OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
¿Qué ficha moverás?
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Recuerdo del primer mensaje :
Tremenda movida la que se ha formado en los últimos días. Ni siquiera he tenido agallas para preguntarle a mi padre respecto al tema porque las cosas están un poco tensas entre nosotros debido a que me niego rotundamente a hablar con él por más de media hora, esa que dedica a preguntar sobre por qué paso tanto tiempo fuera de casa. Ya me es suficientemente difícil encontrar el modo de escabullirme las noches de luna llena como para tener que soportar sus preguntas escrutadoras. Con lo que ha pasado en la última semana, siento que se me está agotando el tiempo para continuar con mis secretismos, pero tampoco tengo los ánimos como para aguantar ninguna discusión más. En estos momentos tengo otros problemas que entender, que, si bien quizás parezcan de menos importancia, el hecho de que haya hecho venir a Helmuth hasta el sofá de mi salón, a sabiendas de que no es un buen momento para que él esté haciendo excursiones, dice todo lo contrario a irrelevante.
Veamos, no es la primera vez que me dedico a besar a desconocidos de cuyas identidades al día siguiente probablemente no voy a recordar. Es una manía que debería empezar a dejar si resulta que el chico con el que me lío en una noche va a darme tantas comeduras de cabeza. Como para no, la verdad, cuando ese mismo chico, o al menos una versión que se parece bastante porque tampoco podría asegurar nada, resulta tener una complexión parecida a cierto fugitivo del estado. Si repaso la noche en mi cabeza tampoco es que pueda fiarme mucho de mi juicio, iba borracha, él llevaba una gorra puesta y aquel antro estaba completamente a oscuras a excepción de la luz epiléptica que acompañaba la música. Quizás solo sea paranoia por los anuncios de estos días, sí, debe de ser eso.
Aun así, me atrevo a dedicarle una mirada a Oliver cuando lo único que se oye entre nosotros es mi boca rumiando al llevarme un puñado de palomitas a la boca. He hecho palomitas, ¿de acuerdo? No es un buen momento para juzgar, me entra el hambre en estas situaciones. — ¿Es un buen momento para decir que estaba borracha? — creo que nunca llegamos a hablar a acerca del tema, no mucho más de la conversación que tuvimos frente al porche cuando me acompañó hasta casa, que viene siendo lo único que recuerdo de eso. — ¿Tú no crees que es...? Probablemente solo se parezca, como... mucho, ¿sabes que dicen que existe un doble nuestro suelto por el mundo? — ¿y por qué suelto siempre estas tonterías? Supongo que es lo que me sale cuando no tengo ni idea de qué decir que tenga algo de sentido. — Que se llame Kenneth es solo una coincidencia estúpida, ¿cuánta gente habrá que se llame Kenneth y rime con Kendrick? — millones, ¿y qué haría un enemigo del estado en una discoteca? ¿No se supone que es peligroso? — Kenton... Kendall puede llegar a ser nombre de tío, ¿no es cierto? — bueno, quizás es mejor que me vuelva a las palomitas.
Tremenda movida la que se ha formado en los últimos días. Ni siquiera he tenido agallas para preguntarle a mi padre respecto al tema porque las cosas están un poco tensas entre nosotros debido a que me niego rotundamente a hablar con él por más de media hora, esa que dedica a preguntar sobre por qué paso tanto tiempo fuera de casa. Ya me es suficientemente difícil encontrar el modo de escabullirme las noches de luna llena como para tener que soportar sus preguntas escrutadoras. Con lo que ha pasado en la última semana, siento que se me está agotando el tiempo para continuar con mis secretismos, pero tampoco tengo los ánimos como para aguantar ninguna discusión más. En estos momentos tengo otros problemas que entender, que, si bien quizás parezcan de menos importancia, el hecho de que haya hecho venir a Helmuth hasta el sofá de mi salón, a sabiendas de que no es un buen momento para que él esté haciendo excursiones, dice todo lo contrario a irrelevante.
Veamos, no es la primera vez que me dedico a besar a desconocidos de cuyas identidades al día siguiente probablemente no voy a recordar. Es una manía que debería empezar a dejar si resulta que el chico con el que me lío en una noche va a darme tantas comeduras de cabeza. Como para no, la verdad, cuando ese mismo chico, o al menos una versión que se parece bastante porque tampoco podría asegurar nada, resulta tener una complexión parecida a cierto fugitivo del estado. Si repaso la noche en mi cabeza tampoco es que pueda fiarme mucho de mi juicio, iba borracha, él llevaba una gorra puesta y aquel antro estaba completamente a oscuras a excepción de la luz epiléptica que acompañaba la música. Quizás solo sea paranoia por los anuncios de estos días, sí, debe de ser eso.
Aun así, me atrevo a dedicarle una mirada a Oliver cuando lo único que se oye entre nosotros es mi boca rumiando al llevarme un puñado de palomitas a la boca. He hecho palomitas, ¿de acuerdo? No es un buen momento para juzgar, me entra el hambre en estas situaciones. — ¿Es un buen momento para decir que estaba borracha? — creo que nunca llegamos a hablar a acerca del tema, no mucho más de la conversación que tuvimos frente al porche cuando me acompañó hasta casa, que viene siendo lo único que recuerdo de eso. — ¿Tú no crees que es...? Probablemente solo se parezca, como... mucho, ¿sabes que dicen que existe un doble nuestro suelto por el mundo? — ¿y por qué suelto siempre estas tonterías? Supongo que es lo que me sale cuando no tengo ni idea de qué decir que tenga algo de sentido. — Que se llame Kenneth es solo una coincidencia estúpida, ¿cuánta gente habrá que se llame Kenneth y rime con Kendrick? — millones, ¿y qué haría un enemigo del estado en una discoteca? ¿No se supone que es peligroso? — Kenton... Kendall puede llegar a ser nombre de tío, ¿no es cierto? — bueno, quizás es mejor que me vuelva a las palomitas.
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De acuerdo, Karina ha tenido que ser una chica con un muy buen karma si ha podido disfrutar de esto por un tiempo prolongado, y no sé como ha hecho para no terminar derretida o adquirir conformación de flan, porque yo estoy bien segura de que es lo que sienten todos mis músculos cuando nuestros labios vuelven a encontrarse en un beso que no esperaba de su parte, el cual me hace sentir un poco menos desesperada en mis pensamientos. Claro que me hago la loca cuando regresa a hablar y tengo que mover mis cejas a la par que mis labios en una mueca irónica para ocultar lo que en verdad estaba pensando. — ¿También te dije que eres jodidamente atractivo, verdad? — creo que… como que se lo digo todo el tiempo, pero no es hasta ahora que he podido comprobarlo de verdad, y ya no tiene que ver con que tenga un cuerpo esculpido por los dioses, sino que además es buena persona. — Ya, no es que me preocupe lo que los demás puedan decirme, sabes de sobra que las críticas no me afectan. Pero tú tienes una reputación que mantener. — le recuerdo, una que yo, aunque solo sea obvio para los dos, llegará un momento en el que mi licantropía saldrá a la luz, no podré ocultarla por siempre.
Su propuesta sobre el ser su novia me hace reír sobre su boca hasta que tomo un poco de distancia para sacudir la cabeza en un meneo chistoso, rodando los ojos. — Probablemente, sería algo que yo haría. — se lo admito porque por el momento, creo que no podría considerarme parte de ese rango, no estoy al nivel de las chicas de la clase, y no sé si lo digo con intención de sentirme orgullosa al respecto o precisamente todo lo contrario, pero creo que tampoco importa mucho. Sonrío, es el efecto que produce que sea sincero incluso cuando no tiene la necesidad de serlo, aprovecho la cercanía para colocar una mano sobre su cuello y acariciar el borde de su mandíbula con mi pulgar. — Me temo que vas a tener que buscarte a otra para hacer de pareja de postal, no soy buena ejerciendo de novia y me queda tremendamente mal el uniforme de las animadoras como para ir a tus partidos de Quidditch y cantarte las letras del equipo. — bromeo, se me escapa una sonrisa jocosa en el proceso por esa imagen mental en lo que bajo un poco la barbilla. — Solo somos buenos amigos, amigos con… derecho a roce. — propongo, arqueando las cejas a modo de preguntarle si es que eso suena bien para él.
Su propuesta sobre el ser su novia me hace reír sobre su boca hasta que tomo un poco de distancia para sacudir la cabeza en un meneo chistoso, rodando los ojos. — Probablemente, sería algo que yo haría. — se lo admito porque por el momento, creo que no podría considerarme parte de ese rango, no estoy al nivel de las chicas de la clase, y no sé si lo digo con intención de sentirme orgullosa al respecto o precisamente todo lo contrario, pero creo que tampoco importa mucho. Sonrío, es el efecto que produce que sea sincero incluso cuando no tiene la necesidad de serlo, aprovecho la cercanía para colocar una mano sobre su cuello y acariciar el borde de su mandíbula con mi pulgar. — Me temo que vas a tener que buscarte a otra para hacer de pareja de postal, no soy buena ejerciendo de novia y me queda tremendamente mal el uniforme de las animadoras como para ir a tus partidos de Quidditch y cantarte las letras del equipo. — bromeo, se me escapa una sonrisa jocosa en el proceso por esa imagen mental en lo que bajo un poco la barbilla. — Solo somos buenos amigos, amigos con… derecho a roce. — propongo, arqueando las cejas a modo de preguntarle si es que eso suena bien para él.
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Me río con su declaración ya que, aunque no ha usado particularmente esas palabras, no ha sido tímida en hacérmelo saber un par de veces. Maeve no solía ser del tipo de personas que se guardaban las cosas, así que podía respetar eso en ella. Me gustaba eso en ella. - ¿Todo ese ajetreo por mí reputación? - Me encuentro incrédulo en cierta medida porque… ¿de verdad? - Como notarás. Me encuentro muy consternado al respecto. - Me inclino para depositar un beso en sus labios y le sonrío. - Terriblemente preocupado por lo que puedan decir de mí. - Le aseguro tan jocosamente que termino soltando un resoplido contra su piel en lo que me inclino a besar su cuello. Y paso unos segundos allí, atreviéndome a raspar un poco con mis dientes en lo que busco degustar esa zona de su piel. - Por si no quedó claro. Mi reputación, pese a que no debería sufrir ni una pizca siquiera independientemente de con quién esté o no esté, me importa lo mismo que perder un knut. - Por mí podían decir o incluso inventar lo que quisieran. Era mi vida, y yo elegía lo que se me cantara hacer con ella. De verdad no entendía qué es lo tan terrible que le preocupaba con respecto a este asunto.
- ¿Alguna vez te lo has probado? - Consulto divertido. - Por favor, dime que hay fotos de eso. - No podía imaginarla en esas faldas coloridas, agitando pompones con el pelo recogido tan alto y pegado a su cabeza que parecía adherido con cera. - No sé qué tipo de requisitos piensas que busco en una pareja, pero me da igual. Mientras sigas trepándote a mi espalda como un mono después de los partidos, y me acompañes a comer pizza antes de llegar a casa me basta. - Que no le estaba pidiendo nada que no hiciera ya, pero no estaba mal el recordatorio de que no iba a exigirle absolutamente nada. - Aunque claro, eso del derecho a roce suena mejor todavía. ¿Tendrás problema si hago uso de ese beneficio en público? Después de ese vivo no creo que nadie se sorprenda a decir verdad. - Y mal que mal, ahora que tenía su permiso no veía nada malo con aprovecharme un poco de la situación.
- ¿Alguna vez te lo has probado? - Consulto divertido. - Por favor, dime que hay fotos de eso. - No podía imaginarla en esas faldas coloridas, agitando pompones con el pelo recogido tan alto y pegado a su cabeza que parecía adherido con cera. - No sé qué tipo de requisitos piensas que busco en una pareja, pero me da igual. Mientras sigas trepándote a mi espalda como un mono después de los partidos, y me acompañes a comer pizza antes de llegar a casa me basta. - Que no le estaba pidiendo nada que no hiciera ya, pero no estaba mal el recordatorio de que no iba a exigirle absolutamente nada. - Aunque claro, eso del derecho a roce suena mejor todavía. ¿Tendrás problema si hago uso de ese beneficio en público? Después de ese vivo no creo que nadie se sorprenda a decir verdad. - Y mal que mal, ahora que tenía su permiso no veía nada malo con aprovecharme un poco de la situación.
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