Es tarde en la noche cuando puedo oír el golpeteo en la puerta y eso me despierta con la alarma sonando dentro de mi cabeza atontada por el sueño. Mi casa es un cuchitril pequeño de solo dos habitaciones, en la zona menos céntrica del distrito doce y la cantidad de personas que conocen dónde vivo es equivalente a los pocos muebles que decoran el lugar. Que tenga que levantarme de un colchón mugroso del suelo dice mucho de esa expresión. Tanteo hasta dar con un viejo reloj que uso todos los días como despertador y puedo decir que, quien sea que esté buscando mi compañía, debe tener sus motivos para hacerlo a estas horas. ¿Tendrá algo que ver con las noticias de las últimas semanas? ¿O tendré una nueva bomba puesta en la entrada?

Saco la varita de abajo de mi almohada y me acerco a la puerta con paso sigiloso y gatuno, consciente de que existe una alta posibilidad de que el rostro del otro lado no sea precisamente amigo. Apenas corro la mirilla de la puerta para chequear y, a pesar de que me relajo al reconocer a Kennedy, no puedo evitar preguntarme con cierta urgencia qué es lo que hace aquí a estas horas. No hemos hablado hace semanas, al menos no propiamente, puesto que todo se ha resumido a informes que nos mantuvieron demasiado ocupados. Y algo me dice que una visita nocturna no es precisamente para tomar el té, cosa que no existe en mi casa porque siempre me ha parecido demasiado asqueroso como para molestarme en gastar mis pocos recursos en esa porquería.

En favor de ser precavido ante la existencia de las pociones multijugos, los imperius y los metamorfos, no guardo la varita cuando saco las trabas de mi puerta y abro de un tirón — ¿Qué ha sucedido? — pregunto de inmediato, echando un vistazo rápido para chequear su aspecto en un intento de adivinar lo que la ha traído hasta aquí — No te esperaba, Kenny, deberías haber enviado un mensaje. ¿Está todo bien?

A medida que veo como Hans se aleja del lugar comienzo a tener la sensación de que debería haber hecho algo más. Podría seguirlo pues alas no me faltan pero ¿Luego qué? Será mejor dejarlo así de momento y hacer lo necesario para que no me caiga un escuadrón de aurores ahora mismo. Conoce mi rostro y si bien tiene un nombre falso, alguien en el gobierno podría reconocerme con un buen identikit. Para colmo tengo el chip que podrían rastrear en un santiamén así que mi primera misión será desactivarlo como sea.

Un bombarda después lo escondo en el hueco del último ladrillo en un callejón y comienzo mi camino hacia el único lugar del 12 en donde me siento segura. Solo espero que Ferdia esté en casa, aunque siendo honesta tengo los niveles de adrenalina tan altos que podría correr hasta el 5 sin ningún problema. Tendré que acostumbrarme a ésto de ahora en más... correr en la noche, pasar desapercibida. Nada de entrevistas ni investigación para mí pues sería un peligro para cualquiera que entre en contacto conmigo.

Sigue siendo de noche cuando llego al conocido lugar, llamo a la puerta y me encuentro con Ferdia con varita en mano y un montón de preguntas razonables - Tuve un duelo con el ministro de justicia- explico y no llego a dar más detalles  pues se me nubla la vista y de repente todo se pone negro. Si hace unos minutos me creía capaz de correr hasta el 5, ahora siento que necesito usar ese tiempo para dormir pues el cuerpo no me responde. Adiós subidón de adrenalina, fue bueno mientras duró.

Me basta un vistazo el darme cuenta de que no parece estar herida, pero tanto su expresión como su estado agitado son motivos suficientes como para ponerme en estado de alerta. Lo que no me espero, sobre todas las cosas, que meta en la ecuación a un ministro — ¿Tuviste un duelo con Marcus Clarke…? —Ah, no, ese tipo no está en servicio hace como siete meses. Tengo que hacer un veloz recorrido en mi memoria hasta que puedo cazar el nombre que se me ha patinado — ¿Por qué es…? — no termino de formular mi pregunta, porque puedo ver como el color abandona su rostro y mi instinto es el dar un paso hacia delante y tomarla con cuidado de los brazos — Ven. Parece que la calle es el peor lugar dónde puedes estar esta noche — no sé si me escucha, pero aún así utilizo un tono que busca ser tranquilizador. La cargo con cuidado contra mí, echo un vistazo a nuestro alrededor en busca de algún movimiento sospechoso, pero no encuentro nada. Por eso cierro la puerta y nos pongo a cubierto.

Tengo sumo cuidado al colocar a Kenny sobre el colchón y acomodo la almohada para que su cabeza descanse, a pesar de que mi mirada está en la búsqueda de la botella de agua que sé que dejé por algún lado. La única lámpara de la habitación es la que ilumina mis movimientos hasta que consigo regresar junto a ella, buscando el refrescarla — No te hizo daño, ¿verdad? — pregunto en un murmullo y quito con cuidado algunos mechones de su rostro — Kenny… ¿Cómo es que terminaste en un duelo con Powell? ¿Qué ha pasado? — porque no es posible que esto sea simple casualidad y, si lo es, de todos modos es algo para preocuparse. El gobierno no se arrastra entre nuestras calles, no tan abiertamente.

La pérdida de conciencia solo dura unos segundos, de hecho me sorprendo un poco al encontrarme en los brazos de Ferdia sin estar segura de cómo llegue allí, supongo que me habrá atrapado en el camino. Que más da, un síncope es un bajo precio a pagar por lo que acabo de vivir, me consta que el ministro de justicia quedó peor que yo. Me creo capaz de caminar por mí misma pero me dejo guiar hasta la cama y guardo silencio por unos segundos. Mi cuerpo sigue doliendo, mis músculos están cansados pese a que siento el espíritu más alto que nunca.

Estoy por responder la primera pregunta con una sonrisa hasta que decido que es mejor contar la historia desde el principio, intentaré no irme por las ramas pues hubo una época en la que me dedicaba a hacer ésta clase de cosas: contar con sumo detalle hechos recientes para un amplio público, solo que en aquel tiempo muchas de las historias eran exageradas o incluso inventadas para captar la atención de los oyentes.

- Estaba en el bar de siempre charlando con Bob, se acercó a mí en busca de información sobre el último escuadrón de aurores que desapareció y a lo largo de la charla comenzó a desconfiar de mí - su razón fue ridícula y de no ser por el comportamiento de Nutters habría salido de allí sin siquiera tener que sacar la varita de mi falda - Quería salir volando de allí así que sugerí ir afuera, me atacó con un incarcerous - explico con los ojos clavados en mis manos entrelazadas sobre mi vientre - Pero me escapé y le pateé el trasero - finalizo con una sonrisa orgullosa.

Fue cuestión de suerte, sé que no se repetirá algo así pero es una caricia al ego saber que al menos una vez fui capaz de vencer en un duelo a un mago experimentado - Oh y le rompí la varita, otra cosa no podía hacer sin declararle la guerra de inmediato al ministerio... Y si se te ocurre algo mejor, no me lo digas, estoy disfrutando del momento. - agrego levantándome un poco en la cama, poco a poco pues no quiero perder la conciencia de nuevo.

No sé por qué no me sorprende lo que dice y no contengo la mueca de desagrado ante la descripción de la secuencia — A más de uno de esos le viene bien que le pateen el trasero de vez en cuando — murmuro, aunque no puedo evitar analizarla con una mirada escrutadora en busca de algún pelo fuera de lugar o rasguño destacando en su blanca piel. Muevo la botella frente a ella con intenciones de que la tome y se refresque, acabo por sonreír con diversión cuando cuenta que le ha roto la varita — Esa es mi chica — bromeo. No obstante, lo siguiente me hace apagar un poco la expresión y balanceo la cabeza de un lado al otro — ¿Matarlo y hacerlo parecer una pelea callejera? — soy honesto, esa hubiera sido mi salida. Cuanto menos ratas ministeriales existan, mejor, no importan las consecuencias — ¿Robarle algunos pelos de la cabeza y usarlos para una poción multijugos? — esa sería buena. Portar la cara de un ministro puede darte algunos beneficios que podrían habernos sido de utilidad.

Pongo una mano en su hombro para indicarle que vaya despacio, percatándome de un detalle — Espera. Si no lo mataste… ¿Lo dejaste ir incluso cuando conoce tu cara? — ese es un enorme descuido, incluso para alguien tan detallista como lo es ella. Ha sabido mantener a salvo a la red durante mucho tiempo, pero nada de eso servirá si una cabeza del gobierno sabe quien es y que no es de fiar — Kenny… deberías haberle cortado la garganta ahí mismo. ¿Qué sucederá si logran rastrearte? ¿Qué haremos si llegan a la radio? — mis labios nerviosos son masticados por mis dientes y me siento hundir en el colchón, desinflándome en mi postura — Podría ser un enorme problema…

- Te dije que no me sugirieras otras opciones - respondo con lo que intenta ser una mirada reprobadora pero creo que ni saber que luego del duelo mis acciones dejaron que desear podrá arruinar el sentimiento que llevo adentro. No me sentía preparada para lo primero, matar es algo que jamás he hecho y si bien me gusta considerarme una revolucionaria, mi papel es otro. Mi arma es la pluma, no la espada, aunque solo la uso figurativamente... Y en realidad es curioso porque sí tengo una espada, pero jamás la he usado para algo irreversible - Lo de la poción multijugos suena demasiado bien, lamento haber dejado ir la oportunidad - y lo tenía a mi merced para quitarle todos los pelos que quisiera ¡Podría haberlo dejado pelado!

Siento su mano en mi hombro y decido quedarme allí, aunque sus palabras hacen más efecto que el contacto físico y me obligan a rendirme sobre el colchón una vez más. Eso es algo que sí pensé, pero no hay nada que me vincule con la red y me iré de ser necesario, jamás los pondría en peligro - Me convertiré en un fantasma - respondo con un tono grave - Y si algo me pasara, la red queda en buenas manos... Jeff se hará responsable - es una conversación que tuvimos seriamente hace ya algunos años ¿Qué sería de nuestro pequeño grupo si alguna vez nos pasara algo? No fue una charla agradable y si algo escaseó fueron las sonrisas, pero llegamos a un acuerdo responsable... Protegernos entre nosotros y cuando eso ya no sea posible, abandonarnos para cuidar de aquellos que tenemos a cargo. Si bien ya son todos adultos, ninguno de los dos podría cargar con la pérdida de alguno de ellos - No podía matarlo, Ferdia, es un límite que no estoy lista para cruzar... Sé que es gente mala pero no soy tan fuerte como algunos piensan, no podría vivir con el peso de una muerte en mi conciencia, así sea la de un funcionario de un gobierno de ratas.

Por la expresión que le pongo, queda bien en claro que no me gusta ni mierda lo que está sugiriendo. De todas las personas que se merecen tener que pasar a ser parte de las sombras, Kenny está última en la lista y todo por un descuido ligado a un capricho ministerial — No digas eso — le recrimino en un tono un poco infantil, testarudo a mantenerme negado a su resolución — Nada va a pasarte, no será necesario que Jeff se haga cargo de nada. Tendrían que tirar el distrito abajo para que alguno de nosotros permitiesen que alguien te ponga un dedo encima — podemos no ser personas perfectas, pero conozco nuestro funcionamiento. A diferencia del gobierno, donde las escalas sociales dividen a unos de los otros, nosotros aprendimos a funcionar como una unidad. Kenny es un tronco fuerte que la mantiene estable y, obviando eso, yo jamás permitiría que le suceda algo. Sé que lo sabe.

No me sorprende su confesión final, conozco su carácter a pesar de no compartirlo. La oigo en un silencio que pretende no juzgarla y coloco la botella sobre el suelo al ver que ha pasado de ella una vez más, rasco mi nariz con el dorso de la mano y busco acomodarme un poco las ideas. No quiero recordarle una vez más el error que ha cometido, pero mi rostro se tuerce en la mueca del desagrado hacia esas personas las cuales, en mi opinión, carecen de segundas oportunidades — Sabes que no estarías viva si la situación se hubiese dado a la inversa, ¿verdad? — intento mostrar mi punto en el tono más suave que soy capaz, aunque fuerzo una sonrisa sin una pizca de alegría en su dirección. Me obligo a palmearle la rodilla en un modo cariñoso y resoplo — ¿Eso es todo? ¿No sabía de lo del catorce? — eso es bueno, significa que los siguen dando por muertos y eso nos pone en ventaja. Siguen siendo una sorpresa que no esperan, un golpe que podemos usar.

Ahora, si pienso en los aurores desaparecidos, eso es una enorme incógnita. ¿Quién está asesinando empleados del ministerio, incluso cuando no es ninguno de nosotros? Estamos dentro del movimiento rebelde, de la resistencia a este sistema, pero no he oído de quién podría haber ejecutado tal hazaña y eso que he husmeado en los sitios más mugrosos del norte. Aparto con cuidado la mano de su rodilla y entrelazo mis dedos entre sí, pensativo — No sé cómo lo ves, Kenny, pero siento que cada día están más cerca. Si tienen la capacidad de moverse por el norte a sus anchas, será cuestión de tiempo hasta que toquen a nuestra puerta — es sabido que no podemos permitirlo. Me enderezo un poco en mi lugar en busca de mayor compostura, tratando de ser cuidadoso al elegir mis siguientes palabras — Sé que es mucho pedir, pero siento que no podemos seguir tiempo. Tenemos que jugar nuestras cartas ahora, antes de que se nos vengan encima. Una vez me contaste que en el catorce entrenaban para pelear, pues bien, ahora contamos con más soldados — y si encontramos a los chicos, por jóvenes que sean, saben usar un arma. Y eso es lo que necesitamos.

Demonios, a veces creo que ponen demasiado reconocimiento en mí y ¿Por qué? Lo único que hice fue darle hogar a un montón de gente que no lo tenía y juntos ir armando un programa de radio que fue llegando, poco a poco, a la gran mayoría de los hogares de Neopanem. El trabajo duro lo hacen los demás, yo ni siquiera soy la voz del programa, lo único que hago es armar una lista de cosas que hacer y de alguna forma hacerlas - Ustedes tienen que cuidar de ustedes mismos, son mucho más valiosos que yo - respondo tomando su mano para darle un apretón pues, pese a que no lo comparto, aprecio sus palabras - Eres demasiado bueno conmigo, Ferdia - agrego y caigo en la cuenta de la botella cuando la deja en el suelo, quizás no estoy tan recuperada después de todo.

Asiento con su siguiente pregunta y mientras tanto me inclino sobre la cama para tomar la bebida yo misma y así dar un sorbo, es refrescante y solo cuando el líquido se desliza en mi boca comprendo cuánto lo necesitaba - No sabe nada, tal y como lo sospechaba - no me gusta meterme en sus cabezas para comprenderlos pero de saber que están vivos, habría montado toda una movilización para que el mismo pueblo ayude a encontrarlos. Tarde, ya se han ganado nuestros corazones y nos hemos puesto de su lado... Aunque en realidad eso jamás estuvo en duda.

Escucho su pequeño discurso mucho más abierta que al última vez pues ahora, desde la primera palabra, sé que tiene razón. Ahora somos más, quizás no un ejército pero los suficientes para hacer algo y me consta que luego de un par de años en el 14 te conviertes en un soldado así que podemos contar con los chicos, aunque estén hormonalmente revolucionados - No me gusta la idea de poner a alguien en peligro pero no hay nada que pueda hacer para evitar que algo pase así que sí, será mejor poner manos a la obra ahora que no los están buscando y no se lo ven venir - porque si su preocupación es un escuadrón de aurores desaparecido, no se estarán preocupando mucho por su propia seguridad - Enviaron a un ministro solo, sin protección ni refuerzos cercanos. Ni siquiera puede llamarse una operación, podemos hacerlo mucho mejor que ellos.

— Lo sé, soy un ángel caído del cielo para ti — bromeo en tono pomposo, aunque quiebro la postura al reír por lo bajo. Al menos, tanta preocupación se apacigua cuando me confirma que el ministerio no está detrás de sobrevivientes de un atentado que dan por ganado, lo que nos regala la ventaja en este tablero que se mueve demasiado rápido para poder mantener el ritmo. Ellos están caminando en otra dirección, a nivel militar eso es totalmente favorable. ¿O están levantando una defensa en silencio de la cual jamás hemos oído hablar? Al gobierno le gusta demostrar que lleva la delantera, pero tampoco podemos subestimarlos… ¿O sí podemos?

Me levanto del colchón y me paseo por la habitación, pasando una mano ansiosa por mi pelo y echándolo en todas direcciones — Tal vez ni siquiera fue una operación. Powell no es santo de mi devoción, pero no es idiota. Ninguno de esos va a moverse por terrenos enemigos sin tener la seguridad de que tienen el culo a salvo — si gente como un ministro tiene pase libre para andar a sus anchas por el doce, significa que nosotros tenemos algo por lo que preocuparnos, porque hay detalles que se nos han ido de las manos — Ellos destruyeron el catorce, el símbolo de que aún hay sitios a dónde el ministerio no puede llegar. Fueron quince años con la esperanza de terreno intocable — sé que esa ha sido su victoria, pero es hora de que nosotros nos hagamos con la nuestra. Debe ser por eso que, cuando me detengo y la miro, debo parecer un poco desquiciado — ¿Y qué si nosotros destruimos el símbolo de su poder? ¿Y qué si jugamos sus mismas cartas? — creo que es un poco obvio por dónde voy, pero igual le lanzo una mirada significativa — El ministerio no se construyó en un día, pero puede destruirse en uno.

Sonrío pues creo que no hay mejor definición para lo que él y los demás miembros de la red significan para mí. Estoy rodeada de ángeles y si hay uno que ha caído sin duda es el que tengo en frente, los demás puede que aún tengan su lugar en la ciudad de plata y bajen de vez en cuando a hacer sus milagros - Con énfasis en caído - sigo su broma. En realidad no estoy muy segura de qué significa eso, solo sé por las viejas historias que contaba mi madre que los más rebeldes eran los que terminaban perdiendo su lugar.

Observo como se levanta y respiro profundo pues es mi parte favorita de mis reuniones con él, cuando pone quinta marcha y saca mil ideas de la galera, una más disparatadas que otras pero eso no quiere decir que sean improbables. Escucho y hago una mueca pues disiento en eso, creo que fueron bastante descuidados - ¿Culo a salvo? Podría haberlo matado... No lo hice, pero podría haberlo hecho - y no me conocen así que no tienen idea de lo que soy capaz en realidad, ahora ya lo saben así que supongo que jugarán con eso a su favor en el futuro si nos volvemos a ver.

Su idea no me decepciona aunque hay varios puntos que hay que tener en cuenta ¿Estamos hablando de destruir el ministerio en sentido literal o figurativamente? ¿Qué clase de pregunta es esa? Estamos hablando de Ferdia, claro que lo dice en un sentido literal - ¿Quieres lanzar bombas de fuego maldito al ministerio? - pregunto con las cejas en alto y me pongo de pie también para poder pensar mejor. Para mi sorpresa no me mareo, quizás porque la adrenalina ha vuelto a correr por mi sangre como antes - Hay gente inocente trabajando allí ¿Lo sabes, cierto? Sé que a ellos no les preocupó atacar a los niños pero debemos ser mejores, no podemos ponernos a su altura - cuestión de asegurarnos de que solo las personas que deben estar tengan su trasero pegado a la silla ese día.

— No he conocido ni a un solo político que se mueva completamente solo. Siempre hay alguien más — no me trago que la huída de Kenny haya puesto un punto final a un paseo desafortunado por el distrito doce. En su momento, estuve bastante ligado a la gente poderosa, apuntaba a ser un agente de la paz hecho y derecho en busca del respeto y de la gloria. Aprendí una cosa o dos sobre la mentalidad de los políticos porque, mago o muggle, los duelos de poder siempre son los mismos. Tal vez Kenny tiene razón y Powell ha sido un descuidado, pero lo dejó vivo y eso significa que puede salir llorando y regresar con un montón de aurores a registrar la zona. Ninguno de ellos es tan simple como parece.

Lo rápido que va captando mi idea no me sorprende, pero sí me halaga, al menos lo suficiente como para sonreírle con la malicia que pone divertidamente en evidencia mis dientes delanteros — ¿Tienes los materiales para hacer bombas de fuego maldito o tenemos que conformarnos con las simples? — tampoco me quejaría de ser así. Unas pociones adecuadas y sé que podríamos volar unas cuantas plantas enteras, barrer algunos nombres de nuestra lista. Estoy por volver a vaguear por la habitación cuando una de las palabras que dice me detiene. Inocente. ¿De verdad está clamando eso? — Kenny… — intento ser suave y paciente, se lo merece. Me acerco a ella y tomo sus manos entre las mías, mucho más cálidas que las suyas por haberme pasado la noche metido dentro de mi casa. Aprieto sus dedos y busco sus ojos, teniendo que ladearme un poco ante la diferencia de alturas. Jamás he sido realmente alto para ser un hombre, pero Kenny tampoco es especialmente larga — El mago o la bruja que entrena para ser auror y apresar a los nuestros, ¿es inocente? — cuestiono — Aquel que pasa horas con la nariz dentro de los libros para llegar a los tribunales que nos juzgan, ¿es inocente? ¿Y qué me dices de aquel que contribuye con sus inventos al sistema que nos oprime? ¿Cómo puedes hablar de inocencia, cuando cada una de esas personas aportan su grano de arena para que el gobierno de Jamie Niniadis siga en pie? — la idea es clara, el ministerio es la colmena y Jamie, la abeja reina. No hay ninguna sola obrera que no nos picaría, lo hacen todos los días.

Levanto un poco sus manos para presionarlas contra mi pecho, afianzando así la fe que tengo en mí idea — Sé que no te gusta la idea de matar personas, pero así son las guerras. La gente muere todos los días y muchos más van a sufrir si no hacemos algo. ¿No vale siquiera la pena? — para mí, es un intercambio justo.

Sé que es un plan serio pero no puedo evitar reír cuando pregunta si tengo los materiales para hacer bombas de fuego maldito. A penas si estoy aprendiendo los hechizos básicos, el patronus corpóreo ha sido mi gran logro del mes, y si bien estoy practicando todos los días dudo llegar tan lejos en poco tiempo. Y aún pudiendo hacer el hechizo creo que se necesitaría más que eso y desgraciadamente escasean los científicos locos en el norte - Las simples me temo, pero no hay que menospreciarlas... Podrían dar el mensaje correcto, hasta los muggles podrían manejarlas así que sería una gran señal de que cualquiera puede acabar con ellos si solo se lo propone - quizás no comprenda mucho de estrategia militar pero sí de mensajes, cómo usar las palabras o las acciones para decir algo incluso cuando a simple vista se aparenta otra cosa.

No hay prueba más grande de lo que ha generado este gobierno que escuchar a Ferdia decir lo que dice. Él ha perdido a causa de Jamie, todos lo hemos hecho, pero al punto de cometer actos de terrorismo sin pensar en las consecuencias. Comprendo lo que dice, el sentimiento, y por eso siento que algo dentro de mí se quiebra que creo que se traslada a mi rostro, más cuando alza mis manos a su pecho y puedo sentir bajo mis palmas el latido de su corazón, acelerado, con ansias de revolución.

- Jamie gobierna con miedo - respondo cuando termina de hablar, alzando mis manos para tomar su rostro como ya lo he hecho antes. A veces pienso que es la única forma de evitar que se me escape y corra directo al fuego frente a mis ojos - El empleado administrativo quizás tiene una familia que mantener, el científico quizás no conoce otra realidad, el niño que ha empezado su primera pasantía recién está empezando a descubrir la realidad y alejándose de lo que sus padres le han dicho que es lo correcto desde que tienen memoria - porque los adultos de hoy estaban jugando con legos cuando los Black estaban en el gobierno y ni siquiera han escuchado historias de lo que es un verdadero mundo justo en donde todos somos iguales y nadie tiene que morir para preservar la paz... Aunque ésto último jamás ha existido de manera global.

Al terminar de hablar me pongo de puntas de pies y lo atraigo para envolverlo en un abrazo, en realidad no espero que sirva de algo pero quizás en una remota chance puedo transmitirle por ósmosis mi manera de pensar - No digo que no valga la pena, solo que debemos pensarlo con cuidado... Tampoco me estoy negando, de hecho quiero saber cuándo comenzaremos a trazar los planos - agrego hablando tranquilamente junto a su oído. Supongo que ya me tocará pensar a mí como salvar a aquellos que no merecen sufrir las consecuencias del gobierno.

Sé que puedo contar con ella, lo veo a pesar de que su rostro demuestre otro tipo de emociones que no comparto. Hay una compasión que he perdido hace mucho y que sigue vigente en sus venas, pero no puedo culparla; hemos tenido vidas diferentes, nuestras razones tienen diferentes límites. Dejo que tome mi rostro y aunque me muevo en mi lugar, sí consigo mantenerle la mirada — ¿Piensas preguntarle a uno por uno en el campo de batalla qué es lo que los llevó a estar ahí? — pregunto, no con intenciones de sonar brusco, sí queriendo señalarle su error — No puedes ver el lado luminoso de todas las personas, Kenny. Te dolerá mucho más de lo normal cuando llegue el momento — hay morales que tienen que ser dejadas a un lado si queremos que esto funcione, vivir para contarlo es otro tema.

No me había dado cuenta de lo mucho que necesitaba ese contacto, pero devuelvo el abrazo con la fuerza necesaria para apoyar mi mentón en su hombro y respirar cerca de su cuello. Ruedo los ojos con la sonrisa pintada, muy tristemente, en mis labios — Tan pronto como sea posible — murmuro y presiono su cintura — Puedo buscar una fecha con la menor cantidad de empleados dentro del edificio, si quieres. La explosión puede bastar como mensaje y si nos cargamos a unos cuantos funcionarios de alto cargo, mejor para nosotros — la pico, ladeando la cabeza en un intento de verla — ¿Es suficiente compasión para ti?

Puesto así sí suena como una idea ridícula y ruedo los ojos pues claramente no es lo que tengo pensado. Más bien me gustaría que ningún inocente se encuentre en el campo de batalla, pero los tiempos de duelos en el que un representante de cada bando se enfrentaban para no derramar más sangre de la necesaria han terminado. El ministerio es una hydra, aunque cortemos una cabeza hay tres más esperando para atacar y mantener el tirano régimen funcionando. Quizás, con algo de suerte, cortar la principal sea suficiente para debilitarlos y tener ventaja.

- No los sé, me alegro de haber visto el lado luminoso de un vagabundo de mala reputación hace ya unos cuantos años atrás - confieso con una sonrisa ya oculta en su hombro. Pero supongo que eso es lo que pasa cuando estás del lado perdedor y alguien se te acerca, deseas con todas tus fuerzas que sea alguien medianamente estable para no tener que soportar todo sola. Lo mismo ocurrió con los demás miembros de la red, cada uno tenía su historia así como yo tenía la mía, desconocidos y diferentes hasta que decidimos dejar de serlo.

Una sonrisa satisfecha se dibuja en mi rostro al escuchar el plan pues parece una solución adecuada, quizás no es perfecta pero somos un grupo que puede entrar a todas las casas a través de mensajes, ya sean directos o encubiertos... Seguro podremos pensar en algo - Bueno, no me molestaría ver arder las cabezas de los altos mandos, sobre todo de uno - concedo girando mi cabeza para verlo también. Estoy saboreando la idea y me está gustando más de lo que debería, supongo que como él aceptó tener esa pequeña pizca de compasión yo también me estoy mimetizando con su idea, llegando a un curioso balance - Sí, puedo vivir con eso - confirmo sonriente - No debería estar riendo por querer asesinar personas, Ferdia ¿Qué has hecho conmigo? - pregunto luego con una mueca. Ya se lo he dicho antes, tiene un curioso talento para convencer a las personas.

— La cabeza de Niniadis en llamas parece un buen prospecto para mí, sí — coincido, seguro de que se refería a ella aunque tampoco lo pregunto. Sé que tendremos que llevarnos un par de almas extras por el camino, pero la mayoría de ellos no me producirán culpa alguna. Sus palabras son la confirmación que necesitaba, suficientes como para pintarme una sonrisa ancha que es el reflejo de la suya. Se quiebra por la manera en que me hace reír y alzo mis hombros con un semblante cargado de inocencia, sé que nada de lo que diga se oirá modesto y puede que me gane un golpecito por ello. Así que me lanzo hacia lo seguro — Solo ayudo a que des el paso que necesitas. Tómame como si fuese un bastón bastante apuesto — le guiño un ojo con falsa coquetería y bajo las manos hasta dejarlas caer, abandonando la seguridad de su agarre. Tengo su bendición, ahora es momento de actuar y jamás me he sentido tan energético o, al menos, he olvidado como era.

Sé que aún queda un enorme camino por recorrer y también soy consciente de que debemos ser cuidadosos hasta el más mínimo detalle. Estoy seguro de que ella es capaz de ver cómo las ideas se van alineando en mi cabeza cuando levanto un dedo en petición de un momento, evidenciando que una lámpara se ha prendido dentro de mis neuronas — ¿Tienes idea de si habrá más ministros o funcionarios rondando el norte? — pregunto con suma lentitud. Cuando alzo los ojos hacia ella, ya están brillando — Si sabes de alguien que pueda mantener un imperius poderoso, creo que tengo una solución — podría funcionar o ser un desastre. Me conformo con que sea un poco de ambas cosas.