The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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17 de agosto,
Verano


Es una larga tradición— comienzo, dando largas zancadas para girar dentro del espacio del taller que estaremos ocupando en las siguientes horas y quizás días, —que las hijas de mecánicos cuando cumplen sus doce años sean capaces de armar su propio automóvil de carreras y logren una buena marca de tiempo que será para siempre recordada en sus hogares, junto al primer diente de leche y al marco de la primera huella de la palma de la mano— recito, como también tuve que escuchar una vez hace más de quince años de boca de otro de los mecánicos del taller, creo que fue mi padrino. —Si te soy sincera— reconozco, con una mano sobre mi pecho—me sorprende y me halaga que tus padres me hayan elegido como tu madrina para esta ceremonia tan importante. Como sabrás, es algo en lo que tienes que demostrar tu propia valía, así que no está permitido que sean tus padres quienes te asesoren.

Camino hasta donde quedó parada Charlie, junto a la mesada de hierro cargada de herramientas, algunas levitando, un motor de los gigantes que se usan para las maquinarias del distrito 9 y un montón, montón de planos dispersos en la mesa sobre muchos modelos de autos. El que nos interesa se muestra en una pantalla que está a mi espalda. Su primer auto de carreras, un clásico entre las niñas del distrito seis. —Esto se trata de traer honor a tu familia, Charlie. Y de impresionar, principalmente, a tus padres— concluyo, poniendo mis manos manchadas de grasa negra sobre sus hombros. Le había pedido nada más llegar que se colocara el mameluco azul que habían confeccionado a su talla desde que empezó a frecuentar el taller, y que se tuvo que renovar año tras año, porque los chicos nunca dejan de crecer y al parecer Charlie será tan alta como su hermano.

El uniforme es el mismo que todos en este taller, el mío da pena de lo sucio porque llevo días metida entre herramientas ya sea aquí o en el ministerio, ignorando las llamadas de mi madre y cerrando mi mente, como bien he aprendido a hacer, a todos los pensamientos nostálgicos de estos días. En especial, ESTE DÍA. Aparte de cierta distracción bienvenida que tengo en el ministerio, me viene bien que me pongan a platicar y armar un proyecto con una niña. Nunca, jamás, creí que daría gracias por eso. —Bueno, ¿estás lista? Necesito primero que trabajemos en el modelo y en los accesorios que te gustaría que tenga tu automóvil— indico, llevándola conmigo a la pantalla mientras se despliega un menú en el que podemos ver un listado de características. —Toma— le acerco la tableta con la lapicera inalámbrica para que pueda dibujar.
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Charlie P. Meyer
Hoy es el día en el que cumplo 12 años. Escuché historias sobre eras pasadas en los que las niñas tenían su día especial a los 15 o 16, se vestían de princesas y todos estaban a su disposición... Pero aquí no es así. Desde el momento en que abro los ojos sé lo que me espera y mis padres me tratan como la niña independiente que seré. Así que solo recibo abrazos, besos y sacudones, nada de niña pequeña. Ni siquiera pregunto dónde está mi regalo, eso lo dejaré para la noche ya que la magia no puede perderse en el día ¿Cierto?

Llegada la hora estoy en el taller con el mameluco puesto, las manos detrás de la espalda y mis pies prolijamente separados como lo haría un soldado. Escucho las palabras de Lara aunque no presto demasiada atención pues en mi cabeza solo surge una pregunta ¿Por qué ésta vez sí vino? Entiendo que ser mi madrina de carreras es algo muy importante pero también lo era mi fiesta de superhéroes de 5 y el falso mundial de quidditch que organizamos a mis 10 ¡La necesitaba ese día! - A mi me sorprende que hayas venido, siempre te perdiste mis cumpleaños, Lara - respondo cuando al final logro captar el hilo, aunque creo que no es muy amable lo que digo - Lo siento, lo siento, continúa - me disculpo y procuro poner más atención.

Asiento energéticamente con la vista fija en la pared pues claro que tengo que sorprender a mis padres, no solo a ellos sino que a todos los que trabajan en el taller. Cada persona aquí ha escuchado al menos una travesura de la legendaria Chip, no puedo dejar que mi auto sea menos legendario que eso... Debe correr tan rápido como un cohete, ser más brillante que un diamante, más fuerte que un Erumpent y tener el casco tan duro como la cabeza de Dave.

-¡Si, capitana! ¡Estoy lista! - respondo cuando pregunta y sin perder un segundo tomo la tableta y comienzo a dibujar. Sé que no estamos jugando contra reloj en un reality show pero por alguna razón quiero tenerlo terminado lo antes posible. Así que comienzo con el esqueleto general, algo pequeño ya que no soy una experta manejando, solo de un metro y medio de largo por uno cuántos centímetros de alto, perfecto para mi tamaño.

Una vez que configuro los caballos de fuerza en el menú, los amortiguadores y pongo los caños de la forma más aerodinámica posible paso a la parte más divertida que es el exterior. Debe ser de color rojo, por supuesto, con la rueda trasera más grande para que luzca temible y propulsores atrás y a los lados - ¿Sabes cómo hacer para que la combustión del turbo salga como un arcoíris? Trabajaremos en eso... - comento en voz alta mientras sigo inmersa en mi trabajo. Agrego algunas pegatinas a los costados y un radar en la parte de adelante para poder tener una idea exacta de la velocidad esperada, conseguida y recomendada en la pantalla - Y... ¡Listo! ¿Te gusta?

Charlie's lightning:
Charlie P. Meyer
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Invitado
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Me asalta un intenso sentimiento de culpa por el reclamo de Charlie, mi boca se tuerce en una mueca y tengo que mirar a un lado para no enfrentarme a la acusación que creo que podría estar en sus ojitos de niña. —Este día solía pasarlo con un amigo que también cumplía años y lo conozco desde hace muchos años más que a ti — me explico, siendo honesta. —Y él era… en verdad especial— musito notando el tiempo pasado, aclarándome rápidamente la garganta para pasar el nudo. No se supone que tenía que hablar precisamente de esto, en este día, el plan era llenar mi agenda y cargar mi mente de pensamientos de relleno que ocupen todos los espacios. ¿Qué mejor que un proyecto con Charlie? La niña ha sabido marcar su presencia en el taller desde que aprendió a caminar y aunque generalmente escapo en la dirección contraria de donde veo aparecer un niño, no he salido indemne de sus travesuras en estos años. Me asombra de verdad que sus padres me hayan elegido como madrina, y no me quejo del título de capitana que me da mientras agarra la tableta para que pueda evaluar su creatividad en cuanto al primer modelo de auto de carreras que le toca diseñar.

Aprieto su hombro con un toque cariñoso cuando me puedo ver en la pantalla el automóvil rojo que se ve impresionante para ser manejado por una niña de doce años, sonrío de una manera en que mis labios se distienden y me fijo en la funcionalidad del radar que la mantendrá al tanto de la velocidad. —Lo del arcoíris se puede resolver con un hechizo…— murmuro, un poco ausente sobre este detalle, porque me interesa más fijar una velocidad tope para que los neumáticos resistan la carrera por tierra antes de elevarse y el material en sí del automóvil resista a una carrera en el aire. Pero a la vez dotar al automóvil de un motor turbo que le permita hacer una marca de varios cientos de kilómetros en pocos segundos. Tengo que recordar que se trata de un modelo infantil, no para una competencia real o de esos que por lujo lo piden algunas celebridades del Capitolio. —Se verá bien el arcoíris si lo usas en los impulsos finales cuando estés en el cielo— vuelvo sobre esto al pensarlo con una sonrisa más ancha. Claro que siendo una menor edad, su primera marca tendrá que hacerla en una cancha cerrada, a pocos metros del suelo. —Trabajaremos en el montaje del automóvil que, cómo sabrás, basta con ir diseñando las piezas parte por parte, eso prácticamente se arma solo… nos tocará prestar atención al motor…—. Esa es la parte divertida, ¿para qué negarlo? Me giro hacia ella con una sonrisa. —¿Qué te gustaría más, Charlie? ¿Ser mecánica como tu papá o una corredora como tu mamá?— indago. —¿Cuál es tu sueño?
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Charlie P. Meyer
La explicación de por qué no estuvo en mis anteriores cumpleaños como un golpe en medio del estómago. Demonios, la he cagado y feo, tenía un amigo y ya no lo tiene... Eso quiere decir que - ¡Oh por Merlín! ¿Se murió? ¡Lo siento tanto! - me disculpo llevando ambas manos a mis mejillas de la preocupación. Pobre Lara, no puedo imaginar lo que debe ser perder un amigo tan cercano y que conoce desde hace más de 12 años, pues a mí me ha visto hasta en pañales. No tengo nadie así, creo que mi mejor amigo es Dave y perderlo sería como... Wow, de solo pensarlo se me humedecen los ojos. No debo llorar, no en mi cumpleaños.

Mientras construyo el modelo virtual puedo sentir la presencia de Lara a mi lado y si bien no logro verla por lo alta que es, sé que aprueba lo que estoy haciendo ¿Cómo no hacerlo? Es un modelo brillante y con tantos propulsores que romperá la marca del sonido a los 10 segundos de arrancar - No tengo mi varita pero aprenderé el hechizo para usarlo cuando pueda hacer magia fuera de la escuela - respondo mientras sigo concentrada en los detalles finales.

- El motor es el corazón - confirmo con una sonrisa pues siempre veo como es el protagonista de cada una de las creaciones. Los grandes vienen a ver los autos y no admiran qué tan bonitos son por fuera, sino que abren el capó y miran el montón de aparatos con ojos científicos... Creo que aun no he llegado a esa parte de la experiencia, pero lo haré un día. Quizás al terminar mi diseño pueda comprenderlo mejor y responderme a mi misma la pregunta que me hace Lara pues no tengo ni idea de la respuesta.

- No lo sé, también me gustaría ser cazadora, jugadora de quidditch, exploradora, jinete de dragón, trapecista en un circo, astronauta... No quiero que el taller sea mi límite a la hora de soñar - respondo de forma muy seria - Pero me gustan las dos cosas, correr suena fantástico y tengo todo para ser mecánica ¿No? No tendría que hacerlo sola.
Charlie P. Meyer
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Invitado
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¡No! ¡NO!— grito, sobresaltándome de tal forma que creo que me han escuchado en todo el taller. —Por amor a Morgana, ¡no! ¡No está muerto!—. ¿Por qué sueno tan desesperada? No tengo idea de en qué lugar se encuentra Riley ahora mismo, ni en qué estado se encuentra, pero sé que está vivo y es toda la tranquilidad que necesito después del susto que me llevé por su sobredosis. Si muriera… es una posibilidad en la que no quiero pensar, la descarto como una realidad imposible, lo he tenido acompañándome durante tantos años, que aun sabiéndolo a la distancia, sigue estando ahí para mí. No quiero lagrimear, así que pestañeo porque creo que es Charlie la que podría llorar a causa de pensamientos propios que no me comparte, y somos chicas fuertes, ¿a qué viene esto? Tomo una respiración profunda y aclaro mi garganta. —Se fue de viaje— es todo lo que digo.  

Froto mi barbilla con una mano, sin darle importancia a lo manchados que están mis dedos. No quiero facilitar con la magia de mi varita, lo que podría ser otra experiencia de Charlie para procurarse con sus propios recursos las partes que hacen a su diseño. —Hablaremos con otros de los chicos del taller para teñir el humo…— pienso en voz alta. Son detalles que se pueden ir dejando para después, cuando tengamos lo principal y lo que la niña bien llama «el corazón». —Lo que define a cada auto de carreras es su corazón— coincido con ella. —Así como las varitas, los automóviles responden cada vez mejor a sus conductores y eso en las carreras es fundamental. Usamos mucha tecnología para que se ajusten a lo que sus conductores quieren, y esperamos poder seguir trabajando en motores que tenga el impulso mágico para que lleguen tan lejos como sea el deseo de quien los maneja— le cuento, supongo que cuando ella tenga la edad de incorporarse al instituto del distrito y hacer la especialización, podrá ser parte de esos proyectos del taller.

»Una vez hubo un hombre hace muchos siglos— un muggle, pero no puedo dejarlo tan claro—que decía que el cielo era el límite, pero hubo un mago que creía que el cielo era el primero de los límites a superar…— evoco, echando una ojeada a todo el galpón a rebosar de maquinarias y mecánicos trabajando, tratando de imaginar cómo habrá sido cuando era un gran espacio vacío, sucio y desolado, en el que un hombre dio el primer paso y lo pensó como un taller. Alzo mi mirada al reloj circular que cuelga de una cadena en la viga central del galpón, su cristal se ve un poco empañado y aun así las manijas siguen avanzando con la gravedad del tiempo. Lo colocó el fundador de este lugar, llegué a conocerlo siendo un anciano aun con una mirada curiosa de canicas negras que le daban un aire de niño que no dejaba de mirar hacia arriba, y en el presente no sé dónde estará, tal vez más allá los límites conocidos. —Eso decía el primer mecánico que abrió la puerta de este taller. «El cielo no es el límite». ¿Y ves ese reloj? — se lo señalo con mi dedo índice. —Hay quienes dicen que un día lo atravesó y desde entonces no lo han vuelto a ver— cuento, haciéndola parte del misticismo de este lugar. —Le agradarías mucho, lo sé. Que el taller no te limite, nunca— le doy la espalda para teclear la orden de que su diseño pueda empezar a tener una forma real y tangible. —Y puedas ser un mito urbano o una leyenda de la que todos hablen en el distrito, así cuando sea vieja podré decirle a los novatos de esta taller, que fui tu madrina de carreras— sonrío.
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Charlie P. Meyer
Su grito me hace pegar un salto y me arrepiento de inmediato de haber sugerido que está muerto. Aunque con eso de que se fue de viaje no me convence, suena a asuntos sin resolver. Pero no quiero meterme en eso, segur son peleas de grandes a las que no le encontraré sentido por más que lo intente así que no digo nada y me concentro en nuestra tarea del día. ¿Quién será su amigo? ¡Ya déjalo, Charlie!

Si este auto será como mi varita compartiremos un vínculo muy fuerte. Quizás se le complicará ser como yo lo necesito pues no tengo en claro lo que quiero, pero quizás me ayude en la búsqueda. Al menos podré tenerlo todos los días de la semana las 24 horas del día y no como a mi compañera de magia quien es arrebatada de mí al terminar el horario escolar. Y ahora que estamos en vacaciones ¡Uf! Es una tortura.

Escucho toda la historia con una mueca y me pregunto mil veces si en realidad se lo está inventando. Descubrirlo se soluciona fácil ya que solo tengo que preguntar a mamá y papá por separado para ver su coinciden, pero de momento me permito vagar por la fantasía en la que el taller fue fundado por un señor anciano y sabio que entrenó a cada uno de los mecánicos como si fueran sus propios hijos... Los hizo cargarlo sobre sus espaldas y así subir las montañas más altas del ditrito más lejano para conseguir el metal perfecto para construir la carrocería - No lo sabes pero me estoy inventando una continuación maravillosa en mi cabeza, luego te la cuento - digo a Lara para que comprenda por qué estoy callada. Mala idea pues eso es suficiente para romper mi línea de pensamiento.

- No sé si soy material de leyendas... Mamá era maravillosa corriendo pero no es super famosa - comento sin apartar los ojos de la pantalla con mi diseño - Y quizás ser famosa tampoco sea conveniente ¿Qué tal si quiero ser espía? Sería mejor vivir en las sombras y el máximo premio sería que nadie sepa nunca nadie de mí, solo aquellos lo suficientemente cercanos como para ser testigos de mis hazañas - agrego con las manos en la cintura y poniéndome de puntitas para parecer más alta.
Charlie P. Meyer
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Invitado
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Sonrío al apreciar su mirada perdida al escuchar el cuento, uno que me contaba mi padre que era más dado a las historias que yo, leí todas las novelas que yo jamás leeré, pero hizo de mi memoria su repositorio de relatos. Las repito como si estuviera revelando algo que ni siquiera me pertenece a mí, asi que cuando Charlie decide colaborar con una continuación, mi gesto se ensancha y supongo que cuando tenga mi edad, habrá relatos diferentes y más hilarantes que comentar a los niños que vienen al taller para aprender el oficio que generalmente heredamos en este distrito. Sus padres me llevan un par de años, pero no fue hasta después que me incorporara al taller que los vi llegar, y su sector es uno que evito por amor a la integridad de mis extremidades, pero puedo decir que es a su madre a quien recurro si necesito una solución inteligente y a su padre... bueno, tal vez no tanto, pero me agrada.

Puedes ser una espía si quieres— aclaro, en realidad no tiene que estar condicionada por su entorno para ser mecánica si no quiere, aunque me da una punzada de decepción. Pero, ¿quién dijo que no puede ser una mecánica espía? — Podrías armar un Charlie-móvil que te permita moverte por todos los distritos como espía, sumamente veloz, y por supuesto, capaz de volverse invisible— sugiero. Me doy con los dedos unos golpecitos en los labios. — Si no quieres llamar la atención, tal vez no debería salir un arcoíris de los caños de escape... — murmuro, pensativa, porque en todo momento lo del humo arcoíris iba en serio.

Pero que seas una espía no quiere decir que no puedas convertirte en leyenda luego, podrías ser una que trabaje con toda la tecnología que conoces de este distrito. Si en serio quieres serlo, y haces un buen trabajo con tu automóvil de bautismo, te llevaré de visita con mi madre. Ella trabaja con programas, te podrá enseñar algunos trucos…—. Y sí, me doy cuenta que le estoy llevando una niña tras otra a Mo, pero cuando se lo menciono durante los almuerzos de los domingos parece emocionada. Echa de menos la época en que nos tenía a Riley y a mí armando cosas en la cocina. —Por ahora,— la tomo del hombro para conducirla un poco más allá de nuestra mesada —miremos algunos modelos de motores que puedan servirte para tu coche, quizás un V12 o un V8…— voy pensando en voz alta.
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Charlie P. Meyer
Hay momento en la vida en los que tenemos grandes revelaciones, ya he tenido unas cuantas pese a mi corta edad como por ejemplo el día en que descubrí que en realidad me gusta la zanahoria o como cuando me enteré que mamá usaba lentes cuando tenía mi edad... Pero ésta es sin duda la más grande de todas, suena a un verdadero plan y de no ser porque aún soy pequeña como para tener una responsabilidad como esa, comenzaría con mi entrenamiento ahora mismo. Claro que necesitaría un traje y un compañero o compañera que sea mi mano derecha, una canción pegadiza que anuncie mi llegada y una vía de comunicación con el pueblo para que me avisen cuando necesiten mi ayuda - Fuera arcoíris, haremos un auto espía - cambio de idea y con solo deslizar mi dedo por la pantalla los propulsores terminan en la basura.

La idea de ser una leyenda en el futuro me gusta, todos recordarían a super Charlie y sus grandes hazañas. Aunque si quiero ser espía quizás no sea buena idea llamarme super Charlie - ¡Wampus Woman! ¡Super Chipper! ¡Shadow Whiskey! - exclamo a medida que los nombres vienen a mi mente. Éste último sería genial, sobre todo porque es un chiste personal sobre el que casi fue mi nombre. Menos mal que al final mis padres desistieron sino no podría ser mi super nombre secreto - Y creo que primero tengo que consultar a mi mamá y ver en qué puede ayudarme ella, no quiero que se ponga celosa - respondo encogiéndome de hombros. No es que no me agrade la idea pero si voy a hacer algo así quiero que sea con las personas que quiero, aunque salga algo improvisado.

Me dejo guiar lejos de la mesada y tras escuchar sus propuestas pego un salto pues sé la respuesta - ¿Para correr? ¡Un V12! Mamá tenía uno de esos en sus autos y creo que sé como armarlo... Claro que un V8 sería más resistente pero no es la idea, de momento me quedo con la velocidad, luego ya pensaremos en el otro cuando necesite un auto más grande - quizás incluso una camioneta ¿Qué tal una camioneta que se transforme en robot y luchar con ella desde adentro ¡Eso sería asombroso!
Charlie P. Meyer
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Invitado
Siempre es bueno tener un plan B, un plan C o un plan Z inclusive, moverse de un plan a otro es tan necesario para un corredor de carreras como lo es deslizarse entre carriles, y aquí estamos para armar el primer automóvil de competición de Charlie, que si quiere ser espía, puede serlo mientras no se aparte nuestro objetivo inicial. Doy por hecho que escuchó mi sugerencia de usar sus conocimientos de la tecnología de este distrito para sus propósitos, con eso me doy por satisfecha. Podemos dejar el arcoíris para otra oportunidad, me agrada el cambio que quiere hacer, y su entusiasmo por buscar un nombre que trascienda en los mitos urbanos, me saca una sonrisa. —No, es cierto. No queremos que tu madre se ponga celosa— le doy la razón, aunque me cuesta imaginar que Jane se ponga celosa por esto, pero sí creo que debería ser parte de los proyectos de su hija para ser una espía famosa, lo pienso y creo que es algo en lo que toda madre querría participar, ¿no? Me río de solo pensarlo. —También deberías consultarlo con tu padre, parece un sujeto creativo en ese aspecto y algo me dice que él si se pondría celoso si lo dejas fuera…—. Me ahorraré un par de anécdotas que escuché.

Paso con cariño una mano sobre su coronilla rubia, echando detrás de su oreja un mechón de cabello, conmovida por la diferenciación que hace de los motores, que a su edad priorice la velocidad a la resistencia es tan normal, que confiaré en la experiencia para que aprenda las ventajas que ofrece cada una. —Claro, ¿por qué te conformarías con un automóvil cuando puedes tener varios? Necesitarás uno para la ciudad, para moverte en las calles o por las terrazas de las casas… otro si te toca ir por terreno…— me hago parte de sus planes de niña, tratando de recordar cuáles eran los míos a su edad, estoy segura de que no quería ser espía ni tampoco viajar al espacio exterior con mi automóvil de bautismo. Yo lo que quería era atravesar velozmente todas las líneas de tiempo. Levanto mi mirada al gran reloj del techo con una sonrisa solapada. —Por cierto, me gusta el apodo de Wampus Woman… también podría ser Wampus Girl— sugiero, empujándola suavemente del hombro para llevarla conmigo a los otros sectores del taller donde podremos ir armando el motor, diseñando las piezas y quizás dentro de una semana tendremos un primer modelo para probar, entonces quedará hacer los ajustes y así tendremos en qué ocuparnos lo que resta del verano.
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