OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Recuerdo del primer mensaje :
Probablemente el sabor es asqueroso. Doy gracias al cielo el ser mago y tener una varita que ayuda a que la cocina quede como nueva, sin rastros de haber sido utilizada, en pocos segundos. Lo malo es que, por mucho que el chocolate se sienta en el aire, estoy seguro de que no puedo disimular que el fondo se me ha quemado y creo que el pastel se encuentra demasiado plano. Fue arriesgado, pero no podía perderme la oportunidad de aprovechar las horas en solitario para preparar una sorpresa de cumpleaños y no, no sé cocinar, eso ya era obvio, así que espero que no se sienta decepcionada. Que ni sé por qué me importaría, pero asumo que se debe a que siento que estoy en deuda con ella por todo lo que le estoy haciendo pasar, en especial porque soy incapaz de superar mi actitud de año nuevo. Ya estamos en marzo, pero hay cosas que uno simplemente no puede dejar atrás.
Puedo escuchar la puerta de entrada y me quedo quieto, agudizando el oído para poder analizar los pasos que avanzan por el pasillo. Acabo descartando a los habitantes masculinos de la casa y el peso de una mochila cayendo sobre el sofá me indica que se trata de la cumplañera, así que respiro una vez más con normalidad y corro para cerrar la puerta de la cocina con un portazo — ¡No entres! — le grito atolondrado. Tanteo hasta dar con la velita vieja que encontré en una de las alacenas y la coloco con algo de fuerza sobre el pastel, me basta con un golpecito de la varita para que se encienda la llama y tengo mucho cuidado de no echarla al piso en lo que la levanto para salir, haciendo algo de equilibrio para volver a abrir y salir de la cocina con mi regalo improvisado — ¡Feliz cumpleaños! Si es asquerosa, solo saca tu actriz interior y dime que es el mejor pastel que has probado en tu vida. Es la primera vez que preparo uno y en internet lo hacían parecer muy sencillo — cosa que no es, porque siento que no lo batí lo suficiente y creo que me he pasado con los huevos y la leche.
Me quedo de pie frente a ella y acomodo el bizcocho frente a ella con intenciones de que sople, listo para que todo el humo me vaya a parar a la cara — Debes pedir un deseo y te prohíbo que lo desperdicies en desear una cita con Dave. No usé mi tarde para eso — le sonrío con gracia, demostrando mi pequeña broma y muevo un poco el pastel de arriba a abajo para incitarla a que se apresure — Podemos comerlo entero en tu dormitorio y jugar a algo. ¿O tienes planes? — cosa que acabo de considerar y, a decir verdad, me apaga un poquito. A veces olvido que los Lackberg tienen una vida normal, con amigos fuera de estas paredes y no pueden vivir con el perro a su lado.
Probablemente el sabor es asqueroso. Doy gracias al cielo el ser mago y tener una varita que ayuda a que la cocina quede como nueva, sin rastros de haber sido utilizada, en pocos segundos. Lo malo es que, por mucho que el chocolate se sienta en el aire, estoy seguro de que no puedo disimular que el fondo se me ha quemado y creo que el pastel se encuentra demasiado plano. Fue arriesgado, pero no podía perderme la oportunidad de aprovechar las horas en solitario para preparar una sorpresa de cumpleaños y no, no sé cocinar, eso ya era obvio, así que espero que no se sienta decepcionada. Que ni sé por qué me importaría, pero asumo que se debe a que siento que estoy en deuda con ella por todo lo que le estoy haciendo pasar, en especial porque soy incapaz de superar mi actitud de año nuevo. Ya estamos en marzo, pero hay cosas que uno simplemente no puede dejar atrás.
Puedo escuchar la puerta de entrada y me quedo quieto, agudizando el oído para poder analizar los pasos que avanzan por el pasillo. Acabo descartando a los habitantes masculinos de la casa y el peso de una mochila cayendo sobre el sofá me indica que se trata de la cumplañera, así que respiro una vez más con normalidad y corro para cerrar la puerta de la cocina con un portazo — ¡No entres! — le grito atolondrado. Tanteo hasta dar con la velita vieja que encontré en una de las alacenas y la coloco con algo de fuerza sobre el pastel, me basta con un golpecito de la varita para que se encienda la llama y tengo mucho cuidado de no echarla al piso en lo que la levanto para salir, haciendo algo de equilibrio para volver a abrir y salir de la cocina con mi regalo improvisado — ¡Feliz cumpleaños! Si es asquerosa, solo saca tu actriz interior y dime que es el mejor pastel que has probado en tu vida. Es la primera vez que preparo uno y en internet lo hacían parecer muy sencillo — cosa que no es, porque siento que no lo batí lo suficiente y creo que me he pasado con los huevos y la leche.
Me quedo de pie frente a ella y acomodo el bizcocho frente a ella con intenciones de que sople, listo para que todo el humo me vaya a parar a la cara — Debes pedir un deseo y te prohíbo que lo desperdicies en desear una cita con Dave. No usé mi tarde para eso — le sonrío con gracia, demostrando mi pequeña broma y muevo un poco el pastel de arriba a abajo para incitarla a que se apresure — Podemos comerlo entero en tu dormitorio y jugar a algo. ¿O tienes planes? — cosa que acabo de considerar y, a decir verdad, me apaga un poquito. A veces olvido que los Lackberg tienen una vida normal, con amigos fuera de estas paredes y no pueden vivir con el perro a su lado.
¿Por qué he acabado rodeado de chicas que se burlan de mí? Mi única respuesta, para no rebajarme demasiado, es rodar los ojos con un suspiro y me aguardo en silencio a ver si dejan las tonterías, que tenemos cosas más importantes que tratar. Que Mimi se ponga seria hace que me acomode en el asiento con expectación y casi siento que me voy a caer de boca al suelo de tan cerca del borde de la cama que estoy. Siento que me desinflo con un escalofrío un poco desagradable, pero tengo la respuesta preparada sin haberme dado cuenta — Jamás seré como los Black. ¿Acaso no viste quienes me han criado? ¿No hablaste nunca con Ben sobre lo que fueron esos tiempos? — ellas eran niñas, yo ni siquiera existía. ¿Podría hacer algo así? ¿Podría perderme en un mundo de poderosos y caer en lo que solía ser mi familia? Me conozco, pero no sé nada de ellos que sea de verdadera importancia. ¿Cómo funcionaban de las puertas para adentro?
Las condiciones están sobre la mesa, el camino para mí tiene solo una dirección. Me siento algo agradecido por el modo que tiene Syv de verlo, aunque me quedo en silencio con mis propios pensamientos. Rasco mi mentón, no muy seguro de cómo tomar las riendas de la situación sin parecer un niño caprichoso — Si Mimi confía en que no haré estupideces… — lo dejo en el aire y paso una sonrisa hacia mi compañera blonda, me tomo hasta el atrevimiento de robarle un trozo del pastel que está comiendo y me lo llevo a la boca — Encontrar a Stephanie es solo una parte. Tampoco estoy seguro de querer gobernar, quiero decir… soy yo — ellas me conocen. Saben que no soy un político potencial, Mimi me ha visto pelear con Jared por el último bocadillo de queso y Syv me ha bañado en forma de perro — Pero… ellos temen a los Black y, sobre todo, le dan demasiada importancia a mi apellido real. ¿Por qué no ser exactamente la amenaza que ellos piensan que soy? Si nos quedamos callados… — suspiro, sé que estoy siendo un poco drástico y lo más probable es que mis compañeros del catorce me acusarían de enloquecer — otros tomarán la voz por nosotros y no estamos seguros de que nos representen. Y creo que todos estamos cansados de vivir en la dirección que nos están marcando. A veces, solo tenemos que tomar el timón si no nos gusta el panorama — me quito las migajas de la boca, algo que sé que me resta credibilidad. Y aún así, sospecho que he sonado lo suficientemente firme.
Las condiciones están sobre la mesa, el camino para mí tiene solo una dirección. Me siento algo agradecido por el modo que tiene Syv de verlo, aunque me quedo en silencio con mis propios pensamientos. Rasco mi mentón, no muy seguro de cómo tomar las riendas de la situación sin parecer un niño caprichoso — Si Mimi confía en que no haré estupideces… — lo dejo en el aire y paso una sonrisa hacia mi compañera blonda, me tomo hasta el atrevimiento de robarle un trozo del pastel que está comiendo y me lo llevo a la boca — Encontrar a Stephanie es solo una parte. Tampoco estoy seguro de querer gobernar, quiero decir… soy yo — ellas me conocen. Saben que no soy un político potencial, Mimi me ha visto pelear con Jared por el último bocadillo de queso y Syv me ha bañado en forma de perro — Pero… ellos temen a los Black y, sobre todo, le dan demasiada importancia a mi apellido real. ¿Por qué no ser exactamente la amenaza que ellos piensan que soy? Si nos quedamos callados… — suspiro, sé que estoy siendo un poco drástico y lo más probable es que mis compañeros del catorce me acusarían de enloquecer — otros tomarán la voz por nosotros y no estamos seguros de que nos representen. Y creo que todos estamos cansados de vivir en la dirección que nos están marcando. A veces, solo tenemos que tomar el timón si no nos gusta el panorama — me quito las migajas de la boca, algo que sé que me resta credibilidad. Y aún así, sospecho que he sonado lo suficientemente firme.
Puedo visualizar lo que Syv dice y trato con algo de dificultad el no imaginar toda la lista de enemigos públicos con su contraparte canina, mi primo sería un golden retriever de pelo castaño… ¡o un mastin tibetano! sí, ese le quedaba mejor. Tal vez, si Ken no estuviese de verdad implicado como perro, trataría de poner una publicación de ese estilo por internet; pero no lo haría por el riesgo que implicaba que alguien del ministerio se avivase y comenzase a buscar animagos. No iba a ser yo quien los guiara hasta el muchacho.
- A decir verdad, no tanto. Mi relación con mi primo no es de lo mejor en este último tiempo, pero eso no importa: entiendo lo que dices. - Son las creencias que kenny había querido pasarme también. Tenía mis dudas, y antes me costaba un poco imaginar la convivencia pacífica que describía, pero con la llegada de los del catorce había logrado que me incline un poco más por ese ideal. - Cuando dices las cosas de esa forma, no sé si suena peor o mejor, Albi. - Sonrío a la pantalla, y relajo mis hombros que en algún momento se volvieron tiesos. - Nunca he dicho eso.- reprocho en un murmullo indignado. Si confiase en eso, sería una ciega crédula. Todos cometemos errores y más que un par de estupideces, simplemente era cuestión de disminuir la cantidad.
- No necesitas gobernar, pero sí hacer uso de tu apellido, de tus experiencias y de tus ideales para liderar el cambio. El resto… el resto se va viendo. - Lo más difícil era demostrar que el cambio que propondría sería posible de conseguir. El movilizar a la gente lo suficiente como para arriesgarse e, indefectiblemente, el tener la valentía para tomar las riendas de un caballo que tenía todas las de perder. Y aún así… - Si ese es tu plan, si de verdad vas a meterte de lleno, te ayudaré… te seguiré incluso. Si has logrado que incluso Albi se entusiasme de verdad con esto… - Podían decir lo que quisieran de la albina, pero confiaba en ella. Confiaba en mí, y aunque estuviese equivocada… bueno, había peores formas de caer.
- A decir verdad, no tanto. Mi relación con mi primo no es de lo mejor en este último tiempo, pero eso no importa: entiendo lo que dices. - Son las creencias que kenny había querido pasarme también. Tenía mis dudas, y antes me costaba un poco imaginar la convivencia pacífica que describía, pero con la llegada de los del catorce había logrado que me incline un poco más por ese ideal. - Cuando dices las cosas de esa forma, no sé si suena peor o mejor, Albi. - Sonrío a la pantalla, y relajo mis hombros que en algún momento se volvieron tiesos. - Nunca he dicho eso.- reprocho en un murmullo indignado. Si confiase en eso, sería una ciega crédula. Todos cometemos errores y más que un par de estupideces, simplemente era cuestión de disminuir la cantidad.
- No necesitas gobernar, pero sí hacer uso de tu apellido, de tus experiencias y de tus ideales para liderar el cambio. El resto… el resto se va viendo. - Lo más difícil era demostrar que el cambio que propondría sería posible de conseguir. El movilizar a la gente lo suficiente como para arriesgarse e, indefectiblemente, el tener la valentía para tomar las riendas de un caballo que tenía todas las de perder. Y aún así… - Si ese es tu plan, si de verdad vas a meterte de lleno, te ayudaré… te seguiré incluso. Si has logrado que incluso Albi se entusiasme de verdad con esto… - Podían decir lo que quisieran de la albina, pero confiaba en ella. Confiaba en mí, y aunque estuviese equivocada… bueno, había peores formas de caer.
El hecho de que Mimi también haga referencia a una relación familiar complicada me hace suspirar, porque al parecer todos estamos metemos en una situación similar. ¿No hay una familia sin tantos problemas en Neopanem? ¿No? Lo que parecen ser problemas dentro de mi casa que me abruman, son secundarios para ellos que tienen otras ideas en mente, y no puedo negar lo fuera de lugar que me siento porque tengan opiniones tan claras sobre lo que esperan de involucrarse en todo esto que está pasando en el país, de la enorme responsabilidad que Ken se echaría sobre los hombros y de lo decidida que escucho a Mimi sobre participar. ¿Entusiasmada yo? Si quieren decirlo así… —Estaré para apoyarlos, si lo necesitan— es lo que puedo prometer por mi parte. No me animo a pensar en qué podría ser si Ken se volviera algo así como un ¿gobernante? Se me hace tan raro, pero por unos minutos en los que dura la charla puedo entender qué este puede ser un refugio para él, pero no es un lugar en el que pueda permanecer, porque hay otro fuera que lo espera. Ellos parecen dispuestos a buscar algo más que una mujer que desapareció hacia años, algo así como un cambio que puedan liderar. Por unos minutos puedo echar un vistazo a lo que está sucediendo fuera de las paredes de mi casa, del Capitolio mismo.
—¡Oh, por cierto!— salgo de ese estado en que mi mente no termina de asimilar todo lo que nuevo que se avecina, para volver hacia atrás y rescatar un detalle que se nos ha pasado por alto. Todo esto de Ken queriendo salvar el mundo casi hizo que lo olvidara. Sostengo la pantalla con mis manos para que parezca que abro mis brazos como para un abrazo. —¡Feliiiz cumpleañooos!— grito a la imagen que por momentos se ve con líneas de interferencia. —Sé que han pasado unos días, pero prometo hacerte un pastel cuando nos veamos. ¡Ken me ayudará!—. ¿Es el profesional en esto, no? Siempre puede seguir experimentado con pasteles que se rebelan a las leyes de gravedad si nuestro plan falla, por las dudas, no lo digo. —¿Verdad que sí?— busco la confirmación del chico y con mi mirada estoy rogándole que diga que sí porque de alguna manera tengo que compensar el no haberle mandado ni siquiera un mensaje en clave para saludarla. No importa lo que diga mi madre, Mimi sigue siendo mi mejor amiga a pesar de la distancia y como sea, quiero estar para ella. Como parece que también estaremos para Ken, así que no hay nada más que decir, estamos juntos en esto supongo.
—¡Oh, por cierto!— salgo de ese estado en que mi mente no termina de asimilar todo lo que nuevo que se avecina, para volver hacia atrás y rescatar un detalle que se nos ha pasado por alto. Todo esto de Ken queriendo salvar el mundo casi hizo que lo olvidara. Sostengo la pantalla con mis manos para que parezca que abro mis brazos como para un abrazo. —¡Feliiiz cumpleañooos!— grito a la imagen que por momentos se ve con líneas de interferencia. —Sé que han pasado unos días, pero prometo hacerte un pastel cuando nos veamos. ¡Ken me ayudará!—. ¿Es el profesional en esto, no? Siempre puede seguir experimentado con pasteles que se rebelan a las leyes de gravedad si nuestro plan falla, por las dudas, no lo digo. —¿Verdad que sí?— busco la confirmación del chico y con mi mirada estoy rogándole que diga que sí porque de alguna manera tengo que compensar el no haberle mandado ni siquiera un mensaje en clave para saludarla. No importa lo que diga mi madre, Mimi sigue siendo mi mejor amiga a pesar de la distancia y como sea, quiero estar para ella. Como parece que también estaremos para Ken, así que no hay nada más que decir, estamos juntos en esto supongo.
Un “se irá viendo” suena muy poco formal, pero es mejor que nada. Lo extraño viene cuando pronuncia palabras que no esperaba, porque escuchar que alguien dice que cree en mí lo suficiente como para seguirme si es necesario, me deja un momento fuera de juego. Sé que las cosas están mal, sé que nos hemos condenado hace tiempo, cuando no tuvimos mejor opción que pelear en un atentado del cual no todos estábamos al tanto. Me cuesta un momento el recuperar el tono de mi voz, me doy cuenta de que la he perdido por un quiebre emocional que me obliga a carraspear y sonrío con los labios apretados a la pantalla — Gracias, Mimi. De verdad. Te llevaré algún regalo cuando nos veamos — algo que repentinamente espero que pase pronto.
Para colmo, no me espero el saludo de feliz cumpleaños que Synnove saca de la galera y paso los ojos de una a la otra, en especial porque estaba seguro de que era la rubia la que estaba festejando y no la morena. Al final, acabo comprendiendo con un “oooohhh” mudo que me dobla toda la boca y abro los ojos de par en par — Lo lamento, no sabía… — me disculpo, con una mano en el corazón — Ayudaré con tu pastel. Necesitaremos un poco de motivación para lo que estamos por hacer y algo de comida siempre es una buena salida — además, Syv tiene una expresión que no me agrada mucho y que me dice que no puedo negarme. Es lo mínimo que puedo hacer, después de todo lo que ella está haciendo por mí. Al menos, es bueno saber que no voy a hacer esto solo.
Para colmo, no me espero el saludo de feliz cumpleaños que Synnove saca de la galera y paso los ojos de una a la otra, en especial porque estaba seguro de que era la rubia la que estaba festejando y no la morena. Al final, acabo comprendiendo con un “oooohhh” mudo que me dobla toda la boca y abro los ojos de par en par — Lo lamento, no sabía… — me disculpo, con una mano en el corazón — Ayudaré con tu pastel. Necesitaremos un poco de motivación para lo que estamos por hacer y algo de comida siempre es una buena salida — además, Syv tiene una expresión que no me agrada mucho y que me dice que no puedo negarme. Es lo mínimo que puedo hacer, después de todo lo que ella está haciendo por mí. Al menos, es bueno saber que no voy a hacer esto solo.
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