El tirón me sacudió de una manera desagradable y cuando mis pies tocan el suelo, puedo sentir cómo las piernas me fallan y caigo, sujetándome con las manos para no caer de boca. Tengo los labios entreabiertos, respirando con una agitación que no sé si viene por lo que he visto o por lo que he escuchado. Siento una mano familiar en la espalda y la voz de Ben llega desde muy lejos, preguntando cómo me encuentro, pero no puedo responder. Estoy tan quieto que apenas me doy cuenta de que me quita el machete con un movimiento cauteloso, es entonces cuando me percato de que estoy temblando como una hoja. No sé quién es la persona que me ayuda a ponerme de pie y me guía hasta el colchón que acabo reconociendo como la cama de Arya, que no está por aquí. Ni pregunto por ella, no tengo voz. Lo siguiente que sé es que Alice se está preocupando por mis heridas, muchas de las cuales ya han cicatrizado. Tampoco le presto atención, tengo la mirada perdida en algún punto de la habitación y soy consciente de que me tiembla el labio inferior. Me curan, sí, pero no puedo dejar de pensar que eso no es suficiente.

Sigo sentado bajo los cuidados cuando meto la mano en mi bolsillo y tomo el anillo con cuidado, lo hago girar en mis dedos y chequeo las iniciales una vez más. Están ahí, burlándose de mí y gritándome que nada de lo que ha pasado es una ilusión, porque yo mismo no hubiese podido crear algo como eso, carezco de la imaginación. Estoy lejos de la prisión, pero no me siento seguro ni confiado — ¿Cordelia Collingwood y Orion Black? — por fin, rompo mi silencio y levanto los ojos a los presentes. Ben desvía la mirada, cerca de una ventana y sé que está meditando si seguir con la mentira, lo conozco demasiado bien. Aprieto el anillo con fuerza, tratando de contenerme — Son ellos. ¿No es verdad? C.C, O.B — hay un tono en mi voz que se va endureciendo y quebrando — ¿Era tan difícil…? — resoplo, cierro los ojos y aprieto los dientes. Quizá si cuento hasta diez puedo calmarme… no, lo intento y no funciona — Todos estos años y las personas que fueron más honestas conmigo fueron las que intentaron matarme. ¿Nunca se les ocurrió que tenía siquiera el derecho a decidir qué hacer con esto? ¿Nunca siquiera…? — no me contengo más y golpeo con el puño la mesa destartalada de luz, que se tambalea y me hace doler porque aún sigo débil. Mi orgullo me obliga a contener el quejidito, pero se me escapan algunas lágrimas que no sé si es por el dolor físico o emocional — ¡Al menos, habría sabido contra qué me estaba enfrentando!

Porque me hicieron mil preguntas que no he podido responder y pagué por ello. Porque me han arrebatado el derecho de mi identidad y me lo escupieron de la peor forma posible. Si intentaron protegerme lo siento, pero solo me volvieron más débil. Y los odio por eso.

Siento la sacudida a escasos centímetros de que el techo se nos venga encima, lo cual me ahorra una inspiración que suelto en cuanto mis pies chocan con el suelo. Afortunadamente puedo agarrarme a algo antes de caerme de bruces, apoyando una mano sobre la pared más cercana. Me basta un rápido vistazo para saber que estamos en la casa de Arya y otro algo más largo para buscar con mis ojos al resto de presentes. Suelto el arma y dejo que caiga al suelo en un estruendo que pasa desapercibido por el sonido que ocupan nuestras propias respiraciones en la incomodidad del silencio. ¿Qué mierdas acaba de pasar? Como si ese pensamiento me trajera de nuevo a lo ocurrido en la cueva, mi mirada se dirige hacia Kendrick, y no me toma mucho tiempo el agarrar la mochila que traje conmigo e ir hacia donde está, sin murmurar apenas una palabra.

Se encuentra del asco, no sabría decir muy bien si se debe al hecho de que casi morimos aplastados o que ha pasado una semana acongojado en un calabozo, probablemente las dos cosas. Tampoco ayuda pensar en las tremendas buenas noticias, valga la ironía, que acaba de recibir de las peores formas posibles. Creo que le pregunto unas cincuenta veces si se encuentra bien antes de tomarme la libertad de revisarlo, no obstante, aun puedo percibir el shock en sus ojos, lo cual me indica que lo más seguro es que ni siquiera me esté escuchando. Hago lo que puedo con lo que tengo, apañando del interior de la mochila algunas cremas instantáneas para la inflamación de sus heridas más visibles, siendo consciente de que no hará nada por sanar las que no sangran, esas que se han abierto fruto de la mentira en que se ha basado toda su vida.

Intento mantener la compostura, pese a que los gritos de Kendrick me llegan perfectamente a los oídos, más no puedo decir nada que vaya a consolarlo. No está en mi mano tampoco contarle algo de lo que yo no estaba al tanto y creo que es su propio enfado el que se me contagia cuando elevo la voz. – ¿No hubiera sido conveniente que todos los que fuimos estuviéramos al tanto de esa información? – Y no dirijo la mirada hacia nadie en concreto en la habitación, sino que me permito el dejar mi tarea para observar cada uno de sus rostros en espera a una respuesta. – Se han reído en nuestra cara, les hemos dado lo que querían. No tenían intención de negociar porque ya sabían quién era, ¿no creísteis que los demás también teníamos el derecho de saberlo? – Por dios, no es la primera vez que arriesgamos la vida de esta manera, pero por lo menos no nos hubieran tomado como una panda de incompetentes. – ¿Ahora qué? ¿Esperamos a que golpeen cada puerta hasta que den con él? Porque eso es lo que van a hacer. – Si ya creían que éramos unos salvajes no sé cuál es la etiqueta que usarán después de esto. Se lo hemos dado en bandeja.

Activo el traslador en lo que calculo que son los segundos justos antes de que el techo se venga encima de la cueva, y nada más aparecernos en el que antes era el apartamento de Arya, coloco mis manos sobre las rodillas e intento tranquilizar mi respiración. No es solo porque hemos estado a nada de morir aplastados, o porque ahora seguramente reconozcan nuestros rostros. Más bien es porque saben quién es Kendrick, y a estas alturas ya no me preocupa solo el riesgo que puede significar para él, sino cómo se ha tomado el descubrimiento. No es algo fácil de digerir, especialmente teniendo en cuenta la manera en que se ha enterado. Si el intento fallido de rescate de Seth ya fue un desastre, para calificar este ni siquiera tengo palabras. Claro que existía la posibilidad de que hubiesen descubierto la verdad, pero lo cierto es que lo último que imaginé fue que lo soltarían ahí, delante de gente que puede ir ahora con el cuento porque realmente hasta hoy éramos pocos los que conocíamos la verdad.

Saco los cuchillos del cinto y me dedico a limpiar los restos de mugre, polvo y sangre mientras Alice se encarga de curarle las heridas y magulladuras a Kendrick. Es una distracción porque no soy capaz ni de mirarle ahora mismo sin sentir un peso de culpabilidad en el pecho, incluso cuando yo no sabía la verdad sobre él hasta hace un mes y medio. A los únicos a los que me atrevo a mirar son a Ben y a Ava, pero la tensión ahora mismo puede cortarse con un cuchillo y nadie se atreve a hablar, a excepción de Alice, que le pregunta varias veces a Kendrick por cómo está físicamente. Mentalmente ya es un tema completamente diferente.

Que Kendrick hable no me sorprende, pero sí lo hace que tarde tanto en cuestionarnos los motivos de todo. Aun así, sigo sin ser capaz de mirarle a los ojos, y mucho menos de decirle la verdad. ¿Qué le dices a alguien que ha sido engañado durante toda su vida por las personas en las que confiaba? Porque esta mentira empezó a manos de los que por aquel entonces eran los adultos del 14; unos adultos a los que ahora no puede preguntar porque están todos muertos. — Cuanta menos gente lo supiera, mejor — acabo por decirle a Alice, y desvío la mirada hacia ella. Por molesta que esté ella también por no haberlo sabido, es la verdad. — Podían secuestrarnos como han hecho y sacarnos la verdad con el Veritaserum. Ni siquiera yo supe la verdad hasta hace menos de dos meses. — Asumí en su momento que si no me lo dijeron fue porque cuando llegué al 14 tenía quince años, y luego una vez crecí y pude comprender la situación, me marché al país, donde podía acabar capturada en cualquier momento. Ese fue siempre el motivo por el cual ni siquiera conocía el camino al 14 y normalmente me encontraba con Seth en los límites, para aparecernos allí sin saber yo el punto exacto y así no ponerlos en riesgo. — Te lo íbamos a decir, Kendrick. Pero cuando la decisión recayó sobre nosotros y lo decidimos, ya era demasiado tarde y te habían llevado con ellos — les excuso, incluso aunque haga tan poco tiempo que lo sé. Antes esto dependía de Echo y los demás, pero ya no están... y para cuando nos ha tocado al resto, ha pasado esto. Y no sé cómo se puede arreglar el desastre, o si tiene arreglo.

No estoy plenamente consciente de los últimos minutos transcurridos. En un momento me hallaba tirando de Ken y tratando de esquivar las rocas que nos caían de encima, y al siguiente me encontraba en el suelo del departamento de Arya, tratando de no perder el equilibrio y de recuperar el aliento en el mismo sentón. Como no puedo hacer ambas cosas, termino dejando que mis piernas cedan y me dejo caer con todo el cuidado que puedo tener cuando todavía siento que mis alrededores están temblando. Aunque a decir verdad, creo que la que estoy temblando soy yo.

Rodeo mis piernas con mis brazos, llevo mi cabeza a las rodillas y trato de tranquilizar mi respiración agitada; y sobre todas las cosas, de no observar a Kendrick bajo ninguna circunstancia. Porque sí, acabo de matar a una persona a sangre fría, pero no me siento culpable por ello. En cambio Ken…

Todavía no me animo a salir de mi pequeño capullo auto armado, y aún así tengo que admitir que me sorprende el muchacho no empiece con gritos y que sus planteos sean completamente coherentes. No porque ese fuese su forma de ser en particular, sino porque estando en su posición, es lo que yo hubiese hecho. ¿Cómo puedo mirarlo a los ojos y negar lo que a estas alturas ya era innegable? Había podido disfrazar la verdad semanas atrás, no mintiendo precisamente, pero sí omitiendo de manera conveniente. No se lo merecía, pero lo había hecho desde la creencia de que la ignorancia lo protegería. No había sido el caso y ahora estábamos pagando las consecuencias de nuestro error.

Alice comienza con sus reclamos también, y es Amber la que trata de mantener la calma y la coherencia. Yo ni siquiera lo intento, le debo a Ken la verdad, así que incorporándome con algo de dificultad, contesto con toda la sinceridad que puedo. Con toda la sinceridad que le debo. - De mí no lo ibas a escuchar. Lo lamento Ken, pero esa es la verdad.- Arleth me había hecho prometerle hace años que no podía abrir la boca, y si bien al inicio estaba totalmente en contra de ello, no tardé en entender los verdaderos motivos detrás del secreto. - Tu seguridad siempre vino primero y creeme, sé que tenías más derecho que cualquiera dentro de esta habitación a saber tu identidad pero… No se suponía que ellos se enterasen. Queríamos protegerte, y sí, al final no sirvió de una mierda, pero jamás te ocultamos las cosas con el fin de herirte o burlarnos de tu desconocimiento. - Sé a ciencia cierta que jamás podré entender hasta qué punto lo hemos lastimado, pero no puedo decir que, si me diesen la oportunidad, hubiera cambiado algo. Nadie me garantiza que de saber Kendrick su verdadero apellido, no lo hubiesen matado hace dos semanas cuando recién lo habían capturado.

Podía odiarnos todo lo que quisiera, pero estaba con vida y eso era lo único que a mí me importaba en estos momentos.

Dejo el machete con mucho cuidado sobre el marco de la ventana, no muy seguro de lo que es capaz de hacer un chico tan tembloroso con un arma como aquella. Guiarlo hasta el colchón en el suelo no es muy difícil, lo complicado es el evitar mirarlo a los ojos. Ni una de las palabras que salen de mi boca para decirle que todo está bien, que todo ha terminado, que ahora se encuentra con nosotros tienen un sentido alguno. Vamos, todos sabemos que a partir de ahora lo buscarán intensamente hasta quitarle la vida y se ha convertido en la persona más peligrosa de esta habitación. La fina capa de protección que se creó durante los últimos dieciséis años ya no existe.

Me acomodo cerca de la ventana y chequeo las heridas de mis manos raspadas sin mucho interés, le dejo el espacio a Alice para que cure a Kendrick y el silencio me incomoda lo suficiente como para saber que se está masticando las palabras. Entonces habla, primero con un tono que duele más por lo resentido de sus palabras y acaba en una seguidilla de gritos que intento calmar en mi cabeza, girandome hacia el vidrio. ¿Cómo explicarlo? Todo empeora cuando Alice también apunta nuestro error de mantenerla ignorante y agradezco que Amber y Ava sean quienes den las explicaciones; a mí no me da la cara. Al final, suspiro — No sabíamos que ellos lo habían averiguado. No creí que... — ¿Que qué? Me despego de la ventana, pero no significa que me mueva de mi lugar — Lo lamento mucho, de verdad. Pero tú no los conoces.

¿Qué habría pasado si lo hubieran sabido de entrada? ¿Estaría vivo ahora? Intento no pensar en ello, me rasco el cuello con nerviosismo y mis ojos buscan a Ava — ¿Por qué hiciste eso? Podrías habernos matado a todos — intento que el tono de mi voz no se eleve demasiado, pero tampoco soy bueno conteniendome. No quiero pelear, de verdad que no, pero siento que todo esto ha sido un desastre empeorado por su actitud errática.

Mi único consuelo es que Alice parece tan ignorante como yo, pero no creo que eso sea suficiente. Las excusas que sueltan uno tras otro ayudan a que me enderece en la cama, sentándome más derecho con cada estupidez que sueltan y creo que me clavo las uñas en la palma de la mano cuando la cierro con fuerza, sujetando el anillo que empieza a reflejar mi calor corporal. No quiero mirar a Ava a la cara, no cuando ella me ha mentido de lleno hace unas semanas y eso me parece lo más ofensivo de todo. Bueno, hasta que Ben suelta algo que me hace mirarlo como si me hubiera abofeteado en toda la cara y río con fría incredulidad — ¿Que no los conozco? — repito, parpadeando como si eso pudiera endurecer el sarcasmo en mis palabras — Creo que los conozco muy bien. No tienen idea... — la voz tiembla lo suficiente como para dejar en evidencia de que soy incapaz de meterme en los detalles, pero creo que las heridas que Alice se está tomando el trabajo de curar hablan por sí solas. Hay rostros y palabras que no voy a olvidar muy fácil.

La acusación a Ava me da el pie a tener dos segundos para chequear una de mis heridas del costado, seguro de que ahora no es más que un moretón ancho y de desagradable color. No me atrevo a tocarlo — Nos habrían matado a todos de todas formas. ¿O van a decirme que de verdad esperaban que ellos fueran nobles y honestos? — me acomodo en un intento de ponerme de pie, pero solo atino a apoyarme en la pared y bajar las piernas del colchón. Eso no impide que siga furioso — Me importa una mierda que fuera por mi protección o la idea de quién. ¡Era mi puta decisión y ustedes me la quitaron! — va más allá de un apellido, es lo que viene con él. Me sujeto de la pared y la mesa de luz y consigo incorporarme, tratando de ponerme de pie con el cuidado de las piernas débiles — Y todos lo sabían. Ustedes, los ministros, hasta la mujer del mercado... ¡Se rieron en mi cara todo este tiempo! ¡Y tú me dijiste que no conocías a mi padre! — acuso a Ava, escupiendole las palabras al girarme hacia ella — ¿Vas a decirme que no sabías que era el jodido hijo del presidente también o ya dejamos de mentirnos por cinco minutos?

Lo que realmente me importa no es que no me lo hayan contado en su día, eso me la viene trayendo al fresco, no es como si no estuviera acostumbrada a los secretismos y honestamente, sus razones tendrían para no querer decirlo. Lo que me molesta es la situación de vulnerabilidad en la cual nos comprometieron a todos los que estuvimos ahí abajo. En mi caso la diferencia habría sido la misma porque no me hubiera rajado de saberlo, pero aun así no puedo contenerme de hablar:  – Lo siento, pero eso no es una excusa que valga. No cuando la vida de otras personas también estaba en juego, gente que nos ha ayudado, sin las cuales ni siquiera estaríamos aquí. ¿A ellos también vais a decirles que era mejor que no lo supieran mientras arriesgaban el pellejo? – No conozco profundamente a todos los miembros de la red, por eso tampoco quiero ponerme en la situación de decir que hubieran acudido independientemente de saber quién es Kendrick, lo que no considero lógico es que aún puedan disculparse solo porque en el momento era mejor que fuera un secreto. Mira a dónde los ha llevado eso.

Lo que dice Amber me hace soltar un bufido, casi como si no pudiera creer lo que estoy escuchando. – ¿Entonces cuál fue el sentido de enviar a Kendrick al lugar más peligroso del país, una noche de seguridad completa y con mayor probabilidad de secuestro? – No es que quiera echar más leña al fuego, menos ahora que lo hecho ya no tiene remedio, pero me tienen que estar jodiendo. – ¿En qué mierdas estabais pensando? – En qué momento dejas que la mayor amenaza para el gobierno acuda a un festival donde la mitad de los invitados son aurores que podrían capturarlo en cualquier momento. Ya no solo eso, que conociendo los métodos y las tecnologías que utilizan en el capitolio, no sé como se les ocurrió siquiera la idea de que Kendrick sería un buen acompañante para la noche. Para ser un secreto de semejante magnitud, la responsabilidad de guardarlo se les quedó demasiado grande. La cagaron, y no estoy muy segura de como planean arreglarlo.

Y soy consciente de que estoy hablando como si el mismo Kendrick no estuviera en la habitación, porque por un momento me enciendo y no puedo parar de sacarle pegas a un plan que estaba destinado a acabar en desastre. Solo me giro hacia él cuando me es inevitable no escuchar sus acusaciones, posando una de mis manos sobre su hombro cuando tiene intención de levantarse. Por esta vez mantengo los labios pegados, porque no creo estar en posición de defender ninguno de los dos bandos, de manera que ejerzo algo de fuerza sobre su brazo para que vuelva a tomar asiento sobre el colchón. No hace falta mirarle para comprobar que está destrozado y agotado, sus palabras hablan literalmente por sí solas.

Ninguna de nuestras explicaciones, o de intentos, parece funcionar, y aunque lo entiendo, eso no quita que la situación sea demasiado tensa e incómoda. — No era el mejor momento después de lo que ha pasado en el 14. Estábamos todos muy desestabilizados — acabo diciendo, sin mirar a nadie en concreto. Quizá yo me enteré después de la destrucción de nuestro hogar, pero la diferencia era que yo, y por duro que suene, me he acostumbrado a llevar años viviendo fuera y ellos llevan allí toda una vida. Si a eso le sumamos que Alice además perdió a su hija, desde luego que pienso que lo mejor era esperar a que pasara un tiempo. Sin embargo, eso es algo que tengo que callarme si no quiero que acabemos todos peleados. — Y sí, lo mejor era que los otros no lo supieran. Creo que no son quiénes para dar lecciones de moral — protesto. No olvido que no nos contaron que pensaban bombardear el ministerio, lo que llevó a que Kendrick y Derian acabasen capturados, y a que Amarïe muriera por culpa del desastre y reacción que provocaron en la gente.

Me siento en una de las sillas y entierro la cabeza entre mis manos, intentando ignorar los gritos pero sin poder evitar escuchar cada una de las palabras que van diciendo todos. No voy a negar que Alice tiene razón cuando cuestiona que por qué dejamos que Kendrick fuera al intento fallido del rescate de Seth, pero si de nuevo tenemos en cuenta que no teníamos ni idea de lo que realmente iba a pasar... — Fue un gran error, pero pensábamos que iba a ser sacar a Seth y ya. Si lo hubiéramos sabido, no habríamos llevado a ninguno de los niños. — Porque capturaron a Kendrick y las consecuencias van a ser horribles, pero podrían haber muerto. ¡No estaban preparado para ello! Me da igual lo entrenados que estén porque una cosa es luchar con una persona, y otra muy distinta con las criaturas que acabaron por ahí sueltas. O hasta con una maldita bomba y los destrozos que provoca.

Es el comentario de Kendrick sobre una mujer del mercado lo que me hace levantar la cabeza, apoyar los codos sobre las rodillas y la barbilla en mis nudillos. Me lo quedo mirando durante un rato, no muy segura de a qué se refiere o por qué una mujer iba a hablar de algo relacionado con esto sobre él. — ¿De qué mujer hablas? — Ahora mismo que esté enfadado, por muchos motivos que tenga, me da igual. Lo que quiero es saber quién es esa mujer y cuánto sabe, porque dependiendo de lo que sepa, quizá estemos hasta más en peligro de lo que había imaginado si puede saber dónde estamos.

- Lecciones de moral por decirlo con suma fineza. - Hago el intento de cruzarme de brazos, pero el movimiento hace que algo me golpee contra la cadera, y es ahí cuando me doy cuenta que todavía llevo el rifle colgado al hombro. Me lo saco y lo apoyo contra la pared más cercana mientras vuelvo a retomar mi comentario. Porque no, no puedo quedarme callada. - Adoro a Kenny y probablemente siga queriéndola incluso después de esto. Pero no voy a olvidar jamás que fueron ellos los que “queriéndonos ayudar”, nos metieron en todo esto. - No quiero pelear con Alice, de verdad que no. Pero me duele que, de todo lo que ha pasado hasta ahora, sea eso lo que decida remarcar. Como si querer cuidar a los nuestros fuese un crimen a sus ojos, como si la identidad de Ken fuese una omisión más grande que un puto atentado. - No puedes comparar situaciones y olvidarte qué, si ellos nos hubieran dado más información tal vez ni siquiera hubiésemos tenido que hacer este intercambio de mierda, porque tal vez, solo tal vez, nadie hubiese sido capturado y Arya y Amarïe todavía seguirían con vida. - Mi respiración ha vuelto a ser agitada, pero en cierta forma me siento orgullosa de no haber levantado la voz. Y no quiero echar culpas al azar, porque si alguien es culpable de esto es Jamie Niniadis y toda su prole, pero solo… ¡argh! - Me llevo las manos al rostro y me froto los ojos con cansancio, deseando que todo acabe, pero sabiendo que ni siquiera ha terminado de comenzar.

- No lamento haberle disparado a esa perra, pero si lamento haber puesto aún más en peligro a todos, ¿de acuerdo? - Miro a Ben desafiante pese a que me estoy disculpando, como si pudiera desafiar mi decisión pese a que hasta Ken sabe que no había otra salida. - No pensé… Creí que la única forma para salir de ahí era actuar rápido, y no podía discutirlo con todos ahí precisamente. - Esta vez sí me cruzo de brazos, pero me distraigo con Kendrick nuevamente. Primero preocupada porque pueda hacerse aún más daño, luego dolida por verlo tan herido. Y no me refiero a las heridas físicas. - No voy a meter tecnicismos, porque sé que te mentí, pero es cierto que no lo conocí jamás. Solo conocía su linaje, y el peligro que representaba el apellido Black en este gobierno de mierda. El peso que siempre tuvo...- Y me corto en mi explicación. Porque los Black tampoco habían sido la luz de la razón y la sabiduría cuando habían estado al poder. Pero ese era el punto, ¿verdad? Un apellido no es lo que te define, la sangre que corre por tus venas tampoco.

Amber hace una pregunta en esos momentos, y no me toma ni un segundo el secundarla al recordar algo. - ¿A la que le vendiste el anillo? - Es una tontería pensar en que en el tiempo que estuvieron dando vueltas, solo hubiesen hablado con una persona, pero es lo primero que se me viene a la mente. En su momento, cuando Ken me había contado lo del anillo había estado más preocupada por el objeto en sí y no lo había pensado; pero luego me había dado vueltas a la cabeza que alguien canjeara comida por un anillo tan viejo y oxidado como lo había sido el de Coco. Había creído que tal vez había sido solo una buena persona, pero ahora... - No voy a pedirte que me... que nos perdones. Lo que hicimos no tiene perdón, pero fue lo que creíamos correcto. - Porque aunque nos hubiesen hecho prometer no decirlo nunca, había entendido el por qué detrás de tanto secreto y lo había aceptado. - Tu sangre no te define como persona Ken, jamás lo ha hecho. Pero para otros es lo único que importa, y como lo has visto, son unos jodidos malnacidos que solo quieren erradicar lo que ante sus ojos le supone un peligro. - Es lo que habían hecho con el catorce, ¿no?

Sé que intentan explicarse, pero yo solo escucho un montón de excusas que no son suficiente como para hacerme sentir menos idiota. Al menos Alice parece un poco más razonable y creo que esa es la razón por la cual no le gruño cuando me sujeta, aunque tampoco le doy mucha importancia frente a un detalle que se cuela en la conversación — ¿Han muerto? ¿Mataron a Arya y Amärie? — puede que no tenga mucha relación con ellas, pero al menos la primera fue una de esas personas que siempre asumí como una presencia invisible; existía, lo suficiente como para ayudar con las reservas en invierno. Me siento ligeramente apagado, con un pesar amargo que me recuerda que el mundo ha seguido girando mientras nosotros estuvimos capturados. ¿Algo más ha pasado o ya puedo pedir que detengan el mundo de una buena vez?

Los planes fallidos de los adultos no me importa tanto como la atención que le prestan a un detalle que me avergüenza aún más que haber confiado en ellos. Me paso el dorso de la mano mugrosa por la nariz y mis hombros se mueven como si no quisiera darle importancia — Sí, a ella. Lara, Powell dijo que su nombre completo es Lara Scott. Ella me dijo algo de Cordelia Collingwood y trató de convencerme de "darme hogar" llevándome con un supuesto tío que buscaba ... ya, no importa — es una historia muy larga y los detalles son patéticos como para pensar que lo creí por cinco minutos — Trabajaba para Powell, incluso él me regresó el anillo — levanto la mano y se los enseño, estirando los dedos que lo cubrían — Pero supongo que así son las cosas, ¿no? Un gobierno entero me estaba buscando y ustedes no fueron capaces de siquiera prepararme para ello. ¡Ni siquiera son capaces de trazar planes bajo sus propios conocimientos y los dejan ir un paso delante! — está tan claro como el agua, que me encantaría que se evaporase para eliminar el dolor. Con mala gana, vuelvo a guardar el anillo y aparto la mano de Alice — Son patéticos. Cada uno de ustedes. Yo no voy a participar de su juego — no sé qué es lo que planeaban hacer con esta información, pero que no cuenten conmigo. Lo dejo bien en claro cuando ni les doy una última mirada, cruzo el pequeño departamento y tiró de la puerta para salir disparado por ella, bajando las escaleras de dos en dos. Solo cuando la brisa del fin del verano me golpea en la cara y me encuentro en la soledad de la calle, es que me permito llorar.

No sé que es peor, que estemos discutiendo, que aún sigamos en medio del problema en el cual los que tuvieron la idea del atentado nos han metido o que Kendrick mire a Ava como si fuese a comérsela cruda por su pequeña laguna legal en vaya a saber qué conversación. Mis ojos van de Alice a Ken sin saber bien con quién disculparme primero, seguro de que estoy tratando de hacerme pequeño en el rincón a pesar de que sé muy bien que es imposible; no soy capaz de decir siquiera que hemos perdido a dos personas, que Amber y Ava tienen tanta razón en sus puntos como la tienen ellos. Solo puedo responder a una cosa en medio del tiroteo y es a la pregunta final de Alice — En salvarlos a todos, porque eso es lo que importa — del catorce, de la red, sangre azul o no; sacarlos con vida es lo importante y el tiro salió por la culata.

Sí me enderezo cuando Ken habla de una mujer que parece estar al tanto de todo y tanto Amber como Ava me sacan las palabras de la boca. El desconcierto se me pinta con la explicación de Kendrick, seguro de haber oído ese nombre en otra ocasión y acabo torciendo el rostro con una nueva alarma — ¿Lara Scott trabaja para Powell y quiso llevarte con él? — al menos es lo que entiendo, en especial cuando muestra el anillo que puede ser simple señal de que lo han vendido. No consigo respuesta, porque Kendrick nos manda a la mierda y apenas alcanzo a llamarlo y dar un paso en su dirección, que ya ha salido por la puerta. Mi primer impulso es seguirlo, pero me detengo antes de siquiera ser capaz de salir. Los nervios me llevan a relamerme y apenas me doy cuenta de que tengo las manos cerradas en puños — Hay que darle tiempo. Cuando regrese, podemos hablar con más calma — si es que va a escucharnos. Confío en que es lo suficientemente listo como para no meterse en problemas, porque acabo de darme cuenta de que hay uno que yo debo resolver y me giro hacia mis compañeras — Necesito hablar con Jeff y Kenny de esto. No solo por el atentado, sino también porque tengo que sacarme una duda. Y Alice... — me cuesta un poco volver la vista hacia ella, pero lo consigo — Lo siento mucho.

Trago saliva, solo para darme cuenta segundos después que no hay nada para tragar. Aún tengo los músculos apretados de lo que ha ocurrido escasos minutos antes y los gritos no ayudan a liberar la tensión de mi cuello mientras mantengo la vista fija en algún punto de la habitación. No olvido lo que ocurrió en la noche del atentado, mucho menos quienes fueron los que nos llevaron a terminar en una situación así, donde es evidente que salimos perdiendo incluso cuando ya no teníamos nada que perder. Pero el pasado se quedó en el pasado, que ellos tomaran la decisión de mantenernos al margen no nos da el derecho a hacer lo mismo, porque si así fuera, acabaríamos en un ciclo vicioso de mentiras y falsas esperanzas del que ahora parece muy complicado salir. Sin embargo, opto por marcar mi silencio hacia Ava, apretando los labios uno contra otro, no porque crea que tiene razón, sino porque decido respetar su palabra.

Me veo envuelta en una conversación de la que no entiendo ni media, como es de esperar nuevamente, a lo que solo puedo responder arrugando la frente sin mirar a nadie en específico. No conozco a esa tal Lara Scott, pero no puede traer nada bueno si como dicen trabaja para el ministro de justicia. Otro problema que añadir a la lista y que no soy capaz de formular en voz alta porque es Kendrick quien sale disparado por la puerta en cuanto tiene la oportunidad. Ni siquiera tengo tiempo de murmurar su nombre, en su lugar suelto un suspiro cuando dejo caer los brazos a ambos lados de mi cuerpo. – ¿De verdad crees que volverá? – Pregunto en busca de la afirmación que necesito para saber que así será, pues no estoy muy segura de tenerlas todas con nosotros si dependemos de lo que ha averiguado sobre su pasado. En el fondo, quiero creer que sí lo hará.

Ahora sí me cruzo de brazos, solo para terminar arañándome la frente con los dedos como hago siempre cuando la preocupación se escapa de mí. – ¿Y ahora qué? Está claro que no podemos pasearnos por ahí como si nada, tienen nuestras caras. – Sé que estoy diciendo lo obvio, pero decirlo en voz alta de alguna manera ayuda a colocar en mi cabeza las pocas posibilidades que tenemos. – No creo que sirva de mucho, pero quizá buscar a alguien que falsifique identificaciones no sea una mala idea, aunque solo sea para movernos por aquí. ¿Amber? – Me giro hacia ella porque lleva más tiempo en Neopanem que cualquiera que nosotros, si hay alguien que pueda conocer a personas que se dediquen a hacer estas cosas, es ella. Con un poco de suerte las noticias no llegan tan rápido al norte como lo hacen al centro del país, lo cual puede jugar a nuestro favor. Puede que en el caso de Ben no sea muy efectivo, pero como tampoco creo que toda la población del norte conozca realmente su aspecto, es la única baza que tenemos. Dirijo la mirada hacia él cuando escucho mi nombre salir de sus labios, solo para terminar encogiéndome de hombros en el sitio. – No importa. – Es la verdad, no al menos lo que ya ha pasado y no podemos remediar.

Se me forma un nudo en la garganta cuando mencionan a Amarïe, y tengo que apartar la mirada porque ahora mismo no soy capaz de mirar a ninguno de ellos a los ojos. Puede que nuestra relación fuera breve, pero durante el año que la conocí, le cogí cariño demasiado rápido. Supongo que la culpa fue mía por cometer el error de encariñarme de alguien cuando ambas vivíamos de una manera arriesgada, donde podían encerrarnos en cualquier momento simplemente por nuestra sangre como semi-veelas.

Al final, tras tragar saliva varias veces seguidas para intentar deshacer el nudo que se me ha formado en la garganta, alterno mi mirada entre Ben y Ava mientras hablan sobre cómo la última mató a Annie Weynart y asiento para corroborar sus explicaciones de por qué lo hizo. — Era la única opción. No pensaba dejarnos recuperar a Kendrick. —  Si no hubiera sido por el caos que se creó a raíz del disparo, lo más probable es que todos hubiéramos acabado muertos. — Además, ellos bombardearon el 14 y seguramente maten a Ferdia y a la chica que tienen — añado. Si tenemos en cuenta que Annie era la jefa de área científica, un sector que va muy de la mano con la tecnología, seguro que hasta tuvo algo que ver en la creación de las bombas que acabaron con nuestro hogar. A Ferdia y a la chica tampoco los conozco, ¿pero qué más da? Lo más probable es que los maten simplemente porque los relacionen con nosotros. — No era más que un engaño para ridiculizarnos antes de matarnos. — Y creo que, al final, eso es lo que más me molesta. Tenían a Kendrick en su poder desde hacía dos semanas y sabían quién era; si aceptaron el trato fue simplemente para reírse de nuestra desesperación.

No me da tiempo a intentar decir nada para intentar retener a Ken, aunque sé de que nada serviría lo que dijera. Intento convencerme de que es solo una rabieta típica de adolescente, incluso aunque los motivos sean unos completamente inusuales, pero no sé hasta qué punto es cierto por la complejidad de la situación. La mención de Alice de unas identidades falsas me devuelve al mundo real e intento recordar los contactos que todavía mantengo por el norte. — Puedo intentar ponerme en contacto con alguien, pero no sé si nos podrán ayudar. — Una cosa es ayudar a alguien como yo lo era hasta hace unas semanas, y otra muy distinta echarle una mano a alguien a quien probablemente el Gobierno acabe buscando. — De momento deberíamos movernos solo con traslador si queremos salir del distrito, pero lo mejor sería mantenernos aquí y puedo apareceros donde necesitéis. — Pasearnos por las calles es arriesgado en mitad del día, incluso en un distrito pobre como este. Por eso mismo le hago el siguiente ofrecimiento a Ben: — ¿Te llevo a hablar con Kenny y con Jeff?