OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Lo único que llego a captar antes de que Castairs nos haga aparecernos en los pasillos del hospital es el sonido seco de un disparo. Después de eso, todo es un caos. No estoy acostumbrado a no ser yo quien dé las instrucciones, incluso ahora que mi tarea ya no es ejercer como médico, no me gusta no tener la situación bajo mi control. No han sido muchas las veces que me ha tocado ser paciente y normalmente eso siempre ha conllevado una mala noticia, motivo por el que en vez de limitarme a estar callado y dejar que los medimagos hagan su trabajo, actúo como un histérico. Lo culpo al hecho de haber estado encerrado en una habitación durante más de una semana sin comunicación con el exterior y en condiciones lamentables. Pese a que estoy rodeado de gente que conozco, caras que deberían transmitirme confianza, la sensación de amenaza sigue acomodándose bajo mi piel.
Estoy consciente cuando alguien me obliga a tumbarme en una camilla y lo sigo estando cuando alguien me reafirma estar a salvo, o eso es lo que entiendo por su asentimiento de cabeza porque honestamente, llegar no me llega ni una palabra de lo que dice. El pitido de mis oídos es demasiado alto y molesto como para entender que está pasando, al mismo tiempo que ellos tampoco parecen comprender que lo único que quiero ahora mismo es ver a mi familia. No importa que respirar se sienta como pujar por una piedra pesada, ni que la debilidad que se acumula en mis músculos haga imposible que pueda dar dos pasos sin que se me doblen las rodillas, solo necesito que estén bien. Me enfada que nadie haga caso a mis peticiones, por eso trato de levantarme en más de una ocasión para imponer mi autoridad, pero no tengo tiempo de rozar el suelo con los pies antes de que una nube negra y borrosa se apodere de mi cabeza.
Para cuando despierto, mi cuerpo se siente el triple de magullado que la última vez, trato de enfocar con los ojos donde me encuentro, solo para terminar haciendo una mueca cuando una punzada de dolor atraviesa mi columna. Hacer los movimientos más básicos como mover los dedos de la mano me cuestan horrores, pero una vez los pongo a actuar el dolor en mis músculos se torna un poco más llevadero. Tras unos minutos, me digno a apretar el botón a la izquierda para que alguien acuda, y solo espero que esta vez sí estén dispuestos a hacerme caso. Sin embargo, me basta una mirada hacia la puerta para diferenciar las figuras de seguridad plantadas fuera frente a ella. Me encuentro llamándoles, pero o están sordos o no tienen el más mínimo interés en mí. Pasan unos segundos antes de que una cabellera rubia que creo conocer se asome. – ¿Lulú? Estás bien. – Murmuro y suelto un suspiro de alivio que llena toda la habitación.
Estoy consciente cuando alguien me obliga a tumbarme en una camilla y lo sigo estando cuando alguien me reafirma estar a salvo, o eso es lo que entiendo por su asentimiento de cabeza porque honestamente, llegar no me llega ni una palabra de lo que dice. El pitido de mis oídos es demasiado alto y molesto como para entender que está pasando, al mismo tiempo que ellos tampoco parecen comprender que lo único que quiero ahora mismo es ver a mi familia. No importa que respirar se sienta como pujar por una piedra pesada, ni que la debilidad que se acumula en mis músculos haga imposible que pueda dar dos pasos sin que se me doblen las rodillas, solo necesito que estén bien. Me enfada que nadie haga caso a mis peticiones, por eso trato de levantarme en más de una ocasión para imponer mi autoridad, pero no tengo tiempo de rozar el suelo con los pies antes de que una nube negra y borrosa se apodere de mi cabeza.
Para cuando despierto, mi cuerpo se siente el triple de magullado que la última vez, trato de enfocar con los ojos donde me encuentro, solo para terminar haciendo una mueca cuando una punzada de dolor atraviesa mi columna. Hacer los movimientos más básicos como mover los dedos de la mano me cuestan horrores, pero una vez los pongo a actuar el dolor en mis músculos se torna un poco más llevadero. Tras unos minutos, me digno a apretar el botón a la izquierda para que alguien acuda, y solo espero que esta vez sí estén dispuestos a hacerme caso. Sin embargo, me basta una mirada hacia la puerta para diferenciar las figuras de seguridad plantadas fuera frente a ella. Me encuentro llamándoles, pero o están sordos o no tienen el más mínimo interés en mí. Pasan unos segundos antes de que una cabellera rubia que creo conocer se asome. – ¿Lulú? Estás bien. – Murmuro y suelto un suspiro de alivio que llena toda la habitación.
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Creo que en estas últimas semanas he envejecido al menos una década más de la que debería tener. Y si no fue en las últimas semanas, definitivamente lo había hecho en esta última hora. Cada segundo del intercambio, cada palabra, cada acción… ver todo reflejado en las pantallas de la sala había sido una prueba para mis nervios, y pese a que fui todo lo profesional que podía ser, desde el mismo momento en el que Carstairs desapareció con Nick, había querido levantarme del asiento para seguirlo. Luego pasó lo de Annie Weynart, y para el momento en el que sí pude salir de esa sala, el “tener que controlar las políticas de difusión en el hospital” era más una excusa que mi deber en sí mismo. Me sentía como una completa cobarde, pero no podía permanecer un segundo más ahí dentro.
Aparecerme en el hospital me había tomado un par de segundos, e hizo falta todo el profesionalismo que había adquirido hasta entonces para poder mantenerme estoica y pedir que se activen los protocolos de confidencialidad. Todavía no estaba definido el cómo se iba a manejar la información del intercambio y no queríamos activar alarmas innecesarias. No necesitábamos a la prensa detrás de nuestros cuellos antes de siquiera poder corroborar el estado de los nuestros. Podía imaginar los encabezados que habría si no lográbamos contener la situación, y ninguno sonaba muy favorecedor.
Para cuando de verdad termino de hablar con los responsables, asegurando que el personal haya firmado todos los documentos correspondientes, y que no se haya filtrado ningún tipo de dato relevante, ya han pasado al menos un par de horas. Y para cuando llego a la habitación en la que sabía que estaba Nick, desperdicio otro par de minutos identificandome ante el personal que está custodiando la sala. Al menos podía decir que las medidas funcionaban…
- Debo verme peor de lo que creo si eso es lo primero que preguntas al verme. - Y cierro la puerta detrás de mi antes de acercarme hasta su cama. Arrimando una de las sillas que se encuentra cerca, y tomando una de sus manos entre las mías en lo que tomo asiento. - Hazme un favor, y trata de nunca volver a hacerme pasar por esto. - y en un impulso, beso el dorso de su mano antes de esconder mi rostro contra ella. No lloro, pero poco es lo que me falta para hacerlo ya que, por primera vez en días, puedo sentir que mis pulmones dejan de estar oprimidos contra mi columna.
Aparecerme en el hospital me había tomado un par de segundos, e hizo falta todo el profesionalismo que había adquirido hasta entonces para poder mantenerme estoica y pedir que se activen los protocolos de confidencialidad. Todavía no estaba definido el cómo se iba a manejar la información del intercambio y no queríamos activar alarmas innecesarias. No necesitábamos a la prensa detrás de nuestros cuellos antes de siquiera poder corroborar el estado de los nuestros. Podía imaginar los encabezados que habría si no lográbamos contener la situación, y ninguno sonaba muy favorecedor.
Para cuando de verdad termino de hablar con los responsables, asegurando que el personal haya firmado todos los documentos correspondientes, y que no se haya filtrado ningún tipo de dato relevante, ya han pasado al menos un par de horas. Y para cuando llego a la habitación en la que sabía que estaba Nick, desperdicio otro par de minutos identificandome ante el personal que está custodiando la sala. Al menos podía decir que las medidas funcionaban…
- Debo verme peor de lo que creo si eso es lo primero que preguntas al verme. - Y cierro la puerta detrás de mi antes de acercarme hasta su cama. Arrimando una de las sillas que se encuentra cerca, y tomando una de sus manos entre las mías en lo que tomo asiento. - Hazme un favor, y trata de nunca volver a hacerme pasar por esto. - y en un impulso, beso el dorso de su mano antes de esconder mi rostro contra ella. No lloro, pero poco es lo que me falta para hacerlo ya que, por primera vez en días, puedo sentir que mis pulmones dejan de estar oprimidos contra mi columna.
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No, no estoy alucinando, es realmente Eloise, estoy seguro de ello cuando su voz llega a mis oídos con una claridad inmediata, incluso cuando el sedante todavía me tiene un poco atontado. Lo cual agradezco, porque en cuanto trato de reincorporarme un poco en el sitio, las costillas no me duelen tanto como hace unas horas. Aun así, suelto un pequeño gruñido y dejo reposar la espalda en la almohada que tengo tras ella, un poco baja para mi gusto, pero no estoy para quejarme. — No sabes cuánto me alegro de verte. Hubo varias ocasiones en las que creía que no volvería a hacerlo. — La primera empezando por cuando me desperté en un cuchitril con mis compañeros, demasiado herido como para enterarme de lo que estaba ocurriendo. Las demás vinieron después. El aspecto que tenga no importa mientras esté viva. — ¿Dónde está Oliver? — He querido hacer esa pregunta desde que llegué, pero nadie ha sabido contestarme lejos de una instrucción sobre mantenerme quieto. Ella es la única que sé que puede darme una respuesta concreta.
Sus manos se sienten cálidas cuando atrapa la mía, con temor de que el contacto sea irreal después de la tortura que han significado los últimos días, aprieto sus dedos con la poca fuerza que me es posible. — Lo intentaré. — Digo medio en broma, medio en serio, sin poder contener una sonrisa tras suspirar. Lo que ocurrió en el atentado se siente como un recuerdo lejano, a sabiendas de que ocurrió hace menos tiempo del que me gustaría. — ¿Ariadna está bien? — Si mi memoria no me falla, la cual tampoco estoy seguro de que funcione tan bien siendo que estoy enchufado a un suero, la última vez que la vi fue justo después de acabar con el troll, cuando estaba ayudando a los heridos. Sin embargo, por la expresión corporal de Eloise, mi preocupación se reduce a unas simples heridas y malos sueños que haya podido tener mi sobrina.
Me reincorporo lo suficiente como para alcanzar a mirarla desde una posición más cómoda, posando mi otra mano encima de las suyas después del beso. — Puede que no haya estado en mis mejores capacidades físicas y mentales, pero, ¿es verdad? — No hace falta que lo nombre para que sepa que estoy hablando del chico Black, ese mismo con el que estuvimos combatiendo mi mejor amiga y yo. Si algo entendí en las cuevas es que ninguno de los dos bandos estaba al tanto de lo que estaba ocurriendo, de manera que la miro con intenciones de buscar una explicación.
Sus manos se sienten cálidas cuando atrapa la mía, con temor de que el contacto sea irreal después de la tortura que han significado los últimos días, aprieto sus dedos con la poca fuerza que me es posible. — Lo intentaré. — Digo medio en broma, medio en serio, sin poder contener una sonrisa tras suspirar. Lo que ocurrió en el atentado se siente como un recuerdo lejano, a sabiendas de que ocurrió hace menos tiempo del que me gustaría. — ¿Ariadna está bien? — Si mi memoria no me falla, la cual tampoco estoy seguro de que funcione tan bien siendo que estoy enchufado a un suero, la última vez que la vi fue justo después de acabar con el troll, cuando estaba ayudando a los heridos. Sin embargo, por la expresión corporal de Eloise, mi preocupación se reduce a unas simples heridas y malos sueños que haya podido tener mi sobrina.
Me reincorporo lo suficiente como para alcanzar a mirarla desde una posición más cómoda, posando mi otra mano encima de las suyas después del beso. — Puede que no haya estado en mis mejores capacidades físicas y mentales, pero, ¿es verdad? — No hace falta que lo nombre para que sepa que estoy hablando del chico Black, ese mismo con el que estuvimos combatiendo mi mejor amiga y yo. Si algo entendí en las cuevas es que ninguno de los dos bandos estaba al tanto de lo que estaba ocurriendo, de manera que la miro con intenciones de buscar una explicación.
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Lo primero que se me pasa por la mente al ver su pequeño acto de terquedad, es querer rodar los ojos. No lo hago, y me limito a hacer aparecer otra almohada con un movimiento de la varita, justo detrás de su espalda. Conozco sus mañas, y si bien no sería lo más adecuado para el resto de los pacientes, había visto el reporte de su estado. Una almohada extra no haría ningún daño permanente. - Ya, estás aquí y eso es lo que importa. - Corto su línea de pensamiento porque no quiero admitir en voz alta que ese había sido mi más grande temor estos días. - Oli se estuvo quedando conmigo. Quise convencerlo de que fuese con sus tías pero no quiso. - Según él, alguien debía cuidarnos, y si bien no dudaba de sus intenciones, sabía a ciencia cierta que el motivo principal era querer estar informado. No era tonto y sabía que yo me enteraría cualquier cosa antes que las hermanas de su padre.
Su apretón se siente débil, pero a la vez es un gesto tan Nick que me obliga a levantar la vista hasta su rostro. Lo examino, como si hubiese alguna posibilidad de que esto fuese una retorcida pesadilla de la cual no quería salir, hasta que me aseguro que no lo es y que de verdad se encuentra delante mío. No sano, probablemente no del todo a salvo, pero lo suficiente como para saber que no corría riesgo de perderlo de manera inminente. - Físicamente está perfecta, psicológicamente hablando… No sé por qué se le ha metido en la cabeza que ella podría haber hecho algo para impedir tu captura, pero supongo que lo superará cuando podamos comunicar que están a salvo. - Faltarían un par de horas para ello, pero tal vez lograba enterarse antes al trabajar aquí mismo y dejaría de mirarme como si la hubiese pateado en medio del estómago. - Le diré que traiga a Oli cuando pueda. - Le aseguro, porque sé que querrá ver a su hijo cuanto antes.
Se me dibuja una mueca en la cara cuando decide que, sin importar que su salud es más importante, decide que la política le importa casi lo mismo. - Lo es, nos enteramos el día anterior y decidimos como actuar en base a eso. No esperábamos… - Que nada saliese de la forma en la que lo había hecho. - No sé lo que va a significar a futuro. De momento se solicitó el silencio a todos los presentes pero… no estoy segura de cuánto vaya a demorar en salir a la luz. Estas cosas… - Tomo aire y lo observo, tratando de encontrar en sus facciones la respuesta a una pregunta que ni siquiera he terminado de formular en mi cabeza.- Tú lo viste, es un niño… ¿Cómo? - y no sabía como continuar.porque era un niño, pero era el mismo niño que se había batido a duelo con dos adultos experimentados, y prácticamente salido victorioso. - Vi los informes médicos, tus heridas son las mismas de aquella noche, ¿o ellos…?- Si eran capaces de matar a sangre fría sin que les temblase el pulso, no quería imaginar lo que pudiesen haberle hecho a Nicky.
Su apretón se siente débil, pero a la vez es un gesto tan Nick que me obliga a levantar la vista hasta su rostro. Lo examino, como si hubiese alguna posibilidad de que esto fuese una retorcida pesadilla de la cual no quería salir, hasta que me aseguro que no lo es y que de verdad se encuentra delante mío. No sano, probablemente no del todo a salvo, pero lo suficiente como para saber que no corría riesgo de perderlo de manera inminente. - Físicamente está perfecta, psicológicamente hablando… No sé por qué se le ha metido en la cabeza que ella podría haber hecho algo para impedir tu captura, pero supongo que lo superará cuando podamos comunicar que están a salvo. - Faltarían un par de horas para ello, pero tal vez lograba enterarse antes al trabajar aquí mismo y dejaría de mirarme como si la hubiese pateado en medio del estómago. - Le diré que traiga a Oli cuando pueda. - Le aseguro, porque sé que querrá ver a su hijo cuanto antes.
Se me dibuja una mueca en la cara cuando decide que, sin importar que su salud es más importante, decide que la política le importa casi lo mismo. - Lo es, nos enteramos el día anterior y decidimos como actuar en base a eso. No esperábamos… - Que nada saliese de la forma en la que lo había hecho. - No sé lo que va a significar a futuro. De momento se solicitó el silencio a todos los presentes pero… no estoy segura de cuánto vaya a demorar en salir a la luz. Estas cosas… - Tomo aire y lo observo, tratando de encontrar en sus facciones la respuesta a una pregunta que ni siquiera he terminado de formular en mi cabeza.- Tú lo viste, es un niño… ¿Cómo? - y no sabía como continuar.porque era un niño, pero era el mismo niño que se había batido a duelo con dos adultos experimentados, y prácticamente salido victorioso. - Vi los informes médicos, tus heridas son las mismas de aquella noche, ¿o ellos…?- Si eran capaces de matar a sangre fría sin que les temblase el pulso, no quería imaginar lo que pudiesen haberle hecho a Nicky.
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La mirada de agradecimiento que le lanzo cuando una almohada nueva aparece en mi espalda es suficiente para no tener que hacerlo con palabras, así que termino de acomodarme con un suspirito de satisfacción. — Por qué no me sorprende... — Farfullo sin apenas poder contener una sonrisa cuando habla de mi hijo. Lo conozco tan bien que no habría puesto en duda ni un segundo que, siendo que yo estaba fuera de combate, él se encargaría de cuidarlas. Temo más por la reacción de mis hermanas, seguro de que, por más de haber sido yo el que terminó capturado, tendrán alguna excusa para echarme la charla de irresponsable. Eso me recuerda algo, y tomando las manos de Eloise entre las mías, agacho un poco mi barbilla en busca de su mirada. — Escucha, yo... Respecto a lo que ocurrió... Siento no haberte protegido, a ninguna de las dos. — Me cuesta arrancar las palabras, ahogado un poco en la culpa que me carcome. Si les hubiera llegado a pasar algo, no me lo perdonaría jamás, afortunadamente todo terminó en una mala experiencia de la cual los tres salimos vivos. Pude con un león de diez metros, un troll si acaso, pero no pude con un chaval, eso hace que me sienta patético en mi propia desgracia.
Sueltos sus manos para llevarme una de las mías al cuello, ayudándome de la misma para masajearlo con suavidad y comprobar que, de a malas, no me he quedado tieso. No obstante, lo que me dice acerca de Ariadna hace que transforme mi cara en una mueca completa de negación. — Eso hubiera sido muy irresponsable, dios sabe que de intentarlo podrían haberla secuestrado a ella también. No... No había nada que hacer. —Chasco la lengua en desacuerdo. Agradezco los actos heroicos de mi sobrina, de verdad, pero eso no me va a quitar de tener una charla con ella en cuanto esté en disposición de hacerlo. Asiento ante la petición de traer a mi hijo, un poco resentido de que aun tenga que esperar un par de horas más para poder hacerlo. Aun siento que voy a evaporarme de aquí en cualquier momento y volver al cuartillo en vete tú a saber donde.
Pretengo que no se note que sus palabras me son difíciles de tragar, como si la garganta se me hubiera cerrado de golpe al punto de que me cuesta hasta pasar saliva. La idea de que hemos dejado andar a un Black suelto y que ese mismo Black sea el crío con quien combatimos en el atentado, produce que unas arrugas nuevas aparezcan en mi frente. — Es un niño. — Afirmo, dándome tiempo a colocar las ideas en mi cabeza. — Pero ya hemos podido comprobar como actúan, sin escrúpulos, sin ningún respeto por la vida de nuestros ciudadanos. Son unos salvajes, no sé por qué me sorprende que hayan querido hacer lo mismo con los más jóvenes. — El solo pensamiento me provoca repulsión, pensar que fuera hay gente capaz de instruir a chavales en base al terrorismo contra nuestra nación. Lo siguiente, sin embargo, hace que sacuda levemente la cabeza, frunciendo aún más las cejas en lo que la mirada se me ensombrece. — Es extraño. Quiero decir, no es que fueran de lo más amables con nostros, pero en ningún momento trataron de sacarnos información. — No que fuéramos a dársela, pero eso no hace que su comportamiento dejara de ser raro, siendo que fueron ellos los mismos que soltaron las bombas. — Solo espero que puedan identificarlos. — Concluyo, de seguro ya hay personas que se están encargando de eso en este preciso momento.
Sueltos sus manos para llevarme una de las mías al cuello, ayudándome de la misma para masajearlo con suavidad y comprobar que, de a malas, no me he quedado tieso. No obstante, lo que me dice acerca de Ariadna hace que transforme mi cara en una mueca completa de negación. — Eso hubiera sido muy irresponsable, dios sabe que de intentarlo podrían haberla secuestrado a ella también. No... No había nada que hacer. —Chasco la lengua en desacuerdo. Agradezco los actos heroicos de mi sobrina, de verdad, pero eso no me va a quitar de tener una charla con ella en cuanto esté en disposición de hacerlo. Asiento ante la petición de traer a mi hijo, un poco resentido de que aun tenga que esperar un par de horas más para poder hacerlo. Aun siento que voy a evaporarme de aquí en cualquier momento y volver al cuartillo en vete tú a saber donde.
Pretengo que no se note que sus palabras me son difíciles de tragar, como si la garganta se me hubiera cerrado de golpe al punto de que me cuesta hasta pasar saliva. La idea de que hemos dejado andar a un Black suelto y que ese mismo Black sea el crío con quien combatimos en el atentado, produce que unas arrugas nuevas aparezcan en mi frente. — Es un niño. — Afirmo, dándome tiempo a colocar las ideas en mi cabeza. — Pero ya hemos podido comprobar como actúan, sin escrúpulos, sin ningún respeto por la vida de nuestros ciudadanos. Son unos salvajes, no sé por qué me sorprende que hayan querido hacer lo mismo con los más jóvenes. — El solo pensamiento me provoca repulsión, pensar que fuera hay gente capaz de instruir a chavales en base al terrorismo contra nuestra nación. Lo siguiente, sin embargo, hace que sacuda levemente la cabeza, frunciendo aún más las cejas en lo que la mirada se me ensombrece. — Es extraño. Quiero decir, no es que fueran de lo más amables con nostros, pero en ningún momento trataron de sacarnos información. — No que fuéramos a dársela, pero eso no hace que su comportamiento dejara de ser raro, siendo que fueron ellos los mismos que soltaron las bombas. — Solo espero que puedan identificarlos. — Concluyo, de seguro ya hay personas que se están encargando de eso en este preciso momento.
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- Nicholas Edvind Helmuth.- Mi voz es tajante, y a riesgo de sonar todo lo madre y profesora que soy, mi postura se torna todo lo erguida que es capaz mientras lo miro con firmeza. - Hazme el favor, y trata de no decir nunca más una estupidez de ese estilo. - Porque nada había más lejos de la verdad. No tenía el deber de protegernos, jamás lo había tenido y aún así se esmeraba por jamás permitir que no nos faltase nada. ¿De qué demonios se disculpaba? ¿Tenía que recordarle que era él quien había saltado en nuestra ayuda a cada momento? - Como verás, estoy perfectamente, y Ariadna otro tanto. Eres tú el que terminó capturado por un grupo terrorista por el solo afán de arriesgarte por nosotras. Así que no. Jamás vuelvas a disculparte por algo como eso. - Y quisiera dar por cerrado ese tema, pero lo conozco lo suficiente como para saber que encontrará la manera de seguir sintiéndose culpable de algo que no es responsabilidad suya, y que será mi deber en esos momentos el recordarle que es un idiota.
Al menos concuerda con mi opinión respecto a Ariadna y eso me alivia. Como buena hija, era una especie de deber el contradecirme, y el mío contradecirla. En esos momentos, siempre dependía de que Nick no la sobreprotegiese o le diera la razón, así que el presentar un frente unido, aunque sea en algo como eso, me daba una ventaja. - Y agradezco su breve momento de lucidez, porque no podría haber soportado el no tenerlos a ninguno de los dos. - Ya había costado su ausencia, como para sumarle la preocupación de la desaparición de mi hija.
- Me conoces Nicky, salvaje o no, sigue siendo un niño al que voy a tratar de llegar. Si luego resulta que no es posible… pues lo veremos a su debido momento. Ahora, incluso aunque eso ha significado perderte por unos momentos, no puedo juzgarlo con la cabeza en frío. - giro la cabeza con rapidez y compruebo que la puerta está cerrada antes de incorporarme. Son pocos pasos los que me toma situarme a la par suya, y cuando lo hago, llevo una mano a sus cabellos y la otra a su antebrazo. - Las identificaciones ya se están procesando, y si no te hicieron nada, ya se encargaran otros de tomarte declaración y analizar sus motivos. De momento, lo único que me importa es que te encuentras aquí. - Y es la verdad. Al menos por un par de horas podía concentrarme en que se encontraba bien.
Al menos concuerda con mi opinión respecto a Ariadna y eso me alivia. Como buena hija, era una especie de deber el contradecirme, y el mío contradecirla. En esos momentos, siempre dependía de que Nick no la sobreprotegiese o le diera la razón, así que el presentar un frente unido, aunque sea en algo como eso, me daba una ventaja. - Y agradezco su breve momento de lucidez, porque no podría haber soportado el no tenerlos a ninguno de los dos. - Ya había costado su ausencia, como para sumarle la preocupación de la desaparición de mi hija.
- Me conoces Nicky, salvaje o no, sigue siendo un niño al que voy a tratar de llegar. Si luego resulta que no es posible… pues lo veremos a su debido momento. Ahora, incluso aunque eso ha significado perderte por unos momentos, no puedo juzgarlo con la cabeza en frío. - giro la cabeza con rapidez y compruebo que la puerta está cerrada antes de incorporarme. Son pocos pasos los que me toma situarme a la par suya, y cuando lo hago, llevo una mano a sus cabellos y la otra a su antebrazo. - Las identificaciones ya se están procesando, y si no te hicieron nada, ya se encargaran otros de tomarte declaración y analizar sus motivos. De momento, lo único que me importa es que te encuentras aquí. - Y es la verdad. Al menos por un par de horas podía concentrarme en que se encontraba bien.
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No es que tema de Lulú, porque para nada es el caso, pero cuando se pone modo profesora estricta algo en la forma que tiene de formular mi nombre completo hace que encoja los hombros en el sitio con intención de hacerme más pequeño entre las almohadas. — Bueno... — Comienzo a punto de quejarme, a sabiendas de que no es una posición que quiero tomar conociéndola como la conozco. — Sabes que es muy difícil llevarte la contraria cuando sacas la vena de maestra de primaria, ¿verdad? — No sé de donde me sale el bromear en una situación como esta, cuando prácticamente he resucitado de entre los muertos, pero lo hago. — ¿Edvind? ¿Sabes hace cuánto nadie me llama así? Creo que ni Oliver recuerda que su viejo padre tiene eso por segundo nombre. — Me permito el reírme por un segundo, no una de mis mejores ideas cuando el hacerlo me obliga a elevar las costillas doloridas varias veces, llevándome conmigo una tos torpe, por lo que me aparto un poco hacia un lado hasta que se me pasa.
La mirada que le dedico es suficiente para explicar con mis ojos que, mientras yo pueda seguir respirando, no tendrá que preocuparse por perder a su hija. Ya se vio obligada a dejar a tres de ellos, no ocurrirá lo mismo con mi ahijada, se den las circunstancias que se den. En lugar de seguir por ahí, un suspiro pesado deshincha mis pulmones antes de murmurar: — Gracias por cuidar de Oli mientras yo no estuve. — Si algo me hubiera llegado a pasar... Me alegra el confirmar que puedo confiar en que Eloise se encargaría de él, por mucho que esté a punto de ser un hombre independiente. Ya perdió a su madre, no quiero tener que ser el culpable de que se quede sin siquiera una figura paternal, a pesar de que sé que la cara que tengo en frente ha actuado como una incluso cuando no era su deber hacerlo. Solo por eso estoy eternamente agradecido.
— Lo sé. Siempre te gustaron los casos complicados. —Le recuerdo. La diferencia es que este viene con unas consecuencias por detrás que no estoy muy seguro de como va a hacer para llegar hasta él cuando ni los suyos parecen haberlo hecho desde un principio. — No estaba muy centrado en la conversación, pero por lo que escuché ni siquiera el chico tenía idea de nada... ¿Crees que eso pueda jugar a nuestro favor? — De seguro ha estado presente en discusiones sobre lo que hacer con él una vez se enteraron de quién era, por no decir que habrá tenido mucho más tiempo para pensar con claridad desde entonces. Por mi parte solo han sido pensamientos confusos y llenos de droga para dormir en las últimas horas. — Puedo ayudar con eso si lo necesitan, lo que sea, ahora mismo me siento patético aquí metido después de lo que ha ocurrido. — Si las identficaciones por robot no funcionan con todos, quizás datos más frescos acerca de como son estas personas ahora puedan ayudar. Solo sé que necesito hacer algo antes de seguir permaneciendo aquí como el paciente que nunca fui. Al final, me resigno a suspirar, dejándome llevar por un momento por las caricias en mi cabello, y estiro mi brazo contrario para acariciar con mi mano los nudillos de la suya con suavidad. Al menos, ella está aquí para asegurarme que todo esto es real.
La mirada que le dedico es suficiente para explicar con mis ojos que, mientras yo pueda seguir respirando, no tendrá que preocuparse por perder a su hija. Ya se vio obligada a dejar a tres de ellos, no ocurrirá lo mismo con mi ahijada, se den las circunstancias que se den. En lugar de seguir por ahí, un suspiro pesado deshincha mis pulmones antes de murmurar: — Gracias por cuidar de Oli mientras yo no estuve. — Si algo me hubiera llegado a pasar... Me alegra el confirmar que puedo confiar en que Eloise se encargaría de él, por mucho que esté a punto de ser un hombre independiente. Ya perdió a su madre, no quiero tener que ser el culpable de que se quede sin siquiera una figura paternal, a pesar de que sé que la cara que tengo en frente ha actuado como una incluso cuando no era su deber hacerlo. Solo por eso estoy eternamente agradecido.
— Lo sé. Siempre te gustaron los casos complicados. —Le recuerdo. La diferencia es que este viene con unas consecuencias por detrás que no estoy muy seguro de como va a hacer para llegar hasta él cuando ni los suyos parecen haberlo hecho desde un principio. — No estaba muy centrado en la conversación, pero por lo que escuché ni siquiera el chico tenía idea de nada... ¿Crees que eso pueda jugar a nuestro favor? — De seguro ha estado presente en discusiones sobre lo que hacer con él una vez se enteraron de quién era, por no decir que habrá tenido mucho más tiempo para pensar con claridad desde entonces. Por mi parte solo han sido pensamientos confusos y llenos de droga para dormir en las últimas horas. — Puedo ayudar con eso si lo necesitan, lo que sea, ahora mismo me siento patético aquí metido después de lo que ha ocurrido. — Si las identficaciones por robot no funcionan con todos, quizás datos más frescos acerca de como son estas personas ahora puedan ayudar. Solo sé que necesito hacer algo antes de seguir permaneciendo aquí como el paciente que nunca fui. Al final, me resigno a suspirar, dejándome llevar por un momento por las caricias en mi cabello, y estiro mi brazo contrario para acariciar con mi mano los nudillos de la suya con suavidad. Al menos, ella está aquí para asegurarme que todo esto es real.
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