The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Marzo

Desde que los dementores hacen patrullas nocturnas las guardias son mucho más aburridas y tétricas que antes. Las personas ya no se atreven a ir al hospital si les pasa algo por la noche y aquellos que son más valientes terminan en nuestra sala de emergencias en un estado del que ya no podemos recuperarlos. Es triste y por suerte no mi especialidad, así que puedo salir corriendo en dirección opuesta cada vez que entra alguien en estado vegetativo. Honestamente preferiría morir antes de vivir la eternidad en ese estado, me encargaré de ponerlo en mi testamento ya que en Neopanem la esperanza de vida no va más allá de los 30 años para la mayoría, con tanta guerra y locos en el mundo es más probable morir en un duelo que de un ataque al corazón.

Pero aburridas y todo, me toca hacer guardias porque forma parte de mi contrato a no ser que acepte hacer rondas de atención primaria en el norte que tampoco es del todo agradable, idea de nuestro jefe desde que se enteró que podíamos causar una buena imagen con solo unos pocos galeones. Para colmo hoy me encuentro sola porque mi compañero tuvo una emergencia con su hija y tuvo que volver a casa por la tarde, pero puedo hacerlo, puedo sobrevivir una noche sin ayuda, soy una sanadora con años de experiencia y mucho talento así que ¿Qué podría salir mal? Lo más probable es que las horas pasen sin altercados así que me acomodo sobre una de las camillas de la unidad móvil y abro mi teléfono para ver una de las series que tan atrasadas tengo ya.

Pasan las horas y me cambio de posición varias veces, tanto que mi bata queda enroscada alrededor de mi cintura y los zapatos volteados a un metro de donde me encuentro. Lloro un poco cuando mi personaje favorito muere y otro poco más cuando sus seres queridos se enteran de su pérdida. Solo pongo pausa cuando uno de los pacientes que tengo en observación comienza a quejarse de dolor, pero una vez que paso una poción analgésica puedo volver a mi maratón.

El hombre se duerme y hay silencio otra vez hasta un ruido en el exterior me hace asomar la cabeza fuera de la carpa. Entra una ola de frío ajena a la primavera en la que estamos entrando y por un momento pienso que se trata de un dementor rebelde que ha decidido complicarnos la noche. Pero no, es la figura de un hombre, o de un muchacho mejor dicho ya que no es demasiado alto. Me preocupa así que me acerco con cuidado sintiendo le frío del suelo a través de mis medias y pregunto - ¿Necesitas ayuda? Deberíamos entrar antes de que nos visite un dementor.
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Kendrick O. Black
Fugitivo
Transformarme en humano es una de esas leyes que intento no romper, pero que hoy no ha sido posible cumplir. La oscuridad de la noche y el estado de ebriedad de mis agresores me salvan de lo que podría haber sido un destino fatal, a pesar de que uno de los más apestosos le preguntó a los demás si no me veían cara conocida. ¿Que cómo acabé entre ellos? Porque tuve la brillante idea de morderlos cuando fastidiaban a una chica que caminaba sola por el callejón, en busca evidente de un refugio. Buscar a Simon debería ser una misión simple, caer en distracciones no era una opción. ¿Por qué lo hice? ¿Por qué tuve que acabar enfrentándolos como humano, cuando supe que ellos podrían fácilmente con el perro?

Sé que han quedado peor, muchos de ellos están llorando cubiertos de pústulas. Pero la nariz me sangra, tengo el labio partido y creo que hay algo en mis costillas que no está funcionando bien, cosa que no me sorprendería gracias a las patadas. Siento que hago un sonido extraño y agudo al respirar, el cuerpo me pide un descanso y siento que estoy dejando un camino escarlata que no me es favorable. En el norte estas cosas son comunes, pero espero que a nadie se le ocurra analizar muestras genéticas recogidas de la calle. ¿Estoy lejos del punto de encuentro para regresar a casa? ¿Llegaré sin perder el conocimiento?

Estoy sujeto a un cesto de basura cuando distingo lo que parece ser una luz distante, que irónicamente está debajo del cartel que parece rezar que se trata de una tienda de emergencias. ¿Sería muy suicida de mi parte? ¿La mugre me ayudará a cubrir mi identidad por cinco minutos? Siempre puedo esperar, seguir de largo y regresar. Escupo lo que parece ser un montón de sangre espesa y decido que debo tomar el riesgo, siempre puedo probar volver a ser un perro y correr lo más lejos que pueda. Es el norte… ¿Qué tan comprometedor puede ser?

Estoy a unos pasos cuando la figura alta de una mujer joven hace su aparición y estiro un brazo en su dirección, en busca de su agarre para mantenerme firme  — Solo son unos golpes…  — aún así, me tiembla un poco la voz y mis dedos se aferran a su muñeca con más fuerza de la que pensé poseer — Por favor, yo solo… necesito que no duela para regresar a casa — porque me están esperando y no sé qué podrían pensar si además tienen que buscarme a mí. Tanteo con mi mano libre, pero no encuentro absolutamente nada de valor en mis bolsillos — No tengo cómo pagarle, pero prometo que encontraré el modo.
Kendrick O. Black
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Invitado
Invitado
Tal y como lo pensaba es un niño, pero uno muy sucio que a penas si puede mantenerse en pie. Se toma de mi muñeca y evito hacer una mueca al ver como mi bata se ensucia de tierra, debo ayudarlo. Por lo que veo le han dado una buena paliza, aunque la luz aquí afuera no es muy buena - No hay forma de que te deje regresar en esas condiciones, si lo haces vas a morir - respondo abriendo los ojos todo lo que puedo. Con los años aprendí a que si eres lo suficientemente dramática, las personas se toman el tratamiento en serio y abandonan la idea de que el descanso y tiempo curan todas las heridas.

- No te preocupes por el pago, somos una tienda de emergencias para los que menos tienen así que bastará con que dejes unas palabras en nuestro libro de firmas - otra gran idea de nuestro jefe para tener con qué defender este pequeño proyecto. Aunque, ahora que lo pienso, también es una buena forma de mantener cierto registro sobre las enfermedades que predominan en el norte y cuáles son los sectores más vulnerables éstos días.

Tomo mi varita para hacer un encantamiento y ayudarlo a entrar a la carpa, o más bien llevarlo de un movimiento brusco, y cuando la luz da contra su rostro creo reconocer sus facciones. Sí, definitivamente es él y más vale que haga un llamado para informar de su paradero pues la tía Jeanice debe estar muy preocupada por tener a su esclavo perdido ¡Y en qué condiciones! Pero primero debo estabilizarlo así que lo ayudo a recostarse sobre la camilla libre mientras su vecino ronca como cerdo.

- Me llamo Meredith, puedes decirme Mer - me presento amablemente - Primero te limpiaré un poco ¿Sí? Y mientras tanto me puedes ir contando qué te ocurrió - ¿Debería decirle que sé quien es? Quizás sienta vergüenza o ¿Qué tal si escapó? Sé que muchos de los esclavos escaparon del mercado y quizás los que tienen dueño decidieron hacer lo mismo - No te preocupes, no estás en problemas... Sé quien eres - aclaro encogiéndome de hombros - ¿Escapaste de casa o mi tía te envió a hacer algún recado aquí? Esa mujer está loca, aunque seas su esclavo no deberías tomar lo que dice como palabra santa.
Anonymous
Kendrick O. Black
Fugitivo
Me ahorro el chiste sobre que una firma mía en un libro de salud pública me metería en problemas, además de que no me siento capaz de decir mucho más y conservar el humor. Se ve joven, adopto sus modales de sanadora como los de una persona amable y considero que, si soy precavido, no me meteré en problemas. Mis intenciones de ir hacia dentro por mi cuenta se ven trucadas cuando es ella quien me impulsa hasta la carpa y, en segundos, estoy siendo recostado en una camilla. Los ronquidos provenientes del rincón me hacen girar la cabeza, me pregunto qué sucederá si ese sujeto se despierta y consigue lo que no ha logrado su compañera: reconocerme. Finjo por un momento que la luz me fastidia y me pongo las manos sobre la cara, aunque sé que allí tengo algunas heridas que debería tratar. Tal vez, fue una mala idea después de todo.

Lo único que hago es asentir, con los ojos bien apretados y sin saber muy bien como sentirme con el factor de que una rubia atractiva tenga que lavarme en estas condiciones. No muestro señales de ser un paciente complicado o quejoso hasta que los repentinos nervios me obligan a mirarla entre mis dedos. Se me cierra la garganta presa de los nervios y ese sabor picante no se me va ni siquiera cuando comprendo que me está confundiendo con alguien más — Yo... — ¿Qué se supone que se dice en casos como este? Me he hecho pasar por personalidades falsas, pero jamás traté de acoplarme a alguien ya existente. Sé, de todos modos, que no puedo decir quien soy y, tal vez, hacerme pasar por su esclavo es una pésima idea. ¿Y qué si quiere llevarme con ella? ¡Tengo que regresar con los Lackberg! No solo para que no se preocupen, sino también porque la rubia solo tiene que quitarme la mugre para saber que no soy su esclavo. Y ni hablemos de la varita que tengo en el bolsillo.

Ayudé a una chica que estaba siendo molestada, es todo — puedo decir la verdad, al menos en ese aspecto. La magia debería curarme rápido, ¿no? Mis heridas son simples para la gente con magia, un par de movimientos y podré irme — No llames a nadie aún, por favor. No quiero meterme en problemas — si sigo la farsa... ¿Podré correr rápido? No puedo transformarme frente a ella, mi disfraz es lo único que me queda para protegerme y no debería ser de público conocimiento que soy un animago ilegal — ¿Crees que puedes hacerlo rápido? Fue solo una tarea que salió mal, que nadie se preocupe. Y creo que tengo una costilla algo... bueno, las patadas no pueden romperlas... ¿No? — no sé mucho de medicina, pero si soy un esclavo, eso no debería ser un problema.
Kendrick O. Black
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Invitado
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Solo necesito ver su asentimiento para ponerme a trabajar así que apunto mi varita hacia su cuerpo para que la magia haga su trabajo. Es un chico joven, puede que tenga vergüenza, pero tengo que pedirle que se quite la ropa para poder verlo mejor. Estas cosas en el distrito 1 no son un problema, los pacientes solo necesitan escuchar la palabra mágica para ponerse en ropa interior, pero en el norte es difícil conseguir algo que los deja en tal estado de vulnerabilidad, el grado de desconfianza es mucho más alto. Así que tengo que entrar en confianza primero, el chico está hablando bien así que creo que podemos descartar una contusión en la cabeza, mientras puedo curar las heridas de su rostro.

- Eres muy valiente - lo felicito con una sonrisa amable mientras le tiendo una poción para el dolor, eso lo ayudará - ¿Me recuerdas tu nombre? Lo siento, no suelo prestar atención a los esclavos - ni siquiera recuerdo el nombre del que tienen mis padres y eso que va todos los jueves a limpiar mi casa - Y no te preocupes, no llamaré a nadie a no ser que tenga que hacerlo... Pero para es tengo que hacer un examen completo ¿De acuerdo? Asegurarme de que no se escape ninguna herida en ninguna parte del cuerpo - explico ya trabajando sobre las heridas superficiales.

- Y depende de la patada - llevo mis manos hacia su torso y levanto la camiseta con cuidado para ver que tiene un gran moretón a uno de los lados - Tendremos que revisar eso - informo con una mueca - ¿Podrías quitarte la camiseta? - tal vez debería aprovechar la oportunidad y tomar una muestra de su sangre para asegurarme de que no tiene ninguna enfermedad fea con la que la tía Jeanice tenga que lidiar luego - Será rápido, mientras cuéntame qué clase de tarea tenías que hacer por aquí.
Anonymous
Kendrick O. Black
Fugitivo
¿Mi nombre? ¿Y cómo se supone que debería llamarme? ¿Cómo llaman a los esclavos en este lugar? — Emmm… — bueno, bien, ese es un principio. ¿Es muy tarde para fingir que estoy demente y que no puedo recordar ni siquiera dónde estoy? — Thomas… — es un nombre común, demasiado para mi gusto, asumo que no levantará ninguna sospecha si el sujeto no tiene un nombre anormal como Brando o Edison — Pudo ser peor. Estoy seguro de que no voy a morirme — intento ponerme un poco positivo, he estado en situaciones mucho más comprometedoras y sería muy irónico acabar de esta manera, por no decir penoso. Ni siquiera podría decir que he tenido una buena vida, todo acabaría por la mitad. ¡Y sé que solo han sido rasguños en comparación a heridas anteriores!

Y aún así, mi rostro entero se crispa por el roce de la camisa cuando me la levanta y no sé muy bien qué cara poner cuando pide que me vaya desnudando, no con esas palabras pero el concepto es el mismo. Siento un calor incómodo en las orejas que se mezcla con mi desesperación de que todo esto termine rápido, incluso se me van los ojos en más de una ocasión a la entrada de la carpa. ¿Por qué no he aprendido a aparecerme a estas alturas? — Un par de compras en el mercado. Hay productos de limpieza que no se ven en otros distritos — no es una mala mentira, incluso es creíble: hay químicos aquí que son mucho más económicos que en el centro del país y, a su vez, cumplen mejores funciones. Apoyo las manos en la camilla y me enderezo un poco para poder tironear de mi remera, aunque la dejo hecho una bola contra mi pecho con un pudor nuevo. Me ha visto desnudo todo el catorce, pero no tiendo a quitarme la ropa delante de desconocidos que pueden llevarme preso si se avivan de quien soy.

¿Te quedas aquí toda la noche? — si la mantengo entretenida con una conversación casual y mis heridas, tal vez no se fije en mí. Uso la camiseta para ponérmela sobre el rostro y cierro los ojos, dejando mi cuerpo a su merced y seguro de que me quejaré mucho en los próximos minutos — No es una zona muy agradable. ¿Vienen muchos ebrios a molestar o heridos callejeros? — y ahí se me va, no puedo con esa parte de mi curiosidad.
Kendrick O. Black
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Invitado
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Se me escapa una sonrisita porque yo tampoco creo que vaya a morir. La magia y la ciencia unidas hacen que sea muy difícil que se nos escapen cosas a los sanadores, es una buena época para nosotros ya que lo que no podemos curar con una cosa, lo hacemos con otra. Y Thomas no está en tan mal estado como para siquiera alarmarnos, está golpeado y tendré que curarlo para que eso no empeore en su curso natural, pero una vez que termine mi trabajo podrá seguir levantando cosas pesadas y limpiando como seguramente tiene orden de hacer - En eso tienes razón, pero porque nadie se muere bajo mi guardia, Tom - bromeo con él.

Asiento como si lo que dice fuese lo más lógico del mundo pero la realidad es que no tengo ni idea de a qué se refiere con artículos de limpieza. Sé que el esclavo de los jueves usa algunas cosas para limpiar, pero yo nada más uso encantamientos y el fregotego es mi mejor amigo ¿Qué más podría necesitar para limpiar algo? Tampoco es que vaya causando desastre por mi casa, soy una persona limpia y al final del día no hay más que las inevitables motas de tierra sobre los libros que no leo desde hace tiempo.

Lo examino cuando se quita la camiseta e intento no decir nada respecto a que se la pone sobre su rostro. Es un chico extraño... Al igual que el hecho de que no tiene marca en su brazo - No estás marcado, que suerte, me han dicho que es doloroso - comento. En realidad no es que lo haya escuchado de una persona sin magia, sino que me lo dijo una amiga que lo escuchó de su propio esclavo. Solo que no sabía que se podía optar por no hacerlo, o quizás sí es obligatorio pero la tía Jeanice fue buena con él. No voy a meterme en el asunto.

- Me quedo aquí una vez al mes para compensar las guardias que no hago en el hospital en el que trabajo - suena como castigo, lo sé, y seguro mi superior lo considera así... Pero desde mi punto de vista es solo una dosis más grande de tortura en una menor cantidad de tiempo, y así lo prefiero - La mayoría son ebrios, como tu vecino allí - respondo señalando al tipo con la cabeza - Pero todos merecen la misma atención - agrego porque es lo que debo decir y no porque de verdad lo sienta.

Apunto con la varita a su torso y luego de un destello y ola de calor que dispara, el moretón comienza a disminuir - Demonios que soy buena - digo para mí con una sonrisa y tomo la remera del chico con una pinza para levantarla solo unos centímetros - ¿Sigues vivo o te moriste? - pregunto sonriente, otra vez - ¿Por qué se te hizo tan tarde? Yo en tu lugar haría los recados a la mañana para no ir contra tiempo... Luego pasan éstas cosas.
Anonymous
Kendrick O. Black
Fugitivo
Mierda, no me percaté de ese detalle. He visto la cicatriz de los esclavos toda mi vida, era un decorado común en aquellos que habían logrado escapar y terminar dentro del catorce. Recuerdo incluso cuando le pregunté a mi tío Ben cómo lo había conseguido y, en su momento y por culpa de mi poca edad, dijo que era una quemadura que se había hecho por accidente; tardó un tiempo en decirme la verdad y fue por culpa de Seth, a quien se le escapó. Solo me encojo de hombros como si diera por hecho mi suerte, me tengo que morder la lengua que me parece una barbaridad que anden marcando a las personas como un viejo ganado. ¿Acaso eso son los muggles para ellos, animales que ni siquiera reciben un buen cuidado o respeto? Ni sé por qué me formulo esa pregunta mental, cuando sé muy bien la respuesta.

¿Y por qué no haces las guardias? — tal vez para ella tiene toda una lógica, pero yo no tengo la más pálida idea sobre el tema así que prefiero preguntar. El hospital de mi casa funcionaba muy diferente a los que he visto en películas y series de televisión — Debes tener bolas como para aguantar estar aquí. No entiendo como no te fastidian, es un sitio peligroso. He oído mucho sobre los robos del norte — en realidad, vi algunos en mis meses como ciudadano honorario, pero tampoco voy a ponerme a hablar de eso. ¿Y qué si este esclavo falso se crió en la casa de su tía?

El calor que siento en el costado de mi cuerpo se siente extraño, pero agradable. Poco a poco, el calor va desapareciendo hasta convertirse en una sensación lejana, su propia felicitación me indica que parte de mis heridas ya deben estar curadas y eso es un paso más cerca de mi posibilidad de salir corriendo. Espero que no se me note la culpa cuando me arrebata la remera del rostro, haciendo que baje mis brazos porque no estoy seguro de si los esclavos entrenan. Sé que soy delgado, pero también sé que no tengo la contextura de alguien que tiene mala alimentación y solo limpia pisos — Creo que estoy vivo… al menos que la muerte sea así de deprimente — bromeo, abarcando el sitio con la mirada antes de regresar a ella — Te lo dije, tuve un obvio percance y se me hizo tarde. Si quieres, puedo curarme los golpes del rostro mañana en casa. Si las heridas más grandes se han ido… — es un poco urgente, pero me acomodo para sentarme en la camilla y mis piernas quedan colgando por el costado — Si me hacen preguntas, prometo decir que eres la mejor sanadora que alguna vez trató conmigo. ¿O prefieres que no diga que andas atendiendo esclavos? Ya ni sé lo que es legal o no — me ahorro el criticar al sistema y me cruzo de brazos en un intento de mantener mi calor corporal — ¿Puedo irme ya? — solo para afirmar que puedo hacerlo, me bajo de un ligero salto y tengo que aferrarme de ella para no caer al suelo por mi mal cálculo. Mascullo una disculpa y mantengo las manos en sus codos, evitando así que mi bolsillo trasero quede al descubierto en mis intentos de ir hacia la salida — Te devolveré el favor, lo prometo.
Kendrick O. Black
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Invitado
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Me entretengo unos segundos para retrasar el momento de la respuesta. No puedo ser del todo honesta porque cabe la posibilidad de que Tom sea un cotilla y toda mi familia termine enterándose del asunto. Ya puedo escuchar la charla familiar del domingo sobre cómo no aguanto las guardias porque soy débil y cómo debería limitarme a posar para los carteles publicitarios del hospital... Cosa que debería hacer ya que ¿Quién más que yo? Tengo una bonita sonrisa y un rostro agradable, definitivamente la clase de sanadora con la que todos querrían toparse - Soy más útil aquí - digo al final. Es cierto, lo que nos toca atender por las noches está más allá de mis habilidades - Y no creo tener "las bolas" - agrego pero la frase suena algo extraña en mi boca, incluso hago una mueca por lo vulgar que suena - Ofrezco ayuda ¿Tú me fastidiarías si fueras un delincuente? - pregunto con una ceja en alto.

Pongo los ojos en blanco con su broma y luego me trago las preguntas sobre su débil excusa. Comprendo que tuvo un percance pero ¿Qué clase de pelea se extiende por horas? El toque de queda es incluso luego del anochecer y de verdad no veo razones para salir tan tarde... Pero en fin, la tía sabrá manejar a su esclavo cuando llegue y todo lo que necesito es que diga que le dí una buena atención - ¿Es seguro que vayas a ésta hora? Puedes quedarte hasta que amanezca - propongo encogiéndome de hombros - Y puedes decir a la tía que te atendí... Alguien tiene que hacerlo ¿No? No es que vayas a contagiarme algo por eso - dejo salir, aunque a veces así nos lo pintan para que los dejemos de lado.

El chico se baja de la camilla y me apresuro a sostenerlo cuando se tambalea. No tiene nada en la cabeza, ya me aseguré de eso, pero está la chance de que se me haya escapado algo... Pero no puedo hacer mucho más aquí ni tampoco llevarlo a un centro más adecuado para su atención ¿Por qué hay tantas reglas? - Me lo cobraré cuando necesite una mano con la casa... Y supongo que puedes irte si me prometes que tendrás cuidado y con unas cuantas pautas de alarma ¿De acuerdo? Si te duele la cabeza, tienes náuseas, vómitos o te cuesta respirar me mandas a llamar. Y no olvides firmar.
Anonymous
Kendrick O. Black
Fugitivo
Pues claro que no — lo digo sin pensar, estoy seguro de que no seré el único que piense de esa forma, aunque de inmediato dudo porque no se me da bien esto de ser alguien que no sea yo mismo — ¿Por qué me metería contigo? — puedo ser muchas cosas, pero creo que jamás he pecado de poseer una mala educación. Me han enseñado a respetar a cualquiera que se muestre amable conmigo tanto como el rechazar cualquier actitud sospechosa o abusiva, pero ella no ha hecho otra cosa que hacer su trabajo desde que me aparecí acá. Sí, soy yo quien le está mintiendo, pero ese es otro tema muy diferente.

¿Quedarme hasta que amanezca? Es una pésima idea, pero tampoco sé qué clase de excusa funcionará con una persona que descubrirá quien soy con tan solo llegar a su casa. Solo puedo contestar con un meneo de la cabeza que es algo así como una negación, sin atreverme a poner en palabras que no deseo quedarme, que irme de aquí lo antes posible es lo más inteligente que puedo hacer. Me hago el responsable con una expresión falsamente concentrada a cada una de sus indicaciones, hasta que es una de ellas la que hace que la mire con un arqueamiento de cejas — ¿Firmar? — ahí va, se me escapa el niño salvaje de adentro, aunque creo que los esclavos también carecen de formación así que no debería sorprenderle mucho — Jamás he firmado nada. ¿No podemos simplemente dejarlo pasar y ya? — no me molesta el falsificar algún garabato, el problema está en que sabrán pronto que no ha sido el susodicho y querrán averiguar de quién se trataba. ¿Cuánto tiempo les tomará y mi ruta en busca de Simon dejará de ser segura?

El ronquido de su compañero me sobresalta, lo suficiente como para que me aferre a ella cuando me volteo para ver como el sujeto balbucea algo, se remueve y sus ojos pequeños intentan enfocar algo en la carpa. Me mira dos segundos, porque pronto se gira y vuelve a quedarse dormido, a juzgar por su pesada respiración. Aún así, yo sigo congelado y creo que en todo el distrito pueden escuchar los latidos enloquecidos de mi corazón — Solo dame el papel y… — doy algunos pasos hacia atrás y tironeo para recuperar la camiseta, haciéndola pasar por mi cabeza con tanta fuerza que golpeo mi varita. Ésta cae por el suelo, rodando entre nosotros hasta tocar su pie y estoy seguro de que, en los segundos de silencio tenso, me siento palidecer — Wow. ¿Cómo llegó eso ahí? — si salgo vivo de esta y NeoPanem se vuelve un sitio habitable para nosotros, jamás debo dedicarme a la actuación.
Kendrick O. Black
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Levanto mi índice y lo señalo pues ese es justo mi punto. Hay muchas personas trastornadas en Neopanem, pero todos tienen un por qué. No hay nadie que elija comportarse como salvaje solo porque quiere hacerlo, los ataques son dirigidos y no contra una simple sanadora que quiere hacer su trabajo. O al menos esa es mi experiencia, tal vez solo he tenido la suerte de no encontrarme con ningún psicópata en mis años de vida - ¿Ves? Estoy a salvo - agrego sonriente. Aunque, siendo honesta, quizás deba contar esa vez que me amenazaron con un pedazo de madera para que les entregue un poco de morfina... Un intento bastante patético.

Alzo las cejas sorprendida cuando me pide dejarlo pasar, no es para tanto ¿O sí? Solo una firma que lleva dos segundos - Ehh... No - respondo al final tomando el cuaderno entre mis manos para alcanzárselo - Es nuestra forma de controlar cuántos insumos se ocupan, quien ha estado aquí y esas cosas ¿Qué tal si por alguna razón intentan culparte de homicidio? Esta firma podría ser tu coartada - de acuerdo, no es el ejemplo más realista del mundo pero creo que deja en clara la idea.

Éste niño es muy asustadizo, tanto que empiezo a dudar del trato que puede darle mi tía. He visto a personas traumadas y generalmente los que se comportan así es porque tienen miedo incluso en el sitio en donde se supone que están seguros... Como en casa. Pero no llego a preguntar nada al respecto porque al moverse veo como una varita se cae de quién sabe dónde la tenía guardada - No de mi carpa, eso es seguro - respondo mucho más seria que antes y me agacho a tomar la varita con mi mano libre.

Ésta vez soy yo quien se sobresalta cuando una publicidad muy ruidosa interrumpe la serie que olvidé poner en pausa del teléfono y los rostros de siempre comienzan a correr... ¡Los rostros de siempre! ¡El chico! ¿Kendrick Duane? ¡No es un esclavo! - ¡TU! - exclamo horrorizada y lanzo todo al suelo, incluso la varita, en una desesperación por tomar la mía propia. No uno de mis momentos más brillantes pero nunca te preparan para esto.
Anonymous
Kendrick O. Black
Fugitivo
Se me escapa una risa nerviosa y forzada, tomando sus palabras como si se tratase de un chiste que me impide tomar la libreta que se supone que tengo que firmar, porque para excusas siempre soy mandado a hacer — ¿Qué loco sería eso? — porque no sé cómo un esclavo de mi estatura y con el cuerpo magullado podría estar cometiendo un asesinato, pero el mover mis manos entre sí es el mejor modo que tengo de zafarme de una firma… bueno, hasta que mi varita decide traicionarme, porque siempre me pasan estas desgracias.

Los segundos en los cuales ella se hace con mi varita están cargados de la tensión que pone mi garganta seca, siento que pasa una eternidad entre lo que ella se incorpora y un sonido que tardo en identificar interrumpe la carpa, haciendo que me gire hasta encontrar su teléfono — No, no… — obvio que no puedo ponerle pausa, lo primero que puedo hacer es alzar las manos tratando de tranquilizarla y, como ella se lanza hacia su varita, yo hago lo mismo con la mía. Casi me doy de boca contra el suelo por el impulso, pero acabo levantando mi arma y la apunto hacia ella, aunque la mano me tiembla y tengo la otra levantada en el aire para pedirle que no me ataque — ¡No es cómo ellos lo pintan! No quiero hacerte daño, lo lamento — ni siquiera sé por qué me disculpo, debe ser el impulso de saberme un engatusador que se ha abusado de su buena voluntad para que me quite las heridas. ¡Pero que ella se confundió primero!

Mis pasos van, poco a poco, hacia atrás. Su compañero se remueve en sueños, lo que me da a entender que todo el sonido debe estar llegando a su cerebro, así que me da menos tiempo de margen a pensar cómo actuar — Sé que estabas haciendo tu trabajo, nadie tiene que enterarse de esto. ¿O dejarías que alguien dañe al paciente que acabas de sanar? ¿No tienen una política respecto a eso? — y si no existe, acabo de inventarla — Solo me iré, nunca más volverás a verme y prometo que esto habrá muerto aquí. Pero si llamas a los dementores, si ellos vienen… Los dos estaremos en problemas. Meredith… — mi voz es suave y lastimera, lo único que me hace falta es ponerme de rodillas — No harías que un chico de dieciséis años termine besado por un dementor, ¿no? — porque sé que es de público conocimiento que ellos tienen el permiso para hacerlo.
Kendrick O. Black
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Su mano tiembla y entonces la mía empieza a hacer lo mismo cuando lo apunto. Cualquiera diría que somos dos directores de orquesta haciendo una batalla musical antes que dos personas intentando defenderse pero ¿Cómo se supone que voy a mantener la calma cuando tengo a un criminal apuntándome con la varita? Pero es un criminal amable y que dice que no es cómo lo pintan así que ¿Por qué no creerle? ¿Por qué sí creerle? ¡AHHHHGG! - ¡Si no quieres hacerme daño, no lo hagas! ¡Baja la varita! - exclamo con voz tan aguda que deberíamos agradecer que la carpa no tiene vidrios.

Se va apartando y sé que solo está hablando para salir corriendo a la primera oportunidad ¿Quién va a detenerlo? ¿Yo? No, señor. Por mí se puede ir a dónde quiera siempre y cuando no me haga daño ni a mí ni al ebrio - ¡No voy a llamar a los dementores! Somos tres personas aquí ¿Qué clase de monstruo crees que soy? - pregunto algo ofendida. Mi patronus no es tan bueno así que dudo poder defendernos a ambos y él es solo un niño así que quien sabe si podría darme una mano con eso.

- Solo no andes diciendo que te curé ¿De acuerdo? No quiero más criminales dando vueltas por aquí - pido dando mis propios pasos hacia atrás para pegarme a la mesa que tiene el carro de paro - Antes de que te vayas... Si no es como lo pintan ¿Entonces cómo es? - pregunto tranquilizando mi voz un poco.
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Kendrick O. Black
Fugitivo
¿Cómo voy a bajar la varita si no sé si tú quieres atacarme luego? — intento sonar lógico, pero se me va el tono cargado de histeria. ¿Qué clase de persona creo que es? Bueno, se está tomando la molestia de cuidar de ebrios y pobres en una zona que es peligrosa para su seguridad, así que dudo que sea un monstruo. Pero, tristemente, he aprendido que la gente hace locuras fuera de sus cabales cuando están en situaciones de peligro o estrés — Los dementores tienen prohibido atacar a civiles inocentes. Una persona normal se abusaría de ello… — alzo una ceja en sospecha y análisis, creo que eso dice más de ella que cualquier otra respuesta que pueda darle.

Entonces, lo que dice me da la idea de que dejará que me marche. La sorpresa se me plasma, pero mis pies son más rápidos y retrocedo hasta que mi espalda choca contra los pliegues de la entrada de la carpa. Lo que no me espero es esa pregunta — Pues ellos hacen cosas peores todos los días, de las que yo jamás he hecho. ¿Tengo pinta de criminal? — que me ha visto hasta sin remera, creo que no ha visto más que un mocoso herido y nervioso — Ellos solo quieren eliminar a los que piensan diferente, no a los verdaderos peligros. Sino, deberían eliminarse a sí mismos. Es un poco complicado… — no puedo darle cátedra cuando lo único que deseo es marcharme.

Bajo, poco a poco, mi mano y la varita desciende un poco, aunque no del todo y sigue sujeta con firmeza — No le diré a nadie, lo prometo. Los dos podemos olvidarnos de que esto ha pasado y seguir nuestros caminos. Lamento haberte mentido, pero… a veces no hay otra opción — giro la cabeza hacia la calle, chequeando que no venga nadie. Antes de que pueda decir algo más, le echo un último vistazo — Que tengas una buena noche, Meredith — y, sin más, empujo la tela que me separa del exterior para salir disparado, corriendo lo más rápido que me permiten mis piernas hasta que, al doblar la esquina, me convierto una vez más en un perro. Aquí no ha pasado nada.
Kendrick O. Black
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A hard day's night - Priv 2PHIgQq
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- ¿Por qué crees que voy a atacarte luego? ¡Soy una sanadora! - aunque he visto a sanadores peleando en la televisión así que me callo ni bien termino de hablar y hago una mueca confundida pues me hace dar cuenta de cuan jodido está el mundo. Sé que hubo una época en la que los médicos también iban a la guerra pero no debería ser así, nos preparan para otra cosa y yo no quiero levantar mi varita frente a nadie, no importa si se lo merece o no - Los dementores son desagradables por solo estar cerca, aunque no quieran hacerlo sientes como la felicidad de repente desaparece y eso... sé que hay cosas peores pero... no debería estar bien tampoco - comento al final mirando al suelo.

Claramente no tiene pinta de criminal pero ¿Cómo sería eso? ¿Acaso desconfiaría más de él si estuviese cubierto en tatuajes, con la cabeza rapada y una cicatriz en el rostro? Sería exactamente la misma persona, pero con una imagen diferente. Lo que lo convertiría en criminal seguiría siendo lo mismo así que no puedo fiarme - Sí, me estoy dando cuenta de que es complicado, Kendrick - uso su nombre verdadero, aunque Tom me gustaba más.

No puedo prometer que no le diré a nadie porque no podría cargar con la culpa. Mis amigos están del otro lado, todos aquellos en los que sí confío así que ¿Cómo podría mentirles solo para proteger a un chico que he conocido hoy? Pero no digo nada al respecto, solo asiento levemente y miro al borracho acostado pensando qué tan bello sería ser él ahora mismo. Él no va a recordar, probablemente no sea conciente de lo que está pasando junto a él en ésta carpa.

- Ten cuidado - pido ya cuando ha abandonado la carpa y bajo la varita. Sin previo aviso, las lágrimas empiezan a correr por mi rostro y me doy cuenta que es por el susto de lo que acaba de pasar ¡Tuve a un criminal en la carpa! O al menos a alguien a quién están tratando como criminal pero bien podría no serlo.
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