OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
¿Qué ficha moverás?
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Diciembre
Las cosas no están funcionando, claramente no. Lo empleados no están de acuerdo con las políticas de Magnar y si el tipo no logra que funcione temo lo que pueda llegar a pasar. En el departamento ya perdimos a Arianne, una lástima ya que me gustaba trabajar con ella, pero un juez menos en el Wizengamot se hace notar y eso repercute en la cantidad de trabajo que me toca. Avistamientos, enfrentamientos de aurores con personas buscadas, una ministra acusando a su propia hija de refugiar al niño Black. Todo eso pasa por mi escritorio y me va a hacer explotar en cualquier momento. Para colmo no puedo volver a casa al terminar le horario de trabajo porque ahora ha sido invadido por una niña que me hace sentir terriblemente culpable y que de momento la estoy ignorando.
Tampoco quiero quedarme en el ministerio así que opto por ir a la biblioteca. Me entretengo allí e incluso me apodero de toda una mesa que armo a mi gusto con diferentes libros sobre ella pues me esperan largas horas hasta que me vea obligado a volver por el toque de queda. Solo necesito una sonrisa y guiñar un ojo para que una de las bibliotecarias me traiga un café y con eso creo que ya estoy para el resto del día. Ya luego comeré algo sólido, espero que Kida tenga algo preparado, un sándwich al menos, con eso me basta.
Estoy escribiendo un par de cosas cuando veo como James entra a la biblioteca. Mierda. Por supuesto que alguien como él va a la biblioteca por gusto ¿Por qué no se me ocurrió? Para colmo mi mesa está muy cargada para simplemente juntar todas las cosas y salir corriendo en dirección opuesta. No quiero hablar con él, nuestro último encuentro no terminó de la mejor manera y quizás sigo algo enojado ¡Claro que sigo enojado! No tenía ningún derecho a decir lo que dijo y de no ser porque compartimos un secreto que podría hundirnos a ambos, habría sido incluso más duro.
Me quedo observándolo por demasiado tiempo ya que nuestras miradas se juntan sin previo aviso. Maldigo por dentro y solo desvío mis ojos de nuevo a la hoja, solo que esta vez con el ceño fruncido. Que va, no puedo ignorarlo como estoy haciendo con Kida, él es un adulto y si bien puede ser infantil e inocente a veces... no es ningún estúpido - James - saludo levantando una ceja en su dirección - ¿Vienes a aconsejar cómo acomodar mis libros?
Las cosas no están funcionando, claramente no. Lo empleados no están de acuerdo con las políticas de Magnar y si el tipo no logra que funcione temo lo que pueda llegar a pasar. En el departamento ya perdimos a Arianne, una lástima ya que me gustaba trabajar con ella, pero un juez menos en el Wizengamot se hace notar y eso repercute en la cantidad de trabajo que me toca. Avistamientos, enfrentamientos de aurores con personas buscadas, una ministra acusando a su propia hija de refugiar al niño Black. Todo eso pasa por mi escritorio y me va a hacer explotar en cualquier momento. Para colmo no puedo volver a casa al terminar le horario de trabajo porque ahora ha sido invadido por una niña que me hace sentir terriblemente culpable y que de momento la estoy ignorando.
Tampoco quiero quedarme en el ministerio así que opto por ir a la biblioteca. Me entretengo allí e incluso me apodero de toda una mesa que armo a mi gusto con diferentes libros sobre ella pues me esperan largas horas hasta que me vea obligado a volver por el toque de queda. Solo necesito una sonrisa y guiñar un ojo para que una de las bibliotecarias me traiga un café y con eso creo que ya estoy para el resto del día. Ya luego comeré algo sólido, espero que Kida tenga algo preparado, un sándwich al menos, con eso me basta.
Estoy escribiendo un par de cosas cuando veo como James entra a la biblioteca. Mierda. Por supuesto que alguien como él va a la biblioteca por gusto ¿Por qué no se me ocurrió? Para colmo mi mesa está muy cargada para simplemente juntar todas las cosas y salir corriendo en dirección opuesta. No quiero hablar con él, nuestro último encuentro no terminó de la mejor manera y quizás sigo algo enojado ¡Claro que sigo enojado! No tenía ningún derecho a decir lo que dijo y de no ser porque compartimos un secreto que podría hundirnos a ambos, habría sido incluso más duro.
Me quedo observándolo por demasiado tiempo ya que nuestras miradas se juntan sin previo aviso. Maldigo por dentro y solo desvío mis ojos de nuevo a la hoja, solo que esta vez con el ceño fruncido. Que va, no puedo ignorarlo como estoy haciendo con Kida, él es un adulto y si bien puede ser infantil e inocente a veces... no es ningún estúpido - James - saludo levantando una ceja en su dirección - ¿Vienes a aconsejar cómo acomodar mis libros?
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—¿Ya te vas, James? —Me pregunta una colega unos veinte años más joven que yo. Es obvio que me marcho porque ya tengo mi bandolera y sólo la cojo cuando he terminado mi turno y voy a irme del hospital, pero comprendo por qué me lo ha preguntado. Es raro que salga tan pronto, normalmente suelo quedarme hasta más tarde de mi turno, pero llevo unos días saliendo justo después.
—Sí, querida. Tengo que hacer unas cosas en casa y cuanto antes empiece, mejor —explico con una sonrisa. No es mentira realmente. Quiero pasar por casa primero para hacerle unos cariñitos a Chi porque aún no puedo sacarlo a pasear, si no, hasta me lo llevaría a la biblioteca. Es allí a donde he estado yendo estos días… casi desde que tuve aquel… “encontronazo” con el juez. Sé mucho de medicina y medimagia, pero apenas tengo conocimientos de leyes… los suficientes como para no acabar siendo castigado por la ley; y si quiero intentar cambiar las cosas, tendré que conocer bien lo que las rodea.
Las palabras que me dedicó aquel hombre calaron mucho en mí y ahora sé que no podría contar con él para cambiar las cosas… porque parece que es igual que todos los demás. Lo peor ha sido confiar en él. Aunque hay cosas que no llego a entender de su comportamiento… por favor, si la niña tenía zapatos con luces, ¿por qué Viktor había hecho eso y luego dicho lo que había dicho después? ¿Llevado por el enfado? ¿Por qué? ¿Por haber dicho algo sobre cuando era joven? No, aunque eso le molestara no es justificación para que asustase a la niña… ni para que me dijese lo que me dijo.
Después de atender al perrito, he venido a la biblioteca y me he dirigido directamente a la sección de libros jurídicos. Pero la mala suerte me da una patada en la cara cuando, mirando a mi alrededor en busca del libro que estaba leyendo ayer, mi mirada se cruza con la de alguien conocido. Y encima él ya me estaba mirando desde antes. Frunzo los labios mientras él desvía la mirada rápidamente, sabiéndose descubierto, y estoy a punto de girarme… cuando se dirige a mí. Respiro hondo, soy paciente, pero sus palabras me hirieron, así que las siguientes salen solas.
—Señor Carstairs —es mi único saludo. Menos mal que al menos me ha llamado James y no Carlie, eso sería ya el colmo—. Usted no es el centro de mi universo para andar averiguando a qué sitios va. He venido por asuntos que no le interesarán en absoluto y también sé perfectamente que alguien tan débil como yo no tiene ningún derecho a aconsejarle ni atreverse a decirle cómo tiene que hacer las cosas. Así que buenas tardes, que pase un buen día.
Y después de eso, le doy la espalda y me acerco a una estantería más alejada de donde ha descargado su “campamento”. Tenía que haberlo visto venir, tarde o temprano me encontraría con él si estoy en una sección que tiene que ver con su gran e importante trabajo. Pero intento olvidarme de él, en cuanto encuentre ese libro me iré a sentar en la mesa de otra sección alejada de esta.
—Sí, querida. Tengo que hacer unas cosas en casa y cuanto antes empiece, mejor —explico con una sonrisa. No es mentira realmente. Quiero pasar por casa primero para hacerle unos cariñitos a Chi porque aún no puedo sacarlo a pasear, si no, hasta me lo llevaría a la biblioteca. Es allí a donde he estado yendo estos días… casi desde que tuve aquel… “encontronazo” con el juez. Sé mucho de medicina y medimagia, pero apenas tengo conocimientos de leyes… los suficientes como para no acabar siendo castigado por la ley; y si quiero intentar cambiar las cosas, tendré que conocer bien lo que las rodea.
Las palabras que me dedicó aquel hombre calaron mucho en mí y ahora sé que no podría contar con él para cambiar las cosas… porque parece que es igual que todos los demás. Lo peor ha sido confiar en él. Aunque hay cosas que no llego a entender de su comportamiento… por favor, si la niña tenía zapatos con luces, ¿por qué Viktor había hecho eso y luego dicho lo que había dicho después? ¿Llevado por el enfado? ¿Por qué? ¿Por haber dicho algo sobre cuando era joven? No, aunque eso le molestara no es justificación para que asustase a la niña… ni para que me dijese lo que me dijo.
Después de atender al perrito, he venido a la biblioteca y me he dirigido directamente a la sección de libros jurídicos. Pero la mala suerte me da una patada en la cara cuando, mirando a mi alrededor en busca del libro que estaba leyendo ayer, mi mirada se cruza con la de alguien conocido. Y encima él ya me estaba mirando desde antes. Frunzo los labios mientras él desvía la mirada rápidamente, sabiéndose descubierto, y estoy a punto de girarme… cuando se dirige a mí. Respiro hondo, soy paciente, pero sus palabras me hirieron, así que las siguientes salen solas.
—Señor Carstairs —es mi único saludo. Menos mal que al menos me ha llamado James y no Carlie, eso sería ya el colmo—. Usted no es el centro de mi universo para andar averiguando a qué sitios va. He venido por asuntos que no le interesarán en absoluto y también sé perfectamente que alguien tan débil como yo no tiene ningún derecho a aconsejarle ni atreverse a decirle cómo tiene que hacer las cosas. Así que buenas tardes, que pase un buen día.
Y después de eso, le doy la espalda y me acerco a una estantería más alejada de donde ha descargado su “campamento”. Tenía que haberlo visto venir, tarde o temprano me encontraría con él si estoy en una sección que tiene que ver con su gran e importante trabajo. Pero intento olvidarme de él, en cuanto encuentre ese libro me iré a sentar en la mesa de otra sección alejada de esta.
Quizás sería menos incómodo de haber otras personas en la biblioteca, pero al parecer el toque de queda lo único que ha hecho ha sido adelantar el ciclo circadiano de los habitantes de Neopanem y eso quiere decir aprovechan las tardes para hacer sociales ya que no disponen de las noches. Y por supuesto, los días en la biblioteca son algo fácil de sacrificar cuando se necesitan horas libres para salir de fiesta. Debería copiarlos... Así no tendría encontronazos con nerds como el que tengo en frente, porque todos lo sanadores lo son, por supuesto.
No me sorprende que vuelva a tratarme de usted, seguramente lo hace para molestarme pero ésta vez no demuestro disgusto en absoluto. Ha salido de la lista de personas con las cuales quiero mantener una relación relajada y definitivamente mi reto de acostarme con él ha quedado guardado en un baúl de siete cerrojos debajo de la trampilla que tengo debajo de la cama del sótano en el búnker antibombas de la casa - Alguien tal débil cómo usted no sobrevivirá una tarde en la sección jurídica de la biblioteca - respondo con voz calmada optando por poner la barrera del respeto también.
Ahora caigo en la cuenta... ¿Qué demonios hace Carlisle en la sección jurídica? Se me hace difícil pensar que no tiene nada que ver conmigo pues en nuestros encuentros no ha mencionado que tiene otros conocidos jueces o algún interés por las leyes ¿Planea ponerme una denuncia? ¿Planea comentar mi comportamiento para con Kida? No, él no haría eso. Puede que se haya enojado pero dudo que sea capaz de lanzarme a los dementores para que me den un beso.
Me muerdo la lengua para contener las ganas de leerle la mente y descubrir la respuesta sin preguntar. Al final termino levantándome y voy caminando por la misma estantería que él, solo que por el otro lado. Al menos así podré ver qué libros retira y quizás hacerme una idea de sus planes. Pero luego de varios segundos siguiendo sus pasos disimuladamente, no obtengo nuevos datos. Maldita naturaleza curiosa que tengo.
- ¿Debo ir a la sección de medimagia a buscar algo en especial? Digo ya que estamos invadiendo sitios - dejo salir tomando el mismo libro que quiere él pero del otro lado. Lo tironeo un poco para no dejar que lo tome y por suerte éste oculta la risa que amenaza con salir por estar peleándolo de manera tan infantil.
No me sorprende que vuelva a tratarme de usted, seguramente lo hace para molestarme pero ésta vez no demuestro disgusto en absoluto. Ha salido de la lista de personas con las cuales quiero mantener una relación relajada y definitivamente mi reto de acostarme con él ha quedado guardado en un baúl de siete cerrojos debajo de la trampilla que tengo debajo de la cama del sótano en el búnker antibombas de la casa - Alguien tal débil cómo usted no sobrevivirá una tarde en la sección jurídica de la biblioteca - respondo con voz calmada optando por poner la barrera del respeto también.
Ahora caigo en la cuenta... ¿Qué demonios hace Carlisle en la sección jurídica? Se me hace difícil pensar que no tiene nada que ver conmigo pues en nuestros encuentros no ha mencionado que tiene otros conocidos jueces o algún interés por las leyes ¿Planea ponerme una denuncia? ¿Planea comentar mi comportamiento para con Kida? No, él no haría eso. Puede que se haya enojado pero dudo que sea capaz de lanzarme a los dementores para que me den un beso.
Me muerdo la lengua para contener las ganas de leerle la mente y descubrir la respuesta sin preguntar. Al final termino levantándome y voy caminando por la misma estantería que él, solo que por el otro lado. Al menos así podré ver qué libros retira y quizás hacerme una idea de sus planes. Pero luego de varios segundos siguiendo sus pasos disimuladamente, no obtengo nuevos datos. Maldita naturaleza curiosa que tengo.
- ¿Debo ir a la sección de medimagia a buscar algo en especial? Digo ya que estamos invadiendo sitios - dejo salir tomando el mismo libro que quiere él pero del otro lado. Lo tironeo un poco para no dejar que lo tome y por suerte éste oculta la risa que amenaza con salir por estar peleándolo de manera tan infantil.
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No me pasa desapercibido que me trata de usted, lo cual suena grave viniendo de él, pero no le voy a dar más importancia de la que tiene. Él ya no debería importar nada en mi vida, aunque eso es lo que intento pensar, pero lo que pienso se va por otro camino… Es culpa mía en realidad, porque me precipité. Casi pensé que éramos amigos, o algo parecido. Él dijo que me disfrutaba… y entonces lo echó a perder por orgullo o por ser más cruel de lo que yo quería creer. O por las dos cosas. Quién sabe. Pero sí, soy completamente culpable de haberme confiado demasiado. Ya a estas alturas no sé si podría cambiar, pero es ridículo que con cincuenta años siga siendo tan estúpidamente ingenuo.
—Curioso, porque no es la primera vez que sobrevivo a una tarde en esta sección —contesto como si nada, y es cierto. Ya he venido otras veces, desde el día que tuvimos el encontronazo, y no me he muerto. Por favor, soy sanador, me he pasado la vida estudiando, ¿qué se ha creído? No tiene ni idea de lo que ha sido mi vida, mientras él ha estado de fiesta o ligando con todo el mundo yo he estado salvando vidas y estudiando para seguir formándome, pasando noches en vela cuidando de personas enfermas. ¿Qué ha hecho él?
Mi rostro apenas cambia al escuchar las infantiles palabras que salen de su boca, aunque me disgusta que me haya seguido, pero sí lo hace cuando veo que no puedo sacar el libro y adivino que es que él lo está intentando sacar por el otro lado. ¡¿Pero qué le pasa?! Chiquillo infantil, ¡ni que siguiese teniendo quince años!
—Haga lo que quiera, pero tenga cuidado, no vaya a ponerse hipocondríaco, suele pasar cuando gente que no tiene ni idea de enfermedades, síntomas y causas empieza a leer sobre ellas —digo con tono mordaz, aunque ya no sé si lo he dicho como una pulla o simplemente porque es verdad. La gente se pone paranoica leyendo esas cosas pensando que tienen los síntomas. He visto a personas en urgencias que han venido diciendo que pensaban que tenían enfermedades graves y luego a lo mejor sólo tenían un resfriado—. Compórtese y suelte el libro, usted tiene una pila en su mesa —digo tirando de él con fuerza.
—Curioso, porque no es la primera vez que sobrevivo a una tarde en esta sección —contesto como si nada, y es cierto. Ya he venido otras veces, desde el día que tuvimos el encontronazo, y no me he muerto. Por favor, soy sanador, me he pasado la vida estudiando, ¿qué se ha creído? No tiene ni idea de lo que ha sido mi vida, mientras él ha estado de fiesta o ligando con todo el mundo yo he estado salvando vidas y estudiando para seguir formándome, pasando noches en vela cuidando de personas enfermas. ¿Qué ha hecho él?
Mi rostro apenas cambia al escuchar las infantiles palabras que salen de su boca, aunque me disgusta que me haya seguido, pero sí lo hace cuando veo que no puedo sacar el libro y adivino que es que él lo está intentando sacar por el otro lado. ¡¿Pero qué le pasa?! Chiquillo infantil, ¡ni que siguiese teniendo quince años!
—Haga lo que quiera, pero tenga cuidado, no vaya a ponerse hipocondríaco, suele pasar cuando gente que no tiene ni idea de enfermedades, síntomas y causas empieza a leer sobre ellas —digo con tono mordaz, aunque ya no sé si lo he dicho como una pulla o simplemente porque es verdad. La gente se pone paranoica leyendo esas cosas pensando que tienen los síntomas. He visto a personas en urgencias que han venido diciendo que pensaban que tenían enfermedades graves y luego a lo mejor sólo tenían un resfriado—. Compórtese y suelte el libro, usted tiene una pila en su mesa —digo tirando de él con fuerza.
Bien, entones se supone que está haciendo algún tipo de investigación sobre algo pero ¿Por qué? De nuevo me entra la preocupación sobre Kida pero debo recordarme que a veces los sanadores se ven en problemas legales también, bastante de seguido en realidad y con los recortes que ha habido en sanidad no me sorprendería que James haya ligado alguna denuncia de un paciente. Me entra el enojo de repente porque no puedo creer que haya alguien tan desgraciado en el mundo como para meterle una denuncia a un sanador cómo él solo porque sí. Estoy enojado con el maldito, sí, pero una cosa es estar enojado porque se ha pasado de la raya y otra completamente distinta querer arruinar su carrera y sacrificio... Eso es ser malvado.
Supongo que puedo pedirle a Ernest que le de una mano con eso y de paso intentar conseguir lo que yo no he podido y ya no quiero... Aunque de poder hacerlo con ambos me lo pensaría muy seriamente... ¡No es el momento, Viktor!
Pongo los ojos en blanco pues no hay forma de que un estúpido libro con enfermedades altere la majestuosidad de mi cuerpo, sé manejarlo a la perfección y no hay cosa en mi cabeza que me haga alterarlo. En realidad tuve que aprender a hacerlo pues una simple gripe me baja las defensas y con eso mi escudo de legeremancia, un golpe, un dolor de estómago, cualquier cosa... No puedo permitirme enfermar, pero es algo que no le voy a responder pues sería mostrarle debilidad y ya me ha quedado en claro que no puedo hacerlo ya que no duda en usarlo como arma.
- Pero quiero este - respondo tirando fuertemente de él y ganándole en fuerza**. Doy la vuelta a la estantería y camino en su dirección lentamente. Es tan complicado saber cómo demonios comportarme ahora, quiero seguir enojado pero a la vez quiero preguntarle si necesita consejo legal. Soy de los mejores así que podría ayudarlo o al menos darle una mano indirectamente a través de un colega, pero no puedo hacerlo sin explicarle de qué va la cosa y para eso debo preguntar - ¿Esclavos? - pregunto al leer la contratapa del libro que tomé de la estantería - ¿Quieres sacarme a Kida? - pregunto acercándome a él a paso firme, es la única respuesta que se me ocurre - Me temo que no se puede, así que déjame ahorrarte la lectura - finalizo estampándole el libro contra el pecho y de paso a él contra la estantería.
Se nota que llevo un par de semanas sin sexo pues la cercanía entre nosotros me dan unas ganas de besarlo impresionantes. Bueno, quizás es demasiado pronto para descartar mi desafío.
**Acierto
Supongo que puedo pedirle a Ernest que le de una mano con eso y de paso intentar conseguir lo que yo no he podido y ya no quiero... Aunque de poder hacerlo con ambos me lo pensaría muy seriamente... ¡No es el momento, Viktor!
Pongo los ojos en blanco pues no hay forma de que un estúpido libro con enfermedades altere la majestuosidad de mi cuerpo, sé manejarlo a la perfección y no hay cosa en mi cabeza que me haga alterarlo. En realidad tuve que aprender a hacerlo pues una simple gripe me baja las defensas y con eso mi escudo de legeremancia, un golpe, un dolor de estómago, cualquier cosa... No puedo permitirme enfermar, pero es algo que no le voy a responder pues sería mostrarle debilidad y ya me ha quedado en claro que no puedo hacerlo ya que no duda en usarlo como arma.
- Pero quiero este - respondo tirando fuertemente de él y ganándole en fuerza**. Doy la vuelta a la estantería y camino en su dirección lentamente. Es tan complicado saber cómo demonios comportarme ahora, quiero seguir enojado pero a la vez quiero preguntarle si necesita consejo legal. Soy de los mejores así que podría ayudarlo o al menos darle una mano indirectamente a través de un colega, pero no puedo hacerlo sin explicarle de qué va la cosa y para eso debo preguntar - ¿Esclavos? - pregunto al leer la contratapa del libro que tomé de la estantería - ¿Quieres sacarme a Kida? - pregunto acercándome a él a paso firme, es la única respuesta que se me ocurre - Me temo que no se puede, así que déjame ahorrarte la lectura - finalizo estampándole el libro contra el pecho y de paso a él contra la estantería.
Se nota que llevo un par de semanas sin sexo pues la cercanía entre nosotros me dan unas ganas de besarlo impresionantes. Bueno, quizás es demasiado pronto para descartar mi desafío.
**Acierto
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Definitivamente se está comportando como un niño. Uno muy malcriado y caprichoso. Y tendría paciencia con él si de verdad fuese un niño y no un cuarentón. Encima ha tirado con tanta fuerza que ha podido arrancármelo de las manos y me he hecho daño en los dedos al no poder evitar el movimiento rápido al cerrarse por no tener ya el libro entre ellos. Incluso he tenido que poner un pie más atrás porque casi he perdido el equilibrio. Quizá soy demasiado flojo… y en general no me molestaría, pero ahora sí me ha fastidiado que haya demostrado más fuerza que yo.
Ni siquiera sabía de qué era el libro y me lo quería quitar. Y ahora lo ha leído y… se me ha acelerado el corazón. Por suerte, no toma mis intenciones de la forma correcta y piensa que quiero quitarle su esclava, aunque eso tampoco es demasiado alentador… No sé ni qué responderle, pero veo que se acerca a mí y trato de separarme un par de pasos, pero casi no tengo tiempo de hacer nada. Lo que no me habría esperado en absoluto es lo que hace a continuación.
Me estampa el libro contra el pecho, provocándome una mueca de dolor, aunque mis brazos se mueven casi automáticamente para sujetarlo… y entonces me estampa a mí contra la estantería que tengo detrás. Mis ojos se abren de par en par, sorprendidos por sus acciones, pero luego mi rostro muestra algo de miedo. El corazón me late con fuerza y mi respiración se ha acelerado mientras lo miro directamente a los ojos intentando vislumbrar qué pretende… La verdad es que sí tengo miedo.
—¿Q-Q-Qué cree que está haciendo? —logro decir, sin embargo, unos segundos después, aunque sin poder evitar que me tiemble la voz— S-Suélteme —intento exigir, aferrado al libro como si fuese un peluche que me protege de cualquier mal, aunque no sueno nada imponente.
Ni siquiera sabía de qué era el libro y me lo quería quitar. Y ahora lo ha leído y… se me ha acelerado el corazón. Por suerte, no toma mis intenciones de la forma correcta y piensa que quiero quitarle su esclava, aunque eso tampoco es demasiado alentador… No sé ni qué responderle, pero veo que se acerca a mí y trato de separarme un par de pasos, pero casi no tengo tiempo de hacer nada. Lo que no me habría esperado en absoluto es lo que hace a continuación.
Me estampa el libro contra el pecho, provocándome una mueca de dolor, aunque mis brazos se mueven casi automáticamente para sujetarlo… y entonces me estampa a mí contra la estantería que tengo detrás. Mis ojos se abren de par en par, sorprendidos por sus acciones, pero luego mi rostro muestra algo de miedo. El corazón me late con fuerza y mi respiración se ha acelerado mientras lo miro directamente a los ojos intentando vislumbrar qué pretende… La verdad es que sí tengo miedo.
—¿Q-Q-Qué cree que está haciendo? —logro decir, sin embargo, unos segundos después, aunque sin poder evitar que me tiemble la voz— S-Suélteme —intento exigir, aferrado al libro como si fuese un peluche que me protege de cualquier mal, aunque no sueno nada imponente.
En noches de aburrimiento en donde no podía salir, los documentales de animales mágicos y no mágicos han sido mis grandes amigos. Los de las profundidades son mis favoritos ya que parecen salidos de éste mundo, hay criaturas que pese a no tener una pizca de magia en código genético de todas formas parecen especiales. Y luego estaban los documentales de tierra, en donde los depredadores atacaban a los inocentes ciervos para poder alimentarse. Recuerdo haber sentido lástima por esos ciervos pero también lograba comprender a los depredadores pues otra no les queda ¿No?
Sin embargo al ver el rostro de James, cubierto de miedo, me pongo completamente del lado de los indefensos. No tiene que temer a no ser que tenga pánico a los besos de imprevisto, pero supongo que no estoy transmitiendo bien mis intenciones. Miedo... Wow... De verdad no quería causar ese efecto. Así que lo dejo cuando lo pide y me aparto desanimado, éste hombre no va a sacarme a Kida y de intentarlo cualquier miembro del Wizengamot lo pondría a temblar con un interrogatorio. Puedo dejar de preocuparme con eso.
Solo vuelvo a mi asiento sin apartar la vista del suelo y comienzo a cerrar los libros que había dejado abiertos para, poco a poco, ir devolviéndolos a su lugar ¿Tal vez la niña me tiene miedo también? Después de todo lo último que me escuchó decir es que la mandaría a la arena y quizás no comprendió que solo estaba exagerando, siendo extremista para marcar un punto.
Otra vez me encuentro enojado con James, pero ahora por hacer que me de cuenta de mi actitud. No soy malvado pero tengo actitudes que hacen que parezca que lo soy, eso me ha llevado a juez y a vivir tranquilo en un mundo de guerra.
- Sea lo que vayas a hacer, cuidado - advierto con la voz apagada dejando los últimos libros en su lugar - Hay personas que son peores que yo dando vueltas por ahí y si quieres hacer un cambio te encontrarás con ellas respirándote en la nuca todos los días.
Sin embargo al ver el rostro de James, cubierto de miedo, me pongo completamente del lado de los indefensos. No tiene que temer a no ser que tenga pánico a los besos de imprevisto, pero supongo que no estoy transmitiendo bien mis intenciones. Miedo... Wow... De verdad no quería causar ese efecto. Así que lo dejo cuando lo pide y me aparto desanimado, éste hombre no va a sacarme a Kida y de intentarlo cualquier miembro del Wizengamot lo pondría a temblar con un interrogatorio. Puedo dejar de preocuparme con eso.
Solo vuelvo a mi asiento sin apartar la vista del suelo y comienzo a cerrar los libros que había dejado abiertos para, poco a poco, ir devolviéndolos a su lugar ¿Tal vez la niña me tiene miedo también? Después de todo lo último que me escuchó decir es que la mandaría a la arena y quizás no comprendió que solo estaba exagerando, siendo extremista para marcar un punto.
Otra vez me encuentro enojado con James, pero ahora por hacer que me de cuenta de mi actitud. No soy malvado pero tengo actitudes que hacen que parezca que lo soy, eso me ha llevado a juez y a vivir tranquilo en un mundo de guerra.
- Sea lo que vayas a hacer, cuidado - advierto con la voz apagada dejando los últimos libros en su lugar - Hay personas que son peores que yo dando vueltas por ahí y si quieres hacer un cambio te encontrarás con ellas respirándote en la nuca todos los días.
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¿Ataque de ira? ¿Por qué? ¿Por qué se pone así siempre por su esclava? Ni que yo estuviera loco para intentar quitársela… yo jamás tendría un esclavo, además de que no tengo dinero para encargarme de ella, sobre todo desde los recortes. Ese Magnar es un… bueno, digamos que soy demasiado educado como para siquiera pensar en un calificativo para él.
Me sorprende que me haya soltado sin más. Por su actitud no parecía que un pequeñajo —a su lado lo soy— tembloroso y titubeante fuese a convencerlo para que lo hiciera… aunque si lo ha hecho supongo que es porque ha querido y punto, no porque yo le haya calado de alguna manera. Supongo, también, que no le merezco la pena. Pensaría que si me golpea o seguía en actitud agresiva lo denunciaría… él es juez y seguramente ganaría el caso, pero aun así tendría que hacer papeleo al respecto y siempre es mejor quitarse quebraderos de cabeza de encima.
Me quedo en mi sitio, contra la estantería aún, con el estómago hecho un nudo. El corazón aún me late a gran velocidad, aunque mi respiración se ha ido normalizando desde que me soltó y se separó de mí. Veo cómo recoge sus libros y respiro hondo. Sus palabras me confunden aún más, no sé qué tiene metido en la cabeza y agradezco no ser legeremante como él, porque entonces la tentación de meterme en su mente sería muy grande.
—No tiene que fingir que se preocupa por mí —digo sin usar el tono de antes, pero serio… ahora se puede vislumbrar en mi voz que estoy dolido por lo que pasó y por lo que me dijo, aunque dudo mucho que él entienda eso. Si acaso creerá que es por lo que acaba de hacer—. Ya me quedó claro el otro día… que fui muy ingenuo y me precipité al pensar que estábamos empezando a ser amigos —digo y le doy la espalda, fingiendo que estoy leyendo la portada del libro que tengo entre los brazos, pero incapaz de distinguir nada porque sigo pensando en mis últimas palabras y en lo estúpido que he sido.
Me sorprende que me haya soltado sin más. Por su actitud no parecía que un pequeñajo —a su lado lo soy— tembloroso y titubeante fuese a convencerlo para que lo hiciera… aunque si lo ha hecho supongo que es porque ha querido y punto, no porque yo le haya calado de alguna manera. Supongo, también, que no le merezco la pena. Pensaría que si me golpea o seguía en actitud agresiva lo denunciaría… él es juez y seguramente ganaría el caso, pero aun así tendría que hacer papeleo al respecto y siempre es mejor quitarse quebraderos de cabeza de encima.
Me quedo en mi sitio, contra la estantería aún, con el estómago hecho un nudo. El corazón aún me late a gran velocidad, aunque mi respiración se ha ido normalizando desde que me soltó y se separó de mí. Veo cómo recoge sus libros y respiro hondo. Sus palabras me confunden aún más, no sé qué tiene metido en la cabeza y agradezco no ser legeremante como él, porque entonces la tentación de meterme en su mente sería muy grande.
—No tiene que fingir que se preocupa por mí —digo sin usar el tono de antes, pero serio… ahora se puede vislumbrar en mi voz que estoy dolido por lo que pasó y por lo que me dijo, aunque dudo mucho que él entienda eso. Si acaso creerá que es por lo que acaba de hacer—. Ya me quedó claro el otro día… que fui muy ingenuo y me precipité al pensar que estábamos empezando a ser amigos —digo y le doy la espalda, fingiendo que estoy leyendo la portada del libro que tengo entre los brazos, pero incapaz de distinguir nada porque sigo pensando en mis últimas palabras y en lo estúpido que he sido.
Desde el día que lo conocí debajo del árbol me di cuenta de que James es demasiado bueno para éste mundo. Lo que hace, lo que piensa, no va para nada en un escenario repleto de obstáculos y pinches que lo lastimarán si siquiera intentarlo. Y si bien estoy enojado con él... Sí que me preocupo. Me preocupo porque necesita de alguien que cuide de él, la verdad no sé como ha sobrevivido 50 años sin meterse en problemas con tantos gobiernos dictadores e imponiendo leyes que a veces no tienen ningún sentido - A veces quiero abofetearte - digo sin más. Y a veces abrazarlo, otras veces rodear su cuello con mi manos y a veces besarlo como he descubierto recientemente. Hombre complicado es James.
Me muerdo la lengua aprovechando que está leyendo su libro y lo observo por unos segundos mientras está de espalda. Al cabo de unos segundos le doy la vuelta para ponerme de frente y tomar su barbilla con mi mano - Bueno, yo quería ser tu amigo - y al parecer ya no podré serlo pues, sin meterme en su mente, parece que la cosa es irreconciliable. Tampoco quiero... Quizás reunía las características de "Persona a la que necesito en mi vida" pero puedo encontrar a alguien lo suficientemente parecido como para que ocupe su lugar.
Guardo las manos en los bolsillos de pantalón negro y comienzo a caminar en dirección a la salida. En el camino me cruzo con una gran armadura que está de adorno y me detengo al observar que mi cabello se volvió negro en algún punto de la conversación. Sacudo la cabeza y lo transformo en violeta aunque un mechón queda de color blanco por alguna razón - Mierda - maldigo y retomo mi camino hacia la salida.
Me muerdo la lengua aprovechando que está leyendo su libro y lo observo por unos segundos mientras está de espalda. Al cabo de unos segundos le doy la vuelta para ponerme de frente y tomar su barbilla con mi mano - Bueno, yo quería ser tu amigo - y al parecer ya no podré serlo pues, sin meterme en su mente, parece que la cosa es irreconciliable. Tampoco quiero... Quizás reunía las características de "Persona a la que necesito en mi vida" pero puedo encontrar a alguien lo suficientemente parecido como para que ocupe su lugar.
Guardo las manos en los bolsillos de pantalón negro y comienzo a caminar en dirección a la salida. En el camino me cruzo con una gran armadura que está de adorno y me detengo al observar que mi cabello se volvió negro en algún punto de la conversación. Sacudo la cabeza y lo transformo en violeta aunque un mechón queda de color blanco por alguna razón - Mierda - maldigo y retomo mi camino hacia la salida.
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Lejos del miedo, estoy empezando a frustrarme con su actitud. No por enfado, ahora mismo no hay cabida al enfado… sino porque no comprendo qué le pasa, qué se le pasa por la cabeza. Dice una cosa y luego dice otra completamente opuesta, su lenguaje corporal transmite algo y luego otra cosa contraria. Me agobia no saber qué va a hacer a continuación, y no es como cuando me ponía nervioso por sus comentarios subidos de tono… ahora mismo hasta los echo de menos. Entonces había confianza suficiente como para sentirme al menos en un ambiente distendido, aunque me pusiera nervioso… bueno, no había confianza. Sólo creía que la había. De haberla no me habría dicho aquello tan feo.
¿Y él quiere abofetearme? Bueno, no es porque me lo merezca, pero tampoco me sorprende que diga eso viendo que no le tembló el pulso para estamparme contra una estantería. Aunque no me hizo daño físico realmente, más me dolió el libro contra mi pecho, pero no es… para tanto. Y entonces se pone frente a mí y no puedo seguir esquivándolo porque me agarra la barbilla, haciendo que se me encoja el estómago. No estoy asustado ahora, pero esto me parece demasiado íntimo y me he vuelto a poner nervioso. ¿Por qué soy tan estúpido?
Sus palabras no me convencen y casi empiezo a pensar que está jugando conmigo. Si hubiese querido ser mi amigo no habría dicho lo que dijo… ¿Tiene un mechón blanco en su cabello? ¿Y cuándo empezó a verse negro el resto? «Deja de pensar en eso, James», me digo a mí mismo, aunque tengo la sensación de que es importante, no creo que lo haya hecho conscientemente…
Ya no estoy enfadado, ahora estoy muy triste… yo también quería ser su amigo. Pero tuvo que comprarse una esclava y todo eso que pasó y que no tengo que volver a enumerar. Suspiro pesadamente y bajo de nuevo la mirada, aunque ya se haya ido. Me siento en la mesa más cercana, que es la que ocupaba él antes, y dejo el libro sobre la mesa para luego abrirlo por donde iba ayer. Pero no me puedo concentrar. Hundo la cabeza en él, frustrado.
A lo mejor no es tan malo… la niña tenía ropa nueva y zapatos lujosos… y además parecía querer al hombre, de lo contrario no se habría atrevido a pedirle que le diese la mano. Los niños son muy sinceros y si él la hubiese tratado mal ella no habría querido que le diese la mano, como si él fuera su padre. Su padre… Ojalá pudiera preguntarle… pero no quiero arriesgarme a que vuelva a decirme algo ofensivo como aquella vez… ya me hizo bastante daño.
¿Y él quiere abofetearme? Bueno, no es porque me lo merezca, pero tampoco me sorprende que diga eso viendo que no le tembló el pulso para estamparme contra una estantería. Aunque no me hizo daño físico realmente, más me dolió el libro contra mi pecho, pero no es… para tanto. Y entonces se pone frente a mí y no puedo seguir esquivándolo porque me agarra la barbilla, haciendo que se me encoja el estómago. No estoy asustado ahora, pero esto me parece demasiado íntimo y me he vuelto a poner nervioso. ¿Por qué soy tan estúpido?
Sus palabras no me convencen y casi empiezo a pensar que está jugando conmigo. Si hubiese querido ser mi amigo no habría dicho lo que dijo… ¿Tiene un mechón blanco en su cabello? ¿Y cuándo empezó a verse negro el resto? «Deja de pensar en eso, James», me digo a mí mismo, aunque tengo la sensación de que es importante, no creo que lo haya hecho conscientemente…
Ya no estoy enfadado, ahora estoy muy triste… yo también quería ser su amigo. Pero tuvo que comprarse una esclava y todo eso que pasó y que no tengo que volver a enumerar. Suspiro pesadamente y bajo de nuevo la mirada, aunque ya se haya ido. Me siento en la mesa más cercana, que es la que ocupaba él antes, y dejo el libro sobre la mesa para luego abrirlo por donde iba ayer. Pero no me puedo concentrar. Hundo la cabeza en él, frustrado.
A lo mejor no es tan malo… la niña tenía ropa nueva y zapatos lujosos… y además parecía querer al hombre, de lo contrario no se habría atrevido a pedirle que le diese la mano. Los niños son muy sinceros y si él la hubiese tratado mal ella no habría querido que le diese la mano, como si él fuera su padre. Su padre… Ojalá pudiera preguntarle… pero no quiero arriesgarme a que vuelva a decirme algo ofensivo como aquella vez… ya me hizo bastante daño.
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