A pesar de las lluvias de la semana pasada, hoy hace calor. El verde de los jardines se cuela en el interior de mi extensa sala, esa que ya no posee los recuerdos de una Jamie desalmada por su hijo mayor o un Sean que buscaba honrar a su descendencia. Hay pocos adornos, siempre me he considerado una persona minimalista. El sillón, de cuero negro, resalta en el contraste de la habitación de paredes blancas y enormes ventanales; es el sitio más cómodo para beber de mi copa de vino, un refresco simple de media tarde mientras mis ojos se pasean por la pantalla repleta de planos para el evento que deberá marcar a esta nueva generación. Tengo los papeles legales sobre la mesa, firmados en puño y letra del ministro de justicia para asegurarnos de que nadie podrá reclamar ningún derecho sobre aquellos que pisen nuestra nueva arena, porque son personas condenadas por las leyes que ellos mismos se han empeñado en romper. Si querían un espectáculo, yo les daré uno.

El timbre me da a entender que mi llamado ha sido recibido y no me sorprendo de la rapidez con la cual corresponde, aquí los dos tenemos bien en claro nuestras responsabilidades y las suyas incluyen el responder cuando a mí me dé la gana. Ni me muevo de mi lugar, permito que alguien más abra la puerta porque, vamos, para algo tengo esta mansión repleta de esclavos y elfos para que yo no tenga que mover un dedo. Suficiente tengo con hacerme cargo de las ruinas de un país que da más pena que gloria.

Los pasos de Jensen hacen que aparte la vista de la pantalla y ladeo la cabeza, echándole una vista sobre el hombro para verla llegar — Me agrada mucho tu diseño, aunque deberás explicarme un poco mejor algunas de las trampas en el suelo. ¿No crees que si los empalamos repentinamente será un poco brusco? Le quitará la diversión de la persecución, al menos que sea luego de un enfrentamiento tenso — mi voz suena un poco aburrida, como si estuviese comentando un show de televisión ficticio cuyo final de temporada me ha defraudado. Me encojo de hombros para descartarlo y me termino la copa de vino, la cual agito en el aire para que el elfo que le ha abierto la puerta la llene — ¿Quieres beber algo? — pregunto, usando mi mano libre para invitarla a tomar asiento — Quiero tu cabeza fresca, que nos espera una tarde agitada. Voy a tener que pensar en cómo recompensar tus horarios extra — le dedico una sonrisa escueta, no hay trabajo duro que no vea sus frutos.

Tener que apartarme de mi proyecto personal no me costó tanto como creía, supongo que es el placer que encontramos en construir cosas lo que me mantuvo entretenida. Es un diseño, en mi opinión, perfecto.  Si bien no soy arquitecta logré hacer con la estructura algo dinámico y atractivo para la televisión y que creo que sorprenderá a muchos y aterrará a otros. Pero la última palabra la tiene Magnar, ahora solo me queda esperar a su devolución y las correcciones que seguramente llegarán. Me costará aceptarlas pero lamentablemente él es el más poderoso en éste momento así que queda una sola persona en el mundo a quien debo obedecer sin chistar.

No pasa mucho desde la fecha de entrega hasta que llega el llamado. Por suerte solo tengo que caminar unas calles hacia su mansión y tocar el timbre hasta que un elfo roñoso me abre la puerta. Nunca estuve aquí, me agrada el estilo y creo que va mucho con su dueño. Recorro cada uno de los rincones con la mirada y solo se me escapa un resoplido al notar que cada uno de lo muebles van a juego con mi ropa. Lo anotaré para la próxima, nada de blanco y negro.

- ¿No has leído el post it? - pregunto extrañada caminando en dirección al sofá en el que se encuentra - El diámetro de la pica es mínimo, está bañado con una toxina... La idea es que queden contaminados sumado a la herida que les dejará el punto de ingreso, no es para empalarlos ahí - defiendo mi idea. Eso sería, como dice él, muy repentino, más para el desenlace de tributo que ya tiene varia desgracias arriba que para una muerte rápida - Aunque si hay trampas de ese tipo al final del camino hacia la cueva de la montaña, así cuando creen que han superado todos los obstáculos... ¡Puf! - agrego imitando una pequeña explosión con mis manos.

Tomo asiento cuando me invita y me acomodo cruzando las piernas sin apartar los ojos de la pantalla en donde aún corren algunas de las animaciones de la arena a construir - ¿Fresca? ¿Eso quiere decir que no puedo pedir alcohol? - pregunto decepcionada girando mi cuello para poder verlo de frente - Ya se te ocurrirá algo pero mientras tanto puedes comenzar con una copa de vino - puedo tolerar eso y seguir trabajando con el mejor desempeño, aunque no mucho más pues tengo mis reglas.

- Dime... ¿Te gustó? - pregunto con una sonrisa de lado sin poder evitarlo. No voy a decir en voz alta que trabajé mucho en ésto, tampoco que me quedé hasta tarde porque eso es justo lo que el trabajo requería. Analicé las arenas pasadas y las mejoré, algo único e irrepetible que quedará en la memoria de todos los habitantes de Neopanem como el épico inicio de una nueva era.

— Oh, ya veo — le doy unos piques entretenidos a mi mentón, trato de visualizar lo que me está explicando dentro de mi cabeza, lo cual no me cuesta demasiado. He visto muchas cosas grotescas en mis años en el norte, no hay mucho que me revuelva el estómago y menos lo hará cuando quede en evidencia que las personas que van a morir allí, serán aquellos que se lo merecían. La lista crece todos los días, han estado capturando esclavos a diestra y siniestra, porque no todos han llegado a algún lugar seguro para su estirpe. No me interesan los niños, esos pueden regresar al mercado, pero aquellos que escaparon con intenciones podrán ser vendidos o comprados por la arena, además de si sus dueños desean ponerlos de trofeo, tampoco voy a quejarme. Aún así, tengo varios nombres en mente que me gustaría ver desfilar por la arena.

Le sonrío con gracia, pero no digo nada para enfocarme en el hecho de que mi elfo le traiga una copa cargada de vino. En cuanto la criatura obedece, lo aparto con un movimiento de la mano — Claro que me gustó. Pero será costosa, debemos reducir algunos gastos si no queremos que los civiles se quejen de que sus impuestos están pagando más de lo que sus bolsillos pueden. ¿Quizá reducir un poco el espacio? No solo verlo por televisión, sino también colocar butacas para que la gente pueda disfrutar del espectáculo mientras nosotros ganamos dinero vendiendo entradas. Que el show se mantenga a sí mismo, con público y sponsors — le señalo con el dedo los sitios donde pondría los asientos, haciendo girar la imagen de su plano gracias al holograma que sale de la televisión.

Acomodo mi espalda contra los almohadones del sofá y uso la varita para rellenar mi copa con una botella que siento demasiado lejana como para moverme — Estaba pensando que sean solo un puñado de esclavos por batalla, ver cómo se matan entre sí durante una tarde. Los sacaremos cuando solo queden uno o dos de pie ese mismo día, los volveremos a largar a la siguiente semana con nuevos competidores. No saldrán jamás de ese loop hasta que se rindan o mueran. Me parece lo más justo — bebo un poco y relamo mis labios, enrojecidos por el vino — ¿Crees que debamos poner énfasis en algún nombre en particular para llamar la atención de los espectadores? Si tan solo tuviéramos a un fugitivo bien buscado… — me encojo de hombros como si no estuviese lanzando una indirecta.

Recibo la copa de vino del elfo y le doy unas cuantas vueltas antes de probar el primer trago, delicioso, y me ayuda a pasar el mal trago que me genera escuchar que hay que reducir los costos. Es la pesadilla recurrente del científico, pero a través de los años me he acostumbrado a trabajar con eso. Lo veía venir, así que suspiro y saco mi teléfono para conectarlo a su pantalla y mostrar el plano B en ella. Es mucho más pequeño y tiene más trampas caseras que generadas por tecnología, pero la idea general es la misma. También aprovecho para ir poniendo las butacas en los sitios que pide y así ir formando la que probablemente será la arena definitiva - Estuve pensando y podríamos ofrecer un servicio premium para aquellos que quieran vivir la experiencia en primera persona. Por un determinado precio podrían ver la competencia a través de los ojos de los tributos, con lentes de realidad virtual - propongo antes de dar un nuevo sorbo. Tenemos el material para hacerlo, así que no costaría mucho, y confío en el morbo de la gente para pagar por ello.

Escucho su idea y asiento pues me parece una buena forma de mantener vivo el interés de la gente. Como toda competencia, el que uno tenga la posibilidad de sobrevivir generará que las personas tengan favoritos y así no podrían esperar a la siguiente batalla. Lamentablemente comprendo demasiado rápido hacia dónde va con lo que sugiere, así que lleno mis pulmones de aire y dejo caer mi cabeza contra el respaldo del sillón ¿Por qué mi conejillo de indias? He hecho tantos avances que sería una lástima dejarlo ir... Aunque la realidad es que si no ha cambiado hasta ahora, probablemente no lo haga, es simplemente un squib demasiado fuerte como para morir en el intento y demasiado terco como para cambiar.

- Un campeón por batalla, no un simple esclavo como los demás - porque no conozco un solo muggle que tenga el físico del hombre en mi laboratorio - De acuerdo... Puedes tener a Jefferson, pero ya son dos cosas que tendrás que pagarme luego - advierto con un dedo en alto y un gesto que pretende ser duro pero queda ablandado por la sonrisa que se forma en mi rostro de solo imaginar al tipo en un sitio tan sangriento como ese - ¿Qué haremos si se niega a pelear? Algo que me dice que va a hacerlo - pero al largar la pregunta, la respuesta llega automáticamente a mi cabeza - Kennedy - agrego de inmediato sonriente.

— Podríamos sugerir ese servicio luego de la primera emisión. Ya sabes, primero hay que estudiar al público antes de invertir en el decorado — no me parece mal, es algo por lo cual yo pagaría, pero siempre he creído en ir paso por paso hacia los detalles más elaborados. Tenemos que ser listos, no podemos invertir un montón de dinero sin saber cuál va a ser la respuesta, lo último que nos falta es una pila de deudas que el pueblo no estará dispuesto a pagar. Si los juegos son un fracaso, cosa que dudo mucho, no tendremos otra opción que darlos por cancelados. Como líder responsable, deberé escuchar a los civiles.

No me esperaba otra cosa viniendo de ella. La miro con la falsa pena que me da su sacrificio, hasta que la mueca de mi boca se va tornando en una sonrisa satírica que arruga el contorno de mis ojos — Sabes que todo tiene su recompensa, Silas. El día de mañana, tú querrás algo de mí y yo recordaré que tan buena compañera fuiste, como para conseguirlo sin ningún esfuerzo — como por ejemplo, el destino de su hija. Aún me debato sobre qué sucedería si alguna vez tiene que sentarse a ver su sentencia, porque confío en que esa cría acabará por caer tarde o temprano. ¿Lo miraría, pediría que solo la condenemos a prisión perpetua? Las relaciones humanas son tan complejas, todavía no creo haber tenido relación alguna con gente como mi madre o mi propio hijo, que en paz descansen.

— Él puede negarse a pelear, no significa que los demás no vayan a atacarle. Si él decide no defenderse, pues… su culpa. Su vida no me importa en lo absoluto — incluso, siento que nos estaría haciendo un favor. Él moriría en la arena, su espectáculo estaría servido. Lo que no comprendo es por qué menciona a la asiática, así que revoleo los ojos hacia arriba tratando de seguir su hilo de pensamiento — ¿Quieres que le sirva de pajarito en el oído o que ambos se enfrenten? Porque creo que Kennedy nos sirve exactamente dónde se encuentra. ¿O no es esa la razón por la cual la dejamos vivir? — una vez que Powell hace algo que vale la pena… — Necesito que Wang nos traiga al resto de sus compañeros. Estoy seguro de que Riorden tiene planes maravillosos para la rubia que mató a su hermana y me encantaría divertirme con algunos de ellos personalmente. He tenido meses para imaginar cómo sería… — me relamo una vez más, pero en esta ocasión no es precisamente por el vino — ¿Tienes alguna petición en especial? ¿Algún antojo que desees cumplir? Es un amplio catálogo.

Toda inversión necesita una prueba piloto, así que solo asiento cuando dice que primero tenemos que esperar a ver la respuesta de la gente. Pero me encargaré de probar el servicio en ésta primera edición y ver que tal está, me toca por una vez estar del otro lado y ser yo quien dé el veredicto sobre lo que se está ofreciendo, al menos para divertirme por unas horas y ver en primera persona como mi querido Jefferson pelea por su vida en una arena que no le generará más que pesadillas.

Tener tantos puntos a favor del presidente del país es una posición más que cómoda para mí. El problema es que no sé cómo voy a cobrarme todo eso, quizás con más squibs que cubran el hueco que va a dejar mi paciente estrella, o tal vez con los legeremantes que tantas ganas tengo de comenzar a estudiar. Hay algunas... leyes, que me impiden desplegar todo mi potencial así que ésta podría ser una buena forma de que el Wizengamot haga la vista gorda - Excelente compañera - corrijo haciendo fuerza con mis mejillas para contener la risa. Estoy feliz, es un buen día para los que odiamos a los impuros.

- No requeriría sacarla de su posición - respondo rápido acomodándome en el sofá para retomar la posición seria que había tomado en primer lugar - Nuestros campeones estarán aislados, él no tiene idea de lo que Kennedy significa para nosotros ahora, así que si le mostramos que su vida está en nuestras manos, quizás pelee para que ella no tenga que hacerlo - es lo mejor que se me ocurre luego de haber trabajado tantos meses con él. Llegué a conocerlo un poco y me parece una buena estrategia con la cual Wang no tendrá problemas en ayudarnos.

- Más de uno la pasará muy bien si todo sale bien - los ministros sin duda y las vendettas personales son el mejor drama que se le puede aportar a un show como éste - La rubia sin varita - muchos de los rebeldes las tienen y que ella no lo haga... pues hace que encienda mi radar. Bien podría ser muggle como muchos otros pero la esperanza es lo último que se pierde.

- No de momento, hoy solo estoy para cumplir tus antojos, señor presidente - bromeo con él y doy un nuevo sorbo al vino - Aunque sí me gustaría saber cuándo lo presentarás al público, de sus expectativas probablemente deberíamos hacer las últimas modificaciones para que todos queden contentos.

Nadie puede decir que no me gusta el morbo, hay cierto encanto en ver a dónde pueden llegar las personas cuando presionas su punto débil, cuando se arrastran por el suelo en busca de una solución que puedes agitar frente a sus narices como un sonajero al cual no pueden alcanzar porque no les dan los brazos — Puedes probar. Si eso no lo motiva, siempre se pueden encontrar otros estímulos. He seguido con atención los Juegos Mágicos cuando era un niño e hice lo mismo con La Arena que mi madre ha intentado implementar. La gente cambia ahí dentro, Silas — sé que ellos tenían un evento que funcionaba durante semanas y nosotros buscamos un entretenimiento de una tarde, el descarte de almas y cuerpos en constante cambio — Cuando te encuentras con el cuchillo en la garganta, tu instinto siempre te dirá que luches por tu vida. Tal vez Jefferson lo perdió todo, pero yo no he perdido la esperanza de que será un buen tributo.

Asiento lentamente, tenemos una deuda con el pueblo después de lo que los rebeldes nos han hecho. Aún tengo en la memoria aquella reunión lejana con Riorden Weynart, cuando vino como un insecto a pedir mi ayuda porque eran incapaces de controlar las aguas después del atentado que marcó al corazón del Capitolio. Hay deudas que todavía no me he cobrado, tengo una en particular que me hace agua la boca, una que su hija no ha ayudado a completar. Ese pensamiento me queda dando vueltas hasta que su broma se cuela en mis oídos, haciendo que mi rostro se gire hacia ella con una de las cejas ligeramente arqueadas — Pronto. Debo pasar estos planos a las personas correspondientes para obtener sus permisos y luego ya podremos anunciarlo, sospecho que será algo completamente tangible en mayo. Te prometo un buen estreno, siempre que tú me prometas ser paciente — no podemos pisar el acelerador, es lo que ha matado a los gobiernos anteriores.

— Pero sí hay un antojo que quiero que me cumplas, Silas — mi voz es un siseo cuando me arrastro cual serpiente en el sofá, acomodándome un poco más cerca de ella en busca de la confianza necesaria. Como si quisiera que me escuche mejor, aparto el pelo de su hombro para hacerme con el camino hacia su oído — Quiero a tu hija. Unos minutos, solo para mí. Quiero que se quiebre, que me cuente sus más profundos secretos, que me diga cómo puedo encontrar a sus amigos, en especial a uno en particular al cual me encantaría hacerle unas cuantas cosquillas. Y… ¿Quién sabe? Tal vez podamos cobrarnos un dos por uno — me relamo la sonrisa ladina y me apoyo ligeramente en su costado para susurrar en su oreja — ¿Puedes hacer eso por mí? ¿Puedes actuar como una madre preocupada y desesperada para traerme a su hija? Puedo ser tu mejor inversión, si tú vuelves como alguien arrepentida a sus brazos, si apelas a un mínimo de sensibilidad familiar. No puedo hacer un mundo mejor sin ti, Silas — porque, al final del día, los dos queremos las mismas cosas. Solo debemos encontrar el punto en común para alcanzarlas.

Sé de primera mano que las personas cambian dentro de la arena. Cuando Fred volvió a casa luego de ser vencedor tenía una mirada que jamás había visto en sus ojos. Estaba feliz de haber terminado con tantas vidas. De alguna forma le parecía bien estar aclamando ser mejor que nuestro hermano fallecido por haber sobrevivido y nunca más fuimos suficiente para él. Claro que podría echarle la culpa a eso por algunos rasgos de mi personalidad pero no soy de las que se lavan las manos. El punto es que será bueno ver como se destruyen a sí mismos esos que se lo merecen - Ya veremos, tendré el plan B preparado de todas formas.

He esperado mucho para muchas cosas, así que mayo es relativamente pronto y me basta para calmar la ansiedad por lo que se viene. Aunque eso quiere decir que debo aprovechar al máximo las semanas que me quedan con mi rata de laboratorio, todo sin arruinarlo para que esté en su mejor potencial el día que lo larguemos al coliseo de la muerte - ¿Por qué no habría de serlo? - pregunto encogiéndome de hombros. No es que pueda hacer algo yo sola, el show debe ser grande y para eso tenemos que trabajar todos juntos.

Se me eriza la piel al escuchar que hay un antojo por su parte, antes de que explique nada dejo volar la imaginación solo para que ésta se estrelle segundos después cuando revela sus verdaderas intenciones. Lo que pide es mucho considerando que la dejé ir la primera vez por no ser lo suficientemente fuerte. Pero la realidad es que le dejé una advertencia bastante clara sobre lo que ocurriría si volvía a aparecer en nuestros radares. Quiero creer que soy capaz de hacer lo que me pide, podría ir con ella y actuar una vez más como madre preocupada y fingir que no es el peor error que he cometido en mi vida... Pero también lo creía aquella tarde y no pude hacerlo.

Respiro profundo aun sintiendo su aliento en mi oreja y, tras pensarlo por un momento, una sonrisa se dibuja en mi rostro pues el pensamiento adecuado llega a mi mente para darme la confianza que necesito para llevar a cabo esa tarea - Tienes un bonito equipo de aurores, cazadores y licántropos que están más entrenados que yo para localizar a las personas - comienzo a responder mientras me apoyo sobre uno de mis costados para quedar frente a él, ahora yo jugueteando con el cabello sobre su oreja izquierda - Si pueden encontrarla por mí, iré gustosa a traerla de la oreja junto con Black - continúo deslizando mi mano hacia su mentón para acariciarlo con mis nudillos - Pero ya sería una deuda muy grande... Afortunadamente se me acaba de ocurrir cómo podrías pagarla - mi corazón comienza a latir fuerte, la ansiedad me carcome - Dile adiós a Road y nómbrame vicepresidenta - largo al final con una sonrisa desafiante - Si tu quieres, claro.

Sí, tengo el equipo necesario, lo sé. Pero los fugitivos no reaccionan de la misma manera a la fuerza de la ley que a sus propios padres, la sangre siempre será más fuerte, nos guste o no. El matiz siempre cambia. Es su vocabulario corporal lo que me deja cómodamente recargado sobre mi costado en el respaldo, apenas me inmuto por el tacto suave de sus dedos contra mi piel en lo que estoy mucho más concentrado en sus ojos, manteniendo una mirada que carece de calidez, pero en la cual sobra picardía — Me agrada el trabajo en equipo, pero tu hija y sus compañeros son escurridizos. ¿Puedes comprometerte a dar lo mejor de ti misma, incluso con un poco de ayuda? Estoy seguro de que tú podrías solucionar aquellas cosas que el departamento de defensa no está logrando al rastrear sus pasos por todo el país. El amor de una madre… — hay un retintín en mi voz que es de pura ironía, creo que los dos aquí estamos seguros de que su vínculo está principalmente podrido. Pero una niña que busca un hogar… siempre es fácil encontrar su punto débil. Solo necesito ponerle las manos encima.

Decir que me sorprende lo que viene a continuación sería una mentira. La hilera de mis dientes queda al descubierto antes de que se oiga una suave risa de mi parte, levanto una mano suave que toma su mentón con el cuidado necesario para atraer su boca a la mía, aunque el movimiento culmina en apenas un roce que me permite oler su perfume — No — es una respuesta llana, queda en evidencia que no pienso negociarlo — La gente tiende a confundirse con los escalones dentro de una pirámide. A mí me gusta pensar que coloco a las personas exactamente dónde las necesito. ¿O crees que no he cambiado a todo el plantel de ministros solo porque soy considerado con las personas para que no pierdan su empleo? — lo que pasó con Labors es un tema aparte, si el muy idiota se hubiera callado la boca las cosas habrían sido diferentes.

No me es complicado el tirar de sus piernas para acomodarla a mi manera, poco me importa el vino. Me impongo sobre ella con el torso para obligar a que su cuerpo se eche hacia atrás, mis manos invaden sus muslos en lo que abro sus piernas para estirarme sobre ella — Tienes un cerebro brillante, Silas, y lo necesito exactamente dónde te encuentras. ¿Para qué quieres el puesto de Abbey? ¿Deseas manejar papeleo incansable y apretarle las bolas a los ministros todos los días? El poder no viene con un título, sino con lo que decidas hacer desde el asiento donde te encuentras sentada. Y tú puedes hacer tanto desde tu lugar… aunque tengo uno especial para ti si lo quieres — el calor de mi cuerpo hace presión sobre el suyo en lo que mis labios patinan sobre su garganta, estoy seguro de que no puede ver la curva que tironea mi boca hacia un costado — Voy a quitarle cada centímetro de felicidad a quien se interponga en nuestro camino — consigo que mis susurros lleguen a su oído, mi nariz se hunde en su cabello y respiro con calma, a pesar de sentir un latido frenético en mi pecho — Y porque te lo has ganado, te prometo la primera fila.

Creo que la falta de amor de las madres de Neopanem es la principal causa de todos los problemas políticos actuales. La desaprobación genera rebeldía, ánimos de vencer a los predecesores y, en algunos casos, despiertan el deseo de marricidio. Así que lo único que puedo aportar es una pequeña carcajada y una promesa silenciosa de que haré lo mejor que pueda con lo que se me aporte. Estoy segura de que puedo convencer a Veza con palabras pero ponerme en su búsqueda tomaría tiempo de otras actividades que no estoy dispuesta a sacrificar - Siempre doy lo mejor de mí misma, así llegué hasta aquí - respondo con simpleza. No importa la misión.

La respuesta que recibo a mi pedido es decepcionante pero no dejo que ésto se note en mi rostro - Que pena - respondo rápidamente manteniendo la cercanía de nuestros labios, tan cerca que podría tenerlo todo ahora mismo con un simple movimiento, al igual que el poder... Es la misma cercanía, estoy a un solo paso en cuestión de meses siendo que hasta hace tanto solo me lamentaba por los rincones por no poder tener acceso a las grandes esferas. Solo debe morir la gente adecuada, el negocio más sencillo de todos.

No aparto mis ojos de los suyos cuando me acomoda sobre el sofá y se abre paso entre mis piernas. Ésto es lo que quería pero ahora mismo no dejo de pensar en lo que de verdad importa. Sabe ganarse mi colaboración pues que elogie mi cerebro le da muchos puntos a favor pero aún así... Me gusta el poder. Sé que puedo hacer mucho desde mi puesto de ministra pero él lo ha dicho, Abbey tiene el poder para apretarnos a todos y la verdad es que no me agrada demasiado la idea. Pero no lo digo en voz alta, como él ha dicho soy inteligente así que si ya obtuve una negativa de su parte sería estúpido volver a intentarlo con el mismo plan.

- Ahora puedo aprecias las ventajas de la posición - murmuro cerrando los ojos mientras siento como sus labios se deslizan por mi cuello. Me encantan sus palabras pues es un estilo de vida para mí, siempre haciendo pagar a aquellos que decían que no podía hacerlo porque al final es lo único que importa, lo que logramos. Aunque hago una salvedad mental pues habla en plural y la verdad es que prefiero mantener el individualismo en ese pensamiento - Ya lo dije, siempre doy lo mejor y éste caso no será la excepción - comienzo mientras deslizo uno de mis dedos por su camisa, tan fuerte que logro hacer saltar uno de los botones - Y ahora menos a la obra, señor presidente, que nos espera una larga tarde por delante - agrego arqueando mi espalda para profundizar el contacto, tanto que confundo los latidos de su pecho con los míos propios.

Hay juegos que todos sabemos jugar, en especial cuando entras en el terreno de la política, del poder, de los eternos tires y aflojes. Los dos tenemos bien en claro que no nos decimos todo, escondido en su cuello puedo verme con la gracia de que tenemos un acuerdo tácito sobre que esto, por sobre todas las cosas, es un pequeño break hacia lo en verdad importante. No espero su devoción ni su confianza absoluta, yo no voy a hacerlo con ella. Las relaciones son así, un día necesitas algo de alguien que te lo cobrará en otro momento, somos los dos demasiado listos como para saberlo. Lo que me importa aquí es una cosa: que yo soy la persona más inteligente en esta habitación, por mucho que nos guste fingir que no es así.

— Eso es lo que espero — murmuro, paseando mis labios por el contorno de su mentón, porque mis manos son aquellas que están demasiado concentradas en hurgar bajo su falda — El mundo es de los osados y rápidos de mente, Silas. Me sentiría muy decepcionado de ti si no puedo contar con tu presencia para los mejores planes — se me ensancha la boca en una sonrisa que se pega a su boca, sin besarla, en un amague tortuoso en lo que ella tironea de mis botones. Es la invitación que necesito para que mis caderas se presionen contra las suyas, en lo que mi aliento se mezcla con el suyo al tirar suavemente de sus labios con mis dientes. No tengo que responder a sus palabras, me basta con lanzarle una mirada que consume mis pensamientos hasta anularlos, porque lo único que me importa, por una fracción de segundo, es devorarla. Lo hago, claro está. Mi boca se hace con la suya con ansiosa posesión, ignorando los planos, el vino y la posible presencia de la servidumbre, que bien saben que no deben molestarme sin permiso.

No me interesa desnudarla,hay urgencias más demandantes. Mis manos la descubren colándose entre su ropa, presionando las zonas calientes de su piel en lo que nuestros cuerpos se ven obligados a enroscarse el uno con el otro, entre jadeos que delatan mi sed. Porque solo tengo que bajar un poco mis pantalones para tomarla, dejar que nos hundamos en el instinto que nos guía hacia la perdición de nuestros cuerpos, en lo que el sofá se convierte en el testigo que se quema con nosotros. Es solo un cuerpo que toco, que beso, que suda conmigo. Y es tan sencillo ser, que cuando todo se termina y ambos nos recostamos sobre las prendas que arrancamos con fervor, en un suelo demasiado cómodo, no siento más que calma al suspirar en su oído — Sí sabes jugar al ajedrez, Silas — es un susurro, uno que se patina de su oreja hasta sus labios — Solo no me decepciones cuando sea el momento de matar a la reina — y Merlín sabe cuándo será eso. De momento, podemos seguir enroscándonos en el suelo.

Puede que no sea el techo al que planeo llegar, pero es un buen interludio previo a la tormenta en el que no me molestaría quedarme por un tiempo. Los planes vendrán luego, esos mismos que están en la pantalla pueden esperar pues su contacto me distrae, su voz, sus palabras que son exactamente lo que quiero oír. Dejo de pensar y me entrego completamente a lo que hace conmigo, sin culpa alguna pues no es una estúpida relación ni espero algo luego de ésto... Simplemente dos mentes brillantes cerrando una tarde de negocios de la mejor manera, festejando lo que vendrá y un evento al que pienso entregarle tanto fuego y urgencia como el que se empieza a montar aquí.

Me agrada saber que físicamente estamos en la misma página también, mi cuerpo se mueve con el suyo hasta que el sillón ya no es suficiente para contenernos. Conforme pasan los minutos olvido que se trata de Magnar Aminoff sobre mi cuerpo y pego su espalda contra la alfombra mientras llevo sus manos sobre su cabeza, impidiendo cualquier queja o protesta con mi boca sobre la suya. Pero así como nuestras ideas chocan, también nuestras intenciones, de todas formas no me molesta solo sigo el ritmo hasta que todo llega a su final y me recuesto sobre vestido con el cuerpo cubierto en sudor y la respiración agitada.

Su susurro me trae a la realidad y al verlo de reojo sonrío orgullosa de lo que acaba de pasar. No digo nada, solo dejo que mi cuerpo se relaje en el suelo y miro el techo que ha sido testigo de lo que acaba de pasar. Puede contar con que haré lo que me pida, sin embargo no lo expreso en palabras pues ahora mismo las endorfinas se han apoderado de mi cuerpo y sé que me estoy dejando guiar por lo que no debería. Solo chasqueo la lengua para poner fin a los pensamientos que me llevan a planear nuestro próximo encuentro de ésta índole.

Vuelvo a girarme en su dirección y me acerco tanto que mis labios llegan a su oído sin problema - Pondré en jaque al rey - murmuro antes de juguetear momentáneamente con el lóbulo de su oreja.