OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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A veces sentía que me faltaba el aire dentro de esas cuatro paredes que se supone que eran un refugio seguro. Pero nada era seguro en Neopanem ¿no? Ferdia estaba muerto, habíamos visto como lo asesinaban por no estar de acuerdo con las acciones del gobierno; por querer levantar la voz para luchar por los que no la tienen. Todos estaban destrozados y aunque yo apenas lo conocía, también, debido al terror de enfrentarme a una condena parecida por haber nacido donde nací, por ser quien era.
Había salido de la habitación y me había desmoronado en el pasillo; no quería despertar con mis llantos a nadie ni mucho menos provocar los gritos de alguien desesperado por dormir que no pudiera hacerlo. Me dejé caer contra la pared y luego resbalar gradualmente mientras me tapaba los oídos, pensando en Ken, que ya no estaba; en seth, en Ava, en Ben, en todos los que nos dejaron atrás, incluso hace años, cuando éramos demasiado pequeños para entender nada. Yo lo era, al menos.
Tenía que dejar de ver aquella guerra como si no fuera conmigo, pero no podía; cada vez que miraba hacia el exterior solo veía el horror de las muertes de personas que fueron en contra de un régimen cada vez más autoritario. ¿Cómo pretendían que luchara en una guerra que estábamos perdiendo? ¿Cómo iba a enfrentarse al miedo de morir cuando llegaban a salvo 17 años?
Las lágrimas salieron de mis ojos a borbotones, y mis manos pasaron de estar sobre mis oídos, intentando no escuchas las voces de mis propios recuerdos, a estar en mis labios para intentar contener los sollozos. Tenía miedo, más miedo del que había tenido nunca, en medio de un distrito que no conocía, en medio de una guerra que había empezado antes de que yo naciera. Pero la gente había seguido adelante, seguía luchando por lo que era correcto, y dejaban de lado sus temores; dejaban incluso de lado sus vidas por una causa que ¿a donde iba exactamente? ¡no lo sabía! Ese era el problema.
Había salido de la habitación y me había desmoronado en el pasillo; no quería despertar con mis llantos a nadie ni mucho menos provocar los gritos de alguien desesperado por dormir que no pudiera hacerlo. Me dejé caer contra la pared y luego resbalar gradualmente mientras me tapaba los oídos, pensando en Ken, que ya no estaba; en seth, en Ava, en Ben, en todos los que nos dejaron atrás, incluso hace años, cuando éramos demasiado pequeños para entender nada. Yo lo era, al menos.
Tenía que dejar de ver aquella guerra como si no fuera conmigo, pero no podía; cada vez que miraba hacia el exterior solo veía el horror de las muertes de personas que fueron en contra de un régimen cada vez más autoritario. ¿Cómo pretendían que luchara en una guerra que estábamos perdiendo? ¿Cómo iba a enfrentarse al miedo de morir cuando llegaban a salvo 17 años?
Las lágrimas salieron de mis ojos a borbotones, y mis manos pasaron de estar sobre mis oídos, intentando no escuchas las voces de mis propios recuerdos, a estar en mis labios para intentar contener los sollozos. Tenía miedo, más miedo del que había tenido nunca, en medio de un distrito que no conocía, en medio de una guerra que había empezado antes de que yo naciera. Pero la gente había seguido adelante, seguía luchando por lo que era correcto, y dejaban de lado sus temores; dejaban incluso de lado sus vidas por una causa que ¿a donde iba exactamente? ¡no lo sabía! Ese era el problema.
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He conseguido convencer a mi madre de que me deje quedarme en el apartamento, aunque lo cierto es que tampoco me ha costado mucho. Antes del juicio estaba enfurruñada con que debía volver a casa, pero ahora que estoy en esa lista de gente buscada, dice que lo mejor es que permanezca aquí. Me ha puesto la condición de pasar unos días en casa por mi cumpleaños utilizando un traslador, y en parte lo agradezco para poder desconectar del ambiente que se palpa en el loft estos días, desde que volvieron del rescate sin Ferdia. Es en parte por eso por lo que me limito a pasar los días en el jardín improvisado de Beverly, escondido del resto y con la única compañía de las plantas a las que voy cuidando. Y también en parte, para escapar de mis pensamientos. Claro que siempre supe que corría el riesgo de ser capturado, y de hecho, si acabé en el 14 en su momento fue precisamente porque huí de un grupo de aurores. El problema es que pensarlo es una cosa muy distinta a encontrarte con tu cara siendo retransmitida en todas las pantallas del país diciendo, en otras palabras, que eres un criminal.
Es del jardín de donde vengo cuando me encuentro con Delilah tirada en el suelo, en el pasillo de las habitaciones y llorando. — ¿Lilah? — Hablo prácticamente en un susurro porque la mayoría está durmiendo y no quiero molestar a nadie, pero también porque no sé qué decir porque no esperaba encontrarme con ella así. Me agacho para ponerme a su altura, y coloco mi mano sobre su antebrazo. En los casi seis meses que estuve en el 14 no es que hablásemos excesivamente porque durante el invierno no salía demasiado de la casa, y después, con quien cogí más confianza fue con Kendrick. Después de la destrucción del 14, me prometí tener más trato con el resto de los de mi edad porque podríamos haber muerto y haber perdido esa oportunidad de conocerlos... Y sobre todo porque estábamos solos y teníamos que sobrevivir sin ayuda de nadie; sin ayuda de ningún adulto. — ¿Qué pasa? — Hay demasiadas razones por las que podría estar así, y aun así, tengo que preguntarle igualmente. Ella no está entre los buscados, así que, al menos, supongo que puedo descartar esa opción.
Es del jardín de donde vengo cuando me encuentro con Delilah tirada en el suelo, en el pasillo de las habitaciones y llorando. — ¿Lilah? — Hablo prácticamente en un susurro porque la mayoría está durmiendo y no quiero molestar a nadie, pero también porque no sé qué decir porque no esperaba encontrarme con ella así. Me agacho para ponerme a su altura, y coloco mi mano sobre su antebrazo. En los casi seis meses que estuve en el 14 no es que hablásemos excesivamente porque durante el invierno no salía demasiado de la casa, y después, con quien cogí más confianza fue con Kendrick. Después de la destrucción del 14, me prometí tener más trato con el resto de los de mi edad porque podríamos haber muerto y haber perdido esa oportunidad de conocerlos... Y sobre todo porque estábamos solos y teníamos que sobrevivir sin ayuda de nadie; sin ayuda de ningún adulto. — ¿Qué pasa? — Hay demasiadas razones por las que podría estar así, y aun así, tengo que preguntarle igualmente. Ella no está entre los buscados, así que, al menos, supongo que puedo descartar esa opción.
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Escuchar mi apodo me hace tensarme. Dejo de llorar casi de inmediato intentando soltar unas risas amortiguadas entre los llantos para ocultar el hecho de que me he dejado llevar otra vez por todas las cosas que me pesan en el alma, y me limpio las lágrimas con la camisa con rapidez, como si pudiera así, ocultar todas las evidencias lo más rápido posible.
Por supuesto, no puedo, Kyle llega a mi cuando todavía estoy intentando calmarme y rastros de llanto se me convierten en carcajadas muy extrañas y sorbidos de mocos muy vergonzosos. Me detuve cuando sentí la mano de Kyle en mi antebrazo y eso le dio el impulso de decir algo, de contestar a su pregunta, como fuera, aunque fuera una verdad a medias, o una mentira edulcorada. — Nada. No es nada. Es solo que... me he acordado de una tontería, y luego una cosa llevó a la otra... — solo lo primero era cierto. Siempre que me desmoronaba empezaba así, con una tontería o un recuerdo que venía a mi mente como una ráfaga de algo salida de dios sabe donde y tras ella, muchas más que quebraban la poca seguridad que sentía. — y es solo que ahora no puedo parar de llorar — intenté soltar aquello como si fuera una broma, para ver si mi cerebro aligeraba un poco el mal sabor de boca que tenía y el peso del pecho. Pero dudaba que mi cerebro fuera tan idiota. — Echo de menos mi destartalado cuarto — dije ahogadamente. ¿Me habría oído? aquella última frase había sido un resquicio de debilidad.
Pensaba en Bev, en Zenda, incluso en Jared, cuando intentaba sacar valor de alguna parte, porque aunque ellos eran más pequeños siempre actuaban como si pudieran comerse el mundo. — ¿De donde vienes? Es tarde. — pregunté, acomodándome un mechón de pelo tras la oreja y reacomodándome en el suelo, pegando más la espalda a la pared, mirando hacia cualquier parte que no fuera él, como si pudiera esconder las lágrimas todavía.
Por supuesto, no puedo, Kyle llega a mi cuando todavía estoy intentando calmarme y rastros de llanto se me convierten en carcajadas muy extrañas y sorbidos de mocos muy vergonzosos. Me detuve cuando sentí la mano de Kyle en mi antebrazo y eso le dio el impulso de decir algo, de contestar a su pregunta, como fuera, aunque fuera una verdad a medias, o una mentira edulcorada. — Nada. No es nada. Es solo que... me he acordado de una tontería, y luego una cosa llevó a la otra... — solo lo primero era cierto. Siempre que me desmoronaba empezaba así, con una tontería o un recuerdo que venía a mi mente como una ráfaga de algo salida de dios sabe donde y tras ella, muchas más que quebraban la poca seguridad que sentía. — y es solo que ahora no puedo parar de llorar — intenté soltar aquello como si fuera una broma, para ver si mi cerebro aligeraba un poco el mal sabor de boca que tenía y el peso del pecho. Pero dudaba que mi cerebro fuera tan idiota. — Echo de menos mi destartalado cuarto — dije ahogadamente. ¿Me habría oído? aquella última frase había sido un resquicio de debilidad.
Pensaba en Bev, en Zenda, incluso en Jared, cuando intentaba sacar valor de alguna parte, porque aunque ellos eran más pequeños siempre actuaban como si pudieran comerse el mundo. — ¿De donde vienes? Es tarde. — pregunté, acomodándome un mechón de pelo tras la oreja y reacomodándome en el suelo, pegando más la espalda a la pared, mirando hacia cualquier parte que no fuera él, como si pudiera esconder las lágrimas todavía.
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No puedo evitar hacer una pequeña mueca cuando veo a Delilah reaccionar así, lo que provoca que tampoco sepa qué hacer yo en esta situación porque ahora mismo ni siquiera sé si está llorando todavía, o si es que ha empezado a reírse por algo que desconozco. Sea como sea, parece percatarse de mi presencia al fin y me responde, a lo que contesto yo de manera exagerada para intentar animarla un poco: — ¡Te vas a deshidratar si no paras de llorar! — Intento sonar todo lo dramático que puedo, y hago gestos con las manos para exagerar incluso más. — Sé dónde guardan unas cervezas de mantequillas. Si quieres, puedo robar un par y así recuperas el líquido perdido... — propongo. Siempre será más cómodo que estar aquí, tirados en el pasillo, donde tenemos que vigilar no hablar demasiado fuerte para no despertar ni alarmar a nadie. — Así me podrás contar qué recordaste. — Puedo entender a lo que se refiere cuando dice lo de su cuarto porque yo mismo tuve que abandonar mi hogar corriendo cuando era pequeño, aunque las circunstancias fueran diferentes. No es fácil perder todo lo que has conocido de un día para otro. Quizá las situaciones fueran diferentes, pero el trasfondo es el mismo porque en ambos casos fue por culpa de este Gobierno. — Si quieres, claro — puntualizo.
Me incorporo y una vez estoy de pie, le tiendo la mano para ayudarla a levantarse. — Venía del jardín que tiene Bev. Necesitaba estar solo mientras el resto todavía no se había marchado a dormir — explico, y estoy seguro de que entenderá por qué lo digo, viendo cómo está ella. Somos demasiadas personas viviendo aquí y, aun así, a veces este lugar se me hace demasiado grande. Hay un instante en el que estoy a punto de decirle que vi a Ken cuando se marchó, pero decido que de decirlo, lo mejor será hacerlo en un sitio donde no puedan escucharnos con tanta facilidad, y más con el silencio de la noche. Sé que le prometí a Kendrick que no se lo contaría a nadie, pero Delilah no es alguien cualquiera... Y además, a estas alturas seguro que está bien lejos del distrito 5, si es que al final ha decidido ir en busca de su tía.
Me incorporo y una vez estoy de pie, le tiendo la mano para ayudarla a levantarse. — Venía del jardín que tiene Bev. Necesitaba estar solo mientras el resto todavía no se había marchado a dormir — explico, y estoy seguro de que entenderá por qué lo digo, viendo cómo está ella. Somos demasiadas personas viviendo aquí y, aun así, a veces este lugar se me hace demasiado grande. Hay un instante en el que estoy a punto de decirle que vi a Ken cuando se marchó, pero decido que de decirlo, lo mejor será hacerlo en un sitio donde no puedan escucharnos con tanta facilidad, y más con el silencio de la noche. Sé que le prometí a Kendrick que no se lo contaría a nadie, pero Delilah no es alguien cualquiera... Y además, a estas alturas seguro que está bien lejos del distrito 5, si es que al final ha decidido ir en busca de su tía.
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