OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
¿Qué ficha moverás?
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Octubre
La escuela de magia es probablemente mi lugar menos favorito en el mundo, hay ruido, niños, cosas que estudiar y me recuerda a mi horrible tiempo en la escuela. Por suerte los años han pasado y ahora no me veo obligado a escuchar todo lo que cruza por sus crueles y hormonadas cabezas, ya no hay necesidad de salir corriendo a sentarme a la sombra del árbol más alejado ni tampoco de morderme la lengua para no llorar al enterarme de sus opiniones sobre mí... Y de no poder controlar la legeremancia de todas formas no me importaría lo que un montón de mocosos tuviesen que decir, después de todo yo soy un juez asombroso con un maravilloso estilo de la moda y ellos siguen condenados a pedir permiso para ir al baño y usar esos horrendos uniformes.
Pero lamentablemente la persona con la que me apetece charlar trabaja aquí desde hace poco así que no me queda más remedio que caminar por los pasillos de la institución. Voy esquivando a los niños como si se tratara de leprosos e incluso una degenerada corre entre mis piernas como si estuviese corriendo rumbo a una barata ¿Qué les pasa a estos salvajes hoy en día? El recreo, eso les pasa.
Me tardo en encontrar a un adulto que me de indicaciones pero finalmente doy con el aula en la que se encuentra Jolene. Quiero dar una buena impresión así que me tomo unos segundos para cambiar mi cabello a un tono rosa chicle y finalmente abro la puerta de par en par para mi gran entrada - ¿Cómo es que sobrevives a ésto todos los días? ¿Te permiten castigarlos al menos? Yo los colgaría de la ventana cabeza para abajo... - bromeo apartando algunos papeles para tomar asiento sobre el escritorio - ¿Cómo te trata el cambio de aires, Jo?
La escuela de magia es probablemente mi lugar menos favorito en el mundo, hay ruido, niños, cosas que estudiar y me recuerda a mi horrible tiempo en la escuela. Por suerte los años han pasado y ahora no me veo obligado a escuchar todo lo que cruza por sus crueles y hormonadas cabezas, ya no hay necesidad de salir corriendo a sentarme a la sombra del árbol más alejado ni tampoco de morderme la lengua para no llorar al enterarme de sus opiniones sobre mí... Y de no poder controlar la legeremancia de todas formas no me importaría lo que un montón de mocosos tuviesen que decir, después de todo yo soy un juez asombroso con un maravilloso estilo de la moda y ellos siguen condenados a pedir permiso para ir al baño y usar esos horrendos uniformes.
Pero lamentablemente la persona con la que me apetece charlar trabaja aquí desde hace poco así que no me queda más remedio que caminar por los pasillos de la institución. Voy esquivando a los niños como si se tratara de leprosos e incluso una degenerada corre entre mis piernas como si estuviese corriendo rumbo a una barata ¿Qué les pasa a estos salvajes hoy en día? El recreo, eso les pasa.
Me tardo en encontrar a un adulto que me de indicaciones pero finalmente doy con el aula en la que se encuentra Jolene. Quiero dar una buena impresión así que me tomo unos segundos para cambiar mi cabello a un tono rosa chicle y finalmente abro la puerta de par en par para mi gran entrada - ¿Cómo es que sobrevives a ésto todos los días? ¿Te permiten castigarlos al menos? Yo los colgaría de la ventana cabeza para abajo... - bromeo apartando algunos papeles para tomar asiento sobre el escritorio - ¿Cómo te trata el cambio de aires, Jo?
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He visto muchas cosas horribles a lo largo de mi vida, pero creo que nada vale más mi expresión de horror de que aún no he cumplido ni un mes en esta escuela y estoy viendo como Lucy Hamilton se encuentra boca abajo mientras que Terrence Templeton llora a moco tendido porque se ha llenado de pústulas. ¿Quién dice que enseñarle duelo a niños es buena idea, cuando se encaprichan con tonterías y les estás dando la perfecta excusa para desquitarse por un tonto jalón de cabello? ¿Cómo es que las personas siguen pensando en reproducirse, cuando los gritos agudos en esta sala solo me recuerdan las razones por las cuales me quitaría los ovarios? Sí, me gustaba dar clases de arte a los niños, pero eso no tenían nada que ver con esto.
A los gritos chillones se suman los míos, más firmes y demandantes, cuando bajo a Hamilton del techo y la mando a escoltar a Templeton a la enfermería, justo a tiempo para ser salvados por la campana, me incluyo en el plural. Apenas sale el último alumno, me siento desarmar en la silla de mi escritorio con un movimiento más que de redención y los ojos me giran hacia atrás, bufando. ¿Por qué demonios acepté esto? ¿Cómo es posible que toda mi vida se haya reducido a cuidar de niños ajenos, cuando firmé una promesa conmigo misma que jamás tendría propios? Cierro los ojos y me masajeo las sienes, segura de que tengo a alguien tocando un tambor en su interior. Calma, Jo, solo serán unas horas más…
Una voz demasiado familiar hace que abra los ojos de sopetón y me encuentro con lo que en primer lugar reconozco como un chicle de tamaño gigante, pero resulta que es alguien igual de pegajoso y que, de todos modos, me arrebata una sonrisa ligera que delata mi grado de cansancio — Ya se andan colgando ellos mismos, aunque pronto me voy a tomar las molestias de pedir ese permiso especial — bromeo. Viktor no tarda en acomodarse sobre mi escritorio y, lejos de sentirme incómoda o intimidada en la violación a mi espacio de trabajo y personal, me enderezo para cruzar mis brazos sobre el mueble, inclinándome hacia él con los ojos entornados — No sé, tú dime. ¿Se nota que deseo morir o puedo seguir fingiendo unos días más? — el tono susurrante denota seriedad, pero que se me quiebre la expresión en una sonrisa elimina por completo mi actuación — He estado peor. ¿Y tú qué haces por aquí? ¿Viniste a mostrarme que tan llamativo puedes ser? — y señalo sin ningún reparo su cabello — Bonito, pero prefiero el violeta.
A los gritos chillones se suman los míos, más firmes y demandantes, cuando bajo a Hamilton del techo y la mando a escoltar a Templeton a la enfermería, justo a tiempo para ser salvados por la campana, me incluyo en el plural. Apenas sale el último alumno, me siento desarmar en la silla de mi escritorio con un movimiento más que de redención y los ojos me giran hacia atrás, bufando. ¿Por qué demonios acepté esto? ¿Cómo es posible que toda mi vida se haya reducido a cuidar de niños ajenos, cuando firmé una promesa conmigo misma que jamás tendría propios? Cierro los ojos y me masajeo las sienes, segura de que tengo a alguien tocando un tambor en su interior. Calma, Jo, solo serán unas horas más…
Una voz demasiado familiar hace que abra los ojos de sopetón y me encuentro con lo que en primer lugar reconozco como un chicle de tamaño gigante, pero resulta que es alguien igual de pegajoso y que, de todos modos, me arrebata una sonrisa ligera que delata mi grado de cansancio — Ya se andan colgando ellos mismos, aunque pronto me voy a tomar las molestias de pedir ese permiso especial — bromeo. Viktor no tarda en acomodarse sobre mi escritorio y, lejos de sentirme incómoda o intimidada en la violación a mi espacio de trabajo y personal, me enderezo para cruzar mis brazos sobre el mueble, inclinándome hacia él con los ojos entornados — No sé, tú dime. ¿Se nota que deseo morir o puedo seguir fingiendo unos días más? — el tono susurrante denota seriedad, pero que se me quiebre la expresión en una sonrisa elimina por completo mi actuación — He estado peor. ¿Y tú qué haces por aquí? ¿Viniste a mostrarme que tan llamativo puedes ser? — y señalo sin ningún reparo su cabello — Bonito, pero prefiero el violeta.
Me apresuro a mirar el techo del lugar por miedo a que haya algún niño resagado y me alegro de saber que no hay ninguno ¿De verdad a ese punto han llegado? Porque quizás lo dijo en broma pero luego de ver su comportamiento en el pasillo me parece completamente factible que actúen así entre ellos. Menos mal que en mi época no teníamos permitido usar magia sino habría sido un desastre... No por ellos, sino porque yo les habría lanzado todas las maldiciones existentes cada vez que me hacían perder la paciencia.
- Oh... No dejes que unos mocosos te quiten las ganas de vivir - respondo con media sonrisa recargándome sobre uno de mis brazos para poder verlos - Siempre podemos secuestrarlos a todos, cobrar sus rescates e irnos de vacaciones a las antiguas islas de Hawaii, conozco a un juez asombroso que nos libraría de todos los cargos - sigo con la broma aunque no estoy seguro de para qué necesitaríamos dinero en un lugar perdido. De seguro está repleto de piratas y lo único que haríamos es ser robados.
Pongo mi sonrisa adorable cuando señala mi cabello y rápidamente llevo mi mano libre hacia él para cambiarlo a un color violeta - En realidad venía justo a ésto, a pedirte consejos artísticos porque tengo una cita - bromeo rodando los ojos. Le dí el gusto pero sigo creyendo que el rosa es maravilloso, además ¿Yo en una cita? Sí, claro - No, pero sí necesito tu consejo en algo - agrego poniéndome un poco más serio. No puedo charlar esto sentado del escritorio así que voy a tomar una de esas sillas pequeñas que tienen los niños y la coloco frente a la mujer para tomar asiento allí, así al menos parece una entrevista.
- ¿Crees que tengo potencial de ser más que juez? - pregunto con una mueca sin dar ninguna introducción - Quiero decir... Siempre creí que estoy bien dónde estoy y es lo más inteligente pero hace poco un colega me ha dicho algo que me ha puesto a pensar - confieso apoyando mis codos sobre las rodillas, para lo cual no tengo que ni inclinarme gracias a la altura de mi asiento - Podría hacerlo pero me da pereza ¿Es eso una excusa? Además no me apetece enfrentarme a Powell... Aunque de hacerlo le ganaría ¿No crees?
- Oh... No dejes que unos mocosos te quiten las ganas de vivir - respondo con media sonrisa recargándome sobre uno de mis brazos para poder verlos - Siempre podemos secuestrarlos a todos, cobrar sus rescates e irnos de vacaciones a las antiguas islas de Hawaii, conozco a un juez asombroso que nos libraría de todos los cargos - sigo con la broma aunque no estoy seguro de para qué necesitaríamos dinero en un lugar perdido. De seguro está repleto de piratas y lo único que haríamos es ser robados.
Pongo mi sonrisa adorable cuando señala mi cabello y rápidamente llevo mi mano libre hacia él para cambiarlo a un color violeta - En realidad venía justo a ésto, a pedirte consejos artísticos porque tengo una cita - bromeo rodando los ojos. Le dí el gusto pero sigo creyendo que el rosa es maravilloso, además ¿Yo en una cita? Sí, claro - No, pero sí necesito tu consejo en algo - agrego poniéndome un poco más serio. No puedo charlar esto sentado del escritorio así que voy a tomar una de esas sillas pequeñas que tienen los niños y la coloco frente a la mujer para tomar asiento allí, así al menos parece una entrevista.
- ¿Crees que tengo potencial de ser más que juez? - pregunto con una mueca sin dar ninguna introducción - Quiero decir... Siempre creí que estoy bien dónde estoy y es lo más inteligente pero hace poco un colega me ha dicho algo que me ha puesto a pensar - confieso apoyando mis codos sobre las rodillas, para lo cual no tengo que ni inclinarme gracias a la altura de mi asiento - Podría hacerlo pero me da pereza ¿Es eso una excusa? Además no me apetece enfrentarme a Powell... Aunque de hacerlo le ganaría ¿No crees?
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— No me lo digas dos veces… — el tono exasperado es mera broma, pero estoy segura de que cuando termine el año escolar, para lo cual faltan siglos considerando que acaba de comenzar, necesitaré de esas vacaciones hawaianas. Es fácil el olvidarme de ello por la gracia que me hace el que se cambie el color de cabello ante mi petición, lo que me hace chasquear la lengua tal y como si lo estuviera evaluando y aprobando al mismo tiempo. Al menos, no se tarda mucho en ir al grano, pero antes me permito acotar una cosa más — Menos mal que no es sobre citas, porque en ese aspecto voy de mal en peor — de hecho, desde que todo se terminó con Gavin he pasado mis noches en casa, demasiado tiempo encerrada en mi dormitorio, como si el descubrir que puedo dormir y mirar películas sin que nadie me moleste fuese la gran gloria. No me quejo, en lo absoluto. Todos necesitamos tiempo para nosotros mismos.
Ni me molesto en preguntar por qué no usa la magia para mover la silla y solo me cruzo de brazos en la mía, dándole golpecitos a mis codos en lo que le presto atención. De entre todas las cosas que pensé que podría preguntarme, no creí que esta fuese una de ellas. Mis cejas se disparan hacia arriba y no contengo un “¿qué?” que suena entre divertido e incrédulo, no porque no lo vea capaz, sino porque me resulta una pregunta algo extraña — Si esto fuese una democracia y tuvieras que armar tu propia campaña política, vaya y pase. Pero aquí los ministros son nombrados por la máxima autoridad. ¿Qué piensas hacer? ¿Retar a Powell a un duelo como una manada de leones? — bromeo y trato de no hacerme la imagen mental, algo en lo que fallo estrepitosamente. Yo miraría esa pelea, lo admito, con pochoclos y todo — ¿Ahora te interesa un lugarcito en la isla ministerial?
Me echo hacia atrás en la silla y miro muy distraídamente hacia la puerta, la cual por suerte amortigua las voces del alumnado — Cuando destituyeron a Clarke, creí que te nombrarían a ti ministro — admito. Sí, el nombre de Powell había ganado popularidad con los años y retumbaba con fuerza, pero pensé que iban a tirarse hacia un sujeto mayor. Supongo que el peso de los juicios solucionados fue mayor que los años extra de experiencia — Al final, la política siempre fue un juego de popularidad. Eres un sujeto carismático, Vik, pero supongo que Powell supo metérselos en el bolsillo y les hizo olvidar que es un crío— me encojo de hombros porque no tengo ni idea. Me he alejado de la política en cuanto tuve oportunidad y no es mi intención regresar a ella, pero no puedo dejar pasar que el ministro de justicia es incluso meses más chico que yo. En el mundo dónde se mueve, debería ser considerado un bebé — Creo que eres más listo que eso, en especial con una guerra en movimiento. ¿Quieres ponerte en el foco de los problemas justo ahora? Matarán a los ministros en cuanto tengan oportunidad — la boda de los Black fue un ejemplo claro. La familia presidencial y los ministros fueron las víctimas principales a envenenar ese día — No estoy diciendo que esta guerra está perdida — me aclaro, endureciendo la voz ante la gravedad del asunto — Pero los rebeldes irán tras sus cabezas. ¿Por qué este interés entonces?
Ni me molesto en preguntar por qué no usa la magia para mover la silla y solo me cruzo de brazos en la mía, dándole golpecitos a mis codos en lo que le presto atención. De entre todas las cosas que pensé que podría preguntarme, no creí que esta fuese una de ellas. Mis cejas se disparan hacia arriba y no contengo un “¿qué?” que suena entre divertido e incrédulo, no porque no lo vea capaz, sino porque me resulta una pregunta algo extraña — Si esto fuese una democracia y tuvieras que armar tu propia campaña política, vaya y pase. Pero aquí los ministros son nombrados por la máxima autoridad. ¿Qué piensas hacer? ¿Retar a Powell a un duelo como una manada de leones? — bromeo y trato de no hacerme la imagen mental, algo en lo que fallo estrepitosamente. Yo miraría esa pelea, lo admito, con pochoclos y todo — ¿Ahora te interesa un lugarcito en la isla ministerial?
Me echo hacia atrás en la silla y miro muy distraídamente hacia la puerta, la cual por suerte amortigua las voces del alumnado — Cuando destituyeron a Clarke, creí que te nombrarían a ti ministro — admito. Sí, el nombre de Powell había ganado popularidad con los años y retumbaba con fuerza, pero pensé que iban a tirarse hacia un sujeto mayor. Supongo que el peso de los juicios solucionados fue mayor que los años extra de experiencia — Al final, la política siempre fue un juego de popularidad. Eres un sujeto carismático, Vik, pero supongo que Powell supo metérselos en el bolsillo y les hizo olvidar que es un crío— me encojo de hombros porque no tengo ni idea. Me he alejado de la política en cuanto tuve oportunidad y no es mi intención regresar a ella, pero no puedo dejar pasar que el ministro de justicia es incluso meses más chico que yo. En el mundo dónde se mueve, debería ser considerado un bebé — Creo que eres más listo que eso, en especial con una guerra en movimiento. ¿Quieres ponerte en el foco de los problemas justo ahora? Matarán a los ministros en cuanto tengan oportunidad — la boda de los Black fue un ejemplo claro. La familia presidencial y los ministros fueron las víctimas principales a envenenar ese día — No estoy diciendo que esta guerra está perdida — me aclaro, endureciendo la voz ante la gravedad del asunto — Pero los rebeldes irán tras sus cabezas. ¿Por qué este interés entonces?
Río sin emitir sonido pues que sea mala en las citas es razón por la cual seguimos en contacto luego de los años e incluso nos convertirmos en amigos. Por supuesto que todas las personas a mi alrededor encuentran a alguien eventualmente, pero suele ser pasajero o terminan siendo horriblemente asesinados así que la soltería vuelve a hacerse cargo pronto y yo me permito volver a rondar a su alrededor con más frecuencia de la que me hubiese atrevido antes. Porque he oído por ahí que esas cosas son contagiosas y no quiero me lo peguen, iug, no puedo ni imaginarlo.
Solo hacen falta dos palabras suyas para que mi mente maquine en una milésima de segundo lo que sería mi campaña política. Probablemente me pasearía en una limusina vestido con los colores del país, con música patriota y un séquito de bailarines siguiéndome por detrás. Entre mis promesas estaría abrir bares para menores, que el horario apto para todo público en la televisión sea eliminado y contrataría a Jerek Grimm como mi secretario sexy solo para tenerlo sentado allí - No pienso hacer nada, solo evalúo la posibilidad para saber cómo reaccionar en el futuro - respondo lentamente con un ademán - Y las casas en la isla son bonitas, incluso más bellas que la mía - y eso que me he armado lo mejor que mi sueldo cómo juez me ha permitido.
- Es que nunca me ha interesado, no lo he intentado... Soy carismático con las personas para que me cedan sus almuerzos y se acuesten conmigo, Jo, nada más - explico con una mueca. Pero ese es el asunto, de intentarlo y querer hacerlo ¿Podría lograrlo? Yo creo que sí, ser responsable por un tiempo para ganarme el cariño de los jefes no debería ser tan difícil, solo aumentaría la dedicación en mi trabajo para que pase de muy bueno a perfecto.
- ¡Eso es justo lo que le dije a Magnar! - exclamo con una sonrisa señalándola con el dedo pues hasta pareciera que estuvo allí escuchando - También creo que irán por los ministros, solo espero que disminuyan los efectos colaterales sino está en peligro hasta el que coincide con uno comprando en el supermercado - aunque de verdad no puedo ni imaginar a Riorden o Hans con un carrito eligiendo la lechuga más fresca - Creo que son ganas de retarme a mí mismo, ver que tan lejos puedo llegar y... generar un poco de cambio - admito al final poniéndome un poco serio - Llevo más de 20 años haciendo exactamente lo mismo, voy al trabajo, llego a casa y salgo de fiesta ¿Será así para siempre?
Solo hacen falta dos palabras suyas para que mi mente maquine en una milésima de segundo lo que sería mi campaña política. Probablemente me pasearía en una limusina vestido con los colores del país, con música patriota y un séquito de bailarines siguiéndome por detrás. Entre mis promesas estaría abrir bares para menores, que el horario apto para todo público en la televisión sea eliminado y contrataría a Jerek Grimm como mi secretario sexy solo para tenerlo sentado allí - No pienso hacer nada, solo evalúo la posibilidad para saber cómo reaccionar en el futuro - respondo lentamente con un ademán - Y las casas en la isla son bonitas, incluso más bellas que la mía - y eso que me he armado lo mejor que mi sueldo cómo juez me ha permitido.
- Es que nunca me ha interesado, no lo he intentado... Soy carismático con las personas para que me cedan sus almuerzos y se acuesten conmigo, Jo, nada más - explico con una mueca. Pero ese es el asunto, de intentarlo y querer hacerlo ¿Podría lograrlo? Yo creo que sí, ser responsable por un tiempo para ganarme el cariño de los jefes no debería ser tan difícil, solo aumentaría la dedicación en mi trabajo para que pase de muy bueno a perfecto.
- ¡Eso es justo lo que le dije a Magnar! - exclamo con una sonrisa señalándola con el dedo pues hasta pareciera que estuvo allí escuchando - También creo que irán por los ministros, solo espero que disminuyan los efectos colaterales sino está en peligro hasta el que coincide con uno comprando en el supermercado - aunque de verdad no puedo ni imaginar a Riorden o Hans con un carrito eligiendo la lechuga más fresca - Creo que son ganas de retarme a mí mismo, ver que tan lejos puedo llegar y... generar un poco de cambio - admito al final poniéndome un poco serio - Llevo más de 20 años haciendo exactamente lo mismo, voy al trabajo, llego a casa y salgo de fiesta ¿Será así para siempre?
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No contengo la mirada divertida y, aunque hago un esfuerzo por que la sonrisa no se me ensanche, fallo como la mejor y se me curvan las comisuras — No te hagas tanto, nunca me has robado el almuerzo o te has acostado conmigo. La gente tiene gracia o no la tiene, incluso cuando no lo están intentando — eso es lo que admiro de las personas dueñas de esa capacidad. Hay gente que no lo intenta y destilan encanto por los poros, yo jamás he podido cargar con ese tipo de perfil. Se me nota demasiado cuando alguien me cae mal y estoy lejos de ser considerada alguien simpática; hasta estoy segura de que no contaba con popularidad cuando era alguien que los demás consideraban famosa. Viktor, por otro lado, siempre encuentra el modo de ser llamativo y creo que es un don del cual no todo el mundo puede jactarse. Debe ser cosa de los puestos bonitos del Ministerio, muchos de ellos son personajes particulares a los cuales los demás gustan de mirar. Debe ser por eso que sus ministros están todos para chuparse los dedos, hasta Leblanc es una mujer preciosa y Helmuth es un señor interesante a pesar de su edad.
Muevo mis manos para señalar, sin mucha sorpresa, que en efecto los dos pensamos lo mismo. Quizá su mejor opción es esperar a que los rebeldes cuelguen a Powell de los pies y tomar su lugar, eso le sacaría el peso del trabajo sucio de encima, pero también es probable que sea el siguiente en la lista de homicidios políticos — El cambio no siempre es bueno. Créeme, he intentado mantener una rutina mil veces y todavía sigo llevándome sorpresas — señalo el ambiente haciendo un círculo con mi dedo y sonrío — Pero si quieres llegar lejos y no arriesgarte, lame botas. Las de tu jefe, las de sus colegas. Vuélvete alguien indispensable, Vik, incluso cuando sabemos que nadie lo es. Con un poco de suerte, te den la confianza como para tenerte más estima y en caso de una urgencia… — me encojo de hombros — si no eres ministro, vuélvete su mejor amigo. Ya verás tú si Powell muere y te ofrecen el cargo qué hacer con ello — si llega el momento y decide tomarlo, él sabrá lo que es mejor. Es un tipo listo, al fin de cuentas.
Cansada de estar tirada en la silla como el culo inquieto que siempre he sido, me pongo de pie, rodeo el escritorio y me apoyo en éste para poder mirarlo mejor, haciendo muequitas como si quisiera adivinar algo en su semblante — Si te vuelves ministro, espero que me nombres tu consejera personal. Manejaré tu agenda, espantaré a tus amantes que busquen abusar de tu nueva fama y dinero y todo eso. Se me da bien espantar a la gente — solo para probar un punto falso, arrugo el rostro y gruño, poniendo mis dedos en alto como los de un felino. Nada muy serio.
Muevo mis manos para señalar, sin mucha sorpresa, que en efecto los dos pensamos lo mismo. Quizá su mejor opción es esperar a que los rebeldes cuelguen a Powell de los pies y tomar su lugar, eso le sacaría el peso del trabajo sucio de encima, pero también es probable que sea el siguiente en la lista de homicidios políticos — El cambio no siempre es bueno. Créeme, he intentado mantener una rutina mil veces y todavía sigo llevándome sorpresas — señalo el ambiente haciendo un círculo con mi dedo y sonrío — Pero si quieres llegar lejos y no arriesgarte, lame botas. Las de tu jefe, las de sus colegas. Vuélvete alguien indispensable, Vik, incluso cuando sabemos que nadie lo es. Con un poco de suerte, te den la confianza como para tenerte más estima y en caso de una urgencia… — me encojo de hombros — si no eres ministro, vuélvete su mejor amigo. Ya verás tú si Powell muere y te ofrecen el cargo qué hacer con ello — si llega el momento y decide tomarlo, él sabrá lo que es mejor. Es un tipo listo, al fin de cuentas.
Cansada de estar tirada en la silla como el culo inquieto que siempre he sido, me pongo de pie, rodeo el escritorio y me apoyo en éste para poder mirarlo mejor, haciendo muequitas como si quisiera adivinar algo en su semblante — Si te vuelves ministro, espero que me nombres tu consejera personal. Manejaré tu agenda, espantaré a tus amantes que busquen abusar de tu nueva fama y dinero y todo eso. Se me da bien espantar a la gente — solo para probar un punto falso, arrugo el rostro y gruño, poniendo mis dedos en alto como los de un felino. Nada muy serio.
Se me escapa la sonrisa más honesta que tengo que debo llevar las manos a las mejillas para controlar aquello - Eso es porque no tienes pene, mi querida amiga - respondo entre risas. En realidad Jolene es una mujer hermosa y de tener algo de heterosexualidad dentro de mí probablemente lo habría intentado. Creo que dice mucho de mí el hecho de tener solo amigas y no poder entablar una relación de esa forma con ningún hombre, sí disfruto de la compañía de personas como Ernest pero la charla queda atrás en el mismo segundo que uno de los dos se lo propone y eso sería... bueno, cada vez que charlamos básicamente. Aunque con James sí pude mantener mis pantalones puestos, quizás porque es mayor y tal vez ese sea el truco definitivo, buscar amigos fuera de mi target. Puedo intentar eso.
Escucho atento con una mueca y termino asintiendo, guardando sus palabras en la caja fuerte mental. Quizás es cierto que el cambio no es bueno, los grandes volantazos que he dado en mi vida han sido por la fuerza y no fui precisamente feliz en ese momento. Ahora estoy bien y debería aferrarme a eso, ignorar el estúpido deseo que tenemos los humanos de tener al menos una pizca de emoción en nuestras vidas ¿Para qué? Si eso solo logra traer dolor y arrepentimiento luego - Eso sería lamer más abajo de lo que he lamido jamás - respondo totalmente serio, es cierto, sobre todo con mis compañeros - Supongo que dependerá de las circunstancias en las que muera Powell. Si pesca una neumonía podría aceptar el trabajo pero si termina colgado de cabeza en la plaza porque a alguien se le ocurrió, creo que saldré corriendo en dirección opuesta - admito con las cejas en alto. Él también es un tipo carismático, es más probable que ataquen su puesto a que por algo personal.
Estallo en carcajadas al escuchar lo que dice y no puedo evitar imaginar la situación. Supongo que Jolene podría venir conmigo en la limusina, con un traje de animal print a juego con el mío y un peinado tan extravagante como los colores en mi cabeza - Considéralo un hecho - aseguro y entonces recuerdo algo - Por cierto... ¿Cómo lo harías? Porque ¿Puedes creer que me han invitado a una cita? - un caballero no tiene memoria pero hay casos especiales que necesitan ser discutidos - Me acosté con un cazador y ahora quiere que salgamos, es adorable pero ¡JA! Yo en una cita, imposible.
Escucho atento con una mueca y termino asintiendo, guardando sus palabras en la caja fuerte mental. Quizás es cierto que el cambio no es bueno, los grandes volantazos que he dado en mi vida han sido por la fuerza y no fui precisamente feliz en ese momento. Ahora estoy bien y debería aferrarme a eso, ignorar el estúpido deseo que tenemos los humanos de tener al menos una pizca de emoción en nuestras vidas ¿Para qué? Si eso solo logra traer dolor y arrepentimiento luego - Eso sería lamer más abajo de lo que he lamido jamás - respondo totalmente serio, es cierto, sobre todo con mis compañeros - Supongo que dependerá de las circunstancias en las que muera Powell. Si pesca una neumonía podría aceptar el trabajo pero si termina colgado de cabeza en la plaza porque a alguien se le ocurrió, creo que saldré corriendo en dirección opuesta - admito con las cejas en alto. Él también es un tipo carismático, es más probable que ataquen su puesto a que por algo personal.
Estallo en carcajadas al escuchar lo que dice y no puedo evitar imaginar la situación. Supongo que Jolene podría venir conmigo en la limusina, con un traje de animal print a juego con el mío y un peinado tan extravagante como los colores en mi cabeza - Considéralo un hecho - aseguro y entonces recuerdo algo - Por cierto... ¿Cómo lo harías? Porque ¿Puedes creer que me han invitado a una cita? - un caballero no tiene memoria pero hay casos especiales que necesitan ser discutidos - Me acosté con un cazador y ahora quiere que salgamos, es adorable pero ¡JA! Yo en una cita, imposible.
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— Hay que hacer sacrificios de vez en cuando, como lamer el suelo — no es algo que ti haya hecho alguna vez, pero no soy quien está ostentando un cargo importante en el gobierno. En realidad, cuanto más me aleje de éste, mejor para mí. No se lo digo, pero me preocupa que hable con tanta naturalidad de cómo la muerte pública de un ministro puede ser llevada a cabo sin ningún tipo de problema — Es un buen modo de verlo. Si la muerte viene por la izquierda, tú debes correr hacia la derecha — ayudo a graficarlo con mis dedos y apunto hacia lados opuestos — ¿Tan mal ves las cosas que estamos hablando de la ejecución probable de Powell? — yo solo puedo basarme en lo que veo en la televisión, sé que no será lo mismo desde adentro, en el desastre del ministerio.
Al menos, nuestras risas hacen que todo parezca un poco más ameno, como si afuera no se estuviese azotando una tormenta. No llego a responder su primera pregunta, estoy demasiado asombrada con su declaración y tengo que verlo con algo de atención hasta que se me patina una sonrisa pícara — ¿Y por qué estás tomando una cita como un hecho romántico, cuando puede ser una excusa innecesaria para conseguir algo de sexo? No es tan complicado. Solo deber fingir que te interesa lo que dice, dejar bien en claro tus intenciones y procurar lavarte bien los dientes para que no se lleve recuerdos desagradables — he tenido muy pocas citas a lo largo de mi vida, pero puedo hacerme una idea por la lógica de la observación — ¿Él no te interesa? ¿Hay alguien siquiera con quien intentarías algo así? — todos hemos tenido nuestras excepciones, me incluyo en esa lista. Son detalles que jamás le he contado sobre mí, porque prefiero olvidarlos.
Al menos, nuestras risas hacen que todo parezca un poco más ameno, como si afuera no se estuviese azotando una tormenta. No llego a responder su primera pregunta, estoy demasiado asombrada con su declaración y tengo que verlo con algo de atención hasta que se me patina una sonrisa pícara — ¿Y por qué estás tomando una cita como un hecho romántico, cuando puede ser una excusa innecesaria para conseguir algo de sexo? No es tan complicado. Solo deber fingir que te interesa lo que dice, dejar bien en claro tus intenciones y procurar lavarte bien los dientes para que no se lleve recuerdos desagradables — he tenido muy pocas citas a lo largo de mi vida, pero puedo hacerme una idea por la lógica de la observación — ¿Él no te interesa? ¿Hay alguien siquiera con quien intentarías algo así? — todos hemos tenido nuestras excepciones, me incluyo en esa lista. Son detalles que jamás le he contado sobre mí, porque prefiero olvidarlos.
Su comentario me hace dar cuenta de lo importante que suena lo que estamos hablando y de lo peligroso que sería que la conversación caiga en oídos ajenos. Me apresuro a negar con la cabeza con una mueca, restándole importancia al asunto como buen padre que asegura a sus hijos que la economía hogareña está de maravilla y para nada es una posibilidad que no lleguen a fin de mes con la comida - Estamos imaginando, tomémoslo como ciencia ficción - sugiero haciendo ademanes con ambas manos - Solo hablo en serio cuando estoy en el Wizengamot, esta es una conversación informal - y con eso creo que queda aclarado el tema, aunque por alguna razón siento la necesidad de buscar alguna cámara que esté siendo vista por algún miembro del ministerio y elevarle un pulgar en señal de aprobación.
Escucho todo lo que dice con una mueca de horror y me aparto lo más que mi posición me permite como si alejarme físicamente fuese a impedir que la idea entre en mi cabeza. En realidad sí lo he pensado pero al final habría que ponerle fin al asunto y nadie va a un montón de citas sin empezar a sentir cosas... No por mí, sino por los demás - Tu lo has dicho, soy un tipo carismático. Se terminarían enamorando de mi y no podría romperles el corazón - respondo pues, este Michael parece un buen tipo y no querría usarlo tan descaradamente de esa forma - La gente se hace ilusiones y no soy tan duro como para romperlas - más si por alguna razón termino leyéndoles la mente en el proceso.
- ¿Intentar ir en citas, enamorarme, proponerle casamiento, adoptar hijos y vivir feliz para siempre? - pregunto con una sonrisa pues es una idea que no barajo desde que soy un adolescente, de hecho antes que eso y jamás lo dije en voz alta frente a alguien - No, la verdad es que no... Aunque podría pensarlo si me presentas al menos cinco matrimonios exitosos en Neopanem. Alerta de spoiler, no los encontrarás. Porque esas cosas no funcionan - finalizo marcando una pausa entre cada oración.
Escucho todo lo que dice con una mueca de horror y me aparto lo más que mi posición me permite como si alejarme físicamente fuese a impedir que la idea entre en mi cabeza. En realidad sí lo he pensado pero al final habría que ponerle fin al asunto y nadie va a un montón de citas sin empezar a sentir cosas... No por mí, sino por los demás - Tu lo has dicho, soy un tipo carismático. Se terminarían enamorando de mi y no podría romperles el corazón - respondo pues, este Michael parece un buen tipo y no querría usarlo tan descaradamente de esa forma - La gente se hace ilusiones y no soy tan duro como para romperlas - más si por alguna razón termino leyéndoles la mente en el proceso.
- ¿Intentar ir en citas, enamorarme, proponerle casamiento, adoptar hijos y vivir feliz para siempre? - pregunto con una sonrisa pues es una idea que no barajo desde que soy un adolescente, de hecho antes que eso y jamás lo dije en voz alta frente a alguien - No, la verdad es que no... Aunque podría pensarlo si me presentas al menos cinco matrimonios exitosos en Neopanem. Alerta de spoiler, no los encontrarás. Porque esas cosas no funcionan - finalizo marcando una pausa entre cada oración.
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Informal, claro, pero toda idea surge de algún lado. Prefiero no decir nada al respecto, mi mera respuesta es una leve curva en una de mis cejas y eso es todo. No más planes suicidas, no más ideas de cómo quitar del medio a alguien que tiene más poder del que se merece. Al menos, todo su dramatismo frente a la idea tan básica de una cita me sirve para quitarme algo de preocupación por sus ideas — No todo el mundo es tan fácil. Algún día te enamorarás de alguien que no te dé la hora y yo voy a estar ahí para reírme de ello — me burlo como si tuviera cinco años y hasta muevo mis cejas con picardía — Ya verás. Vendrás a mí odiando lo mucho que te gusta un fulano y tendré que consolarte con enormes dosis de vino tinto como un adolescente.
Tomo su desafío al pie de la letra y trato de hacer una lista mental de gente que no conozco, porque mi vida social no es muy amplia y no muchos mantienen relaciones constantes, posiblemente culpa de las leyes matrimoniales de hoy en día. Una completa estupidez, si me lo preguntan — Jamás he creído mucho en las parejas. No voy a decir que nunca me enamoré, porque eso sería una enorme mentira — no diré de quien, sé muy bien que eso es ilegal en este mundo y estoy hablando con un juez del Wizengamot. A veces me pregunto qué diría Viktor de saber algunas cosas de mí. De las personas con quienes estuve, de aquellos que tanto me importaron como para poner mi vida en riesgo. De amigos, de amantes, de gente que ya no existe y que añoro un poquitito todos los días, aunque ya sean solo recuerdos — Pero no creo que todo el mundo sepa cómo funcionar. Hay que tener demasiada madurez y poco egoísmo como para tener una pareja y yo no creo cumplir con esos requisitos — estoy demasiado centrada en mi propia mierda como para siquiera considerarlo en serio. Gavin es un buen ejemplo.
Doy algunos golpeteos con mis dedos sobre el escritorio, hasta que la uña del índice queda marcando un ritmo al azar — ¿Crees que algún día exista la estabilidad para nosotros, Vik? — es obvio que no solo hablo de lo sentimental. Hay muchos puntos ciegos en la realidad actual como para pensar en una línea recta.
Tomo su desafío al pie de la letra y trato de hacer una lista mental de gente que no conozco, porque mi vida social no es muy amplia y no muchos mantienen relaciones constantes, posiblemente culpa de las leyes matrimoniales de hoy en día. Una completa estupidez, si me lo preguntan — Jamás he creído mucho en las parejas. No voy a decir que nunca me enamoré, porque eso sería una enorme mentira — no diré de quien, sé muy bien que eso es ilegal en este mundo y estoy hablando con un juez del Wizengamot. A veces me pregunto qué diría Viktor de saber algunas cosas de mí. De las personas con quienes estuve, de aquellos que tanto me importaron como para poner mi vida en riesgo. De amigos, de amantes, de gente que ya no existe y que añoro un poquitito todos los días, aunque ya sean solo recuerdos — Pero no creo que todo el mundo sepa cómo funcionar. Hay que tener demasiada madurez y poco egoísmo como para tener una pareja y yo no creo cumplir con esos requisitos — estoy demasiado centrada en mi propia mierda como para siquiera considerarlo en serio. Gavin es un buen ejemplo.
Doy algunos golpeteos con mis dedos sobre el escritorio, hasta que la uña del índice queda marcando un ritmo al azar — ¿Crees que algún día exista la estabilidad para nosotros, Vik? — es obvio que no solo hablo de lo sentimental. Hay muchos puntos ciegos en la realidad actual como para pensar en una línea recta.
Quizás ella espera reírse el día que eso ocurra, pero al menos yo puedo hacerlo ahora y con la mejor carcajada que tengo. Ni siquiera puedo armar en mi mente a un prototipo de esposo pues para mi el hombre perfecto es aquel con el que no tengo que pasar más tiempo del necesario, solo sexo y adiós. Pero en el hipotético caso debería ser alguien que conozca lo suficientemente bien como para poder eliminar la barrera de su mente y relajarme en casa. Bloquear los pensamientos de todo el mundo es agotador, debería poder confiar en la cabeza de ésta persona. Poder embriagarme con él sin miedo a perder el control ya que no habría ningún pensamiento al que temer - Claro, vendré llorando porque ese joven de 25 años rubio y con abdominales de Adonis no le presta atención a un viejo como yo... ¡Oh, pobre de mí! - dramatizo llevando el dorso de mi mano a mi frente.
Levanto un dedo índice y lo sacudo de arriba a abajo dándole la razón al respecto. Ahí está el problema, soy una persona muy egoísta así que no podría estar en pareja. Para esas cosas hay que hacer sacrificios, entregar a los demás y no en el sentido que estoy acostumbrado - Nadie cumple con esos requisitos, todos los matrimonios son un desastre - respondo con una ceja en alto. Bueno, mis padres en realidad han funcionado dentro de todo bien, pero luego de lo que ocurrió con Rowie no se pueden considerar un éxito en ningún aspecto de la vida. No es que me haya quedado a ver su dinámica de pareja luego de la pérdida de sus hijos pero me hago a una idea.
Frunzo el ceño con su pregunta y me dedico a caminar por la habitación pensando en la respuesta, quizás haciendo más ruido del necesario. ¿A qué llamaríamos estabilidad? ¿Estabilidad económica? Creo que la tenemos ¿Estabilidad social? Podríamos estar peor ¿Estabilidad amorosa? Ya llegamos al acuerdo de que no es necesaria... Soy un hombre sangre pura con un trabajo de maravilla, en realidad es a toda la estabilidad a la que puedo aspirar - ¿A qué te refieres? - pregunto con una seriedad poco característica en mí. De hecho hasta vuelvo mi natural castaño para afrontar esta parte de la conversación - Creí tener estabilidad pero así como lo dices me haces dudar.
Levanto un dedo índice y lo sacudo de arriba a abajo dándole la razón al respecto. Ahí está el problema, soy una persona muy egoísta así que no podría estar en pareja. Para esas cosas hay que hacer sacrificios, entregar a los demás y no en el sentido que estoy acostumbrado - Nadie cumple con esos requisitos, todos los matrimonios son un desastre - respondo con una ceja en alto. Bueno, mis padres en realidad han funcionado dentro de todo bien, pero luego de lo que ocurrió con Rowie no se pueden considerar un éxito en ningún aspecto de la vida. No es que me haya quedado a ver su dinámica de pareja luego de la pérdida de sus hijos pero me hago a una idea.
Frunzo el ceño con su pregunta y me dedico a caminar por la habitación pensando en la respuesta, quizás haciendo más ruido del necesario. ¿A qué llamaríamos estabilidad? ¿Estabilidad económica? Creo que la tenemos ¿Estabilidad social? Podríamos estar peor ¿Estabilidad amorosa? Ya llegamos al acuerdo de que no es necesaria... Soy un hombre sangre pura con un trabajo de maravilla, en realidad es a toda la estabilidad a la que puedo aspirar - ¿A qué te refieres? - pregunto con una seriedad poco característica en mí. De hecho hasta vuelvo mi natural castaño para afrontar esta parte de la conversación - Creí tener estabilidad pero así como lo dices me haces dudar.
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Me encojo de hombros, no voy a discutirle sobre matrimonios porque tampoco tengo la bases como para hacerlo. Me gustaría poder venir con cuentos de hadas como cuando era una niña y hablar sobre princesas que se casan con príncipes y viven en castillos para ser felices para siempre, pero sé que esa era yo cuando tenía siete años, no ahora. Se supone que debería ser una adulta hecha y derecha, poseer lógica dentro de mis venas que me piden un poquito de azúcar sentimental de vez en cuando, dosis que calmo con alguna que otra película tonta de la televisión y eso es todo. Ya he tenido demasiados problemas para una vida, como para pensar en crear mi propia historia más allá de la calma.
Su paseo por la habitación me pone un poco incómoda, hace que me pregunte si he hecho una mala pregunta y tengo que separarme del escritorio para no quedarme quieta como una momia. Encuentro entretenimiento en acomodar algunos papeles que quedaron sueltos en el costado de mi escritorio y, a pesar de las muchas bromas de los últimos minutos, me encuentro frunciendo el entrecejo sin levantar los ojos en su dirección — Quizá estoy hablando por mí, pero ya sabes. La guerra nos joderá a todos, la economía se irá en picada si no saben como manejarlo. Siempre es líder tras líder, en menos de un año tuvimos dos atentados, la ministra Leblanc me puso a trabajar aquí porque necesitaban a alguien experto en batallas como para educar a sus niños — eso dice todo. No buscaban un mago entrenado, sino a alguien que sepa cómo funciona la mente de los criminales. Chasqueo la lengua y me atrevo a mirarlo — Una vida normal. ¿Nunca pensaste en lo lindo de una vida normal? Porque yo sí y jamás he conocido cómo se siente.
Su paseo por la habitación me pone un poco incómoda, hace que me pregunte si he hecho una mala pregunta y tengo que separarme del escritorio para no quedarme quieta como una momia. Encuentro entretenimiento en acomodar algunos papeles que quedaron sueltos en el costado de mi escritorio y, a pesar de las muchas bromas de los últimos minutos, me encuentro frunciendo el entrecejo sin levantar los ojos en su dirección — Quizá estoy hablando por mí, pero ya sabes. La guerra nos joderá a todos, la economía se irá en picada si no saben como manejarlo. Siempre es líder tras líder, en menos de un año tuvimos dos atentados, la ministra Leblanc me puso a trabajar aquí porque necesitaban a alguien experto en batallas como para educar a sus niños — eso dice todo. No buscaban un mago entrenado, sino a alguien que sepa cómo funciona la mente de los criminales. Chasqueo la lengua y me atrevo a mirarlo — Una vida normal. ¿Nunca pensaste en lo lindo de una vida normal? Porque yo sí y jamás he conocido cómo se siente.
Escucho su respuesta y tomo asiento sobre una de las mesas con el ceño fruncido. Tiene razón pero creo que he encontrado la forma de que no me afecte hace muchos años atrás, todo lo que ocurre no lo veo como parte de mi vida, sino como trabajo. Hay una guerra y sé que mi papel en ella es condenar a los que traigan a la corte, eso es todo. Mientras no me meta en la mente de lo demás puedo llevarlo como algo aislado, poner todo bajo llave ni bien llego a casa. En cuando a la economía, quiero creer que estoy dentro del limitado grupo que no se verá afectado y todo lo demás... pues no es mi problema.
No puedo negar que una vida tranquila sería mejor que lo que tenemos ahora. No tranquila en el sentido de no tener que trabajar y quedarse en casa todo el día, sino una en la que podamos hacer actividades ordinarias, disfrutar sin miedo al mañana.
- Nunca viví una vida tranquila y normal tampoco - en realidad nadie lo hizo nunca ya que cada gobierno trae consigo una mochila de malas ideas para jodernos la vida de distintas formas. Hubo una época en la que eran los niños, ahora son lo muggles y rebeldes... Honestamente prefiero lo segundo y por eso trabajo sin chistar en el lugar que me corresponde - Pero la mía ha sido un poco más tranquila que la tuya así que puede que tenga una mejor idea al respecto - puedo imaginarlo al menos. Si elimino el miedo que tenía de ir a los juegos y la legeremancia, mi infancia fue bastante normal - Pero jamás pasará eso, tenemos que conformarnos con apagar la radio y disfrutar de una normalidad imaginaria para no volvernos locos - agrego al final y largo un suspiro - En fin, esta conversación se está poniendo demasiado seria para nuestro bienestar y los demonios con mocos chorreando volverán en cualquier momento así que será mejor que me vaya.
No puedo negar que una vida tranquila sería mejor que lo que tenemos ahora. No tranquila en el sentido de no tener que trabajar y quedarse en casa todo el día, sino una en la que podamos hacer actividades ordinarias, disfrutar sin miedo al mañana.
- Nunca viví una vida tranquila y normal tampoco - en realidad nadie lo hizo nunca ya que cada gobierno trae consigo una mochila de malas ideas para jodernos la vida de distintas formas. Hubo una época en la que eran los niños, ahora son lo muggles y rebeldes... Honestamente prefiero lo segundo y por eso trabajo sin chistar en el lugar que me corresponde - Pero la mía ha sido un poco más tranquila que la tuya así que puede que tenga una mejor idea al respecto - puedo imaginarlo al menos. Si elimino el miedo que tenía de ir a los juegos y la legeremancia, mi infancia fue bastante normal - Pero jamás pasará eso, tenemos que conformarnos con apagar la radio y disfrutar de una normalidad imaginaria para no volvernos locos - agrego al final y largo un suspiro - En fin, esta conversación se está poniendo demasiado seria para nuestro bienestar y los demonios con mocos chorreando volverán en cualquier momento así que será mejor que me vaya.
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Una tranquilidad imaginaria, como lo he hecho desde que tengo memoria. No sé si puedo calificarme como una persona que ha sido infeliz, pero reconozco que no tuve la vida perfecta con la cual todo el mundo sueña en algún momento de su existencia. Las penurias siempre sacudieron a mi familia y a mis amigos, siempre supe que era una buena idea el mantenerme con la cantidad de seres queridos justa y necesaria. Algunos pocos amigos, el recuerdo de una familia que no llegó a prosperar, algún que otro amante ocasional en una lista demasiado corta como para brindarle importancia — ¿Quién dice que ya no estamos un poco locos? — escojo el bromear sobre ello, me pico la sien con un dedo índice y le sonrío con una malicia que no siento. Suerte para mí, la idea de las pastillas han quedado enterradas en el tiempo y hoy soy alguien que puede estar a cargo de una clase, sin importar esa parte de mí. O quizá sí y por eso me necesitan tanto.
Se lo concedo, no sé cómo pasamos de hablar de arruinarle la vida a un ministro, citas y ahora un momento depresivo y filosófico ha atacado por si las dudas. La mención de mis alumnos me hace chequear la hora en el reloj de pared y no puede estar más acertado, porque en dos minutos sonará el timbre y volverán a ponerme loca con sus gritos y demandas. Por eso, mis ojos se abren en señal de horror — No me dejes sola con ellos, Viktor, por favor. Huelen el miedo y gritan más fuerte si los miras fijo a los ojos — me estremezco, no sin terminar sonriendo por mi propia estupidez — Ya, vete. Solo espero que la próxima vez que te vea hayas conocido a más tipos interesantes de los cuales hablarme para recordarme lo sola que estoy y que la cabeza de Powell siga en su lugar, así no arriesgamos la suya — me llevo una mano a la boca y soplo un beso burlón en su dirección — No mueras en la próxima semana, Vik. Todos necesitaremos un abogado de confianza en los tiempos que corren.
Se lo concedo, no sé cómo pasamos de hablar de arruinarle la vida a un ministro, citas y ahora un momento depresivo y filosófico ha atacado por si las dudas. La mención de mis alumnos me hace chequear la hora en el reloj de pared y no puede estar más acertado, porque en dos minutos sonará el timbre y volverán a ponerme loca con sus gritos y demandas. Por eso, mis ojos se abren en señal de horror — No me dejes sola con ellos, Viktor, por favor. Huelen el miedo y gritan más fuerte si los miras fijo a los ojos — me estremezco, no sin terminar sonriendo por mi propia estupidez — Ya, vete. Solo espero que la próxima vez que te vea hayas conocido a más tipos interesantes de los cuales hablarme para recordarme lo sola que estoy y que la cabeza de Powell siga en su lugar, así no arriesgamos la suya — me llevo una mano a la boca y soplo un beso burlón en su dirección — No mueras en la próxima semana, Vik. Todos necesitaremos un abogado de confianza en los tiempos que corren.
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