OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Octubre
Apago las luces del laboratorio y compruebo la hora en mi reloj con una sonrisa. Es tarde, pero al menos no me he pasado 24 horas encerrado sin darme cuenta, además soy consciente de que comienza el fin de semana así que es hora de dedicar un poco de tiempo al Riley social que me prometí a mi mismo. Sin embargo estoy cansado así que creo que lo dejaré para mañana, supongo que puedo caminar hacia casa y que eso cuente, después de todo yo hice las reglas así que puedo modificarlas a gusto también. Debería enviar un mensaje a Lara pues no tengo noticias de ella desde hace siglos, quizás mañana pueda ir al taller si logro levantarme temprano... Cosa que no creo pues ha sido una semana de trabajo intenso, la guerra también afecta a los científicos.
Voy con las manos en los bolsillos del pantalón del traje por las abarrotadas calles del Capitolio y casi de inmediato lamento haber tomado la calle comercial, hay demasiadas personas y la música de los bares golpea contra mis oídos haciendo que mi cabeza duela. Si, definitivamente los viernes quedan descartados para salir pues soy un viejito de 80 años que solo quiere llegar a casa a tomar una taza de té y dormir.
Pero mi plan queda interrumpido al ver un rostro conocido en la calle perpendicular a la principal, casi no hay gente allí y Kenna Richards va dando tumbos a quién sabe dónde. Entonces recuerdo lo que me comentó aquella noche sobre la bebida y no dudo en ir al trote hasta su posición para comprobar que esté bien, además no puedo dejarla sola en ese estado caminando como si nada, son tiempos peligrosos - Kenna, mírame, Kenna - llamo colocándome frente a ella y tomando su rostro con cuidado para ver sus ojos, creo que solo es alcohol - Soy Riley ¿Me recuerdas?
Apago las luces del laboratorio y compruebo la hora en mi reloj con una sonrisa. Es tarde, pero al menos no me he pasado 24 horas encerrado sin darme cuenta, además soy consciente de que comienza el fin de semana así que es hora de dedicar un poco de tiempo al Riley social que me prometí a mi mismo. Sin embargo estoy cansado así que creo que lo dejaré para mañana, supongo que puedo caminar hacia casa y que eso cuente, después de todo yo hice las reglas así que puedo modificarlas a gusto también. Debería enviar un mensaje a Lara pues no tengo noticias de ella desde hace siglos, quizás mañana pueda ir al taller si logro levantarme temprano... Cosa que no creo pues ha sido una semana de trabajo intenso, la guerra también afecta a los científicos.
Voy con las manos en los bolsillos del pantalón del traje por las abarrotadas calles del Capitolio y casi de inmediato lamento haber tomado la calle comercial, hay demasiadas personas y la música de los bares golpea contra mis oídos haciendo que mi cabeza duela. Si, definitivamente los viernes quedan descartados para salir pues soy un viejito de 80 años que solo quiere llegar a casa a tomar una taza de té y dormir.
Pero mi plan queda interrumpido al ver un rostro conocido en la calle perpendicular a la principal, casi no hay gente allí y Kenna Richards va dando tumbos a quién sabe dónde. Entonces recuerdo lo que me comentó aquella noche sobre la bebida y no dudo en ir al trote hasta su posición para comprobar que esté bien, además no puedo dejarla sola en ese estado caminando como si nada, son tiempos peligrosos - Kenna, mírame, Kenna - llamo colocándome frente a ella y tomando su rostro con cuidado para ver sus ojos, creo que solo es alcohol - Soy Riley ¿Me recuerdas?
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La verdad es que ya no sé ni qué hora es ni a qué hora he empezado a beber. Solamente sé que hoy he logrado irme puntual del trabajo, he pasado por casa, mi padre estaba encerrado en su cuarto y yo he decidido salir a beber. Hace diez meses que murió mi madre en la Gala Benéfica. Y se siente como una eternidad y a la vez como muy poco tiempo. Duele cada día más, cada día que no lo hablo, cada día que me lo guardo dentro y me niego a compartirlo. Pero son diez meses. Un día más, uno menos, qué más da.
Estoy bailando en un bar. La música me tapa los oídos y yo voy bailando sola, ignorando a la gente que me rodea o que intenta bailar conmigo. Si quisiera compañía, me habría puesto un escote más pronunciado que el que estoy vistiendo ahora mismo. Y la verdad es que no sé muy bien qué pasa. Bebo, bailo, todo va bien. Pero los vasos y botellines vacíos se acumulan y al cabo de poco le echo la bebida encima a alguien sin querer y me echan del bar diciendo que ya es hora de ir a casa. O eso es lo que recuerdo, pero yo no quiero irme a casa. Porque soy consciente de que hoy mi padre está triste. Y no me apetece ir ahí y estar los dos tristes.
Escucho mi nombre, entonces. Levanto la mirada, algo desorientada, y veo a Riley Kavalier poniéndose delante de mí. Me pide que le mire y yo esbozo una gran sonrisa, impulsada por el alcohol —¡Riley!— exclamo, jovial —¡Claro que te recuerdo! ¡Me lo pasé súper bien contigo la otra noche!— me río, con una alegría del todo falsa, y rodeo su cuello con ambos brazos para darle un abrazo torpe. Supongo que realmente me alegro de verle, no me lo esperaba, pero... Pero no en estas condiciones. Ni estando yo así —¿Qué haces aquí?— pregunto, alegre, mirándole con una gran sonrisa en mis labios.
Estoy bailando en un bar. La música me tapa los oídos y yo voy bailando sola, ignorando a la gente que me rodea o que intenta bailar conmigo. Si quisiera compañía, me habría puesto un escote más pronunciado que el que estoy vistiendo ahora mismo. Y la verdad es que no sé muy bien qué pasa. Bebo, bailo, todo va bien. Pero los vasos y botellines vacíos se acumulan y al cabo de poco le echo la bebida encima a alguien sin querer y me echan del bar diciendo que ya es hora de ir a casa. O eso es lo que recuerdo, pero yo no quiero irme a casa. Porque soy consciente de que hoy mi padre está triste. Y no me apetece ir ahí y estar los dos tristes.
Escucho mi nombre, entonces. Levanto la mirada, algo desorientada, y veo a Riley Kavalier poniéndose delante de mí. Me pide que le mire y yo esbozo una gran sonrisa, impulsada por el alcohol —¡Riley!— exclamo, jovial —¡Claro que te recuerdo! ¡Me lo pasé súper bien contigo la otra noche!— me río, con una alegría del todo falsa, y rodeo su cuello con ambos brazos para darle un abrazo torpe. Supongo que realmente me alegro de verle, no me lo esperaba, pero... Pero no en estas condiciones. Ni estando yo así —¿Qué haces aquí?— pregunto, alegre, mirándole con una gran sonrisa en mis labios.
En otras circunstancias me alegraría de que me recuerde y diga que la pasó super conmigo pero conozco a la perfección esa falsa alegría y más aún los abrazos sin control como el que me da. Al tenerla cerca puedo sentir la mezcla de bebidas como si la hubiese tomado yo mismo pero no digo nada al respecto. En cambio solo acaricio su espalda y luego de unos segundos rompo el abrazo pero sigo sosteniéndola con mi cuerpo, creo que tengo una botella de agua en la mochila así que me apresuro a buscarla con mi mano libre y se la tiendo. Llevará mucho más lavar el alcohol de su sangre pero por algo se empieza.
- Bueno, estaba paseando por el vecindario y mi sexto sentido me dijo que Kenna Richards necesitaba ayuda - respondo con una sonrisa también, espero que sea convincente. Recuerdo que la peor parte de estar bajo la influencia de las drogas era que alguien me lo dijera, eso me ponía mal, agresivo e incluso triste... No quiero eso para la auror así que creo que emplearé el método que Lara usaba conmigo, solo acompañarla siguiéndole la corriente hasta asegurarme de que esté a salvo.
Tampoco puedo llevarla al hospital, en primer lugar porque no creo que esté en peligro su vida y en segundo porque mantienen un registro y esto no puede llegar a oídos de sus superiores en el ministerio, más teniendo un nuevo jefe que aún no se sabe cómo trabaja y qué reglas le gusta cumplir.
- ¿A dónde te dirigías? Tengo la noche libre así que puedo acompañarte a la luna si quieres - bromeo caminando a pasos lentos, quizás pueda llevarla a mi casa... No se me ocurre otra idea, no tengo idea de dónde vive y por lo que me ha contado la cantidad de alcohol allí es peligrosa.
- Bueno, estaba paseando por el vecindario y mi sexto sentido me dijo que Kenna Richards necesitaba ayuda - respondo con una sonrisa también, espero que sea convincente. Recuerdo que la peor parte de estar bajo la influencia de las drogas era que alguien me lo dijera, eso me ponía mal, agresivo e incluso triste... No quiero eso para la auror así que creo que emplearé el método que Lara usaba conmigo, solo acompañarla siguiéndole la corriente hasta asegurarme de que esté a salvo.
Tampoco puedo llevarla al hospital, en primer lugar porque no creo que esté en peligro su vida y en segundo porque mantienen un registro y esto no puede llegar a oídos de sus superiores en el ministerio, más teniendo un nuevo jefe que aún no se sabe cómo trabaja y qué reglas le gusta cumplir.
- ¿A dónde te dirigías? Tengo la noche libre así que puedo acompañarte a la luna si quieres - bromeo caminando a pasos lentos, quizás pueda llevarla a mi casa... No se me ocurre otra idea, no tengo idea de dónde vive y por lo que me ha contado la cantidad de alcohol allí es peligrosa.
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Encuentro en su abrazo una sensación de paz que me abruma. Le miro a los ojos, con las piernas apenas capaces de sostener el peso de mi cuerpo, y dibujo una pequeña mueca en mi rostro cuando dice que su sexto sentido le ha dicho que necesitaba su ayuda —Oh, no... Tu sexto sentido se equivoca. No necesito tu ayuda, necesito... Necesito...— mi mueca se acentúa al ver que las palabras que piensa mi cerebro no llegan a mis labios. Sacudo la cabeza —Necesito que me dejen entrar al bar de nuevo. Me han echado. Y yo no había hecho nada— me quejo, con tono casi infantil.
Mientras hablo cojo su botella. Me cuesta más de lo normal quitarle el tapón y, cuando empiezo a beber, la sensación de sed parece multiplicarse por mil, como si el contacto del agua con mis labios hubiera hecho que me diera cuenta de cuánta falta me hacía un poco de agua. La botella se termina antes de lo que me hubiera gustado y observo el recipiente vacío con cierta decepción —Se ha terminado— digo, como si no hubiera sido yo, y se la devuelvo. La verdad es que sigo bastante muerta de sed, pero no me dejarán entrar en el bar, así que ni siquiera lo intento. Levanto la cabeza hacia él cuando pregunta a dónde me dirigía, pero no respondo. Porque la verdad es que no lo sé. No tengo ni idea. Me dirigía al bar. Me dirigía a pasar la noche bebida y terminar en la cama de algún desconocido. Me dirigía a largarme antes de que ese desconocido se despertar y a no volver a verle en la vida, o a verle y no recordar su rostro, que habría quedado borroso en mis recuerdos.
—La luna suena bien— cuchicheo, todavía apoyándome en su cuerpo, pues resulta más fácil eso que no confiar en mis piernas. Le miro a los ojos, dudando —¿Tú a dónde te dirigías?— porque no quiero volver a casa, no así. No sabiendo que mi padre estará echado en el sofá, durmiendo, y que habrá cerveza a mi alrededor.
Mientras hablo cojo su botella. Me cuesta más de lo normal quitarle el tapón y, cuando empiezo a beber, la sensación de sed parece multiplicarse por mil, como si el contacto del agua con mis labios hubiera hecho que me diera cuenta de cuánta falta me hacía un poco de agua. La botella se termina antes de lo que me hubiera gustado y observo el recipiente vacío con cierta decepción —Se ha terminado— digo, como si no hubiera sido yo, y se la devuelvo. La verdad es que sigo bastante muerta de sed, pero no me dejarán entrar en el bar, así que ni siquiera lo intento. Levanto la cabeza hacia él cuando pregunta a dónde me dirigía, pero no respondo. Porque la verdad es que no lo sé. No tengo ni idea. Me dirigía al bar. Me dirigía a pasar la noche bebida y terminar en la cama de algún desconocido. Me dirigía a largarme antes de que ese desconocido se despertar y a no volver a verle en la vida, o a verle y no recordar su rostro, que habría quedado borroso en mis recuerdos.
—La luna suena bien— cuchicheo, todavía apoyándome en su cuerpo, pues resulta más fácil eso que no confiar en mis piernas. Le miro a los ojos, dudando —¿Tú a dónde te dirigías?— porque no quiero volver a casa, no así. No sabiendo que mi padre estará echado en el sofá, durmiendo, y que habrá cerveza a mi alrededor.
Sus palabras me revuelven una herida que creí que ya estaba cerrada, en realidad durante éste tiempo hice todo el esfuerzo por creer que estaba superado pero no puedo evitar identificarme, recordar cómo eran esos días en los que se me terminaba la reserva y revolvía toda la casa buscando un puto hongo que machacar con las mismas ganas que ella quiere volver a entrar a un bar. Si la han echado estoy seguro de que ha sido por algo pero comprendo que no crea que haya hecho nada malo, a mi no me pareció malo dejar de lado un trabajo de suma importancia que le costó al vida a todo un escuadrón de aurores, porque a ésta altura seguro ya están muertos.
- Mi sexto sentido no falla nunca - respondo fingiendo indignación - Ya, creo que han sido suficientes bares por hoy... Hora de cambiar de aires - digo esperando que no oponga resistencia que no debo olvidar que es una auror y seguro me da una paliza hasta borracha. Pero supongo que puedo darle una pequeña descarga ¿O es sería una mala idea? No sé que tanto afectaría su cerebro ya estando media perdida. Sea como sea, no volverá a entrar.
Se toma toda la botella de un tirón y lamento no tener otra para ofrecerle ¿Pero que digo? ¡Si soy un maldito mago! Así que saco mi varita y luego de un aguamenti ésta está llena de nuevo así que se la doy una vez más - Estaba yendo a casa, allí tengo mi nave para ir a la luna - sigo con el juego con media sonrisa - ¿Me acompañas? Las calles son peligrosas a ésta hora y no me gusta ir solo - agrego tomándola de la cintura para poder llevarla a mi paso - En el camino me cuentas cómo ha empezado tu noche - y quizás así descubra el por qué de su estado.
- Mi sexto sentido no falla nunca - respondo fingiendo indignación - Ya, creo que han sido suficientes bares por hoy... Hora de cambiar de aires - digo esperando que no oponga resistencia que no debo olvidar que es una auror y seguro me da una paliza hasta borracha. Pero supongo que puedo darle una pequeña descarga ¿O es sería una mala idea? No sé que tanto afectaría su cerebro ya estando media perdida. Sea como sea, no volverá a entrar.
Se toma toda la botella de un tirón y lamento no tener otra para ofrecerle ¿Pero que digo? ¡Si soy un maldito mago! Así que saco mi varita y luego de un aguamenti ésta está llena de nuevo así que se la doy una vez más - Estaba yendo a casa, allí tengo mi nave para ir a la luna - sigo con el juego con media sonrisa - ¿Me acompañas? Las calles son peligrosas a ésta hora y no me gusta ir solo - agrego tomándola de la cintura para poder llevarla a mi paso - En el camino me cuentas cómo ha empezado tu noche - y quizás así descubra el por qué de su estado.
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Hago una mueca nada alegre cuando dice que cree que ya han sido suficientes bares por hoy. No me lo parece. A mí me gusta poder ir de bar en bar. Pero por su expresión, entiendo que no es una invitación sino una orden camuflada, por lo que no me queda más remedio que asentir con la cabeza, poco convencida —De acuerdo...— respondo, como una niña pequeña a la que le han negado un segundo trozo de tarta cuando ella se hubiera comido tres más.
Pero mi expresión se convierte en una de pura maravilla cuando veo que rellena la botella con un hechizo. ¡Claro! ¡Podemos hacer estas cosas! Vuelvo a acercarla a mis labios y le doy unos largos tragos antes de mirarle. Me pide que le acompañe a su casa, a su nave para ir a la luna. Que las calles son peligrosa a esta hora. Yo asiento, invadida de repente por un espíritu noble y protector que me impulsa a querer proteger a Riley de cualquier mal —¡Claro que sí! No te preocupes, si pasa algo yo nos... Nos protejo— digo, entrecortadamente —. No llevo mi placa de Auror, pero sí mi varita y mis puños. No tienes nada que temer—le aseguro, asintiendo enérgicamente con la cabeza, lo que provoca que me maree un poco más.
Andamos por la calle. Me ha tomado de la cintura y es un agarre agradable. Termino apoyando la cabeza en su hombro y suspiro, porque no quiero enfrentarme a la pregunta —Solamente he ido a un bar... Pero esta vez no me he encontrado a nadie tan agradable como tú— le susurro, sin decir nada más. Porque la poca conciencia que queda en mi cabeza me recuerda que él lo ha pasado mucho peor que yo con este tipo de cosas, y que no tiene por qué aguantarme ebria diciendo gilipolleces. No tiene ni por qué aguantarme a mí, pero lo hace porque es una persona bastante pura. Es agradable.
Pero mi expresión se convierte en una de pura maravilla cuando veo que rellena la botella con un hechizo. ¡Claro! ¡Podemos hacer estas cosas! Vuelvo a acercarla a mis labios y le doy unos largos tragos antes de mirarle. Me pide que le acompañe a su casa, a su nave para ir a la luna. Que las calles son peligrosa a esta hora. Yo asiento, invadida de repente por un espíritu noble y protector que me impulsa a querer proteger a Riley de cualquier mal —¡Claro que sí! No te preocupes, si pasa algo yo nos... Nos protejo— digo, entrecortadamente —. No llevo mi placa de Auror, pero sí mi varita y mis puños. No tienes nada que temer—le aseguro, asintiendo enérgicamente con la cabeza, lo que provoca que me maree un poco más.
Andamos por la calle. Me ha tomado de la cintura y es un agarre agradable. Termino apoyando la cabeza en su hombro y suspiro, porque no quiero enfrentarme a la pregunta —Solamente he ido a un bar... Pero esta vez no me he encontrado a nadie tan agradable como tú— le susurro, sin decir nada más. Porque la poca conciencia que queda en mi cabeza me recuerda que él lo ha pasado mucho peor que yo con este tipo de cosas, y que no tiene por qué aguantarme ebria diciendo gilipolleces. No tiene ni por qué aguantarme a mí, pero lo hace porque es una persona bastante pura. Es agradable.
No muy feliz por ello pero acepta lo cual me quita un peso de encima. Por suerte no debo ver esa expresión por mucho más tiempo pues ni bien se llena la botella sus ojos desprenden una especie de alegría inocente, como un niño al entrar a una tienda de dulces... o cuando yo entro a una tienda de dulces. Hasta hace parecer que estar así de ebria no es tan malo pues se ve feliz. Pero ese es el problema, solo es en apariencia. Incluso aunque ahora mismo no lo sienta, cuando el alcohol abandone su sangre todo de multiplicará y eso la hará beber una vez más.
- Ya me siento más seguro - le concedo con una sonrisa y luego miro en todas direcciones esperando que de verdad no nos ocurra nada sino estaríamos en un grave problema. Creo que no sería conciente de mi parte dejarla usar la varita en ese estado, sería una bomba de tiempo, como subirme a un automóvil con una conductora ebria... o peor.
Escucho su respuesta mientras caminamos y aprieto los labios hasta que forman una línea pues al parecer no será sencillo lograr que de descargue, pero debe hacerlo pues conociendo el por qué es la única forma en la que puedo ayudarla. Claro que podría recomendarle ir a reuniones, terapia de grupo, pero son una mentira porque en primer lugar hay que tener el control suficiente para ir por voluntad propia y en segundo terminas dándote cuenta de que en realidad no le importas a nadie allí ¿Para qué entonces?
- Bueno, pero me has encontrado ahora - intento una vez más ignorando ese calor que me llena el pecho. Tengo que dejar de tomar las palabras amables de los demás tan en serio, me gusta lo que genera en mí, las ganas de sonreír... pero también sé que me vuelven vulnerable pues con la misma facilidad podrían destrozar mis sentimientos - Te daré mi número así cada vez que no encuentres a alguien con quien pasar el rato sin beber, puedes llamarme - agrego dando la vuelta a la esquina, mi casa ya está solo a un par de calles y allí la espera una gran taza de café - Aunque me resulta difícil de creer - continúo cambiando el tono - Tu misma me has enseñado cómo buscar a la gente ¿Cómo es que te ha fallado la técnica? - bromeo ajustando el agarre para que no se me caiga - ¡Si a ti te falla estoy perdido! - dramatizo con una sonrisa.
- Ya me siento más seguro - le concedo con una sonrisa y luego miro en todas direcciones esperando que de verdad no nos ocurra nada sino estaríamos en un grave problema. Creo que no sería conciente de mi parte dejarla usar la varita en ese estado, sería una bomba de tiempo, como subirme a un automóvil con una conductora ebria... o peor.
Escucho su respuesta mientras caminamos y aprieto los labios hasta que forman una línea pues al parecer no será sencillo lograr que de descargue, pero debe hacerlo pues conociendo el por qué es la única forma en la que puedo ayudarla. Claro que podría recomendarle ir a reuniones, terapia de grupo, pero son una mentira porque en primer lugar hay que tener el control suficiente para ir por voluntad propia y en segundo terminas dándote cuenta de que en realidad no le importas a nadie allí ¿Para qué entonces?
- Bueno, pero me has encontrado ahora - intento una vez más ignorando ese calor que me llena el pecho. Tengo que dejar de tomar las palabras amables de los demás tan en serio, me gusta lo que genera en mí, las ganas de sonreír... pero también sé que me vuelven vulnerable pues con la misma facilidad podrían destrozar mis sentimientos - Te daré mi número así cada vez que no encuentres a alguien con quien pasar el rato sin beber, puedes llamarme - agrego dando la vuelta a la esquina, mi casa ya está solo a un par de calles y allí la espera una gran taza de café - Aunque me resulta difícil de creer - continúo cambiando el tono - Tu misma me has enseñado cómo buscar a la gente ¿Cómo es que te ha fallado la técnica? - bromeo ajustando el agarre para que no se me caiga - ¡Si a ti te falla estoy perdido! - dramatizo con una sonrisa.
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Le miro con pura adoración en los ojos y asiento con la cabeza. Porque poder tener su número solucionaría algunas noches de aburrimiento y gente poco interesante en los bares. Él... Lo pasé muy bien con él, era amable, divertido y pudimos hasta bailar un rato. ¡Ese nivel no se encuentra todos los días! Aunque con él no terminé en la cama, que es algo que también busco muchas veces. Hago una mueca, perdida en mis pensamientos, hasta que su voz me hace volver a la realidad —Cuando lleguemos a tu casa nos intercambiamos los teléfonos— propongo, algo cansada anímicamente.
Sus palabras hacen que niegue enérgicamente con la cabeza —Normalmente me funciona, ¿vale?— respondo, cruzándome de brazos, enfurruñada como una niña pequeña —Pero de vez en cuando las cosas no salen como me gustaría, o le tiro la bebida encima a alguien demasiado susceptible, o me paso un poco... Pero el problema no es que falle mi técnica. Mi técnica no falla— sentencio, seria. Agradezco que me esté aguantando, literalmente, porque la verdad es que me siento como si mis piernas estuvieran hechas de gelatina. Tal vez sí que me he pasado, no tendría que hamerme descontrolado así. Pero... Pero me ha llevado a esto, así que tan malo no ha sido.
Le acaricio el brazo suavemente, como si quisiera animarle. No sé muy bien por qué lo hago, pero culparemos al alcohol —No temas, de verdad. La técnica no falla— aseguro, con la determinación que solamente alguien tan bebido como yo puede tener —Oye, y... ¿La has probado, ya? La técnica, digo— alzo ambas cejas, curiosa. Al fin y al cabo ya hace un tiempo que nos vimos. Quiero saber si le he sido de ayuda o si me va a relegar al papel de la conocida borracha a la que socorre de vez en cuando.
Sus palabras hacen que niegue enérgicamente con la cabeza —Normalmente me funciona, ¿vale?— respondo, cruzándome de brazos, enfurruñada como una niña pequeña —Pero de vez en cuando las cosas no salen como me gustaría, o le tiro la bebida encima a alguien demasiado susceptible, o me paso un poco... Pero el problema no es que falle mi técnica. Mi técnica no falla— sentencio, seria. Agradezco que me esté aguantando, literalmente, porque la verdad es que me siento como si mis piernas estuvieran hechas de gelatina. Tal vez sí que me he pasado, no tendría que hamerme descontrolado así. Pero... Pero me ha llevado a esto, así que tan malo no ha sido.
Le acaricio el brazo suavemente, como si quisiera animarle. No sé muy bien por qué lo hago, pero culparemos al alcohol —No temas, de verdad. La técnica no falla— aseguro, con la determinación que solamente alguien tan bebido como yo puede tener —Oye, y... ¿La has probado, ya? La técnica, digo— alzo ambas cejas, curiosa. Al fin y al cabo ya hace un tiempo que nos vimos. Quiero saber si le he sido de ayuda o si me va a relegar al papel de la conocida borracha a la que socorre de vez en cuando.
De no ser porque su estabilidad depende de mi agarre, levantaría las manos como delincuente frente al departamento de aurores. No dudo en que su técnica le funcione la mayoría de las veces, además teniendo sangre de veela es difícil resistirse en realidad... Y tal como he pensado al conocerla, hasta sin ese toque podría conseguir a quien quisiera. Pero las adicciones nos restan unos cuantos puntos, por algo mientras consumía drogas no estuve con nadie, porque todo mi amor estaba dedicado a las sustancias, era lo único que necesitaba y lo demás dejó de importar. Espero que a Kenna no le pase lo mismo.
- Si la pregunta es si me he acostado con alguien, sí, lo he hecho - respondo sintiendo como el rubor sube a mis mejillas y sonriendo como un idiota. No tengo que tener vergüenza por algo así, soy un adulto, pero el temor a que se burlen de mí por algo como eso sigue presente - Aunque la caza ha sido en mi casa, no tuve que salir - y eso es complicado. No puedo dejar de pensar en cómo manejar las cosas de ahora en adelante, es confuso y un terreno en el que quizás Kenna pueda ayudarme cuando esté sobria. Sé que debo hablar con Ari al respecto pero... prefiero seguir manteniendo ese juego en pausa.
Ya solo quedan dos calles así que hago un esfuerzo y levanto a la chica por las rodillas también así puedo apurar el paso, además así podré caminar derecho aunque mis brazos tengan que cargar con el peso - Pero has sido de gran ayuda, tus palabras... No solo me dieron confianza para hacer eso, sino que un montón de cosas más - agradezco observándola con una sonrisa - Cuando intercambiemos números... ¿Puedo llamarte yo también? Aunque probablemente sea para jugar videojuegos, ver una película o alguna maratón de series... - bromeo entre risas. Quizás algunas manías del ermitaño siguen presentes.
- Si la pregunta es si me he acostado con alguien, sí, lo he hecho - respondo sintiendo como el rubor sube a mis mejillas y sonriendo como un idiota. No tengo que tener vergüenza por algo así, soy un adulto, pero el temor a que se burlen de mí por algo como eso sigue presente - Aunque la caza ha sido en mi casa, no tuve que salir - y eso es complicado. No puedo dejar de pensar en cómo manejar las cosas de ahora en adelante, es confuso y un terreno en el que quizás Kenna pueda ayudarme cuando esté sobria. Sé que debo hablar con Ari al respecto pero... prefiero seguir manteniendo ese juego en pausa.
Ya solo quedan dos calles así que hago un esfuerzo y levanto a la chica por las rodillas también así puedo apurar el paso, además así podré caminar derecho aunque mis brazos tengan que cargar con el peso - Pero has sido de gran ayuda, tus palabras... No solo me dieron confianza para hacer eso, sino que un montón de cosas más - agradezco observándola con una sonrisa - Cuando intercambiemos números... ¿Puedo llamarte yo también? Aunque probablemente sea para jugar videojuegos, ver una película o alguna maratón de series... - bromeo entre risas. Quizás algunas manías del ermitaño siguen presentes.
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A juzgar por la sonrisa y el rubor de sus mejillas, se ha acostado con alguien que es más que una cosa de un día. Levanto ambas cejas, mirándole, curiosa, y le pellizco suavemente una mejilla —Así que en casa, ¿eh? Me lo tienes que contar...— sonrío, divertida, con el alcohol mareándome cada vez menos. Y, a decir la verdad, un poco frustrada con ver que todo el mundo parece estar teniendo sexo significativo y en casa con tranquilidad... Menos yo. Esto no tendría que ser así, ¿no? ¿O es que teniendo sangre de veela todo el resto se anula? Fue uno de mis mayores miedos en mi adolescencia, que la gente solamente quisiera juntarse conmigo por eso y que ignoraran mi personalidad... Que vale, que ya sé que tampoco soy la persona más brillante o simpática del mundo, tengo mis cosas, como todos, pero... Pero no quiero volver a ese miedo, porque era bastante paralizante y estoy en un punto de mi vida en el que lo último que me falta es perder seguridad en mi misma.
Ensimismada en mis pensamientos no me doy cuenta de sus gestos, así que cuando me carga en brazos suelto un pequeño "¡Ah!" de sorpresa. Sonrío ante sus palabras amables y le rodeo el cuello con los brazos, para luego apoyar la cabeza en su hombro —Me alegra haber ayudado...— levanto la mirada hacia él —Solo por curiosidad, ¿qué montón de cosas más?— pregunto. Porque no vamos a mentir, no me iría mal un poco de alimento para mi autoestima, después de que me hayan echado de un bar, y si puede contarme en qué le he podido ayudar... Pues mejor, ¿no?
Asiento con la cabeza, divertida, cuando empieza a enumerar todas las cosas por las que podría llamarme —Encantada con todas esas cosas. Serán un cambio de aires importante para mí, pero siempre van bien— me río y le desordeno un poco el pelo, llevada todavía por los efectos del alcohol —¿Fue así como pusiste en práctica las técnicas en tu casa? ¿Invitando a alguien a ver una película?— bromeo, para luego volver a apoyar la cabeza en su hombro. Por Merlín, espero que no falte demasiado, porque no puedo más.
Ensimismada en mis pensamientos no me doy cuenta de sus gestos, así que cuando me carga en brazos suelto un pequeño "¡Ah!" de sorpresa. Sonrío ante sus palabras amables y le rodeo el cuello con los brazos, para luego apoyar la cabeza en su hombro —Me alegra haber ayudado...— levanto la mirada hacia él —Solo por curiosidad, ¿qué montón de cosas más?— pregunto. Porque no vamos a mentir, no me iría mal un poco de alimento para mi autoestima, después de que me hayan echado de un bar, y si puede contarme en qué le he podido ayudar... Pues mejor, ¿no?
Asiento con la cabeza, divertida, cuando empieza a enumerar todas las cosas por las que podría llamarme —Encantada con todas esas cosas. Serán un cambio de aires importante para mí, pero siempre van bien— me río y le desordeno un poco el pelo, llevada todavía por los efectos del alcohol —¿Fue así como pusiste en práctica las técnicas en tu casa? ¿Invitando a alguien a ver una película?— bromeo, para luego volver a apoyar la cabeza en su hombro. Por Merlín, espero que no falte demasiado, porque no puedo más.
Su pellizco no ayuda para nada a que disminuya el color en mis mejillas, aunque sí tengo que contárselo. En realidad no sé cómo abordar el tema, quizás necesite un par de cervezas para hacerlo. Ella me explicó la caza como un simple juego, unos pasos a seguir en dónde en realidad no hay más allá de lo físico y lo mío con Ariadna no lo fue. La quiero muchísimo, es mi amiga pero no creo estar listo para algo más. Lo que ocurrió fue algo importante para ambos pero ¿Qué tal si al dar un paso más las cosas no funcionan? ¿Qué tal si somos muy buenos amigos y nada más? ¿O qué tal si de hecho sí funcionamos como... pareja? No, aún no estoy listo para eso. Será un asunto para resolver otro día.
Sigo caminando y me relajo un poco con el cambio de tema. Quizás a sus oídos las cosas que he logrado no le resulten muy significativas pero eso es porque no me conocía antes del gran cambio - Levantar la voz, dar órdenes en el trabajo, saber cuándo detenerme... - respondo con los ojos ya fijos en la silueta de mi casa, no falta mucho y con el tamaño que tiene es difícil no captarla. La vendedora me dijo que era el barrio de los jueces y por eso las casas eran tan bonitas, claro que no encajo pero no tengo que hacerlo, solo disfrutar de mi nuevo hogar.
De alguna forma la conversación vuelve hacia el tema del momento pero al pensar la respuesta lo único que puedo hacer es estallar en varias carcajadas. Por suerte solo me quedan unos pasos para llegar así que cuando logro responder ya soy capaz de dejarla en las escaleras de la entrada - En realidad solo me quité la camiseta - bromeo cubriéndome el rostro avergonzado. Claro que no fue solo eso, pero sí tuvo que ver, lástima que lo descubrí tarde.
Meto la mano en mi bolsillo para tomar las llaves y abro la puerta a la vez que hago un ademán para que pase - Siéntete cómo en casa, le pediré a Amanita que te prepare un baño, un café, lo que quieras - por suerte la elfina baja las escaleras en ese mismo momento y me hace una seña con el pulgar cómo señal de que lo ha entendido. Supongo que tendré que pedirle que prepare la habitación de huéspedes para mí y así Kenna puede descansar en mi cama.
Sigo caminando y me relajo un poco con el cambio de tema. Quizás a sus oídos las cosas que he logrado no le resulten muy significativas pero eso es porque no me conocía antes del gran cambio - Levantar la voz, dar órdenes en el trabajo, saber cuándo detenerme... - respondo con los ojos ya fijos en la silueta de mi casa, no falta mucho y con el tamaño que tiene es difícil no captarla. La vendedora me dijo que era el barrio de los jueces y por eso las casas eran tan bonitas, claro que no encajo pero no tengo que hacerlo, solo disfrutar de mi nuevo hogar.
De alguna forma la conversación vuelve hacia el tema del momento pero al pensar la respuesta lo único que puedo hacer es estallar en varias carcajadas. Por suerte solo me quedan unos pasos para llegar así que cuando logro responder ya soy capaz de dejarla en las escaleras de la entrada - En realidad solo me quité la camiseta - bromeo cubriéndome el rostro avergonzado. Claro que no fue solo eso, pero sí tuvo que ver, lástima que lo descubrí tarde.
Meto la mano en mi bolsillo para tomar las llaves y abro la puerta a la vez que hago un ademán para que pase - Siéntete cómo en casa, le pediré a Amanita que te prepare un baño, un café, lo que quieras - por suerte la elfina baja las escaleras en ese mismo momento y me hace una seña con el pulgar cómo señal de que lo ha entendido. Supongo que tendré que pedirle que prepare la habitación de huéspedes para mí y así Kenna puede descansar en mi cama.
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Me limito a silbar con admiración cuando enumera todo lo que ha hecho últimamente. Se le ve seguro de sí mismo, y es bonito. Ver a alguien florecer así lo es. Sonrío un poco, mirándole. Me gustaría sentir que le he podido ayudar, porque Riley realmente parece ser una persona que se merece todo lo bueno que el mundo le pueda ofrecer. Y, pese a la situación de "tengo demasiado alcohol en el cuerpo ahora mismo" en la que me encuentro, me obligo a creérmelo. Realmente le he ayudado.
Me deja en el suelo y le miro, tambaleándome. Pero luego me dice que lo único que hizo fue quitarse la camiseta y no puedo evitar estallar en risas —¿De verdad?— camino hacia él, como puedo, y pongo una mano en su pecho, divertida —¿Qué magia escondes bajo esta tela para que alguien caiga en tus redes con solo quitártela, Riley?— bromeo, entre risas —¿Estuvo bien, por eso? ¿Vais a repetir?— pregunto, sintiendo que he perdido todos los filtros que, en otra situación, me impulsarían a guardarme ciertas preguntas o a respetar más la intimidad de mi interlocutor.
Él abre la puerta de su casa y yo entro, sonriente, mirando a mi alrededor. Realmente es una morada tranquila y agradable, me gusta. Cuando veo la elfina le sonrío y la saludo con la mano, y se me iluminan los ojos cuando me ofrece un baño, un café lo que quiera —¿Me dejas tomarme un baño, de verdad?— pregunto. En parte me apetece, en parte siento que me ayudará a que todo deje de darme vueltas —Iría rápido. Y un café luego estaría genial. Muchas gracias, Riley, de verdad— le sonrío, sincera, sintiendo que realmente he encontrado un ángel de la guarda.
Me deja en el suelo y le miro, tambaleándome. Pero luego me dice que lo único que hizo fue quitarse la camiseta y no puedo evitar estallar en risas —¿De verdad?— camino hacia él, como puedo, y pongo una mano en su pecho, divertida —¿Qué magia escondes bajo esta tela para que alguien caiga en tus redes con solo quitártela, Riley?— bromeo, entre risas —¿Estuvo bien, por eso? ¿Vais a repetir?— pregunto, sintiendo que he perdido todos los filtros que, en otra situación, me impulsarían a guardarme ciertas preguntas o a respetar más la intimidad de mi interlocutor.
Él abre la puerta de su casa y yo entro, sonriente, mirando a mi alrededor. Realmente es una morada tranquila y agradable, me gusta. Cuando veo la elfina le sonrío y la saludo con la mano, y se me iluminan los ojos cuando me ofrece un baño, un café lo que quiera —¿Me dejas tomarme un baño, de verdad?— pregunto. En parte me apetece, en parte siento que me ayudará a que todo deje de darme vueltas —Iría rápido. Y un café luego estaría genial. Muchas gracias, Riley, de verdad— le sonrío, sincera, sintiendo que realmente he encontrado un ángel de la guarda.
Sonrío cuando se acerca y alzo las cejas de forma misteriosa a modo de respuesta. Supongo que esa es otra de las cualidades que mi reciente confianza me ha dado, poder bromear cómo si en realidad tuviese alguna clase de atractivo físico - Estuve cargando cajones de papas bajo el sol, no soy un fisicoculturista pero al menos dejé de ser un fideo andante - sí que daba pena, recuerdo que hasta me metía con camiseta a la piscina cuando me obligaban mis padres. Al menos ahora mis hombros están un poco más marcados y mi abdomen tiene ligeras elevaciones, no seis, pero algunas.
Me sonrojo un poco con la siguiente pregunta y no sé que responder, porque una cosa es lo que quiero, otra cosa lo que debería y otra completamente diferente lo que probablemente sucederá - No puedo creer cómo pasé 31 años de mi vida en el celibato, claro que estuvo bueno - respondo al final dejando en la nada la segunda parte de la pregunta. Sexualmente soy un adolescente ahora mismo, encantado con lo que ha descubierto y muerto de ganas de repetirlo, pero con miedo de todas formas.
Asiento enérgicamente ante su pregunta, seguro le gustará el baño pues es bastante ostentoso. Hay una gran bañera jacuzzi en el centro y una gran ducha de un metro por un metro que deja caer el agua del techo como si fuese un bonito día de lluvia. Cosas que no me haría podido permitir con mi solo sueldo de científico pero además soy un heredero... Uno que ya se ha gastado todos los fondos pero al menos las casas las tengo.
- Amanita te acompañará, te buscaré algo de ropa limpia - comento caminando con ella hacia la escalera, de todas formas tengo que ir a mi habitación para conseguir un conjunto - Espero que no te importe tener que usar un pijama de... no importa - me interrumpo pues probablemente ni siquiera conoce la serie. De verdad debería considerar comprar algo más discreto pues los pijamas de Fiendfyre me están quedando algo lejanos.
Me sonrojo un poco con la siguiente pregunta y no sé que responder, porque una cosa es lo que quiero, otra cosa lo que debería y otra completamente diferente lo que probablemente sucederá - No puedo creer cómo pasé 31 años de mi vida en el celibato, claro que estuvo bueno - respondo al final dejando en la nada la segunda parte de la pregunta. Sexualmente soy un adolescente ahora mismo, encantado con lo que ha descubierto y muerto de ganas de repetirlo, pero con miedo de todas formas.
Asiento enérgicamente ante su pregunta, seguro le gustará el baño pues es bastante ostentoso. Hay una gran bañera jacuzzi en el centro y una gran ducha de un metro por un metro que deja caer el agua del techo como si fuese un bonito día de lluvia. Cosas que no me haría podido permitir con mi solo sueldo de científico pero además soy un heredero... Uno que ya se ha gastado todos los fondos pero al menos las casas las tengo.
- Amanita te acompañará, te buscaré algo de ropa limpia - comento caminando con ella hacia la escalera, de todas formas tengo que ir a mi habitación para conseguir un conjunto - Espero que no te importe tener que usar un pijama de... no importa - me interrumpo pues probablemente ni siquiera conoce la serie. De verdad debería considerar comprar algo más discreto pues los pijamas de Fiendfyre me están quedando algo lejanos.
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