OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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No es como si hubiera traído muchas cosas conmigo como para preocuparme si es que entrarán todas, supongo que con un par de hechizos de expansión conseguiremos que la mayor parte de las cosas queden dentro de las cajas y podamos movernos cómodamente en los tres metros por tres metros que me tocará compartir con Mimi hasta que… supongo que hasta que seamos viejas y con cuatro gatos. Paso mi mirada por las paredes que están descaradas culpa de la humedad, con la pintura manchada cerca del techo. La ventana no parece poder asegurarse bien, se rompió uno de los vidrios y tuvieron que reemplazarlo por otro que se nota distinto. Hay una cama ¡y me siento admirada de que una cama haya podido entrar en este lugar! Hay muchos estantes en las paredes, crecer hacia arriba es siempre una idea inteligente de aprovechar espacios. ¡Y algunos todavía están vacíos como para que podamos colocar macetas con plantas! Con un poco de esmero, este sitio podrá ser un hogar cómodo para ambas. —¡Me encanta!— le aseguro a Mimi al voltearme hacia ella, en un giro sobre mis talones y mis manos entrelazadas. —En serio, ¡me encanta!— repito, porque no quiero que le quede dudas. Ya sé que es diferente a lo que he visto en el Capitolio toda mi vida, pero… no está nada mal. No es el Capitolio, ese es el punto. Es… un lugar distinto y puedo suspirar como si llevara tiempo con el aire contenido en el pecho, incapaz de respirar.
Me acuclillo delante de una de las cajas para revisar que es lo imprescindible que debo sacar, el resto puede quedarse ahí y encima de libros para los que no hay lugar, encuentro el peluche de un oso blanco con piernas largas y una cinta celeste anudada al cuello, que recibí días antes de mudarme como un regalo que llegó tarde. Revuelvo el contenido de la caja hasta dar con el estuche en el que guardé lo esencial para el baño y busco con pánico la puerta que me indique donde está, porque no creo haberla visto. ¡Y ahí está! Puedo respirar aliviada. De la valija que está abierta sobre la cama con toda mi ropa debidamente ordenada, elijo una camiseta para cambiarme la que tengo puesta después de ducharme… ¿…tendrán ducha? —No puedo creer que vayamos a vivir juntas, es como… no sabes lo emocionada que estoy, ¡después de todo este tiempo! ¡Tengo tantas cosas por contarte! Y que no podía porque… bueno, las interferencias…— me encojo de hombros, también estaba la razón de que no había nada que contar hasta que pasaron cosas que lo hicieron algo para contar.
Mamá no estaba equivocada al decir que después de perder a Mimi, pareciera que no fui capaz de creer vínculos así de fuerte, creo que hasta que llegó Ken. Tuve amigos, a quienes también aprecio, pero con la mayoría de las personas he tenido siempre una barrera que marca mi reserva. Puedo ser amable, la gente suele creer que por ser amable y decir muchas cosas con todo mi convencimiento, les estoy mostrando todo de mí, cuando en realidad sigo guardándome partes. Y a Mimi puedo confiárselas, a veces son las partes más estúpidas de mí. —¿Quién necesita dormir? Podemos quedarnos despiertas toda la noche y ahora que estamos juntas hay tantas cosas que puedo preguntarte, que yo… bueno, no tenía a nadie a quien preguntar. Sólo espero que a Ken no se le ocurra pasar luego, porque si no me daría mucha vergüenza preguntar—. Claro que al saber que me vendría al norte, lo tuve que traer conmigo para que aprovechara de ver a quienes considera su familia y no me sorprendería que se pase por aquí a meter su cabeza peluda para ver cómo vamos a amañarnos para vivir con Mimi. —Verás, yo… hmm… hay un chico con el que tal vez nos pasamos un poco de manos, bueno, no… sí, tal vez nos metimos mano...— muy literalmente, y siento un poco de pudor de tener que contarlo, que me echo el pelo detrás de las orejas que hierven de los rojas que están en sus puntas.
Me acuclillo delante de una de las cajas para revisar que es lo imprescindible que debo sacar, el resto puede quedarse ahí y encima de libros para los que no hay lugar, encuentro el peluche de un oso blanco con piernas largas y una cinta celeste anudada al cuello, que recibí días antes de mudarme como un regalo que llegó tarde. Revuelvo el contenido de la caja hasta dar con el estuche en el que guardé lo esencial para el baño y busco con pánico la puerta que me indique donde está, porque no creo haberla visto. ¡Y ahí está! Puedo respirar aliviada. De la valija que está abierta sobre la cama con toda mi ropa debidamente ordenada, elijo una camiseta para cambiarme la que tengo puesta después de ducharme… ¿…tendrán ducha? —No puedo creer que vayamos a vivir juntas, es como… no sabes lo emocionada que estoy, ¡después de todo este tiempo! ¡Tengo tantas cosas por contarte! Y que no podía porque… bueno, las interferencias…— me encojo de hombros, también estaba la razón de que no había nada que contar hasta que pasaron cosas que lo hicieron algo para contar.
Mamá no estaba equivocada al decir que después de perder a Mimi, pareciera que no fui capaz de creer vínculos así de fuerte, creo que hasta que llegó Ken. Tuve amigos, a quienes también aprecio, pero con la mayoría de las personas he tenido siempre una barrera que marca mi reserva. Puedo ser amable, la gente suele creer que por ser amable y decir muchas cosas con todo mi convencimiento, les estoy mostrando todo de mí, cuando en realidad sigo guardándome partes. Y a Mimi puedo confiárselas, a veces son las partes más estúpidas de mí. —¿Quién necesita dormir? Podemos quedarnos despiertas toda la noche y ahora que estamos juntas hay tantas cosas que puedo preguntarte, que yo… bueno, no tenía a nadie a quien preguntar. Sólo espero que a Ken no se le ocurra pasar luego, porque si no me daría mucha vergüenza preguntar—. Claro que al saber que me vendría al norte, lo tuve que traer conmigo para que aprovechara de ver a quienes considera su familia y no me sorprendería que se pase por aquí a meter su cabeza peluda para ver cómo vamos a amañarnos para vivir con Mimi. —Verás, yo… hmm… hay un chico con el que tal vez nos pasamos un poco de manos, bueno, no… sí, tal vez nos metimos mano...— muy literalmente, y siento un poco de pudor de tener que contarlo, que me echo el pelo detrás de las orejas que hierven de los rojas que están en sus puntas.
Tenía que admitir que cuando había hecho la propuesta inicial a Syv de mudarse conmigo, tal vez había sobredimensionado el departamento. No es que particularmente a mí se me hiciera grande, pero había logrado acomodar los escasos muebles que tenía como para que me fuese práctico y… práctico. Todavía no había podido limpiar o pintar las paredes, ni arreglar la tabla suelta del piso. Era precario, pero… nop, seguía siendo precario. Lo que mejor tenía el departamento (y la razón por la cual lo había escogido), era el baño. Que no era la gran cosa tampoco, a decir verdad no distaba mucho del mal estado general del resto del departamento, ¡pero la bañera!. Ufff, conseguir un lugar que tuviese bañera, y que para colmo la bañera funcionase… Valió cada mísero stickle robado que había podido juntar en un período relativamente corto de tiempo. Que no era robar si considerábamos que legalmente era yo quien debía haber tomado posesión de la empresa hace tres años, pero no creía que la junta directiva estuviese de acuerdo conmigo.
- Albi, como tu amiga tengo que ser completamente sincera: ¡Pero qué pésimo gusto tienes! - ¿Acaso se había golpeado la cabeza al venir aquí? Porque sí, la rubia era optimista por naturaleza, pero luego de saber qué tan grande y lujosa era la casa en la que vivía… pues una cosa era el optimismo, y otra el conformismo ciego. Era eso o había perdido la memoria. - No me malinterpretes, me encanta el hecho de que vamos a vivir juntas, pero… ¿te encanta?, ¿de verdad? - Hago una rápida recorrida con la mirada por el ambiente, y en definitiva no puedo entenderla. No cuando tengo el escritorio lleno de cacharros, la cama deshecha debajo de su valija, y sobras de comida en el cesto de basura que debían ser de hace como mínimo tres días. ¡Y es que me olvido de utilizar el evanesco! - Perdón, siempre olvido hacer esto. - Me disculpo sacando la varita y recitando el hechizo para que la bolsa que estaba a punto de rebalsar desaparezca con una floritura de la mano.
La voy escuchando mientras voy sorteando los muebles de acá para allá en busca de poner algo del orden que debía haber mantenido el día anterior, y si bien en un inicio parecía una conversación tan común como cualquier otra, su frase final me hace detenerme a mitad del pasillo y elevar mis cejas hasta que casi tocan el inicio de mi cabellera. - Oh… ¿Y quién podrá ser este chico misterioso? No es que hubieses estado conviviendo durante meses con una persona bien parecida, del género masculino, y que puede o no tener un culo ciertamente decente. De verdad, no tengo idea de quién podrá ser. - Ruedo los ojos tratando de que no parezca que me estoy burlando de ella, su inocencia, y su poca habilidad para mentir. ¿A menos qué? - Porque es Ken, ¿no? Si fuese Dave me hubieses mandado un mensaje para conectarnos por Wizzardface, ¿no es cierto? - Y puede o no que suene algo amenazante, pero hay cosas que sí se podían hablar vía web, y esa sería una de ellas. De Ken lo entendía, porque no nos podíamos referir a él por completo siendo que el chucho no podía salir demasiado, pero ¿Dave? Él me lo hubiese contado. ¿O no?
- Albi, como tu amiga tengo que ser completamente sincera: ¡Pero qué pésimo gusto tienes! - ¿Acaso se había golpeado la cabeza al venir aquí? Porque sí, la rubia era optimista por naturaleza, pero luego de saber qué tan grande y lujosa era la casa en la que vivía… pues una cosa era el optimismo, y otra el conformismo ciego. Era eso o había perdido la memoria. - No me malinterpretes, me encanta el hecho de que vamos a vivir juntas, pero… ¿te encanta?, ¿de verdad? - Hago una rápida recorrida con la mirada por el ambiente, y en definitiva no puedo entenderla. No cuando tengo el escritorio lleno de cacharros, la cama deshecha debajo de su valija, y sobras de comida en el cesto de basura que debían ser de hace como mínimo tres días. ¡Y es que me olvido de utilizar el evanesco! - Perdón, siempre olvido hacer esto. - Me disculpo sacando la varita y recitando el hechizo para que la bolsa que estaba a punto de rebalsar desaparezca con una floritura de la mano.
La voy escuchando mientras voy sorteando los muebles de acá para allá en busca de poner algo del orden que debía haber mantenido el día anterior, y si bien en un inicio parecía una conversación tan común como cualquier otra, su frase final me hace detenerme a mitad del pasillo y elevar mis cejas hasta que casi tocan el inicio de mi cabellera. - Oh… ¿Y quién podrá ser este chico misterioso? No es que hubieses estado conviviendo durante meses con una persona bien parecida, del género masculino, y que puede o no tener un culo ciertamente decente. De verdad, no tengo idea de quién podrá ser. - Ruedo los ojos tratando de que no parezca que me estoy burlando de ella, su inocencia, y su poca habilidad para mentir. ¿A menos qué? - Porque es Ken, ¿no? Si fuese Dave me hubieses mandado un mensaje para conectarnos por Wizzardface, ¿no es cierto? - Y puede o no que suene algo amenazante, pero hay cosas que sí se podían hablar vía web, y esa sería una de ellas. De Ken lo entendía, porque no nos podíamos referir a él por completo siendo que el chucho no podía salir demasiado, pero ¿Dave? Él me lo hubiese contado. ¿O no?
—¡Pero si no está tan…!— «mal» la palabra no llega a salir de mis labios porque me parece que algo se ha movido por la pared, esa misma pared donde están las manchas de humedad de las que me encargaré mañana mismo con mi varita o con un trapo, trepada en lo que sea. —Es diferente a lo que estaba acostumbrada y puesto que estaba buscando algo diferente, estoy más que conforme con este lugar. No quiero nada que me recuerde al Capitolio— soy tal vez un poco rotunda en este sentido, casi que aflora en mi voz un resentimiento para el que todavía no encuentro nombres, sólo sé que una vez que salí de la casa de mis padres, volver dejó de ser una posibilidad. No sé cuánto tiempo pasará hasta que me dé ganas de volver de visita, ahora no. Si es que estar viviendo en el cinco con una repudiada, no empieza a cerrar a mí más de una puerta en el Capitolio. En este momento, no es algo que me importe. Todo lo que necesito es un sitio, sin importar lo pequeño que sea, donde pueda acurrucarme a dibujar. —Descuida— susurro, conteniendo una sonrisa por el olvido de hacer desaparecer la basura. —Después podemos repartirnos las tareas así es más llevadero.
Y puede que lo necesite, porque la veo revoloteando alrededor de un montón de cosas que al parecer están fuera de lugar. Yo, por mi parte, no puedo moverme de la cama, porque el tema que quiero tratar con ella me tiene nerviosa, con mi cepillo de dientes girando en mis dedos cuando lo saco del neceser. Necesito algo con lo que mantener mis manos ocupadas. Si tengo que dar nombres, no sé por dónde comenzar la historia, que es lo que creo que tendré que hacer, hasta que Mimi por sí misma reafirma el por qué es la genio entre las dos. Hay algo que quiero mostrarle y aprovecho para hacerlo, saco mi teléfono del bolsillo trasero de mi pantalón, muevo mi pulgar por la pantalla hasta dar con una fotografía que espero que pueda verla claro cuando alzo mi mano hacia ella. —Es este chico—, ¿para qué tanto secretismo si aquí no hay ninguna señal que podría intervenir? Porque hace más interesante el relato, quiero conocer en primera fila cuál es la reacción de Mimi al ver la fotografía que nos tomamos con Ken en la que se nota que está sin camiseta, mi cabeza apoyada sobre su hombro, en la cama.
—Dave ya no me gusta— se lo informo, que creo que es lo que queda por hacer. Nada de llorar, ni de bloquearlo en Wizzardface. La verdad es que sigo dándole likes a tus fotografías, pero no a todas, tampoco con entusiasmo. Es un buen chico en cierto sentido, pero ya no me gusta en el sentido de antes. —Y bien, pasó que…— estoy comenzando a arrastrar las oraciones una vez, como hago siempre que no puedo ir de lleno a una cuestión, como esta vez que me gana el pudor, ¡pero es Mimi! ¡Es la única a la que puedo decirle TODO! —Pasó que estábamos mirando una película, ¿sí? Hablamos tonterías, de Wizzardface, de hacerle unas fotos sin camiseta. Entonces estaba en la cama sin camiseta, luego estábamos tocándonos, nos estábamos besando, y como somos amigos, dijimos que estaría bien probar para ser nuestra primera vez. Porque, ¿qué mejor que hacerlo con alguien que confías?— hablo de tirón, sin respirar, una palabra va hilada a la otra y la única vez que me detengo para tomar aire es para poder decir: —Y fue tan genial, no te imaginas. Me hizo sentir tan bien. Pero no… no nos acostamos, ninguno tenía mucha idea de nada y de hacerlo, creo que ninguno tenía de donde sacar un condón. Y…— he aquí la cuestión, —sé cómo funciona el sexo, claro, pero no tengo idea de qué le gusta a un chico. Con Ken creo que se dio así porque somos amigos, estuvo bien, bastante bien, a él… le gusta probar estas cosas y justamente hablábamos de Wizzardface porque quería salir con una chica para… esto. Yo no sé si es siempre así o solo pasó, y no tengo idea de qué hacer si vuelve a pasar, con él o con cualquier otro chico— termino por soltar lo último de mi aire, muevo los labios como si fuera a decir algo más, pero no. —Lo siento, necesito una charla de chicas con mi mejor amiga.
Y puede que lo necesite, porque la veo revoloteando alrededor de un montón de cosas que al parecer están fuera de lugar. Yo, por mi parte, no puedo moverme de la cama, porque el tema que quiero tratar con ella me tiene nerviosa, con mi cepillo de dientes girando en mis dedos cuando lo saco del neceser. Necesito algo con lo que mantener mis manos ocupadas. Si tengo que dar nombres, no sé por dónde comenzar la historia, que es lo que creo que tendré que hacer, hasta que Mimi por sí misma reafirma el por qué es la genio entre las dos. Hay algo que quiero mostrarle y aprovecho para hacerlo, saco mi teléfono del bolsillo trasero de mi pantalón, muevo mi pulgar por la pantalla hasta dar con una fotografía que espero que pueda verla claro cuando alzo mi mano hacia ella. —Es este chico—, ¿para qué tanto secretismo si aquí no hay ninguna señal que podría intervenir? Porque hace más interesante el relato, quiero conocer en primera fila cuál es la reacción de Mimi al ver la fotografía que nos tomamos con Ken en la que se nota que está sin camiseta, mi cabeza apoyada sobre su hombro, en la cama.
—Dave ya no me gusta— se lo informo, que creo que es lo que queda por hacer. Nada de llorar, ni de bloquearlo en Wizzardface. La verdad es que sigo dándole likes a tus fotografías, pero no a todas, tampoco con entusiasmo. Es un buen chico en cierto sentido, pero ya no me gusta en el sentido de antes. —Y bien, pasó que…— estoy comenzando a arrastrar las oraciones una vez, como hago siempre que no puedo ir de lleno a una cuestión, como esta vez que me gana el pudor, ¡pero es Mimi! ¡Es la única a la que puedo decirle TODO! —Pasó que estábamos mirando una película, ¿sí? Hablamos tonterías, de Wizzardface, de hacerle unas fotos sin camiseta. Entonces estaba en la cama sin camiseta, luego estábamos tocándonos, nos estábamos besando, y como somos amigos, dijimos que estaría bien probar para ser nuestra primera vez. Porque, ¿qué mejor que hacerlo con alguien que confías?— hablo de tirón, sin respirar, una palabra va hilada a la otra y la única vez que me detengo para tomar aire es para poder decir: —Y fue tan genial, no te imaginas. Me hizo sentir tan bien. Pero no… no nos acostamos, ninguno tenía mucha idea de nada y de hacerlo, creo que ninguno tenía de donde sacar un condón. Y…— he aquí la cuestión, —sé cómo funciona el sexo, claro, pero no tengo idea de qué le gusta a un chico. Con Ken creo que se dio así porque somos amigos, estuvo bien, bastante bien, a él… le gusta probar estas cosas y justamente hablábamos de Wizzardface porque quería salir con una chica para… esto. Yo no sé si es siempre así o solo pasó, y no tengo idea de qué hacer si vuelve a pasar, con él o con cualquier otro chico— termino por soltar lo último de mi aire, muevo los labios como si fuera a decir algo más, pero no. —Lo siento, necesito una charla de chicas con mi mejor amiga.
- Ten cuidado Syv. Si no te conociera mejor diría que suenas algo resentida. - Y es que podía creerle que de alguna manera bizarra o extraña el departamento le gustase, pero escucharla así. No es que no la entendiera. Lo hacía. Pero la rubia era una persona a la que conocía desde hace años, y se me hacía raro escucharla hablar de esa forma tan… ¿terminante? - Tendrás que recordarme con pancartas o notas en la heladera qué es lo que me toca hacer, y por si acaso interrumpirme mientras duermo porque me conoces, no puedo retener una rutina en mi cerebro por más de cinco minutos. - Yo era más de las que cuando veía algo fuera de lugar, lo acomodaba, y sino ni siquiera lo veía en primer lugar.
Tomo el celular cuando me lo pasa y tengo que hacer una doble toma al ver la fotografía. No estaba segura de qué era lo que más sorpresa me causaba: que Albi tuviese ese tipo de fotografías en el teléfono; o que la pubertad se estuviese portando tan bien con el muchacho. - Tu chucho no es tan cachorro como creía… ¿Estamos hablando en código por algo en particular? Porque puedo buscar material para ilustrar tus dudas, pero no sé si estés lista para eso. - No creía yo estar lista para imaginar a Syv viendo porno sin ponerse roja en el intento. Aunque bueno, si ya había experimentado algún que otro manoseo…
- ¿Y eso desde cuando? ¿Fue antes o después del manoseo con Ken? - Que no hablaría con pseudónimos ni nada por el estilo o luego acabaría mareada. Conocía a Syv y su manera de contar historias, y no quería andar con supuestos de personas porque nunca terminaba enterándome de nada sino. - A ver, a ver. Creo que te he entendido pero antes de continuar con cualquier parte de esta charla necesito que me asegures que en todo momento actuaron de mutuo acuerdo. Porque como el sarnoso se haya pasado de mano con la excusa de ser amigos… - La miro con la advertencia tácita en mis ojos, y le devuelvo el celular en el proceso. Que quería seguir revisándole las fotos, pero prefería que ella me mostrase sus cosas a su tiempo si es que había algo más para ver. - Pero dándole el beneficio de la duda… Eh. No soy ninguna experta en el tema Albi, y mucho menos cuando se trata de cosas que puedan o no puedan pasar entre amigos. Supongo que el sexo es eso, experimentar y tantear los gustos, más aún si hay confianza. Pero no sé qué más decir porque… ¿sabes que yo soy virgen, no? No me da vergüenza hablar de esos temas pero mi experiencia se reduce a algún que otro manoseo en un callejón. - Me siento sobre una de las banquetas de la mesada y me reclino hacia atrás. - ¡Pero siempre tengo un condón! Eso no se te tiene que olvidar jamás. - Que en el momento en el que tuviese que soportarla con las hormonas a mil, o peor, el llanto de un bebé, pues me mudaba yo. - Voy a suponer que la cosa se trata de perder el miedo, si es lo que quieres… ¿Es lo que quieres?
Tomo el celular cuando me lo pasa y tengo que hacer una doble toma al ver la fotografía. No estaba segura de qué era lo que más sorpresa me causaba: que Albi tuviese ese tipo de fotografías en el teléfono; o que la pubertad se estuviese portando tan bien con el muchacho. - Tu chucho no es tan cachorro como creía… ¿Estamos hablando en código por algo en particular? Porque puedo buscar material para ilustrar tus dudas, pero no sé si estés lista para eso. - No creía yo estar lista para imaginar a Syv viendo porno sin ponerse roja en el intento. Aunque bueno, si ya había experimentado algún que otro manoseo…
- ¿Y eso desde cuando? ¿Fue antes o después del manoseo con Ken? - Que no hablaría con pseudónimos ni nada por el estilo o luego acabaría mareada. Conocía a Syv y su manera de contar historias, y no quería andar con supuestos de personas porque nunca terminaba enterándome de nada sino. - A ver, a ver. Creo que te he entendido pero antes de continuar con cualquier parte de esta charla necesito que me asegures que en todo momento actuaron de mutuo acuerdo. Porque como el sarnoso se haya pasado de mano con la excusa de ser amigos… - La miro con la advertencia tácita en mis ojos, y le devuelvo el celular en el proceso. Que quería seguir revisándole las fotos, pero prefería que ella me mostrase sus cosas a su tiempo si es que había algo más para ver. - Pero dándole el beneficio de la duda… Eh. No soy ninguna experta en el tema Albi, y mucho menos cuando se trata de cosas que puedan o no puedan pasar entre amigos. Supongo que el sexo es eso, experimentar y tantear los gustos, más aún si hay confianza. Pero no sé qué más decir porque… ¿sabes que yo soy virgen, no? No me da vergüenza hablar de esos temas pero mi experiencia se reduce a algún que otro manoseo en un callejón. - Me siento sobre una de las banquetas de la mesada y me reclino hacia atrás. - ¡Pero siempre tengo un condón! Eso no se te tiene que olvidar jamás. - Que en el momento en el que tuviese que soportarla con las hormonas a mil, o peor, el llanto de un bebé, pues me mudaba yo. - Voy a suponer que la cosa se trata de perder el miedo, si es lo que quieres… ¿Es lo que quieres?
Tal vez lo esté, quizá me sienta un poco así, y puede que sea por eso que he decido mudarme con Mimi a un espacio donde a dos pasos tenemos el baño, en el sentido más literal posible. Mi habitación es tan solo un poco más pequeña que este departamento, en el que los muebles lo hacen parecer aún más reducido en medidas. Quizá me sienta un poco enojada con todo lo que amaba, supongo que llega un momento en que eso pasa, y que lo hablaré con ella cuando me sienta lista para hacerlo, porque todavía es una bola que me oprime en el pecho, que todavía no tiene la forma de palabras, en cambio le comparto lo que parece ser una preocupación más importante, porque quizá es a lo que quiera darle importancia ahora. Lo último en lo que quiero pensar es en todo lo que he dejado atrás dándole la espalda como un capricho adolescente con excusa de querer independencia, que la quiero, pero también podría ser independiente y no estar tan cerrada en esta actitud de no querer a volver a pisar el Capitolio en un tiempo.
Trato de juzgar la fotografía de mi teléfono con ojos ajenos, supongo que el chico que está ahí llama bastante la atención. Reconozco en un principio, al tomar la fotografía, solo veía a Ken. Pero si tengo que hacerlo con los ojos de otra chica… —No estaba hablando en código, yo solo… no sé cómo decirlo— admito, que le llevaré unos meses de edad, pero a este punto creo que todo esto no tiene nada que ver con las edades, sino con las experiencias que le ha tocado vivir a cada uno, y estoy a ¡ufffff! de un par. También tiene mucho que ver con que no soy tan realista como la mayoría de las personas, lo sé, me tardo más en asimilar cómo son realmente las cosas y en llamarlas por su nombre. Eso sí, me gusta creer que estoy avanzando en ese sentido, que no divago tanto como cuando nos conocimos con Mimi y todavía creía que las estrellas me daban poderes especiales para que se cumpla lo que deseaba de corazón. He llegado a entender que lo que se desea se consigue solo con esfuerzo, con intentarlo al menos.
Necesito de un cable a tierra y Mimi tiene un par. —¿Querer saber qué le gusta a un chico?— vacilo, si es que a eso se refiere con el antes o después de “el manoseo con Ken”. —Supongo que antes me decía que pasaría cuando tenga que pasar, que se daría de manera natural, y ahora se ha vuelto un tanto… real. Me choque de frente con no saber qué hacer y… es un poco vergonzoso, si quieres que te diga. Tampoco esperaba…— es Mimi, mi mejor amiga, si no puedo decirle lo que pasa por mi mente, ¿a quién más? —hacerlo con un chico que tenga un par de años menos que yo, no sé, tenía una idea de que sería con un chico más grande, que tuviera todo más claro y… no sé, que me diría qué hacer—. Toco mi mejilla izquierda con el dorso de mi mano para comprobar si está tan caliente como la siento. —Y lo de Ken, en serio, en todos los sentidos, en todo momento, fue de mutuo acuerdo— la tranquilizo, porque sé Mimi iniciaría una nueva campaña de castración a mascotas del Capitolio si cree que tiene que hacerlo. —Si no fueras virgen, me sentiría indignada de que no me lo hubieras contado— digo, y me pregunto en qué momento encontraré la oportunidad de hablarle de Dave, que al parecer gusta de ella, pero tiene una novia. Ya lo mencionamos, solo lo deje pasar. No sé cómo traerlo de nuevo a colación.
No cuando encima tengo que contestar si todo esto se trata de perder el miedo, ¿es eso? Esperaba que me pusiera algún libro en las manos o trajera su computadora para mostrarme un video, lo del miedo… —No lo sé—, no sé bien a qué miedo se refiere, —solo no quiero hacerlo mal. No quiero que se me pase lo obvio como, no sé, un condón. Y no digo que esté pensando que volverá a pasar con Ken,— aclaro, subiéndome el calor hasta la coronilla, —porque no creo que vuelva a pasar… era la chica que estaba al alcance en ese momento, y como somos amigos no parecía como si eso fuera a traer un problema, pero ya no vivimos en la misma casa, así que…—, tal vez los próximos años me los pase cuidando plantas en un monoambiente compartido con Mimi. —Fue genial, ¿sabes?—. Sí, ya lo dijiste cinco veces, Synnove, puedes bajarle a esa insistencia, que tal vez es sólo la impresión de la primera vez de probar algo así. Debe ser eso, ¿no? —Ojalá fuera así de genial también una próxima vez, sin ser tan torpe, claro— esa última parte es muy importante, —y por cierto, al parecer Dave quiere salir contigo— sí, tal vez estoy desviando el tema.
Trato de juzgar la fotografía de mi teléfono con ojos ajenos, supongo que el chico que está ahí llama bastante la atención. Reconozco en un principio, al tomar la fotografía, solo veía a Ken. Pero si tengo que hacerlo con los ojos de otra chica… —No estaba hablando en código, yo solo… no sé cómo decirlo— admito, que le llevaré unos meses de edad, pero a este punto creo que todo esto no tiene nada que ver con las edades, sino con las experiencias que le ha tocado vivir a cada uno, y estoy a ¡ufffff! de un par. También tiene mucho que ver con que no soy tan realista como la mayoría de las personas, lo sé, me tardo más en asimilar cómo son realmente las cosas y en llamarlas por su nombre. Eso sí, me gusta creer que estoy avanzando en ese sentido, que no divago tanto como cuando nos conocimos con Mimi y todavía creía que las estrellas me daban poderes especiales para que se cumpla lo que deseaba de corazón. He llegado a entender que lo que se desea se consigue solo con esfuerzo, con intentarlo al menos.
Necesito de un cable a tierra y Mimi tiene un par. —¿Querer saber qué le gusta a un chico?— vacilo, si es que a eso se refiere con el antes o después de “el manoseo con Ken”. —Supongo que antes me decía que pasaría cuando tenga que pasar, que se daría de manera natural, y ahora se ha vuelto un tanto… real. Me choque de frente con no saber qué hacer y… es un poco vergonzoso, si quieres que te diga. Tampoco esperaba…— es Mimi, mi mejor amiga, si no puedo decirle lo que pasa por mi mente, ¿a quién más? —hacerlo con un chico que tenga un par de años menos que yo, no sé, tenía una idea de que sería con un chico más grande, que tuviera todo más claro y… no sé, que me diría qué hacer—. Toco mi mejilla izquierda con el dorso de mi mano para comprobar si está tan caliente como la siento. —Y lo de Ken, en serio, en todos los sentidos, en todo momento, fue de mutuo acuerdo— la tranquilizo, porque sé Mimi iniciaría una nueva campaña de castración a mascotas del Capitolio si cree que tiene que hacerlo. —Si no fueras virgen, me sentiría indignada de que no me lo hubieras contado— digo, y me pregunto en qué momento encontraré la oportunidad de hablarle de Dave, que al parecer gusta de ella, pero tiene una novia. Ya lo mencionamos, solo lo deje pasar. No sé cómo traerlo de nuevo a colación.
No cuando encima tengo que contestar si todo esto se trata de perder el miedo, ¿es eso? Esperaba que me pusiera algún libro en las manos o trajera su computadora para mostrarme un video, lo del miedo… —No lo sé—, no sé bien a qué miedo se refiere, —solo no quiero hacerlo mal. No quiero que se me pase lo obvio como, no sé, un condón. Y no digo que esté pensando que volverá a pasar con Ken,— aclaro, subiéndome el calor hasta la coronilla, —porque no creo que vuelva a pasar… era la chica que estaba al alcance en ese momento, y como somos amigos no parecía como si eso fuera a traer un problema, pero ya no vivimos en la misma casa, así que…—, tal vez los próximos años me los pase cuidando plantas en un monoambiente compartido con Mimi. —Fue genial, ¿sabes?—. Sí, ya lo dijiste cinco veces, Synnove, puedes bajarle a esa insistencia, que tal vez es sólo la impresión de la primera vez de probar algo así. Debe ser eso, ¿no? —Ojalá fuera así de genial también una próxima vez, sin ser tan torpe, claro— esa última parte es muy importante, —y por cierto, al parecer Dave quiere salir contigo— sí, tal vez estoy desviando el tema.
-¿Qué cosa?, ¿su nombre? ¿Es que acaso han bajado tanto la calidad de las clases del Royal? - Bromeo porque es lo que mejor sé hacer en este tipo de situaciones. No estoy ni cerca de ser una gurú del amor o del sexo y probablemente Beverly sabría darle mejores consejos, que considerando que le gustaba Kendrick tal vez no era recomendable, pero podía al menos asegurarme de ser su confidente y de dar mi mejor esfuerzo en no cagarla con lo que pudiera decir. - Vas a hacer que piense que ya no soy tu mejor amiga… si no puedes decirme esas cosas ni a mi. - Y agrego un sollozo falso para dramatizar un poco más la situación y hacer que Syv se afloje un poco. Que no soy jueza ni verdugo, y mucho menos la juzgaría en nada.
Y quiero ser comprensiva con ella, incluso hasta me nacía el ir hacia dónde estaba y abrazarla mientras me iba contando. Pero no era muy buena midiendo los afectos así que mi avance es torpe en lo que me paro mientras sigue explicando. Me siento a su lado y le paso un brazo por los hombros que busca ser relajado y darle confort en su incomodidad, y trato de asentir en las partes adecuadas y no saltar con cada frase que dice para que pueda terminar de explayarse a su gusto.Y espero, tratando de prestarle atención a todo lo que dice para no olvidar nada, pero creo que me cuesta cuando cierra toda su explicación con algo de que Dave quiere salir conmigo y me descoloca por completo.
- Aguarda un segundo. Deja que ordene mis pensamientos y vamos por partes. Que sí, soy multitareas pero no para tanto… - Primero sus problemas, y luego volvíamos a eso de Dave y sus intenciones que, ¿qué?. - Me quedo tranquila con eso de que haya sido de mutuo acuerdo pero… ¿la edad? ¿realmente crees que la edad es un problema? Oh, vamos. Piénsalo de esta manera, si él tampoco sabe qué hacer, no tiene con qué comparar. - Que de nuevo, no sabía si era lo adecuado para decir, pero si ninguno tenía experiencia como mucho podía ser algo incómodo y nada más, ¿no? Ay por favor, doy asco para estas cosas. Vamos a suponer por unos segundos que tengo experiencia en esto y vas a prestarme atención y hacerme caso. Mientras que tengas un condón, o tomes pociones anticonceptivas no tienes que preocuparte por nada más. Que “bien” o “mal” son términos relativos. Es sexo, te vas a dar cuenta si algo no te gusta o no le gusta al otro, tantear y probar y bueno… que se dé. - Me encojo de hombros y me dejo caer hacia atrás sobre las valijas y el desorden general de la cama. - Y a mí no me vengas con esas de que no quieres de nuevo con él Synnove, que te conozco. Ningún idiota adolescente hormonado va a usarte por conveniencia. - Y si me enteraba que lo había hecho, que cuide sus pelotas o se las arrancaba con un cable. - Ahora sí, ¿qué es eso de Dave?
Y quiero ser comprensiva con ella, incluso hasta me nacía el ir hacia dónde estaba y abrazarla mientras me iba contando. Pero no era muy buena midiendo los afectos así que mi avance es torpe en lo que me paro mientras sigue explicando. Me siento a su lado y le paso un brazo por los hombros que busca ser relajado y darle confort en su incomodidad, y trato de asentir en las partes adecuadas y no saltar con cada frase que dice para que pueda terminar de explayarse a su gusto.Y espero, tratando de prestarle atención a todo lo que dice para no olvidar nada, pero creo que me cuesta cuando cierra toda su explicación con algo de que Dave quiere salir conmigo y me descoloca por completo.
- Aguarda un segundo. Deja que ordene mis pensamientos y vamos por partes. Que sí, soy multitareas pero no para tanto… - Primero sus problemas, y luego volvíamos a eso de Dave y sus intenciones que, ¿qué?. - Me quedo tranquila con eso de que haya sido de mutuo acuerdo pero… ¿la edad? ¿realmente crees que la edad es un problema? Oh, vamos. Piénsalo de esta manera, si él tampoco sabe qué hacer, no tiene con qué comparar. - Que de nuevo, no sabía si era lo adecuado para decir, pero si ninguno tenía experiencia como mucho podía ser algo incómodo y nada más, ¿no? Ay por favor, doy asco para estas cosas. Vamos a suponer por unos segundos que tengo experiencia en esto y vas a prestarme atención y hacerme caso. Mientras que tengas un condón, o tomes pociones anticonceptivas no tienes que preocuparte por nada más. Que “bien” o “mal” son términos relativos. Es sexo, te vas a dar cuenta si algo no te gusta o no le gusta al otro, tantear y probar y bueno… que se dé. - Me encojo de hombros y me dejo caer hacia atrás sobre las valijas y el desorden general de la cama. - Y a mí no me vengas con esas de que no quieres de nuevo con él Synnove, que te conozco. Ningún idiota adolescente hormonado va a usarte por conveniencia. - Y si me enteraba que lo había hecho, que cuide sus pelotas o se las arrancaba con un cable. - Ahora sí, ¿qué es eso de Dave?
Necesito quitarme el estrés de encima y quemar algunos objetos personales no va a ayudarme en esa tarea. Además, no quiero oír las quejas de los vecinos sobre el aroma a chamuscado proviniendo de mi departamento otra vez. ¿Cuál es entonces la mejor opción que me queda? Ir a molestar a Mimi, que es prácticamente la única persona en el mundo a la cual puedo fastidiar sin sentirme culpable y, para variar, tengo la excusa de que no la he visto en una eternidad. ¿Ponerla en aviso? No, eso es para los débiles y yo no soy débil, solo estoy necesitada de aires muy diferentes a los de la capital. Creo que si oigo una vez más el sonido de las máquinas del ministerio y el cuchicheo de mis compañeras voy a tener un colapso. ¿Me importaría tanto si no estuviese segura de toda la basura ilegal donde estoy metida? Pues posiblemente no, así que soy una enorme ironía. ¡Ahí va, la veela que deseaba poder organizarse y se ha juntado con toda la mierda, en varios frentes diferentes! Ah, sí, soy una triunfadora.
Tengo una bolsa de golosinas en la mano y una botella de licor de regaliz en la otra, lo cual no estoy muy segura que sea una combinación saludable, pero sí la más acertada para mi estado de ánimo. Estoy tarareando una de esas canciones pop horribles que suenan hoy en día para el consumo de los adolescentes hormonados cuando llego a la puerta del departamento de mi amiga, acomodándome un mechón de cabello detrás de la oreja. Golpeo, varias veces y de manera algo insistente — ¡Johnson, déjame entrar! — insisto, en un tono que pretende ser autoritario — Mi alma ha sido desolada por la mala suerte y necesito de una amiga que quiera consumir montones de azúcar y alcohol conmigo para poder sanar — así con toda la confianza que cargo conmigo, saco la varita de detrás de mi oreja con cuidado de no dejar caer la botella y abro su entrada. Ja, bendita sea la magia.
Estoy por colocarme en pose de sorpresa, sorpresa cuando mis brazos se quedan estirados a medio camino, porque pronto me doy cuenta de que no está sola — Ups… ¿Interrumpo? — aunque tengo el instante de dudar si retirarme o no, decido que tengo que quedarme cuando reconozco esa cabellera plateada — ¡Tú! — mis ojos se abren en sorpresa, aunque es mi boca la que se expresa con mayor gracia al soltar una seca carcajada — ¡La amiga de David y el niño! ¿Ustedes…? — señalo a una, luego a la otra y hago vibrar mis labios con un resoplido — Supongo que me quedé corta con el alcohol.
Tengo una bolsa de golosinas en la mano y una botella de licor de regaliz en la otra, lo cual no estoy muy segura que sea una combinación saludable, pero sí la más acertada para mi estado de ánimo. Estoy tarareando una de esas canciones pop horribles que suenan hoy en día para el consumo de los adolescentes hormonados cuando llego a la puerta del departamento de mi amiga, acomodándome un mechón de cabello detrás de la oreja. Golpeo, varias veces y de manera algo insistente — ¡Johnson, déjame entrar! — insisto, en un tono que pretende ser autoritario — Mi alma ha sido desolada por la mala suerte y necesito de una amiga que quiera consumir montones de azúcar y alcohol conmigo para poder sanar — así con toda la confianza que cargo conmigo, saco la varita de detrás de mi oreja con cuidado de no dejar caer la botella y abro su entrada. Ja, bendita sea la magia.
Estoy por colocarme en pose de sorpresa, sorpresa cuando mis brazos se quedan estirados a medio camino, porque pronto me doy cuenta de que no está sola — Ups… ¿Interrumpo? — aunque tengo el instante de dudar si retirarme o no, decido que tengo que quedarme cuando reconozco esa cabellera plateada — ¡Tú! — mis ojos se abren en sorpresa, aunque es mi boca la que se expresa con mayor gracia al soltar una seca carcajada — ¡La amiga de David y el niño! ¿Ustedes…? — señalo a una, luego a la otra y hago vibrar mis labios con un resoplido — Supongo que me quedé corta con el alcohol.
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Separo mis labios para contestarle, no sé bien qué más puedo decirle de todo lo que he dicho, y con su «que te conozco» no voy a empezar a decir nada que luego sea contradecirme, porque será la primera en recordarme cada una de sus palabras. Si todo sale bien, puede que nos esperen muchos días de convivencia por delante y oportunidades para decirnos la una a la otra «te lo dije» no van a faltar. Y lo de Dave Meyer va por ese lado, me siento en la obligación de contarle que al parecer quiere salir con ella, y que mientras tanto, tal vez porque no se anima o no sé, porque conoce a esa rubia y simplemente se dio, está saliendo con ella. Tengo en la lengua todo el relato con pelos y detalles para ponerla al día con lo que pasó en el antro en que, para, ¡no le conté nada de eso!
—Sucedió así. Fuimos a una discoteca o algo así con Ken, yo tomé un poco, él tomó un montón. Estaba todo bajo control, yo le había dicho que le cuidaría las espaldas… y bien, que había una chica, con la que Ken se besuqueó. Y ¡había un chico! ¡Qué estaba guapísimo! Mimi, ¡que no te imaginas! Yo no sé qué comen estos chicos ahora, porque mis compañeros del Royal no se ven así. Los chicos que vienen después están ¡uff!— comienzo a parlotear, esto se me da más sencillo que explicar cuando las hormonas en verdad entran en acción. Cuando las hormonas solo miran, todo está bajo control. Golpeo el dorso de mi mano contra la palma de la otra y salto en la cama. —¡Y entonces apareció Dave! ¡Mimi! ¡Apareció Dave!— grito, para que me entienda, para que pueda empatizar con mi emoción en ese momento que luego cayó en picada. —¡CON LA NOVIA!—, ¡¿puede entenderlo?! La tomo de los hombros para que me mire a los ojos y lo repito lentamente. —Con-la-novia.
Abro tan grande mis ojos como en ese momento, presa del shock de toda la situación en que el chico que me gustaba, al parecer le gusta mi mejor amiga, pero anda con otra. ¿Y por qué la gente se complica tanto? Solía escuchar de estos líos en el Royal y arrugaba mi nariz, no creía verme parte de uno de estos dramas de serie adolescente. ¡Es delirante! Tan delirante como que creo escuchar la voz ¡de esa chica! No, no puede ser. Desvío mi mirada hacia la puerta que alguien está aporreando con fuerza y me quedo paralizada con mis manos en los hombros de Mimi todavía. No. Lo. Puedo. Creer. Veo a la rubia entrar con todo el descaro de quien se coloca al inicio de una pasarela y no.lo.creo. —¡La novia de Dave!— mi grito se parece mucho a un alarido de una película terror. Echo mis manos hacia atrás para agarrarme mechones de cabello y trato de salir de la sorpresa. —¡¿Se conocen?! ¿Conoces a Mimi?— le pregunto a la rubia, no puedo creer que salga con Dave sabiendo que gusta de Mimi. Esto es demasiado para mí, puedo pensar tantas cosas hilarantes, pero nada como esto. Me tiro hacia atrás en la cama porque creo que colapsé, y me incorporo de inmediato para saltar hacia la chica rubia así recojo la botella que trae consigo. —Esto es perfecto, justo lo que necesitamos. Mimi, ¿no tienes más?— pregunto, no importa que sea temprano en el día.
—Sucedió así. Fuimos a una discoteca o algo así con Ken, yo tomé un poco, él tomó un montón. Estaba todo bajo control, yo le había dicho que le cuidaría las espaldas… y bien, que había una chica, con la que Ken se besuqueó. Y ¡había un chico! ¡Qué estaba guapísimo! Mimi, ¡que no te imaginas! Yo no sé qué comen estos chicos ahora, porque mis compañeros del Royal no se ven así. Los chicos que vienen después están ¡uff!— comienzo a parlotear, esto se me da más sencillo que explicar cuando las hormonas en verdad entran en acción. Cuando las hormonas solo miran, todo está bajo control. Golpeo el dorso de mi mano contra la palma de la otra y salto en la cama. —¡Y entonces apareció Dave! ¡Mimi! ¡Apareció Dave!— grito, para que me entienda, para que pueda empatizar con mi emoción en ese momento que luego cayó en picada. —¡CON LA NOVIA!—, ¡¿puede entenderlo?! La tomo de los hombros para que me mire a los ojos y lo repito lentamente. —Con-la-novia.
Abro tan grande mis ojos como en ese momento, presa del shock de toda la situación en que el chico que me gustaba, al parecer le gusta mi mejor amiga, pero anda con otra. ¿Y por qué la gente se complica tanto? Solía escuchar de estos líos en el Royal y arrugaba mi nariz, no creía verme parte de uno de estos dramas de serie adolescente. ¡Es delirante! Tan delirante como que creo escuchar la voz ¡de esa chica! No, no puede ser. Desvío mi mirada hacia la puerta que alguien está aporreando con fuerza y me quedo paralizada con mis manos en los hombros de Mimi todavía. No. Lo. Puedo. Creer. Veo a la rubia entrar con todo el descaro de quien se coloca al inicio de una pasarela y no.lo.creo. —¡La novia de Dave!— mi grito se parece mucho a un alarido de una película terror. Echo mis manos hacia atrás para agarrarme mechones de cabello y trato de salir de la sorpresa. —¡¿Se conocen?! ¿Conoces a Mimi?— le pregunto a la rubia, no puedo creer que salga con Dave sabiendo que gusta de Mimi. Esto es demasiado para mí, puedo pensar tantas cosas hilarantes, pero nada como esto. Me tiro hacia atrás en la cama porque creo que colapsé, y me incorporo de inmediato para saltar hacia la chica rubia así recojo la botella que trae consigo. —Esto es perfecto, justo lo que necesitamos. Mimi, ¿no tienes más?— pregunto, no importa que sea temprano en el día.
Casi que puedo ver ese mismísimo instante en el que la personalidad de Syv cambia como si hubieran jalado de un interruptor invisible. Sus pupilas se dilatan, sus fosas nasales empiezan a aletear con rapidez y antes de que termine de asimilar lo que acaba de pasar ya me estoy inclinando un poco hacia atrás porque su explosión de palabras es algo abrumadora. ¿Qué chica? ¿Ken estaba besuqueando a otra? ¿Eso había sido antes o después del manoseo con Albi? ¿Y de qué chico guapo me estaba hablando? Y creo que no nota toda la confusión que llevo pintada en la cara porque sigue con su explicación hasta que me dice algo que sí puedo entender ¿Dave tenía novia? - Sí, sí, con la novia. Creo que entendí. - Al menos eso. Porque del resto creo que me había enterado todo a medias.
Y al parecer Holly también estaba en modo dramático, pero su entrada triunfal al departamento se me hace mucho más esperable que la repentina charlatanería de Syv. Que tampoco era repentina en sí, sino que llevábamos tanto tiempo sin poder hablar con normalidad, que casi que me había olvidado de esas explosiones de la rubia. Y las estoy por presentar, porque creo que no se han visto, pero luego ambas me toman por sorpresa y termino por incorporarme de la cama con ambas manos en alto. - Un segundo. Paren por un segundo. - Y extiendo la mano hacia Albi para que se detenga, señalándole luego con el dedo índice que deje el alcohol sobre la mesada. - El alcohol quieto y las cartas sobre la mesa. Que siento que he entrado en una realidad paralela o algo así.
Me adelanto hasta dónde se encuentra Syv, la siento en una butaca, y luego repito la acción con Holly. Si protestan no las escucho, me limito a tratar de ordenar mi cabeza en lo que giro del otro lado de la mesada y quedo enfrente de ambas. - Holly Callahan te presento a Synnove Lackberg, Syv, ella es Holly. Aquí en mi casa no quiero ni confusiones, ni identidades dobles ni malos entendidos que ya suficiente me cuesta retener la información en un día común. - Y porque las dos tiene razón con lo de necesitar alcohol, me inclino por debajo de la mesada y saco de allí tres vasos que aunque disparejos, al menos están limpios. - Ahora: ¿qué tiene que ver Dave en todo esto? ¿Cómo se conocen? - Caigo en una cosa en la que no había reparado antes y me giro con brusquedad hacia Albi. - ¿Y que carajos hacía Kendrick en una discoteca?
Y al parecer Holly también estaba en modo dramático, pero su entrada triunfal al departamento se me hace mucho más esperable que la repentina charlatanería de Syv. Que tampoco era repentina en sí, sino que llevábamos tanto tiempo sin poder hablar con normalidad, que casi que me había olvidado de esas explosiones de la rubia. Y las estoy por presentar, porque creo que no se han visto, pero luego ambas me toman por sorpresa y termino por incorporarme de la cama con ambas manos en alto. - Un segundo. Paren por un segundo. - Y extiendo la mano hacia Albi para que se detenga, señalándole luego con el dedo índice que deje el alcohol sobre la mesada. - El alcohol quieto y las cartas sobre la mesa. Que siento que he entrado en una realidad paralela o algo así.
Me adelanto hasta dónde se encuentra Syv, la siento en una butaca, y luego repito la acción con Holly. Si protestan no las escucho, me limito a tratar de ordenar mi cabeza en lo que giro del otro lado de la mesada y quedo enfrente de ambas. - Holly Callahan te presento a Synnove Lackberg, Syv, ella es Holly. Aquí en mi casa no quiero ni confusiones, ni identidades dobles ni malos entendidos que ya suficiente me cuesta retener la información en un día común. - Y porque las dos tiene razón con lo de necesitar alcohol, me inclino por debajo de la mesada y saco de allí tres vasos que aunque disparejos, al menos están limpios. - Ahora: ¿qué tiene que ver Dave en todo esto? ¿Cómo se conocen? - Caigo en una cosa en la que no había reparado antes y me giro con brusquedad hacia Albi. - ¿Y que carajos hacía Kendrick en una discoteca?
Menos mal que la bebida sigue en la botella, porque sino creo que ya la estaría escupiendo. ¿La novia de quién? — ¡Espera! ¿De verdad tú crees que Dave y yo…? — aunque por un momento me dura la expresión de horror que se hace la imagen mental, pronto se me escapa la carcajada. Había olvidado su escena de celos y el insulto que me gané esa noche, pero no pensé que lo había llevado a un terreno tan personal — Mimi supo ayudarme en su momento — es lo único que pienso decir al respecto, solo me encojo de hombros como si fuese lo más común de la vida el hacerse amigas porque éramos dos muertas de hambre. No va que la rubia me quita el alcohol, así que me quedo con la mano en el aire en lo que me fijo en la morena, tratando de encontrar una respuesta en alguien que parece incluso más confundida que yo.
Se me disparan las cejas en lo que soy guiada como testigo de asesinato a una butaca, me dejo acomodar hasta que cruzo mis piernas con toda la dignidad que me cargo y, como nadie me da el alcohol que yo traje, abro la bolsa de golosinas y me pongo a comer — Mucho gusto — digo sin muchos ánimos, aunque no tengo idea (la verdad es que no recuerdo esos datos poco interesantes) de si sabía el apellido de la muchacha o no. Estoy masticando un poco de chocolate confitado cuando mi amiga me da el pie a empezar a hablar — Dave es mi compañero de trabajo, solo nos divertíamos cuando vimos a la señorita… — señalo con la cabeza Synnove como si estuviera acusando a una hermana irresponsable — … en la barra junto a Kendrick Duane y otros dos chicos. Fue un poco ridículo, la verdad. ¿Le dirás tú cómo es que me insultaste en toda la cara? — sí, me volteo con toda la actitud de la zorra que me hizo ser para mirarla, aunque la sonrisa aplaca un poco el gesto. El mundo es una mierda pequeña, pero sacaré jugo de ello.
Me encojo de hombros porque no soy quien para contestar por qué el chico estaba ahí, así que me meto más confites en la boca y acomodo mi vaso, esperando que alguien lo llene — Si les sirve de algo, he prometido guardar el secreto y ayudar. Pero lo más importante es que no estoy saliendo con David, ni siquiera nos hemos acostado, palabra santa — intento besarme el dedo para remarcarlo, pero me gana la risa idiota.
Se me disparan las cejas en lo que soy guiada como testigo de asesinato a una butaca, me dejo acomodar hasta que cruzo mis piernas con toda la dignidad que me cargo y, como nadie me da el alcohol que yo traje, abro la bolsa de golosinas y me pongo a comer — Mucho gusto — digo sin muchos ánimos, aunque no tengo idea (la verdad es que no recuerdo esos datos poco interesantes) de si sabía el apellido de la muchacha o no. Estoy masticando un poco de chocolate confitado cuando mi amiga me da el pie a empezar a hablar — Dave es mi compañero de trabajo, solo nos divertíamos cuando vimos a la señorita… — señalo con la cabeza Synnove como si estuviera acusando a una hermana irresponsable — … en la barra junto a Kendrick Duane y otros dos chicos. Fue un poco ridículo, la verdad. ¿Le dirás tú cómo es que me insultaste en toda la cara? — sí, me volteo con toda la actitud de la zorra que me hizo ser para mirarla, aunque la sonrisa aplaca un poco el gesto. El mundo es una mierda pequeña, pero sacaré jugo de ello.
Me encojo de hombros porque no soy quien para contestar por qué el chico estaba ahí, así que me meto más confites en la boca y acomodo mi vaso, esperando que alguien lo llene — Si les sirve de algo, he prometido guardar el secreto y ayudar. Pero lo más importante es que no estoy saliendo con David, ni siquiera nos hemos acostado, palabra santa — intento besarme el dedo para remarcarlo, pero me gana la risa idiota.
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La botella queda en suspenso en lo que Mimi llama al orden y me veo arrastrada hacia uno de las banquetas para una presentación adecuada con la rubia de la discoteca. Por su tono no parece muy a gusto en contradicción a sus palabras, así que me limito a asentir con la cabeza para no hacer aún más incómodo todo esto. Rodeo a la botella con mis dedos en una posición recta en la silla, con mi espalda tiesa, en tanto recibo el descargo de acusaciones de esta tal Holly Callahan que habla primero para dar respuesta a los interrogantes de Mimi. Mis cejas no pueden arquearse más porque se me saldrían de la cara cuando me pide que diga algo que ni siquiera recuerdo qué es. —Le habías sacado la gorra a Ken, te pusiste histérica y yo sólo estaba tratando de defender a Ken de una chica que tenía toda la pinta de estar a punto de llamar a los aurores— expongo mi situación en defensa, así como ella usa el tonito de ataque. —No me acuerdo de qué te dije, si te soy sincera. Dije muchas cosas…—, es la verdad.
El orden de sus prioridades varía un poco del mío, porque a mi parecer lo más importante es que Dave consiguió de alguna manera que guarde el secreto, y puesto que no es la novia, no sé, quizás le consiguió un perrito. Claro que podría no ser la novia… —Hay como que muchas cosas en medio en ese trecho de— comento, dejando la botella entre mis rodillas para unir las palmas de mis manos y separarlas a una buena distancia, dejando los dedos índices extendidos como si estuviera sosteniendo una regla imaginaria, —ser la novia de un chico y acostarte con él, justo de eso estábamos hablando con Mimi. ¿Nada de besos? ¿Manoseos, nada?—, no es lo trascendental en esta charla así que vuelvo a lo corresponde. —A lo que voy es… gracias por no contar nada—, no sé y no preguntaré como lograron disuadirla, pero si es amiga de Mimi, más que suponer que es la novia de Dave, me da la idea de que es una chica en la que se puede confiar. Lo irónico de que esa noche estuviéramos con otros dos chicos del Capitolio, de quienes tal vez sí deberíamos preocuparnos, y sin embargo, se mantuvieron al margen.
Me enfrento a la jueza de esta situación desde esta posición que me da cierta desventaja, porque la miro desde abajo y de por sí que Mimi es alta. Muy alta. —Ken quería hacer cosas de "adolescente normal" y me ofrecí a llevarlo, hace meses que yo tampoco salía, no es como si tuviera muchos amigos en el Capitolio. Yo le cuidaba las espaldas, no había problemas con eso. Casi no bebí y estaba mirando todo. Ken se vistió como para que no lo reconocieran, ¡tampoco había mucha luz! Y si no fuera porque ella vino a levantarle la visera de la nada, hubiera pasado desapercibido…— explico, ¡que estaba todo bajo control! —Fue Dave quien llegó a arruinarlo todo y ella le siguió. ¡Fueron ellos!— repito. —Y ahí es cuando nos fuimos, ¡ah, no! ¡Espera! Antes de irnos, Ken se puso a decir muchas tonterías y ahí fue cuando dijo que le gustabas a Dave. ¡Y DIJO QUE A MÍ ME GUSTABA DAVE!— exclamo, si casi que sueno tan indignada como en ese momento, estoy sentada al borde de la banqueta por estar de vuelta en la emoción de la situación, que va bajando cuando voy llegando al desenlace. —Y entonces me fui, y Ken me siguió. Y fue ahí que nos besamos. Porque me olvidé de contarte que ahí nos besamos. Y eso fue, más o menos, lo que sucedió.
El orden de sus prioridades varía un poco del mío, porque a mi parecer lo más importante es que Dave consiguió de alguna manera que guarde el secreto, y puesto que no es la novia, no sé, quizás le consiguió un perrito. Claro que podría no ser la novia… —Hay como que muchas cosas en medio en ese trecho de— comento, dejando la botella entre mis rodillas para unir las palmas de mis manos y separarlas a una buena distancia, dejando los dedos índices extendidos como si estuviera sosteniendo una regla imaginaria, —ser la novia de un chico y acostarte con él, justo de eso estábamos hablando con Mimi. ¿Nada de besos? ¿Manoseos, nada?—, no es lo trascendental en esta charla así que vuelvo a lo corresponde. —A lo que voy es… gracias por no contar nada—, no sé y no preguntaré como lograron disuadirla, pero si es amiga de Mimi, más que suponer que es la novia de Dave, me da la idea de que es una chica en la que se puede confiar. Lo irónico de que esa noche estuviéramos con otros dos chicos del Capitolio, de quienes tal vez sí deberíamos preocuparnos, y sin embargo, se mantuvieron al margen.
Me enfrento a la jueza de esta situación desde esta posición que me da cierta desventaja, porque la miro desde abajo y de por sí que Mimi es alta. Muy alta. —Ken quería hacer cosas de "adolescente normal" y me ofrecí a llevarlo, hace meses que yo tampoco salía, no es como si tuviera muchos amigos en el Capitolio. Yo le cuidaba las espaldas, no había problemas con eso. Casi no bebí y estaba mirando todo. Ken se vistió como para que no lo reconocieran, ¡tampoco había mucha luz! Y si no fuera porque ella vino a levantarle la visera de la nada, hubiera pasado desapercibido…— explico, ¡que estaba todo bajo control! —Fue Dave quien llegó a arruinarlo todo y ella le siguió. ¡Fueron ellos!— repito. —Y ahí es cuando nos fuimos, ¡ah, no! ¡Espera! Antes de irnos, Ken se puso a decir muchas tonterías y ahí fue cuando dijo que le gustabas a Dave. ¡Y DIJO QUE A MÍ ME GUSTABA DAVE!— exclamo, si casi que sueno tan indignada como en ese momento, estoy sentada al borde de la banqueta por estar de vuelta en la emoción de la situación, que va bajando cuando voy llegando al desenlace. —Y entonces me fui, y Ken me siguió. Y fue ahí que nos besamos. Porque me olvidé de contarte que ahí nos besamos. Y eso fue, más o menos, lo que sucedió.
- ¿La insultaste? - Y mi tono no suena a regaño ya que me encuentro en primera instancia sorprendida y algo orgullosa. Albi no era del tipo que se lanzaba a propinar insultos porque sí, así que trato de no sonreír para no andar tomando bandos de algo que todavía no entendía. Y no me arrepiento, porque segundos después confiesa no recordar ni lo que dijo y eso sí es algo que esperaba de ella. - Ya, ya. - Hago un ademán con las manos para tratar de imponer calma, pero en realidad no es necesario hacerlo. Si para Holly era más importante en su escala el aclarar que no se había acostado con David, por encima de conocer la identidad y las asociaciones del enemigo público número dos, podía asegurarme (que ya lo había hecho en realidad) que era digna de confianza. Porque en cierta forma era esperable esa actitud de ella, pero a la vez me daba algo parecido al orgullo siendo que técnicamente, ella trabajaba directamente en el ministerio.
Bien, al menos parece que no van a tirarse de las mechas o a hechizarse la una a la otra en cualquier momento así que lo considero una victoria. O eso creo hasta que Syv comienza a contar la historia de cómo se conocieron y yo no sé si golpearla, o golpearme la cabeza contra la mesada. - Por favor dime que una gorra no fue el único disfraz que tuvo. - Giro la vista hacia Holly esperanzada y trato de suplicar. - ¿No lo fue, no? - Porque sabía que mi amiga era inteligente y avispada, pero con un buen disfraz las posibilidades de reconocer a alguien eran pocas a menos de que se estuviese buscando a esa persona puntualmente. - ¿Usaron pociones, hechizos de transformación o al menos algo de maquillaje? - Porque podía entender las buenas intenciones, pero no los riesgos innecesarios. Así que por mi paciencia, que su respuesta fuera coherente o buscaría la manera de torturarla haciendo uso de su estatus como ciudadana.
- Vamos a agradecer que solo fueron Dave y Holly, y que la bocaza de Ken fue el único precio que tuviste que pagar. Además, no es como si luego no le hubiera dado un mejor uso… - Le regalo una sonrisa haciendo alusión a lo que cuenta por cuenta propia y no necesariamente a lo que me contó antes. - Entonces en resumen. Ninguna está con Dave, Ninguna está con Ken, y todo fue una casualidad barra malentendido. ¿Es eso? - Porque si no es eso esperaba una explicación más lenta y concisa. - ¿Por qué tengo la impresión de que no me aburriré viviendo contigo, Albi?
Bien, al menos parece que no van a tirarse de las mechas o a hechizarse la una a la otra en cualquier momento así que lo considero una victoria. O eso creo hasta que Syv comienza a contar la historia de cómo se conocieron y yo no sé si golpearla, o golpearme la cabeza contra la mesada. - Por favor dime que una gorra no fue el único disfraz que tuvo. - Giro la vista hacia Holly esperanzada y trato de suplicar. - ¿No lo fue, no? - Porque sabía que mi amiga era inteligente y avispada, pero con un buen disfraz las posibilidades de reconocer a alguien eran pocas a menos de que se estuviese buscando a esa persona puntualmente. - ¿Usaron pociones, hechizos de transformación o al menos algo de maquillaje? - Porque podía entender las buenas intenciones, pero no los riesgos innecesarios. Así que por mi paciencia, que su respuesta fuera coherente o buscaría la manera de torturarla haciendo uso de su estatus como ciudadana.
- Vamos a agradecer que solo fueron Dave y Holly, y que la bocaza de Ken fue el único precio que tuviste que pagar. Además, no es como si luego no le hubiera dado un mejor uso… - Le regalo una sonrisa haciendo alusión a lo que cuenta por cuenta propia y no necesariamente a lo que me contó antes. - Entonces en resumen. Ninguna está con Dave, Ninguna está con Ken, y todo fue una casualidad barra malentendido. ¿Es eso? - Porque si no es eso esperaba una explicación más lenta y concisa. - ¿Por qué tengo la impresión de que no me aburriré viviendo contigo, Albi?
Ruedo los ojos de la manera más exagerada que me nace, porque quizá así de esa manera se le quita la idea de que soy un peligro para ella y su amigo criminal. Arrugo mi nariz, sacudiendo la cabeza en un intento de no empezar a reírme aún más fuerte — No soy una santa, pero jamás me he metido con David — creo que hasta es algo obvio, a pesar de las miradas que a veces lanza Patricia en su obvio intento de conseguir aún más chismes solo para fastidiar. Como si no hubiera un montón de trabajo para hacer, de todos modos. Levanto una mano para restarle importancia a su agradecimiento, que no me sirve de mucho, en lo que me llevo la bebida a los labios. No sé cómo es que terminé en esta conversación cuando tenía otra idea en mente, pero si hay alcohol al final, no es muy diferente a lo que esperaba en primer lugar.
Conozco la historia porque estuve ahí, pero aún así no puedo contener algunos comentarios que me brotan con la sonrisa maliciosa de medio lado — Solo la gorra. No habría sido muy difícil atraparlos, si consideramos que también estaban pasados de copas, en especial él — tengo que estar de acuerdo con Mimi, Synnove tuvo mucha suerte de que lo único que hizo Kendrick fue humillarla, porque esa salida podría haber terminado muy mal. Y me quedaría con esto de que debemos hacer las paces, pero dejo de asentir porque me doy cuenta de un detalle — Ninguna está con nadie, pero… ¿Estás con el enano delincuente? — o eso he llegado a entender — Porque yo no toqué a David, pero por lo que he entendido tú sí te besuqueaste con Kendrick. ¿No es un poco…? — hago girar mi mano, buscando la palabra con algunos chasquidos de mis dedos en un intento de no sonar mal — … bueno, parece demasiado impulsivo — por no decir “inmaduro”.
Concentrada en mis confites, tengo que buscar el modo de no perderme parte de la idea de la conversación, que parece avanzar incluso sin mí — ¿Ahora van a vivir juntas? Creí que eras del Capitolio. ¿Ahora te han llenado la cabeza y vas a unirte a la noble causa del enano por amor? — no puedo evitarlo, me llevo una mano al corazón y todo para parecer una dramática romántica empedernida.
Conozco la historia porque estuve ahí, pero aún así no puedo contener algunos comentarios que me brotan con la sonrisa maliciosa de medio lado — Solo la gorra. No habría sido muy difícil atraparlos, si consideramos que también estaban pasados de copas, en especial él — tengo que estar de acuerdo con Mimi, Synnove tuvo mucha suerte de que lo único que hizo Kendrick fue humillarla, porque esa salida podría haber terminado muy mal. Y me quedaría con esto de que debemos hacer las paces, pero dejo de asentir porque me doy cuenta de un detalle — Ninguna está con nadie, pero… ¿Estás con el enano delincuente? — o eso he llegado a entender — Porque yo no toqué a David, pero por lo que he entendido tú sí te besuqueaste con Kendrick. ¿No es un poco…? — hago girar mi mano, buscando la palabra con algunos chasquidos de mis dedos en un intento de no sonar mal — … bueno, parece demasiado impulsivo — por no decir “inmaduro”.
Concentrada en mis confites, tengo que buscar el modo de no perderme parte de la idea de la conversación, que parece avanzar incluso sin mí — ¿Ahora van a vivir juntas? Creí que eras del Capitolio. ¿Ahora te han llenado la cabeza y vas a unirte a la noble causa del enano por amor? — no puedo evitarlo, me llevo una mano al corazón y todo para parecer una dramática romántica empedernida.
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—Tenía una gorra Y una campera— contesto, quiero sonar como alguien que estaba segura de lo que hacía al llevar a su amigo que también está entre los criminales más perseguidos a un antro donde nadie nos recordaría, y me falla en la última silaba que me sale un tanto aguda, porque al contar la anécdota queda en claro lo estúpidos que fuimos. —¡Y había poca luz! ¡Yo lo estaba cuidando! No le habría pasado nada, nadie lo notó…— defiendo nuestra causa, no ayuda la manera que tiene Holly de seguir hundiéndonos y de Mimi de exponer con toda lógica lo que hubieran sido algunas precauciones a tener en cuenta. —Se la pasaba encerrado en la casa y haciendo de perro, ¿a alguna de ustedes le gustaría estar por meses en esa situación? Solo quería salir, como un chico más. ¿Qué tiene de malo que se emborrache, señorita he venido de visita con una botella de vino como souvenir?— increpo a Holly, a Mimi todavía no la miro porque sé que ella sigue teniendo razón en cuanto a que pudimos ser más cuidadosos.
—No pasó nada y es todo lo que importa, que hayan puesto su cara en un cartel no le quita el derecho a divertirse, no deja de ser solo un chico— me enfado para ver si eso detiene sus ánimos de acusarnos y machacarnos en el error que cometimos, que al final todo acabó bien, ¿no? Quiero pensar que la razón por la que siento que las mejillas me arden es por el enojo de hace un minuto, lo disimulo al bajarme del taburete y rebuscar entre las cosas a la vista hasta dar con dos vasos y una taza. Lo llevo todo entre mis manos con miedo a que se caigan y se rompan, me acerco primero a Holly, luego a Mimi, para que cada una sujete un vaso. Recupero la botella de los dedos de la rubia para verter un poco del vino en mi taza. Nadie está con nadie y lo podemos dejar ahí, mojo mis labios con la bebida y me atragantó con la pregunta de Holly.
Toso con fuerza dos veces para poder recuperar el aire, mi mirada es de cautela cuando busco la de Mimi, interrogándola sobre su amiga y puesto que no acusó a nadie con aurores, no creo que lo que se pueda decir en una charla en una habitación de dos por dos salga de aquí. —Somos amigos, pero puede que hayamos hecho más que besarnos— admito, y a lo siguiente le muestro mi ceño fruncido, —¿qué tiene que sea impulsivo?— pregunto, que no la conozco y no puedo leer todavía que quiere decir con cada cosa. Me pongo a la defensiva una vez más al escuchar cómo sigue. —Pensé que trabajabas en el ministerio con Dave así que no creo que vivas por aquí, pero al parecer estás con nosotros. A ti te da curiosidad saber que tengo yo en la cabeza, cuando a mí lo que siempre me ha parecido más extraño es la gente que vive en contradicciones. Ken se enojó conmigo cuando supo que tenía un amigo auror, pero hay un montón de gente que hace esto… va de lunes a viernes a un escritorio en el ministerio y luego se pasea por el norte a visitar amigos. Mi padre, Dave, tú…— bebo otro sorbo de mi taza y la miro por encima del borde, vuelvo a bajarla para continuar hablando con la cabeza gacha.
»Estoy aquí porque quiero poder estar con mis amigos, sea en el Capitolio o en cualquier lugar, y que no tengan que esconderse o vivir como repudiados en este distrito. No quiero que se enojen con Ken por salir a la calle o que Mimi no pueda ir a la escuela cuando claramente sería la mejor en todo el departamento de Ciencias. Quiero que ellos tengan los mismos derechos que yo— susurro, mis ojos puestos en mi taza así no tengo que mirarlas y es que me avergüenza que ser una chica del Capitolio sea mi etiqueta y que traten de entender qué hago aquí y tener que explicarlo. —No somos…— trato de suavizar lo grave de mi tono anterior con una sonrisa. —Este no es un drama romántico de una película adolescente como para que lo veas así, no tenemos nada de eso. Él es solo un chico en problemas, que tiene dificultades por ser quien es, por el lugar donde creció y porque el gobierno dice que la gente que conoce son criminales… y yo solo quiero ayudarlo, pero no es la razón por la que dejé la escuela de leyes y el Capitolio, no…— me resguardo en el silencio por tres segundos contados y entonces miro a mi mejor amiga. —¡Mimi! ¡Somos un cliché de película! Como esa… esa…— chasqueo los dedos tratando de recordarla, es un clásico. —En que la perrita de orejas largas vive en un barrio lujoso y un día se va con el perro de la calle. ¡Los que comen fideos y se besan!
—No pasó nada y es todo lo que importa, que hayan puesto su cara en un cartel no le quita el derecho a divertirse, no deja de ser solo un chico— me enfado para ver si eso detiene sus ánimos de acusarnos y machacarnos en el error que cometimos, que al final todo acabó bien, ¿no? Quiero pensar que la razón por la que siento que las mejillas me arden es por el enojo de hace un minuto, lo disimulo al bajarme del taburete y rebuscar entre las cosas a la vista hasta dar con dos vasos y una taza. Lo llevo todo entre mis manos con miedo a que se caigan y se rompan, me acerco primero a Holly, luego a Mimi, para que cada una sujete un vaso. Recupero la botella de los dedos de la rubia para verter un poco del vino en mi taza. Nadie está con nadie y lo podemos dejar ahí, mojo mis labios con la bebida y me atragantó con la pregunta de Holly.
Toso con fuerza dos veces para poder recuperar el aire, mi mirada es de cautela cuando busco la de Mimi, interrogándola sobre su amiga y puesto que no acusó a nadie con aurores, no creo que lo que se pueda decir en una charla en una habitación de dos por dos salga de aquí. —Somos amigos, pero puede que hayamos hecho más que besarnos— admito, y a lo siguiente le muestro mi ceño fruncido, —¿qué tiene que sea impulsivo?— pregunto, que no la conozco y no puedo leer todavía que quiere decir con cada cosa. Me pongo a la defensiva una vez más al escuchar cómo sigue. —Pensé que trabajabas en el ministerio con Dave así que no creo que vivas por aquí, pero al parecer estás con nosotros. A ti te da curiosidad saber que tengo yo en la cabeza, cuando a mí lo que siempre me ha parecido más extraño es la gente que vive en contradicciones. Ken se enojó conmigo cuando supo que tenía un amigo auror, pero hay un montón de gente que hace esto… va de lunes a viernes a un escritorio en el ministerio y luego se pasea por el norte a visitar amigos. Mi padre, Dave, tú…— bebo otro sorbo de mi taza y la miro por encima del borde, vuelvo a bajarla para continuar hablando con la cabeza gacha.
»Estoy aquí porque quiero poder estar con mis amigos, sea en el Capitolio o en cualquier lugar, y que no tengan que esconderse o vivir como repudiados en este distrito. No quiero que se enojen con Ken por salir a la calle o que Mimi no pueda ir a la escuela cuando claramente sería la mejor en todo el departamento de Ciencias. Quiero que ellos tengan los mismos derechos que yo— susurro, mis ojos puestos en mi taza así no tengo que mirarlas y es que me avergüenza que ser una chica del Capitolio sea mi etiqueta y que traten de entender qué hago aquí y tener que explicarlo. —No somos…— trato de suavizar lo grave de mi tono anterior con una sonrisa. —Este no es un drama romántico de una película adolescente como para que lo veas así, no tenemos nada de eso. Él es solo un chico en problemas, que tiene dificultades por ser quien es, por el lugar donde creció y porque el gobierno dice que la gente que conoce son criminales… y yo solo quiero ayudarlo, pero no es la razón por la que dejé la escuela de leyes y el Capitolio, no…— me resguardo en el silencio por tres segundos contados y entonces miro a mi mejor amiga. —¡Mimi! ¡Somos un cliché de película! Como esa… esa…— chasqueo los dedos tratando de recordarla, es un clásico. —En que la perrita de orejas largas vive en un barrio lujoso y un día se va con el perro de la calle. ¡Los que comen fideos y se besan!
Me llevo los dedos a la sien en busca de aliviar el dolor de cabeza que quiere aparecer con cada detalle que agregan sobre esa noche, y tengo que morderme los labios para reprimir el impulso que tengo por delatarlos con los adultos del catorce. Lidiaron con él toda su vida, ¿en ningún momento se les pasó por la cabeza enseñarle acerca del sentido común? Podía entender que Syv no viera la cantidad de riesgos, pero su foto no estaba en carteles que la declaraban como enemiga de Neopanem. - Holly lo vió. No digo que no debe ser absolutamente tedioso y aborrecible estar encerrado, pero tienen que ser más cuidadosos. Si los aurores hubieran irrumpido en ese lugar, ninguno de los dos estaría vivo a estas alturas. - Él por razones obvias, y ella porque si no la atrapaban esa noche en su compañía, aparecería en una lista luego de que usaran el veritaserum en Ken. Los de la red y el catorce estarían a salvo a causa de los hechizos protectores, pero dudaba que Ivar pudiese usar de esos sin una justificación coherente.
Su enojo me exaspera de sobremanera, pero elijo dejar morir el tema ahí antes de ponernos a discutir a los gritos o algo así. No se puede retroceder en el tiempo y por suerte, nada muy grave sucedió. Mientras que entienda que deben ir con más cuidado luego… ¿En qué momento es que me volví la persona sensata que regaña este tipo de actitudes? El vino hace maravillas para comenzar a calmarme y para el moemento en que Syv comienza con su monólogo, puedo volver a centrar mi atención en ella sin la inminente necesidad de darle un correctivo en la cabeza.
- Estaba muy compenetrada en tu discurso, hasta que trajiste a colación esa película prehistórica. - Aseguro apresurando el vino por mi garganta y dejando la taza sobre la mesada. - Dejando de lado “La dama y el vagabundo”, Syv no es solo una niña bonita que quiere jugar a ser una rebelde. Es una buena persona que en el fondo es una idealista de corazón. - Le explico a Holly. Porque Albi es eso, una excelente persona con un corazón demasiado grande para su propio bien. No muchos ven eso como una fortaleza, y la mayoría la consideraría una idiota por actuar como lo estaba haciendo. Incluso yo pensaba de a momentos que su manera de actuar era un error, pero luego saltaba con estos discursos y me recordaba el por qué la quiero tanto. - ¿Tú crees que la causa es noble? Yo solo creo que la gente que está al poder debería dejar de querer controlar a toda la población. Si la gente metiera sus narices en sus propios asuntos, todos viviríamos felices. Pero como eso no sucede, nos están acribillando solo por no seguir sus estándares morales o más bien, políticos. - Yo no creía que formásemos parte de una gran causa dispuesta a cambiar al mundo. Era más de las que creía que podía hacer lo correcto con las herramientas que tenía a la mano. Si Syv veía que esa era la manera en la que quería vivir, ¿quién era yo para cerrarle la puerta en la cara? - Así que sí, vamos a vivir juntas. ¿No quieres sumarte? Con tu ingreso tal vez podamos conseguir algo con dos habitaciones. No te das una idea de lo barato que resulta conseguir algo aquí. - Claro, cuando tienes el dinero.
Su enojo me exaspera de sobremanera, pero elijo dejar morir el tema ahí antes de ponernos a discutir a los gritos o algo así. No se puede retroceder en el tiempo y por suerte, nada muy grave sucedió. Mientras que entienda que deben ir con más cuidado luego… ¿En qué momento es que me volví la persona sensata que regaña este tipo de actitudes? El vino hace maravillas para comenzar a calmarme y para el moemento en que Syv comienza con su monólogo, puedo volver a centrar mi atención en ella sin la inminente necesidad de darle un correctivo en la cabeza.
- Estaba muy compenetrada en tu discurso, hasta que trajiste a colación esa película prehistórica. - Aseguro apresurando el vino por mi garganta y dejando la taza sobre la mesada. - Dejando de lado “La dama y el vagabundo”, Syv no es solo una niña bonita que quiere jugar a ser una rebelde. Es una buena persona que en el fondo es una idealista de corazón. - Le explico a Holly. Porque Albi es eso, una excelente persona con un corazón demasiado grande para su propio bien. No muchos ven eso como una fortaleza, y la mayoría la consideraría una idiota por actuar como lo estaba haciendo. Incluso yo pensaba de a momentos que su manera de actuar era un error, pero luego saltaba con estos discursos y me recordaba el por qué la quiero tanto. - ¿Tú crees que la causa es noble? Yo solo creo que la gente que está al poder debería dejar de querer controlar a toda la población. Si la gente metiera sus narices en sus propios asuntos, todos viviríamos felices. Pero como eso no sucede, nos están acribillando solo por no seguir sus estándares morales o más bien, políticos. - Yo no creía que formásemos parte de una gran causa dispuesta a cambiar al mundo. Era más de las que creía que podía hacer lo correcto con las herramientas que tenía a la mano. Si Syv veía que esa era la manera en la que quería vivir, ¿quién era yo para cerrarle la puerta en la cara? - Así que sí, vamos a vivir juntas. ¿No quieres sumarte? Con tu ingreso tal vez podamos conseguir algo con dos habitaciones. No te das una idea de lo barato que resulta conseguir algo aquí. - Claro, cuando tienes el dinero.
Tengo que rodar los ojos para no seguir discutiendo algo que es obvio: llevar a un fugitivo de la ley a un antro clandestino en medio de un toque de queda es lo más estúpido que pudieron haber hecho, fin de la discusión. Al menos le pone algo más de sabor que admita que tiene algo con el muchacho, lo que hace que le mueva las cejas con picardía — Tiene buena espalda, eso te lo concedo — admito, aunque a lo siguiente, tengo que contestar de otra manera — Supongo que ya lo sabías, pero soy una veela. Pasé más tiempo en el norte que en el ministerio, gran parte de mi vida y mis amigos están ahí. Magnar nos ha dado derechos, pero sé bien lo que es carecer de ellos — no se puede hacer la vista gorda, nos guste o no.
Me quedo calladita en lo que Synnove se pone a explicar sus nobles razones para estar aquí, no soy quien para reprocharle sus elecciones así que me centro en beber con la vista clavada en su semblante. Hay cierta ternura en la gente del Capitolio que piensa que puede comprender las carencias del norte, pero al menos ella tiene la decencia de no quejarse desde una casa cargada de lujos. Hasta siento algo de pena por Kendrick Black y su mala suerte en la vida, al punto de que lo comparan con un perro callejero de una película de animación y no puedo evitar reírme entre dientes — Más que noble, es necesaria. No se puede vivir por siempre asintiendo ante el matón de turno que se le ocurra apoyar su culo en el sillón presidencial. Así que… — me encojo de hombros, como si ese fuese mi mayor gesto para decirles que, al final, estamos del mismo lado.
No quiero juzgarlas, sé lo que es tener poco, pero le lanzo un vistazo al lugar preguntándome cómo se las arreglarán dos personas para poder vivir en un sitio tan reducido sin tener problemas de intimidad — No tengo intenciones de volver al norte. Es la primera vez que puedo darme el lujo de tener una casa con todas las comodidades, aunque si ustedes quieren venir… — sé que Mimi no puede, no tiene un historial limpio como para vivir tan campante en el distrito dos — Siempre puedo darles algo de dinero. No es mucho, pero puede ayudar a que se las arreglen algo mejor — pero sé que Mimi no va a aceptarlo, algo me dice que Synnove tampoco. Con un resoplido que acaba en resolución, me pongo de pie con mi bebida en alto — ¿Y si dejamos de hablar de temas deprimentes? Hablemos de cosas sin importancia. Por ejemplo: ¿Cómo se ve tu amigo sin ropa? — le pregunto a la rubia. Que vine aquí a emborracharme, así que con un gesto le incito a que beba. Para los problemas, está el exterior. Hoy podemos ser solo tres chicas que no tienen nada que ver con el ministerio.
Me quedo calladita en lo que Synnove se pone a explicar sus nobles razones para estar aquí, no soy quien para reprocharle sus elecciones así que me centro en beber con la vista clavada en su semblante. Hay cierta ternura en la gente del Capitolio que piensa que puede comprender las carencias del norte, pero al menos ella tiene la decencia de no quejarse desde una casa cargada de lujos. Hasta siento algo de pena por Kendrick Black y su mala suerte en la vida, al punto de que lo comparan con un perro callejero de una película de animación y no puedo evitar reírme entre dientes — Más que noble, es necesaria. No se puede vivir por siempre asintiendo ante el matón de turno que se le ocurra apoyar su culo en el sillón presidencial. Así que… — me encojo de hombros, como si ese fuese mi mayor gesto para decirles que, al final, estamos del mismo lado.
No quiero juzgarlas, sé lo que es tener poco, pero le lanzo un vistazo al lugar preguntándome cómo se las arreglarán dos personas para poder vivir en un sitio tan reducido sin tener problemas de intimidad — No tengo intenciones de volver al norte. Es la primera vez que puedo darme el lujo de tener una casa con todas las comodidades, aunque si ustedes quieren venir… — sé que Mimi no puede, no tiene un historial limpio como para vivir tan campante en el distrito dos — Siempre puedo darles algo de dinero. No es mucho, pero puede ayudar a que se las arreglen algo mejor — pero sé que Mimi no va a aceptarlo, algo me dice que Synnove tampoco. Con un resoplido que acaba en resolución, me pongo de pie con mi bebida en alto — ¿Y si dejamos de hablar de temas deprimentes? Hablemos de cosas sin importancia. Por ejemplo: ¿Cómo se ve tu amigo sin ropa? — le pregunto a la rubia. Que vine aquí a emborracharme, así que con un gesto le incito a que beba. Para los problemas, está el exterior. Hoy podemos ser solo tres chicas que no tienen nada que ver con el ministerio.
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