos a ciertos aspectos.
Como siento la necesidad de levantarme al soltar un bufido, lo hago sin descruzar los brazos de mi pecho, rodeando el sofá para terminar apoyándome sobre él con las manos, con el peso un poco hacia delante. — Buscar otros empleos… Será interesante recopilar nuestros antecedentes fuera del ministerio. Phoebe Powell: hija de terrorista nacional, hermana de quién ha firmado por nuevos juegos televisivos, cuya experiencia profesional va desde estafadora y mentirosa a tiempo completo hasta ladrona y, en ocasiones desesperadas, prostituta. Tremendo currículum. — dejo caer la cabeza hacia delante con pesadez, notando la ironía en mis palabras, además de la honestidad que no tenía pensado que volviera a afectar en nuestro presente. Soy consciente de las cosas que he dicho, algunas nuevas, otras no tanto, por eso tomo aire por la nariz con una tranquilidad que no siento para darme tiempo a regresar a lo que suelo ser. Elevo la cabeza y me aparto del sofá para dar unos pasos que cortan algo de distancia. — No necesitamos esto, tienes razón. — coincido, calmando el tono de mi voz en lo que me acerco un poco más. — ¿Pero de verdad crees que hará una diferencia el que renunciemos? ¿A dónde quieres ir, al siete, al nueve? Porque eso dará que hablar, no solo entre la gente, sino en el ministerio también. — el país entero está prácticamente en terreno peligroso, después de todos los disturbios, ¿cuál será la imagen que dará el que nos marchemos al epicentro de todos esos problemas? Si ya de por sí el presidente está esperando a que cometamos un error para tacharnos como revolucionarios como mi padre. De esa forma al menos tendría una excusa válida para fusilarnos.
Ya sé que somos mejores que esto, no necesito que me lo recuerde, ¿pero no lo hemos sido siempre? Incluso cuando vivíamos de basura lo éramos, y aun así aquí estamos. — Charlie, hay una cosa que creo que debes tener en mente a partir de ahora, y eso es que nunca voy a dejar de ser Phoebe Powell. No importa dónde viva, con quién esté o de qué lado esté, ¿entiendes? Da igual lo que yo haga, la gente seguirá juzgando por un apellido, por lo que hicieron otros, como está ocurriendo con ese chico, pero no puedo cambiar mi nombre, ¿verdad? — si no lo ha entendido ya después de todo lo que ha pasado en los últimos meses, la verdad es que no sé qué estamos haciendo. Cuando estoy lo suficientemente cerca, tomo su rostro con mis manos a pesar de que una de ellas desciende hasta su cuello, pero me aseguro de que me está mirando para lo siguiente. — Solo por eso su mierda es también mi mierda, aquí, en el capitolio, en el distrito once, o donde sea que vayamos a terminar cuando todo se acabe. Pero no puedo obligarte a aceptarla si lo que deseas es dejarlo todo y apartarte. Esa es tu decisión, y estás en todo derecho a tomarla. — al fin y al cabo, no puedo imponérselo como si eso no fuera a acumular rencor y odio con los años hasta que las cosas dejen de funcionar, y no es eso en lo que quiero pensar a semanas de nuestra boda.
Como siento la necesidad de levantarme al soltar un bufido, lo hago sin descruzar los brazos de mi pecho, rodeando el sofá para terminar apoyándome sobre él con las manos, con el peso un poco hacia delante. — Buscar otros empleos… Será interesante recopilar nuestros antecedentes fuera del ministerio. Phoebe Powell: hija de terrorista nacional, hermana de quién ha firmado por nuevos juegos televisivos, cuya experiencia profesional va desde estafadora y mentirosa a tiempo completo hasta ladrona y, en ocasiones desesperadas, prostituta. Tremendo currículum. — dejo caer la cabeza hacia delante con pesadez, notando la ironía en mis palabras, además de la honestidad que no tenía pensado que volviera a afectar en nuestro presente. Soy consciente de las cosas que he dicho, algunas nuevas, otras no tanto, por eso tomo aire por la nariz con una tranquilidad que no siento para darme tiempo a regresar a lo que suelo ser. Elevo la cabeza y me aparto del sofá para dar unos pasos que cortan algo de distancia. — No necesitamos esto, tienes razón. — coincido, calmando el tono de mi voz en lo que me acerco un poco más. — ¿Pero de verdad crees que hará una diferencia el que renunciemos? ¿A dónde quieres ir, al siete, al nueve? Porque eso dará que hablar, no solo entre la gente, sino en el ministerio también. — el país entero está prácticamente en terreno peligroso, después de todos los disturbios, ¿cuál será la imagen que dará el que nos marchemos al epicentro de todos esos problemas? Si ya de por sí el presidente está esperando a que cometamos un error para tacharnos como revolucionarios como mi padre. De esa forma al menos tendría una excusa válida para fusilarnos.
Ya sé que somos mejores que esto, no necesito que me lo recuerde, ¿pero no lo hemos sido siempre? Incluso cuando vivíamos de basura lo éramos, y aun así aquí estamos. — Charlie, hay una cosa que creo que debes tener en mente a partir de ahora, y eso es que nunca voy a dejar de ser Phoebe Powell. No importa dónde viva, con quién esté o de qué lado esté, ¿entiendes? Da igual lo que yo haga, la gente seguirá juzgando por un apellido, por lo que hicieron otros, como está ocurriendo con ese chico, pero no puedo cambiar mi nombre, ¿verdad? — si no lo ha entendido ya después de todo lo que ha pasado en los últimos meses, la verdad es que no sé qué estamos haciendo. Cuando estoy lo suficientemente cerca, tomo su rostro con mis manos a pesar de que una de ellas desciende hasta su cuello, pero me aseguro de que me está mirando para lo siguiente. — Solo por eso su mierda es también mi mierda, aquí, en el capitolio, en el distrito once, o donde sea que vayamos a terminar cuando todo se acabe. Pero no puedo obligarte a aceptarla si lo que deseas es dejarlo todo y apartarte. Esa es tu decisión, y estás en todo derecho a tomarla. — al fin y al cabo, no puedo imponérselo como si eso no fuera a acumular rencor y odio con los años hasta que las cosas dejen de funcionar, y no es eso en lo que quiero pensar a semanas de nuestra boda.
Tengo que hacer un esfuerzo descomunal para no poner los ojos en blanco ni mostrarme como el irrespetuoso irritado que sé que soy — No quiero desaparecerme de tu familia, Phoebe. Lo que quiero es que dejen de meterse en problemas turbios que parecen no tener solución y de hacerme dudar de su moral — porque si a ella le preocupa lo que puede llegar a ser su hermano, a mí también me afecta de manera casi directa. Se supone que estamos formando una familia, los lazos se terminarán de afianzar cuando firmemos los papeles, lo que el ministro haga acabará afectando de alguna manera u otra mi vida. ¿Y qué voy a hacer yo? ¿Esperar a que la cague? ¿A que nos maten a todos una horda de ciudadanos enfurecidos?
— No empieces a jugar a la víctima, Phee — no quiero acusarla de dramática, que sé que no la ha tenido fácil, pero no soporto ver que viva poniéndose el mundo sobre los hombros creyendo que no tiene alternativas — Tienes más en ti de lo que crees y las personas no son tan terribles como piensas, al menos no todas. No hay peor cruz que la que tú misma te colocas — alguna vez va a tener que aprenderlo. Sé que renunciar no es una opción sencilla, conozco los riesgos, pero aún así… — ¿Vas a pasar el resto de tu vida cuidándote de lo que digan los demás? Mientras que no les demos motivos, no pueden hacernos daño. ¿O ahora vas a decirme que justamente tú no puedes conseguir un buen abogado en caso de que quieran echarnos cargos falsos? ¡Solo somos ciudadanos promedio! — mientras no nos metamos dentro de disturbios y paguemos nuestros impuestos, nadie puede ponernos las manos encima.
Tengo que obligarme a mirarla en cuanto reclama mi atención con el tacto, sé que no va a dejarlo ir así como así y que posiblemente todo lo que le he dicho sea en vano. Conozco a Phoebe, tiene la mala suerte de ser una buena persona cuya vida ha estado repleta de malas experiencias — No, pero este chico tomó su nombre y decidió usarlo como él quiere — le reprocho, a pesar de que bajo el tono de mi voz. Pongo una mano sobre la que ha colocado en mi cuello, sintiendo su calor — Cuando decidí casarme contigo, sabía que no sería sencillo. No voy a dejarte por tu pasado, pero no quiero que tú te pierdas por eso mismo. ¿Acaso no te cansas de mirar hacia atrás? Si queremos hacer esto, si lo que deseamos es un futuro mejor, tenemos que mirar hacia adelante. Allí es donde encontraremos lo que valga la pena — porque entre el olor a basura del ministerio y los malos recuerdos, no existe ningún camino que quiera recorrer.
— No empieces a jugar a la víctima, Phee — no quiero acusarla de dramática, que sé que no la ha tenido fácil, pero no soporto ver que viva poniéndose el mundo sobre los hombros creyendo que no tiene alternativas — Tienes más en ti de lo que crees y las personas no son tan terribles como piensas, al menos no todas. No hay peor cruz que la que tú misma te colocas — alguna vez va a tener que aprenderlo. Sé que renunciar no es una opción sencilla, conozco los riesgos, pero aún así… — ¿Vas a pasar el resto de tu vida cuidándote de lo que digan los demás? Mientras que no les demos motivos, no pueden hacernos daño. ¿O ahora vas a decirme que justamente tú no puedes conseguir un buen abogado en caso de que quieran echarnos cargos falsos? ¡Solo somos ciudadanos promedio! — mientras no nos metamos dentro de disturbios y paguemos nuestros impuestos, nadie puede ponernos las manos encima.
Tengo que obligarme a mirarla en cuanto reclama mi atención con el tacto, sé que no va a dejarlo ir así como así y que posiblemente todo lo que le he dicho sea en vano. Conozco a Phoebe, tiene la mala suerte de ser una buena persona cuya vida ha estado repleta de malas experiencias — No, pero este chico tomó su nombre y decidió usarlo como él quiere — le reprocho, a pesar de que bajo el tono de mi voz. Pongo una mano sobre la que ha colocado en mi cuello, sintiendo su calor — Cuando decidí casarme contigo, sabía que no sería sencillo. No voy a dejarte por tu pasado, pero no quiero que tú te pierdas por eso mismo. ¿Acaso no te cansas de mirar hacia atrás? Si queremos hacer esto, si lo que deseamos es un futuro mejor, tenemos que mirar hacia adelante. Allí es donde encontraremos lo que valga la pena — porque entre el olor a basura del ministerio y los malos recuerdos, no existe ningún camino que quiera recorrer.
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Que lo pinte tan sencillo me hace mover las en cejas en un meneo de cabeza, preferible antes que el bufido que apunto estuve de soltar en su lugar. Como no tengo ni idea de a lo que se refiere con eso que dice, elevo la voz para que se escuche mi aclaración. — No estoy jugando a nada, estoy siendo realista, no tengo en mí nada que no haya tenido un año atrás, la diferencia es que ahora tengo un nombre que reclamar, y no precisamente uno que me favorece como las cosas terminen mal. — que no puede decir que es mentira porque él estaría exactamente en la misma situación de llevar el nombre de su madre. No pretende ser un reproche, ni siquiera lo pongo en palabras por ese mismo motivo, pero sí me atrevo a mirarle con algo de obviedad en los ojos. — ¡Pues claro que no! Pero… — exclamo casi al instante en una defensa que pronto se apaga cuando me doy cuenta de que, en cierto modo, tiene razón. ¿Desde cuándo me importó tanto lo que piensen los demás que me olvidé de vivir como yo quiero? — A ti, a mí, no pueden hacernos daño a nosotros, ¿qué hay del resto? No es que quiera pasarme el resto de mi vida preocupada de lo que los demás piensen, pero ahora no estamos solo tú y yo en el cuadro, tenemos una familia que incluye a mi hermano, y si él va a cometer estos errores estúpidos, yo estoy obligada a recoger su mierda, de la mínima forma que pueda, porque sus acciones no son algo que yo pueda controlar, pero sigue siendo mi hermano. — resumo, como si con eso todo fuera válido, ni siquiera me replanteo que puede no serlo cuando termino de hablar.
Como no sé si ha entendido mi punto, tomo un poco de aire para rebajar el tono de mi voz, que me lleva a relajar también la tensión en mis hombros. Cuando hablo, una vez he pasado saliva, se me escucha bastante calma en comparación con hace unos minutos. — ¿Crees que yo no tengo miedo? Estoy aterrorizada, en todo el sentido de la palabra, Charlie. Tengo miedo de que llegue el día en que tengamos que elegir de qué bando estar, cuando ahora mismo tenemos escondido un esclavo en nuestra casa y al otro lado de la puerta somos ciudadanos promedio que apoyan un régimen que es basura. — de nada sirve ya tratar de ponerlo de otra forma, Magnar mismo se lo ha buscado con su política. — Estoy tan asustada que no quiero hacer nada que pueda repercutir en que mi familia se lleve otra estocada por parte del pueblo, incluso cuando sé que yo no cuento, que lo que cuenta es eso que hace mi hermano en el calor de un despacho. — que no ha visto otra cosa desde que tiene veinte años, lo que me lleva a soltar un suspiro que libera algo mis pulmones, pero no lo suficiente. — No quiero que mi familia acabe perjudicada, y últimamente parece que es lo único que merece.
Muevo mis dedos de forma que puedo rodear su mano, aunque apenas despego la mirada de sus ojos. — ¿Es eso lo que quieres? ¿Que tome mi nombre y lo use como yo quiera? — no es una pregunta que vaya con intención de que responda, pero dado que esta noche parece que está diciendo todo lo que no ha dicho en meses, podría esperar que lo hiciera. Es la ironía la que se pinta en mis labios cuando pregunta si no me canso de mirar atrás, justo lo que necesito para dejar de mirarle y recorrer la habitación con mis ojos en un movimiento rápido. — Estoy cansada, pues claro que lo estoy, siento que desde que salí del once todo lo que he hecho ha sido toparme con el pasado llamando a la puerta, literalmente, una vez detrás de otra. — explico, a pesar de que no esperaba que hiciera falta, que si me pongo a contar la cantidad de veces que he abierto la puerta para encontrarme con un rostro conocido estaría falta de dedos. Todo era mucho más fácil cuando no había nadie que me reclamara por este nombre, pero es obvio que no puedo volver a eso ahora. Me llevo su mano a los labios para besar sus nudillos cuando nos invade el silencio, más estoy segura de que en algún momento también asiento con la cabeza cuando dejo caer su mano. — Renunciaremos, ¿de acuerdo? — porque ya que va a cargar conmigo y todo lo que eso conlleva, al menos voy a darle eso.
Como no sé si ha entendido mi punto, tomo un poco de aire para rebajar el tono de mi voz, que me lleva a relajar también la tensión en mis hombros. Cuando hablo, una vez he pasado saliva, se me escucha bastante calma en comparación con hace unos minutos. — ¿Crees que yo no tengo miedo? Estoy aterrorizada, en todo el sentido de la palabra, Charlie. Tengo miedo de que llegue el día en que tengamos que elegir de qué bando estar, cuando ahora mismo tenemos escondido un esclavo en nuestra casa y al otro lado de la puerta somos ciudadanos promedio que apoyan un régimen que es basura. — de nada sirve ya tratar de ponerlo de otra forma, Magnar mismo se lo ha buscado con su política. — Estoy tan asustada que no quiero hacer nada que pueda repercutir en que mi familia se lleve otra estocada por parte del pueblo, incluso cuando sé que yo no cuento, que lo que cuenta es eso que hace mi hermano en el calor de un despacho. — que no ha visto otra cosa desde que tiene veinte años, lo que me lleva a soltar un suspiro que libera algo mis pulmones, pero no lo suficiente. — No quiero que mi familia acabe perjudicada, y últimamente parece que es lo único que merece.
Muevo mis dedos de forma que puedo rodear su mano, aunque apenas despego la mirada de sus ojos. — ¿Es eso lo que quieres? ¿Que tome mi nombre y lo use como yo quiera? — no es una pregunta que vaya con intención de que responda, pero dado que esta noche parece que está diciendo todo lo que no ha dicho en meses, podría esperar que lo hiciera. Es la ironía la que se pinta en mis labios cuando pregunta si no me canso de mirar atrás, justo lo que necesito para dejar de mirarle y recorrer la habitación con mis ojos en un movimiento rápido. — Estoy cansada, pues claro que lo estoy, siento que desde que salí del once todo lo que he hecho ha sido toparme con el pasado llamando a la puerta, literalmente, una vez detrás de otra. — explico, a pesar de que no esperaba que hiciera falta, que si me pongo a contar la cantidad de veces que he abierto la puerta para encontrarme con un rostro conocido estaría falta de dedos. Todo era mucho más fácil cuando no había nadie que me reclamara por este nombre, pero es obvio que no puedo volver a eso ahora. Me llevo su mano a los labios para besar sus nudillos cuando nos invade el silencio, más estoy segura de que en algún momento también asiento con la cabeza cuando dejo caer su mano. — Renunciaremos, ¿de acuerdo? — porque ya que va a cargar conmigo y todo lo que eso conlleva, al menos voy a darle eso.
— Pues yo creo que tu hermano está bien grandecito como para que tú tengas que limpiar su mierda. Podemos ser un apoyo, pero hay cosas que serán demasiado pesadas para nuestras manos, Phee. No somos nadie — el gobierno de NeoPanem siempre ha tenido la sucia manía de colocarse por encima de los mortales, eso los vuelve intocables en el mayor de los casos y sus problemas tienden a ser crisis de nivel nacional. ¿Nosotros tenemos la culpa? Pues no. ¿Podemos solucionarlo? Tampoco. No voy a dejar que mi mujer o yo mismo carguemos con eso, voy a proteger a quien viva bajo mi techo y, si mi cuñado necesita ayuda con sus hijas, no tendré problema en prestar una mano. Pero no iré corriendo detrás de él para sostenerle la cabeza mientras llene un cubo de su vómito, eso sí que no. No cuando lo que vomita son creencias que a mí no me representan y que ahora mismo nos ponen a todos en juego.
¿Elegir? La miro como si no hubiese estado prestando atención al detalle más importante — Tú escogiste un bando cuando te hiciste amiga de un muggle y decidiste que esconderlo es la mejor opción. Lo elegiste cuando no regresaste al sur de NeoPanem siendo ya una adulta capaz de decidir qué camino seguir, porque eras una bruja mestiza, hubieses tenido cierta oportunidad. Lo que sucede es que no te atreves a aceptarlo porque no quieres sumarle una mancha más al tigre — mis manos son demasiado grandes para sus delgados brazos, pero aún así los acaricio con cuidado — Podemos decirle a Lara que venga con las niñas unos días si necesitan alejarse del caos de todo lo relacionado con lo ministerial. Aunque con Andrew en casa eso sería complicado — no porque no confíe en ellas, sino porque no voy a sumarles ese problema si en su ignorancia están seguras.
— Solo quiero que seas tú, que respondas por ti misma, que dejes de vivir a la sombra de tu familia. Ni tu padre ni tu hermano te definen — intento suavizar mi voz, mis dedos se sienten flojos cuando permito que ella los bese sin intenciones de apartarme — No tenemos que irnos del cuatro, pero sí quizá encontrar una casa más pequeña. Tal vez podremos tantear el terreno, usar los próximos meses para ahorrar y ya luego presentar la renuncia. Las cosas se pondrán feas y no quiero que tú seas castigada por tu apellido. Y si quieres conocer mejor a tu hermano, dile la verdad. Dile todo lo que piensas. Y si te juzga por ello, sin darte la importancia que tú le das a él, te dirá por sí mismo la clase de persona que es — que, espero, me cierre la boca y demuestre más entereza que los otros ministros. Mi madre incluida.
¿Elegir? La miro como si no hubiese estado prestando atención al detalle más importante — Tú escogiste un bando cuando te hiciste amiga de un muggle y decidiste que esconderlo es la mejor opción. Lo elegiste cuando no regresaste al sur de NeoPanem siendo ya una adulta capaz de decidir qué camino seguir, porque eras una bruja mestiza, hubieses tenido cierta oportunidad. Lo que sucede es que no te atreves a aceptarlo porque no quieres sumarle una mancha más al tigre — mis manos son demasiado grandes para sus delgados brazos, pero aún así los acaricio con cuidado — Podemos decirle a Lara que venga con las niñas unos días si necesitan alejarse del caos de todo lo relacionado con lo ministerial. Aunque con Andrew en casa eso sería complicado — no porque no confíe en ellas, sino porque no voy a sumarles ese problema si en su ignorancia están seguras.
— Solo quiero que seas tú, que respondas por ti misma, que dejes de vivir a la sombra de tu familia. Ni tu padre ni tu hermano te definen — intento suavizar mi voz, mis dedos se sienten flojos cuando permito que ella los bese sin intenciones de apartarme — No tenemos que irnos del cuatro, pero sí quizá encontrar una casa más pequeña. Tal vez podremos tantear el terreno, usar los próximos meses para ahorrar y ya luego presentar la renuncia. Las cosas se pondrán feas y no quiero que tú seas castigada por tu apellido. Y si quieres conocer mejor a tu hermano, dile la verdad. Dile todo lo que piensas. Y si te juzga por ello, sin darte la importancia que tú le das a él, te dirá por sí mismo la clase de persona que es — que, espero, me cierre la boca y demuestre más entereza que los otros ministros. Mi madre incluida.
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Hago una mueca por como lo pone en palabras, a pesar de que en ningún momento se lo discuto. No somos nadie, tengo que pasar saliva porque de repente eso se siente como una verdad indiscutible a la que le pongo mi sello cuando no soy capaz de decir nada al respecto. No me queda otra que darle la razón por medio del silencio, porque cada vez me queda más claro que no soy quién para decirle a mi hermano como debe actuar, ni siquiera puedo prever sus acciones como me gustaría pensar. Eso me da más miedo todavía que el hecho de creer no conocerlo. Lo que sucede es que no quiero aceptar que somos personas tan diferentes, cuando venimos del mismo sitio. Casi me dan ganas de decirle que baje la voz, hasta llego a susurrar con mi lengua muy bajo, como si no estuviera segura de que las paredes no están escuchando. — Exacto, pero todo eso no debe salir de aquí, de entre nosotros, tú sabes tan bien como yo que esa información no nos beneficia en ningún sentido ahora mismo, y tampoco importa, porque por ese entonces estaba sola, Charlie, sola, solo estaba pensando en mí misma. No puedo hacer eso ahora, ¿puedo? Y precisamente por eso tengo miedo de que todo se vaya a la mierda, porque sé lo diferentes que podemos llegar a ser. — me asusta más eso que el hecho de que esté escondiendo a un esclavo en mi casa.
Sacudo la cabeza, es un meneo suave que me hace bajar la mirada, desechando su idea al instante. Me rasco la frente en un gesto nervioso, juntando después mis cejas con mis dedos para después soltarlas de inmediato. — No creo que eso sea una buena idea, quizás… solo en caso de que no tengan otra opción. Pero Andrew se queda, no sé hasta cuando, intentaré… trataré de conseguir unos papeles falsos o… Aun tenemos amigos en el norte, o eso quiero pensar, me ayudarán si hay dinero de por medio. — del cual no tenemos mucho, pero es la mejor baza que tengo ahora que la gente no se conforma con simples lecturas como en los viejos tiempos. Tampoco considero que sea el mejor plan de todos, teniendo en cuenta que el norte no es el lugar más seguro de todos en estos momentos, pero es mucha mejor opción que el tener a Andrew en casa de forma indefinida.
Le miro desde abajo, despegando la barbilla de mi cuello y tratando de borrar la expresión compungida de mi rostro al menos por un minuto. Inconscientemente asiento con la cabeza, sé que no he sido la misma desde que mi vida dio un giro de trescientos sesenta grados, como dije todo era mucho más fácil cuando solo teníamos que ser nosotros en una habitación de tres metros cuadrados. — Lo sé, es solo que… siento que todo esto me queda demasiado grande a veces. No tú, todo lo demás, y sé que ha pasado tiempo, lo sé, ya debería estar acostumbrada por ahora, pero… no lo sé, es como que no sé qué versión de mí misma tengo que ser. — aclaro, aunque no creo que me haya explicado con la suficiente claridad. Sigo asintiendo repetidamente con la cabeza ante lo que dice, todo parece tener más sentido cuando es él quién lo pone en palabras, y, nuevamente, siento que por mi parte no estoy siendo más que un desastre estorboso. Ladeo un poco la cabeza hacia un lado, desviando la mirada y mordiéndome el labio inferior, como si estuviera planteándome el efecto que podría tener toda la verdad en nuestras vidas. — ¿Cómo puedo decirle la verdad? ¿Cuando acaban de anunciar unos juegos para muggles y traidores y, según las leyes de este país, yo entro dentro de la última categoría? — que nunca me he considerado rebelde, en ningún sentido, siempre he tratado de alejarme de esas movidas, y, sin embargo, aquí estoy, refugiando a un muggle en el sótano de mi casa.
Sacudo la cabeza, es un meneo suave que me hace bajar la mirada, desechando su idea al instante. Me rasco la frente en un gesto nervioso, juntando después mis cejas con mis dedos para después soltarlas de inmediato. — No creo que eso sea una buena idea, quizás… solo en caso de que no tengan otra opción. Pero Andrew se queda, no sé hasta cuando, intentaré… trataré de conseguir unos papeles falsos o… Aun tenemos amigos en el norte, o eso quiero pensar, me ayudarán si hay dinero de por medio. — del cual no tenemos mucho, pero es la mejor baza que tengo ahora que la gente no se conforma con simples lecturas como en los viejos tiempos. Tampoco considero que sea el mejor plan de todos, teniendo en cuenta que el norte no es el lugar más seguro de todos en estos momentos, pero es mucha mejor opción que el tener a Andrew en casa de forma indefinida.
Le miro desde abajo, despegando la barbilla de mi cuello y tratando de borrar la expresión compungida de mi rostro al menos por un minuto. Inconscientemente asiento con la cabeza, sé que no he sido la misma desde que mi vida dio un giro de trescientos sesenta grados, como dije todo era mucho más fácil cuando solo teníamos que ser nosotros en una habitación de tres metros cuadrados. — Lo sé, es solo que… siento que todo esto me queda demasiado grande a veces. No tú, todo lo demás, y sé que ha pasado tiempo, lo sé, ya debería estar acostumbrada por ahora, pero… no lo sé, es como que no sé qué versión de mí misma tengo que ser. — aclaro, aunque no creo que me haya explicado con la suficiente claridad. Sigo asintiendo repetidamente con la cabeza ante lo que dice, todo parece tener más sentido cuando es él quién lo pone en palabras, y, nuevamente, siento que por mi parte no estoy siendo más que un desastre estorboso. Ladeo un poco la cabeza hacia un lado, desviando la mirada y mordiéndome el labio inferior, como si estuviera planteándome el efecto que podría tener toda la verdad en nuestras vidas. — ¿Cómo puedo decirle la verdad? ¿Cuando acaban de anunciar unos juegos para muggles y traidores y, según las leyes de este país, yo entro dentro de la última categoría? — que nunca me he considerado rebelde, en ningún sentido, siempre he tratado de alejarme de esas movidas, y, sin embargo, aquí estoy, refugiando a un muggle en el sótano de mi casa.
— ¿No hay alguna manera de conseguir que sea nuestro esclavo de manera legal? No necesita servirnos, solo tener la documentación. Estoy seguro de que había alguna mafia turbia en el norte que realizaba ese tipo de empleos — tenía entendido que era demasiado popular entre las personas que tenían muggles para ocultar, lo cual siempre fue un problema desde que Jamie Niniadis llegó al poder. Como ella dice, hay cientos de personas que se venderían por un poco de dinero, pero no sería seguro si lo hiciera ella — Puedo hacer el viaje. A mí nadie me tiene tan fichado como a ti — no puede negarse, es incluso lógico.
Tengo que tomar algo de aire, lo largo con tanta fuerza que le despeino algunos mechones de su cabeza. Jamás he sido la persona más paciente del mundo, con Phoebe me he esforzado en hacer una enorme excepción. Sé que nada de esto es su culpa, puedo comprender lo que es el abandono porque lo he sufrido en carne propia y nadie que tenga que sobrevivir en el norte la ha tenido fácil — Solo sé tú misma. ¿Por qué tendrías que seguir eligiendo caretas? No te digo que vayas gritando por la calle que Magnar Aminoff es un psicópata, pero tampoco puedes andar mintiendo entre las personas que se supone que deben ser de confianza — ¿Es tan malo? ¿Solo yo veo mi relación con mis hermanos de una manera totalmente opuesta a lo que es la de los Powell? Y sí, sé que ninguno de ellos está ligado puramente con la política, pero no se puede ser una familia si no existe confianza.
Aprieto con algo de fuerza su mano, no sé si para remarcarle mi apoyo o si solo busco que me preste toda la atención que posee — Si vale la pena, guardará el secreto. No conozco mucho a Hans, pero hasta ahora ha demostrado que le importan los suyos y dudo mucho que te entregue. ¿Pero esto es lo que quieres? ¿Vivir rodeada de secretos hasta que exploten? ¿Pretender que no te duele? Tienes que aprender a decir “basta” cuando las cosas te sobrepasan y creo que te debes el ser amable contigo misma, de una buena vez. ¿Puedes siquiera intentarlo?
Tengo que tomar algo de aire, lo largo con tanta fuerza que le despeino algunos mechones de su cabeza. Jamás he sido la persona más paciente del mundo, con Phoebe me he esforzado en hacer una enorme excepción. Sé que nada de esto es su culpa, puedo comprender lo que es el abandono porque lo he sufrido en carne propia y nadie que tenga que sobrevivir en el norte la ha tenido fácil — Solo sé tú misma. ¿Por qué tendrías que seguir eligiendo caretas? No te digo que vayas gritando por la calle que Magnar Aminoff es un psicópata, pero tampoco puedes andar mintiendo entre las personas que se supone que deben ser de confianza — ¿Es tan malo? ¿Solo yo veo mi relación con mis hermanos de una manera totalmente opuesta a lo que es la de los Powell? Y sí, sé que ninguno de ellos está ligado puramente con la política, pero no se puede ser una familia si no existe confianza.
Aprieto con algo de fuerza su mano, no sé si para remarcarle mi apoyo o si solo busco que me preste toda la atención que posee — Si vale la pena, guardará el secreto. No conozco mucho a Hans, pero hasta ahora ha demostrado que le importan los suyos y dudo mucho que te entregue. ¿Pero esto es lo que quieres? ¿Vivir rodeada de secretos hasta que exploten? ¿Pretender que no te duele? Tienes que aprender a decir “basta” cuando las cosas te sobrepasan y creo que te debes el ser amable contigo misma, de una buena vez. ¿Puedes siquiera intentarlo?
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El que cabecee mi cabeza hacia un lado es señal de que estoy tratando de valorar su idea desde un punto de vista legal, pero nada que incluya hacer tratos con mafias del norte suena muy constitucional. Por no mencionar que hay otra parte de ese plan que no coincide con lo esencial de todo esto. — Eso nos ligaría a él de todas las maneras posibles, y eso no es lo que él quiere, solo necesita un pase, al norte, allá donde no lo encuentren. Si conseguimos unos papeles que lo documenten como nuestro esclavo el problema se volverá todavía más grande cuando se enteren de que ese muggle ya no está aquí. — me muerdo el labio inferior, pensativa en mis palabras de forma que aun estoy dándoles vueltas para sacar alguna otra opción. Creo recordar que Andrew mencionó que quería ver a su hermana, pero eso es un paso que no estoy segura de querer tomar porque ella reside en la isla ministerial. Me alejo de mis pensamientos cuando lo que llega a mis oídos me hace elevar la barbilla y mirada hacia él. — ¿Qué? De ninguna manera, yo nos he metido en este lío, yo misma saldré de él, no voy a arriesgar que algo salga mal y tú pagues las consecuencias. Hasta que no te cases conmigo mis problemas seguirán siendo mis problemas, ¿de acuerdo? — lo cual, en cierto modo, no es mucha verdad porque soy consciente de que ha cargado con varias de mis meteduras de pata, pero esas han sido inconscientes y no pretendo que tome estos riesgos solo porque sí, cuando la principal razón de que estemos en este embrollo soy yo.
Reconozco cuando está empezando a perder la paciencia, me callo solo por ese motivo y tan solo le dedico un vistazo a la par que muevo mis cejas como si con eso pudiera expresar todo lo que pienso. Ser uno mismo nunca ha sido tan fácil, no cuando literalmente el mundo está esperando a que cometas un error, que a veces hasta dudo en las ocasiones en las que se supone que estamos entre amigos lo que puedo decir y lo que no. Mi hermano entra dentro de esa categoría, incluso cuando me ha demostrado y dicho un montón de veces que no debo poner límites en lo que a nuestra confianza se refiere. — Supongo… pero es difícil saber como va a reaccionar. — me encojo de hombros en resumen, no quiero tener que estar dos meses sin hablarme con mi hermano porque tiene que hacerse a la idea de que su hermana no sigue las normas que él mismo se encarga de imponer. — No entiendo como funciona este mundo, si personas que lo han tenido todo no son capaces de compartir con el desafortunado, y luego gente como tú, o como yo, míranos, estamos dispuestos a refugiar a uno de ellos. — cuántas personas como nosotros habrá en el norte que no han tenido la suerte de tener un familiar dentro de la élite del país que les salve el pellejo, que ni siquiera los más ricos quieren hacer un esfuerzo por mejorar su situación. — Es injusto. — me quejo, suena casi como lo haría una niña que se molesta porque su hermano le ha robado la mitad de la chocolatina, pero es mucho más que eso.
El apretón de mi mano es fuerte para lo delgado de mis dedos, me hace centrar mi distraída atención en lo que dice, cuando mi primer instinto es reclamar que sí soy amable conmigo misma. — No, eso no es lo que quiero, yo nunca he deseado… — empiezo, cerrando los ojos por unos segundos hasta que hago un esfuerzo enorme por dejar las cosas claras. Soy algo más delicada cuando vuelvo a tomar su rostro con mis manos, acariciando el borde de su mandíbula con mis pulgares. — No quiero nada de eso. Quiero casarme contigo, quiero que seas tú quién me quite el vestido la noche de nuestra boda, quiero despertarme a tu lado todos los días de mi vida hasta que alguien decida que es mi fin, incluso cuando me quejo de que das demasiado calor en verano, pero tampoco deseo que te apartes porque soy algo hipócrita. — no sé en qué momento esto se volvió un discurso, pero por la tontería solo me sale sonreír nerviosamente, pegándome un poco más a su cuerpo para sentir su calor, ese del que tanto pongo pega aunque solo sea por quejarme de algo. — Quiero quejarme de esas tonterías, no quiero tener que preocuparme por otras cosas mayores, solo deseo una vida tranquila lejos de todo eso, contigo, con mi familia. — no pensaba que fuera tanto pedir, pero al parecer sí lo es en el mundo donde vivimos. — No quiero tener que guardar secretos. — mi madre vivió guardando uno toda su vida, de eso aprendí que los secretos matan.
Reconozco cuando está empezando a perder la paciencia, me callo solo por ese motivo y tan solo le dedico un vistazo a la par que muevo mis cejas como si con eso pudiera expresar todo lo que pienso. Ser uno mismo nunca ha sido tan fácil, no cuando literalmente el mundo está esperando a que cometas un error, que a veces hasta dudo en las ocasiones en las que se supone que estamos entre amigos lo que puedo decir y lo que no. Mi hermano entra dentro de esa categoría, incluso cuando me ha demostrado y dicho un montón de veces que no debo poner límites en lo que a nuestra confianza se refiere. — Supongo… pero es difícil saber como va a reaccionar. — me encojo de hombros en resumen, no quiero tener que estar dos meses sin hablarme con mi hermano porque tiene que hacerse a la idea de que su hermana no sigue las normas que él mismo se encarga de imponer. — No entiendo como funciona este mundo, si personas que lo han tenido todo no son capaces de compartir con el desafortunado, y luego gente como tú, o como yo, míranos, estamos dispuestos a refugiar a uno de ellos. — cuántas personas como nosotros habrá en el norte que no han tenido la suerte de tener un familiar dentro de la élite del país que les salve el pellejo, que ni siquiera los más ricos quieren hacer un esfuerzo por mejorar su situación. — Es injusto. — me quejo, suena casi como lo haría una niña que se molesta porque su hermano le ha robado la mitad de la chocolatina, pero es mucho más que eso.
El apretón de mi mano es fuerte para lo delgado de mis dedos, me hace centrar mi distraída atención en lo que dice, cuando mi primer instinto es reclamar que sí soy amable conmigo misma. — No, eso no es lo que quiero, yo nunca he deseado… — empiezo, cerrando los ojos por unos segundos hasta que hago un esfuerzo enorme por dejar las cosas claras. Soy algo más delicada cuando vuelvo a tomar su rostro con mis manos, acariciando el borde de su mandíbula con mis pulgares. — No quiero nada de eso. Quiero casarme contigo, quiero que seas tú quién me quite el vestido la noche de nuestra boda, quiero despertarme a tu lado todos los días de mi vida hasta que alguien decida que es mi fin, incluso cuando me quejo de que das demasiado calor en verano, pero tampoco deseo que te apartes porque soy algo hipócrita. — no sé en qué momento esto se volvió un discurso, pero por la tontería solo me sale sonreír nerviosamente, pegándome un poco más a su cuerpo para sentir su calor, ese del que tanto pongo pega aunque solo sea por quejarme de algo. — Quiero quejarme de esas tonterías, no quiero tener que preocuparme por otras cosas mayores, solo deseo una vida tranquila lejos de todo eso, contigo, con mi familia. — no pensaba que fuera tanto pedir, pero al parecer sí lo es en el mundo donde vivimos. — No quiero tener que guardar secretos. — mi madre vivió guardando uno toda su vida, de eso aprendí que los secretos matan.
No sé por qué me sorprende su negativa, si conozco bien a Phoebe jamás hubiera aceptado que yo haga su trabajo sucio. Ruedo los ojos pero no digo nada, creo que ella es quien me conoce lo suficiente como para saber que no voy a dejarlo aquí. ¿Quién es para prohibirme algún viaje al norte para ponerme al tanto con algunos viejos amigos, de todos modos? No es como que tenga que enterarse, así que de momento puede pretender que tiene la última palabra — Con mucho dramatismo, eso te lo aseguro — intentar hacer una broma sobre las reacciones de mi cuñado no se siente tan mal, incluso cuando los ánimos se encuentran por los suelos — ¿Desde cuándo NeoPanem ha sido justo? No ha existido un solo líder que haya dado el ejemplo. Por favor, ni siquiera creo que pueda confiar en un niño — lo que me lleva a una duda — ¿Qué es lo que opinas de todo lo que ha dicho Black? — porque dependiendo de ello, veremos que tan jodida está.
No me quejo de su agarre, solo mantengo mi vista firme en sus ojos enormes, esos a los cuales me acerco en respuesta a sus caricias. Mis brazos la rodean todo lo delgada que es, seguro de que podemos apegarnos como lo hicimos en tiempos más fríos y menos preocupantes, en los cuales nuestras charlas eran en espacios reducidos y sucios que carecían de comodidades y, de todos modos, nos teníamos el uno al otro. Le sonrío a pesar del cansancio del resto de mi expresión, me acerco lo suficiente como para dejar un beso en la punta de su nariz de duende — Si quieres felicidad, debes empezar por ser feliz tú misma. ¿Cuándo fue la última vez que no te vi arrugando la cara por alguna noticia? ¿Cuándo dejaste que todo lo que pasa a tu alrededor te consuma? Phee, eres mucho más que eso y puedes tener todo lo que quieres. Pero… solo hazlo — porque si ella no lo hace, nadie lo va a hacer en su lugar.
Mis dedos se enroscan en su espalda baja, uniendo mis manos para sostenerla con mayor firmeza — ¿Qué piensas hacer, entonces? ¿Cómo sanarás todo lo que quieres dejar atrás? — pregunto, es un susurro que guarda complicidad entre ambos cuando apoyo mi frente contra la suya — Estoy aquí para acompañarte en ese camino y lo estaré por el tiempo que me quieras a tu lado, pero no puedo dejar que te apagues y espero que entiendas eso. Y si alguien te dice algo contra quien eres… bueno, estoy dispuesto a darles un puñetazo en la cara. Ya tengo experiencia en eso — me río por lo bajo, moviendo mis cejas como si fuese una sugerencia tentadora. Que en el ministerio hay varios que se lo merecen, pero no por eso voy a dejar de contenerme.
No me quejo de su agarre, solo mantengo mi vista firme en sus ojos enormes, esos a los cuales me acerco en respuesta a sus caricias. Mis brazos la rodean todo lo delgada que es, seguro de que podemos apegarnos como lo hicimos en tiempos más fríos y menos preocupantes, en los cuales nuestras charlas eran en espacios reducidos y sucios que carecían de comodidades y, de todos modos, nos teníamos el uno al otro. Le sonrío a pesar del cansancio del resto de mi expresión, me acerco lo suficiente como para dejar un beso en la punta de su nariz de duende — Si quieres felicidad, debes empezar por ser feliz tú misma. ¿Cuándo fue la última vez que no te vi arrugando la cara por alguna noticia? ¿Cuándo dejaste que todo lo que pasa a tu alrededor te consuma? Phee, eres mucho más que eso y puedes tener todo lo que quieres. Pero… solo hazlo — porque si ella no lo hace, nadie lo va a hacer en su lugar.
Mis dedos se enroscan en su espalda baja, uniendo mis manos para sostenerla con mayor firmeza — ¿Qué piensas hacer, entonces? ¿Cómo sanarás todo lo que quieres dejar atrás? — pregunto, es un susurro que guarda complicidad entre ambos cuando apoyo mi frente contra la suya — Estoy aquí para acompañarte en ese camino y lo estaré por el tiempo que me quieras a tu lado, pero no puedo dejar que te apagues y espero que entiendas eso. Y si alguien te dice algo contra quien eres… bueno, estoy dispuesto a darles un puñetazo en la cara. Ya tengo experiencia en eso — me río por lo bajo, moviendo mis cejas como si fuese una sugerencia tentadora. Que en el ministerio hay varios que se lo merecen, pero no por eso voy a dejar de contenerme.
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Intento que la pequeña broma sobre mi hermano me haga reír, mis mejillas se elevan con esa intención a pesar de que solo se queda en eso, en una sonrisa algo lastimera por la verdad del asunto. Esa visión que tiene de Hans probablemente haya sido agravada por la reacción a nuestro compromiso en Navidad, que, con toda la razón, no fue más que dramática, incluso cuando reconozco que tenía motivos suficientes para gestionar la noticia de esa manera. No lo comparto, pero creo que a estas alturas a las que ya se ha hecho a la idea de que voy a casarme, no hay por qué darle más vueltas. Su pregunta hace que me relama los labios hacia dentro, apretándolos en una fina línea mientras preparo mis palabras. — Me parece que ningún niño debería llevar sobre los hombros el peso del liderazgo de una guerra, pero supongo que tienen sus motivos para aceptar que sea el quién lleve la batuta, por ser quién es y por el pasado que carga. — me encojo de hombros, a sabiendas de que no estoy respondiendo su pregunta de la forma que él tiene en mente. — ¿Que si me creo lo que ha dicho en televisión? Lo hago. Sí pienso que se pueda encontrar una solución que no requiera de escoger el blanco o el negro, si la gente estuviera dispuesta a compartir sus privilegios. — lo cual, se ha podido comprobar por años de dictaduras que no es el caso. — Me han hecho daño humanos, pero también magos, ¿qué es lo que los diferencia? ¿su sangre? Quien quiera hacerte daño lo hará sin importar de donde provengas, sangre muggle, mestiza, pura… Me parece que la lucha de razas es solo una forma de excusar el odio que llevan acumulado desde generaciones muy lejanas. No me creo mejor que alguien por saber utilizar magia, claro que lo considero una habilidad por encima de lo extraordinario, pero también considero que saber cocinar bien es un talento y no necesariamente se necesita usar magia para eso. — es un ejemplo muy estúpido, que viene de que me he pasado media vida muerta de hambre y precisamente por eso realmente aprecio a la gente que sabe moverse en una cocina, pero creo que me estoy alejando un poco del tema. — A lo que voy es que no acepto que la crueldad sea la base donde se sostenga la sociedad, sean magos o muggles, no creo esos pilares duren para siempre y siempre habrá alguien que caiga más bajo que otros. — porque el gobierno tiene la manía de querer estar por encima de todos, llegará el día en el que la gente se canse de mirar desde abajo y empezarán por cortar desde ahí. Parece que ese día ha llegado esta semana.
He estado evitando su mirada todo lo que he hablado, concentrada en la curvatura de sus labios porque es lo que me queda más cercano, solo cuando termino es que me atrevo a levantar la mirada, con una sonrisa algo más triste que la anterior en los labios. — ¿Ahora entiendes por qué no podría decirle lo mismo a mi hermano, verdad? Que todo por lo que ha estudiado, luchado, por mí, yo fui una de las razones por las que decidió ser abogado, estudiar leyes, ¿qué crees que pensaría de mí si le dijera que no comparto nada de eso? — sacudo lentamente la cabeza, mirándole, como si con eso pudiera resumir la respuesta. Es un ambiente cargado el que estamos permitiendo que se acumule en el aire, trato de ignorarlo mientras deslizo mis manos por su cuello, paso a rodear sus hombros con mis brazos cuando me envuelve en los suyos y acaricio su nuca con los dedos de mi mano, sonriendo por ese beso en mi nariz que me hace sentir más pequeña de lo que en realidad soy. — ¿Es que acaso hay alguien que no arrugue la cara por las noticias? — la sonrisa que le muestro después es una señal de que estoy tratando de bromear, incluso cuando sé que no es esa la intención con la que va su comentario. Suspiro, bajo la vista un segundo hacia sus labios antes de volver a buscar sus ojos claros. — ¿Quién te ha dicho que no soy feliz? Porque no puedes estar más equivocado si crees que no lo soy. No estoy dejando que me consuma nada, no al menos a propósito, pero con la felicidad también vienen preocupaciones. Preocuparse… es normal cuando tienes cosas que perder, y yo he perdido muchas a lo largo de mi vida. — no las menciono, en su mayoría son producto de experiencias desagradables, a pesar de que en mi cabeza las enumero, empezando por mi madre, mi hogar, siguiendo por mi adolescencia y lo que eso conllevó, por no mencionar que también he perdido un bebé. — Y no estoy diciendo que vaya a perderlo ahora, estoy haciendo todo lo que puedo porque no sea así, pero la guerra… nadie sale ileso de una guerra, ni siquiera los que miran desde un segundo o tercer plano. — que, hasta que pueda, tengo intenciones de ser del último grupo. — No quiero perder un hermano también, Charlie, y con la guerra parece que está tratando de recordarme todos los días que podría ser una posibilidad. — como lo puede ser con él, conmigo misma, con cualquiera, en realidad, como dije los conflictos no conocen de abstenciones. — No quiero renunciar a ser yo misma por nadie, pero si tengo que hacerlo hasta que todo esto se acabe, fingir y vivir ajena a las decisiones de mi hermano, pues es lo que haré, porque no serán otras personas las que cedan, y lo que yo tengo de ingenua también lo tengo de estúpida, eso no te lo voy a discutir, pero por encima de todo lo que no quiero es perder nada más. — no a mi costa. No, nos mantendremos lejos de todo eso, seremos quienes debemos de ser delante de las personas indicadas, podremos ser nosotros mismos mientras estemos juntos, hasta que esto se acabe. Sí, ignoro la parte de mi cabeza que se pregunta por qué siempre he de ser yo la que ceda. A veces pienso que debería ser más orgullosa en lugar de humilde, en especial cuando la vida me ha enseñado que nadie será amable conmigo por cuenta propia.
No respondo al instante, me tardo unos minutos en buscar una respuesta después de que parezca que me he quedado sin palabras que decir, porque estoy demasiado ocupada en concentrarme en el calor que sale de su aliento. Me lo tomo con calma cuando beso sus labios para ocupar el silencio con ello en lugar de responder, recorto un poco mis brazos para apretar su cuerpo contra el mío. Creo que es lo único que está haciendo que no pierda los nervios, o la cabeza a este paso, el que mi pecho se eleve a la misma velocidad que el suyo y nuestras respiraciones se compenetren para pasar a ser una. — Puedo asegurarte a día de hoy que no voy a apagarme, no planeo que nadie tenga que rescatarme de ningún sitio, pero sí parpadearé un par de veces y necesitaré que me des unos golpecitos de vez en cuando, para dejar de hacerlo. — murmuro sobre sus labios cuando me separo, aunque no lo suficiente cuando paso a reírme y sigo percibiendo el contacto. Es una alusión un poco patética, pero me vale para no tener que darle el sentimiento equivocado. — ¿Como las luces de Navidad? Cuando crees que se han terminado de fundir y en realidad solo es que necesitan un poco más de tiempo para volver a lucir. Esa seré yo. — pero no es algo nuevo, siempre he sido así, hasta día de hoy todavía no me he apagado del todo, y creo que he pasado por experiencias mucho desagradables. Deslizo mi nariz por su mentón, dejo que mis labios besen su cuello en un recorrido que culmina en el espacio de sus clavículas, pasando a acomodarme en su pecho, mi cabeza bajo su mandíbula. — Bueno, está bien saber que darías puñetazos por mí. — bromeo, aunque no hay ningún rastro de risa, solo una sonrisa que ni siquiera creo que pueda ver desde mi posición.
He estado evitando su mirada todo lo que he hablado, concentrada en la curvatura de sus labios porque es lo que me queda más cercano, solo cuando termino es que me atrevo a levantar la mirada, con una sonrisa algo más triste que la anterior en los labios. — ¿Ahora entiendes por qué no podría decirle lo mismo a mi hermano, verdad? Que todo por lo que ha estudiado, luchado, por mí, yo fui una de las razones por las que decidió ser abogado, estudiar leyes, ¿qué crees que pensaría de mí si le dijera que no comparto nada de eso? — sacudo lentamente la cabeza, mirándole, como si con eso pudiera resumir la respuesta. Es un ambiente cargado el que estamos permitiendo que se acumule en el aire, trato de ignorarlo mientras deslizo mis manos por su cuello, paso a rodear sus hombros con mis brazos cuando me envuelve en los suyos y acaricio su nuca con los dedos de mi mano, sonriendo por ese beso en mi nariz que me hace sentir más pequeña de lo que en realidad soy. — ¿Es que acaso hay alguien que no arrugue la cara por las noticias? — la sonrisa que le muestro después es una señal de que estoy tratando de bromear, incluso cuando sé que no es esa la intención con la que va su comentario. Suspiro, bajo la vista un segundo hacia sus labios antes de volver a buscar sus ojos claros. — ¿Quién te ha dicho que no soy feliz? Porque no puedes estar más equivocado si crees que no lo soy. No estoy dejando que me consuma nada, no al menos a propósito, pero con la felicidad también vienen preocupaciones. Preocuparse… es normal cuando tienes cosas que perder, y yo he perdido muchas a lo largo de mi vida. — no las menciono, en su mayoría son producto de experiencias desagradables, a pesar de que en mi cabeza las enumero, empezando por mi madre, mi hogar, siguiendo por mi adolescencia y lo que eso conllevó, por no mencionar que también he perdido un bebé. — Y no estoy diciendo que vaya a perderlo ahora, estoy haciendo todo lo que puedo porque no sea así, pero la guerra… nadie sale ileso de una guerra, ni siquiera los que miran desde un segundo o tercer plano. — que, hasta que pueda, tengo intenciones de ser del último grupo. — No quiero perder un hermano también, Charlie, y con la guerra parece que está tratando de recordarme todos los días que podría ser una posibilidad. — como lo puede ser con él, conmigo misma, con cualquiera, en realidad, como dije los conflictos no conocen de abstenciones. — No quiero renunciar a ser yo misma por nadie, pero si tengo que hacerlo hasta que todo esto se acabe, fingir y vivir ajena a las decisiones de mi hermano, pues es lo que haré, porque no serán otras personas las que cedan, y lo que yo tengo de ingenua también lo tengo de estúpida, eso no te lo voy a discutir, pero por encima de todo lo que no quiero es perder nada más. — no a mi costa. No, nos mantendremos lejos de todo eso, seremos quienes debemos de ser delante de las personas indicadas, podremos ser nosotros mismos mientras estemos juntos, hasta que esto se acabe. Sí, ignoro la parte de mi cabeza que se pregunta por qué siempre he de ser yo la que ceda. A veces pienso que debería ser más orgullosa en lugar de humilde, en especial cuando la vida me ha enseñado que nadie será amable conmigo por cuenta propia.
No respondo al instante, me tardo unos minutos en buscar una respuesta después de que parezca que me he quedado sin palabras que decir, porque estoy demasiado ocupada en concentrarme en el calor que sale de su aliento. Me lo tomo con calma cuando beso sus labios para ocupar el silencio con ello en lugar de responder, recorto un poco mis brazos para apretar su cuerpo contra el mío. Creo que es lo único que está haciendo que no pierda los nervios, o la cabeza a este paso, el que mi pecho se eleve a la misma velocidad que el suyo y nuestras respiraciones se compenetren para pasar a ser una. — Puedo asegurarte a día de hoy que no voy a apagarme, no planeo que nadie tenga que rescatarme de ningún sitio, pero sí parpadearé un par de veces y necesitaré que me des unos golpecitos de vez en cuando, para dejar de hacerlo. — murmuro sobre sus labios cuando me separo, aunque no lo suficiente cuando paso a reírme y sigo percibiendo el contacto. Es una alusión un poco patética, pero me vale para no tener que darle el sentimiento equivocado. — ¿Como las luces de Navidad? Cuando crees que se han terminado de fundir y en realidad solo es que necesitan un poco más de tiempo para volver a lucir. Esa seré yo. — pero no es algo nuevo, siempre he sido así, hasta día de hoy todavía no me he apagado del todo, y creo que he pasado por experiencias mucho desagradables. Deslizo mi nariz por su mentón, dejo que mis labios besen su cuello en un recorrido que culmina en el espacio de sus clavículas, pasando a acomodarme en su pecho, mi cabeza bajo su mandíbula. — Bueno, está bien saber que darías puñetazos por mí. — bromeo, aunque no hay ningún rastro de risa, solo una sonrisa que ni siquiera creo que pueda ver desde mi posición.
Por su modo de pensar, sé que ha tomado una elección y ni siquiera estoy seguro de si ella lo ha notado. Hay pocas cosas que son tan fuertes como una elección inconsciente, de esas que crecen como una pequeña semilla dentro de nosotros mismos. Siendo Phoebe Powell, no la tendrá fácil, solo puedo mirarla con la comprensión en los ojos y los labios sellados, no muy seguro de cómo vamos a continuar nuestro camino ahora mismo. No puedo seguir jugando al mudo cuando me lo pinta de esa manera, paso las manos por su cintura y la recorro con la punta de mis pulgares — ¿Por qué no puedes decirle al Ministro de Justicia que crees en lo que ha proclamado la oposición? Sí, lo comprendo. Solo espero que tú te estés dando cuenta de lo que estás diciendo y lo que eso conlleva — porque al final, siempre llega el momento donde se muestran las cartas y la hipocresía no puede ser eterna, mucho menos dentro de una familia.
Y eso es lo que digo y que no quiero que suceda. Su felicidad me hace bien, pero no puedo pretender que sea feliz si va a estar mintiendo para conservar a alguien que no está dispuesto a hacer los mismos sacrificios por ella. ¿Qué sucedería si todos empezáramos a hablar de lo que en verdad pensamos? ¿Quién es el que se quedaría solo? — No eres ingenua o estúpida — por cansado que me encuentre con respecto a su manía de enojarse con ella misma, intento por esta vez ser suave — Solo temo que, por el miedo de no perderlo, te acabes por perder a ti misma. Vivimos en una sociedad que se puede comparar con una jaula y no mereces vivir encerrada en contra de lo que opinas. Sabes mejor que nadie que yo no estoy de acuerdo con lo que el gobierno hace, que siempre me he resignado creyendo que no tenía sentido, pero tampoco creo que pueda quedarme mudo si hay otra posibilidad. Tu padre está loco, pero lo que ese chico dice… bueno, tiene cierto sentido, aunque tampoco puedo confiarme de alguien porque ha dicho una o dos cosas bonitas. Habrá que ver cuál es su juego antes de elegir un bando — quizá, se ahorrará el sufrir por su hermano antes de tiempo. ¿Y si todo puede salir bien? ¿Y si la solución puede darse sin los dramas que siempre corren detrás de nuestras familias? Quizá, solo quizá, no hay que seguir perdiendo gente.
No hay mejor lugar que sus labios para guardar silencio. Podría usar eso como excusa para dejarlo morir, no tocar el tema hasta que sea el momento de regresar a ello. La sonrisa que le regalo es un poco más genuina ahora, porque creo que, por extraño que parezca, su comentario guarda cierta esperanza — Podrías ser el árbol de Navidad más brillante si le echaras ganas. ¿Te dije alguna vez que se me da bien el reparar enchufes? — pequeñas cosas que deben ser aprendidas cuando vives en el norte, sin varita y la electricidad por esos pagos es bastante delicada. Digamos que somos gente todo terreno. Pico su mentón antes de tomarlo, la obligo a mirarme a los ojos, aunque sea mantener nuestros labios unidos en la diferencia de alturas — Haría muchas cosas por ti, Phee. Como tu futuro marido, te lo debo. Solo quiero que sepas que, sea lo que sea, tenemos que ser un equipo. En las buenas y en las malas — incluso cuando, pecando un poco de pesimista además de realista, sabemos que vendrán cosas más oscuras por delante de las que podramos contar.
Y eso es lo que digo y que no quiero que suceda. Su felicidad me hace bien, pero no puedo pretender que sea feliz si va a estar mintiendo para conservar a alguien que no está dispuesto a hacer los mismos sacrificios por ella. ¿Qué sucedería si todos empezáramos a hablar de lo que en verdad pensamos? ¿Quién es el que se quedaría solo? — No eres ingenua o estúpida — por cansado que me encuentre con respecto a su manía de enojarse con ella misma, intento por esta vez ser suave — Solo temo que, por el miedo de no perderlo, te acabes por perder a ti misma. Vivimos en una sociedad que se puede comparar con una jaula y no mereces vivir encerrada en contra de lo que opinas. Sabes mejor que nadie que yo no estoy de acuerdo con lo que el gobierno hace, que siempre me he resignado creyendo que no tenía sentido, pero tampoco creo que pueda quedarme mudo si hay otra posibilidad. Tu padre está loco, pero lo que ese chico dice… bueno, tiene cierto sentido, aunque tampoco puedo confiarme de alguien porque ha dicho una o dos cosas bonitas. Habrá que ver cuál es su juego antes de elegir un bando — quizá, se ahorrará el sufrir por su hermano antes de tiempo. ¿Y si todo puede salir bien? ¿Y si la solución puede darse sin los dramas que siempre corren detrás de nuestras familias? Quizá, solo quizá, no hay que seguir perdiendo gente.
No hay mejor lugar que sus labios para guardar silencio. Podría usar eso como excusa para dejarlo morir, no tocar el tema hasta que sea el momento de regresar a ello. La sonrisa que le regalo es un poco más genuina ahora, porque creo que, por extraño que parezca, su comentario guarda cierta esperanza — Podrías ser el árbol de Navidad más brillante si le echaras ganas. ¿Te dije alguna vez que se me da bien el reparar enchufes? — pequeñas cosas que deben ser aprendidas cuando vives en el norte, sin varita y la electricidad por esos pagos es bastante delicada. Digamos que somos gente todo terreno. Pico su mentón antes de tomarlo, la obligo a mirarme a los ojos, aunque sea mantener nuestros labios unidos en la diferencia de alturas — Haría muchas cosas por ti, Phee. Como tu futuro marido, te lo debo. Solo quiero que sepas que, sea lo que sea, tenemos que ser un equipo. En las buenas y en las malas — incluso cuando, pecando un poco de pesimista además de realista, sabemos que vendrán cosas más oscuras por delante de las que podramos contar.
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Elevo las cejas y hago como que asiento con ellas en respuesta a la obviedad de mis propias palabras, a pesar de que mi cabeza se mueve también en el proceso de arriba a abajo con la intención de remarcar mi postura. Que haya usado el título de ministro como expresión en lugar del propio nombre de mi hermano me pone las cosas todavía más fácil. Me estoy dando cuenta de lo que estoy diciendo, perfectamente además, y precisamente por eso soy consciente de lo que eso conlleva. — No me sirve de nada empezar un conflicto con Hans cuando tiene mayores preocupaciones ahora mismo, solo soy su hermana menor. — lo cual, dicho así, no parece mucho, pero teniendo en cuenta que se trata del ministro de justicia y que soy la primera en incumplir sus propias leyes, la realidad habla por sí sola. No sé hasta donde llegará la autoridad de mi hermano, lo que sí sé es que no me escuchará cuando la vida de su familia podría correr peligro dadas las circunstancias en las que nos encontramos. Puede que esté tomando una elección, pero creo que la ignorancia, cuando tengo el poder de evitar una desgracia, es la mejor opción ahora mismo. Al menos, hasta que Andrew no se encuentre en nuestra casa y la posibilidad de que Hans entre y se lo encuentre haya quedado anulada.
No sé si lo dice por consolarme o porque realmente lo piensa, no hago más que revolear los ojos en cualquier dirección menos en él mismo porque si no es consciente de que uno, sí soy ingenua y dos, también puedo llegar a ser idiota, es que no ha estado prestando atención a muchas de mis acciones estos últimos meses. Le miro solo cuando sus palabras se me hacen algo repetitivas y hago un esfuerzo enorme por no suspirar cuando estamos tan cerca, pero que no se fíe de mí es algo que me produce mirarle con reproche. — Algún día me cansaré de decírtelo, pero no voy a perderme a mí misma, ¿acaso me ves tan débil? — porque creo que he pasado por cosas peores, y así como él lo repite en positivo, yo me adjudico la tarea de hacerlo en negativo, presionando mis labios en una línea fina que espero no necesite de aclaración. Sé lo que piensa con respecto a lo que está ocurriendo fuera, lo he sabido sin necesidad de que él lo exprese en voz alta ahora, también soy sincera cuando pienso que ha cargado con mucho de ese peso sin murmurar una palabra, supongo que por mí y la familia con la que va a tener que compartir lazos dentro de unas semanas. — Lo sé, y sé que te has callado muchas cosas estos últimos meses, que ni siquiera me has dicho a mí, y te lo agradezco, pero sabes que no tienes por qué ocultar tus sentimientos conmigo, ¿verdad? — incluso cuando todo lo que diga será en contra de la ideología de mi hermano. — No estoy en posición de pedirte nada por eso, pero solo dame unas semanas, hasta después de la boda, tan solo eso. Luego te prometo que solucionaré las cosas, podemos renunciar y alejarnos de toda esta mierda. No tienes que callarte nada de lo que piensas, pero de mi hermano quiero encargarme yo, ¿de acuerdo? — sé que me debo una charla con él, pero no estoy segura de cuánto querrá escucharme.
Ese comentario es lo que necesitaba para relajar tensiones, me quita de encima la sensación pesada de los hombros y dejo entrever una sonrisa tímida, pero sincera. — Qué suerte la mía, entonces. — murmuro, rozo mi nariz contra el lateral de la suya en un gesto suave por la cercanía, a pesar de que en el fondo mi cabeza se está preguntando a qué exactamente es a lo que le tengo que echar más ganas. Trato de ignorar el repiqueteo que me incita a plasmar mi duda porque pronto me encuentro con sus ojos. — Como mi futuro marido me da igual lo que me debas, solo te pido que no dejes de quererme, escoja lo que escoja, decida lo que decida, si somos un equipo lo veremos juntos, pero jamás dejes de hacerlo. — suena casi como un ruego, demasiado cerca como para considerarse un susurro, segura de que no podré hacer nada con mi vida si él decide lo contrario. Los dos sabemos que tenemos más de una gotera en nuestras vidas y si nosotros, que somos quienes hemos estado juntos desde el principio, no somos capaces a solucionarlo, nuestras familias solo van a empeorarlo. Lo cual, eso último, hace brotar otra clase de pregunta de mis labios. — ¿Qué es lo que quieres hacer con respecto a tu madre? — porque no hemos hablado nada sobre el tema, le he dado el espacio que ha querido en ese asunto, no son decisiones en las que deba meterme más que para lo que él me necesite. No obstante, dado que hemos hablado sobre lo que yo debo y no debo decirle a mi familia, quiero saber cuál es la posición que él va a tomar. Habrá una boda, ella estará presente y no sé cómo se supone que debo comportarme al respecto.
No sé si lo dice por consolarme o porque realmente lo piensa, no hago más que revolear los ojos en cualquier dirección menos en él mismo porque si no es consciente de que uno, sí soy ingenua y dos, también puedo llegar a ser idiota, es que no ha estado prestando atención a muchas de mis acciones estos últimos meses. Le miro solo cuando sus palabras se me hacen algo repetitivas y hago un esfuerzo enorme por no suspirar cuando estamos tan cerca, pero que no se fíe de mí es algo que me produce mirarle con reproche. — Algún día me cansaré de decírtelo, pero no voy a perderme a mí misma, ¿acaso me ves tan débil? — porque creo que he pasado por cosas peores, y así como él lo repite en positivo, yo me adjudico la tarea de hacerlo en negativo, presionando mis labios en una línea fina que espero no necesite de aclaración. Sé lo que piensa con respecto a lo que está ocurriendo fuera, lo he sabido sin necesidad de que él lo exprese en voz alta ahora, también soy sincera cuando pienso que ha cargado con mucho de ese peso sin murmurar una palabra, supongo que por mí y la familia con la que va a tener que compartir lazos dentro de unas semanas. — Lo sé, y sé que te has callado muchas cosas estos últimos meses, que ni siquiera me has dicho a mí, y te lo agradezco, pero sabes que no tienes por qué ocultar tus sentimientos conmigo, ¿verdad? — incluso cuando todo lo que diga será en contra de la ideología de mi hermano. — No estoy en posición de pedirte nada por eso, pero solo dame unas semanas, hasta después de la boda, tan solo eso. Luego te prometo que solucionaré las cosas, podemos renunciar y alejarnos de toda esta mierda. No tienes que callarte nada de lo que piensas, pero de mi hermano quiero encargarme yo, ¿de acuerdo? — sé que me debo una charla con él, pero no estoy segura de cuánto querrá escucharme.
Ese comentario es lo que necesitaba para relajar tensiones, me quita de encima la sensación pesada de los hombros y dejo entrever una sonrisa tímida, pero sincera. — Qué suerte la mía, entonces. — murmuro, rozo mi nariz contra el lateral de la suya en un gesto suave por la cercanía, a pesar de que en el fondo mi cabeza se está preguntando a qué exactamente es a lo que le tengo que echar más ganas. Trato de ignorar el repiqueteo que me incita a plasmar mi duda porque pronto me encuentro con sus ojos. — Como mi futuro marido me da igual lo que me debas, solo te pido que no dejes de quererme, escoja lo que escoja, decida lo que decida, si somos un equipo lo veremos juntos, pero jamás dejes de hacerlo. — suena casi como un ruego, demasiado cerca como para considerarse un susurro, segura de que no podré hacer nada con mi vida si él decide lo contrario. Los dos sabemos que tenemos más de una gotera en nuestras vidas y si nosotros, que somos quienes hemos estado juntos desde el principio, no somos capaces a solucionarlo, nuestras familias solo van a empeorarlo. Lo cual, eso último, hace brotar otra clase de pregunta de mis labios. — ¿Qué es lo que quieres hacer con respecto a tu madre? — porque no hemos hablado nada sobre el tema, le he dado el espacio que ha querido en ese asunto, no son decisiones en las que deba meterme más que para lo que él me necesite. No obstante, dado que hemos hablado sobre lo que yo debo y no debo decirle a mi familia, quiero saber cuál es la posición que él va a tomar. Habrá una boda, ella estará presente y no sé cómo se supone que debo comportarme al respecto.
— No. Solo temo que tú no te veas tan fuerte — no sé si llegará a comprenderlo desde mi punto de vista, Phoebe tiene una imagen muy distorsionada de la realidad cuando se trata de su autoestima. La miro, no con duda en ella sino en mi propio aguante, en todo lo que pasará de aquí hasta que nos casemos y lo que vendrá después, porque ha quedado más que claro que la vida puede ser una completa jodida y cambiar las cosas en cinco minutos — No pensaba encargarme de tu hermano, es una cuestión familiar. Solo deseo que dejes de temerle como si fuese a comerte. Confío en que las cosas saldrán bien — ¿Lo hago en serio o solo lo estoy diciendo para que se sienta mejor? ¿Hay posibilidades o solo estoy siendo un idiota cargado de optimismo?
Esa es una promesa fácil de hacer, incluso cuando pueda verse como la más complicada de todas. Muchos dicen que entregarte a una persona es arriesgado, pero con Phoebe siempre me resultó de lo más sencillo. Hay algo natural en el modo en el cual nos comprendemos, es como encontrarse entre los brazos de tu mejor amiga y transformarla, por un momento, en algo tan íntimo como una amante — Si no he dejado de quererte en todo este tiempo y con la máscara esa que te pusiste para tu piel, no voy a dejar de hacerlo — por más que se tiñe de una broma, estoy seguro de que puede comprender que mi promesa va en serio. Lo supe cuando le di ese anillo y lo sabré el día de mañana.
Lo que no me espero es que mi madre salga en la conversación y cualquier rastro de broma o siquiera calidez se borra de inmediato de mis facciones, tal y como si las hubiera barrido de un susto. Me separo vagamente de ella, tomo esa distancia para que nuestras manos se entrelacen y sé, muy rápido, que ya sé la respuesta — No quiero hacer nada. Prefiero mantener esta relación así, sin que ella vea en mí al chico que perdió hace una eternidad. Sé que voy a casarme e iniciar una nueva etapa dentro de mi vida, pero creo que Eloise se ha ausentado lo suficiente como para que no la considere una pieza fundamental de mí. Puedo hacer esto sin ella — como me lo prometí hace tiempo, cuando supe que no tenía sentido seguir buscando respuestas en el pasado en lugar de centrarme en el presente. La suelto, solo para tener la libertad de acariciar su mentón y regalarle una sonrisa que, a pesar de ser amarga, busca transmitirle mi cariño — Tú eres mi futuro, Phee. Aquí. Esta es mi familia — porque sé bien que esos lazos se acaban eligiendo, al menos los que en verdad valen la pena.
Esa es una promesa fácil de hacer, incluso cuando pueda verse como la más complicada de todas. Muchos dicen que entregarte a una persona es arriesgado, pero con Phoebe siempre me resultó de lo más sencillo. Hay algo natural en el modo en el cual nos comprendemos, es como encontrarse entre los brazos de tu mejor amiga y transformarla, por un momento, en algo tan íntimo como una amante — Si no he dejado de quererte en todo este tiempo y con la máscara esa que te pusiste para tu piel, no voy a dejar de hacerlo — por más que se tiñe de una broma, estoy seguro de que puede comprender que mi promesa va en serio. Lo supe cuando le di ese anillo y lo sabré el día de mañana.
Lo que no me espero es que mi madre salga en la conversación y cualquier rastro de broma o siquiera calidez se borra de inmediato de mis facciones, tal y como si las hubiera barrido de un susto. Me separo vagamente de ella, tomo esa distancia para que nuestras manos se entrelacen y sé, muy rápido, que ya sé la respuesta — No quiero hacer nada. Prefiero mantener esta relación así, sin que ella vea en mí al chico que perdió hace una eternidad. Sé que voy a casarme e iniciar una nueva etapa dentro de mi vida, pero creo que Eloise se ha ausentado lo suficiente como para que no la considere una pieza fundamental de mí. Puedo hacer esto sin ella — como me lo prometí hace tiempo, cuando supe que no tenía sentido seguir buscando respuestas en el pasado en lugar de centrarme en el presente. La suelto, solo para tener la libertad de acariciar su mentón y regalarle una sonrisa que, a pesar de ser amarga, busca transmitirle mi cariño — Tú eres mi futuro, Phee. Aquí. Esta es mi familia — porque sé bien que esos lazos se acaban eligiendo, al menos los que en verdad valen la pena.
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