OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Ya ha anochecido cuando llego esa tarde al piso de Kennedy, para encontrarme con un Benedict demasiado radiante como para siquiera ser el mismo de las últimas semanas. Lo noto al instante, mirándole con el ceño fruncido en expresión de evidente confusión, casi alzando las manos a la espera de que escupa lo que sea que ha causado su repentino cambio de humor de un día para otro. Aunque sus palabras tienen el mismo efecto en mis cejas que el hecho de que esté sonriendo cuando habla, remarcando las arrugas en mi frente como si no comprendiera lo que me está diciendo. Tiene que repetírmelo una segunda vez antes de que cobre algo de sentido en mi cabeza, quedándome por unos minutos aturdida en el sitio sin poder creerlo.
¿Ava y Cale? ¿Vivos? No es que no quiera creerlo, es que es imposible. Los dos vimos como las bombas cayeron sobre el catorce y consumieron todo el distrito, sin oportunidad de que alguien tuviera opción a escapar sin acabar consumido por las llamas. ¿Cómo es posible entonces? Se lo digo, que cualquiera que le haya dado esa información debe de haber escuchado o entendido mal, que es absurdo pensar que hayan podido sobrevivir. Segundos después es cuando me dice que la misma Ava ha estado en el lugar esta misma tarde. Asimilo la información con la misma velocidad que me cuesta retroceder a la puerta dispuesta a comprobar la veracidad de sus palabras por mi cuenta, pero es Ben quien me impide hacerlo poniendo en evidencia las horas que son. Termino por concederle la razón, no sin obligarle a que me repita lo que ha ocurrido con el más mínimo detalle, apenas pudiendo contener la agitación.
Esa noche, como cualquier otra, resulta inútil tratar de cerrar los ojos. La idea de que éramos los únicos supervivientes del catorce era tan real que siquiera el pensamiento de la negativa de ese hecho era algo que hacía tiempo no pasaba por mi cabeza. Suficiente para no pegar un ojo en toda la noche. A la mañana siguiente, cuando la mayoría ya han salido a hacer tareas matutinas, me encuentro a mí misma dando vueltas por el diminuto salón de un lado para otro a la espera de que la melena rubia aparezca. Según Ben no hacía falta que fuera hasta la casa de Arya porque Ava había dicho que se pasaría tan pronto amaneciera, pero aún así no soy capaz de sentarme. Mi cuello se gira de forma brusca cuando se hacen perceptibles unos golpecitos en la madera, de repente tan silenciosos que temo que sean producto de mi imaginación.
Se me corta la respiración. Perpleja, observo la figura pálida y un tanto demacrada de mi amiga. – Eres tú de verdad. – Apenas soy capaz de murmurar antes de estirar mis brazos para recibirla en un fuerte abrazo que evidencia mi creencia de que se trata de un fantasma.
¿Ava y Cale? ¿Vivos? No es que no quiera creerlo, es que es imposible. Los dos vimos como las bombas cayeron sobre el catorce y consumieron todo el distrito, sin oportunidad de que alguien tuviera opción a escapar sin acabar consumido por las llamas. ¿Cómo es posible entonces? Se lo digo, que cualquiera que le haya dado esa información debe de haber escuchado o entendido mal, que es absurdo pensar que hayan podido sobrevivir. Segundos después es cuando me dice que la misma Ava ha estado en el lugar esta misma tarde. Asimilo la información con la misma velocidad que me cuesta retroceder a la puerta dispuesta a comprobar la veracidad de sus palabras por mi cuenta, pero es Ben quien me impide hacerlo poniendo en evidencia las horas que son. Termino por concederle la razón, no sin obligarle a que me repita lo que ha ocurrido con el más mínimo detalle, apenas pudiendo contener la agitación.
Esa noche, como cualquier otra, resulta inútil tratar de cerrar los ojos. La idea de que éramos los únicos supervivientes del catorce era tan real que siquiera el pensamiento de la negativa de ese hecho era algo que hacía tiempo no pasaba por mi cabeza. Suficiente para no pegar un ojo en toda la noche. A la mañana siguiente, cuando la mayoría ya han salido a hacer tareas matutinas, me encuentro a mí misma dando vueltas por el diminuto salón de un lado para otro a la espera de que la melena rubia aparezca. Según Ben no hacía falta que fuera hasta la casa de Arya porque Ava había dicho que se pasaría tan pronto amaneciera, pero aún así no soy capaz de sentarme. Mi cuello se gira de forma brusca cuando se hacen perceptibles unos golpecitos en la madera, de repente tan silenciosos que temo que sean producto de mi imaginación.
Se me corta la respiración. Perpleja, observo la figura pálida y un tanto demacrada de mi amiga. – Eres tú de verdad. – Apenas soy capaz de murmurar antes de estirar mis brazos para recibirla en un fuerte abrazo que evidencia mi creencia de que se trata de un fantasma.
Si dijera que había podido pegar un ojo la noche anterior, sería la mentira más grande del universo. El encuentro con Ben, y más tarde con Kenny, me había provocado un cambio de humor tan drástico que para el momento en el que había vuelto al departamento de Arya, ya era una persona completamente nueva. Bah, mejor dicho: era una persona completamente vieja. Una que me había acompañado por veinticinco años de mi vida, cuyo reflejo en el espejo, aunque más delgado y con ojeras gigantes, podía reconocer. No podía decir que todo era igual a antaño, o que nada había cambiado. Pero llevaba semanas sin sentirme como yo misma, teniendo que vivir dentro de mi cabeza, con ideas que no correspondían a mi forma de pensar.
Ayer no solo había recuperado a personas a las que creí perdidas para siempre, me había recuperado a mi misma y, con eso, también había recuperado algo aún mayor que un recuerdo. Había vuelto a tener esperanzas. Porque sí Ben decía que habían logrado evacuar a los pequeños, no iba a poner en duda los años que habían pasado entrenando como para que un bosque y un desierto fueran lo que los hicieran caer.
En vista de que no puedo dormitar más que unos pocos minutos entrecortados a lo largo de la noche, apenas y el cielo comienza a adquirir otro color, y a me encuentro vestida para el día, y preparada para salir de vuelta al departamento de Kenny. La falta de sueño, que normalmente eran un gran motivo de queja para mí, en estos momentos se había convertido en mi aliado. Y es que si no dormía, no soñaba, y si no soñaba, no podía despertarme con la idea de que todo lo vivido anterior había sido más que un sueño. Aún así, cuando estoy frente a la puerta del apartamento, mis golpes son tentativos y casi que hasta temerosos y no es hasta que la puerta se abre y me recibe la figura de Alice, que puedo quitarme ese miedo de encima. - ¡Al! - Y le devuelvo el abrazo, aferrándome a ella con fuerza y respirando con un alivio inmesurado.
Ayer no solo había recuperado a personas a las que creí perdidas para siempre, me había recuperado a mi misma y, con eso, también había recuperado algo aún mayor que un recuerdo. Había vuelto a tener esperanzas. Porque sí Ben decía que habían logrado evacuar a los pequeños, no iba a poner en duda los años que habían pasado entrenando como para que un bosque y un desierto fueran lo que los hicieran caer.
En vista de que no puedo dormitar más que unos pocos minutos entrecortados a lo largo de la noche, apenas y el cielo comienza a adquirir otro color, y a me encuentro vestida para el día, y preparada para salir de vuelta al departamento de Kenny. La falta de sueño, que normalmente eran un gran motivo de queja para mí, en estos momentos se había convertido en mi aliado. Y es que si no dormía, no soñaba, y si no soñaba, no podía despertarme con la idea de que todo lo vivido anterior había sido más que un sueño. Aún así, cuando estoy frente a la puerta del apartamento, mis golpes son tentativos y casi que hasta temerosos y no es hasta que la puerta se abre y me recibe la figura de Alice, que puedo quitarme ese miedo de encima. - ¡Al! - Y le devuelvo el abrazo, aferrándome a ella con fuerza y respirando con un alivio inmesurado.
Siento que llevaba mucho tiempo aguantando la respiración producto de lo acontecido, después de todo lo malo que ha ocurrido en las últimas semanas. El desasosiego que nos ha acompañado desde que nos fuimos del catorce es algo de lo que ninguno de los dos hemos podido desprendernos, todo como resultado de creer que éramos lo único que había quedado del fuego. No hubo ningún día de consuelo, ninguna pizca de esperanza que hiciera cambiar un hecho inmutable, porque no era posible. Ahora que eso se muestra como una nueva realidad completamente diferente, me permito suspirar de nuevo, escuchar la voz conocida de mi amiga tras creer que hacía tiempo la había escuchado por última vez. Rodear a Ava con los brazos se siente de alguna manera irreal, pese a que su iniciativa de hacer lo mismo dista mucho de no serlo.
Me separo, teniendo el espacio para poder observar sus facciones desde una posición mejor. – Te ves horrible. – Murmuro, aunque las dos sabemos que pretende sonar a cumplido. Nos hemos aficionado a que estar hecho una mierda sea mejor que no estarlo directamente, por no decir que hasta hace unas horas todavía era cenizas para mí. Me quedo observándola un tanto, como si no pudiera creer lo que están viendo mis ojos. Como consecuencia del silencio, tengo que abrazarla otra vez. – Mierda, Ava. No sabes cuánto me alegro de que estés aquí. – Aquí. Ni yo misma me creo esa palabra. Porque que esté aquí significa que todavía hay esperanza para el resto, para los niños, no está todo perdido después de todo.
Esta vez sí me separo para dejarla pasar al interior de la habitación, arrastrando la puerta con rapidez para cerrarla antes de que pueda escaparse y se revele que todo esto es una mentira. – Anoche pensé que Ben se habría dado un golpe en la cabeza, cuando empezó a hablar de ti… y de Cale, era imposible, vimos como cayeron las bombas. ¿Cómo…? – Tratar de hacer frases conexas o al menos con algo de sentido se convierte en una tarea complicada cuando aún no puedo conectar los hilos sobrantes. Siento que la estoy abrumando, en especial sabiendo que ya tuvo que pasar por esto ayer mismo, de manera que aprieto los labios. No lo niego, es un intento patético de frenar mi agitación, la cual se extiende desde mi cabeza hasta los pies.
Me separo, teniendo el espacio para poder observar sus facciones desde una posición mejor. – Te ves horrible. – Murmuro, aunque las dos sabemos que pretende sonar a cumplido. Nos hemos aficionado a que estar hecho una mierda sea mejor que no estarlo directamente, por no decir que hasta hace unas horas todavía era cenizas para mí. Me quedo observándola un tanto, como si no pudiera creer lo que están viendo mis ojos. Como consecuencia del silencio, tengo que abrazarla otra vez. – Mierda, Ava. No sabes cuánto me alegro de que estés aquí. – Aquí. Ni yo misma me creo esa palabra. Porque que esté aquí significa que todavía hay esperanza para el resto, para los niños, no está todo perdido después de todo.
Esta vez sí me separo para dejarla pasar al interior de la habitación, arrastrando la puerta con rapidez para cerrarla antes de que pueda escaparse y se revele que todo esto es una mentira. – Anoche pensé que Ben se habría dado un golpe en la cabeza, cuando empezó a hablar de ti… y de Cale, era imposible, vimos como cayeron las bombas. ¿Cómo…? – Tratar de hacer frases conexas o al menos con algo de sentido se convierte en una tarea complicada cuando aún no puedo conectar los hilos sobrantes. Siento que la estoy abrumando, en especial sabiendo que ya tuvo que pasar por esto ayer mismo, de manera que aprieto los labios. No lo niego, es un intento patético de frenar mi agitación, la cual se extiende desde mi cabeza hasta los pies.
Al se suelta unos segundos después del abrazo, y nuevamente tengo el impulso de estirar mi mano hasta estar en contacto aunque sea con su antebrazo. Me daba algo de ansiedad el que se alejasen tan pronto, como si fueran a desaparecer en unos segundos y terminase despertando de una pesadilla. No es que hubiese tenido pocas de esas en las últimas semanas. - ¿Te traigo un espejo, bonita? - La familiaridad de esos comentarios me saca una sonrisa de la cara, y cuando vuelve a rodearme con sus brazos, le devuelvo el gesto, estrujandola con un poco más de fuerza de la debida.
Me río cuando putea, y se siente bien poder estar así de feliz por dos días consecutivos. - Mierda, Alice. El sentimiento es mutuo. - Y me suelto de su agarre, un poco, llevando mis manos a sus brazos y permitiéndome ser yo la que la examina de arriba a abajo esta vez. Y sí, está hecha un desastre, pero así parece ser la moda de estos días. Lo importante es que está entera y que yo puedo disfrutar estar en su cercanía una vez más.
Me dejo guiar nuevamente dentro del departamento, y estoy decidiendo cada vez más que es mi nuevo lugar favorito. Después de todo… - Siempre fuiste más razonable. Creo que no dejé que Arya terminase de hablar antes de salir corriendo para acá. - No iba a ponerme a meditar esas cosas. Nadie bromearía con temas como esos y mi impulsividad claramente no había cambiado. - Y el cómo… no sé, fue muy rápido. Cale nos arrojó al río y la corriente nos arrastró por kilómetros. Creí…- Lo que debimos haber creído todos: que nadie más estaba con vida. - ¿Es verdad lo de los chicos entonces? ¿Los pudieron evacuar?
Me río cuando putea, y se siente bien poder estar así de feliz por dos días consecutivos. - Mierda, Alice. El sentimiento es mutuo. - Y me suelto de su agarre, un poco, llevando mis manos a sus brazos y permitiéndome ser yo la que la examina de arriba a abajo esta vez. Y sí, está hecha un desastre, pero así parece ser la moda de estos días. Lo importante es que está entera y que yo puedo disfrutar estar en su cercanía una vez más.
Me dejo guiar nuevamente dentro del departamento, y estoy decidiendo cada vez más que es mi nuevo lugar favorito. Después de todo… - Siempre fuiste más razonable. Creo que no dejé que Arya terminase de hablar antes de salir corriendo para acá. - No iba a ponerme a meditar esas cosas. Nadie bromearía con temas como esos y mi impulsividad claramente no había cambiado. - Y el cómo… no sé, fue muy rápido. Cale nos arrojó al río y la corriente nos arrastró por kilómetros. Creí…- Lo que debimos haber creído todos: que nadie más estaba con vida. - ¿Es verdad lo de los chicos entonces? ¿Los pudieron evacuar?
No creía que volvería a sonreír de forma tan honesta en mucho tiempo, pero tener a Ava aquí dadas todas las circunstancias es un regalo que no puedo pasar desapercibido. Casi puedo sentir que me río con su broma recíproca, pese a que probablemente no sea más que un intento de ello en lo que alzo un poco las mejillas. Porque tiene razón, las dos portamos un aspecto fantasmagórico que sería más propio de un cadáver, pero puestas en situación, creo que es a lo que más podemos aspirar. Huesuda o no, está aquí, que es mucho más de lo que podría decir de otras personas.
Su resolución del asunto hace que suspire, moviendo las cejas un tanto insegura. – No sabría decir si razonable es lo que yo utilizaría… No sabes cómo fue, pensar que nadie más había sobrevivido… Nos consumió por semanas, ni siquiera pensábamos que fuera posible porque no era lo lógico, después de… – No me atrevo a terminar la frase, segura de que si vuelvo a pensar en lo ocurrido en el catorce volveré a hundirme en el mismo pozo de desesperación que el de hace unas semanas. Ahora supongo que para ellos fue igual, cuando me cuenta su lado de la historia a pesar de que Ben ya me había hecho un resumen. No es lo mismo escucharlo de su boca, perfectamente consciente de lo mal que lo ha tenido que pasar. – Pero eso no importa ya. – Porque como dije, que ellos hayan sobrevivido da lugar a que otros hayan podido hacer lo mismo. Es un foco pequeño de esperanza, lo reconozco, pero es mejor de lo que hemos tenido en días.
Asiento con la cabeza, cruzando mis brazos sobre el pecho y mordiéndome el labio inferior inconscientemente ante su siguiente pregunta. – Lo hicimos, pero cuando llegamos al refugio donde se suponía que debían esperarnos no estaban. – Eso también resultó un golpe desesperanzador en el proceso, darnos cuenta de que todo había sido para nada, que estábamos solos. – Después descubrimos que habían partido hacia el país, y hemos intentado localizarlos desde entonces, sin muchos resultados. – Explico. Mi voz suena un poco apagada pese a que debería ser lo contrario, pero pensar en qué les ha podido pasar o donde estarán sigue produciendo temor. – Pero la red nos ha estado ayudando mucho, Kennedy se ha encargado de poner a todos en situación y hay mucha gente ayudando a la causa. Solo es momento de esperar a que la persona correcta dé con ellos antes de que lo hagan otros. – No sé hasta qué tanto está enterada de la red, de manera que le explico brevemente a lo que nos hemos estado dedicando desde que llegamos aquí. No es mucho, pero dado que Ben y yo no nos podemos pasear a nuestras anchas como si nada, es más de lo que habríamos conseguido por nuestra cuenta.
Su resolución del asunto hace que suspire, moviendo las cejas un tanto insegura. – No sabría decir si razonable es lo que yo utilizaría… No sabes cómo fue, pensar que nadie más había sobrevivido… Nos consumió por semanas, ni siquiera pensábamos que fuera posible porque no era lo lógico, después de… – No me atrevo a terminar la frase, segura de que si vuelvo a pensar en lo ocurrido en el catorce volveré a hundirme en el mismo pozo de desesperación que el de hace unas semanas. Ahora supongo que para ellos fue igual, cuando me cuenta su lado de la historia a pesar de que Ben ya me había hecho un resumen. No es lo mismo escucharlo de su boca, perfectamente consciente de lo mal que lo ha tenido que pasar. – Pero eso no importa ya. – Porque como dije, que ellos hayan sobrevivido da lugar a que otros hayan podido hacer lo mismo. Es un foco pequeño de esperanza, lo reconozco, pero es mejor de lo que hemos tenido en días.
Asiento con la cabeza, cruzando mis brazos sobre el pecho y mordiéndome el labio inferior inconscientemente ante su siguiente pregunta. – Lo hicimos, pero cuando llegamos al refugio donde se suponía que debían esperarnos no estaban. – Eso también resultó un golpe desesperanzador en el proceso, darnos cuenta de que todo había sido para nada, que estábamos solos. – Después descubrimos que habían partido hacia el país, y hemos intentado localizarlos desde entonces, sin muchos resultados. – Explico. Mi voz suena un poco apagada pese a que debería ser lo contrario, pero pensar en qué les ha podido pasar o donde estarán sigue produciendo temor. – Pero la red nos ha estado ayudando mucho, Kennedy se ha encargado de poner a todos en situación y hay mucha gente ayudando a la causa. Solo es momento de esperar a que la persona correcta dé con ellos antes de que lo hagan otros. – No sé hasta qué tanto está enterada de la red, de manera que le explico brevemente a lo que nos hemos estado dedicando desde que llegamos aquí. No es mucho, pero dado que Ben y yo no nos podemos pasear a nuestras anchas como si nada, es más de lo que habríamos conseguido por nuestra cuenta.
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