OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Cuando llegamos a casa todavía me tiembla el cuerpo entero. No ha sido una experiencia que me apetezca repetir. Para nada. Me quedo aferrada a Riley, con una mueca torciéndome los labios, y me obligo a mi misma a respirar hondo unas cuantas veces antes de soltarle. Eso ayuda, porque al hacerlo no solamente le doy oxígeno a mi ansioso cuerpo, sino que también aspiro el olor de Riley, y eso me tranquiliza un poco más. Finalmente le suelto y me froto el rostro, cansada, llevándome con las manos los restos de las lágrimas que ocupaban mis mejillas. Le acaricio el cuello a Riley y le sonrío un poco, haciendo un esfuerzo en fingir que estoy bien, aunque todo lo que me pide la mente ahora mismo es una botella de licor y unos pocos minutos para terminármela entera —Necesito una infusión— susurro —, y comer algo dulce— porque eso siempre va bien, en teoría.
Me separo de él, entonces, con una sensación agridulce en la boca del estómago. Soy auror. Parte de mi trabajo es proteger a las personas de NeoPanem. Y, aun así, he sido incapaz de conjurar un patronus para proteger a una de las personas que más me importan ahora mismo. ¿Necesito ayuda de verdad? ¿Ayuda profesional? ¿Puedo ser un peligro, actuando así? No quiero que pase el tiempo y, de repente, encontrarme en una misión de trabajo en la que necesiten un patronus y ser incapaz de hacerlo.
Pongo agua a calentar para hacerme una infusión relajante, intentando ser consciente de que también tengo la mente bloqueada, ahora. Que ha sido intenso y desagradable y me ha pillado por sorpresa, pero que en otra ocasión tal vez hubiera podido. Que tengo buenos recuerdos a los que acudir. A mamá conmigo en la playa del cuatro. A papá ayudándome a prepararme para las pruebas de auror. A Riley diciéndome que ha encontrado su luz. Me froto el rostro de nuevo y saco de la nevera una tableta de chocolate. El dulce me irá bien. Respiro hondo de nuevo y miro hacia donde he dejado a Riley —¿Quieres chocolate? Nos irá bien— le digo, enseñándole la tableta.
Me separo de él, entonces, con una sensación agridulce en la boca del estómago. Soy auror. Parte de mi trabajo es proteger a las personas de NeoPanem. Y, aun así, he sido incapaz de conjurar un patronus para proteger a una de las personas que más me importan ahora mismo. ¿Necesito ayuda de verdad? ¿Ayuda profesional? ¿Puedo ser un peligro, actuando así? No quiero que pase el tiempo y, de repente, encontrarme en una misión de trabajo en la que necesiten un patronus y ser incapaz de hacerlo.
Pongo agua a calentar para hacerme una infusión relajante, intentando ser consciente de que también tengo la mente bloqueada, ahora. Que ha sido intenso y desagradable y me ha pillado por sorpresa, pero que en otra ocasión tal vez hubiera podido. Que tengo buenos recuerdos a los que acudir. A mamá conmigo en la playa del cuatro. A papá ayudándome a prepararme para las pruebas de auror. A Riley diciéndome que ha encontrado su luz. Me froto el rostro de nuevo y saco de la nevera una tableta de chocolate. El dulce me irá bien. Respiro hondo de nuevo y miro hacia donde he dejado a Riley —¿Quieres chocolate? Nos irá bien— le digo, enseñándole la tableta.
Al sentir los pies sobre el suelo siento que puedo respirar con tranquilidad otra vez. Estamos a salvo en donde los malos pensamientos ya no pueden atacarnos, pero el rostro de Kenna me dice que los suyos aún están batallando en su mente. La observo preocupado sin estar seguro de qué hacer, porque teniendo el dementor en frente la respuesta era bastante obvia pero ahora no puedo lanzar un patronus en su cabeza. Me sonríe pero no le correspondo pues veo que algo está mal y eso me impide reaccionar con algo más que con las cejas en alto y los labios entreabiertos como si eso fuese a ayudarme a encontrar la respuesta.
Parte hacia la cocina y me llevo las manos a la cabeza pensando en una buena forma de hacer que olvide todo ésto... Aunque en realidad no debería hacerlo, sino charlarlo e intentar seguir adelante en base a eso. Sé cuál es el recuerdo que la está atormentando y debe ser difícil quitarlo cuando el enojo y tristeza es con uno mismo. No soy psicomago, pero sé lo que tengo que hacer y es estar para ella, de la forma que ella quiera o al menos teniendo su mano. Así que voy hasta donde está con paso lento y me acerco a la isla justo cuando me ofrece chocolate.
Tomo un trozo y lo llevo a mi boca sintiendo casi de inmediato como empieza a hacer efecto. Es curioso como tenemos tantos hechizos y pociones, pero cuando necesitamos sentirnos mejor acudimos a un truco que descubrieron los muggles hace miles de años atrás - ¿Quieres hablar de lo que sentimos en ese momento? - pregunto algo dubitativo mientras me entretengo buscando las cosas para prepararle un té, a mí también me vendría bien uno - Deberíamos reportarlo también, no estábamos haciendo nada malo y ese dementor solo se nos acercó - al demonio el toque de queda, solo nos distrajimos por un segundo.
Camino alrededor de la isla central para quedar junto a ella y apoyarme con la cadera en el mueble. Inclino un poco la cabeza para buscar su rostro y ésta vez sí le dedico una sonrisa de ánimos, no me gusta verla triste y ahora mismo podría montar un circo solo para verla sonreír un poco - No podría haberlo hecho sin tí ¿Sabes? Me diste el primer recuerdo completamente feliz... Sin dorgas, sin opiniones secundarias, solo felicidad sin importar qué.
Parte hacia la cocina y me llevo las manos a la cabeza pensando en una buena forma de hacer que olvide todo ésto... Aunque en realidad no debería hacerlo, sino charlarlo e intentar seguir adelante en base a eso. Sé cuál es el recuerdo que la está atormentando y debe ser difícil quitarlo cuando el enojo y tristeza es con uno mismo. No soy psicomago, pero sé lo que tengo que hacer y es estar para ella, de la forma que ella quiera o al menos teniendo su mano. Así que voy hasta donde está con paso lento y me acerco a la isla justo cuando me ofrece chocolate.
Tomo un trozo y lo llevo a mi boca sintiendo casi de inmediato como empieza a hacer efecto. Es curioso como tenemos tantos hechizos y pociones, pero cuando necesitamos sentirnos mejor acudimos a un truco que descubrieron los muggles hace miles de años atrás - ¿Quieres hablar de lo que sentimos en ese momento? - pregunto algo dubitativo mientras me entretengo buscando las cosas para prepararle un té, a mí también me vendría bien uno - Deberíamos reportarlo también, no estábamos haciendo nada malo y ese dementor solo se nos acercó - al demonio el toque de queda, solo nos distrajimos por un segundo.
Camino alrededor de la isla central para quedar junto a ella y apoyarme con la cadera en el mueble. Inclino un poco la cabeza para buscar su rostro y ésta vez sí le dedico una sonrisa de ánimos, no me gusta verla triste y ahora mismo podría montar un circo solo para verla sonreír un poco - No podría haberlo hecho sin tí ¿Sabes? Me diste el primer recuerdo completamente feliz... Sin dorgas, sin opiniones secundarias, solo felicidad sin importar qué.
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Su pregunta cae encima de mi como si fuera una jarra de agua fría. ¿Quiero hablar de lo que estoy sintiendo? ¿De lo que llevo sintiendo desde que ese dementor ha aparecido y ha estropeado un momento que parecía que estaba yendo bien? ¿Quiero hablar de todos los pensamientos oscuros que me han venido de golpe, crueles, tajantes? Respiro hondo y le miro a los ojos. Hay algo de miedo en mi mirada. Si ignoramos el tema, en unas semanas empezaré a olvidar lo mal que lo he pasado y podremos seguir adelante. Pero si lo digo en voz alta... Entonces se hará más real. Más difícil de eludir, de olvidar, de superar. Y yo no quiero estar toda la vida con pensamientos tan oscuros como los que acabo de tener.
—No podemos reportarlo... Hay un toque de queda por algo. Nos hemos distraido, ha aparecido, hemos escapado. Nada más. Soy auror, si yo que se supone que tengo que trabajar para mantener el orden me salto las normas... No— digo, firme, con algo de preocupación en mi tono. He trabajado muy duro para llegar a donde estoy. Y he adorado todo lo que ha pasado hoy en esa especie de cita que hemos tenido, hasta que ha llegado el dementor, pero no quiero que eso vaya en detrimento de mi carrera profesional. Quiero poder mantener ambas cosas. Y quiero que olvidemos el incidente que acabamos de vivir. Que nos acurruquemos en el sofá, miremos algo en la tele y no hablemos de que un dementor nos ha dejado fríos y pensando en cosas horribles porque, por irresponsables, se nos ha pasado el toque de queda.
Le sigo con la mirada cuando se acerca más a mí. Y su sonrisa, junto con sus palabras, consiguen que baje un poco la barrera de frialdad que estaba construyendo a mi alrededor. Que por un momento olvide el miedo y me centre en esto que me está diciendo, que es precioso, que es genial —Yo también he sentido felicidad— le susurro. Me acerco a él del todo y le doy un abrazo, refugiándome contra su cuerpo, buscando en él la seguridad que ahora mismo me falta —¿Puedo dormir en tu cama hoy?— susurro —No quiero estar sola— reconozco, sintiéndome lo suficientemente cómoda con él como para decirle eso. Como para mostrarme vulnerable. Y eso es algo que no hago con nadie, jamás, pero él... Está claro que en su caso es diferente, él es especial.
—No podemos reportarlo... Hay un toque de queda por algo. Nos hemos distraido, ha aparecido, hemos escapado. Nada más. Soy auror, si yo que se supone que tengo que trabajar para mantener el orden me salto las normas... No— digo, firme, con algo de preocupación en mi tono. He trabajado muy duro para llegar a donde estoy. Y he adorado todo lo que ha pasado hoy en esa especie de cita que hemos tenido, hasta que ha llegado el dementor, pero no quiero que eso vaya en detrimento de mi carrera profesional. Quiero poder mantener ambas cosas. Y quiero que olvidemos el incidente que acabamos de vivir. Que nos acurruquemos en el sofá, miremos algo en la tele y no hablemos de que un dementor nos ha dejado fríos y pensando en cosas horribles porque, por irresponsables, se nos ha pasado el toque de queda.
Le sigo con la mirada cuando se acerca más a mí. Y su sonrisa, junto con sus palabras, consiguen que baje un poco la barrera de frialdad que estaba construyendo a mi alrededor. Que por un momento olvide el miedo y me centre en esto que me está diciendo, que es precioso, que es genial —Yo también he sentido felicidad— le susurro. Me acerco a él del todo y le doy un abrazo, refugiándome contra su cuerpo, buscando en él la seguridad que ahora mismo me falta —¿Puedo dormir en tu cama hoy?— susurro —No quiero estar sola— reconozco, sintiéndome lo suficientemente cómoda con él como para decirle eso. Como para mostrarme vulnerable. Y eso es algo que no hago con nadie, jamás, pero él... Está claro que en su caso es diferente, él es especial.
Asiento y alzo las manos para tranquilizarla pues si eso es lo que ella cree que es mejor, así será. Sin embargo odio que el momento se haya visto interrumpido por una criatura que debería estar preocupándose de otras personas. El toque de queda fue establecido para mantener a las personas a salvo y, en mi experiencia, ha sido para peor pues estaba viviendo el momento más feliz de mi vida y de repente la tristeza y desesperanza nos dieron un golpe bajo - Supongo que puedo armar una simulación virtual para que podamos ver las estrellas en el campo desde aquí adentro - comento con media sonrisa. En realidad no importa si lo que nos rodea es real o artificial, mientras esté con ella para disfrutarlo.
Se me infla el pecho cuando dice que también ha sentido felicidad y la rodeo en un abrazo que me da fuerzas a mí también para olvidar el mal momento, no solo eso, sino que me da la confianza que me ha faltado en años. Me siento bien, normal, no como un bicho raro, sino en el sitio que debería haber estado siempre y es una sensación maravillosa - Por supuesto, puedes dormir las veces que quieras - respondo conteniéndome bastante pues de ser por mí la invitaría a dormir conmigo todas las noches, me encantaría que fuera mi última vista antes de cerrar los ojos y lo primero que ver en las mañanas.
Esta es mi primera relación de la vida, mi único ejemplo son mis padres y la verdad es que no han sido uno muy bueno. No sé como funcionan las cosas en realidad... Se supone que las personas van a citas, luego hablan de exclusividad, luego salen por meses o años antes de mudarse juntos... Pero nosotros hemos hecho todo al revés así que ¿Quién dice cuál es el siguiente paso? ¿Quién dice que no puedo pedirle que duerma conmigo siempre? No tengo las respuestas a eso así que solo acaricio su espalda y le doy un beso en la coronilla.
- Puedes traer algo de ropa a mi armario también, para que esté más cerca - propongo y de inmediato agradezco que sus ojos no estén al alcance de mi rostro porque ha sido una excusa estúpida y se nota en la mueca que hago - Podemos ir ya, seguir la charla arriba - propongo, quizás así deje de tirar indirectas directas estúpidas.
Se me infla el pecho cuando dice que también ha sentido felicidad y la rodeo en un abrazo que me da fuerzas a mí también para olvidar el mal momento, no solo eso, sino que me da la confianza que me ha faltado en años. Me siento bien, normal, no como un bicho raro, sino en el sitio que debería haber estado siempre y es una sensación maravillosa - Por supuesto, puedes dormir las veces que quieras - respondo conteniéndome bastante pues de ser por mí la invitaría a dormir conmigo todas las noches, me encantaría que fuera mi última vista antes de cerrar los ojos y lo primero que ver en las mañanas.
Esta es mi primera relación de la vida, mi único ejemplo son mis padres y la verdad es que no han sido uno muy bueno. No sé como funcionan las cosas en realidad... Se supone que las personas van a citas, luego hablan de exclusividad, luego salen por meses o años antes de mudarse juntos... Pero nosotros hemos hecho todo al revés así que ¿Quién dice cuál es el siguiente paso? ¿Quién dice que no puedo pedirle que duerma conmigo siempre? No tengo las respuestas a eso así que solo acaricio su espalda y le doy un beso en la coronilla.
- Puedes traer algo de ropa a mi armario también, para que esté más cerca - propongo y de inmediato agradezco que sus ojos no estén al alcance de mi rostro porque ha sido una excusa estúpida y se nota en la mueca que hago - Podemos ir ya, seguir la charla arriba - propongo, quizás así deje de tirar indirectas directas estúpidas.
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Cuando me dice que puede hacer una simulación virtual para que podamos ver las estrellas desde casa, siento un calor agradable en mi pecho. Porque realmente está ofreciendo esto porque hemos intentado mirar las estrellas y no hemos podido. Hay algo tan puro en esa idea, algo que hace que sienta que, diciéndole hoy que sí, he tomado una de las mejores decisiones de mi vida. Sonrío y le acaricio la mejilla, dulce —Me parece una idea genial— le digo, con cariño —Y mientras haces eso, podemos tumbarnos en el sofá o en la cama y mirarlas por la ventana— propongo, con una pequeña sonrisa, sin poderme creer el tesoro que tengo conmigo.
Y es que encima luego me dice que puedo dormir con él las veces que quiera. Y una parte de mí quiere que vayamos despacio, pero al fin y al cabo ya vivimos juntos, ¿no? Y si ahora estamos saliendo, no sé hasta qué punto tiene sentido que durmamos en habitaciones distintas. Por mi parte, por lo menos, la idea de dormirme cada noche a su lado es de lo más apetecible —Gracias— le sonrío, sincera. Además, si decidiéramos dormir juntos todas las noches, tendríamos una habitación libre. La podríamos convertir en un gimnasio para entrenar o algo por el estilo. O en una habitación dedicada únicamente a probar las simulaciones de Riley. Realmente hay un universo de posibilidades ahí... Pero me da miedo querer ir demasiado rápido y cagarla.
Propone seguir la charla arriba, tras decirme que puedo llevar algo de ropa a su armario para que esté más cerca, lo que me parece extremadamente tierno. Cojo su mano, dejando que mis dedos y los suyos se entrelacen, y tiro de él para empezar a subir las escaleras. Cuando llegamos a la puerta de su habitación, que queda frente a la mía, sonrío —Ahora vengo— entro a mi habitación y saco de mi armario un pijama, algo de ropa interior y una camiseta. Salgo, luego, yendo a su encuentro, y le enseño el montoncito de ropa que cargo —¿Habrá espacio en tu armario para esto?— le guiño un ojo, sonriente, y entro a su habitación. Dejo la ropa en su armario y luego me dejo caer encima de su cama, cansada —Ven...— le pido, abriendo los brazos hacia él, con una pequeña sonrisa, queriendo reencontrarme con esta nueva tranquilidad que solamente él está logrando darme últimamente.
Y es que encima luego me dice que puedo dormir con él las veces que quiera. Y una parte de mí quiere que vayamos despacio, pero al fin y al cabo ya vivimos juntos, ¿no? Y si ahora estamos saliendo, no sé hasta qué punto tiene sentido que durmamos en habitaciones distintas. Por mi parte, por lo menos, la idea de dormirme cada noche a su lado es de lo más apetecible —Gracias— le sonrío, sincera. Además, si decidiéramos dormir juntos todas las noches, tendríamos una habitación libre. La podríamos convertir en un gimnasio para entrenar o algo por el estilo. O en una habitación dedicada únicamente a probar las simulaciones de Riley. Realmente hay un universo de posibilidades ahí... Pero me da miedo querer ir demasiado rápido y cagarla.
Propone seguir la charla arriba, tras decirme que puedo llevar algo de ropa a su armario para que esté más cerca, lo que me parece extremadamente tierno. Cojo su mano, dejando que mis dedos y los suyos se entrelacen, y tiro de él para empezar a subir las escaleras. Cuando llegamos a la puerta de su habitación, que queda frente a la mía, sonrío —Ahora vengo— entro a mi habitación y saco de mi armario un pijama, algo de ropa interior y una camiseta. Salgo, luego, yendo a su encuentro, y le enseño el montoncito de ropa que cargo —¿Habrá espacio en tu armario para esto?— le guiño un ojo, sonriente, y entro a su habitación. Dejo la ropa en su armario y luego me dejo caer encima de su cama, cansada —Ven...— le pido, abriendo los brazos hacia él, con una pequeña sonrisa, queriendo reencontrarme con esta nueva tranquilidad que solamente él está logrando darme últimamente.
Recuerdo que cuando era pequeño le pedí a mi padre un telescopio para poder ver las estrellas desde la ventana de mi habitación. No debía tener más de siete años y de verdad me entusiasmaba la idea de enterarme de lo que se escondía más allá del manto azul con estrellas que podía ver a simple vista. Era un pedido sencillo del cual no hacía falta hacer tanto drama, pero recuerdo como discutió por casi una hora con mamá sobre si era o no una mala idea. Querían mi cabeza sobre la tierra, no en las nubes, y según papá comprarme un telescopio a ésa edad era solo dar el primer paso en una mala dirección ¿Por qué no pudieron hacerlo sencillo como ahora? Porque sentarme a ver las estrellas con Kenna me parece algo tan bello e inocente que no puedo creer que me lo hayan impedido hace años. Claro que ésto tiene un significado, solo que no el que mis progenitores querían darle.
Entrelazo mis dedos con los de ella y subo las escaleras siguiendo su paso. Solo freno antes de entrar a mi habitación cuando me dice que vuelve pronto y luego de dedicarle una mirada confundido, abro la puerta para ir cambiándome de ropa y ponerme el pijama. Pero solo logro reemplazar el pantalón cuando vuelve a entrar con su propio montoncito de prendas y me hace sonreír - Creo que hay lugar entre los trajes de trabajo y las camisetas de super héores - bromeo señalando un sitio al azar en el armario en donde deja sus cosas.
Cuando me llama me quito lo que me falta de ropa incómoda y me meto en la cama junto a ella. La rodeo con mis brazos y acomodo mi cuerpo de forma que se adapta completamente al suyo. Se siente cálido, bien, correcto... De verdad es justo lo que necesito ahora. La acomodo para que apoye su cabeza sobre mi pecho y con el brazo que la rodea comienzo a dar suaves caricias al costado de su cuerpo ¿Podemos hacer ésto, cierto? Quizás no cada noche pero al menos la mayoría de ellas... No hay forma de que ésto pueda estar mal - Sabes... Tendrás que orientarme en todo ésto porque mi experiencia es nula - es algo que ya sabe pero creo que es un buen momento para recordarlo - Yo... Desde que pasó lo que pasó tengo una especie de norma sobre decir lo que siento sin filtro así que si en algún momento me paso de la raya o ves que estoy a punto de meter la pata, no dudes en detenerme - pido con una sonrisa algo avergonzado.
Entrelazo mis dedos con los de ella y subo las escaleras siguiendo su paso. Solo freno antes de entrar a mi habitación cuando me dice que vuelve pronto y luego de dedicarle una mirada confundido, abro la puerta para ir cambiándome de ropa y ponerme el pijama. Pero solo logro reemplazar el pantalón cuando vuelve a entrar con su propio montoncito de prendas y me hace sonreír - Creo que hay lugar entre los trajes de trabajo y las camisetas de super héores - bromeo señalando un sitio al azar en el armario en donde deja sus cosas.
Cuando me llama me quito lo que me falta de ropa incómoda y me meto en la cama junto a ella. La rodeo con mis brazos y acomodo mi cuerpo de forma que se adapta completamente al suyo. Se siente cálido, bien, correcto... De verdad es justo lo que necesito ahora. La acomodo para que apoye su cabeza sobre mi pecho y con el brazo que la rodea comienzo a dar suaves caricias al costado de su cuerpo ¿Podemos hacer ésto, cierto? Quizás no cada noche pero al menos la mayoría de ellas... No hay forma de que ésto pueda estar mal - Sabes... Tendrás que orientarme en todo ésto porque mi experiencia es nula - es algo que ya sabe pero creo que es un buen momento para recordarlo - Yo... Desde que pasó lo que pasó tengo una especie de norma sobre decir lo que siento sin filtro así que si en algún momento me paso de la raya o ves que estoy a punto de meter la pata, no dudes en detenerme - pido con una sonrisa algo avergonzado.
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Miro con una sonrisa cómo viene hacia dónde estoy yo y dejo que se acomode a mi lado, con una sonrisa dulce en los labios. Terminamos así, medio abrazados, sin las estrellas brillando encima de nosotros pero sí con una calma nueva y que aprecio como si de mi más preciado tesoro se tratara. Le miro a los ojos, tierna, cuando dice que tendré que orientarle en todo esto. Y cuando me habla de su norma de decir lo que siente sin filtro, sonrío un poco más, si cabe. Su petición es adorable, y me alivia, porque significa que quiere hacer lo posible para que esto salga bien. Y yo también quiero, así que es bueno ver que estamos en la misma página.
Acerco mis labios a los suyos y le doy un beso suave, sonriendo —No te preocupes, Riley— le digo, sincera —Hay algo en tu ausencia de filtro que me gusta mucho— reconozco. Si algo tiene el alcohol es la insensibilidad. Por lo menos en mí. Busco en el alcohol, en la bebida, en la ebriedad, esa sensación de que nada va a salir mal jamás, de que todos los problemas se hacen insignificantes y dejan de importar. La oportunidad de tener a mi lado a una persona que me recuerda que los sentimientos existen y que es capaz de decir todo lo que se le pasa por la cabeza me parece, hasta cierto punto, fascinante —Pero no temas, si algún día veo que te pasas te lo diré— bromeo, haciéndole cosquillas suavemente.
Me quedo abrazada a él. Y es demasiado agradable. Al cabo de unos minutos de simplemente acariciar suavemente sus brazos, le miro a los ojos —Espera... Voy a ponerme el pijama— le doy un beso suave y me separo de él para ir hacia el armario —¿Te parece si apagamos la luz y miramos las estrellas desde la cama?— propongo, mirándole a los ojos —O podemos dejar encendida solo la luz de la mesilla...— abro el armario y cojo mi camiseta de pijama. Luego le dirijo una mirada traviesa y le guiño el ojo —Puedes mirar— bromeo. Es decir, no hay pudor alguno, ya. Nos hemos visto desnudos unas cuantas veces. Y no me molesta para nada que mire mi cuerpo mientras me cambio. Al revés, me gustan este tipo de juegos. Por eso, tras decirlo, le doy la espalda y me quito la camiseta y el sujetador.
Acerco mis labios a los suyos y le doy un beso suave, sonriendo —No te preocupes, Riley— le digo, sincera —Hay algo en tu ausencia de filtro que me gusta mucho— reconozco. Si algo tiene el alcohol es la insensibilidad. Por lo menos en mí. Busco en el alcohol, en la bebida, en la ebriedad, esa sensación de que nada va a salir mal jamás, de que todos los problemas se hacen insignificantes y dejan de importar. La oportunidad de tener a mi lado a una persona que me recuerda que los sentimientos existen y que es capaz de decir todo lo que se le pasa por la cabeza me parece, hasta cierto punto, fascinante —Pero no temas, si algún día veo que te pasas te lo diré— bromeo, haciéndole cosquillas suavemente.
Me quedo abrazada a él. Y es demasiado agradable. Al cabo de unos minutos de simplemente acariciar suavemente sus brazos, le miro a los ojos —Espera... Voy a ponerme el pijama— le doy un beso suave y me separo de él para ir hacia el armario —¿Te parece si apagamos la luz y miramos las estrellas desde la cama?— propongo, mirándole a los ojos —O podemos dejar encendida solo la luz de la mesilla...— abro el armario y cojo mi camiseta de pijama. Luego le dirijo una mirada traviesa y le guiño el ojo —Puedes mirar— bromeo. Es decir, no hay pudor alguno, ya. Nos hemos visto desnudos unas cuantas veces. Y no me molesta para nada que mire mi cuerpo mientras me cambio. Al revés, me gustan este tipo de juegos. Por eso, tras decirlo, le doy la espalda y me quito la camiseta y el sujetador.
Cierro los ojos cuando siento el beso en mis labios y me mantengo así mientras escucho su respuesta. Bueno, creo que eso es prueba de que somos una buena combinación ¿No? Porque a la mayoría de las personas podría resultarles extraño o incluso asustarse... Vuelvo a abrir los ojos cuando me hace cosquillas y se me escapa una risa - Quizás no ahora, pero sé que algún día me pasaré y mucho - comento entre risas. Porque desde que la he conocido los sentimientos no van más que en aumento. De tener la oportunidad de cuantificarlo y expresarlo en un gráfico tendría una recta disparada hacia el cuadrante superior derecho, sin límites, sin chance de volver atrás.
Me dejo caer entre las almohadas cuando va a ponerse el pijama pero me paro de un salto al escuchar su propuesta. Sí, podemos hacer eso... Así que abro las cortinas con un movimiento de varita y con otro llevo la cama hacia el borde de la ventana para tener la mejor vista, solo me lleva un segundo y casi que no tengo que apartar la vista de mi hermosa y juguetona novia. Creo que ahora podemos continuar con eso que el dementor interrumpió, eso solo fue un interludio antes de volver a la hermosa cita que estábamos teniendo bajo las estrellas.
Justo cuando termino me invita a ver mientras se cambia, es preciosa. No hay una sola imperfección en su piel y su figura quita el sueño... Una vez más no puedo creer como ha aceptado estar conmigo, tengo mucha suerte. Así que no digo nada, solo me saco mi propia camiseta por la cabeza y me acerco a ella para tomarla de la cintura y pegar mi pecho desnudo a su espalda - No tienes que ponerte el pijama - susurro a su oído mientras acaricio su abdomen y doy suaves besos en su cuello - Aunque ya no podré mirar las estrellas con ésta vista - bromeo luego con una sonrisa y chasqueo los dedos para que la habitación solo quede iluminada por la luz de luna que entra por la ventana.
Me dejo caer entre las almohadas cuando va a ponerse el pijama pero me paro de un salto al escuchar su propuesta. Sí, podemos hacer eso... Así que abro las cortinas con un movimiento de varita y con otro llevo la cama hacia el borde de la ventana para tener la mejor vista, solo me lleva un segundo y casi que no tengo que apartar la vista de mi hermosa y juguetona novia. Creo que ahora podemos continuar con eso que el dementor interrumpió, eso solo fue un interludio antes de volver a la hermosa cita que estábamos teniendo bajo las estrellas.
Justo cuando termino me invita a ver mientras se cambia, es preciosa. No hay una sola imperfección en su piel y su figura quita el sueño... Una vez más no puedo creer como ha aceptado estar conmigo, tengo mucha suerte. Así que no digo nada, solo me saco mi propia camiseta por la cabeza y me acerco a ella para tomarla de la cintura y pegar mi pecho desnudo a su espalda - No tienes que ponerte el pijama - susurro a su oído mientras acaricio su abdomen y doy suaves besos en su cuello - Aunque ya no podré mirar las estrellas con ésta vista - bromeo luego con una sonrisa y chasqueo los dedos para que la habitación solo quede iluminada por la luz de luna que entra por la ventana.
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Con una sonrisa tierna observo al hombre que me está dando felicidad y paz a partes iguales, como queriéndole decir que no tiene que preocuparse por soltar todo lo que le pase por la cabeza conmigo —Bueno, el día que te pases te lo diré. Pero dudo que llegue nunca— digo, sincera. Porque considero que la sinceridad es la base de cualquier tipo de relación. No solo de pareja, también de amistad, familiar. Y si su forma de ser sincero conmigo es decir todo lo que siente, bienvenida sea.
Veo de reojo como, tras mi propuesta, se levanta de la cama de un salto y empieza a acomodar la habitación para que podamos disfrutar de las estrellas y de un rato juntos. Y adoro que lo haga. Adoro estos pequeños detalles, sus ganas de que podamos tener momentos así juntos, los esfuerzos que pone en ello. Porque, además, luego viene a mí. Le noto abrazándome por la espalda, su pecho desnudo contra mi piel. Sonrío con picardía cuando me dice que no hace falta que me ponga el pijama. No pienso hacerlo, y menos si me lo pide así. Me giro hacia él tras unos segundos de dejar que me bese el cuello y me haga caricias así. Quedamos torso contra torso, piel contra piel, y busco sus labios.
Ha apagado la luz, y solamente nos iluminan las estrellas desde la ventana. Le sonrío y beso sus labios con tranquilidad, disfrutando del momento —¿No quieres intentarlo?— le digo, medio en broma. Le tomo la mano y le llevo conmigo hacia su cama. Le doy otro beso, largo, y luego un suave empujón, juguetona, para que caiga encima de a cama. Me coloco encima de él, tumbándome, divertida, y acaricio su pecho —Porque realmente el cielo está precioso...— susurro, cómoda.
Veo de reojo como, tras mi propuesta, se levanta de la cama de un salto y empieza a acomodar la habitación para que podamos disfrutar de las estrellas y de un rato juntos. Y adoro que lo haga. Adoro estos pequeños detalles, sus ganas de que podamos tener momentos así juntos, los esfuerzos que pone en ello. Porque, además, luego viene a mí. Le noto abrazándome por la espalda, su pecho desnudo contra mi piel. Sonrío con picardía cuando me dice que no hace falta que me ponga el pijama. No pienso hacerlo, y menos si me lo pide así. Me giro hacia él tras unos segundos de dejar que me bese el cuello y me haga caricias así. Quedamos torso contra torso, piel contra piel, y busco sus labios.
Ha apagado la luz, y solamente nos iluminan las estrellas desde la ventana. Le sonrío y beso sus labios con tranquilidad, disfrutando del momento —¿No quieres intentarlo?— le digo, medio en broma. Le tomo la mano y le llevo conmigo hacia su cama. Le doy otro beso, largo, y luego un suave empujón, juguetona, para que caiga encima de a cama. Me coloco encima de él, tumbándome, divertida, y acaricio su pecho —Porque realmente el cielo está precioso...— susurro, cómoda.
Me abro paso entre sus labios cuando se gira y quedamos frente a frente, la acerco con mis brazos todo lo que puedo, tanto que casi que puedo tocar mis codos con mis propias manos. Me siento cómodo pero eso siempre pasa estando con Kenna ¿No? Ya sea que estemos parados o acostados, con ropa o desnudos, solos o en público... Siempre me siento con la libertad de animarme a más con ella, y lo hago hasta que su pregunta me saca una sonrisa - Hay desafíos que simplemente no pueden ser superados - respondo manteniendo mi frente pegada a la suya. Creo que lo peor es que hace no mucho tiempo atrás bien podría haber preferido ver las estrellas antes que a una mujer desnuda. Sigo encontrándolas fascinantes pero... Bueno, tengo a la más brillante entre mis brazos.
Dejo que me lleve hacia la nueva posición de la cama y se me escapa una risa cuando me lanza hacia la cama. Es una auror, una mujer fuerte ¿Qué puedo decir? Le gusta decirme qué hacer en la cama y yo obedezco encantado a lo que se le apetezca... Más cuando se pone a horcajadas sin camiseta dándome una vista que las mismísima alpha centauri envidiaría - Kenna, ahora mismo no sé si el cielo está arriba o abajo - bromeo atrayéndola hacia mí para besar sus labios, cuello y luego hasta su clavícula.
- Pero ya que muestras tanto interés en él... Quizás podrías mirarlo - propongo con una mirada juguetona y nos cambio de posiciones para colocarme sobre ella entre sus piernas. También puedo probar ésto ¿No? Quizás le gusta y creo que ya tengo la experiencia suficiente como para llevar el ritmo - ¿Qué opinas? ¿Hay suficientes estrellas brillando? - pregunto mientras deslizo mis labios por su pecho, solo suaves roces mientras voy dejando que se me escape el aliento - Me esforzaré para ganarles la atención - agrego con una sonrisa de lado antes de deslizarme nuevamente hacia arriba para seguir besando sus labios.
Dejo que me lleve hacia la nueva posición de la cama y se me escapa una risa cuando me lanza hacia la cama. Es una auror, una mujer fuerte ¿Qué puedo decir? Le gusta decirme qué hacer en la cama y yo obedezco encantado a lo que se le apetezca... Más cuando se pone a horcajadas sin camiseta dándome una vista que las mismísima alpha centauri envidiaría - Kenna, ahora mismo no sé si el cielo está arriba o abajo - bromeo atrayéndola hacia mí para besar sus labios, cuello y luego hasta su clavícula.
- Pero ya que muestras tanto interés en él... Quizás podrías mirarlo - propongo con una mirada juguetona y nos cambio de posiciones para colocarme sobre ella entre sus piernas. También puedo probar ésto ¿No? Quizás le gusta y creo que ya tengo la experiencia suficiente como para llevar el ritmo - ¿Qué opinas? ¿Hay suficientes estrellas brillando? - pregunto mientras deslizo mis labios por su pecho, solo suaves roces mientras voy dejando que se me escape el aliento - Me esforzaré para ganarles la atención - agrego con una sonrisa de lado antes de deslizarme nuevamente hacia arriba para seguir besando sus labios.
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La sonrisa que le dedico es pura sinceridad, pero también una sensación de comprender perfectamente lo que le pasa. De no saber yo tampoco si el cielo está arriba o abajo, de sentir que mi mundo da vueltas mientras yo me veo envuelta en una felicidad que ni siquiera sabría explicar. Siento que todo rastro de la oscuridad que nos acechaba hace un rato, tras la visita de ciertas criaturas encapuchadas, ha quedado ahora completamente eclipsado por esta sensación de que, junto a Riley, absolutamente nada puede salir mal. O sí, pero por lo menos sé que le tendré a mi lado. Y eso es lo más bonito del mundo.
Lo que no esperaba, tratándose de Riley, es el giro que hace después. El giro literal, que hace que me quede debajo de su cuerpo, piel con piel. Y de repente que sea él el que conduce este juego de tensión y seducción le da a todo una dimensión muy interesante. Nueva, para mí, en cierto modo, estando acostumbrada a llevar la voz cantante en situaciones así... Pero me noto encantada con esto. Con él. Con el juego de intentar realmente ver qué estrellas localizo en el cielo mientras tengo al hombre que me regala felicidad a diario colocado entre mis piernas y pasando sus labios por mi torso —Oh... Lo estás consiguiendo— le digo, con un suave jadeo, en respuesta a lo que dice sobre tratar de ganar mi atención, apartándola de las estrellas.
Desvío mi mirada hacia sus ojos, tras unos besos que me transportan directamente al cielo —Creo que jamás volveré a mirar las estrellas si te tengo cerca a ti— susurro, con mis labios contra los suyos, dejando que mi cálido aliento choque contra el contrario mientras hablo. Llevo una mano a su pelo, sedoso y envidiable, y beso sus labios de nuevo —Aunque si nuestras citas para ver estrellas van a terminar siempre así, tampoco me quejaría— bromeo, riendo levemente. Acaricio su pecho, distraída, todavía con mis ojos clavados en los suyos —Podríamos establecerlo como una tradición. Que cada viernes cenemos en la terraza viendo las estrellas y luego miremos una película, o una serie, o...— vuelvo a besarle, soltando un suave gemido —... O nos saltemos todo eso y directamente hagamos el amor en nuestra cama— le susurro, sonriente, sintiendo como mi cuerpo quema con ganas del suyo.
Lo que no esperaba, tratándose de Riley, es el giro que hace después. El giro literal, que hace que me quede debajo de su cuerpo, piel con piel. Y de repente que sea él el que conduce este juego de tensión y seducción le da a todo una dimensión muy interesante. Nueva, para mí, en cierto modo, estando acostumbrada a llevar la voz cantante en situaciones así... Pero me noto encantada con esto. Con él. Con el juego de intentar realmente ver qué estrellas localizo en el cielo mientras tengo al hombre que me regala felicidad a diario colocado entre mis piernas y pasando sus labios por mi torso —Oh... Lo estás consiguiendo— le digo, con un suave jadeo, en respuesta a lo que dice sobre tratar de ganar mi atención, apartándola de las estrellas.
Desvío mi mirada hacia sus ojos, tras unos besos que me transportan directamente al cielo —Creo que jamás volveré a mirar las estrellas si te tengo cerca a ti— susurro, con mis labios contra los suyos, dejando que mi cálido aliento choque contra el contrario mientras hablo. Llevo una mano a su pelo, sedoso y envidiable, y beso sus labios de nuevo —Aunque si nuestras citas para ver estrellas van a terminar siempre así, tampoco me quejaría— bromeo, riendo levemente. Acaricio su pecho, distraída, todavía con mis ojos clavados en los suyos —Podríamos establecerlo como una tradición. Que cada viernes cenemos en la terraza viendo las estrellas y luego miremos una película, o una serie, o...— vuelvo a besarle, soltando un suave gemido —... O nos saltemos todo eso y directamente hagamos el amor en nuestra cama— le susurro, sonriente, sintiendo como mi cuerpo quema con ganas del suyo.
Soy un estúpido sensible porque con eso que dice casi logra que se me escape una verborrea de cosas que probablemente es muy pronto para decir. Sé que dije que hablaría sin filtro y dejaría que ella ponga el freno pero es tanto lo que quiero expresar ahora mismo que no sabría ni por donde comenzar, y eso me detiene antes de meter la pata. Así que solo la miro a los ojos, sonrío, y agradezco al destino por haberla puesto en mi camino. Ella es todo lo que necesito, nada más. Si todas esas estrellas de las que hablamos decidieran caer, sentiría la confianza para frenarlas con mis propias manos.
- Dalo por hecho, entonces - respondo a su comentario dejando algunos besos en su cuello. Comienzo a sonreír cuando elabora la idea pues parece sacada de un sueño ¿Estrellas, series y sexo en la terraza? No sé si es consciente de que está describiendo una noche perfecta pero se lo doy a conocer aumentando la intensidad de los besos y acercando mi entrepierna a la suya. Tengo que ser honesto... En realidad depende de la serie porque hay algunas que logran atraparme y puedo estar entretenido toda la noche sin darme cuenta, pero si es una medio pelo que... Un momento ¿Acaba de decir "nuestra" cama? ¿Como una posesión de ambos? ¿Cómo que dormiremos regularmente allí ya sea la mía o la suya?
Separo mi rostro por un momento y la miro de lado con una sonrisa entusiasmada ¿Lo dijo a propósito o ha sido un acto fallido? - Nuestra cama - repito buscando cualquier signo de arrepentimiento en su rostro pero sin dejar de sonreír - Estoy absolutamente de acuerdo con el plan, incluso con la parte de llamarla nuestra - comento apoyándome en mis rodillas para desprender los botones de mi pantalón y quitarlos del camino - Aunque no estoy seguro de poder esperar hasta los viernes - murmuro acercando mi cuerpo al suyo una vez más - ¿Qué tal dos veces por semana, al menos la última parte? - agrego de forma traviesa mientras voy deslizando mis manos por sus costados hasta llegar al borde de su pantalón - O tres... Cuatro... - continúo dando un tirón de ellos para deslizarlos por sus piernas - Ya que es nuestra cama, tendremos que hacer concesiones - dejo salir antes de dejar ligeros besos en su abdomen, cada vez más abajo hasta que me acomodo entre sus piernas.
- Dalo por hecho, entonces - respondo a su comentario dejando algunos besos en su cuello. Comienzo a sonreír cuando elabora la idea pues parece sacada de un sueño ¿Estrellas, series y sexo en la terraza? No sé si es consciente de que está describiendo una noche perfecta pero se lo doy a conocer aumentando la intensidad de los besos y acercando mi entrepierna a la suya. Tengo que ser honesto... En realidad depende de la serie porque hay algunas que logran atraparme y puedo estar entretenido toda la noche sin darme cuenta, pero si es una medio pelo que... Un momento ¿Acaba de decir "nuestra" cama? ¿Como una posesión de ambos? ¿Cómo que dormiremos regularmente allí ya sea la mía o la suya?
Separo mi rostro por un momento y la miro de lado con una sonrisa entusiasmada ¿Lo dijo a propósito o ha sido un acto fallido? - Nuestra cama - repito buscando cualquier signo de arrepentimiento en su rostro pero sin dejar de sonreír - Estoy absolutamente de acuerdo con el plan, incluso con la parte de llamarla nuestra - comento apoyándome en mis rodillas para desprender los botones de mi pantalón y quitarlos del camino - Aunque no estoy seguro de poder esperar hasta los viernes - murmuro acercando mi cuerpo al suyo una vez más - ¿Qué tal dos veces por semana, al menos la última parte? - agrego de forma traviesa mientras voy deslizando mis manos por sus costados hasta llegar al borde de su pantalón - O tres... Cuatro... - continúo dando un tirón de ellos para deslizarlos por sus piernas - Ya que es nuestra cama, tendremos que hacer concesiones - dejo salir antes de dejar ligeros besos en su abdomen, cada vez más abajo hasta que me acomodo entre sus piernas.
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Le miro a los ojos, completamente feliz por su reacción ante mis palabras. Por el brillo de sus ojos, por lo genial de sus gestos, por su cuerpo, que parece llamar a gritos al mío. Que lo busca. Porque sus movimientos de cadera, pese a ser sutiles, están consiguiendo encenderme a una velocidad de la que creo que él no es nada consciente. Y parece que le encanta el hecho de que haya dicho “nuestra cama”, pero es que si lo pensamos bien... Se supone que somos pareja, ahora, ¿no? Y compartimos piso. Y nos gusta dormir juntos. Tiene sentido que la cama que compartamos sea “nuestra cama”.
Abro mejor las piernas, dejando que se acomode entre ellas, y una sonrisa feliz ocupa mis labios cuando muestra cuan de acuerdo está con el plan. Miro cómo se deshace de sus pantalones, mientras un cosquilleo de puras ganas y anticipación me recorre desde la base de la espalda hasta la nuca. Le miro a los ojos, divertida, cuando expresa no creer poder aguantar hasta los viernes y propone que, al menos la última parte, sea dos veces por semana —¿Dos?— pero sigue. O tres. O cuatro. Se deshace de mi pantalón con una facilidad admirable y yo dejo escapar un suave gemido, feliz, cuando termina de bajar por mi cuerpo y se acomoda entre mis piernas.
—Yo creo que tengo una idea todavía mejor— susurro, incorporándome levemente para quedar apoyada en mis codos y poder ver su rostro —Es decir... Yo para eso no quiero poner límites. Creo que prefiero no calendarizar las veces que tendremos sexo durante la semana. Porque imagina que un día estamos en la cocina, haciendo la cena, y de repente...— le dedico una sonrisa divertida mientras mis dedos de hunden en su pelo y le regalan suaves caricias —Así que... Aprovechando que ya vivimos juntos, ¿qué tal si establecemos lo que hemos dicho como plan para los viernes y el resto de la semana simplemente... Hacemos lo que nos da la gana? Si nos apetece hacer el amor cuando lleguemos del trabajo, lo hacemos. Cuando nos despertemos, lo hacemos. Cuando queramos— susurro, con una sonrisa sincera —Podemos hacer lo que queramos, cuando queramos, ¿no?— me muerdo el labio inferior, juguetona pero a la vez emocionada.
Abro mejor las piernas, dejando que se acomode entre ellas, y una sonrisa feliz ocupa mis labios cuando muestra cuan de acuerdo está con el plan. Miro cómo se deshace de sus pantalones, mientras un cosquilleo de puras ganas y anticipación me recorre desde la base de la espalda hasta la nuca. Le miro a los ojos, divertida, cuando expresa no creer poder aguantar hasta los viernes y propone que, al menos la última parte, sea dos veces por semana —¿Dos?— pero sigue. O tres. O cuatro. Se deshace de mi pantalón con una facilidad admirable y yo dejo escapar un suave gemido, feliz, cuando termina de bajar por mi cuerpo y se acomoda entre mis piernas.
—Yo creo que tengo una idea todavía mejor— susurro, incorporándome levemente para quedar apoyada en mis codos y poder ver su rostro —Es decir... Yo para eso no quiero poner límites. Creo que prefiero no calendarizar las veces que tendremos sexo durante la semana. Porque imagina que un día estamos en la cocina, haciendo la cena, y de repente...— le dedico una sonrisa divertida mientras mis dedos de hunden en su pelo y le regalan suaves caricias —Así que... Aprovechando que ya vivimos juntos, ¿qué tal si establecemos lo que hemos dicho como plan para los viernes y el resto de la semana simplemente... Hacemos lo que nos da la gana? Si nos apetece hacer el amor cuando lleguemos del trabajo, lo hacemos. Cuando nos despertemos, lo hacemos. Cuando queramos— susurro, con una sonrisa sincera —Podemos hacer lo que queramos, cuando queramos, ¿no?— me muerdo el labio inferior, juguetona pero a la vez emocionada.
Como científico me gusta tener los planes armados, así es como se logra que los experimentos funcionen... Con una serie de pasos a seguir que se respetan a rajatabla. No he vivido mucho así que siempre intenté aplicar la misma regla, como si de alguna forma así se pudiese conseguir el éxito. Pero no fui feliz, siguiendo los planes no lo logré y ahora no encuentro mejor idea que la improvisación que propone. Hacerlo cuando nos de la gana suena maravilloso y no solo eso, sino que quiero que la vida me sorprenda con Kenna al lado, con lo que sea.
- Como ahora - murmuro levantando la vista para poder ver su rostro antes de entregarme por completo a la tarea. Nunca había hecho ésto pero se siente natural, como si algo ajeno a mí me dijera qué hacer exactamente para que ella disfrute al máximo... Y puedo sentir que funciona, por cómo reacciona su cuerpo, por lo que escapa de sus labios... Respuestas que hacen que yo mismo deje de pensar y me sumerja en un mundo que no puedo creer que fue desconocido para mí por tantos años.
Luego de unos minutos ya no me puedo hacer esperar más así que vuelvo a acomodar mi cuerpo sobre el suyo y entre besos presiono mi cadera contra la suya para saciar el deseo que me consume. Adopto mi nuevo papel con una sonrisa traviesa y entre jadeos dejo que el instinto tome control a la vez que nuestros cuerpos comienzan a cubrirse en sudor. Nos enroscamos entre las sábanas sin más que la luz de la luna entrando por la ventana, lo cual da la ambientación perfecta para que realmente sea una noche para el recuerdo.
Me cuesta controlar mi respiración cuando dejo caer mi cuerpo a un costado y la rodeo en un abrazo, llevo una de mis manos hacia su rostro para apartar un mechón de cabello rebelde y la dejo allí, acariciando su mejilla con mi pulgar - ¿De verdad ésto es real o sólo lo estoy soñando? - bromeo sonriente recorriendo cada uno de los detalles de su rostro, memorizándolos, apreciando su belleza - No puedo esperar a lo que se viene - confieso acercándome para dejar un tierno beso en sus labios.
- Como ahora - murmuro levantando la vista para poder ver su rostro antes de entregarme por completo a la tarea. Nunca había hecho ésto pero se siente natural, como si algo ajeno a mí me dijera qué hacer exactamente para que ella disfrute al máximo... Y puedo sentir que funciona, por cómo reacciona su cuerpo, por lo que escapa de sus labios... Respuestas que hacen que yo mismo deje de pensar y me sumerja en un mundo que no puedo creer que fue desconocido para mí por tantos años.
Luego de unos minutos ya no me puedo hacer esperar más así que vuelvo a acomodar mi cuerpo sobre el suyo y entre besos presiono mi cadera contra la suya para saciar el deseo que me consume. Adopto mi nuevo papel con una sonrisa traviesa y entre jadeos dejo que el instinto tome control a la vez que nuestros cuerpos comienzan a cubrirse en sudor. Nos enroscamos entre las sábanas sin más que la luz de la luna entrando por la ventana, lo cual da la ambientación perfecta para que realmente sea una noche para el recuerdo.
Me cuesta controlar mi respiración cuando dejo caer mi cuerpo a un costado y la rodeo en un abrazo, llevo una de mis manos hacia su rostro para apartar un mechón de cabello rebelde y la dejo allí, acariciando su mejilla con mi pulgar - ¿De verdad ésto es real o sólo lo estoy soñando? - bromeo sonriente recorriendo cada uno de los detalles de su rostro, memorizándolos, apreciando su belleza - No puedo esperar a lo que se viene - confieso acercándome para dejar un tierno beso en sus labios.
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—Como ahora— le concedo, con una sonrisa que oscila entre lo travieso y lo feliz. Porque no hay cosa que me apetezca más en estos momentos que abandonarnos a nuestros deseos. Abandonarme a él, a sus manos, a su rostro, a todo lo que es capaz de hacer con su cuerpo, de provocar en el mío. Le acaricio su precioso pelo mientras desciende por mi cuerpo, y cuando se aventura en busca de mi placer no puedo hacer más que arquear la espalda entre jadeos y gemidos, cerrando los ojos cuando no puedo aguantarme, pero intentando mirarle tanto como puedo, pues adoro demasiado ver el rostro de este hombre buscando mi felicidad de esa forma.
Y cuando sube de nuevo le recibo, feliz, dejando que se hunda en mí, que nuestros labios se encuentren de la mejor forma posible. Que sus movimientos, acompañados por los míos, sean profundos, sentidos. Que cada gemido o expresión de placer que se escapa de mis labios o de los ajenos se funda con el sudor que empapa nuestras pieles, con las sábanas que arrugamos entre destellos de deseo. Acaricio su cuerpo, lo siento mío, noto que no querría por nada del mundo perder al hombre que es capaz de hacerme sentir tanto. De hacerme sentir con tonterías y bromas, de hacerme sentir con besos, de hacerme sentir con momentos de auge de placer como el que compartimos ahora mismo. Sí, quiero compartir todo lo que pueda con él. Todo.
Cuando Riley se deja caer a mi lado mi vista sigue su rostro y sonrío, entre jadeos, pues creo que no hay cosa más preciosa en el universo que las facciones relajadas por el placer de la persona que tienes al lado, contigo, en tu vida. Sonrío, todavía tratando de recuperar un ritmo de respiración normal, feliz con él —Si es un sueño, es el mejor que he tenido jamás— le susurro, con cariño. Porque siento que, con él, puedo estar tranquila. Ajena a todos los problemas que se dan a nuestro alrededor, a la mierda de fuera, a los ataques, a los dementores, a todo. Entre estas cuatro paredes, viviré mi sueño con é. Y eso me hace feliz.
Y cuando sube de nuevo le recibo, feliz, dejando que se hunda en mí, que nuestros labios se encuentren de la mejor forma posible. Que sus movimientos, acompañados por los míos, sean profundos, sentidos. Que cada gemido o expresión de placer que se escapa de mis labios o de los ajenos se funda con el sudor que empapa nuestras pieles, con las sábanas que arrugamos entre destellos de deseo. Acaricio su cuerpo, lo siento mío, noto que no querría por nada del mundo perder al hombre que es capaz de hacerme sentir tanto. De hacerme sentir con tonterías y bromas, de hacerme sentir con besos, de hacerme sentir con momentos de auge de placer como el que compartimos ahora mismo. Sí, quiero compartir todo lo que pueda con él. Todo.
Cuando Riley se deja caer a mi lado mi vista sigue su rostro y sonrío, entre jadeos, pues creo que no hay cosa más preciosa en el universo que las facciones relajadas por el placer de la persona que tienes al lado, contigo, en tu vida. Sonrío, todavía tratando de recuperar un ritmo de respiración normal, feliz con él —Si es un sueño, es el mejor que he tenido jamás— le susurro, con cariño. Porque siento que, con él, puedo estar tranquila. Ajena a todos los problemas que se dan a nuestro alrededor, a la mierda de fuera, a los ataques, a los dementores, a todo. Entre estas cuatro paredes, viviré mi sueño con é. Y eso me hace feliz.
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