The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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De todas las cosas que podrían preocuparle a papá en estos días… es decir, hay medidas políticas que son un ahogo peor que la corbata que me pongo todas las mañanas y criaturas sueltas en las calles que me han quitado toda la gana de decirle a Locki que nos juntemos los viernes a tomar algo, donde sea, porque la verdad es que me gusta seguir durmiendo apaciblemente en mi cama, con mi alma bien guardada dentro de mi cuerpo. De todas las cosas… lo que tiene a papá en pánico son el inicio de canas en su cabello, un descubrimiento inoportuno de Charlie esta mañana, que lo tiene lloriqueando en el baño mientras mamá trata de teñírselas. ¡Merlín no quiera que el tío Jared venga esta noche y se las vea! Tienen la misma edad, pero uno de los dos sigue siendo la cara bonita de los noticieros y en cambio a mi padre lo poco que le queda de su juventud son esas orejas que por suerte no heredamos.

¡Presta atención, Meyer!— le grito a Charlie desde el otro lado del patio, esperando que vaya a buscar la quaffle que se la lancé un poco lejos con la intención de que mida su velocidad para poder atraparla a tiempo, que la pelota no siempre caerá en sus manos y tiene que saber ir a por ella. El viento de la tarde nos viene bien, quizás deberíamos estar dentro ultimando los detalles de la cena de Navidad, pero con el bamboleo de las ramas de los árboles y lo que parece el pronóstico de una nevada, ¿cómo no salir a volar un rato? Papá solía decir que los partidos de quidditch no se suspenden por tormenta. Si el viento sopla tan fuerte como para hacerte caer de la escoba, lo que debes hacer es sujetarte aún más fuerte y confiar en ti, confiar en uno mismo como no lo hará nadie nunca. Porque otros jugadores lo han hecho antes y tú también podrás. —Hasta que no hagas el tercer atrape de la quaffle, no soltaré la bludger. No sé qué te ha pasado que estás fuera de forma— me burlo de ella, porque sé que si la pico conseguiré que se ponga competitiva y me dé una patada en el trasero. —¿Algún compañerito que distrae tu mente?— pregunto, —¿Ya le has dicho que te gusta?

No hemos vuelto a hablar sobre eso, creo que la última charla a corazón abierto que tuvimos fue hace meses, cuando todo era tan distinto. Cuando ponía una distancia precipitada entre mi familia y yo cada vez que ponía, porque estaba escapando de cosas que nada tenían que ver conmigo, sino con cosas que nos anteceden. Con una familia que se fue desvaneciendo en los recuerdos y solo quedamos nosotros. Puedo ver a Charlie de un modo diferente ahora, también a mamá y papá. Y no importa que cada mañana me sienta un muñeco en modo automático que se ajusta la camisa, se acomoda la corbata y sale corriendo a comprar el café de su jefe, porque cada una de esas mañanas por una fracción de minutos, tengo un vistazo de mi familia en su caos matutino y me doy cuenta que es donde quiero y necesito estar ahora.
Anonymous
Charlie P. Meyer
El aire está tan frío que siento que se me va a cortar la piel si sigo volando, pero eso no va a detenerme. Las mejores historias se cuentan en la tormenta y ¿Quién sabe? Quizás un partido de quidditch improvisado con mi hermano mayor es el había una vez de una enorme aventura. Porque los niños de mi edad son los protagonistas de esos cuentos que se desarrollan en varios libros ¿Se llaman sagas, no? Y creo que no son cuentos, sino novelas... Pero mi historia será un cuento porque estará llena de rebeldía y por eso saldrá de las clasificación habitual de la literatura.

Sí, así comenzará... "Era una mañana más en la casa de los Meyer, la pequeña Charlie había iniciado el día encontrando una nueva cana en el cabello de su padre y rió a carcajadas al ver su rostro espantado..." La historia en mi mente se interrumpe con el grito de Dave así que me lanzo hacia ese pase largo y la quaffle se me escapa por unos centímetros - ¡Es que estoy escribiendo en mi mente mientras juego! - me defiendo con un grito pues tengo que bajar  buscar el balón e intentrlo de nuevo si quiero que el partido se convierta en uno real - Así de mucho te subestimo, Dax, ni siquiera juego con toda la atención - bromeo y una vez que tengo la quaffle se la tiro con toda la fuerza que tengo.

Pongo los ojos en blanco cuando broma otra vez con lo mismo. Estoy desconcentrada, sí, pero estoy en mejor forma que nunca. Sigo los consejos de Patrick para alimentarme, el pequeño, no mi padre; entreno un poco todas las tardes siguiendo los consejos del auror y por la noche dedico un poco de tiempo a la escuela pues he comprendido que el cerebro también es un músculo que hay que trabajar pues nadie se hace un lugar en el mundo solo con fuerza física... Además, parece que seré pequeña como mamá así que no me puedo fiar mucho de eso.

- Comencé una historia de amor con Patrick Singleton... Creo que la atracción por los Pat es algo que se lleva en la sangre -  digo muy seria. El día que me guste un chico de verdad se dará cuenta pues no hablaré de eso ni de casualidad - Jugamos al quidditch y la conexión fue automática - completo elevándome un poco más alto que él y haciendo señas para que me pase la quaffle - Claro que también Simon está enamorado de mí y es un buen chico... Pero me daré cuenta que lo quiero demasiado tarde, sino no habría historia - continúo improvisando con una sonrisa.
Charlie P. Meyer
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We are the reckless, we are the wild youth - Charlie IqWaPzg
Invitado
Invitado
¡Que mal haces en subestimarme! ¿Es que no sabes que soy el mejor cazador de todo este barrio? ¡Qué digo! ¡De todo el distrito!— fanfarroneo, sujetándome al mango de la escoba para ascender un poco más con unas vueltas que pretenden demostrarle a mi hermanita mis admirables habilidades en vuelo, ¡si es que podría volar dentro de las mismísimas nubes de tormenta! Me gusta mostrarme delante de ella todo lo poderoso e impresionante que me gustaría ser y conseguir de ella una admiración tan real, tan auténtica, que me hiciera sentir realmente así. Pero por lo general solo recibo pullas, con las que también estoy bien, deja en claro que ningún tonto vendrá nunca a contarle cuentos. Ello lo escribe todo a su manera, en su mente, con sus palabras.

¿Patrick Singleton?— mastico ese nombre y me sabe a gragea de pepino, puaj. ¿Quién será ese niño? ¿Y por qué se llama como nuestro padre? La comparación que hace entre voz me saca una carcajada tan sonora, que creo que se podría escuchar hasta el baño donde está el Patrick mayor tiñéndose las canas. —Pues… ¡te deseo buena suerte, Charlie!— grito desde la altura en la que me encuentro con la escoba, para ir descendiendo casi en picada, con el viento cortándome las mejillas. —Espero que se te declare pronto y no tengas que esperar ocho años como mamá—. Pero si al final de todo, de todo ese tiempo, de tantas idas y venidas, las personas se enamoran de una manera en la que acaban como ellos, haciendo de lo ridículo algo cotidiano y sin perder el talento de hacer reír al otro, tal vez valga el tiempo que se perdió hasta lograrlo. Quizá las cosas tienen su momento, para no ser, para ser.

¡Esto se pone interesante! Hay otro chico también…— sopeso con falsa seriedad la información que me da, coloco mi escoba un poco más cerca de ella y espero a que me devuelva la pelota de cuero que acabo de pasarle, así la mantengo entre mis manos haciéndola girar en el aire. —Te daré un consejo de hermano mayor, Charlotte— me pongo todo pomposo. —No juegues con el corazón de los chicos, no son quaffles—. Atrapo la pelota entre mis manos y la dejo sujeta así. —Duele, un corazón roto duele— voy curvando una sonrisa que se vuelve un gesto algo triste. —Esto es así… en tu vida jugarás muchos partidos, ¿sí? Uno detrás de otro, miércoles uno, jueves otro. Pero sí el mismo día tienes que competir por la Copa Snitch de Oro o la Copa Titán, el mismo día…— planteo, —tienes que elegir cuál partido es por el que te arriesgarás. Sino puede que no llegues a ninguno, que te quedas sin copa de nada. Elige cuál partido vale la pena, arriésgate con todo, que no se diga que no has dejado todo por ir detrás de esa snitch—, que no se diga luego que no tengo charlas serias con mi hermana y que soy quien le da los mejores consejos románticos del mundo, que de seguro ella será la que me deje los mejores para un chico. —En vez de varios corazones que acaban rotos porque no se deciden, siempre es mejor que nuestro corazón decida qué vale la pena y se arriesgue de lleno, cualquiera sea el resultado, no se romperá, se hará más fuerte—. Si lo sabré yo.
Anonymous
Charlie P. Meyer
Me cuesta no largar una carcajada al escucharlo, eso me delataría, pues yo también creo que es el mejor cazador de todo el distrito. Mis padres también son buenos jugando, pero David es de quien me copio cuando necesito hacerlo. En todo, en realidad. Nunca llegaré a seguir sus pasos como abogado, porque no hace falta llegar a los 17 para darme cuenta de que eso no es para mí, pero sí en todo lo demás... Ahora está con nosotros, pero quiero vivir aventuras como él lo hizo, perderme por semanas absorbiendo lo que sea que el mundo tenga preparado para mí, enamorarme y luchar por ese amor porque sé que él lo ha hecho hasta el último momento. No ahora, solo tengo 13, pero lo haré en el futuro - Eso no puede ser, hermano ¡Yo soy la mejor cazadora del distrito! - exclamo y aprieto fuerte el palo pues de otra forma temo empezar a temblar por el frío.

Sonrío de lado pensativa pues la historia de mamá y papá es una que no me atrevería a cambiar ni con toda la imaginación del mundo. Las cosas para ellos fueron como debían ser, se volvieron amigos cuando eran pequeños y aún no pensaban en el romance y se volvieron a encontrar años después cuando ya estaban listos para esas cosas... Es probable que de haberse quedado mamá habrían sido amigos para siempre, nunca más que eso, y de haber vuelto demasiado tarde ya cada uno habría armado su vida. Pero no, todo marchó sobre ruedas... Literalmente.

- ¿Por qué tiene que declararse él? Podría declararme yo - respondo a mi hermano encogiéndome de hombros. Aunque no imagino cómo hacerlo ni tampoco quiero darle demasiadas vueltas al asunto. Lo pensaré cuando haya alguien real por quién preocuparme y no por una mentira sobre un chico que me cae muy bien pero no de esa forma... creo.

Cuando está cerca mío le paso la pelota que encuentro en mis manos y luego de eso escucho su consejo que tiene mucho sentido. El amor es fácil de entender cuando se lo compara con el quidditch, aunque no encuentro a las bludgers y los aros en la comparación que hace - Creo que es un buen momento para aclarar que en realidad no pasa nada con ninguno de los dos - confieso sintiendo como el frío desaparece por la sangre que sube a mis mejillas. Otro punto para el frío, que oculta emociones a los pálidos.

Aprovecho la cercanía par pegar un salto hacia su escoba y me tomo de su cintura para no caer. Con cuidado deslizo mi propio palo debajo de ambos y así podemos conducir las dos al mismo tiempo, una escoba de doble motor - Pero no todo en la vida tiene que ser una eterna búsqueda de la snitch... El partido es eterno, hasta que no se atrapa el juego no se termina así que no nos corre el tiempo - es una de las cosas que me gusta del deporte mágico. Se podría jugar por siempre, a diferencia de otros - Mientras tanto puedes lanzar un cohete, luchar con las momias, subir la torre Eiffel por fuera... Descubrir un ser que jamás existió o duchar a papá en la bañera - bromeo apretando el abrazo. No voy a decirlo pero es porque necesito de su calor corporal - Creo que eso voy a hacer cuando termine la escuela...Todo eso y más ¿Qué opinas? Lo imposible.
Charlie P. Meyer
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Invitado
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¿Tú? ¡¿Tú la mejor cazadora del distrito?! Si lo dice mamá no es válido, ¡tendremos que competir por el puesto!— la desafío con una sonrisa que se me sale de la boca de lo grande que es, esa que le hemos visto a mamá algunas veces y creo que heredamos de ella, que es un rasgo compartido en toda la familia y que perdí por mucho, mucho tiempo, cuando otras cosas me preocupaban arrojándome lejos, que fueron pocas las veces en que encontré razones para sonreír como lo hago con mi hermana, porque ella lo consigue tan fácil.

Da vuelta todos los partidos que juego con ella, no puedo nunca ser el más sabio, ni el más grande de todos los hermanos, porque ella se inventa una nueva regla o encuentra a la que prenderse. —Buen punto, también podrías declararte tú. Si es la snitch que quieres, ve a por esta—. Lo que no espero que lo haga ahora con trece años, pero ¿por qué no? El tiempo pasa rápido, cuando menos nos demos cuenta, yo seré un abogado aburrido del ministerio que pondrá excusas para no jugar quidditch y ella tendrá a una parda de chicos y chicas pidiendo su atención, porque será tan increíblemente popular en la escuela, que todos querrán acompañarla.

Como la tengo cerca, tiendo mi mano hacia ella para abrazarla por los hombros cuando reconoce que en realidad no le gusta ninguno de esos niños. Eso ayuda cuando se le ocurre que podemos volar los dos juntos, reajusto mi agarre para impedir que se caiga y en Navidad tengamos que estar repartiéndonos regalos mientras le ponen un yeso en el brazo. Cuando la siento segura contra mí, muevo nuestras escobas para que vayamos ascendiendo varios metros, rompiendo las nubes más bajas del cielo al atravesarlas. —¡Claro que no! La snitch es solo una de las cosas que está en juego durante un partido, hay más…—. Mucho más. No estoy pensando en las mismas cosas que ella, al parecer, que improvisa una canción que no sé de dónde saca y que a mis oídos se escucha bien. Suena un poco a las cosas que mamá y papá solían contar que hacían juntos, que nunca supe si creer del todo porque se escuchaban delirantes.

La miro, la miro con toda mi confianza puesta en ella y en que conseguiré lo que sea que se proponga, también lo imposible. —¿Qué más, Charlie? Cuéntame qué más harás, hasta ahora todas esas cosas no sonaron tan increíbles…— me mofo, manejando las escobas hasta que estamos tan arriba que el tejado de la casa se ve como un tapete a nuestros pies, hay algo de niebla a nuestro alrededor y sé que son las nubes. Siento frío, seguro que ella lo siente así, así que la estrecho un poco más contra mi costado. —¿Seguro que quieres hacer lo imposible? Hay que llegar muy lejos para eso… ¿crees que estamos lo suficiente alto ahora?
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Charlie P. Meyer
Si tuviésemos que guiarnos por lo que dice mamá no solo seríamos los mejores cazadores del mundo, sino que los más guapos del universo, los más pícaros de la galaxia y personas que serán recordadas por los siglos por las grandes hazañas que realizaremos. Pero ¿De verdad no importa? Porque par mi ella es la mejor mamá del mundo, la mejor cocinera, la mujer más divertida que existe y miembro del dúo más dinámico de todos, junto con papá. Que yo lo piense no lo hace menos real y puede venir cualquiera a opinar lo contrario que me encargaré de mostrarle evidencia por evidencia hasta que admita que tengo razón. Tengo la mejor familia del mundo, la mejor mamá, el mejor papá y el mejor hermano. Esa es la única verdad que importa.

Comenzamos a subir cada vez más alto y sonrío cuando cruzamos la primera línea de nubes. El sol estaba medio oculto pero desde aquí arriba podemos verlo en todo su esplendor ¿Qué tan alto estamos? Bien podríamos estar a la altura de un pequeña montaña. Sé que algunas personas creen que existe un cielo al que vamos después de morir y supongo que el ascenso es tan fantástico como el que acabamos de hacer ¿Por qué esperar entonces? Solo debemos tomar la escoba e ir más allá de los límites, es todo lo que se necesita.

Hago una mueca y me lo pienso pues he dicho cosas fantásticas y pensar más que estén a la altura puede que termine arruinándolo - Surfing practicar, crear nanorobots, los sesos de Bigfoot ver... Al tío Dodo encontrar, a un país pintar y ¿Quién sabe? Hasta puedo hacer un dibujo tuyo si estoy muy aburrida - termino de contar mis ideas pensando en cuáles de ellas son realmente posibles. Encontrar a pie grande será todo un desafío, para eso tendré que ir a las montañas y quizás hasta a otro continente.

- Un poco más alto - pido con un sonrisa y entonces se me ocurre algo. Una idea peligrosa y que no tiene nada que ver con la posición en que jugamos ambos, pero no quiero morirme sin hacer uno y si tengo que morir ahora más vale que sea intentándolo - Papá ya empezó a lucir sus canas así que no le quedarán mal unas más... - empiezo con una mirada traviesa - ¿Amago de Wronski?
Charlie P. Meyer
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Invitado
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Tomo nota de cada cosa que quiere hacer Chip, una lista larga de la que podemos ir tachando cada una de esas cosas, y cuando las hagamos todas, se la mostraremos a nuestros padres para que vean que han sido superados en sus hazañas. Podemos llegar mucho más alto que ellos, más lejos, ser más alocados y más intimidantes para todo eso que nos espera cuando volvamos a poner los pies en la tierra, pero mientras volamos la abrazo contra mí y rozo con mi nariz su coronilla. Espero no convertirme en el adulto gris del que siempre tuve miedo, del que huí cuando me fui con una cámara fotográfica, y ser el serio abogado que me dije que podía ser por imitación al tío Dorian, perdió todo su atractivo cuando vi el frenesí de los tribunales, del que ahora soy parte. A los que tendré que regresar cuando el descanso por Navidad se pase. ¿Días de feria? Olvídalo, la realidad nos está esperando abajo.

Por eso mismo, ¿intentamos una última maniobra arriesgada? —¿Segura? No queremos que estrene todas las canas hoy, hay que guardar un poco de su cabello negro para todos los años que le esperan contigo como adolescente…— pronostico. Pienso en lo peligroso que puede ser, porque no es un amago que haré solo, sino con ella a cuestas y entonces lo que hago, es sujetarla con más firmeza, hacer algo que se parece demasiado al Amago de Wronski y nos devuelvo al patio de casa después de eso. Mis zapatillas se deslizan por el pasto hasta que puedo detenerme, mis brazos todavía alrededor de su cuerpo menudo y me quedo así por unos minutos, ¿quién sabe cuántos momentos así nos quedan? Hasta que ella salga a tratar de cumplir todas esas metas locas que se propone, porque debe estar en el destino de los Meyer que huyamos de casa en algún momento y acabemos por volver, siempre volvemos.

Miro por encima de la cabeza de rubia a mi padre, que está en la cocina poniéndole muecas a mamá, puede parecer un idiota casi la mayoría del tiempo, pero hay algo en él, en esta casa. Está ahí, esperando a que el tío Dorian venga esta noche, y lo sé, detrás de su sonrisa, sigue guardando un lugar para su hermana. Y seremos nosotros quienes ocuparemos las sillas a su lado. Todos irán, vendrán, mientras él sostiene un hogar y se sienta al lado de su mejor amiga. —Cuando vayas por todo el mundo, pintando países, hasta encontrar a un ser que nunca existió, tienes que prometer que todos los sabios consejos de tu guapo y genial hermano te acompañarán—. Despeino su cabello con mi mano agitándoselo. —Y quiero que escribas en tus memorias de viajera, de que era veinte centímetros más alto, tenía un gran carisma y era el mejor cazador de todo Neopanem. ¿Hecho?— le pido, colocando mi mano delante de su rostro, mostrándole mi dedo meñique para que lo tome. —Y a cambio te cedo mi postre de Navidad— sonrío, —¿Lo prometes, Chip? ¿Por tu garrita?
Anonymous
Charlie P. Meyer
Sonrío llevando mi mentón hacia atrás pues vaya que les saldrán canas cuando sea una adolescente. Aún me quedan unos cuantos meses antes de ostentar el título pero espero no convertirme en esas niñas que creen que siempre tienen la razón cuando en realidad no la tienen... Bueno, yo siempre tengo la razón pero de verdad, así que no debería ser un problema - ¿Puedes imaginarme? - pregunto entre risas armando en mi cabeza una versión mayor de mí, mucho más alta y con el cabello rizado, quizás un mechón fucsia teñido con tintura de mala calidad y los ojos bien delineados para que se lo piensen dos veces antes de molestarme. Eso y un gran grupo de amigos conmigo, pues no hay forma de que quiera pasar la adolescencia sola.

Dax comienza la caida en picada así que lo único que hago es sujetarme lo más fuerte que puedo mientras siento que dejo mi cabellera en el camino e intento reprimir un grito que largo cuando mis pies están sobre la tierra. No es uno de miedo, es uno de victoria, uno que es señal de que podemos hacer lo que sea y lo haremos... Por todo eso devuelvo su abrazo, me siento segura allí pues no importa que acabamos de hacer una maniobra super peligrosa, él estaba al mando y eso era suficiente para saber que todo estaría bien.

Escucho su propuesta con una sonrisa y finjo pensármelo por un segundo. No puedo decir que es el mejor cazador de todo Neopanem porque eso significaría quitarme la corona a mí misma pero puedo poner que es el segundo mejor. Todo el resto puede arreglarse, quedará contento así como nuestros padres pues no hay forma de que no incluya su historia en mis memorias... Allí es dónde todo comenzó, cuando se reencontraron en la playa y aquí estamos más de 20 años después, con una historia que aún se sigue escribiendo.

-Por la garrita - digo enredando mi meñique con el suyo y lo tomo del brazo para dirigirnos hacia adentro en dónde Pat y JJ esperan con la comida.
Charlie P. Meyer
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