The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Ariadna T. Tremblay
Miembro de Salud
Con los ojos cerrados y el cuerpo completamente cubierto de agua salada, Ariadna contuvo la respiración hasta que no pudo más y sólo entonces emergió dando fuertes bocanadas de aire.
Flotó unos cuantos segundos mientras observaba las nubes pasar, gracias a la suave brisa verano e intentó luchar contra las pequeñas olas que se formaban y arrastraban hasta la orilla, sin embargo para su suerte la marea estaba en calma.
Cuando la temperatura del mar le hizo temblar, supo que había tenido suficiente y comenzó a nadar de regreso.

No había mejor forma de pasar su tarde libre, que con un buen libro, bebida fresca y un poco sol. Había colocado sus cosas debajo de una sombrilla y luego de sentarse en la blanca toalla, buscó en su bolso un envase de crema para peinar y la aplicó en sus cortos cabellos mojado. No quería arruinarlo.
Permaneció los siguientes minutos recostada de espaldas y cuando el liquido transparente de su botella se terminó, cambió de posición.
Se acomodó boca abajo y antes de continuar con el resto del plan, verificó que su bikini estuviera cubriendo absolutamente todo lo necesario, sólo entonces tomó el libro señalizado con un bajalenguas.

La lectura la mantuvo profundamente concentrada, aunque tenía puestos unos auriculares con música clásica ni siquiera la oía, sólo seguía absorta en la historia de amor entre una bruja y un mago de distintas clases sociales.
Avanzó cuatro capítulos sin realizar pausas y cuando alcanzó el punto culmine del cuento, los gritos chillones de una chica en estado de pánico le dieron un sobresalto.
Se quitó los aparatos de sus orejas, cerró el libro dejando la página marcada y observó su alrededor, sin apartar las gafas de sol que protegían sus ojos de los fuertes rayos del sol. Aquel escándalo era la razón principal por la cual se apropió de una partecita bastante alejada del tumulto de personas y familias que habían recurrido a la misma idea que ella.

Un par de metros alejados de su sombrilla, una pelirroja de baja estatura y cuerpo voluptuoso, intentaba separar a dos hombres que se habían ido a los puños. Ariadna no quería involucrarse, pero cuando notó que ninguno cedía y continuaban lanzando golpes bajos, temió que todo se saliera de control si uno abandonaba la fuerza e iniciaba con los hechizos. Tampoco veía a algún auror cerca.
Soltó un suspiro de resignación, se puso de pie y luego de recuperar su varita, se acercó a paso lento. Les daba la oportunidad de frenar la estúpida escena.
Tuvo suerte, cuando alcanzó al revoltoso trío, dos de ellos comenzaban a alejarse y sólo un hombre desconocido para ella quedó tirado sobre la arena. —¿Se encuentra bien o debería llamar a seguridad?— Preguntó sujetando sus manos detrás de la espalda para ocultar la varita. No había invadido el espacio personal del brujo, de hecho, permaneció algo alejada de él por si acaso.
Ariadna T. Tremblay
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Notch Labors
Ministro de Investigación
Las playas de la isla ministerial no están mal, me agrada la soledad pero temo que para el final del año terminaré convirtiéndome en un anciano si sigo pasando las tardes con mi gato. Sumado a ésto, mi asistente llamó diciendo que los accionistas estaban preocupados por mi desaparición de las cámaras y que debería mostrarme en público haciendo cualquier cosa que los haga felices ¿Se supone que debo montar un número musical en el centro comercial? Podría hacerlo de maravilla y avergonzar a unos cuántos profesionales pero no es mi estilo. Así que simplemente trasladaré mi campamento de ésta playa a la del 4, es más pública así que eso debe bastar.

Horas después me encuentro disfrutando del mismo sol en terreno diferente. Algunas personas se acercan pero logro alejarlas con una mirada de advertencia. A veces pienso que tienen la esperanza de que les regale celulares o les de un avance de lo que será el próximo WePhone. Estúpidos... Le cambias el color a la carcasa y ya creen que están comprando un producto diferente.

Estoy a punto de lanzar una nueva mirada a una joven que se acerca pero debo admitir que es demasiado bonita como para alejarla así sin más., tengo algo con la pelirrojas, simplemente no puedo decirles que no. Quizás podamos divertirnos en las montañas de arena así que solo le dedico una sonrisa y la invito a sentarse a mi lado. Mantenemos una conversación no demasiado estimulante pero conocernos no es el propósito de todo esto. Los minutos pasan y cuando me doy cuenta la tengo sentada en mi regazo acariciando mis bíceps - Sí, entreno todos los días pero solo porque me hace sentir bien, no para estar en forma para las fotografías - respondo algo aburrido ¿Ya podemos saltar al final?

Estoy a punto de sugerir retirarnos cuando siento un golpe en mi nuca que me hace ver las estrellas. La pelirroja se levanta de un salto y comienza a chillar, lo que no ayuda demasiado con mi dolor. Maldigo por lo bajo y busco explicaciones en el muchacho que viene a darme un nuevo golpe, el cual esquivo por los pelos - ¿Qué demonios te ocurre? - pregunto y entre la sarta de barbaridades que dice puedo reconocer la palabra "novio" - Sería mucho más agradable hacer un trío que pelear pero ya me has puesto de mal humor - respondo y aplico el entrenamiento que el jefe de seguridad de la compañía me dado. Está bien que seamos magos, pero también es útil aprender a usar la fuerza.

Golpe va, golpe viene y la chica logra llevarse a su magullado novio lejos de mí. Creo que tengo roto el labio y no puedo negar que estoy cansado así que me dejo caer en la arena con los ojos cerrados. Maravilloso, ésto no le gustará nada a los benditos accionistas pero nade puede decir que fue mi culpa. Él lanzó el primer golpe y lo único que hice fue defenderme - No podemos molestar a seguridad por una simple pelea de bar en la playa - respondo sin abrir los ojos - Estoy bien, solo debo conseguir un sanador que no me deje cicatrices.
Notch Labors
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Ariadna T. Tremblay
Miembro de Salud
No podía creer que había abandonado su lectura, en plena declaración amorosa por parte del brujo protagonista, para ver a un idiota tirado en el suelo sangrando. En serio, ¿qué ocurría con los hombres que reaccionaban con tanta agresión en cuestión de segundos? ¿Acaso no conocían la palabra control y actuaban por sus instintos como las criaturas?
Negó con la cabeza observando como la chica pelirroja se alejaba hacia un parador cercano de moda y luego regresó la mirada hacia el que yacía sobre la arena. —En realidad lo decía para que seguridad detenga a ambos por disturbios en la vía pública.— Respondió la rubia arqueando una de sus perfectas cejas.

Un par de niños se acercaron curiosos y por las miradas de las mujeres que aún se encontraban acostadas en pleno proceso de bronceado, Ariadna supo que ellas los habían mandado para recolectar el chisme.
Las siguientes palabras del moreno herido le sacaron una diminuta sonrisa. El hecho de que le preocupara más las cicatrices y no las posibles contusiones o lesiones, le terminaron de cerrar una primera impresión del desconocido y no era una muy buena. —Si, estoy de acuerdo con eso, sin embargo le recomendaría que primero atiendan su hombro, el moretón que se le está formando es por algo.— Y aunque podía solucionar el problema con un movimiento de varita, no tenía muchas ganas.

Una famosa melodía comenzó a sonar cerca de la orilla y sólo podía significar que el carrito de helados se acercaba, los chicos salieron corriendo en busca de sus madres y galeones y Ariadna hizo lo mismo. Se le antojó un helado de crema americana y chocolate.
En fin, que tenga buen día y la próxima que planee convertir un espacio público lleno de niños en un bar...No lo haga.
La rubia se alejó cuando el puesto móvil de conos se acercaba y aunque todos sus sentimientos decían que no, al final siempre escuchaba a la profesional de adentro.

Movió la varita con suavidad para conjurar el hechizo que arreglaría el hombro e inmediatamente volvió a hacer otro, para reparar las demás lesiones superficiales.
Entonces si, frenó al vendedor, pidió el helado que se merecía y luego de pagar por el, regresó a su puesto alejado de toda la multitud.
Ariadna T. Tremblay
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Notch Labors
Ministro de Investigación
Abro los ojos y observo a la fuente de la voz con una ceja en alto. Es una rubia, demasiado flacucha para mi gusto y al parecer solo tiene intenciones de seguir molestándome así que decido no contestar a sus primeras palabras, sobretodo porque ya no hay por qué llamar a seguridad, el tipo se ha ido y si sabe lo que le conviene no volverá aquí. A no ser que traiga un séquito de amigos para el round 2 pero en ese caso no dudaré en lanzar mis mejores hechizos, no soy estúpido como para creer que podría con todos en una pelea cuerpo a cuerpo.

- Se está formando porque se rompieron los capilares con uno de los golpes, cualquier niño que se cae de la escoba por primera vez sufre lo mismo y nadie hace un mundo de eso - respondo de mal humor y me levanto de inmediato. Ni siquiera me duele así que sin duda el verdadero problema está en el labio y en la posible hinchazón. Tendré que aparecerme en algún hospital cercano y someterme a las manos de algún sanador de poca monta que no reunió méritos suficientes como para trabajar en el Capitolio.

Lanzo un bufido al escuchar su reproche y me sorprendo bastante cuando con dos movimientos de varita elimina el moretón del hombro y, creo, que arregla mi labio pues deja de doler luego de sentir una sensación fría ¿Debo interpretar que es sanadora? ¿De verdad? Habría apostado por heredera malcriada, pero nunca por algo que la deje con la vida de otras personas en sus manos.

Luego de unos segundos la sigo pues no puedo con mi curiosidad - ¿Sanadora? Una sanadora que deja a un paciente luego de darle los cuidados mínimos para ir por un helado, interesante - comento una vez que estoy lo suficientemente cerca como para que me escuche - Adivino, tus padres te obligaron para que tengas una profesión decente pero en realidad no es tu vocación.
Notch Labors
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Ariadna T. Tremblay
Miembro de Salud
Si, por favor. Uno de crema bañado con chocolate negro. Muchas gracias.— Le pidió al vendedor y antes de recibir el helado, pagó los galeones necesarios sin borrar la sonrisa amable en su rostro.
No alcanzó a dar cinco pasos, que el bravucón idiota la empezó a seguir, lanzando al aire comentarios ofensivos. Tal vez aquello le hubiese afectado un poco, mas cuando creces rodeada de ellos y escuchándolos la mayor parte del día, te haces inmune.
Arqueó las cejas debajo de sus grandes gafas, mientras abría la envoltura del delicioso y refrescante helado. —No es mi paciente y usted mismo lo dijo, nadie hace un mundo cuando es un moretón y un labio partido.— Utilizó las mismas palabras que el moreno y sin dejar de avanzar hasta su puesto, mordió la punta del dulce, haciendo sonar el crujido de la cobertura de chocolate. Sip, delicioso.

Sus pies se hundían en la cálida arena y el viento golpeaba su rostro junto con los rayos del sol, respiró profundo peinando sus cabellos para apartarlos de su boca y así poder continuar comiendo. —Exacto, me ha adivinado a la perfección. Me importa más obtener un buen bronceado en mis piernas, que curar a mis pacientes.— Su voz no fue sarcástica, ni siquiera valía la pena hacer el esfuerzo, asi que habló en voz baja y suave sin preocuparse. Si había algo que caracterizaba a Ariadna, era el exceso de paciencia.

Al llegar a su puesto, se sentó sobre la arena con la vista frente al océano y continuó mordiendo la paleta. Como el idiota no se iba, agradeció que las gafas protegieran sus ojos de los rayos del sol, sobretodo cuando levantó el mentón hacia el desconocido. —¿Puedo ayudarle en algo más? Porque ya puede regresar a sus peleas de bar.
Ariadna T. Tremblay
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Notch Labors
Ministro de Investigación
Con los años tuve que contratar y despedir a muchos idiotas siendo el representante de mi empresa, pero si fuera el jefe de sanidad y viniera una persona como la que tengo en frente a pedir empleo... Creo que ni siquiera lo tomaría como una entrevista seria. De verdad, con sanadores así mejor comienzo a invertir mi dinero en un bonito cementerio privado antes de que una obra social. Ni siquiera sé que responder a lo que dice pues me da la sensación de que cree que se está saliendo con la suya.

Comienza a caminar y desgraciadamente no me queda otra que ir en su misma dirección ya que la silla con mis cosas está allí. Queda decidido, no me importa qué es lo que quieran los inversionistas de ahora en más ¿Qué más prueba de que haya llegado al cargo de ministro necesitan? Eso quiere decir que definitivamente estoy haciendo las cosas bien. Las playas del cuatro quedan descartadas de mi programa, mejor mantenerme en la isla ministerial y limitarme a la vida nocturna del Capitolio.

Diviso mi silla y escucho como nuevamente la voz de la chica impacta sobre mi membrana timpánica ¡Claro que piensa que la estoy siguiendo! - Siga comiendo su helado, doctora juguetes - me despido con una sonrisa. Me parece un apodo apropiado, su conducta ha sido bastante infantil y de verdad no tengo ni ganas ni tiempo de responderle lo que de verdad creo. ¿Acaso no ha visto que me han atacado a mí? ¿Qué esperaba que hiciera? ¿Que recibiera golpes gritando como bebé hasta que seguridad llegara?

Una vez que llego a mi lugar, tomo las cosas entre mis brazos y desaparezco rumbo a la isla.
Notch Labors
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