OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Aguardo a que los ojos de Riley se abran al verlo parpadear, y cuando su mirada se acostumbra a las luces de la habitación, me deslizo de la silla en la que llevo sentada la última media hora al borde de la cama para entrar en su campo de visión. Busco su mano por encima de la sábana para sujetarla con la mía, se la estrecho con suave cariño. —Hola— lo saludo con una sonrisa tranquila, que contrasta con mi humor de las horas anteriores y que por poco provoca que de vuelta a su departamento buscándolo, daño del que se salvó porque Andrew estaba para indicarme con una mínima resistencia donde podía encontrarlo. No me esperaba que ese sitio fuera un hospital, que de los dos sea él quien estuvo en un riesgo que casi se cobró su vida y sea yo quien tuvo que ocupar una silla a su lado a esperar que despierte.
Con el paso del tiempo nos convencimos de que estábamos a un mensaje o una llamada de distancia, que podía ir a su casa las veces que quisiera, que nuestros silencios hablaban de lo ocupados que estábamos y eso no cambiaba el hecho de que si necesitábamos del otro a cualquier hora, el día que fuera, estaríamos ahí. Supongo que nuestros silencios se espaciaron demasiado. Dimos por sentado que el otro seguía ahí, que nos bastaba esa certeza para sentirnos seguros, y ni por un momento imaginé que fuera Riley quien traicionaría este acuerdo, que haría algo que me lastimaría tanto, cuando todo parecía indicar que sería yo quien tomaría una decisión desleal al querer huir. Lo daba por seguro y fue un error, lo peor es que no suelo dar nada por seguro, con él no fue diferente. No lo pensé como mi mejor amigo cuando nos conocimos, me llevó unos buenos años confiar en su compañía. Fue con cada año que pasaba, siempre fue mirando hacia atrás, a todo lo que compartimos, que lo hice mi mejor amigo. Pensé que había algo en él, que no había en ninguna otra persona, que lo hacía la excepción a la regla de todas las cosas temporales que acaban más temprano o más tarde.
Y lo que me duele en sí, al punto de la culpa más profunda, es que si busqué a Riley en su casa después de un par de llamadas fallidas, fue porque necesitaba hablar con él de cuestiones que me hicieron evitarlo con anterioridad. No tenía idea de que aquello que arrastrábamos de hace un tiempo, nos llevara a puntos como éste. Cosas que tendríamos que haber ido dejando atrás, en una juventud un tanto conflictiva que también tuvimos como cualquier otro par de adolescentes, y que no resolvimos al convertirnos en adultos. Si pienso en ello, me hubiera gustado que encontráramos maneras distintas, más maduras, para hacer frente a las situaciones. Formas que no implicaran huir, ya no tenemos quince años como para un atracón de drogas o querer escapar de casa saliendo por la ventana. —¿Quieres contarme qué paso?— pregunto, para que sea él quien me explique por qué hemos llegado hasta aquí.
Con el paso del tiempo nos convencimos de que estábamos a un mensaje o una llamada de distancia, que podía ir a su casa las veces que quisiera, que nuestros silencios hablaban de lo ocupados que estábamos y eso no cambiaba el hecho de que si necesitábamos del otro a cualquier hora, el día que fuera, estaríamos ahí. Supongo que nuestros silencios se espaciaron demasiado. Dimos por sentado que el otro seguía ahí, que nos bastaba esa certeza para sentirnos seguros, y ni por un momento imaginé que fuera Riley quien traicionaría este acuerdo, que haría algo que me lastimaría tanto, cuando todo parecía indicar que sería yo quien tomaría una decisión desleal al querer huir. Lo daba por seguro y fue un error, lo peor es que no suelo dar nada por seguro, con él no fue diferente. No lo pensé como mi mejor amigo cuando nos conocimos, me llevó unos buenos años confiar en su compañía. Fue con cada año que pasaba, siempre fue mirando hacia atrás, a todo lo que compartimos, que lo hice mi mejor amigo. Pensé que había algo en él, que no había en ninguna otra persona, que lo hacía la excepción a la regla de todas las cosas temporales que acaban más temprano o más tarde.
Y lo que me duele en sí, al punto de la culpa más profunda, es que si busqué a Riley en su casa después de un par de llamadas fallidas, fue porque necesitaba hablar con él de cuestiones que me hicieron evitarlo con anterioridad. No tenía idea de que aquello que arrastrábamos de hace un tiempo, nos llevara a puntos como éste. Cosas que tendríamos que haber ido dejando atrás, en una juventud un tanto conflictiva que también tuvimos como cualquier otro par de adolescentes, y que no resolvimos al convertirnos en adultos. Si pienso en ello, me hubiera gustado que encontráramos maneras distintas, más maduras, para hacer frente a las situaciones. Formas que no implicaran huir, ya no tenemos quince años como para un atracón de drogas o querer escapar de casa saliendo por la ventana. —¿Quieres contarme qué paso?— pregunto, para que sea él quien me explique por qué hemos llegado hasta aquí.
Por quinta o sexta vez desde que estoy en el hospital, regreso del mundo de los sueños para enfrentarme con al inestable realidad en la que me encuentro. Al igual que veces anteriores me tomo unos momentos antes de abrir los ojos, comprobando el estado de cada una de mis extremidades y órganos internos ¿Ya dejó de dolerme la cabeza? ¿Mis músculos retomaron su estado original? ¿Tengo náuseas? Por suerte para mí todo parece estar en orden ésta vez, pero puedo sentir la vía en mi brazo así que probablemente estén pasándome algo para mantener mi equilibrio interno... Lo cual me hace dependiente e incapaz de irme de aquí.
Al abrir los ojos me encuentro con la imagen de Lara sentada no demasiado lejos. De inmediato se acerca y maldigo por lo bajo pues hay una sola persona que podría haberle dicho de mi ubicación y le ordené explícitamente que no abra la boca - Voy a matar a Andrew - dejo salir y mi voz ya no suena ronca y pastosa como antes, estoy mejor, pese a que aún preservo los tonos graves por haberme despertado recién.
Me acomodo en la cama de forma que no haga falta verla directamente y quito la vía de mi brazo, creo que es hora de dejar de tener clavada agujas ahí y comenzar a arreglar lo que pasa por mi cabeza y cuerpo yo solito, sin Lara, aunque esté en frente mío ahora mismo. Quiere que le cuente lo que pasó, lo cual es completamente lógico ya que somos amigos pero no estoy seguro de querer hacerlo ¿Por qué lo hice? ¿Qué pretendía? Aunque intente adornarlo suena mal de todas formas y se preocupará, no quiero eso.
- Necesitaba cumplir un trabajo por orden de Waynart y Powell - no más nombre de pila para ellos - Era mucho en poco tiempo así que me inyecté un pequeño experimento que resultó ser más adictivo de lo que estoy acostumbrado. Luego lo modifiqué para intensificar sus efectos y las cosas no salieron bien - espero que sea mi último error en mucho tiempo, habría odiado irme del mundo con un gran fallo - Pero estoy bien ahora ¿Qué necesitas? - pregunto volviendo mi mirada a ella - No ha pasado tanto tiempo así que si fuiste a buscarme a casa es porque necesitas algo o Andrew es el doble chismoso por haber ido a buscarte directamente... O quedas mal tú o queda mal él.
Al abrir los ojos me encuentro con la imagen de Lara sentada no demasiado lejos. De inmediato se acerca y maldigo por lo bajo pues hay una sola persona que podría haberle dicho de mi ubicación y le ordené explícitamente que no abra la boca - Voy a matar a Andrew - dejo salir y mi voz ya no suena ronca y pastosa como antes, estoy mejor, pese a que aún preservo los tonos graves por haberme despertado recién.
Me acomodo en la cama de forma que no haga falta verla directamente y quito la vía de mi brazo, creo que es hora de dejar de tener clavada agujas ahí y comenzar a arreglar lo que pasa por mi cabeza y cuerpo yo solito, sin Lara, aunque esté en frente mío ahora mismo. Quiere que le cuente lo que pasó, lo cual es completamente lógico ya que somos amigos pero no estoy seguro de querer hacerlo ¿Por qué lo hice? ¿Qué pretendía? Aunque intente adornarlo suena mal de todas formas y se preocupará, no quiero eso.
- Necesitaba cumplir un trabajo por orden de Waynart y Powell - no más nombre de pila para ellos - Era mucho en poco tiempo así que me inyecté un pequeño experimento que resultó ser más adictivo de lo que estoy acostumbrado. Luego lo modifiqué para intensificar sus efectos y las cosas no salieron bien - espero que sea mi último error en mucho tiempo, habría odiado irme del mundo con un gran fallo - Pero estoy bien ahora ¿Qué necesitas? - pregunto volviendo mi mirada a ella - No ha pasado tanto tiempo así que si fuiste a buscarme a casa es porque necesitas algo o Andrew es el doble chismoso por haber ido a buscarte directamente... O quedas mal tú o queda mal él.
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No creo que esté en condiciones de cumplir su amenaza hacia Andrew, y si no fuera porque conozco a Riley lo suficiente como para saber que nunca le haría un daño real a su esclavo, me preocuparía de que el hombre fuera a recibir una reprimenda violenta a la que otros amos recurren por costumbre. Riley nunca lo haría, lo sé. Puede que ciertas cosas estén cambiando, pero tengo un par de certezas sobre mi mejor amigo que no se alterarán. Sigo con la vista como se desprende de la aguja que pincha su brazo, a eso tampoco digo nada, es un hombre inteligente y seré la última persona que dude de esto, pese a que toma decisiones que lo llevan a una sobredosis. Debe haber una razón que podré entender, es cuestión de preguntárselo y que me lo diga. Un par de veces alcé mi vos por encima de la suya, mi voluntad se impuso, estoy aquí pese a que por algún motivo no lo quería así, pero se reconocer en los momentos en que tengo que abandonar ese rol que asumí en nuestra amistad en el que me comprometía a sacudir sus hombros las veces que hiciera falta y pasar a escucharlo para que pueda confiarme otra vez sus pensamientos.
Me tenso un poco a la mención del par de apellidos, pienso por reflejo en el trabajo que yo misma tenía que cumplir para Hans. ¿Acaso no estoy aquí por eso también? Tengo que apretar mi mandíbula para contenerme al conocer la precisión con la que manipuló las drogas, muchos actos equivocados también se cometen desde el uso de la razón. Retiro mi mirada de él para que no sienta que lo repruebo, no quiero caer en eso. Lo último que espero es una discusión, el tono de su pregunta me pone en alerta. No es uno de nuestros juegos, así que al volver mis ojos a su rostro, endurezco mi semblante. —Fui a buscarte porque necesitaba hablar contigo— admito con franqueza. — Porque eres mi amigo y nos buscamos para hablar si lo necesitamos— sigo, a pesar de que busco reforzar lo bueno que tenemos, también hay una indirecta hacia él. Reconozco que somos culpables de lo mismo. —No sé cuando comenzamos a guardarnos las cosas— murmuro. Muevo mi cabeza de un lado al otro para mostrar mi confusión, con mis dedos echo hacia atrás el cabello que cae sobre mis ojos. Cierro con fuerza mis ojos al susurrar en un suspiro: —Había una sola cosa que nunca te dije, porque no podía decirte. Desde entonces pasaron cosas que subestimé, que no creí que llegarían tan lejos y estoy en medio de todo eso, sin saber a dónde ir o qué hacer, por eso te buscaba. Porque cuando no sé a dónde ir y tengo ganas de huir, te busco.
Me tenso un poco a la mención del par de apellidos, pienso por reflejo en el trabajo que yo misma tenía que cumplir para Hans. ¿Acaso no estoy aquí por eso también? Tengo que apretar mi mandíbula para contenerme al conocer la precisión con la que manipuló las drogas, muchos actos equivocados también se cometen desde el uso de la razón. Retiro mi mirada de él para que no sienta que lo repruebo, no quiero caer en eso. Lo último que espero es una discusión, el tono de su pregunta me pone en alerta. No es uno de nuestros juegos, así que al volver mis ojos a su rostro, endurezco mi semblante. —Fui a buscarte porque necesitaba hablar contigo— admito con franqueza. — Porque eres mi amigo y nos buscamos para hablar si lo necesitamos— sigo, a pesar de que busco reforzar lo bueno que tenemos, también hay una indirecta hacia él. Reconozco que somos culpables de lo mismo. —No sé cuando comenzamos a guardarnos las cosas— murmuro. Muevo mi cabeza de un lado al otro para mostrar mi confusión, con mis dedos echo hacia atrás el cabello que cae sobre mis ojos. Cierro con fuerza mis ojos al susurrar en un suspiro: —Había una sola cosa que nunca te dije, porque no podía decirte. Desde entonces pasaron cosas que subestimé, que no creí que llegarían tan lejos y estoy en medio de todo eso, sin saber a dónde ir o qué hacer, por eso te buscaba. Porque cuando no sé a dónde ir y tengo ganas de huir, te busco.
Dejo que mis hombros se relajen al escuchar que ella ha ido a buscarme, eso hace que el fallo de Drew no sea tan grande y me alivia ya que me ahorrará el tener que enojarme frente a él. Aunque siendo honesto, ya no sé si lo veré en los próximos meses... Le dije que vaya a casa pero yo no tengo intenciones de volver allí, no puedo sin trabajar antes con lo que está ocurriendo en mi cabeza. No sé cuánto me tardaré pero asumo que disfrutará de tener un hogar para él por un tiempo, quizás cuando vuelva no siga allí o si soy afortunado me estará esperando con unas buenas hamburguesas.
- Nunca me guardé nada y no es que pueda ir a quejarme de Powell contigo - porque puede que sea despistado a veces pero uno huele ciertas cosas, lee gestos y conozco demasiado a Lara como para pasar por alto algunos detalles. Sin embargo me sorprende un poco que comience a hablar de su problema sin hacer preguntas antes sobre el mío, quizás no la conozco demasiado. ¿O quizás yo estoy equivocado? ¿Su problema es tan grande como para que mi casi muerte sea insignificante al lado? - Debe ser algo pesado. - comento acomodándome en la cama para poder charlar sin sentir que me está dando su último saludo en mi lecho de muerte.
Respiro profundo e intento teorizar sobre las posibilidades pero nada llega a mi mente, no me extraña ya que los hongos quedaron fuera del menú hace varias semanas y ellos eran los que desplegaban mi imaginación al máximo - No puedo imaginar un solo escenario en el que pueda ayudarte, sea lo que sea - admito honestamente. Dudo alguna vez haberle dado un consejo sabio o remotamente cerca de la realidad como para ganarme el honor de ser su mapa cuando está perdida - Aunque puedo darte palmadas en la espalda y decirte que todo está bien si es lo que necesitas... ¿Qué ocurre exactamente? - pregunto recargando mi peso sobre uno de mis codos. Estoy seguro que de no ser por lo que me dieron para contrarrestar los efectos de la sobredosis, estaría nervioso, con el corazón acelerado y las palmas sudorosas probablemente.
- Nunca me guardé nada y no es que pueda ir a quejarme de Powell contigo - porque puede que sea despistado a veces pero uno huele ciertas cosas, lee gestos y conozco demasiado a Lara como para pasar por alto algunos detalles. Sin embargo me sorprende un poco que comience a hablar de su problema sin hacer preguntas antes sobre el mío, quizás no la conozco demasiado. ¿O quizás yo estoy equivocado? ¿Su problema es tan grande como para que mi casi muerte sea insignificante al lado? - Debe ser algo pesado. - comento acomodándome en la cama para poder charlar sin sentir que me está dando su último saludo en mi lecho de muerte.
Respiro profundo e intento teorizar sobre las posibilidades pero nada llega a mi mente, no me extraña ya que los hongos quedaron fuera del menú hace varias semanas y ellos eran los que desplegaban mi imaginación al máximo - No puedo imaginar un solo escenario en el que pueda ayudarte, sea lo que sea - admito honestamente. Dudo alguna vez haberle dado un consejo sabio o remotamente cerca de la realidad como para ganarme el honor de ser su mapa cuando está perdida - Aunque puedo darte palmadas en la espalda y decirte que todo está bien si es lo que necesitas... ¿Qué ocurre exactamente? - pregunto recargando mi peso sobre uno de mis codos. Estoy seguro que de no ser por lo que me dieron para contrarrestar los efectos de la sobredosis, estaría nervioso, con el corazón acelerado y las palmas sudorosas probablemente.
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-¿Por qué no podrías hablarme de ello?- lo insto a que me conteste moviendo un poco mi barbilla en desafío, para que no quede como un comentario ambiguo entre los dos y porque si quiero ponerme en una actitud honesta con Riley, no puedo seguir evitando detalles que al parecer conoce. ¿Cómo lo sabe? No lo sé. Puede que lea mis gestos mejor de lo que yo puedo, que he tenido charlas delante del espejo que no han tenido buenas conclusiones, sigo sin entenderme respecto a ciertas cuestiones importantes. Percibo que el ambiente de confidencia no es el mismo que en otras ocasiones, cuando me recargaba en su hombro y hablaba de cada idea descabellada que pasaba por mi mente. No es culpa de la cama de hospital que le otorga un aire formal a nuestra charla, la distancia se siente de otra manera y por eso dudo en hablar incluso cuando me invita a hacerlo.
-Riley, nunca necesité que nadie peleara mis batallas por mí. Alguien que me ayudara, me protegiera o me salvara de algo, que encontrara soluciones por mí- le recuerdo, creo que sabe mejor que nadie que desde niña he tenido esa actitud de que puedo sola y no importa que eso me deje con las rodillas raspadas o aceptando las consecuencias de una mala decisión. -Pero eres quien siempre estuvo conmigo. Cuento cada año que pasa sin poder creer que existan cosas que puedan resistir el paso del tiempo, y eso es increiblemente valioso para mí- mi tono se vuelve grave en las últimas palabras, rompiéndose un poco. -Amaba mucho a mi padre y me destrozó perderlo. No es un dolor que quiera volver a repetir en la vida, no creo poder recuperarme- digo, abriéndome con toda honestidad a la única persona ante quien podría reconocer lo vulnerable que soy y lo asustado que estoy. -Siento que es irreal la posibilidad de perderte, me niego a que eso podría suceder algún día. Te veo aquí, yo también puedo decirte que todo mejorará si eso es lo que necesitas, no puedes irte...- se me apaga la voz por la culpa.
Escondo mi mirada al bajar mi rostro, mis manos limpian las arrugas de la sábana para tener mi atención en ello, mientras me decido a hablarle con la verdad. -Hace unos años quise colaborar con unos colegas de mi padre en contacto con...- suspiro al recordar que estamos en el hospital, rodeados de monitores, con cámaras en habitaciones y pasillos. Trabajo con tecnología todos los días y soy conciente de la realidad panóptica en la que vivimos. -Personas que se dedicaban al tráfico ilegal para causar disturbios. Lo hice porque creí que era el camino que mi padre dejó para mí, uno solitario... del que nunca te haría parte como cómplice, porque no es tu lucha- explico la razón por la que no me sinceré con él en ese entonces. -El ministro Powell me hizo el favor de sacarme de ese lío y me dio otra oportunidad-. Siento que han pasado años desde que lo llamé así, pero me encuentro pensándolo de esa manera cuando tengo que volver el tiempo atrás y evocar con nitidez esa situación. -La lista de cosas que te he ocultado desde entonces se ha hecho cada vez más larga, pero era algo que podía separar de mi vida personal...
-Riley, nunca necesité que nadie peleara mis batallas por mí. Alguien que me ayudara, me protegiera o me salvara de algo, que encontrara soluciones por mí- le recuerdo, creo que sabe mejor que nadie que desde niña he tenido esa actitud de que puedo sola y no importa que eso me deje con las rodillas raspadas o aceptando las consecuencias de una mala decisión. -Pero eres quien siempre estuvo conmigo. Cuento cada año que pasa sin poder creer que existan cosas que puedan resistir el paso del tiempo, y eso es increiblemente valioso para mí- mi tono se vuelve grave en las últimas palabras, rompiéndose un poco. -Amaba mucho a mi padre y me destrozó perderlo. No es un dolor que quiera volver a repetir en la vida, no creo poder recuperarme- digo, abriéndome con toda honestidad a la única persona ante quien podría reconocer lo vulnerable que soy y lo asustado que estoy. -Siento que es irreal la posibilidad de perderte, me niego a que eso podría suceder algún día. Te veo aquí, yo también puedo decirte que todo mejorará si eso es lo que necesitas, no puedes irte...- se me apaga la voz por la culpa.
Escondo mi mirada al bajar mi rostro, mis manos limpian las arrugas de la sábana para tener mi atención en ello, mientras me decido a hablarle con la verdad. -Hace unos años quise colaborar con unos colegas de mi padre en contacto con...- suspiro al recordar que estamos en el hospital, rodeados de monitores, con cámaras en habitaciones y pasillos. Trabajo con tecnología todos los días y soy conciente de la realidad panóptica en la que vivimos. -Personas que se dedicaban al tráfico ilegal para causar disturbios. Lo hice porque creí que era el camino que mi padre dejó para mí, uno solitario... del que nunca te haría parte como cómplice, porque no es tu lucha- explico la razón por la que no me sinceré con él en ese entonces. -El ministro Powell me hizo el favor de sacarme de ese lío y me dio otra oportunidad-. Siento que han pasado años desde que lo llamé así, pero me encuentro pensándolo de esa manera cuando tengo que volver el tiempo atrás y evocar con nitidez esa situación. -La lista de cosas que te he ocultado desde entonces se ha hecho cada vez más larga, pero era algo que podía separar de mi vida personal...
Me gustaría tener detalles suficientes para dar una respuesta completa pero no los tengo, tampoco he preguntado pues no es mi estilo así que simplemente me encojo de hombros y resoplo. Es un movimiento leve pero uno de los más bruscos que he hecho en las últimas horas, se siente bien volver a tener el control de mi cuerpo y si bien dudo volver a sentirme normal, pues no es la idea, estoy mejorando - Debería poder hacerlo, tienes razón - pero no creo que sea mi culpa no sentir la libertad para hacerlo.
Sigue hablando y con cada palabra me hace sentir más pequeño pues solo me confirma cuan equivocado estaba. Amalie tenía razón, no puedo depender de otra persona porque es una idea antigua, demasiado romántica para lo que es el mundo hoy en día. Claro que Lara no necesita que pelee sus batallas, aunque lo haría sin problemas si lo pidiera, así que yo tampoco debería necesitarla para poder pelear las mías. No somos un equipo, somos dos entes separados que disfrutamos de nuestra compañía mutua, me duele un poco pensarlo de esa forma pero es la realidad. Sin embargo lo siguiente me confunde un poco, no puedo decir que comprendo el sentimiento hacia su padre pero ¿Para qué me quiere en el mundo entonces? Ya dijo que no me necesita así que solo debo quedarme parado a su lado ¿Existir?
- Saldrías adelante, el dolor pasa con el tiempo - respondo en el aire sin estar prestando verdadera atención a lo que digo. De ser la situación inversa me encontraría realmente perdido, no en su sentido figurativo. No tendría idea qué hacer, cómo seguir... Es hora de cambiar eso y comenzar a mirar la vida de otra forma, vivirla en primer lugar y comenzar a construir cosas por mí mismo - No me iré - agrego al caer en la cuenta del cambio en su expresión - Seguiré viviendo - me corrijo pues en realidad creo que lo mejor será dejar de verla por un tiempo, para trabajar en mi recuperación... Si quiero ser un mejor Riley, será mejor dejar atrás a la persona más cercana de la vieja versión.
He pasado las últimas semanas lleno de enojo, en algunas ocasiones exploté y otras me lo tragué, fue una montaña rusa que me dejó agotado y creo que esa es la única razón por la que no soy capaz de responder nada al finalizar su pequeño relato. Simplemente me dejo caer en la cama y miro el techo haciendo fuerza para tragar el nudo que se forma en mi garganta. Tenemos definiciones muy distintas de lo que es la amistad y lamento darme cuenta de eso recién a los 15 años de amistad realmente profunda. Me siento ¿Traicionado? Probablemente no habría podido hacer nada en ese entonces o quizás se me habría ocurrido una mejor idea para sacarla del apuro, ahora nunca lo sabremos - Entonces sí necesitabas la ayuda de alguien más, solo que no la mía - digo al final cuando logro recuperar el control de mi voz - No eres mi amiga, Lara, eres mi familia... Tenías toda una vida oculta, algo en lo que quizás no podría haberte ayudado pero al menos me hubiese gustado estar allí para ti, al menos charlar al respecto - reprocho pero una vez más tengo que dejar de lado lo que pasa por mi cabeza para conseguir más detalles de lo que pasa por la suya. Los míos son problemas sentimentales, nada que me ponga en jaque con la ley - ¿Eso está solucionado? ¿Está causándote problemas ahora? No voy a ofrecer ayuda pero si necesitas algo... solo... yo... me rindo - largo al final sin poder armar una oración - De verdad no sé que esperas.
Sigue hablando y con cada palabra me hace sentir más pequeño pues solo me confirma cuan equivocado estaba. Amalie tenía razón, no puedo depender de otra persona porque es una idea antigua, demasiado romántica para lo que es el mundo hoy en día. Claro que Lara no necesita que pelee sus batallas, aunque lo haría sin problemas si lo pidiera, así que yo tampoco debería necesitarla para poder pelear las mías. No somos un equipo, somos dos entes separados que disfrutamos de nuestra compañía mutua, me duele un poco pensarlo de esa forma pero es la realidad. Sin embargo lo siguiente me confunde un poco, no puedo decir que comprendo el sentimiento hacia su padre pero ¿Para qué me quiere en el mundo entonces? Ya dijo que no me necesita así que solo debo quedarme parado a su lado ¿Existir?
- Saldrías adelante, el dolor pasa con el tiempo - respondo en el aire sin estar prestando verdadera atención a lo que digo. De ser la situación inversa me encontraría realmente perdido, no en su sentido figurativo. No tendría idea qué hacer, cómo seguir... Es hora de cambiar eso y comenzar a mirar la vida de otra forma, vivirla en primer lugar y comenzar a construir cosas por mí mismo - No me iré - agrego al caer en la cuenta del cambio en su expresión - Seguiré viviendo - me corrijo pues en realidad creo que lo mejor será dejar de verla por un tiempo, para trabajar en mi recuperación... Si quiero ser un mejor Riley, será mejor dejar atrás a la persona más cercana de la vieja versión.
He pasado las últimas semanas lleno de enojo, en algunas ocasiones exploté y otras me lo tragué, fue una montaña rusa que me dejó agotado y creo que esa es la única razón por la que no soy capaz de responder nada al finalizar su pequeño relato. Simplemente me dejo caer en la cama y miro el techo haciendo fuerza para tragar el nudo que se forma en mi garganta. Tenemos definiciones muy distintas de lo que es la amistad y lamento darme cuenta de eso recién a los 15 años de amistad realmente profunda. Me siento ¿Traicionado? Probablemente no habría podido hacer nada en ese entonces o quizás se me habría ocurrido una mejor idea para sacarla del apuro, ahora nunca lo sabremos - Entonces sí necesitabas la ayuda de alguien más, solo que no la mía - digo al final cuando logro recuperar el control de mi voz - No eres mi amiga, Lara, eres mi familia... Tenías toda una vida oculta, algo en lo que quizás no podría haberte ayudado pero al menos me hubiese gustado estar allí para ti, al menos charlar al respecto - reprocho pero una vez más tengo que dejar de lado lo que pasa por mi cabeza para conseguir más detalles de lo que pasa por la suya. Los míos son problemas sentimentales, nada que me ponga en jaque con la ley - ¿Eso está solucionado? ¿Está causándote problemas ahora? No voy a ofrecer ayuda pero si necesitas algo... solo... yo... me rindo - largo al final sin poder armar una oración - De verdad no sé que esperas.
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Nunca como hasta ahora sentí mi orgullo como un obstáculo real que perjudica mi relación con las personas que me importan. ¿Por qué entonces no llamé a mi madre, la mujer que asumió toda la responsabilidad de criarme de la mejor manera posible a pesar de mi carácter problemático como adolescente? ¿Por qué no acudí a mi amigo para que al menos me hiciera de apoyo? Si tenía que ser juzgada, al menos contar con su cariño incondicional. En vez de eso, acepté que las circunstancias me pusieran en un sitio en que arreglar un acuerdo con quien era un extraño en ese tiempo, se me hizo más sencillo que asumir mi error ante mi madre y mi amigo y reconocer que mis problemas finalmente me habían puesto en una situación de la que no podría librarme por mi cuenta. Demasiado dañino para mi orgullo, tanta estupidez con la que todavía cargo.
—No creí que pudieras entenderme— confieso, sabiendo que podría herirlo con esto. —Mi madre pensaba distinto a mi padre, ella no me habría perdonado de saber que actué siguiendo el ejemplo de él…— boqueo por un poco de aire, la sensación de pánico por el panorama desolador que vislumbré en ese momento, se vuelve tan real al hacerle frente finalmente. —Yo… pienso de una manera diferente a la gente del Capitolio sobre todo… —. Recorro cada punto de la habitación con mi mirada para no tener que encontrarme con la suya, me pierdo por esto de algunos detalles en su expresión, las variaciones en su tono de voz son el único indicio que tengo para poder detectar su reprobación o su preocupación. —Ahora todo eso se convirtió en un nuevo problema— contesto, cuando no logro discernir si es que tuvo una resolución, si es que mi expediente quedará archivado. Hans dijo que lo podía solucionar, pero ni él supo decir cómo podría ser eso posible. Los límites de mi deuda se han vuelto difusos, no sé si en algún momento la usará contra mí y lo peor de todo esto, lo que me reprocho a mí misma, es que confío en que no lo hará.
Me rindo con él, mis hombros se hunden y el abatimiento ensombrece mi rostro. — Tampoco sé lo que espero, lo que quiero…— musito. Sé que quiero poder ser frontal con Riley, si con él que es mi mejor amigo también tengo reservas, quizás el esmero en poner una coraza alrededor de mi pecho me ha vuelto una persona incapaz de vincularse con otras, alguien a quien nadie nunca puede llegar. Comienzo un relato que llega tarde a sus oídos: —Trabajaba para Hans a pesar de que tenía una opinión diferente a la suya, tenía un favor que devolverle. Me enteré de cosas que no debería saber. Entonces un amigo de mi padre habló conmigo, me ofreció que volviera a colaborar con ellos y podría haberle dicho todo lo que sabía, pero no lo hice…—. Niego con mi mentón y paso saliva por mi garganta seca, no quiero saber lo que Riley puede estar pensando de mis lealtades inestables. —Tuve que buscar a un chico y cuando creí revelar quién era, no se lo dije a Hans, ni al amigo de mi padre. Pensé en buscarte a ti para que le ayudáramos a saber quién era, aunque tuviéramos que hackear información…— reconozco que sí hubo un punto en que consideré involucrarlo, de la peor manera, haciéndolo parte de un delito. —Elegí al chico, ¿puede haber algo más importante que la identidad de una persona? Él merece saber con certeza quien es, de donde viene, y que decida quien será…— sueno convencida en la elección que hice entonces.
»Él no aceptó mi ayuda, no creo que vuelva a verlo y espero que no suceda. Y no creo que busque al amigo de mi padre…— tomo una bocanada de aire. —No quiero seguir con lo que él me legó, porque toda mi vida me ha hecho sentir que estoy en el sitio equivocado y no pude tener una relación honesta con nadie. Ni siquiera contigo— reconocer esto me requiere de un esfuerzo que reuní en la suma de los días anteriores, de tanto meditar al respecto. Para hacer absoluta mi confesión, sigo: —No quiero seguir trabajando para Hans, pero no creo que pueda dejarlo. Pensé que podía acostarme con él una vez y que nada cambiaría, ahora es algo que no puedo parar…—. No digo más que eso, me cuesta todavía reconocer en voz alta que ha alborotado mi mundo personal, logrando hacerse con un lugar que nadie había ocupado, que no estaba vacante. —Todo lo que creía conocido está cambiando, no logro entenderme a mí misma, y lo que daba por seguro no lo es, no puedo sostenerme a nada. Y cuando te busco, estás aquí. También derrumbándote solo— digo con profunda angustia, conteniendo un gemido, y mi rostro se contrae porque me siento tan superada por todo que podría empezar a llorar como no lo hago hace tiempo, quizás como lo necesito. —¿Cómo llegamos a esto?
—No creí que pudieras entenderme— confieso, sabiendo que podría herirlo con esto. —Mi madre pensaba distinto a mi padre, ella no me habría perdonado de saber que actué siguiendo el ejemplo de él…— boqueo por un poco de aire, la sensación de pánico por el panorama desolador que vislumbré en ese momento, se vuelve tan real al hacerle frente finalmente. —Yo… pienso de una manera diferente a la gente del Capitolio sobre todo… —. Recorro cada punto de la habitación con mi mirada para no tener que encontrarme con la suya, me pierdo por esto de algunos detalles en su expresión, las variaciones en su tono de voz son el único indicio que tengo para poder detectar su reprobación o su preocupación. —Ahora todo eso se convirtió en un nuevo problema— contesto, cuando no logro discernir si es que tuvo una resolución, si es que mi expediente quedará archivado. Hans dijo que lo podía solucionar, pero ni él supo decir cómo podría ser eso posible. Los límites de mi deuda se han vuelto difusos, no sé si en algún momento la usará contra mí y lo peor de todo esto, lo que me reprocho a mí misma, es que confío en que no lo hará.
Me rindo con él, mis hombros se hunden y el abatimiento ensombrece mi rostro. — Tampoco sé lo que espero, lo que quiero…— musito. Sé que quiero poder ser frontal con Riley, si con él que es mi mejor amigo también tengo reservas, quizás el esmero en poner una coraza alrededor de mi pecho me ha vuelto una persona incapaz de vincularse con otras, alguien a quien nadie nunca puede llegar. Comienzo un relato que llega tarde a sus oídos: —Trabajaba para Hans a pesar de que tenía una opinión diferente a la suya, tenía un favor que devolverle. Me enteré de cosas que no debería saber. Entonces un amigo de mi padre habló conmigo, me ofreció que volviera a colaborar con ellos y podría haberle dicho todo lo que sabía, pero no lo hice…—. Niego con mi mentón y paso saliva por mi garganta seca, no quiero saber lo que Riley puede estar pensando de mis lealtades inestables. —Tuve que buscar a un chico y cuando creí revelar quién era, no se lo dije a Hans, ni al amigo de mi padre. Pensé en buscarte a ti para que le ayudáramos a saber quién era, aunque tuviéramos que hackear información…— reconozco que sí hubo un punto en que consideré involucrarlo, de la peor manera, haciéndolo parte de un delito. —Elegí al chico, ¿puede haber algo más importante que la identidad de una persona? Él merece saber con certeza quien es, de donde viene, y que decida quien será…— sueno convencida en la elección que hice entonces.
»Él no aceptó mi ayuda, no creo que vuelva a verlo y espero que no suceda. Y no creo que busque al amigo de mi padre…— tomo una bocanada de aire. —No quiero seguir con lo que él me legó, porque toda mi vida me ha hecho sentir que estoy en el sitio equivocado y no pude tener una relación honesta con nadie. Ni siquiera contigo— reconocer esto me requiere de un esfuerzo que reuní en la suma de los días anteriores, de tanto meditar al respecto. Para hacer absoluta mi confesión, sigo: —No quiero seguir trabajando para Hans, pero no creo que pueda dejarlo. Pensé que podía acostarme con él una vez y que nada cambiaría, ahora es algo que no puedo parar…—. No digo más que eso, me cuesta todavía reconocer en voz alta que ha alborotado mi mundo personal, logrando hacerse con un lugar que nadie había ocupado, que no estaba vacante. —Todo lo que creía conocido está cambiando, no logro entenderme a mí misma, y lo que daba por seguro no lo es, no puedo sostenerme a nada. Y cuando te busco, estás aquí. También derrumbándote solo— digo con profunda angustia, conteniendo un gemido, y mi rostro se contrae porque me siento tan superada por todo que podría empezar a llorar como no lo hago hace tiempo, quizás como lo necesito. —¿Cómo llegamos a esto?
Dejo caer una vez más los hombros y le dedico una mirada decepcionada en silencio. Hasta hace unos momentos atrás aún sin comprenderla me habría puesto de su lado, habría buscado una solución solo tomando los datos que tuvieran sentido en mi cabeza y armar algo con eso, pero ahora no siento culpa alguna al juzgarla. Ha actuado mal y ya que no quiere mi ayuda al respecto creo que lo mejor será que siga con su camino respecto a eso y llegue a donde tenga que llegar - No soy tu madre - respondo con una mueca - Y creo que mucha gente piensa distinto a las personas del Capitolio, hasta hace poco yo ni siquiera pensaba - caigo en la cuenta con un gesto autoreprobatorio - No es problema siempre y cuando no lo digas en voz alta. Que ese problema no te ponga en peligro ¿De acuerdo?
No recuerdo una sola vez en nuestra larga amistad que estuviese así de perdida y eso que comenzamos a drogarnos juntos. Más allá de lo que expresan sus palabras puedo verlo en sus ojos y por más que quiero apartarme de la dependencia siento lástima y ganas de envolverla en mis brazos. Pero no lo haré, mis servicios como amigo han sido ofendidos y más aún cuando la continuación del relato llega y me sorprende desde todos los flancos - La parte del niño no tiene nada de sentido para mí, es solo un niño ¿Por qué habría de ser tanto problema? - defintivamente no arriesgaría mi pellejo para darle una identidad ¿Qué demonios le importa? Yo podría vivir sin saber quienes eran mis padres, quizás hasta estaría mejor - Lo único que importa es saber a dónde va, a la mierda el pasado - respondo algo brusco, poco característico en mí pero quedo conforme con mi opinión. A no ser que sea un pariente extraviado suyo, sigo sin ver cómo es de su incumbencia.
Uno de mis consuelos al abrir los ojos fue pensar que había tocado fondo, que las cosas no podían ir peor y de ahora en adelante mi vida sería solo para arriba... Pero no caer no significa que una enorme bola de concreto no puede darte en la cara y eso es justo lo que ocurre cuando dice que está enamorada de Hans. En realidad no lo dice con esas palabras pero es lo que yo interpreto ¿De verdad se enamoró de él? ¿Justo de él? Y no solo eso, sino que no estando de acuerdo con lo que pasa en el Capitolio está dispuesta a dejarlo de lado por seguir ahí - Voy a traducir lo que acabo de escuchar, corrígeme si estoy equivocado - comienzo un poco más relajado pues se parece un poco más a las conversaciones que solíamos tener - Soy Lara, una mujer independiente que toda la vida me he ganado las cosas por mi misma, tengo fuertes convicciones que estoy a punto de tirar por la borda por un hombre - ni siquiera estoy seguro de qué es lo que tirará por la borda pero desde mi punto de vista, la alternativa no puede ser peor a la imagen de verla atada a él.
Con su última pregunta decido levantarme de la cama y caminar por la habitación pues no es algo que pueda procesar acostado como un convaleciente - ¿Cómo llegamos a esto? Al parecer ha sido un largo camino, francamente estuve drogado la mayor parte del viaje - respondo al final llevando ambas manos a mi cabello pues el nivel de estrés merece una despeinada doble. Ni siquiera mi broma logra aligerar la pesadez del ambiente y dudo que haya algo que lo haga - Tienes razón, me estoy derrumbando pero por primera vez no quiero tu ayuda para salir adelante - sería peor ¿Cierto? - Es algo positivo, no lo tomes a mal - me apresuro a agregar - Parece que seremos dos personas completamente diferentes luego de ésto y no veo que sean compatibles.
No recuerdo una sola vez en nuestra larga amistad que estuviese así de perdida y eso que comenzamos a drogarnos juntos. Más allá de lo que expresan sus palabras puedo verlo en sus ojos y por más que quiero apartarme de la dependencia siento lástima y ganas de envolverla en mis brazos. Pero no lo haré, mis servicios como amigo han sido ofendidos y más aún cuando la continuación del relato llega y me sorprende desde todos los flancos - La parte del niño no tiene nada de sentido para mí, es solo un niño ¿Por qué habría de ser tanto problema? - defintivamente no arriesgaría mi pellejo para darle una identidad ¿Qué demonios le importa? Yo podría vivir sin saber quienes eran mis padres, quizás hasta estaría mejor - Lo único que importa es saber a dónde va, a la mierda el pasado - respondo algo brusco, poco característico en mí pero quedo conforme con mi opinión. A no ser que sea un pariente extraviado suyo, sigo sin ver cómo es de su incumbencia.
Uno de mis consuelos al abrir los ojos fue pensar que había tocado fondo, que las cosas no podían ir peor y de ahora en adelante mi vida sería solo para arriba... Pero no caer no significa que una enorme bola de concreto no puede darte en la cara y eso es justo lo que ocurre cuando dice que está enamorada de Hans. En realidad no lo dice con esas palabras pero es lo que yo interpreto ¿De verdad se enamoró de él? ¿Justo de él? Y no solo eso, sino que no estando de acuerdo con lo que pasa en el Capitolio está dispuesta a dejarlo de lado por seguir ahí - Voy a traducir lo que acabo de escuchar, corrígeme si estoy equivocado - comienzo un poco más relajado pues se parece un poco más a las conversaciones que solíamos tener - Soy Lara, una mujer independiente que toda la vida me he ganado las cosas por mi misma, tengo fuertes convicciones que estoy a punto de tirar por la borda por un hombre - ni siquiera estoy seguro de qué es lo que tirará por la borda pero desde mi punto de vista, la alternativa no puede ser peor a la imagen de verla atada a él.
Con su última pregunta decido levantarme de la cama y caminar por la habitación pues no es algo que pueda procesar acostado como un convaleciente - ¿Cómo llegamos a esto? Al parecer ha sido un largo camino, francamente estuve drogado la mayor parte del viaje - respondo al final llevando ambas manos a mi cabello pues el nivel de estrés merece una despeinada doble. Ni siquiera mi broma logra aligerar la pesadez del ambiente y dudo que haya algo que lo haga - Tienes razón, me estoy derrumbando pero por primera vez no quiero tu ayuda para salir adelante - sería peor ¿Cierto? - Es algo positivo, no lo tomes a mal - me apresuro a agregar - Parece que seremos dos personas completamente diferentes luego de ésto y no veo que sean compatibles.
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—Es lo que traté de hacer, traté de callar lo que pensaba— murmuro, y mi voz va acompañada de un gemido de angustia. —No se lo he dicho a nadie más, no estoy gritándolo en la calle. Te lo digo a ti —Pasaron siete años desde aquel día en que me asusté de lo que había hecho con mis manos, en que una sentencia de muerte como castigo mayor a los traidores fue el susto que me valió para retroceder. Siendo joven, no le daba valor a una vida con la que no había hecho nada, pero no fue hasta que tuve la certeza fría y absoluta de que mi vida tampoco valía nada para ellos, que castigarme era un trámite más de los muchos que tienen en el ministerio, que me di cuenta que morir no era algo que quería. Esa vena cobarde es la que me tiene aquí, ahora.
—Yo también creo que lo único que importa de ese chico es quien quiere ser y a dónde quiere ir, pero el pasado nunca se va a la mierda— me exaspero, paso los dedos por los mechones agitados de cabello y muevo la cabeza de un lado al otro con vehemencia. —El pasado importa, siempre importa. Nos hace quienes somos, nos cobra deudas, nos impone herencias. Nos muestra los errores de nuestros padres que podemos llegar a cometer— me giro de perfil y extiendo un brazo para abarcar toda la habitación con un movimiento de la mano, toda esta conversación que nos ha sacado de los sitios habituales para colocarnos en una encrucijada.
»¿Acaso no estamos aquí por eso? ¿Por tus padres y por los míos?—. No quiero herir a Riley, su padre falleció hace poco y sé que trataba de tener una mejor relación con su madre, y aun así levanto mi voz al decir: —Por lo despreciables que fueron tus padres al tratarte toda la vida como un objeto del rincón. Por la manera que tenían los míos de echarlo todo a perder…— tomo una inhalación de aire, siento que el cuerpo me tiembla por la mezcla de emociones, la rabia se está haciendo sentir en la herida, la hace doler y sangrar. Teníamos algo valioso, éramos una familia. Tomaron decisiones que nos separaron y lo hicieron diciendo que era por amor o por una buena causa.
Tal vez estamos teniendo por fin una charla que nos habría venido bien a los quince años, al preguntarnos qué haríamos de nuestras vidas a partir de todo lo sucedido. Con la muerte reciente de mi padre, el sentimiento ambiguo de nostalgia y reproche que sentía hacia él se disfrazó de una lealtad feroz para oponerme a mi madre, a quien elegí culpar de todo. Parecerme tanto a mi padre era un riesgo de por sí, no podía ser de otra manera que una persona solitaria, y la ilustración que hace de Riley sobre mí de la mujer en la que llegué a convertirme es engañosamente precisa, se parece a un halago. El que diga que por un hombre estoy claudicando, es una bofetada corta y certera que me deja aturdida. Me escuece en la piel como si fuera real, duele. —¡No lo hago por él!— grito y me pongo a la defensiva. —Se trata de mí, de que quiero poder ser capaz de… ser alguien que no esté en contradicción todo el tiempo, tener algo propio por lo que luchar, no tener que ocultar o callar una parte de mí al estar con otra persona…— me explico.
Pero no creo que tenga caso, cuando se pone de pie lo imito para hacerle frente. Hago el esfuerzo de que mi entereza no se desarme, de sostener su mirada y el enojo -como siempre- me viene bien para resistir los golpes que amagan con hacerme caer. Me arde la garganta al tener que responder y que no se note lo dolida que estoy. Acaba de soltar lo último que tenía para agarrarme y reencontrar mi norte, me ha dejado sola. Y lo que es peor, me confirma lo fácil que es para ciertas personas decir que se terminó, hacer a un lado todo lo que llevó años construir. Sabía que no podía confiar y me descubro decepcionada de todas formas, deseando desde lo más profundo tener el mismo temple. —Bien— murmuro y muerdo mi labio inferior para detener el temblor, me niego a llorar para que vea lo débil que soy. —Si para seguir adelante necesitas dejar atrás todo lo que tenías…— digo,—Hazlo, Riley. Acaba tú también con la única cosa buena que quizás teníamos, para ser una persona diferente y poder sentirte mejor contigo.
—Yo también creo que lo único que importa de ese chico es quien quiere ser y a dónde quiere ir, pero el pasado nunca se va a la mierda— me exaspero, paso los dedos por los mechones agitados de cabello y muevo la cabeza de un lado al otro con vehemencia. —El pasado importa, siempre importa. Nos hace quienes somos, nos cobra deudas, nos impone herencias. Nos muestra los errores de nuestros padres que podemos llegar a cometer— me giro de perfil y extiendo un brazo para abarcar toda la habitación con un movimiento de la mano, toda esta conversación que nos ha sacado de los sitios habituales para colocarnos en una encrucijada.
»¿Acaso no estamos aquí por eso? ¿Por tus padres y por los míos?—. No quiero herir a Riley, su padre falleció hace poco y sé que trataba de tener una mejor relación con su madre, y aun así levanto mi voz al decir: —Por lo despreciables que fueron tus padres al tratarte toda la vida como un objeto del rincón. Por la manera que tenían los míos de echarlo todo a perder…— tomo una inhalación de aire, siento que el cuerpo me tiembla por la mezcla de emociones, la rabia se está haciendo sentir en la herida, la hace doler y sangrar. Teníamos algo valioso, éramos una familia. Tomaron decisiones que nos separaron y lo hicieron diciendo que era por amor o por una buena causa.
Tal vez estamos teniendo por fin una charla que nos habría venido bien a los quince años, al preguntarnos qué haríamos de nuestras vidas a partir de todo lo sucedido. Con la muerte reciente de mi padre, el sentimiento ambiguo de nostalgia y reproche que sentía hacia él se disfrazó de una lealtad feroz para oponerme a mi madre, a quien elegí culpar de todo. Parecerme tanto a mi padre era un riesgo de por sí, no podía ser de otra manera que una persona solitaria, y la ilustración que hace de Riley sobre mí de la mujer en la que llegué a convertirme es engañosamente precisa, se parece a un halago. El que diga que por un hombre estoy claudicando, es una bofetada corta y certera que me deja aturdida. Me escuece en la piel como si fuera real, duele. —¡No lo hago por él!— grito y me pongo a la defensiva. —Se trata de mí, de que quiero poder ser capaz de… ser alguien que no esté en contradicción todo el tiempo, tener algo propio por lo que luchar, no tener que ocultar o callar una parte de mí al estar con otra persona…— me explico.
Pero no creo que tenga caso, cuando se pone de pie lo imito para hacerle frente. Hago el esfuerzo de que mi entereza no se desarme, de sostener su mirada y el enojo -como siempre- me viene bien para resistir los golpes que amagan con hacerme caer. Me arde la garganta al tener que responder y que no se note lo dolida que estoy. Acaba de soltar lo último que tenía para agarrarme y reencontrar mi norte, me ha dejado sola. Y lo que es peor, me confirma lo fácil que es para ciertas personas decir que se terminó, hacer a un lado todo lo que llevó años construir. Sabía que no podía confiar y me descubro decepcionada de todas formas, deseando desde lo más profundo tener el mismo temple. —Bien— murmuro y muerdo mi labio inferior para detener el temblor, me niego a llorar para que vea lo débil que soy. —Si para seguir adelante necesitas dejar atrás todo lo que tenías…— digo,—Hazlo, Riley. Acaba tú también con la única cosa buena que quizás teníamos, para ser una persona diferente y poder sentirte mejor contigo.
Dejo escapar el aire en mis pulmones pues escuchar su voz afectada causa algo en mi interior que odio. Es como si estuviese luchando conmigo mismo, el Riley que quiere estar a su lado y sabe que solo será peor para él y el Riley que hará todo lo posible para mantener al otro Riley con vida. Porque seamos honestos, no hay un final feliz para mí si sigo ese camino, es el mismo que estuve recorriendo hasta ahora y no me llevo bien con el drama - Y jamás usaría eso en tu contra, podrías destrozarme y aún así me llevaría el secreto a la tumba aunque no piense como tú - bueno, creo que estoy comprendiendo de dónde viene parte de mi enojo - Me lo dices ahora cuando deberías haberme dicho otras cosas antes... Me duele no haber sido tu primera opción en quién confiar - mis palabras suenan débiles, quizás porque el pensamiento en sí es algo infantil ¿Yo la consideraba más amiga de lo que ella a mí? Ni siquiera sé si eso tiene sentido, cada uno siente lo que siente, no es una competencia.
¡A la mierda con el pasado! Con esa lógica no habría esperanza para el futuro porque siempre estaría acechándonos, impidiéndonos seguir adelante como un grillete atado a nuestros tobillos. Me niego a pensar que eso es así, no dependemos de él de ninguna forma a no ser que se trate de una enfermedad genética o algo así ¿Por qué más habría de ser relevante? - Arriesgar el futuro por conocer el pasado, no hace falta decirlo en voz alta para darse cuenta de que es una idea terrible - eso solo hay que dejárselo a los políticos, ellos deben aprender de los errores pasados de los demás y así no cometerlos pues de sus decisiones comen millones de personas. Pero las personas comunes como nosotros ¿Para qué molestarnos? Sobre todo un niño.
Al escuchar cómo habla de nuestros padres siento como el rubor sube a mis mejillas, mis manos comienzan a sudar y tengo miedo de decir algo de lo que pueda arrepentirme después. Por esta razón doy varias respiraciones antes de responder y lo hago con un dedo en alto para marcar un límite invisible de lo que no debo traspasar. No me ofende lo que dice sobre mis padres, ya sabemos que no son los mejores ¡Sino de su madre! - No te atrevas a comparar a Mo con mis padres, no tienen nada que ver - reprocho sin poder creerlo. Estoy bastante seguro de que ella jamás sufrió lo que yo, quizás no eran perfectos pero me cuesta creer que haya habido ese nivel de maltrato ¿O acaso es otra cosa que me ocultó?
Me alegra estar parado y poder descargar las emociones caminando cuando intenta justificar sus acciones. Quizás eso le sirva para convencerse de que está haciendo lo correcto pero para mí sigue sonando como una que tiene sus necesidades puestas en el sitio incorrecto - ¿Callas una parte de ti por estar con alguien más? Por favor, Lara, esto no es una serie en donde el villano vuelca los muros de la protagonista y viven felices para siempre - estoy seguro de haber visto esa trama al menos tres veces en mi adolescencia solitaria - Esperaba más de ti... - quizás le importe o quizás o no, espero que sea lo segundo porque de ser a la inversa esas palabras alcanzarían para quebrar mi espíritu en un instante.
No sé como esto es mi culpa ahora, realmente creo que tengo razón cosa que nunca había pasado en un intercambio de ideas con Lara. Claro que esto no es una discusión sobre qué material es mejor para aplicar un proyecto, esto es sobre nuestra amistad misma y si ha sido o no una mala idea - No me quieras hacer sentir culpable porque lo único que he hecho hasta ahora es considerarte la persona más importante del mundo para mí, tú fuiste la que ocultó la mitad de su vida y ahora vienes a refugiarte en una amistad que construiste sobre palillos de madera - respondo apretando la mandíbula - Sí, necesito sentirme mejor conmigo mismo porque solo teniendo en cuenta la opinión de los demás terminé casi muerto en un hospital.
¡A la mierda con el pasado! Con esa lógica no habría esperanza para el futuro porque siempre estaría acechándonos, impidiéndonos seguir adelante como un grillete atado a nuestros tobillos. Me niego a pensar que eso es así, no dependemos de él de ninguna forma a no ser que se trate de una enfermedad genética o algo así ¿Por qué más habría de ser relevante? - Arriesgar el futuro por conocer el pasado, no hace falta decirlo en voz alta para darse cuenta de que es una idea terrible - eso solo hay que dejárselo a los políticos, ellos deben aprender de los errores pasados de los demás y así no cometerlos pues de sus decisiones comen millones de personas. Pero las personas comunes como nosotros ¿Para qué molestarnos? Sobre todo un niño.
Al escuchar cómo habla de nuestros padres siento como el rubor sube a mis mejillas, mis manos comienzan a sudar y tengo miedo de decir algo de lo que pueda arrepentirme después. Por esta razón doy varias respiraciones antes de responder y lo hago con un dedo en alto para marcar un límite invisible de lo que no debo traspasar. No me ofende lo que dice sobre mis padres, ya sabemos que no son los mejores ¡Sino de su madre! - No te atrevas a comparar a Mo con mis padres, no tienen nada que ver - reprocho sin poder creerlo. Estoy bastante seguro de que ella jamás sufrió lo que yo, quizás no eran perfectos pero me cuesta creer que haya habido ese nivel de maltrato ¿O acaso es otra cosa que me ocultó?
Me alegra estar parado y poder descargar las emociones caminando cuando intenta justificar sus acciones. Quizás eso le sirva para convencerse de que está haciendo lo correcto pero para mí sigue sonando como una que tiene sus necesidades puestas en el sitio incorrecto - ¿Callas una parte de ti por estar con alguien más? Por favor, Lara, esto no es una serie en donde el villano vuelca los muros de la protagonista y viven felices para siempre - estoy seguro de haber visto esa trama al menos tres veces en mi adolescencia solitaria - Esperaba más de ti... - quizás le importe o quizás o no, espero que sea lo segundo porque de ser a la inversa esas palabras alcanzarían para quebrar mi espíritu en un instante.
No sé como esto es mi culpa ahora, realmente creo que tengo razón cosa que nunca había pasado en un intercambio de ideas con Lara. Claro que esto no es una discusión sobre qué material es mejor para aplicar un proyecto, esto es sobre nuestra amistad misma y si ha sido o no una mala idea - No me quieras hacer sentir culpable porque lo único que he hecho hasta ahora es considerarte la persona más importante del mundo para mí, tú fuiste la que ocultó la mitad de su vida y ahora vienes a refugiarte en una amistad que construiste sobre palillos de madera - respondo apretando la mandíbula - Sí, necesito sentirme mejor conmigo mismo porque solo teniendo en cuenta la opinión de los demás terminé casi muerto en un hospital.
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Incondicionales al otro es lo que siempre fuimos, estábamos solos y nos encontramos como amigos. No teníamos secretos porque todo lo compartíamos, casi todas las experiencias por las que se pueden pasar desde los quince hasta los veinticinco. Ninguno asumía el rol de juez, no teníamos qué. Porque ninguno estaba por encima del otro en cuanto a moralidad. Siempre fuimos un par de imbéciles, por más que diga que él es un genio incomprendido y a mí se me dé bien dar un par de golpecitos a las cosas para que funcionen. Si tuviéramos que hacer un repaso de nuestras vidas, fuimos un par de estúpidos que se apañaban entre sí. Nunca nuestras tonterías nos alejaron, más bien nos hacían cada vez más cercanos. Confío en él de una manera que excluye a la mayoría de las personas que conozco, ¿por qué no se lo dije antes? —Hay secretos que son personales, compartirlos solo traen preocupación o angustia a quien lo escucha—. No lo quería hacer parte, en todo momento tuve presente que no quería arrastrar a Riley a ninguna mierda en la que me involucrara. —Que otra persona quedara en medio no fue una cuestión de confianza, sino de circunstancias. No elegí contárselo…— ensayo lo que siento como una disculpa para su acusación ambigua, quedo confundida a costa mía.
Del pasado quisiera sobreponerme con la audacia que él propone, pero me conozco a mí misma sin que haga falta una charla con un psicomago y sé que uno de mis defectos más marcados es cargar con el pasado como un dolor presente. Tendría que haber llorado a mi padre todo lo que debía llorarlo cuando tenía quince años, no arrastrarme en este llanto que no acaba y un duelo que no cerré. Y pese a que los años me demostraron lo ingrata que fue mi actitud hacia mi madre al pelear con ella tanto tiempo, al esfuerzo de lograr una relación cercana a pesar de nuestras confrontaciones, nunca podré recuperarme de la forma tan fría en que Mo decidió que abandonaríamos a mi padre y parecía totalmente despojada de sentimientos, no había amor. —No, ella no se lo merece, tienes razón. Creo que ninguno de ellos estaba hecho para ser padre, pero ella trató de cumplir como madre…—. Y lo logró. Con todas las diferencias que podamos tener, Mo es mi familia. Me arde el rostro de la vergüenza al replantearme mi huida de estas situaciones que me desbordan, tan egoísta.
A pesar de que esta charla tiene todo el cariz de una discusión, en ese punto le puedo dar la razón. A lo que dice a continuación, lo miro como si hubiera armado el relato más delirante jamás oído. —¿Qué?— digo, irguiéndome en toda la indignación que me causa con las palabras que puntea el final de lo que interpreto como una crítica burlona. —¿Eso es lo que crees que somos Hans y yo? ¿Puedes compararnos tan fácil con una patética historia actuada y darnos papeles? No tienes idea de lo que nos ocurre como para creer que lo entiendes, ni espero que lo entiendas—. Muerdo las palabras entre mis dientes. —No te atrevas a juzgarme…—. Porque si lo hace, sus palabras se me quedarán marcadas como una sentencia en la piel y me resignaré a ellas, aceptaré lo que diga de mí y será la imagen con la que me encuentre cada mañana en el espejo. Llegó a ser la persona que me conocía mejor que nadie, su opinión también me formó como la mujer que ahora soy. Y él elige prescindir de la mía, tiene que encontrarse por su cuenta, lo que yo diga no tiene cabida. El que nos convierta en culpables indirectos a su cuasi-suicidio me enoja por encima de la tristeza que está humedeciendo mis ojos. —Nunca hice otra cosa que decirte lo importante que eras para mí— respondo, —Si fuiste quien eligió dar lugar a todas las mierdas que te han dicho en la vida, por venir de quienes idealizaste estúpidamente, en vez de escuchar a quien siempre trato de estar para mí…— alzo cada vez más el tono, tan enfurecida que tiemblo y respiro hondo para contenerme. —¿Sabes qué? Haz tu maldito viaje de descubrimiento personal en el baño de tu casa si quieres, acomoda quien eres y quien te han dicho que eres, y cuando acabes… replantéate de todo, todo lo que tienes en la vida, si esta fue una amistad construida con palitos de madera— le devuelvo sus palabras con rabia.
Del pasado quisiera sobreponerme con la audacia que él propone, pero me conozco a mí misma sin que haga falta una charla con un psicomago y sé que uno de mis defectos más marcados es cargar con el pasado como un dolor presente. Tendría que haber llorado a mi padre todo lo que debía llorarlo cuando tenía quince años, no arrastrarme en este llanto que no acaba y un duelo que no cerré. Y pese a que los años me demostraron lo ingrata que fue mi actitud hacia mi madre al pelear con ella tanto tiempo, al esfuerzo de lograr una relación cercana a pesar de nuestras confrontaciones, nunca podré recuperarme de la forma tan fría en que Mo decidió que abandonaríamos a mi padre y parecía totalmente despojada de sentimientos, no había amor. —No, ella no se lo merece, tienes razón. Creo que ninguno de ellos estaba hecho para ser padre, pero ella trató de cumplir como madre…—. Y lo logró. Con todas las diferencias que podamos tener, Mo es mi familia. Me arde el rostro de la vergüenza al replantearme mi huida de estas situaciones que me desbordan, tan egoísta.
A pesar de que esta charla tiene todo el cariz de una discusión, en ese punto le puedo dar la razón. A lo que dice a continuación, lo miro como si hubiera armado el relato más delirante jamás oído. —¿Qué?— digo, irguiéndome en toda la indignación que me causa con las palabras que puntea el final de lo que interpreto como una crítica burlona. —¿Eso es lo que crees que somos Hans y yo? ¿Puedes compararnos tan fácil con una patética historia actuada y darnos papeles? No tienes idea de lo que nos ocurre como para creer que lo entiendes, ni espero que lo entiendas—. Muerdo las palabras entre mis dientes. —No te atrevas a juzgarme…—. Porque si lo hace, sus palabras se me quedarán marcadas como una sentencia en la piel y me resignaré a ellas, aceptaré lo que diga de mí y será la imagen con la que me encuentre cada mañana en el espejo. Llegó a ser la persona que me conocía mejor que nadie, su opinión también me formó como la mujer que ahora soy. Y él elige prescindir de la mía, tiene que encontrarse por su cuenta, lo que yo diga no tiene cabida. El que nos convierta en culpables indirectos a su cuasi-suicidio me enoja por encima de la tristeza que está humedeciendo mis ojos. —Nunca hice otra cosa que decirte lo importante que eras para mí— respondo, —Si fuiste quien eligió dar lugar a todas las mierdas que te han dicho en la vida, por venir de quienes idealizaste estúpidamente, en vez de escuchar a quien siempre trato de estar para mí…— alzo cada vez más el tono, tan enfurecida que tiemblo y respiro hondo para contenerme. —¿Sabes qué? Haz tu maldito viaje de descubrimiento personal en el baño de tu casa si quieres, acomoda quien eres y quien te han dicho que eres, y cuando acabes… replantéate de todo, todo lo que tienes en la vida, si esta fue una amistad construida con palitos de madera— le devuelvo sus palabras con rabia.
No voy a decir que en parte es mi culpa, pero puede que el papel que elegí tomar en nuestra amistad la haya llevado a sentir que debía cuidar mi inocente alma de su lado oscuro. Quizás en el futuro pueda aceptar lo que ha hecho, en mucho mucho tiempo, pensando desde ese punto de vista, pero ahora lo único que hago es tragar saliva y cerrar los ojos por unos segundos para dar por terminado ese tema. El favorito de nadie, ese soy yo.
Me tranquiliza un poco que al menos me de la razón con respecto a Mo, es una mujer cariñosa y quizás a sus ojos no fue la madre perfecta pero ya quisiera yo haberla tenido como mía. Soy un fiel creyente de la teoría de que Helena solo fue de esa forma por la influencia de mi padre, quizás la mamá de Lara también sufrió un poco de eso, pese a que el antiguo mecánico era mucho mejor persona que el fallecido empresario - Aprecia lo que tienes y deja de querer añadir dolor donde no es necesario - siempre puede ser peor, siempre.
Vuelvo a sentarme en la camilla y dejo caer mis hombros. Soy inexperto en el asunto, no puedo pretender que comprendo lo que es tener sentimientos por alguien más al punto de replantearme mis propios ideales. Es más sencillo darles papeles y así encontrar al menos un poco de lógica en lo que están haciendo, pero dudo que en realidad la haya. Sí parece una historia y ¿A quién no le gusta un amor que comienza con odio? En este caso con una deuda que pagar, un secreto... Pues a mí no me gustan, sobre todo si mi mejor amiga está en medio - Con el tiempo lo verás, quizás en unos meses o en unos años... No hará falta revolver el pasado, con dar una simple mirada atrás será suficiente - pues visto de esa forma, está claro como el agua.
Escucho su descargue y en todo momento mantengo mis ojos fijos en los suyos, como una especie de desafío a mi mismo, una prueba de que ya no puede manejar mi opinión tan fácilmente como antes. Ahí va de nuevo, quiero hacer algo por mí mismo y no parece estar muy de acuerdo - ¿Que tu opinión sea lo único que me haga levantar de la cama? No suena saludable para mí- pregunto retóricamente con una ceja en alto y la voz en calma. El lobo ha llegado a soplar los palillos, de tener buenos cimientos ésto no habría ocurrido. Quizás en algún momento podamos intentarlo de nuevo pero ahora mismo necesito tirar abajo lo que llevamos hasta ahora, está manchado y ya no lo quiero.
- Lo haré, gracias por darme tu opinión - finalizo respirando profundo desde mi posición - Ahora, si me permites, me gustaría terminar de recuperarme antes de comenzar mi maldito viaje de descubrimiento personal.
Me tranquiliza un poco que al menos me de la razón con respecto a Mo, es una mujer cariñosa y quizás a sus ojos no fue la madre perfecta pero ya quisiera yo haberla tenido como mía. Soy un fiel creyente de la teoría de que Helena solo fue de esa forma por la influencia de mi padre, quizás la mamá de Lara también sufrió un poco de eso, pese a que el antiguo mecánico era mucho mejor persona que el fallecido empresario - Aprecia lo que tienes y deja de querer añadir dolor donde no es necesario - siempre puede ser peor, siempre.
Vuelvo a sentarme en la camilla y dejo caer mis hombros. Soy inexperto en el asunto, no puedo pretender que comprendo lo que es tener sentimientos por alguien más al punto de replantearme mis propios ideales. Es más sencillo darles papeles y así encontrar al menos un poco de lógica en lo que están haciendo, pero dudo que en realidad la haya. Sí parece una historia y ¿A quién no le gusta un amor que comienza con odio? En este caso con una deuda que pagar, un secreto... Pues a mí no me gustan, sobre todo si mi mejor amiga está en medio - Con el tiempo lo verás, quizás en unos meses o en unos años... No hará falta revolver el pasado, con dar una simple mirada atrás será suficiente - pues visto de esa forma, está claro como el agua.
Escucho su descargue y en todo momento mantengo mis ojos fijos en los suyos, como una especie de desafío a mi mismo, una prueba de que ya no puede manejar mi opinión tan fácilmente como antes. Ahí va de nuevo, quiero hacer algo por mí mismo y no parece estar muy de acuerdo - ¿Que tu opinión sea lo único que me haga levantar de la cama? No suena saludable para mí- pregunto retóricamente con una ceja en alto y la voz en calma. El lobo ha llegado a soplar los palillos, de tener buenos cimientos ésto no habría ocurrido. Quizás en algún momento podamos intentarlo de nuevo pero ahora mismo necesito tirar abajo lo que llevamos hasta ahora, está manchado y ya no lo quiero.
- Lo haré, gracias por darme tu opinión - finalizo respirando profundo desde mi posición - Ahora, si me permites, me gustaría terminar de recuperarme antes de comenzar mi maldito viaje de descubrimiento personal.
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¿Qué es lo que tengo? Se me forma un nudo en la garganta al hacer el recuento siempre lamentable de lo que tengo y no tengo en la vida, en una situación en la que podría estar perdiendo a una de las pocas personas que me importaron lo suficiente como para resistir al tiempo. Sin Riley estaré sola, puede que estar solo sea lo que él quiere, a mí me lo está imponiendo. Me enfurezco con él por ser tan mezquino, reprimo esa rabia porque sé que yo también estoy siendo egoísta. Serán muchas las cosas que me replantearé cuando pasen los meses, quizás los años. Notaré entonces que todo eso que echaré de menos de mi mejor amigo, puede que sea algo que fuimos dejando de lado sin darnos cuenta.
No quiero no poder enviarle un mensaje bien temprano en la mañana sabiendo que estará despierto, llamarlo a deshoras para compartirle algo, reírme de nuestros delirios. Pero, ¿cuándo fue la última vez que hice del sillón de su casa mi lugar y hablamos horas de nada en particular? Me sentía incómoda desde que Andrew llegó, me mantuve ocupada recorriendo otros distritos, di por hecho que él seguía en el mismo lugar de siempre, que se quedaría ahí. No importara lo lejos que me fuera, si volvía a buscarlo, él estaría. Por primera vez me pregunto si Riley al tomar la decisión de irse, volverá. Por eso cuando me despide, dudo en irme. Porque si se va, sé que yo estaré para él cuando decida volver. Olvidaré esta discusión estúpida como si nunca hubiera existido. Hablaremos de cualquier otra cosa, podrá contarme de los lugares en los se encontró a sí mismo.
Pero si lloro y escondo mi cara al voltearla de perfil, es porque sé que podrá descubrir finalmente que no éramos imprescindibles para el otro, que el mundo es grande y que hay otras personas, que mi opinión no pesa más que una pluma en su destino. Podré mentirme diciendo que traté de protegerlo muchas veces, pero descubrirá la verdad de que puede ser mejor sin mí. Entonces puede que no vuelva, yo no lo buscaré tampoco, y siempre que sea mejor para él, que se cumpla la despedida. —Buena suerte, Riley— es lo último que digo con la voz rota, saliendo de la habitación con un portazo más fuerte de los que se da en un hospital y recibo como castigo una mirada reprobadora de la enfermera. Cruzo todo el pasillo con zancadas largas que me alejen de su puerta, me arden los ojos y lamento tanto no haber sido capaz de decirle algo diferente.
Cuando llego a la acera me detengo para tomar bocanadas de aire que calmen la opresión en mi pecho, las lágrimas que van cayendo queman mis mejillas y las limpio de un manotazo que no impide que sigan derramándose. Como mi mejor amigo era aquel al que acabo de dar la espalda, la única persona a la que me queda acudir es mi madre y cumple con dejarme llorar hasta vaciarme en medio de su sala, frotando mi espalda y escuchando mi patético lamento, como una vez me escuchó siendo niña al decirle con toda emoción que sería Riley quien me ayudaría a armar esa escoba super-veloz que me permitiría viajar en el tiempo. Mil años al pasado o mil años al futuro. Y ahora lo único que quiero, es aferrarme a ese tiempo que compartimos y se desvanece para mí.
No quiero no poder enviarle un mensaje bien temprano en la mañana sabiendo que estará despierto, llamarlo a deshoras para compartirle algo, reírme de nuestros delirios. Pero, ¿cuándo fue la última vez que hice del sillón de su casa mi lugar y hablamos horas de nada en particular? Me sentía incómoda desde que Andrew llegó, me mantuve ocupada recorriendo otros distritos, di por hecho que él seguía en el mismo lugar de siempre, que se quedaría ahí. No importara lo lejos que me fuera, si volvía a buscarlo, él estaría. Por primera vez me pregunto si Riley al tomar la decisión de irse, volverá. Por eso cuando me despide, dudo en irme. Porque si se va, sé que yo estaré para él cuando decida volver. Olvidaré esta discusión estúpida como si nunca hubiera existido. Hablaremos de cualquier otra cosa, podrá contarme de los lugares en los se encontró a sí mismo.
Pero si lloro y escondo mi cara al voltearla de perfil, es porque sé que podrá descubrir finalmente que no éramos imprescindibles para el otro, que el mundo es grande y que hay otras personas, que mi opinión no pesa más que una pluma en su destino. Podré mentirme diciendo que traté de protegerlo muchas veces, pero descubrirá la verdad de que puede ser mejor sin mí. Entonces puede que no vuelva, yo no lo buscaré tampoco, y siempre que sea mejor para él, que se cumpla la despedida. —Buena suerte, Riley— es lo último que digo con la voz rota, saliendo de la habitación con un portazo más fuerte de los que se da en un hospital y recibo como castigo una mirada reprobadora de la enfermera. Cruzo todo el pasillo con zancadas largas que me alejen de su puerta, me arden los ojos y lamento tanto no haber sido capaz de decirle algo diferente.
Cuando llego a la acera me detengo para tomar bocanadas de aire que calmen la opresión en mi pecho, las lágrimas que van cayendo queman mis mejillas y las limpio de un manotazo que no impide que sigan derramándose. Como mi mejor amigo era aquel al que acabo de dar la espalda, la única persona a la que me queda acudir es mi madre y cumple con dejarme llorar hasta vaciarme en medio de su sala, frotando mi espalda y escuchando mi patético lamento, como una vez me escuchó siendo niña al decirle con toda emoción que sería Riley quien me ayudaría a armar esa escoba super-veloz que me permitiría viajar en el tiempo. Mil años al pasado o mil años al futuro. Y ahora lo único que quiero, es aferrarme a ese tiempo que compartimos y se desvanece para mí.
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