OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Puedo ver como el grupo de adolescentes se aleja del aire puteador con una expresión de espanto, posiblemente no muy seguras de dónde ha salido la voz gruesa que se ha encargado de despotricar a diestra y siniestra. Es que, en mi intento de romper un alambre para poder meterme a hurtadillas a un negocio cerrado del cual puedo robar algo de comida, me he lastimado la palma de la mano y la sangre ha empezado a brotar sin mucho disimulo, lo que me lleva a apretar los dientes, maldecir un poco más y presionar la herida contra mi abdomen, buscando contener la hemorragia mientras busco un lugar dónde limpiarme como se debe. Estoy lejos tanto de la presa como del departamento y no estoy seguro de tener algo que sea de ayuda en la mochila, pero fijarme debajo de la capa de invisibilidad con mi tamaño no es de lo más cómodo.
Las primeras luces de la desierta y destartalada calle me guían hasta el callejón, el cual parece libre de los vagos que venderían mi cabeza con tal de comer un guiso caliente durante las semanas siguientes. Busco en mi bolsillo para usar el desiluminador y, poco a poco, me voy quedando a oscuras, hasta que consigo meterme detrás de un cesto de basura y coloco la capa sobre la tapa del mismo. Con una de las luces que quedan flotando gracias a mi aparatito, puedo ver que la herida no es demasiado profunda, pero sí ancha. Bien, quizá me gane una cicatriz nueva, para variar.
Acomodo la mochila en el suelo y me pongo de cuclillas, buscando en su interior. Hay porquerías poco importantes, un cuchillo y doy con mi botella de agua, pero no sirve de mucho porque me quedan solo las últimas gotas. Estoy en medio de esa limpieza, cuando levanto la vista al sentir pasos y me encuentro a un niño, quizá demasiado cerca de la capa de invisibilidad — Hey, deja eso — le gruño. Con un poco de suerte, mi aspecto sucio y el pelo en la cara no solo ayudarán a que no me reconozca, sino también a que se marche. Es obvio que no tengo tiempo para estas cosas.
Las primeras luces de la desierta y destartalada calle me guían hasta el callejón, el cual parece libre de los vagos que venderían mi cabeza con tal de comer un guiso caliente durante las semanas siguientes. Busco en mi bolsillo para usar el desiluminador y, poco a poco, me voy quedando a oscuras, hasta que consigo meterme detrás de un cesto de basura y coloco la capa sobre la tapa del mismo. Con una de las luces que quedan flotando gracias a mi aparatito, puedo ver que la herida no es demasiado profunda, pero sí ancha. Bien, quizá me gane una cicatriz nueva, para variar.
Acomodo la mochila en el suelo y me pongo de cuclillas, buscando en su interior. Hay porquerías poco importantes, un cuchillo y doy con mi botella de agua, pero no sirve de mucho porque me quedan solo las últimas gotas. Estoy en medio de esa limpieza, cuando levanto la vista al sentir pasos y me encuentro a un niño, quizá demasiado cerca de la capa de invisibilidad — Hey, deja eso — le gruño. Con un poco de suerte, mi aspecto sucio y el pelo en la cara no solo ayudarán a que no me reconozca, sino también a que se marche. Es obvio que no tengo tiempo para estas cosas.
Puede que mis excusas para abandonar la casa mientras papá está trabajando sean cada vez más extremas. Una cosa es escaparme de clases, otra ir a mi antiguo hogar, pero hasta yo me doy cuenta que aventurarme en el norte sin supervisión es una locura. Supongo que estoy probando mis nuevos límites... Amalie no es mi madre así que no puede decirme qué hacer y estoy seguro de que Synnove ha hecho sus propios viajes hasta esta zona de Neopanem, no puedo culparla. La idea de ver con mis propios ojos el corazón de la revolución me tiene entusiasmado, no porque simpatice con ellos sino porque están haciendo historia, para bien o mal, y no puedo desaprovechar la oportunidad de tener el mínimo contacto.
Camino con cuidado por las calles. Traje mi peor ropa para no desentonar con el ambiente pero luego de los primeros minutos empiezo a creer que en realidad no hay nada lo suficientemente interesante como para que el viaje haya valido la pena. En realidad no sé si esperaba encontrarme con las personas que pasan en televisión o quizás localizar el sitio en dónde estuvo encerrado mi padre durante más de una semana. No hay nada, solo casas destruidas y mugre en las calles, un sitio que tiene potencial pero se requiere de mucha imaginación para poder convertirlo en algo bonito.
Voy en silencio y cuando escucho movimiento me quedo parado en seco. Creo que el sonido viene de un contenedor de basura y al ver una especie de tela sobre él confirmo mis sospechas. Me acerco con cuidado, con las manos escondidas en las mangas del suéter de navidad que mamá intentó tejerme una vez pero quedó tan mal que terminó sirviendo de pijamas de invierno. Al estar a pocos centímetros estiro mi mano para alcanzarla pero una voz me hace dar un salto. Es un hombre sucio que bien podría ser un indigente, quizás no sea muy sabio ponerme a charlar con él pero creo que eso de ahí es una capa de invisibilidad, seguro la ha robado.
- No quiero molestar, señor... ¿Puedo tocarla? - pregunto pues solo así podría confirmarlo, quizás el tipo ni siquiera sabe lo que tiene entre manos - No quiero problemas, nomas soy un niño curioso - intento defenderme antes de que diga algo más. Incluso levando las manos pero no se ven dado a que las mangas son demasiado largas, perfecto, he traído ropa poco conveniente para una pelea ¿Pelea? Si ese gigante intenta hacerme algo lo mejor que puedo hacer es correr como el viento o intentar destruirlo con sarcasmo.
Camino con cuidado por las calles. Traje mi peor ropa para no desentonar con el ambiente pero luego de los primeros minutos empiezo a creer que en realidad no hay nada lo suficientemente interesante como para que el viaje haya valido la pena. En realidad no sé si esperaba encontrarme con las personas que pasan en televisión o quizás localizar el sitio en dónde estuvo encerrado mi padre durante más de una semana. No hay nada, solo casas destruidas y mugre en las calles, un sitio que tiene potencial pero se requiere de mucha imaginación para poder convertirlo en algo bonito.
Voy en silencio y cuando escucho movimiento me quedo parado en seco. Creo que el sonido viene de un contenedor de basura y al ver una especie de tela sobre él confirmo mis sospechas. Me acerco con cuidado, con las manos escondidas en las mangas del suéter de navidad que mamá intentó tejerme una vez pero quedó tan mal que terminó sirviendo de pijamas de invierno. Al estar a pocos centímetros estiro mi mano para alcanzarla pero una voz me hace dar un salto. Es un hombre sucio que bien podría ser un indigente, quizás no sea muy sabio ponerme a charlar con él pero creo que eso de ahí es una capa de invisibilidad, seguro la ha robado.
- No quiero molestar, señor... ¿Puedo tocarla? - pregunto pues solo así podría confirmarlo, quizás el tipo ni siquiera sabe lo que tiene entre manos - No quiero problemas, nomas soy un niño curioso - intento defenderme antes de que diga algo más. Incluso levando las manos pero no se ven dado a que las mangas son demasiado largas, perfecto, he traído ropa poco conveniente para una pelea ¿Pelea? Si ese gigante intenta hacerme algo lo mejor que puedo hacer es correr como el viento o intentar destruirlo con sarcasmo.
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Tanto respeto y palabrería inocente me hace rodar los ojos sin poder contenerme. Estuve parado en el mismo lugar que él hace años, cuando la gente no sospechaba de un enano con pecas y demasiado pelo en la cabeza, así que fastidiar o hurtar era mucho más sencillo. Mi mirada se va de él a la capa y viceversa, no soy tan estúpido como para dejar que la toque así como así, en este sitio lleno de ladrones. Vamos, que es una capa única y una reliquia familiar, no voy a arriesgarme por más ridículo que se vea su suéter — No, no puedes — me levanto a regañadientes y me acerco a él aún sosteniendo mi mano contra mi pecho y tiro de la capa para ocultarla de la vista, metiéndola dentro del bolsillo interno de mi chaqueta. Que intente robarme, estoy seguro de que le puedo agarrar la lengua con los dedos en cuanto busque gritar.
No soy capaz de contenerme y le echo un vistazo rápido, antes de mirar por encima de su cabeza — ¿Qué haces solo? Es tarde y un niño no debería estar metido en callejones con extraños, por muy curioso que sea. Y mucho menos queriendo tocar cosas que no debe — muevo la mano sana como si estuviese espantando a un perro, lo cual no es mucha diferencia con la gente que vive aquí. Digo, la mayoría solo somos perros callejeros que pasan hambre, me incluyo en la bolsa — Vete antes de que te pongan algún castigo por haberte pasado del horario para estar fuera de la cama. ¿Acaso no te enseñaron a no hablar con extraños? Mierda… — el gruñido me hace fijarme en cómo me estoy manchando la remera, lo que me hace agradecer la poca luz. Tiro el agua que me queda, me deshago de la botella y busco la tela que estaba preparando para cubrirme — Solo vete a casa, enano.
No soy capaz de contenerme y le echo un vistazo rápido, antes de mirar por encima de su cabeza — ¿Qué haces solo? Es tarde y un niño no debería estar metido en callejones con extraños, por muy curioso que sea. Y mucho menos queriendo tocar cosas que no debe — muevo la mano sana como si estuviese espantando a un perro, lo cual no es mucha diferencia con la gente que vive aquí. Digo, la mayoría solo somos perros callejeros que pasan hambre, me incluyo en la bolsa — Vete antes de que te pongan algún castigo por haberte pasado del horario para estar fuera de la cama. ¿Acaso no te enseñaron a no hablar con extraños? Mierda… — el gruñido me hace fijarme en cómo me estoy manchando la remera, lo que me hace agradecer la poca luz. Tiro el agua que me queda, me deshago de la botella y busco la tela que estaba preparando para cubrirme — Solo vete a casa, enano.
Resoplo al escuchar su negativa y estoy a punto de rodar los ojos hasta que recuerdo que él ha hecho lo mismo hace unos segundos y me detengo antes de comenzar. Mi atención no queda mucho tiempo más depositada en la tela cuando la guarda pues puedo ver cómo tiene la mano herida e instintivamente me tomo la mía mientras me estremezco. Ese lugar es una cochinada y si sigue en éstas condiciones se le va a infectar tanto que quedará manco para fin de mes ¿Pero acaso hay algún hospital por aquí? Debería haberlo - Señor, debería desinfectar la herida al menos, el agua no es suficiente - sugiero tragándome la lección de cerebrito pues si no cae bien en el Capitolio mucho menos lo hará en el norte.
- No estoy solo, tengo a mis tres hermanos mayores comprando unas cosas aquí a la vuelta - miento de manera convincente. Por poco me invento que uno de ellos es auror pero ya sería demasiado. Una persona del norte jamás tendría un hermano con una profesión como esa sin haber metido la pata para convertirse en repudiado, y en tal caso su hermano no lo visitaría - No tengo hora para dormir, ya estoy grande para eso - respondo algo ofendido, en realidad sí la tengo pero me quedo en la cama jugando a los videojuegos hasta que me agarra sueño, no puedo dormir 10 horas seguidas como lo hacen mis compañeros.
- ¿Necesita ayuda con eso? - pregunto de nuevo al ver cómo se mancha la camiseta de sangre. Me acerco unos pasos y lo miro al rostro pero me detengo a esperar su permiso. Esos ojos se ven conocidos, no puedo distinguir el color en la oscuridad pero la sensación que me causan es extraña - No se mucho de primeros auxilios pero al menos podría vendarlo bien...
- No estoy solo, tengo a mis tres hermanos mayores comprando unas cosas aquí a la vuelta - miento de manera convincente. Por poco me invento que uno de ellos es auror pero ya sería demasiado. Una persona del norte jamás tendría un hermano con una profesión como esa sin haber metido la pata para convertirse en repudiado, y en tal caso su hermano no lo visitaría - No tengo hora para dormir, ya estoy grande para eso - respondo algo ofendido, en realidad sí la tengo pero me quedo en la cama jugando a los videojuegos hasta que me agarra sueño, no puedo dormir 10 horas seguidas como lo hacen mis compañeros.
- ¿Necesita ayuda con eso? - pregunto de nuevo al ver cómo se mancha la camiseta de sangre. Me acerco unos pasos y lo miro al rostro pero me detengo a esperar su permiso. Esos ojos se ven conocidos, no puedo distinguir el color en la oscuridad pero la sensación que me causan es extraña - No se mucho de primeros auxilios pero al menos podría vendarlo bien...
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No soy estúpido, sé que debo desinfectar una herida, el problema es que no llevo alcohol conmigo y estoy seguro de que lo único que encontraré en el departamento será una cerveza robada, con mucha suerte. Por eso lo miro como si estuviera tomándome el pelo, preguntándome si de verdad parezco tan ignorante como para que un niñato me dé consejos — ¿Ah, sí? ¿Y cómo se llaman tus hermanos mayores? — no tengo idea de si está mintiendo o no, pero por las dudas siempre es bueno hacer preguntas para ayudar a los mentirosos a cometer errores — Yo también tengo un hermano mayor. Enooorme. Le gusta comerse los pies de los niños que se andan haciendo los listillos — muevo mis cejas de arriba a abajo reiteradas veces, haciendo énfasis en mi bromista mentira — No estás tan grande. ¿Cuánto tienes, diez? — intento adivinarlo en base a su altura y me ayudo con la mano sana para tratar de medirlo, aunque tampoco puedo basame mucho en ello. Yo era un enano cuando tenía su edad.
Me alejo por inercia de él, doy unos pasos hacia atrás y lo miro con la poca luz del desiluminador sobre nuestras cabezas, no muy seguro de quererlo cerca. Sé que es un mocoso, podría con él si se volviese un incordio, pero tampoco me tienta el atacar a un niño. Con unos segundos de silencio, levanto la mano para enseñarla — Sé vendarme, pero es mi mano ágil — me explico y muevo un poco los dedos, sin sentir demasiado dolor — Es solo un corte, podré con esto. Parará de sangrar en un momento — o eso espero. Al menos, puedo decir que he tenido heridas peores que ésta. A estas alturas, me he convertido en todo un experto.
Me resigno y apoyo parte de mi peso en un cesto de basura, entregándole la mano y la tela que estaba dispuesto a usar como vendaje, aunque mis ojos no se apartan de él con cierto recelo — No me digas que llevas una botella de alcohol contigo — aventuro, aunque la sonrisa que apenas se asoma por mis labios indica que no estoy hablando en serio — ¿Siempre andas auxiliando a las personas de por aquí? Tienes suerte de tener todos los dientes, entonces. Una vez vi a un tipo que le faltaban las muelas porque alguien había decidido que tenía muy buenos dientes y podían ser vendidos en el mercado negro. Ya sabes, las historias clásicas del norte — hay millones de esas, pero algunas son un poco desagradables para un niño en mitad de la noche — En el Capitolio quizá tienen lujos, pero nosotros tenemos los cuentos turbios. Que nadie diga que nos aburrimos por aquí.
Me alejo por inercia de él, doy unos pasos hacia atrás y lo miro con la poca luz del desiluminador sobre nuestras cabezas, no muy seguro de quererlo cerca. Sé que es un mocoso, podría con él si se volviese un incordio, pero tampoco me tienta el atacar a un niño. Con unos segundos de silencio, levanto la mano para enseñarla — Sé vendarme, pero es mi mano ágil — me explico y muevo un poco los dedos, sin sentir demasiado dolor — Es solo un corte, podré con esto. Parará de sangrar en un momento — o eso espero. Al menos, puedo decir que he tenido heridas peores que ésta. A estas alturas, me he convertido en todo un experto.
Me resigno y apoyo parte de mi peso en un cesto de basura, entregándole la mano y la tela que estaba dispuesto a usar como vendaje, aunque mis ojos no se apartan de él con cierto recelo — No me digas que llevas una botella de alcohol contigo — aventuro, aunque la sonrisa que apenas se asoma por mis labios indica que no estoy hablando en serio — ¿Siempre andas auxiliando a las personas de por aquí? Tienes suerte de tener todos los dientes, entonces. Una vez vi a un tipo que le faltaban las muelas porque alguien había decidido que tenía muy buenos dientes y podían ser vendidos en el mercado negro. Ya sabes, las historias clásicas del norte — hay millones de esas, pero algunas son un poco desagradables para un niño en mitad de la noche — En el Capitolio quizá tienen lujos, pero nosotros tenemos los cuentos turbios. Que nadie diga que nos aburrimos por aquí.
Sé que tengo dos hermanas mayores pero solo conozco el nombre de una de ellas - Synnove, Mary y Kronos - improviso con media sonrisa pues éste último en realidad es el villano de mi videojuego favorito. Pero él no sabe eso, probablemente no ha visto una consola en toda su vida - ¿Más grande que usted? Debe tener alguna enfermedad del crecimiento ¿No? - pregunto ya dejando salir por completo mi sonrisa pues luce a mentira por dónde se lo vea. Ya de por sí este tipo es enorme, con la mugre parece un oso parlanchín y me parece poco probable que haya alguien en el mundo que él considere enorme - Tengo 12 - corrijo con los ojos entrecerrados, anda que no parezco de 10 ni de chiste.
Ni bien me acerco se aleja y entonces frunzo el ceño confundido. Con su tamaño podría voltearme en dos segundos, debería ser yo quien se aleje ¿Por qué lo hace? Eso y tiene un desiluminador funcional que bien podría cambiar por un poco de atención médica si no tiene dinero, o al menos por algo que lo ayude a desinfectarse ¿Por qué está así entonces? Por suerte termina accediendo a que le vende la mano así que comienzo con mi trabajo pero aún sospechando algo de él... no se qué y odio no saber.
- No llevo alcohol pero podría cambiar algo de lo que tiene por una botella - sugiero encogiéndome de hombros. Con cuidado doy la última vuelta y completo el vendaje. Ivar se volvería loco de enterarse lo que estoy haciendo, arriesgándome a contraer hepatitis o algo peor - No les envidio la vida a los del Capitolio, tienen que ir a la escuela todos los días, hacer tarea ¡Bañarse! - exclamo exagerando lo último pues claramente es una actividad que él no disfruta - Como muchos caramelos, tengo los dientes picados - bromeo cruzándome de brazos y apoyándome como él sobre el tacho - Pero no... No suelo andar repartiendo ayuda, solo que tú pareces necesitarla de verdad ¿Hace cuánto que no comes, duermes, cagas...? Ya sabes, las necesidades básicas.
Ni bien me acerco se aleja y entonces frunzo el ceño confundido. Con su tamaño podría voltearme en dos segundos, debería ser yo quien se aleje ¿Por qué lo hace? Eso y tiene un desiluminador funcional que bien podría cambiar por un poco de atención médica si no tiene dinero, o al menos por algo que lo ayude a desinfectarse ¿Por qué está así entonces? Por suerte termina accediendo a que le vende la mano así que comienzo con mi trabajo pero aún sospechando algo de él... no se qué y odio no saber.
- No llevo alcohol pero podría cambiar algo de lo que tiene por una botella - sugiero encogiéndome de hombros. Con cuidado doy la última vuelta y completo el vendaje. Ivar se volvería loco de enterarse lo que estoy haciendo, arriesgándome a contraer hepatitis o algo peor - No les envidio la vida a los del Capitolio, tienen que ir a la escuela todos los días, hacer tarea ¡Bañarse! - exclamo exagerando lo último pues claramente es una actividad que él no disfruta - Como muchos caramelos, tengo los dientes picados - bromeo cruzándome de brazos y apoyándome como él sobre el tacho - Pero no... No suelo andar repartiendo ayuda, solo que tú pareces necesitarla de verdad ¿Hace cuánto que no comes, duermes, cagas...? Ya sabes, las necesidades básicas.
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No se lo voy a decir, pero alguna vez tuve un hermano de verdad. Ya saben, mayor, quien era alto y según las chicas también apuesto. Shamel murió antes de que le terminase de crecer la barba, pero me gusta pensar que hoy en día sería casi tan grande como yo, incluso más. Las niñas lo adoraban, los padres pensaban que era un muchacho encantador. Lástima que ya no me sirve para intimidad después de más de veinte años — ¿Doce? — lo escuché bien, pero eso no evita que lo mire de arriba a abajo. A su edad, mi vida empezó a ir cuesta abajo. A veces me olvido lo pequeño que uno es cuando tiene doce años, yo lo sentí como una eternidad demasiado ajena a la niñez.
No quiero sonar melodramático, pero lo que dice me hace reír con sorna en un “¡ja!” que retumba en el callejón y, espero, nadie más haya podido escuchar — Nada de todo lo que puedo dar vale una botella de alcohol. No, ya me limpiaré mejor luego — alguien debe tener algo para desinfectarme en casa. No puedo evitar asomarme un poco para tratar de ver el vendaje que está haciendo, apenas haciendo una muequita por el pequeño apretón — Extraño las duchas calientes — admito. Si aquí consigues agua corriente, su temperatura tibia dura más que poco, por lo que es preferible ahorrarla. Al ver mi mano completamente vendada, la levanto para chequear un poco su trabajo, abriendo y cerrando los dedos. Sigue doliendo, pero parece que no está sangrando tanto — La respuesta para todo eso es “esta mañana”. ¿Eres un mini doctor o algo así? — le lanzo una miradita que es obviamente burlona, aunque está lejos de querer mostrarme malicioso con él — Ya debes saberlo, pero no todo el mundo te tratará con amabilidad. Es arriesgado meterse en callejones por ti solo, incluso por curiosidad.
Hay gente que roba, que lastima, que abusa, que asesina. Nosotros ahora estamos teniendo suerte y yo tengo la ventaja de poseer la capa. Mis ojos vagan por su suéter y me hago la idea de que no es demasiado disimulado para andar por estas calles, pero no le voy a decir eso y que además es espantoso. No soy un ícono de la moda, dicho sea de paso; hace años que no tengo estilista — ¿Cómo te llamas? — pregunto y, tras una vacilación, le tiendo la mano sana para que la estreche — Desmond. Es bueno saber que al menos, entre tanto ladrón y necesitado, hay alguien que tiene los huevos para ayudar. Esa es una cualidad de idiotas en estos tiempos, pero el mundo necesita un poco de eso.
No quiero sonar melodramático, pero lo que dice me hace reír con sorna en un “¡ja!” que retumba en el callejón y, espero, nadie más haya podido escuchar — Nada de todo lo que puedo dar vale una botella de alcohol. No, ya me limpiaré mejor luego — alguien debe tener algo para desinfectarme en casa. No puedo evitar asomarme un poco para tratar de ver el vendaje que está haciendo, apenas haciendo una muequita por el pequeño apretón — Extraño las duchas calientes — admito. Si aquí consigues agua corriente, su temperatura tibia dura más que poco, por lo que es preferible ahorrarla. Al ver mi mano completamente vendada, la levanto para chequear un poco su trabajo, abriendo y cerrando los dedos. Sigue doliendo, pero parece que no está sangrando tanto — La respuesta para todo eso es “esta mañana”. ¿Eres un mini doctor o algo así? — le lanzo una miradita que es obviamente burlona, aunque está lejos de querer mostrarme malicioso con él — Ya debes saberlo, pero no todo el mundo te tratará con amabilidad. Es arriesgado meterse en callejones por ti solo, incluso por curiosidad.
Hay gente que roba, que lastima, que abusa, que asesina. Nosotros ahora estamos teniendo suerte y yo tengo la ventaja de poseer la capa. Mis ojos vagan por su suéter y me hago la idea de que no es demasiado disimulado para andar por estas calles, pero no le voy a decir eso y que además es espantoso. No soy un ícono de la moda, dicho sea de paso; hace años que no tengo estilista — ¿Cómo te llamas? — pregunto y, tras una vacilación, le tiendo la mano sana para que la estreche — Desmond. Es bueno saber que al menos, entre tanto ladrón y necesitado, hay alguien que tiene los huevos para ayudar. Esa es una cualidad de idiotas en estos tiempos, pero el mundo necesita un poco de eso.
La humanidad es estúpida, lo sé, pero aun así no comprendo cómo una botella de alcohol que dura lo que se tarde en beber puede valer más que un aparato que te dura para toda la vida - Me dan ganas de buscar una botella de dónde sea para cambiártela por ese desiluminador... De hecho puedo hacerlo si nos reunimos una vez más - papá tiene montones de botellas en casa y seguro no extrañará la falta de una de ellas. Aunque por el bien del mugroso desconocido creo que agregaría unas vendas limpias, alcohol etílico e incluso de esas banditas de emergencia que ví usar a algunos esclavos que no pueden curarse con magia.
Creo que lo he prejuzgado al asumir que le gusta vivir en la suciedad, aún así contengo el gesto de sorpresa al escuchar su respuesta y también las ganas de ofrecerle la ducha de mi vieja casa para que se pueda dar un baño. Tengo entendido que nadie la ha comprado aún así que bien podríamos entrar sin que sea considerado allanamiento de morada - Soy un mini lo que sea - sonrío orgulloso y me cruzo de brazos. En realidad sí, siempre aprovecho las oportunidades para aprender lo que más pueda sobre distintas cosas - Cuando sea anciano vendrán los niños a pedirme consejo por mi tremenda sabiduría - bromeo con el mentón en alto. Aunque últimamente no se ven muchos ancianos en el mundo.
Asiento y miro el suelo pues tiene razón, he tenido suerte con éste encuentro pues bien me podría haber encontrado con alguien peligroso que habría decidido secuestrarme para luego cobrar un rescate a mi familia. No me agrada para nada la idea de tener que meterlos en una situación así, así que creo que será mejor tener controlados mis viajes al norte por el momento... Aunque sí puedo seguir explorando el Capitolio, creo que la inseguridad allí no es tanta, pese a que mi recientes experiencias digan otra cosa.
- Simon - me presento tendiéndole la mano y aprovecho la momentánea cercanía para observarlo bien - Eres parecido a Benedict Franco, Desmond - bromeo aunque no hay forma de que sea él, en mi mente el rebelde tiene cuernos, alas negras de alquitrán y escupe cuando habla, supongo que es por la forma en la que el cabello cae sobre su rostro - Deberías cortarte el cabello - sugiero encogiéndome de hombros - Me alegra haber podido ayudar - digo a continuación y busco en los bolsillos traseros de mi pantalón, genial, tengo un par de monedas - No se si será suficiente para comprar alcohol pero seguro te sirve de algo - comento entregándole lo que tengo, es el vuelto de las compras, tampoco es para tanto.
Creo que lo he prejuzgado al asumir que le gusta vivir en la suciedad, aún así contengo el gesto de sorpresa al escuchar su respuesta y también las ganas de ofrecerle la ducha de mi vieja casa para que se pueda dar un baño. Tengo entendido que nadie la ha comprado aún así que bien podríamos entrar sin que sea considerado allanamiento de morada - Soy un mini lo que sea - sonrío orgulloso y me cruzo de brazos. En realidad sí, siempre aprovecho las oportunidades para aprender lo que más pueda sobre distintas cosas - Cuando sea anciano vendrán los niños a pedirme consejo por mi tremenda sabiduría - bromeo con el mentón en alto. Aunque últimamente no se ven muchos ancianos en el mundo.
Asiento y miro el suelo pues tiene razón, he tenido suerte con éste encuentro pues bien me podría haber encontrado con alguien peligroso que habría decidido secuestrarme para luego cobrar un rescate a mi familia. No me agrada para nada la idea de tener que meterlos en una situación así, así que creo que será mejor tener controlados mis viajes al norte por el momento... Aunque sí puedo seguir explorando el Capitolio, creo que la inseguridad allí no es tanta, pese a que mi recientes experiencias digan otra cosa.
- Simon - me presento tendiéndole la mano y aprovecho la momentánea cercanía para observarlo bien - Eres parecido a Benedict Franco, Desmond - bromeo aunque no hay forma de que sea él, en mi mente el rebelde tiene cuernos, alas negras de alquitrán y escupe cuando habla, supongo que es por la forma en la que el cabello cae sobre su rostro - Deberías cortarte el cabello - sugiero encogiéndome de hombros - Me alegra haber podido ayudar - digo a continuación y busco en los bolsillos traseros de mi pantalón, genial, tengo un par de monedas - No se si será suficiente para comprar alcohol pero seguro te sirve de algo - comento entregándole lo que tengo, es el vuelto de las compras, tampoco es para tanto.
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La confianza en su vejez es suficiente como para hacerme sonreír, aunque cualquier burla queda descartada cuando sé que no quiero ser pesimista y decirle que tendrá suerte de llegar a la mitad de su correspondiente vida. Con las cosas como están ahora y el estado penoso en el cual todos viven aquí, me sorprendería si alcanza a tener pelos grises que lucir; ojalá que sí, parece un poco suicida pero no está tan mal, mucho menos como para predecirle una muerte injusta.
Simon, será fácil de recordar además de tener su horrendo buzo grabado en la memoria. Se me tensa un poco la sonrisa ante su observación, pero soy capaz de fingir por un momento que no me afectan sus palabras — ¿Te parece? Me lo han dicho, pero yo no veo las similitudes — me hago el completo desentendido en lo que medito si este es un buen momento para ponerme la capa de invisibilidad y desaparecer de una buena vez; a veces me pregunto si estaría vivo si no fuese por ese pequeño obsequio de mi abuelo. Me llevo la mano al pelo como si meditase su largo, pero no puedo decir más que un sonido dudoso que él ya está sacando dinero. Sí, quizá lo miro con la sospecha de si debo tratarlo como un ladrón o no, pero cuando me ofrece lo que tiene algo en mí hace que se me caigan los hombros. El silencio quizá es demasiado obvio, levanto una mano y empujo con cuidado sus dedos para que se cierren alrededor del dinero y se queden con él — No seas bobo, no des lo que tienes. Puedo conseguir lo que necesito, tú solo utiliza esto para seguir llenando tu boca de caries. Pero gracias, Simon, eres el sujeto más decente que he conocido en mucho tiempo.
Rebusco para tomar el desiluminador y el click regresa cada luz a su sitio, dejando el callejón a oscuras pero, desde aquí, puedo ver como la calle ha vuelto a iluminarse. Al menos, mi rostro ha quedado medianamente oculto y eso me brinda cierta seguridad — ¿Tienes un lugar donde quedarte o vives en la calle? — es una preparación genuina. Ahora que está empezando a hacer frío, no tardará mucho en volverse un clima poco acto para aquellos que no tienen un techo sobre sus cabezas — Si quieres, puedo darte un sofá donde pasar la noche. Se está poniendo oscuro y hay unos vagabundos por aquí que siempre se meten en riñas. No entiendo como el gobierno puede permitir estas condiciones — ni siquiera recuerdo tiempos tan malos y escasos con los Black y eso es decir mucho. Con un resoplido, saco mi capa de invisibilidad y jugueteo con ella entre mis manos, tratando de no mover demasiado la herida — ¿Siempre viviste por aquí? — al fin de cuentas, quizá él no conoce otra cosa.
Simon, será fácil de recordar además de tener su horrendo buzo grabado en la memoria. Se me tensa un poco la sonrisa ante su observación, pero soy capaz de fingir por un momento que no me afectan sus palabras — ¿Te parece? Me lo han dicho, pero yo no veo las similitudes — me hago el completo desentendido en lo que medito si este es un buen momento para ponerme la capa de invisibilidad y desaparecer de una buena vez; a veces me pregunto si estaría vivo si no fuese por ese pequeño obsequio de mi abuelo. Me llevo la mano al pelo como si meditase su largo, pero no puedo decir más que un sonido dudoso que él ya está sacando dinero. Sí, quizá lo miro con la sospecha de si debo tratarlo como un ladrón o no, pero cuando me ofrece lo que tiene algo en mí hace que se me caigan los hombros. El silencio quizá es demasiado obvio, levanto una mano y empujo con cuidado sus dedos para que se cierren alrededor del dinero y se queden con él — No seas bobo, no des lo que tienes. Puedo conseguir lo que necesito, tú solo utiliza esto para seguir llenando tu boca de caries. Pero gracias, Simon, eres el sujeto más decente que he conocido en mucho tiempo.
Rebusco para tomar el desiluminador y el click regresa cada luz a su sitio, dejando el callejón a oscuras pero, desde aquí, puedo ver como la calle ha vuelto a iluminarse. Al menos, mi rostro ha quedado medianamente oculto y eso me brinda cierta seguridad — ¿Tienes un lugar donde quedarte o vives en la calle? — es una preparación genuina. Ahora que está empezando a hacer frío, no tardará mucho en volverse un clima poco acto para aquellos que no tienen un techo sobre sus cabezas — Si quieres, puedo darte un sofá donde pasar la noche. Se está poniendo oscuro y hay unos vagabundos por aquí que siempre se meten en riñas. No entiendo como el gobierno puede permitir estas condiciones — ni siquiera recuerdo tiempos tan malos y escasos con los Black y eso es decir mucho. Con un resoplido, saco mi capa de invisibilidad y jugueteo con ella entre mis manos, tratando de no mover demasiado la herida — ¿Siempre viviste por aquí? — al fin de cuentas, quizá él no conoce otra cosa.
Me encojo de hombros porque tampoco es que yo vea tan bien con la oscuridad que hay, además que los primeros grados de miopía han empezado a aparecer en mis ojos, aunque me niego a admitirlo aún, puedo luchar contra los lentes por un par de años más - Bueno, tú conoces tu rostro mejor que nadie así que es lógico - respondo con una mueca. A mi me han dicho que me parezco a mi padre pero tampoco puedo vernos tan idénticos, aunque en nuestro caso es más comprensible ya que llevo la mitad de su código genético. Es una lástima que no tenga fotografías de cuando tenía mi edad, así podría comprobarlo de buena fuente y quizás quedarme tranquilo con que luciré bien incluso luego de media centenar.
Como otra prueba de que es un buen tipo, rechaza mi dinero. Siento una punzada de culpabilidad por estar mintiéndole sobre mi origen ya que así sería más sencillo, podría dárselo sin más argumentando que tengo dinero de sobra pero no sería seguro para mí, todo tiene un límite y no voy a cruzar ese, es mejor seguir pretendiendo ser un pobre niño del distrito 5 - Mi papá dice que aunque tengamos poco, no debemos dudar en ayudar a quien tiene una necesidad inmediata - cito sus palabras mirando al suelo. Sé que él no siempre vivió en el Capitolio así que supongo que habrá aplicado eso en su pasado.
Desmond apaga el desiluminador y tengo que estirar el brazo para tomarme del contenedor y así seguir manteniendo mi orientación espacial, no me gusta mucho la oscuridad pero no me siento en peligro, al menos eso es algo a favor - No te preocupes, tengo dónde ir - respondo con una mueca que dudo que ya sea visible - Vivía con mi mamá, estábamos bien pero ella falleció en el atentado - comento mirando al suelo, quiero decir la verdad pero sé que tendré que decorarla con algunas mentiras para no dejarnos en evidencia - Ella trabajaba en una tienda del 8 y teníamos un pequeño departamento allí... Estuve vagando solo por unas semanas hasta que encontré a mi papá y mis hermanos, aquí - miento con voz segura - No estoy como estaba antes pero sé que hay personas que lo han pasado peor, al menos no me quedé solo - cómo él y su hermano imaginario, supongo - ¿Tú perdiste a alguien allí? Mira que me caían bien los rebeldes pero luego de eso... ya no lo sé.
Como otra prueba de que es un buen tipo, rechaza mi dinero. Siento una punzada de culpabilidad por estar mintiéndole sobre mi origen ya que así sería más sencillo, podría dárselo sin más argumentando que tengo dinero de sobra pero no sería seguro para mí, todo tiene un límite y no voy a cruzar ese, es mejor seguir pretendiendo ser un pobre niño del distrito 5 - Mi papá dice que aunque tengamos poco, no debemos dudar en ayudar a quien tiene una necesidad inmediata - cito sus palabras mirando al suelo. Sé que él no siempre vivió en el Capitolio así que supongo que habrá aplicado eso en su pasado.
Desmond apaga el desiluminador y tengo que estirar el brazo para tomarme del contenedor y así seguir manteniendo mi orientación espacial, no me gusta mucho la oscuridad pero no me siento en peligro, al menos eso es algo a favor - No te preocupes, tengo dónde ir - respondo con una mueca que dudo que ya sea visible - Vivía con mi mamá, estábamos bien pero ella falleció en el atentado - comento mirando al suelo, quiero decir la verdad pero sé que tendré que decorarla con algunas mentiras para no dejarnos en evidencia - Ella trabajaba en una tienda del 8 y teníamos un pequeño departamento allí... Estuve vagando solo por unas semanas hasta que encontré a mi papá y mis hermanos, aquí - miento con voz segura - No estoy como estaba antes pero sé que hay personas que lo han pasado peor, al menos no me quedé solo - cómo él y su hermano imaginario, supongo - ¿Tú perdiste a alguien allí? Mira que me caían bien los rebeldes pero luego de eso... ya no lo sé.
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— Tu padre suena como una de esas personas que me caerían bien — confieso, no es pura palabrería. En el catorce, durante tantos años, he tomado la política de compartir lo que teníamos, por poco que fuese. Es algo muy diferente a lo que se predica dentro de NeoPanem, donde parece que todo el mundo vela por su propia seguridad y las cosas se han tornado tan complicadas que sé muy bien que es imposible confiar en cualquiera, por muy amable que parezca en primera instancia. Cada culo debe ser atajado con nuestras propias manos.
El atentado. A veces decido ignorar las vidas que se perdieron ese día, aplacan un poco la sensación de culpa que he estado cargando y ruego que no sea capaz de ver mi expresión de desagrado. Decirle que lo siento se sentiría demasiado hipócrita, me quedo callado en señal de respeto. Todos tenemos nuestras historias, he visto a cientos de personas a lo largo de mi vida que vienen con diferentes cuentos y pocos me hacen sentir tan en falta como éste. Sé lo que es ser un niño de doce cuya vida se fue a la mierda, no me causa gracia el haber ayudado a que eso ocurra. Hay partes de la moralidad que se me hacen demasiado cuestionables, incluso para mí mismo.
— Sí, una amiga — no puedo mentir en ello, se sentiría como una falta de respeto a Arya el omitirla. Me pregunto si Seth sabe que ha muerto, intento empujar la sensación desagradable de mi pecho para no perder el hilo de mi voz — Mira, niño. Todos los bandos cometen errores, el verdadero problema es el preguntarnos con qué intenciones fueron cometidos — quizá me estoy arriesgando un poco, pero no es novedad que la gente en estos distritos se encuentra disconforme con la basura del gobierno. Solo seré otro norteño molesto — El gobierno ha reprimido durante años, ha matado inocentes, ha bombardeado un distrito entero. Los rebeldes solo respondieron, pero no se midieron las consecuencias — no quiero excusarnos, pero sé que eso es lo que estoy haciendo. Trato de fijar mi mirada en él, aunque solo pueda ver un vago reflejo en la oscuridad —La pregunta es: ¿Qué es lo que consideras correcto, Simon? Eso es algo que te preguntarás demasiado en los tiempos que corren.
El atentado. A veces decido ignorar las vidas que se perdieron ese día, aplacan un poco la sensación de culpa que he estado cargando y ruego que no sea capaz de ver mi expresión de desagrado. Decirle que lo siento se sentiría demasiado hipócrita, me quedo callado en señal de respeto. Todos tenemos nuestras historias, he visto a cientos de personas a lo largo de mi vida que vienen con diferentes cuentos y pocos me hacen sentir tan en falta como éste. Sé lo que es ser un niño de doce cuya vida se fue a la mierda, no me causa gracia el haber ayudado a que eso ocurra. Hay partes de la moralidad que se me hacen demasiado cuestionables, incluso para mí mismo.
— Sí, una amiga — no puedo mentir en ello, se sentiría como una falta de respeto a Arya el omitirla. Me pregunto si Seth sabe que ha muerto, intento empujar la sensación desagradable de mi pecho para no perder el hilo de mi voz — Mira, niño. Todos los bandos cometen errores, el verdadero problema es el preguntarnos con qué intenciones fueron cometidos — quizá me estoy arriesgando un poco, pero no es novedad que la gente en estos distritos se encuentra disconforme con la basura del gobierno. Solo seré otro norteño molesto — El gobierno ha reprimido durante años, ha matado inocentes, ha bombardeado un distrito entero. Los rebeldes solo respondieron, pero no se midieron las consecuencias — no quiero excusarnos, pero sé que eso es lo que estoy haciendo. Trato de fijar mi mirada en él, aunque solo pueda ver un vago reflejo en la oscuridad —La pregunta es: ¿Qué es lo que consideras correcto, Simon? Eso es algo que te preguntarás demasiado en los tiempos que corren.
Una amiga no es una madre. Tengo entendido que muchos encuentran en la amistad la familia que jamás tuvieron pero no se compara. Robin era mi mejor amiga, la persona que sabía que estaría ahí sin importar qué, mi sitio seguro, con quien podía ser un niño porque sabía que sin importar lo que hiciera o dijera ella lo vería con ojos de mamá, sin juzgarme y llenos de amor. De solo pensar todo esto siento como se me humedecen los ojos y agradezco la oscuridad ya que no quiero que el desconocido me vea llorar, tengo que seguir pretendiendo ser más fuerte de lo que soy para que no me devoren, así es como funciona.
Lo que dice me pone a pensar y llego a la conclusión de que vivimos en un mundo maquiavélico que se ha ido al demonio. Sí, maquiavélico, he leído sobre él en unos libros viejos que le robé a papá... Los tenía muy escondidos así que supongo que no deben ser muy legales, no me sorprende. El punto es que ninguno de los dos bandos es bueno, no están mirando a toda la gente en el medio que solo queremos vivir - Pero es que no solo hay gobierno y rebeldes, no se dan cuenta de eso - respondo sintiendo la exasperación dentro de mí - Y creo que somos mayoría - de momento me incluyo pero de verdad no me veo a los 18 años sentadito en mi casa sin hacer nada al respecto.
Los rebeldes la han jodido y feo con su última acción, pero ni yo meto la pata de esa forma en los videojuegos y tengo solo 12. De acuerdo, los videojuegos no son la vida real y están regidos por un algoritmo que no tiene en cuenta emociones ni acciones humanas inesperadas, pero aún así sigue siendo estrategia.
- Creo que está mal que las mamás mueran - respondo con el ceño fruncido y cruzándome de brazos apoyándome de espaldas contra el contenedor - Deberían irse a pelear su guerra a otro lado, a Europa... Mientras tanto los pacíficos resolveremos los problemas de manera correcta - sugiero procesando la idea - Y cuando vuelva el ganador lidiaremos con ellos.
Lo que dice me pone a pensar y llego a la conclusión de que vivimos en un mundo maquiavélico que se ha ido al demonio. Sí, maquiavélico, he leído sobre él en unos libros viejos que le robé a papá... Los tenía muy escondidos así que supongo que no deben ser muy legales, no me sorprende. El punto es que ninguno de los dos bandos es bueno, no están mirando a toda la gente en el medio que solo queremos vivir - Pero es que no solo hay gobierno y rebeldes, no se dan cuenta de eso - respondo sintiendo la exasperación dentro de mí - Y creo que somos mayoría - de momento me incluyo pero de verdad no me veo a los 18 años sentadito en mi casa sin hacer nada al respecto.
Los rebeldes la han jodido y feo con su última acción, pero ni yo meto la pata de esa forma en los videojuegos y tengo solo 12. De acuerdo, los videojuegos no son la vida real y están regidos por un algoritmo que no tiene en cuenta emociones ni acciones humanas inesperadas, pero aún así sigue siendo estrategia.
- Creo que está mal que las mamás mueran - respondo con el ceño fruncido y cruzándome de brazos apoyándome de espaldas contra el contenedor - Deberían irse a pelear su guerra a otro lado, a Europa... Mientras tanto los pacíficos resolveremos los problemas de manera correcta - sugiero procesando la idea - Y cuando vuelva el ganador lidiaremos con ellos.
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— Eso es verdad… — se lo concedo con tono conciliador — Lo malo es que muchos se lavan las manos. ¿Qué derecho tiene a opinar una señora rica del Capitolio sobre los derechos de los más necesitados, cuando ella solo usa su tiempo en tomar el té y contar sus joyas? No sé si puedes entender mi punto. No todo el mundo estará conforme mientras existan brechas tan grandes y si son incapaces de verlo, es porque no les afecta — las clases sociales existen desde el principio de los tiempos, pero las injusticias de una dictadura siempre han acabado mal. No tengo idea de cuánto tiempo más planifican sostener este sistema, pero está claro que no puede funcionar con normalidad.
Vale, lo que dice a continuación me hace reír con algo de fuerza y tengo que cubrirme la boca con un brazo, disimulando una tos en un intento de no llamar la atención hacia la oscuridad que nos está protegiendo de miradas curiosas — ¿Y cuál es la manera correcta? — pregunto, seguro de que no puede ver cómo le sonrío de manera burlesca — Además… ¿Qué sucederá cuando vuelva “el ganador”? ¿Quiénes estarán de acuerdo con él y quiénes no? No es tan sencillo — ojalá el mundo fuese como las visiones de un niño de doce años. Recuerdo que yo también tenía esas ideas sencillas hace mucho tiempo.
Le doy una palmada con la mano sana en un hombro, resignado a que esta charla no tendrá de mucho sentido porque él debe vivir estas cosas por su cuenta para notarlo. Aún es joven, la vida lo ha golpeado pero lo hará muchas veces más — Algún día podrás verlo mejor. Lamento que tu madre muriese en el atentado, mi padre murió a manos del gobierno — algo así, no con exactitud pero no puedo hablar del catorce tan libremente sin venderme — Pero piensa que hay algunos que pelean por conservar un poder absoluto y otros que solamente buscan clamar el derecho a la igualdad. Creo que eso dice mucho sobre una persona y yo siempre apoyaré a ellos que cuiden de los demás y no los repriman — todos nos merecemos una oportunidad, sin importar la sangre que llevemos dentro.
Vale, lo que dice a continuación me hace reír con algo de fuerza y tengo que cubrirme la boca con un brazo, disimulando una tos en un intento de no llamar la atención hacia la oscuridad que nos está protegiendo de miradas curiosas — ¿Y cuál es la manera correcta? — pregunto, seguro de que no puede ver cómo le sonrío de manera burlesca — Además… ¿Qué sucederá cuando vuelva “el ganador”? ¿Quiénes estarán de acuerdo con él y quiénes no? No es tan sencillo — ojalá el mundo fuese como las visiones de un niño de doce años. Recuerdo que yo también tenía esas ideas sencillas hace mucho tiempo.
Le doy una palmada con la mano sana en un hombro, resignado a que esta charla no tendrá de mucho sentido porque él debe vivir estas cosas por su cuenta para notarlo. Aún es joven, la vida lo ha golpeado pero lo hará muchas veces más — Algún día podrás verlo mejor. Lamento que tu madre muriese en el atentado, mi padre murió a manos del gobierno — algo así, no con exactitud pero no puedo hablar del catorce tan libremente sin venderme — Pero piensa que hay algunos que pelean por conservar un poder absoluto y otros que solamente buscan clamar el derecho a la igualdad. Creo que eso dice mucho sobre una persona y yo siempre apoyaré a ellos que cuiden de los demás y no los repriman — todos nos merecemos una oportunidad, sin importar la sangre que llevemos dentro.
Asiento mientras habla pero creo que una vez eliminado el factor miedo esas cosas podrían modificarse sin problemas. Quizás no es una señora rica del Capitolio pero papá no siempre tuvo dinero, se esforzó para llegar a dónde está hasta que lo logró y por eso puede darnos todo lo que necesitamos a Synnove y a mí. Supongo que a ella le habrá enseñado las mismas máximas que a mí y aquí estoy ofreciéndole ayuda a quien lo necesita más. Tal vez esa señora podría hacerlo de no ser que los medios le dicen que la gente del norte es peligrosa, tal vez el panadero podría darles comida de no ser porque pagaría por eso y en mi hipotético mundo pacífico en donde los malos se van a pelear a Europa, todos tendrían la oportunidad de salir adelante si están dispuestos a trabajar por ello.
- La manera correcta es formando un grupo de gente competente elegida por el pueblo. Por ejemplo tú podrías representar a las personas del cinco y velar por sus intereses - respondo como si estuviese dando una exposición en la escuela, con tonos y palabras elegantes que, ahora que caigo en la cuenta, no son propias de un niño pobre del distrito 5 - Si estaban de acuerdo con ellos se tendrían que haber ido a la guerra, aquí solo se quedarían los neutros - continúo explicado lo segundo - Y nadie estaría de acuerdo con ellos, la idea sería darles patadas en el trasero hasta que se ubiquen.
Respiro profundo y me encojo de hombros pues si bien comprendo su punto, no lo comparto del todo. Las verdaderas intenciones se ven en la acciones, no en el discurso político y lo que ahora veo de los rebelde es que están dispuesto a hacer cualquier cosa por derrocar al gobierno, sin importarles a cuántos se llevan por delante. Lo cual no quiere decir que esté de acuerdo con las acciones del ministerio... De hecho lo estoy mucho menos.
- Supongo que me iré a seguir viviendo para adquirir esa visión de la que me hablas - respondo con una sonrisa. Al menos ahora conozco la historia desde los dos lados, quizás no me ha ayudado a salir de aguas neutras pero expresarlo en voz alta siempre suma - Gracias, Desmond. Y si te cruzas con alguien agradecería que no me menciones, sí ya debería estar durmiendo - bromeo al final.
- La manera correcta es formando un grupo de gente competente elegida por el pueblo. Por ejemplo tú podrías representar a las personas del cinco y velar por sus intereses - respondo como si estuviese dando una exposición en la escuela, con tonos y palabras elegantes que, ahora que caigo en la cuenta, no son propias de un niño pobre del distrito 5 - Si estaban de acuerdo con ellos se tendrían que haber ido a la guerra, aquí solo se quedarían los neutros - continúo explicado lo segundo - Y nadie estaría de acuerdo con ellos, la idea sería darles patadas en el trasero hasta que se ubiquen.
Respiro profundo y me encojo de hombros pues si bien comprendo su punto, no lo comparto del todo. Las verdaderas intenciones se ven en la acciones, no en el discurso político y lo que ahora veo de los rebelde es que están dispuesto a hacer cualquier cosa por derrocar al gobierno, sin importarles a cuántos se llevan por delante. Lo cual no quiere decir que esté de acuerdo con las acciones del ministerio... De hecho lo estoy mucho menos.
- Supongo que me iré a seguir viviendo para adquirir esa visión de la que me hablas - respondo con una sonrisa. Al menos ahora conozco la historia desde los dos lados, quizás no me ha ayudado a salir de aguas neutras pero expresarlo en voz alta siempre suma - Gracias, Desmond. Y si te cruzas con alguien agradecería que no me menciones, sí ya debería estar durmiendo - bromeo al final.
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