Reconozco el silencio que invade los pasillos este lunes por la mañana. Es el sonido del fracaso, de una nación que ha sido violada y los ojos del ministerio me señalan como el culpable, porque prometí tiempos de control y paz que jamás llegaron a cumplirse. ¿Si siento que les he fallado? Sí, pero no por las razones que muchos apuntan. No festejo la muerte de ese grupo de hombres y mujeres, pero sé muy bien que era necesario. Si nos hubiéramos rendido, la lista de bajar ahora sería mucho mayor y podríamos considerar este como el gobierno más enclenque de la historia de NeoPanem. No, de lo que me arrepiento es de haber sido humillado por un muggle que metió un dedo en mi culo y lo sacudió cómo se le dio la gana. Han sido dos días en los cuales he masticado mi odio y barajado cientos de opciones, inclusive la de fusilar a sus hijos en televisión. Por obvias razones, esa idea ha quedado descartada: primero porque no puedo matar a dos personas, una de ellas con peso político en mi propio equipo, así como así. La segunda es porque claramente a ese sujeto no le importa su familia. No, debo ser más listo que eso.

Los adornos de mi escritorio brillan por la luz solar que ingresan por el inmenso ventanal que tengo a mis espaldas, luciendo el paisaje más alto de todo el ministerio de magia. Ha dejado de nevar, pero el Capitolio sigue blanco. Doy algunos golpecitos en las pelotitas doradas que flotan, chocando entre sí, cuando la voz de mi comunicador anuncia la visita de una de las ministras. Arqueo la ceja izquierda en lo que doy mi permiso y, para cuando Silas ingresa, ya me he recargado sobre el escritorio y la espero con los brazos y pies cruzados, de pie delante del mueble — Me preguntaba cuándo alguno de ustedes iba a dar la cara. Parece que las juntas serán un poco incómodas esta semana, una verdadera lástima — hago una mueca como si de verdad me afectase esa actitud en mis ministros y paseo los ojos por la figura de Silas, hasta toparme con sus ojos — ¿Algo que decir, Jensen? ¿Alguna opinión que pueda ser de utilidad? — si tiene una opinión respetable, le daré una oportunidad. Si ella me falla, daré por hecho que debo rearmar mi plantel de allegados para que esto funcione.

Cuando uno de los sanadores tuvo la idea de llevarme un pastel de cumpleaños para "hacerme sentir mejor" supe que no podía estar ni un segundo más dentro de ese hospital. Me detuvieron la hemorragia y el examen mostró que no tenía lesiones en la cabeza así que si bien tenía órdenes de quedarme para un par de días más de observación, decidí salir por la puerta grande con un uniforme de sanadora para no tener que andar por ahí con el trasero al aire. Yo misma puedo estar atenta a los síntomas y volver de ser necesario, pero me siento bien y soy una ministra así que no tengo tiempo para estar de baja por lesión. Hay trabajo que hacer.

Así que al regresar al ministerio lo primero que hago es ir la oficina del presidente. Luzco un vestido hasta la rodilla para cubrir la horrenda cicatriz que me ha quedado y supe ocultar los múltiples moretones con un poco de magia y maquillaje. No quiero verme débil, demasiado hay con mi imagen casi derrotada en la televisión. Pero de todas formas no tengo de qué avergonzarme, era una adversaria digna y supe controlarla de todas formas, aunque eso casi me cuesta la vida.

- No creo ser quien deba dar la cara por lo ocurrido, pero es bueno saber que los demás aún no lo han hecho - respondo cerrando la puerta detrás de mí y camino hacia uno de los muebles para recargarme tal y yo él lo está haciendo en su escritorio. Me gustaría sentarme, la verdad, porque con las heridas que tengo andar en tacones no es una buena idea, pero no hay forma de que lleve esta conversación desde una silla, ya demasiado con la buena altura que me saca de diferencia.

- Sé que no busca una palmada en la espalda y que le diga que ha tomado la decisión correcta, señor presidente - comienzo con media sonrisa - Pero se lo diré de todas formas - finalizo con tono ameno. Esos aurores se lo buscaron por incompetentes de todas formas ¿Dejarse abatir por un grupo inferior como son los muggles? Me hace pensar que la academia de aurores tiene más presupuesto del que realmente merece por el mísero trabajo que está haciendo.

- En cuanto a nuestro nuevo problema, comenzaría por sacar toda la información posible de sus hijos, seguiría por los esclavos que han estado en el mercado hasta hace un año atrás para ver si había una especie de complot allí dentro y si efectivamente esos que han liberado serán soldados en su guerra... E interrogaría al respecto a Paul Jefferson que por su equipaje estamos seguros de que estaba a punto de comenzar un viaje al norte y con éstos nuevos datos, un encuentro con éstos mundanos no sería sorprendente - dejo salir éstas últimas palabras con lo último de aire que queda en mis pulmones - Si buscas armas, tengo decenas, una más pequeña que otra.

No necesito su confirmación, sé que he hecho lo correcto. Aún así, el movimiento de mi cabeza es amable y agradecido, me sirve como anotación mental para reconocer el mérito de mis colegas, obviando las lamidas de botas. Guardo silencio en lo que la ministra da su punto de vista y lo único que cambia es mi postura, con un codo acomodado sobre el brazo contrario para ser capaz de frotar mi mentón en un gesto pensativo. No son cosas alejadas de lo que ya había pensado, reconozco mi capacidad para manejar a las personas y mantener en funcionamiento a una organización. Al fin de cuentas, un país no es más que una mafia un poco más grande y con negocios más sucios — Sus hijos le temen, es obvio. Dudo que sepan mucho, pero será útil el mantenerlos cerca. No hay ministro que trabaje mejor que aquel que tiene las bolas bien apretadas, así que le sacaré provecho a la situación — mi madre supo rodearse de ministros carismáticos, ya veré yo qué tanto puedo jugar con ello. Y en cuanto a la profesora Powell… bueno, he estado leyendo su historial y es más que interesante.

Levanto un dedo para pedirle un minuto porque siento que está yendo demasiado rápido y ya he aprendido, hace mucho tiempo, que las lluvias de ideas no sirven de nada porque las gotas siempre se patinan entre las yemas — He estado pensando en cómo controlar a los esclavos ahora que no serán de fiar y estoy barajando unas cuantas opciones. No dejaré a los muggles impunes de esto ni tampoco le daré la posibilidad a los magos traidores de salirse con la suya. Hermann Richter desprecia la magia, pero hizo uso de ella al drogarlos a todos. Me encantaría tomarme un vino con ese sujeto — le quito importancia a Jefferson con una muequita de aburrimiento y me despego del escritorio — Tortúralo todo lo que quieras, pero si no suelta la lengua, ya sacrifícalo. Ni sé por qué gastamos recursos en mantener prisioneros cuando ya han demostrado que son un peligro si no se les corta el cuello en primer lugar. Tu hija es un muy buen ejemplo — se lo digo con todo el pésame que puedo darle al respecto.

— Tus sugerencias sobre armamentos son más que bienvenidas, pero no podemos ser estúpidos y apresurados. Si empezamos a lanzar bombas sobre el norte, aquellos renegados que están empezando a ver una posibilidad con este gobierno se nos volverán en contra. Los ciudadanos deben comprender que ninguna muerte será en vano y todo corre por la culpa de aquellos que decidieron atacar en primer lugar — le doy la espalda mientras hablo, teniendo así la oportunidad de acomodar algunos de los adornitos de plata que decoran uno de los rincones de mi ancho escritorio — ¿Qué crees de regresar a los Juegos Mágicos? — es una pregunta que suena demasiado casual y ni siquiera me molesto en echarle un vistazo, porque sospecho por donde vendrá su reacción.

Sé que la experiencia del señor Aminoff con su madre no es la mejor y por lo que tengo entendido no tiene hijos así que comprendo por qué no puede ver lo útiles que podrían llegar a ser sus hijos. Porque incluso yo, que no he prestado la más mínima atención a Veza y no he dudado en señalarla con el dedo cuando cometió traición, la dejé ir. Porque puede que ahora tenga que vivir como fugitiva pero al menos está viviendo en algún lugar. Quizás el señor Richter está loco, pero no descartaría la utilidad de sus hijos y cómo podrían brindarnos información si se los manipula adecuadamente.

Escucho lo que dice sobre los esclavos y los magos traidores asintiendo pues hay que hacer algo con ellos. Sin embargo no los sacrificaría de inmediato, habría que sacarles todo el jugo posible pero al parecer eso no está en los planes de Magnar. Es una lástima pero sé que no podré hacerlo cambiar de opinión aunque quiera intentarlo, está dónde está porque tomó el poder y desde el día uno ha dejado bien en claro lo que ocurre con los que se ponen en su contra.

Sin embargo hay algo sobre lo que sí puedo opinar. Porque hay respuestas correctas para ciertas cosas, luego respuestas honestas y también esas que deben ser dichas porque son las más convenientes, éste es el caso - Ella ya no es mi hija - dejo salir con tono seco y los ojos clavados en los suyos. Es esa, la respuesta conveniente para seguir hablando sin problemas - Y hasta dónde yo sé no ha habido noticias de ella - hasta dónde yo sé, y sé muchas cosas - Y no puedo ejecutar a Jefferson, no aún, será barato, lo prometo... Es mi proyecto - mi verdadero bebé, lo que cambiará el mundo.

Aprovecho que se da la vuelta para poner los ojos en blanco pues no sé qué demonios tienen los Niniadis con las bombas ¡No todo es fuego y sangre! La guerra que quiero está lejos de eso, pero como dijo, no podemos apresurarnos. Ni siquiera sabemos dónde están éstos muggles así que no sabríamos dónde enviar el agente. De hecho lo único que sé es que debo hacerlo crío-resistente o no servirá para nada.

Al parecer no solo les gustan las bombas de fuego porque el hombre me lanza una de lo más tranquilo que hace que se me corte la respiración. Juegos mágicos... Esos que destruyeron por completo mi familia, los que mataron a Albert y cambiaron por completo a Marcus. Los detesto. Los aborrezco y la sola idea de tenerlos de nuevo en la televisión me da náuseas. Por eso me tardo en responder, claramente no puedo dar una opinión honesta, dudo que haya una correcta y no tengo idea de cuál es la conveniente - ¿Por qué los regresaría? - pregunto intentando mantener la calma - Eran una herramienta para mantener a la población controlada mediante el miedo y los que ahora viven los relacionan con los Black - lanzar datos, es una buena forma de evadir respuestas objetivamente.

Me basta con analizar su postura para saber que no miente, a pesar de lo cuestionables que serían esas palabras en cualquier otra persona. Su hija cometió un delito que podría valerle su cabeza, siempre me han divertido los adolescentes imprudentes y es casi una casualidad que la mitad de nuestros enemigos sean filas de ellos. Siempre son volubles, siempre cometen estupideces en nombre de lo que creen correcto y sus fallas acaban siendo enormes, tarde o temprano. Su inexperiencia acabará jugando en su contra, los volverá vulnerables y, aunque intento no subestimarlos, sé que acabarán por meterse en la boca del lobo. Por eso quizá se lo dejo pasar, al menos por ahora — Procura que tu proyecto no te cueste caro. La última vez que alguien se tomó la libertad de jugar con los prisioneros, escaparon varios de ellos — una falla que pudo haberse evitado, pero yo estaba demasiado lejos como para poder hacer algo al respecto. Errores de otro gobierno, como ya bien dijimos.

Su silencio es momentáneo, pero me dice mucho más que sus palabras. Mis dedos limpian el borde de una de las pelotitas flotantes a pesar de no tener ninguna mancha, pero me ayuda a mantener el hilo de mis pensamientos sin perder la paciencia — Quiero que sea un castigo — me explico — Jamás pondría a un civil inocente en peligro, no me interesa realizar cosechas. Los Black han usado esa lógica, aunque intentaban disfrazarla de azar. Ese no es mi estilo — si la cagan, que se limpien el culo con las manos — Quiero una arena para muggles y traidores. Esclavos defectuosos, personas sin magia que han decidido que darle la espalda a las leyes de este país era lo más sabio que podían hacer. Magos y brujas que rechazan su sangre para correr tras ideas de antaño. Esos son los juegos que quiero: una condena verdadera, sin secretos ni matices. Si estás ahí, es porque te lo has ganado.

Le doy un golpecito seco con mis nudillos al escritorio y me giro hacia ella con mayor rapidez, producto de una nueva decisión — Estamos en guerra y el pueblo necesita distracción y algo mucho mejor: la sensación de venganza. Que su enojo por sus seres queridos que han caído sea dirigido hacia los verdaderos culpables de la ecuación. Lo han dicho los romanos hace siglos: pan y circo. Se lo daremos. Nadie tendrá las manos limpias cuando esto termine, pero ayudaré a lavarlas con el paso del tiempo.

Jefferson va a escapar solo si yo quiero que lo haga. Tengo control absoluto de ese tipo en el laboratorio y la seguridad no es tan mala como para considerar un escape de la base de seguridad. Además... Los rebeldes están destruidos, no tienen los recursos para planear un rescate ni la inteligencia para hacerlo, ya lo han demostrado una vez cuando lo único que lograron hacer fue empeorar su opinión pública y ganarse un buen número de muertos - Oh... Si solo pudiera verlo cuando está sobre mi mesa, es un deleite - respondo con una sonrisa de lado y ojos que podrían considerarse soñadores si no estuviésemos hablando de torturar abiertamente a una persona.

Las palabras de Magnar me traen tranquilidad pues unos juegos para gente que lo merece me parece más que justo y eso dejaría a salvo a los simples ciudadanos cuyo único crimen ha sido levantarse demasiado tarde un día de semana. A medida que avanza en su idea también lo hace una sonrisa en mi rostro y pronto comienzo a imaginar lo que podría ser esta nueva edición de la arena... Una en la que no tendría por qué haber vencedores pues las personas mueren por accidente ahí adentro, y sería mucho drama porque los traidores van juntos, tendrían que asesinarse entre ellos.

- La nueva arena generará muchos puestos de trabajo así que eso dejará contentos a muchos en el sentido económico, las apuestas nos darán recursos y dudo que los patrocinadores quieran invertir en traidores así que pueden desviar su dinero al show y no a la persona - comento dando unos pasos hacia él, ya más relajada que antes - ¿Puedo jugar con los tributos? Tengo ideas, mi departamento puede ayudar y mucho - propongo aunque sería desviarnos del objetivo principal, podría hacerlo pero no me encanta la idea de salir de la pelea real para concentrarnos solo en la distracción - Aunque para llevar a cabo ésto primero tendrás que atrapar suficientes participantes ¿Crees que los de seguridad podrán hacerlo con regularidad? Hay que conseguir magos traidores, los muggles son aburridos, son fáciles de matar.

— Silas, Silas… — el tono de mi voz está cargado de orgullo y fascinación. Atravieso la distancia que nos separa en pocos pasos, me siento libre de tomar su barbilla entre mis dedos y alzar su rostro para que pueda ver la sonrisa que tiñe mis labios y delata el blanco de mis dientes — ¿Te he dicho lo mucho que me agrada tu mente? Siempre tan centrada, siempre acertada en las ideas que quiero expresar. Agradezco tener a una mujer tan avispada entre mi grupo de ministros, cuya inutilidad cada día es sinónimo de una nueva preocupación — suelto con cuidado el agarre, no dejo caer mi mano porque la llevo a mi propio mentón, acaricándolo con mis dedos en un gesto lento — Puedes, pero recuerda que debes pasarme un informe. No quiero reclamar un tributo y encontrarme con alguna sorpresa — les guste o no, tener todo mínimamente controlado es lo que nos dará el orden para hacer las cosas como es debido.

Vuelvo a darle la espalda, pero en esta ocasión para ir hacia una de las paredes. Un chasquido de mis dedos basta para que la pantalla holográfica se extienda a su largo y ancho, mis dedos se apresuran a tocar algunos botones hasta poder dar con las imágenes de los más buscados. Por lógica, Stephanie Black aparece en primer lugar, pero un pase de mi dedo sirve para hacer que, uno a uno, los rostros empiecen a desfilar — Nosotros atacaremos con magia, pero ellos no. Si eres un mago que nos ha traicionado, no tienes derecho a usar una varita — me explico — Hay unas cuantas personalidades aquí que darían un espectáculo interesante, ¿no crees? Mis hermanos, la mujer que asesinó a Annie Weynart… ¿Quién no pagaría por ver a gente como Benedict Franco o Derian Castle una vez más en una arena? — aunque paso la imagen de la niña rubia con algo de desinterés, estiro la mano contraria para abrir otra carpeta. La primera en aparecer es Phoebe Powell, señalada como un individuo bajo vigilancia junto a la imagen de su padre. Los Powell, los Weynart, Lara Scott, Ariadna Tremblay… sus fotografías van pasando, unidas a sus datos personales — Si alguno de ellos se sale de la línea, si dan un paso en falso, si abren la boca o demuestran que son un peligro, también los quiero allí. Incluso a esta niña tan bonita — señalo la imagen de Meerah Powell, cuya fotografía brota junto a la de su padre — Los dejaré vivir en mi organismo hasta que demuestren que tan dañinos pueden ser como bacterias, pero no dejaré que nos enfermen. Verás, me gusta tener cerca a aquellos que pueden causar problemas. Y sé que, con el miedo suficiente, podrán hacer lo que yo quiera de ellos y evitaremos muy inteligentemente una tragedia. Me rompería el corazón romper tan bonitas familias por tonterías que pueden evitarse.

Me volteo de lado, para poder enfrentarla una vez más — Iniciaremos con los esclavos y traidores que podamos capturar, sé que será un largo camino de producción, pero cuento contigo. No habrá ganadores, solo un coliseo donde ellos se destripen mientras nos demuestran una vez más que nosotros somos superiores. Que se muestren como los animales que son, de una buena vez.

A medida que se acerca y toma mi rostro intento mantener la respiración calma. Resaltar entre un grupo de ministros inútiles es lo mínimo que puedo hacer, pero de verdad me agrada que el presidente lo note así que le devuelvo la sonrisa y me encojo de hombros. Son la clase de situaciones que me hacen creer que todo ha valido la pena, estoy dónde siempre debería haber estado, por fin y demonios que estoy haciendo un buen trabajo - Soy la maestra de los informes, presidente Aminoff - respondo cruzándome de brazos, orgullosa. Comprendo la burocracia y no me cuesta seguirla, a diferencia de la mayoría de los funcionarios.

Cuando Magnar abre una pantalla holográfica con solo chasquear sus dedos, resoplo pues no tengo más remedio que tomar los lentes del bolsillo de mi vestido y ponérmelos para poder ver con atención. Los primeros rostros son esperables, gente que espero que podamos ver matando par no morir, muchos de ellos son salvajes como lo han mostrado en el atentado así que son garantía de espectáculo. Pero luego... Lo que viene me sorprende bastante. Sin embargo comento sobre sus primeras palabras antes de emitir ningún juicio sobre lo siguiente.

- Tendremos que repasar sus juegos para aprovechar los viejos traumas en la nueva edición, un túnel del recuerdo siempre es bien recibido - definitivamente me gustaría ver a esos dos, así como a Kendrick y darle a ese estúpido niño lo que se merece de una vez por todas. En cuanto a los demás... Conozco a los Powell y al resto vagamente, sé que una de ellas es sanadora y estoy casi segura de que me ha salido la niña como sugerencia en mis redes sociales, el punto es que son habitantes de Neopanem que viven bajo el régimen de Magnar sin saber que tienen una mira sobre sus nucas.

- Sabe elegir muy bien sus palabras, presidente ¿Cómo voy a decir que no cuando usa una analogía sobre bacterias? - bromeo con una sonrisa mientras leo los datos personales para conocer mejor a éstas personas. Ahora la verdadera pregunta es... ¿Cuál es el límite para pasar de estar en un sitio seguro a la lista negra privada de Magnar? Porque puede que ahora estemos charlando como si nada sobre cómo enviar éstos tributos a un coliseo pero ¿Qué hay de mañana? ¿Qué pasará cuando se aburra de aquellos que estamos a su lado ahora?

- La señorita Scott demostró no tener miedo ahora, pero cuando tenga a su bebé creo que será fácil controlarla... Los niños se pierden con facilidad - comento pensativa pues su actitud en el funeral muestra su potencial de rebeldía - Y claro que cuentas conmigo, será un show y un castigo al mismo tiempo, Neopanem lo esperará con ansias y temerá con la misma intensidad - así todos, absolutamente todos, lo pensaremos dos veces antes de hacer algo - ¿Conservaremos las semanas de preparación una vez que los atrapemos? ¿O los largaremos sin más al coliseo? - pregunto pues lo primero requeriría de otro tipo de planificación, tiempo y dinero.

Sus palabras me obligan a ladear el rostro, busco las facciones de Lara Scott en las fotografías que siguen desfilando con lentitud. En cuanto veo sus ojos aparecer, le doy el toque necesario para que su información se expanda. Hija de un hombre rebelde, mujer de un ministro que marca las leyes que acabaron con su padre. No se necesita ser un sabio para saber que esa historia no tiene final feliz — Me gustaría visitarla. Siempre que no le queden grabadas mis segundas oportunidades, los dientes de licántropo se graban muy bien en las piernitas carnosas de los bebés. Powell se volverá un cachorro amaestrado con facilidad por ellos y, aunque odie admitirlo, nos es útil — supo ganarse a la gente, pero lo que más me interesa es que se trata de un sujeto listo, cuya conexión con Hermann Richter puede ser más que útil. Si el bebé está bajo amenaza, tendremos a sus padres comiendo de la nuestras manos. Y los juegos serán el castigo si se voltean.

Paso un dedo para sacar a relucir algunos rostros nuevos, algunos de los empleados mismos del ministerio. Tener la atención en ellos hace que tarde un momento en sacudir la cabeza y apago la pantalla — Tendremos que generar un nuevo sistema, nos tardaremos unas semanas. Confío en que el departamento de ciencias podrá presentarme el diseño de una buena arena para abril. ¿Crees que puedes trabajar con Weynart para que el departamento de criaturas te ceda algunas? Los romanos poseían leones, nosotros podemos hacerlo más interesante — regreso sobre mis pasos hasta llegar a ella y, con total impunidad, acomodo un poco sus lentes. Se me asoma una sonrisa ladina — La guerra puede ser la supervivencia del más fuerte, pero nosotros les demostraremos que se trata de la supervivencia del más listo. Y si hay que pisar cabezas para conseguir la paz y los derechos que tanto nos merecemos, pues que así sea.

Se me escapa una risa de solo imaginar al pobre bebé en la boca de un lobo por la estupidez de sus padres. Podrían simplemente jurar lealtad, ser ciudadanos pensantes y dejar al niño fuera de peligro, ya veremos que deciden. Mi lobo fue más figurativo pero terminé entregando a Lea de todas formas para salirme con la mía, sin embargo no veo a Hans haciendo eso con su prole, supo ganarse su lugar, trabaja bien cuando quiere pero... Tiene un punto blando en algún sitio y lamentablemente lo está dejando mostrar mucho últimamente.

Escucho que me da plazo hasta abril y pronto comienzo a acomodar planes en mi cabeza. La estructura ya está hecha, así que solo hay que acomodar el relleno... plantar algunas proyecciones, cultivar las plantas apropiadas para conseguir venenos que jueguen con sus mentes, arreglar el asunto de las criaturas para lo cuál iré a hablar con Riorden ahora mismo. No hay tiempo para diseñar bichos completamente nuevos porque la genética lleva tiempo, pero estoy segura de que con el tiempo iremos mejorando el show.

Me toma por sorpresa cuando acomoda mis lentes pues estoy sumergida en mis pensamientos y hago una mueca antes de quitármelos con rapidez y guardarlos en su lugar. No me gustan pero los necesito y, curiosamente, tengo los ojos muy sensibles como para usar lentes de contacto... Todos tenemos un punto débil, supongo que el mío es ese. Lástima que no pueda ser usado por los demás - Los leones son aburridos, conseguiré algo mejor e intentaré plantearlo de forma que no toque la fibra sensible de los que fueron heridos en el atentado... La primera edición tiene que ser un deleite, que convenza a todos - respondo tomando aire pues tengo mucho trabajo de aquí en adelante.

- Tendrás tu arena en abril, los gladiadores corren por tu cuenta - agrego antes de ponerme de puntillas y dar un beso en su mejilla a modo de despedida. Me intimida un poco, sí, y cada movimiento cerca que hace me eriza la piel pero no dejaré que se note... y la mejor defensa es un ataque - Nos vemos, señor presidente, vienen días gloriosos para nosotros.