Por irónico que suene, estoy aburrido. Creo que ha pasado un día, no tengo idea de eso en este sitio que no tiene relojes ni ventanas que delaten el paso del tiempo, pero lo único que veo es una celda blanca, aurores que van y vienen en un intento de saber qué hacer como nosotros y, de vez en cuando, a mis compañeros caídos, quienes solo aparecen cuando tienen que hacernos algún chequeo. Me han pinchado un par de veces, me han preguntado cosas que me he negado a responder y, suerte para mí, una mujer vino a curar mis heridas. No sé por que se molestan, aunque por las palabras que ha soltado la sanadora, no quieren permitirnos morir hasta el día del juicio. Genial, van a juzgarnos, condenarnos y matarnos. No sé por qué, pero la idea hasta me parece aceptable. Ya encontraré cómo hacer que todo este circo sea algo beneficioso para nosotros y no para ellos.

La soledad es lo que hace que me sorprenda cuando la puerta metálica se abre y empujan a Kenny al interior de la celda que, hasta el momento, ha sido solo para mí. Abro los ojos en señal de confusión y me levanto del rincón del suelo que he estado ocupando, moviéndome descalzo hasta llegar a ella y tomarla del brazo tras el empujón del auror, en un intento de ayudarla a estabilizarse. Apenas logro echarle un vistazo de reproche al sujeto antes de que la puerta vuelva a cerrarse — ¿Estás bien? — sé que es una pregunta que puede sonar estúpida, considerando el escenario en el cual nos encontramos, pero aún así me siento obligado a decirla. Además, es un modo de chequear que no han hecho nada inapropiado con ella. Sea como sea, no puedo contenerme y la estrecho en un rápido abrazo, cerrando los ojos en el suspiro de alivio. Después de todo lo que ha pasado, tener un rostro amigo adelante se siente bien, ni hablar de que sea el suyo.

— Lamento que las cosas pasaran así. No tenías por qué terminar en este lugar — en especial, cuando sabemos que en la lista de los aurores está la descripción de una mujer como ella en señal de alguien que ha atacado a un ministro. Eso complicará las cosas en su juicio. Me separo de ella, tomándola por los hombros para continuar con mi chequeo general a su persona — ¿Viste a los demás? — por lo que he visto, muchos han conseguido huir. Al menos, ellos pueden continuar cuando nuestras cabezas estén clavadas en una pica. Un poco medieval pensarlo así, pero ya que.

Hace poco más de un día que me han metido en la celda y no he sabido más del exterior. No he escuchado gritos por lo que supongo que no le han hecho nada a Kendrick, al menos no en las proximidades de mi celda y es lo único que me reconforta, lo único que me importa. Los demás somos grandes, quizás nos lo merecemos un poco, pero no él. Los aurores afirman que no nos harán daño hasta el juicio pero simplemente no puedo creerles, no cuando veo hambre de venganza  en los ojos de uno en particular y cada vez que se me acerca para hacerme una pregunta o darme comida siento que corro peligro.

En la visita de hoy comprendo el por qué de mi presentimiento, fue el mismo auror el que me dejó temblando en el suelo tras la peor tortura que puede sufrir alguien. Las lágrimas no salen, solo observo la pared desde un rincón hasta que llega un sanador a darme unos cuantos toques con su varita, luego de eso viene un nuevo auror y me lleva por los pasillos hasta una nueva celda. Parece enojado aunque no conmigo y por alguna razón agradezco eso. Para mi sorpresa la celda a la que me lanza es la de Ferdia a quien miro con ojos desolados pues no puedo creer todo lo que está pasando.

Me pregunta si estoy bien y quiero decirle que no es así, quiero contarle que han vulnerado mi cuerpo, que me siento vacía, que lo único que quiero es salir de aquí y de alguna forma unir todos los trozos que se han roto dentro de mí pero las palabras no salen, solo lo miro a los ojos esperando que de alguna forma me lea la mente y lo deduzca pues no soy capaz de ponerlo en palabras - Bien - digo al final en un murmullo y me dejo abrazar, no me disgusta solo porque sé que Ferdia jamás me haría daño.

Cuando me tiene por los hombros hago un movimiento para soltarme y camino por el lugar hasta uno de los rincones y tomo asiento allí. No había apreciado el encanto de los rincones hasta ahora, te permiten ver todo el lugar sin tener nada a tus espaldas, como un punto omnipotente seguro - Kendrick está aquí, la última vez que lo ví estaba bien - respondo sorprendida de que la voz salga entera - Por lo que deduje de conversaciones tienen a un hombre de cabello oscuro - pestañeo con fuerza para pensar pues bien podría ser la descripción que usaban para Ferdia - Podrías ser tú o alguien más, no lo sé... Y a Raven, una chica que trabajó con la red un tiempo pero sus métodos no eran de mi agrado - Y ahora creo que ni yo soy digna de la red, he matado criaturas, por culpa de la explosión de la cual sabía ha muerto mucha gente, niños salieron heridos, no es algo que vaya a perdonarme pronto.

La conozco lo suficiente como para echarle una nueva mirada en cuanto me afirma que se encuentra bien, pero no pienso presionarla. Siempre he creído que las personas hablarán de lo que sienten cuando sea el momento y sé que ha pasado demasiado en pocas horas, así que se lo concedo. Solo le hago saber que estoy aquí presionando sus brazos y forzando una fugaz sonrisa en su dirección. A mí no me molesta morir, pero no veo por qué ella tiene que hacerlo. A este mundo le hace falta más gente como Kennedy Wang. Nadie va a extrañar con mucho cariño a un tal Ferdia Wallace.

Cada una de las cosas es algo que pude ir asumiendo entre chequeos, pero sorprendentemente, me hace suspirar con alivio — Eso significa que no atraparon a nadie más — digo solamente. La suelto, realmente esperando que pueda mantenerse de pie, pero aún así acomodo mis manos para atajarla de ser necesario — Lo que significa que o somos los únicos que han caído o han matado a algunos de los nuestros — no me sorprendería en lo absoluto, solo que no quiero pensarlo. Creo que mi único consuelo es que Mimi no estaba en el campo de batalla, al igual que el niño más pequeño de los del catorce. No conozco tanto al resto y sé que cada vida cuenta, pero tampoco puedo llorar a cada uno de ellos. Supongo que jamás lo sabré, estoy seguro de que mi vida acabará dentro de estas paredes o en el Wizengamot, en cuanto lo reconstruyan. Esa debería ser una pequeña satisfacción, el saber que les hemos metido el dedo en el culo de una vez. La gente no puede ignorar eso.

Creo que lo que hace que me aleje es la vergüenza que siento por haber fallado en la parte de protegernos, a pesar de que jamás tuve intenciones de cuidarme a mí mismo. Regreso agotado a mi rincón y tomo asiento, abrazo una de mis rodillas y estiro la pierna contraria — Supongo que nos haremos compañía hasta que decidan cómo ejecutarnos. ¿Tienes idea de si alguna cabeza alta ha caído? Sé que Jamie Niniadis sigue viva, pero… — eso es lo de menos, tal vez esto no ha sido en vano. No sé qué es lo que ella ha visto u oído.

Sus palabras podrían ser ciertas pero ahora mismo no le encuentro mucho sentido. Al llegar aquí intentaba pensar en el vaso medio lleno pero ahora solo lo veo vacío. Puede que no hayan atrapado a nadie más, puede que los tengan en otra ala del edificio, puede que hayan lanzado bombas luego de que nos trajeron aquí o puede que el loft de la red esté en llamas ahora mismo porque los aurores siguieron a nuestro pequeño ejército - No quiero que nos maten también - confieso sin mirarlo a los ojos, ahora mismo cualquier otro punto de la habitación me parece más cómodo de observar - No es que tengamos mucho contacto con la realidad aquí adentro, quizás el mundo como lo conocemos ha dejado de existir y ni enterados - quizás hasta sería algo bueno. Con suerte los nuestros habrán capturado a alguien de utilidad. Sé que Jamie y Seth solo fueron estrellas inalcanzables en la noche, pero había otros peces gordos en el lugar.

- No pude ver nada, me cubrieron los ojos y me dejaron encerrada en una jaula - respondo sintiendo como el calor sube a mis mejillas, creo que no soy tan buena como creía con los hechizos después de todo. Quizás, si por algún milagro de la naturaleza logramos salir, Moira pueda seguir entrenándome para estar preparada para cualquier eventualidad. No sé si me lanzaré a un segundo round pero si debo pelear una vez más por sea cual fuere la razón, quiero disminuir mis chances de perder.

Respiro profundo y una ola de frío me invade así que voy arrastrándome hasta donde está Ferdia y me acurruco a su lado con los ojos clavados en la pared de en frente. Ya ni siquiera comprendo lo que pasa por mi mente ¿Quiero estar sola? ¿Quiero estar acompañada? ¿Sigo teniendo miedo? Esto último seguro, de otra forma no buscaría refugio en alguien que está casi tan destruido como yo - ¿Qué haremos cuando nos maten? Dudo que tu te quedes allí esperando la guillotina - tiene los mejores discursos que he escuchado en todo Neopanem, no esperaría menos de él - Yo creo que intentaré atacar a mi verdugo, aunque sea solo un golpe...

— No seas tan dura contigo misma — éramos solo un puñado contra las personas más capacitadas del país, que haya terminado en una jaula o con los ojos vendados habla mejor de ella que cualquier otra cosa. Al menos, está viva, respirando solo unos minutos más antes de que decidan qué hacer con nosotros. La justicia de los Niniadis jamás ha sido suave, sé que encontrarán el modo de que agonicemos hasta pedir por una muerte rápida que no va a llegar. Pero se toparon con nosotros, las personas que lograron burlarse de ellos y humillarlos a nivel nacional. Ese es mi mayor orgullo, si tengo que ser sincero. Van a matarme, pero porque les metí el dedo en el culo. Bien por mí.

No me esperaba el calor de Kenny a mi lado, pero lo agradezco. Se siente como un toque familiar dentro de un mundo hostil, donde seremos solo nosotros hasta que todo se acabe. Mi respuesta es apoyar la cabeza sobre la suya, sintiendo el aroma a ella que aún continúa intacto a pesar del polvo y la mugre. Lo que dice me hace sonreír un poco al imaginarlo y respondo con un encogimiento de hombros que debe mover su cabeza un poco — No lo sé. No quiero pasar mis últimos días pensando en mi ejecución — es sensato, no me lo puede reprochar. Pero admito en mi interior que no tiene sentido pelear, ya no hay una salida y los discursos motivacionales no van a sacarme de esta. A ella tampoco, sé que no puedo salvarla, como no he podido salvar a nadie. Quizá sí he podido ayudar a encender una llama, pero algo me dice que no voy a poder verlo — Tal vez nada de esto hubiera pasado si no me hubieras escuchado — intento divertirme con mis propias palabras y busco una de sus manos. La aprieto entre mis dedos, tratando de darle mi color y levantandola para darle un ligero y respetuoso beso en sus nudillos — Pase lo que pase, Kenny, quiero que sepas que ha sido un placer luchar a tu lado. Siempre te he respetado y morir contigo es un honor.

Tengo que ser dura conmigo misma por haber sido derrotada tan fácilmente y por muchas cosas más. La mujer que ataqué no era una auror entrenada, ni siquiera una cazadora o persona con experiencia en el campo, de hecho por su contextura física me sorprendió que siquiera tuviera fuerzas para levantar la varita... Pero de todas formas me dio mi merecido - ¿Tú a cuántos has derrotado? ¿Quién te dio el golpe final? - pregunto pues si bien intenté buscarlo toda la noche, no logré dar con él. Creo que aquí encerrada no tendré la oportunidad de ver la transmisión en vivo que todo Neopanem vio.

Resoplo pues tiene un punto, pensar en lo inevitable no es una buena forma de pasar el tiempo pero ¿Qué me queda? Tampoco quiero pensar en el pasado porque me la pasaría llorando por todo lo que voy a perder, mucho menos pensar en los acontecimientos recientes pues buscaría la forma de lanzarme de una de las ventanas, quizás convertirme en serpiente y morderme para ser envenenada con mi propio veneno... Ni siquiera sé si eso es posible, probablemente no.

Quizás intenta ser gracioso, no lo sé, pero sus palabras son una daga directo a mi corazón pues encierran toda la verdad del asunto o al menos la verdad que he manejado desde que vi las bombas, esto es mi culpa y no debería haberlo escuchado... ¿Por qué quiero cargar con la responsabilidad? No soy una persona infalible y claro que soy vulnerable a las influencias, pero debería haberlo previsto, en realidad lo hice y avancé de todas formas lo cual es peor.

Presiono el puño cuando besa mi mano y el enojo aparece de repente, tanto que no me creo capaz de captar lo cursi de sus palabras ¡Claro que será un honor morir con él también! Es un excelente guerrero, ha sido una excelente persona conmigo y aunque se haya equivocado feo nomas quiero quedarme a su lado porque me reconforta - Aun no estamos muertos, guárdate eso para el último día, serían unas bonitas últimas palabras - respondo con el ceño fruncido. Vaya, quiero abofetearlo y abrazarlo al mismo tiempo.

- ¿Tienes idea si uno elige volver como fantasma? Siento que tengo demasiadas cosas pendientes y que podría volver aun sin quererlo... Nomas quiero descansar - pregunto y admito al final aun manteniendo el semblante enojado - Tu no vuelvas, por favor, el fantasma Ferdia sería una molestia para cualquiera - me permito bromear al final pero mi voz suena apagada, ni siquiera sonrío así que suena como una petición seria.

— Bueno, tuve una batalla bastante resistente e interesante contra unos… ¿Cinco magos? — la niña no cuenta y eso hiere un poco mi ego. ¿Qué comen los mocosos del Capitolio estos días? — Pero acabé en un enfrentamiento interesante con los Weynart. Creo que fue Annie quien me voló al final. Supongo que fue el karma — planificar cómo seguirlos por el norte y lanzarles el maleficio Imperius debe ser suficiente motivo como para que la vida se me ría en la cara cuando me mandaron a prisión, lo que me hace pensar… — Tendríamos que haber hechizado también a Powell, aprovechando que estaban los tres juntos. Imagina las leyes que podríamos haber cambiado en estos días sin que nadie se diera cuenta — nos habría tomado más tiempo y trabajo, pero… ya, no hay marcha atrás.

Creo que me río un poco, no sé si por el cambio de su tono, su ceño fruncido o la manera en la cual me aprieta la mano — Siempre creí que mis últimas palabras serían un insulto poco fino, en una pelea de un bar — ironizo. Jamás he pensado mucho en mi muerte, tampoco me ha importado demasiado. Siempre tuve asumido que lo mío ha dejado de sentirse como estar vivo hace mucho tiempo y que solo estoy usando un poco de tiempo extra para alinear los planetas o, al menos, ayudar a generar algunas ondas. Quizá es por eso que por primera vez me encuentro meditando lo que sería ser un fantasma, plasmándome una vaga sonrisa en la boca — Me encantaría volver y molestar a unas cuantas personas. A Jamie Niniadis, al gordo mala onda del mercado que jamás me quiere vender cerveza… — sé que hay más, pero ahora no puedo ponerme a enumerarlos porque será una lista interminable.

Sé que ella no tiene el mismo humor que yo y busco reanimarla con un codazo amistoso, empujando su brazo con el mío como si buscase llamar su atención — Mírale el lado positivo: no estamos solos — caer junto con nuestros amigos y compañeros de lucha es más de lo que puedo pedir. Otro apretón a su mano termina con una caricia de mi pulgar sobre sus nudillos — Y otros seguirán nuestro camino. Solo… no pensemos en ello ahora — ¿De qué tiene sentido lamentarse cuando no hay solución? Solo debemos tomar lo que tenemos y ver cómo mejorarlo. Apoyo mi cabeza en la pared y trato de recordar algunas cosas, todas demasiado lejanas — Si pudieras pedir un último deseo… — murmuro repentinamente — ¿Qué pedirías? — es un pensamiento al azar, pero me da algo de curiosidad.

Ruedo los ojos y tiro mi cabeza hacia atrás para apoyarla en la pared. Claro que se requirieron 5 magos para atraparlo, estúpido Ferdia. Quizás que los Weynart hayan acabado con él será de ayuda ya que eso habrá calmado su sed de venganza por lo ocurrido, claro que no saben que el hombre a mi lado fue el de la idea pero bastará una poción para que lo sepan en el juicio. Lo cual trae una nueva preocupación a mi mente ¿Quién sabe cuántas cosas nos sacarán? No quiero ser la culpable de que el resto de la red se convierta en fugitivos, preferiría morir ahora mismo antes que eso - Creo que si liberábamos a los esclavos y te nombrábamos presidente habrían notado que algo andaba mal - respondo aun con el semblante preocupado. Pero sí, con Powell bajo el hechizo podríamos haber hecho algo más sutil e igual de útil, quizás a largo plazo pero con bases sólidas.

Me llevo la mano libre hacia la frente pensando si estar aquí es mejor o peor que morir en una pelea de bar, para él quiero decir. Más allá de la información que lo puedan obligar a develar, creo que ésto es mejor ya que su muerte al menos significará algo y antes de morir pudo tener un duelo épico con otras cinco personas - Al menos yo no estaré aquí para aguantar a ese fantasma - respondo y ésta vez sí puedo sonreír un poco.

Miro como acaricia mis nudillos y dejo que la sensación se extienda por todo mi cuerpo, sirve como analgésico y es justo lo que necesito ahora. Así que me dejo caer sobre su hombro una vez más y cierro lo ojos, imaginaré que los de afuera no tienen poder sobre ésta habitación, puede que sea una celda pero es nuestra y pasando el umbral de la puerta nosotros tenemos el poder aquí, aunque estemos sin varitas y con los poderes anulados por los encantamientos del lugar - Sí, sería peor estando solos - concedo agradeciendo éstos minutos que nos regalaron, no sé quien es el auror que me trajo aquí pero comienzo a creer que fue más una especie de compensación por lo que hizo el otro más que por otra cosa.

Vuelvo a abrir los ojos cuando escucho su pregunta y hago una mueca pues creo que sé lo que deseo, solo que también desearía que hubiese otra forma pues la idea de morir no me agrada - Quedarme aquí todo lo que pueda y cuando llegue la hora morir sin que puedan sacarme información, soy la guardiana del secreto de la red y todo lo que ellos son está en mi memoria... No quiero ponerlos en peligro - claro que también desearía poder estar con ellos o al menos verlos por última vez - Eso o usar mi deseo para desear tener deseos ilimitados y así arreglar el mundo - agrego elevando mi cabeza para ver su rostro con una sonrisa ya más natural. Genial, al menos no perdí la capacidad de hacerlo, por un momento creí que sí.

— “Presidente Wallace” sonaría genial, debes admitirlo — me quejo, a pesar de que no es un tono demasiado serio — Aunque solo imagina esto: Controlamos a un ministro para que controle a los otros ministros y hacemos que todos juntos se tiren del techo del edificio más alto. ¿Por qué no se me ocurrió antes? — y por la cara soñadora, aparento que estoy viviendo el éxtasis de una de los mejores escenarios que podría plantar en mi cabeza ahora que todo se ha ido a la mierda. Bueno, con algo tengo que entretenerme y alegrar mi día.

No contengo las ganas de sonreír cuando veo un gesto parecido en su rostro, fuera del insulto a mi pobre versión fantasma, tomo eso como algo para contentarme. Solos, acompañados, los dos sabemos que no hay salida y creo que al menos esto es un buen consuelo. Se siente un poco más normal, teniendo mi mejilla sobre su cabeza y nuestras manos unidas como si de esa manera pudiésemos mantenernos calmos bajo un sedante que bloquea la mierda con la que buscan salpicarnos. ¿Y por qué no me sorprende que su último deseo sea desinteresado y noble? Incluso me hace reír, haciendo que mi cabeza se despegue de la suya para apoyarse contra la pared, sintiendo como los hombros me tiemblan — Estás en prisión por haber tratado de volar a Jamie Niniadis y a sus lamebotas, creo que te ganaste el derecho a ser egoísta al menos por esta noche — ¿O será de día? No tengo la más pálida idea. Miro alrededor como si pudiera aparecer una ventana de la nada y comprobarlo, pero sé de entrada que no tiene sentido alguno.

— Ya, de veras, te concedo una segunda oportunidad — jugueteo un poco con nuestro agarre. Siento nuestras palmar presionarse y muevo los dedos con algo de cuidado, como si de esa manera pudiese acoplarlas de una manera diferente a pesar de apenas moverse unos centímetros — ¿Nunca te quedó algún negocio pendiente? Un viaje, una misión. No sé… ¿Nunca quisiste tener hijos o embriagarte con whisky de fuego? — son solo ideas al azar, las más ridículas que se me ocurren — Por ejemplo, yo siempre quise tener una familia y volar una escoba. Supongo que me quedarán pendientes, por muy cliché que suene.

Otra prueba de que lo planes estuvieron hechos a las apuradas, ahora salen a la luz ideas mejores que pese a que son descabelladas, para mí tienen más sentido que haber explotado un edificio y liberado un montón de criaturas mágicas para que ataquen a los ciudadanos - ¿Me nombrarías ministra de defensa? Tuve un breve momento entre los 5 y 10 años en los que quería ser agente de la paz... Pero mamá decía que una semi-veela no podía dedicarse a eso - al menos no seguí sus pasos y me dediqué a vivir del dinero que le robaba a los hombres, usé mi voz al principio para hacerme un lugar en la radio pero no es lo mismo.

Luego de ese breve momento en el que pude sonreír honestamente, escucho lo que dice y poco a poco la sonrisa se va borrando de mi rostro a medida que comienzo a evaluar la situación como es. No con esperanzas, no con lo que podría ser, sino con lo que inevitablemente será. La realidad es que me interrogarán y moriré dentro de días o quizás semanas, pero ocurrirá tarde o temprano y no hay nada ni nadie que pueda evitarlo entonces... ¿Qué puedo hacer al respecto? ¿Cuál sería un último deseo realista? En realidad lo sé.

Pero antes de responder prefiero abrirme con respecto a lo que pregunta directamente, un último momento de fantasía antes de obligar a Ferdia a volver a la realidad conmigo - Me embriagué con whisky de fuego y no fue agradable - me sincero con una mueca, conseguirlo trajo muchos problemas y definitivamente no valió la pena - Siempre quise viajar a oriente y claro que me me hubiese gustado formar una familia - pero los años pasaron y no hubo tiempo real para formar una familia - Aunque estoy casada con Jeff y tengo dos hijas malhumoradas así que no puedo quejarme - agrego a modo de broma sintiendo como una lágrima se escapa de mi ojo derecho, los voy a extrañar demasiado. Ellos lo son todo para mí, incluso los dos que aun tienen a su familias con vida.

Respiro profundo y sin soltar sus manos me acomodo para poder verlo de frente, es hora de pedir ese último deseo y espero que él pueda concedérmelo - Los amo con todo mi corazón Ferdia, daría la vida por ellos y no puedo permitir que me saquen información que los llevará directo a la red - explico mirando a sus ojos, espero que pueda leer en ellos que lo que digo es en serio - Si te pido que... me mates ¿Lo harías? Ahora, antes de que puedan hacer algo más.

Es un poco deprimente hablar de lo que deseamos y jamás vamos a tener, ahora que lo pienso, incluso cuando tiñe la situación de una nostalgia sobre tiempos mejores y memorias que jamás ocurrieron, pero que se encuentran ahí con una calidez propia. Su broma sobre Jeff y sus dos hijas me hace reír por lo bajo, me encuentro con una sonrisa honesta en medio de un par de escenarios mentales que, ahora mismo, me guardo para mí mismo. Creo que el odio que me ha consumido por estos años es culpa de que yo pude haber tenido todo eso y alguien me lo quitó de los dedos. Se fueron mis padres, mis hermanas, la mujer de mi vida, los planes de una familia y un futuro que no llegué a conocer, pero que se siente arrebatado de todos modos. Sé que el pasado no fue ideal, me gusta creer que el futuro podría serlo, pero sé que no voy a estar aquí para verlo. Hoy, ellos ganan, incluso cuando hice lo posible para que no lo olviden: siempre habrá quien les diga que no. Jamie Niniadis no será eterna, sus allegados cambiarán, morirán o serán reemplazados y muchas cosas van a quedar en el olvido. Es una lástima que el ser humano jamás aprende de sus propios errores.

Mi silencio es interrumpido por su suspiro y creo que mis ojos tardan un momento en enfocarla en mi campo de visión, incluso cuando la tengo delante. Antes de siquiera reaccionar a lo que me dice, mis manos ya la sujetan con una creciente fuerza. Sé lo que va a decir antes de que lo suelte y, aún así, mis ojos no hacen otra cosa que mostrar confusión, tratando de encontrar las palabras justas — ¿Pero qué dices? — la voz se me quiebra en una risa corta y angustiada, como si solamente me estuviera tomando el pelo. Sé que no lo hace, solo elijo creerlo, al menos dos segundos. Enrosco nuestros dedos y uso ese agarre para enderezarme, buscando estar más cerca de ella y poder afirmar el sostén — No digas estupideces, ¿de acuerdo? No me molesta matar a quienes se lo merecen, pero no puedo… — sacudo la cabeza, sintiendo como las cejas se me arrugan — No puedes pedirme que haga algo así. No puedes ser tan egoísta — ¿O yo lo estoy siendo? Porque sé las razones que la impulsan a pedirlo y sé que no tienen nada de egoísmo. Moriré pronto, no tengo por qué vivir con la culpa demasiado tiempo y ella lo sabe. Y aún así…

Me encuentro sacudiendo la cabeza una y otra vez, para convencerla a ella, para convencerme a mí. Suelto sus manos porque uso las mías para tomar su rostro y sostenerla con una suavidad que busca ser firme, tratando de no dar por apagada la llama que siempre me mantuvo en movimiento. Sé que esto es el fin, pero quiero que sea de esta manera — ¿Realmente crees que podría hacerlo? ¿Crees que podría sostenerte hasta que te quedes sin aire? ¿O golpearte hasta que pierdas la consciencia? — no hay muchas opciones en esta situación y espero que vea a donde quiero llegar — ¿De verdad me crees capaz de regalarte esa agonía? Ya he perdido demasiado, Kenny, como para que pretendas que sea yo quien cause que te pierda también. Lamento informártelo, pero no soy una roca — sé que lo sabe, todos somos humanos, todos tenemos pensamientos y emociones que van más allá de nosotros. Mis pulgares acarician sus pómulos y busco regalarle una sonrisa, por triste que sea — Siempre dije que haría lo que me pidieras, pero no esto, no así, no ahora. No me obligues a hacerlo — quizá, ahora yo estoy pidiendo demasiado.

El quiebre de su voz es suficiente para que las lágrimas que hasta ahora habían sido incapaces de salir, se deslicen por mis mejillas sin cuidado. Supongo que ahí se va la última chance y me siento un poco culpable por creer, al menos por un momento, que de verdad lo haría. Eso me hace preguntar si la situación fuera a la inversa cómo actuaría yo y la verdad es que no podría hacerle daño, podría intentarlo pero estoy segura de que me quebraría al final y todo terminaría siendo un intento inútil que solo dejaría una mancha de dolor imborrable por lo que quedara de nuestras vidas.

- Estoy intentando no serlo - respondo en voz tan baja que a penas si yo misma puedo escucharme. Sé que eso no sería fácil para él pero la red merece vivir en paz mucho más de lo que nosotros lo merecemos por los días que nos quedan. Aun así comprendo, he pedido demasiado y supongo que tendré que conformarme con la alternativa: Morir sabiendo que por mi culpa los que amo ya no tendrán oportunidad en el mundo. Jeff quizás ni siquiera pueda volver a ver a su hijo, Dave a su familia... Estoy segura de que la pequeña Charlie quedará destrozada al saber que su hermano está en peligro constante por una cruzada como la nuestra, o quizás lo crea un héroe, no lo sé.

Toma mi rostro como yo lo he hecho en situaciones pasadas y con eso logro calmar un poco las lágrimas, aun así lo veo borroso pero no importa, con el tacto me alcanza para saber que está ahí y ahora mismo no puedo pedir más que eso, ya lo comprendo - Lo lamento, Ferdia - me disculpo pues sí, creí que sería capaz de hacerlo o al menos tenía la esperanza.  No lo creo una bestia sin corazón, de hecho creo que estamos aquí porque el suyo late demasiado fuerte, tanto que contagió al mío - Sé que no eres una roca pero necesito que lo seas - pido y mi voz suena casi desesperada - Necesito que lo seas porque me estoy derrumbando, morir es malo pero saber que voy a hacerlo habiéndolos traicionado es  peor - lo digo solo para sacarlo del pecho una vez más, por alguna razón parece no ser suficiente.

Trago saliva y respiro profundo para recuperar la compostura. Inclino mi cabeza hacia un costado y disfruto de su caricia pues, por tonto que parezca, es reconfortante. Pequeños detalles que sé que no harán ninguna diferencia a largo plazo pero ahora mismo lo significan todo... Es todo lo que tenemos - ¿Qué nos queda entonces? Podemos soñar pero saber que jamás lo tendremos también duele... Cuando los aurores entren por esa puerta me llevarán y solo tendremos nuestros pensamientos de compañía - sigo llevando mis manos a sus mejillas también - Me gusta pensar cuando saldrán acciones de ello - es lo que más me gusta de planificar cada programa, o lo que me gustaba pues jamás podré volver a hacer uno. Vaya... Ni siquiera recuerdo cuál fue el último, de haberlo sabido lo habría atesorado con lujo de detalle - Pero ahora solo parece el último de los castigos.

Pues no está intentando con demasiada fuerza. Sus disculpas no sirven de nada, las palabras ya han sido dichas, la idea se cuela entre nosotros como un insulto poco agradable y un veneno que ahora me dejará la eterna duda sobre si hacer lo correcto o lo que yo siento que es inaudito. Me está pidiendo la clase de milagros que jamás fui capaz de hacer, me siento fuerte para provocar una guerra que podría asesinar a miles de personas, pero no puedo concebir la imagen de mí mismo asesinando a una mujer que respeto y admiro. Ni siquiera cuando llora, cuando me lo pide de nuevo, cuando sé que no hay un camino hacia atrás porque ya cerramos todas esas puertas — Si lo hago, querrán saber por qué lo hice y no les costará saber la verdad. No sé tanto como tú, pero aún así… — Son excusas, lo sé, intento buscar una falla en su plan cómo podría encontrar miles en todos los que he armado en mi vida. Al menos, uno me salió bien.

Uso la caricia de sus manos como sedante y trato de concentrarme en su tacto, más no en su voz, porque la lógica que emplea me da golpes en zonas de mi cuerpo que no sabía que poseía. Cierro con fuerza mis ojos en un intento de contener un llanto que desea brotar pero que busco anudar en mi garganta, estoy seguro de que mis ojos se han cristalizado a pesar de que las lágrimas no los abandonan, no del todo — Supongo que, al final, lo único que funciona como un reloj es el karma — porque no nos queda nada, salvo la salida más fácil y más difícil de todas. Una de mis manos abandona su mejilla húmeda y cae por su cuello, estiro los dedos y me doy cuenta de lo frágil de sus huesos. Quebrarlo no me tomaría muchas dificultades, tengo el entrenamiento suficiente como para saber cómo hacerlo. Es tan pequeña, sería tan fácil… que en lugar de eso, me inclino hacia delante para apenas acariciar sus labios con los míos. Se siente furtivo, aún así me tomo unos segundos en saborear esa idea y mis ojos buscan los suyos cuando me aparto, buscando lo incorrecto — Lamento no ser el soldado firme que necesitas ahora mismo, Kenny — consigo murmurar, mi voz sale áspera como si no quisiera hacer un acto de aparición — Supongo que te he fallado en eso.

Mis ojos se levantan en busca de una señal, inspecciono los rincones de esta celda con la mirada, seguro de que deben estar vigilándonos con cámaras que no podemos ver. Tomo estos momentos para juntar fuerzas que no tengo y, abatido, la suelto, como si lo que voy a decir a continuación no me hiciera merecedor de tocarla — ¿Cómo deseas que lo haga? — evito su mirada, apenas me escucho decir esas palabras. Al menos, que me ahorre la terrible decisión de siquiera pensarlo.

Quizás buscarán una explicación o quizás no. El que hayan permitido que un montón de fugitivos y repudiados entren al Capitolio con solo meter un poco de poción multijugos en sus organismos dice mucho de su capacidad de pensar así que no creo que vayan más allá de lo evidente. Probablemente lo atribuyan a nuestra naturaleza salvaje o quizás quieran sacarle una respuesta a Ferdia, pero al menos así no sabrán quién es el padre de Moira y no solo la mantendrá a salvo a ella sino que también a todos los Lackberg, también a los Rockefeller y a los Meyer, a cada una de las personas que alguna vez nos dieron una mano... Hay mucho en juego y estoy segura de que mi muerte les permitirá vivir a muchos más.

El ritmo de mi respiración baja cuando desliza su mano sobe mi cuello y casi que puedo sentir mi propio pulso golpeando contra su piel. Cierro los ojos y nuevamente me permito soñar con la idea de que terminará con mi vida, pero en cambio siento el roce de sus labios y mi espalda se tensa por un breve momento, solo lo que me tardo en caer en la cuenta de cuánto  lo necesitaba, un contacto agradable y desinteresado... Pero sobre todo, seguro. Aún así dejo que solo quede en eso pues necesito dejarle en claro que no me ha fallado, con todo lo que ha hecho por todos, exceptuando el catastrófico fallo del final, tiene suficiente como para irse del mundo seguro de que ha hecho el bien, creo que la balanza está a su favor.

- Fallar nunca, Ferdia, te estoy pidiendo demasiado y con todo lo que has dado hasta ahora estoy en deuda - porque de verdad no creo haber contribuido a su vida como él lo ha hecho a la mía. Claro, quizás le ofrecí un poco de alcohol de vez en cuando, una charla, un abrazo, una cómplice al final pero aun así no parece suficiente. Y debo sumar una última cosa a la lista pues finalmente acepta mi propuesta y, para mi sorpresa, sonrío. No es que me alegre morir pero... Es lo mejor.

Quiero agradecerle pero parece inapropiado. Uno no dice gracias a otra persona por cumplirle los deseos suicidas así que recurro a lo segundo mejor que se me ocurre y tal y como ha hecho él rozo mis labios con los suyos, pero creo que soy más débil pues termino convirtiéndolo en un beso que dejo que dure un par de segundos antes de sentarme de espaldas a él y tomar sus manos para rodear con la izquierda mi torso a la altura del diafragma y la derecha en mi rostro para que cubra mis vías respiratorias.

- Lo que hemos hecho ha valido de algo... Las cosas cambiarán, la gente vivirá mejor y Jamie caerá - intento consolarlo y aprieto sus manos con la mías para darle la señal. Haré todo lo que pueda para no luchar, sé que el instinto me obligará a luchar para respirar pero creo tener el objetivo en claro como para al menos presentar batalla contra eso. Debo hacerlo, para que le resulte más fácil la tarea.

¿En deuda de qué? No se lo digo en voz alta, pero estoy seguro de que mi mirada se lo cuestiona. No hice nada demasiado significativo, demasiado grande para ella, salvo aquello que surgió de mí por el simple factor de actuar en base a lo que creí correcto. Esta vez, soy incapaz de responder a su sonrisa del mismo modo, me ofende verla, me quema en alguna parte de mí que no soy capaz de reconocer. Quizá es el beso lo que me hace reaccionar, uno que no espero y que me toma con la guardia baja por culpa de mis últimas palabras, que se siente mucho más profundo que ese toque que me permití darle y que, por dos segundos, me hace aferrarme a ella como si no quisiera dejarla ir. Incluso me tomo el atrevimiento de hundir los dedos en su cabello, como si así pudiese respirar mejor de ella antes de que se me patine de las manos. Y pasa tan rápido, es tan efímero, que sé que este es el punto final. Ya no hay más cervezas, no habrá otra rebelión. Hemos llegado al fondo del frasco y la tapa se ha cerrado sobre nosotros. Me gusta creer que alguien más va a abrirla en algún momento.

Me siento un autómata cuando ella es quien se coloca en posición y me obliga a rodear su cuerpo con mis brazos, siento la presión ejercida y comprendo de inmediato cuál es su idea. La lenta, la que me obligará a presionar sobre su cuerpo hasta que la vida se le escape de las manos. Sus palabras me pintan una sonrisa amarga y asiento, seguro de que puede sentirlo al rozar mi mentón con su hombro — Nunca nadie tuvo unas últimas palabras tan ciertas — intento que suene a una broma, la última. Mi nariz se permite tocar su pómulo, en el gesto más tranquilo que podré regalarle en sus últimos momentos — No tienes idea de cuánto lo siento — no soy capaz de despedirme, no me atrevo a decir esas palabras. El apretón de su mano es la señal que necesito y, aún así, no reacciono de inmediato. Me tomo unos instantes en procesar la orden antes de buscar cumplirla, por mucho que intento ignorar los gritos en mi cabeza que me indican que no puedo hacer esto.

Ejercer la fuerza suficiente como para dejarla sin aire es mucho más sencillo que el sostenerla, en parte por la reacción automática de su cuerpo, en parte porque solo quiero dejarla ir. La aprieto como si se tratase de una muñeca de trapo, la estrecho con el abrazo más mortífero que he tenido que dar en mi vida y solo ruego a que se termine, mientras mi rostro busca estar lejos de ella, de cualquier campo de visión que se me quede grabada en la retina hasta que acaben conmigo. Pero soy lento o débil, o ambas cosas. Porque la puerta se abre, porque intento terminar con esto antes de que el hechizo del auror me lance hacia atrás y termino golpeándome contra la pared. Mi visión se nubla, sé que pierdo la consciencia por unos segundos antes de que me levanten por el aire. Soy capaz de ver a Kenny en cuanto me sacan de la celda en urgencia, trato de gritar su nombre con la voz ahogada y, cuando la puerta se cierra, sé que no la volveré a ver. Esto es todo y he fallado en su última demanda. El punto final.