Las clases comenzaron hace unas cuantas semanas ya pero nadie parece estar concentrado y no los culpo. El mundo es un lío y no se que pensar sobre todo lo que está ocurriendo. Lo que hicieron los rebeldes está mal pero tampoco me gusta la idea de ir quemando a todos aquellos que meten la pata en la vida ¿Qué tal si la explosión del taller hubiese pasado a mayores aquella vez? ¿Me habrían quemado a mí también? Claro que no, habría corrido como el infierno hacia cualquier sitio antes de que los aurores me atrapen. Y con ese pensamiento nació mi dilema. Siempre consideré trabajar para el departamento de seguridad en el futuro pero no se si pueda hacerlo si tengo que castigar de esa forma a la gente.

Pero como mamá dice, nunca sabes lo que piensas realmente sobre algo hasta que no lo vives en primera persona así que por eso me escapé de la escuela hoy para dar una visita al ministerio. Suerte que ellos trabajan en el seis así que jamás se enterarán de esto y realmente no veo a Dave paseando por el Capitolio con su nuevo estado constante de perrito mojado y enojado.

Al llegar al nuevo ministerio quedo con los ojos abiertos como platos, me paro frente a la puerta y doblo mi cuello todo lo que puedo para intentar ver la punta pero en vano. Me hace sentir más pequeña que de costumbre pero no me acobardo en mi plan, solo acomodo las correas de mi mochila y camino a paso seguro por la gran puerta. En el interior hay un montón de personas haciendo quien sabe qué, algunos beben café caminando lo cual se ve muy peligroso y otros hablan por teléfono como si estuviesen reclamando un mal envío al servicio de correos.

-Disculpe, señor, estoy buscando el departamento de aurores - pregunto a un hombre que encuentro con uniforme en uno de los rincones, luce como auror así que es un buen sitio por donde empezar - Mi nombre es Charlotte Phillipa Meyer y quiero saber en qué consiste la profesión para ver si dedicarme a eso en el futuro - sueno tan profesional que me soy risa a mí misma.

Como era de esperarse todo aquel alboroto terminaría en algo más grande, si es que se podía llamar así, los culpables habían sido quemados en la hoguera como si aquello fuera la edad media, querían enviar un mensaje de miedo, pero, solo lograrían poner más furiosos a los rebeldes, o incluso crear más. Tenían que pagar, pero me había parecido brutal y grotesco lo que habían hecho con aquellos dos. Ahora el gobierno se declaraba en estado de guerra, pero me preguntaba que tan diferente sería, ellos atacaban y nosotros también, como hasta ahora. ¿Sería todo más duro? Si era para defender a los inocentes entonces estaba bien, sobre los otros inocentes… era otro tema, esperaba el daño colateral no fuera alto.

El ministerio tiene más movimiento desde el día en que el ministro de defensa anunció aquello, siendo auror me afectaba, éramos los que estábamos en primera línea, y ahora en “guerra” también. No dejaba de pensar en como continuaríamos, ni en el chico Black, simplemente habíamos perdido a alguien importante, ese chico debía estar encarcelado, no porque tuviera la culpa, era solo su apellido, pero, mejor con nosotros que con los rebeldes.

De repente fui traído de nuevo al mundo real por una niña que se dirigió hacia mí, primero la observo pestañando, pensando en para que quería saber una niña donde estaba el departamento. Luego sin más sonrío ampliamente al escucharla, no hablaba como niña. -Buen día Charlotte. ¿Así que andas de paseo para aprender más del trabajo y así saber si dentro de… muchos años te conviertes en auror? -pregunté con una sonrisa, y con muchos años me refería a muchos, hasta era más chica que cuando a mí se me había puesto en la cabeza. -El departamento esta por ahí. -señalé a la izquierda del enorme edificio, donde seguramente se perdería. -Ehm… esto es un laberinto, pero justamente voy para allá. -añadí luego. ¿Pero estaba bien que ella fuera?

El hombre es amable y hasta sonrío así que me quedo más tranquila, bien podría haberme enviado a vender limonada o algo similar y no lo culparía pues siendo auror debe estar con los nervios de punta por todo el asunto de la guerra. Así que sin saber su nombre lo anoto en mi lista de personas que me caen bien así que le concedo usar mi apodo - Puede llamarme Charlie, señor - he visto en la tele que los soldados dicen la palabra "señor" al final de cada oración. Es gracioso en realidad "Quiero ir al baño, señor" "¿Puedo comerme la última papa, señor?" "Tiene migas en su bigote, señor". Dudo poder mantener eso por mucho.

- No dentro de tantos años, me veo pequeña pero ya tengo 12... Es mi último año de primero así que es mejor ir pensando - en realidad es super pronto, hasta ni parezco hija de mis padres al hacer planes con tanta anticipación. Pero soy algo indecisa así que es mejor así, no quiero encontrarme a mi misma a fines de segundo y sin saber qué demonios hacer con mi vida ¿Qué tal si termino vendiendo comida en un carrito? No... Probablemente terminaría en el taller - Dentro de 3 años ya podría comenzar a trabajar como mecánica en el ministerio - agrego pues tengo algunos conocimientos.

Miro en la dirección que me señala pero no logro ver un solo pasillo por la cantidad de gente que hay ¡Para colmo son todos altos! Así que me obstruyen la visión incluso más. Por suerte el hombre se ofrece a acompañarme y una vez más logra que me relaje ¡Que tipo más amable! - ¿Cómo se llama, señor? - pregunto pues ahora debe pasar a mi lista de personas favoritas - Y gracias por acompañarme ¡Vamos, vamos! - exclamo dando saltitos en la dirección que me ha señalado. Ahí se fue toda mi seriedad.