OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Primero de noviembre
Teníamos grandes planes para mi cumpleaños número trece, ahora mismo me encuentro mirando la lista de ingredientes que mamá tenía preparada para hacer el pastel. Sonrío al leer que va desde ojos de calamar hasta grajeas de sabor vómito, iba a ser un pastel épico y más aún porque le tocaba a papá prepararlo... El desafío era simple, un montón de juegos a mi elección y el perdedor de los tres tenía que comer una rebanada grande luego de cantarme el feliz cumpleaños. Pero lamentablemente no va a poder ser, papá me dijo que podíamos hacerlo de todas formas ésta mañana antes de irse al trabajo pero luego de charlar unos minutos llegamos a la conclusión de que no sería lo mismo sin mamá... Claramente no podíamos contar con Amalie para algo así y de a dos no tendría mucho sentido.
Al menos me dejó faltar a la escuela así que me puedo pasar el día leyendo en mi habitación o algo así. Podría aprovechar e ir a visitar a Desmond pero no quiero que me pase algo y arruinar todo a los Lackberg justo el día de mi cumpleaños, al menos hoy me portaré bien, ya podré cometer alguna nueva travesura mañana. De hecho, quizás pueda invitar a Jakobe a mi cumpleaños y hacerle alguna broma en casa ¿Eso es válido, no? Solo una cosilla inocente, como un cubo repleto de pintura sobre la puerta o chinches en la silla. No, eso arruinaría el orden de la casa y Amalie no me lo permitiría ¿Por qué son tan estirados aquí? No encajo para nada.
Noto que se me pasa la hora del desayuno cuando me empieza a gruñir la panza y aún no he salido de mi habitación. Demonios. Creo que tengo una barra de cereal en mi mochila, espero que eso alcance hasta que vuelva papá y pueda salir de mi habitación sin miedo a tener que toparme con una conversación incómoda - Videojuegos... Eso me calmará - murmuro para mi mismo y pongo a encender la tele y la consola, tarda unos segundos así que mientras tanto busco mi nuevo celular que debe estar escondido entre las sábanas de mi cama, tengo que devolverlo a su escondite sino papá se dará cuenta de que lo tengo desde hace unos días ya. Tendré que lucir sorprendido por la noche cuando me lo dé.
Teníamos grandes planes para mi cumpleaños número trece, ahora mismo me encuentro mirando la lista de ingredientes que mamá tenía preparada para hacer el pastel. Sonrío al leer que va desde ojos de calamar hasta grajeas de sabor vómito, iba a ser un pastel épico y más aún porque le tocaba a papá prepararlo... El desafío era simple, un montón de juegos a mi elección y el perdedor de los tres tenía que comer una rebanada grande luego de cantarme el feliz cumpleaños. Pero lamentablemente no va a poder ser, papá me dijo que podíamos hacerlo de todas formas ésta mañana antes de irse al trabajo pero luego de charlar unos minutos llegamos a la conclusión de que no sería lo mismo sin mamá... Claramente no podíamos contar con Amalie para algo así y de a dos no tendría mucho sentido.
Al menos me dejó faltar a la escuela así que me puedo pasar el día leyendo en mi habitación o algo así. Podría aprovechar e ir a visitar a Desmond pero no quiero que me pase algo y arruinar todo a los Lackberg justo el día de mi cumpleaños, al menos hoy me portaré bien, ya podré cometer alguna nueva travesura mañana. De hecho, quizás pueda invitar a Jakobe a mi cumpleaños y hacerle alguna broma en casa ¿Eso es válido, no? Solo una cosilla inocente, como un cubo repleto de pintura sobre la puerta o chinches en la silla. No, eso arruinaría el orden de la casa y Amalie no me lo permitiría ¿Por qué son tan estirados aquí? No encajo para nada.
Noto que se me pasa la hora del desayuno cuando me empieza a gruñir la panza y aún no he salido de mi habitación. Demonios. Creo que tengo una barra de cereal en mi mochila, espero que eso alcance hasta que vuelva papá y pueda salir de mi habitación sin miedo a tener que toparme con una conversación incómoda - Videojuegos... Eso me calmará - murmuro para mi mismo y pongo a encender la tele y la consola, tarda unos segundos así que mientras tanto busco mi nuevo celular que debe estar escondido entre las sábanas de mi cama, tengo que devolverlo a su escondite sino papá se dará cuenta de que lo tengo desde hace unos días ya. Tendré que lucir sorprendido por la noche cuando me lo dé.
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Tengo la fecha apuntada en mi agenda, lo he tenido en cuenta durante toda la semana, que el día anterior al salir del ministerio recorrí una de las calles comerciales del Capitolio para buscar un obsequio para Simon. Esperaba que mi hija mencionara algo respecto al cumpleaños del chico, pero en su alboroto de hacerle un regalo más personal no ha entrado en detalles conmigo. Presiento que es para no hacerme sentir incómoda, a veces tiene comportamientos para no herir la susceptibilidad de nadie, que se reserva demasiadas cosas. Tuve que hacer la compra por mi cuenta, sabiendo que las posibilidades de elegir algo que no le gustara fueran mayores, y aun me traje el paquete envuelto con un moño discreto a casa, sacándole a la vista sobre la mesa del comedor para que lo encontrara a la mañana siguiente. Por supuesto, no llevaba ninguna nota que lo identificara como un regalo de mi parte, mejor que presuponga que es algo en nombre de todos.
Pero la mañana transcurre sin ver que la puerta de la habitación de Simon se abra, no sé si ha quedado dormido o está escondiéndose con sus videojuegos. Echo un vistazo a la pieza de Synnove para encontrarla limpia e impoluta, tan ordenada como cabría esperar de alguien que ha tenido que vivir casi veinte años con mis manías. Sus ausencias son cada vez más extendidas, es poco lo que veo a mi hija y cuando pregunto me habla de sus clases en el instituto de arte, una tabla de horarios que rivaliza en dedicación con la del Royal. Como la habitación del chico me queda enfrente, tomo la decisión con el recelo de ser invasiva, de golpear primero con mis nudillos y luego entreabrir para que pueda colar mi cabeza dentro, viéndolo aún tendido sobre su cama. —Simon, en un rato tendré que salir y te quedarás solo en la casa. ¿Necesitas algo? Hay sándwiches si quieres desayunar—. No es cierto, pero puedo prepararlo en lo que se tarda en salir de las sábanas y cambiarse el pijama. —También creo que hay algo para ti en la cocina— lo digo todo con un tono carente de emoción, como si le estuviera dando un parte, un mensaje que no tiene nada que ver conmigo, aunque esté ansiosa de conocer su reacción al regalo antes de tener que realmente salir de la casa y perdérmelo.
Pero la mañana transcurre sin ver que la puerta de la habitación de Simon se abra, no sé si ha quedado dormido o está escondiéndose con sus videojuegos. Echo un vistazo a la pieza de Synnove para encontrarla limpia e impoluta, tan ordenada como cabría esperar de alguien que ha tenido que vivir casi veinte años con mis manías. Sus ausencias son cada vez más extendidas, es poco lo que veo a mi hija y cuando pregunto me habla de sus clases en el instituto de arte, una tabla de horarios que rivaliza en dedicación con la del Royal. Como la habitación del chico me queda enfrente, tomo la decisión con el recelo de ser invasiva, de golpear primero con mis nudillos y luego entreabrir para que pueda colar mi cabeza dentro, viéndolo aún tendido sobre su cama. —Simon, en un rato tendré que salir y te quedarás solo en la casa. ¿Necesitas algo? Hay sándwiches si quieres desayunar—. No es cierto, pero puedo prepararlo en lo que se tarda en salir de las sábanas y cambiarse el pijama. —También creo que hay algo para ti en la cocina— lo digo todo con un tono carente de emoción, como si le estuviera dando un parte, un mensaje que no tiene nada que ver conmigo, aunque esté ansiosa de conocer su reacción al regalo antes de tener que realmente salir de la casa y perdérmelo.
Cuando escucho el golpeteo en la puerta lo único que puedo hacer es acomodarme en la cama y fingir estar dormido pero desgraciadamente no funciona ya que segundos después escucho al voz de Amalie dentro de la habitación. Se me para el corazón y abro grandes los ojos sin saber qué decir... Claro que no sabe que es mi cumpleaños, no tiene por qué saberlo, aunque eso me confirma que papá no habla de mí con ella. Debe ser un asunto tenso, lo sé, después de todo debe verme como el bastardo producto del engaño de mi padre, de estar en su lugar también me odiaría.
- Estoy bien - me apresuro a responder sin darme vuelta pero con lo segundo que dice me levanto y la observo por unos segundos ¿Algo para mí en la cocina? ¿Una valija con un boleto a Nunca Jamás? ¿Papá dejó otro regalo allí? Seguramente debe ser eso - Voy en seguida, tengo que cambiarme y cepillarme los dientes - informo saliendo de debajo de las sábanas para ir hacia el armario. No me agrada la idea de tener que salir ya que mi habitación es el único sitio que me recuerda un poco a mi vieja casa, pero al parecer no me queda más remedio que hacerlo.
Me quito el pijama en un minuto y lo reemplazo por un pantalón de gimnasia y una camiseta de mangas cortas algo grande para mi tamaño, pero es cómoda y tiene un bonito dibujo de un perro con auriculares. Luego de eso voy al baño a hacer mi rutina y poco después ya estoy asomándome por el pasillo con algo de miedo. No es que le tenga miedo a Amalie pero sé que quedarme a solas con ella es una situación incómoda inminente ¿Así será siempre?
Al llegar al comedor me encuentro con un paquete envuelto con un moño y la miro con desconfianza en los ojos pero con una sonrisa en mis labios - ¿Sí sabía que es mi cumpleaños? - pregunto acercándome tan lento que un caracol podría ganarme en una carrera - Creo que sí comeré algo, pero puedo prepararlo yo, no se moleste.
- Estoy bien - me apresuro a responder sin darme vuelta pero con lo segundo que dice me levanto y la observo por unos segundos ¿Algo para mí en la cocina? ¿Una valija con un boleto a Nunca Jamás? ¿Papá dejó otro regalo allí? Seguramente debe ser eso - Voy en seguida, tengo que cambiarme y cepillarme los dientes - informo saliendo de debajo de las sábanas para ir hacia el armario. No me agrada la idea de tener que salir ya que mi habitación es el único sitio que me recuerda un poco a mi vieja casa, pero al parecer no me queda más remedio que hacerlo.
Me quito el pijama en un minuto y lo reemplazo por un pantalón de gimnasia y una camiseta de mangas cortas algo grande para mi tamaño, pero es cómoda y tiene un bonito dibujo de un perro con auriculares. Luego de eso voy al baño a hacer mi rutina y poco después ya estoy asomándome por el pasillo con algo de miedo. No es que le tenga miedo a Amalie pero sé que quedarme a solas con ella es una situación incómoda inminente ¿Así será siempre?
Al llegar al comedor me encuentro con un paquete envuelto con un moño y la miro con desconfianza en los ojos pero con una sonrisa en mis labios - ¿Sí sabía que es mi cumpleaños? - pregunto acercándome tan lento que un caracol podría ganarme en una carrera - Creo que sí comeré algo, pero puedo prepararlo yo, no se moleste.
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—De acuerdo— murmuro, dudando un momento antes de cerrar la puerta con suavidad, y me demoro un minuto más mirando la misma, sin saber qué más decirle a Simon. Solía pasarme esto alguna vez cuando me quedaba mirando la puerta de Synnove, me embargaba esa dificultad de encontrar las palabras indicadas para acercarme a ella y se me hace aún más complicado con un chico que cree que no me agrada por ser el hijo de la amante de mi esposo. Cierro con fuerza mis ojos por un momento, me pregunto cuándo encontrará Ivar el momento de desenredar todo el lío de verdades y engaños que hay en esta familia, y me recuerdo que me dije que tendría paciencia, que lo haría bien.
Giro sobre mis pies para encaminarme a la cocina a prepararle un sándwich a Simon, agito mi varita nada más entrar para que cada ingrediente quede dispuesto sobre la mesada y se vaya ordenando dentro de dos rodajas de pan, así queda colocado sobre un plato, cerca de donde se encuentra el regalo. En estos días regalar una laptop a un adolescente no es un obsequio muy original, pero se veía como algo seguro. Tiene un par de videojuegos instalados por recomendación del vendedor y conseguí que uno de mis colegas del ministerio me enviara un modelo de gafas de realidad virtual que siguen perfeccionando.
Estoy cargando la cafetera cuando Simon entra en la cocina y simulo estar ocupada con eso al contestar su pregunta. —Ivar comentó algo respecto, nos gustaría que tengas un regalo de parte de toda la familia— digo, como si no fuera exclusividad mía. Hago ruido al mover las tazas y dar con una que es similar a todas las otras, en la que verter el café recién hecho. —Si no te gusta, podemos ir esta mañana a buscar otra cosa— ofrezco, espiando de soslayo sus movimientos para poder ver si he acertado. —A Synnove no hago más que regalarle materiales de pintura desde hace años, no sé qué otras cosas les gustan a los chicos ahora…— comento, porque me encontré como madre de otro adolescente de pronto y del que no sé casi nada.
Giro sobre mis pies para encaminarme a la cocina a prepararle un sándwich a Simon, agito mi varita nada más entrar para que cada ingrediente quede dispuesto sobre la mesada y se vaya ordenando dentro de dos rodajas de pan, así queda colocado sobre un plato, cerca de donde se encuentra el regalo. En estos días regalar una laptop a un adolescente no es un obsequio muy original, pero se veía como algo seguro. Tiene un par de videojuegos instalados por recomendación del vendedor y conseguí que uno de mis colegas del ministerio me enviara un modelo de gafas de realidad virtual que siguen perfeccionando.
Estoy cargando la cafetera cuando Simon entra en la cocina y simulo estar ocupada con eso al contestar su pregunta. —Ivar comentó algo respecto, nos gustaría que tengas un regalo de parte de toda la familia— digo, como si no fuera exclusividad mía. Hago ruido al mover las tazas y dar con una que es similar a todas las otras, en la que verter el café recién hecho. —Si no te gusta, podemos ir esta mañana a buscar otra cosa— ofrezco, espiando de soslayo sus movimientos para poder ver si he acertado. —A Synnove no hago más que regalarle materiales de pintura desde hace años, no sé qué otras cosas les gustan a los chicos ahora…— comento, porque me encontré como madre de otro adolescente de pronto y del que no sé casi nada.
Su respuesta hace que me pare en seco con el ceño fruncido porque estoy seguro de que el regalo de parte de la familia es el celular que papá tenía escondido en el armario con una tarjeta que decía "Feliz cumpleaños, Simon, bienvenido a la adolescencia. Con cariño, papá y Amalie". Asumí que era de parte suya y añadía a su esposa por educación pero ésto me deja completamente desconcertado - Papá tenía un teléfono preparado de parte de toda la familia - se me escapa con desconfianza y al caer en la cuenta de que me he delatado frunzo los labios - No le diga que ya lo he abierto, por favor - pido con una mueca.
De todas formas me acerco al regalo y lo abro con cuidado. Sonrío al encontrarme con una portátil bastante chula, con memoria suficiente para cargar unos cuántos juegos y usarla para programar cosas sencillas - Estoy seguro de que aprecia esos materiales, señora Lackberg, Synnove es muy talentosa - me he colado en su habitación, sí, espero que no se de cuenta. Pero los trabajos que tiene dispersos por todos lados son bonitos, quizás algún día pueda pedirle un retrato mío o algo similar.
- Y esto está de maravilla, muchas gracias - agradezco al final con una sonrisa en todo lo que me da el rostro. Casi que se me escapa el sándwich que está a un lado de la caja, lo tomo con una mano y enciendo el aparato con la otra... Este cumpleaños está mejorando poco a poco - ¡Ya tiene juegos! - exclamo quizás con más entusiasmo del que debería - ¿La ha elegido usted? Se nota que sabe de computadoras o el vendedor es su amigo porque es una máquina impresionante - comento antes de dar el primer mordisco.
Intento mover la caja pero entonces noto que hay algo más en el interior. Allí descansan unas bellas gafas de realidad virtual que de solo verlas me dan ganas de llorar - Con esto podré ganarle incluso más fácil a Absolem77 - susurro y busco con la vista a la esposa de mi padre - Gracias - agradezco de nuevo, de corazón.
De todas formas me acerco al regalo y lo abro con cuidado. Sonrío al encontrarme con una portátil bastante chula, con memoria suficiente para cargar unos cuántos juegos y usarla para programar cosas sencillas - Estoy seguro de que aprecia esos materiales, señora Lackberg, Synnove es muy talentosa - me he colado en su habitación, sí, espero que no se de cuenta. Pero los trabajos que tiene dispersos por todos lados son bonitos, quizás algún día pueda pedirle un retrato mío o algo similar.
- Y esto está de maravilla, muchas gracias - agradezco al final con una sonrisa en todo lo que me da el rostro. Casi que se me escapa el sándwich que está a un lado de la caja, lo tomo con una mano y enciendo el aparato con la otra... Este cumpleaños está mejorando poco a poco - ¡Ya tiene juegos! - exclamo quizás con más entusiasmo del que debería - ¿La ha elegido usted? Se nota que sabe de computadoras o el vendedor es su amigo porque es una máquina impresionante - comento antes de dar el primer mordisco.
Intento mover la caja pero entonces noto que hay algo más en el interior. Allí descansan unas bellas gafas de realidad virtual que de solo verlas me dan ganas de llorar - Con esto podré ganarle incluso más fácil a Absolem77 - susurro y busco con la vista a la esposa de mi padre - Gracias - agradezco de nuevo, de corazón.
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Frunzo mis labios, mi mentira ha durado poco por culpa de la reserva de Ivar. ¿Por qué no me dijo que armó un regalo en nombre de todos? Supongo que hay viejos hábitos que no podemos romper del todo, que nos cuesta hablar de los detalles más simples por culpa de la costumbre del silencio entre los dos, que en estas fechas es un espacio de comodidad que compartimos, y aun así, agradecería que ciertas cosas me ponga en sobre aviso para no hacer cosas como estas en las que un chico de trece años al cuál quiero agradar, tan pronto tiene que dudar de mis palabras. —No lo diré nada, Simon. Es tu cumpleaños, puedo guardar el secreto— lo tranquilizo, y no, no le diré nada a Ivar, por no habérmelo dicho él primero. — Y… bien, el regalo es de mi parte. Espero que te guste— me sincero.
Así parece porque noto como todo su rostro va resplandeciendo de emoción al descubrir cada nueva cosa que se esconde en esa caja, verlo me provoca una honda sensación de angustia por todo lo que podría haber sido si tal vez hubiéramos tenido otro hijo con Ivar o si hubiéramos hecho a Simon parte de nuestra familia desde un principio. Sin embargo, debo desprenderme de todos esos «qué hubiera sido si…» que me aferran al pasado, cerrar mis ojos a esas posibilidades que nunca serán y concentrarme en la alegría que veo en un chico que es feliz en su cumpleaños por poder jugar sus videojuegos con toda la tecnología que estamos en condiciones de pagar, que si se supiera la verdad sobre su origen, ninguno de estos lujos estaría al alcance de su mano y me reconozco capaz de consentir todos esos caprichos.
—Tengo amigos en el ministerio que saben mucho sobre computadores y algunos por afición trabajan en el desarrollo de videojuegos. ¿Te gustaría que te presente algún día a uno de ellos?— se me ocurre, y sí, lo hago para propiciar algún tipo de acercamiento con Simon. ¿Comprarle regalos caros? ¿Presentarle personas? Es el manual más básico, pero es lo que tengo. —Kavalier es de los mejores, tengo entendido que consigue los primeros puestos en lo que sea que participe, es un genio…—. Fue quien me mostró cómo funcionaban las gafas y por encima de su hombro, pude comprobar con mis propios ojos su puesto en el ranking. Yo misma se lo dije una vez, tiene potencial para llegar lejos. —Podría darte algunos consejos para ganar a… ¿Absolem77? ¿Es uno de los chicos con los que juegas?— pregunto con interés.
Así parece porque noto como todo su rostro va resplandeciendo de emoción al descubrir cada nueva cosa que se esconde en esa caja, verlo me provoca una honda sensación de angustia por todo lo que podría haber sido si tal vez hubiéramos tenido otro hijo con Ivar o si hubiéramos hecho a Simon parte de nuestra familia desde un principio. Sin embargo, debo desprenderme de todos esos «qué hubiera sido si…» que me aferran al pasado, cerrar mis ojos a esas posibilidades que nunca serán y concentrarme en la alegría que veo en un chico que es feliz en su cumpleaños por poder jugar sus videojuegos con toda la tecnología que estamos en condiciones de pagar, que si se supiera la verdad sobre su origen, ninguno de estos lujos estaría al alcance de su mano y me reconozco capaz de consentir todos esos caprichos.
—Tengo amigos en el ministerio que saben mucho sobre computadores y algunos por afición trabajan en el desarrollo de videojuegos. ¿Te gustaría que te presente algún día a uno de ellos?— se me ocurre, y sí, lo hago para propiciar algún tipo de acercamiento con Simon. ¿Comprarle regalos caros? ¿Presentarle personas? Es el manual más básico, pero es lo que tengo. —Kavalier es de los mejores, tengo entendido que consigue los primeros puestos en lo que sea que participe, es un genio…—. Fue quien me mostró cómo funcionaban las gafas y por encima de su hombro, pude comprobar con mis propios ojos su puesto en el ranking. Yo misma se lo dije una vez, tiene potencial para llegar lejos. —Podría darte algunos consejos para ganar a… ¿Absolem77? ¿Es uno de los chicos con los que juegas?— pregunto con interés.
Que no vaya a delatarme es un alivio pero es sospechoso que me regale una computadora por mi cumpleaños y además sea amable... ¿No se supone que me odia? Bueno, en realidad jamás me ha dado prueba de ésto. Simplemente lo asumí porque cualquier mujer en su lugar lo haría, soy el bastardo de su marido y, por más que suene bastante chulo en un mundo medieval, en la realidad no es así - No tenía que hacerlo, señora Lackberg, gracias - agradezco una vez más -El suyo fue en septiembre ¿No? - pregunto pues recuerdo que papá lo mencionó en un momento - Puedo darle un regalo atrasado - claro que no con el mismo presupuesto.
Dejo todo a un lado cuando me ofrece ir a conocer a sus amigos. De verdad no parece la clase de persona que tiene amigos tan geniales pero no sería la primera vez que me sorprende en el transcurso de los últimos diez minutos. En realidad sería bastante interesante sí y podría comentarle algunas ideas... No sé si voy a ser un científico en el futuro, me veo más bien intentando dominar el mundo, pero podría considerarlo como una buena experiencia para tomar la decisión final.
- Eso me encantaría, usted diga cuándo y faltaré con gusto ese día a la escuela - respondo con una sonrisa, sé que no me dejará faltar pero no está muerto quien sigue peleando - Es imposible que ese Kavalier sea el mejor, yo estoy arriba de todas las tablas - respondo con una ceja en alto, ni siquiera está segundo porque ese es Absolem77... Así que probablemente sea PinkPuffer33 que es el que se lleva la medalla de bronce.
- Absolem77 es bien fácil de ganar, juega de manual, se sabe todos los trucos así que es sencillo engañarlo - respondo acercándome a ella para poder explicarle todo sin tener que estar elevando tanto la voz - Pero él tenía la gafas que yo no así que a veces me sacaba ventaja, pero ya no más - agrego con una enorme sonrisa, seré el campeón indiscutido - ¿Ese Kavalier puede ser que sea PinkPuffer? ¿No se lo ha dicho? Es el tercer mejor, supongo que será él.
Dejo todo a un lado cuando me ofrece ir a conocer a sus amigos. De verdad no parece la clase de persona que tiene amigos tan geniales pero no sería la primera vez que me sorprende en el transcurso de los últimos diez minutos. En realidad sería bastante interesante sí y podría comentarle algunas ideas... No sé si voy a ser un científico en el futuro, me veo más bien intentando dominar el mundo, pero podría considerarlo como una buena experiencia para tomar la decisión final.
- Eso me encantaría, usted diga cuándo y faltaré con gusto ese día a la escuela - respondo con una sonrisa, sé que no me dejará faltar pero no está muerto quien sigue peleando - Es imposible que ese Kavalier sea el mejor, yo estoy arriba de todas las tablas - respondo con una ceja en alto, ni siquiera está segundo porque ese es Absolem77... Así que probablemente sea PinkPuffer33 que es el que se lleva la medalla de bronce.
- Absolem77 es bien fácil de ganar, juega de manual, se sabe todos los trucos así que es sencillo engañarlo - respondo acercándome a ella para poder explicarle todo sin tener que estar elevando tanto la voz - Pero él tenía la gafas que yo no así que a veces me sacaba ventaja, pero ya no más - agrego con una enorme sonrisa, seré el campeón indiscutido - ¿Ese Kavalier puede ser que sea PinkPuffer? ¿No se lo ha dicho? Es el tercer mejor, supongo que será él.
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Mi cumpleaños pasó en un suspiro, esos días no me sentía siquiera parte de este mundo, que mi mente estaba anulada por todas las drogas sedantes y no tenía más compañía que la de Synnove, que siempre ha sido buena con sus regalos de cada año, es una muchacha de detalles atentos incluso con sus padres que no lo merecen. Pero este año, en medio de lo ocurrido, no hubo regalo, nada, el día solo pasó para todos y no he querido volver a ellos. —No hace falta, Simon— rechazo su gesto con amabilidad, en realidad, es que no creo merecerlo. —Será el año que viene—. Porque nos esperan muchos años por delante, en los no creo que llegue a verme como una madre, me queda la esperanza de que sea una relación amigable al menos. —Puedes decirme Amalie, por cierto— se siente como un título pesado que me llame "Señora Lackberg".
Meneo mi cabeza como por inercia, no he llegado a tomarme como una broma lo de que faltaría a la escuela para ir a conocer los laboratorios, porque no sé si lo era. No he dejado que Synnove falte a clases salvo que estuviera volando de fiebre o esas primeras veces en que la regla la tuvo tirada en la cama durante todo el día. Soy bastante disciplinada con cumplir horarios y asistencias, como cabe esperar. —Puedo ir a buscarte un dia del Royal y llevarte al ministerio. Casi siempre en el departamento de científicos nos quedamos unas horas de más...—. Habrá notado que así como su padre tiene salidas ocasionales, yo suelo llegar un poco después de la hora de la cena. Seguimos sin esclavo y no quiero otro, por ahora tocará conformarnos con los sandwiches de verduras de Syv. —Por lo que pude ver, Kavalier estaba en el top five...— trato de hacer memoria sobre su nombre de usuario, y esta nunca me ha fallado, salvo en esta ocasión en que di importancia a otros detalles que no me fijé en este. —Se lo preguntaré la próxima vez que lo vea[/b]- digo, que bien podría ser esta tarde, pero me pedí la mañana para poder estar con Simon. —¿La laptop tiene todo? Si algo le falta puedes venir conmigo, ¿hay algún lugar que quieras ir... por tu cumpleaños?— tanteo.
Meneo mi cabeza como por inercia, no he llegado a tomarme como una broma lo de que faltaría a la escuela para ir a conocer los laboratorios, porque no sé si lo era. No he dejado que Synnove falte a clases salvo que estuviera volando de fiebre o esas primeras veces en que la regla la tuvo tirada en la cama durante todo el día. Soy bastante disciplinada con cumplir horarios y asistencias, como cabe esperar. —Puedo ir a buscarte un dia del Royal y llevarte al ministerio. Casi siempre en el departamento de científicos nos quedamos unas horas de más...—. Habrá notado que así como su padre tiene salidas ocasionales, yo suelo llegar un poco después de la hora de la cena. Seguimos sin esclavo y no quiero otro, por ahora tocará conformarnos con los sandwiches de verduras de Syv. —Por lo que pude ver, Kavalier estaba en el top five...— trato de hacer memoria sobre su nombre de usuario, y esta nunca me ha fallado, salvo en esta ocasión en que di importancia a otros detalles que no me fijé en este. —Se lo preguntaré la próxima vez que lo vea[/b]- digo, que bien podría ser esta tarde, pero me pedí la mañana para poder estar con Simon. —¿La laptop tiene todo? Si algo le falta puedes venir conmigo, ¿hay algún lugar que quieras ir... por tu cumpleaños?— tanteo.
El año que viene suena muy lejano, estaré cerca de cumplir 14 para ese entonces y parece una eternidad en años de adolescente. Pero asiento pues eso me dará tiempo suficiente para conseguir algo digno, también conocerla mejor y así descubrir qué es lo que le gusta pues no voy a ir con algo genérico como un perfume siendo que ella me acaba de hacer uno de los mejores regalos que me han hecho en la vida, aunque hubiese preferido la tarde de juegos con papá y mamá.
- Claro que sí, lamento la formalidad - me disculpo con media sonrisa - Amalie - completo intentando que se grave en mi cabeza. No me odia, eso debería ser suficiente para llamarla por su nombre de pila, aunque llevará tiempo acostumbrar a mis oídos a ésto. Es curioso porque no suelo ser respetuoso con los mayores, o si lo soy termino olvidándome luego de intercambiar las primeras palabras pero ella... Bueno, me resulta intimidante así que es difícil.
Suspiro cuando me da la negativa, con intentar no perdía nada. Supongo que el día que lo pactemos pasaré unas terribles horas de ansiedad en la escuela pero la tarde de seguro valdrá la pena - El día que tenga un trabajo espero poder quedarme horas de más y considerarlo divertido - dejo salir pensativo. Creo haber leído por ahí en uno de los libros prohibidos de papá que alguien dijo "Trabaja de lo que amas y no trabajarás un solo día en tu vida". Espero conseguir eso cuando sea grande.
- Quizás podamos preguntarle cuando vayamos al ministerio - sugiero encogiéndome de hombros. Será interesante conocer al tal Kavalier - Sí tiene todo... Bueno, quizás luego le cambie el fondo de pantalla porque las colinas son bonitas pero debo personalizarla - bromeo tomando el aparato entre mis brazos como si fuera lo más valioso del mundo - Yo... - comienzo con el ceño fruncido pues quizás si hay un lugar al que quiero ir, solo que no sé si querrá llevarme - ¿Podemos ir a mi casa? A mi vieja casa, para recordar a mi mamá... Ya sabe - espero que no pida más explicaciones que esa.
- Claro que sí, lamento la formalidad - me disculpo con media sonrisa - Amalie - completo intentando que se grave en mi cabeza. No me odia, eso debería ser suficiente para llamarla por su nombre de pila, aunque llevará tiempo acostumbrar a mis oídos a ésto. Es curioso porque no suelo ser respetuoso con los mayores, o si lo soy termino olvidándome luego de intercambiar las primeras palabras pero ella... Bueno, me resulta intimidante así que es difícil.
Suspiro cuando me da la negativa, con intentar no perdía nada. Supongo que el día que lo pactemos pasaré unas terribles horas de ansiedad en la escuela pero la tarde de seguro valdrá la pena - El día que tenga un trabajo espero poder quedarme horas de más y considerarlo divertido - dejo salir pensativo. Creo haber leído por ahí en uno de los libros prohibidos de papá que alguien dijo "Trabaja de lo que amas y no trabajarás un solo día en tu vida". Espero conseguir eso cuando sea grande.
- Quizás podamos preguntarle cuando vayamos al ministerio - sugiero encogiéndome de hombros. Será interesante conocer al tal Kavalier - Sí tiene todo... Bueno, quizás luego le cambie el fondo de pantalla porque las colinas son bonitas pero debo personalizarla - bromeo tomando el aparato entre mis brazos como si fuera lo más valioso del mundo - Yo... - comienzo con el ceño fruncido pues quizás si hay un lugar al que quiero ir, solo que no sé si querrá llevarme - ¿Podemos ir a mi casa? A mi vieja casa, para recordar a mi mamá... Ya sabe - espero que no pida más explicaciones que esa.
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Será cuestión de volver una costumbre que me llame por mi nombre de mi pelo, pese a lo fácil que acepte, supongo que tendrá sus reparos y no espero tampoco a que algún día llegue a decirme Amy, un apodo que ha pasado a ser de Ivar en exclusividad. Desde mi abuela que nadie ha vuelto a decirme así, antes que ella, todo lo que fue mi familia y la perdí en una fracción de tiempo tan breve. Con la psicomaga que me recomendaron llevo un par de sesiones en las que hablamos al respecto, me viene bien para conversar sobre traumas del pasado. El presente se va haciendo sobre la marcha, no es sencillo, pero logré desplazar un poco la idea fija que tenía de familia e ir haciendo espacio a Simon en la fotografía que tengo en mi mente. Por mucha buena predisposición que le aseguro a Ivar que tengo, porque es verdad, cuesta romper con los pensamientos de los que fui prisionera tanto tiempo.
Y es por eso que su petición de ir a su casa materna, qué había considerado que pudiera querer ir a ver en su cumpleaños, por más que me había dicho que le cumpliría su deseo y le muestro la sonrisa valiente que ensayé, por dentro reconozco que es más difícil de lo que pensé. —Claro que sí, te llevaré— le aseguro con una nota dulce en mi voz que se me quiebra por algo que trato de disimular, es su primer cumpleaños sin su madre, por supuesto que querría ir a un lugar donde poder reencontrarse con ella. —Come algo y podremos irnos— fuerzo mi sonrisa un poco más.
No le he preguntado a Ivar que planes tiene para esa casa, sé que sigue ahí. Para mí misma me digo que también tiene demasiados recuerdos para él como para venderla tan pronto o alguna vez. Porque puedo decir que tengo toda la intención de hacer esto bien, entiendo que mi marido nunca me engañó, pero no se trata de si tenía una amante o si amó a la madre de Simon alguna vez, tuvo otra familia, otro hogar. Cuesta mucho ir a entrar allí, a un lugar donde puso todo su corazón y yo no era parte. —Como es tu cumpleaños…— continúo, cambiando de tema, no por él, sino porque yo lo necesito. —Te llevaré al laboratorio después, así podrás ver lo divertido que es y por qué nos gusta hacer horas extras— tal vez estoy exagerando al decir que nos gusta. —Y si tenemos suerte, Kavalier no estará tan ocupado. ¡Quién sabe! Podrían tener una partida en honor a este día.
Y es por eso que su petición de ir a su casa materna, qué había considerado que pudiera querer ir a ver en su cumpleaños, por más que me había dicho que le cumpliría su deseo y le muestro la sonrisa valiente que ensayé, por dentro reconozco que es más difícil de lo que pensé. —Claro que sí, te llevaré— le aseguro con una nota dulce en mi voz que se me quiebra por algo que trato de disimular, es su primer cumpleaños sin su madre, por supuesto que querría ir a un lugar donde poder reencontrarse con ella. —Come algo y podremos irnos— fuerzo mi sonrisa un poco más.
No le he preguntado a Ivar que planes tiene para esa casa, sé que sigue ahí. Para mí misma me digo que también tiene demasiados recuerdos para él como para venderla tan pronto o alguna vez. Porque puedo decir que tengo toda la intención de hacer esto bien, entiendo que mi marido nunca me engañó, pero no se trata de si tenía una amante o si amó a la madre de Simon alguna vez, tuvo otra familia, otro hogar. Cuesta mucho ir a entrar allí, a un lugar donde puso todo su corazón y yo no era parte. —Como es tu cumpleaños…— continúo, cambiando de tema, no por él, sino porque yo lo necesito. —Te llevaré al laboratorio después, así podrás ver lo divertido que es y por qué nos gusta hacer horas extras— tal vez estoy exagerando al decir que nos gusta. —Y si tenemos suerte, Kavalier no estará tan ocupado. ¡Quién sabe! Podrían tener una partida en honor a este día.
Una respuesta positiva llega pero no exploto de alegría, simplemente me siento aliviado. Podré pasar al menos un rato en la casa que me vio crecer y así sentirme un poquito más cerca de la mujer que ya no está conmigo. En parte tengo miedo porque no sé con qué me encontraré allí, mi habitación ya está vacía y el resto de los muebles no han recibido el cuidado que se merecen en las últimas semanas. Imagino que la madera de la casa del árbol comenzará a pudrirse si no renovamos el hechizo impervius y que las arañas se apoderarán de las esquinas si nadie se hace cargo del lugar. Imagino que el banco se la adueñará y luego la venderán alguien más, no quiero que eso pase, no estoy listo para dejar esa casa en manos de extraños.
Comienzo a comer el sándwich obediente pues me parece una condición más que válida para el pequeño viaje que nos espera. No me apresuro, lo saboreo con calma pues con tantas emociones no quiero que me caiga mal. Alzo las cejas cuando adelanta los planes a futuro y ahora sí sonrío - Sería maravilloso... Pero debemos estar en casa para cuando papá termine de trabajar, quiero pasar al menos un rato de mi cumpleaños con él - pido luego de tragar lo que tenía en la boca - ¿Usted jugó alguna vez, Amalie? Podríamos jugar los tres... Sino puedo enseñarle, con algo de práctica seguro que también vence a Kavalier - propongo encogiéndome de hombros.
Antes de decir nada más me termino el desayuno y luego de eso voy por mi mochila que está guardada en el cajón debajo de una de las mesas junto al sofá. No me gusta tenerla en la habitación ya que es incómodo ir hasta allí en casos de emergencia, pero tampoco puedo dejarla tirada ya que hay reglas así que ese escondite me vino bárbaro la primera vez que lo descubrí - Ya estoy listo, podemos ir - informo echándome la mochila al hombro con una sonrisa.
Comienzo a comer el sándwich obediente pues me parece una condición más que válida para el pequeño viaje que nos espera. No me apresuro, lo saboreo con calma pues con tantas emociones no quiero que me caiga mal. Alzo las cejas cuando adelanta los planes a futuro y ahora sí sonrío - Sería maravilloso... Pero debemos estar en casa para cuando papá termine de trabajar, quiero pasar al menos un rato de mi cumpleaños con él - pido luego de tragar lo que tenía en la boca - ¿Usted jugó alguna vez, Amalie? Podríamos jugar los tres... Sino puedo enseñarle, con algo de práctica seguro que también vence a Kavalier - propongo encogiéndome de hombros.
Antes de decir nada más me termino el desayuno y luego de eso voy por mi mochila que está guardada en el cajón debajo de una de las mesas junto al sofá. No me gusta tenerla en la habitación ya que es incómodo ir hasta allí en casos de emergencia, pero tampoco puedo dejarla tirada ya que hay reglas así que ese escondite me vino bárbaro la primera vez que lo descubrí - Ya estoy listo, podemos ir - informo echándome la mochila al hombro con una sonrisa.
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—Podemos decirle que pase por el laboratorio cuando acabe, así volvemos los tres…— me escucho decir, con una emoción por los planes en común. —Y cuando Synnove vuelva de su clase de arte, podremos tener una cena entre los cuatro— sigo, una cena propia de una familia en el cumpleaños de uno de sus miembros. Se tensa la sonrisa en mi rostro, preocupada por estar excediéndome en esto, lo escondo estrujando mis manos y espero a que Simon esté de acuerdo. Pensarnos como una familia es una idea tan frágil, que cuando me invita a ser parte de su pasatiempo predilecto como he podido notar, un nudo sube por mi garganta y lo tengo que pasar con dificultad para poder contestarle sin delatarme en mi entusiasmo. —Podría aprender, aprendo bastante rápido— le aseguro.
Eso es algo que descubrí siendo niña y tenía una memoria que pude usar para aprenderme la clasificación de cientos de plantas, hasta que eso se convirtió en mi vocación y obsesión, no me he salido de eso en años. No pierdo nada con intentarlo con unos videojuegos, eso me acercaría a Simon y podríamos tener algo en común, si es que se me da bien. Pienso emplear mis mejores habilidades para ganarme su respeto como jugadora, si así consigo también su aprecio. Por el momento, no soy más que la mujer que nunca podrá reemplazar a su madre e ir al lugar donde su recuerdo todavía es palpable, me genera una ansiedad que disimulo, que horas después me tendrá en una crisis silenciosa y será una larga charla en terapia, pero lo hago. Sabiendo que no será fácil, lo hago. Porque quiero dar ese paso a lo que sea que me lastima, para comenzar a sanar. Y que él también pueda ir sanando de su propia angustia por la pérdida de la mujer que hizo de su madre. —Vamos— digo, con mi mano apoyándose su hombro y desapareciéndonos.
Eso es algo que descubrí siendo niña y tenía una memoria que pude usar para aprenderme la clasificación de cientos de plantas, hasta que eso se convirtió en mi vocación y obsesión, no me he salido de eso en años. No pierdo nada con intentarlo con unos videojuegos, eso me acercaría a Simon y podríamos tener algo en común, si es que se me da bien. Pienso emplear mis mejores habilidades para ganarme su respeto como jugadora, si así consigo también su aprecio. Por el momento, no soy más que la mujer que nunca podrá reemplazar a su madre e ir al lugar donde su recuerdo todavía es palpable, me genera una ansiedad que disimulo, que horas después me tendrá en una crisis silenciosa y será una larga charla en terapia, pero lo hago. Sabiendo que no será fácil, lo hago. Porque quiero dar ese paso a lo que sea que me lastima, para comenzar a sanar. Y que él también pueda ir sanando de su propia angustia por la pérdida de la mujer que hizo de su madre. —Vamos— digo, con mi mano apoyándose su hombro y desapareciéndonos.
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