Septiembre, dos días después del atentado...

Tal y como lo pensaba, después de una barra de chocolate y unas cuantas horas de descanso estuve como nuevo. Aunque mi pent house se convirtió en una prisión pocas horas después. Suelo estar bastante bien solo pero no puedo negar que lo que ha pasado es digno de una sesión de terapia. Seguramente todos los psicomagos estarán cobrando dos millones la hora por la demanda así que recurriré a lo mejor que se me ocurre: Ernest. No es que necesite hablar con él, podría hablar con la pared, pero... bueno, quizás si necesito la compañía aunque él no tiene por qué saber eso. Siempre puedo disimularlo con una reunión de trabajo y vaya que trabajaremos en los días que vienen.

Ni siquiera me fijo la hora cuando tomo una carpeta que he estado armando con todas las posibles aristas de lo ocurrido en el festival. Son apenas diez hojas de teorías, mamarrachos y flechas pero por algo hay que empezar hasta que llegue la información más sólida. Parto hacia la casa de mi colega con la luna reflejando sobre mi cabello hoy rubio. No vivimos tan lejos así que tras algunos minutos de caminata llego al lugar y golpeo la puerta. No recibo respuesta inmediata y no tengo mucha paciencia en cuanto respecta a quedarse haciendo nada así que busco la forma de entrar por una ventana y me encuentro en la sala.

Está vacío así que o no está en casa o está durmiendo, puedo esperar a que llegue o se despierte. Mientras tanto dejo caer la carpeta en la mesa de la cocina y busco dónde tiene las botellas de vino, porque debe tener alguna ¿Cierto? Al final no encuentro nada y termino sirviéndome un vaso de agua... ¿Cuánto se supone que tengo que esperar? Supongo que de ser el segundo caso podría apresurar un poco más el trámite dejando caer el vaso y despertándolo por accidente. Y así lo hago.

- ¡Morgan, tenemos trabajo que hacer! - exclamo fuerte pero no lo suficiente como para despertar a los vecinos - Traigo puesto un traje negro, es completamente profesional - agrego como si aquello fuera relevante en el asunto. ¿Estará en casa?

Lo bueno de que tu lugar de trabajo volara por los aires era que no había que madrugar y podías tomar a gusto entre semana, no que no lo hiciera, pero esta vez era sin culpa y preocupación por la resaca del otro día.

Asi que aprovechando la bella noche veraniega, había salido y comido en un buen restaurant, luego pase por un bar y disfruté unos tragos mientras coqueteaba con el barman, aunque volvía a casa solo porque ya había probado aquella manzana y soltaba el jugo muy rápido, pero hacía muy buenos cocteles, valía el trabajo.

Entré en el recibidor algo atolondrado y alegre, me sentía fresco y hermoso y seguí asi por la sala hasta girarme a la cocina y pegarme terrible susto que me puso sobrio de golpe.

- ¡Maldita sea Viktor! - le dije llevandome una mano al corazón, supongo que había sido buena idea no seguir derecho por las escaleras al cuarto al entrar, si llegaba a aparecerse ahi me moría de un infarto seguro - ¿Como demonios entraste? - el muy comodo estaba como en su casa - ¿Por qué no avisas que vas a venir como cualquier persona normal? ¿O esperas en la puerta como el creepy normal? ¿Es eso vidrio? - cuestiono mirando al suelo.

Necesitaba alcohol. Saque la varita e hice un hechizo para que se reconstruyera el vaso preguntandome porque lo tiro o ¿se le cayo? Tomé la botella de vino blanco de la heladera y puse dos copas.

- ¿ Viniste a trabajar? - le consulto medio aburrido y resignado cuando veo la carpeta.

Escucho la puerta abrirse lo cuál responde mi pregunta de hace unos momentos. Así que estaba gastando saliva en vano... Bueno, en realidad lo vale pues el estado de mi colega es para sacarle una foto. De hecho me recargo sobre la mesada con media sonrisa apostando conmigo mismo cuánto tardará en descubrir mi presencia y su rostro al hacerlo quedará grabado en mi memoria por varios días - Por la ventana ¿Cómo demonios tienes ésto sin seguridad después de lo que pasó? - pregunto algo indignado. No lo diré en voz alta, pero puede que mi sentido por la seguridad haya aumentado un 200% desde aquella noche.

-¿Querías que te enviara un mensaje e interrumpir tu noche? De acuerdo, eso haré la próxima - concedo levantando ambas manos en señal de rendición y giro sobre mis talones para buscar un poco más de agua, esta vez para él pues necesita estar sobrio para charlar seriamente de lo que me compete... nos compete, no hablaremos solo de mí... O al menos intentaré que no se de cuenta de que hablaremos solo de mí - Sí, es vidrio ¿Tienes elfo? El elfo lo tiró - esa siempre me salva.

Observo como saca el vino de la heladera y sirve dos copas con los hombros caídos. Por supuesto que lo tiene ahí ¿Por qué razón estaba buscando una pequeña cava? Que yo la tenga no quiere decir que todos posean una - En realidad vine a hablar de lo que pasó pero si decimos que es trabajo quizás nos paguen horas extras - sugiero son apartar los ojos de la copa. No debo tomar, amo el vino y solo harían falta unas cuantas copas para ponerme ebrio y no quiero eso, no en compañía.

- Tenemos unos cuantos prisioneros, me dijeron que tienen mal carácter así que será divertido - comento con una sonrisa - Quizás podamos lanzarle el dementor que me atacó... ¿Lo viste en televisión? Creo que tengo 3/4 menos de alma ahora, quizás hasta ya ni siquiera soy humano - divago con la mirada perdida y finalmente me bajo la copa de un sorbo - ¿Dónde estabas tú?

- Es verano. Y el ministerio representa algo, además había mucha concentración por el evento - me justifico por la ventana, aunque la verdad ni lo había pensado.

Si, la había pasado mal mientras esperaba saber que las personas que quiero estaban bien y posiblemente tenga algunos problemas para volver a entrar al edificio. Pero en ningun momento se me ocurrio cerrar las ventanas en un barrio residencial en la isla, me siento seguro o tal vez solo actue por constumbre.

- Gracias - tengo mis dudas de que recuerde avisarme, pero Viktor es raro y estoy seguro que no sera la última vez que me cause mini infartos.

Con su comentario del elfo solo ruedo los ojos, yo sabía que esta noche no estaba ya que lo había mandado con un encargo a buscar un pedido al distrito 8, pero se lo dejaría pasar porque no merecía una discusión. Si el elfo hubiera estado, no habría podido entrar en la casa.

- Aja - dejo que hable mientras sirvo las dos copas en la mesa. Tomo la mía y me apoyo en la mesada relajado, incluso muevo el cuello para liberar la tensión que me causa tener que pensar en trabajo a esta hora - De niñero - respondo a su pregunta y me termino el vino rápido - La verdad que no me importa realmente estos capturados, deberian haberlos matado a todos, harían el trabajo más fácil - lo miro fijo - Más que el dementor, también vi que te dejaste engañar por unas mocosas - y le sonrió con picardía - ¿Te van las niñas ahora?

Bueno, tiene un punto ahí. De verdad dudo que los rebeldes vayan a atacar las casas de los jueces solo porque sí, aunque luego de ver el comportamiento de una niña de su bando ¿Quién sabe de lo que son capaces los adultos? - Son salvajes, Ernie, salvajes - respondo con los ojos abiertos como platos. Al menos la mayor parte de ellos.

Hago una mueca de desagrado cuando dice que estuvo de niñero pues no quiero ni imaginarme a mí mismo en esa situación - Mis condolencias - respondo haciendo una reverencia quizás demasiado dramática para la situación. Aunque, ahora que lo pienso, yo también tuve mi etapa de niñero durante la noche de la catástrofe, después de todo intenté no lastimar a las niñas hasta que llegaron los profesionales ¿Puedo ponerlo en mi currículum, no? Quizás así me dejen liderar lo casos de menores de edad sin rechistar.

- Vago - bromeo sonriente manteniendo su vista que tengo que apartar cuando menciona lo de las muchachas - Eso me seguirá por el resto de mis días ¿Cierto? - ruedo los ojos antes de pegar un salto y subir a la mesada en donde está apoyado, de hecho me acuesto sobre ella pues pienso usarla de diván - Si ese es tu intento por averiguar si me gustan menores, podrías hacer un esfuerzo más grande - agrego luego guiñándole un ojo - La primera niña parecía amigable, creo que podría tragarse la imagen que el Capitolio quiere vender si hacemos un esfuerzo... La otra estaba loca, sin comentarios - finalizo el tema girando mi rostro hacia donde está él para observarlo mejor, puedo oler el aroma a alcohol que lleva arriba - ¿Crees que matarlos es la mejor idea? No queremos crear mártires, ahora mismo la carta de inocentes la tenemos nosotros - de seguro varios rebeldes ya no simpatizarán tanto con ellos luego de ver cómo asesinaron a inocentes. Hasta puede que esa transmisión fuera de control nos sirva a nosotros.

- Los vi - comentó recordando esa hora eterna frente al televisor - Algunos no estaban tan mal...

Había uno que lucho contra 6 y me acoraba el pensamiento que tuve: "que resistencia"... tal vez podría conseguir una audiencia privada... Vuelvo al presente cuando hace una reverencia.

- Mi sobrino es un encanto, tu solo eres malo con los niños - lo había visto con ellos y aun me oponía que llevara los casos de menores, y mientras tuviera voto no cambiaria de opinión.

Tal vez no terminaría la noche de manera tranquila, pero eso no tenías porque ser malo. Cuando se subió a la mesada deje la copa sobre la mesa enfrente de mi y me gire para verlo recostandose como un gato perezoso.

- Suena a que te hiciste una amiguita rebelde, que no se enteren los de arriba - me inclino sobre él dejando solo unos centimetros entre nuestros rostros - Dije que si los hubieran matado estaría bien, ahora cuando los ejecutemos nosotros puede que sea engorroso. Pero no me preocupare hasta que llegue el momento - lo que menos quería pensar era sobre trabajo, no quería pensar, punto - ¿Viniste solo para hablar de rebeldes Vik?

Cierro los ojos y contengo una carcajada pues solo alguien como él podría estar mirando el trasero de los rebeldes en una situación como esa. Aunque sí, no estaban nada mal. Particularmente vi a un pelirrojo en un momento de la retirada que llamó mí atención pero no lo suficiente como para entregar mi puesto, mi creencias y mi dinero por correr detrás de él. Bonitos y todo pero siguen siendo unos norteños mugrosos.

-¡Soy excelente con los niños! Mantuve a las dos vivas y no me dejé matar  en el intento - me defiendo una octava más alta que mi voz habitual - ¿No es ese el punto? Mantenerlos vivos hasta que crezcan y puedan cargar con la culpa de arruinar sus propias vidas - en realidad sí hubo un niño con el que fuí bueno, mi hermanito, pero se fue hace tanto tiempo que ya ni siquiera recuerdo cómo me comportaba con él, el hombre que era en ese entonces.

-No es mi amiga, no tengo amigos - agrego rápido haciendo una mueca, aunque no sé si es por la ofensa o porque se ha acercado tanto que casi puedo saborear las bebidas que pasaron por su boca en la noche - Deberías preocuparte - y creo que quería decir algo más pero lo olvidé en el camino. Está ebrio, lo sé y debería protegernos a ambos de algo que podamos arrepentirnos mañana... Pero vine aquí por algo, a charlar y el sexo es casi lo mismo ¿No? Una conexión profunda, solo que física en lugar de espiritual - En realidad sí, vine a hablar de mi experiencia traumática pero si quieres que nos acostemos no voy a negarme - respondo con honestidad elevando mi mentón para verlo a los ojos.

- Puede que no estes tan errado - le doy la razón con lo de la paternidad - Que bueno que ninguno de los dos es padre - mi amor por los niños llega hasta mi sobrino.

A pesar de ser viejo es algo tierno cuando niega sus amistades, me ofendería si realmente me importara, algo que he aprendido con la vida es que las relaciones van y vienen, mejor mantenerlas en superficial.

- Gracias a Merlín que cambiaste de idea, no soy buen oyente - le digo antes de tomar su cara entre mis manos y finalizar la distancia entre nuestros labios.

Primero voy lento, a penas acariciando, besos tiernos para mi pobre compañero arisco. Luego pido entrar en su boca con la punta de la lengua, sabe a chocolate.

Me estremezco de solo pensar en la posibilidad de ser padre, no estoy hecho para eso, mi casa no está hecha para eso y no hay niño en el mundo que lo merezca. Puedo manejarlos por un período de tiempo limitado pero de ahí a recordar alimentarlos cuatro veces al día, comprarles cosas y mantenerlos limpios es una cosa completamente distinta - Que bueno que no corro peligro de embarazar a nadie por accidente - agrego pensativo, la etapa de experimentación quedó lejos hace muchos años ya y ahora mis gustos están bien definidos.

Me hace sonreír con su comentario antes de atraparme contra la mesada y sigo el ritmo que propone hasta que siento su lengua entrando a mi boca, tomo aquello como un visto bueno para seguir adelante de manera más intensa así que me incorporo en la mesada y vuelvo a bajar de un salto, esta vez con más cuidado para no apartarme más de lo necesario mientras lo tomo de la nuca para profundizar el beso.

Muerdo su labio inferior y enseño mis dientes con una sonrisa ansiosa antes de tomarlo por la cintura y cambiar nuestras posiciones. Me pego a su espalda y beso su cuello mientras mis manos se deslizan por su curiosa ropa, desprendiéndola con cuidado para no romper nada - Es tu casa... ¿Vas a invitarme a subir o te parece bien la cocina? - susurro en su oído inclinándome un poco para poder quedar a la altura - Decide rápido.

Las cosas se ponen mejor cuando toma el mando, sin perder el contacto de los labios se eleva de su lugar debajo de mí y me empuja un poco para ponerse de pie. Yo solo me dejo tomar cuando intensifica los besos y pega su cuerpo al mio.

Mientras él explora y va desabrochando mi ropa con cuidado; que por cierto que bueno que había elegido cosas fáciles de quitar, incluso el chaleco con espalda descubierta solo tiene un boton en el frente; yo hago lo mismo con su ropa más fácil de quitar todavía.

- Pense que te sentias como en tu casa - me burlo, aunque la voz me sale un poco sin aire por las cosquillas que me provoca su barba contra mi cuello - Pero si estas muy apurado, hay un sillon bastante comodo alli - le señalo la sala continua, en la que se puede ver el gran y comodo sillon azul marino, por más exitante que sonaran sus palabras la cocina no era para nada comoda.

Me tomo un segundo para reír por su comentario antes de continuar con mi dedicada tarea. En realidad yo suelo ser el de los comentarios ingeniosos, por eso es refrescante charlar con él, me deja del lado de espectador y puedo disfrutar un poco del humor para variar - Oh, lo hago - respondo de forma seductora sonriendo de lado aunque sé que no puede verme - En la sala será, entonces - agrego y soy un último beso en su cuello antes de apartarme. En un mundo ideal podría levantarlo y llevarlo hasta el lugar pero ya no tengo 20 años y él no es un hombre pequeño.

A medida que camino me voy quitando la ropa que me queda y me recargo contra el respaldo del sofá - La noche es larga pero no eterna, ven aquí Ernie - digo antes de atraparlo y acomodarlo debajo de mi cuerpo para lo que sería el mejor sexo que tuve en mucho tiempo.

Horas después despierto en el mismo sofá en una posición que no creía humanamente posible. Mi cabeza está colgando a un lado, uno de mis brazos está abrazando a Ernest y el otro honestamente no puedo sentirlo. Bueno, definitivamente debería haberme invitado a la habitación - ¡Ernest! ¡Estoy muriendo! - exclamo para despertarlo.

Que alguien prefiera el lugar más rápido para tener sexo contigo debe ser uno de los mejores halagos, y me había tomado mis años pero había llegado al punto de reconocer aquellos detalles como los que valian, lo demás era mierda.

Se aparto de mí e hizo su camino al sillon mientras se desnudaba, bueno eso lo puso un poco más arriba en mi opinión de sexy y solo me quede mirandolo en el umbral entre la cocina y la sala. En el momento en que se giro para verme no pude evitar sonreir y seguir su ejemplo, aunque solo quedaba quitarme los zapatos y los pantalones. Normalmente no me gustaba que me llamaran por un apodo, pero él lo hacía sonar como algo privado.

Me tomo en sus brazos de nuevo y empezó todo de nuevo, sus besos y caricias, su cuerpo contra el mió, hacía tiempo que no lo había hecho con alguien tan pasional y amoroso, quien diría que Vik era buen compañero. Incluso no note el momento en el que nos dormimos, hasta que me desperto.

- Mierda - solo pude decir mientras me levantaba para ayudarlo a enderezarse y la cabeza me daba vueltas - Supongo que realmente no tenemos edad para esto, deberíamos haber ido a la cama - me dolian un poco las articulaciones por tratar de achicarme y que los dos entraramos en el sillon, pensar que no era mi primera vez haciendolo en uno - ¿Quieres cafe? - le ofrecí yendo a la cocina.

Solo muevo los globos oculares cuando escucho su voz pues no soy capaz de hacer más. Recibo su ayuda y como puedo subo todo mi cuerpo al sillón pero sigo sin ser capaz de mover el cuello ¿Cuánto tiempo estuve así? Teniendo en cuenta que suelo dormir unas seis horas y restando el tiempo de las tres veces que lo hicimos anoche, quizás sea cerca del medio día - La próxima iremos a la cama - respondo y rápidamente hago una mueca pues noto que acabo de reconocer que habrá una próxima vez. Mierda. Creo que arruiné todo el misterio y la parte de hacerme el difícil pero con el dolor que tengo en la espalda, no pude pensar en eso.

- Con leche y sin azúcar - pido cuando ofrece café y hago un nuevo esfuerzo por mover mis músculos con cuidado. Comienzo por las piernas que parecen estar en mejor estado y luego sigo con mis brazos hasta que logro enderezar el cuello. Una vez en condiciones busco mis boxers por el suelo y me los pongo pues ya estamos en septiembre y la temperatura no está para andar como dios nos trajo al mundo por la vida.

Sigo sus pasos hacia la cocina y abro una de las alacenas en donde ayer encontré galletas mientras buscaba el vino, las coloco sobre un plato y tomo asiento en uno de los taburetes que rodean la isla del centro - ¿De dónde venías ayer, por cierto? ¿Barney's o The rabbit hole? - pregunto pero entonces levanto mi índice pues recuerdo un aroma en particular - Barney's, te dio de beber su trago especial ¿Cierto? Aún no sé descubro si de verdad le pone felix felicis o solo espera a que estés ebrio para que lo creas - claro que jamás lo he bebido por mí mismo, las veces que me he embriagado en bares están en cero.

Me detengo mientras me subo el pantalón para girarme y dedicarle un sonrisa, quería molestarlo por su suposición de que habría una proxima vez, pero no lo había pasado tan mal y estaba en sequía de amantes.

- Seguro te moveras mejor en un espacio más grande, no que tenga críticas de anoche - lo alago un poco, a decir verdad yo también ya estaba algo mayor para estas cosas, pero nunca lo admitiría.

En la cocina hago un hechizo para hacer rápido el cafe y busco en la heladera la leche. Puede que lo siga con la mirada cuando pasa a mi lado, los boxer le hacen justicia a su parte trasera. Coloco la leche en la mesa cuando las tazas llegan y él trae galletitas, que obviamente sabe donde estan.

- ¿Eres animago o alcoholico en recuperación? - solo puedo dedicarle una mirada de soslayo, era Viktor servía como toda explicación - Le pone unas gotas de felix felicis, además de otras bebidas fuertes para que te pegue - le cuento sin esperar respuesta a mi pregunta - Lo vi hacerlo, es un genio de posiones, lo unico bueno que tiene - tome mi primer sorbo del cafe - ¿Vas a quedarte a almorzar? Necesito saber si tengo que encargar algo más - como sabía que iba a despertarme tarde había hecho mi pedido ayer y aun quedaba una hora hasta que llegara.

Hago una mueca pues si quiere mejores movimientos, los tendrá la próxima vez. Estaba algo limitado en el sofá pero me aseguraré de que tenga que dar parte de enfermo al día siguiente y yo también pues no debo olvidarme de que estoy tratando con alguien más de diez años menor que yo. En fin, no estuvo mal pero acepto el desafío - Podría decirte lo que me gustó de anoche pero es demasiado temprano para hablar sucio... Incluso para mí - respondo con un guiño.

A la galleta que llevo a mi boca la acompaño con un trago de café y cierro los ojos para disfrutar del contacto en mi garganta, está muy bueno - Me sorprenda que sus precios sean tan accesibles entonces - admito aunque puede que lo que sea accesible para nosotros no lo sea para el resto, no todos tienen el sueldo de un juez - Y ni uno ni lo otro - respondo a la primera pregunta encogiéndome de hombros. Soy algunas cosas pero animago no es una de ellas, aunque sería interesante intentarlo algún día, quizás podría convertirme en serpiente.

La pregunta me toma por sorpresa y de hecho parpadeo un par de veces y balbuceo antes de poder armar una oración coherente. Las opciones son quedarme a comer aquí y pasar más tiempo de lo debido con el juez o volver a casa a hundirme en los pensamientos que me trajeron aquí en primer lugar... Sería una pena ir para terminar volviendo así que respondo - Me quedo ¿Qué hay en el menú?