OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Amanece con lluvia, lo que me hace agradecer el haberme refugiado dentro de una de las fábricas más pequeñas, dónde el techo de chapa no fue la razón principal por la cual apenas pegué un ojo anoche. Todavía tengo el cuerpo cansado y la ropa vieja y mugrosa se me pega sin asco, pero sé bien que no puedo regresar al loft y darles ese gusto. ¿Qué se supone que haces después de enterarte de que las personas que llamabas tu familia te han mentido toda la vida con algo tan grande? ¿Cómo debo actuar o proceder, ahora que sé que me están buscando y los motivos por los cuales me encuentro totalmente inseguro? Lo pienso más de una vez, pero me niego a ponerle nombre. He deseado saber quiénes fueron mis padres toda la vida, pero ahora que tengo la información, solo deseo no haberla oído nunca.
Por la tarde tengo, por fin, hambre. Me veo obligado a arrastrarme fuera de la fábrica y no tardo mucho en encontrar un basurero donde hurgar por comida, pero solo encuentro sobras podridas. Los intentos se repiten, hasta que consigo un trozo de pan que voy masticando mientras me apresuro a caminar por las calles desiertas, rogando no llamar la atención; al menos, la delgada capucha me oculta lo suficiente. Al final, llego a mi destino. La presa es un lugar generalmente vacío y sé que podré limpiarme aunque sea un poco. Me meto lo último del pan en la boca, me quito el delgado abrigo de verano para dejarlo a un lado y me inclino, primero a beber agua, segundo a lavarme los brazos, la cara y el cuello. Hay una herida que debo frotar más de una vez, pero la sangre seca ha formado una cascarita que me arrebata un gruñido al arrancarla. Hubiera lanzado algún insulto si no fuera porque los pasos de alguien me ponen alerta y me giro con rapidez, sintiendo el corazón en la garganta. Pero no es un auror y yo pensé que nunca más volvería a ver esos ridículos rulos.
Me levanto con la cautela del recelo y lo miro, tratando de averiguar qué es lo que le han dicho y si me ha encontrado por casualidad o esa era su misión. ¿Si lo he echado de menos? Claro. ¿Puedo ir corriendo a abrazarlo y llorarle como un idiota por todo lo que ha pasado? Ni hablar — ¿Lo sabes? — pregunto simplemente. Espero que lo sepa, porque yo soy incapaz de explicarlo y darle a entender por qué quiero hacer lo que estoy a punto de.
Por la tarde tengo, por fin, hambre. Me veo obligado a arrastrarme fuera de la fábrica y no tardo mucho en encontrar un basurero donde hurgar por comida, pero solo encuentro sobras podridas. Los intentos se repiten, hasta que consigo un trozo de pan que voy masticando mientras me apresuro a caminar por las calles desiertas, rogando no llamar la atención; al menos, la delgada capucha me oculta lo suficiente. Al final, llego a mi destino. La presa es un lugar generalmente vacío y sé que podré limpiarme aunque sea un poco. Me meto lo último del pan en la boca, me quito el delgado abrigo de verano para dejarlo a un lado y me inclino, primero a beber agua, segundo a lavarme los brazos, la cara y el cuello. Hay una herida que debo frotar más de una vez, pero la sangre seca ha formado una cascarita que me arrebata un gruñido al arrancarla. Hubiera lanzado algún insulto si no fuera porque los pasos de alguien me ponen alerta y me giro con rapidez, sintiendo el corazón en la garganta. Pero no es un auror y yo pensé que nunca más volvería a ver esos ridículos rulos.
Me levanto con la cautela del recelo y lo miro, tratando de averiguar qué es lo que le han dicho y si me ha encontrado por casualidad o esa era su misión. ¿Si lo he echado de menos? Claro. ¿Puedo ir corriendo a abrazarlo y llorarle como un idiota por todo lo que ha pasado? Ni hablar — ¿Lo sabes? — pregunto simplemente. Espero que lo sepa, porque yo soy incapaz de explicarlo y darle a entender por qué quiero hacer lo que estoy a punto de.
Al principio me molestó que decidieran dejarnos de lado a la hora de intentar hacer el intercambio de rehenes porque quería estar ahí para ver que sacaban a mi amigo a salvo. Luego comprendí que, visto lo visto, teniendo en cuenta que no he sido la persona más útil cuando lo hemos necesitado en momentos importantes, lo mejor era quedarme en el apartamento para no estorbar. Así que pasé la mañana cuidando de las plantas de Beverly para distraerme y aislarme del resto, en un intento de que las horas hasta verlos llegar pasasen más rápido. Sin embargo, no fue así.
Amber vino a buscarnos y aunque intenté sonsacarle explicaciones nada más verla, no conseguí nada. No fue hasta que estuvimos en el apartamento de Arya cuando por fin se dignó a contarme lo que había pasado y... bueno, al principio pensaba que me estaba tomando el pelo. Me costó un buen rato asimilarlo, hasta que entendí que debía ser cierto porque era la única explicación posible a que Kendrick se hubiera ido así como así y a que todavía no hubiese vuelto. Y no le culpo, porque sé que quería saber quiénes eran sus padres y que nos hemos tirado semanas en busca de su padre biológico, pero supongo que no se esperaba que su familia fuera la que es. Yo, al menos, era lo último que imaginé porque pensaba que vendría de una familia como la mía y que por eso acabó en el norte: siendo hijo de unos renegados que, por ciertos motivos, tuvieron que huir del país. Y sí, claro que su madre tuvo que huir, pero porque mataron a toda su familia para hacerse con el poder político de ellos.
No sé cuántas horas paso recorriendo el 5 en busca de mi mejor amigo, entre los callejones mugrientos y las fábricas abandonadas, hasta que decido acercarme a la presa. Suele ser un lugar poco frecuentado, y por lo tanto, un buen lugar para alguien que quiere esconderse. Es por eso por lo que cuando me adentro y reconozco la espalda de Kendrick, no me sorprendo, aunque tampoco evito el suspiro de alivio por encontrarle por fin. — Me lo ha dicho Amber. — Es la única explicación que le doy porque los dos sabemos a qué se refiere, así que tampoco hay que darle muchas vueltas. Aprieto la mano para reprimir las ganas de querer darle un apretón en el hombro, pues no lo hago porque sé que de nada sirve darle apoyo así. Lo único que puedo hacer es escuchar, pero supongo que eso tampoco servirá para nada cuando las personas con las que ha crecido le han engañado toda la vida. — No vas a volver, ¿no? — Es la pregunta que lleva rondando mi cabeza desde que Amber me ha explicado lo que ha pasado. Quiero creer que es fruto del enfado y que al final volverá, pero algo me dice que las cosas nunca son tan sencillas.
Amber vino a buscarnos y aunque intenté sonsacarle explicaciones nada más verla, no conseguí nada. No fue hasta que estuvimos en el apartamento de Arya cuando por fin se dignó a contarme lo que había pasado y... bueno, al principio pensaba que me estaba tomando el pelo. Me costó un buen rato asimilarlo, hasta que entendí que debía ser cierto porque era la única explicación posible a que Kendrick se hubiera ido así como así y a que todavía no hubiese vuelto. Y no le culpo, porque sé que quería saber quiénes eran sus padres y que nos hemos tirado semanas en busca de su padre biológico, pero supongo que no se esperaba que su familia fuera la que es. Yo, al menos, era lo último que imaginé porque pensaba que vendría de una familia como la mía y que por eso acabó en el norte: siendo hijo de unos renegados que, por ciertos motivos, tuvieron que huir del país. Y sí, claro que su madre tuvo que huir, pero porque mataron a toda su familia para hacerse con el poder político de ellos.
No sé cuántas horas paso recorriendo el 5 en busca de mi mejor amigo, entre los callejones mugrientos y las fábricas abandonadas, hasta que decido acercarme a la presa. Suele ser un lugar poco frecuentado, y por lo tanto, un buen lugar para alguien que quiere esconderse. Es por eso por lo que cuando me adentro y reconozco la espalda de Kendrick, no me sorprendo, aunque tampoco evito el suspiro de alivio por encontrarle por fin. — Me lo ha dicho Amber. — Es la única explicación que le doy porque los dos sabemos a qué se refiere, así que tampoco hay que darle muchas vueltas. Aprieto la mano para reprimir las ganas de querer darle un apretón en el hombro, pues no lo hago porque sé que de nada sirve darle apoyo así. Lo único que puedo hacer es escuchar, pero supongo que eso tampoco servirá para nada cuando las personas con las que ha crecido le han engañado toda la vida. — No vas a volver, ¿no? — Es la pregunta que lleva rondando mi cabeza desde que Amber me ha explicado lo que ha pasado. Quiero creer que es fruto del enfado y que al final volverá, pero algo me dice que las cosas nunca son tan sencillas.
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Lo bueno de esto es que al menos no tendré que dar explicaciones por mi cuenta, lo que puede simplificar las cosas. No quiero decir el apellido de mi familia biológica porque eso lo haría real, solo para recordar que he estado metido de lleno dentro de una mentira que ha durado, literalmente, toda mi vida. Es bueno, para variar, el encontrarme frente a alguien que era casi tan ignorante como yo; al menos, a él no deseo pegarle. ¿Y Delilah? ¿Ella sabía algo al respecto o tampoco le dijeron? ¿Cómo alguien es capaz de sostener una mentira por tanto tiempo, a tanta gente? Comprendo su necesidad de supuesta protección, pero yo no lo comparto. Jamás sería capaz.
La pregunta llega como una verdad implícita entre ambos y estoy seguro de que no necesito hablar para que lo sepa. Aprieto las manos en puños firmes y prenso los labios, bajo la mirada al negar con la cabeza. He pensado durante horas las chances que poseo y sé que no son muchas, pero volver a un movimiento rebelde del cual no formo parte no es una de ellas. No solo me han mentido, sino también me siento como un intruso. Quiero decir, he oído historias sobre los Black por medio de mis tíos, pero siempre creí que habían hecho cosas terribles. ¿Cómo puedo volver con ellos, cuando mi familia también los ha hecho sufrir? ¿Como voy a moverme entre sus filas, cuando soy un peligro por mí mismo? — No puedo — contesto con simpleza, obligándome a mirarlo. Aflojo el agarre de mis puños — No soy uno de ellos, Kyle. Jamás lo he sido y no puedo pretender que no ha pasado nada — pueden mentirme con tonterías, pero no con esto.
Me atrevo a dar algunos pasos en su dirección, manteniendo algo de cautelosa distancia a pesar de la confianza. Es la primera vez que nos vemos desde el atentado y me es inevitable el sentir cierto alivio al ver que se encuentra entero — Creí que no volveríamos a vernos — admito — Pero al menos me gusta saber que podremos despedirnos. No les dirás que me viste... ¿No es así? — porque eso lo metería en problemas y cuanto más lejos piensen que estoy, pues mejor.
La pregunta llega como una verdad implícita entre ambos y estoy seguro de que no necesito hablar para que lo sepa. Aprieto las manos en puños firmes y prenso los labios, bajo la mirada al negar con la cabeza. He pensado durante horas las chances que poseo y sé que no son muchas, pero volver a un movimiento rebelde del cual no formo parte no es una de ellas. No solo me han mentido, sino también me siento como un intruso. Quiero decir, he oído historias sobre los Black por medio de mis tíos, pero siempre creí que habían hecho cosas terribles. ¿Cómo puedo volver con ellos, cuando mi familia también los ha hecho sufrir? ¿Como voy a moverme entre sus filas, cuando soy un peligro por mí mismo? — No puedo — contesto con simpleza, obligándome a mirarlo. Aflojo el agarre de mis puños — No soy uno de ellos, Kyle. Jamás lo he sido y no puedo pretender que no ha pasado nada — pueden mentirme con tonterías, pero no con esto.
Me atrevo a dar algunos pasos en su dirección, manteniendo algo de cautelosa distancia a pesar de la confianza. Es la primera vez que nos vemos desde el atentado y me es inevitable el sentir cierto alivio al ver que se encuentra entero — Creí que no volveríamos a vernos — admito — Pero al menos me gusta saber que podremos despedirnos. No les dirás que me viste... ¿No es así? — porque eso lo metería en problemas y cuanto más lejos piensen que estoy, pues mejor.
Me muerdo la mejilla por dentro, incómodo y preocupado, al escuchar que dice que no es uno de ellos. Por un momento ni siquiera sé cómo responder a eso, y al final, digo lo que sí que es cierto, independientemente de lo que haya pasado: — Pero sí que eres mi mejor amigo. — Va a poder contar siempre conmigo y creo que es algo que ahora mismo va bien recordarle. No sabía lo que era tener un apoyo como este hasta que llegué al 14, pero ahora no puedo hacerme a la idea de perderle. Me gustaría decirle que podría venirse conmigo al 11, con mis hermanas y mi madre, pero no es una buena idea. Mamá conoce a Kennedy, así que al final acabarían encontrándolo más rápido que si se va por su cuenta. Llevo días debatiéndome a dónde ir, pero sí él de verdad se va, nada me ata a ellos y, al final, siempre puedo venir a verlos cada cierto tiempo. En realidad me gustaría quedarme porque me he acostumbrado a esta vida, pero sé que mamá me obligaría a ir con ella. Me quedaré hasta poco después de mis cumpleaños, cuando las cosas hayan empezado a calmarse y por si acaso me necesitan en algo si siguen intentando ir a por Seth, pero no creo que mi familia me deje alargar la estancia mucho más.
Le observo con una mirada triste porque no puedo evitarlo, no si esto de verdad es una despedida, cuando se acerca. — No. Si alguien pregunta, no te he encontrado. — No me gusta mentir, pero hay situaciones que lo requieren por el bien de todos. — ¿Te apañarás bien? — Porque está hecho un asco después de dos semanas secuestrado y porque también creo que ha visto que vivir en el norte a veces no es sencillo. — ¿Podemos estar en contacto? Tengo un espejo comunicador... — sugiero. No es lo mismo que hablar cara a cara, pero cualquier cosa me sirve para ver que está vivo y que no le han encontrado, y no me refiero a los nuestros, sino al Gobierno ahora que saben quién es. Lo que me recuerda... — No entiendo por qué nunca te dijeron la verdad. — Es un tema que no he querido sacar, pero de verdad que no lo comprendo. ¿Qué pensaban que pasaría si se lo dijeran? No es como si fuera a cambiar repentinamente por tener un apellido que muchos odian porque él no es así. Lo único que han conseguido es que ahora él les odie.
Le observo con una mirada triste porque no puedo evitarlo, no si esto de verdad es una despedida, cuando se acerca. — No. Si alguien pregunta, no te he encontrado. — No me gusta mentir, pero hay situaciones que lo requieren por el bien de todos. — ¿Te apañarás bien? — Porque está hecho un asco después de dos semanas secuestrado y porque también creo que ha visto que vivir en el norte a veces no es sencillo. — ¿Podemos estar en contacto? Tengo un espejo comunicador... — sugiero. No es lo mismo que hablar cara a cara, pero cualquier cosa me sirve para ver que está vivo y que no le han encontrado, y no me refiero a los nuestros, sino al Gobierno ahora que saben quién es. Lo que me recuerda... — No entiendo por qué nunca te dijeron la verdad. — Es un tema que no he querido sacar, pero de verdad que no lo comprendo. ¿Qué pensaban que pasaría si se lo dijeran? No es como si fuera a cambiar repentinamente por tener un apellido que muchos odian porque él no es así. Lo único que han conseguido es que ahora él les odie.
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Tengo la intención de decir algo a esa declaración, pero cuando abro la boca solo siento un nudo haciendo presión en la garganta y vuelvo a cerrarla. Jamás voy a comprender cómo es que Kyle es tan fiel y noble hasta el final, incluso cuando sabe que vengo de una familia que ha jodido a cientas, incluida la suya. No me atrevo a decir nada, a sabiendas de que soy capaz de quebrarme nuevamente si respondo a algo como eso. Solo fuerzo una sonrisa rápida que carece de alma y me quedo con su promesa de que guardará el secreto, que nadie va a saber sobre mí al menos que yo lo desee. Murmuro un agradecimiento que apenas se oye por el agua corriente y medito un poco lo siguiente — Supongo que sí. Encontraré la manera — siempre hay un modo, incluso aunque no me guste.
Es tonto, pero la idea de un espejo comunicador me anima y lo miro con un rostro mucho más expresivo, asintiendo rápidamente con la cabeza — Mantenernos en contacto siempre es una buena idea — no solo por si me ocurre algo a mí, sino también porque deseo saber si él me necesita. Lo analizo, tratando de adivinar si tiene el espejo encima o no, hasta que me distraen sus palabras. Siento una incómoda presión en el estómago y estoy seguro de que parece que he chupado un limón, pero busco parecer digno cuando me encojo de hombros como si no me importase. Que enorme mentira — Dicen que fue por mi protección, que hubiera sido peligroso que lo supiera. Incluso gente como Alice no estaba al tanto — no sé qué tanto le han contado, pero espero que sea lo suficiente como para comprender mi indignación. Al final, decido sincerarme — Estuve pensando en buscar a Stephanie Black. Ya sabes, mi... tía — decirlo en voz alta es aún más extraño que pensarlo durante todo un día — Ya sé lo que dicen de ella, pero necesito encontrar respuestas y no lo haré si vivo encerrado con ellos — además, con todos los problemas a los que se enfrentan ahora, estoy seguro de que será un alivio no tenerme en el medio para complicar más las cosas.
Y espero que lo entienda, sé que va a hacerlo. Debe ser eso lo que me impulsa a cortar la distancia para estrecharlo en un abrazo, el cual me permite palmear su espalda y esconder el rostro al presionar mi mentón en su hombro — Cuida a los demás por mí, en especial a Jared. Él no va a entenderlo — sé que Zenda y Beverly pueden discutir, pero el más pequeño siempre será el que sufra y aunque a veces sea un grano en el culo, haría lo que sea para que JarJar no sufra. Aprieto un poco el agarre y cierro los ojos, trato de que este momento se estire y me prohíba el terminarlo tan abruptamente — Y dile a Delilah que lo lamento mucho — me encantaría poder despedirme de ella, decirle cientos de cosas antes de desaparecer, pero no es una opción. Me quedaré con el recuerdo.
Es tonto, pero la idea de un espejo comunicador me anima y lo miro con un rostro mucho más expresivo, asintiendo rápidamente con la cabeza — Mantenernos en contacto siempre es una buena idea — no solo por si me ocurre algo a mí, sino también porque deseo saber si él me necesita. Lo analizo, tratando de adivinar si tiene el espejo encima o no, hasta que me distraen sus palabras. Siento una incómoda presión en el estómago y estoy seguro de que parece que he chupado un limón, pero busco parecer digno cuando me encojo de hombros como si no me importase. Que enorme mentira — Dicen que fue por mi protección, que hubiera sido peligroso que lo supiera. Incluso gente como Alice no estaba al tanto — no sé qué tanto le han contado, pero espero que sea lo suficiente como para comprender mi indignación. Al final, decido sincerarme — Estuve pensando en buscar a Stephanie Black. Ya sabes, mi... tía — decirlo en voz alta es aún más extraño que pensarlo durante todo un día — Ya sé lo que dicen de ella, pero necesito encontrar respuestas y no lo haré si vivo encerrado con ellos — además, con todos los problemas a los que se enfrentan ahora, estoy seguro de que será un alivio no tenerme en el medio para complicar más las cosas.
Y espero que lo entienda, sé que va a hacerlo. Debe ser eso lo que me impulsa a cortar la distancia para estrecharlo en un abrazo, el cual me permite palmear su espalda y esconder el rostro al presionar mi mentón en su hombro — Cuida a los demás por mí, en especial a Jared. Él no va a entenderlo — sé que Zenda y Beverly pueden discutir, pero el más pequeño siempre será el que sufra y aunque a veces sea un grano en el culo, haría lo que sea para que JarJar no sufra. Aprieto un poco el agarre y cierro los ojos, trato de que este momento se estire y me prohíba el terminarlo tan abruptamente — Y dile a Delilah que lo lamento mucho — me encantaría poder despedirme de ella, decirle cientos de cosas antes de desaparecer, pero no es una opción. Me quedaré con el recuerdo.
Una pequeña sonrisa se forma en mis labios cuando secunda la idea de mantenernos en contacto. Lo cierto es que no he usado mucho mi espejo comunicador y nunca le vi mucho sentido a tener uno por eso mismo, pero ahora agradezco que mis padres me dieran uno antes de marcharse hace ya casi un año. — Si necesitas cualquier cosa, sea lo que sea, puedes llamarme. No me importa la hora. — No sé cómo lo haría para llegar hasta él, pero ya me las apañaría, como he hecho siempre. No pienso dejar que ahora que sabemos quién es, incluidas las personas que quieren hacerle daño por lo que representa el apellido que no ha utilizado nunca, le hagan daño. Es ponerme en riesgo a mí también porque sé que me vieron en aquellas grabaciones llevando a aquel asistente social, y también al Ministro de Salud con Zenda y Bev, pero no me importa.
No soy capaz de comprender por qué han estado toda su vida mintiéndole por mucho que lo intente, pero lo cierto es que me sorprende que hasta Alice, que es una adulta y tengo entendido que llevaba años con ellos, no supiera la verdad. Le preguntaría cuántos lo sabían entonces, pero tampoco quiero hurgar en la herida porque se nota a leguas que no está cómodo con el asunto. Pero por incómodo que esté, sus siguientes palabras son algo que no me esperaba para nada. — ¿Stephanie? — repito el nombre de esa mujer que es familia suya por sangre, con un tono incrédulo porque no puedo creer que se lo haya planteado aunque haya sido un instante. — Podrías buscar respuestas en gente que conociera a tus padres. Es decir... bueno... — Tengo que pararme porque no sé exactamente cómo continuar. — ... sin alguien que quizá quiera hacerte daño y.... Tampoco sabes dónde está ella. — Trato de hacer ver que más que nada es porque no sabe dónde está, pero mi preocupación recae en que no me fío de esa mujer. Quizá no había nacido cuando los Black estaban en el poder, pero he escuchado cosas horribles. Su familia amargó la adolescencia y juventud de mis padres, y hasta de mi tía, por mandarlos a aquellos estúpidos Juegos.
Su abrazo me pilla por sorpresa, pero rodeo su espalda al instante. Los rizos me caen sobre los ojos y me permito cerrarlos durante un momento, pues temo ponerme a llorar porque odio las despedidas. No es fácil, menos incluso cuando los dos sabemos el riesgo que corre ahora. — Lo haré. — Intentaré quedarme aquí todo el tiempo posible, y si aun así mi familia me obliga a volver con ellos, me escaquearé de casa y vendré al 5 siempre que pueda. — Estaremos bien, Ken. — Porque lo estaremos por mucho que todo esto vaya a doler; el problema es que no sé cómo estará él psicológicamente. — ¿Dónde irás? — Me separo un poco, todavía con los rizos sobre la cara. No sé si tiene un plan, pero si lo tiene, al menos me quedaría más tranquilo.
No soy capaz de comprender por qué han estado toda su vida mintiéndole por mucho que lo intente, pero lo cierto es que me sorprende que hasta Alice, que es una adulta y tengo entendido que llevaba años con ellos, no supiera la verdad. Le preguntaría cuántos lo sabían entonces, pero tampoco quiero hurgar en la herida porque se nota a leguas que no está cómodo con el asunto. Pero por incómodo que esté, sus siguientes palabras son algo que no me esperaba para nada. — ¿Stephanie? — repito el nombre de esa mujer que es familia suya por sangre, con un tono incrédulo porque no puedo creer que se lo haya planteado aunque haya sido un instante. — Podrías buscar respuestas en gente que conociera a tus padres. Es decir... bueno... — Tengo que pararme porque no sé exactamente cómo continuar. — ... sin alguien que quizá quiera hacerte daño y.... Tampoco sabes dónde está ella. — Trato de hacer ver que más que nada es porque no sabe dónde está, pero mi preocupación recae en que no me fío de esa mujer. Quizá no había nacido cuando los Black estaban en el poder, pero he escuchado cosas horribles. Su familia amargó la adolescencia y juventud de mis padres, y hasta de mi tía, por mandarlos a aquellos estúpidos Juegos.
Su abrazo me pilla por sorpresa, pero rodeo su espalda al instante. Los rizos me caen sobre los ojos y me permito cerrarlos durante un momento, pues temo ponerme a llorar porque odio las despedidas. No es fácil, menos incluso cuando los dos sabemos el riesgo que corre ahora. — Lo haré. — Intentaré quedarme aquí todo el tiempo posible, y si aun así mi familia me obliga a volver con ellos, me escaquearé de casa y vendré al 5 siempre que pueda. — Estaremos bien, Ken. — Porque lo estaremos por mucho que todo esto vaya a doler; el problema es que no sé cómo estará él psicológicamente. — ¿Dónde irás? — Me separo un poco, todavía con los rizos sobre la cara. No sé si tiene un plan, pero si lo tiene, al menos me quedaría más tranquilo.
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Sé que suena a una completa locura, que repita el nombre de esa mujer con ese tonito me lo confirma, pero es lo siguiente que dice lo que acaba señalando mi punto — No sé quienes conocieron a mis padres. Quiero decir, estoy seguro de que muchos sabían quiénes eran, pero… ¿Conocerlos de verdad? — espero que comprenda a donde quiero llegar, así que busco ir al grano sin sonar que estoy cometiendo un suicidio — Si todo esto es verdad, eso significa que Stephanie es la única persona de mi familia que queda viva. Necesito encontrarla, al menos para terminar de saber quien soy, Kyle — no quiero sonar a que le estoy rogando por comprensión, pero creo que fallo en el intento. Si él no me comprende, dudo que alguien más lo haga y eso significa que tendré que ir con excusas contra todo el mundo hasta que se decidan a aceptar mis propias decisiones. Bueno, si es que vuelvo a verlos.
Tomo su promesa, me hace estrechar el agarre como si los segundos que me quedan fuesen los que me mantienen atados a la realidad y, si lo suelto, caeré vaya a saber dónde. He vivido toda mi existencia rodeado de las mismas personas, encerrado en una burbuja que me protegía de una verdad que ahora me daña y cuyas consecuencias tendré que pagar a pesar de no haber hecho nada por merecerlo. Despedirme de Kyle me hace sentir que estoy cerrando un capítulo, que deberé dejar morir al niño del catorce junto con sus juegos infantiles con sus amigos y caminar un nuevo sendero, ese que sé que necesito hacer solo. Sé que estarán bien, parpadeo un poco para evitar que se me escapen las lágrimas que me enrojecen los ojos y asiento, aprovechando que se separa un poco para que pueda ver que confío en él — No lo sé — admito, ni me molesto en aclararme la voz porque no voy a fingir que esto no me afecta. Él ya lo sabe — Voy a encontrar el modo de colarme en el tren, posiblemente me mueva por el norte. Ella no debería estar en el sur… ¿No? — es lo que la lógica dicta.
La poca distancia de este ridículo abrazo me lleva a tirarle el cabello para atrás, un poco mañoso, pero suficiente para apartar la atención de mis ganas de llorar y una despedida cargada de depresión — De verdad, córtate el pelo. No podrás duelear como se debe si eres incapaz de ver a tu oponente — me río con un sonido aplastado, acomodando uno de sus rizos para que deje de caerle entre los ojos — Lo último que necesito es volver y encontrarme con que te han vencido por ciego — o, mejor dicho, no deseo regresar y enfrentarme a la posibilidad de haber perdido a alguien más.
Tomo su promesa, me hace estrechar el agarre como si los segundos que me quedan fuesen los que me mantienen atados a la realidad y, si lo suelto, caeré vaya a saber dónde. He vivido toda mi existencia rodeado de las mismas personas, encerrado en una burbuja que me protegía de una verdad que ahora me daña y cuyas consecuencias tendré que pagar a pesar de no haber hecho nada por merecerlo. Despedirme de Kyle me hace sentir que estoy cerrando un capítulo, que deberé dejar morir al niño del catorce junto con sus juegos infantiles con sus amigos y caminar un nuevo sendero, ese que sé que necesito hacer solo. Sé que estarán bien, parpadeo un poco para evitar que se me escapen las lágrimas que me enrojecen los ojos y asiento, aprovechando que se separa un poco para que pueda ver que confío en él — No lo sé — admito, ni me molesto en aclararme la voz porque no voy a fingir que esto no me afecta. Él ya lo sabe — Voy a encontrar el modo de colarme en el tren, posiblemente me mueva por el norte. Ella no debería estar en el sur… ¿No? — es lo que la lógica dicta.
La poca distancia de este ridículo abrazo me lleva a tirarle el cabello para atrás, un poco mañoso, pero suficiente para apartar la atención de mis ganas de llorar y una despedida cargada de depresión — De verdad, córtate el pelo. No podrás duelear como se debe si eres incapaz de ver a tu oponente — me río con un sonido aplastado, acomodando uno de sus rizos para que deje de caerle entre los ojos — Lo último que necesito es volver y encontrarme con que te han vencido por ciego — o, mejor dicho, no deseo regresar y enfrentarme a la posibilidad de haber perdido a alguien más.
Reprimo una pequeña mueca porque no quiero que se sienta mal, y aunque tengo mis recelos a que quiera hablar con Stephanie Black, también puedo comprender por qué quiere hacerlo. Entiendo que es prácticamente imposible encontrar a gente que conociera a sus padres, teniendo en cuenta los años que han pasado y quiénes eran pero, aun así... No sé, quizá me equivoque y su tía no sea tan mala; o al menos no con él. Con suerte, se compadecería de él por solo tenerse el uno al otro; y con suerte, ayudaría a Ken a poder estar sano y salvo a pesar de que muchos sepan quién es realmente. — Si la encuentras, me lo dirás, ¿no? — No sé hasta qué punto sería bueno hablar de eso por el espejo comunicador, pero al menos sabría que ha llegado bien hasta ella. Sigo sin saber cómo podría conseguirlo, pero no quiero chafarle las esperanzas, no después de todo lo que acaba de vivir durante estas últimas semanas. No quiero preguntarle qué le hicieron mientras le tenían como rehén porque está claro que fue de todo menos bonito.
Colarse en el tren no es complicado porque yo mismo lo he hecho... el problema es si han puesto más seguridad para encontrarle. — ¿Quieres que le robe alguna poción multijugos a Amber? Creo que le quedaba alguna — sugiero. No sé en qué estado estarán si todavía le quedan, pero mejor que acabe con un dolor de barriga y vómitos a que acabe capturado porque le reconozcan por su aspecto. — Lo que me recuerda... — Me descuelgo la mochila que llevo casi siempre encima desde que llegamos al país, y la abro para sacar un paquete de zumo de calabaza y un par de latas de conserva que he conseguido llevarme del apartamento. — No es gran cosa, pero es lo poco que he conseguido coger antes de que alguien entrase. — Me hubiera gustado traerle algo más, pero tampoco quería entretenerme demasiado, dando pie a que me pillasen y me prohibieran ir en su búsqueda.
Su comentario sobre mi pelo me hace reír por primera vez en días, y sacudo la cabeza para mover mis rizos de un lado a otro. — Pero es mi señal de identidad — bromeo mientras me acomodo el flequillo hacia atrás para poder verle bien. — Aunque siempre podría hacerme una coleta... Estoy seguro de que me quedaría de maravilla. — Porque tiene parte de razón, solo hace falta ver cómo perdí estrepitosamente mi duelo contra Hero Niniadis.
Colarse en el tren no es complicado porque yo mismo lo he hecho... el problema es si han puesto más seguridad para encontrarle. — ¿Quieres que le robe alguna poción multijugos a Amber? Creo que le quedaba alguna — sugiero. No sé en qué estado estarán si todavía le quedan, pero mejor que acabe con un dolor de barriga y vómitos a que acabe capturado porque le reconozcan por su aspecto. — Lo que me recuerda... — Me descuelgo la mochila que llevo casi siempre encima desde que llegamos al país, y la abro para sacar un paquete de zumo de calabaza y un par de latas de conserva que he conseguido llevarme del apartamento. — No es gran cosa, pero es lo poco que he conseguido coger antes de que alguien entrase. — Me hubiera gustado traerle algo más, pero tampoco quería entretenerme demasiado, dando pie a que me pillasen y me prohibieran ir en su búsqueda.
Su comentario sobre mi pelo me hace reír por primera vez en días, y sacudo la cabeza para mover mis rizos de un lado a otro. — Pero es mi señal de identidad — bromeo mientras me acomodo el flequillo hacia atrás para poder verle bien. — Aunque siempre podría hacerme una coleta... Estoy seguro de que me quedaría de maravilla. — Porque tiene parte de razón, solo hace falta ver cómo perdí estrepitosamente mi duelo contra Hero Niniadis.
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No quiero mentir, pero tampoco puedo prometer algo como esto. Elijo la opción de dejarlo tranquilo y solo uso un asentimiento de la cabeza, no me atrevo a decirle que lo llamaré en cuanto encuentre a mi tía porque no sé qué es lo que va a suceder para ese entonces. Ni siquiera estoy seguro de lograrlo, pero no voy a pecar de pesimista — ¿Multijugos? — lo admito, creo que me brillan los ojos ante esa posibilidad y se me pinta una sonrisa algo más traviesa que el resto, esa que él debería conocer como el gesto de mis peores ideas — Si puedes, siempre viene bien una transformación. Aunque he estado considerando la idea de la animagia. Seth me dijo algunas cosas sobre ella y tenía planeado enseñarme, pero… — él sabe, los planes de nuestras vidas se acabaron de la noche a la mañana. Sé que no podré aprender solo, pero ya me preocuparé por los detalles.
La comida me ilumina el rostro y me doy cuenta de que sigo hambriento, lo que me lleva a hacerme con sus reservas algo más rápido de lo que me hubiese gustado — ¿Alguna vez te dije lo mucho que te quiero, Kyle? — acoto sin mucho interés, levanto una de las latas y chequeo su contenido. El recuerdo del pan rancio hace que me gruña el estómago — Es más que suficiente, de veras — me distraigo de mi análisis de comida para echarle una miradita y el imaginarlo con una coleta me hace reír por lo bajo. Lo admito, es una buena opción y no le quedaría mal, pero eso no se lo voy a decir ni muerto — ¿Quieres imponer una nueva moda de…? — me interrumpo, la sensación familiar de las bromas que tanto había extrañado se evapora cuando oigo voces y estoy seguro de que hay alguien acercándose. Me abrazo a la comida y lo miro con ojos asustados, dando unos pasos hacia atrás — Regresa al loft — le digo de inmediato. Ninguno de los dos está a salvo, si consideramos que fuimos vistos en el atentado — Estaré unos días más en las fábricas de acá cerca. Búscame allí.
Sé que hay mil cosas más que debería decirle, pero no lo hago. Apenas alcanzo a ver las cabezas de lo que parece ser una panda de vagabundos que ya estoy alejándome a paso apresurado, no muy seguro de que en verdad volvamos a vernos. El mundo es amplio y, por primera vez en mi vida, tengo las puertas abiertas a correr hacia él.
La comida me ilumina el rostro y me doy cuenta de que sigo hambriento, lo que me lleva a hacerme con sus reservas algo más rápido de lo que me hubiese gustado — ¿Alguna vez te dije lo mucho que te quiero, Kyle? — acoto sin mucho interés, levanto una de las latas y chequeo su contenido. El recuerdo del pan rancio hace que me gruña el estómago — Es más que suficiente, de veras — me distraigo de mi análisis de comida para echarle una miradita y el imaginarlo con una coleta me hace reír por lo bajo. Lo admito, es una buena opción y no le quedaría mal, pero eso no se lo voy a decir ni muerto — ¿Quieres imponer una nueva moda de…? — me interrumpo, la sensación familiar de las bromas que tanto había extrañado se evapora cuando oigo voces y estoy seguro de que hay alguien acercándose. Me abrazo a la comida y lo miro con ojos asustados, dando unos pasos hacia atrás — Regresa al loft — le digo de inmediato. Ninguno de los dos está a salvo, si consideramos que fuimos vistos en el atentado — Estaré unos días más en las fábricas de acá cerca. Búscame allí.
Sé que hay mil cosas más que debería decirle, pero no lo hago. Apenas alcanzo a ver las cabezas de lo que parece ser una panda de vagabundos que ya estoy alejándome a paso apresurado, no muy seguro de que en verdad volvamos a vernos. El mundo es amplio y, por primera vez en mi vida, tengo las puertas abiertas a correr hacia él.
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