The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Viktor R. Carstairs
Miembro del Departamento de Justicia
Enero

Mi cuarto fue la única habitación en toda la casa que se salvó del desastre causado por la fiesta de año nuevo. No me arrepiento de nada ya que me permitió estar acompañado en un día como ese, pero me parece increíble que días después siga encontrando cosas escondidas en las esquinas. No puedo culpar a Kida ya que la pobre hace lo que puede y a mí también se me han pasado unas cuantas cosas que se supone que yo me ocuparía de lo pesado y de todo aquello que diera riesgos de contraer hepatitis si se tocara. En fin. Desde la fiesta que no encuentro mi credencial de mi club favorito, probablemente la han robado pero antes de hacer acusaciones debo revisar debajo de la cama en donde están todas las cosas importantes. Así que voy hasta la habitación y empiezo a revolver en las cajas hasta que encuentro una en particular.

El aniversario del fallecimiento de Rowie fue en primavera, siempre me tomo el día para recordarlo pero por alguna razón el año pasado lo he olvidado ¡Lo he olvidado! ¿Cómo se me pudo haber pasado la fecha que tan religiosamente respeté por décadas? Me siento culpable y pronto me aparece una pesadez en el pecho que quiero eliminar pero no sé cómo ¿Con llanto? Quiero llorar pero no me sale, hace muchos años que no aparecen lágrimas en mis ojos y temo haber perdido la capacidad de hacerlo... ¿Alcohol? Podría beber un poco, de todas formas solo está Kida en la casa y esa niña creo que ya me ha contado todos los detalles que cruzan por su cabeza.

Llevo las fotografías de mi hermanito en la mano hasta que voy a la bodega de donde saco una botella de vodka y empiezo a dar los primeros tragos. Siento el calor en mi garganta, uno que me quema más de lo que recordaba pues hace mucho que no meto ésta bebida en mi sistema. Un trago, dos tragos... Para el cuarto de botella siento como la opresión en el pecho se va desmoronando dando lugar a las primeras lágrimas. Un trago más y la vocecita de Kida aparece en mi cabeza, estaba equivocado, no quiero escuchar a nadie ahora.

De todas formas sigo bebiendo, como si el líquido me ayudara a recuperar la hidratación luego de tantas lágrimas, las cuales siguen saliendo... Es liberador pero sin sentido, no la terapia que necesito exactamente pero será suficiente para seguir adelante mañana. La voz de Kida se hace más fuerte así que solo desaparezco rumbo al primer sitio que viene mi mente, un pequeño departamento que me encuentro vacío lo cual es decepcionante pero quizás es justo lo que necesito para recuperarme.

Me dejo caer en el sofá sorprendiéndome al no ver la botella en mis manos, quizás quedó en mi mansión, pero sí tengo las fotografías y eso es suficiente. Las aprieto contra mi pecho a medida que las lágrimas siguen saliendo y finalmente cierro los ojos hasta que todos los sinsentidos se borran de mi cabeza, me dejo ir y sueño con mi hermano... Ese que no pude salvar y que temo estar olvidado poco a poco. Sé que han pasado décadas pero es la persona que más quise en le mundo y si bien mis padres siguen vivos, a veces siento que en mi mente es el único sitio en donde sigue con vida.
Viktor R. Carstairs
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Invitado
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Estoy muy cansado. No tanto como en otras ocasiones, pero sí bastante. He pasado más de medio día trabajando… Y no me quejo, lo cierto es que lo he hecho por gusto… aunque no me gusta dejar a Chi tanto tiempo solo en casa, sobre todo ahora que ya puede salir a pasear… pero a veces me sigue dando por hacer horas extra porque así me distraigo de las cosas que suceden más allá de las paredes del hospital. Claro que estando dentro me entero de muchas cosas porque llegan heridos o gente enferma relacionada con personas que han pasado por experiencias desagradables, pero no es lo mismo que ir por la calle y ver los carteles de búsqueda o estar en casa y que pasen en la televisión alguna noticia desagradable.

No pasan más que cosas desagradables. Aún me afecta pensar que alguien asesinó a Niniadis. No es que le tuviese mucha simpatía, puesto que esa mujer mantenía el régimen de esclavitud muggle, entre otras cosas, sin ningún tipo de compasión por los niños… pero que asesinen a una cabeza de estado es malo. Y las cosas ni siquiera han mejorado, el nuevo presidente no es que sea un alma de la caridad…

En fin.

Voy caminando de vuelta a casa con la cabeza casi gacha. Debería utilizar una escoba o algún medio de transporte, porque con los peligros que hay en la calle un día quizá no llegue a casa… pero me gusta caminar. Aunque ahora parece que los pies me pesen, no he tenido un buen día y aunque suela estar alegre, a veces también tengo días de bajón… al fin y al cabo, yo también soy un ser humano.

Abro la puerta de casa y me sorprende Chi cuando viene a recibirme, que en lugar de estar cariñoso como siempre, ni siquiera mueve la cola. Parece… alterado. ¿Qué le sucede? Saco mi varita y me mantengo en guardia… no es que sea buen duelista, pero menos se consigue sin intentarlo. Chi camina a mi lado y cuando llego al sofá de mi pequeña salita de estar, empieza a gemir mientras veo que hay alguien tirado. Por una décima de segundo me sobresalto, pero entonces reacciono.

¿Viktor? ¿Qué…? —digo, pero me interrumpo. Me arrodillo junto a él para tomarle el pulso, pensando que quizá está muerto, pero enseguida me llega el fuerte olor a alcohol y resoplo. ¿En serio? ¿Se emborracha en mi casa? Un juez cometiendo allanamiento de morada, si es que… menos mal que soy una persona paciente— Viktor. Viktor, despierta —le digo sacudiéndolo, tratando de no ser brusco, pero con suficiente vehemencia como para que reaccionara—. Tranquilo, Chi, es amigo.
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Viktor R. Carstairs
Miembro del Departamento de Justicia
Caminamos en una enorme granja, repleta de animales y Rowie se pone de lo más contento cuando ve los caballos. James también está ahí y ambos comienzan a charlar de forma animada, se entusiasman por cosas que para mí no tienen sentido, o son demasiado mundanas como para merecer mi atención... Peo es agradable verlos así, sonriendo, disfrutando del sol, sin miedo a lo que pasa afuera, sin amenazas. Intento hablar con ellos pero la lógica del sueño no me lo permite, no puede haber más sonido que el correr del viento y los animales alterándose al ver tres humanos irrumpir en su territorio. Es tan bonito que cuando el verdadero James me despierta le dirijo una mirada enfadado ¿Por qué ha tenido que interrumpirlo?

Mis ojos van de él al perro y parpadeo varias veces antes de reincorporarme. Resaca. Demonios. ¿Hace cuánto que estoy aquí? Se ve que bastante porque las lágrimas de mis mejillas ya se secaron y no siento los ojos hinchados como antes. Por un lado mejor ya que no tendré que explicar, aunque sí tendré que inventar algo para que el medimago no se enfade conmigo por irrumpir en su morada - Esto es algo que hago, acostúmbrate - digo acomodándome en el sofá para quedar sentado - Colarme en las casas, no emborracharme... Eso si es raro.

No leo su mente, el efecto ya se ha pasado, otra confirmación de que llevo aquí demasiado tiempo. Pero me gustaría saber qué piensa respecto a ésto. Probablemente sería un juez alcohólico como muchos otros de no tener la legeremancia, tengo todas las cualidades para serlo ¿No? Sigo ese estereotipo... Sí, eso debe estar pensando, que le estoy mintiendo ahora. ¿O ya le dije que no bebo? Ahora mismo no puedo recordarlo.

- ¿Qué hora es? Dime que no se hizo de noche que no estoy en condiciones de aparecerme
- aunque ya lo hice más temprano mucho menos conciente, es una suerte que esté en una pieza - Aunque me gustaría pedirte un café, se me parte la cabeza.
Viktor R. Carstairs
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Invitado
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Alzo una de mis cejas al escuchar su comentario. ¿Que me acostumbre? ¿A que se emborrache e irrumpa en mi casa? La aclaración sólo me alivia a medias porque no me gusta llegar a casa y que haya alguien de improviso, sin avisar, y menos en estas condiciones, que me ha dado un buen susto hasta que he olido el alcohol… aunque no del todo, porque podría haberle dado un coma etílico.

¿Es común que los jueces rompan la ley contra el allanamiento de morada? —inquiero con suavidad, no estoy enfadado, pero tampoco estoy contento. No sólo por esto, sino porque ya venía mal del hospital. Me agacho para coger a Chi entre mis brazos y poder abrazarlo y acariciarlo, para que se calme un poco, que aún sigue algo nervioso. Pobrecito, aún es muy pequeño para entender estas cosas.

Y a pesar de que no me encuentro muy bien, parece que aún tengo algo de sentido del humor, porque mi respuesta a su pregunta y posterior comentario suena con tono de broma e incluso muestro una ligera sonrisa de lado al decirla.

Vale, no te lo digo —digo, pero entonces miro hacia el reloj porque no sé qué hora es exactamente—. Son las siete y media. Iba a preparar la cena, supongo que puedo hacer café mientras tanto —respondo de paso a su petición antes de dejar mi bandolera en cualquier lado y encaminarme hacia la cocina, aunque no está lejos. De hecho, el salón y la cocina sólo están separados por una barra americana con sus correspondientes taburetes de espaldar bajo—. Aunque no deberías tomar café a esta hora, te alterará más. Mejor lo hago descafeinado —añado mientras busco la cafetera y también la tetera, porque voy a prepararme un té para mí. Espero que le guste lo que voy a preparar para cenar.
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Viktor R. Carstairs
Miembro del Departamento de Justicia
Sonrío de lado pues creo que es bastante habitual que los ley rompamos la ley y punto, es una de las ventajas de tener el trabajo, no tienes que preocuparte porque te enjuiciarán si te atrapan. No puedo negar que hasta hace no mucho tenía negocios con una de las jóvenes que ahora está en la lista de más buscados y rompo la ley cada día al tratar a Kida como algo más que una simple esclava. En cuanto al allanamiento de morada, eso es algo mío y creo que lo hago porque no tengo paciencia para esperar detrás de una puerta esperando a que se abra, no va con mi personalidad, si puedo entrar y ya ¿Por qué estar esperando? ¿Educación? Meh, ni que fuera a robar algo.

- Estaba pasando un mal momento, dame un descanso - me quejo con una mueca pues creo que la borrachera tiene una justificación absolutamente razonable. Rowie... Nunca hablo con nadie sobre él porque es mi secreto dorado, eso que tengo guardado en la vitrina más segura de mi cabeza y no dejo que nadie se acerque, como si eso pudiese lastimarlo... Pero ya nada puede hacerlo, creo que lo hago porque podrían lastimarme a mí y no quiero eso. Pero si hay alguien que no usaría esa información para el mal es James, así que podría considerar abrirme un poco.

Siento alivio cuando escucho que aún quedan un par de horas para el toque de queda y me levanto con dificultad del sofá para seguir los pasos de James hacia la cocina. Su departamento es diferente a mi casa pues no tengo que avanzar mucho para trasladarme de un sitio a otro, es pequeño pero no por eso desagradable. Siento como si la misma habitación me palmeara la espalda, cosa que no ocurre estando en mi casa, es extraño.

- Eso ha sido una invitación muy débil para cenar, tienes que ser más directo, James - bromeo con él acomodándome el cabello que, distinto cómo está siempre, cae aplastado sobre mi frente - Y prefiero uno potente, necesito despertarme justamente - pido con voz ronca y tomo asiento en un taburete que encuentro - Ya no voy a alterarme, no te preocupes - creo que he descargado lo que tenía en el pecho y ya puedo seguir adelante. Solo que ya no voy a olvidarlo, no más, mi fecha sagrada será respetada no importa lo que pase.
Viktor R. Carstairs
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Invitado
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Y yo que pensaba que ya habías descansado. Es un sofá muy cómodo.

¿Qué me está pasando? He llegado triste a casa, no me encontraba bien, y ahora hasta estoy haciendo bromas. No es que mi humor haya mejorado mucho, pero soy capaz de hacer bromas y de sonreír con cierto aire burlón… Quizá es Viktor, que a pesar de todo es un hombre jocoso que suele soltar muchos chistes… aunque varios de ellos tengan que ver con temas sexuales y me hagan sentir incómodo.

Lo miro alzando las cejas al escuchar lo de la invitación y después suspiro cuando dice que prefiere un café cargado, puesto que no me parece la mejor opción. Pero yo ni siquiera soy su sanador así que no voy a insistirle más, él sabrá lo que hace. Tampoco tengo muchas ganas de “discutir” realmente, el malestar sigue estando ahí. Bajo las cejas y busco el sobre de café soluble que tengo por aquí. Como mi bebida favorita es el té y las visitas a mi casa brillan por su ausencia, tengo muy poco café. Y me he dado cuenta en este momento de que no me quedaba del que se hace en cafetera, así que la guardo.

¿Seguro? Eres tan cambiante que ya no tengo claro si de verdad vas a alterarte o no… —digo poniendo al fuego la leche y me giro hacia él, apoyándome en la encimera— No creo que necesite ser más directo, has entendido mis palabras, ¿no? —digo suavemente, encogiéndome de hombros, y luego paso a la parte importante de lo que ha dicho— ¿Cómo es eso de que pasabas un mal momento? Quiero decir… si te apetece contármelo. La gente suele usarme como pañuelo de mocos o como hombro sobre el que llorar, a lo mejor puedo ayudarte; aunque, siendo honestos, hoy no me siento especialmente optimista como de costumbre —digo esbozando una leve sonrisa aun así, una que parece decir “lo estoy intentando, al menos”.
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Viktor R. Carstairs
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Se me escapa una sonrisa desganada con su broma y casi se me escapa el detalle de que ha dejado de tratarme de usted. Recuerdo que la vez anterior que lo logré lo festejé mucho pero ahora no tengo energías para hacerlo, no quiero resfregárselo en la cara, así que solo disfrutaré del detalle en silencio sin armar un espectáculo de eso. Lo único que debo hacer es comportarme para no volver a perder el privilegio pues necesito de James ahora mismo para charlar y cuan más amena sea la charla, mejor.

Pongo los ojos en blanco pues no creo ser cambiante, solo que él no puede llevar el ritmo a mi lógica. Siempre mantengo un mismo hilo de comportamiento, en mi cabeza tiene sentido pero a diferencia mía, el no puede meterse a saber lo que pasa aquí adentro... Así que puedo comprender por qué cree que cambio de humor cada rato - No soy cambiante, solo que te pierdes lo que no digo en voz alta - corrijo encogiéndome de hombros. Quizás con el tiempo aprenda a comprenderme, hasta ahora dudo que haya alguien en el mundo que lo haga más allá de mis padres.

Alzo las cejas y sonrío cuando confirma que ha sido una invitación para cenar pero no digo nada al respecto. Solo me trago la cantidad de comentarios traviesos que llegan a mi mente pues no quiero arruinar el momento, demasiadas victorias en pocos segundos y bien podrían desaparecer - Justo estaba pensando que eres una buena persona para descargarse, se puede confiar en tí - respondo pues me quedó en claro desde la primera vez que leí su mente.

Tomo una bocanada de aire para empezar a descargar toda la historia pero entonces caigo en la cuenta que ha dicho que no se siente optimista. Eso quiere decir que algo le pasa ¿No? Y si algo le pasa no me parece correcto cargarlo con mis problemas o podría explotar... Es muy blandito para el mundo, ya lo sé, seguro que a penas puede con sus dramas así que no quiero ser el culpable de que el departamento se llene de gelatina de James Mackenzie por haberlo forzado demasiado.

- ¿Algo en el trabajo? - pregunto y me bajo del taburete para ir a hacer yo mismo mi café. Le ha puesto un par de cucharadas de instantáneo pero creo que necesito dos adicionales así que se las pongo - Deja, yo hago el té, será asqueroso y querrás llorar por ésto más que por lo que te ocurre pero anda, úsame tú de pañuelo ésta vez.
Viktor R. Carstairs
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Será eso… —digo sin darle mayor importancia al asunto. Y lo que dice sobre mí me hace sonreír con mucha calidez, ese gesto que se hace de forma pura y no simplemente para no preocupar a alguien o para impedir que pregunten qué te pasa. Es una sonrisa que viene del corazón porque me ha hecho sentir halagado. La verdad es que Viktor es una persona muy honesta, a pesar de las cosas que he visto de él y de los roces que hemos tenido, sigo pensando que puedo confiar en él. Y me alegra que él también confíe en mí— Gracias…

Me deja desconcertado que, en lugar de contarme lo que lo ha llevado a emborracharse y a venir hasta mi apartamento, me pregunte por mí. Normalmente soy yo quien escucha a los demás, o no tengo dramas que contar o no quiero contarlos porque no merece la pena que haga sentir mal a otras personas que seguramente lo estarán pasando igual de mal o peor que yo.

Pero es mi casa… lo correcto es… lo correcto es que yo te lo haga a ti —trato de decir, aún confundido por su iniciativa—. Yo… es una tontería en realidad, no quiero cargarte con mis preocupaciones tontas… —digo forzando una sonrisa que no llega a mis ojos realmente. No son tonterías, pero si él está mal no voy a meterle más porquerías encima, eso no va conmigo.
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Viktor R. Carstairs
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Pongo los ojos en blanco cuando dice que debería hacerlo él por ser su casa ¿En qué siglo estamos? ¿En el XIX? Cuando yo lo invite a mi casa querré que me haga un té si así se lo pido o quizás que cocine algo para aprovechar la tremenda cocina que tengo sin usar. Aunque tal vez solo yo tengo ésta confianza con las personas, no todos se meten a las casas sin permiso ni tampoco sienten la libertad de tirarse en el sofá con los pies al aire... No, eso es solo mío, aunque los demás deberían ser así también pues no hay nada mejor que la confianza entre personas.

Respiro profundo cuando sigue sin contarme pues estoy seguro de que no será nada más grave que lo que me ocurrió a mí y la verdad es que lo que siento ahora quizás sirva para mostrarle que en realidad no tiene que preocuparse por lo que sea que le esté pasando. Así que dejo las cosas a un lado y voy hacia su lado para tomarlo del mentón y mirarlo directo a los ojos por unos segundos - No me obligues a entrar ahí adentro y déjame ayudarte, cabezota - lo reto y al soltarlo se me escapa una sonrisa.

El agua del té ya está lista - bendita la magia - así que le preparo la taza lo mejor que puedo y se la tiendo para luego terminar mi propia bebida, la cual empiezo a beber ni bien tengo la oportunidad - Te diré algo... Comenzaré a decirte lo que me pasa a mí, no puedes decir nada al respecto, son las reglas - unas improvisadas por mí - Y sabré que me das tu apoyo si me cuentas lo que te ocurre a tí - es una buena forma de sacárselo ¿No? Además una buena estrategia para sacar los sentimientos del pecho sin la necesidad de seguir hablando al respecto luego.

- Mi hermanito Rowie falleció hace años en un ataque rebelde al distrito 11, de los rebeldes que ahora gobiernan - me parece bueno aclararlo - Él era... especial - meto la mano en el bolsillo para sacar una foto de él y enseñársela- Todos los años me tomo un momento para recordar su aniversario y éste año no sé que tenía en la cabeza que lo olvidé - intento decirlo rápido para que el llanto no aparezca, y lo logro - Por eso estaba ebrio, porque me cansé de sentirme un idiota por eso y necesitaba olvidar, perder la conciencia.
Viktor R. Carstairs
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¿Por qué lo hace? ¿Por qué hace esto? Me he quedado mirándolo con los ojos abiertos de par en par y el estómago encogido del nerviosismo cuando ha tomado mi mentón para mirarme de forma tan directa a los ojos. Esa mirada que me deja congelado durante unos instantes, el tiempo que tarda en decirme que no le obligue a meterse en mi mente. No me preocupa que diga eso realmente, porque sé que está hablando por hablar.

Sé que no harías eso… —digo, cohibido, mientras vuelvo a esbozar una leve sonrisa que se amplía un poco más cuando él también sonríe.

La tetera indica que ya está lista el agua, pero él se me adelanta al ir a recogerla del fogón y servirla en la taza con la correspondiente hierba ya preparada dentro. No tenía que molestarse, pero como ya lo ha hecho, la tomo con cuidado para no quedarme y le doy las gracias mientras asiento con la cabeza. Escucho con atención lo que dice y entonces vuelvo a inclinar mi cabeza para indicarle que acepto sus reglas.

Está bien… —acepto y entonces tomo asiento en un taburete que hay por aquí, haciéndole un gesto a él para que haga lo mismo con el otro. Cuando le oigo decir lo que le pasó hace tiempo el corazón me da un vuelco, no tenía ni idea de que su hermano… respiro hondo y trato de preparar lo que voy a decirle, porque no quisiera que se siguiera sintiendo mal por eso— Siento mucho lo de tu hermano, Viktor… no tenía ni idea. Pasan muchas cosas malas y tú eres juez, es normal… es normal que se te pasen cosas, sobre todo si es algo que haces todos los años, ya lo has vuelto una costumbre. Pero no eres idiota por eso, yo no creo que lo seas, convéncete de ello para que no tengas que volver a emborracharte por eso, porque la verdad es que no te va a servir de nada: luego tendrás resaca y los mismos recuerdos.

Giro un poco la muñeca para que se revuelva solo el té, a pesar de que no es necesario porque ya está bien disuelto… es más bien un gesto de nerviosismo porque en realidad no creo que mi tristeza sea comparable a la suya, a mí no se me ha muerto nadie… aunque veo a gente morir en el hospital porque llegan muy graves de ataques rebeldes o a gente sufriendo por la pérdida de un familiar. Y no son gente que yo conozca de ver todos los días, pero aun así algo en mi pecho duele y muchas veces hasta siento ganas de llorar sólo de verlos a ellos haciéndolo.

No me ha pasado nada en particular hoy, Viktor, es sólo que en mi trabajo ves a las personas sufriendo y cuando tu trabajo es hacer que dejen de sufrir y no lo consigues… duele, duele mucho. Y con tanta crueldad y tantas rencillas estúpidas y sin sentido eso se ve cada vez más. Es descorazonador ver a una madre llorando porque su hijo de ocho años ha muerto en un ataque, o ver a personas llegar con miembros amputados, que alguien te agarre y te diga que no se quiere morir cuando tú sabes que las posibilidades de que sobreviva son más bajas que las posibilidades de que muera. Y a menudo lo soporto, Viktor, porque yo soy el médico y tengo que hacer que los demás estén bien; pero soy humano y también sufro y me pongo triste y me enfado. Yo también me enfado —añado al final mientras frunzo el ceño con la mirada perdida en algún punto del sofá.
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Viktor R. Carstairs
Miembro del Departamento de Justicia
Sé que han estado pasando cosas y que la vida se volvió complicada de repente... Pero aún así, me aterra saber que puedo estar olvidándolo poco a poco. No quiero hacerlo porque durante mucho tiempo él significaba la vida para mí y quizás lo sigo pensando y por eso me cerré tanto a la realidad luego de su fallecimiento. Porque antes era un niño travieso, pero tenía ideas agradables sobre la vida, me gustaba soñar y podía sentir sin miedo... Ahora no soy más que un viejo que oculta lo que ocurre con sarcasmo y comentarios subidos de tono, negado a las relaciones reales hasta que bueno, las cosas cambiaron un poco. Últimamente estoy volviendo a ser un poco más el que era antes y quizás por eso he olvidado el aniversario de Rowie, porque estoy empezando a ver la vida de nuevo solo que con otras personas ¿Eso me hace un mal hermano?

Escucho lo que le ha pasado a él mientras tomo el café y asiento un poco triste pues, si bien no entiendo lo que siente, me consta que debe afectarlo y mucho. James debería vivir en un mundo feliz, donde todos se levanten por la mañana y se despidan de sus parejas con un beso para ir a trabajar, debería estar en un hospital en donde lo más grave sea una neumonía de invierno y no en un campo de batalla. Entiendo su enojo y probablemente sentiría el mismo de no ser porque la vida ha hecho que deje de importarme.

- ¿Te hace feliz ser sanador? - pregunto pues la verdad es que nadie debería pasárselo así en el trabajo - Las personas que ayudas serán ayudadas por alguien más, es la ley del cambio, así que no me respondas por ellos... ¿Tú estás feliz? Porque no veo razones para que sigas con algo que te tiene así - quizás me odie por solo proponerlo pero, anda, que eso no es saludable - Vendrán nuevos sanadores y tu puedes dedicarte a ayudar desde un punto en dónde no te haga daño - sugiero encogiéndome de hombros.
Viktor R. Carstairs
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Me sorprende su pregunta, al menos los primeros segundos, porque luego me doy cuenta de que es normal que la haga. Porque si le estoy contando lo triste que me pongo con algunas cosas que veo en mi trabajo es lógico que piense que no soy feliz. Pero la realidad es diferente… aunque lo que propone me parece una idea de lo más loca, ¡eso ya es pasarse! Niego con la cabeza ágilmente y dejo mi taza a un lado sin haberla probado aún.

Nunca se me ocurriría dejar de ser sanador. Habrá más sanadores, pero nunca seremos suficientes, y menos cuando han hecho recortes. ¡Recortes en el hospital, no tiene ningún sentido! —exclamo y después suspiro, pues no quiero enfadarme— No, Viktor… sólo dejaré de ser sanador el día que me muera —digo mientras una sonrisa soñadora aparece en mis labios otra vez—. Esas cosas me ponen triste, pero me sentiría un desgraciado si diese la espalda a esos problemas cuando puedo hacer algo, ¿me entiendes? Tengo los conocimientos, tengo la paciencia y tengo la pasión, dejarlo sería… sería muy egoísta. Además, también tengo mis recompensas: el niño que vuelve a sonreír feliz cuando su madre vuelve a casa con él, con una pierna vendada, pero viva y en vías de recuperación; cuando ves la esperanza reflejada en un paciente que está muy mal y aun así puede salvarse; cuando… alguien llega a Urgencias y después de ayudarlo y darle el alta te da las gracias y dice que pondrá una queja para que te suban el sueldo.

Al decir eso último mi sonrisa se vuelve más amplia y mi mirada vuelve hasta Viktor mientras tomo la taza de té de nuevo entre mis manos, esperando que entienda que al mencionar lo último hablo de él. Aunque luego vuelvo a apartar la mirada, pero sin perder el gesto alegre de mi rostro.

Gracias, Viktor, ahora me siento mejor. Gracias por escucharme —digo antes de volver a darle un sorbo a mi té—. No está tan mal, los he probado peores —digo con sinceridad.
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Viktor R. Carstairs
Miembro del Departamento de Justicia
Bueeeeno y ahora soy yo el que se siente como un egoísta por vivir en una casa de tres pisos, gastar la mayor parte del sueldo en ropa y trabajar un tercio de las horas que trabaja él. Porque el gobierno quiere mantener mi departamento contento, porque de nosotros depende la justicia e indirectamente la seguridad del país. Que la gente muera de enfermedades no trae consecuencias políticas, esa es la vida, pero que los delincuentes queden libres por no presentarles un buen caso en contra... Eso no podrían perdonárselo nunca.

Así que no digo nada por un momento, solo miro la mesa con el ceño fruncido e intento quitarme la culpa pensando que a veces también ayudo a inocentes a librarse de un castigo que no les corresponde... Pasa menos pero pasa, solo en aquellos casos en los que la familia consigue pagar mis honorarios - Eres bueno, James, muy bueno - dejo salir un poco triste pues no puedo decir lo mismo de mí. Quizás solo estoy sensible, sí, debe ser eso. No es un buen momento par ponerme a reflexionar sobre mis decisiones de vida así que será mejor poner fin al asunto - Cuando te agobie... Puedes pensar en eso que te hace seguir ¿No? - pregunto con las cejas en alto, me parece una buena estrategia - Y creo que pondré otra... Deberían darle menos dinero a los jueces y más a los que se lo merecen - bromeo aunque no tanto.

Aun estoy algo pensativo cuando dice que el té no está tan mal así que solo alcanzo a dedicarle una sonrisa rápido de costado. Termino rápido el café que tengo en mi taza y sin decir una palabra la enjuago y la dejo sobre el seca platos. Bien, Viktor, al menos una buena acción poco egoísta en lo que va del día - Creo que debería irme a... visitar un orfanato o algo - no, eso tampoco estaría bien porque sería solo para mitigar la culpa y no porque en verdad quiera hacerlo - Ya, no me escuches... ¿Hablamos luego?
Viktor R. Carstairs
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Invitado
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Lo miro con una sonrisa agradecida cuando dice que soy bueno, eso me hace sentir muy feliz. Me gusta que Viktor piense que soy muy bueno.

Ah, Viktor… —digo cuando él me propone qué hacer cuando me sienta mal— Eso es lo que me mantiene feliz la mayor parte del tiempo, pero a veces no puedo evitarlo. Y no importa, estar triste a veces está bien, ¿sabes? Lo necesitamos para regenerarnos y renacer como un ave fénix. Así que recuerda eso, si alguna vez te sientes triste piensa que es sólo el primer paso para curarte —añado frotándole un brazo con mi mano izquierda.

Estoy terminándome el té cuando dice lo otro, que me hace casi reír y tirarme por encima la bebida. Casi.

¿En serio lo hiciste? —inquiero, sin poder creerme que después de todo pusiera una queja. ¡Qué locura! Aunque locura ya me parece que va de la mano con Viktor y, sinceramente, no puedo decir que me disguste. Es un hombre muy divertido. No obstante, lo que dice después hace que me ponga algo más serio, confundido, ¿de qué está hablando?— Eh… —digo sujetándolo suavemente por un brazo— ¿Qué…? ¿Por qué dices eso? ¿Qué ocurre? —pregunto porque me he perdido mucho. No comprendo por qué ha dicho lo del orfanato.
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Viktor R. Carstairs
Miembro del Departamento de Justicia
Creo que eso es exactamente lo que está pasando ahora. La tristeza por haber olvidado a Rowie, comprender por qué he llegado a ese punto, la charla con James, el estado de ebriedad... Son todos factores que contribuyen a que ahora me esté marchando de la casa como un hombre algo diferente al que él conoció. Es probable que se me pase mañana o quizás en una semana, pero ahora mismo ésto es lo que estoy sintiendo y dejará una marca que veré en el futuro cuando la situación o amerite.

- Siempre hago lo que digo que voy a hacer - respondo encogiéndome de hombros. Es una lástima que no se haya acercado más aquel día que nos vimos debajo del árbol - Así que tómate en serio mis advertencias, esas no son bromas - agrego con una sonrisa traviesa y me siento un poco mejor. Ahí estoy, volviendo a ser el mismo de siempre al menos por un momento.

Algo me decía que no me dejaría marchar tan fácilmente así que solo resoplo cuando llega su pregunta y llevo mi mano a la cabeza para despeinar el cabello que cada vez está más blanco - Solo... Que estando contigo me dan ganas de ser mejor - confieso avergonzado mirando al suelo y acomodo mis cosas antes de desaparecer de la casa rumbo a mi mansión.
Viktor R. Carstairs
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