OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Me gusta beber. Pero no me gusta nada beber sola.
No voy a mentir, mi padre normalmente resulta un buen compañero de tragos. Bebemos, jugamos a las cartas, charlamos de cosas sin importancia y me enseña fotos ridículas que me hacía cuando yo era un bebé. Pero la edad no perdona, y últimamente mi padre se duerme después de la cuarta cerveza, y eso a mí me corta un poco el rollo. Porque para mí cuatro cervezas ya no son nada. Así que lo que hago normalmente es salir, salir e intentar buscar sitios en los que divertirme. El Capitolio de noche es un lugar entretenido, y los días que no tengo que trabajar temprano al día siguiente los aprovecho saliendo. Amigos, bares, fiestas, lo que haya ese día. Nunca pierdo la oportunidad de salir, cuando la tengo.
Hoy quería un plan tranquilo. Quedarme en casa con mi padre, leer algo, tal vez, irme a dormir temprano. Pero hoy mi padre estaba especialmente cansado, y la cerveza que ha podido con él ha sido la segunda. Le he hecho levitar del sofá a su cama y le he tapado con mantas y edredones para que no pase frío, pero... Pero han sido solamente dos cervezas, y no me apetece nada leer. Me miro al espejo de mi habitación con una mueca y me desvisto. Me pongo rápidamente unos pantalones negros y una camiseta del mismo color. Siempre me ha gustado cómo me quedan las prendas oscuras, y a la gente en los bares le suele gustar también. Así que me echo mi abrigo por encima de los hombros y abandono mi casa, tras coger la varita, las llaves y, por si las moscas, aunque sé que no debería usarla si no estoy de servicio, la placa que indica que soy auror.
Hace un poco de frío ya por las noches, pero no me preocupa. Sé que en cuanto empiece a beber voy a entrar en calor. Me dirijo a un bar donde parece haber ambiente y sonrío, apoyada en la barra. Busco con la mirada al camarero que está sirviendo y le hago un gesto —¡Una cerveza, cuando puedas, por favor!— le pido cuando se acerca. Él asiente y yo le sonrío. Me la trae y empiezo a beber, mirando a mi alrededor. Es una actividad que disfruto bastante. Observar vidas ajenas, bailes ajenos, conversaciones ajenas.
Antes de que me de cuenta, ya descansan sobre la barra a mi lado dos botellines de cerveza, y yo me estoy tomando el tercero.
No voy a mentir, mi padre normalmente resulta un buen compañero de tragos. Bebemos, jugamos a las cartas, charlamos de cosas sin importancia y me enseña fotos ridículas que me hacía cuando yo era un bebé. Pero la edad no perdona, y últimamente mi padre se duerme después de la cuarta cerveza, y eso a mí me corta un poco el rollo. Porque para mí cuatro cervezas ya no son nada. Así que lo que hago normalmente es salir, salir e intentar buscar sitios en los que divertirme. El Capitolio de noche es un lugar entretenido, y los días que no tengo que trabajar temprano al día siguiente los aprovecho saliendo. Amigos, bares, fiestas, lo que haya ese día. Nunca pierdo la oportunidad de salir, cuando la tengo.
Hoy quería un plan tranquilo. Quedarme en casa con mi padre, leer algo, tal vez, irme a dormir temprano. Pero hoy mi padre estaba especialmente cansado, y la cerveza que ha podido con él ha sido la segunda. Le he hecho levitar del sofá a su cama y le he tapado con mantas y edredones para que no pase frío, pero... Pero han sido solamente dos cervezas, y no me apetece nada leer. Me miro al espejo de mi habitación con una mueca y me desvisto. Me pongo rápidamente unos pantalones negros y una camiseta del mismo color. Siempre me ha gustado cómo me quedan las prendas oscuras, y a la gente en los bares le suele gustar también. Así que me echo mi abrigo por encima de los hombros y abandono mi casa, tras coger la varita, las llaves y, por si las moscas, aunque sé que no debería usarla si no estoy de servicio, la placa que indica que soy auror.
Hace un poco de frío ya por las noches, pero no me preocupa. Sé que en cuanto empiece a beber voy a entrar en calor. Me dirijo a un bar donde parece haber ambiente y sonrío, apoyada en la barra. Busco con la mirada al camarero que está sirviendo y le hago un gesto —¡Una cerveza, cuando puedas, por favor!— le pido cuando se acerca. Él asiente y yo le sonrío. Me la trae y empiezo a beber, mirando a mi alrededor. Es una actividad que disfruto bastante. Observar vidas ajenas, bailes ajenos, conversaciones ajenas.
Antes de que me de cuenta, ya descansan sobre la barra a mi lado dos botellines de cerveza, y yo me estoy tomando el tercero.
En realidad no sé si estoy aquí porque me agradó la última salida o porque todavía me cuesta adaptarme a mi nueva casa y solo quiero una excusa para pasar la menor cantidad de tiempo allí. Ya de por sí es raro que salga una noche, mucho más que lo haga dos seguidas y que en ésta ocasión me aventure solo a la noche del Capitolio. Sé que Lara suele hacer éstas cosas pero es una actividad que no hemos compartido nunca y no sabría siquiera como invitarla, tampoco puedo molestar de nuevo a Ernest ya que si bien no soy un experto, si algo me ha enseñado ese capítulo de Xoxo Witch que ví estando muy drogado hace meses fue que jamás se llama a alguien al día siguiente porque luces muy desesperado.
El punto es que entro al bar y luego de unos minutos deambulando entre rostros desconocidos voy hasta la barra en dónde pido un trago de frutas. Debo parecer un aburrido, lo sé, será mejor que vaya a consultar a algún medimago o experto en el asunto de la rehabilitación para preguntar cuándo puedo comenzar a beber un poco de alcohol... Jamás tuve problemas con eso pero supongo que el perder las inhibiciones quizás me facilite volver a viejos hábitos. Pero con una cerveza nadie se ha puesto ebrio ¿No?
Al terminar el trago decido pedir una botellita justo cuando veo que una de las mujeres del departamento de aurores pide su tercera. Presiono los ojos con fuerza intentando recordar su nombre pero no viene a mi mente ¿Por qué soy tan despistado con esas cosas? Decido acercarme con mi botella en la mano y le dedico una sonrisa amigable - ¿Auror, cierto? - pregunto en el tono más relajado que mi personalidad socialmente incómoda me permite - Soy Riley, científico. - me presento aunque estoy seguro de que meter tu profesión en la primera oración no es la costumbre a no ser que seas algo fantástico cómo domador de dragones unicornio.
El punto es que entro al bar y luego de unos minutos deambulando entre rostros desconocidos voy hasta la barra en dónde pido un trago de frutas. Debo parecer un aburrido, lo sé, será mejor que vaya a consultar a algún medimago o experto en el asunto de la rehabilitación para preguntar cuándo puedo comenzar a beber un poco de alcohol... Jamás tuve problemas con eso pero supongo que el perder las inhibiciones quizás me facilite volver a viejos hábitos. Pero con una cerveza nadie se ha puesto ebrio ¿No?
Al terminar el trago decido pedir una botellita justo cuando veo que una de las mujeres del departamento de aurores pide su tercera. Presiono los ojos con fuerza intentando recordar su nombre pero no viene a mi mente ¿Por qué soy tan despistado con esas cosas? Decido acercarme con mi botella en la mano y le dedico una sonrisa amigable - ¿Auror, cierto? - pregunto en el tono más relajado que mi personalidad socialmente incómoda me permite - Soy Riley, científico. - me presento aunque estoy seguro de que meter tu profesión en la primera oración no es la costumbre a no ser que seas algo fantástico cómo domador de dragones unicornio.
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El ambiente del bar está bien, pero es el típico día que todo el mundo va con amigos o conocidos o con la intención de bailar. A veces me planteo si tendría que traer a mi padre a uno de estos alguna vez. A tomar algo en un lugar que no sea nuestra casa, alejarnos del falso confort de las cuatro paredes de nuestro salón y sentar el culo en algún banco o taburete de bar, en vez de quedarnos en los sillones de nuestro hogar. Sería un cambio de aires. Nos sentaría bien a ambos. Pero supongo que, en parte, no lo hago por pereza a tener que hacer de niñera y cargarlo hasta casa cuando la quinta copa le siente mal y empiece a dormirse por los rincones. Tal vez lo que hacemos para protegernos, el beber en casa y charlar y jugar y ver la televisión, es lo mejor para ambos. Para él.
Tomo otro trago cuando una voz hace que me gire. Miro al hombre que se ha dirigido a mí y le sonrío, amable —¿Kavalier, verdad?— asiento, mirándole. Me suena su cara. Su nombre. Lo he visto escrito en algún lado. Con el trabajo en el departamento estoy viendo que se me da bien recordar nombres y asociarlos con caras, algo que está dando sus frutos a la hora de atender necesidades laborales de identificación o clasificación de sujetos. Doy otro trago al botellín de cerveza y lo dejo encima de la barra del bar antes de dirigir la mirada hacia él de nuevo —Soy auror, sí. Me llamo Kenna— le sonrío, alargándole la mano para estrechársela, cordial.
Bebo otro trago de cerveza y vuelvo a mirar a mi alrededor, como buscando algo. Esperando encontrar una cara conocida. No encuentro nada, ni a nadie, y vuelvo a mirar al hombre que me ha hablado, sin saber si lo ha hecho por pura cordialidad y va a querer irse o si realmente está tan solo como yo ahora mismo y le apetece entablar una conversación —¿También has venido solo, o tienes a gente esperándote en alguna mesa?— le pregunto, directamente. Si no ha venido solo se va a ir, si no le apetece hablar le he dado pie a que se invente una excusa y se aleje... Pero si le apetece compañía, yo se la brindaré encantada.
Tomo otro trago cuando una voz hace que me gire. Miro al hombre que se ha dirigido a mí y le sonrío, amable —¿Kavalier, verdad?— asiento, mirándole. Me suena su cara. Su nombre. Lo he visto escrito en algún lado. Con el trabajo en el departamento estoy viendo que se me da bien recordar nombres y asociarlos con caras, algo que está dando sus frutos a la hora de atender necesidades laborales de identificación o clasificación de sujetos. Doy otro trago al botellín de cerveza y lo dejo encima de la barra del bar antes de dirigir la mirada hacia él de nuevo —Soy auror, sí. Me llamo Kenna— le sonrío, alargándole la mano para estrechársela, cordial.
Bebo otro trago de cerveza y vuelvo a mirar a mi alrededor, como buscando algo. Esperando encontrar una cara conocida. No encuentro nada, ni a nadie, y vuelvo a mirar al hombre que me ha hablado, sin saber si lo ha hecho por pura cordialidad y va a querer irse o si realmente está tan solo como yo ahora mismo y le apetece entablar una conversación —¿También has venido solo, o tienes a gente esperándote en alguna mesa?— le pregunto, directamente. Si no ha venido solo se va a ir, si no le apetece hablar le he dado pie a que se invente una excusa y se aleje... Pero si le apetece compañía, yo se la brindaré encantada.
¡Hey, me conoce! Sonrío como estúpido y no sé por qué me alegro. No es que eso me convierta en famoso pero... Meh, al menos no soy solo un científico del montón, ya no quiero serlo. O quizás solo me conoce porque algunos de sus compañeros se han perdido en ese escuadrón de aurores que perdió la comunicación por mi culpa. Me invade el pánico por un segundo, pero descarto la idea pues de ser así no habría sonreído tan amablemente - Es un placer, Kenna... Yo soy Riley - me presento estrechándole la mano y que así pueda usar mi nombre de pila.
Tomo un trago de mi botella cuando ella desvía la vista pues no sé si es una invitación a retirarme, si quiere ir a bailar, si espera que pregunte algo más ¡AGGHHH! ¡¿Por qué socializar es tan difícil?! Por suerte habla y dejo escapar el aire con alivio, bien, puedo responder a esa pregunta con facilidad - Solo - genial, Riley, eso da pie para una gran conversación profunda sobre el cosmos y todo sus misterios - En realidad no acostumbro a venir a sitios cómo éste, es la segunda vez - confieso con una mueca - Ayer fue la primera - completo y sonrío avergonzado mirando el suelo.
Doy un nuevo trago a la botella, ésta vez largo y cuando me doy cuenta ya no tengo más así que pido otra. Quizás es una mala decisión pero eso solo han sido 500 ml de cerveza y otros 500 no me harán mal tampoco, sé cuando estoy a punto de ponerme ebrio y podré parar antes de que eso pase... Será una gran forma de practicar mi autocontrol y supongo que si no es lo adecuado ya me tocará recibir el regaño de los médicos - ¿Es normal? ¿Venir solo? - pregunto pues quizás pueda iluminarme al respecto - Todos aquí parecen estar bien acompañados...
Tomo un trago de mi botella cuando ella desvía la vista pues no sé si es una invitación a retirarme, si quiere ir a bailar, si espera que pregunte algo más ¡AGGHHH! ¡¿Por qué socializar es tan difícil?! Por suerte habla y dejo escapar el aire con alivio, bien, puedo responder a esa pregunta con facilidad - Solo - genial, Riley, eso da pie para una gran conversación profunda sobre el cosmos y todo sus misterios - En realidad no acostumbro a venir a sitios cómo éste, es la segunda vez - confieso con una mueca - Ayer fue la primera - completo y sonrío avergonzado mirando el suelo.
Doy un nuevo trago a la botella, ésta vez largo y cuando me doy cuenta ya no tengo más así que pido otra. Quizás es una mala decisión pero eso solo han sido 500 ml de cerveza y otros 500 no me harán mal tampoco, sé cuando estoy a punto de ponerme ebrio y podré parar antes de que eso pase... Será una gran forma de practicar mi autocontrol y supongo que si no es lo adecuado ya me tocará recibir el regaño de los médicos - ¿Es normal? ¿Venir solo? - pregunto pues quizás pueda iluminarme al respecto - Todos aquí parecen estar bien acompañados...
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Reconozco que me invade una sensación cercana al alivio cuando dice que viene solo. Porque me estaba empezando a aburrir. Tampoco sé si busca compañía en esta noche de bares, pero nunca está de más preguntar, supongo. Al fin y al cabo, algunas buenas amistades mías han empezado en inocentes charlas de bar —Espera, ¿la segunda vez? ¿Ayer fue la primera?— digo, alzando las cejas, algo impresionada con la idea. Es decir, no es que sea un chaval de dieciséis años que apenas empiece a conocer el mundo del alcohol. Es un hombre hecho y derecho —¿Puedo preguntar cómo es eso?— le pido, curiosa.
Bebo un trago de mi cerveza y sonrío, divertida. Realmente sus preguntas denotan su estado. Cómo de nuevo es en estos sitios. Paseo la mirada por el local una vez más antes de dirigirla a sus ojos claros de nuevo —Normal no lo sé. Pero es más que habitual. Yo misma lo hago a menudo— le cuento, amable. Puedo ser su gurú de bares, tal vez. Su guía en esta nueva experiencia de beber solo —Yo creo que todo está en la intención— sentencio, dispuesta a exponer mi ya muy estudiada tesis sobre ir a beber sola a bares, tal vez más afectada de lo que creo por toda la cerveza que ya me he tomado antes, en casa y en este mismo bar, antes de entablar conversación con él.
Bebo otro trago de cerveza y le miro a los ojos. Tiene unos ojos agradables, de esos que no te apetece apartar la mirada mientras se habla —Yo creo que hay tres formas de beber solo en un bar. Cada una con un objetivo— empiezo —. La primera es la reflexiva. Es cuando, ya de noche, te apetece reflexionar sobre la vida o el sentido de la existencia humana pero no te apetece hacerlo en casa, así que vas a un bar, te sientas solo en la barra, bebes y piensas. La segunda es la amistosa. Es ir a un bar con la intención de socializar, conocer nuevos amigos, bailar. Pasarlo bien. La tercera... Bueno, la caza. Es ir a ver con quién puedes ligar para, después de unas cuantas copas, ofrecer tu cama o que te ofrezcan una y pasar una noche de sexo y alcohol que, probablemente, vas a olvidar— termino, orgullosa con mi estudio. Realmente yo hace las tres cosas, así que comprendo bien su funcionamento y su intención.
Le miro, entonces, un poco avergonzada, y me río —Te juro que sobria hablo menos— bromeo, concluyendo mi casi monólogo sobre las formas de beber. Sin querer que se aburra de mí ahora que he encontrado a alguien con quien charlar.
Bebo un trago de mi cerveza y sonrío, divertida. Realmente sus preguntas denotan su estado. Cómo de nuevo es en estos sitios. Paseo la mirada por el local una vez más antes de dirigirla a sus ojos claros de nuevo —Normal no lo sé. Pero es más que habitual. Yo misma lo hago a menudo— le cuento, amable. Puedo ser su gurú de bares, tal vez. Su guía en esta nueva experiencia de beber solo —Yo creo que todo está en la intención— sentencio, dispuesta a exponer mi ya muy estudiada tesis sobre ir a beber sola a bares, tal vez más afectada de lo que creo por toda la cerveza que ya me he tomado antes, en casa y en este mismo bar, antes de entablar conversación con él.
Bebo otro trago de cerveza y le miro a los ojos. Tiene unos ojos agradables, de esos que no te apetece apartar la mirada mientras se habla —Yo creo que hay tres formas de beber solo en un bar. Cada una con un objetivo— empiezo —. La primera es la reflexiva. Es cuando, ya de noche, te apetece reflexionar sobre la vida o el sentido de la existencia humana pero no te apetece hacerlo en casa, así que vas a un bar, te sientas solo en la barra, bebes y piensas. La segunda es la amistosa. Es ir a un bar con la intención de socializar, conocer nuevos amigos, bailar. Pasarlo bien. La tercera... Bueno, la caza. Es ir a ver con quién puedes ligar para, después de unas cuantas copas, ofrecer tu cama o que te ofrezcan una y pasar una noche de sexo y alcohol que, probablemente, vas a olvidar— termino, orgullosa con mi estudio. Realmente yo hace las tres cosas, así que comprendo bien su funcionamento y su intención.
Le miro, entonces, un poco avergonzada, y me río —Te juro que sobria hablo menos— bromeo, concluyendo mi casi monólogo sobre las formas de beber. Sin querer que se aburra de mí ahora que he encontrado a alguien con quien charlar.
Habla con tono divertido lo cual me relaja y me hace reír de mi propia inexperiencia. Soy todo un caso, lo sé, tengo 31 años y a penas he vivido lo que uno espera de la vida pero tengo la intención de cambiarlo y aún me quedan muchos años de vida por delante para hacer todo lo que quiera. Tengo algunas cosas cliché como viajar, lanzarme de un avión y caer en picada en escoba - esto jamás va a pasar pues no hay forma de que sea más que una simple idea tonta - pero es mejor empezar por cosas cotidianas, como ir a un bar.
- Recientemente me he dado cuenta de lo mal que estaba mi vida, era un ermitaño entregado al trabajo con problemas sociales - confieso encogiéndome de hombros. Que va, sigo teniendo problemas sociales pero ahora estoy haciendo algo al respecto. Si he llegado a estar casi muerto fue porque no tenía la suficiente cantidad de gente a mi lado para distraerme de los malos pensamientos o marcar mi límite, todo dependía de Lara y ella no puede vigilarme las 24 horas del día, tampoco lo querría así.
Responde a mi pregunta de una forma más completa de la que esperaba y decido de inmediato que debo mantener contacto con ella pues es una explicación perfecta y necesito más así sobre muchas otras cosas. Escucho atento, con el ceño fruncido y toda mi atención puesta en sus gestos. Tiene sentido lo que dice e intento recordarlo para tenerlo en mente cada vez que pise un bar... Pero la pregunta es ¿Cuál es el caso de hoy? No es el primero ya que he tenido mis momentos de pensar y ahora no quiero hacerlo, lo segundo suena bien y es increíble cómo reacciona mi cuerpo al escuchar la tercera, como si me gritara que optara por esa opción.
- Intentaré mantenerte ebria entones, es agradable - respondo con una sonrisa y bebo un poco de la botella que me alcanza el cantinero - En el hipotético caso... Solo hipotético, no quiero decir que quiera hacerlo... De querer ir a... la caza - comienzo algo avergonzado - ¿Qué debería hacer?
- Recientemente me he dado cuenta de lo mal que estaba mi vida, era un ermitaño entregado al trabajo con problemas sociales - confieso encogiéndome de hombros. Que va, sigo teniendo problemas sociales pero ahora estoy haciendo algo al respecto. Si he llegado a estar casi muerto fue porque no tenía la suficiente cantidad de gente a mi lado para distraerme de los malos pensamientos o marcar mi límite, todo dependía de Lara y ella no puede vigilarme las 24 horas del día, tampoco lo querría así.
Responde a mi pregunta de una forma más completa de la que esperaba y decido de inmediato que debo mantener contacto con ella pues es una explicación perfecta y necesito más así sobre muchas otras cosas. Escucho atento, con el ceño fruncido y toda mi atención puesta en sus gestos. Tiene sentido lo que dice e intento recordarlo para tenerlo en mente cada vez que pise un bar... Pero la pregunta es ¿Cuál es el caso de hoy? No es el primero ya que he tenido mis momentos de pensar y ahora no quiero hacerlo, lo segundo suena bien y es increíble cómo reacciona mi cuerpo al escuchar la tercera, como si me gritara que optara por esa opción.
- Intentaré mantenerte ebria entones, es agradable - respondo con una sonrisa y bebo un poco de la botella que me alcanza el cantinero - En el hipotético caso... Solo hipotético, no quiero decir que quiera hacerlo... De querer ir a... la caza - comienzo algo avergonzado - ¿Qué debería hacer?
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No puedo evitar esbozar una sonrisa cuando dice que es agradable. Porque me gusta que la gente se sienta a gusto estando conmigo, y a veces pienso que mi yo ebria es toda una experta en eso —Vaya, gracias...— bebo un trago más de cerveza. No es difícil mantenerme ebria. Es decir, no voy mal. No mucho. Podría volver a casa perfectamente sin perderme y escribir mensajes sin faltas de ortografía ni nada de eso. Simplemente estoy más... Contenta. Más libre, más relajada. Y si eso es lo que me dan unas cuantas cervezas, pues claro que voy a desearlo a menudo. Giro la cabeza para mirar a mi alrededor y noto el mareo suave del alcohol, la advertencia de que no queda mucho hasta el punto donde sé que empezaré a marearme de verdad.
Su pregunta me arranca un ataque de risa y le miro, divertida —Vaya con el ermitaño entregado al trabajo, eh— bromeo —, así que te interesa la caza...— me mordisqueo el labio inferior mientras pienso en cómo contárselo. Porque al final yo tengo unas herramientas de las que él no dispone, tengo que pensar en qué instrucciones darle —Para mí una de las cosas más importantes es el nivel de alcohol. No importa el número de copas, importa el efecto. Tienes que buscar a alguien que esté igual de afectado por la bebida que tú, o en un nivel similar— digo, empezando a exponer esta pequeña tesis que he ido ideando a medida que han avanzado mis noches en bares y locales —Porque si tú vas más borracho que la persona, puedes hacerte pesado. Y si la persona va más bebido que tú, puedes arrepentirte de cosas— me encojo de hombros, sin querer pensar en mi propia experiencia.
Al fin y al cabo ser un cuarto veela me ha facilitado esta "caza", a mí. Porque si fijo un objetivo una noche es muy difícil que le apetezca decirme que no. Pero también me está dificultando más trasladarle el proceso —Y veamos... Si quisieras cazar hoy, ¿buscarías un hombre o una mujer? Hipotéticamente, claro— bromeo, guiñándole el ojo. Porque nunca se sabe, y tampoco quiero asumir nada. Y él está preguntando qué debería hacer en caso de querer cazar "hipotéticamente". Es lícito preguntarle, ¿no? Bebo otro trago de mi cerveza y le sonrío, antes de mirar a mi alrededor de nuevo. Realmente la pequeña pista de baile del local se está llenando de personas bastante interesantes.
Su pregunta me arranca un ataque de risa y le miro, divertida —Vaya con el ermitaño entregado al trabajo, eh— bromeo —, así que te interesa la caza...— me mordisqueo el labio inferior mientras pienso en cómo contárselo. Porque al final yo tengo unas herramientas de las que él no dispone, tengo que pensar en qué instrucciones darle —Para mí una de las cosas más importantes es el nivel de alcohol. No importa el número de copas, importa el efecto. Tienes que buscar a alguien que esté igual de afectado por la bebida que tú, o en un nivel similar— digo, empezando a exponer esta pequeña tesis que he ido ideando a medida que han avanzado mis noches en bares y locales —Porque si tú vas más borracho que la persona, puedes hacerte pesado. Y si la persona va más bebido que tú, puedes arrepentirte de cosas— me encojo de hombros, sin querer pensar en mi propia experiencia.
Al fin y al cabo ser un cuarto veela me ha facilitado esta "caza", a mí. Porque si fijo un objetivo una noche es muy difícil que le apetezca decirme que no. Pero también me está dificultando más trasladarle el proceso —Y veamos... Si quisieras cazar hoy, ¿buscarías un hombre o una mujer? Hipotéticamente, claro— bromeo, guiñándole el ojo. Porque nunca se sabe, y tampoco quiero asumir nada. Y él está preguntando qué debería hacer en caso de querer cazar "hipotéticamente". Es lícito preguntarle, ¿no? Bebo otro trago de mi cerveza y le sonrío, antes de mirar a mi alrededor de nuevo. Realmente la pequeña pista de baile del local se está llenando de personas bastante interesantes.
El rubor sube a mis mejillas al punto que siento que mi cabeza va a explotar cuando bromea sobre mi idea de ir a la caza. Ya sé que es una vergüenza que me encuentre así a mi edad pero ¡Tengo necesidades! Unas que no sabía que necesitaba satisfacer hasta que las drogas dejaron de funcionar como inhibidor del libido. Pero aunque quiera conseguirlo será otro tema pues con su consejo ya se desvanecen todas mis esperanzas - Pero no estoy ebrio ni puedo estarlo - confieso con rostro preocupado - Y no hay forma de que alguien en su sano juicio acepte estar conmigo sin estar bajo la influencia del alcohol... hipotéticamente - me apresuro a agregar pues no debo dejar que crea que de verdad tengo la intención de hacerlo. Que va, no soy un gran mentiroso, seguro ya se dio cuenta.
Quizás Ariadna aceptaría pero no quiero ni pensar en eso. Sería cruzar una puerta que no podría cerrarse nunca más y no quiero lastimar sus sentimientos ni los míos. Debo tratar mi relación con ella con cuidado si no quiero cagarla y para eso debo ir a pasos de bebé, descubriendo lo que siento. De momento somos amigos que nos besamos ocasionalmente, no se si eso existe pero es la etiqueta que le pondré.
La pregunta me toma desprevenido y una vez más el rubor sube. No me había planteado eso y es una pregunta completamente válida... ¿Pero quiero a un hombre o a una mujer? Hay hombres que siempre me parecieron atractivos y por algo me resultaba incómodo estar cerca de ellos, mi vecino en el distrito 9 es sin duda alguien a quien tendría en cuenta, pero... no lo sé - Mujer - respondo rápido. Creo que es lo sencillo y lo que se espera, además en ese caso la anatomía estará de mi lado y me ayudará a saber que hacer, o no... ¡Odio no saber tantas cosas sobre algo! - En el hipotético caso, otra vez, de que quiera un hombre... ¿Sería lo mismo?
Quizás Ariadna aceptaría pero no quiero ni pensar en eso. Sería cruzar una puerta que no podría cerrarse nunca más y no quiero lastimar sus sentimientos ni los míos. Debo tratar mi relación con ella con cuidado si no quiero cagarla y para eso debo ir a pasos de bebé, descubriendo lo que siento. De momento somos amigos que nos besamos ocasionalmente, no se si eso existe pero es la etiqueta que le pondré.
La pregunta me toma desprevenido y una vez más el rubor sube. No me había planteado eso y es una pregunta completamente válida... ¿Pero quiero a un hombre o a una mujer? Hay hombres que siempre me parecieron atractivos y por algo me resultaba incómodo estar cerca de ellos, mi vecino en el distrito 9 es sin duda alguien a quien tendría en cuenta, pero... no lo sé - Mujer - respondo rápido. Creo que es lo sencillo y lo que se espera, además en ese caso la anatomía estará de mi lado y me ayudará a saber que hacer, o no... ¡Odio no saber tantas cosas sobre algo! - En el hipotético caso, otra vez, de que quiera un hombre... ¿Sería lo mismo?
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Me río entre dientes al ver sus mejillas ruborizadas y tomo otro trago de cerveza, divertida —Oye, pero no pasa nada. Siempre puedes venir a los bares al inicio de la noche, cuando la gente todavía no ha tomado demasiado alcohol— le digo, cuando dice que no puede estar ebrio. Realmente yo suelo llegar a la hora que la gente ya va bastante tomada, y yo me apresuro a beber alcohol duro para ponerme al mismo nivel. No es el caso de hoy. Solamente estoy bebiendo cerveza, y creo que me estoy volviendo bastante inmune ya a ella. No voy ebria ni creo que llegue a estarlo hoy, realmente.
Alzo ambas cejas, sorprendida, cuando dice que nadie en su sano juicio aceptaría estar con él sin estar bajo los efectos del alcohol. Niego levemente con la cabeza, confusa —¿Por qué dices eso?— pregunto. Es decir, no estamos hablando de alguien desagradable, ni de personalidad ni físicamente. No por lo que he podido conocer yo en estos escasos minutos de conversación con él. Aunque a veces se ve más la verdad de la gente en pocos minutos con algo de alcohol que en años de relación falsa, así que la brevedad no me importa demasiado. Bebo otro trago de cerveza y le sonrío, agradable —No estoy de acuerdo. Yo creo que no tendrías problemas encontrando a alguien... Hipotéticamente— le guiño el ojo, divertida con el asunto de la hipótesis.
Desvío la mirada hacia la pequeña pista de baile mientras pienso en lo que haría yo ahora. Iría a la pista de baile, aprovecharía mi atractivo de veela, fijaría como objetivo a alguien que me agradara y minutos después ya estaría bailando con él. En menos de una hora estaríamos en los baños del bar o de camino a su casa y sería una noche, probablemente y con algunas excepciones, para olvidar. Devuelvo la mirada hacia Riley cuando aclara que, hipotéticamente, buscaría mujeres, pero lo que añade hace que le dedique una mirada divertida —Hipotéticamente... Supongo que sería lo mismo, sí— sonrío.
Juego con el botellín de cristal, quedándome absorta durante unos segundos, en un trance de luces de bar y sonidos de conversaciones mezcladas, cuando vuelve a mi mente lo que ha comentado antes —¿Por qué no puedes estar ebrio?— le digo, curiosa —. Si puedo preguntar...— aclaro, queriendo dejar a enteder que no me estoy metiendo en su vida por puro cotilleo, sino que estoy tratando de entender su situación.
Alzo ambas cejas, sorprendida, cuando dice que nadie en su sano juicio aceptaría estar con él sin estar bajo los efectos del alcohol. Niego levemente con la cabeza, confusa —¿Por qué dices eso?— pregunto. Es decir, no estamos hablando de alguien desagradable, ni de personalidad ni físicamente. No por lo que he podido conocer yo en estos escasos minutos de conversación con él. Aunque a veces se ve más la verdad de la gente en pocos minutos con algo de alcohol que en años de relación falsa, así que la brevedad no me importa demasiado. Bebo otro trago de cerveza y le sonrío, agradable —No estoy de acuerdo. Yo creo que no tendrías problemas encontrando a alguien... Hipotéticamente— le guiño el ojo, divertida con el asunto de la hipótesis.
Desvío la mirada hacia la pequeña pista de baile mientras pienso en lo que haría yo ahora. Iría a la pista de baile, aprovecharía mi atractivo de veela, fijaría como objetivo a alguien que me agradara y minutos después ya estaría bailando con él. En menos de una hora estaríamos en los baños del bar o de camino a su casa y sería una noche, probablemente y con algunas excepciones, para olvidar. Devuelvo la mirada hacia Riley cuando aclara que, hipotéticamente, buscaría mujeres, pero lo que añade hace que le dedique una mirada divertida —Hipotéticamente... Supongo que sería lo mismo, sí— sonrío.
Juego con el botellín de cristal, quedándome absorta durante unos segundos, en un trance de luces de bar y sonidos de conversaciones mezcladas, cuando vuelve a mi mente lo que ha comentado antes —¿Por qué no puedes estar ebrio?— le digo, curiosa —. Si puedo preguntar...— aclaro, queriendo dejar a enteder que no me estoy metiendo en su vida por puro cotilleo, sino que estoy tratando de entender su situación.
Estoy seguro de que cuando las personas van llegando al bar y aún no están ebrias es horario de trabajo para mí. En realidad bien éste podría ser un horario de trabajo de no ser por los problemas en el laboratorio... Creo que tendré que acomodarme, reservar las salidas para los fines de semana y el trabajo a los días que me corresponde, creo que es lo más saludable para mí y quizás distrayendo la mente pueda conseguir un mejor rendimiento, distrayéndome con métodos naturales y completamente saludables, o al menos socialmente aceptables.
- No soy como ese tipo - explico señalando al más guapo que encuentro en nuestro campo visual - Tampoco bailo como aquel - agrego señalando con la cabeza al que más se mueve en el gran grupo - Ni tengo lo que sea que tiene ese - finalizo mostrándole a un chico que está mirando de tal manera a una muchacha que me dan ganas de acercarme yo mismo. Es curioso, porque no es lo que habitualmente se llama guapo pero aún así desprende algo.
Sonrío tímidamente cuando dice que ella cree que no tendría problemas, en realidad valoro su voto de confianza pero 31 años de bajo autoestima dudo que se arreglen de la noche a la mañana - Gracias por el hipotético apoyo - agradezco honestamente pues quizás con algunos comentarios más así realmente me lo pueda creer... En unos años. Y sino, siempre estarán los ebrios ¿No? En realidad no podría manejarlo, no sé a quién quiero engañar.
Es un alivio saber que la estrategia para todos los humanos es la misma, así no tendré que recurrir a una segunda sesión informativa si algo ocurre en el camino. Podría decirse que ya tengo todos los datos. Sin embargo creo que no aplicaré la confirmación de la hipótesis hoy, el método científico tendrá que esperar pues se me presenta un nuevo dilema y ese es si ser honesto o no con Kenna Richards. Ella me ha ayudado mucho así que creo que le debo un poco de honestidad, claro que ahorraré detalles pues no nos conocemos y no estoy seguro de que si me juzgará o no por lo que he hecho.
- Estoy en recuperación - es todo lo que necesita saber - No sé si debería estar tomando éstas cervezas - agrego mirando a las botellitas vacías que descansan a mi lado en la barra - Por eso no puedo estar ebrio, podría hacer algo que tire por la borda todo mi esfuerzo.
- No soy como ese tipo - explico señalando al más guapo que encuentro en nuestro campo visual - Tampoco bailo como aquel - agrego señalando con la cabeza al que más se mueve en el gran grupo - Ni tengo lo que sea que tiene ese - finalizo mostrándole a un chico que está mirando de tal manera a una muchacha que me dan ganas de acercarme yo mismo. Es curioso, porque no es lo que habitualmente se llama guapo pero aún así desprende algo.
Sonrío tímidamente cuando dice que ella cree que no tendría problemas, en realidad valoro su voto de confianza pero 31 años de bajo autoestima dudo que se arreglen de la noche a la mañana - Gracias por el hipotético apoyo - agradezco honestamente pues quizás con algunos comentarios más así realmente me lo pueda creer... En unos años. Y sino, siempre estarán los ebrios ¿No? En realidad no podría manejarlo, no sé a quién quiero engañar.
Es un alivio saber que la estrategia para todos los humanos es la misma, así no tendré que recurrir a una segunda sesión informativa si algo ocurre en el camino. Podría decirse que ya tengo todos los datos. Sin embargo creo que no aplicaré la confirmación de la hipótesis hoy, el método científico tendrá que esperar pues se me presenta un nuevo dilema y ese es si ser honesto o no con Kenna Richards. Ella me ha ayudado mucho así que creo que le debo un poco de honestidad, claro que ahorraré detalles pues no nos conocemos y no estoy seguro de que si me juzgará o no por lo que he hecho.
- Estoy en recuperación - es todo lo que necesita saber - No sé si debería estar tomando éstas cervezas - agrego mirando a las botellitas vacías que descansan a mi lado en la barra - Por eso no puedo estar ebrio, podría hacer algo que tire por la borda todo mi esfuerzo.
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Voy paseando la mirada por todos los hombres que va señalando. Uno muy, muy guapo, que parece estar coqueteando con una mujer que le saca bastantes años. Uno que se mueve como si hubiera nacido con el único fin de bailar, con gracia y con talento. Y uno que, pese a no ser estereotípicamente guapo, no sé qué tiene, pero que resulta muy, muy atractivo. Después devuelvo la mirada hacia él y sonrío un poco —Tal vez no tienes lo que tienen ellos, pero... Pero te digo de verdad que también tienes algo. Y que creo que, si quisieras, podrías encontrar diversión en bares todas las noches que quisieras— le doy un trago a mi botellín y me mordisqueo el labio inferior, divertida con él. Se le ve buena persona. Y, como el último tipo que ha mencionado antes cuando hacía el repaso, también tiene algo que le hace curiosamente atractivo. Y al final... Todo el mundo es el tipo de alguien. Seguro que no tendría problemas.
Me río suavemente cuando me da las gracias por el hipotético apoyo —Para eso estamos— digo, con tono divertido. Apuro mi botellín hasta vaciarlo del todo y lo dejo junto al resto. El barman recoge los botellines que nos hemos terminado y, de repente, la barra donde nos apoyamos se ve considerablemente vacía. Coloco un mechón de mi pelo oscuro detrás de mi oreja y le observo durante unos segundos con una sonrisa agradable en los labios.
Esperando su respuesta, dice que está en recuperación. Que no sabe si debería estar tomando estas cervezas. Alzo ambas cejas y suelto un pequeño silbido de admiración —Vaya, eh... Enhorabuena por eso— digo, sincera, sintiendo como algo se remueve dentro de mí —Es decir... Sé que es un proceso jodido. Mi padre— digo, sin querer entrar en detalles. Porque mi padre tuvo que estar internado durante meses hace años, y dejó de tomar. Pero tras la muerte de mi madre empezó a beber el triple. Y yo con él. Si Riley está en recuperación tiene que haber pasado un proceso difícil.
Desvío la mirada a los círculos mojados que han quedado en la madera de la barra, donde antes reposaban los botellines de cerveza. Hay bastantes. Demasiados, tal vez. Pero lo mío... Lo mío no es un problema con la bebida. Simplemente es una gran tolerancia al alcohol —Enhorabuena, de verdad. Felicitaciones— repito, sonriendo, queriendo alejarme de todos los pensamientos que podrían hacerme dudar —Así... ¿Has decidido venir a este bar a celebrarlo?— pregunto, divertida.
Me río suavemente cuando me da las gracias por el hipotético apoyo —Para eso estamos— digo, con tono divertido. Apuro mi botellín hasta vaciarlo del todo y lo dejo junto al resto. El barman recoge los botellines que nos hemos terminado y, de repente, la barra donde nos apoyamos se ve considerablemente vacía. Coloco un mechón de mi pelo oscuro detrás de mi oreja y le observo durante unos segundos con una sonrisa agradable en los labios.
Esperando su respuesta, dice que está en recuperación. Que no sabe si debería estar tomando estas cervezas. Alzo ambas cejas y suelto un pequeño silbido de admiración —Vaya, eh... Enhorabuena por eso— digo, sincera, sintiendo como algo se remueve dentro de mí —Es decir... Sé que es un proceso jodido. Mi padre— digo, sin querer entrar en detalles. Porque mi padre tuvo que estar internado durante meses hace años, y dejó de tomar. Pero tras la muerte de mi madre empezó a beber el triple. Y yo con él. Si Riley está en recuperación tiene que haber pasado un proceso difícil.
Desvío la mirada a los círculos mojados que han quedado en la madera de la barra, donde antes reposaban los botellines de cerveza. Hay bastantes. Demasiados, tal vez. Pero lo mío... Lo mío no es un problema con la bebida. Simplemente es una gran tolerancia al alcohol —Enhorabuena, de verdad. Felicitaciones— repito, sonriendo, queriendo alejarme de todos los pensamientos que podrían hacerme dudar —Así... ¿Has decidido venir a este bar a celebrarlo?— pregunto, divertida.
Me recargo en la barra mientras dice esas bonitas palabras. Seguro es por compromiso, para ser amable conmigo, pero de verdad lo agradezco y no tengo palabras para ello... Así que solo la observo en silencio con los labios curvos en una sonrisa y entonces noto que ella también tiene algo especial, más allá de que es una mujer muy bella se siente como una fuerza incomprensible, quizás por eso me resulta tan sencillo charlar con ella y por eso me estoy abriendo como no lo hice con nadie, porque ni a Lara me he atrevido a preguntarle éstas cosas.
- Tu tienes algo... de verdad ¿Cierto? No es algo subjetivo - pregunto sin despegar mis ojos de los suyos, intentando descifrar que es - No quiero que me malinterpretes, iría a la caza contigo, totalmente, pero no es lo que estoy intentando - no aclares que oscurece, Riley - Pero eres muy bella y también tienes lo que ese tipo solo que... mayor - agrego señalando sin mirar al que estaba atravesando con los ojos a su pareja.
Sonrío de nuevo cuando me felicita por mi logro y eso sí creo que lo merezco, ha sido un proceso largo de desintoxicación en el que tuve que alejarme de todo lo que conozco, comenzar de cero y proponerme a mi mismo ser una mejor persona - Bueno, creo que mi padre tuvo algo que ver con mi problema, cuando falleció fue que todo empeoró - y eso prueba que soy un niño estúpido que jamás lo ha superado, debería haber florecido con su ausencia, no entrar en un espiral de caos y depresión.
- No sé a qué demonios he venido - confieso entre risas cubriéndome el rostro por la verguenza - Creo que en busca de nuevas experiencias, para dejar de ser quien era antes - me cae bien ese tipo, lo aprecio pues hemos compartido muchas cosas juntos pero es tiempo de madurar, enfrentar los problemas de adultos y aferrarme a la sociedad para no sentirme tan solo otra vez, solo espero que funcione - Así que buscaré una nueva... ¿Me permite ésta pieza? - pregunto haciendo una reverencia, manteniendo mi mano en alto - Lo siento, sé que no es así, puedo verlo, pero así lo hacen en las películas y es la única referencia que tengo - agrego a modo de broma.
- Tu tienes algo... de verdad ¿Cierto? No es algo subjetivo - pregunto sin despegar mis ojos de los suyos, intentando descifrar que es - No quiero que me malinterpretes, iría a la caza contigo, totalmente, pero no es lo que estoy intentando - no aclares que oscurece, Riley - Pero eres muy bella y también tienes lo que ese tipo solo que... mayor - agrego señalando sin mirar al que estaba atravesando con los ojos a su pareja.
Sonrío de nuevo cuando me felicita por mi logro y eso sí creo que lo merezco, ha sido un proceso largo de desintoxicación en el que tuve que alejarme de todo lo que conozco, comenzar de cero y proponerme a mi mismo ser una mejor persona - Bueno, creo que mi padre tuvo algo que ver con mi problema, cuando falleció fue que todo empeoró - y eso prueba que soy un niño estúpido que jamás lo ha superado, debería haber florecido con su ausencia, no entrar en un espiral de caos y depresión.
- No sé a qué demonios he venido - confieso entre risas cubriéndome el rostro por la verguenza - Creo que en busca de nuevas experiencias, para dejar de ser quien era antes - me cae bien ese tipo, lo aprecio pues hemos compartido muchas cosas juntos pero es tiempo de madurar, enfrentar los problemas de adultos y aferrarme a la sociedad para no sentirme tan solo otra vez, solo espero que funcione - Así que buscaré una nueva... ¿Me permite ésta pieza? - pregunto haciendo una reverencia, manteniendo mi mano en alto - Lo siento, sé que no es así, puedo verlo, pero así lo hacen en las películas y es la única referencia que tengo - agrego a modo de broma.
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Noto su mirada posada en mis ojos como si estuviera tratando de descifrar algo. Cuando me lo pregunta no escondo una sonrisa. Una sonrisa que se transforma en risa cuando sigue hablando, diciendo que iría a la caza conmigo pero que no es lo que está intentando. Luego me compara con uno de los sujetos que estábamos comentando. Sonrío, divertida con todo lo que ha dicho, y asiento suavemente con la cabeza —Mi abuela era una veela— le explico, colocando un mechón de pelo detrás de mi oreja, sin apartar mis ojos de los suyos —. Así que yo soy... Un cuarto veela— aclaro, encogiéndome de hombros. Es algo que siempre he llevado con discreción en todos sitios menos en los bares. Normalmente, cuando voy con intención de cazar, exploto mucho más esa parte de mí, con ropa insinuante o maquillaje explosivo. No es el caso de hoy. Hoy he venido a beber hasta no poder levantarme, pero mis planes han cambiado al encontrarme con Riley. Ahora mis planes son charlar con él y... Y lo que venga. Tal vez un baile. Pero no beber más. No me apetece, después de haber escuchado su historia —Solamente conservo el factor físico. No puedo echar fuego por las manos ni nada de eso— aclaro, medio en broma.
Me reacomodo encima del taburete que me sirve de asiento mientras sigue hablándome de sus problemas con las sustancias. Alzo las cejas cuando habla de uno de los puntos determinantes —Vaya, lo lamento... Sé lo que es, más o menos. Mi madre falleció hace un año. Desde entonces la cantidad de alcohol en casa se ha multiplicado por cien— digo, con una pequeña mueca. Porque a veces beber con papá es divertido, pero otras es tedioso, triste y no hace más que sumirme en un espiral de tristeza que me atasca.
Sonrío, sintiendo algo tierno cuando se cubre el rostro, avergonzado. Resulta bastante adorable —Eso de buscar nuevas experiencias suena bien— le digo, apoyándole. No esperaba, realmente, que me ofreciera un baile, pero me permito a mí misma este momento de desapego y diversión, así que tomo su mano mientras me levanto del taburete —Será un placer— le digo, divertida, sintiendo que realmente me apetece bailar y moverme —Y no te preocupes, creo que es la primera vez que me piden ir a bailar de este modo, así que ya me gusta— digo, jovial. Tomando su mano empiezo a andar hacia la pista de baile, llevándole conmigo. Voy con él a un espacio no muy ocupado, sin querer agobiarle tampoco, y escucho la música que está sonando —¿Se te da bien bailar, Riley?— le pregunto, mirándole.
Empiezo a mover mi cuerpo al ritmo de la música, sonriendo. Siempre he tenido facilidad a la hora de bailar, me desenvuelvo bien, así que también espero a ver cómo arranca para adaptarme a él. Está buscando nuevas experiencias, y a mí no me cuesta nada intentar ayudarle a que se sienta cómodo con todo esto.
Me reacomodo encima del taburete que me sirve de asiento mientras sigue hablándome de sus problemas con las sustancias. Alzo las cejas cuando habla de uno de los puntos determinantes —Vaya, lo lamento... Sé lo que es, más o menos. Mi madre falleció hace un año. Desde entonces la cantidad de alcohol en casa se ha multiplicado por cien— digo, con una pequeña mueca. Porque a veces beber con papá es divertido, pero otras es tedioso, triste y no hace más que sumirme en un espiral de tristeza que me atasca.
Sonrío, sintiendo algo tierno cuando se cubre el rostro, avergonzado. Resulta bastante adorable —Eso de buscar nuevas experiencias suena bien— le digo, apoyándole. No esperaba, realmente, que me ofreciera un baile, pero me permito a mí misma este momento de desapego y diversión, así que tomo su mano mientras me levanto del taburete —Será un placer— le digo, divertida, sintiendo que realmente me apetece bailar y moverme —Y no te preocupes, creo que es la primera vez que me piden ir a bailar de este modo, así que ya me gusta— digo, jovial. Tomando su mano empiezo a andar hacia la pista de baile, llevándole conmigo. Voy con él a un espacio no muy ocupado, sin querer agobiarle tampoco, y escucho la música que está sonando —¿Se te da bien bailar, Riley?— le pregunto, mirándole.
Empiezo a mover mi cuerpo al ritmo de la música, sonriendo. Siempre he tenido facilidad a la hora de bailar, me desenvuelvo bien, así que también espero a ver cómo arranca para adaptarme a él. Está buscando nuevas experiencias, y a mí no me cuesta nada intentar ayudarle a que se sienta cómodo con todo esto.
Entreabro los labios sorprendido al enterarme que tiene sangre de veela corriendo por sus venas. Así que eso es lo que hace que sea tan atrayente, al menos no lo estaba imaginando y sí hay un factor objetivo, aunque dudo que su personalidad tenga algo que ver con eso también así que creo que me caería igual de bien de ser una bruja normal. Me siento indefenso por un segundo pero su broma respecto a lanzar fuego con las manos me hace reír una vez más - ¡Pero esa es la mejor parte! - sigo con su broma y finjo estar decepcionado al respecto - Me gustaría saber más sobre eso... Conozco las leyendas pero jamás escuché un relato cercano - comento interesado. Debe ser difícil pues ¿Cómo sabe cuando alguien realmente siente algo por ella y no está simplemente encantado? No sé nada de amor pero he escuchado a algunos actores en la tele hablar sobre eso, no saben si es por ellos o por su fama.
- Lo siento mucho - respondo cuando comenta lo de su madre y me rasco la nuca algo incómodo al respecto pues más allá de que la cantidad de alcohol en su casa haya aumentado, dudo que haya llegado al punto en que estuve yo. Espero que con el tiempo pueda sanar sin ayuda de sustancias porque llegar al fondo es horrible, además dudo que con los aurores sean benevolentes como conmigo, seguridad nacional tiene reglas un poco más duras que ciencia.
- Siempre es bueno ser original - agrego encogiéndome de hombros. En realidad es todo lo opuesto considerando que lo copié de películas pero... Eso no es lo importante. El problema es que no sé cómo demonios voy a bailar ahora, la música no es a la que estoy acostumbrado sin embargo puedo encontrarle el ritmo. Dejo que Kenna me lleve hasta la pista de baile y me balanceo de un lado hacia el otro mientras ella comienza a mostrar sus pasos - Soy muy malo - respondo riendo una vez más luego de unos segundos pero intento adaptarme a ella, mover un poco mis brazos y copiar la expresión que tienen mucho de los presentes, como si tuviesen una fuerza atrayendo todo su rostro hacia la nariz.
Me rindo luego de un par de segundos pues copiando a los demás no llegaré a ningún lado y en realidad no me parece divertido así que me acerco a Kenna y tomo su cintura y una de sus manos para movernos a un ritmo imaginario con un estilo de baile que no va para nada con la música que suena de fondo - Tendrás que pasar vergüenza conmigo - comento haciendo que dé un giro y luego haciendo lo mismo entre risas.
- Lo siento mucho - respondo cuando comenta lo de su madre y me rasco la nuca algo incómodo al respecto pues más allá de que la cantidad de alcohol en su casa haya aumentado, dudo que haya llegado al punto en que estuve yo. Espero que con el tiempo pueda sanar sin ayuda de sustancias porque llegar al fondo es horrible, además dudo que con los aurores sean benevolentes como conmigo, seguridad nacional tiene reglas un poco más duras que ciencia.
- Siempre es bueno ser original - agrego encogiéndome de hombros. En realidad es todo lo opuesto considerando que lo copié de películas pero... Eso no es lo importante. El problema es que no sé cómo demonios voy a bailar ahora, la música no es a la que estoy acostumbrado sin embargo puedo encontrarle el ritmo. Dejo que Kenna me lleve hasta la pista de baile y me balanceo de un lado hacia el otro mientras ella comienza a mostrar sus pasos - Soy muy malo - respondo riendo una vez más luego de unos segundos pero intento adaptarme a ella, mover un poco mis brazos y copiar la expresión que tienen mucho de los presentes, como si tuviesen una fuerza atrayendo todo su rostro hacia la nariz.
Me rindo luego de un par de segundos pues copiando a los demás no llegaré a ningún lado y en realidad no me parece divertido así que me acerco a Kenna y tomo su cintura y una de sus manos para movernos a un ritmo imaginario con un estilo de baile que no va para nada con la música que suena de fondo - Tendrás que pasar vergüenza conmigo - comento haciendo que dé un giro y luego haciendo lo mismo entre risas.
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