Tenía muchísima suerte de que podía pasar por un ser completamente normal y decente incluso estando drogada. Sabía que debía de bajarle a eso, pero no había pasado un mes desde su salida de prisión y se encontraba a sí misma en un mar de bebidas alcohólicas y alucinógenos para no pensar en los horrores que allí vivió. Si antes ya lo hacía para olvidar otras cosas, ahora se había convertido en un vicio bastante fuerte, una obsesión. Fuera de su ámbito laboral, la joven era realmente un desastre, su vida parecía tener un rumbo y un sentido pues tenía un trabajo estable e importante, pero realmente aunque este trabajo la hacía feliz, el resto de su vida parecía estar sumida en monotonía.

Era agradable, divertida, siempre hacía que las personas a su alrededor sonriesen y era el alma de la fiesta. En el trabajo era afable, cariñosa, sus alumnos parecían quererla y parecía entenderse con la mayoría de ellos, parecía que esas dos partes de su personalidad se llevaban bien y estaban bien cada una por su parte. Pero no podía evitar pensar que esas personalidades sólo eran una máscara con la que cubría su falta total de ganas y el vacío que llevaba dentro. Siempre le decía a sus alumnos que la salida a ese vacío era la introspección, cuidar de uno mismo y que no la encontrarían en cosas materiales, pero ella misma no podía seguir su consejo.

No necesitaba drogarse para ser divertida, ni para reír, pero sí para no sentirse miserable cuando estaba sola. Cuando no tenía una fiesta a la que acudir ni nada con lo que distraerse, hacía lo posible por tomar alucinógenos y fingir que habían cosas a su alrededor, que cosas interesantes sucedían. Odiaba el silencio con toda su alma, odiaba que este la tuviese pensando en lo indiferente que se sentía a todo realmente.

Acababa de terminar de dar una clase a los primerizos, enseñándoles los encantamientos más básicos como lo son Aquamenti, Wingardium Leviosa e Incendio, habían trabajado bastante bien y solo uno de ellos había provocado un pequeño "incendio" que otro se encargó de apagar inmediatamente, demostrándole a ella que había aprendido bien. Estaba orgullosa de sus alumnos incluso aunque recién los estaba conociendo, eran un grupo inteligente. Tenía un tiempo libre para comer y fue a acercarse a dónde se encontraban los demás profesores, en un intento por conocerlos mejor siendo ella nueva. Sin embargo, varios se habían ido ya y quedaba solo una chica en el lugar, así que se acercó a ella. — Hey, disculpa que moleste, soy nueva por acá y...bueno...tengo ganas de conocer a mis compañeros de trabajo. Soy Dioni, la nueva profesora de encantamientos, ¿y tú?.

A pesar de que los primeros calores se tornan insoportables, mi buen humor en estos días empieza a tornarse sospechoso para mis compañeros. Jamás he sido una fanática devota del verano, pero el saber que me quedan pocas semanas de clases que jamás quise dar es suficiente como para que, al menos, pueda sentir todo esto como una especie de dosis de azúcar. Jamás he logrado acostumbrarme a ser parte del Royal, si debo ser honesta. Los profesores no tienden a mirarme de manera amistosa, muchos me dan la espalda por el simple hecho de quien soy. Pues claro… ¿La profesora de duelo es una ex vencedora de los Juegos Mágicos? Ni hablar, eso es un escándalo, no tienen razones para quererme entre sus filas. ¿Me importa? No mucho. ¿Me hace desear el volver a casa temprano? Pues claro. He estado tratando de vivir una vida normal desde que fui reinsertada a la sociedad, pero el ámbito es lo que lo hace difícil. ¿Y qué si no estoy hecha para cosas normales? ¿Qué pasaría si nunca pudiese calmar al animal que llevo dentro, sea donde sea? He hecho cosas terribles y otras han sido fantásticas… para terminar siendo docente, con una casa y un gato. ¡Hasta estoy recibiendo a mi abuela de vez en cuando! Tal vez debería ir a terapia, porque encontrarme a mí misma en todo este proceso es más complicado de lo que parece.

Y sí, toda esa mierda es lo que me hace desear unas vacaciones. No más miradas furtivas, no más caretas que lucir en la mañana. Ya ni siquiera me importa que la guerra sea el tema de todos los días o que por las noches no exista un sitio seguro de las patrullas de los dementores. Me aferro a mi taza de té en uno de los rincones de la sala de maestros, sonriéndome a mí misma por los recuerdos inexistentes de mi próximo receso, sin escuchar las tonterías de mis compañeros. El calvo que enseña historia hace un chiste demasiado malo que provoca que muchos se marchen entre carcajadas, así que por un breve momento, disfruto el silencio. Lo hago hasta que una voz me hace alzar la vista para despegarla de la ventana, encontrándome con un rostro que parece salido de un anuncio de maquillaje.

Me cuesta reaccionar porque estaba demasiado hundida en mi propia mente, pero cuando lo hago, tengo que sacudir la cabeza al sonreír para no parecer consumida — Sí, lo siento — despego una de las manos de mi infusión y se la tiendo para que la tome — Jolene Yorkey, de Duelos. ¿Eres el reemplazo de Logan Thornfield? — vaya a saber dónde se metió ese sujeto. Una pena no tenerlo cerca para disfrutar de su regalo a los ojos de manera gratuita — Espero que de verdad disfrutes de tu estadía en este lugar y no termines calva de tanto arrancarte los pelos por los niños. ¿Vienes teniendo una buena experiencia en el Royal? — solo porque ha sido amable, le hago un ademán para que tome asiento — Pareces joven. Admiro que todavía exista gente de tu edad que parezca desear la docencia — le arqueo las cejas en señal de gracia y me escondo detrás de mi taza al darle un largo sorbo. Mejor ella que yo, a decir verdad.

La peligris solía mantenerse alejada de la política y centrase más en la magia, no conocía muy bien la historia de NeoPanem a pesar de que se la habían inculcado desde que era una párvula. Simplemente esas lecciones las retuvo en su mente mientras hacái exámenes y respondía preguntas y las olvidó en su mayoría cuando estas preguntas y exámenes cesaron, realmente no le importaba mucho la forma en la que Neopanem pasó del gobierno de uno a otro y blabla. A su madre y a su abuela sí parecía interesarles muchísimo, lo cuál era irritante pues aunque ya no le preguntaban, aún la molestaban constantemente tomando de su tiempo solo para obligarla a escuchar por horas como ambas contaban todo desde el inicio. Le daba mucha risa como su madre concordaba con todos los insultos que su abuela profería hacia los muggles y los Black, cuando ella era la que le entregaba libros muggles y le decía que los muggles no eran tan malos y no merecían esclavitud. Claro, los muggles no pero ella misma sí debía ser su esclava todo el maldito tiempo. Justo.

Así que no solía dividir a las personas ni rechazarlas por su status, ideología ni nada por el estilo. Tanto porque no veía necesidad en eso, como porque tampoco conocía mucho como para saber quién había hecho qué. Eso le agradaba, pues no poseía los prejuicios fuertes de su padre y podía conocer a muchas personas distintas que podía ofrecerle distintos tipos de entretenimiento y compañía, y obvio, beneficios.

Y para recalcar que no sabía nada de nada, tras darle un firme apretón a la mano de la chica y escuchar el nombre de Logan Thornfeld, tuvo que evitar poner una expresión de confusión. Sí, había otro profesor antes, no tenía por qué sorprenderse, así que solo asintió. — Sí, fui aceptada hace como un mes. — afirmó, y al tener el permiso de la chica, se sentó frente a ella, sin inclinarse mucho para no invadir su espacio personal. Ladeó ligeramente la cabeza, la mujer parecía no estar tan emocionada como ella en dar clases, quizá era porque ya llevaba tiempo allí mientras que ella acababa de comenzar, comenzando un nuevo trabajo uno siempre suele estar emocionado. — Bueno, hasta el momento se han comportado bien conmigo que es mucho más de lo que esperaba, los alumnos no suelen ser buenos con los profesores suplentes ni con los nuevos, tienden a querer burlarse y aprovecharse. — bufó, lo sabía, en su época lo había hecho y ya estaba preparada para no permitir que se burlasen de ella. Una persona se acercó y le entregó una taza de té igual, a lo que le ofreció una sonrisa y un agradecimiento, dándole un sorbo a esta. Té verde con limón, su favorito. — Bueno...pienso que las personas que salen de un colegio son las que decidirán el futuro, y me gusta poder formar parte de las filas que moldean estas mentes, que las ayudan a brillar. No deseo que el futuro esté plagado de adultos analfabetos e incultos. — Terminó, también quería inculcarles un sentido de respeto por la vida de todos, pero el solo decir que veía a los muggles como vida igual, inferior, pero vida, haría que la volviesen a meter en prisión.

Un mes, pobre niña inocente. Yo no llevo ni un año, pero sé muy bien que en otro mes más estará tan cansada que lo único que querrá es ponerse a dormir sobre su propio escritorio. Intento que no se me note en la cara, a pesar de que la sonrisa sigue siendo medio tirante en un intento de evitarle el pánico antes de lo debido — Si esa fue tu primera impresión, te aconsejo que la aproveches. O ten un ojo abierto, siempre hay alguno que te sorprende para mal. Los niños son impredecibles — por no decir que son pequeños monstruos cargados de energía, eso es otro tema y estoy segura de que ya lo saben. Como ya he dicho, mejor un mundo sin hijos, porque al menos a estos sé que los devuelvo al terminar la jornada. No sé si soy yo o cada año que me hago más vieja, me pongo cada vez más intolerante.

Apenas me fijo en la persona que le acerca una taza, estoy más concentrada en su discurso decente y clásico, muy al pie de la letra de aquellos que comienzan su camino en la docencia. No soy muy experta en el tema, solo sé que lo he oído en otras ocasiones, incluso cuando era una niña y pensaba que mis maestras eran un poco… bueno, de manual, por decirlo de un modo más adulto. Sorbo de mi bebida con mucha calma y acabo haciendo una muequita — El futuro… — lo repito, tal vez porque es lo que más capta mi atención de todo lo que dice — ¿Hablas del futuro en el cual no sabemos si podemos confiar, si consideramos todo lo que anda pasando afuera? — Desde el anuncio de guerra, esa que había sido constante y silenciosa por años hasta que alguien le puso un nombre, nadie se ha atrevido a apostar por el futuro. Bueno, a excepción de los desesperados como mis vecinos, que me enteré que se fugaron para casarse en secreto porque no confían en que la vida les tenga algo asegurado. Muy cursi, pero creo que hasta los entiendo.

Me encojo de hombros para restarle importancia a un asunto que tiene a todo el mundo en vela y me mordisqueo los labios — El Royal es un sitio complicado. Siendo el colegio más prestigioso, muchas de las órdenes directas del ministerio afectan a la protección y educación de los niños. Mi mejor consejo es que sepas ser una profesora aplicada, que los niños te sigan queriendo y, sobre todas las cosas — la apunto con mi cucharita — Tienes que asegurarte de que Eloise Leblanc te quiera, o al menos que te tome aprecio. El horno no está para bollos.

La mujer parecía ser bastante agradable, más que varios de los magos que había conocido a lo largo de su vida. Aunque no parecía estar en absoluto encantada con su vida de docente, ella había escogido esa carrera por gusto, porque había estudiado específicamente para eso, pero ella...parecía que ya estaba harta de la docencia. Quizá en un inicio le había gustado y ya luego no. La verdad, sus padres le habían aceptado que estuviese como profesora en el Royal pues era un cargo decente, pero querían que se volviese parte del ministerio, querían que estudiase leyes igual que ellos y comenzara como abogado para luego llegar a ser miembro del Wizengamot igual que su padre. A veces pensaba seriamente en que solo había escogido docencia para llevarle la contraria a sus padres sin necesidad tampoco de acabar viviendo bajo un puente como una indigente. Pero luego recordaba que realmente le importaban los jóvenes y lo que acabarían aportando a la sociedad tan...dañada en la que vivían.

Quizá podrían hacer un mundo mejor, quizá.

Le dio un sorbo a su té, pensando en la cantidad necesaria de galletas que no tenía para él allí a su disposición, intentaba que no le diese una mini crisis solo por no tener galletas para comer con su té. Las palabras de la mujer sonaban bastante sospechosas, incluso podían ser acusadoras para una persona muy escrupulosa, podían ponerla en peligro a pesar de sonar relativamente inocentes, ella, podía captar eso. Pero realmente, no le importaba mucho dónde estuviese la lealtad de los otros, solo qué tan buenas personas fuesen. Tenía razón con lo que decía. — Es verdad que el futuro es...incierto en este país. — su tono de voz bajo un poco más, no deseaba meterse en más problemas. — Y no culpo a las personas por tener miedo de lo que pueda suceder...guardias con dementores en el mismo capitolio, marchas de enmascarados...la bandera quemada en toda la plaza. Esto se está volviendo una verdadera locura. — frunció los labios, para luego soltar. — Por eso espero que esta y las siguientes generaciones, estos jóvenes no...cometan los mismos errores que las anteriores. — no especificaría ella qué veía como errores.

Ni cuenta se dio de que se tomó todo el té de tres grandes tragos, caliente como estaba. Tampoco estaba segura de si solo se encontraba paranoica por los efectos en su organismo, o de verdad pensaba todo lo que dijo y en serio estaba sumamente preocupada. Tomó aire para cambiar el tema y asintió. — Procuro en lo posible agradarle sin pasar por lamesuelas, no me gusta eso. Mis padres también me dijeron que tenía que agradarle a Eloise, entiendo que es la ministro de educación pero...wow, ¿por qué tanto énfasis de todos en que tienes que agradarle?.

Hago una mueca, no es secreto lo que todos vemos por la televisión desde que empezaron los levantamientos. He oído muchos rumores en torno a ello, mis colegas no hacen más que murmurar en los pasillos como un grupo de chismosos preocupados. ¿Yo? Personalmente, me he tomado las noticias como un peso pesado. He sufrido de primera mano el trato con los Black, esa familia destruyó a la mía en cada aspecto posible y se bañó en la gloria robada de aquellos que fueron sacrificados en su nombre. ¿Y ahora un niño con ese apellido anda reclamando el puesto de su padre? Por muchas promesas nobles que pueda hacer, solo diré que un Black volverá a liderar NeoPanem sobre mi cadáver. Esa gente jamás será el sinónimo de algo bueno o decente, por muy podridos que estén los gobernantes actuales.

— Creo que esa es la historia de la humanidad: se espera que los jóvenes hagan las cosas mejor y lo único que conseguimos es ir cuesta abajo — la situación política actual es una muestra clara de ello — Me parece que el problema recae en que nosotros no actuamos con el ejemplo y esperamos que otro arregle lo que hemos arruinado. No comprendo qué es lo que pretenden hacer con todo esto… — es el cuento de nunca acabar. ¿Lanzarán bombas al norte, como sucedió hace casi veinte años? Gane quien gane… ¿Dónde demonios voy a acabar, si ningún líder me representa? ¿Hice bien en regresar de Europa?

Jugueteo con mis dedos alrededor de la taza, se siente tibia gracias a la infusión que está pronta  a terminarse y espero que no se me vuelque ni una gota cuando me hace reír sin mucho disimulo. Por estas cosas siempre me meto en problemas, para variar — Si no le agradas a Eloise Leblanc, no durarás mucho en este empleo. Con la cantidad de cambios ministeriales, todo funcionario se encuentra en la mira y al gobierno le gusta despedir a aquellos que no cumplen con los requisitos. He oído rumores, dicen por ahí que hasta los mismos ministros se encuentran en la mira. Y no me sorprende… estamos en guerra — si hay gente cuyo trabajo mal hecho puede cagarla, son ellos. Bebo un poco más, pero no le quito los ojos de encima — ¿Qué opinas del enano Black? ¿Está siendo sincero o es un montón de patrañas dignas de su familia? — se ve joven, pero creo que no hay ni una sola persona que no haya oído de los anteriores gobernantes, no importa la edad que tengas.

Ejemplos...ser ejemplos. — No soy una persona perfecta, sin dudas, pero siempre apuesto por la justicia, y me gustaría que las personas a mi alrededor hiciesen lo mismo. No seguir al que te va a dar lo mejor, no seguir al que va a destruir todo lo que odias, no seguir al que solo quiere que todo se vaya a la mierda. Seguir a quién solo desea lo mejor para todos. Eso sería lo ideal...sin embargo es una forma de ver las cosas bastante utópica y fantasiosa pues las personas que desean un verdadero equilibrio nunca se convierten en los representantes o cabezas de nada, a las personas les gusta mucho lo radical que solo les ayude a ellos y no les importa lo que le pueda suceder a los demás. — tristemente a ella sí le importaban mucho los derechos de los demás, y siendo abogado no podría defenderlos como quería bajo el mando y la fuerte vigilancia de todos a su alrededor, al menos educando tendría un poco más de libertad para enseñar a los jóvenes y quizá crear una gran mente que sería distinta a todos y podría llegar a crear un país de paz.

Mantenía la esperanza de que eso sucedería en su corazón, por más estúpida y pequeña que esa esperanza pudiese ser. La mujer tenía razón, no existía quién diese un verdadero buen ejemplo a seguir. En todos los gobiernos todos parecían solo desear estar en el poder y dar poder a sus "iguales" y quiénes compartían sus ideas, y mandar a los demás a comer mierda. Las personas que estaban en un punto medio solían acabar muertas, ocultas o encerradas. Nunca se les permitía a sus voces resonar por los pasillos. Solo querían callar a todos los que buscasen igualdad. ¿Acaso era la igualdad tan mala?

Asintió, agradeciendo su consejo sobre Eloise, ya sabía que tenía que tener mucho cuidado también con lo que decía allí, como se comportaba, no podía parecer ni ligeramente sospechosa. El tema del nuevo chico Black rondaba por todos lados, ella había leído sobre eso, conocía el pasado de su familia ligeramente y el odio de sus padres hacia ellos, pero sobre este nuevo Black solo sabía que intentaba tomar el mando solo por su apellido. Prometía un mundo de igualdad que era con lo que ella soñaba, pero realmente... — Yo no...digamos que no confío mucho en los políticos en general. Siempre he pensado que los políticos pueden venir con buenas intenciones pero corromperse con el poder. El poder, eso es lo que nos está dañando a todos. En esa búsqueda desesperada por el poder las personas pierden todos sus valores. No confío en que al llegar al poder todas sus ideas cambiarán mágicamente y también querrá oprimirnos a todos. No confío en que evitará derramamientos de sangre y batallas innecesarias. Se ve sincero a simple vista pero siempre puede estar ocultando muchas cosas.

— El aspirante iluso no será más que un político corrompido en el futuro, no hay con qué darle — ay, por favor, que parece que no le puse nada de azúcar a mi bebida. ¿Siempre he sido tan amarga o alguna vez tuve una parte en mí que no baile con el cinismo? Me gustaría poder recordarlo, en mi cabeza solo he podido expulsar pensamientos venenosos, de esos que muchos me han reprochado como puro pesimismo. ¿Es tan malo el creer que todo se ha podrido? ¿Es de mala persona el pensar que no hay manera de que se corte ese círculo vicioso? Cuando era una niña, el mundo era de aquellos que explotaban el miedo para controlar la magia. Ahora, los derechos ya no existen, ya no queda más que un montón de polvo de lo que alguna vez fue una sociedad respetable. Estamos muriendo, lentamente, asfixiados en nuestra miseria.

La chica nueva no me hace pensar que sea una tarada y eso, a mí parecer, es de lo más valioso. Mis ojos van hacia la puerta en lo que chequeo que nadie se fije en nosotras, en conversaciones que pueden valernos algo mucho peor que un despido y es que, a pesar de que todo el mundo habla de lo que ha sucedido, no todos expresan su verdadera opinión. ¿Qué sucedería si un par de profesoras demuestran dudas sobre el gobierno por culpa de un niño? — Si no las está ocultando, yo diría que es alguien que le falta mucho por descubrir. ¿Qué puede saber un chico de una guerra que empezó antes de su nacimiento? ¿Actúa por voluntad propia o alguien lo está usando? — lo cual no me sorprendería, cualquiera lo haría si ven en él una oportunidad — Ese chico será corrompido, estoy segura, y los demás nos quedaremos a juntar los platos rotos. Ahora, podría ser una enorme mentira y no ser un verdadero Black… ¿Pero entonces por qué el gobierno no salió a desmentirlo? — sé que estoy buscando respuestas en el aire, incluso cuando podría solucionarlo e ir con mi abuela a tener una charla seria. Aún así, hacer catarsis con una casi desconocida es incluso más alentador.

Corrupción, corrupción, sentía esa palabra como una gran sombra sobre ella, sobre todos en el país. Sabía que las personas en el poder o las que deseaban alcanzarlo estaban todas completamente corruptas y existía muy poco espacio libre para la salvación. Ella quería ser optimista y creer que se podía, pero su parte optimista siempre era atacada por la pesimista, que estaba ahí siempre debajo de todo esperando para decirle que olvidara todos sus sueños y esperanzas y se diera cuenta de que no había nada...nada que pudiera salvar al mundo, no había ningún super mago que arreglaría todo y todos los seres vivos del mundo estaban dañados.

Ese pedazo pesimista de ella quiso salir a la luz cuando la mujer dijo aquello, pero en su exterior se mantenía tranquila, impasible, no iba a demostrar que le estaba empezando a afectar por donde iba su tren del pensamiento porque si lo permitía luego este se iba a terminar yendo completamente fuera de las vías. — Supongo que no puedo hablar mucho tampoco, tengo veintitrés años nada más y realmente la parte de la guerra que viví cuando era pequeña...no la recuerdo. De hecho creo que de los diez años hacia abajo no recuerdo nada de los sucesos de mi vida. Sí creo que exista la posibilidad de que actúe por cuenta propia, pero no veo que esté llegando a mucha gente. La tiene difícil para convencer a tantas personas que tienen su mentalidad tan arraigada de cambiarla para un, eh...lo que él piensa que es un bien común. — una vez más, intentaba sonar objetiva e lo que decía, le costaba un poco. — Sus intenciones pueden ser buenas, pero es solo un adolescente, su pensamiento puede cambiar, aún tiene tiempo para que el odio en su interior crezca y pase de desear lo mejor para todos a lo mejor para él, además...creo que los jóvenes son el futuro, pero también que son solo jóvenes y aún les falta aprender.

Suspiró, le gustaría poder conocerlo y saber si podía confiar en él. Tristemente esta le parecía una posibilidad muy remota. Qué suerte que nadie más parecía escucharlas. En el tono más bajo posible que pudo, dándole un voto de confianza a la mujer. susurró palabras que en su situación podría hacerla ir directo a la morgue. — Al gobierno no les importamos nosotros. Solo sus propios deseos. Quizá hasta quieran hacernos dudar o temer para controlarnos. Quizá solo desean que todos vivamos en incertidumbre.

Veintitrés años. La miro con la curiosidad de alguien que lleva una década extra encima, segura de que a su edad yo ya había pasado por más cosas que cualquier ciudadano adulto promedio. No conozco su historia, tampoco me atrevo el preguntarla, porque sé que muchos han perdido más que la libertad cuando cambió el gobierno de NeoPanem. Los niños aquí, la gran mayoría, no han conocido otra cosa, pero aún hay personas que recuerdan otros tiempos como si se tratase de una realidad paralela, demasiado lejana como para ser real. ¿Los Juegos Mágicos, el Centro de Entrenamientos en medio del Capitolio, los magos escondiéndose de aquellos que no querían compartir el poder? ¿La isla de los vencedores, las galas? Todo parece una enorme mitología, demasiado falsa si no fuese porque aún quedamos los fantasmas que les recuerdan a todos que ese pasado existió, que todos formamos parte de un caótico todo.

— ¿No ves que esté llegando a mucha gente? ¿Pudiste ver la televisión estos días? Yo creo que ha llegado a aquellos que estaban esperando por esta excusa. ¿De verdad crees que todos aquí aceptaron a los Niniadis de buena gana? — mi boca se frunce con mi desaprobación, pero toda mi postura se desinfla a causa del agotamiento mental que esto me produce — Siempre se trató de los jóvenes. Los jóvenes eran los que iban a matarse a una arena por la cual los Black pagaban, los jóvenes fueron los que murieron luchando batallas que no les correspondían y ahora son los jóvenes los que se plantan como nuevos candidatos. Y eso nos deja un futuro bastante incierto — porque si ni ellos saben quiénes son, nosotros no podremos saber quiénes serán.

Le tengo que dar la razón y, con la taza ya vacía, me hundo un poco más en el sofá hasta terminar con casi todo el torso derretido contra el almohadón — No falta mucho para que llegue el día en el cual todo lo que nos preguntamos tome un nuevo rumbo y una nueva importancia. Es eso a lo que el gobierno teme, el problema es lo que nosotros haremos. No quiero seguir luchando, es solo… ¿Cómo le das la espalda a algo así? — porque es lo único que me queda y sé, muy en el fondo de mi mala gana, que ese no es mi estilo. Ya estuve al margen por demasiado tiempo.

Negó con la cabeza inmediatamente. — No lo creo en absoluto. Sé que existe muchísima gente que no está feliz con el mandato de Jamie Niniadis y muchos más que no están felices con el repentino cambio de Jamie a Magnar. [/quote] — Magnar, aquél mafioso a quién conoció en sus días de cárcel y de quién escuchó tanto cuando era joven, aún no se creía que hubiese llegado a ser presidente y realmente aún no entendía cómo había sucedido esto, solo sabía que en su familia lo idolatraban como si fuese un dios. Realmente no lo conocía mucho, tampoco sabía si debía confiar en él pero estaba casi segura de que no.

— Realmente dudo mucho que el conformismo de toda la población con un mandato exista si este no fue realmente elegido por la totalidad de su pueblo. Sé que solía existir algo llamado democracia, que antes se solía tener el derecho de elegir a nuestros propios gobernantes, ministros, presidentes. En el mundo muggle habían gobernadores, alcaldes y demás. En muchos países se practicaba la democracia y la mayoría quedaba conforme con el resultado pues este resultado era fruto de sus propias decisiones... [/quote] — miró su taza de té y luego a la mujer. — ...o al menos eso hacían parecer muchos, siempre existían grandes fraudes electorales en los que el pueblo acababa mucho más inconforme y cuando no lo era siempre, siempre existía una gran población inconforme. También, al tener derecho al voto todos, incluyendo jóvenes inexpertos y personas carentes de cultura real, se tomaban decisiones estúpidas basadas en la mayoría de votos. — dejó la taza de té ya vacía en la mesa y suspiró.

— ¿A qué voy con esto? A que nunca existirá un gobierno totalmente justo e imparcial, ya desearía pero es una inmensa fantasía. Los profesores somos los que moldeamos las mentes jóvenes y por desgracia la falta de buenos profesores es lo que causa que existan tantos abogados, ministros, y personas corruptas en el mundo. Así como también la falta de enseñanza de verdaderos valores en el hogar. — sabía que estaba hablando demasiado pero ya no se podía detener, lo tenía todo atascado en su garganta y necesitaba sacarlo de allí lo más pronto posible antes de terminar explotando. — ¿Qué se les está enseñando a los jóvenes? a ser radicales, cerrados de mente, intolerantes y elitistas. Y estos seres vacíos son los que acaban estando en los puestos importantes. No le podemos dar la espalda a una realidad como esta. Existe gran cantidad de marionetas que absorben los odios y resentimientos de quiénes les enseñan, solo los antivalores. Dudo con esto crearte un super amor nuevo a tu profesión pero sí que entiendas por qué le doy tanta importancia. No espero crear una utopía pero sí...entender a todos y enseñar a los jóvenes a dar oportunidad a todos sin discriminación. Al menos hasta donde den mis capacidades. Siento que eso es lo que se necesita para llevar al país por donde realmente necesita ir [/quote].

Conozco de historia, cuando era pequeña pasaba mucho tiempo con la nariz hundida en los libros que tanto intentaba imitar al momento de armar mis propios cuentos con Andy, sobre cientos de caballeros, princesas y reyes mucho más justos que aquellos que nos gobernaban. Nada de lo que esta mujer me está diciendo es una novedad, pero al menos es bueno saber que aún quedan personas que recuerdan un pasado que no era tan negro como el que está en la memoria de este país. ¿Por qué tenemos que elegir entre uno y el otro? ¿Por qué nos imponen nombres y apellidos? — Un profesor puede poner su grano de arena, pero la educación primaria siempre se encontrará en los hogares. No hay mucho que se pueda hacer si uno aquí les infunde el respeto, pero en su hogar les llenan la cabeza con nuevas ideas. Además, tampoco hay mucho que hacer aquí. Nuestros programas educativos están moldeados acorde a la creencia popular de que el mago se encuentra por encima del resto y no es como que se acepten otros discursos. Deberás tener cuidado con eso — porque conmigo no hay ningún problema, pero otros colegas no serán tan comprensivos. Los secretos no duran cuando se trata de salvar su propio pellejo.

— Es lindo poder pensar que podemos cambiar los valores y los pensamientos de los niños, admiro la nobleza en esa intención — me explico. Apoyo ambas manos en mi sofá para poder ponerme de pie, chequeo la hora en el reloj de pared para asegurarme de que el tiempo del recreo no se ha acabado todavía y puedo llegar a expresar mi punto — Estos niños tendrán que salir al mundo algún día y tienen que tener herramientas para sobrevivirlo. Ser amable siempre es importante, pero mientras que el sistema no cambie, no podremos hacer nada más. Y para que eso suceda, hace falta más que tiempo y sacrificio. No todos estamos dispuestos a perderlo todo… — o al menos, no mientras algunos de los candidatos sigan entre las sombras.

¿Eso es lo que creo? Puedo sentir la picazón en mi nuca, esa que conozco tan bien. Sé que estoy cometiendo la estupidez de empezar a ansiar respuestas, es la ansiedad que me consumía hace años, cuando meterme en problemas era el canto de todos los días. Me rasco la cabeza y fuerzo una sonrisa, volviendo a tenderle una mano — Si necesitas con quien hablar de estas cosas siempre puedes contar conmigo, pero por favor, ten cuidado con tu lengua. Estás en el colegio más prestigioso del país y aquí no aceptan estos discursos. Cualquier oreja parada en el mal momento puede condenarte a prisión… o a algo peor — esto es NeoPanem, la justicia no es ciega, aunque sí adora jugar al sordo mudo cuando les conviene.