OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Me sacudo el polvo de las botas parado frente a la puerta, a la espera de que se abra luego de haber llamado tres veces con los nudillos y un último golpecito más suave. Es la parada que hago en cada uno de mis regresos del norte, antes de presentarme en casa de mis padres, para hallar las respuestas que no puedo encontrar por mí mismo. Sigo aguardando que mi destino aparezca escrito en un pergamino que puedan leer para mí, porque todo es confuso, las memorias heredadas se tornan pesadas en la consciencia y anoche soñé otra vez con esa criatura, con la niña que se transformaba en cisne. En vez de echarse a volar a quien sabe dónde como en otras ocasiones, aguardaba en la orilla, sentía que me llamaba. Desperté en la oscuridad de las horas de la madrugada y no pude conciliar el sueño una segunda vez, recordaba muy nítidamente los diarios que encontré en aquella caja que mis padres guardaban, por mucho tiempo creí que como un secreto del que no querían que supiéramos, ¿y si no era así? ¿Y si siempre estuvo ahí para que un día lo encontráramos?
Sale una vecina de una puerta aledaña y dos miradas nos bastan para que me parezca familiar, creo que nos hemos visto antes. Supongo que me he ganado a mérito la categoría de “cliente frecuente”, y no me gusta la mirada que me dirige la mujer, un tanto reprobadora. La saludo con la buena educación que mis padres me enseñaron, pero no puedo hacer nada respecto a su ceño que se frunce aún más. Me encojo de hombros cuando se aleja, en el momento en que la puerta de mi interés se entreabre. Hasta ahora no ha sucedido, de todas maneras coloco mi mano en el espacio de aire que queda para que no pueda volver a cerrarla al verme. Reconozco qué soy insistente con mis consultas que no han llevado a ningún lugar preciso, y al final de cuentas, no sé si ese lugar existe. Pero sueno desesperado al hablar: —He vuelto a tener el mismo sueño, Phoebe. Y esta vez se sintió muy real—. He dicho lo mismo en todas las veces anteriores.
Sale una vecina de una puerta aledaña y dos miradas nos bastan para que me parezca familiar, creo que nos hemos visto antes. Supongo que me he ganado a mérito la categoría de “cliente frecuente”, y no me gusta la mirada que me dirige la mujer, un tanto reprobadora. La saludo con la buena educación que mis padres me enseñaron, pero no puedo hacer nada respecto a su ceño que se frunce aún más. Me encojo de hombros cuando se aleja, en el momento en que la puerta de mi interés se entreabre. Hasta ahora no ha sucedido, de todas maneras coloco mi mano en el espacio de aire que queda para que no pueda volver a cerrarla al verme. Reconozco qué soy insistente con mis consultas que no han llevado a ningún lugar preciso, y al final de cuentas, no sé si ese lugar existe. Pero sueno desesperado al hablar: —He vuelto a tener el mismo sueño, Phoebe. Y esta vez se sintió muy real—. He dicho lo mismo en todas las veces anteriores.
He tratado de no alterar demasiado mi mente pensando en todo lo que ha ocurrido estos días, desde reencontrarme con Charles hasta enterarme por boca de Hans lo que tiene lugar en el ministerio. No soy de naturaleza cotilla, es más, considero que es al revés y que a la gente le gusta contarme sus problemas pese a no ser la persona más indicada para solucionarlos. Igualmente, me gusta ayudar siempre que puedo, incluso me atrevería decir que en ocasiones me tomo demasiadas confianzas. En realidad, más que proponer una solución a sus problemas me dedico a tratar de aclarar los pensamientos confusos que puedan llegar a tener, con la intención de que sean ellos mismos los que definan sus ideas. En este caso en particular, uno de mis clientes, por llamarlos de alguna manera, David, ha frecuentado bastantes veces ya por mi apartamento en lo que va de verano. Cualquiera pensaría que después de todas las conversaciones que hemos tenido habría encontrado su... respuesta, cuando la verdad es que sus visitas cada vez resultan más enrevesadas.
Aún estoy secándome el pelo con el aire que hago salir de la punta de mi varita después de una ducha rápida cuando llaman a la puerta. Afortunadamente decidí vestirme antes de tratarme el pelo, por lo que solo me toma unos minutos salir del baño pasándome la mano sobre las puntas del cabello para darles forma con la misma. Estoy casi segura de no tener ninguna cita pendiente, cuando al abrir la puerta me encuentro con la figura de David y todas las dudas acerca de mi posible agenda se disipan. - David. ¿Otra vez por aquí? - Estoy tan acostumbrada a que se presente en mi casa siempre que se le venga en gana que ya me lo tomo con humor, motivo por el cual sonrío manteniendo mi brazo apoyado sobre la puerta. David es una de esas personas que sienten una extrema necesidad por saber lo que va a pasar con su futuro, quizás un sentimiento influenciado por su pasado, pero que he terminado por coger aprecio tanto a él como a sus dudas acerca de la vida misma.
Hago un gesto con la mano para dejarlo pasar, asomándome al pasillo del edificio para encontrarme con mi vecina Agnes sacudiendo la cabeza en evidente desagrado. Si no fuera porque es mayor, está prácticamente sorda y camina con bastón, le hubiera dicho algo, pero me resigno a saludarla con la mano y una sonrisa antes de cerrar la puerta detrás de mí. - ¿El mismo sueño decías...? - Murmuro una vez paso al interior de la casa de vuelta y hago un gesto con la cabeza para que se acomode en el sofá, aunque él ya sabe como funcionamos aquí. - Creo que ya lo hemos mencionado antes, Dave, pero en ocasiones los sueños no son más que un reflejo de preocupaciones reales, de ahí que tu sueño se sienta tan auténtico. - Un movimiento de muñeca me es suficiente para que la tetera empiece a hervir por su cuenta, tras el cual le dirijo una mirada honesta. - De manera que... ¿qué es lo que te preocupa esta vez? - En ocasiones confundo mi habilidad, por decirlo así, con ser psicóloga con capacidad de ver el futuro.
Aún estoy secándome el pelo con el aire que hago salir de la punta de mi varita después de una ducha rápida cuando llaman a la puerta. Afortunadamente decidí vestirme antes de tratarme el pelo, por lo que solo me toma unos minutos salir del baño pasándome la mano sobre las puntas del cabello para darles forma con la misma. Estoy casi segura de no tener ninguna cita pendiente, cuando al abrir la puerta me encuentro con la figura de David y todas las dudas acerca de mi posible agenda se disipan. - David. ¿Otra vez por aquí? - Estoy tan acostumbrada a que se presente en mi casa siempre que se le venga en gana que ya me lo tomo con humor, motivo por el cual sonrío manteniendo mi brazo apoyado sobre la puerta. David es una de esas personas que sienten una extrema necesidad por saber lo que va a pasar con su futuro, quizás un sentimiento influenciado por su pasado, pero que he terminado por coger aprecio tanto a él como a sus dudas acerca de la vida misma.
Hago un gesto con la mano para dejarlo pasar, asomándome al pasillo del edificio para encontrarme con mi vecina Agnes sacudiendo la cabeza en evidente desagrado. Si no fuera porque es mayor, está prácticamente sorda y camina con bastón, le hubiera dicho algo, pero me resigno a saludarla con la mano y una sonrisa antes de cerrar la puerta detrás de mí. - ¿El mismo sueño decías...? - Murmuro una vez paso al interior de la casa de vuelta y hago un gesto con la cabeza para que se acomode en el sofá, aunque él ya sabe como funcionamos aquí. - Creo que ya lo hemos mencionado antes, Dave, pero en ocasiones los sueños no son más que un reflejo de preocupaciones reales, de ahí que tu sueño se sienta tan auténtico. - Un movimiento de muñeca me es suficiente para que la tetera empiece a hervir por su cuenta, tras el cual le dirijo una mirada honesta. - De manera que... ¿qué es lo que te preocupa esta vez? - En ocasiones confundo mi habilidad, por decirlo así, con ser psicóloga con capacidad de ver el futuro.
Tengo vacíos los bolsillos de mi vaquero, aun manchado por mis recorridas en los bosques, y es que toda mi vestimenta es la de alguien que se ha pasado los últimos días viviendo lejos del confort que se conoce en el Capitolio. No tengo un pago en galeones que hacerle por su atención a deshoras de mi consulta. Pongo una cara de pena, la que espero que me haga ver como un cachorro mojado por la lluvia al que no puede cerrar la puerta en la cara si es que tiene corazón. No lo ha hecho antes, no lo hace tampoco hoy. Bien por mí, tampoco tengo dinero para pagar a un psicomago, esos me han dicho que no regalan sesiones. El recibidor de su departamento se ensucia con un poco del polvo que cargo en las botas por mi caminar a prisa, en lo que tarda en cerrar la puerta merodeo a su alrededor, la ansiedad que me produjo el sueño todavía me tiene alterado. Porque no son las imágenes en sí las que me perturban, sino las emociones que me provocan, en las que también me reconozco. Se lo que siente esa chica, ese cisne, logro tal empatía que no hace falta que diga nada. Y esa sensación perdura cuando abro los ojos, tardo unos minutos en que la emoción me abandone, no siempre del todo.
Me hundo con pesadez en el sillón y hago el intento de discernir en mi sueño aquello que me inquieta, pese a que estoy convencido de que el ave por sí mismo en un signo que no reemplaza nada. Si bien desde esa lógica podría interpretar que el grabado del cisne que encontré en la tapa de ese diario, quedó como un recuerdo residual al que siempre vuelvo por la impresión que me causó, no es el cisne por el cisne, sino lo que representa. —Hay varias cosas que me preocupan ahora mismo— mascullo. Tenía todos mis pensamientos enfocados en los planes que haríamos desde la Red Neopanem para encarar lo que sucedió en el distrito 14, esta era mi preocupación real. Creí que tenía mi espíritu en ello, que no pensaba siquiera en mis padres a pesar de las semanas que pasaron. Y este sueño logra que mi subconsciente encuentre el modo de hacerme recordar que siempre habrá algo pulsando por lo bajo, que puedo tomar decisiones y elegir entre un camino u otro, pero que volveré una y otra vez a algo que está antes que yo. Levanto mi mirada al techo y la mantengo ahí como si pudiera encontrar en el aire algo de inspiración. —¿Sabes que los cisnes eligen una única pareja para toda la vida, no? Y este cisne se sentía profundamente angustiado, se lo que significaba— suspiro y mis hombros caen. —Sentía que lo entendía, que podía hacer carne del mismo sentimiento. Pero no era yo, lo tenía en claro en todo momento. Era el sentimiento de alguien más.
Me hundo con pesadez en el sillón y hago el intento de discernir en mi sueño aquello que me inquieta, pese a que estoy convencido de que el ave por sí mismo en un signo que no reemplaza nada. Si bien desde esa lógica podría interpretar que el grabado del cisne que encontré en la tapa de ese diario, quedó como un recuerdo residual al que siempre vuelvo por la impresión que me causó, no es el cisne por el cisne, sino lo que representa. —Hay varias cosas que me preocupan ahora mismo— mascullo. Tenía todos mis pensamientos enfocados en los planes que haríamos desde la Red Neopanem para encarar lo que sucedió en el distrito 14, esta era mi preocupación real. Creí que tenía mi espíritu en ello, que no pensaba siquiera en mis padres a pesar de las semanas que pasaron. Y este sueño logra que mi subconsciente encuentre el modo de hacerme recordar que siempre habrá algo pulsando por lo bajo, que puedo tomar decisiones y elegir entre un camino u otro, pero que volveré una y otra vez a algo que está antes que yo. Levanto mi mirada al techo y la mantengo ahí como si pudiera encontrar en el aire algo de inspiración. —¿Sabes que los cisnes eligen una única pareja para toda la vida, no? Y este cisne se sentía profundamente angustiado, se lo que significaba— suspiro y mis hombros caen. —Sentía que lo entendía, que podía hacer carne del mismo sentimiento. Pero no era yo, lo tenía en claro en todo momento. Era el sentimiento de alguien más.
Me obligo a no fijarme mucho en su aspecto pese a ser consciente del mal estado en que se encuentra su ropa, aunque no es la primera vez que David se presenta en mi casa con el pelo alborotado y las mejillas sonrosadas. Por eso mismo lo dejo estar y permito que tome asiento en el sofá mientras hago oídos a lo que tiene para decir. – Puede que tener tantas cosas en la cabeza esté alterando tus horas de sueño. – No tenemos la confianza suficiente para que me encuentre preguntándole por sus problemas, vivimos en un mundo donde la mayoría prefiere guardarse los secretos para uno mismo, así que me limito a juntar mis labios en silencio. Quién puede culparnos, en verdad, no hay más que ver como terminó la conversación con mi hermano para darse cuenta de lo que es mejor callarse a decir en voz alta.
Me siento frente a él, en un sillón que se encuentra muy cerca de donde se ha sentado él, elevando las cejas en lo que dejo que ese gesto explique junto con la negativa de mi cabeza que no conozco mucho acerca de los cisnes, o de cualquier animal en general. Lo único que sé sobre estas aves es lo poco que saco en conclusión de los sueños de David, los cuales tampoco es que sean muy congruentes que digamos. – ¿Y qué es lo que significa? – Pregunto, casi como si quisiera que él respondiera a sus mismas dudas. En sus últimas visitas siempre me habla del mismo sueño, pero creo que esta es la primera vez que le veo tan consternado por querer descubrir el significado de todo ello. – ¿Te encuentras atado a alguien en particular? No lo sé, quizás una chica o un ser querido, resulta más fácil comprender y canalizar los sentimientos de una persona cuando se trata de alguien cercano. – Algunas personas tienen esa capacidad, una habilidad natural para ponerse en la piel del otro de una manera tan real que en ocasiones creemos que nos está ocurriendo a nosotros.
Trato de unir los cabos sueltos que nuestros encuentros anteriores han dejado con la información que recibo en estos momentos, juntando mis manos en lo que me inclino un poco hacia delante. – ¿Te apetecería una taza de té? Puede que eso ayude a aclarar lo que sea que te está preocupando. – La práctica con las hojas de té es unas de mis técnicas favoritas, pese a no ser de las más certeras, aunque está muy por encima del arte de leer las manos, la cual ya hemos probado en otras ocasiones sin demasiados resultados. Utilizo la varita que yace posada sobre la mesa para que con un giro de muñeca, una bandeja que porta la tetera que preparé con anterioridad junto con varias tazas y algún que otro condimento se traslade hacia nosotros sin necesidad de levantarme.
Me siento frente a él, en un sillón que se encuentra muy cerca de donde se ha sentado él, elevando las cejas en lo que dejo que ese gesto explique junto con la negativa de mi cabeza que no conozco mucho acerca de los cisnes, o de cualquier animal en general. Lo único que sé sobre estas aves es lo poco que saco en conclusión de los sueños de David, los cuales tampoco es que sean muy congruentes que digamos. – ¿Y qué es lo que significa? – Pregunto, casi como si quisiera que él respondiera a sus mismas dudas. En sus últimas visitas siempre me habla del mismo sueño, pero creo que esta es la primera vez que le veo tan consternado por querer descubrir el significado de todo ello. – ¿Te encuentras atado a alguien en particular? No lo sé, quizás una chica o un ser querido, resulta más fácil comprender y canalizar los sentimientos de una persona cuando se trata de alguien cercano. – Algunas personas tienen esa capacidad, una habilidad natural para ponerse en la piel del otro de una manera tan real que en ocasiones creemos que nos está ocurriendo a nosotros.
Trato de unir los cabos sueltos que nuestros encuentros anteriores han dejado con la información que recibo en estos momentos, juntando mis manos en lo que me inclino un poco hacia delante. – ¿Te apetecería una taza de té? Puede que eso ayude a aclarar lo que sea que te está preocupando. – La práctica con las hojas de té es unas de mis técnicas favoritas, pese a no ser de las más certeras, aunque está muy por encima del arte de leer las manos, la cual ya hemos probado en otras ocasiones sin demasiados resultados. Utilizo la varita que yace posada sobre la mesa para que con un giro de muñeca, una bandeja que porta la tetera que preparé con anterioridad junto con varias tazas y algún que otro condimento se traslade hacia nosotros sin necesidad de levantarme.
—Está alterando mi vida…— si tengo que ser sincero, todo aquello que me preocupa pone mi mundo de cabeza. Mis hábitos de sueño son lo de menos, he tenido noches en que mis ojos se cerraron por cuatro horas y el resto del día eché a andar por el distrito cinco con mi cámara a cuestas sin que me pese el cuerpo. Encuentro una energía que me motiva a estar en acción al trabajar para Kennedy, en la Red Neopanem. Este detalle no puedo compartirlo con Phoebe, así como no puedo decírselo a nadie porque se trata de un secreto que asegura nuestra subsistencia. Si menciono mi trabajo como fotógrafo me encargo de dar la impresión de ser un vago con problemas existenciales, que deambula sin rumbo, se refugia en su arte, y ser joven refuerza mi excusa. Sin embargo, con ella me abro sobre algo mucho más profundo, que se hizo difícil poner en palabras a medida que fue pasando el tiempo, porque expresarlo de manera verbal hace que las cosas cobren una forma más real, nos hace enfrentarlo.
Su pregunta es la misma que solía hacerme cuando la veía arrojar cartas en mis primeras consultas. ¿Qué demonios significa esta figura? ¿Por qué el arcano de la torre está invertido? ¿Cómo podría suponer que los amantes no eran una carta que hablara sobre el amor, sino sobre las decisiones en encrucijada? Puede que a cada tirada, más se incrementara mi curiosidad sobre el tema y por mi parte buscara un par de lecturas que me aclararan ideas, y lo único que conseguía era marearme con los signos. Es un cambio interesante de posiciones que no busque mis respuestas en una lectura de Phoebe, sino que tenga que hacer un repaso de mi sueño e interpretarlo por mí mismo. —Que perdió a la persona que amaba— digo. Este enigma fue de los más fáciles en descifrar, lo más claro que tengo hasta ahora sobre todo lo referido a esas personas de mi familia que desaparecieron, a las que mi padre nunca menciona. —Alguien…— repito y por el sentimiento del cisne, pienso inmediatamente en Raven a quien me siento atraído por algo que se parece demasiado a un amor vehemente, como no puede ser de otra forma a mi edad. Pero la empatía con el cisne me hace replantearme respecto a quien o a quienes me siento atado, tanto como para que sea posible esa proyección de emociones. — Mi tía, la hermana de mi padre— respondo con un suspiro.
Froto mi frente con una mano alisando esas arrugas que se han formado por pensar tanto desde tan chico, muevo mi mentón para asentir a su invitación de un poco de té porque creo que me ayudará a relajarme, y todo en la casa consigue esa sensación. Reconozco para mi que si acudo a Phoebe, es porque estoy buscando algo más, a alguien más. —Mi tía se fue de la casa siendo joven— cuento, —Se enamoró de alguien que la alejó, alguien que no era bueno— eso es lo que leí en su diario, con la sorpresa de que su partida coincidía con el regreso de una tía que había enviudado, con una historia parecida. —Siento mucho su falta, como si la hubiera conocido y perdido— explico, masajeando mi pecho donde siento la angustia. —¿Qué sabes sobre constelaciones familiares, Phoebe?— le consulto. —Encontré una lectura sobre ello, pero se me hizo muy complejo de entender. Lo que creo es que en las familias tendemos a repetir errores, el karma de un miembro se extiende a sus descendientes, así es como cometemos los mismos errores y si no limpiamos ese karma, se lo heredamos a su vez a nuestros hijos…— murmuro. Todavía no he tomado el té y ya siento que estoy delirando.
Su pregunta es la misma que solía hacerme cuando la veía arrojar cartas en mis primeras consultas. ¿Qué demonios significa esta figura? ¿Por qué el arcano de la torre está invertido? ¿Cómo podría suponer que los amantes no eran una carta que hablara sobre el amor, sino sobre las decisiones en encrucijada? Puede que a cada tirada, más se incrementara mi curiosidad sobre el tema y por mi parte buscara un par de lecturas que me aclararan ideas, y lo único que conseguía era marearme con los signos. Es un cambio interesante de posiciones que no busque mis respuestas en una lectura de Phoebe, sino que tenga que hacer un repaso de mi sueño e interpretarlo por mí mismo. —Que perdió a la persona que amaba— digo. Este enigma fue de los más fáciles en descifrar, lo más claro que tengo hasta ahora sobre todo lo referido a esas personas de mi familia que desaparecieron, a las que mi padre nunca menciona. —Alguien…— repito y por el sentimiento del cisne, pienso inmediatamente en Raven a quien me siento atraído por algo que se parece demasiado a un amor vehemente, como no puede ser de otra forma a mi edad. Pero la empatía con el cisne me hace replantearme respecto a quien o a quienes me siento atado, tanto como para que sea posible esa proyección de emociones. — Mi tía, la hermana de mi padre— respondo con un suspiro.
Froto mi frente con una mano alisando esas arrugas que se han formado por pensar tanto desde tan chico, muevo mi mentón para asentir a su invitación de un poco de té porque creo que me ayudará a relajarme, y todo en la casa consigue esa sensación. Reconozco para mi que si acudo a Phoebe, es porque estoy buscando algo más, a alguien más. —Mi tía se fue de la casa siendo joven— cuento, —Se enamoró de alguien que la alejó, alguien que no era bueno— eso es lo que leí en su diario, con la sorpresa de que su partida coincidía con el regreso de una tía que había enviudado, con una historia parecida. —Siento mucho su falta, como si la hubiera conocido y perdido— explico, masajeando mi pecho donde siento la angustia. —¿Qué sabes sobre constelaciones familiares, Phoebe?— le consulto. —Encontré una lectura sobre ello, pero se me hizo muy complejo de entender. Lo que creo es que en las familias tendemos a repetir errores, el karma de un miembro se extiende a sus descendientes, así es como cometemos los mismos errores y si no limpiamos ese karma, se lo heredamos a su vez a nuestros hijos…— murmuro. Todavía no he tomado el té y ya siento que estoy delirando.
No puedo decir que no le entiendo porque sé precisamente como se siente, pese a ser consciente de que su situación y la mía no tiene nada que ver. Hubo un momento que dudé tanto de quién era que verme envuelta en un cambio tan brusco, lejos de la comodidad rutinaria del once, me tomó por desesperada las primeras semanas. Jamás lo reconocería en voz alta, pero el hecho de volver a traer a mi vida a una persona que creía enterrada en el recuerdo, cambió bastantes cosas en mi forma de ser. Ya no solo por tener que reconstruir de cero la imagen que tenía mi hermano sobre mí, sino que, además, a día de hoy sigo ocultando detalles de años anteriores que aún no sé si me veo capaz de soltarlos alguna vez.
Me resigno a asentir con la cabeza en un gesto comprensivo, pero sin querer entrometerme demasiado en asuntos personales que estén fuera de lo que quiera tratar aquí. Si quisiera contármelo, lo haría. Sin embargo, lo siguiente hace que levante un poco la barbilla en su dirección, ocultando el fruncimiento de mis cejas moviendo las mismas hacia arriba con curiosidad. – Lo siento… ¿nunca llegaste a conocerla? – Me atrevo a preguntar. A veces, no sé como ni por qué funciona, pero en ocasiones me ayuda a diferenciar mejor un patrón en la persona que siente interés por su futuro si comprendo de una forma más profunda su historia. Tampoco quiero entrometerme demasiado, pues por lo que veo es un tema que debo tratar con delicadeza. Solo hay que ver la forma en la que habla de ello.
Aprovecho que narra algo más de la historia de su familia para tomar la tetera y verter el líquido en ambas tazas una vez he posado en el fondo varias hojas de té negro. De momento, no me atrevo a decir nada que pueda alterar su estado, de manera que permanezco en silencio poniendo un extenso interés en su relato. – Bueno, sé que es una forma de predecir el comportamiento futuro de los miembros de una familia, pero no deja de ser un arte incierto. – Como sé que no me he llegado a explicar del todo, termino de llenar su taza antes de continuar. – Lo que quiero decir es que, la adivinación se basa en patrones, fórmulas que reflejan como podría ser el futuro si nos apoyamos en las experiencias vividas del pasado. – Libero mis manos para posarlas sobre el regazo, aunque invitándole a tomar la taza cuando ya han pasado unos minutos. – Lo que pueda pasar mañana no es dueño de nadie más que de nosotros mismos, no existe una expresión capaz de predecir unas reglas fijas en el tiempo. Sí, es cierto, por norma general nos sentimos atraídos por repetir los errores que han arrastrado nuestros antepasados, pero porque son lo más cercano que uno tiene a la vida. Puede que sus acciones influyan en nuestro futuro, de algún modo, pero no lo define. – Dios me libre de hacer algo como lo que hizo mi padre si es verdad que las constelaciones estas se prueban verdad. – ¿Te preocupa que pueda ocurrir lo mismo contigo? – Pregunto al fin, deduciendo que si no fuera así, no hubiera ni siquiera sacado el tema a relucir.
Me resigno a asentir con la cabeza en un gesto comprensivo, pero sin querer entrometerme demasiado en asuntos personales que estén fuera de lo que quiera tratar aquí. Si quisiera contármelo, lo haría. Sin embargo, lo siguiente hace que levante un poco la barbilla en su dirección, ocultando el fruncimiento de mis cejas moviendo las mismas hacia arriba con curiosidad. – Lo siento… ¿nunca llegaste a conocerla? – Me atrevo a preguntar. A veces, no sé como ni por qué funciona, pero en ocasiones me ayuda a diferenciar mejor un patrón en la persona que siente interés por su futuro si comprendo de una forma más profunda su historia. Tampoco quiero entrometerme demasiado, pues por lo que veo es un tema que debo tratar con delicadeza. Solo hay que ver la forma en la que habla de ello.
Aprovecho que narra algo más de la historia de su familia para tomar la tetera y verter el líquido en ambas tazas una vez he posado en el fondo varias hojas de té negro. De momento, no me atrevo a decir nada que pueda alterar su estado, de manera que permanezco en silencio poniendo un extenso interés en su relato. – Bueno, sé que es una forma de predecir el comportamiento futuro de los miembros de una familia, pero no deja de ser un arte incierto. – Como sé que no me he llegado a explicar del todo, termino de llenar su taza antes de continuar. – Lo que quiero decir es que, la adivinación se basa en patrones, fórmulas que reflejan como podría ser el futuro si nos apoyamos en las experiencias vividas del pasado. – Libero mis manos para posarlas sobre el regazo, aunque invitándole a tomar la taza cuando ya han pasado unos minutos. – Lo que pueda pasar mañana no es dueño de nadie más que de nosotros mismos, no existe una expresión capaz de predecir unas reglas fijas en el tiempo. Sí, es cierto, por norma general nos sentimos atraídos por repetir los errores que han arrastrado nuestros antepasados, pero porque son lo más cercano que uno tiene a la vida. Puede que sus acciones influyan en nuestro futuro, de algún modo, pero no lo define. – Dios me libre de hacer algo como lo que hizo mi padre si es verdad que las constelaciones estas se prueban verdad. – ¿Te preocupa que pueda ocurrir lo mismo contigo? – Pregunto al fin, deduciendo que si no fuera así, no hubiera ni siquiera sacado el tema a relucir.
—No, no la conocí— contesto, mis ojos se extravían por las decoraciones de la sala, buscando cualquier punto en el cual poder posarlos, retraído en mis propios pensamientos y los recuerdos que me he imaginado para contarme a mí mismo el pasado de mi familia. —Se fue de la casa cuando tenía diecisiete años, se vio en la obligación de elegir y… ¿quién no elegiría a su propia familia? Sin embargo, hizo la elección predecible, las personas siempre encuentran en el amor la excusa para abandonarlo todo…— murmuro. Una sombra va cayendo sobre mi rostro, siento culpa por mis acciones que me alejan cada tanto de mi familia, como un destino errante que una estrella me dio al momento de mi nacimiento y que me tendrá deambulando hasta el resto de mis días. Y el amor no ha sido mi excusa, a veces me cuestiono a mí mismo sobre mis sentimientos a Raven para descubrir si es que no estoy proyectando lo que creo que es una maldición familiar heredada. —Siempre hay algo noble en decir que todo se hace por amor, ¿no?— pregunto. —También lo que sabemos que está mal…
Escucho sus explicaciones más precisas sobre la lógica de las constelaciones familiares, que me confunden un poco porque suenan a un enredo matemático con eso de las fórmulas y los patrones. Tengo que reconocer que me alivia muy profundamente que me de la seguridad de que el destino futuro corre a cuenta de nuestra propias decisiones, necesitaba de esa confirmación ajena y de alguien que es maestra en estas artes, para poder soltar un suspiro largo de distensión. —Si tengo que ser honesto, es algo que me preocupa…— admito, no busqué a Phoebe para compartirle mis cavilaciones y esconderme luego tras mentiras. Tomo la taza que dejó sobre la mesa y la envuelvo con mis dedos. —Creo que estoy enamorado de una chica. Ella no deja de decir todo el tiempo que es algo condenado a acabar mal. ¿Y si tuviera razón? ¿Y si tal vez estoy enamorado de ella por eso? Porque he asumido el que creo que es mi destino, entonces busco cómo cumplirlo…—. Cierro mis dedos alrededor del calor que desprende la cerámica, me reconforta bastante. —¿Alguna vez te has sentido así? De que no importa los atajos o las curvas que tomes en tu vida, estás siguiendo un camino que te llevará inevitablemente a un punto…
Escucho sus explicaciones más precisas sobre la lógica de las constelaciones familiares, que me confunden un poco porque suenan a un enredo matemático con eso de las fórmulas y los patrones. Tengo que reconocer que me alivia muy profundamente que me de la seguridad de que el destino futuro corre a cuenta de nuestra propias decisiones, necesitaba de esa confirmación ajena y de alguien que es maestra en estas artes, para poder soltar un suspiro largo de distensión. —Si tengo que ser honesto, es algo que me preocupa…— admito, no busqué a Phoebe para compartirle mis cavilaciones y esconderme luego tras mentiras. Tomo la taza que dejó sobre la mesa y la envuelvo con mis dedos. —Creo que estoy enamorado de una chica. Ella no deja de decir todo el tiempo que es algo condenado a acabar mal. ¿Y si tuviera razón? ¿Y si tal vez estoy enamorado de ella por eso? Porque he asumido el que creo que es mi destino, entonces busco cómo cumplirlo…—. Cierro mis dedos alrededor del calor que desprende la cerámica, me reconforta bastante. —¿Alguna vez te has sentido así? De que no importa los atajos o las curvas que tomes en tu vida, estás siguiendo un camino que te llevará inevitablemente a un punto…
No sé por qué, pero me encuentro a mí misma poniéndome en la propia piel de su familia, como si de esa forma pudiera comprender de una forma más cercana el dolor que siente Dave por la pérdida de un familiar. – A veces el amor nos ciega, hacemos cosas imprudentes por las personas a las que amamos, pero eso no significa que nuestras intenciones sean malas. – Y no sé por qué utilizo la primera persona cuando es evidente que no he experimentado el amor de esa manera. Sí, estuve con Charles en su día, pero esa relación estaba dentro de la comodidad de no depender de nadie, no tenía a nadie a quien decepcionar si las cosas salían mal. Este es otro caso totalmente distinto. – Una vez alguien me dijo que cuando se trata de amor no hay una opción equivocada. – No recuerdo exactamente quien me lo dijo, pero en el momento no me pareció un mal consejo. Ahora no sé hasta qué punto puede llegar a servirle a él. – No sé qué fue lo que llevó a tu tía a escogerle a él, aunque puedo decirte que si lo hizo en su día fue por un buen motivo. – Trato de consolarle, puesto que tristemente nunca llegarán a saberlo dado que no se encuentra con vida. También podría dejar de meterme donde no me llaman y dedicarme a hacer de lo mío: leer tazas de té y barajar cartas.
Algo me decía que ya sabía por donde iba a tirar cuando ha empezado a hablar sobre las constelaciones, lo cual se confirma cuando me transmite información acerca de una chica un tanto especial para él. – Oh, pero ahí está el error, Dave, no puedes resignarte a no hacer algo solo por creer que algo malo va a suceder. Esto es como lanzarse a la piscina, no tienes que pensarlo. – Si hay algo que he aprendido con el tiempo y no necesariamente por ser vidente, es que no podemos esperar a que las cosas lleguen a su final por cuenta propia. – Tienes que adueñarte de tus acciones, dejar el miedo atrás y buscar lo que sea que estés buscando. Si esperas y asumes que el destino ya tiene algo preparado te estás cerrando a ti mismo a explorar el resto de opciones. – Sé que es difícil para alguien empeñado en conocer su futuro a costa de señales y signos que le lanza la vida, pero es más, por eso tiene todavía más razón para hacer algo inesperado. Me repaso los labios con la lengua, pensativa ante su pregunta curiosa, pues honestamente no es algo que me haya planteado a menudo. – No necesariamente, si voy a serte sincera, la vida me ha llevado por caminos desagradables y no tan desagradables. Puede que sí que esos caminos estén diseñados a llevarme a un punto que desconozco, pero creo que funciona más bien como un puzle. Recoges lo que te dan y haces con las piezas lo que mejor te conviene en ese momento. Los resultados son infinitos. – Me encojo de hombros, pues no es un análisis demasiado científico. Igualmente a mí me sirve para tratar de comprender hacia donde ha querido llevarme el destino.
Algo me decía que ya sabía por donde iba a tirar cuando ha empezado a hablar sobre las constelaciones, lo cual se confirma cuando me transmite información acerca de una chica un tanto especial para él. – Oh, pero ahí está el error, Dave, no puedes resignarte a no hacer algo solo por creer que algo malo va a suceder. Esto es como lanzarse a la piscina, no tienes que pensarlo. – Si hay algo que he aprendido con el tiempo y no necesariamente por ser vidente, es que no podemos esperar a que las cosas lleguen a su final por cuenta propia. – Tienes que adueñarte de tus acciones, dejar el miedo atrás y buscar lo que sea que estés buscando. Si esperas y asumes que el destino ya tiene algo preparado te estás cerrando a ti mismo a explorar el resto de opciones. – Sé que es difícil para alguien empeñado en conocer su futuro a costa de señales y signos que le lanza la vida, pero es más, por eso tiene todavía más razón para hacer algo inesperado. Me repaso los labios con la lengua, pensativa ante su pregunta curiosa, pues honestamente no es algo que me haya planteado a menudo. – No necesariamente, si voy a serte sincera, la vida me ha llevado por caminos desagradables y no tan desagradables. Puede que sí que esos caminos estén diseñados a llevarme a un punto que desconozco, pero creo que funciona más bien como un puzle. Recoges lo que te dan y haces con las piezas lo que mejor te conviene en ese momento. Los resultados son infinitos. – Me encojo de hombros, pues no es un análisis demasiado científico. Igualmente a mí me sirve para tratar de comprender hacia donde ha querido llevarme el destino.
—Supongo que no— concuerdo con ella en que no había malas intenciones, no creo que nadie se enamore nunca de esa manera, ¿no se supone que el amor nos hace querer ser mejores personas? Eso no lo sé bien, en ocasiones deseamos ser alguien que pueda ser aceptado, yo mismo puse en duda quien era y de donde venía para ser correspondido por la chica que me gustaba, más de una vez. Es como si buscáramos acercarnos a esa imagen que creemos que la otra persona amará, tal vez porque no tenemos la confianza de creer que siendo como somos, es suficiente. Con el ejemplo de mis tías lo que aprendí es que es posible cambiar y abandonar todo para ser otra persona, creyendo que eso es amor. ¿Y si acaba en desgracia? ¿Podemos seguir pensando que en el amor no hay opciones equivocadas? Mi boca se entreabre para formar una palabra que no cobra fuerza, muere en mi mutismo. Siento una picazón en la garganta cuando me dice que tal vez mi tía tuvo un buen motivo, evoco la única imagen que tengo de ella en una fotografía de adolescente. Su cabello castaño que caía en ondas, una sonrisa que escondía bien como se sentía, unos ojos azules que se veían aguados, sentada entre las altas briznas de pastos con pantalones cortos y una camiseta más grande que su talle. No tengo idea de cómo se verá ahora, puedo calcular cuántos años tendrá, pero en mi memoria se quedará para siempre en dieciséis años. —Tienes razón— murmuro, demasiado bajo. — Ella lo habrá amado por algún motivo…— trato de entenderlo, creo que… de perdonarla, como espero que mi padre lo haga algún día y saque esas fotografías que juntan polvo en una caja oscura. No tendría que hacerlo, no es como si ella nos pidiera perdón por haberse amado a ese hombre. Si pienso en mi sueño, ella solo quería que la entendiera.
Creo que puedo hacerlo, tal vez he seguido sus pasos guiado por mi subconsciente, es una manera rebuscada de pensar en lo que me sucede con Raven cuando tengo que admitir que la primera vez que la vi en lo último que pensé fue en todo el drama de mi familia, estaba impactado y toda su energía me desbordó, supe que con un chasquido de sus dedos, mi mundo podría ponerse de cabeza. Entonces no lo pensé, lo hago ahora y tengo mi mente mareada de tantas vueltas. Lleno mi pecho de aire que voy soltando lentamente sobre la taza de té que sujeto con mis manos, con la cabeza gacha observo como el líquido tiembla. —No me importa lo que pueda pasar, sé que la quiero. No quiero pensar en el futuro, quizás no llegue nunca… y si llega no haré más que lamentarme de no haber aprovechado el presente— murmuro, aferrándome al consejo de Phoebe para hacer frente a la adversidad y es más efectivo que una tirada de cartas que me dieran el visto bueno. Porque sirve para poder levantar el rostro y no importa que los arcanos predigan el peor de los pronósticos, recibo la tormenta con gusto. Quiero pensar en la vida de la misma forma en que ella lo hace, no como un camino con un principio y un final, sino como un rompecabezas en que cada experiencia se vuelve una pieza fundamental y tal vez esta también lo sea, no habrá tragedia que lo derrumbe todo, son todas experiencias. — Gracias, Phoebe. Tienes… una manera muy valiente de ver la vida— digo y me quedo pensando en esos dos segundos. —A pesar de que eres vidente y seguro ves muchas cosas desagradables, sigues siendo muy valiente—. Bebo de la infusión caliente que contribuye a calmar mi espíritu, ese que despertó perturbado por la mañana y de a poco se siente recobrado. —Gracias, de verdad.
Creo que puedo hacerlo, tal vez he seguido sus pasos guiado por mi subconsciente, es una manera rebuscada de pensar en lo que me sucede con Raven cuando tengo que admitir que la primera vez que la vi en lo último que pensé fue en todo el drama de mi familia, estaba impactado y toda su energía me desbordó, supe que con un chasquido de sus dedos, mi mundo podría ponerse de cabeza. Entonces no lo pensé, lo hago ahora y tengo mi mente mareada de tantas vueltas. Lleno mi pecho de aire que voy soltando lentamente sobre la taza de té que sujeto con mis manos, con la cabeza gacha observo como el líquido tiembla. —No me importa lo que pueda pasar, sé que la quiero. No quiero pensar en el futuro, quizás no llegue nunca… y si llega no haré más que lamentarme de no haber aprovechado el presente— murmuro, aferrándome al consejo de Phoebe para hacer frente a la adversidad y es más efectivo que una tirada de cartas que me dieran el visto bueno. Porque sirve para poder levantar el rostro y no importa que los arcanos predigan el peor de los pronósticos, recibo la tormenta con gusto. Quiero pensar en la vida de la misma forma en que ella lo hace, no como un camino con un principio y un final, sino como un rompecabezas en que cada experiencia se vuelve una pieza fundamental y tal vez esta también lo sea, no habrá tragedia que lo derrumbe todo, son todas experiencias. — Gracias, Phoebe. Tienes… una manera muy valiente de ver la vida— digo y me quedo pensando en esos dos segundos. —A pesar de que eres vidente y seguro ves muchas cosas desagradables, sigues siendo muy valiente—. Bebo de la infusión caliente que contribuye a calmar mi espíritu, ese que despertó perturbado por la mañana y de a poco se siente recobrado. —Gracias, de verdad.
No me considero una persona que dé buenos consejos, o al menos lo suficientemente buenos como para que alguien se los aplique en su día a día. Solo me dedico a contarle a la gente la manera en que sus vidas pueden tomar un giro inesperado, bien de buena suerte o, todo lo contrario. Es básicamente lo que llevo haciendo toda la vida, antes como método para ganar unas monedas cuando era lo único que podía hacer y que nadie más tenía, ahora más como una manera de ayudar a aquellos que buscan deshacerse de sus dudas personales. Con Dave nunca ha sido sencillo, creo que por el hecho de ser una persona tan empática, en ocasiones demasiado, diría yo. Reconozco que una de las mayores virtudes en una persona es la capacidad de colocarse en los pies y mente de otro, pero cuando esa misma habilidad trastorna la forma en que tenemos de ver las cosas de una forma tan radical, no puede salir nada bueno de ello. – No conozco mucho a tu tía… pero por cómo hablas de ella no parecía ser una mala persona. – Le digo con intenciones de que suene a consuelo, aunque no muy segura de ser precisamente lo que necesite en estos momentos.
Por lo menos de todo esto percibo un cambio en la actitud de Dave, que no sé si se debe al hecho de que yo sea vidente o por otra causa ajena a lo que hemos estado hablando. Cambio de postura para cruzar mis piernas una sobre otra en lo que reposo mis codos sobre las mismas y le observo con cautela, asintiendo ligeramente ante sus palabras que de repente se tornan más sabias de lo que habría esperado. De alguna manera también me encuentro negando con la cabeza, pues tampoco me considero la persona más valiente del mundo. – Oh, no, no… yo… no creo que sea valiente, hay muchas cosas de las que tengo miedo, más de las que me gustaría admitir, por desgracia. Solo trato de que eso no me afecte a la hora de despertarme por las mañanas. No se puede vivir con miedo. – Aunque hay quién dice que el hecho de tener miedo a que algo suceda mal es lo que hace que seas valiente, puesto que alguien cobarde no tiene nada que perder. No sé hasta que punto eso es verdad, porque hay momentos en la vida en los que uno también tiene que aprender a no arriesgar, a esperar al momento adecuado, de la misma manera que también hay que buscar lo que uno quiere. – No tienes que agradecerme, sé que solemos ir directos a la parte fácil, pero a veces simplemente hablar también ayuda a aclarar las ideas. – Y sino, siempre quedará la taza que se está tomando para descartar resultados.
Por lo menos de todo esto percibo un cambio en la actitud de Dave, que no sé si se debe al hecho de que yo sea vidente o por otra causa ajena a lo que hemos estado hablando. Cambio de postura para cruzar mis piernas una sobre otra en lo que reposo mis codos sobre las mismas y le observo con cautela, asintiendo ligeramente ante sus palabras que de repente se tornan más sabias de lo que habría esperado. De alguna manera también me encuentro negando con la cabeza, pues tampoco me considero la persona más valiente del mundo. – Oh, no, no… yo… no creo que sea valiente, hay muchas cosas de las que tengo miedo, más de las que me gustaría admitir, por desgracia. Solo trato de que eso no me afecte a la hora de despertarme por las mañanas. No se puede vivir con miedo. – Aunque hay quién dice que el hecho de tener miedo a que algo suceda mal es lo que hace que seas valiente, puesto que alguien cobarde no tiene nada que perder. No sé hasta que punto eso es verdad, porque hay momentos en la vida en los que uno también tiene que aprender a no arriesgar, a esperar al momento adecuado, de la misma manera que también hay que buscar lo que uno quiere. – No tienes que agradecerme, sé que solemos ir directos a la parte fácil, pero a veces simplemente hablar también ayuda a aclarar las ideas. – Y sino, siempre quedará la taza que se está tomando para descartar resultados.
—Me gustaría…— murmuro y tomo un poco de aire antes de seguir,—pensar en ella como alguien que no fue una mala persona—. Decido al decirlo que será de esa manera cómo la evocaré de ahora en más, porque creo que cómo elegimos recordar a una persona y cómo eso nos afectará, también tiene mucho que ver con nuestra voluntad. Hago un repaso de los otros rostros que conocí a través de una imagen capturada hace muchos años, de todos el más nítido era de mi tía y puedo solo dejarla ir, desprenderme de todo el sentimiento de confusa nostalgia que me agobiaba por culpa de una cuenta pendiente heredada, pero que reconozco que debía saldar a mi modo para poder continuar. Y tal vez así, poder enamorarme de alguien por mí, no por todo el pasado y memorias que no son las mías. Poder dar un paso a la vez, andar mi propio camino, ver que tan lejos puedo llegar.
También creo que se trata de ser valiente, aunque ella diga que no lo es, muevo mi cabeza en negación. —Lo eres, Phoebe. Sonará a frase trillada pero la valiente no es la ausencia de miedo, sino hacerle cara todos los días— digo, poniéndome lentamente de pie para abandonar su sillón y colocar con suavidad la taza vacía de la infusión sobre la mesa baja. —Eso es lo que haces cada mañana cuando no dejas que el miedo afecte tus decisiones—. Y nunca había pensado en lo que a mí me angustiaba como miedo, lo tomaba como un mal presentimiento o la anticipación de una tragedia, algo que estaba fuera de mi control, que había sido marcado por una fuerza mayor a mi voluntad. Pero quizá si era miedo, yo mismo coartándome, me paso una mano por mi cabello poniéndolo en puntas, y sonrío a Phoebe de la mejor forma que puedo. —Supongo que charlar un poco también viene bien, puede ser todo lo que necesitaba…— y aunque ella diga que no tengo nada que agradecerle, se ha sentado a escuchar una historia que no tenía obligación a oír. —Y para que no quede todo en charla, creo que tengo algo que hacer ahora mismo…— carraspeo por la incomodidad de no saber cómo despedirme, así puedo desaparecerme y en unos minutos estar de regreso en el norte, donde creo que está la chica que se merece que enfrente todos mis malos presagios o que se cumplan, lo que sea. —Gracias por el té— me despido.
También creo que se trata de ser valiente, aunque ella diga que no lo es, muevo mi cabeza en negación. —Lo eres, Phoebe. Sonará a frase trillada pero la valiente no es la ausencia de miedo, sino hacerle cara todos los días— digo, poniéndome lentamente de pie para abandonar su sillón y colocar con suavidad la taza vacía de la infusión sobre la mesa baja. —Eso es lo que haces cada mañana cuando no dejas que el miedo afecte tus decisiones—. Y nunca había pensado en lo que a mí me angustiaba como miedo, lo tomaba como un mal presentimiento o la anticipación de una tragedia, algo que estaba fuera de mi control, que había sido marcado por una fuerza mayor a mi voluntad. Pero quizá si era miedo, yo mismo coartándome, me paso una mano por mi cabello poniéndolo en puntas, y sonrío a Phoebe de la mejor forma que puedo. —Supongo que charlar un poco también viene bien, puede ser todo lo que necesitaba…— y aunque ella diga que no tengo nada que agradecerle, se ha sentado a escuchar una historia que no tenía obligación a oír. —Y para que no quede todo en charla, creo que tengo algo que hacer ahora mismo…— carraspeo por la incomodidad de no saber cómo despedirme, así puedo desaparecerme y en unos minutos estar de regreso en el norte, donde creo que está la chica que se merece que enfrente todos mis malos presagios o que se cumplan, lo que sea. —Gracias por el té— me despido.
No me atrevo a decir más, creo que mi mirada basta para expresar lo que siento. Al final, cuando se trata de personas que ya no están con nosotros y de las cuales no tenemos forma de averiguar como se sentían, solo nos queda aferrarnos a la idea que teníamos sobre ellos. Esa imagen que, en muchas ocasiones, no tiene por qué asemejarse a la realidad. No se lo digo, no porque siento que no merece la pena formular más inseguridad hacia un tema que ya de por sí se siente prohibido para él. Si algo he entendido sobre su familia las veces que ha hablado de ella es que no son personas a las que les sea fácil cambiar de opinión. Lo que verdaderamente importa ahora es la conexión que sienta él hacia esa tía suya que, si bien no ha tenido la oportunidad de conocer, aprecia bastante.
Por alguna razón me siento ligeramente incómoda cuando la conversación toma un giro para volcarse en mí, no muy acostumbrada a ser el foco de atención, de manera que tengo que acompañar mi gesto moviendo la cabeza en señal negativa para apartar esa sensación. – Sí, bueno, supongo que tienes razón… – Acabo por aceptar, más por conformidad que por otra cosa. Estando en la situación en la que estoy ahora, me considero una persona afortunada en cuanto a oportunidad y lujo, si lo comparamos a como estaba hace unos meses. No diría que despierte con miedo por las mañanas, lo cual no me hace valiente, pero supongo que tampoco me hace cobarde pensar que las cosas podrían empeorar. – No tienes de qué agradecerme, solo espero haber sido de ayuda. – Que es, primordialmente, la razón por la que vino aquí desde el principio.
Me levanto para acompañarlo a la puerta, dedicándole una última mirada de comprensión. – Piensa en lo que te dije. – Alcanzo a murmurar antes de que salga despedido por el marco de la puerta. Cierro la misma con un suave movimiento de mi brazo solo para terminar suspirando cuando caigo en la cuenta de tener que recoger la mesa. No me demoro mucho en colocar las tazas con el azucarero y demás en la bandeja para llevarlo todo de a una, pero una sombra curiosa en la taza de Dave hace que me siente nuevamente en el sofá con la misma entre mis dedos. Creo que las arrugas que se forma en mi frente una vez descubro la figura que aparece en el fondo son suficiente prueba para demostrar que no me gusta lo que veo, en especial ahora que conozco el trasfondo de su significado. Me paso toda la tarde restante de ese día debatiendo entre si ir en la búsqueda de mi amigo o si dejarlo correr. Me decanto por la última, aunque no muy segura de si es la decisión correcta.
Por alguna razón me siento ligeramente incómoda cuando la conversación toma un giro para volcarse en mí, no muy acostumbrada a ser el foco de atención, de manera que tengo que acompañar mi gesto moviendo la cabeza en señal negativa para apartar esa sensación. – Sí, bueno, supongo que tienes razón… – Acabo por aceptar, más por conformidad que por otra cosa. Estando en la situación en la que estoy ahora, me considero una persona afortunada en cuanto a oportunidad y lujo, si lo comparamos a como estaba hace unos meses. No diría que despierte con miedo por las mañanas, lo cual no me hace valiente, pero supongo que tampoco me hace cobarde pensar que las cosas podrían empeorar. – No tienes de qué agradecerme, solo espero haber sido de ayuda. – Que es, primordialmente, la razón por la que vino aquí desde el principio.
Me levanto para acompañarlo a la puerta, dedicándole una última mirada de comprensión. – Piensa en lo que te dije. – Alcanzo a murmurar antes de que salga despedido por el marco de la puerta. Cierro la misma con un suave movimiento de mi brazo solo para terminar suspirando cuando caigo en la cuenta de tener que recoger la mesa. No me demoro mucho en colocar las tazas con el azucarero y demás en la bandeja para llevarlo todo de a una, pero una sombra curiosa en la taza de Dave hace que me siente nuevamente en el sofá con la misma entre mis dedos. Creo que las arrugas que se forma en mi frente una vez descubro la figura que aparece en el fondo son suficiente prueba para demostrar que no me gusta lo que veo, en especial ahora que conozco el trasfondo de su significado. Me paso toda la tarde restante de ese día debatiendo entre si ir en la búsqueda de mi amigo o si dejarlo correr. Me decanto por la última, aunque no muy segura de si es la decisión correcta.
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