El mundo se zarandeaba a su alrededor. Cuando sus pies tocaron suelo firme tardó unos minutos en conseguir que el mareo la abandonara por completo, sus piernas temblaban y el corazón parecía querer saltarle del pecho en cualquier momento. Sus rodillas se doblaron y acabó acuclillada, con las manos presionadas contra su estómago, con ganas de vomitar, llorar y gritar. Todo a la vez. Había aparecido a un par de manzanas de la fábrica abandonada en la que ahora vivían, o más bien se escondían, para que nadie fuera capaz de seguirla. Un quejido escapó de entre sus labios cuando alcanzó a ponerse de pie, palpándose con las manos el cuerpo en busca de alguna herida provocada por la acelerada aparición. Por suerte no había acabado perdiendo un brazo o una pierna… porque perder la cabeza casi lo había hecho ya.

Salió corriendo, llegó incluso a chocarse con algún vagabundo que trató de alcanzarla lanzándole un objeto o avanzando un par de pasos tras ella. Solo dejó de correr cuando llegó ante la puerta de la fábrica, mirando hacia ambos lados de la calle antes de entrar de manera atropellada en el interior de la misma. La mayor parte del tiempo era ruidosa y concurrida, ¿por qué se sentía vacía precisamente en aquel momento? Apretó los labios, sintiendo una picazón en los ojos que conocía, que se trataba del preludio a las lágrimas que no quería derramar delante de nadie. Por ello caminó, acelerada, en dirección a las nuevas habitaciones, pasando por delante de la puerta del ‘despacho’ de Kenny y sintiendo su corazón encogerse. Era una inútil, una imbécil, una cría que había pensado que podría con cualquier situación y ahora se sentía perdida al sentir el suelo bajo sus pies, la realidad tirando de ella con, incluso, más fuerza que la gravedad.

Su respiración se hizo más notable, no sabiendo de dónde consiguió sacar las fuerzas para golpear con los nudillos la puerta, esperar una respuesta y entrar, cerrando tras de sí y quedándose con la espalda pegada a la misma. Manteniéndose a una distancia prudente antes de que apareciera un guiño en su rostro, su gesto cambiara y las lágrimas amenazaran en sus ojos. Presionó las manos contra su cara, portando aún la varita de su madre en la diestra.

Llevo gran parte de la mañana revisando una y otra vez el tablero con los negocios del norte en los que pudo haber estado involucrado Magnar Aminoff. Intento hacer un mapa de sus movimientos y quizás eso me ayude a conseguir una narración convincente de su historia. Tengo fotografías, recortes de periódicos y notas adhesivas por toda la pared unidas por finos hilos rojos que casi fuerzan relaciones para que todo tenga sentido. Es un trabajo arduo y más ahora que no puedo mostrar mi rostro en público, pero ya llegaré allí y siempre puedo pedirle a Lea que haga algunas averiguaciones por mí.

Me interrumpe un golpeteo en la puerta y pido que pase a la vez que dejo en el escritorio los periódicos con los que estaba cargando. Al prestar atención me encuentro con la chica en la que estaba pensando hace unos segundos pero pedirle algo queda fuera del tablero al ver el estado en el que se encuentra. Físicamente está bien pero no hace falta ser un genio para darse cuenta de que le han dado un fuerte golpe en el interior. Eso y la varita que tiene en la mano no es la suya así que algo habrá pasado.

Me acerco sin decir una sola palabra y solo la envuelvo entre mis brazos, acaricio su cabello y espero que eso le de fuerzas para contarme lo que sea que tiene para contarme. Supongo que la investigación sobre Magnar tendrá que esperar pues tendremos que hacernos cargo de éste asunto... A no ser que sea algo dentro de todo manejable y podamos salir del despacho con una sonrisa.

- ¿Qué ocurrió, Lea? - pregunto al fin separándome pero aun sosteniéndola por los hombros - Ven aquí, tengo algo de té - ofrezco luego llevándola hasta la silla que había estado ocupando yo hasta hace no mucho tiempo. Rápidamente sirvo un poco de té de la tetera que mantuve caliente con magia por horas y se lo entrego con cuidado.

La presión se acrecentaba en su pecho, cortándole la respiración, ralentizando sus latidos incluso tras la acelerada carrera que corrió minutos antes. Demasiados pensamientos en su cabeza, demasiados sentimientos engarrotaban cada músculo de su cuerpo. Pegó la espalda contra la puerta y escondió el rostro en las manos, queriendo evitar que las lágrimas corrieran por sus mejillas, esperando alcanzarlas antes de que se deslizaran, silenciosas, por su rostro. Trató de tragar saliva pero un nudo se había instaurado en su garganta, provocando que la sensación de asfixia fuera muy superior.

Un sensación que se deshizo levemente cuando unos brazos la rodearon con suavidad. Tomó una profunda bocanada de aire, acercándose más a ella y escondiendo el rostro contra su hombro, sus brazos permanecieron bajos y sus hombros gachos. El único casi imperceptible fuerom los movimientos de su cuerpo, el cual vibraba con las cortas respiraciones que alcanzaba a realizar. —Todo ha salido mal. Todo... yo...— balbuceó a duras penas, cerrando los ojos con fuerza. Un mohín se dejó ver en sus labios cuando se separaron, dejándose llevar hasta la silla que ocupó. Dejó la varita sobre la mesa, queriendo alejarla de sí lo máximo posible.

No sabía porque la había llevado con ella. No quería tenerla consigo, no cuando la removía y dañaba por dentro. Dirigió la mirada hacia ella, alcanzando la taza de té y apoyándola sobre sus piernas, temerosa de derramar el contenido por el temblor de sus manos. —...lo siento...— susurró inicialmente, bajando la mirada al instante. —Kendrick ha estado todos estos meses escondido en mi apartamento— dijo —, pensé que si lo escondía nadie podría encontrarlo y así os podría proteger— continuó de manera atropellada, apretando los labios y rodeando la taza entre sus manos. —Mi madre... ella...— su voz se cortó entonces. Ni siquiera era capaz de hablar libremente de ella, algo dentro se lo impedía.

Muchos significados pueden corresponder a las palabras que pronuncia, pero dudo que tengamos el mismo significado de "todo" en nuestro diccionario. Tal vez me convertí en un poco más negativa de lo que era antes pero para mí que todo vaya mal significaría que una bomba caiga sobre todos nosotros   y destruya todo lo que conocemos sin oportunidad de pelear, pero aún así me alarma y siento como de repente me cuesta un poco más respirar. La incertidumbre no es buena para nadie así que espero que se explique en los próximos minutos.

Cierro los ojos por un momento cuando escucho el comienzo de su relato. No tengo dudas de que lo ha hecho desde la bondad de su corazón y probablemente Kendrick habrá tenido algo que ver con que no nos confiara el secreto, pero en equipo podríamos haber hecho un trabajo mucho mejor. Inútil es pensar en eso ahora ya que el pasado no puede cambiarse. No hace falta que aclare lo de su madre ya que imagino que habrá encontrado el escondite.

Ella está aquí, si bien se la ve inestable emocionalmente sé que no ha sufrido consecuencias físicas pero ¿Y Kendrick? Temo preguntar pero debo hacerlo - Los encontró ¿Verdad? - pregunto apretando la mandíbula. Al menos esa mujer no ha hecho daño a su hija, por lo poco que sé de ella la consideraría capaz, es la clase de persona que si bien ha heredado el ADN a alguien no merece que la llamen madre - ¿Kendrick está bien? ¿Lo han atrapado? - pregunto más rápido de lo que debería. De repente siento la necesidad de encender la televisión para escuchar las noticias o quizás tomar el armario para ir a ver a los del 14 y contarles las malas nuevas.

Siempre había tratado de mantenerlo todo bajo control, tratar de que las cosas no se alejaran de sus planes. Y, tontamente, en algún momento realmente pensó que lo que estaba pasando en su apartamento era normal, que nada malo estaba sucediendo allí, distrayéndose de tal manera que todo acabó saliéndose de quicio. Si hubiera sido cualquier otra persona la que apareciera allí, otro rostro por el que no alcanzar a preocuparse por las repercusiones de su presencia. Pero no.

No quería beber el té pero tampoco lo quería alejar de sus manos, la calidez conseguía reconfortarla. Asintió con la cabeza. —En ningún momento pensé que ella podría aparecer allí...— susurró. Nunca se habían comportado como madre e hija y, además, su nuevo trabajo la mantendría ocupada como para ir; siquiera, alcanzaba a pensar que aparecería allí aunque ya hubiera ocurrido. Prensó los labios. No sabía que la molestaba más, si que hubiera aparecido allí o que, por primera vez, hubiera recibido algo de ella como de una madre. Que lo hubiera hecho en aquel momento y no en todos los años previos. Mordió con fuerza la punta de su lengua, haciéndose el suficiente daño como para no seguir pensando en ello.

—Escapó— habló. Ante su madre se mostró como alguien a quien realmente habían traicionado; una persona a quien él la había usado y abandonado sin mirar atrás. La castaña lo prefería. Desde el mismo segundo en el que se dejó ver solo quiso que él saliera de allí lo antes posible, de la forma que fuere. —Si yo no hubiera estado se lo habría llevado, Kenny...— tomó aire por la boca, apretando las manos contra sus piernas, atrapando la tela entre sus manos. —Llamó a los aurores y luego trató de negociar con nosotros— un sonido sarcástico escapó de sus labios —¿Qué clase de madre haría...?— comenzó a preguntar, cortándosele la voz en el intento y negando con la cabeza.

Escucho atenta intentando que no se forme una mueca en mi rostro. Parece increíble que Jensen haya aparecido luego de tantos años en el peor momento posible, a veces pienso que tenemos toda la mala suerte del mundo de nuestro lado y cosas así me dejan más segura de eso. Suspiro y no digo nada al respecto ya que Lea debería haber evaluado la posibilidad pero no, no es su trabajo pensar como una guerrera sino debería estar concentrándose en sus estudios y hacer lo que la mayoría de nosotros hacía a los 18 años: Disfrutar la vida.

Se me escapa el aire y me tranquilizo cuando escucho que el niño escapó. Eso echa un poco más de luz a la situación y creo que reduce el asunto al enfrentamiento de Lea con su madre. Uno que en realidad aún no termino de comprender ya que no estoy segura de cómo ha actuado Silas. Quiero creer que no presentará ninguna especie de cargo y que Lea será capaz de volver a su vida pero siendo que comenzó su relato con un "Todo ha salido mal"... Se que es una posibilidad remota.

- ¿Iba a entregarte a tì también? - pregunto con el ceño fruncido. Me he cruzado con muchas madres no dignas de un premio a lo largo de mi vida y yo jamás he tenido propios así que no puedo decir lo que se siente tener a alguien así - por mucho que quiera a todos los miembros de la red - pero ni siquiera mi mamá que era una mujer fría llegó a comportarse de esa forma... De hecho, cuando importó, se sacrificó por mi bienestar y sé que le debo la vida.

Tomo otra silla y la coloco a su lado para sentarme y envolverla en un nuevo abrazo. Sé que no soy su madre y no puedo esperar serlo pero ojalá mi abrazo sea suficiente para aliviar un poco su dolor - Ella... Está en el ejército opuesto - solo logro responder pues no quiero justificarla. No debería ser así pero sigue sus ideales y entregar a Kendrick es lo que cualquiera hubiese hecho en su posición - Pero al menos ambos pudieron escapar, quizás lo deje así y no hay que hacer un gran problema de ésto.

Entregarla a ella. Había tratado de negociar para no tener que hacerlo pero la castaña no le había dejado otra alternativa; al menos no otra que no supusiera traicionar sus ideales y todo por lo que había luchado. Consiguió alcanzar el puesto de Ministra de Investigación, puesto que había perseguido y deseado durante toda su vida. Una parte de ella no quería culparla, pero otra quería hacerlo; quería culparla por todo lo malo que había pasado en su vida desde el mismo momento en que nació.

—Quiso convencerme de entregar a Kendrick para que no pasara nada conmigo— arrugó los labios —, si lo hubiera entregado todos vosotros hubierais estado en peligro, yo no... no podía dejar que se lo llevara...— agregó en un hilo de voz, bajando la mirada hasta sus manos, arañando con los uñas la superficie de la taza. —Cuando él escapó me iba a entregar. Mi madre me estaba apuntando con la varita y no le temblaba la mano mientras lo hacía—. Un mohín apareció en sus labios y sus hombros se hundieron un poco más. La imagen aparecía en su mente constantemente, y aún podía sentir la presencia de la misma en dirección a su pecho aunque yacía sobre la mesa frente a ellas.

Su mente permanecía en blanco unos momentos, demasiado concurrida en otros. Pero lo peor eran los sentimientos de abandono real, de soledad y miedo que la atenazaba. Por ello la súbita cercanía la sobresaltó, sus dedos resbalaron de la taza y casi la hicieron caer. Se sintió pequeña, muy pequeña. Siempre supo que no estaban del mismo lado, pero no el alcance de ello. Negó rauda, negando en tantas ocasiones que tuvo miedo de acabar golpeándola con la cabeza cuando lo hizo. —Denunciará que estuvo allí— comenzó —, y también que yo lo encubría—. Dejó la taza sobre la mesa, cerrando los ojos con fuerza y escondiendo el rostro tras sus manos. —Quiere que me quite su apellido, que desaparezca por completo de su vida...— habló con voz queda —Nunca la consideré mi madre pero... Ella no dudó cuando me dijo que me marchara, ni siquiera quiso escuchar que podía dejarlo pasar...— mordió su labio inferior con fuerza hasta que sintió el desagradable regusto a hierro en su boca.

Aprieto los labios hasta que forman una fina línea y lucho por mantener dentro de mi boca la sarta de barbaridades que me gustaría decir. Odio la posición en la que se encontró, porque por más que comprenda la importancia del niño Black me importa un bledo la sangre que tenga si eso pone en peligro a la gente que quiero. Me pongo a pensar y creo que yo lo habría entregado para mantener a Lea a salvo, las consecuencias serían para otro día pero al menos así ella se habría salvado en ese momento.

- De conocerte solo un poco se habría dado cuenta del fallo en su plan, tú nunca lo habrías entregado - respondo acariciando su brazo. Debería haberlo hecho para no meterse en problemas pero dentro de todo salió bien. Quizás no pueda andar a sus anchas como antes pero la mayoría de los que estamos aquí estamos encerrados y hemos aprendido a entretenernos dentro de la gran fábrica. Quizás no es el hogar soñado pero me consta que podría ser muchísimo peor, como la base seguridad.

Se me llenan los ojos de lágrimas al escuchar lo siguiente pues si bien la dejó ir, lo hizo causando el máximo daño que una madre puede causarle a un hijo ¿Es que no se da cuenta? ¿Cómo demonios va a pedirle que se cambie el apellido por solo hacer lo correcto? - Ella pierde más que tú al dejarte ir - respondo intentando que la ira que siento no se traslade a mi voz, se supone que debo tranquilizarla - Lea, tú siempre tendrás un hogar aquí con nosotros... Puede que esa mujer te haya dado la vida pero la familia va más allá de la sangre - continúo apretando con fuerza mi puño izquierdo - Puedes ser Wang, Jefferson, Dankworth, Johnson... Incluso podemos inventarnos un apellido. Siempre estaremos aquí para ti.

Negó con la cabeza por dos razones. Sentía pena por Kendrick, no podía negar que había acabado encariñándose del cachorro durante el tiempo que estuvo allí, incluso llegando a considerarlo como alguien cercano a ella, aun sabiendo que la amistad que había entre ellos tenía una fecha de caducidad establecida. La segunda eran ellos, desde el momento en el que lo llevó con ella fue para protegerlos, temerosa de las artimañas que hubieran podido ejercer sobre él para sacarle información del resto de miembros de la Red, que le dieran veritaserum y acabara llevándolos a las puertas del loft.

Un escalofrío helado la recorrió, obligándola a hacerse más pequeña en la silla. ¿Cómo la entregaría? ¿Acabaría con su cara en un cartel o solo sería una especie de traidora sin rostro? Sin rostro, sin apellido, sin familia de sangre, sin casa… una gran cantidad de sin’s que no había pensado que tendría que afrontar en algún momento. O que, si había cruzado su mente, no lo ubicó con algo tan cercano en el tiempo, tan próximo que había acabado pasándole por encima. Apoyó la cabeza contra el hombro contrario, apretando los labios y con los ojos cerrados con fuerza. Mordió su labio inferior con tanta saña que dolía, pero había una parte de ella que solo quería que el dolor realmente no existiera, que todo aquello solo fuera fruto de una pesadilla de la que despertaría. Mas el sabor amargo de la sangre le indicaba todo lo contrario.

—La odio…— alcanzó a susurrar sin apenas fuerzas en su voz, atrapando la tela de sus pantalones entre los dedos. —Sólo… me gustaría entregarme para castigarla por dejarme ir… que sintiera lo que significa ser traicionado por alguien que tenía otra opción— masculló. Su madre la dejó ir, aunque entregándola en cierta medida, cuando podían inventar algo entre ambas; ella quería entregarse y arrastrarla en la caída aunque, simplemente, pudiera vivir en la fábrica con el resto. De aquel modo actuaba la rabia que sentía dentro de ella. Por un lado la odiaba hasta querer destrozarle la vida, y por otra quería agradecerle poder seguir en libertad. —No me importa su estúpido apellido…— murmuró finalmente.

Sé que las palabras no son hacia mí y no deberían afectarme pero se sienten como un golpe en el estómago. No debería existir el odio entre madres e hijas, entre ningún miembro de la familia hacia otro pues ese es el secreto. No importa cuantas veces nos lastimemos, no importa cuántas veces nos equivoquemos al final nos seguiremos amando porque somos familia. Pero ese no es el caso de Lea con su madre, la ha lanzado a los lobos y no hay marcha atrás de eso. De ser una buena madre habría abandonado todo para ir con su hija y cuidarla pero claramente no es el caso.

-No puedo creer cómo no puede ver cuán afortunada es por tener una hija como tú - dejo salir entre dientes. Es lo que pasa, los que más tienen no lo valoran y aquellos que no aferramos lo poco que nos toca como si fuese el tesoro más grande del mundo y para mí Lea lo es - No. Entregándote lo único que harías sería joderte la vida a tí misma... Lo que debes hacer es convertirte en una mujer fantástica, demostrarle que incluso ahora ya eres mejor que ella - me apresuro a comentar. Además si la entregó de esa forma es porque ya tiene un plan B en el horno, listo para ser usado y algo me dice que no será en favor a la castaña.

-Y no debería... De todas formas estamos en épocas de usar otros nombres si andamos por la calle - intento bromear para relajarla un poco mientras aprieto su hombro - Lo que quieras hacer de ahora en más... Estoy a tu disposición para ayudarte - porque estaba estudiando y eso ya no es una opción - O puedo invitarte aquí a mi pequeño proyecto.

Nunca sintió algo real hacia ella, pero tampoco odio. Simplemente era la persona con la que compartía sangre, la que la mantenía y compraba cosas. Y ahí quedaba todo. No podía pedirle nada, no tenían ese derecho la una con la otra, pero realmente habría deseado que actuara como una madre real al final de todo aquello. Tener falsa compasión y dejarla ir no se podía catalogar como aquello, no cuando iba a contar que ella estaba allí y como estaba implicada con Kendrick, habiéndolo mantenido allí escondido durante cierto tiempo a sabiendas de quién era. Su mandíbula se tensó y trató de abrir la boca, y relamer sus secos labios.

Negó lentamente, dejando ir el aire y separando su cabeza de ella para acabar cruzando los brazos bajo el pecho, apretándolos contra su cuerpo hasta que no pudo más. —Nunca quiso tenerme, solo he sido una piedra en su camino todo este tiempo— una molesta piedra que tenía que arrastrar consigo de un lado para otro porque era, ni más ni menos, que su hija. Lo único por lo que le estaba agradecida era por no haber acabado en un orfanato como otros muchos niños no deseados por sus padres. Abandonados. Apretó los labios. ¿Podía tener una vida peor que aquella? Era una especie de paria para la sociedad, y aquello no era lo peor. Sino que ahora era una completa inútil que no podía ayudarlos con información ni con dinero, no podía hacer nada más que permanecer allí encerrada junto a ellos, esperando a saber si su nombre aparecería como enemiga pública o, en el mejor de los casos, solo sería una simple paria que aún podría moverse con disimulo por el país.

Se giró para abrazar, tenue y fugaz, a Kenny. —Podría usar mi primer nombre… nunca lo hago… pero supongo que está registrado— su voz se fue apagando conforme las palabras surgían de su boca, sintiéndose estúpida por siquiera haber tenido aquella idea. —Gracias, Kenny…— susurró, mordisqueando su labio inferior con insistencia y rompiendo el abrazo, para estirar el brazo y tomar la varita de su madre de sobre la mesa. —Destrozó la mía y me dio la suya. No creo que tenga ningún tipo de localizador pero…— chasqueó la lengua, entregándosela para que fuera ella la que la revisara ya que, aunque ella había tratado de hacerlo antes de ir a la fábrica, no se fiaba de sus propios nervios. La observó apenas unos instantes, quedándose completamente absorta en la curvas de la misma, en su color y tamaño, hasta que parpadeó, saliendo del ensueño y alzando la mirada hacia ella. —Creo que prefiero dormir un poco… con suerte es una pesadilla— reconoció con una triste sonrisa en los labios y la mirada, nuevamente, fija en sus manos.

Más palabras que no puedo lograr entender pero ya no digo nada más al respecto ¿No se supone que un hijo debe ser el sol en los días nublados? Supongo que esa mujer tiene una perspectiva muy distinta a la mía y lo único que espero es no cruzármela nunca por su propio bien. Sería difícil mantener la varita guardada y quizás logre vencerme en un duelo, eso terminaría conmigo quemada y no es un futuro que tenga en la lista de destinos deseados.

Me encojo de hombros pues el nombre que quiera usar funciona para mí. Todos tenemos un pseudónimo, el mío es Elizabeth Dankworth o mejor dicho lo era. Mi rostro está en todos los posters y pantallas tecnológicas así que ya no tiene mucho sentido pretender ser alguien que no soy.

Tomo la varita con cuidado y saco la mía para hacerle un análisis rápido. Así que le dio su varita voluntariamente... Bueno, eso me confunde un poco, pero al menos la mujer ha hecho una buena acción antes de convertirse en la peor madre de todas - No, creo que lo puedes tomar como un gesto de que espera que sobrevivas esto - respondo aunque no estoy segura de que sea lo que quiere o necesita oír ahora mismo. Se la devuelvo sin decir más y luego asiento cuando pide descansar.

Me levanto de la silla y ayudo a que haga lo mismo para dirigirnos a ambas fuera de la habitación. Camino en silencio junto a ella hasta que llegamos a la entrada de la suya y le dedico una última caricia en el rostro - Prepararé algo para comer para cuando te levantes y si necesitas algo me gritas ¿De acuerdo? Andaré por aquí - más precisamente en mi habitación pues creo que yo también debería descansar un poco.