OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Sábado a la madrugada,
Después del atentado
Las primeras luces del día van deslizándose por el contorno de los edificios del distrito, las sombras ocultan parcialmente las paredes derruidas hasta que el destello del sol muestra la verdad. Bebo lo que queda del café amargo y aguado en la taza, sentado en la terraza y sintiendo la ausencia de Kenny. No llegué a tiempo para lo que tenía que ser un intento de rescate, no sabía nada de que el plan consistía en hacer explotar el ministerio de magia. Libro a mi compañera de la culpa por mi ignorancia, en los años trabajando juntos pautamos que hay cosas que nunca se hablarían por ningún medio mágico o tecnológico. Hubo reuniones que las tuvimos sentados frente a frente, a pocos centímetros, lejos de cualquier aparato electrónico. Nunca muchos recaudos son suficientes. Y, ¿cuándo tuve razones para cuestionar las iniciativas de Kenny? Si mis ausencias se espaciaron fue porque tenía plena confianza de las decisiones que es capaz de tomar por su cuenta, que no esté hoy en el loft me hace dudar de ella por primera vez en años y estoy maldiciéndola por lo bajo, en una seguidilla de insultos que suenan un poco como un rezo si no fuera porque estoy maldiciendo a tres generaciones anteriores a su nacimiento.
Regreso al interior del loft después de dar un rato a Mimi, la única de la radio clandestina que encuentro donde debería estar, para que despierte a quien sirva como portavoz del grupo de sobrevivientes que han llegado a ocupar todas las esquinas de la vivienda. Ocupo una banqueta en la cocina para acomodarme en una mesa que todavía tiene una pata coja y repasar los videos que me facilitó Mimi con los auriculares puestos, deteniéndome en cada rostro para ir acomodándolos uno al lado del otro como mosaicos que llegan a ocupar toda mi pantalla. Reconozco la cara del hombre que se coloca al otro lado de la mesa de una de las imágenes capturadas, aunque podría decir que lo hemos visto un par de veces antes, muchas veces por más que el tiempo nos cambie a todos. Me desprendo de los auriculares dejándolos sobre la mesa, y me inclino hacia delante entrelazando mis manos en una postura que como tengo por costumbre pretende ser calma, porque nunca doy ordenes gritando y la peor respuesta que se puede recibir de mí es el silencio, porque nunca significa algo bueno.
—Este lugar siempre ha sido nuestro refugio y podemos recibir a quienes también necesitan de uno— comienzo, —Una… dos… tres personas—. Echo una mirada significativa más allá de su hombro, a la mayoría de las personas que todavía duermen. —Cuántas más personas, mayor el riesgo de que un día caigan aurores aquí. No los estoy echando— aclaro de inmediato. —Me interesa más que nada saber quiénes quedaron después de lo de anoche, con qué contamos y cómo vamos a seguir desde ahora… —. No voy a discutir sobre lo que ocurrió, ¿qué caso tiene decir ahora que poner bombas no era una buena idea? No he llegado a mi edad lamentándome sobre las ruinas, sino construyendo cosas nuevas a partir de estas.
Después del atentado
Las primeras luces del día van deslizándose por el contorno de los edificios del distrito, las sombras ocultan parcialmente las paredes derruidas hasta que el destello del sol muestra la verdad. Bebo lo que queda del café amargo y aguado en la taza, sentado en la terraza y sintiendo la ausencia de Kenny. No llegué a tiempo para lo que tenía que ser un intento de rescate, no sabía nada de que el plan consistía en hacer explotar el ministerio de magia. Libro a mi compañera de la culpa por mi ignorancia, en los años trabajando juntos pautamos que hay cosas que nunca se hablarían por ningún medio mágico o tecnológico. Hubo reuniones que las tuvimos sentados frente a frente, a pocos centímetros, lejos de cualquier aparato electrónico. Nunca muchos recaudos son suficientes. Y, ¿cuándo tuve razones para cuestionar las iniciativas de Kenny? Si mis ausencias se espaciaron fue porque tenía plena confianza de las decisiones que es capaz de tomar por su cuenta, que no esté hoy en el loft me hace dudar de ella por primera vez en años y estoy maldiciéndola por lo bajo, en una seguidilla de insultos que suenan un poco como un rezo si no fuera porque estoy maldiciendo a tres generaciones anteriores a su nacimiento.
Regreso al interior del loft después de dar un rato a Mimi, la única de la radio clandestina que encuentro donde debería estar, para que despierte a quien sirva como portavoz del grupo de sobrevivientes que han llegado a ocupar todas las esquinas de la vivienda. Ocupo una banqueta en la cocina para acomodarme en una mesa que todavía tiene una pata coja y repasar los videos que me facilitó Mimi con los auriculares puestos, deteniéndome en cada rostro para ir acomodándolos uno al lado del otro como mosaicos que llegan a ocupar toda mi pantalla. Reconozco la cara del hombre que se coloca al otro lado de la mesa de una de las imágenes capturadas, aunque podría decir que lo hemos visto un par de veces antes, muchas veces por más que el tiempo nos cambie a todos. Me desprendo de los auriculares dejándolos sobre la mesa, y me inclino hacia delante entrelazando mis manos en una postura que como tengo por costumbre pretende ser calma, porque nunca doy ordenes gritando y la peor respuesta que se puede recibir de mí es el silencio, porque nunca significa algo bueno.
—Este lugar siempre ha sido nuestro refugio y podemos recibir a quienes también necesitan de uno— comienzo, —Una… dos… tres personas—. Echo una mirada significativa más allá de su hombro, a la mayoría de las personas que todavía duermen. —Cuántas más personas, mayor el riesgo de que un día caigan aurores aquí. No los estoy echando— aclaro de inmediato. —Me interesa más que nada saber quiénes quedaron después de lo de anoche, con qué contamos y cómo vamos a seguir desde ahora… —. No voy a discutir sobre lo que ocurrió, ¿qué caso tiene decir ahora que poner bombas no era una buena idea? No he llegado a mi edad lamentándome sobre las ruinas, sino construyendo cosas nuevas a partir de estas.
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Mimi me despierta y siento que han pasado segundos desde que cerré los ojos. Aún tengo el cuerpo adolorido y estoy seguro de que, aunque me he lavado, puedo sentir la mugre plantada en mis poros como si todavía estuviese en el campo de batalla. Me enderezo con la confusión del somnoliento y tardo al menos dos segundos en reaccionar — ¿Quién?— anuncia que un tal Jeff quiere verme y tengo que hacer un repaso en mi lista mental. Tengo la ligera sensación de que Kennedy me ha nombrado a alguien con que se hace llamar de esa forma, pero ahora mismo no tengo la capacidad de hacer memoria. Al final, me doy por vencido y me pongo de pie para ir al baño, lavarme la cara en un intento de despertarme y, sin más, voy a la cocina.
La primera luz del día tiñe las paredes de un suave naranja y me parece un poco iónico que el cielo se encuentre despejado, como si se burlarse de nosotros al lucir como si nada hubiera pasado. Casi que deseo que todo haya sido un simple sueño, pero hay algo en el ambiente que se siente vacío y me recuerda que la realidad es otra. El rostro de aquel hombre me lo recuerda. Hago tripas corazón cuando me siento frente a él y entrelazo mis dedos sobre la mesa, sintiendo que estoy en una reunión de negocios demasiado formal como para que sea a estas horas de la mañana. Cada palabra que dice se siente como una incomodidad plasmada, pero me niego a contestar de inmediato. Solo aguardo a que termine de hablar e incluso me tomo un momento en contestar, tratando de procesar todo al sentir que no he despertado completamente — Sin contar a Kenny, Ferdia y Raven, han capturado a dos de los nuestros — comienzo y doy por sentado que con "los nuestros" debe saber que estoy hablando de los sobrevivientes del catorce — De mi gente, quedamos unos diez... estaríamos divididos en el departamento de Arya, pero supongo que ya sabes que ahora está predispuesto para otras cosas — incluso, Cale se ha quedado allí esta noche haciendo guardia. Parecía lo más sensato, si consideramos que él no está herido ni agotado.
Desarmo un poco la postura tensa y bajo mis manos de la mesa, tratando de mostrarme mucho menos rígido — Jamás fue nuestra intención el ser un problema... Jeff, ¿cierto? — aventuro, moviendo mi cabeza en su dirección del modo más educado que soy capaz — No tenía idea de que había planes de hacer estallar el ministerio. Lo que sí sé es que deseo saber quienes de los nuestros siguen con vida y así encontrar el modo de recuperarlos. No dejaré a nadie atrás — he perdido a demasiadas personas, no seguiré por ese lado.
La primera luz del día tiñe las paredes de un suave naranja y me parece un poco iónico que el cielo se encuentre despejado, como si se burlarse de nosotros al lucir como si nada hubiera pasado. Casi que deseo que todo haya sido un simple sueño, pero hay algo en el ambiente que se siente vacío y me recuerda que la realidad es otra. El rostro de aquel hombre me lo recuerda. Hago tripas corazón cuando me siento frente a él y entrelazo mis dedos sobre la mesa, sintiendo que estoy en una reunión de negocios demasiado formal como para que sea a estas horas de la mañana. Cada palabra que dice se siente como una incomodidad plasmada, pero me niego a contestar de inmediato. Solo aguardo a que termine de hablar e incluso me tomo un momento en contestar, tratando de procesar todo al sentir que no he despertado completamente — Sin contar a Kenny, Ferdia y Raven, han capturado a dos de los nuestros — comienzo y doy por sentado que con "los nuestros" debe saber que estoy hablando de los sobrevivientes del catorce — De mi gente, quedamos unos diez... estaríamos divididos en el departamento de Arya, pero supongo que ya sabes que ahora está predispuesto para otras cosas — incluso, Cale se ha quedado allí esta noche haciendo guardia. Parecía lo más sensato, si consideramos que él no está herido ni agotado.
Desarmo un poco la postura tensa y bajo mis manos de la mesa, tratando de mostrarme mucho menos rígido — Jamás fue nuestra intención el ser un problema... Jeff, ¿cierto? — aventuro, moviendo mi cabeza en su dirección del modo más educado que soy capaz — No tenía idea de que había planes de hacer estallar el ministerio. Lo que sí sé es que deseo saber quienes de los nuestros siguen con vida y así encontrar el modo de recuperarlos. No dejaré a nadie atrás — he perdido a demasiadas personas, no seguiré por ese lado.
Froto mi mandíbula con una mano, moviendo mi cabeza de un lado al otro. —Puedo suponerlo, pero no tengo certezas. De los míos— uso el mismo término que empleó para mostrar la posesión de grupo,—la única que está aquí es Mimi para explicarme cómo llegamos a esta situación— digo. —La única lúcida—. Moira no podría despertarse ni con una estampida de hipogrifos en la sala, lo intenté y vi el frasco vacío de una poción que me dijo todo lo que necesitaba saber. No sé nada de los otros dos, me tranquiliza un poco no haberlos visto en los videos, no son repudiados como nosotros y bien podrían haber estado en ese festival. A quien sí he visto es a Ferdia en los videos que me facilitó la chica, resistiendo al ataque múltiple de varios magos. —Preguntaba para saber en quienes confiar después de lo que ocurrió. Sé que es una tontería, pero teniendo en cuenta cómo este loft fue atravesado por varias personas, no me gustaría que un día nos encontremos con el enemigo en casa—. Lo digo por nadie en particular. —Solo estoy tomando recaudos.
—Sobre los souvenirs que se trajeron de la fiesta…— aprovecho que lo menciona muy por arriba para detenerme en este punto, tecleando rápidamente y girando la pantalla en su dirección para mostrar el perfil de los capturados. Selecciono una de esas imágenes. —Me gustaría ir al departamento de Arya para reencontrarme con este amigo y poder intercambiar unas palabras con él— señalo al rostro de Ivar Lackberg con un golpecito en el vidrio de la pantalla. Me parece una ironía que Kenny esté en el Capitolio en este momento, presa, y que un amigo en común de ambos esté entre los prisioneros de este distrito. Supongo que el botín es de quienes lo toman, en este caso los sobrevivientes del catorce, pero ellos no se adjudican la responsabilidad de las bombas y supongo que lo de tomar prisioneros fue sacar ventaja del momento. Lo voy relacionando con lo que dice después, su decisión de «no dejar a nadie atrás». —Tampoco quiero eso— digo, —así que cuentas con mi ayuda para rescatarlos—. Pondría el mundo de cabeza con tal de recuperar a Kenny, no seríamos quienes somos si no fuera por el otro y nunca jamás nos abandonaríamos a la suerte.
—Sobre los souvenirs que se trajeron de la fiesta…— aprovecho que lo menciona muy por arriba para detenerme en este punto, tecleando rápidamente y girando la pantalla en su dirección para mostrar el perfil de los capturados. Selecciono una de esas imágenes. —Me gustaría ir al departamento de Arya para reencontrarme con este amigo y poder intercambiar unas palabras con él— señalo al rostro de Ivar Lackberg con un golpecito en el vidrio de la pantalla. Me parece una ironía que Kenny esté en el Capitolio en este momento, presa, y que un amigo en común de ambos esté entre los prisioneros de este distrito. Supongo que el botín es de quienes lo toman, en este caso los sobrevivientes del catorce, pero ellos no se adjudican la responsabilidad de las bombas y supongo que lo de tomar prisioneros fue sacar ventaja del momento. Lo voy relacionando con lo que dice después, su decisión de «no dejar a nadie atrás». —Tampoco quiero eso— digo, —así que cuentas con mi ayuda para rescatarlos—. Pondría el mundo de cabeza con tal de recuperar a Kenny, no seríamos quienes somos si no fuera por el otro y nunca jamás nos abandonaríamos a la suerte.
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Una de mis cejas se arquea solo un segundo, asumo que no nos tiene como gente de confianza y eso no significa cosas buenas. He oído la mención de su nombre en alguna que otra ocasión, pero eso no quiere decir que sepa algo sobre él. Aún así, comprendo su preocupación y su recaudo — No seremos un problema, eso lo aseguro. No hay intenciones de quedarnos aquí en cuanto las cosas se solucionen — NeoPanem no es lugar para nosotros, eso lo sé bien. Darle un hogar a los chicos es nuestra prioridad, el problema es que no sé dónde sería eso. A pesar de las ruinas, Europa se está volviendo cada vez más tentador.
Las cosas se tornan extrañas cuando me enseña la imagen de su amigo, reconociendo uno de los rostros magullados de uno de los sujetos que están atados en el departamento de Arya. Sé que muestro sorpresa además de mi desconcierto, en especial porque recuerdo algunas de las grabaciones que Mimi me cedió anoche — ¿El tipo que peleó junto a la asesina de Amärie es tu amigo? — intento no sonar tan acusador, pero creo que mi voz pierde parte de su amabilidad. No lo culpo a él, pero dudo poder confiar en alguien que ha permitido que quemen viva a una de los nuestros. Aún así, intento empujar mis ideas de cabeza caliente. Tampoco voy a ponerme a repartir juicios — Quiero intercambiar — no me pongo a dar vueltas, la postura que adopto lo hace parecer como que estoy listo para negociar incluso con él. No hay un ápice de duda en mis facciones — Tenemos a dos ministros, uno de ellos es el jefe de guerra y siempre ha sido cercano a Jamie Niniadis. Si jugamos bien nuestras cartas, podemos exigir su vida por la de los nuestros. Solo debemos encontrar el modo de enviarles un mensaje. ¿Sabes de alguien del ministerio con el poder suficiente como para querer negociar conmigo? — sé que es un poco suicida, pero es lo mejor que tengo. Decido confiar en que se preocupen por los suyos, incluso cuando he tenido demasiadas pruebas en contra.
Las cosas se tornan extrañas cuando me enseña la imagen de su amigo, reconociendo uno de los rostros magullados de uno de los sujetos que están atados en el departamento de Arya. Sé que muestro sorpresa además de mi desconcierto, en especial porque recuerdo algunas de las grabaciones que Mimi me cedió anoche — ¿El tipo que peleó junto a la asesina de Amärie es tu amigo? — intento no sonar tan acusador, pero creo que mi voz pierde parte de su amabilidad. No lo culpo a él, pero dudo poder confiar en alguien que ha permitido que quemen viva a una de los nuestros. Aún así, intento empujar mis ideas de cabeza caliente. Tampoco voy a ponerme a repartir juicios — Quiero intercambiar — no me pongo a dar vueltas, la postura que adopto lo hace parecer como que estoy listo para negociar incluso con él. No hay un ápice de duda en mis facciones — Tenemos a dos ministros, uno de ellos es el jefe de guerra y siempre ha sido cercano a Jamie Niniadis. Si jugamos bien nuestras cartas, podemos exigir su vida por la de los nuestros. Solo debemos encontrar el modo de enviarles un mensaje. ¿Sabes de alguien del ministerio con el poder suficiente como para querer negociar conmigo? — sé que es un poco suicida, pero es lo mejor que tengo. Decido confiar en que se preocupen por los suyos, incluso cuando he tenido demasiadas pruebas en contra.
Me abstengo de preguntar en qué fecha será que las cosas se solucionarán finalmente y a favor de quiénes, es un pensamiento vago que no se ha concretado en años y creo que aún faltan muchos para estar en una situación en la que pueda sentir que estamos en un tiempo mejor al que venimos arrastrando desde hace varias décadas. Estar concentrados en un mismo sitio no me parece una buena idea por razones distintas a estar albergando a una posible amenaza lo que es mi principal preocupación, también me inquieta la posible visita de aurores. ¿Qué si el lugar está protegido por magia? ¿Acaso el distrito 14 no era incontrable? A la hospitalidad de Kennedy, está la contraparte de mis paranoias y tal vez por eso hacemos un buen equipo. Rescato un poco de esa hospitalidad de mi amiga, con mi propio sello, al decir: — Si necesitan un lugar donde los más chicos se queden mientras ustedes buscan un nuevo lugar…— dejo abierta la oferta.
Levanto mi dedo índice para pedirle un minuto en cuanto menciona a su amiga que fue asesinada. Recupero la posesión del teclado para retroceder en el video y lo detengo en el segundo en que se ve a mi amigo siendo estrangulado por la mujer morena, entonces le muestro nuevamente la pantalla. — Lamento que hayamos llegado a un punto de violencia en que vimos al enemigo en cualquier rostro, cuando todo es siempre más complejo y muchas veces las personas no son quienes dicen ser…— murmuro, con mi mirada puesta a la imagen detenida, dejando que asimile a su manera lo que es mi intento de apaciguar los ánimos, que después de una noche de explosiones se tornó violento y puede que la sensación perdure en los días siguientes. No llego a sentirla de la misma manera que ellos, ver todo lo sucedido a través de pantallas no es lo mismo que vivirlo, y en ese lío que interpreto como el fracaso de una revuelta, solo puedo pensar en la pérdida de Kenny. — Y lamento lo de tu amiga— atino a decir, antes de cambiar de tema.
Lo escucho cuando se refiere a los intercambios con un asentimiento de mi mentón que muestra que estoy de acuerdo con su lógica de negociación. Pero tengo que reprimir una carcajada inadecuada al responder a su interrogante sobre un contacto en el ministerio. ¿Leblanc? ¿Powell? ¿De ese tipo de contactos hablamos? Si le pido un minuto para revisar mi lista de contactos sería una broma muy inapropiada para toda la tensión que se percibe en esta casa. — Pregunta equivocada a la persona equivocada— digo en cambio con una actitud evasiva. — Hablemos con los nuevos ocupantes del departamento de Arya— propongo, con un movimiento de mi mano en el aire. — Claro que entiendo si los interrogatorios los quieren hacer por su parte, no hace falta que participe. Pero sí me gustaría acompañarlos…—. Creo que pedir permiso para socializar con sus rehenes es lo correcto.
Levanto mi dedo índice para pedirle un minuto en cuanto menciona a su amiga que fue asesinada. Recupero la posesión del teclado para retroceder en el video y lo detengo en el segundo en que se ve a mi amigo siendo estrangulado por la mujer morena, entonces le muestro nuevamente la pantalla. — Lamento que hayamos llegado a un punto de violencia en que vimos al enemigo en cualquier rostro, cuando todo es siempre más complejo y muchas veces las personas no son quienes dicen ser…— murmuro, con mi mirada puesta a la imagen detenida, dejando que asimile a su manera lo que es mi intento de apaciguar los ánimos, que después de una noche de explosiones se tornó violento y puede que la sensación perdure en los días siguientes. No llego a sentirla de la misma manera que ellos, ver todo lo sucedido a través de pantallas no es lo mismo que vivirlo, y en ese lío que interpreto como el fracaso de una revuelta, solo puedo pensar en la pérdida de Kenny. — Y lamento lo de tu amiga— atino a decir, antes de cambiar de tema.
Lo escucho cuando se refiere a los intercambios con un asentimiento de mi mentón que muestra que estoy de acuerdo con su lógica de negociación. Pero tengo que reprimir una carcajada inadecuada al responder a su interrogante sobre un contacto en el ministerio. ¿Leblanc? ¿Powell? ¿De ese tipo de contactos hablamos? Si le pido un minuto para revisar mi lista de contactos sería una broma muy inapropiada para toda la tensión que se percibe en esta casa. — Pregunta equivocada a la persona equivocada— digo en cambio con una actitud evasiva. — Hablemos con los nuevos ocupantes del departamento de Arya— propongo, con un movimiento de mi mano en el aire. — Claro que entiendo si los interrogatorios los quieren hacer por su parte, no hace falta que participe. Pero sí me gustaría acompañarlos…—. Creo que pedir permiso para socializar con sus rehenes es lo correcto.
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No necesito más que esas palabras para asegurar mis sospechas: en ojos de este hombre, no somos bienvenidos. A pesar de que mi respuesta es un leve arqueamiento de una de mis cejas y un cruce de brazos sobre mi pecho, no digo nada. Puedo comprender sus razones, no significa que las comparta. He vivido en un distrito que durante años ha acogido a las personas que iban en busca de un hogar, por muy riesgoso que ello fuera. En mi lógica, cualquier persona que necesita huir del gobierno se merece aunque sea una mano. Allá él, tampoco llevo ánimos de discutir. No cuando conozco mis bramidos y todo el mundo se encuentra descansando, tratando de recuperarse después de algunas de las horas más estresantes de nuestras vidas.
Mantengo mi postura rígida incluso cuando me enseña la pantalla que se lleva la atención de mis ojos, soy capaz de sentir como se me tensa la mandíbula y me pregunto si era realmente necesario que Mimi mantuviera la programación intacta. ¿Cuál era su idea? ¿Crear algo tan morboso como los juegos, demostrar que somos unos salvajes o apuntar a que ellos son capaces de quemar y degollar personas en vía pública? Estoy seguro de que eso ya todos lo sabían, las ejecuciones del Wizengamot siempre dan de qué hablar. Tengo que pasar algo de saliva y relamerme vagamente en un intento de recuperar mi voz — Lamento todo — doy por escueta respuesta. De verdad lo hago, mis intenciones siempre habían estado alejadas de la idea de matar a cientos de civiles o de crear un caos. Los culpables de nuestras desgracias parecen estar vivos y Seth aún se mantiene lejos de mi alcance. Ha sido un fracaso, en toda regla y estoy avergonzado.
Por fin me muevo, en gran parte para demostrar mi incomodidad a una idea que viene rondando desde que regresamos — Primero que nada, no quiero torturar a nadie y no permitiré que alguien más lo haga — aclaro con un murmullo severo — Ese es el estilo de Niniadis, no el mío — no es necesario que cuente sobre mis experiencias en manos de la flamante ministra de magia. Vuelvo a acomodarme y apoyo mis codos sobre la mesa, siendo así libre de unir mis manos sin apartar mis ojos de los suyos — Jamie no aceptará nada que venga por mí parte y, por lo que sé, ha estado recluida desde que explotó al catorce. Si quieres ayudar, puedes hacer que tu amigo entre en razón con los ministros. Hay gente entre los nuestros que no sobrevivirán mucho tiempo — si conectan a Kennedy a la red, si son tan resentidos como para aún pensar en Derian como un antiguo vencedor, si descubren quién es Kendrick...— Quiero solucionarlo lo antes posible, podemos conversarlo hoy mismo si tú quieres. Estoy seguro de que Annie Weynart debe extrañar a su hermano — hago una mueca porque tengo bien en claro la última imagen que me quedó grabada de esa mujer y no es precisamente agradable — Si tu amigo consigue esto, nos iremos en cuanto los míos regresen y sanen. Y todos ganamos.
Mantengo mi postura rígida incluso cuando me enseña la pantalla que se lleva la atención de mis ojos, soy capaz de sentir como se me tensa la mandíbula y me pregunto si era realmente necesario que Mimi mantuviera la programación intacta. ¿Cuál era su idea? ¿Crear algo tan morboso como los juegos, demostrar que somos unos salvajes o apuntar a que ellos son capaces de quemar y degollar personas en vía pública? Estoy seguro de que eso ya todos lo sabían, las ejecuciones del Wizengamot siempre dan de qué hablar. Tengo que pasar algo de saliva y relamerme vagamente en un intento de recuperar mi voz — Lamento todo — doy por escueta respuesta. De verdad lo hago, mis intenciones siempre habían estado alejadas de la idea de matar a cientos de civiles o de crear un caos. Los culpables de nuestras desgracias parecen estar vivos y Seth aún se mantiene lejos de mi alcance. Ha sido un fracaso, en toda regla y estoy avergonzado.
Por fin me muevo, en gran parte para demostrar mi incomodidad a una idea que viene rondando desde que regresamos — Primero que nada, no quiero torturar a nadie y no permitiré que alguien más lo haga — aclaro con un murmullo severo — Ese es el estilo de Niniadis, no el mío — no es necesario que cuente sobre mis experiencias en manos de la flamante ministra de magia. Vuelvo a acomodarme y apoyo mis codos sobre la mesa, siendo así libre de unir mis manos sin apartar mis ojos de los suyos — Jamie no aceptará nada que venga por mí parte y, por lo que sé, ha estado recluida desde que explotó al catorce. Si quieres ayudar, puedes hacer que tu amigo entre en razón con los ministros. Hay gente entre los nuestros que no sobrevivirán mucho tiempo — si conectan a Kennedy a la red, si son tan resentidos como para aún pensar en Derian como un antiguo vencedor, si descubren quién es Kendrick...— Quiero solucionarlo lo antes posible, podemos conversarlo hoy mismo si tú quieres. Estoy seguro de que Annie Weynart debe extrañar a su hermano — hago una mueca porque tengo bien en claro la última imagen que me quedó grabada de esa mujer y no es precisamente agradable — Si tu amigo consigue esto, nos iremos en cuanto los míos regresen y sanen. Y todos ganamos.
La vida es una sucesión interminable de arrepentimientos, pero no seré quien le diga eso a un hombre que por lo que sé, carga con un pasado que le vale por varias vidas. Muchas de las personas que están esta noche durmiendo en el loft cargan con más de lo que cuerpo y la mente creería capaz. Pero así como ellos, también tengo mis propias memorias, por más que sea quien irrumpe en esta casa como un visitante inoportuno, el verdadero extraño entre quienes han hecho de este sitio un refugio temporal al escapar del asedio obsesivo de Jamie Niniadis con un distrito que ha sido su sombra enemiga todo estos años. Muevo mi mentón en un nuevo asentimiento, en acuerdo a la manera en que piensa tratar a los prisioneros. —Me alegra escuchar eso más de lo que crees— digo, cruzando mis brazos por delante de mi pecho. No me refiero a que me alivia saber que mi mejor amigo no será torturado, claro que sí, pero es algo más que eso. —El que tengas presente marcar una diferencia con los Niniadis—. Habla bien de él y puedo empezar a formarme una mejor opinión, tal vez no como para seguir viviendo en un espacio sin paredes, pero sí para mantener el contacto. De eso se trata la red, ¿no? De mantener contactos. Es cuando necesito de Kenny que es la encargada de relaciones públicas, yo tengo que tener cuidado con lo que sale de mi boca.
—Hablaré un poco con Ivar— acepto, de todas maneras mi propósito era conseguir unos minutos para poder dialogar con él, si eso puede ayudar a que se resuelva lo del intercambio de rehenes lo más pronto posible, mejor. —Pero si bien entiendo que no es conveniente que seas la cara que negocie frente a frente con Jamie, dejaré que seas quien le explique puntualmente a mi amigo qué pasos quieren seguir para que este acuerdo con el ministerio funcione porque creo que entre los que quedan, tienes más idea de cómo es tratar con los Niniadis. Perdona, no quiero involucrarme en algo a lo que estoy llegando demasiado tarde, que no logro entender bien cómo empezó…— explico, retrayéndome un poco y para volver a dejarlo en claro, digo: —Sé que esto no era los que querían los del catorce, ciertamente tampoco es lo que me hubiera gustado a mí y no veo a los de la Red en ello—¿O sí? Necesito tener la oportunidad de volver a hablar con Kenny para entender el por qué de lo que fue una misión suicida, con más bajas por el lado de los rebeldes que los del Capitolio. O será que para nosotros las bajas son amigos, para ellos se trata de agentes.
Por desgracia o porque no podía ser de otra forma, todos quedamos en medio del fuego cruzado haciendo malabarismos con las brasas. Y algo se tiene que hacer al respecto. Vuelvo a asentir a su comentario final y me permito una sonrisa breve que puede interpretarlo a su manera por sus últimas palabras, a las que en vez de responder la forma en que yo las interpreté, decido darles una vuelta. —Esa vieja creencia de que hay ganadores y perdedores no sé qué tan buena sea seguirla manteniendo. Por ahora, preocupemos por sobrevivir— digo y me pongo de pie para abandonar la silla, al tiempo de que apago y guardo todo porque no quiero que nadie tropiece por accidente en la cocina con los videos de la noche anterior a menos que decidan verlos con el estómago necesario. —¿Vamos?
—Hablaré un poco con Ivar— acepto, de todas maneras mi propósito era conseguir unos minutos para poder dialogar con él, si eso puede ayudar a que se resuelva lo del intercambio de rehenes lo más pronto posible, mejor. —Pero si bien entiendo que no es conveniente que seas la cara que negocie frente a frente con Jamie, dejaré que seas quien le explique puntualmente a mi amigo qué pasos quieren seguir para que este acuerdo con el ministerio funcione porque creo que entre los que quedan, tienes más idea de cómo es tratar con los Niniadis. Perdona, no quiero involucrarme en algo a lo que estoy llegando demasiado tarde, que no logro entender bien cómo empezó…— explico, retrayéndome un poco y para volver a dejarlo en claro, digo: —Sé que esto no era los que querían los del catorce, ciertamente tampoco es lo que me hubiera gustado a mí y no veo a los de la Red en ello—¿O sí? Necesito tener la oportunidad de volver a hablar con Kenny para entender el por qué de lo que fue una misión suicida, con más bajas por el lado de los rebeldes que los del Capitolio. O será que para nosotros las bajas son amigos, para ellos se trata de agentes.
Por desgracia o porque no podía ser de otra forma, todos quedamos en medio del fuego cruzado haciendo malabarismos con las brasas. Y algo se tiene que hacer al respecto. Vuelvo a asentir a su comentario final y me permito una sonrisa breve que puede interpretarlo a su manera por sus últimas palabras, a las que en vez de responder la forma en que yo las interpreté, decido darles una vuelta. —Esa vieja creencia de que hay ganadores y perdedores no sé qué tan buena sea seguirla manteniendo. Por ahora, preocupemos por sobrevivir— digo y me pongo de pie para abandonar la silla, al tiempo de que apago y guardo todo porque no quiero que nadie tropiece por accidente en la cocina con los videos de la noche anterior a menos que decidan verlos con el estómago necesario. —¿Vamos?
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A pesar de que asiento con la cabeza, no dejo de pensar en que todavía no hay un paso a paso de cómo proceder con esto. Han pasado tan solo unas horas, asegurarnos que no nos caerían un montón de aurores encima fue nuestra tarea primordial, la segunda fue cuidar de los heridos. No tengo muy en claro cómo se supone que voy a plantearle mis ideas a este sujeto, pero aún así me creo lo suficientemente capaz como para organizar todo sin que suene a un completo desastre. Ya he actuado por desesperación en otras ocasiones, esta fue una de esas, confío en que no sucederá de nuevo. Sí le concedo que soy el que mejor conoce a nuestro enemigo, he vivido un tiempo entre ellos, he sufrido de primera mano las heridas de la ministra; sin ir más lejos, las llevo grabadas en mi piel. La letra que me califica como un esclavo en mi muñeca me pica dos segundos — Nosotros buscábamos rescatar a Seth Niniadis. Es mi mejor amigo — explico, mentón en alza como si esperase un ataque por ello. El mundo no ha sabido de él durante quince años, esos que se llenaron de rumores de que se había fugado con un muggle o que éste lo había secuestrado. Qué sé yo — Eso es todo. No sé quién comenzó lo de las bombas, no sé cómo lo consiguieron. Una guerra jamás fue lo que el catorce buscó predicar, ellos nos atacaron en primer lugar — la paz libre no parece estar en los planes de Jamie, de todos modos. No quiero señalar con el dedo, pero creo que queda implícito que quiero decir que mis amigos no han tenido nada que ver y que los culpables vienen de este lado del juego. Tampoco le veo el sentido al discutir.
Sobrevivir. Suelto un “psss” sarcástico con una media sonrisa y sacudo la cabeza, me atrevo a mordisquearme el labio inferior mientras aprieto un poco mis brazos cruzados sobre mi pecho — He sobrevivido a unos juegos hace muchos años. La gente solía decirme que era un vencedor — lo dejo caer como si él no tuviese conocimiento sobre los juegos mágicos, como si fuese ignorante a una realidad que nos agitó por mucho tiempo — Pero yo había perdido. El que gana, es siempre el que está pisando la cabeza del otro. En ese momento eran los Black, ahora son los Niniadis. Siempre hay bandos, siempre hay duelos, siempre hay ganadores y perdedores. El problema es que aquí el tablero sigue en movimiento, jamás se ha detenido — los Black no se extinguieron, los Niniadis siguen en alza, nuestras voces no se callaron. Es una enorme bola sin fin y no veo la hora de que todo acabe, aunque sea solo para mí. Lo vengo pidiendo desde los trece años. Solo quiero un basta.
Sus movimientos me dejan en claro que no hay forma de disuadirlo ni de pedir unos minutos más. Me pongo de pie con él y esto me deja chequear que soy mucho más alto que él, a pesar de que su presencia me parezca mucho más firme que la de otros con mayor tamaño. Con un gesto, lo invito a ir hacia la puerta delante de mí y no me demoro en seguirlo. El eco de nuestros pasos retumba en las escaleras del edificio maltratado, la luz de las primeras horas del día tiñe las calles de ese color suave que me gustaba tanto ver sobre el césped del catorce. Todo demasiado colorido, nada que ver al distrito cinco — Este Ivar… — comienzo a hablar, tratando de no hacerlo tan alto, mientras avanzamos con paso desenvuelto en un escenario desierto — Kenny me dijo de un amigo suyo que trabaja en el ministerio, el jefe de servicios sociales. ¿Estamos hablando de la misma persona? — ahora no recuerdo si había soltado su nombre o no, tampoco es como si mi memoria sea la mejor para esos detalles teniendo la cabeza tan agotada — Arya no vive… — me interrumpo — vivía lejos de aquí. Estaremos en un momento — no tengo idea de a cuántos he perdido ya, pero aún así sigue siendo extraño. Aún se siente el vacío interno.
Arya vivía y ejercía su profesión en un departamento diminuto que cuenta con solo una habitación que sirve como dormitorio, living y cocina, además de un pequeño baño. Como todo en el norte, es una estructura vieja, llena de humedad y tablas en el suelo que chillan cuando pones un pie sobre ellas. Los vecinos son mala junta y estoy seguro de que uno de ellos era un alcohólico cuyo bebé no dejaba de llorar o, al menos, eso recuerdo de mi última visita, hace ya una eternidad. Me detengo frente a la puerta a la cual le falta la letra que indica el departamento y, antes de abrir la puerta, me quedo quieto — Lo encerraremos en el baño. Hasta donde sé, los han dejado dormidos. No sé qué hechizo usó Amber — explico en susurros, echándole una mirada de advertencia — No quiero problemas, ¿de acuerdo? — es un poco tarde para hacer esta petición, soy consciente de ello.
Sobrevivir. Suelto un “psss” sarcástico con una media sonrisa y sacudo la cabeza, me atrevo a mordisquearme el labio inferior mientras aprieto un poco mis brazos cruzados sobre mi pecho — He sobrevivido a unos juegos hace muchos años. La gente solía decirme que era un vencedor — lo dejo caer como si él no tuviese conocimiento sobre los juegos mágicos, como si fuese ignorante a una realidad que nos agitó por mucho tiempo — Pero yo había perdido. El que gana, es siempre el que está pisando la cabeza del otro. En ese momento eran los Black, ahora son los Niniadis. Siempre hay bandos, siempre hay duelos, siempre hay ganadores y perdedores. El problema es que aquí el tablero sigue en movimiento, jamás se ha detenido — los Black no se extinguieron, los Niniadis siguen en alza, nuestras voces no se callaron. Es una enorme bola sin fin y no veo la hora de que todo acabe, aunque sea solo para mí. Lo vengo pidiendo desde los trece años. Solo quiero un basta.
Sus movimientos me dejan en claro que no hay forma de disuadirlo ni de pedir unos minutos más. Me pongo de pie con él y esto me deja chequear que soy mucho más alto que él, a pesar de que su presencia me parezca mucho más firme que la de otros con mayor tamaño. Con un gesto, lo invito a ir hacia la puerta delante de mí y no me demoro en seguirlo. El eco de nuestros pasos retumba en las escaleras del edificio maltratado, la luz de las primeras horas del día tiñe las calles de ese color suave que me gustaba tanto ver sobre el césped del catorce. Todo demasiado colorido, nada que ver al distrito cinco — Este Ivar… — comienzo a hablar, tratando de no hacerlo tan alto, mientras avanzamos con paso desenvuelto en un escenario desierto — Kenny me dijo de un amigo suyo que trabaja en el ministerio, el jefe de servicios sociales. ¿Estamos hablando de la misma persona? — ahora no recuerdo si había soltado su nombre o no, tampoco es como si mi memoria sea la mejor para esos detalles teniendo la cabeza tan agotada — Arya no vive… — me interrumpo — vivía lejos de aquí. Estaremos en un momento — no tengo idea de a cuántos he perdido ya, pero aún así sigue siendo extraño. Aún se siente el vacío interno.
Arya vivía y ejercía su profesión en un departamento diminuto que cuenta con solo una habitación que sirve como dormitorio, living y cocina, además de un pequeño baño. Como todo en el norte, es una estructura vieja, llena de humedad y tablas en el suelo que chillan cuando pones un pie sobre ellas. Los vecinos son mala junta y estoy seguro de que uno de ellos era un alcohólico cuyo bebé no dejaba de llorar o, al menos, eso recuerdo de mi última visita, hace ya una eternidad. Me detengo frente a la puerta a la cual le falta la letra que indica el departamento y, antes de abrir la puerta, me quedo quieto — Lo encerraremos en el baño. Hasta donde sé, los han dejado dormidos. No sé qué hechizo usó Amber — explico en susurros, echándole una mirada de advertencia — No quiero problemas, ¿de acuerdo? — es un poco tarde para hacer esta petición, soy consciente de ello.
Mi último pensamiento antes de perder la conciencia había sido de paz porque creí que los aurores me estaban sacando del campo de batalla para llevarme al hospital. Así que la sorpresa fue grande cuando me desperté atado en un baño desconocido, con mis heridas tan mal como cuando estaba frente al ministerio y el dolor tan fuerte que a penas si me dejaba respirar. Peor fue darme cuenta que el ministro de salud y el ministro de defensa estaban atados conmigo ya que eso solo quiere decir que somos el botín de los rebeldes y nos torturarán hasta conseguir información relevante... Al menos a ellos, a mí solo me bastará con pedir por Kennedy o Jeff para dejar en claro que haberme traído fue un terrible error.
Luego de esos cortos segundos de lucidez vuelvo a perder la conciencia y reacciono cuando alguien se está encargando de mis heridas. Quiero decir gracias pero no consigo fuerza para hablar y, una vez más, me duermo sin poder hacer un cambio real en mi situación. La diferencia es que en esta ocasión sueño, mis hijas aparecen a darme un abrazo así como mis hijos aunque no veo el rostro del mayor; también está Amalie a quien sonrío y realiza un escudo para protegernos a todos dentro de una burbuja ¿No sería lindo? Estar todos juntos como una familia normal, sin secuestros ni explosiones.
Creo que esta vez pasaron muchas más horas pues puedo moverme un poco más e incluso hablar, aunque no hay con quien hacerlo ya que ni siquiera Nicholas y Riorden están cerca ¿Se los han llevado? ¿O me han movido a mí? En realidad no fui muy conciente del espacio en los primeros minutos, bien podría haber imaginado que estábamos en un baño - Voy a matar a alguien luego de esto - murmuro para mí acomodándome contra la pared que me encuentro para que mis brazos atados estén un poco más cómodos. Al menos el tórax ya no me duele pero puedo notar como una de mis piernas sí ¿Por qué? No recuerdo que me hayan golpeado en esa zona, aunque los ataques de la rebelde son algo confusos en mi mente, quizás me quebró una pierna y no pude sentirlo al final.
-¿Hay alguien aquí? Necesito comida... No pueden tener rehenes sin darles comida, prefiero un avada antes que morir de hambre, por favor - pido un poco más alto. Veo una puerta así que quizás con suerte alguien está del otro lado.
Luego de esos cortos segundos de lucidez vuelvo a perder la conciencia y reacciono cuando alguien se está encargando de mis heridas. Quiero decir gracias pero no consigo fuerza para hablar y, una vez más, me duermo sin poder hacer un cambio real en mi situación. La diferencia es que en esta ocasión sueño, mis hijas aparecen a darme un abrazo así como mis hijos aunque no veo el rostro del mayor; también está Amalie a quien sonrío y realiza un escudo para protegernos a todos dentro de una burbuja ¿No sería lindo? Estar todos juntos como una familia normal, sin secuestros ni explosiones.
Creo que esta vez pasaron muchas más horas pues puedo moverme un poco más e incluso hablar, aunque no hay con quien hacerlo ya que ni siquiera Nicholas y Riorden están cerca ¿Se los han llevado? ¿O me han movido a mí? En realidad no fui muy conciente del espacio en los primeros minutos, bien podría haber imaginado que estábamos en un baño - Voy a matar a alguien luego de esto - murmuro para mí acomodándome contra la pared que me encuentro para que mis brazos atados estén un poco más cómodos. Al menos el tórax ya no me duele pero puedo notar como una de mis piernas sí ¿Por qué? No recuerdo que me hayan golpeado en esa zona, aunque los ataques de la rebelde son algo confusos en mi mente, quizás me quebró una pierna y no pude sentirlo al final.
-¿Hay alguien aquí? Necesito comida... No pueden tener rehenes sin darles comida, prefiero un avada antes que morir de hambre, por favor - pido un poco más alto. Veo una puerta así que quizás con suerte alguien está del otro lado.
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—Es el mismo— contesto con un movimiento del mentón, andando a la par de sus pasos por una vereda que se me hace similar a muchas otras del distrito y no es una comparación halagüeña. —Como te habrás dado cuenta, con Kenny hemos dado asilo a un par de niños y chicos que Ivar pudo colocar en hogares mejores a los que podrían tener aquí…— digo, dándole una explicación que no pedía para llenar el silencio con un poco charla, y de paso le pongo al tanto de cuál es la competencia de Ivar dentro del ministerio por si necesitan de su colaboración. Supongo que cuando tenga su tiempo para hablar, podrán entenderse y mi amigo podrá presentarse por sí mismo. Para las muchas reacciones que vi en las filmaciones, entre las que me sorprendió la agresividad que expresaban personas que no había creído que pudieran responder así, me agrada que la conversación en el departamento de Arya vaya a darse entre dos hombres que parecen tener un carácter más moderado.
—No es mi intención causar problemas— hablo con mis manos en alto, conservando hasta lo último el tono de conciliación, ajustándome a sus normas puesto que son quienes en este momento son los que tienen el control de los rehenes del Capitolio y eso los hace otra vez el bando que se enfrenta a Jamie Niniadis. No es que tenga una posición que ocupar aquí, y salvo el loft, nada sobre lo que imponerme. Al abrirse la puerta, me atrae una voz que reconozco inmediatamente y encuentro a mi amigo, para nuestra suerte, aislado del resto de los rehenes. —Basta, Ivar, no hace falta que estés lloriqueando como una niña— lo saludo, broma fuera de lugar teniendo en cuenta que está en un estado lamentable. Me acerco a él para arrodillarme a su altura y en consideración a sus heridas, me basta con tomarlo del hombro con un apretón. —Vamos a resolver esto y podrás volver con tu familia…—. Si es que quiere volver, siempre ha quedado abierta la posibilidad de que se quede con nosotros, pese a la conveniencia de tenerlo en el ministerio. —Él es… bueno, ya sabes…— señalo al hombre que me trajo hasta aquí. —Hay un par de cuestiones sobre las que creo que deberían hablar…
—No es mi intención causar problemas— hablo con mis manos en alto, conservando hasta lo último el tono de conciliación, ajustándome a sus normas puesto que son quienes en este momento son los que tienen el control de los rehenes del Capitolio y eso los hace otra vez el bando que se enfrenta a Jamie Niniadis. No es que tenga una posición que ocupar aquí, y salvo el loft, nada sobre lo que imponerme. Al abrirse la puerta, me atrae una voz que reconozco inmediatamente y encuentro a mi amigo, para nuestra suerte, aislado del resto de los rehenes. —Basta, Ivar, no hace falta que estés lloriqueando como una niña— lo saludo, broma fuera de lugar teniendo en cuenta que está en un estado lamentable. Me acerco a él para arrodillarme a su altura y en consideración a sus heridas, me basta con tomarlo del hombro con un apretón. —Vamos a resolver esto y podrás volver con tu familia…—. Si es que quiere volver, siempre ha quedado abierta la posibilidad de que se quede con nosotros, pese a la conveniencia de tenerlo en el ministerio. —Él es… bueno, ya sabes…— señalo al hombre que me trajo hasta aquí. —Hay un par de cuestiones sobre las que creo que deberían hablar…
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Por la mirada que le lanzo, creo que queda implícita mi esperanza de que esté siendo sincero y que los problemas no sean parte de su plan, especialmente porque ya tenemos demasiado por lo cual preocuparnos. La puerta se abre y la luz de la habitación, tenue gracias a sus persianas corridas, me da de lleno en la cara. Intento ignorar los detalles, como una botella de agua a medio beber en un rincón y la pila de libros viejos cerca de la cama. Todo perteneciente a una persona que ya no volverá y lo dejó como si ese no fuera el caso. Suerte para mí, la voz del prisionero me saca de los pensamientos amargos y cierro la puerta mientras mi acompañante se acerca a él.
En medio de su parloteo, me muevo por la habitación, bordeando a ambos hombros hasta detenerme de pie frente a los pies de Ivar. Su estado es penoso, casi tanto como las palabras que le oí decir hace unos momentos. Levanto una mano con un dedo en alza como si quisiera dar el presente en cuanto Jeff me menciona h acabo usando el mismo índice para señalarme — Benedict Franco. De seguro escuchó hablar de mí — si no fueron los juegos, fueron los carteles de "se busca" en los años posteriores, da igual. Es una escueta presentación. Me inclino junto a él hasta encontrarme de cuclillas, recargando parte de mi peso en una de mis rodillas y observando su semblante herido entre los mechones aún revueltos de mi pelo — Lamento mucho lo que ha pasado, no lo hubiera permitido de haberlo sabido — no me interesa la gente del ministerio, mucho menos sus altos cargos, pero había gente en ese festival que no tenía que pagar por sus errores. Un análisis rápido con mis ojos me hace saber que no sé tanto de medicina como para ayudarlo a terminar de sanar y suspiro con fuerza — Prometo que en cuanto nuestra sanadora se recupere, la enviaré con usted.
Es mera paranoia, pero lanzo un vistazo sobre mi hombro hacia la puerta que nos separan de los ministros. Es un departamento pequeño, espero que no nos oigan a través de las paredes de papel — Jeff dice que puedo confiar en usted — susurro, volviendo la cabeza hacia el herido con algo de urgencia — Así que le pregunto: ¿Cree usted que la gente del ministerio accedería a un intercambio? Verá, ellos tienen a cinco de nosotros. Una es Kenny. Y hay un chico... — me relamo en un gesto ansioso, froto mis manos entre sí porque sé que no tengo que hablar de estas cosas. Pero tiempos desesperados... — No puedo dejar a mis amigos atrás, mucho menos cuando pueden ser usados como juguetes de guerra. No solo necesito de que convenza a estos dos sobre que será la mejor idea, sino también que me diga cómo contactarme, quién es más accesible lo antes posible. ¿Me entiende? Porque ellos no tienen tiempo — tomarán todo lo que puedan de ellos y los ejecutarán, no hay dudas de ello. Y la información que saquen de ahí... bien podría provocar un desastre.
En medio de su parloteo, me muevo por la habitación, bordeando a ambos hombros hasta detenerme de pie frente a los pies de Ivar. Su estado es penoso, casi tanto como las palabras que le oí decir hace unos momentos. Levanto una mano con un dedo en alza como si quisiera dar el presente en cuanto Jeff me menciona h acabo usando el mismo índice para señalarme — Benedict Franco. De seguro escuchó hablar de mí — si no fueron los juegos, fueron los carteles de "se busca" en los años posteriores, da igual. Es una escueta presentación. Me inclino junto a él hasta encontrarme de cuclillas, recargando parte de mi peso en una de mis rodillas y observando su semblante herido entre los mechones aún revueltos de mi pelo — Lamento mucho lo que ha pasado, no lo hubiera permitido de haberlo sabido — no me interesa la gente del ministerio, mucho menos sus altos cargos, pero había gente en ese festival que no tenía que pagar por sus errores. Un análisis rápido con mis ojos me hace saber que no sé tanto de medicina como para ayudarlo a terminar de sanar y suspiro con fuerza — Prometo que en cuanto nuestra sanadora se recupere, la enviaré con usted.
Es mera paranoia, pero lanzo un vistazo sobre mi hombro hacia la puerta que nos separan de los ministros. Es un departamento pequeño, espero que no nos oigan a través de las paredes de papel — Jeff dice que puedo confiar en usted — susurro, volviendo la cabeza hacia el herido con algo de urgencia — Así que le pregunto: ¿Cree usted que la gente del ministerio accedería a un intercambio? Verá, ellos tienen a cinco de nosotros. Una es Kenny. Y hay un chico... — me relamo en un gesto ansioso, froto mis manos entre sí porque sé que no tengo que hablar de estas cosas. Pero tiempos desesperados... — No puedo dejar a mis amigos atrás, mucho menos cuando pueden ser usados como juguetes de guerra. No solo necesito de que convenza a estos dos sobre que será la mejor idea, sino también que me diga cómo contactarme, quién es más accesible lo antes posible. ¿Me entiende? Porque ellos no tienen tiempo — tomarán todo lo que puedan de ellos y los ejecutarán, no hay dudas de ello. Y la información que saquen de ahí... bien podría provocar un desastre.
El deseo de que haya alguien detrás de la puerta no resultó ser tan descabellado después de todo pues Jefferson y quien reconozco como Benedict Franco aparecen tras mi lamento. Por primera vez desde que las bombas estallaron siento como mis hombros se relajan y por un momento temo terminar con la cara contra el piso por el efecto de la des contractura - ¿Llorar como niña? ¿Ves como estoy, Paul? No seas imbécil - uso su nombre a propósito para rabiarlo y luego le dedico una sonrisa - Ya, suéltame de aquí que necesito moverme un poco - pido girando mis hombros para que vea mis manos atadas. Tengo la voz ronca, necesito agua cuanto antes.
Asiento sin prestar mucha atención a la presentación pues el rostro del que en un momento fue niño aún está en mi memoria. Muchachos como él fueron los que me motivaron a dedicarme a lo que me dedico ahora, estudiar aún cuando los Black estaban en el poder para ayudar desde dónde fuera. Ya estaba en el Capitolio cuando fueron sus juegos, llevaba pocos años de casado y se me ponía la piel de gallina al escuchar el nombre de Amelie pues era demasiado similar al de mi esposa, ya estábamos a salvo de eso pero aún así...
- Ya está hecho, inútil es volver sobre eso - respondo volviendo a la realidad pues ponerme a pensar en todo lo que ha sufrido no ayudará mucho ahora - Gracias - digo con respecto a lo otro pero honestamente prefiero ir a un hospital bien equipado para que traten lo que queda de mis heridas. De todas formas ya no es prioridad, al menos ya no me siento como si estuviese muriendo y creo que alguien ya se ha encargado de mis heridas internas, las externas ya curarán.
Asiento para respaldar las palabras de mi amigo y cuando escucho que Kenny ha sido capturada inconscientemente desvío mis ojos a él para ver cómo lo está llevando, en parte porque me preocupa la mujer y en parte porque sé que en sus ojos veré lo mismo que deben estar reflejando los de Amalie en algún lugar del Capitolio ahora mismo - 5 ellos, 3 nosotros... Si las matemáticas no me fallan, están en desventaja - respondo moviéndome un poco pero desisto pues el dolor regresa. Eso sumado a que nadie en el ministerio daría siquiera un pan para rescatarme.
Intento respirar profundo para aclarar las ideas pero quedo a mitad de camino. Veamos... Riorden es sin lugar a dudas una buena carta con la que negociar, es cercano a Jamie y un apellido conocido en el círculo así que sus familiares no dudarán en mover contactos para tenerlo de vuelta. El ministro de salud es la clase de persona que no parece caerle mal a nadie, a mí me cae bien y solo he escuchado de él así que quizás puedan sacar algo de eso, aunque no estoy seguro de sus contactos ya que asumió hace poco y no tuve tiempo de investigar profundamente.
- Tratar con ellos es perder el tiempo, si nos duermen pueden llevarnos "Por la fuerza" - claro que no necesitan hacerlo conmigo - Por lo que más quieran ni se les ocurra lanzar algo público, quedarían como terroristas... Más aún - agrego pues el escenario aparece en mi mente y siento la necesidad de descartarlo en voz alta. ¿Pero con quién deberían arreglar el cambio? - Annie Weynart, es la jefa de mi esposa - sugiero aunque no estoy seguro de cómo hacer el contacto, o quizás sí pero es una posibilidad remota - Pueden intentar contactar con Lara Scott, la última vez que nos vimos le dejé bien en claro mi postura y no le costará comprender la situación.
Asiento sin prestar mucha atención a la presentación pues el rostro del que en un momento fue niño aún está en mi memoria. Muchachos como él fueron los que me motivaron a dedicarme a lo que me dedico ahora, estudiar aún cuando los Black estaban en el poder para ayudar desde dónde fuera. Ya estaba en el Capitolio cuando fueron sus juegos, llevaba pocos años de casado y se me ponía la piel de gallina al escuchar el nombre de Amelie pues era demasiado similar al de mi esposa, ya estábamos a salvo de eso pero aún así...
- Ya está hecho, inútil es volver sobre eso - respondo volviendo a la realidad pues ponerme a pensar en todo lo que ha sufrido no ayudará mucho ahora - Gracias - digo con respecto a lo otro pero honestamente prefiero ir a un hospital bien equipado para que traten lo que queda de mis heridas. De todas formas ya no es prioridad, al menos ya no me siento como si estuviese muriendo y creo que alguien ya se ha encargado de mis heridas internas, las externas ya curarán.
Asiento para respaldar las palabras de mi amigo y cuando escucho que Kenny ha sido capturada inconscientemente desvío mis ojos a él para ver cómo lo está llevando, en parte porque me preocupa la mujer y en parte porque sé que en sus ojos veré lo mismo que deben estar reflejando los de Amalie en algún lugar del Capitolio ahora mismo - 5 ellos, 3 nosotros... Si las matemáticas no me fallan, están en desventaja - respondo moviéndome un poco pero desisto pues el dolor regresa. Eso sumado a que nadie en el ministerio daría siquiera un pan para rescatarme.
Intento respirar profundo para aclarar las ideas pero quedo a mitad de camino. Veamos... Riorden es sin lugar a dudas una buena carta con la que negociar, es cercano a Jamie y un apellido conocido en el círculo así que sus familiares no dudarán en mover contactos para tenerlo de vuelta. El ministro de salud es la clase de persona que no parece caerle mal a nadie, a mí me cae bien y solo he escuchado de él así que quizás puedan sacar algo de eso, aunque no estoy seguro de sus contactos ya que asumió hace poco y no tuve tiempo de investigar profundamente.
- Tratar con ellos es perder el tiempo, si nos duermen pueden llevarnos "Por la fuerza" - claro que no necesitan hacerlo conmigo - Por lo que más quieran ni se les ocurra lanzar algo público, quedarían como terroristas... Más aún - agrego pues el escenario aparece en mi mente y siento la necesidad de descartarlo en voz alta. ¿Pero con quién deberían arreglar el cambio? - Annie Weynart, es la jefa de mi esposa - sugiero aunque no estoy seguro de cómo hacer el contacto, o quizás sí pero es una posibilidad remota - Pueden intentar contactar con Lara Scott, la última vez que nos vimos le dejé bien en claro mi postura y no le costará comprender la situación.
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Doy un paso hacia atrás al ponerme de pie, para que Ivar y Benedict puedan acordar los detalles del plan para contactar con el ministerio y hacer posible la negociación de los rehenes, que por lo que dice mi amigo nos coloca en desventaja salvo que tener al ministro de seguridad y amigo cercano de Jamie Niniadis tenga un peso importante en esta balanza. Ellos tienen a mi mejor amiga y para mí ese lado de la balanza se inclina demasiado. Estoy conteniendo la ansiedad de una manera casi imperceptible, cerrando mis dedos contra mis palmas con fuerza y soltando la tensión después al reabrir mis manos, aprovechando que ambos hombres están metidos en su charla sobre con quien comunicarse. Escucho a medias y comparto que no sea nada público, lo que nos faltaría, que algo vuelva a salir mal. Estamos tratando de reordenar la situación con calma, como para tener otro quiebre y que todas las buenas maneras se vayan a la mierda.
No creo que haya alguien que desconozca el apellido Weynart, y algo de información sobre Annie Weynart creo que tenemos en la base de datos, lo necesario como para pedirle a Mimi que envíe un mensaje cifrado, ¿no? Pero la sugerencia de Ivar me pone en tensión y por la mirada que le lanzo es una que le pone en aviso de que tendremos una charla después. No sé para qué hice promesas que no dependían de mí, esa chica encuentra la manera de terminar vinculándose con quienes fueron los viejos de su padre, primero Harkness, ahora también Ivar. ¿Solo no puede quedarse jugando con la caja de herramientas de su padre como cuando tenía diez años? ¿No? —Mimi puede enviar un mensaje…— suelto, pisando la voz de mi amigo. Supongo que hay cosas que simplemente tienen que ocurrir y me resigno a ello. —Mimi podría intentar contactarse con Annie Weynart, pero si hace falta traer a Lara me encargaré de ello…— digo, dejando que sea el pelirrojo quien tome la opción que más les convence, y si tengo que pedir a Sherlock que vaya a buscar a su prima, adelantaremos Navidad.
No creo que haya alguien que desconozca el apellido Weynart, y algo de información sobre Annie Weynart creo que tenemos en la base de datos, lo necesario como para pedirle a Mimi que envíe un mensaje cifrado, ¿no? Pero la sugerencia de Ivar me pone en tensión y por la mirada que le lanzo es una que le pone en aviso de que tendremos una charla después. No sé para qué hice promesas que no dependían de mí, esa chica encuentra la manera de terminar vinculándose con quienes fueron los viejos de su padre, primero Harkness, ahora también Ivar. ¿Solo no puede quedarse jugando con la caja de herramientas de su padre como cuando tenía diez años? ¿No? —Mimi puede enviar un mensaje…— suelto, pisando la voz de mi amigo. Supongo que hay cosas que simplemente tienen que ocurrir y me resigno a ello. —Mimi podría intentar contactarse con Annie Weynart, pero si hace falta traer a Lara me encargaré de ello…— digo, dejando que sea el pelirrojo quien tome la opción que más les convence, y si tengo que pedir a Sherlock que vaya a buscar a su prima, adelantaremos Navidad.
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— Bueno, ¿cuándo no estuvimos en desventaja? — es una verdad que no puede ser oculta. Ellos poseen un ejército, nosotros somos un puñado de ciudadanos disconformes. Haber volado el ministerio por los aires es una jugada que no me esperaba y que todavía no comprendo cómo es que lo consiguieron. Si los rescatamos… no, cuando los rescatemos, voy a tener unas serias palabras con Kenny, además de curiosas. Aún así, sacudo la cabeza, algo público jamás estuvo dentro de mis ideas — Ya tuvimos demasiada publicidad con esta estupidez de las cámaras, ¿no es así? — mascullo, torciendo la boca en señal de desacuerdo con quien sea que tuviera esa idea — Planeo hacer las cosas con orden o, al menos, el orden que nos permita el tiempo que nos queda — me encantaría tener un mes de organización para algo como esto, pero sé que es pedir demasiado. Tendré que conformarme con lo que tengo.
Asiento con la cabeza ante la mención de Annie Weynart porque había barajado esa idea, es bueno saber que no estaba tan errado. Lo que me saca un poco de juego es que mencionen a alguien más y tengo que hacer un repaso en mi memoria, tratando de saber de dónde me suena, aunque estoy seguro de que no tiene nada que ver con movimientos rebeldes — ¿Quién es Lara Scott? — pregunto sin vueltas — Si puede ser de ayuda… ¿Trabaja en el ministerio? — no debe ser alguien de renombre, sino la ubicaría en el mapa de personas a las cuales tuve que investigar en mi intento de saber quién es quién de aquellos que rodean a Seth. En mis registros, no hay ninguna Lara Scott y no sé en qué podría ser de ayuda, pero si ellos creen que puede ser de utilidad, tendré que considerarlo — Sabemos que Niniadis no negociará con nosotros, si tiene que sacrificar ministros en el camino, dudo mucho que le importe — me encojo de hombros como si no estuviera diciendo una verdad algo cruel — Tenemos que saber qué jefes siguen en pie, el de aurores sería clave para algo como esto. Y ministros. Sé que han terminado en el hospital excepto por el tipo este… el de tecnología… — ¿Cómo se llamaba? El que tiene pinta de todo menos de político — Su departamento no es influyente en un caso como este, pero es el único sano hasta ahora. Annie Weynart querrá recuperar a su hermano, su voz será importante para nosotros. Si conseguimos que esto sea una emergencia nacional para ellos, nos prestarán atención — no necesitamos bombos y banderas, solo tentar a quienes tengan el poder para venir a probar la manzana — Busquemos a ambas, si Scott es más accesible, ella puede pasarle el mensaje a Weynart con mayor seguridad. No quiero heridos en esto — aclaro — es solo un intercambio. Ellos se van, nosotros nos vamos y toda esta locura se termina.
Asiento con la cabeza ante la mención de Annie Weynart porque había barajado esa idea, es bueno saber que no estaba tan errado. Lo que me saca un poco de juego es que mencionen a alguien más y tengo que hacer un repaso en mi memoria, tratando de saber de dónde me suena, aunque estoy seguro de que no tiene nada que ver con movimientos rebeldes — ¿Quién es Lara Scott? — pregunto sin vueltas — Si puede ser de ayuda… ¿Trabaja en el ministerio? — no debe ser alguien de renombre, sino la ubicaría en el mapa de personas a las cuales tuve que investigar en mi intento de saber quién es quién de aquellos que rodean a Seth. En mis registros, no hay ninguna Lara Scott y no sé en qué podría ser de ayuda, pero si ellos creen que puede ser de utilidad, tendré que considerarlo — Sabemos que Niniadis no negociará con nosotros, si tiene que sacrificar ministros en el camino, dudo mucho que le importe — me encojo de hombros como si no estuviera diciendo una verdad algo cruel — Tenemos que saber qué jefes siguen en pie, el de aurores sería clave para algo como esto. Y ministros. Sé que han terminado en el hospital excepto por el tipo este… el de tecnología… — ¿Cómo se llamaba? El que tiene pinta de todo menos de político — Su departamento no es influyente en un caso como este, pero es el único sano hasta ahora. Annie Weynart querrá recuperar a su hermano, su voz será importante para nosotros. Si conseguimos que esto sea una emergencia nacional para ellos, nos prestarán atención — no necesitamos bombos y banderas, solo tentar a quienes tengan el poder para venir a probar la manzana — Busquemos a ambas, si Scott es más accesible, ella puede pasarle el mensaje a Weynart con mayor seguridad. No quiero heridos en esto — aclaro — es solo un intercambio. Ellos se van, nosotros nos vamos y toda esta locura se termina.
De tener la ventaja no estaríamos aquí, eso es seguro, no estarían. Tengo que dejar de usar el "nosotros" para hablar de los rebeldes pues ya decidí que no lo soy. Voy a ayudarlos con esto y seguiré haciendo lo que pueda desde mi posición por lealtad a mis amigos e incluso mi hija, pero eso es todo, nada de batallas y explosiones para mi. Y creo que el separarme del grupo me da permiso a hacer una pregunta que surge en base a lo que dice sobre mantener el orden - ¿Tú eres el líder, Benedict? - pregunto con una ceja en alto. Debe serlo ya que de otra forma otra persona estaría aquí hablando conmigo - Necesitas sentarte a charlar con tu gente si quieres hacer las cosas en orden porque lo que se vio allí fue a un montón de salvajes - y no me refiero solo a la explosión - Y tú luego me explicarás qué demonios fue lo que pasó allí - agrego mirando a mi amigo.
Ni bien menciono a Lara la expresión de Jeff me dice todo lo que necesito saber sobre su opinión al respecto. De acuerdo, sin Lara entonces, pero no puedo evitar preguntarme qué opinaría Scotty en todo ésto. Ignoro las dos preguntas de Benedict y levanto el dedo para respaldar a Jeff con lo de Mimi - Claro que puede - respondo al final y me concentro en lo siguiente que dice el pelirrojo - No creo que podamos llegar al departamento de aurores, del lado del Capitolio ellos son los responsables por lo que ocurrió - al haber fallado en la seguridad - De ser su jefe los tendría en castigo y sin influencia por varios meses... Pero su jefe está aquí - agrego mirando el baño - Notch Labors es el jefe de ciencia e investigación - informo con media sonrisa pues creo que ese hombre aun no comprende de qué va su trabajo, es un empresario, no un político - Si tienes un teléfono Peach en tu bolsillo probablemente ya está escuchando toda la conversación - en realidad no creo que lo tenga, esas cosas valen una fortuna. Creo que el mío se rompió en la pelea lo cual es muy desafortunado - Creo que será más sencillo que Mimi envíe el mensaje, es sencillo y algo indirecto, así no hay forma que nadie salga herido en el camino - Lara sobre todo - ¿Puedo hablar con Jeff a solas ahora?
Ni bien menciono a Lara la expresión de Jeff me dice todo lo que necesito saber sobre su opinión al respecto. De acuerdo, sin Lara entonces, pero no puedo evitar preguntarme qué opinaría Scotty en todo ésto. Ignoro las dos preguntas de Benedict y levanto el dedo para respaldar a Jeff con lo de Mimi - Claro que puede - respondo al final y me concentro en lo siguiente que dice el pelirrojo - No creo que podamos llegar al departamento de aurores, del lado del Capitolio ellos son los responsables por lo que ocurrió - al haber fallado en la seguridad - De ser su jefe los tendría en castigo y sin influencia por varios meses... Pero su jefe está aquí - agrego mirando el baño - Notch Labors es el jefe de ciencia e investigación - informo con media sonrisa pues creo que ese hombre aun no comprende de qué va su trabajo, es un empresario, no un político - Si tienes un teléfono Peach en tu bolsillo probablemente ya está escuchando toda la conversación - en realidad no creo que lo tenga, esas cosas valen una fortuna. Creo que el mío se rompió en la pelea lo cual es muy desafortunado - Creo que será más sencillo que Mimi envíe el mensaje, es sencillo y algo indirecto, así no hay forma que nadie salga herido en el camino - Lara sobre todo - ¿Puedo hablar con Jeff a solas ahora?
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Mientras me limito a escuchar el intercambio entre ambos hombres que hablan a partir de lo que les ha tocado vivir entre las explosiones, trazo con mis dedos la curva de la arruga que se forma a los lados de mi boca, haciendo una mueca con mi boca como si fuera a decir algo, pero no lo hago. Veo la necesidad de retomar la charla cuando gira hacia personas que no había creído que pudieran ser involucradas, y como Ivar de pronto parece acobardado por mencionar a Lara en una buena actitud de tirar la piedra y esconder la mano, soy quien tiene que responder a Benedict: —Es una mecánica del ministerio que conocemos bien y que nos conoce bien, ella no nos entregaría. No está del lado de los Niniadis…— murmuro, deslizando mi mirada inquisitiva hacia Ivar para buscar una respuesta implícita de su parte, porque no sé si ella está de nuestro lado. En el amago de proponer otros nombres, pongo los ojos en blanco cuando hablan de Labors, quien asumió hace muy poco como ministro, y luego vuelven a mencionar a la chica Weynart.
—Pongamos algo en claro…— digo: —Labors es más un empresario que un funcionario, no lo veo realmente afectado por esto— lo descarto de redondo, por las cosas que he leído de este hombre a lo largo de los años. ¿A él en qué le afecta realmente que dos ministros y un jefe estén aquí? No necesita ganarse la simpatía de nadie ni un ascenso para mejor salario y más poder. —Annie Weynart es más que una funcionaria del ministerio, es una Weynart, y tenemos a uno de los suyos. Si se pudiera hablar solo y directamente con ella, hacer esto de una manera más discreta…— propongo, y que dejemos fuera a Labors, a quien no metería en esto para evitar que una de sus computadoras nos encuentren en tres segundos y medio. Pongo otra vez mis manos en alto, tanto un hombre como el otro parecen querer terminar esta conversación. —Es solo una opinión. Tendrías que hablar con tus compañeros para ver qué opinan de contactar a Annie Weynart y si conviene más que sea a través de Mimi o Lara, después nos avisas…— hablo en dirección al pelirrojo y hago otra mueca por la petición final de mi amigo. —Y ahora, si nos disculpas, hace muchos meses que no veo a Ivar y no queremos incomodarte con nuestro reencuentro de viejo matrimonio.
—Pongamos algo en claro…— digo: —Labors es más un empresario que un funcionario, no lo veo realmente afectado por esto— lo descarto de redondo, por las cosas que he leído de este hombre a lo largo de los años. ¿A él en qué le afecta realmente que dos ministros y un jefe estén aquí? No necesita ganarse la simpatía de nadie ni un ascenso para mejor salario y más poder. —Annie Weynart es más que una funcionaria del ministerio, es una Weynart, y tenemos a uno de los suyos. Si se pudiera hablar solo y directamente con ella, hacer esto de una manera más discreta…— propongo, y que dejemos fuera a Labors, a quien no metería en esto para evitar que una de sus computadoras nos encuentren en tres segundos y medio. Pongo otra vez mis manos en alto, tanto un hombre como el otro parecen querer terminar esta conversación. —Es solo una opinión. Tendrías que hablar con tus compañeros para ver qué opinan de contactar a Annie Weynart y si conviene más que sea a través de Mimi o Lara, después nos avisas…— hablo en dirección al pelirrojo y hago otra mueca por la petición final de mi amigo. —Y ahora, si nos disculpas, hace muchos meses que no veo a Ivar y no queremos incomodarte con nuestro reencuentro de viejo matrimonio.
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— No soy el líder — quizá respondo eso demasiado rápido, he pasado años convencido de que Arleth era nuestra guía como para siquiera considerar quién sería su reemplazo, mucho menos cuando creí que no quedaría un grupo que liderar. Por mucho que he sido el jefe de exploración durante un tiempo, verme a mí mismo como el responsable de este grupo de personas en un mundo que no los reconoce es una tarea para la cual no me siento calificado y, tristemente, sé que tampoco me quedan muchas opciones. Se me oscurece un poco la mirada, tal y como si hubieran insultado a mis amigos y no contengo un poco la sorna al responder — Hubiera sido mucho más civilizado si al menos habrían tenido la decencia de explicarnos lo que sucedería. Nosotros no buscamos una guerra — irónicamente, parece que hemos saltado de cabeza hacia una.
Intento digerir toda la información en una mente que se encuentra cansada y aturdida. Lara trabaja en el ministerio, está de nuestro lado y Labors es solo un inútil con dinero en la ecuación, bien. Pero hay algo en lo que dicen que me hace reír por lo bajo, sin un verdadero tono divertido — Por favor, ¿planean que un operativo de este tamaño sea decidido por Annie Weynart? ¿Acaso no conocen a Jamie Niniadis? — intento, por todos los medios, no rodar los ojos. Fallo estrepitosamente — Ahora que su marido está muerto, los conflictos pasarán directo a ella. Solo debemos asegurarnos que Annie sea convincente en su discurso para que todo esto funcione. Estamos hablando de una mujer que buscó por quince años y bombardeó un distrito sólo porque se le metió en la cabeza que estábamos fabricando soldados, cuando lo único que hacíamos era plantar marihuana — la gran amenaza del catorce, una enorme mentira creada por una mujer paranoica, la cual se encargó de plantarle bandera y farol por nosotros. A veces creo que Jamie es su peor enemiga por cuenta propia.
Que básicamente me echen me deja un momento confundido y paso la vista de uno al otro con las cejas ligeramente arqueadas — Bueno… — doy un golpecito con mis manos en mis rodillas a modo de envión y vuelvo a incorporarme, no muy seguro de si esta es la mejor opción. Tampoco quiero desconfiar, no cuando tengo que convencerme de que estas personas son lo que necesito para recuperar a los míos — Voy a debatirlo con mis compañeros y les daré un veredicto en cuanto despierten. Al menos, los que tengan consciencia para escucharme — sé que hay muchos heridos y no pienso tomar la opinión de los niños en esto, por mucho que les pese. Doy un paso hacia atrás, dispuesto a retirarme y le doy una palmada en el hombro a Jeff al dirigirme hacia la puerta — Estaré del otro lado esperando — es un anuncio sutil, o eso espero. Al menos, cierro la puerta detrás de mí con la delicadeza de alguien que no desea que los demás sepan que se encuentra ahí.
Intento digerir toda la información en una mente que se encuentra cansada y aturdida. Lara trabaja en el ministerio, está de nuestro lado y Labors es solo un inútil con dinero en la ecuación, bien. Pero hay algo en lo que dicen que me hace reír por lo bajo, sin un verdadero tono divertido — Por favor, ¿planean que un operativo de este tamaño sea decidido por Annie Weynart? ¿Acaso no conocen a Jamie Niniadis? — intento, por todos los medios, no rodar los ojos. Fallo estrepitosamente — Ahora que su marido está muerto, los conflictos pasarán directo a ella. Solo debemos asegurarnos que Annie sea convincente en su discurso para que todo esto funcione. Estamos hablando de una mujer que buscó por quince años y bombardeó un distrito sólo porque se le metió en la cabeza que estábamos fabricando soldados, cuando lo único que hacíamos era plantar marihuana — la gran amenaza del catorce, una enorme mentira creada por una mujer paranoica, la cual se encargó de plantarle bandera y farol por nosotros. A veces creo que Jamie es su peor enemiga por cuenta propia.
Que básicamente me echen me deja un momento confundido y paso la vista de uno al otro con las cejas ligeramente arqueadas — Bueno… — doy un golpecito con mis manos en mis rodillas a modo de envión y vuelvo a incorporarme, no muy seguro de si esta es la mejor opción. Tampoco quiero desconfiar, no cuando tengo que convencerme de que estas personas son lo que necesito para recuperar a los míos — Voy a debatirlo con mis compañeros y les daré un veredicto en cuanto despierten. Al menos, los que tengan consciencia para escucharme — sé que hay muchos heridos y no pienso tomar la opinión de los niños en esto, por mucho que les pese. Doy un paso hacia atrás, dispuesto a retirarme y le doy una palmada en el hombro a Jeff al dirigirme hacia la puerta — Estaré del otro lado esperando — es un anuncio sutil, o eso espero. Al menos, cierro la puerta detrás de mí con la delicadeza de alguien que no desea que los demás sepan que se encuentra ahí.
Responde tan rápido a mi pregunta que alzo las cejas sorprendido por ello. Así que son una gallina sin cabeza que corre a ciegas, en realidad es bastante acorde a lo que se vio frente al ministerio. La otra opción es que sea el líder por defecto y no quiere reconocerlo aún, o no está listo para hacerlo... Pero eso ya es problema suyo, no me pondré a darle una charla de anciano sobre las responsabilidades y el papel que cumplimos cada uno de nosotros en el mundo - No sabían - comento ante la siguiente revelación y miro a Jeff pues si no fueron ellos ¿Quién demonios fue? - De todas formas, habla con tu grupo para que no vuelvan a atacar a gente que los estuvo ayudando, así evitarán muertes - creo que Amalie hizo lo correcto, yo habría hecho exactamente lo mismo si la situación hubiese sido a la inversa.
Río pues ahí tiene un punto, en realidad no conozco a Jamie Niniadis y por eso creo que pactar algo con ella sería muy difícil. Es increíble como llevo tantos años trabajando "para ella" y ni siquiera hemos intercambiado un simple saludo. Tiene un círculo y entrar a él es difícil - Nuestro trabajo termina cuando contactemos a Annie, el resto ya es cosa suya - respondo encogiéndome de hombros y lanzo una maldición por el dolor que me causa. Tengo que quedarme quieto ¿Por qué me cuesta tanto recordarlo?
Jeff vuelve a mencionar a Lara y hago una mueca pues estaba dispuesto a seguirle la corriente para borrarla completamente de la ecuación, pero si está más o menos de acuerdo por mí bien. Benedict dice que lo charlará con su grupo y asiento de acuerdo, solo espero que no se tarden mucho pues así como yo estoy aquí todo dolorido quien sabe cómo estarán los prisioneros rebeldes en la base del Capitolio.
Lo sigo con la mirada mientras se levanta y abandona la habitación y una vez que cierra la puerta me vuelvo hacia Jeff para hablar con honestidad - Tu amigo me cae mal - largo en voz baja pues hay una chance de que nos siga escuchando. No mal en el sentido de no confiar en él, simplemente mal - ¿Qué demonios, Jeff? ¿Ustedes no lanzaron las bombas? ¿Y las criaturas? ¡Con Amalie peleamos contra dos quimeras, por el amor de Dios!
Río pues ahí tiene un punto, en realidad no conozco a Jamie Niniadis y por eso creo que pactar algo con ella sería muy difícil. Es increíble como llevo tantos años trabajando "para ella" y ni siquiera hemos intercambiado un simple saludo. Tiene un círculo y entrar a él es difícil - Nuestro trabajo termina cuando contactemos a Annie, el resto ya es cosa suya - respondo encogiéndome de hombros y lanzo una maldición por el dolor que me causa. Tengo que quedarme quieto ¿Por qué me cuesta tanto recordarlo?
Jeff vuelve a mencionar a Lara y hago una mueca pues estaba dispuesto a seguirle la corriente para borrarla completamente de la ecuación, pero si está más o menos de acuerdo por mí bien. Benedict dice que lo charlará con su grupo y asiento de acuerdo, solo espero que no se tarden mucho pues así como yo estoy aquí todo dolorido quien sabe cómo estarán los prisioneros rebeldes en la base del Capitolio.
Lo sigo con la mirada mientras se levanta y abandona la habitación y una vez que cierra la puerta me vuelvo hacia Jeff para hablar con honestidad - Tu amigo me cae mal - largo en voz baja pues hay una chance de que nos siga escuchando. No mal en el sentido de no confiar en él, simplemente mal - ¿Qué demonios, Jeff? ¿Ustedes no lanzaron las bombas? ¿Y las criaturas? ¡Con Amalie peleamos contra dos quimeras, por el amor de Dios!
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Con el pelirrojo fuera del departamento, seguramente apostado en la puerta porque es lo que debería, vuelvo a acercarme a Ivar y a doblar mis rodillas para quedar a su altura. Sé que no es mucho lo que podremos hablar, tenemos público detrás de las paredes, hay dos ministros también que no me gustaría que se enteren a estas alturas que tienen un infiltrado entre los suyos, de los muchos que en realidad hay en el ministerio, porque esa institución tiene sus fugas de información desde hace años. —No es mi amigo— le aclaro por sus primeras palabras, a pocos concedo ese nombre y a Benedict Franco lo conozco más por su fama, no tenemos más trato que el de esta mañana y apenas me estoy haciendo una opinión de él. No confío en él, como tampoco en mucha de la gente que está en el loft, mi gente incluida. —Estoy llegando tarde a esta fiesta, Ivar. Y lo que es peor, me perdí los fuegos artificiales…— me mofo, con un humor negro. —No tengo idea de lo de las bombas y por lo que tengo entendido, fue cosa de Kennedy así que tendré que hablar con ella cuando la liberen… los del catorce no estaban en ello…— le explico, ladeando mi mirada para soltar un resoplido.
Porque el tiempo apremia, no me detengo demasiado en los detalles. — Nos encargaremos de que este intercambio sea posible y puedas volver a casa, si es lo que quieres— repito lo de un rato antes, pensando en su esposa a la que acaba de mencionar y teniendo siempre presente a su hija, que tiene una edad similar a la de mi propio hijo. Llevo casi veinte años esperando que Ivar se una con nosotros en el cinco, y me asombra cada año que pasa que persiste en llevar una máscara para mantenerse al lado de su familia, en secreto lo admiro, por eso quiero que vuelva si así lo desea. Por eso mismo… —Quiero que cuando vuelvas, mantengas a mi hijo y a Lara cerca. Cuida también de tu hija. Yo me encargaré de que Locki se quede al margen de lo que está pasando, no será difícil… pero Lara…— bajo la voz y rozo el hombro de mi amigo. —No la traigas hasta que todo esto de los rebeldes del catorce se resuelva, la traerás después…—. Le doy una palmada en el hombro para hacerle saber que acabé, no queda mucho más por decir. Miro por encima de mi hombro hacia la puerta de entrada al departamento. —Vendrán tiempos mejores para nosotros, Ivar. Hablaremos entonces, cuando tengas tus manos libres, amigo— digo con una sonrisa burlona, y me pongo de pie para despedirme.
Porque el tiempo apremia, no me detengo demasiado en los detalles. — Nos encargaremos de que este intercambio sea posible y puedas volver a casa, si es lo que quieres— repito lo de un rato antes, pensando en su esposa a la que acaba de mencionar y teniendo siempre presente a su hija, que tiene una edad similar a la de mi propio hijo. Llevo casi veinte años esperando que Ivar se una con nosotros en el cinco, y me asombra cada año que pasa que persiste en llevar una máscara para mantenerse al lado de su familia, en secreto lo admiro, por eso quiero que vuelva si así lo desea. Por eso mismo… —Quiero que cuando vuelvas, mantengas a mi hijo y a Lara cerca. Cuida también de tu hija. Yo me encargaré de que Locki se quede al margen de lo que está pasando, no será difícil… pero Lara…— bajo la voz y rozo el hombro de mi amigo. —No la traigas hasta que todo esto de los rebeldes del catorce se resuelva, la traerás después…—. Le doy una palmada en el hombro para hacerle saber que acabé, no queda mucho más por decir. Miro por encima de mi hombro hacia la puerta de entrada al departamento. —Vendrán tiempos mejores para nosotros, Ivar. Hablaremos entonces, cuando tengas tus manos libres, amigo— digo con una sonrisa burlona, y me pongo de pie para despedirme.
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En pocos segundos mil expresiones cruzan por mi rostro pues no puedo creer lo que me está diciendo. Parece imposible que Kennedy haya tenido una idea tan loca como volar el ministerio, lo habría creído de aquellos que perdieron su hogar en el 14 pero ella ¿Por qué? No tiene una historia tan personal con el gobierno actual que yo sepa como para poner miles de vidas en riesgo - No te creo - respondo al final manteniendo la incredulidad. Si hay algo de lo que puedo enorgullecerme es de haber elegido bien a los aliados a lo largo de la historia, por eso supe mantenerme a salvo... Pero parece que en ésta ocasión la cagué y feo.
-Le prometí a Synnove que me quedaría con ella, así que sí, quiero volver - respondo seguro de mis palabras y para nada arrepentido. Es hora de darle a mi familia lo que merece de una vez por todas y para eso debo ser el padre anciano que siempre debería haber sido. Por supuesto que tengo a Moira aquí pero se ve que Jeff ha hecho un buen trabajo, o al menos lo ha intentado... Está viva y eso ya me deja satisfecho.
Recibo lo que dice como si fueran órdenes de general, no es difícil de recordar pero aún así lo grabo a fuego en mi memoria. Contener a Lara será difícil, pero haré mi mejor esfuerzo. Creo que ha llegado el momento de ver si tiene más de Mo o de Lawrence en ella... De verdad espero lo primero - Tómalo como hecho - respondo con un asentimiento de cabeza y no digo más pues el cabeza de fósforo sigue del otro lado y no queremos que sepa más de lo conveniente sobre nosotros.
-Antes de que te vayas... ¿Podrías traer a Moira? De verdad quiero verla - pido apoyando mi nuca en la pared para descansar un poco. Es una petición peligrosa, lo sé, pero necesito asegurarme con mis propios ojos de que mi hija está bien - Gracias, Jeff.
-Le prometí a Synnove que me quedaría con ella, así que sí, quiero volver - respondo seguro de mis palabras y para nada arrepentido. Es hora de darle a mi familia lo que merece de una vez por todas y para eso debo ser el padre anciano que siempre debería haber sido. Por supuesto que tengo a Moira aquí pero se ve que Jeff ha hecho un buen trabajo, o al menos lo ha intentado... Está viva y eso ya me deja satisfecho.
Recibo lo que dice como si fueran órdenes de general, no es difícil de recordar pero aún así lo grabo a fuego en mi memoria. Contener a Lara será difícil, pero haré mi mejor esfuerzo. Creo que ha llegado el momento de ver si tiene más de Mo o de Lawrence en ella... De verdad espero lo primero - Tómalo como hecho - respondo con un asentimiento de cabeza y no digo más pues el cabeza de fósforo sigue del otro lado y no queremos que sepa más de lo conveniente sobre nosotros.
-Antes de que te vayas... ¿Podrías traer a Moira? De verdad quiero verla - pido apoyando mi nuca en la pared para descansar un poco. Es una petición peligrosa, lo sé, pero necesito asegurarme con mis propios ojos de que mi hija está bien - Gracias, Jeff.
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