OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Llegar al cinco con Mimi fue algo así como un movimiento demasiado arriesgado, pero prefiero hacerlo solo antes de arrastrar conmigo a todos los demás. Al final, descubro que no me había mentido y, cuando me quiero dar cuenta, estoy envuelto en los brazos enormes de mi tío y rodeado de cientos de preguntas que explotan en todos lados como fuegos artificiales. Resulta que no solo él y Alice salieron con vida, sino que también los Ballard y eso significa que Beverly tenía, en parte, algo de razón. No sé cómo sentirme, pero estoy seguro de que el alivio es la emoción primordial dentro de mi pecho, que se va incrementando con cada abrazo, con cada gracia, con absolutamente todo. Si ellos sobrevivieron, quizá otros también lo hicieron y será cuestión de tiempo a que estemos juntos de nuevo. ¿Papá lo habrá logrado? No quiero ilusionarme, pero aún así…
Pasan unas pocas horas para que todos estemos reunidos y hay tanto ruido en el loft que siento que nos delataremos por culpa de los gritos y las risas. Nadie puede culpar a nadie, esto se siente como una celebración que nos hemos ganado tras semanas de estar en ascuas. Aún así, en algún momento, salgo al pasillo del edificio y me siento en la escalera, cuya luz titila en señal de que la estructura no es la más firme ni la más moderna. En algún punto se estabiliza y mis ojos lo agradecen. Aún sujeto un vaso de agua en la mano cuando me pregunto los motivos por los cuales he buscado la soledad, lo cual me brinda una respuesta casi inmediata. ¿Cuántos de ellos sabían la verdad y me han mentido durante tanto tiempo? ¿A quiénes debería juzgar como mentirosos?
Resoplo con una tristeza que no debería estar sintiendo y pretendo beber un trago de agua, cuando los pasos que suben por la escalera me ponen alerta y hacen que mire por encima del vaso. Una figura menuda aparece y se detiene algunos escalones más abajo, haciendo que la sorpresa se pinte en mis rasgos. Sabía que Ava estaba con vida, pero verla aparecer se toma la molestia de acelerarme el corazón. Me pongo de pie con la lentitud del recelo, hasta que me encuentro completamente enderezado y siento temblar una de mis manos — Supongo que vienes a la fiesta — murmuro. No es un festejo, pero apuesto a que se ha enterado que estamos aquí y por eso ha aparecido a estas horas. No puedo evitarlo. Intento empujar un poco mi frustración al buscar consuelo, bajo los escalones de dos en dos hasta llegar al descanso donde se ha detenido y me avalanzo contra ella, estrechándola en un abrazo que esconde mi rostro compungido en su cuello. Y por primera vez desde que llegamos, las emociones me desbordan y me siento llorar.
Pasan unas pocas horas para que todos estemos reunidos y hay tanto ruido en el loft que siento que nos delataremos por culpa de los gritos y las risas. Nadie puede culpar a nadie, esto se siente como una celebración que nos hemos ganado tras semanas de estar en ascuas. Aún así, en algún momento, salgo al pasillo del edificio y me siento en la escalera, cuya luz titila en señal de que la estructura no es la más firme ni la más moderna. En algún punto se estabiliza y mis ojos lo agradecen. Aún sujeto un vaso de agua en la mano cuando me pregunto los motivos por los cuales he buscado la soledad, lo cual me brinda una respuesta casi inmediata. ¿Cuántos de ellos sabían la verdad y me han mentido durante tanto tiempo? ¿A quiénes debería juzgar como mentirosos?
Resoplo con una tristeza que no debería estar sintiendo y pretendo beber un trago de agua, cuando los pasos que suben por la escalera me ponen alerta y hacen que mire por encima del vaso. Una figura menuda aparece y se detiene algunos escalones más abajo, haciendo que la sorpresa se pinte en mis rasgos. Sabía que Ava estaba con vida, pero verla aparecer se toma la molestia de acelerarme el corazón. Me pongo de pie con la lentitud del recelo, hasta que me encuentro completamente enderezado y siento temblar una de mis manos — Supongo que vienes a la fiesta — murmuro. No es un festejo, pero apuesto a que se ha enterado que estamos aquí y por eso ha aparecido a estas horas. No puedo evitarlo. Intento empujar un poco mi frustración al buscar consuelo, bajo los escalones de dos en dos hasta llegar al descanso donde se ha detenido y me avalanzo contra ella, estrechándola en un abrazo que esconde mi rostro compungido en su cuello. Y por primera vez desde que llegamos, las emociones me desbordan y me siento llorar.
Me había sorprendido de llegar al departamento de Arya y no encontrar a nadie allí. Había pasado la tarde fuera ya que, después del encuentro con Ben días atrás, me había mantenido tan ocupada como me había sido posible. Si no era buscando a los chicos, era buscando provisiones o robando de vez en cuando alguna cosa que fuera de utilidad. Tenía que ser cuidadosa y no ser previsible, así que variaba mis horarios y mi aspecto tanto como me fuera posible. Es por eso que, si consideraba la hora que era, el que no hubiese nadie en el loft era una clara señal de que algo había sucedido. Tal vez si hubiese revisado con más detenimiento, habría notado la nota que me habían dejado, pero en esos momentos y al no haber nada fuera de lo normal que me indicase peligro, mi siguiente conclusión es que debían estar en el departamento de Kenny.
Llegar allí no era complicado, más aún cuando no había nadie en los alrededores de los que me tuviese que cuidar precisamente, así que a un paso moderado, tardo solo unos minutos en alcanzar las escalinatas que me separaban del loft. Solo había subido unos cuantos escalones cuando la visión que tengo delante me hace pararme en seco, y por un momento, mi mente queda completamente en blanco. Porque sí, porque aunque llevaba días enteros yendo de excursión en su búsqueda, lo último que esperaba era encontrarme a Kendrick de pie en frente mío, vivo y en una sola pieza.
No llego a reaccionar a sus palabras, pero sí a su abrazo, así que lo estrecho con toda la fuerza de la que soy capaz y me río. Me río porque estoy feliz de verlo. Porque pese a que albergaba todas las esperanzas de que estuviese vivo, la certeza de tenerlo entre mis brazos es tan reconfortante que me siento desbordar y lloro junto con él. - De haber sabido que era una fiesta, hubiese tratado de conseguir cerveza y papas fritas. - es lo único que me sale decirle, recordando las noches de guardias en las que lográbamos robar algunos snacks del almacén para pasar el tiempo.
Llegar allí no era complicado, más aún cuando no había nadie en los alrededores de los que me tuviese que cuidar precisamente, así que a un paso moderado, tardo solo unos minutos en alcanzar las escalinatas que me separaban del loft. Solo había subido unos cuantos escalones cuando la visión que tengo delante me hace pararme en seco, y por un momento, mi mente queda completamente en blanco. Porque sí, porque aunque llevaba días enteros yendo de excursión en su búsqueda, lo último que esperaba era encontrarme a Kendrick de pie en frente mío, vivo y en una sola pieza.
No llego a reaccionar a sus palabras, pero sí a su abrazo, así que lo estrecho con toda la fuerza de la que soy capaz y me río. Me río porque estoy feliz de verlo. Porque pese a que albergaba todas las esperanzas de que estuviese vivo, la certeza de tenerlo entre mis brazos es tan reconfortante que me siento desbordar y lloro junto con él. - De haber sabido que era una fiesta, hubiese tratado de conseguir cerveza y papas fritas. - es lo único que me sale decirle, recordando las noches de guardias en las que lográbamos robar algunos snacks del almacén para pasar el tiempo.
Creo que no me había dado cuenta de lo mucho que extrañaba a estas personas hasta ahora. Lo noto porque el abrazo se siente demasiado familiar, tan cálido y agradable que, por cinco segundos, siento que estoy en casa. El comentario, proveniente de una voz que creí no volver a escuchar me arrebata una risa ahogada por mis propias lágrimas, consciente de que ella también ha empezado a llorar a juzgar por cómo tiembla su tono. La aprieto un poco más fuerte, deseando que sepa lo mucho que me ha hecho falta, porque si hay alguien con quien siempre he compartido todo, es Ava. O, al menos, eso pensaba. ¿Ella no compartía todo conmigo?
Me separo, quizá demasiado rápido, y me froto los ojos en un intento de limpiar mis lágrimas con orgullo — Creo que hay algunas latas de cerveza, pero no la he probado. Solo... — levanto el vaso de agua ya vacío y se lo enseño sacudiendolo un poco — No es como si... bueno, no tengo ánimos — creo que hay cosas que se entienden por sí solas. Ava siempre ha sabido leerme y ahora mismo las palabras sobran más que nunca. La última vez que nos vimos, fue el día en el cual nuestros padres murieron y nuestro hogar fue consumido hasta desaparecer para siempre. Una fiesta, por mucho que los he echado de menos, no se siente digna. Hay muchos fantasmas que brillan por su ausencia esta noche.
Me atrevo a mirarla, es un rápido análisis para saber que tan bien le ha ido en estas semanas sin vernos. Parece bastante entera, lo cual coincide con las cosas que Ben me ha contado. Y quiero decirle que sé que escapó con Cale, preguntarle cómo ha hecho para sobrevivir y cómo ha podido sobrellevar su pérdida, pero cuando abro la boca, sale otra cosa que no había planeado — Echo me dijo que nací en el catorce— es un reproche que me he estado tragando desde ese último día. Clavo mis ojos en ella, tratando de medir su reacción. De eso sabré cuán enojado debo estar.
Me separo, quizá demasiado rápido, y me froto los ojos en un intento de limpiar mis lágrimas con orgullo — Creo que hay algunas latas de cerveza, pero no la he probado. Solo... — levanto el vaso de agua ya vacío y se lo enseño sacudiendolo un poco — No es como si... bueno, no tengo ánimos — creo que hay cosas que se entienden por sí solas. Ava siempre ha sabido leerme y ahora mismo las palabras sobran más que nunca. La última vez que nos vimos, fue el día en el cual nuestros padres murieron y nuestro hogar fue consumido hasta desaparecer para siempre. Una fiesta, por mucho que los he echado de menos, no se siente digna. Hay muchos fantasmas que brillan por su ausencia esta noche.
Me atrevo a mirarla, es un rápido análisis para saber que tan bien le ha ido en estas semanas sin vernos. Parece bastante entera, lo cual coincide con las cosas que Ben me ha contado. Y quiero decirle que sé que escapó con Cale, preguntarle cómo ha hecho para sobrevivir y cómo ha podido sobrellevar su pérdida, pero cuando abro la boca, sale otra cosa que no había planeado — Echo me dijo que nací en el catorce— es un reproche que me he estado tragando desde ese último día. Clavo mis ojos en ella, tratando de medir su reacción. De eso sabré cuán enojado debo estar.
Disfruto el abrazo, dejándome caer en él y sintiendo como el peso de los últimos días se levanta de mis hombros. No tengo idea de lo que ha sido de él en este tiempo, y pese a que todavía no me atrevo a preguntar por el resto, me hago a la idea de que deben estar bien también. Me niego a pensar que no llegaron hasta aquí.
Se suelta más pronto de lo que hubiese querido, y pese a que no hay nada que quiera hacer en este momento más que seguir manteniéndolo seguro y al alcance de mis manos, me recuerdo que es adolescente. Como no sé qué hacer con las manos una vez que se aleja, Engancho los pulgares en las trabillas de mi pantalón y tiro de él hacia abajo en un gesto ansioso. Quiero decirle que lo entiendo, que no debe preocuparse, pero la realidad es que le estaría mintiendo. Ahora ánimos es lo que me sobraba. ¿Llevaría tanto aquí que ya se había acostumbrado al sabernos con vida? Como hubieran llegado hace días sin avisarme, colgaría a Alice y a Ben fuera de las ventanas del departamento.
Abro la boca para llevarle la contraria y hacerle algún tipo de broma, pero algo en su expresión lo impide, y solo termino mordiéndome el labio inferior con algo de nerviosisimo. Cuando vuelve a abrir la boca entiendo el por qué, y siento que debería sorprenderme, pero por alguna razón me siento algo… ¿aliviada? - No mintió… - mi voz es casi un murmullo, pero no hay tanta distancia entre nosotros para evitar que me escuche. - Yo… ¿Lo hablaste con Ben? - Mamá ya no está para advertirme del cuidado que debo tener, pero no hace falta porque han pasado años desde que tengo consciencia del mismo. Pero si Ben ha decidido decir algo… - Antes dime, mi hermana… los otros niños, ¿llegaron contigo?
Se suelta más pronto de lo que hubiese querido, y pese a que no hay nada que quiera hacer en este momento más que seguir manteniéndolo seguro y al alcance de mis manos, me recuerdo que es adolescente. Como no sé qué hacer con las manos una vez que se aleja, Engancho los pulgares en las trabillas de mi pantalón y tiro de él hacia abajo en un gesto ansioso. Quiero decirle que lo entiendo, que no debe preocuparse, pero la realidad es que le estaría mintiendo. Ahora ánimos es lo que me sobraba. ¿Llevaría tanto aquí que ya se había acostumbrado al sabernos con vida? Como hubieran llegado hace días sin avisarme, colgaría a Alice y a Ben fuera de las ventanas del departamento.
Abro la boca para llevarle la contraria y hacerle algún tipo de broma, pero algo en su expresión lo impide, y solo termino mordiéndome el labio inferior con algo de nerviosisimo. Cuando vuelve a abrir la boca entiendo el por qué, y siento que debería sorprenderme, pero por alguna razón me siento algo… ¿aliviada? - No mintió… - mi voz es casi un murmullo, pero no hay tanta distancia entre nosotros para evitar que me escuche. - Yo… ¿Lo hablaste con Ben? - Mamá ya no está para advertirme del cuidado que debo tener, pero no hace falta porque han pasado años desde que tengo consciencia del mismo. Pero si Ben ha decidido decir algo… - Antes dime, mi hermana… los otros niños, ¿llegaron contigo?
Esperaba esa respuesta, aún así no sé por qué me siento terrible al oírla. Debe ser porque es una confirmación más de las mentiras que he recibido todos estos años y que cada una de las personas que ayudaron a criarme han mantenido como un pacto silencioso. Me siento vacío, tanto que creo que me desinflo y la postura se me acomoda de tal modo que parece que me derrito en mi lugar. Sacudo con la cabeza en respuesta a esa primera duda, la que me asegura que Ben también estaba al tanto y, antes de que pueda decir algo más, decido contestarle. Porque yo sí soy honesto y no me guardo las cosas — Todos están bien — uso mi cabeza para señalar hacia atrás, haciendo un movimiento que busca apuntar hacia la puerta con parte de mi torso — Zenda estará feliz de verte. Estaba preocupada por ti.
Se siente una tensión extraña e impropia de nosotros en el aire, tanto que meto la mano que tengo libre en el bolsillo y la otra aprieta el vaso con algo de fuerza y nerviosismo — ¿Por qué... ? ¿Cómo es posible que jamás me dijeran nada? — trato de que la voz no suba en escala, pero solo queda en un intento que no soy capaz de controlar — Tú... ¡Pasé años preguntando por mis padres y ninguno de ustedes tuvo la decencia de decirme la verdad! ¿Acaso se estaban burlando de mí o...? — no quiero gritar, eso me lleva a un quiebre en mi voz angustiada. Me revuelvo el despeinado flequillo con inquietud y me balanceo en mi lugar, debatiendome entre si quiero quedarme o no — ¿Quién era ella? Mi madre — me paro firme al final, porque es una demanda. No me iré de aquí sin las respuestas que me deben hace quince años.
Se siente una tensión extraña e impropia de nosotros en el aire, tanto que meto la mano que tengo libre en el bolsillo y la otra aprieta el vaso con algo de fuerza y nerviosismo — ¿Por qué... ? ¿Cómo es posible que jamás me dijeran nada? — trato de que la voz no suba en escala, pero solo queda en un intento que no soy capaz de controlar — Tú... ¡Pasé años preguntando por mis padres y ninguno de ustedes tuvo la decencia de decirme la verdad! ¿Acaso se estaban burlando de mí o...? — no quiero gritar, eso me lleva a un quiebre en mi voz angustiada. Me revuelvo el despeinado flequillo con inquietud y me balanceo en mi lugar, debatiendome entre si quiero quedarme o no — ¿Quién era ella? Mi madre — me paro firme al final, porque es una demanda. No me iré de aquí sin las respuestas que me deben hace quince años.
Ver como toda su postura cambia casi que hasta me duele, porque hasta hace solo unos segundo lo tenía entre mis brazos, y ahora se siente como si le hubiese clavado un puñal en la espalda. O al menos como si hubiese retirado uno que plantamos hace tiempo. Tal vez es por eso que, cuando me asegura que Zenda y el resto se encuentran bien, lo único que hago es suspirar de alivio en vez de correr puertas adentro para ver cómo se encuentran. Puedo contenerme por unos minutos, se los debo cuando le hemos quitado casi dieciséis años.
Aprieto los puños contra la tela del jean, nerviosa, y cuando Ken comienza a gritar, puedo decir que recibo sus preguntas con una resolución de hierro. - Jamás. - Comienzo remarcando la palabra con toda la fuerza que puedo. - Jamás pienses que nos burlamos de tí. O que no te dijimos nada por simple deporte. - En más de una ocasión había querido decirle la verdad acerca de su ascendencia, pero mamá tenía razón, y no era seguro hacerlo. Ni siquiera ahora, cuando lo único que quedaban de aquellos años eran recuerdos nublados por el tiempo y las mismas mentiras que le habíamos regalado.
Exige saber sobre su madre, y por unos segundos puedo respirar de nuevo, a sabiendas de que al menos de eso puedo hablar. Hasta cierto grado al menos. - Te he contado de ella. - Le recuerdo. - Encontraste su anillo hace meses y quisiste que lo tuviese… no podía. No… Yo la conocí como Coco, y fue una de las mujeres más maravillosas a las que me crucé en mi vida. - Espero que recuerde lo que le he contado tiempo atrás, porque volver a relatar su muerte, pero teniendo consciencia de que fue su madre, no es algo que quiera hacer cuando el recuerdo de Arleth todavía me persigue por las noches.
Aprieto los puños contra la tela del jean, nerviosa, y cuando Ken comienza a gritar, puedo decir que recibo sus preguntas con una resolución de hierro. - Jamás. - Comienzo remarcando la palabra con toda la fuerza que puedo. - Jamás pienses que nos burlamos de tí. O que no te dijimos nada por simple deporte. - En más de una ocasión había querido decirle la verdad acerca de su ascendencia, pero mamá tenía razón, y no era seguro hacerlo. Ni siquiera ahora, cuando lo único que quedaban de aquellos años eran recuerdos nublados por el tiempo y las mismas mentiras que le habíamos regalado.
Exige saber sobre su madre, y por unos segundos puedo respirar de nuevo, a sabiendas de que al menos de eso puedo hablar. Hasta cierto grado al menos. - Te he contado de ella. - Le recuerdo. - Encontraste su anillo hace meses y quisiste que lo tuviese… no podía. No… Yo la conocí como Coco, y fue una de las mujeres más maravillosas a las que me crucé en mi vida. - Espero que recuerde lo que le he contado tiempo atrás, porque volver a relatar su muerte, pero teniendo consciencia de que fue su madre, no es algo que quiera hacer cuando el recuerdo de Arleth todavía me persigue por las noches.
¿No se burlaron de mí? ¿Por qué se siente que es eso lo que estuvo pasando? Porque sé que todos me han escuchado al menos una vez el quejarme sobre mi suerte, el rogar por respuestas y expresar el deseo de poder salir del catorce con intenciones de conocer aquello que se me prohibía, como mi historia. Y resulta que todo estaba al alcance de mi mano, ellos lo sabían y permitieron que sucediera. Tengo que hacer un enorme esfuerzo para no ponerme a gritar una vez más, porque siento que no quiero que todos se enteren. Esto, ahora, es algo personal que he decidido compartir con ella. Ya tendré algún momento de catarsis en el cual pueda encontrar respuestas en cada uno de los mentirosos que coparon mi vida.
La mirada de furia se mantiene en demanda, aunque empieza a aflojar cuando ella comienza a hablar sin darle muchas vueltas. Lo primero que dice me desconcierta, pero todo empeora cuando sigue hablando y empiezo a conectar hilos. Bien, siento que me estoy descomponiendo. Doy algunos pasos hacia atrás y me llevo la mano libre al abdomen, como si de esa manera pudiera acompasar mi respiración. Apenas recuerdo esa conversación, pero tengo memorias frescas de cómo lucía esa tumba. Hay algo frío en mí, como si varios hilos congelados se extendieran por mis dedos y quisieran enfrascarse en mi garganta. No sé cómo recupero mi voz, pero sale en un estado agudo y apenas comprensible — ¿Qué? — es lo único que atino a decir. Me apoyo en la pared con toda mi espalda y trato de recuperarme, pero siento que es imposible — Lo vendí — acabo confesando. No sé por qué, pero soy incapaz de mirarla a la cara — Por comida. Una mujer accedió a ayudarme y a alimentarnos a cambio de que se lo diera. Fue amable, pero... — no me atrevo a contarle todo lo que sucedió. No quiero que se preocupe y nos vayamos de tema. Intento aclararme con una sacudida de cabeza y moviendo mis manos como si quisiera tranquilizarme— Solo...¿Cómo murió? — creo que ahora es lo que más quiero saber, incluso aunque duela.
La mirada de furia se mantiene en demanda, aunque empieza a aflojar cuando ella comienza a hablar sin darle muchas vueltas. Lo primero que dice me desconcierta, pero todo empeora cuando sigue hablando y empiezo a conectar hilos. Bien, siento que me estoy descomponiendo. Doy algunos pasos hacia atrás y me llevo la mano libre al abdomen, como si de esa manera pudiera acompasar mi respiración. Apenas recuerdo esa conversación, pero tengo memorias frescas de cómo lucía esa tumba. Hay algo frío en mí, como si varios hilos congelados se extendieran por mis dedos y quisieran enfrascarse en mi garganta. No sé cómo recupero mi voz, pero sale en un estado agudo y apenas comprensible — ¿Qué? — es lo único que atino a decir. Me apoyo en la pared con toda mi espalda y trato de recuperarme, pero siento que es imposible — Lo vendí — acabo confesando. No sé por qué, pero soy incapaz de mirarla a la cara — Por comida. Una mujer accedió a ayudarme y a alimentarnos a cambio de que se lo diera. Fue amable, pero... — no me atrevo a contarle todo lo que sucedió. No quiero que se preocupe y nos vayamos de tema. Intento aclararme con una sacudida de cabeza y moviendo mis manos como si quisiera tranquilizarme— Solo...¿Cómo murió? — creo que ahora es lo que más quiero saber, incluso aunque duela.
Se siente como un golpe a la boca del estómago el estar presenciando la reacción de Ken, y pese a que todavía sentía esa sensación de plenitud que me generaba el verlo con vida, un nuevo vacío se abría en mi pecho al verlo atravesar por este dolor. Lo entendía, de verdad lo entendía. Pero me dolía de todas formas. Sufría con él, por él, y por mí. Porque incluso aunque pudiese hablar con relativa sinceridad de su madre, no había forma alguna de que pudiese contarle acerca de todo. El secreto de su verdadero parentesco tendría que morir con nosotros de ser posible, o al menos hasta que no hubiese nadie que pudiese poner en peligro su vida si llegaban a enterarse y, para eso, faltaba demasiado tiempo…
- Lo… - Y es mi turno de llevarme una mano al abdomen, porque siento que mis entrañas se retuercen de tan solo pensar en lo que debe estar sintiendo. Si tan solo… si tan solo le hubiese dicho a quién pertenecía ese anillo de verdad. Llevo mi mano libre a la cadena que rodea mi cuello, y por unos segundos tengo la intención de arrancármela, sintiendo que no era merecedora de llevar ese recuerdo, cuando Ken no podía tener el suyo. - No pasa nada… es solo un anillo. Yo… - ¿Qué podía ofrecerle a cambio? No había fotos de esa época. y Coco no había dejado nada atrás que pudiese servir como recuerdo, más que Ken mismo. - Tienes que entender, que el distrito recién comenzaba en aquellas épocas. No teníamos a Seth, ni a Alice, y todo era más difícil… - Y sé que lo que estoy por soltar va a dolerle más que nada de lo que le he dicho hasta ahora. Pero mentirle, y que después descubra la verdad va a ser incluso peor. - No estoy segura de cómo fue todo porque era chica, pero por lo que había podido escuchar… murió por heridas internas, hemorragias creo, luego de dar a luz. - Y me apresuro a darle alcance, encerrándolo entre mis brazos mientras que me siento llorar nuevamente. - No fue tu culpa, de verdad. No fue culpa de nadie. Solo… son cosas que suceden.
- Lo… - Y es mi turno de llevarme una mano al abdomen, porque siento que mis entrañas se retuercen de tan solo pensar en lo que debe estar sintiendo. Si tan solo… si tan solo le hubiese dicho a quién pertenecía ese anillo de verdad. Llevo mi mano libre a la cadena que rodea mi cuello, y por unos segundos tengo la intención de arrancármela, sintiendo que no era merecedora de llevar ese recuerdo, cuando Ken no podía tener el suyo. - No pasa nada… es solo un anillo. Yo… - ¿Qué podía ofrecerle a cambio? No había fotos de esa época. y Coco no había dejado nada atrás que pudiese servir como recuerdo, más que Ken mismo. - Tienes que entender, que el distrito recién comenzaba en aquellas épocas. No teníamos a Seth, ni a Alice, y todo era más difícil… - Y sé que lo que estoy por soltar va a dolerle más que nada de lo que le he dicho hasta ahora. Pero mentirle, y que después descubra la verdad va a ser incluso peor. - No estoy segura de cómo fue todo porque era chica, pero por lo que había podido escuchar… murió por heridas internas, hemorragias creo, luego de dar a luz. - Y me apresuro a darle alcance, encerrándolo entre mis brazos mientras que me siento llorar nuevamente. - No fue tu culpa, de verdad. No fue culpa de nadie. Solo… son cosas que suceden.
Es solo un anillo, pero me llena de una amarga culpa y una extraña sensación de abandono. ¿Dónde lo habrá metido Lara? ¿Podré recuperarlo si vuelvo a verla en el mercado? Me aferro a esa idea, como si en el desespero de esta conversación pudiese encontrar el modo de recuperar al menos una cosa de todo lo que he perdido. Pero las explicaciones continúan, mis ganas de llorar se van acumulando y me cuesta horrores el procesar la información que suelta, más allá de que soy capaz de visualizarlo todo como si se tratase de un libro de terror. Hubo una mujer que llegó al distrito catorce cuando recién iniciaba y me dio a luz para morir allí, sin llegar a conocerme, sin hacer otra cosa que tener una idea de que yo existía y eso fue todo. ¿Me habrá sostenido en sus brazos o ni siquiera fue capaz de eso? ¿Estuve con ella en algún momento o todo fue demasiado rápido?
No escucho a Ava, incluso cuando puedo sentirla hablar y tratar de dar explicaciones a algo que no debería tener alguna. Sí me dejo atajar entre sus brazos y me doy cuenta de que he vuelto a llorar en silencio solo porque las lágrimas saladas chocan entre mis labios apretados. Quiero contenerme, pero no puedo, en especial porque el nudo que presiona mi garganta es muy grande y se siente como que va a asfixiarme — Pero sí fue mi culpa… — no espero que lo entienda, no desde mi punto de vista. Intento apoyarme tanto en ella como en la pared y doy un manotazo que busca limpiarme la cara, a pesar de que soy consciente de que tengo los ojos hinchados y la nariz enrojecida — Ava, yo… toda mi vida… — tengo que pasar saliva para aclararme la garganta y encontrar al menos un ápice de mi voz — Siempre creí que había alguien allá afuera esperando por mí. Que me había dejado atrás porque no tuvo otra opción y que podría encontrarla. ¿Por qué…? — no quiero gritar, hago un enorme esfuerzo para no hacerlo. Tengo que cerrar los ojos y contar hasta tres — No comprendo por qué me mintieron. No es justo. ¿Siquiera “Kendrick” es mi verdadero nombre? ¿Quién es mi padre?
No sé si ella lo sabe, pero al menos espero que no me siga mintiendo. Me conformo con cualquier información honesta que me pueda regalar, me lo debe después de todos estos años de puras mentiras.
No escucho a Ava, incluso cuando puedo sentirla hablar y tratar de dar explicaciones a algo que no debería tener alguna. Sí me dejo atajar entre sus brazos y me doy cuenta de que he vuelto a llorar en silencio solo porque las lágrimas saladas chocan entre mis labios apretados. Quiero contenerme, pero no puedo, en especial porque el nudo que presiona mi garganta es muy grande y se siente como que va a asfixiarme — Pero sí fue mi culpa… — no espero que lo entienda, no desde mi punto de vista. Intento apoyarme tanto en ella como en la pared y doy un manotazo que busca limpiarme la cara, a pesar de que soy consciente de que tengo los ojos hinchados y la nariz enrojecida — Ava, yo… toda mi vida… — tengo que pasar saliva para aclararme la garganta y encontrar al menos un ápice de mi voz — Siempre creí que había alguien allá afuera esperando por mí. Que me había dejado atrás porque no tuvo otra opción y que podría encontrarla. ¿Por qué…? — no quiero gritar, hago un enorme esfuerzo para no hacerlo. Tengo que cerrar los ojos y contar hasta tres — No comprendo por qué me mintieron. No es justo. ¿Siquiera “Kendrick” es mi verdadero nombre? ¿Quién es mi padre?
No sé si ella lo sabe, pero al menos espero que no me siga mintiendo. Me conformo con cualquier información honesta que me pueda regalar, me lo debe después de todos estos años de puras mentiras.
Que Ken no busque alejarse de mí en el momento en el que lo envuelvo con mis brazos, es señal de que está más dolido que enojado, y eso en mi mente, es peor. Prefiero que me grite, que patalee, que haga escándalo. No lo culparía si quería arrojarme con algo o dar la vuelta e irse. Pero esa resignación, silenciosa y húmeda al sentir sus lágrimas caer contra mi hombro casi descubierto, duele. Y pienso, por unos segundos, que no hay forma de que pueda entender lo que siente, ni comparar ninguna situación a lo que debe pasar por su mente.
- En estos momentos puede parecerte así, pero en un tiempo, cuando la información no esté tan fresca… No fue tu culpa y algún día vas a poder entenderlo. - Su madre no había muerto asesinada o en un accidente. Había sido algo tan natural como la vida misma, inevitable por la falta de recursos, y triste. Terriblemente triste. Pero no habíamos culpado al pequeño bebé en ese entonces, y no empezaríamos a culparlo ahora. Me separo de su figura, pero en lugar de alejarme tomo su rostro entre mis manos, tratando de limpiar sus mejillas con mis pulgares, sin importarme que mi cara esté igual de llorosa. - No sabía que te sentías así o que pensabas eso… Lo lamento, de verdad… Y no es consuelo, pero… no puedo decir nada por los demás, pero siempre estaré para tí. - Y no es una promesa vacía, porque de una forma u otra, Ken había sido la única constante de mi vida por fuera de mi familia. Porque de alguna forma, ese bebé rechoncho, ese niño orejón, ese adolescente avispado… me había acompañado en casi todo momento. - Hay muchas cosas que no sé, y que posiblemente nunca vaya a saber. Pero sí, Kendrick es el nombre que Coco eligió para tí. De tu padre… lo lamento Ken, jamás lo conocí. - Y sentía un nudo en la garganta por esa verdad a medias, pero era lo máximo que podía soltar en un caso como este.
Por respeto a mi madre y a la promesa que me había hecho hacerle cuando había descubierto la verdad de todo. Por la seguridad de Ken, y el peligro que su sangre misma representaba para gente ignorante. Si podía, Kendrick no se enteraría por mí del nombre de su progenitor.
Me ahorro el decirle que toda mi vida me han hablado sobre ese “algún día”. Algún día lo entendería, algún día lo sabría, algún día podría hacer las cosas que quería. ¿No se cansan de ese constante consuelo que solo busca mentirse a sí mismo constantemente? Ava limpia mis lágrimas y una parte de mí quiere bramarle que me suelte, pero la más fuerte, la que predomina sobre las otras y que se encuentra más cansada, se deja consolar, como cuando tenía cinco años y me raspaba las rodillas en mis intentos de saltar más alto, subirme a los caballos, trepar por los árboles e ir solo a las grutas. No recuerdo una infancia de quietud, ahora que puedo pensarlo. Quiero decirle que lo sé, que siempre asumí que iba a estar para mí, pero la voz no me sale y creo que lo único que consigo hacer, es modular las palabras. Al menos me atrevo a mirarla, darme cuenta de que siente mínimamente un poco de dolor por toda la basura que he sufrido. Hay una punzada incómoda cuando se clama ignorante sobre mi padre, un dolor nuevo que tiene que ver con la desesperanza al respecto de un tema que ya sentía perdido. Al menos, puedo decir que hay algo de mi identidad que es fiable — Solo falta el apellido, entonces… — murmuro con resignación. No tengo nada en contra de Echo, me ha criado y eso lo pone como mi padre en cientos de maneras que otras personas no comprenderían. Pero siempre supe que no soy Duane, no cuando quise convencerme toda la vida de ello.
Una risa que reconozco como la de Ben hace que levante la mirada hacia la puerta del departamento y me vuelvo a limpiar el rostro, esta vez un poco más apresurado. Aún así, nadie sale, lo que me da el tiempo a forzar una sonrisa en dirección a la rubia — Creo que han conseguido alcohol, si te interesa — tomo una de sus manos para darle un apretón pero pronto la suelto, decidido a que eso debe bastar para demostrar que podemos quedar en buenos términos, al menos dentro de lo que cabe. No voy a perdonar esto, al menos no ahora. Me separo de la pared y doy algunos pasos, aunque mis pies se detienen a mitad de la escalera para que pueda voltear a mirarla — Gracias por decirme la verdad, Ava — dejo caer, tratando de relajar un poco las facciones tensas de mi rostro — De verdad, estoy feliz de volver a verte — porque ya he perdido demasiado. Y, a pesar de todo, ella es parte de mi familia.
Una risa que reconozco como la de Ben hace que levante la mirada hacia la puerta del departamento y me vuelvo a limpiar el rostro, esta vez un poco más apresurado. Aún así, nadie sale, lo que me da el tiempo a forzar una sonrisa en dirección a la rubia — Creo que han conseguido alcohol, si te interesa — tomo una de sus manos para darle un apretón pero pronto la suelto, decidido a que eso debe bastar para demostrar que podemos quedar en buenos términos, al menos dentro de lo que cabe. No voy a perdonar esto, al menos no ahora. Me separo de la pared y doy algunos pasos, aunque mis pies se detienen a mitad de la escalera para que pueda voltear a mirarla — Gracias por decirme la verdad, Ava — dejo caer, tratando de relajar un poco las facciones tensas de mi rostro — De verdad, estoy feliz de volver a verte — porque ya he perdido demasiado. Y, a pesar de todo, ella es parte de mi familia.
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