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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Hans M. Powell
M. Meerah Powell
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Recuerdo del primer mensaje :
La primera nevada del año produce cierta sensación de silencio en el exterior, mientras las ventanas se empañan y la música no deja de sonar en la sala de estar, cuya iluminación se ve ayudada gracias a la chimenea encendida que me hace olvidar que nos encontramos en el distrito cuatro. Le doy un golpecito suave a la muñeca de Meerah para que apunte mejor la varita, porque la estrella que trajo para la punta del enorme árbol navideño que hemos conseguido con su tía le está quedando torcida y sé que no se lo perdonará luego — ¿No crees que le falta algo? — pregunto y me doy unos golpecitos en el mentón con la varita, hasta que intento probar algo nuevo y la sacudo para que las bolas brillen suavemente, cubriendo las zonas más apagadas de las ramitas — Bueno, podría verse peor — me resigno, está claro que no soy el de las decisiones estéticas en esta familia. El suéter que mi hija me regaló en cuanto llegamos a la casa de su tía lo puso en evidencia, porque resulta que se pasó semanas preparando un montón de prendas de Navidad para todos. No sé exactamente cómo tomarlo, porque es la primera vez que paso esta fecha en familia después de lo que creo que fue una eternidad y apenas pude darle las gracias antes de ponerme sentimental y echarle la culpa al alcohol que no he empezado a beber.
Me paso una mano estirando la prenda nueva y agradablemente calentita al guardar la varita, giro en cuanto mi nariz reconoce que la mesa se va llenando y mi olfato no falla puesto que veo a Mohini pasar con una bandeja de no sé qué cosa, pero que se ve bastante bien. Tanto que hasta Charles, el novio de mi hermana, deja de acomodar la pila de regalos para ir a chequear qué es lo que se está perdiendo — ¿Por qué siento que tu madre será la estrella de la noche? — me excuso con subir el volumen de la música para murmurar cerca del oído de Scott, sonriéndole con expresión burlona al señalarle el muérdago que Phoebe ha colocado en el árbol — ¿Quieres que robe uno de esos para más tarde? — tengo toda la intención de hacer una insinuación que se siente demasiado fuera de lugar si consideramos que no estamos solos y no confío en que la música nos cubra, así que solo le estampo un beso veloz en la mejilla y me alejo para tomar uno de los bocadillos salados de la mesa. Es un poco temprano para empezar a cenar, así que conformaré a mi estómago con los platos de entrada. Me estoy llenando la boca con más de uno cuando Phoebe hace su aparición, así que tengo que tragar con algo de fuerza y palmearme el pecho para decirle lo que vengo queriendo comentarle desde que puse un pie en su casa hace menos de una hora — ¿Qué crees? — señalo su sala con un movimiento de la cabeza, seguro de que mis ojos reflejan la sonrisa que se me va asomando por las comisuras — Una Navidad digamos que completa. ¿Quién lo hubiera dicho? — desde luego, no nosotros. No cuando hace un año aún estábamos solos y no teníamos más que recuerdos, que ahora podrían ser reemplazados por memorias nuevas y, posiblemente, mucho mejores.
La primera nevada del año produce cierta sensación de silencio en el exterior, mientras las ventanas se empañan y la música no deja de sonar en la sala de estar, cuya iluminación se ve ayudada gracias a la chimenea encendida que me hace olvidar que nos encontramos en el distrito cuatro. Le doy un golpecito suave a la muñeca de Meerah para que apunte mejor la varita, porque la estrella que trajo para la punta del enorme árbol navideño que hemos conseguido con su tía le está quedando torcida y sé que no se lo perdonará luego — ¿No crees que le falta algo? — pregunto y me doy unos golpecitos en el mentón con la varita, hasta que intento probar algo nuevo y la sacudo para que las bolas brillen suavemente, cubriendo las zonas más apagadas de las ramitas — Bueno, podría verse peor — me resigno, está claro que no soy el de las decisiones estéticas en esta familia. El suéter que mi hija me regaló en cuanto llegamos a la casa de su tía lo puso en evidencia, porque resulta que se pasó semanas preparando un montón de prendas de Navidad para todos. No sé exactamente cómo tomarlo, porque es la primera vez que paso esta fecha en familia después de lo que creo que fue una eternidad y apenas pude darle las gracias antes de ponerme sentimental y echarle la culpa al alcohol que no he empezado a beber.
Me paso una mano estirando la prenda nueva y agradablemente calentita al guardar la varita, giro en cuanto mi nariz reconoce que la mesa se va llenando y mi olfato no falla puesto que veo a Mohini pasar con una bandeja de no sé qué cosa, pero que se ve bastante bien. Tanto que hasta Charles, el novio de mi hermana, deja de acomodar la pila de regalos para ir a chequear qué es lo que se está perdiendo — ¿Por qué siento que tu madre será la estrella de la noche? — me excuso con subir el volumen de la música para murmurar cerca del oído de Scott, sonriéndole con expresión burlona al señalarle el muérdago que Phoebe ha colocado en el árbol — ¿Quieres que robe uno de esos para más tarde? — tengo toda la intención de hacer una insinuación que se siente demasiado fuera de lugar si consideramos que no estamos solos y no confío en que la música nos cubra, así que solo le estampo un beso veloz en la mejilla y me alejo para tomar uno de los bocadillos salados de la mesa. Es un poco temprano para empezar a cenar, así que conformaré a mi estómago con los platos de entrada. Me estoy llenando la boca con más de uno cuando Phoebe hace su aparición, así que tengo que tragar con algo de fuerza y palmearme el pecho para decirle lo que vengo queriendo comentarle desde que puse un pie en su casa hace menos de una hora — ¿Qué crees? — señalo su sala con un movimiento de la cabeza, seguro de que mis ojos reflejan la sonrisa que se me va asomando por las comisuras — Una Navidad digamos que completa. ¿Quién lo hubiera dicho? — desde luego, no nosotros. No cuando hace un año aún estábamos solos y no teníamos más que recuerdos, que ahora podrían ser reemplazados por memorias nuevas y, posiblemente, mucho mejores.
Obvio que todo se desmadra en minutos, no hay que tener el don de la videncia para verlo venir. Se me abre la boca con la sorpresiva indignación porque el sujeto este tiene el descaro de tratarme como un sirviente y me giro con la expresión de “¿están oyendo a este tipo?” pintada en el rostro, aunque creo que nadie me presta atención porque las bombas salen de todos lados hasta que creo que el vestíbulo se ha vuelto un campo de batalla. No amago a irme pero Phoebe de todos modos me detiene, en lo que me fijo como todos se pelean por sostener el paquete misterioso y siento que se fue a la mierda la noche — ¡Ya, todos, alto! — exclamo, soltando a mi prometida para poder alzar las manos en busca de algo de cordura entre las chispas que se sacan los unos a los otros. Paso la mirada de mi suegro a mi cuñado, de ellos a las mujeres morenas de la habitación y por último, a Phoebe — ¡Es Navidad, por el jodido Merlín! Y sé que suena estúpido, pero creo que los Powell necesitan hablar para cerrar su capítulo de una buena vez y el resto no tenemos que meternos. Ahora… — no me contengo y señalo a Hermann con un dedo acusador — Señor, he oído mucho de usted, nada bueno si tengo que ser sincero. Si desea hablar con sus hijos y mete la pata, yo seré el primero en romperle la cara de un puñetazo. Y por otro lado…
Me fijo en el paquete que se están debatiendo y lo señalo con el mentón — Poner a su nieta en peligro es la peor manera de hacer esto. Nadie tiene que salir lastimado esta noche, seamos coherentes, por favor. ¡Que tú estás embarazada! — me quejo en dirección a Lara, sin comprender cómo es que no está pensando en la seguridad de su bebé en toda esta locura — ¿Por qué no escuchar lo que tiene para decir y que se lleve su paquete consigo? No tenemos que terminar la noche así. Si a usted le importa sus hijos, aunque sea un poco, creo que después de todo lo que ha hecho, este es el momento de demostrarlo — porque para errores, tuvo demasiado tiempo y ya no pueden volverse los relojes hacia atrás.
Me fijo en el paquete que se están debatiendo y lo señalo con el mentón — Poner a su nieta en peligro es la peor manera de hacer esto. Nadie tiene que salir lastimado esta noche, seamos coherentes, por favor. ¡Que tú estás embarazada! — me quejo en dirección a Lara, sin comprender cómo es que no está pensando en la seguridad de su bebé en toda esta locura — ¿Por qué no escuchar lo que tiene para decir y que se lleve su paquete consigo? No tenemos que terminar la noche así. Si a usted le importa sus hijos, aunque sea un poco, creo que después de todo lo que ha hecho, este es el momento de demostrarlo — porque para errores, tuvo demasiado tiempo y ya no pueden volverse los relojes hacia atrás.
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A decir verdad, me marean un poco con tantas indicaciones, pedidos y faltas de respeto; pero no me es difícil el desviar mi atención hacia mis hijos. - Tu abuela fue una santa, no hace falta que la insultes. - Me burlo. Aunque si era sincero y era probable que su opinión de mi madre fuese algo acertada, no era el momento de discutir sobre ella. - Y puedes decir lo que quieras sobre tu hija. Pero sin mí, no estaríamos todos aquí, ¿O no? Quiéranlo o no soy su progenitor, y nada hará que eso cambie. - Tanto como ellos seguían siendo mis hijos sin importar qué, pero eso se debía a malas decisiones en mi vida, no mucho más que eso.
Paseo los ojos por la habitación, tratando de grabar en mi memoria la cara de los presentes para averiguar algo más sobre ellos luego. Cualquier información podría ser importante y beneficiarme a futuro. Vaya a saber que se podía conseguir gracias a mi tan así llamada “familia” - Así que, me golpeas, me echas de tu casa, ¿y aún así quieres que te dé explicaciones? Así no funcionan las cosas Ebby, - El por qué de mis acciones solía tener como respuesta un “porque sí”, pero ese no era el caso en esta ocasión, y no regalaría información que luego podría servirme. - La realidad es que solo venía a advertirles el que estuviesen atentos en la próxima semanas. No querría que empezaran mal el año por no tener en cuenta mis palabras… - Empiezo a escuchar sonidos ahogados y se me tuerce una pequeña sonrisa en la cara. - ¿Ven? Si no hubiesen confundido a mi nieta y la hubiesen dejado escucharme, esto no estaría pasando. - Y con esto me refiero al ver como la pequeña se lleva una mano a la garganta, boqueando con fuerza para poder respirar.
El gas agarrotador estaba apenas y contenido dentro de un frasco de cristal, y el movimiento, por más cuidadoso que se fuese, haría que se libere. Por algo había quitado el seguro antes de entregárselo a la pequeña quien, tras tantas indicaciones, al fin había cedido y se lo estaba entregando a la mujer más grande de la sala. - Parece que mi visita será más corta de lo planeado. Haganme un favor, y desháganse de eso, no me gustaría que la próxima vez que nos veamos fuese en un funeral. - Y dejando mis palabras en el aire, meto la mano en el bolsillo y cierro mi puño alrededor de un viejo encendedor. Que odiase a los brujos no significaba que no pudiese usar sus juguetes y, un traslador era condenadamente útil.
Paseo los ojos por la habitación, tratando de grabar en mi memoria la cara de los presentes para averiguar algo más sobre ellos luego. Cualquier información podría ser importante y beneficiarme a futuro. Vaya a saber que se podía conseguir gracias a mi tan así llamada “familia” - Así que, me golpeas, me echas de tu casa, ¿y aún así quieres que te dé explicaciones? Así no funcionan las cosas Ebby, - El por qué de mis acciones solía tener como respuesta un “porque sí”, pero ese no era el caso en esta ocasión, y no regalaría información que luego podría servirme. - La realidad es que solo venía a advertirles el que estuviesen atentos en la próxima semanas. No querría que empezaran mal el año por no tener en cuenta mis palabras… - Empiezo a escuchar sonidos ahogados y se me tuerce una pequeña sonrisa en la cara. - ¿Ven? Si no hubiesen confundido a mi nieta y la hubiesen dejado escucharme, esto no estaría pasando. - Y con esto me refiero al ver como la pequeña se lleva una mano a la garganta, boqueando con fuerza para poder respirar.
El gas agarrotador estaba apenas y contenido dentro de un frasco de cristal, y el movimiento, por más cuidadoso que se fuese, haría que se libere. Por algo había quitado el seguro antes de entregárselo a la pequeña quien, tras tantas indicaciones, al fin había cedido y se lo estaba entregando a la mujer más grande de la sala. - Parece que mi visita será más corta de lo planeado. Haganme un favor, y desháganse de eso, no me gustaría que la próxima vez que nos veamos fuese en un funeral. - Y dejando mis palabras en el aire, meto la mano en el bolsillo y cierro mi puño alrededor de un viejo encendedor. Que odiase a los brujos no significaba que no pudiese usar sus juguetes y, un traslador era condenadamente útil.
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