OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Diciembre
Hay demasiadas cosas corriendo por mi cabeza ahora mismo, lo que necesito es volver a lo básico y no pensar. Quiero ser esa Kennedy que se levantaba al amanecer a entrenar para convertirse en alguien medianamente fuerte y que no sabía que aún así el mundo lograría lastimarla de todas formas. Nada de varita, nada de problemas políticos, solo yo y mi espada golpeando un montón de latas sin propósito alguno, algo en lo que soy buena y nadie me puede quitar. Pero luego de intentarlo el primer día me siento algo sola, siempre tuve a alguien haciéndome compañía así que creo que es una buena idea tomar estudiantes.
Recuerdo que Kyle me pidió que le enseñara a pelear con espada en medio de la batalla, pero no tuve chance de hacerlo ya que me capturaron y bueno... el resto es historia. Estoy segura de que Zenda dirá que ya tiene los conocimientos y que puede apañárselas sola, pero necesita de alguien así que la recluto también. Dejo a ambos un mensaje y luego parto hacia una fábrica de techo cubierto no muy lejos de la de la red. Me gusta porque hay algunos obstáculos en el camino que dan un buen escenario para el entrenamiento.
Saco la espada de su funda y comienzo a correr entre los barriles, cables caídos, estructuras de metal derribadas y demás cosas que alguna vez tuvieron una función. Golpeo con el filo una de las estructuras y el sonido me hace darme cuenta de que será mejor lanzar un hechizo antisonido ya que no queremos una patrulla de aurores aquí y que ésto se convierta en una batalla real. Los chicos no deberían tardar en venir o quizás han decidido no hacerlo, de todas formas yo seguiré con mi entrenamiento.
Hay demasiadas cosas corriendo por mi cabeza ahora mismo, lo que necesito es volver a lo básico y no pensar. Quiero ser esa Kennedy que se levantaba al amanecer a entrenar para convertirse en alguien medianamente fuerte y que no sabía que aún así el mundo lograría lastimarla de todas formas. Nada de varita, nada de problemas políticos, solo yo y mi espada golpeando un montón de latas sin propósito alguno, algo en lo que soy buena y nadie me puede quitar. Pero luego de intentarlo el primer día me siento algo sola, siempre tuve a alguien haciéndome compañía así que creo que es una buena idea tomar estudiantes.
Recuerdo que Kyle me pidió que le enseñara a pelear con espada en medio de la batalla, pero no tuve chance de hacerlo ya que me capturaron y bueno... el resto es historia. Estoy segura de que Zenda dirá que ya tiene los conocimientos y que puede apañárselas sola, pero necesita de alguien así que la recluto también. Dejo a ambos un mensaje y luego parto hacia una fábrica de techo cubierto no muy lejos de la de la red. Me gusta porque hay algunos obstáculos en el camino que dan un buen escenario para el entrenamiento.
Saco la espada de su funda y comienzo a correr entre los barriles, cables caídos, estructuras de metal derribadas y demás cosas que alguna vez tuvieron una función. Golpeo con el filo una de las estructuras y el sonido me hace darme cuenta de que será mejor lanzar un hechizo antisonido ya que no queremos una patrulla de aurores aquí y que ésto se convierta en una batalla real. Los chicos no deberían tardar en venir o quizás han decidido no hacerlo, de todas formas yo seguiré con mi entrenamiento.
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Aprender a pelear con espada es algo que nunca habría imaginado. Es decir... sí, en las películas épicas se ve genial, pero contra una varita no parece demasiado fiable. O al menos pensaba así hasta que vi a Kennedy empuñar la suya en el festival de Nimue. En ese mismo instante me propuse que aprendería a combatir con ella, y que, para empezar, más me valía comenzar a sacar algo más de músculo si no quería irme hacia los lados al coger un arma tan pesada. Desde entonces, entre mi entrenamiento diario se ha colado el hacer pesas flexiones. Las semanas de antes de que mi rostro estuviera entre lo más buscados también me permitía salir a correr, pero por obvias razones eso ahora ha quedado descartado, y aunque le propuse a mamá que me regalara una cinta de correr por mi cumpleaños para poder continuar en el apartamento, le faltó poco para reírse en mi cara.
Hace ya alrededor de una semana que he vuelto al apartamento del 5, dejando otra vez a mi familia biológica en el 12. Lo cierto es que a estas alturas ya me he acostumbrado a estas idas y venidas, las cuales resultan fáciles con los trasladores y las apariciones de Amber y de mamá. Es como cuando tus padres se divorcian y pasas una semana en casa de uno, y la siguiente en casa del otro; excepto que aquí, si me pillan, acabaré quemado probablemente. Un poco de adrenalina nunca viene mal, pero hasta cierto punto...
Levantarme de buen humor nunca ha sido lo mío porque no suelo tener buen despertar, pero lo cierto es que todos los enfurruñamientos mañaneros se me han ido nada más leer el mensaje de Kennedy diciendo que Zenda y yo vayamos a entrenar con ella a la fábrica. Ni siquiera dejo tiempo a que Zenda se prepare porque la emoción me puede, y tras sacudirme los rizos de mala manera para peinarme y desayunar únicamente un vaso de leche con dos galletas, me cuelgo mi mítica mochila. — ¡ZENDA! — grito desde el salón mientras me recoloco la mochila. — ¡Me adelanto!— No dejo tiempo a que responda porque abro la puerta del apartamento y me voy.
No tardo demasiado en llegar a la vieja fábrica abandonada, y suerte que lo hago para poder ver el sorprendente entrenamiento de Kennedy. Ni siquiera me descuelgo la mochila de lo ensimismado que me quedo viendo todo lo que hace, y una vez termina, reprimo las ganas de aplaudir para no quedar como un crío. — ¿Cómo aprendiste todo eso?
Hace ya alrededor de una semana que he vuelto al apartamento del 5, dejando otra vez a mi familia biológica en el 12. Lo cierto es que a estas alturas ya me he acostumbrado a estas idas y venidas, las cuales resultan fáciles con los trasladores y las apariciones de Amber y de mamá. Es como cuando tus padres se divorcian y pasas una semana en casa de uno, y la siguiente en casa del otro; excepto que aquí, si me pillan, acabaré quemado probablemente. Un poco de adrenalina nunca viene mal, pero hasta cierto punto...
Levantarme de buen humor nunca ha sido lo mío porque no suelo tener buen despertar, pero lo cierto es que todos los enfurruñamientos mañaneros se me han ido nada más leer el mensaje de Kennedy diciendo que Zenda y yo vayamos a entrenar con ella a la fábrica. Ni siquiera dejo tiempo a que Zenda se prepare porque la emoción me puede, y tras sacudirme los rizos de mala manera para peinarme y desayunar únicamente un vaso de leche con dos galletas, me cuelgo mi mítica mochila. — ¡ZENDA! — grito desde el salón mientras me recoloco la mochila. — ¡Me adelanto!— No dejo tiempo a que responda porque abro la puerta del apartamento y me voy.
No tardo demasiado en llegar a la vieja fábrica abandonada, y suerte que lo hago para poder ver el sorprendente entrenamiento de Kennedy. Ni siquiera me descuelgo la mochila de lo ensimismado que me quedo viendo todo lo que hace, y una vez termina, reprimo las ganas de aplaudir para no quedar como un crío. — ¿Cómo aprendiste todo eso?
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Ya había perdido la costumbre de levantarse temprano, como no tenía que ir a las clases dictadas por la profesora Sophia, Zenda simplemente abría los ojos cuando quería y el resto del día se la pasaba entrenando o vagando entre las fabricas y callejones. Nunca pensó que algún día extrañaría la vieja rutina.
Aquella mañana, los gritos de Kyle lograron despertarla y como poco le importaba, aplastó su cabeza con la almohada e intentó continuar con su merecido descanso. Sin embargo, El Gato tuvo una mejor idea y no dejó de molestarla, hasta que por fin se levantó y caminó hasta la cocina para servirle el desayuno. Comida enlatada como todo.
Sentada sobre la mesada, con la piernas colgando y las manos abrazadas a su taza de té, leyó el papel que Kenny le había escrito y si bien al principio se rehusó a asistir al encuentro, al finalizar su pobre desayuno, subió hasta su dormitorio y se cambió.
La capucha del abrigo tapaba sus cabellos y un trozo de tela hacía lo mismo con rostro. Estaba congelada y aún así avanzó entre los callejones abandonados con la mochila golpeando su espalda, hasta alcanzar el punto de encuentro.
Kyle ya se encontraba allí hablando con la mujer de la red y como no quiso interrumpir, en silencio trepó un montón de cajas y tomó asiento en la cima de un contenedor bastante sucio.
Desde siempre, Zenda se entrenó con armas de puntería, tenía que aprovechar al máximo el hecho de ser veloz y pequeña, ya que el combate cuerpo con cuerpo, al no ser fuerte, era una debilidad importante.
Concentrada en modificar sus oídos a los de un murciélago, para no perderse ningún detalle valioso de la conversación, continuó balanceando sus pesadas botas en el aire.
Claro que la ventaja la perdió antes de que se cumpliera el minuto y luego no tuvo ganas de volver a intentarlo. —¿Cuándo empezamos?— Preguntó sin moverse de su lugar sobre el contenedor.
Aquella mañana, los gritos de Kyle lograron despertarla y como poco le importaba, aplastó su cabeza con la almohada e intentó continuar con su merecido descanso. Sin embargo, El Gato tuvo una mejor idea y no dejó de molestarla, hasta que por fin se levantó y caminó hasta la cocina para servirle el desayuno. Comida enlatada como todo.
Sentada sobre la mesada, con la piernas colgando y las manos abrazadas a su taza de té, leyó el papel que Kenny le había escrito y si bien al principio se rehusó a asistir al encuentro, al finalizar su pobre desayuno, subió hasta su dormitorio y se cambió.
La capucha del abrigo tapaba sus cabellos y un trozo de tela hacía lo mismo con rostro. Estaba congelada y aún así avanzó entre los callejones abandonados con la mochila golpeando su espalda, hasta alcanzar el punto de encuentro.
Kyle ya se encontraba allí hablando con la mujer de la red y como no quiso interrumpir, en silencio trepó un montón de cajas y tomó asiento en la cima de un contenedor bastante sucio.
Desde siempre, Zenda se entrenó con armas de puntería, tenía que aprovechar al máximo el hecho de ser veloz y pequeña, ya que el combate cuerpo con cuerpo, al no ser fuerte, era una debilidad importante.
Concentrada en modificar sus oídos a los de un murciélago, para no perderse ningún detalle valioso de la conversación, continuó balanceando sus pesadas botas en el aire.
Claro que la ventaja la perdió antes de que se cumpliera el minuto y luego no tuvo ganas de volver a intentarlo. —¿Cuándo empezamos?— Preguntó sin moverse de su lugar sobre el contenedor.
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Puedo escuchar los pasos de alguien acercándose y supongo que se trata de uno de los chicos, de todas formas estoy atenta y para cuando el muchacho aparece frente a mí me encuentro en guardia para defender cualquier posible ataque. Su pregunta me hace sonreír y relajo mi posición pues he aprendido todo en el sitio que él llamaba hogar hace no mucho tiempo. Claro que para cuando él tuvo edad de agarrar una espada yo ya estaba transmitiendo el programa número 50 aniversario de la red, pero esos son detalles, el espíritu del entrenamiento dudo que haya cambiado a lo largo de los años.
Poco después veo como llega Zenda y se trepa a un montón de cajas. Alzo las cejas mientras balancea las piernas pues no sé cómo quiere aprender a usar la espada desde allí arriba, a no ser que deseé usarla como una jabalina - No teníamos varita cuando la dictadura Niniadis comenzó y la única arma que tenía era una vieja katana que mi mamá usaba de decoración en casa - respondo a Kyle algo melancólica. Esa mujer jamás habría aprobado que su hija entrene como una ninja pero ¡Hey! Lo hice de todas formas y fue una de las épocas más felices de mi vida.
Hago una seña a Zenda para que se baje de su trono y luego vuelvo a guardar la espada en mi espalda. No van a usar una con filo al principio pues si bien tengo mis habilidades de curación lo último que quiero es que alguien salga gravemente herido, así que de momento tendrán que pelear con espadas de madera las cuales tomo del suelo en dónde las dejé y se las entrego una a cada uno - Empezamos ahora mismo y el entrenamiento será duro así que será mejor que no se queden atrás - sugiero remangando mi campera negra deportiva... o lo más cercano a una campera deportiva que el norte me permitió conseguir.
- Bien, deben saber que una espada no solo sirve para cortar a la otra persona - comienzo caminando de un lado a otro como lo hacía mi maestro en su momento - También sirve de escudo ya sea contra otras armas blancas o hechizos, así que no deben separarse de ella por nada en el mundo ¿De acuerdo? - lo que tienen ahora se parece más a una varita gigante que a una espada pero el concepto es el mismo - Antes de empezar... Quiero ver sus conocimientos previos, sostengan su espada y párense como creen que es correcto... Y Kyle, quítate la mochila que nadie te la va a robar aquí.
Poco después veo como llega Zenda y se trepa a un montón de cajas. Alzo las cejas mientras balancea las piernas pues no sé cómo quiere aprender a usar la espada desde allí arriba, a no ser que deseé usarla como una jabalina - No teníamos varita cuando la dictadura Niniadis comenzó y la única arma que tenía era una vieja katana que mi mamá usaba de decoración en casa - respondo a Kyle algo melancólica. Esa mujer jamás habría aprobado que su hija entrene como una ninja pero ¡Hey! Lo hice de todas formas y fue una de las épocas más felices de mi vida.
Hago una seña a Zenda para que se baje de su trono y luego vuelvo a guardar la espada en mi espalda. No van a usar una con filo al principio pues si bien tengo mis habilidades de curación lo último que quiero es que alguien salga gravemente herido, así que de momento tendrán que pelear con espadas de madera las cuales tomo del suelo en dónde las dejé y se las entrego una a cada uno - Empezamos ahora mismo y el entrenamiento será duro así que será mejor que no se queden atrás - sugiero remangando mi campera negra deportiva... o lo más cercano a una campera deportiva que el norte me permitió conseguir.
- Bien, deben saber que una espada no solo sirve para cortar a la otra persona - comienzo caminando de un lado a otro como lo hacía mi maestro en su momento - También sirve de escudo ya sea contra otras armas blancas o hechizos, así que no deben separarse de ella por nada en el mundo ¿De acuerdo? - lo que tienen ahora se parece más a una varita gigante que a una espada pero el concepto es el mismo - Antes de empezar... Quiero ver sus conocimientos previos, sostengan su espada y párense como creen que es correcto... Y Kyle, quítate la mochila que nadie te la va a robar aquí.
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Dejo escapar un pequeño «ooooh» cuando explica por qué sabe utilizarla tan bien. Lo cierto es que yo también estuve una temporada sin varita porque la primera que tuve la perdí cuando tuvimos que marcharnos del 3 deprisa y corriendo, pero por ese entonces mi única defensa era un tirachinas que mi padre me fabricó. Si pienso que levantar una espada debe de ser difícil, con ocho años menos el peso del arma habría terminado conmigo. No me da tiempo a añadir nada porque entonces nos tiende una espada de madera a cada uno, y aunque al principio me decepciono un poco al ver que no es una arma de verdad, tengo que reprimir la mueca porque entiendo por qué lo hace.
Presto atención a todo lo que va diciendo, y voy asintiendo para dejar claro que comprendo perfectamente lo que está explicando. De vez en cuando cambio la espada de mano para acostumbrarme a la sensación, y sobre todo para decidir con qué mano utilizarla. No soy diestro, pero tampoco soy zurdo; es complicado. Me resultaba más sencillo utilizar el tirachinas con la mano derecha, por ejemplo, pero con la varita me siento más cómodo con la izquierda. Tengo muchas preguntas en mente, sobre todo en relación a cuántos días podremos entrenar porque estoy deseando aprender a luchar en condiciones y a sostener una espada de verdad, pero todas esas preguntas se esfuman de golpe en cuanto me recuerda que todavía llevo la mochila colgada. Noto las mejillas arder por la vergüenza y, de nuevo, agradezco que los rizos me caigan sobre la cara para ocultar que debo de haberme puesto como un tomate. — Perdón, se me había olvidado. — Para qué mentir, si la verdad es que todo ha sido culpa de la emoción del momento.
Tras quitarme la mochila, decido que al final la mano izquierda vuelve a ganar a la derecha, y me coloco en posición defensiva tal y como nos ha pedido. Me muevo un par de veces hasta dar con la posición que me resulta más cómodo, que consiste en agarrar la empuñadura con las dos manos por mucho que para atacar prefiera la izquierda, tirar la pierna izquierda hacia atrás y la derecha ligeramente hacia delante. — ¿Así estaría bien?
Presto atención a todo lo que va diciendo, y voy asintiendo para dejar claro que comprendo perfectamente lo que está explicando. De vez en cuando cambio la espada de mano para acostumbrarme a la sensación, y sobre todo para decidir con qué mano utilizarla. No soy diestro, pero tampoco soy zurdo; es complicado. Me resultaba más sencillo utilizar el tirachinas con la mano derecha, por ejemplo, pero con la varita me siento más cómodo con la izquierda. Tengo muchas preguntas en mente, sobre todo en relación a cuántos días podremos entrenar porque estoy deseando aprender a luchar en condiciones y a sostener una espada de verdad, pero todas esas preguntas se esfuman de golpe en cuanto me recuerda que todavía llevo la mochila colgada. Noto las mejillas arder por la vergüenza y, de nuevo, agradezco que los rizos me caigan sobre la cara para ocultar que debo de haberme puesto como un tomate. — Perdón, se me había olvidado. — Para qué mentir, si la verdad es que todo ha sido culpa de la emoción del momento.
Tras quitarme la mochila, decido que al final la mano izquierda vuelve a ganar a la derecha, y me coloco en posición defensiva tal y como nos ha pedido. Me muevo un par de veces hasta dar con la posición que me resulta más cómodo, que consiste en agarrar la empuñadura con las dos manos por mucho que para atacar prefiera la izquierda, tirar la pierna izquierda hacia atrás y la derecha ligeramente hacia delante. — ¿Así estaría bien?
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La niña dejó sobre el contenedor su mochila y ante la señal de Kennedy, bajó saltando caja por caja, hasta que ambos pies estuvieron en el suelo.
Se acercó a paso lento manteniendo el ceño fruncido y se agachó para tomar la espada de madera restante. Era un poco insultante volver a entrenar con un arma sin filo, ese era el nivel de Jared, no el de ella, sin embargo no dijo absolutamente nada y escuchó las indicaciones de la mujer.
Era un poco inadecuado volver a tomar lecciones por parte de alguien ajeno al catorce y de algún extraño modo, la culpa por estar haciéndolo comenzó a incentivar su huida, ya que sentía que estaba defraudando a sus seres queridos.
Con la mirada pensativa clavada en las acciones de Kyle, decidió que era momento de seguir adelante, ya no podía continuar llorando por las pérdidas y el abandono, tenía que hacer algo más y si entrenar de nuevo con palos de madera era parte del proceso, mordería su lengua y lo haría. No obstante, no pudo evitar poner los ojos en blanco al escuchar ciertos consejos por parte de la jefa.
Se quitó de encima la capucha de su abrigo y apartando los mechones negros del rostro, sujetó la espada con la mano derecha y la izquierda la mantuvo estirada hacia atrás para compensar el peso del arma. En cuanto a la posición de sus piernas, también imitó al niño y deslizó una hacia delante para tener mayor equilibrio y por supuesto, mejor facilidad para apartarse, moverse o salir corriendo. —¿Así?— Preguntó no muy segura, era la primera vez que practicaba con un elemento que no eran cuchillos, flechas, magia o puños.
Intentó mover su arma hacia los lados, como si estuviera golpeando un enorme cuerpo parado frente a ella y luego de un par de segundos, se detuvo. Era una tontería.
Se acercó a paso lento manteniendo el ceño fruncido y se agachó para tomar la espada de madera restante. Era un poco insultante volver a entrenar con un arma sin filo, ese era el nivel de Jared, no el de ella, sin embargo no dijo absolutamente nada y escuchó las indicaciones de la mujer.
Era un poco inadecuado volver a tomar lecciones por parte de alguien ajeno al catorce y de algún extraño modo, la culpa por estar haciéndolo comenzó a incentivar su huida, ya que sentía que estaba defraudando a sus seres queridos.
Con la mirada pensativa clavada en las acciones de Kyle, decidió que era momento de seguir adelante, ya no podía continuar llorando por las pérdidas y el abandono, tenía que hacer algo más y si entrenar de nuevo con palos de madera era parte del proceso, mordería su lengua y lo haría. No obstante, no pudo evitar poner los ojos en blanco al escuchar ciertos consejos por parte de la jefa.
Se quitó de encima la capucha de su abrigo y apartando los mechones negros del rostro, sujetó la espada con la mano derecha y la izquierda la mantuvo estirada hacia atrás para compensar el peso del arma. En cuanto a la posición de sus piernas, también imitó al niño y deslizó una hacia delante para tener mayor equilibrio y por supuesto, mejor facilidad para apartarse, moverse o salir corriendo. —¿Así?— Preguntó no muy segura, era la primera vez que practicaba con un elemento que no eran cuchillos, flechas, magia o puños.
Intentó mover su arma hacia los lados, como si estuviera golpeando un enorme cuerpo parado frente a ella y luego de un par de segundos, se detuvo. Era una tontería.
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Sonrío y le doy un apretón en el hombro a Kyle cuando se disculpa por lo de la mochila, es un niño y hay cosas que se le pasan. Nada imperdonable. Para eso existen los entrenamientos, para que cuando tenga que ir a una pelea de verdad no se le olvide dejar la mochila a un lado que podría ser un gran impedimento a la hora de moverse con libertad o quizás cuyo contenido no podría caer en las manos enemigas y por eso debería esconderla antes... Toda situación mundana es aplicable, por exagerado que parezca, así me enseñaron.
Ambos se ponen en posición y agarro una espada de madera yo misma para hacer las correcciones. Ignoro el pequeño jugueteo que hace Zenda pues creo que la describe bastante, atacar a lo loco sin tener idea de cómo hacerlo realmente, y quizás una corrección o broma en voz alta podría afectarle más de lo que quiero en una primera clase. Prefiero que juegue, que sea ella misma, y con el tiempo terminará dándose cuenta sola de cómo son las cosas.
- ¿Estás cómodo con las dos manos? Si es así, perfecto, solo que tienes que bajar los codos un poco para tener mayor bloqueo a lo largo ¿Comprendes? - pregunto enseñando la posición con mi propio cuerpo - Zenda, esa posición es muy bonita para varitas, pero en una pelea cuerpo a cuerpo, cuando más compacta seas mejor... Achicas el blanco - corrijo tomando el brazo que extiende atrás para pegarlo a su cuerpo - Debes conseguir el equilibrio con la cadera, desgraciadmente las peleas en las que nosotros nos vemos envueltos son todos contra todos y si dejas una mano demasiado alejada, otro enemigo podría aprovecharse de eso - agrego. Es bastante complicado en realidad.
Alzo mi espada de madera y adopto mi propia posición, de costado y con la hoja en diagonal con la punta ligeramente hacia adelante - Muy bien, ahora... intentarán darme a mí ¿De acuerdo? Que los veo con ganas de atacar - agrego con media sonrisa mirando a la rubia - Pero quiero que piensen su ataque antes de hacerlo ¿Dónde les conviene y por qué?
Ambos se ponen en posición y agarro una espada de madera yo misma para hacer las correcciones. Ignoro el pequeño jugueteo que hace Zenda pues creo que la describe bastante, atacar a lo loco sin tener idea de cómo hacerlo realmente, y quizás una corrección o broma en voz alta podría afectarle más de lo que quiero en una primera clase. Prefiero que juegue, que sea ella misma, y con el tiempo terminará dándose cuenta sola de cómo son las cosas.
- ¿Estás cómodo con las dos manos? Si es así, perfecto, solo que tienes que bajar los codos un poco para tener mayor bloqueo a lo largo ¿Comprendes? - pregunto enseñando la posición con mi propio cuerpo - Zenda, esa posición es muy bonita para varitas, pero en una pelea cuerpo a cuerpo, cuando más compacta seas mejor... Achicas el blanco - corrijo tomando el brazo que extiende atrás para pegarlo a su cuerpo - Debes conseguir el equilibrio con la cadera, desgraciadmente las peleas en las que nosotros nos vemos envueltos son todos contra todos y si dejas una mano demasiado alejada, otro enemigo podría aprovecharse de eso - agrego. Es bastante complicado en realidad.
Alzo mi espada de madera y adopto mi propia posición, de costado y con la hoja en diagonal con la punta ligeramente hacia adelante - Muy bien, ahora... intentarán darme a mí ¿De acuerdo? Que los veo con ganas de atacar - agrego con media sonrisa mirando a la rubia - Pero quiero que piensen su ataque antes de hacerlo ¿Dónde les conviene y por qué?
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Escucho los consejos de Kennedy, y hago lo que me dice de bajar un poquito los codos para poder bloquear mejor cuando sea necesario. Después, vuelvo a mover la espada hacia varios lados para acostumbrarme a esa nueva altura, y trato de hacer el gesto de bloquear. Es la única manera que veo por ahora, sin más explicaciones, de tratar de acostumbrarme a las dimensiones del arma y cambiar rápidamente de poses. — ¿Nos enseñarás a afilar bien el arma cuando usemos una de verdad? — pregunto, todavía alternando entre una posible pose de ataque y la de bloquear. Mi padre una vez nos enseñó a afilar unos cuchillos, pero las armas afiladas nunca fueron lo suyo, así que más bien quedó en un simple intento. Como luego empecé a aprender a usar la varita y a pelear con ella, dejé completamente de lado las armas típicas por el palito mágico que parece no llevarse muy bien conmigo. Claro que he notado mejoría, pero todavía me queda mucho por aprender y sigo algo por detrás para la edad que tengo.
Presto atención también a los consejos que le da a Zenda porque podrían irme muy bien en un futuro, nunca se sabe. Después, no puedo evitar reprimir una sonrisa cuando la escucho decir que ataquemos, y vuelvo a acomodarme como había estado practicando en estos minutos. Le echo un vistazo a Zenda para ver si tiene la intención de hablar primero, pero como no me lo parece, decido ser yo: — El costado. Soy más alto que tú y creo que es la zona que mejor me iría. Si fuera contra alguien mucho más alto que yo, iría quizá a por las caderas. — No es como si fuera a encontrarme a alguien que me saque mucha altura, teniendo en cuenta que cada vez estoy más cerca de medir 1'80 y aún me quedan unos años por seguir creciendo... Pero hay que tener en cuenta todos los posibles escenarios. — Aunque tampoco descartaría un golpe con la empuñadura en el estómago, que debe de doler... — añado, intentando pensar más. Nunca me han dado un golpe así, pero la parte trasera del arma tiene pinta de ser bastante dura y de doler si te dan en una zona tan sensible. Espero no tener que saberlo nunca, por el bien de mis tripas.
Presto atención también a los consejos que le da a Zenda porque podrían irme muy bien en un futuro, nunca se sabe. Después, no puedo evitar reprimir una sonrisa cuando la escucho decir que ataquemos, y vuelvo a acomodarme como había estado practicando en estos minutos. Le echo un vistazo a Zenda para ver si tiene la intención de hablar primero, pero como no me lo parece, decido ser yo: — El costado. Soy más alto que tú y creo que es la zona que mejor me iría. Si fuera contra alguien mucho más alto que yo, iría quizá a por las caderas. — No es como si fuera a encontrarme a alguien que me saque mucha altura, teniendo en cuenta que cada vez estoy más cerca de medir 1'80 y aún me quedan unos años por seguir creciendo... Pero hay que tener en cuenta todos los posibles escenarios. — Aunque tampoco descartaría un golpe con la empuñadura en el estómago, que debe de doler... — añado, intentando pensar más. Nunca me han dado un golpe así, pero la parte trasera del arma tiene pinta de ser bastante dura y de doler si te dan en una zona tan sensible. Espero no tener que saberlo nunca, por el bien de mis tripas.
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Asiento orgullosa cuando Kyle se corrige, estoy segura de que le tomará el gusto muy pronto y se convertirá en un gran peleador de cuerpo a cuerpo con un tiempo de entrenamiento. Lo cual es curioso que quiera hacer ya que tiene varita, yo misma he abandonado ese estilo cuando la magia se puso de mi lado. Aunque está bien tener las dos opciones disponibles, nunca se sabe lo que puede pasar en una pelea - Les enseñaré a hacer todo lo necesario una vez que estén listos - le aseguro para dejarlo tranquilo - Incluso decapitar acromántulas - bromeo pues allí fue cuando me pidió que le enseñe.
El chico es el primero en responder así que escucho su razonamiento con atención. Hago una mueca cuando dice que es más alto que yo, la verdad es que sí pero no me gusta que me recuerden mi corta estatura, y doy un aplauso cuando menciona el ataque de frente. Personalmente creo que es el más difícil de cubrir, por lo tanto el más efectivo. Además... Un golpe como ese es bastante agresivo y asegura que la otra persona no intentará volver con un contraataque.
- Puedes intentar ambas, pero recuerda... Aunque eres más alto, tengo la experiencia de mi lado - le recuerdo con una ceja en alto para que no se pase de listo, aunque en realidad dudo que lo haga pues aquí ellos están aprendiendo y yo me estoy divirtiendo un poco - Anda ¿Qué esperas? Dame tu mejor golpe. - lo animo poniéndome en guardia, lista para recibir cualquier cosa.
El chico es el primero en responder así que escucho su razonamiento con atención. Hago una mueca cuando dice que es más alto que yo, la verdad es que sí pero no me gusta que me recuerden mi corta estatura, y doy un aplauso cuando menciona el ataque de frente. Personalmente creo que es el más difícil de cubrir, por lo tanto el más efectivo. Además... Un golpe como ese es bastante agresivo y asegura que la otra persona no intentará volver con un contraataque.
- Puedes intentar ambas, pero recuerda... Aunque eres más alto, tengo la experiencia de mi lado - le recuerdo con una ceja en alto para que no se pase de listo, aunque en realidad dudo que lo haga pues aquí ellos están aprendiendo y yo me estoy divirtiendo un poco - Anda ¿Qué esperas? Dame tu mejor golpe. - lo animo poniéndome en guardia, lista para recibir cualquier cosa.
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