OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Para ser un día entre semana, me sorprende estar con los pies hundidos en la arena de la playa, con un jugo de frutas en la mano y un nativo del distrito cuatro mostrándome los pasos de un baile exótico. ¿En qué mundo alternativo estoy que tengo vacaciones en octubre? El fresco del mar me obliga a mantenerme abrigada dentro de una chaqueta, aun así tiemblo de vez en cuando y admiro a mi acompañante que con su camiseta mangas corta no veo que se le erice la piel de los brazos. No es sorpresa si las anécdotas de que suele andar desnudo por la orilla son ciertas. Pero la temperatura ha descendido un par de grados desde la tarde, tuve que venir después del trabajo y se hizo de noche.
Tenía que venir, no podía simplemente enviarle una fotografía a Rose del souvenir que me dio el sanador el lunes y esperar que fuera un ejemplo de paciencia hasta el sábado. Ella no malinterpretaría esa imagen con la de una prueba psicológica de manchas. Sabría mejor que nadie su significado, después de todo tengo a su propia manchita danzando delante de mis ojos y cuando me pregunta a bocajarro donde está mi bebé o cuándo lo voy a traer, le explico que lo llevo en mi panza. Debe ser por el mar que me surge decirle que es un pecesito dentro de una burbuja de agua dentro de mi vientre, que no puede salir aún de ahí porque es chiquito.
Así que cuando Rose sale del interior de la casa, vaya a saberse buscando qué, porque en cuanto llegué se puso en ello, encuentra a Rory con sus manitas sujetando mi cintura y su nariz contra mi estómago. —HuuUUOLAaaa beeEEBEEEee deEEe LaaAARAaa—. Su boquita se abre en una mueca tan exagerada que sus grandes mejillas se llenan de aire a punto de explotar, ¿se puede ser más tierno? —Está hablando cetáceo con el bebé— le explico a Rose, hablándole por encima de mi hombro porque no me quiero mover e interrumpir la conversación, aún no tenemos manera de saber si lo escucha. Dentro de unos meses, quizás, cuando la burbuja de agua se convierta en pecera y tenga el doble de mi peso normal, entonces el bebé será más grande, se moverá entre agua y chocolate, mucho chocolate. Pestañeo para mirar una segunda vez a Rose, y es que aunque no se lo diga, el impulso más fuerte para contarle esto fue recordar que lo habíamos convertido en una broma la última vez que estuvimos con Annie. Ella no está ahora para reírse a carcajadas de mi suerte, pero está Rose.
Tenía que venir, no podía simplemente enviarle una fotografía a Rose del souvenir que me dio el sanador el lunes y esperar que fuera un ejemplo de paciencia hasta el sábado. Ella no malinterpretaría esa imagen con la de una prueba psicológica de manchas. Sabría mejor que nadie su significado, después de todo tengo a su propia manchita danzando delante de mis ojos y cuando me pregunta a bocajarro donde está mi bebé o cuándo lo voy a traer, le explico que lo llevo en mi panza. Debe ser por el mar que me surge decirle que es un pecesito dentro de una burbuja de agua dentro de mi vientre, que no puede salir aún de ahí porque es chiquito.
Así que cuando Rose sale del interior de la casa, vaya a saberse buscando qué, porque en cuanto llegué se puso en ello, encuentra a Rory con sus manitas sujetando mi cintura y su nariz contra mi estómago. —HuuUUOLAaaa beeEEBEEEee deEEe LaaAARAaa—. Su boquita se abre en una mueca tan exagerada que sus grandes mejillas se llenan de aire a punto de explotar, ¿se puede ser más tierno? —Está hablando cetáceo con el bebé— le explico a Rose, hablándole por encima de mi hombro porque no me quiero mover e interrumpir la conversación, aún no tenemos manera de saber si lo escucha. Dentro de unos meses, quizás, cuando la burbuja de agua se convierta en pecera y tenga el doble de mi peso normal, entonces el bebé será más grande, se moverá entre agua y chocolate, mucho chocolate. Pestañeo para mirar una segunda vez a Rose, y es que aunque no se lo diga, el impulso más fuerte para contarle esto fue recordar que lo habíamos convertido en una broma la última vez que estuvimos con Annie. Ella no está ahora para reírse a carcajadas de mi suerte, pero está Rose.
Nunca tengo tanta energía a estas horas en un día de semana, pero creo que jamás en toda mi vida me hubiese esperado el tener a una Lara embarazada en la playita detrás de mi casa. No sé cómo se supone que debía reaccionar a su noticia en forma de ecografía telefónica, pero creo que tuve un shock inicial que se rompió entre mis gritos que se mezclaban en forma de alegría y sorpresa. El pobre de Jack fue quien se comió todos mis golpes en su brazote cuando me miró con la expresión que siempre reconocí como que se arrepentía de haberse casado con una loca, pero no me importa mucho lo que pueda pensar. Es decir… ¡Lara está esperando un bebé! Y puede que el mundo esté complicado, que las personas estén muriendo o siendo juzgadas, pero un bebito o bebita siempre es una cosa linda que llenará de alegría a su familia. Tal vez Lara jamás quiso un hijo, pero puedo apostar a que le va a poner la vida de cabeza y siento que es algo maravilloso que ella no sabía que necesitaba.
Tras los abrazos, gritos iniciales, darle algo para beber y toda la bola, dejo a mi amiga a cuidado de mi hijo para poder terminar de completar el bolsito que le estuve preparando desde que puse un pie en casa. Son tonterías, pero el entusiasmo inicial me ha puesto en marcha más rápido que Rory cuando ve caramelos. Para cuando salgo con mis regalos colgando de un hombro, me encuentro con Rory pegado al vientre de Lara y tanto la imagen como la explicación hace que ponga mi boca como un pez al grito de “owwwww” — Creo que Rory está más emocionado que todos con saber que tendrá alguien con quien jugar… ¿No, Ro? — pero mi hijo se despega para volver con sus tarritos y la arena, por lo que puedo sentarme como indio delante de Lara y pongo el morral entre nosotras — Tengo algo para ti — muevo mis cejas con gracia y tiro del cierre — Lo estaba guardando por si teníamos otro hijo así que está en perfectas condiciones. Peeeero esto es más urgente. ¡Tarán! — saco un enterito para recién nacido y se lo pongo delante de la cara, haciendo que se balancee suavemente con la brisa que llega desde el mar — ¿Te gusta? Estoy llena de estas cosas. Y lo más importante… — revuelvo entre las cosas hasta pasarle un tomo gordo del libro que le prometí hace semanas. Obviemos los detalles de esa noche — Lo necesitarás. Ahora solo quieres comer y dormir, pero en unas semanas querrás tener tanto sexo — bajo la voz para que Rory no escuche y repita — que no te van las horas del día.
Le doy un empujoncito al morral para ponérselo más cerca y abrazo mis rodillas. La sonrisa que tengo en la cara me hace parecer una niña entusiasta — ¿Y bien? — pregunto. El movimiento de mis cejas indica que le estoy pidiendo detalles — Vas a tener que dar muchas explicaciones, porque de “solo un par de veces” a tener un hijo hay una enorme diferencia. ¿Cómo vas con eso? — porque no quiero ser obvia, pero su vida está por dar un giro completo y debe estar completamente segura.
Tras los abrazos, gritos iniciales, darle algo para beber y toda la bola, dejo a mi amiga a cuidado de mi hijo para poder terminar de completar el bolsito que le estuve preparando desde que puse un pie en casa. Son tonterías, pero el entusiasmo inicial me ha puesto en marcha más rápido que Rory cuando ve caramelos. Para cuando salgo con mis regalos colgando de un hombro, me encuentro con Rory pegado al vientre de Lara y tanto la imagen como la explicación hace que ponga mi boca como un pez al grito de “owwwww” — Creo que Rory está más emocionado que todos con saber que tendrá alguien con quien jugar… ¿No, Ro? — pero mi hijo se despega para volver con sus tarritos y la arena, por lo que puedo sentarme como indio delante de Lara y pongo el morral entre nosotras — Tengo algo para ti — muevo mis cejas con gracia y tiro del cierre — Lo estaba guardando por si teníamos otro hijo así que está en perfectas condiciones. Peeeero esto es más urgente. ¡Tarán! — saco un enterito para recién nacido y se lo pongo delante de la cara, haciendo que se balancee suavemente con la brisa que llega desde el mar — ¿Te gusta? Estoy llena de estas cosas. Y lo más importante… — revuelvo entre las cosas hasta pasarle un tomo gordo del libro que le prometí hace semanas. Obviemos los detalles de esa noche — Lo necesitarás. Ahora solo quieres comer y dormir, pero en unas semanas querrás tener tanto sexo — bajo la voz para que Rory no escuche y repita — que no te van las horas del día.
Le doy un empujoncito al morral para ponérselo más cerca y abrazo mis rodillas. La sonrisa que tengo en la cara me hace parecer una niña entusiasta — ¿Y bien? — pregunto. El movimiento de mis cejas indica que le estoy pidiendo detalles — Vas a tener que dar muchas explicaciones, porque de “solo un par de veces” a tener un hijo hay una enorme diferencia. ¿Cómo vas con eso? — porque no quiero ser obvia, pero su vida está por dar un giro completo y debe estar completamente segura.
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—¿No falta como bastante tiempo como para pueda jugar con Rory?— pregunto, echando una mirada de refilón al niño que abandona su charla en cetáceo para recuperar sus juguetes de arena, mientras me pongo a hacer cálculos rápidos de cuántos años tendría él en las distintas edades que podría estar este bebé. Me cuesta sobremanera imaginar a este bebé, que por hoy es un pez, como una criatura que nacerá y crecerá hasta tomar la forma de un niño real, uno que pueda seguir a Rory en la arena, ya sea gateando, caminando o corriendo también desnudo al agua. No cabe en mi imaginación, y eso que nunca me ha fallado hasta hoy, la visualización de un niño que… ¿se parecerá a mí? ¿a Hans? ¿a Meerah? Miro los rasgos de Rory para identificar algo que lo haga más parecido a Rose o a Jack, no lo encuentro, ¿sucederá lo mismo?
—Y creo que falta mucho, mucho tiempo, para que pueda ponerse uno de estos, Rose— me río de la mujer al tomar con mis dedos la ropita que me tiende y no, no hay manera de que el pecesito entre en eso, falta demasiado. ¡Y Rose me ha preparado una maleta! Rozo la tela con mis yemas, ¡es una cosa de bebé, por amor a Morgana! ¡Rose me está dando una cosita de bebé! ¡A mí! ¡Emergencia! ¡3312! ¡3312! —En serio, en serio… siento que te esmeras en convertirme a tu religión, me has tomado como una causa a reformar y muy en serio…— me burlo de ella. ¡Y genial! ¡Algo para mí y no para el bebé! Esta vez sí suelto una carcajada demasiado alta, que tengo que cubrir el libro que me tiende al notar que Rory para sus orejitas, aunque no se acerca. Cuando tengo la seguridad de que no lo hará, abro el libro en una página al azar y voy pasándolas lentamente así puedo detenerme en algunas ilustraciones.
—¿Todavía más?— pregunto, porque creo que la cuestión aquí fue justamente el no poder tener las manos quietas y pese a la paranoia, el descuido se coló en una de esas muchas veces, el sanador nos dio fecha y culpables, lo que no quita lo estúpidos que fuimos. ¿Por qué carajos bañamos de afrodisíaco y drogas nuestra cena cuando a claras se nota que no necesitamos de ninguna de las dos cosas? Fue el error humano más tonto. —Tal vez no fui muy honesta con los números, digamos que ese «solo fue un par de veces» no fue tan así. No…— miro hacia Rory para recordarme que no puedo hablar a bocajarro. —No fue algo ocasional, no es que me encuentre de pronto embarazada de un sujeto que me tire un par de veces…— contesto, y al centrarme en su pregunta, muevo mis hombros. —Tener un hijo no es algo que lo vea tan real todavía, pero está la decisión de que lo sea. Estoy segura de querer tener este bebé con Hans, tal vez si fuera otra persona, otras circunstancias, un ligue de paso… ni siquiera lo estaría considerando. Pero esto lo tengo asumido, ¿se podría decir que lo voy tomando… bien? ¿A eso iba tu pregunta?
—Y creo que falta mucho, mucho tiempo, para que pueda ponerse uno de estos, Rose— me río de la mujer al tomar con mis dedos la ropita que me tiende y no, no hay manera de que el pecesito entre en eso, falta demasiado. ¡Y Rose me ha preparado una maleta! Rozo la tela con mis yemas, ¡es una cosa de bebé, por amor a Morgana! ¡Rose me está dando una cosita de bebé! ¡A mí! ¡Emergencia! ¡3312! ¡3312! —En serio, en serio… siento que te esmeras en convertirme a tu religión, me has tomado como una causa a reformar y muy en serio…— me burlo de ella. ¡Y genial! ¡Algo para mí y no para el bebé! Esta vez sí suelto una carcajada demasiado alta, que tengo que cubrir el libro que me tiende al notar que Rory para sus orejitas, aunque no se acerca. Cuando tengo la seguridad de que no lo hará, abro el libro en una página al azar y voy pasándolas lentamente así puedo detenerme en algunas ilustraciones.
—¿Todavía más?— pregunto, porque creo que la cuestión aquí fue justamente el no poder tener las manos quietas y pese a la paranoia, el descuido se coló en una de esas muchas veces, el sanador nos dio fecha y culpables, lo que no quita lo estúpidos que fuimos. ¿Por qué carajos bañamos de afrodisíaco y drogas nuestra cena cuando a claras se nota que no necesitamos de ninguna de las dos cosas? Fue el error humano más tonto. —Tal vez no fui muy honesta con los números, digamos que ese «solo fue un par de veces» no fue tan así. No…— miro hacia Rory para recordarme que no puedo hablar a bocajarro. —No fue algo ocasional, no es que me encuentre de pronto embarazada de un sujeto que me tire un par de veces…— contesto, y al centrarme en su pregunta, muevo mis hombros. —Tener un hijo no es algo que lo vea tan real todavía, pero está la decisión de que lo sea. Estoy segura de querer tener este bebé con Hans, tal vez si fuera otra persona, otras circunstancias, un ligue de paso… ni siquiera lo estaría considerando. Pero esto lo tengo asumido, ¿se podría decir que lo voy tomando… bien? ¿A eso iba tu pregunta?
— El tiempo pasa volando. Cuando te quieras dar cuenta, lo estarás vistiendo y corriendo para que deje de tocar tus cosas — lo digo muy segura, para mí han pasado solo dos días desde que Rory estaba metido dentro de la ropa que le estoy dando y ahora no le entra ni siquiera intentándolo. Su acusación me hace reír con más fuerza de la que esperaba, pero es entre risas que niego con la cabeza una y otra vez con la expresión clara de que me está acusando de algo en lo cual yo no tuve nada que ver — Yo no te dije que te acuestes con alguien sin protección y quedes embarazada, eso lo hiciste tú solita. Yo solo estoy aquí para guiarte en el terrible y bello martirio que es el embarazo. Vomitarás, te dolerán los pechos, te harás pis encima y las contracciones son la muerte pero… ¡Hey! Que será lo más mágico que te pasará en la vida — es un poquito de todo eso, la verdad.
— Todavía más, no tienes idea — afirmo y me pregunto si no se ha informado al respecto. Recuerdo que al enterarme que estaba embarazada me leí todos los artículos habidos y por haber por culpa de la ansiedad provocada por las hormonas. Que por fin se digne a dar explicaciones hace que me acomode un poco mejor, no sé cómo tomarme el hecho de que ha decidido tener a este hijo en parte porque sabe quién es el padre. La parte más cursi y también más infantil de mí se ahorra el burlarme, pero sí se me escapa una sonrisa divertida — Es casi lo más sentimental que te he oído decir — bromeo — Sí y no. Es bueno saber que tienes una idea de lo que quieres y paso de preguntarte si estás preparada, porque nadie lo está. Te darás cuenta el primer día que con suerte saber sujetarlo e irás aprendiendo con el correr de los errores y todo eso — lo cliché, vamos.
Me giro para ver como Rory se pone el balde sobre la cabeza y doy gracias a que lo vació antes, porque me encontraría una vez más limpiándole arena hasta dentro de las orejas — ¿Hans se lo ha tomado a bien? A los hombres les cuesta más hacer el proceso, ellos lo viven diferente, como algo externo hasta que conocen al bebé. Luego de eso se vuelven unos babosos y tienes que luchar por su atención — ruedo un poco los ojos con gracia, Jack había sido un oso de peluche durante meses. Incluso hoy, con un bebé más grandecito y que ya se mueve por su cuenta como un adulto miniatura, mi marido tiene una debilidad por él que lo transforma en alguien completamente opuesto al auror que todos conocen. Me atrevo a estirarme y le doy unas palmaditas cariñosas en la rodilla — Si por alguna razón debo ir a cazarlo de las pelotas, solo dímelo. No comprendo cómo es que ustedes dos han terminado teniendo un hijo juntos, pero no voy a dejar que alguna idiotez masculina arruine tu felicidad — lo que hace que me salte una duda, mirándola con sospecha — Porque… estás feliz, ¿no? — tiene todo el derecho a no estarlo, solo que quizá estoy hablando demasiado.
— Todavía más, no tienes idea — afirmo y me pregunto si no se ha informado al respecto. Recuerdo que al enterarme que estaba embarazada me leí todos los artículos habidos y por haber por culpa de la ansiedad provocada por las hormonas. Que por fin se digne a dar explicaciones hace que me acomode un poco mejor, no sé cómo tomarme el hecho de que ha decidido tener a este hijo en parte porque sabe quién es el padre. La parte más cursi y también más infantil de mí se ahorra el burlarme, pero sí se me escapa una sonrisa divertida — Es casi lo más sentimental que te he oído decir — bromeo — Sí y no. Es bueno saber que tienes una idea de lo que quieres y paso de preguntarte si estás preparada, porque nadie lo está. Te darás cuenta el primer día que con suerte saber sujetarlo e irás aprendiendo con el correr de los errores y todo eso — lo cliché, vamos.
Me giro para ver como Rory se pone el balde sobre la cabeza y doy gracias a que lo vació antes, porque me encontraría una vez más limpiándole arena hasta dentro de las orejas — ¿Hans se lo ha tomado a bien? A los hombres les cuesta más hacer el proceso, ellos lo viven diferente, como algo externo hasta que conocen al bebé. Luego de eso se vuelven unos babosos y tienes que luchar por su atención — ruedo un poco los ojos con gracia, Jack había sido un oso de peluche durante meses. Incluso hoy, con un bebé más grandecito y que ya se mueve por su cuenta como un adulto miniatura, mi marido tiene una debilidad por él que lo transforma en alguien completamente opuesto al auror que todos conocen. Me atrevo a estirarme y le doy unas palmaditas cariñosas en la rodilla — Si por alguna razón debo ir a cazarlo de las pelotas, solo dímelo. No comprendo cómo es que ustedes dos han terminado teniendo un hijo juntos, pero no voy a dejar que alguna idiotez masculina arruine tu felicidad — lo que hace que me salte una duda, mirándola con sospecha — Porque… estás feliz, ¿no? — tiene todo el derecho a no estarlo, solo que quizá estoy hablando demasiado.
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Suspiro largo y tendido, en algún sitio el tiempo se desbarató, pasó de andar lento a avanzar en vértigo. Todo esto pasó tan rápido, que no sé qué me espera en los meses que se vienen, si para cuando cumplí los treinta a principios de mayo lo último que hubiera imaginado es que estaría recibiendo la noticia de un embarazo cinco meses después. Si ordenados en medio todo lo que ha pasado, lo que no hubiera imaginado es que mi mundo se pondría de cabeza, desarmando todos mis convencimientos y enfrentándome a mis «yo nunca». De todo lo que he hecho, que me haya descuidado una vez con el sexo que se volvió regular, fue lo último que me faltaba. Mi cara es de espanto cuando habla de lo «mágico» que es estar embarazada. —Rose, con cariño te lo digo, nunca te dediques a la publicidad— la atajo, mis cejas arqueadas en una expresión severa. —Si te encargas de la publicidad de esta isla, no habrá turistas en verano— bromeo a pesar de mi tono serio.
Vómitos, dolores, ganas incontrolables de hacer pis, dormirme de la nada, ¡las contracciones! Miro el libro que tengo en las manos, escucho su reafirmación. —Algo bueno tenía que haber…— murmuro, como si el sexo fuera a compensar que llegue a estar tan fuera de mí, con una pérdida de control que me da pánico, ¡porque estaba trabajando en esto de recuperar el control! Fue así en los últimos siete años, estaba centrada, tenía las cosas más claras, los malos y los buenos definidos, sabía hasta dónde involucrarme y cuándo convenía una despedida prematura, con una alta barrera de resguardo de mis emociones, que cuando Rose me acusa de sentimental, la sonrisa en mi cara es una mueca graciosa. —¿Por qué sentimental? Te estoy diciendo que voy a tener un hijo con un sujeto que conozco, que es un hombre adulto, con un trabajo estable, sé que lo apruebas, mamá Rose— le tomo el pelo, y ay, Morgana, cuándo se lo tenga que decir a mi madre. No, cuando se lo tenga que confirmar, que el domingo sufrió mi crisis, pero no entré en explicaciones. —En serio, vine aquí para que me ilustres sobre los misterios de la magia de estar embarazada, ¿pero por qué todas las cosas que dices me ponen aún más inquieta? ¡Ni siquiera seré capaz de sujetar al bebé cuando nazca! Entonces, ¿cómo se hace eso?— balbuceo.
Lo que tengo es un manual de algo diferente, que lo agradezco muy profundamente, pero no quiero entrar a indagar en las muchas páginas sobre embarazos, si tengo a alguien con los recuerdos aún frescos de ese período. Y, ¡es verdad! Nuestros hijos no se llevaran mucha diferencia de edad, tal vez me esté apresurando, pero es bueno saber que contará con alguien para jugar, cuando en mi familia no somos más que mi madre y yo, un tío de cariño soltero, y por el otro lado, son su padre, una hermana adolescente y una tía a quien podría decirle que, puesto que va a estar con su romance de guerra, podría aprovechar de darle un primo. Estoy haciendo ese recuento familiar rápido, cuando me pregunta por Hans y me da gracia lo que dice, hasta el final. — Se lo tomó mejor de lo que creí. No puedo decir que me tomo desprevenida cuando preguntó «¿de quién?»— lo remedo con una vocecita burlona y ruego los ojos, si con esto se refiere Rose a que les cuesta más aceptarlo en un principio, ahí lo tiene. —Estaba sorprendido, lo sé, lo comprendo. Por suerte no siguió por ese lado estúpido, si me hubiese pedido que le diera pruebas de que era el padre y no otro, ahí sí creo que podría haberlo matado, sobre su alfombra cara—. Estaba un pico de nervios y hormonas ese fin de semana, como para exponerse a eso.
Claro que después de reconocer a Meerah, que tomara precauciones no estaría mal y con la certeza de que sí es suyo, actuara de una manera que lo dejara resarcirse de sus errores pasados. Espero poder tener esa oportunidad también. —Gracias, su hija me ofreció algo parecido…— sonrío un poco más, y con el continuo con el tono bromista: —Es bueno saber que cuento con las chicas de mi lado—. Me da punzada pensar que la que falta es Annie, es un pensamiento que trato de no exteriorizar para que no ensombrezca mi rostro, que de todas maneras, decae un poco en su sonrisa. —¿Feliz? Cuando escuché el latido me sentí feliz, me di la vuelta y le dije a Hans: «¡Es real!»— cuento. —También me sentí feliz cuando me dieron la fotografía que te envíe. Pero la mayor parte del tiempo estoy asustada y preocupada por un montón de cosas, así que acepté quedarme en casa de Hans para no estar sola con mi cabeza—. Anda, a estas alturas no me voy a poner a ocultarle cosas a Rose.
Vómitos, dolores, ganas incontrolables de hacer pis, dormirme de la nada, ¡las contracciones! Miro el libro que tengo en las manos, escucho su reafirmación. —Algo bueno tenía que haber…— murmuro, como si el sexo fuera a compensar que llegue a estar tan fuera de mí, con una pérdida de control que me da pánico, ¡porque estaba trabajando en esto de recuperar el control! Fue así en los últimos siete años, estaba centrada, tenía las cosas más claras, los malos y los buenos definidos, sabía hasta dónde involucrarme y cuándo convenía una despedida prematura, con una alta barrera de resguardo de mis emociones, que cuando Rose me acusa de sentimental, la sonrisa en mi cara es una mueca graciosa. —¿Por qué sentimental? Te estoy diciendo que voy a tener un hijo con un sujeto que conozco, que es un hombre adulto, con un trabajo estable, sé que lo apruebas, mamá Rose— le tomo el pelo, y ay, Morgana, cuándo se lo tenga que decir a mi madre. No, cuando se lo tenga que confirmar, que el domingo sufrió mi crisis, pero no entré en explicaciones. —En serio, vine aquí para que me ilustres sobre los misterios de la magia de estar embarazada, ¿pero por qué todas las cosas que dices me ponen aún más inquieta? ¡Ni siquiera seré capaz de sujetar al bebé cuando nazca! Entonces, ¿cómo se hace eso?— balbuceo.
Lo que tengo es un manual de algo diferente, que lo agradezco muy profundamente, pero no quiero entrar a indagar en las muchas páginas sobre embarazos, si tengo a alguien con los recuerdos aún frescos de ese período. Y, ¡es verdad! Nuestros hijos no se llevaran mucha diferencia de edad, tal vez me esté apresurando, pero es bueno saber que contará con alguien para jugar, cuando en mi familia no somos más que mi madre y yo, un tío de cariño soltero, y por el otro lado, son su padre, una hermana adolescente y una tía a quien podría decirle que, puesto que va a estar con su romance de guerra, podría aprovechar de darle un primo. Estoy haciendo ese recuento familiar rápido, cuando me pregunta por Hans y me da gracia lo que dice, hasta el final. — Se lo tomó mejor de lo que creí. No puedo decir que me tomo desprevenida cuando preguntó «¿de quién?»— lo remedo con una vocecita burlona y ruego los ojos, si con esto se refiere Rose a que les cuesta más aceptarlo en un principio, ahí lo tiene. —Estaba sorprendido, lo sé, lo comprendo. Por suerte no siguió por ese lado estúpido, si me hubiese pedido que le diera pruebas de que era el padre y no otro, ahí sí creo que podría haberlo matado, sobre su alfombra cara—. Estaba un pico de nervios y hormonas ese fin de semana, como para exponerse a eso.
Claro que después de reconocer a Meerah, que tomara precauciones no estaría mal y con la certeza de que sí es suyo, actuara de una manera que lo dejara resarcirse de sus errores pasados. Espero poder tener esa oportunidad también. —Gracias, su hija me ofreció algo parecido…— sonrío un poco más, y con el continuo con el tono bromista: —Es bueno saber que cuento con las chicas de mi lado—. Me da punzada pensar que la que falta es Annie, es un pensamiento que trato de no exteriorizar para que no ensombrezca mi rostro, que de todas maneras, decae un poco en su sonrisa. —¿Feliz? Cuando escuché el latido me sentí feliz, me di la vuelta y le dije a Hans: «¡Es real!»— cuento. —También me sentí feliz cuando me dieron la fotografía que te envíe. Pero la mayor parte del tiempo estoy asustada y preocupada por un montón de cosas, así que acepté quedarme en casa de Hans para no estar sola con mi cabeza—. Anda, a estas alturas no me voy a poner a ocultarle cosas a Rose.
— Lo apruebo, solo asegúrate de que pague. Si puede pagar zapatos lujosos, no seas idiota y haz que pague la mejor sanidad — que me digan aprovechada pero… ¡Hey! Es su bebé también y si tienen los medios para que todo esté controlado y saludable, que tomen hasta la última pizca. Los partos son situaciones difíciles y los cuidados hasta ese día se vuelven tediosos, una billetera suculenta puede ayudar en eso. Levanto las manos y las muevo en un gesto que busca ser tranquilizador, aunque parece más que la estoy abanicando para que no se asfixie en preocupaciones — ¡Claro que sabrás sujetarlo! Estarás bien, ninguna madre lo sabe todo. Siempre puedes quedarte con Rory unos días para practicar — lo tiro como una idea al pasar, pero no puedo evitar pensar que quizá Lara puede ser un buen cambio considerando que siempre lo cuida Ernest. A veces me preocupa las cosas que pueda ver u oír el niño con mi cuñado dando vueltas.
No, la sorpresa del amigo de Jack no me toma desprevenida y me hace reír entre dientes, porque estoy segura de poder visualizar una expresión que puede ser muy acertada en base a la realidad — No será la primera vez que tengas el instinto asesino a flor de piel, créeme. Y no necesitarás del embarazo para eso — las hormonas son solo una excusa, criar a un hijo de a dos puede matar tu paciencia, pero eso no se lo diré… aún. Que viva en el mundo de la felicidad de lo nuevo y se haga la idea de lo que vendrá, ya descubrirá lo fastidioso que puede ser un hombre que se espanta con necesidades básicas de un bebé o se queja de las noches sin sueño cuando tú tampoco tienes la energía como para ello. Doblo un brazo en busca de enseñar algo de músculo y hago un asentimiento firme — Las chicas siempre nos mantenemos unidas — bromeo, pero todo chiste se me va al suelo cuando sigue hablando y me descubro mirándola con algo que reconozco como ternura. Sí, quiero burlarme de ella y su sensibilidad, pero me parece algo tan dulce que fallo en mí misma y me llevo dos manos al pecho al soltar un nuevo “awww”. Hay que ver lo tonta que estoy siendo hoy con todo esto — Estarás asustada y preocupada toda tu vida, así son los hijos — aseguro — Pero la maternidad es algo que no cambiaría por n… ¡RORY DEJA ESO! — puedo ver como mi hijo se sobresalta ante mi reto y deja caer la palita llena de arena que se iba a llevar a la boca. Mi mirada firme basta para que él me devuelva una cautelosa y cambie de juego — Te decía…
Tengo que retroceder sobre mis propios pasos en mi memoria para poder ubicarme en la conversación — Ahora solo ocúpate de disfrutarlo. Los miedos siempre están, pero te encuentras en una etapa única y no será perfecta, pero luego te encontrarás extrañándola. Además de que todo es nuevo y todo eso. No hagas un mundo de ello, será peor para la salud tuya y la del bebé — lo que me lleva a pensar en la otra parte de su anécdota y mi yo adolescente sale de algún lado para mover mis cejas pícaramente en su dirección — ¿Tendré que empezar a hacerte visitas en la isla ministerial? — bromeo, aunque tampoco le veo lo extraño — ¿Qué piensas hacer con eso? Quiero decir… — intento no ser tan metiche, pero tampoco puedo evitar pensar en los detalles — Sé que puedes hacerlo sola y no es necesario que firmen ningún contrato para hacer esto, pero tú, individualmente tú como persona — me aclaro y junto mis manos para usar dos de mis índices para señalarla — Le quieres, ¿verdad? Digo, estás aceptando tener un hijo con él. Porque es con él — intento apuntar a sus propias palabras — ¿No pensaste en hacer esto como…? Bueno, ya sabes, ¿pareja? Te guste o no, están formando una familia con sus propias normas. ¡Y antes de que digas nada, no te estoy casando! — me atajo, entornando la mirada en una acusación que no existe — Es solo que se han saltado un par de pasos y fueron directamente al bebé. Si estabas considerando en dejar todo y ver a otras personas, puede volverse algo enrollado a partir de ahora. ¿Tú estás bien con todo esto? — al fin de cuentas, ahora mismo su salud y su felicidad son lo importante. El resto puede joderse.
No, la sorpresa del amigo de Jack no me toma desprevenida y me hace reír entre dientes, porque estoy segura de poder visualizar una expresión que puede ser muy acertada en base a la realidad — No será la primera vez que tengas el instinto asesino a flor de piel, créeme. Y no necesitarás del embarazo para eso — las hormonas son solo una excusa, criar a un hijo de a dos puede matar tu paciencia, pero eso no se lo diré… aún. Que viva en el mundo de la felicidad de lo nuevo y se haga la idea de lo que vendrá, ya descubrirá lo fastidioso que puede ser un hombre que se espanta con necesidades básicas de un bebé o se queja de las noches sin sueño cuando tú tampoco tienes la energía como para ello. Doblo un brazo en busca de enseñar algo de músculo y hago un asentimiento firme — Las chicas siempre nos mantenemos unidas — bromeo, pero todo chiste se me va al suelo cuando sigue hablando y me descubro mirándola con algo que reconozco como ternura. Sí, quiero burlarme de ella y su sensibilidad, pero me parece algo tan dulce que fallo en mí misma y me llevo dos manos al pecho al soltar un nuevo “awww”. Hay que ver lo tonta que estoy siendo hoy con todo esto — Estarás asustada y preocupada toda tu vida, así son los hijos — aseguro — Pero la maternidad es algo que no cambiaría por n… ¡RORY DEJA ESO! — puedo ver como mi hijo se sobresalta ante mi reto y deja caer la palita llena de arena que se iba a llevar a la boca. Mi mirada firme basta para que él me devuelva una cautelosa y cambie de juego — Te decía…
Tengo que retroceder sobre mis propios pasos en mi memoria para poder ubicarme en la conversación — Ahora solo ocúpate de disfrutarlo. Los miedos siempre están, pero te encuentras en una etapa única y no será perfecta, pero luego te encontrarás extrañándola. Además de que todo es nuevo y todo eso. No hagas un mundo de ello, será peor para la salud tuya y la del bebé — lo que me lleva a pensar en la otra parte de su anécdota y mi yo adolescente sale de algún lado para mover mis cejas pícaramente en su dirección — ¿Tendré que empezar a hacerte visitas en la isla ministerial? — bromeo, aunque tampoco le veo lo extraño — ¿Qué piensas hacer con eso? Quiero decir… — intento no ser tan metiche, pero tampoco puedo evitar pensar en los detalles — Sé que puedes hacerlo sola y no es necesario que firmen ningún contrato para hacer esto, pero tú, individualmente tú como persona — me aclaro y junto mis manos para usar dos de mis índices para señalarla — Le quieres, ¿verdad? Digo, estás aceptando tener un hijo con él. Porque es con él — intento apuntar a sus propias palabras — ¿No pensaste en hacer esto como…? Bueno, ya sabes, ¿pareja? Te guste o no, están formando una familia con sus propias normas. ¡Y antes de que digas nada, no te estoy casando! — me atajo, entornando la mirada en una acusación que no existe — Es solo que se han saltado un par de pasos y fueron directamente al bebé. Si estabas considerando en dejar todo y ver a otras personas, puede volverse algo enrollado a partir de ahora. ¿Tú estás bien con todo esto? — al fin de cuentas, ahora mismo su salud y su felicidad son lo importante. El resto puede joderse.
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Me río con ella por su consejo, lo último que le miro a Hans son los zapatos como para hacer una estimación de su cuenta bancaria y por una conversación que tuvimos alguna vez, me ha quedado la seguridad de que estamos hablando de muchos, muchos ceros. Precisamente lo último que miraría, creo que por mi cuenta podría cubrir los gastos de criar un bebé, desde el parto hasta los dieciocho años siguientes. Esa parte es la que menos me preocupa ahora mismo, está todo lo demás. Como saber qué hacer con esa criatura durante dieciocho años, si ni siquiera sabré tenerlo en mis brazos cuando me lo den en la maternidad. ¡¿Cómo se aprenden esas cosas?! ¿Tendré que mirar videos? ¿Leer revistas? —¿En serio… quieres dejarme a cargo de tu hijo?— pregunto con los ojos abiertos de sorpresa. No sé por qué no está tan aterrada como yo por esa idea, he tratado con niños que están entre los diez o los quince años, que siguen indicaciones y podemos tener conversaciones sobre qué sueñan con ser cuando sean grandes. ¿Qué haré con un niño cuyo plan a futuro es LLEVARSE ARENA A LA BOCA!
El grito de Rose hace que todas mis preocupaciones den un sobresalto. No me está calmando, no me está calmando. Encima me dice que esto durará toda la vida. Ay, ¿ya puedo entrar en pánico? ¿Ya puedo? Yo solo… me tiro de espaldas en la arena, el libro sobre mis rodillas, con mis brazos abiertos, cuando me dice que disfrute de esta etapa más allá de todo. —Soy una persona de muchos miedos, Rose, uno de cada color… Y a mí me vienen a dar un bebé, lo peor de todo es que quiero tenerlo, a pesar de todos mis miedos—, tomo una respiración y en su charlatanería, ella me hace querer contarle más: —Pensé que sería un desastre toda mi vida, que no podía ser de otra forma—. Me vi toda mi vida chocando de frente con las paredes y cometiendo errores. Me haría daño, pero no se lo diría a nadie. Jamás. Me pondría de pie por mi cuenta. Sonrío con un dejo de nostalgia. —Y estaba bien con mi desastre, pero dejé de creer en cosas en las que antes creía y comencé a querer cosas que antes no. No es por el embarazo, Rose… fue antes de enterarme lo del bebé. He tenido unas largas semanas en soledad para pensar en ello—, en cuanto me gustaba estar sola y en qué tengo o no tengo, qué he sabido conseguir en este tiempo, todo por culpa de la pregunta de qué pierdo yo en esta guerra. —Y por eso sé que quiero el bebé—, cuando jure que nunca traería uno a este mundo loco. Venme aquí.
Muevo mis brazos trazando unos arcos en la arena, mi vista vuelta hacia el cielo que es impresionante, es diferente al pequeño pedazo de cielo que se ve desde el edificio de mi departamento. Alzo mis manos para armar un cuadrado con los pulgares y los índices, en la medida que bastaba para abarcar todo mi cielo en el distrito seis, éste lo excede por todos los lados, si abriera mis brazos todo lo que dan, no me alcanzarían para abarcarlo. —Sí, Rose— contesto, en medio de todo lo que dice, no la estoy mirando, pero no me pierdo ni una de esas palabras. —Lo quiero— susurro. Apoyo mis palmas a los lados de mi cuerpo para incorporarme, con un poco de arena en mi cabello, a lo que no doy importancia. —Pero no tuve los ovarios bien puestos para decírselo antes de lo del bebé,— reconozco, cómo si el no decirlo nos resguardara de algo. No sé él, yo me di cuenta que el callármelo no me salvó de pasar unas semanas de mierda en ese sentido, ¿qué si había pensado dejarlo atrás? Si tenía que hacerlo, sí. ¿Ver a otras personas? Se hubiera sentido cómo que buscaba reemplazarlo y lo único que hubiera ganado sería una profunda decepción, que es lo que pasa cuando te acostumbras a algo más que el sexo. —Él lo sabe, de todas maneras. Sabe que estoy enamorada de él y sé que él está un poco enamorado de mí—. Pobre, Rose, que le ha tocado abrirme el consultorio sentimental a estas horas. Tomo sus manos para darle unas palmaditas, aunque sea de agradecimiento. — Supongo que será algo que veremos con el tiempo, no tienes que preocuparte. Por ahora estoy bien y con mis paranoias a raya viviendo allí. ¿No crees que sería un poco forzado plantearle ser una pareja con esto del embarazo? Podría colapsar por la presión que recibe de todas partes— bromeo, aunque no me llega el brillo a los ojos.
El grito de Rose hace que todas mis preocupaciones den un sobresalto. No me está calmando, no me está calmando. Encima me dice que esto durará toda la vida. Ay, ¿ya puedo entrar en pánico? ¿Ya puedo? Yo solo… me tiro de espaldas en la arena, el libro sobre mis rodillas, con mis brazos abiertos, cuando me dice que disfrute de esta etapa más allá de todo. —Soy una persona de muchos miedos, Rose, uno de cada color… Y a mí me vienen a dar un bebé, lo peor de todo es que quiero tenerlo, a pesar de todos mis miedos—, tomo una respiración y en su charlatanería, ella me hace querer contarle más: —Pensé que sería un desastre toda mi vida, que no podía ser de otra forma—. Me vi toda mi vida chocando de frente con las paredes y cometiendo errores. Me haría daño, pero no se lo diría a nadie. Jamás. Me pondría de pie por mi cuenta. Sonrío con un dejo de nostalgia. —Y estaba bien con mi desastre, pero dejé de creer en cosas en las que antes creía y comencé a querer cosas que antes no. No es por el embarazo, Rose… fue antes de enterarme lo del bebé. He tenido unas largas semanas en soledad para pensar en ello—, en cuanto me gustaba estar sola y en qué tengo o no tengo, qué he sabido conseguir en este tiempo, todo por culpa de la pregunta de qué pierdo yo en esta guerra. —Y por eso sé que quiero el bebé—, cuando jure que nunca traería uno a este mundo loco. Venme aquí.
Muevo mis brazos trazando unos arcos en la arena, mi vista vuelta hacia el cielo que es impresionante, es diferente al pequeño pedazo de cielo que se ve desde el edificio de mi departamento. Alzo mis manos para armar un cuadrado con los pulgares y los índices, en la medida que bastaba para abarcar todo mi cielo en el distrito seis, éste lo excede por todos los lados, si abriera mis brazos todo lo que dan, no me alcanzarían para abarcarlo. —Sí, Rose— contesto, en medio de todo lo que dice, no la estoy mirando, pero no me pierdo ni una de esas palabras. —Lo quiero— susurro. Apoyo mis palmas a los lados de mi cuerpo para incorporarme, con un poco de arena en mi cabello, a lo que no doy importancia. —Pero no tuve los ovarios bien puestos para decírselo antes de lo del bebé,— reconozco, cómo si el no decirlo nos resguardara de algo. No sé él, yo me di cuenta que el callármelo no me salvó de pasar unas semanas de mierda en ese sentido, ¿qué si había pensado dejarlo atrás? Si tenía que hacerlo, sí. ¿Ver a otras personas? Se hubiera sentido cómo que buscaba reemplazarlo y lo único que hubiera ganado sería una profunda decepción, que es lo que pasa cuando te acostumbras a algo más que el sexo. —Él lo sabe, de todas maneras. Sabe que estoy enamorada de él y sé que él está un poco enamorado de mí—. Pobre, Rose, que le ha tocado abrirme el consultorio sentimental a estas horas. Tomo sus manos para darle unas palmaditas, aunque sea de agradecimiento. — Supongo que será algo que veremos con el tiempo, no tienes que preocuparte. Por ahora estoy bien y con mis paranoias a raya viviendo allí. ¿No crees que sería un poco forzado plantearle ser una pareja con esto del embarazo? Podría colapsar por la presión que recibe de todas partes— bromeo, aunque no me llega el brillo a los ojos.
La miro como si me estuviera preguntando algo totalmente ridículo porque, al fin de cuentas, no comprendo mucho su duda — Claro, ¿por qué no? Es un niño, no una bomba — sé que puede resultar aterrador para la gente que ve a los infantes como monstruos, pero ella va a tener uno dentro de poco tiempo y estoy segura de que es capaz de sobrevivir a uno de ellos sin quemar la casa. Y si no, tendrá que aprenderlo. Sé que será una batalla complicada cuando ella es quien se lanza sobre la arena sumida en lo que reconozco como desesperación. No puedo hacer otra cosa que compadecerme con ella y le doy unas palmaditas en una de las piernas a modo de consuelo mientras se descarga, no muy segura de por qué no pidió ayuda en primer lugar — Todos llegamos a una edad donde empezamos a cuestionarnos las cosas y a preguntarnos qué deseamos, si nos encontramos en un punto de comodidad o conformismo. La vida es un camino repleto de transformaciones y supongo que te ha tocado una de las más polémicas. Ya sabes, verse como adulto y preguntarse qué mierda espera uno de sí mismo — si este bebé es su nueva ancla, me parece bien. Quizá le ayude a encontrarse un poco más fácil mientras sigue navegando las mil incógnitas del descubrimiento personal.
El escenario gana algo más de rareza con su devolución de sentimientos, una que no esperaba y que resulta inverosímil viniendo de su boca. Finjo estar concentrada en las manitos de Rory apilando un castillo de arena que se ve más como un iglú mientras le dejo expresarse, aunque hay un detalle que hace que me sonría para mí misma en un intento de que no me vea la cara — Yo no dije nada de amar, eso lo soltaste tú solita — señalo; me esperaba algo más como un cariño o algo así — Tú lo sabes, pero… ¿él lo sabe? — no suena a que tengan la mejor de las comunicaciones. Las palmaditas en mis manos me hacen darle unos apretoncitos amistosos y amplío mi sonrisa en su dirección, balanceo nuestras manos en el aire en algo parecido a un juego infantil — No es forzado si ustedes lo quieren, pero en algún momento tendrán que plantearse estas cosas. Quiero decir, imagina esto: están criando un hijo juntos y te pide un sábado libre porque saldrá con alguien más. ¿Qué dirás al respecto? Viviendo juntos o no, tendrán sus reglas, pasa siempre. No debes tener miedo a verte vulnerable con la gente a la que quieres.
Suelto sus manos y tomo con cuidado el libro que se ha resbalado de sus piernas para cerrarlo, no sea que Rory vea algo que no debe y ande preguntando sobre dibujos de personas desnudas. Es una lástima que Annie no esté aquí, ella habría sido feliz con la oportunidad de bromear sobre todo esto — La verdad es que, Lara, como están las cosas ahora no tienes idea de cuánto van a durar los buenos momentos. Muchas personas no tienen una oportunidad de ver sus vidas como algo positivo y tú tienes la suerte de que tendrás un hijo con alguien que, según tú, te quiere y que tiene una hija que te apoya. Hay cosas que no podemos darlas por sentadas y es bueno saber que podemos seguir exprimiendo segundos de felicidad con ellos, robar momentos que nos hacen ricos. No siempre las cosas son como esperamos, pero son justo lo que nos funciona y eso está bien — hay gente que no pudo tener eso, otra chance, momentos que les fueron quitados. Sé que lo veremos seguido y muy de cerca, en forma de noticia, en forma de duelo. Solo nos queda esperar y hacer lo que podamos con lo que tenemos — En resumen, quiero decirte una cosa: no seas una cobarde orgullosa y ve a ser feliz, por todos los cielos. Compra gorritos para bebé, teje escarpines, disfruta del empleo que te gusta, dile al otro idiota que lo amas y come con la excusa de que será por dos. Te lo mereces. — porque puede que el mundo acabe mañana y algunas cosas no pueden ser dejadas para cuando sea demasiado tarde. De eso se trata vivir... ¿No?
El escenario gana algo más de rareza con su devolución de sentimientos, una que no esperaba y que resulta inverosímil viniendo de su boca. Finjo estar concentrada en las manitos de Rory apilando un castillo de arena que se ve más como un iglú mientras le dejo expresarse, aunque hay un detalle que hace que me sonría para mí misma en un intento de que no me vea la cara — Yo no dije nada de amar, eso lo soltaste tú solita — señalo; me esperaba algo más como un cariño o algo así — Tú lo sabes, pero… ¿él lo sabe? — no suena a que tengan la mejor de las comunicaciones. Las palmaditas en mis manos me hacen darle unos apretoncitos amistosos y amplío mi sonrisa en su dirección, balanceo nuestras manos en el aire en algo parecido a un juego infantil — No es forzado si ustedes lo quieren, pero en algún momento tendrán que plantearse estas cosas. Quiero decir, imagina esto: están criando un hijo juntos y te pide un sábado libre porque saldrá con alguien más. ¿Qué dirás al respecto? Viviendo juntos o no, tendrán sus reglas, pasa siempre. No debes tener miedo a verte vulnerable con la gente a la que quieres.
Suelto sus manos y tomo con cuidado el libro que se ha resbalado de sus piernas para cerrarlo, no sea que Rory vea algo que no debe y ande preguntando sobre dibujos de personas desnudas. Es una lástima que Annie no esté aquí, ella habría sido feliz con la oportunidad de bromear sobre todo esto — La verdad es que, Lara, como están las cosas ahora no tienes idea de cuánto van a durar los buenos momentos. Muchas personas no tienen una oportunidad de ver sus vidas como algo positivo y tú tienes la suerte de que tendrás un hijo con alguien que, según tú, te quiere y que tiene una hija que te apoya. Hay cosas que no podemos darlas por sentadas y es bueno saber que podemos seguir exprimiendo segundos de felicidad con ellos, robar momentos que nos hacen ricos. No siempre las cosas son como esperamos, pero son justo lo que nos funciona y eso está bien — hay gente que no pudo tener eso, otra chance, momentos que les fueron quitados. Sé que lo veremos seguido y muy de cerca, en forma de noticia, en forma de duelo. Solo nos queda esperar y hacer lo que podamos con lo que tenemos — En resumen, quiero decirte una cosa: no seas una cobarde orgullosa y ve a ser feliz, por todos los cielos. Compra gorritos para bebé, teje escarpines, disfruta del empleo que te gusta, dile al otro idiota que lo amas y come con la excusa de que será por dos. Te lo mereces. — porque puede que el mundo acabe mañana y algunas cosas no pueden ser dejadas para cuando sea demasiado tarde. De eso se trata vivir... ¿No?
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¿Eso es lo que estoy haciendo? ¿Transformándome en una adulta a los treinta años? Una adulta con mucha arena si sigo sacudiendo mis brazos, así que paro de hacerlo. Lo que no puedo decirle a Rose que es auror, que muchos de mis conflictos pasaban por las cosas en las que creía, no sé si he dejado de creer en todas ellas, lo que sé es que están surgiendo cosas nuevas y estoy procurando asentar todo eso. Y descubrir si soy capaz de ser alguien que no haga un desastre de todo. De pronto, siento muchas ganas de ir a ver a mi madre, de preguntarle si podré hacerlo bien o si todo acabará como esa vez en la competencia de la liga robótica, que me puse a discutir con Alexandre Grey y le deje la marca de mis dientes delanteros en su mano. Siempre haciendo de mis momentos racionales un lío emocional, arrastrando mis defectos de carácter. Qué pensamiento más pesimista, lo hago a un lado porque no quiero encarar esto echándome al suelo a mí misma. ¿Qué espero de mí misma? Eso lo sé, siempre lo supe, mi trabajo y lo lejos que podía llegar era mi carrera en la vida. ¿Qué espero hacer con un bebé? Eso… tendré que empezar a abrir espacios en mi reducido mundo para dar cabida a lo que cada vez irá haciéndose más grande.
—Lo sé, no fueron tus palabras, fueron las mías. ¿Para qué decirlo con otro nombre? Eso de «solo fue un par de veces» o llamarlo como «el tipo que veía en el verano» — hago las comillas en el aire al rodar los ojos. —Creo que quedó un poco atrás de todo—, digamos que un par de días antes de que el ministerio colapsara por las bombas, en ese entonces todavía podía mirarme al espejo y no parpadear al decir que para otoño, quizás, lo teníamos superado. No encontrarme aquí, dibujando círculos en la arena con mi dedo, admitiendo que ocurrió lo contrario y que no estaba hecha para enamorarme, todos sabemos que no soy material para eso, pero sucedió. Estoy hasta las bolas por alguien. Comprendo el planteamiento de Rose, ella está casada y su matrimonio va bien, pero no todas las parejas funcionan con las reglas clásicas. Creo que me va a dar la risa nerviosa ante su hipotético ejemplo, porque nunca pensé que estaría cuestionándome algo así y preguntándome qué tanto me tocaría los cojones una situación de esa. —Pues si me lo pide sería genial, así lo sabré al menos…— subo mis rodillas para abrazarlas, así tengo donde apoyar mi mentón.
—No quiero que firme un contrato que diga que estará conmigo, a mí me basta con que esté conmigo, ¿lo entiendes? Sé que es impreciso. Pero creo que estar con alguien es una elección y si pasamos un verano eligiendo eso, ¿por qué no intentarlo más tiempo?— pregunto, no sé bien cómo es esto de estar en pareja, tengo el único ejemplo de mis padres y no sé si quiero tomarlo. Si me baso en lo convencional, tampoco sé si funcionará para nosotros. —Además, ¿tú sabes la fama que tiene en el ministerio?— inquiero, una de mis cejas se dispara hacia arriba en interrogación y por un momento puedo reírme incluso de eso, pero recobro la seriedad al continuar. —Me basta con que sea honesto, si quiere estar conmigo o con alguien más— digo. Si hasta parece que me conformo con poco, sabiendo que no lo es. Es lo complicado. Tendré que confiar en todo lo que dice después, de que tengo algo que podría salir bien, no de la manera en que yo misma lo espero, tal vez como otras veces tendré que saltar a eso que dije que nunca me pasaría, sin pensarlo, sin respirar, y puede que no acabe en desastre. Me conmueve que yo piense en evitar todos los finales fatalistas, y que Rose tenga más arrojo para pensar en un «sé feliz». Estiro mi mano hacia ella y froto su brazo con el cariño que me inspira con todos sus buenos deseos, su espíritu hippie para ponerse a armar coronitas de flores conmigo con esto del bebé y su carácter de hierro para marcarme que tengo que aclarar ciertos puntos. —Prometo que hablaré con el idiota así, dentro de cinco meses, cuando esté llorando sobre la vida no sientes que toda esta charla fue en vano. Lo de los escarpines sabemos que no va a pasar, no prometo nada sobre eso. De eso hablaré con Meerah, ella tendrá algunas ideas…—. Doy esto por un hecho tan seguro como que mañana será un nuevo día. Me acerco para abrazarla contra mí, con una mano acaricio su cabello castaño y con mi barbilla sobre su hombro, hablo cerca de su oído. —Gracias, Rose. Si lo necesito en algún momento, porque las cosas se complican… ¿podrías fingir que tienes un título escondido como terapeuta de parejas?
—Lo sé, no fueron tus palabras, fueron las mías. ¿Para qué decirlo con otro nombre? Eso de «solo fue un par de veces» o llamarlo como «el tipo que veía en el verano» — hago las comillas en el aire al rodar los ojos. —Creo que quedó un poco atrás de todo—, digamos que un par de días antes de que el ministerio colapsara por las bombas, en ese entonces todavía podía mirarme al espejo y no parpadear al decir que para otoño, quizás, lo teníamos superado. No encontrarme aquí, dibujando círculos en la arena con mi dedo, admitiendo que ocurrió lo contrario y que no estaba hecha para enamorarme, todos sabemos que no soy material para eso, pero sucedió. Estoy hasta las bolas por alguien. Comprendo el planteamiento de Rose, ella está casada y su matrimonio va bien, pero no todas las parejas funcionan con las reglas clásicas. Creo que me va a dar la risa nerviosa ante su hipotético ejemplo, porque nunca pensé que estaría cuestionándome algo así y preguntándome qué tanto me tocaría los cojones una situación de esa. —Pues si me lo pide sería genial, así lo sabré al menos…— subo mis rodillas para abrazarlas, así tengo donde apoyar mi mentón.
—No quiero que firme un contrato que diga que estará conmigo, a mí me basta con que esté conmigo, ¿lo entiendes? Sé que es impreciso. Pero creo que estar con alguien es una elección y si pasamos un verano eligiendo eso, ¿por qué no intentarlo más tiempo?— pregunto, no sé bien cómo es esto de estar en pareja, tengo el único ejemplo de mis padres y no sé si quiero tomarlo. Si me baso en lo convencional, tampoco sé si funcionará para nosotros. —Además, ¿tú sabes la fama que tiene en el ministerio?— inquiero, una de mis cejas se dispara hacia arriba en interrogación y por un momento puedo reírme incluso de eso, pero recobro la seriedad al continuar. —Me basta con que sea honesto, si quiere estar conmigo o con alguien más— digo. Si hasta parece que me conformo con poco, sabiendo que no lo es. Es lo complicado. Tendré que confiar en todo lo que dice después, de que tengo algo que podría salir bien, no de la manera en que yo misma lo espero, tal vez como otras veces tendré que saltar a eso que dije que nunca me pasaría, sin pensarlo, sin respirar, y puede que no acabe en desastre. Me conmueve que yo piense en evitar todos los finales fatalistas, y que Rose tenga más arrojo para pensar en un «sé feliz». Estiro mi mano hacia ella y froto su brazo con el cariño que me inspira con todos sus buenos deseos, su espíritu hippie para ponerse a armar coronitas de flores conmigo con esto del bebé y su carácter de hierro para marcarme que tengo que aclarar ciertos puntos. —Prometo que hablaré con el idiota así, dentro de cinco meses, cuando esté llorando sobre la vida no sientes que toda esta charla fue en vano. Lo de los escarpines sabemos que no va a pasar, no prometo nada sobre eso. De eso hablaré con Meerah, ella tendrá algunas ideas…—. Doy esto por un hecho tan seguro como que mañana será un nuevo día. Me acerco para abrazarla contra mí, con una mano acaricio su cabello castaño y con mi barbilla sobre su hombro, hablo cerca de su oído. —Gracias, Rose. Si lo necesito en algún momento, porque las cosas se complican… ¿podrías fingir que tienes un título escondido como terapeuta de parejas?
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