The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Holly A. Callahan
Civil
No voy a decir que los bares del Capitolio son perfectos y no siempre huelen de maravilla, pero la verdad es que tienen su encanto. He crecido en medio de la mierda, cualquier cosa me va a parecer una mejora en comparación a los sitios grises del norte, pero aún así aprendes a mirar la falsedad desde otro ángulo. Aquí, muchas personas tienen la manía de ocultarse detrás de prendas estrafalarias y maquillajes que los deforman, los vuelven criaturas que no se parecen a los humanos detrás del disfraz, se excusan con el alcohol fino que los embriaga poco a poco y los hace parecer juguetes tontos, coqueteando entre sí porque mañana no importa si ellos pueden llevarse a un desconocido a la cama. Me hace gracia reconocer a muchos de ellos como compañeros de trabajo que, como yo, se han arrastrado por una copa después de una larga jornada para poder disfrutar de un after office como Morgana manda. Obviemos que mis compañeras se han ido con dos muchachos y me dejaron sola, así que tengo la pierna cruzada sobre la otra mientras saboreo el quinto martini de la noche, barriendo el lugar con los ojos.

No estoy ebria, pero tengo un fuego interno que me hace pensar que el alcohol está causando cierto efecto en mi estado de ánimo. Tal vez debería dejar mis prejuicios a un lado por una vez y buscar a quien llevarme a la cama, he terminado mi serie anoche y honestamente no tengo nada mejor que hacer, salvo estar sola con mis pensamientos. Además, no debería de ser difícil si consideramos que puedo conquistar al hombre que quiera con un par de trucos indeseables, los cuales resultan bastante bien en estas épocas de estrés, en los cuales todos necesitan de una distracción. Estoy acomodando mi inexistente escote, con los ojos puestos en un joven solitario de unos metros, cuando veo pasar una figura morena que se lleva mi atención, no precisamente de la agradable. Y sin pensarlo, llevada más que nada por la adrenalina que tengo en mi interior y algunos remordimientos que sigo masticando, me pongo de pie y cruzo la habitación con zancadas decididas, aún sosteniendo mi copa en alto.

Ni siquiera le pido perdón ni permiso cuando tomo el brazo de Santiago y lo arrastro conmigo, apenas echándole una mirada al muchacho y sin importarme demasiado su reacción. Tiro de una cortina y me gano la mirada de odio de una pareja que se anda besuqueando, a quienes les sonrío con obvia impaciencia — ¿Nos disculpan? Tengo que encargarme de un problema urgente en sus pantalones — es obvio que mi tono dulzón no tiene ningún efecto en la muchacha, pero el chico se pone de pie como si le hubiese lanzado un hechizo de control. Para cuando tironeo de la cortina y vuelvo este sitio uno privado para nosotros, empujo a mi compañero contra la pared, con la mandíbula ligeramente tensa — ¿Cómo es que la gente como tú duerme tranquila por las noches? — le espeto con los dientes apretados, creo que queda en evidencia que no tenía intenciones de nada agradable — A veces me gustaría comprender qué es lo que les pasa por la cabeza y no me jodas con eso de que “es solo tu trabajo”, porque tengo un par de archivos que entrarían perfecto en la categoría de “asesinato a sangre fría” si el mundo no estuviera tan enfermo — lastimosamente, hace tiempo que sé que para ese virus no hay ninguna cura.
Holly A. Callahan
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Invitado
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El destino existe porque no hay forma de que haber nacido el día del animal y trece años más tarde haberme convertido en uno por pura casualidad. Pero no hay nadie en toda la discoteca que entienda ese chiste, o al menos a los que se los he hecho notar me miraron con cara rara y corrieron para el otro lado... Claro, los prejuicios contra los lobos siguen presentes. Tendríamos que hacer una marcha, una campaña por Internet o algo así para que la corten con sus aires de superioridad, pero ya será mañana porque se supone que hoy tengo que festejar con un montón de desconocidos ya que mis hermanos están haciendo patrulla. Necesito amigos.

Me da un vuelco el corazón cuando veo quién me agarra por el brazo y me empieza a arrastrar a quién sabe dónde. Conozco a Holly porque es quien hace los trámites para nosotros y, si bien tiene el permiso para estudiar congelado desde hace semanas, y cada vez que le hablo parece que le lastimo los oídos, creo que con un par de meses más voy a lograr caerle bien - Es mi cumple - le comento mientras vamos caminando y no digo nada más cuando saca a una pareja contándoles lo que planea hacer ahora... ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿De verdad?

La miro con los ojos como platos y una sonrisa solo el tiempo que le lleva estamparme contra la pared para comenzar una amenaza que de verdad no vi venir. Estoy confundido porque pensé que mis plegarias al fin habían sido escuchadas, simplemente no sé como reaccionar así que balbuceo algunas cosas antes de ordenar mis pensamientos - ¿Estás ebria y por eso dices eso? Porque yo estoy algo ebrio y no comprendo... Sí es mi trabajo, tú tienes el tuyo y yo tengo el mío. Es el orden de las cosas. Lo que debo hacer para que no me traten como porquería y eso - intento ser claro, separando las oraciones para no mezclarme - ¿Por qué dices esto aquí y ahora?
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Holly A. Callahan
Civil
Ruedo un poco los ojos porque no me interesa mucho que sea su cumpleaños, es uno de esos datos que no cambiarán las cosas y que, al fin de cuentas, no le valen mayor o menor simpatía. Esa sonrisa que se desliga de cualquiera de sus errores me molesta, tengo que beber lo que queda de mi copa con una velocidad urgente, pero mis ojos siguen fijos en su semblante — No, no estoy ebria — no tanto, solo un poco efusiva. Es una respuesta tajante a la cual no sé si le presta atención, porque sigue con las excusas que me hacen rodar los ojos y darle la espalda, moviéndome en este reducido espacio privado en el cual apenas se oye la música ahogada del lugar. Cierro los ojos y cuento hasta cinco en voz baja, me obligo a mantenerme calma porque sé muy bien que no puedo perder mis nervios, no aquí. Eso es lo malo de ser un monstruo internamente.

Porque es la primera vez que puedo verte a solas desde que lo he sabido — apoyo la copa con algo de efusión en la mesita pequeña, en la cual todavía queda el licor que estaba consumiendo la pareja anterior y lo tomo rápidamente por el pico, girándome hacia él con un encogimiento de hombros como si fuese obvio — Sí, está bien, los dos solo hacemos nuestro trabajo. Pero mientras personas como yo nos ganamos el pan ordenando un montón de papeleo de abogados amargados, hay gente como tú que se ocupa de matar a otros, sin importar que hayan caminado por los mismos pasillos que nosotros. ¿O acaso te obligaron a hacerlo? — por el tono de mi voz, dejo bien en claro que no creo que este sea el caso.

Le sonrío con burla y vuelvo a acercarme, bebiendo del pico de la botella — Nadie soplará tu vela de cumpleaños esta noche, Santi, lamento informarte que no soy ese tipo de chica — al menos y obviando mi tono falsamente dulzón, no lo seré con él — ¿Te suena el nombre de Rockefeller? Alto, moreno, linda sonrisa. Mucho más valioso que tú, para variar — solo para remarcárselo, le pico el pecho con el dedo — Y al cual asesinaron un montón de personas que eran, técnicamente, sus compañeros de trabajo. ¡Que bellas que son las ironías!
Holly A. Callahan
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Invitado
Invitado
Y ahora tengo miedo, porque si me trata así no estando ebria quién sabe de lo que sería capaz con un par de copas de fácil acceso. De hecho la pareja anterior dejó algo detrás y ella no tarda en apoderarse de la bebida. Quizás tendría que tomar un poco yo también y así entender de lo que está hablando ¿Qué se enteró de qué? ¿Que me gusta? Podría ser un poco más amable rechazándome ¿No? Que tampoco soy un tipo feo... Me faltan unos centímetros, sí, pero mi color de piel es mucho más sexy que esos paliduchos que andan por ahí ¡Y tengo sangre latina! ¿Cuándo eso dejó de considerarse sexy?

Entiendo que no es un chiste cuando dice algo sobre matar. Frunzo el ceño y la agarro de los brazos para alejarla un poquito y así intentar leer en su rostro las emociones reales que la están impulsando, está enojada y no por una boludez... Esto es algo serio - Nunca maté a nadie - me defiendo porque me parece importante aclararlo desde el inicio. Aunque ¿Rockefeller? Me suena pero no sé de qué - ¿Rockefeller no es el tipo de la televisión? - pregunto con una ceja en alto.

Me acaricio el pecho donde me clavó su dedo y le dedico una mueca de reproche ¿Es que no se da cuenta que estoy más a ciegas que ella? Y ya me quedó en claro que no piensa soplar ninguna vela, muchas gracias - Holly no sé de lo que hablas... No sabía nada de un asesinato y ¿No deberían haberlo reportado? - creo que así funcionan las cosas. El escuadrón obedece las órdenes de cada misión y luego presenta un papeleo con todo lo ocurrido, lo sé porque me toca hacer esa última parte - ¿Era tu amigo?
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Holly A. Callahan
Civil
Lo que estamos hablando no tiene nada que ver con que se me arrugue el rostro cuando me toma por los brazos, provocando que mis manos se alcen automáticamente en señal de una defensa que sé que no necesito. No creo que Santiago sea capaz de hacerme daño, mucho menos en un sitio como éste, pero los licántropos siempre me dan mala espina. ¿Quién puede culparme? Conozco su naturaleza, yo misma estoy condenada a estar aquí por gente como él. Aún siento sus garras, sus colmillos y su aliento, demasiado caliente como para asfixiarme, incluso cuando la desesperación era suficiente como para no poder respirar con normalidad. A diferencia de mí, que puedo controlarme, los licántropos son una amenaza. Sé que es cuestión de tiempo a que las medidas se descontrolen y la sociedad vuelva a expulsarnos, una vez más, al olvido y la miseria.

Pongo mis ojos en blanco, es lo único que tengo como respuesta mientras meneo la cabeza, una y otra vez, hasta que vuelvo a beber del pico con el alma desganada — Sí, algo así — murmuro, hablar en pasado de las personas siempre duele, se refleja en el modo en el cual mi mirada se desvía de la suya al perderse en un ligero lamento cargado de licor de… ¿Chocolate? — Fue tu escuadrón. Tu gente. Las personas que no hacen más que arruinarlo todo, porque por culpa de ustedes nos ponen a todos en el mismo saco y creen que… ¡Tú no los lees! — le acuso, aunque creo que no va a entenderme, así que vuelvo a mirarlo con el ceño ligeramente fruncido — Llegan muchas cartas al sector de Protección por los Derechos de las Criaturas Mágicas. Magos y brujas que dicen que temen por la seguridad de sus hijos, que cómo haremos para controlar a todo un sector de la población que en la luna llena es un peligro, como si sus impuestos pudieran mantener el país y comprar pociones matalobos para todos ustedes. ¡Y por eso, tampoco nos quieren al resto! — jamás voy a defender a los dementores, pero hay más, mucho más.

No sé si estoy furiosa o triste, creo que son las dos cosas. Sea como sea, uso mi mano libre para quitarme rápido una lágrima, que no quiero que me aparte el maquillaje de su sitio — ¿Cómo planeas que ignore todas esas cartas, cuando sé que todas esas cosas terribles pasan? — porque eso es lo malo de trabajar en el Departamento de Justicia. Allí ves cómo las leyes se forman para defendernos a todos, pero también estás presente cuando las sentencias se ejecutan. Y una solo puede verlo desde su sitio en el escritorio, sin poder decir absolutamente nada.
Holly A. Callahan
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Invitado
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Que diga que el escuadrón mató a ese tal Rockefeller se siente como una patada en los huevos bien fuerte. Pensé que me contaban absolutamente todo pero se ve que no es así, siempre me cuidaron e incluso en el norte cundo había que hacer cosas feas para seguir con el negocio me dejaban en casa ¿Así que sigue siendo así? La verdad es que no sé si el tipo se lo merecía o si atacó a algún miembro del escuadrón y por eso lo mataron, pero cuando llegue a casa voy a pedir algunas respuestas... Así tenga que ir a visitar a Becca al siete.

Pero más allá de eso, escucho lo que dice sobre lo que la gente piensa sobre nosotros y poco a poco me voy hundiendo contra la pared hasta que mi cabeza está tan agacha que casi que puedo tocar mi pecho con la pera. Sé que piensan eso, pero es porque en realidad no nos conocen... Ninguno eligió ser lo que somos, fue un accidente que cambió nuestras vidas y si bien somos peligrosos durante la luna llena ¡Somos personas normales el resto del mes!

- Me desperté de mi segunda luna llena con un tiro en la pierna porque un cazador del sur intentó matarme - comparto en voz baja y me atrevo a levantar la vista para buscar su expresión - No lastimé a nadie esa vez, estaba lejos de la población y aún así... Pum - explico sin moverme pues temo cómo puede llegar a reaccionar, más cuando sigue sumando alcohol a su cuerpo - Ahora me encierro en el sótano con cadenas suficientes para contener a un dragón, solito, sintiéndome horrible y a sabiendas de que tengo que hacerlo porque mi deber es proteger a las personas - Si quisiera hacerles daño sería más sencillo dejarme llevar ¿No? Eso siempre es más fácil - No quiero que las ignores... Yo no puedo ignorar los comentarios que escucho cuando me doy vuelta, hablan muy fuerte.
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Holly A. Callahan
Civil
No me espero que esto se transforme en una noche de confesiones, pero tampoco soy capaz de marcharme por la puerta, no cuando alguien suena tan honesto con algo que debería ser tan íntimo. Paso algo de saliva, no estoy segura de que es un tema en el cual pueda meterme — Lamento oír eso — digo nomas, más por educación que por en verdad sentirlo. ¿Qué hubiera pasado si ese cazador no llevaba un arma? ¿No pensó cómo sería para la otra persona, el susto que se habría dado para atacar a una criatura que, por naturaleza, te atacará primero si puede? Pero sí me causa una desagradable sensación el saber cómo pasa sus lunas llenas, porque eso no puedo comprenderlo y me siento incómoda. Miro la botella a la cual me abrazo, es suficiente como para no tener que contestar, hasta que al final resoplo, bebo un trato y se la tiendo — Lo necesitas casi tanto como yo — murmuro con resignación.

No puedo ignorarlas ni aunque quisiera. Tenemos la orden de leerlas a todas, en caso de encontrar una queja que, de ser solucionada con facilidad, podría ganarnos simpatizantes. Hay que oír al pueblo, ¿no te enteraste? — sonrío con ironía, porque siempre he creído que los políticos escuchan a quienes les conviene y no al resto. Me abrazo, agarrando mis propios codos en lo que medito un momento y tironeo de una piel suelta de mi labio inferior con mis propios dientes — Yo tenía un hermano… — suena como un comentario al pasar, un recuerdo demasiado lejano que me mantiene con la vista gacha, como si pudiese recrear las imágenes para mí misma — Era solo un niñito y no pude evitar que se escape de noche. Fue tan fácil para un licántropo el matarlo, solo le bastó un bocado. Y en cuanto a mí… — me froto el cuello, porque sé que la voz se ahoga. No puedo terminar llorando, sería demasiado patético — Cuando me desperté, yo era una veela y mi hermano, que valía mucho más que yo para vivir, era un montón de restos siendo consumido por los insectos. ¿Por qué la gente como tú siempre lastima a los que me importan? ¿Quién evita que esas cosas pasen? ¿Tus cadenas? ¿Los sujetos con armas? — creo que es más que eso, no sé por qué.

Le arrebato la botella de la mano sin pedir permiso y le doy un largo trago, sintiendo la mirada enrojecida — Es todo una completa mierda. Solo olvídalo — ni sé por qué busco respuestas o a quien culpar, cuando tampoco puedo hacer demasiado por los que ya no están — Hey, feliz cumplaños — acabo agregando con sarcasmo, sacudiendo la botella hacia él en modo de brindis.
Holly A. Callahan
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Al menos mi confesión sirve para calmarla un poco e incluso me da un poco de alcohol pero ya es demasiado tarde, estoy triste en mi cumpleaños, genial. La verdad es que quería pasarlo de diez con un montón de desconocidos, no encerrado en un rinconcito de un bar con una chica que claramente me odia, pero la vida nos da las cosas por una razón y quizás una charla a corazón abierto es lo que necesito ahora. Así que bebo un largo trago de lo que me da, tanto que solo quedan unos pocos centímetros en la botella para cuando se la devuelvo, probablemente no la mejor idea.

Yo pensé que mi trabajo era difícil, pero la verdad es que sentarte a leer las quejas de los demás suena a más estrés del que cualquier persona puede tolerar en una vida. Porque la gente siempre se queja, aún cuando lo tienen todo quieren más y eso hace que nadie viva completamente feliz ¿Por qué son así? Y no hablo de cosas materiales, sino de la sociedad... Porque las cosas que brillan me gustan y por eso mantengo el trabajo que me da dinero.

Tengo que admitir que su historia es mucho más triste que la mía porque si de solo imaginar que podría perder a Diego me parte el alma, no me imagino lo que debe ser perder a un hermanito menor. Quizás es por el alcohol que está haciendo estragos en mi cuerpo a gran velocidad, pero de repente tengo que hacer fuerza para no llorar. Pobre Holly... Quiero abrazarla, pero algo me dice que me dará una patada en los huevos si lo intento - Lo lamento mucho - digo al final mirando el suelo - La conciencia, creo - respondo a su pregunta con una mueca - Desde que nos transformamos nos tratan como monstruos, asumen que vamos a hacer lo peor porque somos lo que somos... Pero hay un montón de monstruos dando vuelta que se mantienen en dos patas todo el mes, son así porque quieren. - quizás en proporción hay un mayor porcentaje de lobos locos pero no es algo exclusivo - Si te sirve de consuelo, no soy así.

Respiro y sonrío de lado cuando me desea feliz cumpleaños. Creo que necesito algo con lo que brindar así que doy unos pasos al costado y me asomo a buscar una botella de algo, lo que sea, por suerte encuentro una de vodka no demasiado lejos - Feliz cumpleaños para mí - brindo al final - Y también brindo por tu sangre de veela... Me hace sentir un poco menos mal, tú me gustas pero me odias - explico sin darme cuenta de lo que en verdad estoy diciendo - No soy tan patético, es solo una fuerza sobrenatural la que me atrae.
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Holly A. Callahan
Civil
Conciencia. Sé muy bien que ellos no la tienen cuando llega la luna llena, son víctimas de un poder que no pueden controlar, tal y como me sucede a mí con el efecto que puedo llegar a tener sin darme cuenta. Pero yo no atento contra la vida de los demás, no los condeno a ser un monstruo hasta el fin de su existencia. No puedo negarle que hay personas que hacen las cosas por su propia cuenta, hay otra clase de monstruos dando vueltas por el mundo sin la necesidad de una luna llena. Hago una mueca de desagrado, dándole la razón sin hacerlo — Pero no puedes juzgar a las personas por temerles. La defensa es un mecanismo de supervivencia automático — como si hiciera falta aclararlo.

Me hago a un lado para hacerle el espacio que necesita, chequeo los movimientos que lo llevan a encontrar más alcohol y estoy segura de que los sujetos que nos dejaron este espacio deben estar dándose cuenta de que han perdido un montón de dinero por nuestra culpa; algo me dice que deben estar discutiendo no muy lejos de aquí. Voy a llevarme el pico una vez más a la boca, pero lo que dice hace que me atragante y gran parte de licor termine en mis labios y no en mi garganta — Vaya, sí que sabes hablar con las mujeres — me burlo, aunque no hay una nota divertida en el tono de mi voz — “Me gustas, pero sé que es solo porque tu naturaleza me tiene poseído”. Tan romántico, Spinetta. Después te preguntas por qué estás soltero — que no sé si lo hace, pero es una buena pulla para fastidiar.

Le doy un suave golpecito a su botella con la mía para terminar el brindis que comenzamos, aunque recargo mi peso en un costado para mirarlo mejor — No me sorprende, de todos modos. Estoy acostumbrada. Tú te transformas en una bestia peluda todos los meses, yo puedo hacerlo si me enfadas. Y ni hablemos de lo más peligroso… — mis dedos caminan por su brazo hasta pellizcar su nuca, busco con mis ojos los suyos en un intento de mantenerle la mirada que, sé muy bien, los hombres no pueden esquivar al menos que se sientan demasiado incómodos — Es genial saber que un tipo débil hará lo que sea que le pida. Que se quedará sin comer y sin dormir por días si me lo propongo. Y también sé que, como tú, jamás me verán como más que… “una fuerza sobrenatural que los atrae” — no hay una pizca de gracia en mí, mi sonrisa se muestra helada — Como decías, la conciencia. ¿Quién es más peligroso aquí, entonces?
Holly A. Callahan
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Resoplo porque de verdad me gustaría que no fuese así. Al menos cuando no estoy con el uniforme las personas no saben que soy un lobo, me tratan como un chico más entre la multitud y eso es buenísimo. Puedo joder, reír, cantar y bailar sin que se corran de a poquito por el miedo. Pero esos momentos no son eternos, la aparición de Holly es la viva prueba de eso y tengo que acostumbrarme porque poco a poco cada vez más personas van a saber que soy del escuadrón, tampoco somos tantos así que se van a aprender los rostros tarde o temprano.

Me sobresalto un poco cuando se atraganta y cuando dice el por qué lo único que puedo hacer es rodar los ojos y tomar un trago más de vodka. A ver... Fui un adolescente viviendo en la selva, después vine a un país en done tenía que vivir como rata y la verdad que intentar congeniar con una chica no estaba entre las prioridades así que ¿Cómo carajos espera que sepa hacer un piropo? Además no estaba intentando decírselo, nada más me siento aliviado de que mi gusto no sea tan masoquista.

- Estoy soltero porque las capitolenses no pueden con éste latin lover - le respondo con una sonrisa y me tambaleo un poco... Wow, el vodka pega rápido - Y sí puedo ser romántico, soy un dulce de leche, un lobito de peluche - agrego riendo por la imagen que se forma en mi cabeza. En realidad es verdad, el día que me enamore de una chica podría ir a traerle la luna si me lo pide... Aunque no en el sentido que dice Holly, porque creo que con ella no tendría otra opción.

Que me agarre de la nuca no ayuda, no puedo sacar los ojos de los suyos y se me forma una sonrisa boba porque el tenerla tan cerca se siente... bien. La verdad no sé si estoy hipnotizado o es el alcohol, pero sí siento que podría seguir sus órdenes, me dejaría gobernar tranquilamente por ella y sería ¿Feliz? ¡Es hermosa! ¿Qué hombre no sería feliz de vivir a sus órdenes? - Vos... Vos sos la más peligrosa, de lejos, una atracción fatal y ahora tengo miedo de que quieras hacerme algo que yo no quiera, pero de todas formas me gustaría que lo hagas porque... Me gustas - respondo en mi idioma tirando la cabeza hacia atrás y llevando mi mano hacia la nuca para librarme un poco de su agarre - Podemos probar quién es más fuerte ¿Qué te parece? Te desafío.
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Holly A. Callahan
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Si no me atraganté antes, tengo miedo de hacerlo ahora, porque incluso con la música del exterior puedo escuchar la carcajada que sale de mis labios sin que me lo proponga. Hasta me olvido, por cinco segundos, que este muchacho forma parte del escuadrón de criaturas que me ponen los pelos de punta, que no se merecen mi simpatía ni un amago de risa, aunque sea por la libertad que nos regala estar aislados del resto del mundo al menos por un rato — Es una lista de virtudes muy convincente, latin lover — me mofo — Si no te conociera, te estaría llevando a la cama así — chasqueo los dedos en el aire para ejemplificar lo que estoy diciendo, aunque creo que el sarcasmo tiñe cada una de las sílabas que salen de mis labios.

Reconozco la mirada que cruza sus ojos, es la expresión que se pinta en su sonrisa de manera que la mía se acentúa vagamente, lo que no tengo idea de cómo traducir es lo que sale de su boca. Por el tono que emplea debe ser algo meramente meloso, así que no puedo evitar reírme entre dientes, aunque sepa que el modo tiene algo de maldad — ¿Se puede saber qué estás diciendo o vas a dejarme con la duda? — lo dejo ir en cuanto se aparta, alzo mi mano como si fuese una persona meramente inocente hasta que cierro mis dedos con suma lentitud. Es lo que dice a continuación lo que llama en verdad mi atención y me quita un poco el ánimo de ser cruel con su debilidad. Que ya, sé que no es personal, pero al fin de cuentas todos los hombres son unos débiles buenos para nada; o, al menos, el noventa por ciento.

¿A qué me desafías? — por el modo que tengo de mirarlo, es un poco obvio que sé que no estamos en igualdad de condiciones — ¿Un duelo? ¿Un enfrentamiento físico? No sería justo, no tienes tus garritas de cachorro — doblo mis labios en un puchero de falsa lástima — ¿O hablas del alcohol? Me cuesta emborracharme más que a ti, por si no lo notaste. Dime qué es lo que quieres, Spinetta, y que gane el mejor — dicho de otro modo, que vaya preparándose para comer tierra.
Holly A. Callahan
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Dejo caer los hombros y le dedico una mirada de reprobación pues al parecer no hay forma de que ésta chica me tome en serio ¿Por qué es así? ¿Por qué las más lindas siempre son las más crueles? Me hace pensar que esas películas malas que pasan en la televisión sobre lo que es la vida en la escuela son reales... Y desgraciadamente creo que soy el tipo gracioso que nadie quiere llevarse a la cama... O al menos nadie quiere llevarse a la cama sin sarcasmo - Ya veremos, cuando alguien más ponga los ojos en mí estaré esperando tus inevitables celos - agrego con más seguridad de la que en realidad tengo. Ya, no soy tonto, no tengo chances con ella.

Creo que saber un idioma más que el resto es la única ventaja que tengo en éste mundo competitivo que es el Capitolio así que minga que le voy a decir lo que le dije... En primer lugar porque sería admitir un montón de cosas que no quiero que sepa de momento y en segundo lugar creo que dejarla con la intriga es una buena venganza por estar usando sus poderes sobre mí. Si ella va a tener el poder sobre mi voluntad, al menos que me deje elegir en qué idioma expresar mis sentimientos - Con la duda - le respondo con una sonrisa justo cuando me suelta, menos mal.

Llevo una de mis manos a mi pera mientras evalúo sus propuestas. No puede ser un duelo porque sé tres hechizos locos y no siempre funcionan. Tampoco puede ser el alcohol porque ya estoy bastante ebrio y lo último que necesito es ponerme a vomitar en frente de ella. Así que opto por la tercera opción, dejo la botella a un costado y voy con una sonrisa desafiante a atrapar sus muñecas con mis manos - Fuerza bruta hasta que destruyamos éste cuchitril - la desafío aunque no estoy usando toda mi fuerza. Puede que tenga fuerza sobrehumana pero a mis ojos sigue siendo una chica con brazos más finos que un escarbadientes.
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Holly A. Callahan
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 Touché — se lo concedo, incluso mi sonrisa se denomina bastante genuina. Me quedaré con la sensación más que suficiente de que, por cinco segundos, he demostrado que puedo jugar con su cabeza, porque no hay nada más honesto que la mirada perdida de los hombres por ese breve momento, en el cual la magia los hace los seres más susceptibles del planeta. También son bastante orgullosos, se lo concederé como algo que denomina mucho a su género y, por sobre todo, a su raza. Hay algo más interesante por lo cual preocuparme, aún sujeto el pico con algo de firmeza cuando sus dedos se ciernen alrededor de mis muñecas y, con el aire contenido, tengo que recordarme que esto no es más que un juego. Y pienso ganarlo, lo delato en la manera en la cual lo miro con una de mis cejas curvando mi rostro — Te tienes demasiada confianza, pero acepto. No me decepciones — porque si voy a quitarme frustraciones con un licántropo buenudo, que haga que valga la pena.

Tironeo de él para ser libre de colocar la botella sobre la mesa y acabo aferrando mis manos a sus brazos, dejando que me sujete como se le antoje. Arqueo mis hombros con la fuerza colocada en mis dedos, como si mi torso no fuese tan menudo como para que él, incluso no alto en lo absoluto, pueda conmigo. Que sé que mi delgadez no es una de mis virtudes, por mucho que algunas mujeres puedan llegar a envidiarla. ¡Lo que daría por algo de curvas! Estúpida sociedad —  ¿Cómo planeas que destruyamos este sitio? ¿Vas a golpearme? Eso sería muy poco galante de tu parte — me burlo, sí, pero dejo que se vaya la diversión junto con la broma que revolotea en el aire. Mis nudillos se afirman cuando empiezo a tirar de él, buscando mover sus brazos hacia los costados como si fuese una doble pulseada. Como es de esperarse, no consigo mucho, pero eso no significa que vaya a rendirme — Dime una cosa… ¿Haces esto para entretenerte todos los días? ¿O solo yo tengo el placer? — y, de verdad, tengo que contenerme el no hacer trampa y así evitar clavarle las uñas.
Holly A. Callahan
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Si hay algo en lo que puedo tener confianza es en la fuerza que tengo. Es algo en lo que entrené siempre y la única realidad que conocí por mucho tiempo así que aunque sus poderes me dejen en desventaja, creo que voy a poder mostrarle mi mejor actuación - No importa lo que haga, siempre voy a ser una decepción para tí - comento con las cejas en alto, desafiándola a que me contradiga. Está decidida a odiarme así que ¿Qué puedo hacer yo para ganarme su aprecio? ¡Nada! Nomas ser yo mismo y así por ahí un día entienda que no puede meternos a todos en la misma bolsa.

Se me escapa una risa porque nunca podría golpearla así como así ¡Que no soy una bestia, mierda! Pero tengo que pensar en algo que pueda retenerla un poco más que los pocos segundos que dura mi primer agarre - Tenía pensado anularte y solo soltarte cuando dijeras "Santi es el más fuerte y bonito" - comento con una sonrisa mientras miro su débil intento de moverme. Va a tener que hacer algo mejor que eso, creo que los dos nos estamos conteniendo- Y es la primera vez que me pongo a forcejear con una chica en el boliche, sí - respondo después fingiendo estar pensativo para atacarla por sorpresa intentando abrazarla por la cintura, pero no lo logro ¡Maldito alcohol que enlentece mis movimientos!

-Creo que tienes razón... Tengo que pensar una mejor estrategia de juego - caigo en la cuenta unos segundos después - Porque no puedo ir a la próxima chica diciéndole que me gusta porque la magia me obliga a hacerlo y con el uso de la violencia, algunas incluso podrían ofenderse - de solo imaginar cómo se ve esta escena fuera de contexto me da miedo de que alguien pueda llegar a vernos - La próxima recurriré a una cena y flores.
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Holly A. Callahan
Civil
Tal vez no es lo mejor para decírselo a una persona que está dispuesta a ver todo como un cruel ataque, pero no puedo contenerme cuando abro la boca — Para causarme algún tipo de decepción, tendría que esperar algo de ti en primer lugar. No es nada personal, solo no lo hago — me encojo de hombros para restarle importancia y que no se lo tome a la tremenda, porque creo que está lo suficientemente ebrio como para ponerse a llorar si se lo toma mal. Al menos, puedo reírme con sus ocurrencias — Vas a tener que ganarte que te lo diga, de verdad. ¿Te dije alguna vez que soy competitiva? — porque lo soy, véase como algo bueno o algo terrible. Muevo mis cejas con intención de hacer alguna broma desubicada sobre forcejeos a oscuras, pero su intento de ataque interrumpe cualquier tontería que pudiera decir.

Y sí, me río, en parte porque todo esto es absurdo y también porque tengo demasiado alcohol en mis venas. Apoyo mis manos en su espalda en reacción a un tacleo que no llega, dándole unos suaves golpecitos en un intento de que me suelte. Lo único que atino a hacer es el echar la cabeza hacia atrás, con los ojos fijos en una lámpara de luz tenue que alumbra vagamente el lugar y que, ahora mismo, se ve algo nebulosa — Si tienes suerte, solo ligarás una denuncia y una restricción — coincido, pongo mis manos sobre sus hombros para empujarlo y clavo los pies en el suelo como si, de esa manera, pudiese empezar a hacerlo retroceder hasta echarlo al piso. De alguna manera hay que ganar — Una cena y flores es aceptable. También tienes que rentar un carruaje y buscar a alguien que toque el acordeón, cantando algo como “Bella Notte”. Ninguna chica se podría resistir a eso… bueno, al menos que sufra de diabetes — como no puedo empujarlo más, suspiro en rendición y dejo caer mi cabeza hacia delante, entre el espacio que hay entre mis brazos, esos que he estirado en mis intentos de ganar este juego y hacerlo retroceder — ¿Por qué hacemos esto? ¿Por qué somos tan patéticos? — sé muy bien por qué: porque hay cosas que hay que olvidar con alcohol, todas las mierdas que conversamos hace diez minutos son un perfecto ejemplo. Y si haces el estúpido, puedes fingir que no existen.
Holly A. Callahan
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Winter wind sings under cries ✘ Santiago IqWaPzg
Invitado
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Lo que dice es simplemente cruel... e innecesario. Nomás le dedico una mueca que espero que no le parezca llorona y dejo pasar el tema porque de verdad ya me estoy rindiendo en ésto de intentar entenderla. O por ahí lo estuve malentendiendo todo desde el principio, el odio sigue ahí, solo que escondido detrás del alcohol - No, Holly, nunca me lo haz dicho porque cada vez que intenté conocerte un poco mejor, me mandaste a la mierda - no necesariamente de una forma directa y agresiva, pero sé cuando retirarme.

La denuncia se la tendría que haber puesto yo por maltratar a los clientes ¿No hay una norma en el ministerio que diga que tienen que ser amables con todos los que quieren hacer trámites? Debería haberla porque ya suficiente bajón es tener que andar haciendo filas como para que te reciba una cara de perro como la de Holly - Sería un día feliz para tí, legalmente no podría acercarme - respondo mientras opongo su fuerza para que no me pueda tirar hacia atrás ¿Esa es su fuerza sobrehumana de veela? Creo que el alcohol le está jugando muy en contra.

- Ahí te equivocas - la corrijo cuando deja caer la cabeza - Digo cena y flores y de inmediato piensas en una mala película romántica - por ahí si lo estaba pensando yo también, pero no necesariamente tiene que ser así - ¿Y si al cena es una pizza compartida en la playa, la bebida es cerveza y las flores no son rosas? - en realidad suena fantástico, para mí sería la cena perfecta porque no tendría que ponerme traje ni comer con cubiertos ¡Eso es lo que voy a hacer! Sí, va a ser mi estándar de cita de ahora en más... Ahora solo tengo que conseguir a una chica que quiera ir conmigo.

- Lo hacemos porque estamos ebrios y a veces es divertido ser patético - respondo a su pregunta aprovechando su posición para meter mi cabeza por debajo de sus brazos y alzarla sobre mi hombro - Pero vamos, no tenemos que pasar toda la noche así, también podemos salir y bailar - propongo poniendo mis manos con cuidado para que no se ofenda - Si no te avergüenza que te vean conmigo, claro.
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Holly A. Callahan
Civil
Ay, pero que susceptible. ¿Tiene que tomárselo todo a lo personal? ¿Acaso jamás se ha fijado en que soy igual con todos los licántropos que me he cruzado o se piensa que es solo con él? Se lo dejo bien en claro con un ruedo de ojos cargado de irritación, pero no lo digo porque no tengo ganas de empezar una guerra ridícula e inmadura — Era un caso hipotético, Santiago. ¿Siempre eres tan dramático? — eso sí que no me lo guardo, hay cosas que son un poco más fuertes que yo.

Sigue siendo el mismo concepto. No sería una cita elegante, pero no deja de ser una cita con flores. ¡Eres un romántico empedernido! — hasta me río un poco y todo, como si fuésemos dos amigos infantiles que lo único que pueden hacer es señalar al otro y burlarse de que le gusta alguien. Tampoco me puede importar mucho el burlarme de su condición amorosa cuando sale con una respuesta que no me esperaba, no por las palabras sino por su accionar. Me encuentro con el mundo de cabeza, soy lo suficientemente larga como para que mi cara choque contra su espalda y creo que si tuviese más alcohol en las venas, estaría vomitando por el repentino movimiento — ¿A alguien aquí le importa el vernos juntos? — pregunto con resignación en la voz. Creo que no ve el ademán que le regalo para que nos saque de aquí.

El camino hasta la pista es un vaivén de colores y ruido, solo puedo ver mi cabello balancearse de un lado al otro hasta que arrugo su camisa entre mis dedos para que me deje bajar. Como sospeché, el calor de la pista de baile hace que me pase las manos por la cara y tironeo de mi cabello hacia atrás, echándole una mirada apreciativa — Te concedo unos minutos de tregua — mascullo, paso las manos por sus hombros para sostenerme de él al compás de la música — Puedes bailar conmigo esta noche, si no enloqueces en el proceso. Pero el lunes fingiremos que nada de esto ha pasado y podrá morir aquí, si seguimos bebiendo un poco más. Tómalo como un regalo de cumpleaños… y como una disculpa por haberte llamado asesino — que los de su clase lo son, pero quizá fui un poco brusca.
Holly A. Callahan
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Winter wind sings under cries ✘ Santiago IqWaPzg
Invitado
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No creo ser dramático o exagerado, ella es mala cada vez que me ve así que tengo todo el derecho del mundo a quejarme al respecto. Al menos ahora ya tengo la solución a esa hostilidad, un poco de alcohol y ya tuvimos la charla más larga hasta el momento... Claro que hubo insultos y forcejeo de por medio pero es un avance ¿No? La próxima ya vamos a poder charlar como dos personas civilizadas sin uso de la fuerza, por ahí en un mes ya deje de insultarme y para dentro de un año podría llevarla a la playa a tomar cerveza. Es un buen plan.

- ¡Romántico y cursi no es lo mismo! - me defiendo porque desde que llegué al Capitolio no dejé de pensar en cómo por fin podría tener una cita como dios manda... Así que sí, romántico soy. ¡Pero que nadie me diga cursi! Soy un lobo sexy y picarón que compensa la falta de altura con encanto y rulos ¿Por qué no lo puede ver? - Ya te voy a mostrar dentro de un año, Callahan, hasta vas a estar pidiendo por más - le advierto en mi idioma con una sonrisa.

Me encojo de hombros con su pregunta mientras camino hacia afuera y espero haberla sacudido un poco con eso. Me cuesta un poco abrirme paso sin que nadie la golpeé en el proceso, pero al final llego al centro de la pista en donde la bajo y escucho lo más bonito que me podría haber dicho hoy. No solo eso... ¡Sino que me agarra como para bailar un lento! ¡Pero si yo no sé bailar lentos! - ¿Solo unos minutos? - me quejo con una mueca pero meh, podría ser peor - De acuerdo, podemos olvidarlo el lunes - concedo. Supongo que tendré que empezar de cero la parte dos del plan - Y gracias... Por el regalo y la disculpa, aunque solo necesitaba la última - me deja un poco más tranquilo sobre lo que soy. Aunque esa charla con Becca voy a tenerla, seguramente pasado mañana porque la resaca de mañana no me va a dejar pensar con claridad.
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