OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Enero
Ni bien mis pies aterrizan sobre el piso de la sala, me dejo caer en el sofá y sigo respirando lo más profundo que puedo para recuperar todos mis sentidos al 100%. Estoy cansado y no en el buen sentido, de verdad me pegué un buen susto con lo que pasó y espero que nos den unos días antes de reincorporarnos al trabajo porque ahora mismo tengo ganas de nada. Sé que Kida debe estar dando vueltas por algún lugar, probablemente aún con los ojos pegados en la televisión de mi cuarto, de la sala de juegos o quién sabe dónde, me inclino hacia lo primero porque es el único sitio al que tiene terminantemente prohibido entrar.
Estiro las piernas y sin decir nada voy hasta el baño para darme una ducha de agua caliente. Encanto la puerta para que no escuche que ya he llegado y me tomo allí unos minutos. No sé qué tiene el agua, es algo tan mundano como los muggles que nos hicieron atacarnos entre nosotros, pero aún así tiene un poder de recuperación hermoso que me ha salvado muchas veces tras largas noches de parranda que ya no son posibles. Ahora me limpia de las secuelas de un duelo agresivo, más de fuerza que de estrategia... Eso me pasa por chocarme con una loba.
Salgo como un hombre nuevo, me pongo un pijama y ahora sí ya estoy listo para charlar con Kida así que subo a mi habitación en dónde encuentro a la niña, tal y cómo pensaba, con los ojos pegados a la pantalla - Creí decir un millón de veces que no puedes entrar aquí, Kida - digo cruzado de brazos y con las cejas en alto, pero sin una pizca de enojo. Creo que me estoy inmunizando a ciertas actitudes suyas - ¿Por qué me ves por ahí si me tienes en vivo y en directo? Anda, apaga eso.
Ni bien mis pies aterrizan sobre el piso de la sala, me dejo caer en el sofá y sigo respirando lo más profundo que puedo para recuperar todos mis sentidos al 100%. Estoy cansado y no en el buen sentido, de verdad me pegué un buen susto con lo que pasó y espero que nos den unos días antes de reincorporarnos al trabajo porque ahora mismo tengo ganas de nada. Sé que Kida debe estar dando vueltas por algún lugar, probablemente aún con los ojos pegados en la televisión de mi cuarto, de la sala de juegos o quién sabe dónde, me inclino hacia lo primero porque es el único sitio al que tiene terminantemente prohibido entrar.
Estiro las piernas y sin decir nada voy hasta el baño para darme una ducha de agua caliente. Encanto la puerta para que no escuche que ya he llegado y me tomo allí unos minutos. No sé qué tiene el agua, es algo tan mundano como los muggles que nos hicieron atacarnos entre nosotros, pero aún así tiene un poder de recuperación hermoso que me ha salvado muchas veces tras largas noches de parranda que ya no son posibles. Ahora me limpia de las secuelas de un duelo agresivo, más de fuerza que de estrategia... Eso me pasa por chocarme con una loba.
Salgo como un hombre nuevo, me pongo un pijama y ahora sí ya estoy listo para charlar con Kida así que subo a mi habitación en dónde encuentro a la niña, tal y cómo pensaba, con los ojos pegados a la pantalla - Creí decir un millón de veces que no puedes entrar aquí, Kida - digo cruzado de brazos y con las cejas en alto, pero sin una pizca de enojo. Creo que me estoy inmunizando a ciertas actitudes suyas - ¿Por qué me ves por ahí si me tienes en vivo y en directo? Anda, apaga eso.
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Su amo se había ido a un evento importante y por supuesto que durante su ausencia, Kida dividió el tiempo para realizar las tareas que él le había indicado, pero también para aprovechar a jugar, practicar su lectura y por supuesto, rebuscar en el armario de sombreros de Vik. Ese mueble era maravilloso y muy brillante.
Frente al espejo de cuerpo completo, posó con cada uno de ellos y luego los devolvió a su lugar, antes de sentarse en el borde de la cama para encender el televisor.
No le costó mucho encontrar el canal donde pasaban en vivo el funeral de la pelirroja que tantos escalofríos le causaba, estando viva y muerta también.
Sonrió a la pantalla y achinando los ojos, intentó encontrar a su amo entre la multitud de personas que asistieron. Seguro que él sobresalía.
Cuando todo el desastre comenzó, Kida frunció el ceño al ver el humo y soltó un grito aterrado al ver como los hechizos comenzaban a volar de un lado al otro.
La televisión seguía transmitiendo, su corazón palpitaba a mil por hora y el dolor en su pierna aumentó, sobretodo al ver como una mujer atacaba sin piedad a Viktor. —¡DÉJALO IR, DÉJALO IR!— Gritó golpeando la pantalla, como si del otro lado alguien pudiese escucharla.
No, no podía ver esa pelea.
Tomó su bastón para salir del dormitorio y como bajó apresurada las escaleras, terminó tropezando en los últimos escalones y cayó al suelo golpeando su barbilla.
Un par de minutos después, cuando por fin alcanzó la cocina, se puso a preparar un emparedado mientras las lagrimas empapaban sus mejillas. No por el dolor de la caída, si no por el miedo de que algo malo le sucediera a su amo.
Como pudo, colocó la comida en un plato y envolvió el sándwich en una servilleta. Así, volvió a subir las escaleras hasta alcanzar el dormitorio una vez más.
Estaba agotada.
Al tomar asiento sobre la cama, observó en la pantalla como un lugar conocido estaba siendo consumido por las llamas. Oh no, ¡sus amigos!
No tuvo tiempo de reaccionar, una voz le hizo brincar del lugar y aún llorando histérica por todo lo que estaba sucediendo, caminó como pudo sin el bastón y se lanzó a abrazar a su amo. —¡SABÍA QUE ESTABAS BIEN! TE...TE VI EN LA TELE.— Gritó entre sollozos apretujando las caderas de Viktor. —Y...y esa mujer te estaba haciendo mucho daño...pero sabía que estarías bien y...¡TE PREPARÉ UN EMPAREDADO SIN QUEMAR!
Frente al espejo de cuerpo completo, posó con cada uno de ellos y luego los devolvió a su lugar, antes de sentarse en el borde de la cama para encender el televisor.
No le costó mucho encontrar el canal donde pasaban en vivo el funeral de la pelirroja que tantos escalofríos le causaba, estando viva y muerta también.
Sonrió a la pantalla y achinando los ojos, intentó encontrar a su amo entre la multitud de personas que asistieron. Seguro que él sobresalía.
Cuando todo el desastre comenzó, Kida frunció el ceño al ver el humo y soltó un grito aterrado al ver como los hechizos comenzaban a volar de un lado al otro.
La televisión seguía transmitiendo, su corazón palpitaba a mil por hora y el dolor en su pierna aumentó, sobretodo al ver como una mujer atacaba sin piedad a Viktor. —¡DÉJALO IR, DÉJALO IR!— Gritó golpeando la pantalla, como si del otro lado alguien pudiese escucharla.
No, no podía ver esa pelea.
Tomó su bastón para salir del dormitorio y como bajó apresurada las escaleras, terminó tropezando en los últimos escalones y cayó al suelo golpeando su barbilla.
Un par de minutos después, cuando por fin alcanzó la cocina, se puso a preparar un emparedado mientras las lagrimas empapaban sus mejillas. No por el dolor de la caída, si no por el miedo de que algo malo le sucediera a su amo.
Como pudo, colocó la comida en un plato y envolvió el sándwich en una servilleta. Así, volvió a subir las escaleras hasta alcanzar el dormitorio una vez más.
Estaba agotada.
Al tomar asiento sobre la cama, observó en la pantalla como un lugar conocido estaba siendo consumido por las llamas. Oh no, ¡sus amigos!
No tuvo tiempo de reaccionar, una voz le hizo brincar del lugar y aún llorando histérica por todo lo que estaba sucediendo, caminó como pudo sin el bastón y se lanzó a abrazar a su amo. —¡SABÍA QUE ESTABAS BIEN! TE...TE VI EN LA TELE.— Gritó entre sollozos apretujando las caderas de Viktor. —Y...y esa mujer te estaba haciendo mucho daño...pero sabía que estarías bien y...¡TE PREPARÉ UN EMPAREDADO SIN QUEMAR!
El abrazo debería sorprenderme, meses antes la habría rechazado con una mueca de asco pero ahora nada más sonrío sin que pueda verme y le palmeo la espalda tres veces de la forma menos cariñosa que puedo - Anda, ya, déjame respirar que ya suficiente tuve con esa loca - digo aún con una sonrisa en el rostro que borro ni bien me separo lo suficiente para que pueda verme - ¿Un emparedado sin quemar? Es todo un logro de tu parte, necesito probar eso - agrego luego buscando el aperitivo y metiéndolo en la boca casi de un solo bocado, podría hacerlo pero no soy tan bestia.
Tomo asiento en la cama y agarro el control para retroceder la imagen hasta la parte en la que muestran mi pelea con la líder de la manada de lobos. El casco burbuja me hace lucir inteligente, luego el aqua volatem muestra toda mi habilidad mágica, así como la luz contra la loba y el final le da un final asombrosamente épico. Sí, he hecho un buen trabajo y creo que puedo caminar por las calles del Capitolio con el pecho en alto por haber dado un gran show. Mi imagen sale limpia del caos, una vez más.
Pero ni bien termina eso, la voz de Hermann se escucha en la televisión y trago con dificultad el bolo de pan y relleno que se formó en mi boca. Va a armar un ejército de muggles, uno que luchará contra los magos, gente como Kida que se está uniendo para poner fin a las personas de nuestra raza - ¿Qué opinas de éste Hermann? - tanto el terreno justo antes de dar un nuevo mordisco a la mitad que queda, ésta vez más pequeño pues necesito librar mi garganta rápido para pegar un grito en el cielo o hacer cambiar de opinión a la niña - Un loco ¿No?
Tomo asiento en la cama y agarro el control para retroceder la imagen hasta la parte en la que muestran mi pelea con la líder de la manada de lobos. El casco burbuja me hace lucir inteligente, luego el aqua volatem muestra toda mi habilidad mágica, así como la luz contra la loba y el final le da un final asombrosamente épico. Sí, he hecho un buen trabajo y creo que puedo caminar por las calles del Capitolio con el pecho en alto por haber dado un gran show. Mi imagen sale limpia del caos, una vez más.
Pero ni bien termina eso, la voz de Hermann se escucha en la televisión y trago con dificultad el bolo de pan y relleno que se formó en mi boca. Va a armar un ejército de muggles, uno que luchará contra los magos, gente como Kida que se está uniendo para poner fin a las personas de nuestra raza - ¿Qué opinas de éste Hermann? - tanto el terreno justo antes de dar un nuevo mordisco a la mitad que queda, ésta vez más pequeño pues necesito librar mi garganta rápido para pegar un grito en el cielo o hacer cambiar de opinión a la niña - Un loco ¿No?
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