Cierro los ojos, exhausta pero con una pequeña sonrisa en los labios. La verdad es que estas experiencias hacen que todo merezca un poco más la pena. Es decir, sin romantizar nada, son divertidas. Se pasa bien. Y a todo el mundo le gusta pasar un rato así... Y más si es en compañía de una mujer tan explosiva como Silas Jensen. Ronroneo levemente cuando empiezo a notar sus caricias en mi brazo, como si por un momento mi naturaleza lobuna se quedara a un lado y saliera a relucir algo más felino, más salvaje.

Pero lo que ha dicho es que tiene un trabajo para mí. No quiere a un humano o squib cualquiera, quiere a uno en específico, y está lo suficientemente contenta conmigo como para pedírmelo a mí. O me ha hecho estar lo suficientemente contenta con ella como para saber que no voy a negarme a nada de lo que me pida. Y es que no lo voy a hacer, no después del rato que acabamos de pasar, no después de lo que sé que puede hacer por mí. Así que sonrío levemente, siguiéndola con la mirada cuando abandona la cama. Mi trabajo no es hacer preguntas, pero esta vez me permito, con una sonrisa divertida en los labios, formular solamente una —¿No has pensado que si me lo pedías sin vestirte habría más posibilidades de que te dijera que sí?— bromeo.

Estiro los brazos, desperezándome, y me levanto de la cama, completamente desnuda. Yo no voy a ocultarme, no tengo ninguna intención de hacerlo. Al revés, voy hacia ella, tomo su brazo y tiro de ella hacia la cama de nuevo —Anda... Ven. Cuéntame los detalles— le digo, atenta. Atenta a sus instrucciones y a su cuerpo, que todavía se adivina debajo de la camiseta y que sé que no podré olvidar en mucho tiempo —Ya sabes, nombre, apellido, zona donde se le vio por última vez, algo que me pueda ayudar a cazarlo... ¿Le necesitas vivo, verdad?— añado, pensando en todos los factores que podrían influir en mi persecución de ese hombre.

Me tumbo a su lado, siendo poco sutil con el espacio que dejo entre su cuerpo y el mío. Es imposible estar a su lado en una cama y no desear estar todo lo cerca de ella que sea posible. Con una sonrisa divertida dejo que mis dedos se paseen por su espalda, dejando suaves caricias. Yo estoy tumbada boca arriba, dejando a la vista todo mi cuerpo, sin pudor alguno. Quiero que me observe. Adoro que lo haga.

Y, pese a todo el deseo que tengo dentro ahora mismo, escucho atentamente. Si bien es cierto que desde que me transformaron siento cada vez que tengo o estoy a punto de tener relaciones unos instintos mucho más primarios, animales, arrebatos de deseo y pasión, también es verdad que que mi autocontrol prima por encima de todas esas cosas y que, cuando hablo de trabajo, son capaz de centrarme solamente en eso. O casi. Porque si tengo a Silas acariciándome y diciendo que es un proyecto que podemos hacer juntas... Tal vez me desconcentro un poco.

—Oh, así que un pequeño proyecto juntas, ¿eh?— le dedico una sonrisa divertida para, luego, incorporarme levemente y acercar mi rostro al suyo —Me has terminado de convencer— bromeo, antes de dejar una mordida traviesa en su labio inferior. Me vuelvo a tumbar en la cama, con una sonrisa divertida en el rostro, y la miro a los ojos —Revisaré los registros del mercado de esclavos y veré qué puedo hacer para adivinar dónde podría estar. Por cómo lo cuentas... Suena importante encontrarle— le concedo, pensativa —Además, si hago esto bien tal vez me puedes recompensar con más... Proyectos juntas— susurro, divertida, bromeando, mientras me acerco de forma sugerente a su cuerpo.

Vuelve a acercarse a mi cuerpo de un modo que me pone la piel de gallina completamente. Llevo mi mano a su pierna, casi por puro instinto, y dejo que mis dedos, sutiles, vayan acariciando su piel —Oh... Me muero de ganas de saber cuáles van a ser estos "otros" métodos de pago— digo, con una sonrisa irónica cruzando mi rostro. Haciendo un esfuerzo por mirarla a los ojos, porque teniéndola así contra mi cuerpo... Es un reto.

Se separa de mis labios antes de que pueda moverme para robarle algún que otro beso, y estoy a punto de quejarme, pero luego veo lo que hace. Veo cómo se sienta a horcajadas encima de mi cuerpo. Y, bastante a traición, si se me permite la opinión, me hace una pregunta relacionada con el trabajo mientras se despoja de nuevo de su camiseta. Me muerdo el labio inferior i dejo que mis dedos se deslicen por sus piernas, suban por su vientre y terminen en sus pechos. Con gestos suaves, pero con destellos del innegable deseo que siento por esta mujer.

—Me parece un buen método de trabajo, sí— le concedo, incorporándome para quedar a la altura de sus labios, todavía con ella sentada encima de mí. Acaricio su piel, sonriendo un poco, y le doy un beso corto en los labios —Hmm... De ese Hunter Bennet— le pregunto, sin separar mis labios de los suyos —, ¿tienes alguna fotografía, o algo que pueda ayudarme a rastrearle?— porque tengo mis métodos, pero algo de ayuda nunca va mal. Aunque me gustaría estar pensando más en esta misión y menos en el cuerpo de la diosa que tengo sentada encima de mis piernas.

El beso que me da parece ser de pausa, cosa que a mí no me convence para nada, porque... Bueno, porque sigo teniéndola enseñando su cuerpo y encima de mí. Pero me esfuerzo en dejar quietas mis manos y en mirarla a los ojos mientras sigue hablando. Ante su pregunta, dejo que mis dedos se hundan levemente en la carne de sus caderas, sin querer que se separe de mí —Estudiaré el viaje y haré una lista de necesidades. Mañana a más tardar te las comunicaré para que veamos qué cosas adicionales podría necesitar— propongo.

Me muerdo el labio inferior, mirándola a los ojos. Ahora mismo hasta desearía dejar de hablar de trabajo y abandonarme completamente a ella. Besarla, dejar que se fundieran nuestros cuerpos, sentirme suya. Pero bueno. Tiempo al tiempo. Ahora tengo que centrarme en que todo en esta pequeña misión salga bien para poder tenerla contenta conmigo y que me siga buscando para futuras misiones.

Dejo que una mano suba hasta su pelo y luego baje a su mejilla, para volver a acercarla a mí —Bien... ¿Algo más, jefa?— le digo, con una sonrisa traviesa, antes de volver a besar sus labios, disfrutando del beso —Si eso es todo, puedo marcharme ya... A no ser que me pidas lo contrario— añado, dejando que mi cuerpo se quede pegado al suyo. Sugerente, sensual. Provocadora. Y con muchas, muchas ganas de sentir que soy la loba favorita de esta Ministra. Por placer profesional y personal.