En algún momento de las últimas semanas y todas las cosas horribles que habíamos vivido, mi mente desconectó; era como si lo que sentía estuviera al otro lado de una pantalla gigante transparente que lo aislaba y amortiguaba. Nadie me había dicho directamente que tenía que hacer algo, pero mi cabeza fue sacando esa frase de alguna parte: no era porque no fueran mis asuntos; no era porque no sacara nada de eso; luchábamos porque era lo correcto. Había estado atemorizada de la decisión que podían causar esas palabras en el futuro, pero un día, de forma muy repentina, reconocí la voz de quien las decía.

Echo fue como un padre para mi luego de que Vennet y Sebastian se fueran; y siempre lo recordaría. A veces creía que lo había olvidado por completo y entonces veía algo, o pensaba en algo, y me acordaba de él. Esas palabras susurradas habían atravesado mis tímpanos en más de una ocasión, luego de que alguien me lastimara en una pelea por error. «No quiero luchar» le decía; «debes, porque algún día no tendrás elección». De verdad esperaba que ese día nunca llegara, pero lo había hecho, me había atropellado como si fuera una niña de 5 años que cruza la calle sin mirar.

— Quiero ayudar — por lo general, me mantenía en segundo plano; uno donde nadie me viera, donde si asignaban una tarea o pedían voluntarios, no fuera a mi a la primera a la que vieran; pero la situación era desesperada, casi todos los informantes de la Red habían sido trágicamente condenados a muerte, asesinados, o estaban desaparecidos y yo (se lo había escuchado decir a otros) era una de las pocas caras aún sumidas en el anonimato. «A veces, el deber te llama Lilah; y cuando lo haga, no será una llamada de la que puedas pasar». Tal vez para nadie supusieran mucho esfuerzo aquellas palabras, pero para mi, lo eran todo, había requerido toda la valentía de la que disponía y de la que disponían todos los que conocía para poder decirlo.

A cambio de aprender como trabajaba la red, me pidieron que les enseñara a luchar, lo cual me hizo reír de forma involuntaria. ¿Yo, enseñándoles a luchar? pero realmente no era a mi a quien querían, sino los conocimientos que Echo me... nos... había dado a todos los del 14. Pensar en que eso era lo único que me quedaba de un hombre al que quise como si fuera mi propio padre me hizo empañar los ojos en lágrimas, pero al final acabé asintiendo. Tal vez él se hubiera ido, pero lo que nos enseñó, prevalecería mucho más tiempo en este mundo.

Acabamos de mudarnos a una fábrica después de que el apartamento se nos quedara pequeño, por suerte, en el cinco habían muchas de ellas, y aunque la mayoría estaba en un estado deplorable, habíamos encontrado una cuyos cimientos parecían de plomo y cuyo techo aún seguía intacto. Tenía dos plantas e inmensos pasillos, escaleras metálicas por todas partes que daban acceso a los distintos lugares y algunas rudimentarias oficinas con cristales en vez de paredes. Pero no me quejaba. Había estado en la calle sin un techo sobre mi cabeza y esto seguía siendo mejor que eso. Además, teníamos más espacio, incluido el que necesitábamos para entrenar.

Seguía incómoda con la idea de ser yo quien dirigiera esto, cuando también estaba Kyle; aunque con la excusa de que solo estuvo con nosotros dos semanas, lo entendía. Todos se habían reunido en la ala vacía del extremo sur para esa clase, que sería la primera de muchas, donde intentaría recordar incluso las cosas que me negué a hacer porque no me gustaban, dolían, o me daban miedo. El miedo había dejado de ser una opción. — Lección número 1: estar en el suelo el menor tiempo posible. En el suelo, eres un blanco fácil y si eres fácil, estás muerto. — empezó, había cosas que recordaba con tanta claridad que la voz de Echo se las susurraba al oído aún desde sus recuerdos. — Vamos a trabajar en eso. Poneros por parejas. Van a tratar de tirarse mutuamente al suelo, el que se caiga será la víctima y tratará de levantarse lo más rápido que pueda, o buscar otra salida, rodar, o defenderse si estas en una buena posición son buenas alternativas; el que se quede en pie, atacará lo más rápido que pueda una vez el otro esté en el suelo. Si alguno reduce al otro más de 5 segundos, está muerto — se decanto. Los dejó trabajar a su bola un rato y agarró la mano de Jared para atraerlo con ella. — tu y yo vamos a aprender a hacer otra cosa. ¿Vale?

Llevo horas recorriendo los pasillos de nuestro nuevo hogar intentando hacerme a la idea de que serán las paredes que veré la mayor parte del día por lo que queda de mi vida, o al menos hasta que por algún milagro deje de ser considerada una enemiga del gobierno. Es estúpido sentirme de esta forma pues ya nos hemos mudado antes, desde que la red nació hace diez años una de las reglas principales era mantenerse en movimiento para no ser atrapados... Hasta que encontramos el loft. Ese lugar guarda historias, es dónde por fin nos convertimos en un equipo sólido y lo extrañaré muchísimo. Pero esto es lo mejor. El equipo ha crecido y si bien la mayor parte de los habitantes del distrito 14 ha ido por su camino, aún tenemos a otros que pasarán a formar parte de nuestra familia.

Ingreso a la que es mi nueva habitación y me cambio la ropa por algo más cómodo, mi traje de espía por decirlo de alguna forma, y salgo rumbo a al planta baja en donde tengo entendido que Delilah nos dará unas cuántas lecciones sobre lo que Echo les enseñó en el distrito 14. En realidad no estoy segura de necesitarlas pues yo misma he sido alumna en su momento y lo compruebo al escuchar a lo lejos las palabras que escuché el primer día estando en el 14, palabras que debería haber recordado pues quizás entonces no habría pasado lo que pasó. Levantarse rápido.

Al llegar al cúmulo de gente me apoyo sobre una de las columnas y observo en silencio, colaboraré de ser necesaria mi presencia pero de momento creo que prefiero ver como los niños aprenden... Porque sí, de repente tenemos más niños que adultos y creo que esa es la única razón por la cual no me he desmoronado por completo las últimas semanas. Solo intento pensar que lo ocurrido no fue más que un sueño, uno del que desperté en una realidad distinta pero quizás mejor... No, una realidad no, una burbuja que temo que explote en cualquier momento.

Una vez lei que la vida esta compuesta de cambios y que como te adaptas a ellos demuestra tu madurez, si asi es entonces ya puedo declararme una adulta, las pruebas son más que claras: me estoy instalando en lo que seria mi 4to hogar en menos de un mes, mi familia esta dispersa y siendo cazada por el gobierno sino muerta, Ken se escapó por su cuenta y me lo estoy tomando mucho mejor de lo que esperaba, y la cereza del pastel es que aparezco en el top 20 de los más buscados por una misión que iba de reunir mi ship y termino en desgracia y posiblemente el final de mi carrera como doctora. Realmente lo estoy llevando como una campeona, si Ben se pasara a saludar estaría orgulloso, hasta yo estoy orgullosa.

Podía crear una nueva familia, incluso ya había nuevos miembros y podría explorar mi sexualidad mejor que a comparación del 14, tenía un cuarto para mí sola después de compartir espacio con otras 5 personas por semanas y podría decorarlo como quisiera, y mi carrera tampoco era tan definitiva, aun tenía años para descubrir mi vocación. Mirando el lado positivo de la vida casi ni parecía tan mal.

Estaba platando de nuevo mis bebes en una oficina que ya había tomado como mía cuando nos convocaron a lo que creo que es el espacio en común por tener el sillon, y todo mi positivismo se va al traste cuando Delilah empieza a dar indicaciones de entrenamiento.

Nop, no deje el 14 para que el entrenamiento de Echo me persiguiera por todos estos distritos y me alcanzara.

- ¿Quiénes ya sabemos quedamos libres no? Aun tengo mucho que hacer - le explico a mi queridisima amiga - Mucha suerte igual, lo estas haciendo genial - tampoco le podía tirar a abajo su esfuerzo como profe.