The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Jerek E. Grimm
Septiembre, un día después del atentado

Creo que todavía tengo palpitaciones por las imágenes que aparecieron en la televisión, tantas cosas ocurriendo al mismo tiempo que tuve que prender todos los dispositivos que tengo en casa para ver todos y cada uno de los ángulos. Aunque en realidad no presté particular atención a los terroristas ni tampoco a las criaturas, sino que fueron horas intensas de jugar a "¿Dónde está Waldo?" solo que con Chuck y Jaques. Por suerte no gané ese juego, solo vi a nuestra madre siendo golpeada y luego casi derrotada por un niñato. Supongo que ya tengo tema de conversación para cuando finalmente me atreva a hablarle... Eso y recomendarle que le preste atención al ministro de salud pues peleando juntos hacían una pareja hermosa pese a su desempeño penoso, si vuelve en una pieza, por supuesto.

En fin. ¿Qué hace uno cuando no se puede confiar en nadie y tiene que organizar una reunión secreta con sus hermanos que viven en cada punta del país? Pues comprar una casa, como es lógico. Ya lo había pensado antes, tener un sitio neutral en donde podamos visitarnos sin incomodidades y ser esos niños que alguna vez fuimos, tres hermanos... Claro que no les consulté ésto a los mayores y probablemente no estarían de acuerdo así que diremos que un amigo mío vive acá y nos prestará la casa todas las veces que queramos para pasar el fin de semana. Tampoco quiero que sepan cuan duro lo estoy intentando para que no se pierda el contacto.

Envié el mensaje a las apuradas a penas volvieron a funcionar los teléfonos así que no hubo tiempo de chequear una respuesta, así que al verlos allí lo único que puedo hacer es respirar aliviado y dar un abrazo a cada uno de ellos, uno muy varonil con palmadas en la espalda y no colgándome de su cuello como lo hacía de pequeño - Menos mal que son dos amargados que no fueron a la fiesta ¡Fue una locura! ¿Están bien? ¿Conocen a alguien que haya fallecido? ¿Que se hayan llevado? Deberíamos ir adentro por explota algo aquí afuera, el cuatro parece tranquilo pero nunca se sabe...
Jerek E. Grimm
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Charles B. Sawyer
Personal de Defensa
Que jodida locura. Estaba en el bar cuando ocurrió, tomando una cerveza con algunos compañeros y charlando sobre qué apostar en la próxima pelea. Había un televisor viejo en uno de los rincones que estaba reproduciendo el festival en silencio y, en consecuencia, nadie le estaba prestando atención. Debe ser por eso que nadie comprendió por qué el tabernero pegó un grito al cielo cuando todo se fue a la mierda y lo que vi cuando me di la vuelta, me dejó mudo. El ministerio había explotado por los aires y las imágenes iban y venían enseñando una batalla que nos tuvo a todos desconcertados. Me di cuenta de que muchos se movieron en busca de entablar contacto con sus familiares, algunos simplemente desaparecieron de mi vista. Por mi parte, una sensación agria me cerró la garganta. No siento mucho cariño por las personas del Capitolio, pero sé muy bien que algunas me importan y pueden haber estado ahí. Por suerte, la llamada de mi hermano menor cambió esa idea y me aseguró que estaban vivos. Lo único que me preocupa, a decir verdad, es que Phoebe no haya asistido.

No puedo negarle una visita al cuatro a Eugene después de lo que ha pasado, así que me encamino hacia allí para estar a horario y poder reunirme con sus caras después de un tiempo, asegurarme con mis propios ojos que están a salvo. Al primero que veo es a Jacques, quien parece llegar casi al mismo tiempo que yo a la puerta de la casa que el enano nos ha indicado — Por los mil demonios, creí que tú estarías entre todos esos… — comento al acercarme a él con paso veloz, demostrando así la desesperación aliviada de mi voz. No llego a abrazarlo, porque Eugene abre la puerta y aparece con unos brazos que, a decir verdad, jamás creí apreciar tanto — Dime que tú no estabas ahí — y si lo hizo, ha logrado salir en una pieza. Aprovecho la cercanía para estirar mis brazos y palmear la espalda de ambos, aprieto sus hombros con cariño antes de entrar a la casa — Creo que no. ¿Han visto si Phoebe ha aparecido? — tengo que recordarme si alguna vez les mostré una foto siquiera de ella, pero da igual. No conozco demasiadas personas en el Capitolio que me interesen.
Charles B. Sawyer
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Invitado
Invitado
Ni siquiera tuve tiempo de pasar por la casa a cambiarme para no retrasarme más de la cuenta, en el mensaje de Eugene podía percibir su histeria y no lo quería luego sobrevolando mi edificio con su jet privado, gritando mi nombre con un megáfono. Bien podría usar un sonorus, pero el megáfono era el toque para montar tal espectáculo. Me aparecí en el distrito cuatro alisando las arrugas de la camisa que llevaba arremangada y andando a prisa los metros de acera que me faltaban para llegar hasta el umbral de entrada de la mansión del “amigo” de mi hermano. Echo una mirada general de la fachada del lugar, una de mis cejas curvándose hacia arriba y me detengo en la figura de Chuck, que ya está en la puerta esperando a que se abra. —No, no estaba ahí…— le contesto con vaguedad, tranquilizándolo de inmediato y alegrándome también de que no fuera parte de la multitud que tomó por asalto el festival de Nimué. No conozco a fondo las amistades o relaciones de mis hermanos, como para juzgar qué decisiones tomarán en los momentos de encrucijada, pero si me oriento por el encuentro de los tres en este distrito, puedo decir que a diferencia de nuestra madre biológica, ninguno está en el ojo de la tormenta.

Eugene aparece tanto en las cámaras como la misma ministra y para nuestra suerte, de este espectáculo no participó. Siento un profundo alivio de verlos bien que a cada uno estrecho en un abrazo rápido, siguiéndolos al interior de la casa. — Estaba en otra fiesta…— le aclaro a Eugene. —Por las dudas, ¿tendrías un poco de café bien cargado?— pregunto, dando mis primeros pasos por el recibidor, acostumbrando mi vista a la luz artificial de las habitaciones que son menos intensas al sol intenso que hay afuera. El día es un hermoso poema después de la catástrofe de anoche, de la que tengo un poco de información suelta, un par de escenas que vi de pasada, no es que estuviera prestando mucha atención al televisor cuando el desastre estaba ocurriendo. —¿Phoebe?— mi voz repite lo que escucho de boca de Chuck y me giro de inmediato hacia él. —Si crees que estuvo ahí, podría tratar de contactarla a través de la escuela— me ofrezco. ¿Le dije a mi hermano que los dos trabajamos en el Royal? No era un secreto, pero tampoco creo haberlo divulgado, es decir, no quiero meterme en los asuntos de mis hermanos si ellos no me dan pie a hacerlo. —No sé qué dios griego, nórdico o egipcio estaba de guardia para que no hayas estado en ese festival, Eugene— hablo volteándome al menor. —No dudo de que hubieras grabado un par de escenas épicas, pero prefiero que a los monstruos a los que te sueles enfrentar sigan siendo diseñados por computadora y no sean de los que pueden lastimarte tu bello rostro— bromeo.
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Jerek E. Grimm
¡Abrazo grupal! Bueno, llevamos dos segundos viéndonos y ya puedo decir que ésto ha valido la pena. En fin, entramos a la casa y dejo que charlen sobre Phoebe pues siendo honesto no tengo ni idea de cómo luce la mujer... Conozco la historia pero dudo poder ayudar de algo, además, si Jerek Grimm va por ahí preguntando por una mujer, los medios lo interpretarían mal; aunque tienen cosas más importantes de las que encargarse ahora. De todas formas espero que esté bien, mi hermano no se merece sufrir de esa manera.

Mientras tanto voy a la cafetera y con un movimiento de varita preparo una taza para Jacques y justo cuando se la llevo vuelve a dirigirse a mí pero usando mi antiguo nombre. De acuerdo, lo entiendo, yo sigo llamándolo por su primer nombre también pero ¿De verdad es tan difícil llamarme Jerek? Incluso es más fácil de pronunciar - Toma el café, pero mi nombre es Jerek así que no responderé tu pregunta - respondo más ofendido de lo que realmente estoy, incluso levando la barbilla como si fuera una viejita malhumorada regañando a su nuera.

Pero solo tardo unos segundos en el papel pues si vamos a hablar del atentado quiero hacerlo con todas mis energías - No puedo ir a esos eventos, me atacan cual moscas a la miel - digo al final con una mueca. Es cierto, cualquier evento público termina con un montón de fans queriéndose sacar todos y yo siendo incapaz de disfrutar - Pero no habría filmado nada ¡Había trolls! Habría corrido como el viento... Aunque todos corrían pero nadie parecía poder irse ¿Qué demonios? - pienso en voz alta tomando una taza para mí también y una para Chuck - ¿Vieron a mamá? - pregunto luego conteniendo una risita ¿Está mal encontrarlo divertido? Quizás no pero... le guardo algo de rencor a la mujer y no puedo ocultarlo.
Jerek E. Grimm
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Charles B. Sawyer
Personal de Defensa
Soy el último en entrar, echando un vistazo al interior antes de dar un paso dentro. Me pierdo parte de la conversación al estar un poco más entretenido con la decoración que huele demasiado a nuevo para ser verdad, pero regreso en cuanto mi hermano mayor se decide a responder mi pregunta — No lo sé, no me sorprendería. Si fue con sus amigos o su familia ... — no tengo idea de cómo se mueve en esta ciudad, ni siquiera sé si ha hecho amistades como para ir a un festival que, a fin de cuentas, iba a ser el centro de la movilización nacional. Por un momento, lo miro con cierta confusión hasta que reparo en que ambos trabajan en el Royal, lo que me deja bien en claro que el mundo es un pañuelo y que soy un idiota por no haberlo pensado — Si puedes. ¿Y podrías conseguir su dirección? Me gustaría visitarla — intento que mi voz suene lo más firme y desinteresada posible, no necesito a mis hermanos fastidiando sobre estos temas como si tuviéramos ocho años.

Me apoyo en la pared más cercana con los brazos cruzados y no puedo evitar morderme los labios en un intento de reprimir la risa, cosa que no sirve de mucho porque mis comisuras se elevan de todas formas en base a las palabras de Jacques — Tienes razón, enano. Se veían como las hormigas que escapaban de nosotros cuando destruíamos su hormiguero — el suspiro que se camufla entre mis palabras solo asegura que estoy aliviado de que ninguno de ellos ha estado ahí, pero la preocupación se me va con un chistido desdeñoso — ¿Mamá? — intento no hablar de ella con ese apodo tan cariñoso, tan familiar — Apenas y pudo contra un niño, siendo respaldada por otro ministro. No comprendo cómo es que se mostrará en público después de ese bochorno — si yo fuera ella, presentaría la renuncia — ¿Qué dice la gente del Capitolio al respecto? En el once parece que nadie quiere decir que se lo merecían, pero… — alzo un hombro — es contradictorio cuando se quiere tener compasión.
Charles B. Sawyer
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Invitado
Invitado
¿Qué pregunta?— pregunto desorientado, necesito de ese trago de café para poder aclarar mis pensamientos esta mañana. — Gracias, Jerek— hago notar que tomo en serio su reprimenda, corrigiéndome en mis maneras de llamarlo por un nombre y uso aquel que he escuchado entre chillidos de mis estudiantes muchas veces. Tomo del café en un trago largo, el calor que desprende hace imposible que acabe de un tirón. Soplo el contenido de la taza y hago un repaso rápido del resto de la casa, diciéndome que no tiene caso mostrarme sorprendido por los lujos a los que mi hermano menor tiene fácil acceso y que no difieren mucho de aquel que puedo ver en casa de mis padres adoptivos.

¿Su dirección?— me traiciona la sonrisa que se ensancha en mis labios, nos pone tan fácil hacerle una broma que podrá durar el resto del día. —Eso tiene otro precio, hermano— me burlo en cambio, dejando pasar la broma más de niños de sí irá con una canción ensayada a colocarse bajo su ventana. —¿Qué tienes para darme a cambio de esa información? Como mínimo tiene que ser otra dirección que sea de provecho para mí…— negocio, frotándome la sien con los dedos de mi mano derecha para relajar la punzada que llevo sintiendo desde antes de llegar. Busco un sofá donde echarme con cuidado de no derramar mi café, mientras comentan lo que fue el espectáculo de anoche. Espectáculo porque nos toca mirarlo por televisión.

¿Mamá?— mi voz se superpone a la de Chuck, sorprendido de la misma manera de que Eugene haga eso de ese apodo cariñoso. Hay cierto desdén que no puedo ocultar, demasiado diferente al dejo complaciente cada vez que me toca saludarla como «Profesora Lulú». Bebo del café, olvidándome de que no tiene del alcohol que busco sin pensar. —¿Un niño…?— bufo, es demasiado patético solo de pensarlo. La ministra de Educación siendo amagada en duelo por un chico que ni siquiera ha estudiado magia en el Prince, mucho menos en el Royal. ¿La ironía de un chico salvaje sea más diestro con su varita? Me siento estúpidamente complacido, de un modo en que ni siquiera sé si puedo compartirlo con mis hermanos que sufrieron la misma suerte por culpa de esta mujer, tan propio del despecho de un niño herido por su madre. — No quiero pensar que a Eloise Leblanc comienza a temblarle la muñeca precisamente a esta edad…— resoplo con una mueca sarcástica y la cubro con la taza que me llevo otra vez a los labios.
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Jerek E. Grimm
- Pregunta, comentario, lo que sea - respondo con una ceja en alto y luego sonrío cuando finalmente usa mi nuevo nombre - ¿Ves? No era tan difícil, Logan - utilizo su nombre también como una muestra de paz. Sin embargo en su caso creo que debería haber conservado el otro, Jacques suena más poderoso y sexy... Jacques es material para casarse, Logan es más un revolcón de una noche - ¿Prefieres ser marido o rollo de una noche? - pregunto fuera de contexto y hago un gesto con la mano para restarle importancia, no es tema para hablar ahora.

Ruedo los ojos cuando repiten a coro el término que acabo de usar ¿Cómo debo llamarla? ¿Vieja de mierda? Quizás cuando la conozca y reúna un poco de odio reciente pues el antiguo no merece la pena - De acuerdo, Eloise... Pero que conste que a Jeanice le decía mami y por eso la palabra en sí no significa mucho - ella fue la única madre que tuve, la de mis sueños y nunca me atrevería siquiera a compararlas.

- Creo que salió ilesa solo porque el otro ministro estaba sirviendo de escudo - agrego entre risas recordando la imagen. De acuerdo, fue algo grave y probablemente no debería estar riendo al respecto - Claro que algunos se lo merecían pero... - comienzo y mi voz se apaga un poco, incluso el café se siente más amargo - Mientras venía pude leer el llanto de algunas de... de mis fans - no sé por qué me cuesta decirlo, suena inapropiado pero no sé definirlo de otra forma - Algunas estuvieron en el medio de la acción y son adolescentes que aún creen que tienen chance de casarse conmigo ¿Qué maldad puede albergar una mente así? Lo más macabro que han hecho es enviarme su ropa interior de Hello Katy - defiendo a esa parte de la población pues no creo que merezcan algo como eso - Es horrible.
Jerek E. Grimm
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Charles B. Sawyer
Personal de Defensa
Como no comprendo ni la mitad de los hilos de pensamiento de Eugene, me centro en la burla de Jacques, esa que me hace rodar los ojos con cierto tono sarcástico a pesar de que se me asoma una sonrisa vaga que soy incapaz de contener — ¿Tienes alguna preferencia en particular o debo empezar a tocar puertas? Aunque hay una mujer en la habitación contigua a dónde vivo que tiene un muy buen… cabello — lo dejo ahí, quizá así pueda zafar un poco del bochorno de estar siendo un tipo arrastrado por su ex, justo delante de sus hermanos. Todavía me queda un poco de orgullo y dignidad, me gusta pensarlo así, pero tampoco voy a ignorar el hecho de que hubo un atentado y ella está viviendo en el Capitolio.

Al menos, no soy el único de reaccionar ante la mención de Eloise como nuestra “mamá” y me siento un poco culpable por haber sido tan brusco, lo suficiente como para no mofarme del “mami” que suelta después — ¿Ilesa? Terminó en el hospital — no debería estar reprimiendo la sonrisa e intento parecer un poco menos divertido con la situación moviéndome en mi lugar y girándome en busca de un asiento — No sé si le ha empezado a temblar el pulso, pero el mocoso tumbó al ministro de salud y ella a duras penas logró petrificarlo. Les recomiendo esas grabaciones, no tienen desperdicio — aunque algo me dice que lo vamos a ver un poco diferente a como el resto del mundo comenta algo como esto. No le deseo la muerte a nadie, ni siquiera a la mujer que me dio a luz y decidió abandonarnos, pero me es inevitable no verlo como un divertido juego del karma.

Me estoy acomodando en el sofá y el movimiento me da la excusa perfecta para disimular la risa con una falsa tos, posiblemente muy mala si considero que estoy frente a un actor profesional — ¿Es horrible que te envíen ropa interior de un gato cocainómano o que sufran cuando no deberían hacerlo? — pregunto, aunque me recuerdo que es un tema serio y debería dejar de burlarme. Un poco complicado, estamos hablando de mí — ¿Qué creen que pase ahora? — es una duda verdadera y por mera inercia, mis ojos van hacia mi hermano mayor, aquel que solía tener todas las respuestas cuando yo era un niño — No creerán que habrá una guerra, ¿no es así? — no es el primer ataque, aunque creo que los rebeldes jamás habían llegado tal profundo en el ministerio, valga la ironía de la expresión.
Charles B. Sawyer
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Invitado
Invitado
¿Qué?— barboteo, dudando de que su pregunta sea para mí, en vez de tener a Chuck como objetivo que es quien quiere ir a llegar con baladas y flores a la puerta de una antigua novia. Estoy tan abiertamente desconcertado que suelto unos botones más de mi por sí maltrecha camisa, pero no creo que sea otra cosa que un juego de mi hermano menor al que tengo que responder sin falta a mi palabra, como cuando estamos metidos en un «verdad o reto». —Marido, con hijos, perro— contesto, no me tiembla la voz al decirlo, acomodo mi brazo en el apoyabrazos del sillón para colocar mi taza en el borde. —Cuando tenga que ser, no me quejo de los rollos de una noche mientras tanto— me encojo de hombros, creo que ninguno de aquí ha hecho promesa de castidad, y una de mis cejas se arquean por el sutil cumplido de Chuck a su vecina. — Me agradan las mujeres con un buen cabello— reprimo mi sonrisa, pero el tono de broma se nota lo mismo. —Trato hecho, lo conseguiré para ti—. Siendo honestos, no necesitaba del pago. Si tanto quiere ir a verla, adelante. Lo que sucedió anoche nos deja ver que el tiempo no espera a nadie y no se valen los arrepentimientos más tarde.

Es algo que también se lo podríamos decir a la ministra Leblanc, lo pienso al cerrar los ojos por un segundo. Si ella hubiera muerto anoche, en la más patética situación de que su asesino fuera un chico, al menos de mi parte me habría quedado atragantado con muchas cosas que he esperado el momento de decírselas. No me han faltado oportunidades para entablar una conversación con ella, pero no es lo mismo. Espero que llegue el día en que pueda escupirle todo mi desprecio con el reconocimiento que nos debemos como sus hijos, no obstante ese día parece tan lejano, que cuando escucho que otro ministro estuvo ahí para cubrirla del ataque, me sonrío con amargura. El diablo protege a sus brujas. Callo esos pensamientos, más resentidos de lo que demuestro en palabras, y me distraigo con lo que cuenta Jerek, por favor… —Pensar que algunas de esas chicas son mis estudiantes— cubro mis ojos con un brazo, avergonzado de ese entusiasmo hormonal. Me tomo dos minutos para contestar a Chuck así aclaro mi mente y puedo ponerme crítico sobre todo lo que ha venido sucediendo hasta ahora, que nos ha tenido al margen, pese a que cada uno conoce bien la realidad a la que pertenece. —No sucederá— vaticino por deseo propio. —Sería demasiado estúpido comenzar otra guerra—. Y le echaré la culpa a la resaca de haberme equivocado tanto con ese presentimiento.
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