The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Riley Kavalier
Mediados de Septiembre

No televisión y solo periódicos de vez en cuando. Ese es el estilo de vida que elegí durante casi dos meses para poder recuperarme y creo poder afirmar que por fin estoy mejor, claro que muero por mascar uno de mis hongos o inyectarme la mezcla que decidí llamar "El apagón", pero ahora comprendo que solo son para mi malestar y que estoy mejor sin eso. Quizás no esté curado del todo pero sé que estoy cerca de estarlo o al menos de volver a ser un ciudadano funcional y sin problemas legales de Neopanem.

Los periódicos desaparecen durante los primeros días de septiembre y mi vecino dice que es normal, estamos tan apartados que a veces olvidan hacer los envíos por lo que no me preocupo. Recién a mediados de mes viene a confesarme la verdad y es que ha estado robando las noticias para darme un poco más de tiempo para recuperarme antes de ver lo que ha pasado en el Capitolio. De hecho solo leo el titular y segundos después ya aparezco en las calles del distrito 6 para completar la lectura y casi entrar en pánico allí.

Ya han pasado varios días, casi dos semanas, quizás a éstas alturas el cuerpo de Lara ya esté con los últimos trozos de piel cubriendo su esqueleto y recién aparezco por aquí. No solo ella, sé que también debo ir a comprobar que Ari esté bien y que quede suficiente de mi laboratorio como para regresar al trabajo algún día pero mi inconsciente me trajo al que cree que es la mayor prioridad, supongo que porque las cosas no terminaron bien entre nosotros la última vez que nos vimos y no quiero ni pensar en que le haya podido pasar algo.

Camino por el distrito 6 luego de ir hacia su casa y no encontrar a nadie. El taller también está vacío aunque puede que sea por la hora y en sí las calles parecen desiertas. Me siento un poco perdido, vagando en un sitio al que no pertenezco y que ha cambiado incluso el aire desde la última vez que estuve aquí, puede sentirse la tensión, el peligro... Quién sabe, quizás hay rebeldes escondiéndose en los callejones ahora mismo mientras me encuentro aquí todo indefenso.

Mis pies se clavan en el suelo cuando la veo aparecer en una esquina, siento como el alma me vuelve al cuerpo pero no reacciono acorde a lo que estoy sintiendo. Se la ve bien, al menos físicamente, y es todo lo que puedo pedir considerando las circunstancias. Por un momento pienso en irme pues comprobar que estaba viva es lo único que quería pero tardo demasiado en decidirlo pues cuando vuelvo a buscarla con los ojos, veo como lo suyos ya están fijos en mí.
Riley Kavalier
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Cuando en el taller uno de los mecánicos me ha dicho que Riley estuvo aquí, salgo corriendo por la puerta lateral para subir las escaleras de metal que llevan a mi departamento y por la costumbre de entrar por una de las altas ventanas que siempre dejo a medio abrir, me lanzo al interior de la sala como si esperara verlo ahí. Si hubiera usado la aparición para mover de un punto al otro mis pulmones estarían agradecidos, por el contrario estoy respirando con dificultad, y al percatarme de mi estupidez atino a hacerlo cuando quiero ir a la calle para ver si todavía queda algún rastro de que estuvo cerca, al menos la sombra de lo que fue su visita inesperada. Me frustra sobremanera que no estuve en el lugar que debía estar, como si ahora todo fuera un constante desencuentro entre los dos.

Saco mi teléfono del bolsillo de mi pantalón y lo busco entre mis contactos, sigue estando después de mi madre así que pulso a llamar en menos de dos segundos. Una voz me recuerda que este número está fuera de servicio y maldigo presionando el teléfono contra mi oído. Giro sobre mis pies hacia la calle poco transitada a estas horas, en la que se alinean los autos estacionados uno detrás del otro, los faroles están un poco maltratados y desde un callejón se escucha a gatos revolviendo en los contenedores de basura. La sombra de los edificios cae sobre el asfalto, y lo descubro parado ahí, mirándome a lo lejos todo lo alto que es, fácilmente reconocible en esta calle desierta y también lo sería entre mil personas. Camino hasta queda de pie a dos pasos, con mis brazos caídos y el teléfono olvidado en mi mano. He ensayado un par de veces lo que podría haberle dicho a Riley de tener la posibilidad de volver en el tiempo, a nuestra última conversación. Prefería imaginar cómo sería de poder regresar, porque me daba pánico lo que podría decir si nos veíamos otra vez.

De todas las frases armadas posibles, de esas que tienen el éxito asegurado, una disculpa bien hecho o la franqueza de haberlo echado mucho de menos, digo en cambio: —¿Llevas puesto tu pijama?—. Mi mirada baja al estampado alusivo a esa serie de ciencia ficción que Riley seguía por la trama y un montón de adolescentes solamente porque Jerek Grimm era el protagonista. Y cuando me sonrío siento por un instante que quiero atrapar, que hemos vuelto a ser nosotros. Antes de que se escape, rodeo su cintura con mis brazos porque es lo que mi estatura me permite, y lo estrecho en un abrazo antes de que vuelva a alejarse o de todo se desvanezca como si fuera un sueño.
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Riley Kavalier
Por un momento temo comenzar a sentirme nervioso cuando la veo acercarse, pero estoy lejos de eso. Por el contrario mis pies están bien plantados y mi respiración mantiene el ritmo regular. Pienso en qué decir y las palabras llegan rápido a mi mente, aunque prefiero guardar silencio y esperar las suyas primero. Distinto a lo que era hace unos meses, creo que no voy a tartamudear, tampoco rechazar el contacto o buscar alguna forma de salir del tema principal de conversación para charlar de algo en lo que me sienta más cómodo como lo es el trabajo. Ya no más.

Sonrío de lado con su pregunta y bajo la vista pues sí, llevo mi pijama de Fiendfyre puesto, al menos es el que tiene la nave estampada en el pantalón y el latiguillo de Ruuk escrito en la camiseta y no aquel que compré con la cara del rubio estando demasiado drogado en un evento - Aparecí ni bien leí la noticia, no habría podido cambiarme de quererlo - porque fue así, ni siquiera lo pensé con claridad. De suerte que no sufrí despartición por la falta de concentración.

Devuelvo el abrazo atrapándola por los hombros y apoyo mi mejilla en su coronilla luego de dejar un beso en el mismo lugar. Me quedo allí por unos segundos, disfrutando del contacto de mi mejor amiga como nunca lo había hecho hasta ahora. Creo que ya encontré mi parte favorita de estar sobrio y me ayudará a seguir estándolo en el futuro.

-Veo que físicamente estás bien pero ¿Cómo estás? - pregunto aun sin soltarla. Lo siento, por años ha tenido un Riley arisco que solo aceptaba abrazos estando bajo el efecto de los hongos pero tendrá que adaptarse al nuevo, o al menos debe intentarlo hasta que la conversación tome el rumbo inevitable y quién sabe qué ocurrirá - Por favor dime que no perdiste a nadie - no tuve tiempo de leer la lista de bajas, en realidad ni siquiera sé si hay una.
Riley Kavalier
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Invitado
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Si recién leyó la noticia, no quiero pensar qué tan lejos estaba. ¿En las ruinas de Europa? ¿Al otro lado de un gran charco? ¿Qué tan lejos se fue sin que lo supiera y será que me echó de menos? No se lo pregunto, me conformo con su abrazo que me sostiene en este instante que haré durar horas. Si cierro los ojos y no hago otra cosa que quedarme con mi mejilla escuchando sus latidos, podré lograrlo. De todas las veces en las que me bastó con tenerlo de pie a mi lado, siendo una niña que respondía con un puñetazo en el hombro si quería demostrar afecto y una adolescente que con unas palmaditas en la espalda estaba más que bien, porque quería mostrarme fuerte, nunca una debilucha, recibir este abrazo aunque sea un poco tarde se siente bien y creo que después de todo, todo lo que pasó, es lo que necesitaba. No importa que dure solo un minuto.

Estoy bien, estoy bien— repito para tranquilizarlo, mi voz un poco amortiguada por estar todavía atrapada en su agarre. No puede verme rodar los ojos, un gesto que podría ser grosero teniendo en cuenta que está preguntando desde la preocupación, pero también en este momento me veo siendo tan honesta como es mi estilo. —¿A quién podría haber perdido?— pregunto, en mi tono se hace evidente lo que no me tardo en decir: —Mi madre es la única persona que me quedó. Y si es por ella que preguntas, está bien. Se fue poco antes de que todo… explotara—. ¿Por qué usar otra palabra cuando la verdad se ilustra por sí misma? —Mi madre y tu han sido siempre mi familia, Riley— murmuro y cuando se fue me sentí tan sola, que si hubiera perdido a mi madre también en ese atentado, mi realidad solo hubiera colapsado. Pero ni el uno, ni el otro estaban ahí. Estaba yo, dándome cuenta que no tenía nada en este mundo a lo que aferrarme, tan sola si es que algo salía mal en ese momento, y una niña se convirtió en ese algo que proteger y a lo cual abrazarme. —Meerah estaba conmigo— le cuento. —Ella está bien, por suerte—. Realmente, fue una cuestión de suerte, porque no hubo manera en que ella o yo pudiéramos hacer algo contra el hombre que la atacaba. —Fue la única que estuvo ahí conmigo…— susurro y alzo mi mirada hacia él. —¿Dónde estuviste, Riley?
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Riley Kavalier
Cuando pregunta casi exclamo "¡Mo!" más fuerte de lo que debería, pero solo quedo a mitad de camino pues responde sin que tenga que decir nada más. De verdad me alegra que la mujer esté bien y que me preocupe más por su bienestar que por el de mi propia madre ya dice mucho. Vaya... No he pensado ni una sola vez en el tiempo que llevo enterado de lo ocurrido ¿Qué tal si no sobrevivió? ¿Estoy listo para enfrentar la muerte de mi madre siendo la de mi padre tan reciente? Creo que será mejor no pensar en eso, lo averiguaré después aunque estoy seguro de que está bien. No la imagino yendo sola a esa clase de eventos.

Me separo un poco cuando termina el relato y la observo a los ojos intentando buscar algo más. No me refería solo a Mo y claramente no quería saber de la niña, pero supongo que aún no hemos llegado allí... No la culpo en realidad, la última vez no reaccioné demasiado bien y si bien sigo creyendo que tengo razón creo que pasará un rato largo hasta que podamos hablar honestamente de él - Me alegro de que Meerah esté bien - respondo al final y rompo definitivamente el abrazo. Para ser honesto no tengo idea de cómo es la niña, pero sí la ha mencionado unas cuantas veces.

- Estuve en el distrito 9, no estábamos tan lejos - respondo con media sonrisa, fui capaz de esconderme a plena vista pero en un sentido distinto en el que lo hice toda mi vida. Antes me escondía porque no quería que lo demás me dañaran, ahora fue a la inversa - Pensaba en quedarme allí pero con lo que pasó ni siquiera el centro suena seguro - soy honesto con el ceño fruncido y los ojos clavados en el suelo. No sé que tan claro puedo hablar al respecto pues hasta donde sé, Lara simpatizaba con esos terroristas ¿Lo seguirá haciendo ahora?

- ¿Tienes idea si Andrew sigue en la casa? Me fui directamente desde el hospital y no he visto a nadie desde entonces - pregunto mintiendo un poco con respecto a ésto último - ¿Y el laboratorio? ¿Queda algo? - agrego intentando no sonar demasiado sentimental. Son cosas materiales pero parte importante de mi vida.
Riley Kavalier
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A solo tres distritos de distancia, tan fácil como aparecerme en una de las granjas que solían llamarnos para reparar las monstruosas maquinarias que usaban en las grandes plantaciones. —No, no estaba lejos…— repito sus palabras con angustia, me abrazo a mí misma y retiro mi mirada hacia un punto perdido en la calle. —Pero no hubiera ido a buscarte si necesitas tiempo para ti, un tiempo sin mí…— digo, hablándole del respeto que siempre he sentido por su espacio personal a pesar de que en ocasiones fui avasallante en su oficina, su casa, en todas las cosas que eran cotidianas para él. Mientras que por mi parte mantuve en reserva muchos espacios de pensamientos que tal vez tendría que haberle compartido, pese al miedo de recibir su rechazo. Tendría que haber confiado en que eso no pasaría. —Pero, ¿al menos encontraste lo que buscabas? ¿Te encontraste a ti?— le pregunto, alzando mi vista hasta detenerme en su rostro.

Meneo la cabeza en una negativa cuando me pregunta por el hombre que su padre le dio como esclavo, de quien no he querido saber su suerte porque supuse que Helena tomó posesión de él y eso significaba dos posibilidades trágicas: que se lo hubiera quedado o que lo hubiera devuelto al mercado. Ni siquiera sé que fue de Amanita, ni de su departamento. No es como si hubiera vuelto a poner un pie siquiera frente a la puerta. —¿Quieres ir a tu casa y ver el laboratorio? Iré contigo— me ofrezco, dando otra vez un paso hacia él y tomándolo suavemente del codo. Esbozo una sonrisa suave al echar un vistazo general al contorno de los edificios que nos rodean. —No sé si este es el mejor lugar para una larga charla en pijama— señalo con mi barbilla el largo de la calle. Reconozco mi edificio entre los otros y me doy cuenta que no quiero llevarlo ahí, se parece mucho a estar guardándole un secreto otra vez. —Sino vamos a mi taller— propongo en cambio, —podría mostrarte los avances que hicimos en unos autos expansibles y en una escobas de camuflaje— le sonrío débilmente, aguardando a que acepte mi compañía, a que me acepte. —Podríamos hablar un poco más de ciertas cosas, hacer un mejor intento de entendernos, si quieres…
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Riley Kavalier
Asiento y le regalo una fugaz sonrisa, pero honesta, a modo de agradecimiento por no ir a buscarme. Suena terrible, lo sé, pero sí necesitaba un tiempo sin ella para re descubrirme como individuo y creo que he encontrado ese balance. No puedo mentir diciéndole que la extrañé porque no lo hice con nadie, no es que tenga muchas personas a quién extrañar, pero de verdad disfruté de esos meses. Quizás no será un estilo de vida pero es justo lo que necesitaba para volver al mundo real y ser alguien más funcional. Funcional... No sé por qué esa palabra ha quedado tan grabada a fuego en mi mente. Supongo que tengo que agradecerle al cazador luego.

- Ahora sé lo que quiero y puedo, así que sí - respondo sin mirarla - Y mejor aún, estoy limpio de drogas por primera vez en 15 años - agrego orgulloso de éste gran logro. Esa fue la última abstinencia de mi vida y la próxima vez que termine en el hospital será por un accidente en el laboratorio y no por otra cosa. Aunque no sé como seguirá mi laboratorio o mi trabajo ¿Qué tal si despidieron a todos y no me he enterado?

Niego rápido con la cabeza cuando propone ir a casa pues no quiero hacerlo aún. En cambio saco mi varita y hago un movimiento para cambiar la ropa por una más acorde, unos jeans de color negro, una camiseta mangas cortas con el dibujo de un átomo y zapatos en lugar de las pantuflas - ¿Mejor? - pregunto abriendo mis brazos para que pueda ver atuendo y sigo sus pasos tomando de nuevo su brazo para caminar juntos. La idea de ir al taller me agrada más, quizás no es completamente lo que yo hago pero estar al menos un poquitín cerca del trabajo me ayudará en la re inserción.

Con los ojos fijos en el camino y el mapa en dirección al taller en mi cabeza, escucho y asiento pues creo que es lo correcto - Antes no necesitábamos hablar para entendernos o no lo hacíamos - caigo en la cuenta de lo segundo con el ceño fruncido ¿Qué tal si éstas nuevas versiones ya no son compatibles? Sé que es exactamente lo que le dije en el hospital pero no lo creía realmente ¿O sí? Ahora soy incluso más distinto de lo que era ese día y ella también es distinta a su versión original.

- ¿Qué opinas de lo que pasó en el ministerio? - pregunto inclinando mi cabeza levemente para verla. Podemos comenzar por eso, es algo sencillo de responder pero que a la vez aclarará un punto muy grande de las dudas pasadas.
Riley Kavalier
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Sonrío para él al percibir la satisfacción y el orgullo del final de su búsqueda, como si fuera un hombre nuevo. Sigue siendo físicamente igual que la última vez, supongo que de todas las personas es a quien más le ha costado ver lo mucho que cambiamos desde que éramos unos niños, y será también difícil diferenciar a este Riley de aquel con quien hasta hace unos meses hacía bromas y quemaba parte de su reserva de drogas, que luego se encargaba de reponer. Nunca vi el daño real que le hacían, que un día acabaría por acudir exclusivamente a éstas y no me buscaría a mí para hablar de un problema. Contengo el impulso de envolverlo en otro abrazo para hacerle sentir que cuenta con mi apoyo, dudo de hacerlo porque puede resultar abrumador hacerlo una segunda vez en un lapso tan corto de minutos. Me refreno a tiempo para ver el cambio de atuendo que hace en plena calle con su varita, reemplazando el pijama por una ropa más informal. —Mejor— contesto, y esta vez no vacilo en tomarme de su brazo para avanzar por la acera hacia el taller que quedan a unos cuantos metros.

Quizá no lo necesitamos o quizás tendríamos que haberlo hecho, esas cosas de las que no hablábamos se fueron convirtiendo en nuestro gran hipogrifo en la habitación…— murmuro. Hago un par de pasos antes de contestar a su pregunta, pensándolo bien. Nunca solía hacer frente a este tipo de interrogantes, ni me había sentido en la obligación de ser honesta, en esta ocasión es distinto. —Fue un atentado que expuso demasiadas vidas. Fue literalmente tirar una bomba y que no importara quien salía lastimado de eso, sea quien sea, del lado que fuera— digo, mirando al frente, a la fachada del taller que se ve cerca y hago más lentos mi andar para retrasar nuestra llegada. —Me encontré en medio de alguien que quería algo que puedo entender, sí, y que a la vez apuntaba con su varita a una chica de trece años que estaba detrás de mi espalda, que en una noche vio como todo lo que conoce se desmoronaba… el ministerio destruido, su madre que huyó, su padre que casi murió…  

Me detengo finalmente, bajo mi mano por el brazo de Riley hasta dejarlo caer a un lado de mi cuerpo, inmóvil en mi sitio. —Por un momento pude ver lo que estaba pasando desde su lugar y no me gustó lo que vi— suspiro. Me volteo hacia él un tanto indecisa, un pensamiento va cobrando fuerza, haciéndose lugar pese a que trato de reprimirlo en estos días y sobre todo delante de Riley, pero encuentra su manera de llegar a mis labios. —Hans podría haber muerto esa noche— digo, al cabo de un parpadeo estoy sujetándolo de la muñeca para llevarlo conmigo al taller y cambio de tema cuando estamos a la sombra del galpón. —No sé qué pueda salir de la situación de los rebeldes que apresaron o de los rehenes que tienen en el norte. ¿Sabías que secuestraron a dos ministros?—. Confío en mi fuero interno que Ivar tenga contactos en el norte que velen por él. —Nada bueno, eso seguro. Será violencia respondiendo con más violencia…— digo, me muerdo un labio con fuerza, y reconozco para no ser hipócrita: —Y creo que está justificada para conseguir ciertas cosas, pero no deja de escribirse una lista infinita de muertos… y a veces en serio, me asusta, lo cerca que puede rozarnos y cuando se trata de personas que conocemos…
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Riley Kavalier
Hago una mueca y niego con la cabeza, tragándome las palabras pues si bien deberíamos comenzar a hablar con honestidad no puedo hacerlo ya que volveríamos a la misma pelea que tuvimos en el hospital. Insiste en que los dos nos hemos ocultado cosas pero hasta ese día yo no le había escondido nada, solo ella... Pero al parecer necesita creer que el problema fue en las dos direcciones así que respiro profundo y lo acepto así, si ambos debemos ser los culpables para salir adelante de acuerdo, que así sea. Los amigos hacemos sacrificios para mantener la paz y este será el mío.

Escucho su opinión sobre lo que ocurrió y me alegra saber que ha visto las cosas desde una perspectiva distinta. Sigue de acuerdo con sus ideales pero no con sus métodos, lo cual me deja tranquilo ya que es señal de que no saldrá corriendo a unirse a sus filas al primer llamado. Lo próximo me descoloca un poco pues creí que no saldría el tema en mucho tiempo - Lo siento - solo digo intentando sonar respetuoso pues no sería bien visto decir "Lástima que no lo hizo". En realidad no, jamás podría desearle la muerte, es un idiota pero no lo merece.

Los movimientos se vuelven bruscos así como el cambio de tema y antes de poder decir algo más me veo arrastrado hacia el taller. Alzo las cejas pues no sabía que habían secuestrado a dos ministros, luego leeré más al respecto. Solo espero que no sea el nuevo jefe pues ya dos cambios en tan poco tiempo no puede ser bueno para el departamento, y claro espero que no le hagan daño pero no conozco al hombre así que mi preocupación no es demasiada - Estamos en guerra - respondo finalmente encogiéndome de hombros. Ya hubo guerras antes, pero creo que ésta no toca vivirla en primera persona y ambos tendremos que hacer algo al respecto - ¿Me odiarás si me pongo a construir algo para vencerlos? - pregunto mirándola de reojo pues es algo que va a pasar, está decidido. Pero no espero respuesta, solo entro al lugar dándole un empujón a la puerta y sonrío al ver un auto rojo pequeño terminado en un rincón - ¿Bautismo? - pregunto siendo yo esta vez quien cambia de tema - Aún recuerdo el tuyo, lástima que nunca llegué a caber.
Riley Kavalier
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No creo que haya mucho más que decir, asiento apenas a su «lo siento». Escucharle decir que estamos en guerra es lo que me impulsa a alzar mi vista por encima de la fachada del taller, de todos los edificios que forman parte del distrito seis, hacia un cielo limpio tan distinto al de que aquella noche en que fragmentos de paredes caían como una tormenta de escombros sobre nosotros, el polvo cubriéndonos como una niebla densa y las cenizas manchando nuestras ropas. ¿Cuándo en realidad comenzó esta guerra? No es cierto que sucedió esa noche, fue mucho antes, incluso antes de que un distrito entero fuera arrastrado por un incendio que no vimos, pero eso no quiere decir que no existió. —Es decisión tuya— digo, sintiendo como esas palabras raspan mi garganta de una manera en que no lo haría siquiera el grito más fuerte dicho con todo el aire de mis pulmones. Me cuesta demasiado decirlas. —No podría odiarte, Riley— murmuro, mis manos están frías cuando se encuentran, mi pulgar acaricia la palma de la otra mano. Sigo sin poder mirarlo. —No importa en qué lugar de estas batallas se colocan las personas que aprecio. Es tan complicado como decir que hay buenos o malos, poder querer u odiar a alguien por la postura que toma…— sigo caminando, porque tal vez algún día espero escuchar que me apreciarán así, no importa qué camino elija y eso me determine a quedarme.

Resuena en todo el galpón el arrastre de la puerta, la franja de luz exterior se cuela por esa rendija y se escucha el ruido de una soldadura en alguna parte, el chasquido de chispas que caen sobre una mesa. En una de las primeras mesadas aun veo los planos y el prototipo de un diminuto auto de carreras que tiene su réplica en tamaño real a un lado. El auto de brillante carrocería roja que diseño Charlie Meyer. —Teniendo en cuenta que desde los once no he crecido mucho, no te sientas acomplejado, mi coche era algo así como una snitch— sonrío al recordar ese viejo modelo. —Pequeña, amarilla y veloz— describo esos atributos que me dieron mi primera marca de velocidad, una que sobrepasé al verano siguiente y para cuando tenía diecisiete años me fasciné tanto con las escobas, que descuidé mi vocación por los automóviles, quizá también porque me recordaban demasiado a mi padre y su proyecto incluso. —¿Te gustaría…? ¿Armar uno?— señalo a la pantalla donde se ve la figura girando sobre su eje y la tablet levitando cerca. —Tienes que conocer a Charlie algún día, te caería bien… y cumple años el mismo día que tú. Tal vez el próximo año podrías venir conmigo a su cumpleaños—. Tal vez.
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Riley Kavalier
Sonrío aliviado cuando dice que nunca podría odiarme pero eso pone una nueva interrogante en mi cabeza. Siempre he desarrollado mejor mi trabajo con Lara al lado mío para escuchar y aportar ideas, la evidencia está en las patentes que hemos firmado juntos y temo que eso no podría seguir siendo así. Porque aunque mi amiga deje de lado su lado rebelde, la llama ya estuvo encendida y sería estúpido de mi parte poner la seguridad del país en riesgo por algo tan básico como compartir mi trabajo... Pero ese es el asunto, suena terrible y compartirlo no es algo básico para nosotros, es parte de nuestra identidad e incluso tener que trabajar sin ella me deja un gusto amargo en la boca. Pero tendré que hacerme a la idea, de momento no digo nada al respecto.

- Te quiero, Lara - dejo salir y espero que eso ponga una bandita en las heridas que fueron y en las que vendrán. Mire por donde lo mire las cosas no serán igual en cuanto a acciones, pero el sentimiento es el mismo, es mi mejor amiga y siempre lo será. Por eso la rodeo una vez más en un abrazo y vuelvo a besar su coronilla, quizás un poco más fuerte de lo que debería pero nadie puede culparme después de haber estado cargando bolsas de papa por un mes.

El cambio de tema me viene bien e incluso me saca varias sonrisas. Podría armar uno pero quizás no hoy, debo ir al Capitolio para comprobar como está Ariadna y reunir valor para ver lo que quede del laboratorio - ¿Que tal si la invitas un día y armo uno con Charlie? Podremos charlar de lo poco conveniente que es cumplir años en vacaciones y ningún compañero de la escuela viene a visitarte - bromeo pues estoy seguro que de ni cumplir en pleno marzo habrían venido a mi fiesta.

Dejo la tablet y aparto mis ojos del pequeño auto para guardar mis manos en los bolsillos y caminar hacia la puerta - Volveré luego, tengo que ir a hacer unas cosas al Capitolio - comento sin dar más detalles - Hablaremos ¿De acuerdo? - prometo aunque no sé cuándo sea eso. El pasado es testigo que esas promesas fallaron más veces de las que se cumplieron. Y sin decir nada más, abandono el taller para aparecerme rumbo a mi nuevo destino.
Riley Kavalier
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