OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Diciembre
Llevo ya varias horas observando como Lara trabaja en silencio. Me muevo de un lado a otro del taller ministerial en la silla con ruedas, teniendo conversaciones en mi cabeza con el feto en forma de alien que lleva ahora en su barriga. Tengo trabajo en mi laboratorio, sí, pero Lyra no ha venido hoy y no quiero estar solo... Además que tengo algo que charlar con ella pero no puedo encontrar las palabras para comenzar. Quizás podría hacerlo hablando de un caso hipotético pero en caso de que se ponga a insultar a esa persona imaginaria sería demasiado doloroso, será mejor dejar en claro que yo soy el imbécil para que sea más indulgente.
- Soy de lo peor - largo en un suspiro y me levanto para cambiar de moverme sobre la silla a hacerlo sobre mis pies. No digo nada más por varios minutos, solo me limito a hacer funcionar las ruedas de un pequeño robot que encuentro por allí dándole pequeñas descargas de energía - Sí, lo soy - vuelvo a intentarlo y se me escapa un pequeño rayo tan fuerte que hace que el robot deje de funcionar. Abro grande los ojos y lo cubro con una sábana de por ahí para que mi amiga no lo vea. Lo que me falta, romper cosas de otros departamentos.
- Lara... ¿Viste ese personaje de las películas adolescentes que es atleta y rompe el corazón de las chicas porque solo quiere acostarse con ellas? - pregunto retóricamente. Desde mi punto de vista me he convertido en ese tipo pues he comenzado a ir al gimnasio y no estoy preparado para darle a Ariadna lo que quiere así que solo parece que quería acostarme con ella... ¡Pero no es así! - Soy ese tipo - finalizo pues caigo en la cuenta de que la mecánica no es capaz de leerme la mente, al menos no tan específicamente.
Llevo ya varias horas observando como Lara trabaja en silencio. Me muevo de un lado a otro del taller ministerial en la silla con ruedas, teniendo conversaciones en mi cabeza con el feto en forma de alien que lleva ahora en su barriga. Tengo trabajo en mi laboratorio, sí, pero Lyra no ha venido hoy y no quiero estar solo... Además que tengo algo que charlar con ella pero no puedo encontrar las palabras para comenzar. Quizás podría hacerlo hablando de un caso hipotético pero en caso de que se ponga a insultar a esa persona imaginaria sería demasiado doloroso, será mejor dejar en claro que yo soy el imbécil para que sea más indulgente.
- Soy de lo peor - largo en un suspiro y me levanto para cambiar de moverme sobre la silla a hacerlo sobre mis pies. No digo nada más por varios minutos, solo me limito a hacer funcionar las ruedas de un pequeño robot que encuentro por allí dándole pequeñas descargas de energía - Sí, lo soy - vuelvo a intentarlo y se me escapa un pequeño rayo tan fuerte que hace que el robot deje de funcionar. Abro grande los ojos y lo cubro con una sábana de por ahí para que mi amiga no lo vea. Lo que me falta, romper cosas de otros departamentos.
- Lara... ¿Viste ese personaje de las películas adolescentes que es atleta y rompe el corazón de las chicas porque solo quiere acostarse con ellas? - pregunto retóricamente. Desde mi punto de vista me he convertido en ese tipo pues he comenzado a ir al gimnasio y no estoy preparado para darle a Ariadna lo que quiere así que solo parece que quería acostarme con ella... ¡Pero no es así! - Soy ese tipo - finalizo pues caigo en la cuenta de que la mecánica no es capaz de leerme la mente, al menos no tan específicamente.
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El mameluco que tengo que vestir para seguir trabajando a codo con los otros mecánicos me viene bien para disimular el ensanchamiento de mi cintura, si bien mi cara se ve más redonda y he recibido más de un comentario perspicaz al respecto. No es secreto, claro, pero persisto en ser reservada en cuanto al embarazo si es que mis malestares no me delataron ante los demás. Para mi suerte, me siento mejor que hace unas semanas y puedo andar de un lado al otro con el ánimo como para hacer mil cosas a la vez, que llevo conmigo a Riley en tanto se decide a hablarme de lo que le ocurre, que su compañía no es lo que me extraña, sino ese silencio que he sabido interpretar con los años.
Las palabras con las que elige empezar no son las más claras, que arqueo mi ceja a la espera de que continúe. Se puede “ser el peor” de muchas cosas, sí lo sabré yo. Sin embargo, tratándose de mi amigo, me intriga saber a qué se refiere. Lo primero en lo que pienso es que ha vuelto a drogarse, y tengo el cuidado de no decirlo apenas pasa por mi mente, porque hay algo que me dice que no es eso, que no tengo por qué alarmarme. ¿Entonces qué? Dejo las pinzas a un lado, cerca de mi varita, y una cubierta transparente se desliza automáticamente para encapsular a la maraña interna de una esfera en mayor parte metálica, que con un sutil resplandor verde me hace saber que vuelve a estar en funcionamiento. La muevo con mi mano para que se vaya levitando hasta otra mesada. Ese espacio que queda sobre la mesada, lo ocupo para sentarme y es que los tobillos me están doliendo otra vez. —¿En qué sentido eres el peor?— quiero saber cuándo insiste en ello.
Su pregunta me desconcierta, no tengo idea de a quien se refiere al plantearme esa imagen de chico rompecorazones. Puedo tirar un par de nombres al azar, pero creo que un estereotipo de una película adolescente tendrá sus variaciones si se trata de alguien real. Casi espero que me diga que se encontró con alguien así y le rompió el corazón a él. Supongo que algo sé sobre atletas de escuela, él sabe bien que eran mi debilidad cuando estábamos pasando los quince años, pero nunca me encontré del lado de la chica a la que se le rompe el corazón, a esa edad se trataba mucho de experimentar y no se me daba lo de romantizar esas primeras muestras torpes. Mi escepticismo adolescente, como no podía ser de otra manera, emprendió el camino inverso no hace mucho. —Espera… ¿tú qué?—. Me cuesta demasiado hacer encajar a Riley en el molde que me plantea, estamos hablando de mi mejor amigo que fue mi contrapeso en ese sentido todos estos años: allí donde yo lo reducía todo a sexo para no involucrarme, él se abstenía. Distintas maneras de mantenernos seguros, tal vez. —¡¿A quién te foll…?!— me callo cuando noto que alcé demasiado la voz. —¿Cómo llegaste al punto en que te acostaste con alguien sin esperar más que eso y esa persona acabó con el corazón roto?— pido que me explique, poniéndome cómoda y frotando mi tobillo con una mano al cruzar las piernas, para que pueda explayarse a gusto.
Las palabras con las que elige empezar no son las más claras, que arqueo mi ceja a la espera de que continúe. Se puede “ser el peor” de muchas cosas, sí lo sabré yo. Sin embargo, tratándose de mi amigo, me intriga saber a qué se refiere. Lo primero en lo que pienso es que ha vuelto a drogarse, y tengo el cuidado de no decirlo apenas pasa por mi mente, porque hay algo que me dice que no es eso, que no tengo por qué alarmarme. ¿Entonces qué? Dejo las pinzas a un lado, cerca de mi varita, y una cubierta transparente se desliza automáticamente para encapsular a la maraña interna de una esfera en mayor parte metálica, que con un sutil resplandor verde me hace saber que vuelve a estar en funcionamiento. La muevo con mi mano para que se vaya levitando hasta otra mesada. Ese espacio que queda sobre la mesada, lo ocupo para sentarme y es que los tobillos me están doliendo otra vez. —¿En qué sentido eres el peor?— quiero saber cuándo insiste en ello.
Su pregunta me desconcierta, no tengo idea de a quien se refiere al plantearme esa imagen de chico rompecorazones. Puedo tirar un par de nombres al azar, pero creo que un estereotipo de una película adolescente tendrá sus variaciones si se trata de alguien real. Casi espero que me diga que se encontró con alguien así y le rompió el corazón a él. Supongo que algo sé sobre atletas de escuela, él sabe bien que eran mi debilidad cuando estábamos pasando los quince años, pero nunca me encontré del lado de la chica a la que se le rompe el corazón, a esa edad se trataba mucho de experimentar y no se me daba lo de romantizar esas primeras muestras torpes. Mi escepticismo adolescente, como no podía ser de otra manera, emprendió el camino inverso no hace mucho. —Espera… ¿tú qué?—. Me cuesta demasiado hacer encajar a Riley en el molde que me plantea, estamos hablando de mi mejor amigo que fue mi contrapeso en ese sentido todos estos años: allí donde yo lo reducía todo a sexo para no involucrarme, él se abstenía. Distintas maneras de mantenernos seguros, tal vez. —¡¿A quién te foll…?!— me callo cuando noto que alcé demasiado la voz. —¿Cómo llegaste al punto en que te acostaste con alguien sin esperar más que eso y esa persona acabó con el corazón roto?— pido que me explique, poniéndome cómoda y frotando mi tobillo con una mano al cruzar las piernas, para que pueda explayarse a gusto.
En el peor sentido de todos quiero responder pero me detengo al darme cuenta que quizás estoy exagerando todo al respecto. Tal y como ocurrió durante la conversación con Ariadna, ahora no sé qué decir que tenga sentido y me deje bien parado, pero ese es el punto - En el sentido en que quiero contarte sin sonar como culpable pero no hay forma de hacerlo porque lo soy - me enredo entre mis palabras. De querer explicar lo que siento ahora mismo tendría que pararme sobre una silla, mover mucho los brazos y lanzar toda clase de ruidos y gruñidos sin sentido, sí, eso explicaría a la perfección lo que estoy sintiendo.
-¡Shhh!- exclamo cuando levanta la voz porque lo último que quiero es que llegue a los oídos de la rubia que estuve hablando sobre el tema a viva voz. Es una conversación con mi mejor amiga, quien ha sabido aconsejarme en el pasado y espero que lo haga ahora... Tiene mucha experiencia al respecto y si bien su estatus actual no encaja mucho con el mío, sé que el pasado la ayudará a resolver mi problema - ¡No, no es eso! - me apresuro a contradecirla porque eso no pasó por mi mente cuando comenzamos a acostarnos, nada pasaba por mi mente en realidad y ese es el problema.
Dejo caer mi cabeza hacia adelante y vuelvo a tomar la silla para arrastrarme frente a la mujer, le tomo el pie que está masajeando y me entretengo yo mismo con la tarea sin poderme creer que prefiero aliviar su tobillo antes que aclarar el asunto. Pero no puedo extenderlo mucho más así que intento explicarme mejor.
- ¿Sabías que los hongos me estaban inhibiendo...? Ya sabes... Bueno, eso - comienzo sin apartar mis ojos de su pie - Y desde que terminó la abstinencia es como si 15 años de hormonas se hubiesen destapado de repente - y de ahí mis salidas, mis preguntas a Kenna sobre el tema y mis acciones con Ariadna. De todas formas no me arrepiento ya que con las nuevas políticas de gobierno ya no hay lugar para ese estilo de vida, podría decirse que viví una bella juventud de dos meses y ahora debo volver a lo de antes, o a una versión un poco más saludable de lo que era.
- Me acosté con ella porque me gusta pero me negué a pensar en las consecuencias porque... quería hacerlo - confieso al final - Sabía que las cosas se complicarían pero elegí ignorarlo porque si lo pensaba antes entonces no lo haría y ¡De verdad quería hacerlo! ¡Estoy fuera de control! - exclamo susurrando pero de permitirme elevar la voz, sonaría como un grito - Ignoramos el tema por meses y ahora... Bueno, le dije que no estaba listo para una relación porque no lo estoy. Hay cosas que aun debo resolver y seguro tú sabrás decirme cuáles son porque me conoces y estoy tan confundido que no puedo darme cuenta.
-¡Shhh!- exclamo cuando levanta la voz porque lo último que quiero es que llegue a los oídos de la rubia que estuve hablando sobre el tema a viva voz. Es una conversación con mi mejor amiga, quien ha sabido aconsejarme en el pasado y espero que lo haga ahora... Tiene mucha experiencia al respecto y si bien su estatus actual no encaja mucho con el mío, sé que el pasado la ayudará a resolver mi problema - ¡No, no es eso! - me apresuro a contradecirla porque eso no pasó por mi mente cuando comenzamos a acostarnos, nada pasaba por mi mente en realidad y ese es el problema.
Dejo caer mi cabeza hacia adelante y vuelvo a tomar la silla para arrastrarme frente a la mujer, le tomo el pie que está masajeando y me entretengo yo mismo con la tarea sin poderme creer que prefiero aliviar su tobillo antes que aclarar el asunto. Pero no puedo extenderlo mucho más así que intento explicarme mejor.
- ¿Sabías que los hongos me estaban inhibiendo...? Ya sabes... Bueno, eso - comienzo sin apartar mis ojos de su pie - Y desde que terminó la abstinencia es como si 15 años de hormonas se hubiesen destapado de repente - y de ahí mis salidas, mis preguntas a Kenna sobre el tema y mis acciones con Ariadna. De todas formas no me arrepiento ya que con las nuevas políticas de gobierno ya no hay lugar para ese estilo de vida, podría decirse que viví una bella juventud de dos meses y ahora debo volver a lo de antes, o a una versión un poco más saludable de lo que era.
- Me acosté con ella porque me gusta pero me negué a pensar en las consecuencias porque... quería hacerlo - confieso al final - Sabía que las cosas se complicarían pero elegí ignorarlo porque si lo pensaba antes entonces no lo haría y ¡De verdad quería hacerlo! ¡Estoy fuera de control! - exclamo susurrando pero de permitirme elevar la voz, sonaría como un grito - Ignoramos el tema por meses y ahora... Bueno, le dije que no estaba listo para una relación porque no lo estoy. Hay cosas que aun debo resolver y seguro tú sabrás decirme cuáles son porque me conoces y estoy tan confundido que no puedo darme cuenta.
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—Creo que entiendo…—, creo que no. Es confuso cuando se contradice en una misma oración, pese a que no soy quien para juzgarlo al respecto, que por mi parte suelo dar tantas vueltas que acabo mareada. No solía ser así hace un buen tiempo, ni tampoco puedo decir que sea algo reciente como para echarle la culpa a las hormonas, que son las que estos días se llevan todo el peso de mis actos equivocados. Para entretenerme con lo complicado estaba mi trabajo, las relaciones se suponían que debían ser simples y lo fueron así durante un buen tiempo, con las pautas claras, ¿quién podría confundirse? Cálculos simples, resultados predecibles. ¿Cómo es posible que mi amigo a la primera haya quedado en medio de un dilema sentimental? Podemos señalar su falta de experiencia, pero me inclino más a pensar que es cosa de su carácter de por si bondadoso con los demás, que por ejemplo lo tiene masajeándome el tobillo mientras escucho su historia.
—Si, bien, puedo entender lo de la revolución de hormonas. Te sigo…— digo, moviendo mi mano en el aire para que continúe con el relato una vez esclarecido el contexto. Pensar que había sugerido a mi amigo un par de veces que me acompañara a esas reuniones que no eran precisamente salidas a bares, sino encuentros entre varias personas con una única intención, y lo dejé a solas con sus hongos mientras yo participaba de esos juegos. Pareciera que pasaron años desde entonces, en los que no reparé cuánto esas drogas llegaran a condicionar su vida. Di por natural demasiadas cosas que me vendría bien replantearme. —Riley, primero que nada,— comienzo, que logré sacar algunas enseñanzas de la vida que he llevado, —no te sientas culpable por tener sexo. Es lo mismo que con la comida. Lo peor que puedes hacer es comer con culpa, te cae mal si lo haces, no lo disfrutas.
Lo último que quiero es que vuelva a cohibirse por una experiencia que le ha sentado mal, no en el sentido que importa, sino por todo lo que trae después. ¿Cómo yo me he librado de esas cosas? No siempre te libras, es mentira que uno sale invicto de cada partida. Pones distancia con quien comienza a hacer peticiones, no llamas más de dos veces a la misma persona, te vas manteniendo en la línea de una serie de reglas que obedeces por tu propio bien y todo, todo lo que se vuelve complicado, se debe acabar al menor indicio. Porque si no se acaba, puede llegar a pasar que te enamoras y es un riesgo del que no se debe abusar. No puedes abrir esa posibilidad dos, tres, cinco, diez veces. Si con una basta para terminar destrozado y debe ser una que merezca toda la pena. —Está bien que le hayas sido sincero diciendo que no quieres una relación formal, porque tal vez esa cuestión que debes resolver primero es… saber con qué tipo de persona te gustaría tener una relación— bajo mi voz un par de tonos para hacerla más amable, si hasta me cruza una sonrisa por los labios que se enternece por él. —Y no, nunca lo sabes con la primera persona. Necesitas conocer un par. Equivocarte muchas veces. Tropezarte con varios, y tal vez entonces te des cuenta incluso que la indicada era la primera. Pero solo se sabe cuándo conoces a varias personas, experimentas lo que te gusta y lo que no. Ayuda un poco plantearnos qué nos gustaría, aunque no recomiendo hacer una lista muy detallada, no siempre se cumple— suelto una carcajada, que hablo sabiendo un poco sobre el tema. —Para empezar, ¿te has planteado qué te gusta en una persona? ¿Qué te atrae? ¿Qué te despierta interés? Así vamos reduciendo el amplio margen de errores, a sólo los necesarios.
—Si, bien, puedo entender lo de la revolución de hormonas. Te sigo…— digo, moviendo mi mano en el aire para que continúe con el relato una vez esclarecido el contexto. Pensar que había sugerido a mi amigo un par de veces que me acompañara a esas reuniones que no eran precisamente salidas a bares, sino encuentros entre varias personas con una única intención, y lo dejé a solas con sus hongos mientras yo participaba de esos juegos. Pareciera que pasaron años desde entonces, en los que no reparé cuánto esas drogas llegaran a condicionar su vida. Di por natural demasiadas cosas que me vendría bien replantearme. —Riley, primero que nada,— comienzo, que logré sacar algunas enseñanzas de la vida que he llevado, —no te sientas culpable por tener sexo. Es lo mismo que con la comida. Lo peor que puedes hacer es comer con culpa, te cae mal si lo haces, no lo disfrutas.
Lo último que quiero es que vuelva a cohibirse por una experiencia que le ha sentado mal, no en el sentido que importa, sino por todo lo que trae después. ¿Cómo yo me he librado de esas cosas? No siempre te libras, es mentira que uno sale invicto de cada partida. Pones distancia con quien comienza a hacer peticiones, no llamas más de dos veces a la misma persona, te vas manteniendo en la línea de una serie de reglas que obedeces por tu propio bien y todo, todo lo que se vuelve complicado, se debe acabar al menor indicio. Porque si no se acaba, puede llegar a pasar que te enamoras y es un riesgo del que no se debe abusar. No puedes abrir esa posibilidad dos, tres, cinco, diez veces. Si con una basta para terminar destrozado y debe ser una que merezca toda la pena. —Está bien que le hayas sido sincero diciendo que no quieres una relación formal, porque tal vez esa cuestión que debes resolver primero es… saber con qué tipo de persona te gustaría tener una relación— bajo mi voz un par de tonos para hacerla más amable, si hasta me cruza una sonrisa por los labios que se enternece por él. —Y no, nunca lo sabes con la primera persona. Necesitas conocer un par. Equivocarte muchas veces. Tropezarte con varios, y tal vez entonces te des cuenta incluso que la indicada era la primera. Pero solo se sabe cuándo conoces a varias personas, experimentas lo que te gusta y lo que no. Ayuda un poco plantearnos qué nos gustaría, aunque no recomiendo hacer una lista muy detallada, no siempre se cumple— suelto una carcajada, que hablo sabiendo un poco sobre el tema. —Para empezar, ¿te has planteado qué te gusta en una persona? ¿Qué te atrae? ¿Qué te despierta interés? Así vamos reduciendo el amplio margen de errores, a sólo los necesarios.
Levanto la vista preocupado y se me escapa una especie de puchero cuando dice que no debo sentirme culpable ¿Cómo no hacerlo si Ari salió lastimada por eso? Tengo ganas de comprarle un ramo de flores e ir a pedirle perdón ahora mismo pero ¿Me aceptará? Es algo que habría hecho antes como amigos y quiero volver a eso así que tal vez sería una buena forma. Pero Lara tiene razón, no debo sentirme culpable ya que es un acto normal que hacen todos los adultos y yo solo soy uno más del montón. De todas formas dudo encontrar en un futuro próximo alguien más que quiera acostarse conmigo así que eso de que me caerá mal queda descartado de momento.
Con lo primero que dice siento que da en el clavo pues tiene toda la razón ¿Con qué clase de persona quiero estar? Algo me dice que recién lo sabré cuando la tenga en frente pero ¿Qué tal si eso nunca ocurre? Creo que no quiero morir solo y si me la paso esperando al príncipe azul... o princesa, quizás dejo pasar relaciones que podrían haber sido reales por ser demasiado pretencioso. Da miedo y suena complicado, y eso que mi trabajo es resolver lo imposible e inventar cosas con las que los demás solo sueñan.
- Vas a ser una mamá estupenda - respondo con una sonrisa desviándome del tema por un momento. Sé que tendrá que tener esta conversación con su hijo o hija dentro de unos años y quizás, con algo de suerte, pueda explicarle yo mismo a través de una bonita carta cómo a mi me funcionó y estoy viviendo felizmente casado con una persona que me hace feliz en alguna isla tecnológica solo para científicos y sus familias.
- Eso suena bien porque no siento que Ari no sea la indicada, quizás lo sea - dejo salir con el ceño fruncido - Son preguntas que jamás me hice pero pensemos... Hablaré desde la evidencia ya que es lo que sé hacer - será mejor mirarme a mi mismo desde un espacio ajeno ya que de otra forma será imposible, un análisis de Riley en tercera persona - Si tengo que guiarme por lo físico siempre me han atraído más los hombres, es un hecho, te lo he dicho y...- bueno, mi cuerpo lo sabe pero es estúpido decirlo - Pero disfruté mucho de estar con Ariadna así que quizás solo sea un dato sin importancia - me apresuro a completar - Y me gusta que me traten bien, que me ayuden a ser mejor - agrego con rostro pensativo - La sonrisa también y... - de repente me doy cuenta que yo mismo estoy sonriendo - ¿Tengo que seguir? Esto da miedo.
Con lo primero que dice siento que da en el clavo pues tiene toda la razón ¿Con qué clase de persona quiero estar? Algo me dice que recién lo sabré cuando la tenga en frente pero ¿Qué tal si eso nunca ocurre? Creo que no quiero morir solo y si me la paso esperando al príncipe azul... o princesa, quizás dejo pasar relaciones que podrían haber sido reales por ser demasiado pretencioso. Da miedo y suena complicado, y eso que mi trabajo es resolver lo imposible e inventar cosas con las que los demás solo sueñan.
- Vas a ser una mamá estupenda - respondo con una sonrisa desviándome del tema por un momento. Sé que tendrá que tener esta conversación con su hijo o hija dentro de unos años y quizás, con algo de suerte, pueda explicarle yo mismo a través de una bonita carta cómo a mi me funcionó y estoy viviendo felizmente casado con una persona que me hace feliz en alguna isla tecnológica solo para científicos y sus familias.
- Eso suena bien porque no siento que Ari no sea la indicada, quizás lo sea - dejo salir con el ceño fruncido - Son preguntas que jamás me hice pero pensemos... Hablaré desde la evidencia ya que es lo que sé hacer - será mejor mirarme a mi mismo desde un espacio ajeno ya que de otra forma será imposible, un análisis de Riley en tercera persona - Si tengo que guiarme por lo físico siempre me han atraído más los hombres, es un hecho, te lo he dicho y...- bueno, mi cuerpo lo sabe pero es estúpido decirlo - Pero disfruté mucho de estar con Ariadna así que quizás solo sea un dato sin importancia - me apresuro a completar - Y me gusta que me traten bien, que me ayuden a ser mejor - agrego con rostro pensativo - La sonrisa también y... - de repente me doy cuenta que yo mismo estoy sonriendo - ¿Tengo que seguir? Esto da miedo.
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—Pues…— pienso en eso que me dice sobre que seré una buena madre, — me veo diciéndole a mi hija o hijo que puede tener todo el sexo que quiera para experimentar, siempre que se cuide. Si le digo lo contrario, sería terriblemente hipócrita…— me encojo de hombros, este tipo de charlas no es algo que hayamos discutido aún con el padre del bebé, pero no creo que difiera demasiado. Claro que es bueno tener límites propios de decir hasta dónde y cuándo nunca se pasará de tal raya, que a mí a veces se me confundieron esas líneas, y fue más suerte que otra cosa, lo que permitió que me salve por un pelo de rana calva. Y eso que mi madre varias veces se quedó sin voz de tanto hablarme, yo lo mismo iba y cruzaba las líneas.
Porque lo que tiene asumir ciertos riesgos, es que puedes acabar lastimado, y he llegado a entender que es parte de experimentar y vivir. Pero cuando se trata de las personas que quiero, entre las que siempre estuvieron Mohini y Riley, y que ahora se amplió a un par más que conforman mi nueva familia, me gustaría poder reducir esa probabilidad de daño todo lo posible. Si en algo le pueden servir mis consejos, que los tome, que he acumulado experiencias que no me molesta compartir con él. Viene bien darles algún tipo de utilidad. —Sí, creo que todavía hay mucho que puedes decirme…— contesto, porque en todos estos años apenas estamos arañando la superficie de lo que Riley Kavalier quiere en su vida, absolutamente sobrio de todas las sustancias que enturbiaron su mente.
—Que te traten bien, que te haga mejor, que sonría… ¿te gustaría que sea alguien que te haga reír, entonces? ¿Qué hay si es serio?— indago, —¿Alguien que se dedique a las ciencias y con quien tengas muchos proyectos en común o alguien totalmente fuera del rubro a quien tengas que explicarle mil veces la misma cosa pero que te hable también de cosas sobre las que no tienes idea? ¿Qué te saque de quicio o que te dé la razón en todo? ¿Qué prefiera libros o películas? ¿Café o vino?— me muerdo mi labio para contener una carcajada, que le estoy tomando el pelo, tantas cosas puntuales no sé si pueden encontrar en una persona. Y un poco más seria pregunto: —¿Qué ames y no te ame, o que te ame y no ames?— esta va en serio.
Porque lo que tiene asumir ciertos riesgos, es que puedes acabar lastimado, y he llegado a entender que es parte de experimentar y vivir. Pero cuando se trata de las personas que quiero, entre las que siempre estuvieron Mohini y Riley, y que ahora se amplió a un par más que conforman mi nueva familia, me gustaría poder reducir esa probabilidad de daño todo lo posible. Si en algo le pueden servir mis consejos, que los tome, que he acumulado experiencias que no me molesta compartir con él. Viene bien darles algún tipo de utilidad. —Sí, creo que todavía hay mucho que puedes decirme…— contesto, porque en todos estos años apenas estamos arañando la superficie de lo que Riley Kavalier quiere en su vida, absolutamente sobrio de todas las sustancias que enturbiaron su mente.
—Que te traten bien, que te haga mejor, que sonría… ¿te gustaría que sea alguien que te haga reír, entonces? ¿Qué hay si es serio?— indago, —¿Alguien que se dedique a las ciencias y con quien tengas muchos proyectos en común o alguien totalmente fuera del rubro a quien tengas que explicarle mil veces la misma cosa pero que te hable también de cosas sobre las que no tienes idea? ¿Qué te saque de quicio o que te dé la razón en todo? ¿Qué prefiera libros o películas? ¿Café o vino?— me muerdo mi labio para contener una carcajada, que le estoy tomando el pelo, tantas cosas puntuales no sé si pueden encontrar en una persona. Y un poco más seria pregunto: —¿Qué ames y no te ame, o que te ame y no ames?— esta va en serio.
Se me escapa una risa de solo imaginar esa charla, será interesante de ver y de repente me invaden unas ganas tremendas de quedarme dando vueltas para ser testigo. Pero no debo hacerlo, me prometí a mi mismo que no lo haría por el bien de la criatura y debo mantener mi palabra... Soy un adicto y lo seguiré siendo para cuando ella nazca, incluso para cuando empiece la escuela, aunque quizás con mucho esfuerzo esté libre de las consecuencias de la droga para cuando empiece a tener sus primeras aventuras sexuales, como a los 30 como yo.
Sí hay muchas cosas que puedo seguir diciendo, pero los rasgos aislados se van formando de manera tal que están formando una figura demasiado corpórea para mi gusto y eso es lo que me asusta ya que temo lo que puedo llegar a ver en mi mente al final de la conversación - A todos nos gusta reír pero no me molestaría que sea serio, con una sonrisa ocasional me basta - pues con ella tendría para pensar hasta la próxima, en pequeña dosis - Mejor fuera del rubro así no habría motivos de discusión por el trabajo - respondo luego con el ceño fruncido, pensativo. Responder a esas preguntas es fácil - Que me saque de quicio - respondo rápido pero la sonrisa se borra cuando primera vez un rostro aparece en mi cabeza. No.
Cuando noto que todo era una broma le dedico una mirada de desaprobación pues siento que he estado pensando en esos detalles por nada. Sin embargo la pregunta que hace luego me hace cambiar de expresión e incluso suelto su pie que ya no es digno de mis masajes por bromear conmigo de esa forma. Amar... Esa es una palabra completamente nueva. Creo que la única persona en el mundo a la que amo es a Lara y no en el sentido que estamos hablando, pero para llegar a ese sentimiento necesité años y años de ser su amigo ¿Qué tal si ocurre lo mismo con el amor romántico?
- Para eso tendría que saber lo que es el amor y es una investigación que aún no he comenzado - respondo con los ojos clavados en el suelo - ¿Crees que algún día alguien se enamore de mí y yo me enamore de él... ella... esa persona?
Sí hay muchas cosas que puedo seguir diciendo, pero los rasgos aislados se van formando de manera tal que están formando una figura demasiado corpórea para mi gusto y eso es lo que me asusta ya que temo lo que puedo llegar a ver en mi mente al final de la conversación - A todos nos gusta reír pero no me molestaría que sea serio, con una sonrisa ocasional me basta - pues con ella tendría para pensar hasta la próxima, en pequeña dosis - Mejor fuera del rubro así no habría motivos de discusión por el trabajo - respondo luego con el ceño fruncido, pensativo. Responder a esas preguntas es fácil - Que me saque de quicio - respondo rápido pero la sonrisa se borra cuando primera vez un rostro aparece en mi cabeza. No.
Cuando noto que todo era una broma le dedico una mirada de desaprobación pues siento que he estado pensando en esos detalles por nada. Sin embargo la pregunta que hace luego me hace cambiar de expresión e incluso suelto su pie que ya no es digno de mis masajes por bromear conmigo de esa forma. Amar... Esa es una palabra completamente nueva. Creo que la única persona en el mundo a la que amo es a Lara y no en el sentido que estamos hablando, pero para llegar a ese sentimiento necesité años y años de ser su amigo ¿Qué tal si ocurre lo mismo con el amor romántico?
- Para eso tendría que saber lo que es el amor y es una investigación que aún no he comenzado - respondo con los ojos clavados en el suelo - ¿Crees que algún día alguien se enamore de mí y yo me enamore de él... ella... esa persona?
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Alguien serio, con una sonrisa ocasional, fuera del rubro, que sea capaz de sacar de quicio… ¿por qué me recuerda a alguien? Escondo mi sonrisa, que si a mí se me ha formado una imagen en la cabeza, debe ser que a mi amigo también. —¿Estás pensando en alguien?— pregunto. Viene a mí el vago recuerdo de esa vez que estuvimos en su casa, tratando de hacer que el techo explotara evocando nombres y rostros que nos parecieran increíblemente atractivos, tanto como causar un breve caos en su departamento. Fue una charla tan distinta a esta, en la que puedo hablarle sobre si lo que quiere es amar a alguien o lo que necesita es amor, despojando a esa palabra del tabú que ha tenido toda la vida para mí, que estoy pecando del romanticismo que me atribuyeron más de una vez, y que nunca he visto en mí. Pero si hay algo que en todo momento tuve claro, en mi escepticismo general, es que de los dos, él sí se acabaría con esa palabra algún día.
—Riley, hay algo que tengo que decirte…— lo digo con la calma de quien sabía que llegaría este momento. Enlazo mis tobillos que quedan colgando en el aire, tomo una inspiración de aire al enderezar mi espalda y los dedos de mis manos se encuentran sobre mis rodillas, se sujetan entre sí para aportar seriedad a mi postura. — Fuiste mi primer amor cuando era niña, ¿sabes? Fuiste mi amigo, me entendiste como nadie, me acompañaste a pesar de mi actitud insoportable y se sentía como una nueva aventura cada vez que estaba contigo. Podíamos ser agentes secretos o construir naves que nos llevaran de una dimensión a otra,— digo, moviendo mi barbilla a la par que explico cada uno de estos detalles, —pasamos demasiadas cosas juntos y en ese entonces creía que eras el niño más extraordinario del mundo— le sonrío, estiro mi mano hacia él para tocar su mejilla en una caricia. —Sí, mucho más que Tadashi Okada— menciono al niño de gafas que se llevó mi terrible primer beso, porque creí que estaba enamoradísima de él y nunca en la vida volví a tener ese convencimiento.
Si no fue hasta que hice un repaso de todos los niños de mi infancia con Hans, para poner un nombre a un primer amor, que me di cuenta que si amar a alguien se trata de hacerle sentir bien y hacerlo mejor, le correspondía a Riley. —¿Si creo que podrías enamorarte de alguien y que ese alguien se enamore de ti? Por supuesto que sí. Eres una persona que se puede amar, Riley, créeme— le aseguro y retiro la mano que roza su rostro para devolverla a mi regazo, suelto el aire que embarga mi pecho en un suspiro. —Tienes que creerlo, porque puede ser que pase tiempo y pasen personas, hasta que encuentres a alguien que sea lo que te mereces. Y te mereces lo mejor.
—Riley, hay algo que tengo que decirte…— lo digo con la calma de quien sabía que llegaría este momento. Enlazo mis tobillos que quedan colgando en el aire, tomo una inspiración de aire al enderezar mi espalda y los dedos de mis manos se encuentran sobre mis rodillas, se sujetan entre sí para aportar seriedad a mi postura. — Fuiste mi primer amor cuando era niña, ¿sabes? Fuiste mi amigo, me entendiste como nadie, me acompañaste a pesar de mi actitud insoportable y se sentía como una nueva aventura cada vez que estaba contigo. Podíamos ser agentes secretos o construir naves que nos llevaran de una dimensión a otra,— digo, moviendo mi barbilla a la par que explico cada uno de estos detalles, —pasamos demasiadas cosas juntos y en ese entonces creía que eras el niño más extraordinario del mundo— le sonrío, estiro mi mano hacia él para tocar su mejilla en una caricia. —Sí, mucho más que Tadashi Okada— menciono al niño de gafas que se llevó mi terrible primer beso, porque creí que estaba enamoradísima de él y nunca en la vida volví a tener ese convencimiento.
Si no fue hasta que hice un repaso de todos los niños de mi infancia con Hans, para poner un nombre a un primer amor, que me di cuenta que si amar a alguien se trata de hacerle sentir bien y hacerlo mejor, le correspondía a Riley. —¿Si creo que podrías enamorarte de alguien y que ese alguien se enamore de ti? Por supuesto que sí. Eres una persona que se puede amar, Riley, créeme— le aseguro y retiro la mano que roza su rostro para devolverla a mi regazo, suelto el aire que embarga mi pecho en un suspiro. —Tienes que creerlo, porque puede ser que pase tiempo y pasen personas, hasta que encuentres a alguien que sea lo que te mereces. Y te mereces lo mejor.
Cuando la pregunta llega hago fuerza para anular cualquier persona que quiera aparecer en mi inconsciente. Aprieto fuerte las manos, contengo el aire, frunzo el rostro todo lo que me es posible pero al final no puedo evitar imaginarme siendo protegido por esa persona. Sus comentarios amables marcan la diferencia cada día que lo veo y sé que soy un idiota por solo pensar que podría intentar algo con él... Creo que lo mejor será conformarme con robarle un abrazo de tanto en tanto como lo he hecho ahora y disfrutar de la idea platónica que, incluso así, me llena el pecho de calor - Es mucho para mí - respondo sin especificar qué pero supongo que por mi expresión triste deducirá que se trata de una persona. Es curioso no creerme suficiente para él cuando es el primero en intentar levantar mi autoestima.
Lo siguiente es inesperado pero lejos de sonrojarme, sonrío con nostalgia añorando esos tiempos en los que éramos tan unidos, nadie más que nosotros para las aventuras y sin duda una de las mejores etapas de mi vida, en la escuela ya que al volver a casa todo se volvía negro - Nunca creí ser el primer amor de nadie - dejo salir mirándola con ternura. La pequeña Lara que me vencía en todo lo que tenía que ver con lo físico y por eso terminaba arrastrándola a los retos mentales para no quedarme tan atrás. No digo más nada, solo me levanto para darle un abrazo y disfruto del contacto mientras la sonrisa se va apagando poco a poco, cuesta, pero al final logro volver a una expresión neutra - Yo también creías que eras la niña más maravillosa del mundo, lo sigo creyendo - respondo separándome mientras me encojo de hombros.
Bueno... Puede que los sentimientos cuando somos niños no sean los mismos que ahora, pero si ella pudo sentirse así cuando a penas nos conocimos quizás pueda ganarme el cariño de alguien lo suficiente para poder decirle que me siento de la misma forma sin miedo. Tal y como dijo Lara, quizás esa persona sea Ariadna. De verdad dudo que me ame ahora mismo pues ella tiene tanta experiencia como yo en el asunto, supongo que lo descubriré en el futuro pues si es el destino estar con ella... Las vueltas de la vida nos volverán a poner en el mimo camino, justo a donde lo dejamos pero sobre bases más sólidas.
- Me preocupa más encontrar a alguien que crea que soy suficiente - admito con una mueca y una lagrimita se escapa por mi ojo derecho - Van a lastimarme ¿Cierto? Si me permito enamorarme... Va a doler mucho.
Lo siguiente es inesperado pero lejos de sonrojarme, sonrío con nostalgia añorando esos tiempos en los que éramos tan unidos, nadie más que nosotros para las aventuras y sin duda una de las mejores etapas de mi vida, en la escuela ya que al volver a casa todo se volvía negro - Nunca creí ser el primer amor de nadie - dejo salir mirándola con ternura. La pequeña Lara que me vencía en todo lo que tenía que ver con lo físico y por eso terminaba arrastrándola a los retos mentales para no quedarme tan atrás. No digo más nada, solo me levanto para darle un abrazo y disfruto del contacto mientras la sonrisa se va apagando poco a poco, cuesta, pero al final logro volver a una expresión neutra - Yo también creías que eras la niña más maravillosa del mundo, lo sigo creyendo - respondo separándome mientras me encojo de hombros.
Bueno... Puede que los sentimientos cuando somos niños no sean los mismos que ahora, pero si ella pudo sentirse así cuando a penas nos conocimos quizás pueda ganarme el cariño de alguien lo suficiente para poder decirle que me siento de la misma forma sin miedo. Tal y como dijo Lara, quizás esa persona sea Ariadna. De verdad dudo que me ame ahora mismo pues ella tiene tanta experiencia como yo en el asunto, supongo que lo descubriré en el futuro pues si es el destino estar con ella... Las vueltas de la vida nos volverán a poner en el mimo camino, justo a donde lo dejamos pero sobre bases más sólidas.
- Me preocupa más encontrar a alguien que crea que soy suficiente - admito con una mueca y una lagrimita se escapa por mi ojo derecho - Van a lastimarme ¿Cierto? Si me permito enamorarme... Va a doler mucho.
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Si mi amigo todavía piensa que una persona es mucho para él, no sé si quiero darle ánimos a que conozca más gente y que por su romanticismo sea quien termine con el corazón roto poco después, que los roles se invierten tan fácil, que no quiero que acabe conformándose con el cariño de alguien por creer que no merece más. Me froto la cara con una mano cuando creo que está en esas y pienso en cómo retomar mi pregunta sobre qué tipo de amor prefiere para llegar al punto que quería, que me desvié por querer hacerle ver que alguien sí puede amarlo, no como consuelo, sino por ser una verdad. Si no se lo dije antes es porque no lo sabía, hay cosas que empezaron a cobrar un nuevo sentido cuando empecé a reacomodar el caos de mi vida, ¿o serán las hormonas que me sensibilizan a todo? ¿Será por qué miré más de cinco el Diario de Riddle desde que me enteré que estoy embarazada? ¿Es por eso que largo tantos dichos románticos sacados de novelas?
Agradezco su abrazo con mis manos cerrándose alrededor de su espalda, mi mentón acomodándose en su hombro y la altura que me da la mesa no salva que se tenga que encorvar un poco para poder sujetarme. Hemos cambiado demasiado desde los nueve años, cuando yo le sacaba dos centímetros de estatura y me sentía tan orgullosa de esa falsa superioridad. El niño que tenía todas las respuestas inteligentes a las dudas de ciencias, es quien escucha en el presente los malos consejos que le puedo dar, y sigue creyendo que soy una niña maravillosa, ¿es que así algún día voy a dejar de ser tan arrogante? -Y por eso eres mi mejor amigo-, por eso quiero creer que con ochenta años, Riley Kavalier seguirá siéndolo.
Pero todo lo que yo pueda quererlo, no se comparará nunca con lo que es encontrar a alguien que te pone el mundo de cabeza y hace que te quieras reir también en medio de una discusión, porque hay una felicidad estúpida en estar con esa persona. ¿Si duele? También, mucho. Duele un poco todos los días pese a que sonríes, cuando no tienes control sobre tus miedos y lo mucho que puedes lograr es silenciarlos. La manera en que se fruncen mis labios y mi mirada cambia, como si la mención al dolor fuera una aguja que se clava en mi piel o me hace consciente de esa que está presionando mi dedo anular, allí donde presiono con mis dedos. -Nos queda ser valientes- digo, es que habremos jugado un montón de veces a ser indestructibles, pero siendo honestos hemos sido un par de cobardes en más de una ocasión. -Dolerá de una manera u otra, suceda o no. Puedes alejarte por miedo a que duela, y te digo, te pasas días de mierda echando de menos a esa persona. ¿Y sabes qué? Esa persona ni se entera, si hasta puede ser que siga su vida como siempre. O puedes quedarte, abrir tu corazón para que te destrocen, y tal vez lo que haga esa persona sea sanar las heridas por las que no tiene la culpa, lo haga porque te ama también- concluyo poniéndome de pie y a pesar de mi desventaja, alzo una mano para posarla sobre su alto hombro. -Pero antes que nada, antes de esperar que alguien te ame, antes del miedo a que te lastimen, antes de todo el sexo experimental, hay algo que debes hacer: tienes que empezar a quererte a ti mismo. Y convencerte de que te mereces lo bueno. Si necesitas, puedes llamarme todas las noches para que te lo diga.
Agradezco su abrazo con mis manos cerrándose alrededor de su espalda, mi mentón acomodándose en su hombro y la altura que me da la mesa no salva que se tenga que encorvar un poco para poder sujetarme. Hemos cambiado demasiado desde los nueve años, cuando yo le sacaba dos centímetros de estatura y me sentía tan orgullosa de esa falsa superioridad. El niño que tenía todas las respuestas inteligentes a las dudas de ciencias, es quien escucha en el presente los malos consejos que le puedo dar, y sigue creyendo que soy una niña maravillosa, ¿es que así algún día voy a dejar de ser tan arrogante? -Y por eso eres mi mejor amigo-, por eso quiero creer que con ochenta años, Riley Kavalier seguirá siéndolo.
Pero todo lo que yo pueda quererlo, no se comparará nunca con lo que es encontrar a alguien que te pone el mundo de cabeza y hace que te quieras reir también en medio de una discusión, porque hay una felicidad estúpida en estar con esa persona. ¿Si duele? También, mucho. Duele un poco todos los días pese a que sonríes, cuando no tienes control sobre tus miedos y lo mucho que puedes lograr es silenciarlos. La manera en que se fruncen mis labios y mi mirada cambia, como si la mención al dolor fuera una aguja que se clava en mi piel o me hace consciente de esa que está presionando mi dedo anular, allí donde presiono con mis dedos. -Nos queda ser valientes- digo, es que habremos jugado un montón de veces a ser indestructibles, pero siendo honestos hemos sido un par de cobardes en más de una ocasión. -Dolerá de una manera u otra, suceda o no. Puedes alejarte por miedo a que duela, y te digo, te pasas días de mierda echando de menos a esa persona. ¿Y sabes qué? Esa persona ni se entera, si hasta puede ser que siga su vida como siempre. O puedes quedarte, abrir tu corazón para que te destrocen, y tal vez lo que haga esa persona sea sanar las heridas por las que no tiene la culpa, lo haga porque te ama también- concluyo poniéndome de pie y a pesar de mi desventaja, alzo una mano para posarla sobre su alto hombro. -Pero antes que nada, antes de esperar que alguien te ame, antes del miedo a que te lastimen, antes de todo el sexo experimental, hay algo que debes hacer: tienes que empezar a quererte a ti mismo. Y convencerte de que te mereces lo bueno. Si necesitas, puedes llamarme todas las noches para que te lo diga.
Suena difícil lo que dice y, como antes, no sé si podría manejarlo. Abrir mi corazón de esa forma suena tan tentador como doloroso y el miedo que me impide decir que sí a viva voz es el mismo por el cual estoy siquiera considerando hacerlo. Pero quizás todo lo malo vale la pena por lo bueno pues tener a alguien en quien pensar todo el tiempo y volverme tonto suena a algo que no puedo dejar pasar en la vida. En realidad ya lo he vivido ahora que lo pienso, pues recuerdo haber pasado días en el laboratorio contando los minutos que faltaban para llegar a casa y poder darme una buena dosis de algo. Las drogas era lo primero que pensaba en la mañana y eso que sentía al estar completamente fuera de mí era la felicidad más pura... O al menos eso creía en ese momento.
Llevo ambas manos a mi rostro y de allí hasta la cabeza para despeinar mi cabello pensativo. He escuchado eso mucho últimamente y creo que ya va siendo hora de que definitivamente cambie de opinión. Pero... Un paso a la vez, primero comencé teniendo confianza en el trabajo lo cual me llevó a contratar a una estudiante y tenerla bajo mi tutela, luego con las batallas y me llevó a sacar toda la ira gritándole a Jakobe sin miedo y ahora creo que es hora de tener la confianza para creerme capaz de conquistar a una persona, tener confianza en que podré ganarme su cariño si me lo propongo y de no ser así saber que no es porque yo tenga algo mal sino que porque la sumatoria de ambos no da un número par.
- Jakobe me dice eso - dejo salir el nombre mirando el suelo con una sonrisa. Mejor no decir más que eso que Lara conoce a todo el mundo y quizás luego va dándole codazos e indirectas por ahí para que me preste atención, sería embarazoso - Pero... Hay otra cosa - porque sea cual sea el caso se presenta el mismo problema - La situación ahora es maravillosa, mejor que nunca - explico abrazándome a mi mismo - Tengo amigos y es fantástico, no quiero pecar de ambicioso y arruinarlo todo por querer amor. La amistad es suficiente... ¿No? No quiero terminar como antes solo por cruzar una barrera que no debería.
Llevo ambas manos a mi rostro y de allí hasta la cabeza para despeinar mi cabello pensativo. He escuchado eso mucho últimamente y creo que ya va siendo hora de que definitivamente cambie de opinión. Pero... Un paso a la vez, primero comencé teniendo confianza en el trabajo lo cual me llevó a contratar a una estudiante y tenerla bajo mi tutela, luego con las batallas y me llevó a sacar toda la ira gritándole a Jakobe sin miedo y ahora creo que es hora de tener la confianza para creerme capaz de conquistar a una persona, tener confianza en que podré ganarme su cariño si me lo propongo y de no ser así saber que no es porque yo tenga algo mal sino que porque la sumatoria de ambos no da un número par.
- Jakobe me dice eso - dejo salir el nombre mirando el suelo con una sonrisa. Mejor no decir más que eso que Lara conoce a todo el mundo y quizás luego va dándole codazos e indirectas por ahí para que me preste atención, sería embarazoso - Pero... Hay otra cosa - porque sea cual sea el caso se presenta el mismo problema - La situación ahora es maravillosa, mejor que nunca - explico abrazándome a mi mismo - Tengo amigos y es fantástico, no quiero pecar de ambicioso y arruinarlo todo por querer amor. La amistad es suficiente... ¿No? No quiero terminar como antes solo por cruzar una barrera que no debería.
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Así que… su nombre es Jakobe, no es uno tan común así que preguntando puede ser que sepa quién es. No es porque me quiera entrometer, que no tengo la intención de hacer de celestina de mi amigo, tiene que conseguir las cosas por su cuenta y descubrir por sí mismo con qué persona quiere estar, pero mi preocupación por él hace que al menos intrigue saber quién es este sujeto. También me quedo con la duda de con qué mujer se acostó, aunque no creo que sea lo relevante aquí, respeto si quiere guardar el secreto y no exponerla, además si quiere decírmelo por algo en especial, sé que lo hará en su momento. Se trata, por el momento, de dejar ser a Riley. Más consejos de los que le he dado no creo que pueda darle, que por mi parte apenas si se de lo que le estoy hablando y en realidad son descubrimientos recientes que he puesto en voz alta para él.
Pienso en lo que mi yo de hace medio año le hubiera dicho y no me sorprende que sea algo así como el sexo es solo sexo, si alguien se confunde es su problema, pasa a la siguiente persona y que cada quien se haga cargo de sus sentimientos inoportunos, que si se va a meter en esas, no lo haga nunca algo romántico, que sea claro al decir lo que quiere y eso lo salvará de malos entendidos. Se asombraría de saber que hay muchas personas que están ahí, al alcance de la mano, para algo así. Y de lo que terminamos hablando es del amor en sí, no me queda más que echarle la culpa a las hormonas por enésima vez, que me viene bien. Me centro para no hacer de todo esto una mala película adolescente en la que todo se trata de encontrar el primer amor que hará que la escuela sea el mejor lugar del mundo y se creen recuerdos memorables. Logro darle la respuesta que creo que se mueve entre los extremos de la frivolidad y el romanticismo exagerado.
—La amistad es suficiente— le aseguro con un asentimiento de cabeza. —Si tienes algo bueno con alguien, cuídalo. ¿Qué si es una amistad y no pasa de eso? Puede ser grandiosa así como es, se trata de estar para alguien y que alguien esté para ti, ¿no? Si logras eso con una persona, es genial. Si llega a ser algo más… también es genial, déjalo ser. Pero creo que al final de todo se trata de que haya alguien, ¿no? Lo que es raro viniendo de nosotros que tendemos a ser ermitaños— ruedo los ojos, que un par de veces actuamos como bichos solitarios o en mi caso presumí demasiado de mi soledad, de mi absoluta falta de lazos que me aten, como si fuera algo que me reafirmaba libre, que se tornó triste en algún momento. —Porque incluso siendo así… nos buscamos. Siempre se trata de que haya alguien, supongo. De que haya alguien que te haga sentir bien y te haga mejor— repito con una sonrisa, palmeando su hombro y luego dándome la vuelta alrededor de la mesada para ordenar los cachivaches que están dispersos dentro de una caja metálica. —Si tiene que ocurrir algo más, Riley… ocurre quieras o no. No lo sientas a la fuerza. No llega a ti porque lo estés buscando— una cosa tras otra cae con un eco dentro de la caja y me quedo con dos piezas que se parecen mitades de un cubo de rubik, que cuando ensamblo pierden su color metálico para que cada cara adopte un color. —Un día solo lo escuchas, muy fuerte, muy claro, en tus oídos. Con alguien que conoces hace años o que acabas de tropezarte. El click al encajar.
Pienso en lo que mi yo de hace medio año le hubiera dicho y no me sorprende que sea algo así como el sexo es solo sexo, si alguien se confunde es su problema, pasa a la siguiente persona y que cada quien se haga cargo de sus sentimientos inoportunos, que si se va a meter en esas, no lo haga nunca algo romántico, que sea claro al decir lo que quiere y eso lo salvará de malos entendidos. Se asombraría de saber que hay muchas personas que están ahí, al alcance de la mano, para algo así. Y de lo que terminamos hablando es del amor en sí, no me queda más que echarle la culpa a las hormonas por enésima vez, que me viene bien. Me centro para no hacer de todo esto una mala película adolescente en la que todo se trata de encontrar el primer amor que hará que la escuela sea el mejor lugar del mundo y se creen recuerdos memorables. Logro darle la respuesta que creo que se mueve entre los extremos de la frivolidad y el romanticismo exagerado.
—La amistad es suficiente— le aseguro con un asentimiento de cabeza. —Si tienes algo bueno con alguien, cuídalo. ¿Qué si es una amistad y no pasa de eso? Puede ser grandiosa así como es, se trata de estar para alguien y que alguien esté para ti, ¿no? Si logras eso con una persona, es genial. Si llega a ser algo más… también es genial, déjalo ser. Pero creo que al final de todo se trata de que haya alguien, ¿no? Lo que es raro viniendo de nosotros que tendemos a ser ermitaños— ruedo los ojos, que un par de veces actuamos como bichos solitarios o en mi caso presumí demasiado de mi soledad, de mi absoluta falta de lazos que me aten, como si fuera algo que me reafirmaba libre, que se tornó triste en algún momento. —Porque incluso siendo así… nos buscamos. Siempre se trata de que haya alguien, supongo. De que haya alguien que te haga sentir bien y te haga mejor— repito con una sonrisa, palmeando su hombro y luego dándome la vuelta alrededor de la mesada para ordenar los cachivaches que están dispersos dentro de una caja metálica. —Si tiene que ocurrir algo más, Riley… ocurre quieras o no. No lo sientas a la fuerza. No llega a ti porque lo estés buscando— una cosa tras otra cae con un eco dentro de la caja y me quedo con dos piezas que se parecen mitades de un cubo de rubik, que cuando ensamblo pierden su color metálico para que cada cara adopte un color. —Un día solo lo escuchas, muy fuerte, muy claro, en tus oídos. Con alguien que conoces hace años o que acabas de tropezarte. El click al encajar.
Siempre la consideré una persona sabia pero creo que ahora se está superando a sí misma de una manera impresionante. Puede que ese sea el mejor consejo que me ha dado en la vida y curiosamente es uno que me encanta ya que justifica mis acciones recientes y creo que puedo aplicarlo sin miedo. Debo cuidar mis amistades y dejar que las cosas fluyan, si va a ser será en su momento y para eso no hace falta que vaya por allí intentando seguir una serie de pasos para ir hacia adelante. Al parecer el amor es más como ir sobre una cinta mecánica, ni te das cuenta de que estás avanzando pero lo estás haciendo.
Puedo ir a planteárselo de esa forma a Ariadna y quizás esté de acuerdo conmigo. No tenemos que dejar de ser amigos ni tampoco intentar ser novios pues solo debemos seguir brindándonos compañía y las cosas fluirán. Y si no lo hacen supongo que ya tendremos nuestra respuesta pero como ninguno de los dos estará esperando nada más que eso entonces no dolerá. Suena más que perfecto así que envuelvo a mi amiga en un nuevo abrazo y sonrío.
- Será mejor no perder el sueño esperando escucharlo entonces - respondo y le dedico una mirada buscando la respuesta que estoy buscando en sus ojos. Creo que ella ya lo ha escuchado y me alegro por ella. De repente me entran unas ganas tremendas de tener 100 años y sentarme a hablar de lo que han sido nuestros amores mientras vemos jugar a nuestros tátara nietos ¿Llegaremos a hacerlo? Algún día estaré listo para eso, se ve que ella ya lo está ahora.
- Te dejo seguir trabajando entonces, gracias - digo dándole un golpecito amistoso en el brazo - Y gracias a ti también por hacer a tu mamá tan sabia - agrego doblándome para poder dar un rápido beso en su abdomen. Sin decir nada más salgo del taller ministerial y voy rumbo a mi laboratorio pues liberado el dilema puedo volver a concentrarme en el trabajo. Supongo que más tarde en la semana iré a hablar con Ariadna y dejaré las cosas fluir, con ella, con Jakobe y con quien me agrade a partir de ahora... Quizás el click tarde años en llegar, pero en algún momento lo hará y puedo vivir con eso.
Puedo ir a planteárselo de esa forma a Ariadna y quizás esté de acuerdo conmigo. No tenemos que dejar de ser amigos ni tampoco intentar ser novios pues solo debemos seguir brindándonos compañía y las cosas fluirán. Y si no lo hacen supongo que ya tendremos nuestra respuesta pero como ninguno de los dos estará esperando nada más que eso entonces no dolerá. Suena más que perfecto así que envuelvo a mi amiga en un nuevo abrazo y sonrío.
- Será mejor no perder el sueño esperando escucharlo entonces - respondo y le dedico una mirada buscando la respuesta que estoy buscando en sus ojos. Creo que ella ya lo ha escuchado y me alegro por ella. De repente me entran unas ganas tremendas de tener 100 años y sentarme a hablar de lo que han sido nuestros amores mientras vemos jugar a nuestros tátara nietos ¿Llegaremos a hacerlo? Algún día estaré listo para eso, se ve que ella ya lo está ahora.
- Te dejo seguir trabajando entonces, gracias - digo dándole un golpecito amistoso en el brazo - Y gracias a ti también por hacer a tu mamá tan sabia - agrego doblándome para poder dar un rápido beso en su abdomen. Sin decir nada más salgo del taller ministerial y voy rumbo a mi laboratorio pues liberado el dilema puedo volver a concentrarme en el trabajo. Supongo que más tarde en la semana iré a hablar con Ariadna y dejaré las cosas fluir, con ella, con Jakobe y con quien me agrade a partir de ahora... Quizás el click tarde años en llegar, pero en algún momento lo hará y puedo vivir con eso.
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